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Profesor: Matías Díaz Huirimilla

6º Básico
GUÍA DE COMPRENSIÓN LECTORA
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

NOMBRE: _____________________________________
FECHA: ____________

OBJETIVO (S):
Comprender un cuento marcando tres momentos: antes, durante y después de leer.
INSTRUCCIONES GENERALES
Lea atentamente cada actividad y responda de acuerdo a las indicaciones entregadas.
TIEMPO DE DESARROLLO: 15 minutos

Para anotar antes de leer

El cuento que leeremos se llama El Toro Azul.


¿Qué me dice el título? ¿De qué se podría
tratar el cuento?

¿Qué percepción tengo de los toros? ¿Son


animales amigables?

¿Qué sé de los famosos toreros españoles?

1
EL TORO AZUL
Ignacio Martínez (Uruguay)
PARTE 1:

Nunca nadie pudo pensar que existiera un toro de ese tipo, pero Joselo lo descubrió una mañana en
pleno campo y rápidamente le contó a su padre que se lo contó al capataz, que a su vez se lo dijo al dueño
del campo, quien se lo comentó al criador de toros de lid. Es que aquel toro joven, pero ya robusto, era
absolutamente negro, negrísimo, tan negro que con la inclinación de los rayos de sol del mediodía o de las
primeras horas de la tarde, se volvía completamente azul. Inmediatamente todos hicieron el cálculo del
atractivo que tendría el toro bravío, preparado para la arena, con ese dolor tan llamativo. Todos menos Joselo,
que enseguida entabló una amistad muy fuerte con el animal, al punto de que lloró desconsoladamente el día
que se lo llevaron al campo de entrenamiento a cambio de unos euros que vinieron muy bien a la familia.
Hay quienes dicen que el toro azul también lloró, pero nadie creyó en esas tonterías, salvo la abuela de
Joselo, que sin que nadie dijera nada, abrazó a su nieto y murmuró al oído “yo sí te creo”.

 ¿Por qué crees que la abuela fue la única que le creyó a Joselo? ¿Qué característica podría tener ella que
la hace más comprensiva?
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 ¿Cuál es la actitud de los humanos al descubrir la belleza del toro?
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PARTE 2:

Varios meses duró la preparación del animal, hasta que surgió la oferta de mostrarlo en público y el
anuncio fue comunicado a viva voz por todos los medios de prensa que llegaron hasta el capital. Un toro azul
sería presentado ante el torero más grande del momento, con el fin de que éste lo derrotara hasta la muerte,
con la última estocada que le partiera el corazón.
Joselo pidió desesperadamente que detuvieran la corrida, pero nadie le hizo caso, salvo la abuela, que
organizó la mentirilla espléndida de visitar familiares lejanos en la ciudad donde tendría lugar el sacrificio. Le
pidió que Joselo la acompañara, pero advirtiéndole al niño que si iban a la arena él sufriría mucho cuando
viera a su amigo azul desplomarse muerto, con el corazón partido, después de mil provocaciones, heridas,
varillas clavadas, engaños y otros ardiles del experimentado torero, que buscaría lucirse ante miles de personas
presentes y cientos de miles mirando por televisión, en sus casas, el sacrificio del bello animal español que
tendría la particularidad de brillar de color azul, con los rayos de sol, a la hora exacta en que sucedería su
muerte.
El domingo llegó, Joselo y su abuela tomaron el tren a la ciudad y se dirigieron directamente la arena
con los billetes de las entradas adquiridos con buena antelación. No cabía un alma en aquella plaza y todo
estaba preparado para que de un momento a otro ingrese el matador famoso, cosa que hizo acompañado de
otros toreros y varios lanceros montados en caballos, cada uno resguardado con acolchados sobre sus pechos,
sus costados y sus ancas, más parecidos a caballos de la Edad Media que a animales del siglo veintiuno,
entrenados para hacer frente al toro, si fuera necesario.
El torero vestía ropa amarilla, ajustadísima, con adornos rojos y plateados. Su capa granate, recogida
sobre su hombro derecho, y su paso lento, firme, varonil y elegante, saludando con su mano derecha alzada y
sosteniendo la montura, le daban un porte de inmensa seguridad.
La música de violines y guitarras cesó. Las trompetas callaron. Todos los que formaban parte del
espectáculo salieron de la arena, menos el torero, que giró sobre sus talones y miró fijo la puerta por donde
entraría el animal azul.

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El sol estaba en su máxima altura cuando el cerrojo se corrió y apareció, nervioso, mirando para todos
lados, el toro amigo de Joselino, mucho más grande que como lo había dejado la última vez, musculoso, enérgico
y con dos enormes astas cuyas puntas eran el arma más fuerte que toro alguno podía tener.
Lo demás lo hizo el sol y la exclamación fue unánime; todo el toro se volvió de un azul intenso que
contrastaba claramente con sus cuernos amarillos y sus ojos casi desorbitados, que dejaban ver las líneas rojas
del odio y la condena. El animal vio la capa roja que se movía en el centro de la plaza y ya nada más lo
distrajo; bajo su cabezota, apuntó la cornamenta hacia ese sitio y atropelló. El torero, casi sin moverse, con
cierta inclinación curva, el cuello partido hacia abajo y su brazo izquierdo tapado por la capa, lo dejó pasar y
giró como el eje de un molinete, convirtiendo al toro y a su propio cuerpo en una espiral perfecta que el
público aclamó. Luego el hombre se alejó unos pasos y volvió a provocar. El toro azul atacó una y otra vez en
vano, más atraído por la capa roja que se movía, que por el torero que la sostenía.
Las dos primeras varas se clavaron sobre el lomo del animal que ¡por primera vez! dejó de ver la capa,
sacudió su cuello y su cabeza, y en esa recorrida de miradas hacia la masa colorida en las gradas, descubrió
por una fracción de segundos un rostro conocido. Joselo advirtió que el toro azul lo había visto y su corazón
comenzó a palpitar a toda velocidad, al tiempo que sus lágrimas brotaban sin detenerse, como la sangre del
toro que avanzaba lomo abajo, dando brillo de laca a su cuero ahora azul violeta en los lugares por donde
corría el dolor rojo de sus heridas.
Otras dos varas se clavaron casi en el mismo lugar que las anteriores, abriendo una herida profunda
por donde manaba mucha sangre, en medio de los aplausos, los vítores y los vivas de la gente.
El toro azul, por un momento, se sintió mareado y el torero algo advirtió en los ojos de la bestia porque
retrocedió varios pasos, actitud que no estaba prevista a esa altura del enfrentamiento.

 ¿Qué crees que advirtió el torero en los ojos del toro?


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 ¿Cómo crees que terminará la historia?
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PARTE 3:

Lo que el hombre notó fue que el toro parecía estar rezando, llamando a alguien, moviendo sus labios,
no como los animales que pastorean, haciendo círculos con sus mandíbulas masticadoras, sino como los humanos
hablan. Nunca nadie podría afirmar haber notado nada, salvo Joselo y su abuela, que vieron lo mismo que el
torero: la transformación del toro azul en la emblemática figura del toro del cuadro de Guernica, de Picaso.
La cara del torero ahora era una máscara quieta, como de estatua de cera. Ya no se movía y el toro se
le fue acercando lentamente, rodeándola, casi envolviendolo. Caballos y jinetes, toreros y ayudantes, salieron a
la arena para auxiliar a aquel torero inmóvil que de un momento a otro sería atravesado por una de las astas
del enorme toro azul, el que, por una razón inexplicable para la inmensa mayoría de los espectadores, lo había
paralizado.
Joselo se puso de pie. La abuela también. Ambos comenzaron a aplaudir la victoria del toro que, sin
embargo, no atacó ni corneó, sino que sólo se limitó a girar alrededor del hombre quieto, corriendo, cada vez a
mayor velocidad. Nadie se animaba a acercársele. Todo era demasiado excepcional como para interrumpirlo. La
muchedumbre estaba absolutamente absorbida por la escena y nadie notó que Joselo se lanzaba a la arena y
en fracciones de segundos se paraba al lado de su amigo azul, que ahora sí parecía estar dispuesto a matar al
hombre hipnotizado.
-No lo hagas -pidió Joselo, que había pasado a ser el centro de la atención del mundo. El animal
levantó su cabeza cuanto pudo y su imagen era de victoria, de honor, de valentía e hidalguía, fue la propia de
los toros más genuinos de España, los que mueren luchando o los que perdonan.

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El matador paralizado se sintió como un pobre asesino que no sabe lo que hace y por un instante pensó
en las ventajas que siempre tenía sobre el toro, condenado a morir, de antemano.
Un grupo de hombres entró al ruedo y sacó al torero, que seguía duro como una estatua de piedra.
Joselo tomó una a una las varas clavadas sobre el lomo del toro azul y las sacó de las heridas, arrojandolas a
los pies de la muchedumbre callada. Lentamente niño y toro salieron de la arena por un pórtico grande que
daba a un patio donde los esperaba un camión que los trasladaría a las tierras de Joselo.
Del toro azul no se supo más nada. De Joselo tampoco, salvo el comentario de una muchacha que
trabaja como guía en el museo Reina Sofía de Madrid, que dice que hay un joven que viene muy seguido a ver
el cuadro de Picasso y que le enseñó a ella que hay ciertos días en que la luz alumbra de tal manera la
creación, que el toro parece adquirir delicados tonos azulados, cosa que nadie sabe si está en la pintura
realmente o en la imaginación o la retina de las personas que lo miran. Ella ha llegado a decir que ese
muchacho le ha contado que, lejos de allí, viven descendientes del verdadero toro que inspiró aquella vez al
artista famoso y que aguardan el día en que puedan recuperar los pedazos perdidos de España.

Para anotar después de leer

Algo sorprendente o interesante del relato:

Una pregunta que te haya surgido:

Tu reacción emocional frente al relato:

Una conexión con otro libro o película:

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