Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Desde hace tiempo, se vienen levantando voces críticas (voces que comparto) a la
educación emocional[1], la cual tiene un gran impacto en las empresas, y en las escuelas
pensadas como tales.
Desde hace tiempo, me vengo preguntando si, entonces, tenemos que abandonar uno de
los cinco ejes propuestos y elaborados por el Programa Nacional de Educación Sexual
Integral: Valorar la afectividad, “entregándole al mercado” toda posibilidad de dar
lugar a las emociones en la escuela.
Dejo este verbo, abordar, provisoriamente y continuamos con Rita. Esta autora plantea
que existen dos proyectos históricos en curso en el planeta, con metas diferentes y
divergentes de felicidad: el proyecto histórico centrado en las cosas: que prioriza
la acumulación y el productivismo, el enriquecimiento y el lucro. Como meta de
satisfacción es funcional al capital y produce individuos, que a su vez se transformarán
en cosas. Segato plantea, justamente, que el capitalismo promueve la “vida
cosa”, promueve la crueldad que obstaculiza la empatía y la conexión entre las
personas.
Me impacta y me duele la dureza de esta afirmación: “Para matar sin que sea muerte
humana”. Me vienen a la memoria muchos ejemplos acaecidos en nuestro país en estos
tiempos y pienso que nuestra tarea en las escuelas es ir, justamente, por el camino
contrario, para que la vida y la muerte no se transformen en cosas; sean vidas y muertes
humanas.
Creo, entonces, que las emociones pueden ser abordadas en las escuelas como una
mercancía funcional al capital, es decir, de la mano del proyecto histórico de las cosas, o
bien se las puede pensar para consolidar y fortalecer lazos comunitarios, como propone
la ESI y ligo al proyecto histórico de los vínculos. Puede resultar complejo. Voy a ir
compartiendo como lo fui pensando y espero poder ir aclarando estas ideas.
EDUCACIÓN EMOCIONAL Y PROYECTO HISTÓRICO DE LAS COSAS
A las emociones se las puede analizar desde el proyecto histórico de las cosas cuando
son consideradas como un recurso útil para el “emprendedurismo”; ¡tantas palabras
difíciles que hoy se inventan! (¿permitirá la RAE este término?) con la idea de ponerlas
al servicio del aprovechamiento productivo. Es decir, trabajarlas para convertirlas en
habilidades útiles al mercado laboral. A la vida “cosa”.
Lxs invito a una breve recorrida que ofrece el mercado y circula por las redes:
“Taller manejo del enojo! ¿Tenés miedo de perder vínculos importantes por tus
enojos? ¿Te da culpa cuando gritás, explotás de bronca, perdés el control? A veces
sentís síntomas físicos cuando te guardas la furia? no te aísles y vení a reflexionar
grupalmente! Son 8 encuentros en total. $2500 x mes.”
Reconozco que me da cierto escozor (sigo pensando en los verbos que “acompañan” a
las emociones) leer la palabra emoción unida a regular, gestionar, autocontrolar, educar.
Lo mismo me sucede con el mandato de dejar el pasado. Es decir, nos invitan a
abandonar nuestra historia para centrarnos en un futuro desanclado de nuestros vínculos
y tomar el control de nuestro bienestar, ya que solo depende de nosotrxs, de nuestra
voluntad y de ciertos ejercicios. ¡Así de sencillo! ¿Así de sencillo?
“Entrená para ser feliz con ejercicios para convertir la felicidad en hábito”.
Cabanas, profesor de la Universidad Camilo José Cela, señala que se propone una
felicidad que es “(…) un estilo de vida que apunta hacia la construcción de un
ciudadano muy concreto, individualista, que entiende que no le debe nada a nadie, sino
que lo que tiene se lo merece. Sus éxitos y fracasos, su salud, su satisfacción, no
dependen de cuestiones sociales, sino de él y la correcta gestión de sus emociones,
pensamientos y actitudes.
En las empresas obligan a pasar cursos de resiliencia y mindfulness para aprender que
eres tú el que ha de encontrar la forma de estar mejor en el trabajo, de eso depende la
productividad. Y en la educación se dice que el objetivo es hacer que los alumnos sean
felices. Habría que ver qué tipo de ciudadano queremos construir. Crítico y centrado
en el conocimiento del mundo o un alumno emocional centrado en el conocimiento de
sí mismo. Es complicado que la psicología en vez de ser una herramienta pase a dictar
lo que debe ser la educación.
(Barrancos, 2019)
Hoy no podemos darnos el lujo de duelar una pérdida, necesitamos elaborarla rápido
para poder ser competitivxs y eficientes. En el mejor de los casos y para volver pronto
al ruedo, es válido empastillarnos con algún antidepresivo que hoy figura en la cartera
de toda dama y caballero, o tomar globulitos de Ignatia, de acuerdo al gusto de cada
quien.
Por otra parte, también se las puede relacionar al proyecto histórico de las cosas
cuando se las quiere recortar, aislar, etiquetar, encasillar y pedagogizar imponiendo una
verdad. Por ejemplo, enseñar que “esto es la alegría, “esto da miedo y esto no”, desde
supuestas verdades únicas y universales. Desde colores universales. Definiciones
universales. Modos de expresarlas y sentirlas, también universales.
Este Eje se cruza con todos los otros propuestos por el Programa ESI del Ministerio de
Educación; Presidencia de la Nación. Veamos algunos ejemplos[4]:
Reconocer la perspectiva de género: al interpelar afectos que les están
“permitidos” o no a cada unx por ser nena o nene. Abordar la perspectiva de género
implica pensar en términos de igualdad de derechos la relación entre hombres y
mujeres. Implica desnaturalizar y revisar tanto la construcción de la femeneidad
como la de la masculinidad. Conectar a los varones desde pequeños con sus afectos,
que puedan reconocerlos y expresarlos así como conectarse con los de lxs otrxs; que
puedan tramitar de otro modo situaciones que les generan malestar sin recurrir a la
violencia, puede ser un camino que colabore en este proceso de revisión de
mandatos y de modelos estereotipados de masculinidad: los hombres si lloran, se
enternecen y tienen miedo.
Una pequeña anécdota ligada a esto. Una docente de sala de 5 comenta en un espacio de
capacitación que estaba contando la historia del cruce de Los Andes, destacando y
resaltando la figura de San Martin. Un nene de la sala le pregunta, asombrado: “Pero
San Martin, ¿no tenía miedo?”. Es decir, el pequeño no podía identificarse con esa
figura tan valiente y todopoderosa que se suele transmitir de los próceres, más cercana a
los superhéroes que a los humanos. “¡Por supuesto que tenía miedo!» le contestó,
reconociendo que esta pregunta la interpeló en su modo de transmitir los hechos
históricos.
Dar lugar a las emociones desde la ESI implica alojar y respetar lo que lxs niñxs traen.
No se trata, como estuvimos analizando, de una nueva propuesta para “enlatar”
y consumir ni tampoco de obligar a participar y a expresar sus sentimientos a quienes
no quieren o no pueden. Ni abrazar por mandato a quienes están tristes. No se trata de
clasificarlas en positivas y negativas, dejando afuera las que «nos molestan», o bien,
anulando las causas “políticamente incorrectas” que generan esas emociones.
En una escuela de CABA, Escuela 16 DE 19 “William C. Morris”, durante una Jornada
de ESI, eligieron abordar el eje Valorar la afectividad. La propuesta apuntaba a
expresar lo que a cada unx le despierta un determinado afecto para compartirlo y poder
acompañarse. A contramano de lo que propone la happycracia, se
compartieron cuestiones ligadas al contexto y a la época en la que estamos, junto a
otras más personales. Por ejemplo, frente a la consigna: Escribí situaciones que te
despierten tristeza, lxs adultxs expresaron: “pobreza», “discriminación», “desempleo»,
«pérdida de un ser querido”; Alegría: «que todxs tengan los mismos derechos»,
«igualdad de oportunidades», «mis hijxs», «mi familia”; Miedo: «falta de sensibilidad
frente a problemas ajenos», «la violencia de la sociedad”, «ser maltratadx».
Se trata de habilitar espacios de circulación de palabras que armen trama. Que armen
lazo. Por otra parte, para que el lazo “enlace”, es necesario advertir el peligro o la
tentación de entrar en un terreno de moralidad y “deber ser” con intervenciones al estilo
de “tienen que darse un beso”,“no hay que enojarse”, “no tengas miedo”. Nos interesa
generar escenarios en los cuales se pueda pensar en qué me puede ayudar mi
compañerx para acompañar en la tristeza, saber y respetar qué le genera bronca o rabia
para pensar en qué puedo ayudarlx.
Por ejemplo: reconocer que cada unx necesita diferentes cosas cuando está triste. Que a
Juan le gustan los masajitos y a Paula que nadie la toque, y que se van a respetar; a Juan
le vamos a ofrecer un masajito porque le gusta y lo calma, pero a Paula no se lo vamos a
hacer. Es decir, saber que cada unx tiene diferentes necesidades, gustos, características,
deseos, cuerpos, y aprender a darles lugar en toda su diferencia. Sentir que si «a mí no
me pasa lo mismo que a usted», eso no es o no debería ser un problema para estar
juntos.
Justamente de eso se trata, de aprovechar la ESI como una oportunidad para aprender a
vivir juntxs en un contexto en que las presencias reales en tiempos y espacios reales,
como sucede en las escuelas, devienen en obstáculo, frente a la idealización que la
virtualidad propone. En tiempos en los que, cuando algo nos molesta del otrx, en vez de
decirle que estamos enojadxs o con rabia, en vez de explicitar y hablar sobre el
desacuerdo, preferimos apretar delete para “solucionar” el problema, eliminándolo de
nuestros espacios compartidos.
Muy por el contrario, en los espacios escolares, nos interesa intervenir para promover
aprendizajes grupales que requieran poner en palabras y “amasar” los desacuerdos,
hacerles lugar para poder pensarlos y buscar modos de resolverlos colectivamente. Sin
“bajadas de línea”. Por eso, el valor de alojar los afectos en sus múltiples maneras
de expresarlos considerando como único límite, que no se lastime al otrx. Alojarlos en
todas sus diferencias, para dar lugar a la empatía. Ese pedacito que forma parte de la
ternura.
Por todo lo que fuimos desarrollando, creo que el abordaje del eje Valorar
laafectividad nos da una gran mano para “amasar” (¡me gusta ese verbo!) algo del
orden de la empatía.
En algunas jornadas, las familias junto a sus hijxs confeccionaron muñecxs quitapenas,
a partir de la narración del cuento Ramón preocupón, de Anthony Browne (2007).
Brevemente, el cuento refiere a que Ramón tiene muchos miedos, muchas
preocupaciones, y su abuela le propone poner debajo de su almohada muñequitxs
quitapesares, propios de Guatemala. Finalmente, Ramón decide hacer muñecxs
quitapenas para sus muñecxs quitapenas. Hermosa cadena de cuidados.
Comentaban las docentes, con asombro, que al día siguiente a la Jornada, lxs chicxs
traían sus muñequitxs y no lxs querían soltar de la mano, pero sí compartían entre nenes
y nenas de la sala, de qué miedo lxs cuidaba a cada unx el quitapena. Por ejemplo:
“Soñé con fantasmas”, “Tengo miedo que se muera mi papá.”
En otros jardines (como en el JII2 DE 15) la propuesta fue hacerlo en casa con mamá,
papá o algún otro familiar, con materiales dados por el jardín; y las familias contaban
sorprendidas cómo sus hijxs lxs ponían debajo de la almohada para poder dormir sin
miedos. Y pensábamos en nuestros encuentros con las docentes porqué lxs quitapenas
podían quitar tan bien los miedos y los pesares. Y compartimos que esxs muñequitxs
llevaban puesto no solo telitas y botones, sino el amor de mamá, de papá, de la abuela,
de la docente o de cualquier otrx adultx que le demostraba de ese modo sus ganas de
cuidarlx y protegerlx. Ese vínculo, ese cuidado amoroso es lo que lxs protege y nos
protege del miedo. Y esto tiene que ver, y mucho, con la idea de ternura; con el
proyecto histórico de los vínculos.
Reconocernos todxs con miedo, aunque a diferentes cosas, es poder encontrar puntos en
común en las diferencias. Y sumo a esto que, frente al miedo, decidimos crear
estrategias para cuidarnos colectivamente en vez de abroquelarnos y construir
muros o expandir el discurso de la seguridad. En vez de fortalecer murallas de un lado y
de otro lado, las abrimos y compartimos nuestras vulnerabilidades.
Son alojadas desde la ESI cuando nos preocupa y ocupa fortalecer lazos colectivos.
Entendiendo que lo que nos pasa no depende solo de nosotrxs. Pero que lxs otrxs nos
pueden poner el hombro y la oreja. Y no es poco.
Ana Abramowski (2019) plantea que la educación emocional tiene como objetivo
[1]
principal que lxs niñxs aprendan a gestionar sus emociones. Que puedan reconocer qué
sienten para luego controlarlo. Se trata de domesticar las emociones para adaptarnos al
entorno y aumentar la productividad. Se inspira en la inteligencia emocional y pone
énfasis en el éxito y en lo positivo: crear climas positivos, tener actitudes positivas,
dado que la fuente que inspira a la educación emocional es la psicología positiva.
de la Nación.
BIBLIOGRAFÍA
Abramowski, A. (2019) El falso dilema que crea la educación emocional. Disponible
en https://laescolaridadhoy.blog/2019/07/14/el-falso-dilema-que-crea-la-educacion-
emocional/
Abramowski, A. (2019) El avance de la Educación emocional en la Argentina. Revista
Bordes. Respiración Artificial. Disponible en http://revistabordes.com.ar/respiracion-
artificial/
Levin, E. ( 2018) ¿Hacia una infancia virtual? La imagen corporal sin cuerpo.Buenos
Aires: Ed. Noveduc.
Leyes de ESI: Ley 2110/06 CABA y Ley 26150 M. de Educación. Consejo Federal de
Educación de la Nación. Disponible
en http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/cepa/leyes_referidas_educsex.php
Liliana Maltz es licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Psicóloga social (Escuela de Psicología
Social «Pichón Rivière»). Diplomada superior y especialista en «Gestión y conducción del sistema
educativo y sus instituciones» (FLACSO). Diplomada en Ciencias Sociales con Mención en Psicoanálisis
y Prácticas Socio-educativas (FLACSO). Capacitadora en espacios educativos y comunitarios.
Capacitadora docente en el área de Inicial y de Educación Sexual Integral en Escuela de Maestros
(Escuela de Capacitación Docente) perteneciente al Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Docente de la materia «Los conflictos vinculares en el ámbito escolar» y coordinadora de
Prácticas Pedagógicas en la carrera de especialización en «Psicología vincular de familias con niños y
adolescentes» y en la maestría en «Vínculos, familia y diversidad sociocultural» del Hospital Italiano.
Asesora externa y capacitadora en instituciones educativas y postítulos del ámbito privado.