Está en la página 1de 7

Dominicano que hizo "la vuelta

por México" narra su travesía


para llegar a EEUU

Se ha puesto de moda que los dominicanos incursionen en largas


travesías desde Centroamérica para llegar a los Estados Unidos
atravesando la frontera sur de esa nación con México.

A personas de todas las edades les mueve mejorar su situación


económica, abandonan la tierra que los vio nacer con escasas
pertenencias, venden sus bienes y pagan a los llamados coyotes o
gestores de viajes sumas que llega a superar los 15 mil dólares.

En esta ocasión, un dominicano que quiso hacer reserva de su nombre y


al que llamaremos Carlos, compartió su testimonio: “La vuelta por
México”, y aunque pudo llegar a los Estados Unidos, pasó dos meses y
medio detenido en condiciones deplorables, con la amenaza de una
deportación al acecho, pero con un documento que le permite trabajar
en lo que espera una audiencia con el juez que podría ordenar su
conducción a la República Dominicana.

Carlos se enteró de “la vuelta por México” a través del “amigo de un


amigo” que lo puso en contacto con la nombrada “La Reina de Baní”, la
supuesta gestora de estos viajes peligrosos. Dijo que por ser
recomendado pagó 16 mil dólares por él y su pareja para que los
cruzaran a Texas. Ocho mil antes de salir de República Dominicana y
ocho mil al llegar a Estados Unidos.

“No conocemos a nadie por su nombre, utilizan apodos, uno se entera


de las cosas por un enlace, nunca se conoce la cabeza y las
conversaciones son por WhatsApp o llamadas, nunca de frente”, explicó
el hoy dominicano ausente.

La travesía de Carlos comenzó el pasado 28 de septiembre de 2022.


Mientras algunos hacen la ruta por Guatemala, país en el que los
dominicanos no requieren visado para viajar a diferencia de México,
Carlos dio un paso adelante, y por ser también ciudadano argentino
viajó a Monterrey junto a su pareja.
Relata que en Inmigración le preguntaron el motivo de su viaje a México
y se inventó una mentira e hizo una maleta con algunas ropas de
verano, pero dentro tenían dos mochilas con lo indispensable para el
recorrido.

Hizo una reserva en un hotel de México, allí duró tres días, de viernes a
domingo, simulando unas vacaciones. Luego se puso en contacto con la
persona que lo llevaría con su coyote. A partir de ahí comenzó su periplo
junto a su pareja sentimental.

Ese domingo por la noche, salió del hotel dejando algunas prendas de
vestir que no necesitaba para su recorrido y no hizo el check out.

“Nos llevaron a una casa sucia que parecía una pocilga, todo estaba
oscuro para que no pudiéramos reconocer a los jefes. Nos quitaron los
celulares. Allí había siete guatemaltecos y hondureños con niños y
cuatro dominicanos. No había espacio para nada, todo estaba sucio, las
cucarachas parecían ratones y los ratones gatos. Mi mujer y yo nos
tiramos en una esquina y dijimos ‘¡ay Dios mío, donde caímos!’”.

Dijo que a las 5:00 de la mañana del lunes 2 de octubre unos individuos
llegaron con una camioneta, les devolvieron los teléfonos celulares y los
montaron en ese vehículo.

“A las mujeres las montaron alante y a los hombres atrás apretados,


como sardinas en lata, y nos pusieron una lona por encima, parecíamos
sardinas sentadas y teníamos que estar callados. Recorrimos kilómetros
y kilómetros en un monte aguantando polvo, lodo y hoyos, horas
pasaban y todo era polvo, lodo y hoyos…estábamos amarillos del polvo”,
narró.

Tras varias horas sin comer y en una sola posición, los coyotes hicieron
una parada en un lugar llamado Puente Chico en México, allí los
separaron por grupos para seguir el trayecto, explicó.

“Fuimos los últimos, llegó un representante del camión del 'Cártel del
Golfo' que controla esa zona, nos dio papitas y agua… Por ser llevados
por La Reina tenían a los dominicanos como los especiales, los que
mejor pagaban”, pensó inicialmente, ya que los primeros despachados
eran de otras nacionalidades.

Finalmente, dijo que llegó otra camioneta del cartel y volvieron monte
adentro para llevarlos a otra casa destruida “con hoyos de bala”. “Una
pocilga, me sentí tan diablo”, dijo apenado por la decisión que tomó.
En ese lugar volvieron a consumir agua con papitas, hasta que
recibieron el pitazo de que las autoridades migratorias se avecinaban. Se
escondieron en otra casa abandonada mientras la guardia destruía la
guagua donde se habían transportado. El grupo de siete dominicanos
duró una hora y 40 minutos escondido hasta que fueron recogidos por
un carro pequeño. “Siete personas en un carrito a ciento y pico”.

Fueron llevados esta vez a una casa conocida como “La famosa bodega”
allí pudieron comer arroz con pollo, “una comida decente”, luego de tres
días monteando y comiendo papitas. Indicó que allí les tomaron fotos y
se las enviaron a un individuo llamado El Carpintero, el coyote que los
ayudaría a pasar la frontera.

Decepción
Solo cuatro personas fueron escogidas para el primer viaje, él, su esposa
y otro compatriota se quedaron descansando en la bodega, un lugar más
confortable y limpio, donde pudieron asearse, aunque siguieron
durmiendo en el piso.

Tres días después se enteraron de que el primer grupo había sido


detenido por las autoridades migratorias, la desconfianza se apoderó de
Carlos y su pareja que habían destinado todos sus recursos para lograr
el sueño americano.

“Empezamos a reclamarle al personal del cartel, les cuestionamos que


atravesar la frontera no era tan seguro como nos habían dicho”.

Como respuesta, dijo que les aseguraron que iban a cambiar la ruta y
los mandaron a prepararse para el sábado 8 de octubre de 2022 a las
11:00 de la noche para emprender un nuevo viaje.
Ola migratoria en el sur de Florida que supera el millar en tres días
“Ese día llegaron tres hondureños con una pistola calibre 50 y una caja
de balas, dos catanas de los Samurai, conocimos al dichoso Carpintero,
nos miró y después nos llevaron al municipio Miguel Alemán, que hace
frontera con un pueblo de Texas que le llaman Roma, nos llevaron a otra
casa que parecía una pocilga”.

Sigue el relato: “Allí nos pusieron chalecos salvavidas y nos trasladaron


en un carro para llevarnos a un lugar para tomarnos unas fotos que
fueron enviadas al dueño del cártel, después nos regresaron a la
pocilga”.

“Nos dijeron que cruzando el río Bravo estaba Roma, perteneciente a


Texas y nos enseñaron cómo era la ruta, nos aseguraron que allí no
había caído nadie y les creímos”.
Al regresar a la “pocilga” recibieron el aviso de que las autoridades
migratorias estaban merodeando la zona y se escondieron en un bosque,
allí pasaron toda la noche y madrugada agachados a la intemperie.

Expandir imagenInfografía
Ruta de Carlos para llegar a Roma, Texas desde el sector Miguel Alemán.
(FOTO: FUENTE EXTERNA)
Para las 4:00 de la madrugada del domingo 9 de octubre, dijo que el
personal del cartel llegó con los chalecos salvavidas y les instruyó que
era tiempo de irse, de cruzar la frontera.

“Emprendimos (tres dominicanos y un mexicano que se incorporó) el


viaje en un bote con dos personas remando, mientras que el
representante del cártel estaba del otro lado vigilando”.

Los atrapó la migra


“Fue una odisea”, calificó. Tras media hora remando llegaron a una
“lomita” detrás de una casa e inmediatamente comenzaron unos perros
a ladrar.

“Ahí pensé que todo era planeado, nos cogieron el dinero y nos pusieron
en la boca del lobo, nos rodearon las autoridades, intentamos
escondernos en una casa abandonada y llegaron como seis patrullas”,
manifestó Carlos que pensaba que el plan era cruzar sin ser atrapados
por Migración.

El domingo 9 de octubre fue el día más largo para estos migrantes, fue
también el último día que Carlos vio a su pareja. Dijo que llegaron a las
6:30 de la mañana a la Estación de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. en
McAllen, Texas. Allí separaron a las mujeres de los hombres en celdas
distantes. Les tomaron una foto y los pusieron en el grupo de migrantes
que serían procesados.

“Mi mujer me hizo una seña de adiós y jamás volví a saber de ella”,
lamentó Carlos.

A las 11:00 de la mañana siguiente dijo que recibió como alimento


pancakes con salchicha, agua y una manzana.

“Por la cantidad de migrantes en esa celda las colchonetas eran


insuficientes, dormimos en el piso frío con una manta, había hasta
cuatro hombres durmiendo en un mismo colchón de una plaza,
recostaban su cabeza en él y el resto del cuerpo en el piso”.

Se contagió de COVID-19
Tras nueve días preso en McAllen presentó fiebre alta y gripe, pidió
atención médica, le detectaron COVID-19 y lo aislaron del grupo de
detenidos.

Estando enfermo pudo dormir más cómodo en una cama solo para él,
aunque con los molestosos síntomas del COVID-19. Tras cinco días de
aislamiento volvió a la celda sobrepoblada. Perdió 15 libras en las dos
primeras semanas detenido.

En esa celda lo reingresaron como persona nueva, ralentizando de esta


manera su caso. Así pasó en las diferentes celdas en la que fue
trasladado durante dos meses y medio bajo custodia de las autoridades
migratorias estadounidense.

“Cada vez que me trasladaban a una celda, me referían como persona


nueva, llegó un momento en que perdí las esperanzas de salir de allí,
estaba en una especie de limbo, prefería que me deportaran a tener que
aguantar más penurias”, contó.

Traslado encadenado de manos y pies


Tras 21 días en McAllen fue trasladado al Centro Correccional de Winn en
Luisiana junto a otros extranjeros. Dijo que fue sacado de McAllen,
Texas, en una guagua encadenado de manos y pies hasta montarlo en
un avión.

Refirió que en Luisana compartió celda con 46 personas y estaban más


cómodos, tenía una cama para él y acceso a un teléfono con 500
minutos mensuales para el grupo. Se pudo comunicar son su madre y el
hijo de su mujer.

Estando allí contrató a un abogado para que le ayudara a agilizar su


situación, quería ser liberado, pero aceptaría con resignación la
deportación rápida si no había otra salida.

TE PUEDE INTERESAR
Suprema Corte de EEUU mantiene medida para bloquear a migrantes en
frontera
Se enteró que si trabajaba en la cocina podía obtener el privilegio de
obtener la libertad provisional más rápido y así lo hizo. Recibía como
pago un dólar por día y un bono de 10 dólares en comida semanales.

Los días pasaban y no llegaban noticias de su caso. Solicitaba


entrevistas con el oficial de Migración para que definiera qué iba a pasar
con él.

El miedo creíble
Carlos se enteró que si realizaba “el miedo creíble” podía lograr que el
Gobierno de los Estados Unidos le concediera el asilo. El miedo creíble es
un relato que hacen los migrantes a los oficiales de Migración en el que
explican que de ser deportados a su país corren un peligro inminente.

Si logran convencer al oficial, estos podrían expedirle un permiso de


permanencia temporal o “Parole” para quedarse en los Estados Unidos
en lo que investigan la veracidad del relato antes de proceder a la
deportación. Con este Parole, los migrantes reciben la libertad
provisional y con este documento pueden trabajar y movilizarse en el
país norteamericano, explicó el asesor migratorio, Juan Salvador.

“El tema aquí es que las autoridades norteamericanas conocen la


situación de República Dominicana y es poco probable que obtengan el
asilo”, precisó Salvador.

Tras dos meses y medio apresado y con escasas esperanzas de salir del
centro de retención, Carlos obtuvo sorpresivamente el "Parole".

“Me dieron una libertad condicional para estar aquí por un año, con ese
papel por el tiempo que nos den tenemos un estatus semi legal para
trabajar tranquilamente”, expresó.

Carlos salió del centro de detención de Luisiana y se reunió con su


madre y otros parientes que viven en los Estados Unidos.

Asesor migratorio advierte consecuencias del viaje ilegal


Carlos sintió que lo llevaron a la boca del lobo, no entendía lo que estaba
pasando. Su plan era ingresar a los Estados Unidos ilegalmente sin ser
atrapado en el intento. Sobre la marcha se fue enterando de dónde se
había metido. Ahora solo está enfocado en trabajar el año de libertad
condicional para recuperar la inversión y tener un buen ahorro por si le
toca regresar deportado a la República Dominicana.

El asesor migratorio Juan Salvador explicó lo que le sucedió a Carlos. El


concepto de "la vuelta por México" prevé la detención de las autoridades
migratorias para luego solicitar un asilo político.

“Los migrantes descubrieron que entregándose a las autoridades


migratorias y solicitando al oficial de migración el asilo a través del
miedo creíble, estos no los deportarían de manera exprés, sino que
podrían permanecer en los Estados Unidos hasta tanto el proceso de
deportación se complete o se investigue la veracidad de las causas que
provocaron la solicitud de asilo”, explicó.

Precisó que el proceso de deportación puede tardar hasta dos años para
completarse. Indicó que las autoridades migratorias están
experimentando desde la pandemia retrasos en la celebración de
audiencias, dichas dilaciones han sido utilizadas por los migrantes que
no reciben una deportación exprés para permanecer en el país
norteamericano con un Parole. Entienden que con dos años de trabajo
pueden ahorrar suficiente dinero para establecerse en su país de origen
cuando finalmente sean deportados, explicó Salvador.

No obstante, el asesor migratorio advierte que los dominicanos no


suelen correr con la suerte de Carlos, puesto que las autoridades
norteamericanas conocen perfectamente la situación política del país.

Además, cuando finalice el permiso temporal estos migrantes con


entrada irregular a los Estados Unidos se enfrentarán a un juicio, serán
deportados e impedidos de ingresar a los Estados Unidos legalmente por
hasta 10 diez años.

También podría gustarte