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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICO ADMINISTRATIVAS


CAMPUS AMAXAC

PROGRAMA EDUCATIVO:

NEGOCIOS INTERNACIONALES

UNIDAD DE APRENDIZAJE:

ATRACCIÓN DE INVERSIÓN EXTRANJERA

DOCENTE:

DR. ROSELIO LIMA VÁZQUEZ

ESTUDIANTES:

SÁNCHEZ MONTOYA VÍCTOR ALFONSO

GRADO Y GRUPO:

7°C

ACTIVIDAD INTEGRADORA:

UNIDAD 1
Índice
Unidad 1 ................................................................................................................. 3

1.1 Conceptualización de la IED ................................................................... 3

1.2 Antecedentes de la IED............................................................................ 3

1.3 Impacto de la IED en las economías nacionales ................................... 5

1.4 Configuración de la IED en el mundo ..................................................... 7

1.5 Tendencias de la IED en el mundo ......................................................... 8

1.6 Estrategias de empresas transnacionales latinoamericanas ............. 10

REFERENCIAS..................................................................................................... 13
Unidad 1
1.1 Conceptualización de la IED
La Inversión Extranjera Directa (IED) es aquella que tiene como propósito crear un
vínculo duradero con fines económicos y empresariales de largo plazo, por parte de
un inversionista extranjero en el país receptor. Este tipo de inversión permite
aumentar la generación de empleo, incrementar el desarrollo y la captación de
divisas, estimular la competencia, incentivar la transferencia de nuevas tecnologías
e impulsar las exportaciones.

Se considera IED:

• La participación de inversionistas extranjeros en el capital social de empresas


mexicanas.
• La participación de inversionistas extranjeros en las actividades y actos
contemplados por la Ley. (Gobierno de México, 2016).

Otra definición, según Vallejo-Almeida G. (2017), la Inversión Extranjera Directa


(IED) es el medio por el cual los agentes económicos pueden llegar a introducirse
en las lógicas del comercio internacional actual, principalmente porque traspasan
fronteras, son un medio de integración global y reactivan la participación de
inversores y países con posibilidad de desarrollo.

Entonces, la Inversión Extranjera Directa (IED) se define como una operación que
involucra una relación de largo plazo en la cual una persona física o jurídica
residente de una economía (inversor directo) tiene el objetivo de obtener una
participación duradera en una empresa o entidad residente de otra economía.
(CEPAL, 2021).

1.2 Antecedentes de la IED


El crecimiento de la IED durante el siglo XX ha sido exponencial, sobre todo tras la
crisis energética y financiera de los años setenta. La apertura de las fronteras al
comercio y a las transacciones financieras, junto con la creciente financiación de la
economía mundial, provocan una expansión tal que en 2007 la IED había alcanzado
un valor equivalente a 137 veces el de 1970. En el panorama de crisis económica y
financiera actual, sin embargo, la IED mundial ha sufrido una cierta contracción, que
fue especialmente marcada en 2009, año en el que las salidas globales de inversión
hacia otros países se redujeron alrededor de un 43%. Pero experimenta una ligera
recuperación a partir de 2010, y en 2011 la IED ya crece un 17% con respecto a
2010, si bien no está clara cuál será su evolución en próximos ejercicios.

Tradicionalmente, los flujos de IED han sido emitidos y recibidos por economías
situadas en el Norte global. En el año 2000, en estos países se originó cerca del
90% de la IED mundial y recibieron el 70% de la misma. Sin embargo, la crisis
económica y financiera que se inició en 2007 ha marcado una nueva tendencia en
las corrientes de IED, con un aumento importante de la cuota de participación de
las economías periféricas, como emisores y también como receptores mundiales de
IED. Concretamente, los países de América Latina y Caribe realizaron inversiones
en el extranjero en 2010 por valor de 43.000 millones de dólares, un récord histórico
para la región, lo que demuestra el creciente poder de las empresas translatinas. A
su vez, la llegada de IED a la región muestra una tendencia de marcado crecimiento,
así en 2010 aumentó un 40% con respecto al año anterior y en el año 2011 lo hizo
en un 31% más. En lo que se refiere a la participación por sectores productivos en
la IED, en la década de los ochenta y noventa predominó la inversión en el sector
servicios.

Actualmente, si bien continúan produciéndose importantes fusiones y adquisiciones


en el ámbito de los servicios, se comprueba una tendencia al alza en la inversión en
la explotación de recursos naturales, principalmente en la región sudamericana,
donde este rubro supuso el 43% del total de la entrada de IED en 2010 y el 57% en
2011, excluido Brasil. Se trata de inversiones en la explotación de materias primas
para la exportación, fundamentalmente minería metálica, hidrocarburos y alimentos,
impulsada por los altos precios de estas commodities en el mercado internacional.
(Garay A, 2012).

Sin embargo, según los autores Bohrisch A., y Wolfgang K. (s. f.), la historia de las
inversiones extranjeras en México comienza en 1876, cuando Porfirio Díaz asume
la Presidencia después de una época de inestabilidad política y económica durante
la cual había afluido al país, en forma limitada, capital predominantemente europeo.
La posición del inversionista extranjero en la época de Díaz se diferenciaba de la de
los períodos anteriores en que el capital extranjero era colocado conscientemente
al servicio de la política económica, y debía rendir un aporte decisivo al crecimiento
económico del país. Esta política, fomentada por una serie de preferencias, tuvo
como resultado un incremento rápido de la importación de capitales. Las inversiones
norteamericanas se elevaron de 1897 a 1911 de Dls. 200 millones a 1 100 millones,
las británicas de cerca de Dls. 164 millones en 1880 a más de 300 millones en 1911,
y las francesas, en el período de 1902 a 1911, de Dls. 100 a 400 millones.

1.3 Impacto de la IED en las economías nacionales


Existe amplia literatura sobre los efectos de la IED en variables como el empleo,
innovación, remuneraciones y crecimiento económico, con resultados variados y
muchas veces contradictorios. Así, los impactos positivos que la IED puede tener
no son exógenos, sino que condicionales a ciertos contextos de base locales, por
ejemplo, el nivel de desarrollo del país receptor, el destino de la inversión etc. Por
ejemplo, la literatura apuntaría a que la IED puede generar un aumento directo en
el stock de capital de la economía receptora, incidiendo positivamente sobre el
crecimiento y generación de empleo cuando se trata de inversiones Green Field o
de ampliaciones de capacidad, pero el impacto es menos claro en el caso de las
inversiones vía fusiones y adquisiciones. Así también, se ha visto que, aunque las
EMN generalmente son más productivas y tecnológicas que las empresas locales,
la IED que ingresa a mercados poco exigentes, protegidos o con bajo nivel de
competencia, no implicaría necesariamente el uso de las más modernas tecnologías
disponibles de la empresa matriz. Existe evidencia de que la IED destinada al sector
manufactura tiende a tener un efecto positivo en el crecimiento, mientras que la IED
en el sector primario tiende a tener uno negativo, y de que en países en vías de
desarrollo la IED no parecería anteceder al crecimiento económico. Por otro lado, la
IED podría afectar negativamente a la economía doméstica generando un efecto
crowding out de la inversión, reduciendo la oferta del capital humano avanzado
disponible para el resto de las firmas, y generando efectos contradictorios en los
derechos laborales10 o en la protección del medio ambiente.
La verdad es que analizar los impactos de la IED en las economías receptoras no
es trivial, y la evidencia empírica no es concluyente. Si bien las diferencias
metodológicas (fuentes de datos, períodos, tipos de inversión y países receptores
diversos) pueden explicar parte de la variabilidad encontrada, no es posible
descartar que refleje diferencias reales en los impactos de la IED según los
diferentes períodos y países analizados, y de las distintas estrategias de IED
llevadas a cabo por los inversores extranjeros. Así y todo, existe un relativo
consenso en que la promoción de la IED es deseable por parte de los gobiernos,
pero debe ser conciliada con un resguardo de un bienestar mayor, que priorice la
inversión hacia sectores estratégicos y hacia aquellos en donde existen fallas de
mercado que producen un sub-financiamiento, por ejemplo, en infraestructura de
alto costo como carreteras y telecomunicaciones. El efecto real de la IED en los
países y la materialización de los spillovers positivos dependerá en última medida
del tipo de estrategia que sigan las empresas multinacionales, la estructura de los
mercados, de la infraestructura física y tecnológica del país receptor, de las políticas
públicas para maximizar los beneficios, del contexto (macroeconómico, institucional
y regulatorio) en que operen las firmas nacionales y extranjeras, la dotación de
capital humano, el nivel de desarrollo financiero de los países receptores y el destino
de la inversión. (Cardemil M., 2021).

Según La Inversión Extranjera se ha consolidado como una fuente complementaria


de recursos para financiar el crecimiento económico de nuestro país. Además, la
inversión extranjera representa una fuente de generación de empleo y transferencia
de tecnología. México es el segundo receptor de inversión de extranjera directa en
América Latina, recibiendo en promedio 18 mil millones de dólares al año. Uno de
los objetivos del Gobierno de México es mantener al país como uno de los
principales destinos de las inversiones extranjeras en beneficio del sector productivo
de todos los estados y municipios. (Gobierno de México, s. f.).

En las últimas décadas se ha instalado en diferentes ámbitos de toma de decisiones


la convicción de que la IED es un motor del desarrollo de las economías receptoras,
ya que representa un aporte significativo para la modernización, el incremento de la
producción y, en consecuencia, la creación de puestos de trabajo. De acuerdo con
esta visión —que destaca la función de la IED como complemento del ahorro interno
y fuente de nuevos aportes de capital— atraer inversión extranjera directa ha sido
un instrumento clave de la estrategia de desarrollo de muchos países, en ocasiones,
incluso, priorizando la magnitud de la inversión que ingresa a las economías locales
frente al tipo de inversión recibida. (CEPAL, 2013).

Uno de los aspectos que determinan el efecto que tiene la IED sobre el empleo en
los países receptores es la modalidad de acceso a los tejidos productivos locales.
La incorporación de capital extranjero se produce a través de:

i) Inversiones en bienes de capital orientadas a ampliar la capacidad


productiva, tales como la creación de nuevas plantas.
ii) Cambios de propiedad de activos existentes, mediante procesos de
privatizaciones de empresas públicas o de adquisiciones transfronterizas
de firmas de capital nacional. (CEPAL, 2013).

Por lo tanto, concluimos que según Martin K. (2018), la IED ha sido fundamental
para facilitar el crecimiento y la transformación económica en los países en
desarrollo, incluidos los de la OECO, que han atraído grandes flujos de inversión en
las tres últimas décadas. De hecho, la IED ha pasado a ser la principal fuente de
financiación externa para las economías en desarrollo; es un vehículo esencial para
la transferencia de tecnología de los países desarrollados a los países en desarrollo,
estimula la inversión de capital local y facilita las mejoras de la dotación de capital
humano y las instituciones de los países receptores.

1.4 Configuración de la IED en el mundo


Según CEPAL (2015), la inversión extranjera directa (IED) ha adquirido en los
últimos años una importancia creciente para América Latina y el Caribe. Los flujos
recibidos por la región han pasado de 6% del total mundial en 2007 a 13% en 2014.
Al mismo tiempo se han incrementado la presencia y las operaciones de las
empresas transnacionales latinoamericanas y caribeñas (translatinas). Si bien estas
proceden tradicionalmente de pocos países, en los últimos años ha habido un
proceso incipiente en el cual más empresas de la región han empezado a operar
fuera de su país.

La IED puede tomar la forma de inversiones Green Field (proyectos desde cero),
fusiones y adquisiciones (FyA), ampliación de capital para la expansión de
operaciones comerciales e inversión para reestructuración financiera y es un tipo de
inversión que se considera menos volátil que otro tipo de inversiones, por ejemplo,
la inversión de cartera, creando relaciones de largo plazo entre países. Si bien la
IED puede ser realizada por individuos, en su mayor parte se materializa a través
de empresas multinacionales (EMN) las cuales poseen una casa matriz en su país
de origen y filiales localizadas en otros países. Los inversionistas extranjeros tienen
como objetivo maximizar el retorno de su inversión en el mediano-largo plazo, por
lo que las garantías que les puedan ofrecer los Estados receptores […]. (Cardemil
M., 2021).

1.5 Tendencias de la IED en el mundo


La IED ha mostrado un particular dinamismo, en 2015 los flujos mundiales de IED
aumentaron 36%, llegando a un monto estimado en 1,73 billones de dólares, su
nivel más alto desde 2007. Detrás de estos resultados se encuentra una intensa ola
de fusiones y adquisiciones transfronterizas, focalizadas en los países desarrollados
(PD), especialmente en los EE.UU. y en la UE: pasaron de 432 mil millones de
dólares en 2014 a 721 mil millones en 2015.

En el periodo reciente, los países en desarrollo (PED) fueron progresivamente


incrementando su importancia como receptores de IED, llegando a su máximo en
2014 con el 55%; sin embargo, en 2015 los PD volvieron a recibir más de la mitad
de las inversiones. Mientras que la IED en los PED creció 5,3% en los PD lo hizo en
90%.

Entre los 10 países que más inversión han recibido se cuentan los tres PED más
grandes, dos ciudades-puerto, y cinco PD. En algunos países, como Irlanda y
Países Bajos, el importante flujo de inversiones se debe a al atractivo de sus
respectivas políticas tributarias. De los 10 países desde donde se originaron las
principales inversiones, hay ocho que son PD, encabezados por los EE.UU., un PED
(China) y una ciudad-puerto.

Asia en desarrollo continúa siendo la principal región receptora de IED, superando


a la UE y América del Norte. América Latina (AL) registró su peor desempeño desde
2010 y recibió alrededor del 10% del total de la IED.

El análisis por sector muestra que se mantienen las tendencias mundiales de los
últimos años: la IED en servicios representó el 64% del total, en la industria el 27%
y en recursos naturales el 7%; esta distribución se observa tanto en los PD como
en los PED, habiendo dos excepciones: África y AL. En esta última región los
servicios representaron el 42%, la industria el 31% y los recursos naturales el 22%,
entendible por la riqueza y explotación de las materias primas.

Desde otra óptica, se observa que, tanto en los PD como en los PED, los fondos
invertidos se originan por partes iguales en la reinversión de utilidades y en el aporte
de nuevo capital, siendo los préstamos una fracción muy menor (no más de 4%).

La tasa de rentabilidad en la última década osciló entre el 6% y 7% del capital


invertido. En 2015, bajo a 6%.

La Inversión Externa Directa en América Latina


La IED en AL durante 2015 fue de 179.100 millones de dólares, 9,1% menos en
relación a 2014, año en el que también se había registrado una caída. En relación
al tamaño de la economía regional, la IED recibida alcanzó un 3,7% del PIB. Sin
embargo, hay grandes diferencias entre los países.

La disminución se debe a la reversión del ciclo favorable de las materias primas y


la desaceleración económica, en particular la caída de Brasil (la IED se redujo en
23%), a pesar de lo cual sigue siendo el principal receptor. También hubo
reducciones en los países con importantes recursos mineros. Después de Brasil,
los que recibieron más IED fueron México, Chile, Colombia y Argentina. (UNSAM,
2017).

1.6 Estrategias de empresas transnacionales latinoamericanas


Las empresas transnacionales juegan un papel importante en las exportaciones de
la región y en la producción de los bienes de consumo duraderos avanzados, sin
embargo, su contribución a la generación de empleo no parece ser significativa y no
hay indicios muy claros de un aporte relevante a la creación de nuevos sectores o
de actividades de alto contenido tecnológico en la gran mayoría de los países.
(CEPAL, 2015).

Tan solo 2% de las 500 mayores empresas del mundo listadas en la revista Fortune
son latinoamericanas. A pesar de este rezago de la región, hay empresas
latinoamericanas que se han transformado en los últimos años, convirtiéndose en
serios competidores globales llamados a engrosar la lista de Fortune. Han creado
sus propias cadenas de suministro, han mejorado sus capacidades técnicas y sus
estándares calidad, y en algunos casos han adquirido incluso empresas y marcas
de economías desarrolladas.
Entre las estrategias de descomoditización de las empresas analizadas destacan
tres muy relevantes para los países emergentes, aunque requieren su adaptación a
las condiciones particulares de cada país e industria, y a su propia idiosincrasia.
1. Innovación tropicalizada:

Generación de innovaciones propias, especialmente diseñadas para los mercados


emergentes, que se caracterizan por: el bajo nivel de ingresos de los consumidores
y el bajo nivel de infraestructuras disponibles en estos países. Son estrategias que
se adaptan a otras economías emergentes e incluso pueden tener éxito en
economías desarrolladas (la llamada innovación inversa). La innovación
tropicalizada toma dos formas:
• Innovaciones de producto: Consiguen un mejor equilibrio entre los costos
de producción y el precio a través de la reducción de atributos que no valoran
tanto los consumidores, pero sin sacrificar su funcionalidad o cualidades. No
se trata de la versión de baja calidad del producto que se vende en los países
desarrollados, sino de tomar en cuenta las necesidades reales de los
consumidores de los mercados emergentes para crear algo nuevo.
• Marcas locales: Los consumidores tienden a preferir las marcas globales,
las cuales asocian con atributos como calidad y seguridad, sin embargo, las
empresas de países emergentes pueden construir marcas reputadas y
confiables que alcanzan repercusión en los consumidores locales gracias a
su amplio conocimiento del mercado local. (Montoya M., 2018).
2. Eficiencia global

Cuando las compañías de mercados emergentes se enfocan en mejorar sus


procesos productivos y de decisión, en lugar de confiar solamente en los bajos
costos laborales o en la disponibilidad de materias primas, pueden lograr niveles de
eficiencia superiores a los de sus contrapartes de países desarrollados.
Las economías de escala que han logrado estas firmas como resultado de su
domino en sus mercados de origen facilitan la eficiencia global. Muchas se enfocan
en conseguir certificaciones de calidad para demostrar su capacidad de producir
mejores productos o su superioridad como proveedores. (Montoya M., 2018).
3. Control coordinado:

Por último, el control coordinado es la capacidad que tienen los directivos


de controlar la cadena de valor y asegurar que sus decisiones son integradas e
implementadas rápidamente. A medida que las empresas de mercados emergentes
modernizan sus procesos, con inversión en I+D (investigación y desarrollo),
tecnología, marketing y gestión de marca, van reduciendo su dependencia de
proveedores y distribuidores poco confiables y van sofisticando sus herramientas
de control. El control y monitoreo de la cadena de valor se hace más necesario en
los países emergentes dado el débil contexto en cuanto al cumplimiento de
contratos. Este control también les permite identificar nuevas formas de innovar y
servir mejor a los consumidores, lo cual refuerza la innovación tropicalizada y la
eficiencia global. (Montoya M., 2018).
REFERENCIAS
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