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Las nuevas masculinidades alternativas y la superación de
Violencia de género
1) Departamento de Teoría Sociológica, Universidad de Barcelona, España
2) Departamento de Sociología y Análisis Organizacional, Universidad de
Barcelona, España
Fecha de publicación: 30 de marzo de 2013
Para citar este artículo: Flecha, R., Puigvert, L., & Ríos, O. (2013). Las Nuevas Masculinidades
y la Superación de la Violencia de Género. Revista Internacional y Multidisciplinar de
Ciencias Sociales, 2(1), 88113 doi: 10.4471/rimcis.2013.14
Para enlazar este artículo: http://dx.doi.org/10.4471/rimcis.2013.14
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La nueva alternativa
masculinidades y la
Superación de Género
Violencia
Ramón Flecha Lidia Puigvert
Oriol Ríos
La investigación sobre masculinidades reúne diferentes temas desde diversas
perspectivas disciplinares. Uno de los temas ha sido el análisis del efecto de la
perpetuación del modelo heterosexual tradicional de masculinidad sobre la violencia de
género. La evidencia científica reciente sobre la reproducción de este problema social
ha demostrado la existencia de tres tipos diferentes de masculinidades (en el sentido de
los tipos ideales weberianos): Masculinidades Tradicionales Dominantes (DTM),
Masculinidades Tradicionales Oprimidas (OTM) y Nuevas Masculinidades Alternativas
( NAM). Los dos primeros tipos contribuyen a perpetuar la violencia contra las mujeres,
mientras que el segundo permite prevenirla y, en consecuencia, conduce a su superación.
Este artículo aborda la existencia de estos tres tipos de masculinidades y analiza tanto
sus características como las consecuencias que tienen para la prevención de la violencia
contra las mujeres. Presenta evidencia sobre el vínculo entre el lenguaje de la ética y el
lenguaje del deseo que se encuentra en el MNOAL y que es el elemento clave que
explica su efecto preventivo frente a la violencia contra las mujeres.
Masculinidades tradicionales dominantes, tradicionales oprimidas
Masculinidades, Nuevas Masculinidades Alternativas, violencia contra la mujer,
lenguaje del deseo
2013 Prensa Hipatia
ISSN 20143680
DOI: 10.4471/rimcis.2013.14
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Las Nuevas Masculinidades
Alternativas y la Superación de
la Violencia de Género
Ramón Flecha Lidia Puigvert
Oriol Ríos
La investigación sobre masculinidades reúne diferentes temas desde la diversidad
de disciplinas. Uno de los temas ha sido el análisis de la reproducción del modelo
tradicional de masculinidad heterosexual y sus efectos en la violencia de género.
Recientes evidencias científicas sobre la continuidad de este problema social han
mostrado la existencia de tres tipos diferentes de masculinidades (en el sentido
de los tipos ideales de Weber): las masculinidades tradicionales dominantes
(DTM), las masculinidades tradicionales oprimidas (OTM), y las nuevas
masculinidades alternativas (NAM). Los dos primeros tipos contribuyen a perpetuar
la violencia contra las mujeres, mientras que el tercero permite prevenirla y, en
consecuencia, conduce a su superación. Este artículo aborda la existencia de
estos tres tipos de masculinidades y analiza tanto sus características como las
consecuencias que tienen para la prevención de la violencia de género. En este
sentido, se presenta en el artículo evidencias sobre la relación entre el lenguaje
de la ética y el lenguaje del deseo que fundamentan las NAM y que es el elemento
clave que explica su efecto preventivo en la violencia contra las mujeres.
masculinidades tradicionales dominantes, masculinidades
tradicionales oprimidas, nuevas masculinidades alternativas, violencia de
género, lenguaje del deseo
2013 Prensa
Hipatia ISSN
20143680 DOI: 10.4471/rimcis.2013.14
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Las tres autoras de este artículo pertenecen a distintos grupos de las
múltiples opciones involucradas en una extensa red de personas diversas: la
heterosexualidad feminista, la homosexualidad masculina y la heterosexualidad
masculina. Si bien nuestras reflexiones abarcan parte de un amplio espectro de
múltiples opciones, en este artículo presentamos un primer análisis de los efectos
sobre la violencia contra las mujeres de las Masculinidades Tradicionales Dominantes
(DTM), Masculinidades Tradicionales Oprimidas (OTM) y Nuevas Masculinidades
Alternativas (NAM). . La principal conclusión del artículo es que al analizar la realidad
con un enfoque en la (Flecha, 2008; Flecha & Puigvert 2010) es posible revelar que lo
y el que algunas investigaciones
–restringidas al lenguaje de la ética– han presentado como “nuevas masculinidades”
son, de hecho, OTM. Por lo tanto, OTM es complementario de DTM, ya que son dos
caras de la misma moneda. Por el contrario, NAM hace una contribución clave a la
superación de la violencia contra las mujeres. La evidencia de la investigación también
indica que las acciones emprendidas en los programas con base en dichos hallazgos
también están contribuyendo a superar la violencia contra las mujeres.
Uno de los tres autores apoyó los primeros pasos de los movimientos gay en
España desde 1969 y ha participado en grupos de diálogo sobre NAM desde 1977.
Muchas de las reflexiones incluidas en el artículo no hubieran sido posibles sin las
aportaciones de muchos participantes en esos diálogos Otro de los autores de este
artículo es coautor de un libro con Judith Butler. En sus obras feministas siempre ha
tenido en cuenta tanto la violencia contra la mujer como la violencia contra la mujer.
Muchas feministas con las que ha colaborado han contribuido con sus diálogos al
contenido de los resultados de investigación que aquí presentamos. El tercer autor ha
trabajado desde su adolescencia en el desarrollo de identidades homosexuales libres
en una sociedad homofóbica.
Muchos homosexuales han contribuido a los diálogos que conducen a la
metainvestigación que estamos comunicando en este artículo.
Sin embargo, un hombre y un grupo específico de hombres han jugado un papel
principal en el contenido de este artículo. Jesús Gómez murió en el contexto de una
persecución por su contribución para romper el silencio sobre la violencia de género
en las universidades españolas. Creó los conceptos de masculinidades tradicionales y
alternativas y uno de sus libros ya ha contribuido a la superación de la violencia contra
la mujer entre muchos adolescentes. “Homes en diàleg” (Hombres en diálogo), un
grupo
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creado para continuar el trabajo de Jesús Gómez sobre masculinidades alternativas
ha llevado a cabo numerosos debates internos y públicos sobre este tema. Los dos
coautores masculinos de este artículo pertenecen a dicho grupo.
No conocemos ningún otro estudio sobre masculinidades de la misma dimensión
y diversidad de perspectivas, además del que aquí presentamos. Un estudio de
este tipo debe incluir necesariamente las aportaciones clave realizadas por los
primeros autores que iniciaron la literatura científica sobre este tema como Kessler
et al. (1985), Kimmel (1996) y Kaufman (2007). Aunque nuestras conclusiones son
diferentes a las de ellos (e incluso contrarias en algunos puntos), su trabajo ha sido
inspirador para nosotros.
Futuros trabajos en este campo probablemente refutarán parcial o globalmente lo
que hoy argumentamos, como refutamos con este análisis algunas afirmaciones
previas al respecto. Estaremos felices si eso sucede, ya que significará que se ha
dado un nuevo paso relevante encaminado a hacer posible unas relaciones más
igualitarias y libres. Mientras esto sucede, seguiremos trabajando desde esta
perspectiva, tanto teórica como empíricamente, para la superación de la violencia
contra las mujeres y la potenciación del MNOAL.
Nos gustaría agradecer a todas aquellas personas que han contribuido con sus
contribuciones a estos resultados sobre NAM, que ya están guiando a muchas
personas en su salida de la violencia contra las mujeres. Con la publicación de esos
resultados esperamos promover el surgimiento de muchas otras contribuciones a
este debate.
Este artículo es una metainvestigación basada en datos cualitativos que ha sido
recolectado a través de once estudios de investigación científica realizados desde
2001 hasta el presente 1. Estas investigaciones se han desarrollado utilizando
la Metodología de Investigación Comunicativa (Gómez, Puigvert, & Flecha, 2011), y
están enfocados en temas de género desde diferentes perspectivas, incluyendo
masculinidades, violencia contra la mujer, empleo, educación y lengua. Las
reflexiones también se basan en otras dos investigaciones pertenecientes al V y VI
Programa Marco de Investigación e Innovación de la UE que tenían el género como
una de sus dimensiones analíticas destacadas 2 . Adicionalmente, se realizaron tres
entrevistas, que se suman a los cientos de entrevistas y grupos de discusión
realizados en las investigaciones antes mencionadas.
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A lo largo de los años, mientras se han llevado a cabo estas
investigaciones hemos ido analizando las evidencias aportadas por
aquellas investigaciones bajo la perspectiva de las nuevas masculinidades.
La metainvestigación en la que se basa este artículo cumple con todos
los aspectos éticos exigidos por la Directiva de Protección de Datos 95/46/
EC de la Comisión Europea.
Mucho se ha escrito en la actualidad sobre la evolución y diversificación de las
masculinidades desde finales de siglo, el cambio en las relaciones de género
en torno al trabajo doméstico o de cuidado, o el cuestionamiento cada vez
mayor de las masculinidades tradicionales. Todos estos temas pertenecen a lo
que actualmente se conoce como men's studies, un campo científico que surgió
en la literatura científica en los años ochenta con los primeros análisis realizados
por la investigadora australiana Raewyn Connell (1985) sobre patrones de
género en la escuela .
Muy influenciados por el análisis de Gramsci sobre la hegemonía y los
conflictos de clases sociales, Connell y sus colegas (1985) fueron los primeros
en referirse al concepto de . Su investigación concluyó que existe una
naturalización de las identidades de género masculinas y femeninas que se
y
definen como . Afirmaron que ambos modelos de género son los más
aceptados entre los adolescentes e influyentes para ellos, y en cuanto a la
masculinidad hegemónica se incluyen dos rasgos principales: la agresividad
y la dominación.
Sin embargo, Connell también argumentó que este modelo hegemónico
va más allá de la agresividad y la dominación, pues también significa una
legitimación del poder masculino a través de las organizaciones sociales
y la cultura. A lo largo del desarrollo de su trabajo teórico ha ido
profundizando en su análisis de las masculinidades, y ha señalado que
el modelo hegemónico no siempre está ligado a la violencia (Connell,
2012). Al respecto, plantea que existen diferentes tipos de modelos
hegemónicos que se caracterizan por prácticas desiguales de género, y
que no todos están conectados con la violencia.
Además de Connell, otros investigadores han contribuido al análisis de
la masculinidad hegemónica. El trabajo realizado por Kimmel (1996)
sobre la masculinidad americana también fue muy influyente para posteriores
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investigaciones en el campo de los estudios de los hombres. Kimmel define cuatro
elementos que caracterizan el modelo de masculinidad hegemónica: a) los hombres
no deben evidenciar ninguna actitud ligada a la feminidad porque estas son
rechazadas por los hombres reales, b) los hombres deben tener un estatus superior
al de las mujeres y deben tener el poder, c) los hombres deben ser groseros y nunca
mostrar sus sentimientos, y d) el riesgo y la agresividad son comúnmente aceptados
como actitudes masculinas naturales.
En una línea similar, Giddens (1993) es muy crítico con este modelo de
masculinidad, al que denomina “modelo tradicional de masculinidad”.
En su análisis de la intimidad de las personas introduce algunos aspectos
relevantes sobre la construcción de las masculinidades tradicionales. Al
respecto, Giddens define a este tipo de hombres c,omo aquéllos que a pesar
de poder enamorarse de las mujeres, se caracterizan por despreciarlas y
abandonarlas. Por el contrario, Jesús Gómez (2004) refutó el posicionamiento
de Giddens sobre la capacidad de enamorarse y aportó evidencia empírica
relevante que muestra cómo estos hombres no se enamoran de las mujeres.
Gómez (2004) también comprobó que los hombres pertenecientes al modelo
tradicional continúan actuando violentamente como resultado de un proceso
de socialización en las relaciones afectivosexuales basado en el vínculo
entre violencia, atractivo y deseo.
Connell y otros académicos relevantes en estudios de hombres han
demostrado la existencia de múltiples tipos de masculinidades. Estos autores
aportan evidencia sobre la existencia de identidades masculinas alrededor
del mundo basadas en patrones culturales diversos (Higate, 2003; Valdés &
Olvarría, 1998; Warren, 1997; Gómez, 2004). Estos modelos de masculinidad
van cambiando con el tiempo y adquiriendo diferentes formas según su
contexto social. Seidler (1994) insiste en este aspecto defendiendo que la
identidad masculina se puede transformar, no es inquebrantable: “Ya no se
esperaba que la masculinidad fuera una cosa, podrían ser muchas cosas,
pues ahora podría permitir la diversidad” (Seidler, 1994) . , p.116). La
masculinidad también ha sido estudiada desde el enfoque antropológico.
Desde esta perspectiva, David Gilmore (1990) describe cómo las culturas no
occidentales construyen la masculinidad de manera diferente. Por ejemplo,
explicó la existencia de un exitoso héroe japonés en la televisión que
representa valores de solidaridad y bondad.
También hay un cuerpo relevante de literatura que se centra principalmente
en describir la creación de grupos de hombres que se posicionan
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contra el modelo de masculinidad tradicional o que tratan de recuperar la esencia
de la masculinidad perdida. Dentro de estos grupos, encontramos tres con gran
impacto: hombres profeministas, mitopoéticos e igualitarios.
Estos movimientos a veces se organizan en redes y actúan como grupos de presión
políticos (Flood, 2007).
En cuanto a los grupos de hombres, adquirieron gran protagonismo a principios
de los noventa por su apoyo a los movimientos feministas. Por otro lado, es un
grupo basado en la idea de conectar la masculinidad con la naturaleza y así
recuperar al “hombre real”. Finalmente, analizando a los grupos de hombres
profeministas, Kaufman (2007) los ha definido recientemente como aquellos que
están comprometidos en la lucha para acabar con la violencia contra las mujeres y
trabajar por la igualdad de género. Estos hombres son la continuidad de los grupos
profeministas y sus consignas insisten en la necesidad de incluir al hombre como
agente activo dentro de la esfera privada (Kaufman, 2007).
Como se muestra aquí, las masculinidades han sido analizadas desde diferentes
enfoques. Diferentes autores han identificado rasgos de aquellos hombres
pertenecientes al modelo hegemónico o tradicional, o de hombres profeministas que
han reaccionado contra el primero. Todos estos estudios promueven un debate
abierto sobre los modelos de masculinidad y su relación con la violencia.
La investigación sobre la violencia contra las mujeres refuta muchas de las
suposiciones existentes sobre la violencia de género y también la efectividad de la
mayoría de las acciones que tienen como objetivo reducir este problema. Todos
nuestros análisis refuerzan dos hallazgos comunes de la mayor parte de la literatura en el campo.
En primer lugar, lo único de la violencia contra la mujer se refiere a los agresores.
Todas las evidencias que encontramos refutan claramente la suposición sexista de
que las mujeres provocan la situación de violencia contra ellas o la falta de coraje
de las mujeres para denunciar. Nuestra investigación también refuta la suposición
racista sobre la propensión de algunas culturas a generar esta violencia. En segundo
lugar, la preocupación por las desigualdades sociales y de género en los mensajes
mediáticos, el sexismo institucional y otros aspectos relacionados. Alguna literatura
en el campo sitúa las causas de esta
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violencia en el lenguaje de la ética (Jewkes, 2002; Crowell & Burgess, 1997), pero la
evidencia de los once estudios de investigación que presentamos en este artículo
ubica la causa no solo en el lenguaje de la ética sino también en el lenguaje del deseo.
Los medios de comunicación y muchas otras instituciones sociales e interacciones
sociales están promoviendo un proceso de socialización que consiste en dos vínculos
contrapuestos: por un lado, un vínculo entre violencia y excitación sexual y, por otro
lado, un vínculo entre igualdad y falta de excitación sexual.
Además de las evidencias que presentamos en este artículo, basta pensar en el
zapping de la televisión para darnos cuenta de que en la mayoría de las películas los
hombres “que enloquecen a las chicas en la cama” no son hombres que hacen las
tareas de la casa sino los que matan a otros, empezando por con James Bond. La
combinación de la perpetuación de las desigualdades de género con esos mensajes
masivos que recibimos desde que nacemos socializa en una dependencia de las
agresiones violentas en algunos niños y una dependencia de los niños violentos en algunas niñas.
Cada vez es más frecuente la creación de clubes de fans femeninos para un tipo
que mata a una chica. El caso de Marta, una joven española de 17 años que fue
asesinada en 2009 por su novio, Miguel, es un caso muy esclarecedor en este
sentido. Desde que Miguel ingresó a la cárcel ha recibido muchas cartas de algunas
chicas que lo admiran y lo apoyan, y –lo que es más asombroso estas admiradoras
han creado un club de fans con el objetivo de apoyar la inocencia de Miguel.
Los compañeros de celda de Miguel están hartos de que se jacte a todas horas
de los mensajes que recibe de sus fans: "Eres muy guapo y estoy enamorado de ti",
"Me gustaría conocerte". (Noticias Terra, 2009, párr. 1). Con estos comentarios, estos
fanáticos expresan públicamente su deseo por el asesino y denigran a la niña víctima
al considerar un hecho mezquino que él la haya matado: “De verdad, no entiendo por
qué la gente lo insulta si no saben cómo es, tal vez es un buen tipo, pero seguro,
porque ha matado a la señorita Marta... mira…” (Merino López, 2009, párr. 4).
Además, otros casos de violencia contra la mujer muestran que el hecho de ser
amigo o incluso familiar directo de una víctima no es obstáculo para sentir y expresar
deseo por el agresor. Johana murió en julio de 2010 de dos disparos en el pecho.
Dos hombres han sido juzgados por el crimen, uno de ellos Víctor. Edith (la hermana
gemela de la víctima) fue uno de los testimonios llamados por el fiscal. Acusó a Víctor
de haber abusado sexual y psicológicamente de su hermana. después del juicio
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ella se casó con él. Sus respuestas a las críticas en su contra fueron: “No me caso
con el asesino de mi hermana, me caso con el hombre que amo, con él haré una
familia y viviré el resto de mi vida” (Guajardo, 2012 , párrafo 2).
La socialización sobre el deseo hacia hombres agresores y que manifiestan
explícitamente una actitud desafiante surge en todas las investigaciones empíricas
que hemos realizado sobre la atracción entre adolescentes (Gómez, 2004; Valls,
20042005; Padrós, 2007; Duque, 2006, 20102011; Oliver, 2010 2012; Soler,
20062008). Así, entre las narrativas comunes que encontramos en el trabajo de
campo realizado con adolescentes se encuentran las siguientes:
Alba: ¡Me gusta mucho uno! De hecho, (…). No está bien formado, pero es un
verdadero bastardo y tiene el don de la palabra. I: Entonces, ¿qué es lo que te
gusta de este chico? R: Bueno, (…)? Su personalidad… (Valls, 20042005)
Sonia: Pero después vi a Fernando que estaba tan caliente y me volví loca.
Y no era por ser alto, era por su actitud chulesca que me gustaba, sabía que era
“el rey de la fiesta” (Duque, 2004, p. 293)
Pero incluso sin evidencia de estudios de investigación, estas actitudes son
fáciles de observar en la vida diaria, así como en los medios de comunicación. Así,
en la revista juvenil más destacada leída por las clases sociales media y alta en
España, una chica de 15 años lo dejaba muy claro: “Mis padres me dicen que me
case con un buen chico, y yo les hago caso. Hasta que me tengo que casar, me
divierto con los chicos malos” (Flecha & Puigvert, 2010, p.
170). En consecuencia, la evidencia resultante de todas nuestras metainvestigaciones
sobre este tema muestra que este vínculo entre el deseo y la violencia conduce en
gran medida a la violencia de género. Las entrevistas arrojaron evidencias como las
palabras de Vicky, una chica de clase media alta nos dijo:
Cuando tenía 15 años, la primera relación que tuve me obligó.
(…), quería ser del agrado de él. (…) Se lo puse muy fácil.
Entonces decidió que me lo haría en una playa, recuerdo que nunca lo había
hecho y estaba muy nerviosa, fue muy doloroso. Después de eso lloré mucho
porque fue muy doloroso… Y recuerdo que nunca más me habló (…) Entonces
sí, no hubo placer sexual, fue mucho dolor… Y después de eso estaba tan
enamorada con este chico, pero él no quería estar conmigo nunca más.
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Investigaciones, como la de la autora principal de NAM (Gómez, 2004) y la
feminista que más ha profundizado en las relaciones juveniles (Duque, 2006),
destacan que la socialización en la violencia se da no solo en muchos chicos
sino también en muchas chicas . Parte del problema es que piensan que la
atracción por la violencia es algo biológico, que les sale por dentro. Sin embargo,
tal atracción es algo que realmente se les ha metido dentro, es social y, por eso
mismo, como argumenta Seidler (1994) , se puede transformar. La siguiente
narración muestra cómo muchos niños y niñas piensan que el amor es “un
sentimiento químico” que experimentamos, y por lo tanto, no se puede hacer
nada para controlarlo, como dijo Paula: “Creo que cuando es este amor repentino
a primera vista… ..no es amor… (…), atracción, pero ya… Amor es cuando es
algo más continuado… y no te lo puedes quitar de la cabeza y… bueno, es algo
más… más largo” ( Valls, 20042005).
En todas las investigaciones que realizamos sobre las relaciones que se
establecen entre adolescentes muy diversos, la evidencia empírica demuestra
los efectos dominantes de esta socialización en la violencia (Valls, Puigvert &
Duque, 2008), como muestra la siguiente cita de una entrevista:
E: ¿Y no sería más fácil salir con alguien que no sea así?
G3.1. Alguien pasivo.
G.3.3. Siempre te gustan los tipos duros. La dificultad es lo que nos gusta (…).
Cuanto más difícil es, más nos gustan.
G3.1. Cuanta menos atención te presten, más...
G.3.3. Cuanto más bastardos son para nosotros, más nos gustan.
G3.1. Después, lo más bonito es cuando te hacen caso...
(Gómez, 2004, p. 121)
Como argumenta Connell (2012), no todos los hombres DTM son violentos,
pero todos los hombres que son violentos contra las mujeres son hombres DTM.
Sin embargo, en relación con el tema tratado en este trabajo, algunas mujeres
que sufren violencia de género se encuentran entre las que tienen relaciones
esporádicas o permanentes con hombres DTM. Las mujeres que tienen
relaciones con hombres OTM o NAM no sufren violencia. Transformar el deseo
hacia los hombres considerados DTM, deseo en el que han sido socializados por
la sociedad mayoritaria, no sólo es relevante para superar otras formas de
dominación y desigualdades sino también para superar la propia violencia.
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Por ejemplo, muchas escuelas primarias permiten en sus patios de recreo
o incluso en fiestas infantiles que organicen la reproducción de canciones
claramente sexistas que sí asocian atracción a la violencia. La canción
interpretada por una niña de 10 años, ganadora
del concurso de la Canción de Eurovisión Junior en 2004, fue un éxito entre
diferentes públicos, incluido el infantil. Algunas escuelas han incluido libros
como lectura obligatoria 3c,uando el personaje principal de ese
libro es un asesino de mujeres. Al mismo tiempo, estas escuelas atacan la
literatura sobre el amor romántico como causante de violencia contra las
mujeres sin proporcionar ninguna evidencia empírica que sustente tal argumento.
Por el contrario, la evidencia muestra que el amor romántico en realidad
previene la violencia contra las mujeres, en lugar de provocarla (Duque,
20102011). En definitiva, la falta de investigación sobre esta socialización de la
atracción por la violencia y sus efectos violentos estimula la promoción
inconsciente de la violencia por parte de los agentes de socialización como los
educadores, reforzando así los programas de televisión basura en lugar de contrarrestarlos.
Se reúnen una serie de errores para sostener el supuesto antes mencionado
sobre el amor romántico como causa de la violencia contra las mujeres.
El primer error es pensar que la violencia contra la mujer es generada por la
pareja o expareja en las relaciones permanentes (como afirma erróneamente
el artículo 1 de la Ley Española de Violencia de Género de 2004). Sin embargo,
muchas mujeres han sido agredidas o incluso asesinadas por hombres con
quienes tenían una relación esporádica. Debido a este error de la Ley, no se
juzgan como violencia de género en España aquellos casos de mujeres que
han sido asesinadas por hombres a los que han conocido esporádicamente;
pero el error de la Ley proviene de las citadas premisas en parte de la literatura
española sobre relaciones de género. Contrariamente a esos supuestos, la
evidencia empírica demuestra que la mayoría de las mujeres que sufren
violencia de género han sido socializadas en las relaciones con hombres DTM
en sus relaciones esporádicas a edades muy tempranas (James et al., 2000).
A veces, estas mujeres también sufren esta violencia en sus relaciones
permanentes.
En esos supuestos, las citas son percibidas como relaciones libres en todos
los sentidos, incluso libres de violencia. Así, las niñas educadas en programas
basados en esos supuestos perciben el peligro en el hecho de enamorarse,
asumiendo por tanto que no será víctima de violencia de género si sólo
mantienen relaciones esporádicas. Por esta razón,
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el discurso se centra en evitar que las niñas se enamoren para prevenir el
peligro de violencia contra ellas. Porque la literatura sobre el amor romántico
socializa en el enamoramiento, necesita ser destruida (Esteban & Távora,
2008). Este razonamiento no tiene en cuenta que frecuentemente en las
relaciones esporádicas las chicas no saben si los chicos con los que tienen
una cita son violentos o no.
Sin embargo, la investigación científica al respecto demuestra que no es
así: la violencia contra la mujer no es perpetrada por hombres con quienes las
mujeres tienen una relación permanente. Es ejercida por hombres violentos,
ya sea dentro de una relación permanente o esporádica. Por lo tanto, no
depende de la duración de la relación sino del tipo de hombres con los que las
mujeres eligen entablar cualquier tipo de relación. Muchas relaciones violentas
son permanentes y muchas son esporádicas, así como muchas relaciones
igualitarias son permanentes y muchas otras son esporádicas. No es el amor
romántico sino los hombres violentos, como grupo de la DTM, los responsables
de la violencia contra las mujeres.
Uno de los argumentos más comunes para atacar los cuentos de hadas
sobre el amor romántico es que promueven la dependencia de las mujeres y,
por lo tanto, conducen a la violencia contra ellas. Pero si bien la dependencia
en los cuentos de hadas es muy criticada, no ocurre lo mismo, por ejemplo,
con la dependencia del reciente bestseller “50 sombras de Grey” que se
traduce en la firma de un contrato de sumisión. Por otra parte, la correlación
de dependencia y violencia no ha sido confirmada por ningún dato empírico,
ya que existen muchas relaciones de dependencia (y con un reparto desigual
de las tareas del hogar) en las que no se ejerce violencia contra la mujer.
Además, hay mujeres “independientes” que están siendo asesinadas en una
cita por el hombre que acaban de conocer.
No hay otra característica común a todos los hombres que provoque la
muerte (u otras agresiones) de las mujeres sino el hecho de ser hombres
DTM. Si bien no todos esos hombres son necesariamente violentos, la DTM
es una condición necesaria pero no suficiente para ejercer la violencia. La
superación de la violencia contra las mujeres y otros tipos de sometimiento y
desigualdades requiere de la creación de espacios sociales e interacciones
que promuevan el desarrollo del NAM desde que los hombres son niños.
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Giddens (1993), actualmente uno de los sociólogos más relevantes, se planteó
la pregunta “¿por qué un hombre bueno no puede ser sexy, por qué un
hombre sexy no puede ser bueno?”. (p.156) Al hacer tal pregunta estaba
identificando un problema grave, aunque no sabía cómo analizar su causa ni
cómo encontrar una solución. Sin embargo, al identificar el problema ha
llegado más lejos de lo que la mayoría de la literatura en el campo social
las ciencias se ha pronunciado sobre este tema.
NAM implica un modelo de relaciones afectivassexuales a la vez atractivas
y libres de violencia. A veces esos hombres que nosotros
considerar que los oprimidos dentro de la masculinidad tradicional han sido
identificados como nuevas masculinidades. Partiendo de una perspectiva
restringida al lenguaje de la ética, el modelo de hombre igualitario ha sido
vinculado a los hombres que realizan las tareas del hogar. Sin embargo, el
lenguaje del deseo, la capacidad de suscitar atracción y ser deseado, no se
ha transformado en ese modelo. Por lo tanto, tal hombre no previene ni reduce
la violencia contra la mujer. De hecho, en lugar de debilitar el modelo de DTM,
lo refuerza.
Muchas veces los agentes de socialización (como las escuelas y las
familias) utilizando el lenguaje de la ética promueven a los “chicos buenos”,
que en la actualidad significa no agresivos, no sexistas y que hacen las tareas
del hogar. Mientras tanto, están los “chicos malos” que son agresivos y/o chovinistas.
Sin embargo, ¿con cuál de estos chicos, algunas chicas como la citada arriba
,
de la revista juvenil elegirán divertirse? Este doble rasero fue creado por los
hombres DTM como parte de su dominación en nuestras sociedades
patriarcales y conciben a la mujer de manera aristotélica. Este doble rasero
ha sido asimilado en sus propios términos por mujeres consideradas
“independientes”, como muestra la siguiente cita: “Cuando se rompe el molde
y aún no están las modelos, todo lo que antes estaba prohibido,
independientemente de su valor, se convierte en objeto de demanda"
(Valcárcel, 2000, p. 138) 4 .
En estas circunstancias, los “chicos malos” refuerzan su condición de DTM.
Están convencidas de que para lo que de verdad importa, es decir, ellas como
proveedoras de buen sexo, son mucho más populares que los “buenos”
chicos. Cuando las mujeres engañan a sus parejas teniendo una noche loca con
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algún otro tipo, en la mayoría de los casos, este otro tipo cae en el modelo DTM pero no
en su pareja permanente. Esto quedó bien evidenciado en todos los datos que
recopilamos, entre los que se encuentran las reflexiones de una chica de clase trabajadora
que habló sobre una conversación con una amiga suya que le dijo: “los buenos son los
que están satisfechos con sus novias, los malos son los que satisfacen a sus novias”.
Frente a esto, los chicos “buenos” suelen tener dos tipos de reacciones muy distintas.
Uno implica desarrollar complejos sobre su propio desempeño sexual. Entienden la falta
de deseo por ellos en su novia o esposa como resultado de que no son buenos en la
cama. Otro complejo que desarrollan es el de no ser lo suficientemente igualitarios. Todo
esto se manifiesta en la siguiente cita, donde un hombre “bueno” se culpa a sí mismo en
diálogo con uno de sus amigos:
Joan (OTM) a su pareja: Entiendo que mis contradicciones por ser
hombre te afecten, y por eso a veces no quieras quedarte conmigo.
Joan (OTM) a su amigo: Me engañó con Jordi, pero yo tengo la culpa
porque últimamente no estoy haciendo las tareas de la casa y ella está
decepcionada conmigo.
El amigo: ¡Pero Jordi nunca ha cocinado ni un plato de espaguetis y
recuerda que obligó a la portuguesa a subir al coche!
Joan (OTM) a su amigo: Bueno, sí, pero eso fue solo una noche y Jordi
tiene más experiencia sexual que yo.
Otra posible reacción es iniciar la socialización por tener éxito con las niñas, y en
muchos casos estos niños no solo se vuelven “malos” sino los peores de todos. Esto se
mostró en todos los datos que recopilamos, como lo ilustra la explicación que dio un niño
sobre lo que le dijo un amigo: “Antes yo trataba a mi niña como una reina, y como una
reina me hacía servirla; ahora trato a las niñas como perras y como perras me siguen”.
Pero no sólo los chicos “buenos” pueden reaccionar de esta manera, es decir,
convirtiéndose en “chicos malos”, sino también aquellos chicos que se encuentran en una
“posición intermedia”.
Estos chicos “buenos” pero subordinados no sólo no son una masculinidad alternativa
al modelo dominante, sino que actúan como su complemento.
De ahí que los hombres DTM nunca hayan entendido la prostitución como una alternativa
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102
al matrimonio sino como un complemento. Del mismo modo, también consideran a los
chicos “buenos” como su complemento ideal y no como una alternativa a ellos, los “chicos
malos”. Los “chicos malos” no ven a los “chicos buenos” como un obstáculo para ponerse
en contacto con cualquier chica, incluso piensan que pueden conseguir las novias de los
“chicos buenos”, ya que estos hombres son buenos para el matrimonio pero no para
divertirse con ellos. . Esto surgió repetidamente en el análisis de todos los datos recopilados.
Son estos chicos “buenos” los que consideramos OTM. No se les puede culpar de la
violencia contra la mujer (los únicos culpables de esto son los hombres que ejercen la
violencia) pero aun así su comportamiento no contribuye a superarla. Los hombres DTM y
los hombres OTM son tan "contrarios" entre sí que constituyen las dos caras de una misma
moneda en el sentido de que son las dos caras de un mismo sistema de dominación de
los hombres patriarcales sobre las mujeres y también sobre los hombres "buenos". .
De hecho, las masculinidades oprimidas no son nuevas, siempre han existido.
Solo tenemos que referirnos a los casos extremos de este modelo, la tradicional figura del
“cornudo”. Este tipo de hombre se considera débil e incapaz de satisfacer a su esposa.
Radicalmente opuestos a OTM y DTM se encuentran otro tipo de masculinidades que
llamamos Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM). Este tipo de masculinidades están
representadas por hombres que combinan atracción e igualdad y generan deseo sexual
entre las mujeres. Se utiliza el lenguaje del deseo para referirse a estos hombres. Además,
los hombres de NAM son los que están siendo más activos trabajando contra la violencia
de género junto con las mujeres. Se alejan de las personas con valores no igualitarios o
violentas, y buscan relaciones igualitarias basadas en el deseo y el amor. El análisis de
Gómez en su libro “El amor en la sociedad del riesgo” (2004) y otras investigaciones sobre
este tipo de masculinidades nos han permitido definir las tres principales características de
los hombres que caen en este modelo, a saber: la confianza en sí mismos, la fuerza y el
coraje como estrategias para enfrentar actitudes negativas de DTM, y rechazo explícito a
la doble moral.
En primer lugar, los hombres y mujeres involucrados en los estudios analizados
destacan que la autoconfianza genera atractivo en los hombres, especialmente cuando se trata de
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(1) 103
conectado con los valores igualitarios. La siguiente cita, que proviene de un joven
perteneciente al MNOAL e involucrado en una asociación de hombres, ejemplifica
este aspecto:
Sí, son igualitarios, pero también son conscientes de su valor.
Ganan mucho respeto, porque son muy conscientes de que tienen
mucha seguridad. Entonces, estas personas que transmiten estas
cosas, después de los comentarios que escuché, sí muchas mujeres las
consideran atractivas (Soler, 20102012).
Cuando las nuevas masculinidades alternativas se ayudan y apoyan
mutuamente, esta dinámica también crea un entorno basado en el vínculo entre el
atractivo y la igualdad. Además, cuando los hombres empiezan a sentirse más
seguros de sí mismos, se perciben más atractivos, como explica este joven:
(…) Nos han empoderado para ser igualitarios y la gente también ha
hablado con ganas de nosotros (…) Porque de alguna manera te
provoca un efecto y te sientes mucho más atractivo, pero también se
puede percibir, como lo notas, te sentirse más seguro frente a los
demás, tanto frente a las niñas como a los niños (…) (Soler, 20102012).
En segundo lugar, los hombres NAM utilizan su fuerza y coraje como una
estrategia clave para combatir e incluso ridiculizar las actitudes negativas de los
hombres DTM, como el sexismo y el racismo. De hecho, los hombres de NAM
expresan públicamente su rechazo a estas prácticas no igualitarias. Además, los
efectos de combinar esta fuerza con la confianza en uno mismo evidencian que
han surgido el deseo y la atracción. Los hombres de NAM son conscientes de esto:
R: Bueno, eso, el lenguaje que usa, la forma... el respeto que tiene hacia
las mujeres. Y a todo, ¿no? Este es un tipo que no es racista.
E: ¿Y su actitud? ¿Cuál es su actitud ante las cosas? ¿Cómo afronta
las cosas cotidianas? No sé (...) Quiero decir si tiene una actitud segura.
R: No, es un tipo muy seguro. Sí, es un niño seguro y se ve fuerte.
E: ¿Y crees que a los demás les gusta esta actitud?
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104
R: Hombre, creo que sí. Una persona que se ve segura, fuerte con sus
cosas, ¿no? Puede que no sea demasiado indeciso y no siempre colapsado
(Soler, 20102012).
En tercer lugar, al rechazar el doble estándar NAM, los hombres van
más allá del análisis de algunos grupos igualitarios o profeministas que
introducen solo el discurso ético sobre lo que debe ser un hombre: un
hombre “bueno” olvidando el deseo y el atractivo. Para superar la violencia
contra las mujeres a través del NAM y lograr la igualdad real, se requiere la
combinación del lenguaje de la ética y el lenguaje del deseo, haciendo
deseables y atractivos a aquellos hombres que son “buenos” y “atractivos”.
En las relaciones heterosexuales, no gustan ni desean aquellas chicas que
tienen relaciones con hombres DTM (que incluso implican mentir a otras
chicas); pero los hombres NAM desean y eligen chicas que desean
intensamente tener una relación con hombres como ellos, como esta mujer
describió: “Te hacen sentir que se quieren quedar contigo, que están contigo
porque quieren, no porque estén debajo de ti y porque tú eres como hacerles
un favor (…)”.
Al vincular igualdad con atractivo, los hombres NAM se vuelven más
deseables para iniciar una relación afectiva y sexual. En este sentido, hemos
identificado cómo el lenguaje del deseo es comúnmente utilizado para
describir NAM en diferentes momentos y espacios de la vida cotidiana.
Creo que una forma es hablar del deseo como realmente es. Entonces,
hablar de lo que mueve el mundo es esto, amar, desear y hablar de lo bueno
que es el sexo con estos chicos que te quieren y no con los que te ignoran.
Que los que te hacen flipar son estos, no los que te ignoran, ¿no? (Soler,
20102012)
La evidencia sobre la existencia de los tres tipos de masculinidades antes
mencionados está siendo trasladada a programas y acciones dirigidas a
superar la DTM y promover el NAM. Las niñas expresaron las reflexiones
que pudieron desarrollar gracias a entrar en diálogo sobre diferentes tipos
de masculinidades: “(...) este deseo surge del diálogo... (...) y ahí nos
besamos (...) Pero no lo quieran creer, y ahí, el placer que sentí fue infinito,
y de ahí hasta ha aumentado (...)”.
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(1) 105
Desgraciadamente, aunque sobran evidencias que confirman la posición
sostenida por los hombres NAM sobre la efectividad de vincular igualdad con
atracción para construir relaciones igualitarias y apasionadas entre las personas
y superar la violencia contra las mujeres, los hombres NAM han tenido –y tienen–
que enfrentarse a algunos resistencias En primer lugar, la idea de que lo que
realmente se necesita para liberar a los hombres de la presión y la hegemonía del
modelo de masculinidad tradicional es que los hombres aprendan a expresar sus
sentimientos y a manejar las emociones, en lugar de ser fuertes y seguros. Esta
perspectiva implica el malentendido de que ambas cosas son incompatibles
(sentimientos y seguridad). En segundo lugar, otra falsa suposición que aún
escuchamos en algunos espacios públicos e incluso en eventos científicos es que
“cualquier hombre que se involucre en temas de género, y que defienda la
igualdad de género, lo hace por influencia de una mujer feminista”.
La evidencia científica y nuestra propia experiencia personal demuestran que
las dos ideas anteriores son falsas. Respecto al primero, los hombres NAM no
oponen el hecho de expresar sus sentimientos y emociones al hecho de ser
fuertes, donde fuerte es radicalmente diferente a ser “el hombre más duro”. Para
los hombres NAM, luchar para acabar con la violencia contra las mujeres implica
luchar contra la DTM y ser fuertes para construir relaciones igualitarias con
mujeres igualitarias. La concepción de NAM de ser fuerte no está asociada con el
poder físico, sino con la resistencia emocional a todo lo que gira en contra de las
masculinidades dominantes, y que en realidad dificulta la superación de la
violencia contra las mujeres.
En cuanto a la segunda idea, los movimientos feministas y de nuevas
masculinidades son amigos y no madre e hijo. Es cierto que muchos hombres
que luchan por la igualdad se han sumado a nuevos movimientos de
masculinidades tras sus relaciones con el feminismo. Pero la mayoría de las
iniciadoras de movimientos de nuevas masculinidades con la perspectiva de NAM
tienen la experiencia complementaria: muchas mujeres se han unido al feminismo
después de tener relaciones con estos hombres. Pero ambos han llegado después
de muchas luchas emprendidas por muchas mujeres y hombres. Los movimientos
de liberación e igualdad de género nunca han sido todas las mujeres contra todos
los hombres, pero siempre han sido muchas mujeres y algunos hombres
igualitarios contra la sociedad patriarcal defendida por unas mujeres y unos hombres. Hay much
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106
por las ciencias sociales e incluida también en las narrativas literarias como
el siguiente ejemplo: La obra de teatro , de Lope de Vega (1618), se basa
en un hecho histórico que constituye una excelente ilustración de este
proceso. En muchos lugares hubo rebeliones contra el “derecho del señor”,
por ejemplo, este fue mencionado como uno de los delitos en las rebeliones
de los remences catalanes hace más de cinco siglos.
La literatura científica sobre masculinidades ha explorado en detalle la
reproducción de la masculinidad dominante tradicional y su impacto en la
desigualdad de género y la violencia contra las mujeres. Los estudios
científicos sobre la masculinidad dominante tradicional han negado el
determinismo biológico asociado a ese modelo y han mostrado la existencia
de diversos tipos de masculinidades basadas en explicaciones culturales.
Simultáneamente, existe otra línea de investigación que ha profundizado en
las transformaciones logradas por los movimientos de las nuevas
masculinidades, como los hombres profeministas e igualitarios, en su lucha
contra los problemas sociales mencionados. Todos estos pasos son
centrales para toda una comprensión de la construcción de masculinidades
así como de sus efectos tanto en la perpetuación como en la erradicación de la violencia
mujer.
Este artículo ilustra un vacío en la investigación en este campo que está
directamente relacionado con la atracción por nuevas masculinidades. En
este sentido, aportamos nuevos conocimientos en esta línea dando una
definición de tres tipos diferentes de masculinidad: masculinidades
tradicionales dominantes (TDM), masculinidades tradicionales oprimidas
(OTM) y nuevas masculinidades alternativas (NAM). Concluimos que este
último tipo es el más exitoso en la lucha para acabar con la violencia contra
las mujeres porque combina el deseo, el atractivo y la igualdad.
El análisis que ofrecemos al inicio del artículo muestra la persistencia en
vincular las masculinidades tradicionales dominantes, que ejercen violencia
contra las mujeres, con la atracción. En definitiva, también corroboramos la
incapacidad de las masculinidades tradicionales oprimidas para acabar con
esta dinámica porque contribuyen a reproducir la doble
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estándar. Por el contrario, demostramos que son las nuevas
masculinidades alternativas que vinculan el atractivo con la igualdad las
que efectivamente están rompiendo este doble rasero y contribuyendo a
prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. El lenguaje del deseo
es el elemento que explica este proceso de transformación.
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Gobierno de España. (20102012);
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Proyecto IDT. Departamento de Ciencias, Gobierno de España. 20102012;
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Departamento de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información (AGAUR). (2004 2005).
2 .
PROYECTO INTEGRADO. Sexto Programa Marco. (2006 2011);
.
IDT. FP5. DG XII. Mejorar la base de conocimientos socioeconómicos. (20012004).
3 En algunas escuelas secundarias españolas se ha establecido ”El Perfume” como lectura obligatoria
entre los alumnos de 4º de primaria (16 y 17 años). Para más
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108
información ver:
http://edu.jccm.es/ies/alejovera/web%20lengua/lecturas%20obligatorias.htm; Lectura de
verano obligatoria: Escuelas públicas de Albany. Perfume. Para más información ver: http://
www.albanyschools.org/Academics/ELA/2008
09/2009%20HS%20summer%20reading%20509.pdf 4
Traducción propia del español: “Pues bien, el cambio de modelos consistió en renunciar a
parte de esos males, abrazar otros con alborozo y reclamar algunos de “los males del
amo”.(...) Cuando la horma se rompe y los modelos todavía no están, todo lo antes
prohibido, con indiferencia de su valor, se se convierte en objeto de demanda”
(Valcárcel 2000, p. 138).
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es profesor en el Departamento de Sociología
Teoría en la Universidad de Barcelona, España
es profesor en el Departamento de Sociología
Teoría en la Universidad de Barcelona, España
es profesor adjunto en el Departamento de Sociología y
Análisis Organizacional en la Universidad de Barcelona, España
Universidad de Barcelona, Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales, Avda. Diagonal, 690, 08034, Barcelona, España.
Correo electrónico: ramon.flecha@ub.edu