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GESTIÓN
PÚBLICA
Mag. Edward Vargas
Valderrama
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FUNDAMENTOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
1. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS Y LA GESTIÓN PÚBLICA 1
1. Introducción
Pese a la complejidad en el terreno teórico, es en lo pragmático donde po-
demos constatar que al menos en Latinoamérica, la práctica de la política es
asunto de corto plazo, donde resolver lo inmediato es lo imperativo, enten-
derla y practicarla, simplemente se malentendió como una relación man-
do-obediencia, basada en el clientelismo, donde pocos administran, otros
más obedecen y muchos más padecen. Los Sistemas Políticos imperantes
no fueron únicamente herencia de regímenes pasados, sino que desde el
virreinato, fue tejiéndose una red de complejidades que solo favorecían a
los feudos de poder, mientras la mayoría se (mal) acostumbró a la perversa
normalidad de lo desigual.
Por eso las reglas actuales, no son suficientes para enfrentar la pluralidad
política que cada día crece, nuestros lastres con el pasado son ocultados por
una modernidad ficticia que no nos permite convivir, solo ocurre discursiva-
mente y no en la realidad, ¿la forma tradicional de hacer política, sirve para
enfrentar la pluralidad actual?
Para entender qué son las políticas públicas, es necesario diferenciar dos
conceptos que en nuestro idioma no tienen traducción: Politics (política),
policies (políticas). El primero es entendido como las relaciones de poder,
los procesos electorales, las confrontaciones entre organizaciones sociales
con el gobierno. El segundo tiene que ver más con las acciones, decisiones
y omisiones por parte de los distintos actores involucrados en los asuntos
públicos.
A lo largo de este trabajo, hablaremos de política (en singular) –politics-
cuando nos refiramos a las relaciones de poder (objeto de estudio de la
Ciencia Política); y políticas (plural) cuando nos refiramos a las políticas
públicas –policies, policy-. Esta es la clave para diferenciar la Ciencia Política
(PoliticalSciences), de las Ciencias de Políticas (Policy Sciences) No obstan-
te existe la política de las políticas públicas, que son las relaciones de poder
en el proceso de las acciones de gobierno con la sociedad.
Lo anterior es aplicable a los diferentes sectores: política educativa, políti-
cas educativas; política cultural, políticas culturales, política social, políticas
sociales; etc. también podemos hablar de las relaciones de poder de algún
sector: la política de las políticas económicas, la política de las políticas am-
bientales, etc.
Las políticas son el diseño de una acción colectiva intencional o son linea-
mientos generales; el curso que toma la acción como resultado de las de-
cisiones e interacciones que comporta son los hechos reales que la acción
produce. En este sentido, las políticas son “el curso de acción que sigue un
actor o un conjunto de actores al tratar un problema o asunto de interés. El
concepto de políticas presta atención a lo que de hecho se efectúa y lleva a
cabo, más que a lo que se propone y quiere. Las políticas se conforman me-
diante un conjunto de decisiones, y la elección entre alternativas” (Aguilar,
2003a:25).
Las políticas se entienden como una declaración de intenciones, una decla-
ración de metas y objetivos. Para Pressman y Wildavsky: “las políticas son una
cadena causal entre las condiciones iniciales y las futuras consecuencias: si
X, entonces Y” (Pressman y Wildavsky citado en Aguilar, 2000:44). Es decir,
las políticas públicas son hipótesis, v.gr: si implementamos éste curso de ac-
ción (X), tendremos estas metas y objetivos cumplidos (Y)
1
Dirección de Estudios Socio-económicos y Regulatorios Subdirección de Seguimiento y Evalua-
ción
2
2. CONCEPTO DE POLÍTICAS PÚBLICAS 2
Las últimas décadas arrojan una generosa producción académica de lo que
son las políticas públicas, por lo tanto hay un número de definiciones simi-
lares de los autores. A continuación se presentan algunas definiciones de
algunos de ellos y que se considera como los más importantes:
“Fenómeno social, administrativo y político específico, resultado de un
proceso de sucesivas tomas de posición, que se concretan en un conjunto
de decisiones, acciones u omisiones, asumidas fundamentalmente por los
gobiernos, mismas que traducen, en un lugar y periodo determinado, la
respuesta preponderantemente del mismo frente a los problemas públicos
vividos por la sociedad civil”. (La evaluación de políticas y programas públi-
cos. El caso de los programas de desarrollo social en México, México, M. A.
Porrúa. 2006)
Joan Subirats,”Es la norma o conjunto de normas que existen sobre una
determinada problemática así como el conjunto de programas u objetivos
que tiene el gobierno en un campo concreto. (Análisis de políticas públicas
y eficacia de la administración. Madrid. INAP. 1989)
Charles Lindblom, “Nos estamos refiriendo a procesos, decisiones y resulta-
dos, pero sin que ello excluya conflictos entre intereses presentes en cada
momento, tensiones entre diferentes definiciones del problema a resolver,
entre diferentes racionalidades organizativas y de acción, y entre diferentes
perspectivas. Estamos ante u n panorama pleno de poderes en conflicto, en-
frentándose y colaborando ante opciones específicas. (“Usable knowledge:
Social science and social problem solving” Yale University Press – 1979)
Pedro Medellín. “La estructuración de las políticas debe ser comprendida
como el producto de un intenso proceso político a través del cual emergen
y toman forma los proyectos e intereses de agentes (individuos), agencias
(instituciones) y discursos (síntesis de la interacción entre agentes y agen-
cias) en pugna por imponer un determinado proyecto de dirección política
y de dirección ideológica sobre la sociedad y el estado que son gobernados”.
(La política de las políticas públicas: propuesta teórica y metodológica para
el estudio de las políticas públicas en países de frágil institucionalidad. Chi-
le. Serie: Políticas Sociales, núm. 93, CEPAL)
Gestión Pública es gestión con las limitaciones derivadas del carácter pú-
blico del cometido. Gestión refiere, según el contexto, tanto una práctica
(gestión con minúscula) como un conjunto de disciplinas (Gestión con
mayúscula). Se considera la gestión como práctica y como disciplina, con
particular atención al papel de la Economía.
Las limitaciones derivadas del carácter público del cometido pueden clasi-
ficarse en no abordables por esenciales (satisfacen objetivos sociales supe-
riores al de la eficiencia) y abordables bien por la investigación bien por la
acción. Así se llega a otra forma de contemplar la gestión pública: la acción
sobre dos familias de limitaciones mitigables - falta de incentivos organizati-
vos y falta de incentivos individuales- mediante dos grupos de actuaciones:
introducción de mecanismos de competencia y aplicación de técnicas de
gestión, respectivamente.
Palabras clave: sector público, competencia, gestión.
I. Gestión: Gestión se define como:
2
Aguilar Astorga y Lima Facio. ¿Qué son y para qué sirven las Políticas Públicas?, en Contribucio-
nes a las Ciencias Sociales, septiembre 2009, www.eumed.net/rev/cccss/05/aalf.htm
3
Francisco Azuero Z. “La Gestión Pública, Situación y Retos”, p.p. 15
3
• Organización en torno a círculos con escasa especialización de
tareas.
• Mayor integración entre I+D, diseño, ingeniería y fabricación.
• Reforzamiento de las habilidades y polivalencias de los trabaja-
dores, como fuente de compromiso, competencia, y habilidad.
• Niveles muy altos de calidad a costes razonables.
• Sensibilidad y rapidez de adaptación a las demandas de un mer-
cado altamente cambiante.
• Elevados niveles de descentralización en las decisiones de pro-
ducción, con mayor corresponsabilización de trabajadores y su-
pervisores.
• Descentralización de la oferta y los suministros a través de redes
de empresas comunes, contratos a largo plazo y relaciones coo-
perativas con proveedores.
• Alta prioridad a la formación en el trabajo.
• Contratos a largo plazo para los trabajadores
Desde hace tiempo que se sabe que las diferencias en el ritmo de aumento
de la productividad entre países no dependen únicamente de las diferen-
cias en eficiencia asignativa o económica sino también de diferencias en
eficiencia de gestión (la competitividad es primordialmente un concepto
microeconómico).
Un ejemplo de gestión pública en Italia puede ilustrar la última afirmación.
Putnam (1983 y 1993) y otros investigadores se interesaron por las diferen-
cias de comportamiento de los gobiernos regionales que se establecen en
Italia a partir de 1970. Las diferencias de efectividad han sido notables y no
han podido ser explicadas por renta, educación, urbanización, desasosiego
social y político.... La conclusión de Putnam es que los gobiernos regionales
que mejor funcionan son los de las regiones con mayores niveles de ‘civili-
dad’ (pautas de cooperación social basadas en la tolerancia, la confianza y
arraigamiento de una activa participación ciudadana) y que las diferencien
‘civilidad’ se remontan ya al siglo XIII: Claro contraste entre las repúblicas
medievales de Florencia, Bolonia y Milán y los reinos de Nápoles y Sicilia.
Para delimitar la importancia de cada ingrediente de la gestión ‘foxbury’
(supóngase la japonesa) conviene aproximarse al peso que la historia y la
cultura tienen. Cuanto mayor sea este peso, más difícilmente exportable
será la gestión japonesa. Una buena prueba de exportabilidad la propor-
ciona la aplicación del sistema japonés de gestión en otros países y su éxi-
to, aunque también haya habido algún fracaso, en culturas distintas. Así
las fábricas de automóviles instaladas en EEUU durante estos últimos años,
como “joint venture” entre estadounidenses y japoneses, muestran produc-
tividades más cercanas a las de las fábricas japonesas instaladas en Japón
que a las de las fábricas estadounidenses instaladas en Estados Unidos (The
Economist 1991).
Curiosamente gran parte de los avances realizados por los japoneses en ges-
tión derivan de la aplicación de teorías importadas: Las de Taylor, a princi-
pios de siglo, y las que desarrollaron Edward Deming y Joseph Juran a partir
de los trabajos realizados, en la década de los años treinta, por W Shewhart
y otros en los laboratorios de Western Electric (posteriormente AT&T Bell).
El éxito práctico de las teorías exportadas ha propiciado su recuperación,
pero el sistema japonés de gestión ni es único ni japonés en su concepción
(McMillan, 1989). Eso sí, se ha aplicado inicialmente en Japón.
Para tomar una decisión, cualquiera que sea su naturaleza, es necesario co-
nocer, comprender, analizar u n problema, para así poder darle solución. En
algunos casos, por ser tan simples y cotidianos, este proceso se realiza de forma
implícita y se soluciona muy rápidamente, pero existen otros casos en los cuales
las consecuencias de una mala o buena elección pueden tener repercusiones
en la vida y si es en u n contexto laboral en el éxito o fracaso de la organiza-
ción, para los cuales es necesario realizar u n proceso más estructurado que pue-
de dar más seguridad e información para resolver el problema. Las decisiones
nos atañen a todos ya que gracias a ellas podemos tener una opinión crítica
Por ejemplo, los gerentes rara vez tienen que preocuparse por el ramo sala-
rial de un empleado recién contratado porque, por regla general, las organi-
zaciones cuentan con una escala de sueldos y salarios para todos los puestos.
Existen procedimientos rutinarios para tratar problemas rutinarios.
3. Decisiones no programadas
El interés por las decisiones y los procesos que resultan en ellas, es uno
de los tópicos característicos de la Ciencia de las Políticas, donde la preo-
cupación -iniciada ya en los años 40 del siglo xx- proviene del hecho que
cada política pública compromete desde su diseño e implementación -y a lo
largo de todo su proceso o “ciclo de vida”- a un conjunto de instituciones,
servicios y agencias, de manera que las decisiones que allí se adoptan van
modificando más o menos sensiblemente los resultados de su aplicación.
Esta segunda perspectiva elaborada por Harold Lasswell tuvo una mayor
influencia en el análisis de políticas públicas, asumiendo que el proceso de
elaboración de políticas y programas es racional y ordenado. De ahí que
podamos establecer las fases que determinan el proceso: por qué surgen
los problemas y por qué pasan a ser una preocupación de los gobiernos,
quién toma y por qué se adopta la iniciativa de hacer propuestas frente a
dichos problemas, cómo se produce la elaboración legislativa o de otro tipo
que inicia la acción, cómo la Administración Pública pone en práctica las
propuestas y, por último, cómo se puede evaluar la política aplicada.
Todas las políticas públicas generan efectos y toda política pública encubre
una teoría de cambio social, ya que existe una relación de causa a efecto en
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las disposiciones que rigen y fundamentan las acciones públicas. Pero ade-
más, conlleva costes y obligaciones, e inconvenientes y beneficios para los
sujetos que se ven afectados, quienes como demuestra la experiencia, con-
sideran más importante los costes y los beneficios que le atañen de manera
personalizada, que aquellos que afectan a la colectividad.
Pero hay que subrayar dos aspectos del proceso: primero, que instalado en
el tiempo, se trata de una secuencia no siempre lineal de acciones, de even-
tos, y segundo, que cada “momento” del proceso opera a distintos ritmos,
a distintas velocidades de realización. Y además, de estas dos dimensiones
temporales, resulta que a medida que una determinada política pública va
“descendiendo” en la escala institucional u organizacional, desde el nivel
decisorio o estratégico hacia los niveles de supervisión y operacionales, los
respectivos programas se van aplicando y deben introducirse modificacio-
nes parciales al diseño originalmente realizado.
9
2.1.6 Instituciones y Decisiones
Las instituciones han sido reconocidas por las ciencias sociales modernas
como que son el cemento organizacional que hace posible la vigencia del
Estado moderno, en la medida en que su existencia permite organizar las
tareas y funciones del aparato estatal y de dar coherencia al proceso de toma
de decisiones, a través de un conjunto de órganos jurisdiccionales los que
denominamos instituciones.
Podemos decir que las instituciones pueden ser entendidas como sistemas
complejos y estructurantes de normas, estilos, políticas y de rutinas cultu-
ralmente implantadas, que funcionan en el tiempo bajo la lógica de la conti-
nuidad, la estabilidad yla permanencia.
También resulta sugestiva la definición que nos propone que una institución
es un arreglo colectivo, permanente y estructurado de reglas y sistemas de
comportamiento.
10
Desde la Ciencia Política podemos definir a una institución (entendiendo
que se trata de instituciones estatales), como un conjunto estructurado de
normas, hábitos organizacionales y procedimientos con el propósito de
cumplir determinados propósitos permanentes.
Una institución también puede ser analizada como una estructura compleja
de procesos de decisión, o también como un sistema operacional y organi-
zado de estrategias, recursos y tareas orientados a permanecer y funcionar
de acuerdo a propósitos preestablecidos.
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La función más importante de la evaluación es proporcionar información
acerca del desempeño de las políticas públicas. Dicho de otra manera, per-
mite detectar las discrepancias entre el desempeño real de las políticas pú-
blicas y el esperado, así como su contribución al alivio de los problemas
públicos detectados.
Al interior del aparato público, la decisión de una política pública puede ser
objeto de distintas secuencias y responder a conjuntos más o menos comple-
jos de intereses sectoriales y presiones de orden político, ideológico, social,
económico, corporativo…
Lo que se presenta a continuación -con un propósito indicativo y no norma-
tivo o prescriptivo- es una síntesis del conjunto de operaciones políticas y
administrativas que toda política pública debe atravesar en su ciclo de vida.
6
Martinez Nogueira Eduardo. “Estado, Administración Pública y Sociedad” p.p. 7-15
13
1. Primera familia de soluciones:
Para que los conciertos sean beneficiosos es preciso que, primero, el merca-
do sea suficientemente competitivo, segundo, que los costes de transacción
(elaboración y supervisión de contratos) no superen a los beneficios de la
concertación, y tercero, que el sector público sea capaz de recuperar el exce-
dente de los productores en la mayor cuantía posible (Sappington y Stiglitz
1987). Esta última condición, en particular, rebasa el campo de la economía
estrechamente centrada en el intercambio ya que su cumplimiento requiere
analizar la distribución del poder entre las partes implicadas (la posibilidad
de los controlados de ocupar el aparato de control) y las asimetrías en la
información.
14
dan elegir entre varias posibilidades para proveerse del producto o servicio,
como son: comprarlo internamente, comprarlo fuera de la organización o
producirlo internamente) y que el departamento cliente pueda emplearlos
ahorros de fondos para comprar otros recursos.
15
turaleza de la normativa legal que especifica los derechos de propiedad y el
régimen jurídico de los bienes y servicios intercambiados así como el grado
de efectividad que se consiga -mediante el sistema judicial y de seguridad- en
la reducción de la incertidumbre.
LECTURA SELECCIONADA N° 1
Esta fase es una tarea de los actores públicos, la decisión y el diseño de la política
corresponden con exclusividad al gobierno.
Si bien Simon (1989) hizo la descripción más detallada del modelo, él mismo advir-
tió sobre sus limitaciones y cómo la realidad disminuye las capacidades del decisor
convirtiéndolo en impracticable, transformándolo en un modelo ideal que sirve
al momento de conocer en cuanto se aproximan o desvían los procesos reales de
los teóricos, esto dio como alternativa u n modelo de racionalidad limitada, donde
Simon propone contraponer la racionalidad de la economía clásica con la raciona-
lidad administrativa con el fin de identificar qué características de ésta limitan a la
primera. Las principales limitaciones que encuentra un modelo racional basado en
la economía clásica son: las de carácter psicológico, los distintos valores puestos en
juego por los economistas y los decisores públicos al momento de tomar la decisión,
los de carácter organizativo, ya que el decisor forma parte de una organización ex-
tremadamente compleja desde lo estructural y debe sortear obstáculos tan difíciles
como la tendencia a eludir o limitar la evaluación de programas y políticas impues-
tos por la burocracia e incluso por decisores públicos de otras áreas. Los costos, la
racionalidad implica siempre u n mayor costo, por lo tanto si no se está seguro de los
resultados a obtener conviene siempre resignar racionalidad y dedicar los recursos
a otros fines.
Este modelo que propone una marcada diferencia entre la esfera política, encar-
gada de las decisiones y la esfera administrativa de ponerlas en marcha, nos plantea
una estricta división de roles.
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pendientes de una administración racionalmente económica para liberar recursos
que puedan ser utilizados en otros programas. Esta forma de actuar rompe con la
unidad que debiera existir entre la provisión y la producción, hecho claramente
tipificado en la relación que se da en los sistemas de gobierno multinivel. Este juego
estratégico que deben librar permanentemente los actores tratando de controlar
los elementos de otros actores, para poder sacar provecho de ellos, no hace más que
desgastarlos penalizando negativamente el proceso de implementación. Esta forma
de implementar, típica de los programas (sociales, educativos, de salud, etc.) se ve
amenazada permanentemente por la disipación de sus recursos, debido al intento
de aprovechamiento de esos recursos para otros fines; la cooptación por parte de
algunos actores que ante la debilidad de los objetivos enunciados los modifican
haciéndolos coincidir con los suyos haciendo que los programas se diluyan o peor
aún fracasen; la participación de múltiples actores en estos programas constituidos
por redes de expertos y administraciones sólo es posible si los actores perciben que
obtendrán beneficios con su participación y que no estarán sometidos a un control
estricto de rendición de cuentas, de lo contrario pueden optar por no aceptar la
responsabilidad de participar, haciendo peligrar la prosecución del programa si el
actor que se retira domina monopólicamente algún recurso concreto; por último
la participación de los actores en este juego estratégico les presupone un gasto adi-
cional de energías políticas y organizativas durante su desarrollo desatendiendo el
proceso de implementación.
En tal sentido utilizando la misma fuente (Tamayo Sáez, 1997) podemos mencionar
los siguientes:
El mismo autor plantea que las burocracias estatales se mueven en planos delimi-
tados por el tipo de interdependencia y el tipo de régimen de gobierno, lo que nos
lleva a analizar los procesos de implementación de políticas públicas bajo distintos
estilos de gestión estatal.
20
POLÍTICAS PÚBLICAS Y EL PROBLEMASOCIAL
1. FUNDAMENTOS ECONÓMICOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS 7
Monopsonio, por el cual u n producto sólo tiene un comprador natural que pue-
de manipular o distorsionar los precios en su beneficio.
7
Atance Muñiz, Ignacio; Bardají Isabel- Universidad Politécnica de Madrid.Fundamentos Econó-
micos de la Multifuncionalidad Agraria e Intervención Pública” p.p. 8-22
21
• Bien público, bien económico cuya naturaleza conlleva que es no rival y no
excluyente. Un bien es no rival cuando su uso por una persona en particular
no perjudica o impide el uso simultáneo por otros individuos -por ejemplo:
una señal de Radio (medio de comunicación)- y es no excluyente cuando
no se puede impedir su usufructo por usuarios potenciales o reales.
A grandes rasgos, las funciones principales del sector público son las si-
guientes: Fiscal, reguladora, proveedora de bienes y servicios redistributiva
y estabilizadora.
22
Tratando de modificar la distribución de
la renta o de la riqueza entre personas, re-
giones o colectivos, procurando que resulte
Redistributiva más igualitaria. Para ello utiliza normas (por
ejemplo, leyes de salario mínimo) y también
los ingresos y gastos públicos.
Procurando controlar los grandes agregados
económicos, evitando excesivas fluctuacio-
Estabilizadora nes de los mismos y tratando de paliar los
efectos de las caídas de la actividad produc-
tiva.
8
REVISTA CEPAL Serie 95, Lahera Eugenio P. “Políticas Sociales: Política y Políticas Públicas”.
p.p.13-20
24
público en contraposición a lo privado, enfrenta a lo político con el interés
general, todo ello dentro de un marco conceptual por el que la racionalidad
social se determina a partir de la agregación de las preferencias individuales.
En cambio, este enfoque encuadra su diagnóstico en el carácter particu-
lar del Estado, que adquiere sentido a partir de las relaciones sociales que
preserva y reproduce. Su racionalidad debería interpretarse según su papel
único y sobre determinante, explicándose también la ineficiencia operativa
como funcional a ese papel. Su eliminación, entonces, sería posible a través
de la modificación profunda de ese Estado. Se concibe lo público no como
opuesto a lo privado, sino como una apropiación de éste; a lo colectivo,
como algo distinto y superior a lo privado, a la racionalidad social, como
determinable a partir de valores y no como la resultante de una suma alge-
braica de comportamientos y situaciones particulares.
Esta reflexión sirve para acercarnos a uno de los aspectos sobre los que se
ha volcado la discusión sobre las funciones del Estado: la transferencia de
algunas de sus empresas o actividades a operadores económicos privados,
con el objetivo de “despolitizar” su funcionamiento. Si no pueden soslayarse
las consecuencias del carácter político de la administración por la incorpo-
ración de nuevos modos de estructuración o gestión, tampoco puede igno-
rarse la significación política de algunas actividades porque sean realizadas
en ámbitos privados o con criterios de este tipo.
26
A partir de esta perspectiva, el cambio en las estructuras y modos de fun-
cionamiento de la administración no debe ni puede lograrse a través de un
modelo de estado final deseado, cerrado a toda posibilidad de adaptación,
excesivamente voluntarista y formal. Por el contrario, el diseño de la estra-
tegia y de los contenidos de las políticas tiene que estimular los esfuerzos
autónomos en el seno de las organizaciones públicas, el perfeccionamiento
de los mecanismos análisis y de decisión, el desarrollo del potencial creativo
e innovador y la participación generalizada de los agentes del Estado y de los
sectores sociales vinculados con sus actividades.
9
ESST-OEP 2011 “Las Políticas Públicas. Elaboración y Ejecución. Modelos de decisión. La evalua-
ción de políticas públicas” p.p. 2-15
27
La idea de ciclo de política refiere a más que un proceso lineal y ordenado; más
bien hace referencia a un proceso compuesto de fases que se retroalimentan
continuamente. El “ciclo” de política sería más cercano al siguiente gráfico:
Los gerentes públicos hacen operativas las políticas públicas a través de diversas
prácticas que se producen en el proceso o ciclo de políticas públicas. Cuando un
gerente toma decisiones lo hace cumpliendo diversas funciones. A dichas prác-
ticas las denominamos funciones gerenciales y se desarrollan en el marco de la
10
Roldán, Juan Carlos. “La Formación de Agentes de Formación:Una experiencia de Articulación
en la Política y la Innovación en la Gestión”.p.p. 6-15
28
estrategia del gerente público.
“métodos específicos que utilizan los gerentes sociales para interactuar con situa-
ciones problemáticas referidas al campo de desarrollo social y/o desempeño de
las organizaciones y programas sociales, de las cuales se esperan determinados
resultados valiosos”.(BARZELAY, Michael y CORTÁZAR:2004, 47.)
Estos autores también afirman, sobre la base de lo afirmado por Eugene Bar-
dach, que en el estudio de los elementos que componen una práctica gerencial,
es importante prestar atención a la funciones que estos elementos desempeñan,
proponiendo así que “la caracterización funcional opere como una definición
en un nivel abstracto del fin o del resultado que debe ser obtenido por un com-
ponente al interior de un sistema en funcionamiento. Si entendemos la gestión
de un programa o política social como u n sistema en funcionamiento, es posible
descomponer el proceso de gerencia en subconjuntos de prácticas orientadas a
obtener diferentes fines o resultados al interior de dicho sistema.
El paso inicial es identificar los problemas públicos. Como señala Wayne Par-
sons, “la génesis de una política pública implica el reconocimiento de un pro-
blema” (PARSONS, Wayne: 2007, 119.), pero que no necesariamente antecede
al proceso de establecimiento del problema en la agenda, dado que tal aspecto
dependerá de la toma de decisión de los políticos o autoridades con poder,
que según su visión o interés político priorizan las acciones para resolver un
problema determinado.
• Los gerentes públicos toman las decisiones públicas. Estas decisiones, deben
ser técnica y políticamente argumentadas, a fin de que ofrezcan resolución a
los problemas y satisfagan las necesidades para el bienestar de la población.
Es importante señalar que no todos los problemas sociales se convierten ne-
cesariamente en problemas públicos. Un problema es público cuando ingre-
sa a la agenda de decisión.
1) ESTABILIDAD
30
2) ADAPTABILIDAD
3) COHERENCIA Y COORDINACIÓN
• Una política puede estar muy bien diseñada, pasar sin cambio alguno
por el proceso de aprobación y aun así ser totalmente ineficaz si no se
implementa y se aplica efectivamente.
• Esto está asociado en parte a la falta de burocracias capaces e indepen-
dientes, así como a la falta de sistemas judiciales fuertes.
• La calidad de la implementación y la aplicación efectiva de las políticas
en un país determinado dependerán en gran medida del grado en que
los encargados de formular políticas cuenten con los incentivos y los re-
cursos para invertir en sus capacidades.
6) EFICIENCIA
31
4.2.2 Actores de las políticas públicas
32
de hacer propuestas frente a dichos problemas, cómo se produce la elabo-
ración legislativa o de otro tipo que inicia la acción, cómo la Administra-
ción Pública pone en práctica las propuestas y, por último, cómo se puede
evaluar la política aplicada. Así pues, el proceso de políticas públicas puede
descomponerse en cinco partes analíticamente separables:
Todas las políticas públicas generan efectos y toda política pública encubre
una teoría de cambio social, ya que existe una relación de causa a efecto en
las disposiciones que rigen y fundamentan las acciones públicas. Pero ade-
más, conlleva costes y obligaciones, e inconvenientes y beneficios para los
sujetos que se ven afectados, quienes como demuestra la experiencia, con-
sideran más importante los costes y los beneficios que le atañen de manera
personalizada, que aquellos que afectan a la colectividad.
Herbert Simon (1957) hizo la formulación más completa del modelo racio-
nal de adopción de decisiones, modelo que se asemeja mucho al esquema
de “acción racional respecto a fines” de Max Weber. Este modelo divide el
proceso de adopción de la decisión en una serie de pasos interdependientes
y acumulativos, que, de cumplirse, dan lugar a una elección racional. Los
pasos son los siguientes:
Las alternativas son las distintas opciones, las diferentes políticas y medios
disponibles para alcanzar los objetivos. Para ser absolutamente racional, el
decisor debe identificar todas las alternativas posibles para lograr los objeti-
vos. Las alternativas no tienen por qué ser excluyentes entre sí; en ocasiones,
la decisión final es una combinación de alternativas. Las alternativas no son
sólo las opciones conocidas: en el proceso se inventan y generan alternativas
nuevas.
El decisor racional, para optar entre las distintas alternativas, tiene antes que
valorar los efectos de cada una de ellas. En definitiva, se trata de saber qué
ocurrirá si elegimos una alternativa determinada, en qué medida se alcanza-
rán los objetivos y qué costes y beneficios acompañarán la elección. El deci-
33
sor racional calcula todos los efectos, todos los costes, todos los beneficios de
todas las alternativas, incluidos los impactos de cada alternativa sobre otros
objetivos, otros problemas y otras políticas ya en marcha. En otros términos
prevé las externalidades y los costes de oportunidad.
Charles Lindblom revisó las tesis de Simon sobre las limitaciones del modelo
racional de adopción de decisiones públicas, al negar que fuese el mejor
modelo para la elaboración de las políticas. Según Lindblom el compor-
tamiento de los decisores públicos rara vez se adapta a ese modelo, ya que
sus decisiones no son más que ajustes marginales sobre políticas ya en mar-
cha. El modelo incremental es más descriptivo que prescriptivo y se basa,
en buena medida, en la observación del comportamiento cotidiano de los
policymakers.
El modelo incremental argumenta que las decisiones sobre las políticas son,
ante todo, pragmáticas, no se basan en relaciones causales bien estudiadas,
ni en cálculos exhaustivos de costes y beneficios, sino en el “método de las
aproximaciones sucesivas y limitadas”. Dicho con claridad, el decisor sólo
toma en consideración aquellas alternativas que difieren muy poco de las
políticas que ya se llevan a cabo, rechazando las demás, y analiza sólo los
aspectos en que la opción nueva y sus consecuencias difieren de la situación
actual, obviando el resto (Aguilar, 1993). De este modo el análisis se simpli-
fica sensiblemente, al rechazar cualquier opción que se aleje de las opciones
conocidas, y al no valorar más que algunas consecuencias de las opciones
objeto de análisis. Así se reduce el universo de posibilidades y de consecuen-
cias a tener en cuenta.
La primera idea básica del incrementalismo es que, cuanto más se aleje una
alternativa de las políticas conocidas, más difícil es anticipar sus consecuen-
cias e impactos, más complejo es ganar apoyos para sustentar su elección y,
35
por tanto, es menos viable políticamente. Además, Lindblom insiste en la
naturaleza permanente de buena parte de los problemas públicos, de modo
que las decisiones casi nunca son inéditas; por el contrario, la decisión de
hoy forma parte de una larga cadena de decisiones pasadas, de errores y de
logros, de ensayos mediante diferentes medios y de precedentes.
36
ración de las políticas. La racionalidad, por imperfecta que sea, debe utilizarse
para las grandes decisiones de las políticas, para determinar la orientación es-
tratégica que el incrementalismo no permite, y, la adaptación y el ajuste, para
adecuar la decisión a las capacidades organizativas reales y los determinantes
políticos presentes.
LECTURA SELECCIONADA N° 2
a) Las empresas públicas y las agencias del Estado (ministerios y entes especializa-
dos) han sido fuente predilecta de empleo de partidarios que no necesariamen-
te cuentan con los conocimientos y preparación que un determinado puesto
requiere.
c) Los fondos públicos han tenido, en instancias lejanas a los mecanismos de con-
trol del gobierno central, un uso muy distinto al planificado, lo que ha restado
recursos para atender otros fines de mayor prioridad, como la salud, la seguridad
alimentaria, la familia, la educación, el desarrollo económico local, etc. En estos
casos, los ciudadanos no logran razonablemente entender cómo las institucio-
nes de la administración pública pueden operar si han perdido su real foco de
atención, que consiste en servir a las necesidades de la sociedad. Además, con
frecuencia estas necesidades son atendidas como si se estuviera haciendo favores
y no cumpliendo una función.
El punto anterior mostró un panorama con pocas perspectivas para el tema de las
políticas públicas locales. No obstante, conviene analizar ciertos fenómenos con-
38
vergentes que han empezado a generar oportunidades para el diseño y gestión de
este tipo de políticas.
1. Introducción
Max Weber, en 1919, definió el Estado moderno como una “asociación de
dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de mono-
polizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de
dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en ma-
nos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales
que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus
propias jerarquías supremas”. Por ello se hallan dentro del Estado institu-
ciones tales como las fuerzas, la administración pública, los tribunales y la
policía, asumiendo pues el Estado las funciones de defensa, gobernación,
justicia, seguridad y otras como las relaciones exteriores
12
Mazouz, Bachir;Emery, Yves;Côté, Louis. Management International; Fall 2004; 9, 1; ProQuest
Central.“La transformación del estado y de sus organizaciones: una perspectiva gerencial inter-
nacional.”
40
La soberanía del Estado reproduce la soberanía del individuo. Luego viene
históricamente el período de las monarquías absolutas que se expanden y
abarcan pueblos, etnias y culturas diversas y en algunos casos, como los del
imperio austrohúngaro y el zarista, resultan ser verdaderas cárceles de pue-
blos. Es en contradicción con esas monarquías absolutas que va producién-
dose la idea del estado natural. Es u n mito al que después se añadirá otro: el
de la ciudadanía portadora de derechos. Los sociólogos dirían: constructos,
ideas construidas para dar respuesta a realidades que no son aceptadas por
injustas.
Por naturaleza, las actividades del Estado se manifiestan en tres formas, que
se les denomina funciones: legislativa, administrativa y jurisdiccional. Me-
diante los actos legislativos, el Estado instituye el ordenamiento jurídico que
regula su organización y su acción, así como la vida social. Mediante actos
administrativos, el Estado provee las necesidades y mantiene los servicios
públicos de seguridad y de vida en relación. Mediante actos jurisdiccionales,
el Estado interviene en las controversias y declara el derecho concreto, en
los casos en que se precisa su aplicación.
Pero la conducción del Estado, o sea la actividad política, está por encima de
la clasificación de funciones. Pero que sin embargo, a modo didáctico em-
prenderemos a estudiar cada una de estas funciones, debiendo distinguirlas
desde el punto de vista sustancial o material, que atiende a la naturaleza
intrínseca del acto, y del punto de vista formal, que atiende al Órgano o
autoridad que realiza el acto.
41
por la intensificación de los conflictos sociales de finales del siglo XIX y la
politización creciente de los sistemas públicos, y fundamentalmente inte-
resado en lo que hoy llamaríamos la gobernabilidad de las organizaciones
desde el punto de vista de los ciudadanos, Weber propone una visión ideal
de la organización capaz, según él, de aplicarse a todo tipo de actividad
humana y en especial a los asuntos públicos. El modelo, asentado en la au-
toridad racional-legal, implica un funcionamiento neutral e impersonal del
órgano de ejecución de las tareas públicas, fuertemente teñido por una vi-
sión mecanicista de los sistemas sociales (Morgan, 1989), por no decir una
visión cientificista, según el paradigma de la época que la mayoría de las
disciplinas sostenía.
42
Estas críticas se originan en primer lugar en el temor eterno de enfrentarse
a un Estado demasiado poderoso, tentacular e intervencionista en exceso,
un fenómeno vinculado en parte al fundamento histórico propio al ejerci-
cio del poder público en el cual la administración actúa en contra de ciertas
categorías de ciudadanos con el fin de cambiar su comportamiento. Ello a
su vez genera por definición una forma de descontento, incluso de resenti-
miento, hacia el Estado. Las críticas son luego alimentadas por el universo
inquietante, y hasta desconcertante, del aparato burocrático en sí, con su
naturaleza misteriosa, impenetrable y a veces cómico-cínica, en particular
en las grandes estructuras. Las críticas hacia los sistemas inspirados por la
burocracia weberiana se van sumando en la segunda mitad del siglo XX, con
la mira puesta durante mucho tiempo en el funcionamiento interno de la
burocracia, cuya aparente optimización deja de hecho un amplio espacio a
las manifestaciones de poder y la transformación de las metas oficiales que
le fueron asignadas, especialmente la internalización de los objetivos y el
poder de la regla, considerada como fin y no sólo como medio.
43
ejemplo, en Alemania el reconocimiento estatal de los derechos sociales
precedió a los derechos políticos. Ello se debe a que el Canciller Bismark
utilizó los derechos sociales para negar a los ciudadanos, especialmente ala
clase obrera, sus derechos políticos. Algo parecido había sucedido en Fran-
cia durante el Imperio Napoleónico.
Cuando alguien sostiene que los derechos fundamentales sólo deben estar
conformados por normas universales asume, de manera implícita o explí-
cita, que las condiciones de una distribución igualitaria de la libertad ya
existen o ya han existido, por lo que las diferencias que encontramos en
esa sociedad son el resultado de las decisiones individuales y, por tanto, no
pueden ser calificadas como injustas. Pero la idea de una igualdad origina-
ría que marca el punto cero del proceso distributivo no tiene un sustento
empírico. Por el contrario, la distribución igualitaria de las condiciones que
permiten el ejercicio de la libertad representa una meta que requiere al-
canzarse en el futuro. De ahí, la explicación de los derechos fundamentales
como un sistema que se mueve desde la universalidad a la particularidad. Se
trata de un proceso de especificación que empieza por cuestionar los privi-
legios tradicionales, para dirigirse, posteriormente, a enfrentar las distintas
formas de dominación que afectan a los diversos grupos sociales.
44
3. EL ESTADO EN ENTORNOS GLOBALIZADOS
45
deberán ser expuestas -argumentalmente- a los criterios públicos de racio-
nalidad. Aunque demande de sucesivas aclaraciones, precisamente es aquí
donde calan los procesos de globalización.
46
con la influencia estabilizadora del ritual, deja fuera de juego un número
indefinido de posibilidades. Y por eso mismo, porque crea constancia a lo
largo del tiempo -conjuga el pasado y el futuro anticipado-, la tradición es
también un medio de identidad (personal o colectiva). Los miembros de las
sociedades arcaicas ligaban su identidad a los detalles del saber colectivo fi-
jados míticamente y a las particularidades formales de los preceptos rituales.
47
que corra exclusivamente a cargo de los imperativos sistémicos. Es preciso
(y esto no por exigencia ética) que la sociedad quede “integrada en última
instancia a través de la acción comunicativa” (Habermas, 2001: 88). Para
ello, en un mundo de la vida profundamente racionalizado, “las normas
tendrían que presentarse con una autoridad mediante la que la validez que-
dase de nuevo dotada de la fuerza de lo fáctico. La solución de este enigma
la encontramos en ese sistema de derechos que dota a libertades subjetivas
de acción de la coerción del derecho objetivo” (Ibídem: 89).
Con la creciente presión hacia la apertura que promueven los mercados glo-
bales se rompe el equilibrio entre democracia y capitalismo. Los gobiernos
nacionales pierden de manera cada vez más acusada la capacidad de regular
políticamente el ciclo económico. Yla política misma, ante este retraimien-
to, tiende al abandono de los puntos de vista normativos. Se vacía el debate
de su último resto de sustancia; la política nacional se acerca cada vez más
a una suerte de managment que procura la adaptación a los supuestamente
inevitables imperativos sistémicos del mercado mundial. En su versión neo-
liberal, esta perspectiva funcionalista alcanza el paroxismo: la propia lógica
de la globalización económica se impone para priorizar las condiciones de
competitividad empresarial de la economía nacional sobre otras garantías
normativas, como, por ejemplo, la necesidad de flexibilizar el mercado la-
boral frente al empleo estable.
48
Aunque imperfecta, de ser posible resumir todo lo anterior bajo una fór-
mula concentrada, probablemente sería la siguiente: “el dinero sustituye
al poder” (Habermas, 2000a: 105). Pero como se viene adelantando, este
desplazamiento de la política por parte de los mercados, no se da sin más.
Con la creciente mercantilización de los contextos comunicativos se dete-
riora el potencial de acción reflexiva; la sociedad pierde progresivamente la
capacidad para tomarse a sí misma como objeto potencial de su actuación.
Con el retraimiento de los espacios públicos, merman las posibilidades para
desarrollar un distanciamiento normativo, y adquirir, por medio de proyec-
ciones de totalidad elaboradas colectivamente (“polífonas y borrosas”), la
capacidad de reaccionar a percepciones de crisis. Yesto debido a una razón
muy básica: los mercados, por su misma racionalidad autorreferencial, están
sordos para los ruidos externos que ellos mismos provocan; les es imposible
responder a informaciones que no vengan articuladas en el lenguaje de los
precios.
LECTURA SELECCIONADA N° 1
Blumer (1971, citado por Lorenc, 5) señala que “un problema social es siempre
el punto focal para la operación de intereses, intenciones y fines divergentes que
49
están en conflicto. Las interacciones entre estos intereses y estos fines constituyen
la modalidad en que una sociedad enfrenta cada uno de sus problemas sociales”
La política pública, como respuesta al problema (o como parte del mismo), es otro
de los conceptos que se requiere examinar. Cardozo (2006), citando a Subirats, la
define como “un campo de actividad gubernamental, un propósito general a reali-
zar, una situación deseada, una propuesta de acción específica, las normas relativas
a cada problemática, el conjunto de objetivos y programas de acción del gobierno
en un campo de cuestiones; o bien, el producto y resultado de una específica ac-
tividad gubernamental, el comportamiento gubernamental de hecho, el impacto
real de la actividad gubernamental, el modelo teórico o las técnicas aplicables que
sustentan una iniciativa gubernamental, etc.” (p25)
De manera más concluyente, Cardozo define a las políticas públicas como “un fenó-
meno social, administrativo y político específico, resultado de un proceso de suce-
sivas tomas de posición, que se concretan en un conjunto de decisiones, acciones u
omisiones, asumidas fundamentalmente por los gobiernos, mismos que se traducen
en la respuesta preponderante a los problemas públicos vividos por la sociedad civil
(p.p.25-26)
Bajo este enfoque, el actor preponderante es el gobierno. Sin embargo, habría que
tener en consideración que el decisor público no es necesariamente el único actor
o el más importante en el proceso de definición de problemas y políticas públicas.
Existen múltiples recursos que pueden ser movilizados por los actores según sus
intereses; tales recursos pueden ser económicos, políticos, técnicos o normativos, y
sus efectos pueden potenciarse utilizando herramientas mercadológicas.
Esto es relevante en razón de que en un sistema democrático tiene como eje la crea-
ción de consensos, es decir, la “construcción de mayorías que apoyen (explícita o
implícitamente) una u otra decisión” (Subirats, 2001, 2). Aquí aparece el concepto
de “opinión pública”, que suele ser extremadamente ambiguo pero que es relevan-
te para entender la naturaleza compleja de los asuntos públicos.
50
A manera de síntesis, podríamos decir que existen diversos factores que nos permi-
ten apreciar la complejidad a los asuntos públicos:
Algunas preguntas que sería recomendable hacer antes de formular una política
pública, es ¿Existe u n diseño o propósito del sistema social? y en este sentido, ¿cuál
es la finalidad o propósito de una política pública? ¿responde a los propósitos del
sistema social? o ¿emerge como reacción o acomodación de los agentes guberna-
mentales para sobrevivir o competir en u n mercado electoral?
51
ENFOQUE DE DERECHOS, GÉNERO E
INTERCULTURALIDAD
1. LOS DERECHOS HUMANOS 15
1. Introducción
2. Concepto y fundamento
“un derecho humano inalienable en virtud del cual todos los seres humanos
y todos los pueblos tienen derecho a participar en un desarrollo económi-
co, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos
los derechos humanos y libertades fundamentales, y a beneficiarse de este
desarrollo” (Art. 1).
15
Sánchez, N. A. (2009). “EL DERECHO AL DESARROLLO EN EL 60 ANIVERSARIO DE LA DECLA-
RACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: ESTADO DE LA CUESTIÓN”.ProQuest Cen-
tral- Nómadas, 22(2), pp.418-429.
52
como se reconoce en el Preámbulo de dicha Declaración:
“un proceso económico, social, cultural y político global, que tiende al me-
joramiento constante del bienestar de toda la población y de todos los in-
dividuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el
desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan”.
El objetivo de lograr el bienestar para todos, así como un nivel o calidad de
vida que lo garantice, ya aparece contemplado en la DUDH:
2. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremen-
te de sus riquezas y recursos naturales ... En ningún caso podría privarse
a un pueblo de sus propios medios de subsistencia.”
54
Siguiendo esta trayectoria, la Carta Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos, de 26 de junio de 1981, que entró en vigor en 1986, se anticipó a
la DDD de Naciones Unidas al considerar el desarrollo como un derecho
de los pueblos cuyo correlativo deber de garantizarlo corresponde a los Es-
tados:
55
zación neoliberal implica una nueva forma de colonialismo: el reembolso
de la deuda externa. Dicha deuda tiene su origen en los préstamos de las
instituciones financieras internacionales y de los bancos privados transna-
cionales para financiar supuestos proyectos de desarrollo. Para garantizar el
reembolso de la deuda contraída, más los intereses, dichos bancos e institu-
ciones financieras exigen por medio de las instituciones financieras interna-
cionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
(BM), la estricta aplicación de rígidas políticas económicas denominadas
de ajuste estructural, posteriormente rebautizadas con el engañoso nombre
de estrategias de lucha contra la pobreza, en los países pobres fuertemente
endeudados y con escasos recursos financieros. Y, en efecto, dichas políticas
de ajuste plantean como objetivo principal el efectuar los pagos correspon-
dientes al reembolso de la “deuda externa”, la cual en numerosos casos es
deuda odiosa e ilegítima, e incluso formalmente nula 16.
56
2.1.4 Las alternativas
2. DERECHOS DE GÉNERO 16
58
quién los ha elaborado y firmado, nos encontramos con que no han sido acor-
dados en conferencia internacional alguna, no han surgido de una institu-
ción de las Naciones Unidas, tampoco han sido debatidos por representantes
de diferentes países... Entonces, ¿quién los ha escrito?
Los miembros del grupo autor de los Principios de Yogyakarta no fueron ele-
gidos por los gobiernos de país alguno, por lo que no representan a ningún
Estado. Son un reducido grupo de personas sin capacidad de comprometer
jurídicamente a país alguno.
No solo no tienen autoridad alguna para obligar a los Estados, sino que ade-
más tampoco representan consenso internacional alguno. No existe acuerdo
académico ni político en el que apoyar sus principios. Y tampoco han sido
discutidos y elaborados por un variado grupo de especialistas internacionales
en este campo. Eso sí, quienes han estado abundantemente -o quizá exclusi-
vamente- representados han sido los promotores de la agenda pro homose-
xualidad.
Los redactores de estos principios parten de que, según ellos, “muchos Es-
tados y sociedades imponen a las personas normas relativas a la orientación
sexual y la identidad de género a través de las costumbres, las leyes y la vio-
lencia, y procuran controlar cómo las personas viven sus relaciones persona-
les y cómo se definen a sí mismas”. Ante esta situación, se erigen en grupo
justiciero universal y pretenden influir en la identidad sexual de las personas
-especialmente de los niños y adolescentes- y controlar las relaciones inter-
personales. La homosexualidad “deja de considerarse un problema personal
y pasa a tratarse como una cuestión pública”, en un intento de “rediseñar
socialmente la percepción de la sexualidad de toda la humanidad”. Para lo-
grar este objetivo intentan introducir su ideología de género en la política,
la legislación, la cultura, la educación y todas las demás actividades de la
sociedad. Así pretenden manipular la opinión pública, fingir que estos te-
mas son el mayor problema internacional actual, y presentar su ideología
como consenso internacional. Dando nuevos derechos a quienes se conside-
ran homosexuales, quieren abolir el matrimonio, la familia y la maternidad,
eliminar la diferencia hombre/mujer de todos los ámbitos de la vida social.
Ahora bien, por mucho que esta minoría presione intentando imponer los
mencionados Principios, si una sociedad reconoce la importancia de la fa-
milia y el matrimonio como institución primordial, y se esfuerza en apoyarla
para que continúe ejerciendo su misión, podríamos pensar que -mientras los
60
ciudadanos siguieran siendo libres- esta ideología no penetraría en este país.
Los redactores de los principios han tenido esto en cuenta y han procurado
evitar que pudiera suceder, es decir, que a pesar de que un gobierno quisiera
aplicar su ideología, esta no llegara a empapar hasta el último resquicio de
la sociedad.
Llama la atención que España sea el país en el que más rápida y acríticamen-
te han sido aceptados, asumidos y difundidos los postulados de la ideología
de género recogidos en los Principios de Yogyakarta.
3. LA INTERCULTURALIDAD 17
17
Fundación para la Educación y el Desarrollo de los Pueblos. “Interculturalidad Clave para En-
tendernos” www.entreculturas.org/disknode/get/16058/N2_aulas.pdf
62
La interculturalidad se consigue a través de tres actitudes:
1) Visión dinámica de las culturas:
- Considerando que las relaciones cotidianas se producen a través de la
comunicación.
- Construcción de una amplia ciudadanía, sólo aceptada con la igualdad de
derechos como ciudadanos.
2) El enfoque cultural tiene tres etapas:
- Negociación: es la simbiosis. Compresiones y avenencias necesarias para
evitar la confrontación
- Conversión: salirse del lugar de uno, para tomar el punto de vista del otro.
- Descentralización: perspectiva en la que nos alejamos de uno mismo, a
través de una reflexión de sí mismo.
“Las culturas son mapas con significado gracias a los cuales el mundo se hace
inteligible”. Peter Jackson Vivimos en u n mundo donde la diversidad cultu-
ral, entendida como multiplicidad de formas en que se expresan las culturas
de los grupos y sociedades, es la norma. En nuestras ciudades, en nuestro
bloque de edificios, en nuestro colegio, convive gente de diversas culturas.
Las sociedades multiculturales, caracterizadas por la presencia o coexistencia
de personas y poblaciones de diverso origen cultural en un mismo territorio,
son un hecho en nuestro mundo. Sin embargo, no se vive en una burbuja,
cada uno en su grupo sin ninguna relación con otros, sino que se establecen
relaciones entre las diferentes culturas, unas positivas y otras negativas, es
decir, no hay u n único modelo de convivencia e integración.
65
grupos étnicos, sociales, culturales y religiosos y entre naciones. Para lograr
concretar estos principios en el centro educativo hay que analizar, reflexio-
nar y trabajar con cada uno de los actores implicados en el proceso educativo
el Proyecto Educativo de Centro, los programas de estudio y actividades pro-
gramadas en el centro, los métodos pedagógicos que se utilizan, la formación
docente, la interacción entre la escuela y la comunidad y la participación
del alumnado y sus familias. Todas las acciones y experiencias que se lleven
a cabo en el centro educativo han de estar integradas y seguir una serie de
objetivos marco para que de verdad sean significativas a la hora de trabajar la
interculturalidad en la comunidad educativa. Han de partir de un Proyecto
Educativo de centro que se plantee que la escuela sea de verdad un lugar de
oportunidades para todos y todas; que sea una escuela que promueva una
visión real del mundo, un mundo complejo y multicultural; una escuela que
desarrolle expectativas en relación con todo el alumnado.
LECTURA SELECCIONADA N° 2
66
ra, en la que el ciudadano podría expresar de forma casi continua una opinión
susceptible de evolución y de matices múltiples, inaprehensibles en la democracia
tradicional. El desarrollo de la democracia participativa es el remedio milagroso
que liberará a nuestras viejas democracias de la apatía en la que se encuentran
sumidas. Sin embargo, u n primer análisis conduce a una realidad incontestable: no
hay sociedad política que haya podido prescindir de la representación como proce-
dimiento, y el poder de decisión que detenta la autoridad política por representa-
ción es la condición misma de la existencia de la colectividad política, más allá de
las individualidades que la componen. Pero, además, las nuevas técnicas de partici-
pación no son ajenas a los males que afectan a la democracia representativa: falta de
legitimidad de la representación, ritualismo excesivo, dificultades para personalizar
las opciones de decisión e interferencia partidista son rasgos característicos de los
instrumentos de participación.
Uno de los lugares comunes consiste en afirmar que el ámbito local es el más próxi-
mo a los ciudadanos. Resulta difícil comprender hoy en día, en la sociedad de las
tecnologías de la información y de la comunicación por qué en las ciudades me-
dianas o grandes lo local puede ser más próximo a los ciudadanos que el gobierno
regional o nacional. Lo cierto, no obstante, es que “la proximidad” está en el co-
razón mismo de la mitología participativa. La proximidad se ha convertido en una
categoría de legitimación central. Se blande como evidencia social, se construye
como necesidad y se fundamenta en un juego de equivalencias de poderosa eficacia
simbólica: la proximidad conduce a la implicación, ésta a la participación, la cual
lleva a la eficacia y, de resultas, a la legitimación (Lefèvre: 2001). La institucionaliza-
ción de la participación local pone en tela de juicio el principio de proximidad en
la medida en que éste no garantiza “de forma natural” el carácter democrático de la
vida local. Nuevamente, el discurso de la proximidad debe su éxito a su indetermi-
nación, y constituye uno de los referentes centrales de la democracia participativa,
también indeterminada. Los nuevos dispositivos de participación se basan en el
acercamiento entre los políticos y los ciudadanos. Se trata de reducir la “distancia”
entre éstos y los centros de decisión. La proximidad se materializa en el barrio o en
el distrito y se encarna en la figura del vecino, a través de la que se personifica el ciu-
dadano. El barrio o el distrito es la construcción material y simbólica gracia a la cual
es posible “percibir lo colectivo, definir una colectividad” (Gaudin, 1999). Sólo en
el territorio los individuos se convierten en vecinos-ciudadanos con derecho a alzar
su voz y a ser tomados en cuenta. Esta es la mitología que alimenta la emergencia
de la participación ciudadana.
67
intercambio entre grupos sociales y ciudadanos permite optimizar las soluciones y
las decisiones propuestas, anticipar los conflictos y llegar a proyectos indiscutibles.
Así, los dispositivos participativos se conciben como una herramienta a disposición
de los cargos electivos, demostrando al fin la falsedad de los “presupuestos elitistas
que contraponen democracia y eficacia” (Bacqué, Rey, Sintomer, 2005). Con todo,
la participación ciudadana no sólo es un instrumento para la profundización de
la democracia y la mejora de las políticas públicas, sino que además favorece la
cohesión y la generación de capital social. La participación ciudadana crea vínculos
de relación interpersonal, reconstruye la confianza mutua y facilita la integración
social de los excluidos. En cuanto que instrumento de lucha contra la exclusión,
la participación termina por auto-referenciarse, deja de ser un medio para trans-
formarse en un fin en sí mismo. Nada más ilustrativo de la polifuncionalidad de la
democracia participativa que la exposición de motivos del Reglamento orgánico de
participación ciudadana del Ayuntamiento de Madrid:
“La participación es uno de los pilares sobre los que se asienta la idea de la demo-
cracia y es también uno de los criterios a través de los cuales los ciudadanos juzgan
la acción de sus gobiernos (...) Permite impulsar la rendición de cuentas, de modo
que una participación amplia, plural, equitativa y equilibrada es uno de los meca-
nismos de control más poderosos con los que cuenta la ciudadanía, resultando así
un estímulo para impulsar la transparencia en la gestión pública. La participación
propicia la receptividad de los gobiernos, pues los intercambios entre ciudadanos y
autoridades locales permiten ajustar mejor las políticas y los servicios públicos a las
preferencias de los ciudadanos. La participación (es) una especie de escuela demo-
crática tanto para los gobernantes como para la ciudadanía (...), permite converger
en la elaboración de las políticas (...), se convierte así en un instrumento para la
resolución de los problemas que plantea el ejercicio del gobierno, facilita la toma
de decisiones, favorece el consenso y evita conflictos (...), es un factor de raciona-
lización y de modernización en el funcionamiento de la Administración Pública,
potenciando la eficiencia en la gestión municipal e incrementando así el bienestar
social y la calidad de vida de los ciudadanos (...), es en definitiva un requisito de
buen gobierno democrático y lo es en mayor medida en los gobiernos locales de las
grandes ciudades”.
68
LAADMINISTRACIÓN PÚBLICA
1. LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y SU OBJETO DE ESTUDIO 18
1. Introducción
18
Juan Pablo, G. A. (2000, Oct 01). Reforma en la administración pública: Los contrapesos nece-
sarios..”ProQuest Central.
69
e) Se expandió la desconfianza y la falta de coordinación y colaboración
entre las agencias gubernamentales.
f) Se aisló la alta burocracia y la toma de decisiones se alejó del escrutinio
público y las verdaderas preferencias sociales.
La ruta crítica de las reformas del estado: Hemos querido demostrar que
existe una secuencia ideal para construir una administración pública de-
mocrática, que además sea eficiente y eficaz: transparentarse totalmente el
ejercicio del gasto y la responsabilidad de las tareas gubernamentales; deben
crearse las condiciones para la rendición de cuentas, a través de la evalua-
ción de resultados y finalmente, la transparencia y rendición de cuentas de-
ben acompañarse de una profesionalización meritocrática, particularmente
en áreas técnicas y estratégicas.
Esas tres direcciones del cambio buscan en realidad crear los contrapesos
que se verifican en todos los gobiernos capaces de ofrecer honestamente
bienes y servicios públicos.
70
Introducción
Los últimos años esta disciplina ha atravesado por una serie de avances y modifi-
caciones en su concepción y metodologías, puesto que el mundo se encuentra en
constante y más rápido cambio en las diferentes esferas del quehacer humano tales
como: social, económico, político, cultural etc. Esto genera una serie de implican-
cias en la ciencia administrativa porque hace falta incorporar los nuevos elementos
de juicio a lo tradicionalmente conocido; porque si no se corre el riesgo de soslayar
aquellos elementos indispensables que deben ser abordados desde las ciencias so-
ciales y de la administración pública.
Obviamente se aplican a esta institución, todas las formas de extinción por des-truc-
ción de la propiedad, sea física o jurídicamente. Casos de terminación pro-pios de
este género de propiedad serían, en cambio, el pasar a ser un condomi-nio ordina-
rio, o la constitución de una compañía a la que aporten los condóminos sus cuotas
para convertirse en accionistas con aquel capital. Pero los dos casos más frecuentes
de terminación de la propiedad horizontal se sitúan más bien en los extremos si-
guientes: o bien la concentración de la propiedad en un sólo dueño, o, por el con-
trario, la división material entre los varios señores de modo que cada uno llegue a
ser propietario exclusivo de su parte.
72
fértil que sea. La naturaleza pública de la administración y la necesidad de
entender el contexto social, cultural y político de las organizaciones hacen
de la administración pública comparada algo especial. Por lo tanto, la adap-
tación de enfoques administrativos más generales -algo que consideraríamos
fructífero para su desarrollo- deberá hacerse con mucho cuidado y con la
debida consideración de los factores contextuales y situacionales. Si así se
hace, la administración comparada debería ser capaz de pagar el préstamo
realizando un análisis más complejo de la relación existente entre el medio
ambiente y la administración, y entre los procesos y las estructuras de las
organizaciones.
EL ESTADOAGENTE BURÓCRATA
1. DE LA BUROCRACIA DE WEBER A LA NUEVA GESTIÓN PÚBLICA
1. La teoría weberiana 20
20
Meyer, L. (2002, Jun 06). Agenda ciudadana/ las burocracias y su poder de distorsión”.
73
2.1.2 La nueva gestión pública 21
En el marco del sistema democrático, alternativa posible no solo para países
industriales sino también para aquellos con nivel intermedio de desarrollo,
comienzan a considerarse una serie de modificaciones cuyo eje rector lo
constituye la reforma del Estado. Proceso fundamental de estos cambios es
la sustitución de la administración pública burocrática por la nueva Gestión
Pública. Entendemos por esta la creación y la aplicación de nuevos instru-
mentos para los cambios que deben hacerse en función de la nueva goberna-
ción en la dimensión de la administración pública. El concepto describe la
“reorganización de la administración pública”.
Además, junto con estos retos la participación digital de los ciudadanos así
como la apropiación que estos hagan de la tecnología, asegurara la penetra-
ción de servicios gubernamentales digitales entre la ciudadanía.
Ahora bien, todos estos medios por si solos no garantizan cambios ni demo-
cratización automática de la administración pública. Es necesario concertar
políticas de manera deliberativa, conocer y aceptar los límites de ciertas prác-
ticas, profundizar las reformas necesarias (sistema político y administrativo)
en donde la ciudadanía se constituya en el eje fundamental de los procesos
de formación de las decisiones públicas.
21
Mochi, P. (2005, Feb 15). Sector 3 / “Nueva Gestión Pública y Ciudadanía”. ProQuest Central.
PP.: 1-2
74
LECTURA SELECCIONADA N° 1
La burocracia moderna
El aumento cada vez más progresivo de la técnica y del cálculo está estrechamente
ligado a la impersonalidad deshumanizante, de forma tal que cuando la organiza-
ción burocrática moderna puede ser vista como más racional desde el punto de vis-
ta formal (racionalidad con arreglo a fines), debido a su perfecto funcionamiento
como máquina, puede ser catalogada más estrictamente como ‘irracional’ desde el
punto de vista material (racionalidad con arreglo a valores).
La estructura burocrática moderna refleja cuales han sido las consecuencias que ha
tenido el progresivo aumento de la racionalidad instrumental (Horkheimer, 2002)
sobre la trama de las relaciones sociales. El avance de la lógica instrumental es
sin duda, como diría Simmel ‘el avance de la formas sobre la vida. La imagen del
‘estuche’ con la cual Weber finaliza La ética, es otra forma de decir lo mismo que
también Simmel avizoraba como diagnóstico de una realidad, cuyas referencias pal-
pables operarían como trasfondo cultural de los difíciles años de la Alemania de
Weimar.(Habermas, 1996:203-223)
3. Conclusión
Sin duda ésta ha sido la intención de estas líneas de lectura: intentar un modesto
retorno a la actualidad de su pensamiento para evitar que el aporte de sus textos se
deposite como letra muerta.
Las consideraciones realizadas son sólo un pequeño aporte que deja constancia de
las posibilidades explicativas que puede encerrar la hermenéutica de u n discurso
como las ciencias sociales que por abierto y precario, reclama para sí, de una per-
manente y crítica introspección. Valga este centenario como una excusa para re-
pensar la producción weberiana, que por cierto retrata en su desarrollo aquello que
alguna vez Gramsci reclamara como máxima de un intelectual: una combinación
de pesimismo del pensamiento y de optimismo de la voluntad.
77
LAGERENCIA PÚBLICAY LAVISIÓN ESTRATÉGICA22
Introducción:
La despolitización y la profesionalización de la burocracia son temas pendientes en
la transición peruana. Asuntos en los que, a juicio de uno de los expertos interna-
cionales más reconocidos, Perú y la mayoría de los países de Latinoamérica deben
avanzar. Es el difícil camino de la reinvención del gobierno.
Cuando uno se topa con el término de servicio civil de carrera en los periódicos, se
queda con la impresión de que se trata de una especie de conjuro mágico: mejora
el sistema educativo, acaba con la corrupción y hace eficientes a los burócratas...
Eso varía de país en país. En Gran Bretaña, Australia o Canadá, las dependencias
gubernamentales solo tienen un puñado de políticos en los puestos altos. En estos
países puedes tener dependencias con 20 mil empleados, de los cuales solo cuatro
o cinco están ahí por razones políticas: todos los demás son servidores públicos. En
Estados Unidos, una oficina del mismo tamaño tiene alrededor de 50 políticos colo-
cados en los puestos más altos. La relación político/ servidor público en las depen-
dencias de gobierno cambia según el contexto cultural y político de cada nación.
Uno de los objetivos que se buscan al implementar el servicio civil de carrera es aca-
bar con la corrupción, ¿qué tanto se puede logar? Cuando se tiene una burocracia
muy grande y con altos niveles de corrupciones difícil hacer mejoras rápidas y signi-
ficativas. Los gobiernos deben hacer u n cambio mucho más gradual dentro de sus
22
de Uriarte, L. (2002, Jun 23). Entrevista/ davidosborne/ servicio civil de carrera: La eficiencia
posible. fromhttp://search.proquest.com/docview/310884708?accountid=146219
78
dependencias. Solo hasta que una oficina comprueba que tiene un buen sistema de
auditorías internas y que hay verdadera transparencia puede realmente empezar a
implementar reformas amplias y significativas. Solo entonces el servicio civil de ca-
rrera podrá mejorar los servicios a la ciudadanía y aumentar su productividad. Una
de las estrategias para hacer más eficiente a la burocracia es darles a los empleados
más libertad de decisión, flexibilidad para que puedan darle un mejor y más rápido
servicio a la ciudadanía. Pero esto es imposible si antes no se elimina la corrupción.
a) Propuestas para el servicio civil. Crear una burocracia de alta calidad, que dé
certeza laboral a sus empleados, que acabe con la corrupción y que rinda cuen-
tas a la ciudadanía y no a los políticos de turno.
• Ley del Servicio Publico Profesional
• Establecer normas y lineamientos en materia de planeación y administración de
personal
• Dar celeridad ydirección a las políticas de Gobierno Electrónico.
• Establecer un Sistema de Evaluación y Compensación por Resultados.
• Desarrollar un mecanismo que garantice el ingreso, desarrollo y permanencia
de los servidores públicos basado en el mérito y la igualdad de oportunidades.
• Hacer obligatorias las evaluaciones para que el servidor público pueda aspirar a
desarrollarse.
• Hacer obligatorio que todas las dependencias tengan con un código de ética
para sus servidores públicos.
¿El Control Interno es una Contraloría? Los gerentes públicos han mirado tradicio-
nalmente el Control Interno como un órgano de control fiscal adicional, es decir,
como una contraloría más. Existe recelo en muchas ocasiones, per parte del geren-
te, sobre el rol que debe cumplir en la organización, el Jefe de Control Interno y en
otras circunstancias, tal vez la mayoría, se toma como una adición que debe hacerse
a la estructura de la entidad, en virtud del cumplimiento de la ley, dándosele un
bajo perfil a los cargos adscritos a esta instancia asesora.
Importancia del Modelo Estándar de Control Interno: Ahora bien, ¿Por qué es im-
portante para los Gerentes Públicos la adopción del Modelo Estándar de Control
Interno (MECI)?
Futuro y Cambio: El MECI permite sentar las bases para que, no solo las administra-
ciones actuales sino también las que en el futuro dirijan las instituciones públicas,
se orienten hacia la excelencia con base en estándares de calidad. Es claro que la
adopción de proyectos de esta magnitud deben tener en cuenta, entre otros, el pro-
blema cultural y la resistencia al cambio, tan arraigados en los servidores públicos.
80
De los tres subsistemas anteriormente son el subsistema que tiene relación
directa con la planeación es el denominado Subsistema de Control Estratégi-
co. ¿Controlar la Estrategia? Claro. Eso equivale a controlar la planeación y
brindar elementos de corrección oportuna a las desviaciones que se presen-
ten en el logro de los objetivos.
81
iii. Subsistema de Control de Evaluación
82
por los cambios y transformaciones en las prácticas administrativas orientadas a una
nueva visión de la administración pública. En esta, la calidad en las actuaciones de
las entidades públicas tiene un lugar prioritario dentro del nuevo modelo de ges-
tión pública. Según Atay et al. (2008), “este nuevo modelo necesita afrontar sin di-
lación grandes retos de modernización y cambio que propicien la adaptación a las
funciones que se le requieren de la sociedad, propiciando una administración más
ágil, rápida y flexible y que responda a las demandas de los ciudadanos” (p. 161).
Como afirman los autores, se hace necesario cada vez más superar la desvinculación
existente entre la administración pública y las demandas sociales.
(...) los ciudadanos conceden a su gobierno un alto control sobre sus vidas, permi-
tiendo que el gobierno se lleve parte de sus ingresos (a partir de impuestos) y que
limite su libertad (a través de la ejecución de leyes y las regulaciones). (...) Pero
los ciudadanos esperan, a la vez, que los gobiernos sean responsables por el modo
como ejercen su poder.
(...) Por lo tanto, supervisar e informar sobre el desempeño de las actuaciones pú-
blicas es una de las formas en las que los gobiernos se presentan responsables ante
sus ciudadanos (Guinart, 2004, p. 316).
83
bernamental es que con frecuencia se considera que la elaboración de un plan de
trabajo es un proceso en sí mismo, que termina con su publicación. En el mejor
de los casos, el plan de desarrollo se vincula con las acciones de las dependencias
públicas, privilegiando su ejecución, pero su adecuado seguimiento se margina o li-
mita. Chávez Alzaga (2007) sostiene que, en realidad, “la planeación y su ejecución
son la primera etapa de un largo proceso donde la fase quizás más compleja está
vinculada a la medición y evaluación de la operación. Desgraciadamente es en esta
etapa donde muchas entidades fallan y/o claudican al mostrar una actitud confor-
mista” (p. 2). Los sistemas de medición del desempeño han tomado relevancia en
el sector público por sus contribuciones a los sistemas de gestión por resultados.
Chávez Alzaga (2007) señala que:
De los análisis de los resultados del sistema de medición es posible identificar área
de oportunidad para el fortalecimiento de las entidades sub-nacionales. La parte
del sistema destinada a la rendición de cuentas debe favorecer los indicadores de
resultados o impacto sobre los indicadores operativos como son los de insumo,
producto, eficiencia y efectividad.
Por medio de la medición del desempeño se permite realizar los ajustes que per-
mitan corregir las acciones de los planes de desarrollo, reorientándolas hacia el
cumplimiento cabal de las expectativas plasmadas en los planes y programas. Los
sistemas de medición proporcionan, entonces, “un marco para conocer si los es-
fuerzos actuales permitirán arribar al destino propuesto y en qué estado se arribará”
(Chávez Alzaga, 2007, p. 2). La medición del desempeño constituye un proceso
para la recolección, el análisis y la utilización de la información con el fin de deter-
minar cuan eficiente y eficazmente se cumplen los objetivos de las organizaciones.
Aun cuando la medición del desempeño es una herramienta útil y valiosa para
la consecución de metas, puede convertirse en un sistema burocrático cuando no
son dimensionadas sus aportaciones a la gestión pública. Se han observado expe-
riencias en las cuales, al no incorporarse la medición del desempeño a la cultura
organizacional, ésta se convierte en otra función burocrática e improductiva que
no aporta al mejoramiento de las prácticas ni al alcance de las metas planteadas.
84
2. Valor Público: Mandato y visión y misión:
Fuente: CEPAL: Curso Planificación y Gestión Estratégica para las Políticas Públicas, ILPES-AE-
CIDSanta Cruz, Bolivia, 4-15 Mayo 2009
Uno de los problemas para una cabal reforma del Estado en Latinoamérica es que,
25
Levaggi, V. (1997, Mar 31). Virgilio levaggi/ estado y democracia. ProQuest Central.
85
entre sus promotores, hay quienes tienen una comprensión estrecha de la misma y
por ello, en su nombre, solo proponen modificaciones funcionales y olvidan las sus-
tantivas. Ello puede conducir a la aplicación de un mero barniz y no a la necesaria
transformación de estructuras que deben estar, para tener sentido, al servicio de la
persona humana. Se cumpliría así, lamentablemente, la sentencia del Gatopardo:
“Que todo cambie para que todo siga igual”.
Esta nueva visión precisa que “un modelo dinámico de cambio económico contiene
como parte integrante un análisis del Estado, dado que es el quien define e impone
las reglas formales. Por esto el objetivo principal de la política de desarrollo debe
ser la creación de estados que creen e impongan derechos de propiedad eficientes.
La característica esencial es la creación de un poder público estable”. En esta tarea
se hace necesario que los estados se modernicen para garantizar un régimen efi-
ciente de derechos de propiedad, colaboren con la creación de un marco institucio-
nal que facilite la iniciativa empresarial y posibiliten una administración de justicia
eficaz y proba que sancione con celeridad el incumplimiento de las obligaciones
comerciales, por ejemplo.
Dado que los cambios económicos emprendidos por los países latinoamericanos se
dan al interior de un proceso de afirmación democrática, los esfuerzos conjuntos
públicos y privados no solo deben orientarse hacia el logro del éxito económico;
también han de tener en cuenta el objetivo de garantizar el consenso social sobre el
nuevo rumbo emprendido por las sociedades.
Para ello es necesario contar con instituciones que contribuyan no solo al progreso
de las empresas privadas sino también a difundir los frutos de esos progresos, así
como a promover la participación ciudadana. El Estado tiene, también, una tarea
indelegable en la promoción y consolidación de esas instituciones como una forma
de contribuir a la legitimación del modelo entre la ciudadanía, requisito ineludible
para la estabilidad económica y política del modelo de cooperación público-priva-
do.
En Argentina, Brasil, México, Bolivia o Ecuador, por nombrar a unos cuantos paí-
ses, el tema más socorrido en los discursos y declaraciones de los gobiernos y los
partidos políticos es el relativo a las llamadas reformas estructurales. Estas han co-
brado tal relevancia en los últimos tiempos que su necesidad también ha sido incor-
porada a la visión y los análisis de importantes sectores de la iniciativa privada y de
diversas organizaciones sociales.
26
Lozano, L. (2003, Oct 25). Lucrecia lozano / de las reformas a las reformas. El Norte. ProQuest
Central.
87
precipite irremediablemente en una crisis de imprevisibles consecuencias.
En marzo de este año, el Instituto para la Economía Internacional público en los Es-
tados Unidos el libro titulado “Después del Consenso de Washington”. Sus autores
han sido colaboradores del Banco Mundial. Uno de ellos es un ex ministro perua-
no, el otro un académico e investigador estadounidense. Ambos hacen un balance
de los resultados obtenidos por las reformas de primera generación en América
Latina y fundamentan la importancia y la urgencia de que las reformas de segunda
generación se lleven a cabo.
La ideología neoliberal gano terreno en el mundo en los años 70, cuando al arran-
car esa década entro en crisis el modelo económico que se desplego al finalizar la
Segunda Guerra Mundial sustentado en la práctica del proteccionismo y la existen-
cia de Estados con una fuerte participación en la economía y en la sociedad.
La crisis se manifestó en una profunda recesión mundial que se combinó con altas
tasas de inflación. El prodigioso ciclo del crecimiento elevado y sostenido de la
posguerra llego a su fin. La respuesta a este escenario irrumpió en la forma de un
severo cuestionamiento a los fundamentos del llamado Estado de Bienestar - la re-
distribución social y la intervención estatal en la economía- y en el urgente llamado
a emprender una transformación socioeconómica de largo alcance.
En los años 80, el gobierno de Margaret Tatcher en Gran Bretaña, y las dos adminis-
traciones de Ronald Reagan en los Estados Unidos, aplicaron en sus países medidas
orientadas a lograr la estabilidad monetaria, a contener el gasto social, a abolir los
controles sobre los flujos financieros y a incentivar la inversión mediante la reduc-
ción de impuestos sobre los ingresos más altos. Sus políticas públicas inauguraron
el ciclo del predominio del pensamiento y la actividad económica neoliberales.
Su saldo fue el mismo en todas partes: el achicamiento del Estado; el fin de los sub-
sidios; la reducción del gasto social, y la incorporación de las economías regionales
al mundo de la competencia global y el libre mercado.
A casi 20 años de esta experiencia, múltiples voces -entre ellas la del Banco Mundial-
han empezado a señalar que las reformas de primera generación, cuyas baterías se
dirigieron fundamentalmente a modificar las bases estructurales de la economía,
88
han sido insuficientes no solo para garantizar un crecimiento sostenido y estable,
sino también para reducir la brecha del ingreso y el empobrecimiento de la pobla-
ción.
Las reformas que ahora empiezan a sonar en buena parte de los países latinoame-
ricanos forman parte de lo que recientemente ha dado en llamarse el “Consenso
Post Washington”. Son cambios que van más allá del ámbito económico y remiten
a transformaciones institucionales profundas. Se habla de la reforma del Estado; de
una reforma laboral orientada a una mayor flexibilización del trabajo; de la refor-
ma del sistema educativo; de lucha contra la corrupción; de la generación de redes
de seguridad social y del combate contra la pobreza.
Este nuevo enfoque pretende saldar la asignatura pendiente de las carencias y des-
ajustes a que dieron lugar las reformas de primera generación y la forma mecánica
en que fueron aplicadas en todos nuestros países por igual. El tiempo dirá que tan
real es el compromiso de los organismos internacionales, como el Banco Mundial,
y de nuestros gobiernos para aplicar estos cambios necesarios y evitar que nuevas
situaciones, como la que conmociono hace meses Argentina y ha provocado recien-
temente una verdadera revuelta social en Bolivia, se conviertan en el pan de todos
los días en la región.
Según Hernando de Soto 27 , Hay que hacer una reforma del Estado como lo pro-
pone el presidente Oscar Berger porque el sistema que existe pone trabas a los más
pobres que buscan que se les reconozca el derecho de propiedad, señalo el econo-
mista, en su discurso acerca de la competitividad del pequeño y mediano empresa-
rio, en el marco del II Encuentro Nacional de Empresarios (Enade).
Agregó que obtener el derecho de una propiedad es un proceso que lleva más de
20 años. De ahí que no se le puede pedir a la gente que crea en la economía de
mercado y que los políticos no logren la reelección de sus partidos. Añadió que es
difícil desarrollar la pequeña empresa si no existe capital, la base de la economía
de mercado, y por ello se debe lograr que todos los sectores estén incluidos en este
proceso, incluyendo a los más pobres. De no ser así, se da espacio a una “serie de
populistas y comunistas disfrazados que no creen en el desarrollo del mercado”.
27
De Soto Hernando, señala necesidad de llevar a cabo una reforma del estado; (2004, Apr. 28).
NoticiasFinancieras
89
LECTURA SELECCIONADA N° 2
De ellas dependen desde los derechos políticos de los ciudadanos hasta la respon-
sabilidad de los gobernantes, pasando por la forma en que se toman las decisiones.
Hay, por ejemplo, normas que establecen la división de poderes y otras que los
fusionan. Reglas que promueven el bipartidismo y otras que estimulan el multi-par-
tidismo. Reglas que privilegian la representación mayoritaria y otras que favorecen
la representación de las minorías. Reglas que alientan la cooperación y reglas que
la inhiben. Reglas que promueven la formación de coaliciones electorales y reglas
que las obstaculizan. Reglas que agilizan la toma de decisiones y reglas que la en-
torpecen.
Si las reglas importan, la pregunta obligada es: ¿cuáles son las reglas más apropiadas
para el “buen” funcionamiento del sistema político?
Para ello se han encontrado diversas fórmulas. Una primera opción es la que se da
entre tipo de sistema: parlamentario o presidencial. El debate sobre las ventajas y
desventajas de cada uno es muy abundante aunque las conclusiones no son defini-
tivas. Pero aún situándonos únicamente dentro de los regímenes presidenciales las
combinaciones son tantas y tan variadas que puede decirse que no hay dos sistemas
90
iguales.
Las cosas en política no suelen ser binarias, siempre hay matices, modalidades, pun-
tos intermedios.
Las diferencias no son menores. Cada norma por sí sola comporta consecuencias
distintas y su combinación produce resultados diversos tanto en la dimensión de la
representación como en la de la acción gubernamental.
La justificación pues de una reforma política del Estado descansa por una parte en
la convicción de que las reglas e instituciones adoptadas son determinantes y, por
la otra, en la percepción de que la arquitectura institucional vigente no responde a
las necesidades de la gobernabilidad y ha llegado el momento de ajustarla o incluso
reemplazarla.
Habiendo logrado este objetivo, tocaría ocuparse ahora de la otra parte de la ecua-
ción: asegurar que los partidos y los poderes trabajen de manera coordinada y coo-
perativa. Buscar que la pluralidad dé lugar a la cooperación inter e intra institu-
cional. ¿Por qué? Porque en los sistemas de división de poderes no basta con un
equilibrio entre ellos sino que hay que procurar la cooperación de los mismos. Sin
ella, la toma de decisiones se paraliza y la acción de gobierno se entorpece.
91
producir acuerdos ni, tampoco, u n proceso de toma de decisión ágil y eficaz.
Si la democracia debe ser un método para llegar al poder y una vez habiendo ac-
cedido a éste, tomar decisiones aprobadas por mayoría, la pregunta es si nuestra
democracia ayuda u obstaculiza esa toma de decisiones. Y la respuesta es que la
obstaculiza más allá de lo que intrínsecamente dicta un sistema basado en los prin-
cipios de división de poderes que está diseñado precisamente para evitar decisiones
unilaterales y apresuradas.
La existencia de u n calendario electoral disperso que deja a los partidos más tiempo
para competir y disentir que para debatir y acordar.
Para ordenar la discusión sobre la reforma política del Estado existen distintos mé-
todos.
Finalmente, se puede optar por analizar los principales problemas que se han pre-
sentado desde la democratización.
Nos inclinamos por este último ya que está directamente vinculado a lo que se ha
expuesto como los fundamentos de una reforma política del Estado: 1. La necesi-
dad de atender tres órdenes de problemas que se han hecho visibles a partir de que
se hizo realidad la democracia electoral, es decir, desde que los poderes adquirie-
ron independencia y autonomía: la dificultad para la formación de mayorías; los
92
obstáculos para construir acuerdos y; las imprecisiones de la legislación que llevan
o pueden llevar a situaciones de crisis y/o parálisis.
93
PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LAGESTIÓN GUBERNAMENTAL
1. PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LOS GOBIERNOS REGIONALES 28
1. Introducción
28
Ferrari, B. (1997, Sep 18). “Participación Ciudadana.”- ProQuest Central
94
misos asumidos frente a sus electores.
29
Salazar, M. (2008, Apr. 01). Gobierno anuncia creación del Ministerio del Medio Ambiente:
ProQuest Central
95
elaborado por un grupo técnico en el tiempo record de un mes y sin recoger
las opiniones de las organizaciones sociales, los gobiernos regionales y el
parlamento, a pesar de que se había establecido un plazo adicional con ese
fin. Por otra parte, no hubo difusión oficial del documento. Solo de manera
informal, algunos miembros del equipo técnico encabezado por el ecologis-
ta Antonio Brack difundieron la propuesta a través del correo electrónico.
¿Qué legitimidad puede tener este ministerio, cuando no se ha convocado
a todos los que tendrían que opinar? El tema de la gestión ambiental no es
solo de los ambientalistas, es un asunto nacional que requiere de consensos,
dijo Javier Azpur, secretario ejecutivo de la no gubernamental Propuesta
Ciudadana, que coordina la Coalición de la Sociedad Civil para la Creación
del Ministerio del Medio Ambiente. El presidente Alan García había anun-
ciado la intención de crearlo el 20 de diciembre de 2007, como antesala a
dos reuniones internacionales que se desarrollaran este ano en el país. Perú
será sede de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Europa, Amé-
rica Latina y El Caribe y del Foro de Cooperación Económica de Asia-Paci-
fico. La ministra de Comercio Exterior y Turismo, Mercedes Araoz, revelo
que el nuevo ministerio no ejercerá una labor fiscalizadora de la actividad
minera, pese a que este sector es responsable de 40 por ciento de los con-
flictos sociales que giran en torno a temas ambientales. Por lo tanto, el Or-
ganismo de Supervisión y Fiscalización Ambiental que propuso la comisión
encabezada por Brack como parte del ministerio ‘no vería uno de los temas
más importantes dentro de la agenda’, señalo Lanegra. El ministerio tampo-
co ejercería autoridad sobre el manejo del agua, aunque a causa del cambio
climático ya se verifica escasez de este recurso, no existe un diagnóstico de
la situación de las cuencas hidrográficas y uno de los principales motivos de
los conflictos ambientales es el temor a la contaminación.
Este evento busca que los ciudadanos reconozcan pragmáticamente las funciones,
objetivos y alcances de los gobiernos locales e impulsen su participación fundamen-
tada en el entendimiento y en la corresponsabilidad. Los objetivos del mismo son
cinco:
Los temas principales que tratara el taller serán, entre otros, las diferencias entre
las perspectivas del gobierno local y del ciudadano; entre la administración pública
profesional y la administración por inercia; la importancia, ámbitos, marcos, me-
canismos y procesos de la participación ciudadana; la inserción del ciudadano en
la planeación, gestión y fiscalización del gobierno local; y la ética como practica y
cultura del gobierno local en su lucha contra la corrupción.
30
García, Luis. A. (2001, Nov 30). Luis Garcia Abusaid “Transparencia Ciudadana”- ProQuest Cen-
tral
97
para su comunidad.
Son muchas y muy diversas las perspectivas que abogan por el reconocimiento de
un nuevo papel de mayor responsabilidad para los ciudadanos, así como por la im-
portancia de la sociedad civil como agente en la provisión del bienestar. En esto se
fundamentará toda una línea de profundización teórica de la Política Social desde
finales de los años 70 que plantea no sólo diferentes alternativas ante la crisis del
Estado de Bienestar sino también, una posible solución de continuidad mediante
su reestructuración.
Como decíamos, en las dos últimas décadas se ha ido asentando bajo marcos teó-
ricos e ideológicos muy distantes, la idea de la centralidad del ciudadano en los
proceso socio-políticos, y de modo especialmente significativo, en la provisión del
bienestar. El nuevo papel otorgado al ciudadano se configura bajo un amplio marco
de planteamientos que recorre desde el protagonismo individualizado del neolibe-
ralismo y el neoconservadurismo hasta la concepción de ciudadano que se recono-
ce miembro de una comunidad política en la que actúa no como individuo aislado
sino como partícipe en un espacio colectivo, tal y como lo plantea la concepción
democrático radical (Morán y Benedicto, 2002). Ambos extremos subrayan un rol
protagonista del ciudadano caracterizado por su dimensión «activa» frente a la pa-
sividad que había marcado su actuación en el Estado de Bienestar socialdemócrata.
Se acuña así el nuevo término de ciudadanía activa con ambivalentes significados,
que brevemente revisamos a continuación.
98
sentido la participación del ciudadano se circunscribe a la colaboración, ya sea a
través de redes informales o de organizaciones de voluntariado pero, en todo caso,
centrada en las funciones de asistencia y no en las expresivo-reivindicativas ni en la
toma de decisiones.
Entiéndase el capital social: por un lado como los recursos de que puede disponer
un individuo por su pertenencia a determinadas redes sociales como por ejemplo
información, ayudas de diverso tipo, influencias y recomendaciones. Por otro, el
capital social estaría constituido por los valores y las actitudes con que unos se rela-
cionan con otros y muy en particular, la confianza en la relación; esta puede darse
entre individuos, entre estos y las instituciones con las que se relacionan y entre
las instituciones entre sí (confianza particularizada y confianza generalizada). La
confianza particularizada ayudaría a generar confianza generalizada. Según esto,
una parte de los teóricos del capital social deduce que la pertenencia a asociaciones
acaba generando confianza y aumentando el capital social, cuestión que puede
tener efectos positivos en la eficacia de las instituciones democráticas y en la reso-
lución de problemas colectivos. Una interpretación de estos términos ha llevado a
una parte importante de la escuela del capital social a deducir que sólo en un clima
social en el que haya u n grado razonable de confianza pueden desarrollarse acti-
tudes emprendedoras, la innovación y el desarrollo, de lo que se explica la actual
extensión del término al ámbito de la gestión empresarial y de las agencias públicas
y para-gubernamentales, como hemos señalado más arriba.
En el marco del sistema democrático, alternativa posible no solo para países indus-
triales sino también para aquellos con nivel intermedio de desarrollo, comienzan
a considerarse una serie de modificaciones cuyo eje rector lo constituye la reforma
del Estado. Proceso fundamental de estos cambios es la sustitución de la administra-
ción pública burocrática por la nueva Gestión Pública. Entendemos por esta la crea-
ción y la aplicación de nuevos instrumentos para los cambios que deben hacerse en
función de la nueva gobernación en la dimensión de la administración pública. El
concepto describe la “reorganización de la administración pública”.
100
La nueva Gestión Publica demanda una alta calificación técnica y un conjunto de
herramientas de gestión, proporciona además u n poderoso conjunto de ideas so-
bre la función política que implica consolidar prácticas institucionales concretas.
Asimismo estas prácticas darán origen a un nuevo tipo de ejercicio democrático del
poder, generando una nueva cultura. De lo que trata, según Soborne, David y Plas-
trik, Peter (en Banishing Bureaucracy: the Five Strategies for Reinventing Govern-
men, Nueva York, Addison-Wesley Publishing Co, 1997) es de “provocar aumentos
dramáticos en la efectividad, eficiencia, adaptabilidad y capacidad de innovar de
las instituciones estatales”. Para ello, dicen, “es necesario lograr transformaciones
profundas en cinco grandes áreas: el propósito de las instituciones, los incentivos
que permiten y promueven el logro de tales propósitos, el rendimiento de cuentas
necesario para la adecuada aplicación del sistema de incentivos, la estructura de
poder que subyace a los procesos de toma de decisiones y la cultura institucional”.
Además, junto con estos retos la participación digital de los ciudadanos así como la
apropiación que estos hagan de la tecnología, asegurara la penetración de servicios
gubernamentales digitales entre la ciudadanía.
Ahora bien, todos estos medios por si solos no garantizan cambios ni democratiza-
ción automática de la administración pública. Es necesario concertar políticas de
manera deliberativa, conocer y aceptar los límites de ciertas prácticas, profundizar
las reformas necesarias (sistema político y administrativo) en donde la ciudadanía
se constituya en el eje fundamental de los procesos de formación de las decisiones
públicas.
10. Apoyo del bien general. Los participantes deben apoyar el bien común, es decir
la adopción de decisiones importantes para el futuro de la comunidad y no so-
lamente de determinados grupos. Ello requiere de un diagnostico comunitario
basado en criterios de priorización adoptados de manera participativa.
103
MECANISMOS DE PARTICIPACION SOCIAL
1 LA LEY DE CONSULTA PREVIA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS33
33
Molina, B. L., & Zambrano, C. V. (2010). Reflexividad, trabajo social comunitario y sensibiliza-
ción en derechos. PP 9-14 (Reflexivity, communitarian social work, and the rights sensibiliza-
tion). ProQuest Central
104
económico, de salud, y otros que incidan en su integridad étnica.
Según el Artículo 6, del Convenio 169 de la OIT, sobre los derechos de los pueblos
indígenas y las poblaciones tribales en países independientes», que es el instrumen-
to de carácter vinculante de un organismo de naciones unidas, ratifi-cado por la
República de Colombia y el Reino de España, entre otros 160 Estados (entre ellos
todos los iberoamericanos), y, en particular en Colombia, ade-más, hecho Ley 21
de 1991, se manda:
«1. Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos deberán:
La consulta es pues una medida concreta que obliga a los Estados y a los ciudada-
nos, como también podría obligar las deontologías profesionales del trabajo social,
sus éticas y sus políticas, a consultar e integrar a las colectividades indígenas en cual-
quier actuación institucional o empresarial que pudiera vulnerar algún derecho,
pero sobre todos aquellos que promueven el respeto cultural, la defensa de la vida,
y la salvaguarda de sus propias opciones de desarrollo. Su función radica, parece no
caber duda, en garantizar la protección de todos los derechos que se puedan llegar
a ver involucrados en u n trabajo social comunitario, que no son pocos, ni son todos
iguales, y casi siempre, por más universales que sean, requieren de ciertas herme-
néuticas para que realmente sean más justos y más humanos. ¿No instrumentar el
derecho a la consulta podría significar, de hecho o palabra, la violación de un dere-
cho fundamental a u n colectivo vulnerable (o eventual prevaricación)?
La política para los pueblos indígenas de la FITS (2005), se basa en el Convenio 169
de la OIT y en la Declaración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indíge-
nas. En ella se recoge el derecho a la consulta, no obstante, no hay una política es-
pecífica para consultar a los pueblos indígenas, ni a los sujetos de cualquier trabajo
social comunitario. El gobierno de Guatemala y el actual relator para los derechos
indígenas impulsan una política regulatoria para la consulta (cfr. International
105
2009). Como derecho y como mecanismo la consulta es el camino para el diálogo
intercultural, la cooperación para el desarrollo, la participación y la inclusión de la
diversidad. Se trata de entender que la consulta es una política para que los indíge-
nas no solo controlen todo el proceso social, económico y político del desarrollo,
sino que cualquier cosa que no controlen debe hacerse por-que lo sea, con base en
las propias tradiciones y costumbres.
En relación con el método de trabajo que puede dar razón al derecho a ser con-sul-
tado. La FITS dice: «los trabajadores sociales no deben suponer que los ideales
coloniales occidentales, o las normas de la cultura dominante sirven mejor a los
pueblos indígenas, sino que deben escuchar y disponerse a comprender cómo las
comunidades identifican un problema y tratan de resolverlo de manera apropiada»
(IFSW, 2005). También es política de la FITS fomentar la formación de trabajado-
res sociales indígenas o nativos (no solo indigenistas) y entender el rol central que
pueden desempeñar en la definición del etno-desarrollo y de soluciones para los
pueblos indígenas.
¿Cuáles son los alcances de dicho mecanismo que, como se indicó párrafos atrás,
también es un derecho? En principio, tres alcances: a) la posibilidad de no aceptar
la política social del Estado que no incluya la particularidad cultural, individual y
colectiva, de los ciudadanos; b) la dilatación temporal de las decisiones para reali-
zar u n proyecto y los decisivos impactos en los presupuestos; y, c) la obligatoriedad
jurídica de asumir la decisión comunitaria que se establezca en el ejercicio del dere-
cho a la consulta. ¿Están los estados preparados para entender tamaña obligación?;
¿los pueblos indígenas están dispuestos a gobernar semejante poder?; ¿los trabaja-
dores sociales pueden implementar tal mecanismo?
106
los pueblos indígenas, y una obligación de los Estados. Es el derecho a ser consulta-
do y el deber de oír y acatar de los gobiernos. Es necesario tener en cuenta que los
principios de consulta y participación no se refieren solamente a los proyectos es-
pecíficos de desarrollo, sino también a las cuestiones más amplias de la gobernanza
y la participación de los pueblos indígenas en la vida pública.
Se puede decir, igualmente, que en esa suerte de ideas el Trabajo Social y los tra-
bajadores sociales pueden plantearse una agenda de acción con los indígenas del
mundo: 1) hacer compatibles las aspiraciones con sus formas de vida; 2) evitar me-
didas contrarias a los intereses y deseos de los pueblos 3) reconocer sus prácticas
culturales; 4) garantizar los medios para el pleno desarrollo de sus instituciones,
5) destinar y proporcionar los recursos necesarios para este fin, y, 6) consultar de
manera apropiada y permanente.
De ahí que en la agenda del Trabajo Social se encuentre la tarea de impulsar el de-
recho a ser consultado y mejorar los índices de participación indígena y de respeto
de la consulta por los gobiernos. Esas acciones se desarrollan: a) asegurando los de-
rechos colectivos indígenas, b) promoviendo el respeto de las identidades étnicas,
costumbres, tradiciones e instituciones, c) ayudando a eliminar todas las diferen-
cias, d ) salvaguardando la integridad cultural y ecológica, e) adoptar medidas para
contrarrestar dificultades al afrontar nuevas condiciones de vida, h ) consultando a
los pueblos, i) generar procedimientos apropiados, y j) estableciendo los medios en
todos los niveles de gobierno.
Si realizamos una rápida comparación con países que han reformado recientemen-
te su Constitución, como Ecuador (2008) y Bolivia (2009), encontramos que la
Constitución del Perú de 1993 todavía guarda cierto conservadurismo en el reco-
nocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, especialmente re-
lacionado con el manejo de los recursos naturales. Por ejemplo, la soberanía estatal
en el otorgamiento de derechos de aprovechamiento de recursos naturales - artícu-
lo 66.° de la Constitución del Perú y el artículo 1.° de la Constitución de Ecuador y
de Bolivia - , y que se consideren estos recursos como parte del patrimonio de la na-
ción (omitiendo el reconocimiento de un derecho de aprovechamiento preferente
de los recursos naturales de los pueblos indígenas) ha permitido que terceros, prin-
cipalmente empresas, obtengan derechos para aprovechar los recursos naturales
ubicados o superpuestos con tierras y territorios indígenas.
En ese sentido, la titularidad del Estado sobre los recursos del subsuelo afecta di-
rectamente los derechos de acceso de los pueblos indígenas a los recursos naturales
presentes en sus tierras, reduciendo además su capacidad de decisión sobre tales
recursos, circunstancia que se agrava por el hecho de que estos pueblos no tengan
que recibir necesariamente una indemnización justa por el uso de sus tierras.
34
Balbín, C. G. (2011). Consulta previa y su contexto nacional: Un mejor manejo político sobre
los recursos naturales. PP: ProQuest Central
107
tienen sus viviendas o realizan actividades agrícolas y no considera otros espacios
o zonas donde se realizan actividades no permanentes, ni áreas donde se usan
recursos naturales de forma discontinua, u otras zonas donde no se mantiene
una posesión constante como son, por ejemplo, las áreas que se utilizan para
actividades ancestrales o religiosas.
Por otro lado, después de veinte años de adoptado el Convenio N.° 169 no se han
promulgado normas suficientes que adecúen la legislación nacional de los países
andinos a los principios que emanan de este tratado internacional. Se han produ-
cido, entonces, inconsistencias e incoherencias entre la legislación nacional y el
Convenio N.° 169 que se han tratado de resolver por parte de Ecuador y Bolivia a
través de la incorporación al texto constitucional de un catálogo de derechos de
los pueblos indígenas. En ese sentido, Ecuador y Bolivia han avanzado en la consi-
deración de los derechos de los pueblos indígenas en la regulación de los recursos
naturales como bienes que mantienen una relación con estos pueblos, mientras
que Perú no lo ha considerado aún en su texto constitucional
Finalmente, queda claro que existe un amplio marco para el análisis, porque al
igual que los derechos de los pueblos indígenas, ubicados en zonas de selva alta y
baja, los pueblos asentados en las zonas alto andinas deberían tener los mismos de-
rechos en virtud de que también son considerados como poblaciones marginadas
por diversos motivos y, que se deberá velar por la protección de sus derechos y sus
posibilidades para usufructuar los recursos naturales con los que cuentan; pese a
ello aún queda definir con precisión tanto los alcances de sus derechos así como de
sus limitaciones y en relación al resto de la población.
4.1 GOBERNABILIDAD35
35
David, G. M. (1997, Nov 16). Gobernabilidad e ingobernabilidad. ProQuest Central
108
ideológicas.
En los sistemas políticos competitivos, los diversos gobiernos han accedido a las
demandas sociales, con el fin de no perder las elecciones, con lo cual se da un des-
equilibrio entre la legitimidad y el desarrollo económico. Esto aumenta la espiral
inflacionaria y el déficit presupuestal. Retomando la tesis de O’Connor, mantener
el consenso de los ciudadanos perdiendo eficacia económica, nos lleva a un gobier-
no improductivo que a su vez puede conducirse hacia la pérdida del consenso y a la
ilegitimidad, y hasta su posible caída. Si retomamos la tesis de Huntington, veremos
que una democracia es tanto más fuerte cuanto más organizada esta. Si los conflic-
tos entre el gobierno y sus opositores tienen una salida institucional, no tiene por
qué haber crisis de gobernabilidad. Si disminuye la autoridad política, existe riesgo
de ingobernabilidad. La disminución de la confianza de los ciudadanos respecto de
las instituciones de gobierno y la falta de credibilidad en los gobernantes provocan
una disminución de las capacidades de estos para afrontar los problemas. Esto ge-
nera el círculo vicioso que provoca la ingobernabilidad.
109
de participación que llegan a originar las crisis de gobernabilidad. Pero Habermas,
al detenerse, tanto en las preocupaciones económicas (O’Connor), como en las
políticas (Huntington), crea un concepto mucho más rico.
Otro autor que analiza la gobernabilidad es Claus Offe, que al igual que Habermas
es ubicado entre la escuela de Francfort, usualmente neo hegelianos. Offe coincide
con Habermas y dice “El Estado se hace cada vez más incapaz de reconciliar las exi-
gencias transmitidas a través de instituciones democráticas con las necesidades de la
economía nacional e internacional. Se prevé que en el futuro inmediato aumentara
dramáticamente los síntomas de desintegración, quiebra y caos”.
El caso de México
En los últimos diez años, en México se han vivido situaciones que muchos han con-
siderado como de ingobernabilidad. Sin embargo, a nivel nacional son quizá dos
los momentos que en sentido estricto podrían ser considerados como ingobernabi-
lidad a partir de la tesis de Habermas, 1988 y 1995.
En 1987 la inflación rondo el 200 por ciento, el PRI vivía una profunda descompo-
sición, Cuauhtémoc Cárdenas hacía temblar al sistema político ante la posibilidad
de que ganara, el descontento social afloro y en más de una ocasión, el gobierno
decidió reprimir manifestaciones pacíficas. Para las elecciones del 6 de julio de
1988 se vivía una situación de ingobernabilidad. Desde esa fecha y hasta los prime-
ros días de septiembre, surgieron dudas sobre si Carlos Salinas tomaría posesión, si
la Legislatura podría instalarse a tiempo o que pasaría con los reclamos de fraude
electoral. La ingobernabilidad de esos momentos no se tradujo en un golpe de
Estado ni en una guerra civil. Se resolvió a partir de la generación de consenso y
apoyos para la autoridad, por parte de la sociedad civil, mientras que la economía
inicio su recuperación.
En 1995 sucedió algo similar, pero mucho peor. El Presidente toma posesión y deva-
lúa. Después adopta actitudes titubeantes y se contradice día tras día. Lo económico
genero falta de consenso, pero su impopularidad provoco una crisis política en la
que se dudaba que pudiera llegar a terminar su mandato. Era una franca situación
de ingobernabilidad.
En el caso del 30 y 31 de agosto de 1997, lo que sucedió fue una crisis jurídica, en la
que falta de definiciones en la ley, pudo haber generado la existencia de Cámaras
paralelas. Sin embargo, el consenso era que el bloque opositor, por conformarse
como mayoría, tenía la razón, independientemente de las definiciones legales. El
problema podía haber generado una crisis política, pero no una crisis de goberna-
bilidad. El consenso prevaleciente, tras las elecciones del 6 de julio, hubiera obli-
gado, tarde o temprano, a resolver la crisis de la Cámara de Diputados por una
vía institucional, y no mediante la disolución del parlamento. Además, la situación
económica de estos meses ha sido estable y todos los indicadores muestran mejoras
sustantivas.
¿Hay ingobernabilidad en el DF? Ahora bien, la pregunta que cabe aquí es ¿exis-
te en el Distrito Federal una situación de ingobernabilidad ante tanta violencia y
delincuencia? En este caso no podemos apegarnos exclusivamente a definiciones
como la de Jrgen Habermas. Sin embargo, su visión nos habla de un claro proble-
ma: la crisis de gobernabilidad se da cuando el Estado no cumple las finalidades
para las que fue creado, estabilidad política y crecimiento económico. Lo que po-
dríamos añadir es que quizá la seguridad es una finalidad fundamental del Estado,
como dijera Thomas Hobbes (que sin embargo deriva en la necesidad de estabi-
lidad política) y la protección a la propiedad es otra finalidad, según John Locke
(esto redunda en la función económica del Estado).
111
Eso sí, quienes gobiernen la capital en el futuro, deberán recordar lo que hoy se ha
olvidado: los últimos culpables en la ingobernabilidad son los gobernados, y quizá
los primeros son aquellos encargados de que el gobierno gobierne, y que dejan
finalmente en el vacío esa responsabilidad.
112
porque esos graves problemas nos acosan, es necesario revindicar a la democracia
como el único régimen que nos permite inventar un camino para irlos resolviendo
o, para decirlo de otra manera, es urgente poner en el primer plano a la política
para que esta sea, como dice Bernard Crick, “una manera de gobernar sociedades
plurales sin violencia innecesaria”.
Si, siguiendo a Guillermo O’Donnell, quien retoma una larga tradición de pensa-
miento que viene desde Hans Kelsen, aceptamos el hecho de que la plena vigencia
de las normas que integran el orden jurídico no depende únicamente del aspecto
formal de su creación, sino también de su eficacia -es decir, de que las conductas
de los sujetos que están obligados por ellas efectivamente se ajusten a los mandatos
que dichas normas establecen-, entonces habrá que reconocer que la naturaleza
de nuestros problemas rebasa la mera esfera jurídica o legal y que la vigencia de la
legalidad pasa también por el real cumplimiento, en los hechos, de los contenidos
de la ley.
Ciertamente, en los últimos años hemos sido testigos de una verdadera “transición
jurídica”, que se hace acompañar de u n fortalecimiento del Poder Judicial y de una
mayor conciencia de la importancia de la ley y de los derechos que en ella se con-
sagran, que se ha acompañado también por la creación de organismos autónomos
de derechos humanos y de una sensibilidad publica a flor de piel frente a distintos
atropellos de derechos y libertades de los ciudadanos. Pero la realidad nos dice de
manera contundente que aún estamos muy lejos de que el cumplimiento de la ley
sea una constante. Yno se trata de las debilidades de un código o de las equivocacio-
nes que puedan cometer los encargados de administrar la justicia, de la corrupción
focalizada o de la impunidad, sino de subrayar la mala situación general de lo que
algunos estudiosos llaman “el estado de legalidad”.
Los partidos son los protagonistas principales de la política y por ello, quiérase o
no, acaban siendo los mentores últimos de la democracia y de la educación cívica.
De ahí que no sea solo un asunto de los partidos si son capaces de entablar un
dialogo productivo, y de mantener una coexistencia civilizada y respetuosa, o si
pueden colocarse más allá del momento y del cálculo estrictamente electoral para
encontrar los incentivos que les lleven a pactar las reformas que ellos mismos han
diagnosticado como fundamentales para el desarrollo institucional y económico
del país. Dicho en breve: no hay u n solo acto de los partidos que sea neutral para la
democracia; desde la forma en que procesan su vida interna, pasando por la impor-
tancia que le dan a la propuesta y al programa, por las estrategias de campana y de
competencia que deciden adoptar, hasta su compromiso cotidiano con la legalidad
y el juego limpio incluso en las contiendas más reñidas, acaban siendo mensajes y
actitudes que impactan sobre la calidad del sistema de partidos, de la democracia.
Por eso ahora hay que llenar con nuevas prácticas y formas legales e institucionales
el hueco que deja el presidencialismo económico, que seguramente van más allá
de la necesidad de impulsar una genuina reforma administrativa y métodos más
115
transparentes de gobernar, sin duda muy importantes. La clave quizá esta en asumir
que hace falta no solo desplegar una serie de políticas gubernamentales, sino que
para abatir la incertidumbre, asegurar eficacia y gobernabilidad, es necesaria la
construcción duradera de una coalición nacional a favor de políticas consistentes
de Estado, que permanezcan más allá de los cambios y ajustes en la conducción y
representación del país que la democracia garantiza.
LECTURA SELECCIONADA N° 1
El carácter ético de las políticas sociales ante las actuales “patologías” de la socie-
dad
Resulta claro que las políticas sociales no han contribuido ampliamente a superar
la pobreza sino que actúan como paliativos, que sistemáticamente van creando una
especie de cultura de la dádiva y el agradecimiento, que niega la posibilidad de
abrirse a la crítica desde el cuestionamiento que sus actores puedan hacer a tales
ayudas o apoyos o a que incluso puedan decir no a éstas, pues cuando esto se pre-
senta son asumidos entonces como “desagradecidos” y “exigentes”, con el riesgo de
pasar incluso al grupo de los “excluidos” de las mismas.
Por ello, a pesar de que se ha señalado que las políticas sociales son instrumentales,
en cuanto han sido utilizadas por los gobiernos para regular y complementar las
instituciones del mercado y las estructuras sociales, hoy por hoy se especifica que
los ciudadanos deben estar situados en el núcleo de las mismas, ya no mediante el
suministro de asistencia social residual e individualizada, sino incorporando sus
necesidades y voces en todos los sectores (Carey 2002).
Yes que en los discursos de sus actores es posible encontrar no sólo la fuerza argu-
mentativa de sus formas de actuar, de sus prácticas, sino además la interpretación
de su propio mundo y el de los “demás”, así como su forma de ver el “mundo
futuro”. Por lo cual su inclusión en el diseño y ejecución de estas políticas no sólo
permite una mayor comprensión de los cambios socioculturales del contexto al que
están dirigidas, sino también fundamentarlas desde la validación de los significados
que las personas hacen de las estrategias sociales derivadas de las mismas, de la apli-
cabilidad en su mundo y de los “saldos ciudadanos” que las mismas dejan.
116
de cambio social, para garantizar el carácter realmente ético de las políticas, los
programas y proyectos de desarrollo.
Para contrarrestar esta situación, en este artículo se presenta una propuesta ética y
conceptual para entender la autonomía basada en un carácter solidario y compren-
sivo como la que propone Habermas en su ética discursiva, pero a su vez, orientada
hacia el reconocimiento recíproco e intersubjetivo entre los actores participantes,
como señala Honneth en su teoría del reconocimiento. En ambas, la autodeter-
minación del sujeto se potencia desde el diálogo respetuoso, serio y honesto con
los “otros”, quienes tienen derecho a igual libertad y poseen idéntica competencia
comunicativa, en cuanto son seres racionales capaces de lenguaje y acción.
Se trata de una autonomía, que descansa en un principio ético de una razón des-
centrada del sujeto y centrada en la intersubjetividad lingüística y el reconocimien-
to recíproco entre sujetos, basada en principios universalistas y aplicados con res-
ponsabilidad por afectividad, sensibilidad y conciencia frente a las situaciones de
“sufrimiento” humano y de injusticia compartidas con los “otros” participantes en
las políticas sociales, en este caso.
Yes que, de acuerdo con los desarrollos éticos actuales, la política social ya no pue-
de seguir apostándole al fomento de un individuo autónomo, en el ostracismo que
le dan su real saber y entender, su libre albedrío para actuar, sino que las institucio-
nes y los agentes profesionales que las operan deben trabajar en el potenciamiento
de personas que, a partir de un ejercicio dialógico argumentativo, deliberativo y
simétrico en torno a sus condiciones de vida y las formas de mejorarlas, configuren
un sistema normativo y regulativo de sus prácticas sociales, que sirva de base para
impulsar conjuntamente u n mayor reconocimiento y aceptación de las diferencias,
donde tenga lugar un verdadero ejercicio de poder mediante la solidaridad y co-
rresponsabilidad con los “otros” hacia la construcción de una sociedad más cohe-
sionada, equitativa y democrática.
117
Ahora bien: cuando se alude al diálogo como procedimiento que guíe el carácter
ético en las políticas sociales hay que tener presente que el principio moral de éstas
-que ha sido “instrumental” y “estratégico” por tradición- debe ser la pretensión de
una mayor justicia social, el bienestar común y la equidad social. Ello indica que
las personas o sujetos con quienes se interviene no sean olvidados en el discurso
racional y formalizante de las mismas, pues las nuevas realidades se evidencian en
el discurso desgarrador de ellos y debe volver a ellos, en forma comprensiva. Es allí
donde radicaría el carácter ético del diálogo como mecanismo para el intercambio
intersubjetivo de los actores participantes en las políticas sociales.
En tal sentido, es importante entonces indagar acerca de lo que sucede con ellos
cuando los cambios económicos, políticos, sociales y culturales operan en su coti-
dianidad: sus reflexiones; la lectura que hacen de los mismos; lo que estas políticas
les “aportan” y lo que no; la forma como las insertan a su vida cotidiana; los apren-
dizajes que les quedan y los mecanismos que generan para revertir o disminuir sus
efectos en su cotidianidad; la forma vinculante de éstas a la búsqueda de su auto-
nomía; los mecanismos que desarrollan para la defensa de sus derechos; en fin, el
sentido que tales cambios sociales y políticos tienen para ellos y el impacto en su
constitución particular como ciudadanos.
De acuerdo con esto, es posible que algunos piensen que en el caso colombiano,
con tan graves y diversos problemas sociales, la apertura al diálogo de los actores
participantes en las políticas sociales puede ser contraproducente, en el sentido
de que pueden presentarse mayores dificultades, en cuanto pueden surgir debates
peligrosos y arriesgados para su desarrollo; ante lo cual es válido el planteamiento
de Autés que señala que esto es inevitable; sin embargo:
[...] al ciudadano hay que educarlo, hay que instalar espacios públicos en los que,
como dice Habermas, cada cual tenga el derecho de hacer valer sus pretensiones
de validez. Entonces, si el juego se juega correctamente, el que dice estupideces
debe renunciar a ellas y adherirse a argumentos o enunciados más verdaderos, más
justos y más auténticos. Se acusa a este esquema de ser particularmente utópico
e idealista, pero es el único que corresponde a lo que es el ideal de una sociedad
democrática (Autés 2004, 49-50).
118
y a potenciar la libertad de expresión, los consensos que reconozcan y se deriven
de intereses colectivos e igualdad de oportunidades para todos los sectores partici-
pantes en éstas. Para Honneth (2009), se trata de diagnósticos de las patologías de
la sociedad moderna.
Por ello, éticamente hablando, es necesario que todos los que participan en las
políticas sociales sean asumidos y se asuman como actores que se autorreconocen
y reconocen a los demás como sujetos activos, autónomos, reflexivos, argumen-
tadores, solidarios, capaces de establecer las condiciones ideales para dialogar y
corresponsables en el desarrollo de estas políticas y en el acontecer histórico de
la sociedad, y, en consecuencia, actuantes según esto. Un accionar en este sentido
puede contrarrestar lo que Bajoit (2004) señala como el nuevo modelo de sociedad
identitario, cuyo centro está en el individuo y su libre determinación, que genera
un individualismo puro, “que para nada entiende de solidaridad, salvo si con ella
obtiene la satisfacción de sus intereses particulares” (Bajoit 2004), donde, según
Borja y Castells, “se rompen los lazos de solidaridad, deteriorando el tejido social y
la convivencia social” (citado en Arteaga 2004, 144).
Yes que cuando la razón en una sociedad es solamente la autonomía del individuo
como un rechazo al control social, surge entonces lo que se ha llamado las “patolo-
gías sociales” (Habermas 2000; Honneth 2009), “el agravio moral” (Honneth 2009)
o lo que otros denominan “trastornos relacionales” (Bajoit 2003), producto del
individualismo, de la negación de la libertad, del vacío interior, de la soledad, del
aislamiento, del sentirse inútil y carente de destino, de la desconfianza, del evitar
al otro y su sufrimiento, del conflicto por el desconocimiento de las injusticias que
lo afectan y que perturban la normalidad, del desprecio, de la humillación, de los
maltratos y violaciones, de la exclusión social, del despojamiento de derechos, de la
desintegración social; en palabras de Honneth (2009), del “sufrimiento por inde-
terminación”; que produce afectaciones tanto a los sujetos como al conjunto social.
Por ello, hoy éticamente las políticas sociales han de contribuir a la apertura de
espacios que permitan a cada actor participante su libertad comunicativa, como lo
señala Honneth (2009, 32).
Si hoy se plantea que las políticas sociales deben fomentar la autonomía e inclusión
social de sus participantes, así como la reconstrucción del tejido social, resulta clave
entonces que se enmarquen en posturas éticas determinantes de los procedimien-
tos para lograrlo.
119