75 CULTURA
A propósito de la
muerte de Robin Williams:
La vida da más vueltas de las que uno quiere
Edgar Torres Cárdenas
Magíster en Evaluación Escolar y Desarrollo
Educativo Regional de la Universidad
Pedagógica Nacional,
Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional de Colombia.
Profesor del campo pedagógico de la
Maestría en DDHH de la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Administrador y propietario del Blog
“Tarjeta de invitación a cine”
tarjetadeinvitacionacine.blogspot.com
ace casi treinta años que apareció en
castellano el libro “La muerte de la
familia”. Su autor, el antipsiquiatra
David Cooper, señala que la familia
nuclear y monogámica es el germen de
todas las formas desgraciadas de
rechazo al gozo de la vida. La tarea
más urgente de la plenitud y la
felicidad es, precisamente, desapa-
recerla. En el vecindario de estas ideas
está una de las películas más
apreciadas del actor Robin Williams:
“La sociedad de los poetas muertos”
(1989). En ella se desnuda la
institución educativa que corresponde
a los más rígidos ancestros de las
pedagogías basadas en la relación
vertical entre los maestros y los
alumnos: en cuanto a la
administración de la vida escolar, la
película recusa la alianza entre la
formación para el ejercicio del poder
social y el orden jerárquico de la
familia; y en cuanto a la vivencia de la
experiencia educativa, explicita la
oposición entre los ácidos saberes
repetitivos y el placer del encuentro
poético.
Al final de la película, el suicidio del
estudiante Neil Perry, rechazado por
su padre y la expulsión del profesor
Jhon Keating que se atrevió a conducir
a su grupo de estudiantes por el secreto

del goce estético, son el señalamiento
de la poderosa familia patriarcal y la
convocatoria a la desaparición de la
escuela tradicional aliada del poder de
los más ricos.
La actuación de Williams que se
destacó por su alegría serena y el
compromiso de denunciar sin caer en
los esquemas, hicieron que entre los
docentes inconformes con la realidad
social y con la escuela, fuera tenido en
cuenta como una de las personalidades
de referencia cada vez que se trataba el
asunto de la educación y de la familia
como un tema crítico.
En 1991 Robin Williams sorprendió a
los maestros, pero especialmente a
quienes trataban de iniciar a sus niños
en la lectura a través de los cuentos
infantiles, con su actuación en una
película cuya historia trastoca los
tiempos narrativos y los imaginarios
de realidad: “El regreso del Capitán
Garfio”. El doctor Peter Banning
pierde a sus hijos en el secuestro
realizado por un misterioso personaje
que sale de la imaginación de estos
niños. En su papel de amoroso padre,
el protagonista tiene que romper el
miedo a la imaginación infantil y
sumergirse en la aventura del rescate,
para lo cual debe transmutarse de Peter
Banning, abogado, en Peter Pan,
liberador de niños. La secuencia entre
el filme aludido más arriba y éste, se
encuentra dada por la reivindicación
del goce de la imaginación. Pero hay
también una discontinuidad: el
protagonista rescata a sus hijos y
reintegra su familia, decisión que tiene
su costo: el padre tiene que asumir que
las obligaciones sociales y
profesionales no son más importantes
que la liberación de su condición de
adulto, gracias a los residuos cálidos
de su vida infantil privada de las
condiciones familiares. Parecería,
pues, que la desgracia no está en la
familia, como lo afirmaba Cooper,
sino en sus individuos que pierden su
capacidad de soñar y construir una
relación gozosa.
Pero dos años después, Williams
protagoniza una película en torno a la
temática de la familia en
descomposición. Allí, la tensa relación
EDUCACION Y CULTURA
matrimonial entre Daniel Hillard y su
esposa Miranda estalla y deja a los
niños en condición crítica debido a la
ausencia paterna. Pero igual, el padre
se encuentra desesperado por no poder
estar junto a sus hijos. Para lograrlo,
tiene que disfrazarse y emplearse
como ama de llaves en casa de su ex
mujer. El final feliz tiene lugar cuando
la madre accede a que su marido pueda
ver y estar con sus hijos cuando ellos
quieran. Esta, si bien es una película
elogiada por la crítica y ganadora de
distinciones cinematográficas, resulta
ser el filme en donde la
responsabilidad por el dolor causado
en el seno de la familia no está en la
institución sino en el papel
preponderante que sus miembros le
asignan a sus intereses personales. La
denuncia de la familia se disuelve en
este filme, y en su lugar, queda en
entredicho el papel de la madre que
sacrifica a sus hijos por su felicidad
íntima con una nueva pareja conyugal.
Quince años después, en 2008, el tema
de la familia vuelve a ser el núcleo de
una película de Williams. Esta vez se
trata de “Más allá de los sueños”. En
ésta, el azar vuelve trizas la familia
compuesta por Chris Nielsen y Annie
su muy bella esposa. Primero los hijos
y luego el mismo Chris mueren en
sendos accidentes automovilísticos, lo
cual hunde a Annie en el dolor y
termina suicidándose. En el mundo del
más allá, Chris decide bajar al mundo
del infierno bajo la guía de alguien que
unas veces se aparece bajo la imagen
de su médico y otras como su propio
hijo mayor. Arrojándose temera-
riamente por las cataratas de lo
innombrable, llega al triste sitio donde
habita la suicida y en un acto heroico
la rescata y reúne a toda su familia en
un postmortem de color y alegría.
Como se puede apreciar, el tema de
“La muerte de la familia” retrocedió
radicalmente. Ahora reivindica la
familia nuclear haciéndola valer hasta
la vida feliz del más allá y de otros
mundos. Once años después, cuando
las luces de esta película habían
opacado el genio crítico de “La
sociedad de los poetas muertos”, el
EDICIÓN 107 - ENERO / 2015
propio Robin Williams se suicidó en
su apartamento.
Ahora, a quienes comenzaron
admirando las posiciones estético-
sociales de Robin Williams les quedan
sus provocaciones. Y entre estas se
cuentan las provocaciones
pedagógicas.
Tal vez se podría convidar al público
infantil a ver “El regreso del capitán
Garfio”, solazarse con su imaginación
y dejar que la crítica recaiga sobre la
seriedad y el sometimiento de los
mayores a los compromisos del
trabajo productivo.
Invitar a los niños y niñas, a los y las
jóvenes, a reír un rato con las
ocurrencias de Mrs Doubtfire y luego
abrir el espacio interlocutivo para
desentrañar la perversa visión, tanto
sobre la culpabilidad materna en
cuanto a los dolores de sus hijos, como
sobre la heroicidad paterna que los
acompaña sin más compromiso que el
cumplimiento de su amor filial.
Posición crítica potenciada por la
lectura de obras de nuestra propia
literatura de denuncia social como
“No nacimos pa’ semilla”.
Por último: ¡qué tal si provocados por
“Un lugar para soñar” se abriera el
espacio para leer el descenso de Dante
al infierno, en la “Divina comedia”,
enterarse de los grabados de Gustav
Doré y su escuela que figuran este
acontecimiento! Y si, además, se
enteraran de la apocalíptica guerra
desatada por Rama para rescatar a su
esposa Sitá, raptada por Ravana, el
Rey del mundo de la oscuridad. Y si, a
propósito, leyeran los capítulos de la
versión castellana del “Ramayana”,
traducida por Juan Vergúa (omitidos
en la versión de Magil, publicada por
Editorial Panamericana), en los que la
madre de Sitá impide la humillación
de ésta frente a Rama, quien luego de
repudiarla por haber convivido con
Ravana accede a otorgarle el perdón!
El debate infantil y juvenil sobre la
feminidad y el machismo es un hecho
escolar que no quisiera perderme.
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