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ACTUALIDAD
Entre 2019 y 2020 tuvieron lugar además una fallida intervención humanitaria, una
sublevación militar sofocada, un fallido proceso de negociación auspiciado por el gobierno
de Noruega y un más progresivo endurecimiento del gobierno de Nicolás Maduro que
tuvo lugar a través de acciones como la conformación de una asamblea constituyente
paralela a la AN, la designación de un opositor domesticado (Luis Parra) como presidente
de una Asamblea Nacional “blue , el descabezamiento y la intervención de los principales
partidos de oposición, violaciones sistemáticas a los derechos humanos y la irregular
designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral encargado de monitorear las
elecciones legislativas convocadas para diciembre del presente año entre otras. Todo ello
ocurre en medio de un conflicto internacionalizado, resultado de una fuerte disputa entre
por lo menos cuatro grandes actores externos: Estados Unidos, quien aspira a preservar su
alicaída influencia geopolítica en la región, China y Rusia en el marco de una política de
intercambio de financiación externa el primero y provisión de armamentos el segundo por
acceso a recursos básicos (petróleo, oro entre otros), y Cuba con especial interés en
preservar el control de la estructura de inteligencia en las fuerzas armadas venezolanas,
una estructura politizada y cooptada a través de la participación en negocios públicos y
privados, legales e ilegales. Por todo lo expuesto, resulta Venezuela un verdadero desafío
para los expertos en transiciones de régimen: los viejos manuales no sirven, hay que
pensar en una nueva antología.
Venezuela arranca el 2022 con desafíos persistentes, pero también con algunas
oportunidades tangibles. Quedaron atrás las poco realistas aspiraciones de una salida
inmediata del chavismo, dejando espacio para la eventual construcción de una
convivencia democrática. Pero para que ocurra cualquier cambio positivo, el gobierno de
Maduro y la oposición democrática deberán volver a la mesa de negociaciones, donde han
establecido una plataforma para la coordinación y el progreso en temas como la
restauración de las instituciones democráticas, la ayuda humanitaria y, en última instancia,
una salida electoral. La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, será un
actor clave y no debe caer en la inercia. En la Venezuela de 2022, los pequeños esfuerzos
pueden lograr una diferencia real en la vida de los ciudadanos.