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de compañía
Sanhueza, Diego; Lobos, Kevin; Delgadillo, Yolanda.
Resumen
Patología de segmento cervical - Inestabilidad atlanto axial - Razas Toy - Tomografía Computarizada
Introducción
La IAA es una patología que afecta al segmento cervical, en específico a las vértebras C1
(Atlas) y C2 (Axis). Esta enfermedad se caracteriza por aumento en la laxitud o movilidad entre
el cuerpo de C1 y el proceso odontoides o dens de C2 comprometiendo la integridad del canal
medular generando principalmente signología de motoneurona superior en nuestros pacientes.
Este aumento en la distancia entre las vértebras mencionadas puede ser gatillado por: anomalías
congénitas o trauma.
Dentro de los individuos que pueden verse afectados tenemos a perros jóvenes de raza pequeña
(Yorkshire Terriers, Pomeranians, Poodles toy , Caniche, Chihuahuas y Pequinés) pero
también, en menor medida, perros de raza grande y gatos.
Tanto la articulación atlanto-occipital (AO) como la atlanto-axial (AA), poseen una única
cápsula articular, permitiendo los movimientos dorsoventrales(AO) y laterales y rotacionales
(AA) de la cabeza.
El atlas se caracteriza por la ausencia del proceso espinoso en el arco dorsal, un cuerpo vertebral
disminuido o arco ventral y procesos transversos modificados que dan forma a las alas del atlas,
el axis en cambio posee un proceso espinoso alargado, procesos transversos aguzados y un
proceso odontoideo o dens en su arco ventral craneal, que se asienta en la superficie caudo-
dorsal del arco ventral del atlas (fosa del atlas). La estabilidad atlanto-axial es dada
principalmente por una serie de ligamentos profundos y periféricos. Por un lado los ligamentos
profundos conectando desde el piso del canal vertebral, el axis con el atlas y el agujero magno,
como la membrana tectorial, ligamento transverso (b), ligamentos alares (c) y apical del dens
(d), Siendo el lig alar el que ofrece mayor estabilidad a la articulación (Reber et al, 2013) y por
otro lado, los ligamentos periféricos entre las cuales se encuentra el ligamento atlantoaxial
dorsal (a) y ventral, membrana atlanto-axial dorsal (Planchamp et al, 2020), adicionalmente se
han mencionado la influencia de los ligamentos colaterales internos caudales del atlas,
impidiendo la rotación extrema de la articulación (Cerdá-González, 2013).
Imagen 1: Ligamentos atlantoaxiales. Recuperado de Fossum T. W (2019) Estructuras ligamentosas asociadas a la articulación
atlantoaxial. Ilustración
Patogenia
Las causas que pueden generar inestabilidad atlantoaxial pueden ser congénitas y/o
traumáticas. Entre las congénitas podemos encontrar anomalías óseas como: hipoplasia o
aplasia o hipoplasia del dens en C2 más común en razas Toy, osificación incompleta del arco
C1 relacionado a razas de tamaño grande, y anomalías ligamentosas, relacionadas con la falla
o ausencia de ligamentos (Slanina, 2016).
La patogenia de la no está del todo dilucidada y es muy probable que el dens del axis esté
presente al nacimiento y con el desarrollo sufre una degeneración progresiva que se relaciona
con una isquemia vascular. Este proceso conduce a la reabsorción de por lo menos una parte
de la misma y durante el post-nacimiento resultan en la displasia del dens y con la posterior
subluxación de la articulación atlantoaxoidea (Zani, C. et al, 2015).
En el caso de inestabilidad atlantoaxial por trauma, surgen cuando se aplican fuerzas externas
en la articulación que generen una sobre flexión en dirección ventral, estas pueden generar un
estiramiento o desgarro de los ligamentos y/o fractura de estructuras óseas como el dens del
C2 o proceso espinoso del C2 (Zani et al, 2015).
Signos
Los signos clínicos de la inestabilidad atlantoaxial, tienen una evolución variada, pudiendo
tener un inicio agudo o crónico, y una evolución intermitente o progresiva; como también no
estar relacionada con signos clínicos por lo cual la severidad de la misma dependerá del grado
de lesión por conmoción y compresión de la médula espinal. Los signos que se presentarán
principalmente son de motoneurona superior (MNS), como dolor cervical con ataxia leve,
diversos grados de disfunción neurogénica que puede ir desde paresia y tetraplejia, y en casos
más severos, la muerte del individuo por parálisis respiratoria (Slanina, 2016; Zani et al, 2015).
Además al existir una subluxación o luxación, el desplazamiento dorsal C2 podría
desencadenar edema e inflamación en la médula espinal, que puede extenderse cranealmente
hasta el tronco encefálico (Westworth et al, 2010).
Diagnóstico
Imagen 2: Índice de
compresión vertical (VCI), TC, Recuperado de: Planchamp, 2022.
Cabe mencionar que una de las complicaciones de los métodos de diagnóstico por imagen en
flexión forzada del cuello, es el agravamiento de la condición del paciente, pudiendo empeorar
el pronóstico y/o resolución.
Tratamiento
El abordaje ventral permite una reducción anatómica precisa, para lograr la descompresión.
Esta técnica es sencilla y eficaz, consiste en la colocación de alambres de Kirschner, tornillos
o implantes a través de la articulación C1-C2. Se introduce el primer clavo cerca de la línea
media, en el cuerpo caudo ventral de C2, este se dirige medialmente hacia la muesca alar del
borde craneal de C1, con la punta del clavo, de manera que se forme un ángulo ventralmente.
El segundo clavo se coloca a través de la articulación opuesta siguiendo las señales anatómicas
similares. Para evitar la migración de clavos de Kirschner se puede aplicar PMMA en la parte
expuesta de los clavos. Aunque esta fijación no se produce en el lado de la banda de tensión,
proporciona una fijación superior al abordaje dorsal.
Las complicaciones que puede presentar son: parálisis laríngea, colocación inadecuada de los
implantes, que causa compresión medular o fijación inestable, ineficacia del implante, dificultad para
deglutir, secundaria a la masa de PMMA y afectación respiratoria durante el período inmediato
postoperatorio.
Imagen 5: implante estabilizador a medida. Argos: Informativo Veterinario, ISSN 1699-7875, Nº. 201, 2018, págs. 78-79.
Pronóstico
Para determinar el uso o no del tratamiento médico o quirúrgico se debe considerar los
antecedentes, madurez ósea y signos clínicos. El tratamiento conservador puede resultar
exitoso por sí solo en los casos más leves, pero existe un mayor riesgo de recurrencia. Puede
ser más apropiado tratar a un perro joven de raza miniatura de forma conservadora o con una
técnica dorsal mínimamente invasiva, mientras que un perro adulto con el dens fracturado
puede beneficiarse de la estabilización ventral, pues existe una menor incidencia en déficit
neurológicos postoperatorios (ataxia; dolor cervical) respecto a los procedimientos dorsales
(Stalin et al, 2014 ;Slanina, 2016; Zani et al, 2015).
Bibliografía