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El riego por superficie es un sistema de riego en donde el agua fluye debido a la fuerza de gravedad, utilizándose la superficie del
suelo agrícola como parte del sistema de distribución del agua. El caudal disminuye a medida que el agua avanza por la parcela
regada, debido a su infiltración en el suelo, Para que la lámina de agua infiltrada se distribuya lo más uniformemente posible a lo largo
de la parcela es preciso diseñar y manejar el riego de tal forma que haya un equilibrio entre los procesos de avance e infiltración del
agua.
Las pérdidas de agua se producen por escurrimiento superficial y por percolación profunda. El escurrimiento superficial puede
ocasionar problemas de erosión. La percolación profunda produce lixiviación de nutrientes y sales del suelo, lo que provoca un
deterioro de las aguas de drenaje cuando éstas retoman al regadío.
La geometría de la superficie del suelo (forma y tamaño de las parcelas, pendiente del terreno, rugosidad) condiciona el escurrimiento,
mientras que las características físicas del suelo (textura, estructura, porosidad) condicionan la infiltración. El empleo eficiente del agua
requiere que su aportación y distribución se logre sin que se produzcan pérdidas excesivas por escurrimiento y percolación.
El riego por superficie debe limitarse a terrenos con pendientes suaves y con suelos relativamente profundos, ya que de otra forma
habría que realizar obras costosas de movimiento de tierras, con el inconveniente añadido de dejar al descubierto capas del subsuelo.
Otra limitación de este sistema de riego es la dificultad de aplicar láminas bajas, necesarias en ocasiones, como por ejemplo, para
favorecer la nacencía en caso de que haya costra superficial. Con estos condicionantes, el riego por superficie ofrece la ventaja, con
respecto a otros sistemas de riego, de muy bajo costo de instalación y conservación.
Riego por surcos: El agua fluye por surcos paralelos infiltrándose por el fondo y costados de los mismos, sin que la superficie
del suelo quede mojada en su totalidad. Los surcos pueden ser con pendiente cero (en surcos conos) o con pendiente distinta
de cero (en surcos largos). Con respecto a otras modalidades de riego por gravedad, el riego por surcos exige mayores
necesidades de mano de obra.
Existen distintas variantes en el sistema de riego superficial, pero en general se pueden resumir en tres sistemas básicos:
Consiste en la utilización de pequeños canales ó surcos paralelos a la línea de plantación, durante el tiempo necesario para que el
agua se infiltre y humedezca la zona radicular del cultivo. Resulta importante en el sistema, que además de la infiltración del agua
verticalmente la misma se realice también lateralmente, hacia los costados del surco, donde se encuentran las raíces de las plantas.
a) Se puede usar en cualquier cultivo que se riegue en hileras (cereales, oleaginosas, frutales hortalizas, etc).
b) El costo inicial del sistema es más bajo comparado con los de aspersión.
Riego por escurrimiento o por fajas: Las unidades de riego, llamados tablares, amelgas, melgas o fajas, tienen una ligera
pendiente longitudinal que facilita el avance del agua y pueden estar abiertos o cerrados en la parte inferior. En el primer caso
el agua sobrante vierte a una red de desagüe o se almacena en una balsa de donde es bombeada para regar los mismos
tablares.
Riego por inundación o por estanques: Las tablas, generalmente de forma rectangular o cuadrada, están bordeados de un
dique o bordo que impide la salida del agua. La nivelación con pendiente cero hace que el avance del agua sea debido
exclusivamente a la pendiente que forma la lámina de agua. Un caso especial de esta modalidad es el riego del arroz, en
donde los bordos suelen seguir las curvas de nivel y se mantiene el agua sobre la superficie durante el ciclo del cultivo.
Desde que el agua entra en la melga o en el surco, una parte de su volumen discurre por éstos y el resto se va infiltrando
progresivamente a lo largo de los mismos. Para comprender mejor el movimiento del agua en el suelo regado por superficie. Cuyo
proceso hidráulico es sumamente complejo, conviene dividir el tiempo de riego en distintas fases separadas por unos momentos
singulares:
Momento de inicio del riego (Ma) Cuando el agua empieza a entrar en la melga o en el surco.
Momento de avance (Ma) Cuando el agua cubre toda la melga o llega al final del surco.
Momento de corte (Mc): Cuando deja de entrar agua en la melga o en el surco.
Momento de vaciado (Mv) Cuando en la parte inicial de la melga o del surco se ha infiltrado toda el agua.
Momento de receso (Mv) Cuando en la parte final de la melga o del surco se ha infiltrado toda el agua.
Para representar gráficamente el avance y el receso se llevan al eje de ordenadas los tiempos transcurridos desde el inicio del riego, y
al eje de abscisas las longitudes mojadas.
El avance es mucho más rápido al principio que al final de la melga o del surco, debido a que conforme avanza el riego hay más
superficie de suelo infiltrando agua, lo que se refleja en la forma de la curva de avance.
El tiempo de contacto o de oportunidad de infiltración es el período de tiempo en que el agua permanece en un punto determinado, o
sea, el tiempo comprendido entre el avance y el receso del agua en dicho punto.
Se observa en la figura que el tiempo de contacto va disminuyendo a medida que si aproximamos al final de la melga o del surco. En
el supuesto de que éstos fueran de mucha longitud, el avance al final sería muy lento y la curva de avance se inclinaría hacia arriba,
con lo cual el tiempo de contacto sería muy pequeño.
Por lo general el riego se corta después de terminado el avance, con lo que se consigue una dosis mayor y más uniforme.
Representación del tiempo de contacto en función de la longitud mojada y el tiempo transcurrido desde el inicio del riego.
Como resumen de lo expuesto anteriormente se han de tener en cuenta las siguientes consideraciones:
El avance del agua es mucho más rápido al principio que al final del riego.
La lámina de agua infiltrada crece rápidamente al principio de la infiltración, y muy lentamente al final.
La lámina de agua infiltrada a lo largo de una melga o surco será tanto mayor cuanto mayor es el tiempo de contacto del
agua con la superficie del suelo, pero ambas magnitudes no son proporcionales, de tal forma que la diferencia entre las
láminas infiltradas en dos puntos es menor que la diferencia de los correspondientes tiempos de contactos en dichos
puntos.
La uniformidad del riego depende de la uniformidad del tiempo de contacto en los diferentes puntos de la parcela. A su
vez, la uniformidad del tiempo de contacto es tanto mayor cuanto más rápido sea el avance.
El avance es tanto más rápido cuanto mayor sea el caudal, por lo que se procurará. en términos generales, aplicar el
mayor caudal posible que no produzca erosión en el suelo.
El momento de corte ha de producirse oportunamente, ya que si es temprano no llega agua suficiente al final de la melga
o surco, y si es tardío se producen pérdidas por escurrimiento (cuando los surcos o melgas están abiertos) o
encharcamientos (cuando están cerrados).
En el riego por superficie se produce mayor porcentaje de pérdidas de agua que en otros sistemas de riego, pero esto no tiene por qué
ser necesariamente así, ya que se pueden conseguir altas eficiencias cuando el agua se aplica con criterios racionales previamente
estudiados.
La superficie regada por gravedad en el mundo, representa el mayor porcentaje de la superficie bajo riego, ya que este sistema de
riego requiere poca inversión inicial, en comparación con otros sistemas, salvo en el caso de terrenos ondulados que exigen grandes
movimientos de tierra.
Aparte de los programas de computadora para el diseño de unidades de riego, los avances técnicos más notables en riego por
superficie son los siguientes:
En el caso de que el surco reciba agua de forma intermitente, cuando cesa el flujo de agua las partículas de arcilla continúan su
proceso de expansión, con lo cual disminuye el tamaño de los poros y se reduce la cantidad de agua infiltrada. Como consecuencia de
ello, en los siguientes suministros el agua circula con mayor rapidez, consiguiéndose una mayor uniformidad en el tiempo de contacto
del agua circulante con la superficie del suelo y. en suma, una mayor uniformidad de riego.
El riego de surcos mediante tubería con compuertas puede automatizarse mediante unas válvulas (eléctricas, hidráulicas o
neumáticas) que controlan el flujo de agua.
El riego por surcos es aconsejable para cultivos sensibles al exceso de humedad en la base de los tallos y para aquellos otros que se
cultivan en hileras, tales como: maíz, papa, girasol, algodón, remolacha, etc.
En surcos largos con desagüe libre la lámina infiltrada disminuye progresivamente desde la cabecera hasta el final. Además es muy
probable que se produzcan pérdidas por escurrimiento al final de los surcos, por lo que se recomienda la reutilización de estas aguas o
utilizar alguna técnica de recorte de caudal. En términos generales se suele empezar el riego con caudales relativamente grandes, y
se termina con caudales pequeños, con lo cual se logra un avance rápido (y en consecuencia, una mayor uniformidad en la
distribución) y se reduce el escurrimiento al final de los surcos.
En este método de riego el terreno se divide en porciones rectangulares, estrechas llamadas fajas, amelgas, melgas o tablas,
separados unos de otros mediante bordos dispuestos longitudinalmente.
Se hacen acequias de abastecimiento en el extremo superior de las fajas y canales de desagüe en el extremo inferior.
La anchura de su base dependerá de la estabilidad del suelo humedecido: en suelos arcillosos basta una anchura de 60-80 cm.
mientras que en suelos arenosos puede llegar a 100-120 cm.
Este método de riego se utiliza, sobre todo, en cultivos de cobertera, tales como alfalfa, pastos y cereales. Los suelos más adecuados
son los de textura media con buena permeabilidad, pero también se puede utilizar en suelos arcillosos y arenosos.
En los arcillosos el agua se distribuye con lentitud, para facilitar su penetración en toda la profundidad de las raíces, mientras que en
los suelos arenosos la distribución del agua debe ser rápida, para evitar la pérdida de agua por percolación profunda.
El terreno se divide en compartimientos, fajas o tablas cerradas, dentro de los cuales se vierte un caudal superior a la velocidad de
infiltración, quedando el agua estancada hasta que penetra en el suelo. La nivelación se hace con pendiente cero.
La separación de los compartimientos se hace por medio de diques o bordos, de unos 50 cm. de altura, sobrepasando en 20 cm. el
nivel de la lámina de agua.
El agua se lleva a los compartimentos por medio de acequias provistas de compuerta de salida.