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Benedicto XVI, Rezar Es de Vida o Muerte
Benedicto XVI, Rezar Es de Vida o Muerte
distorsionado eco a las palabras del Papa que, en su encuentro con los sacerdotes de Roma el
22 de febrero, día de la Cátedra de San Pedro, dijo en su conversación espontánea: «Los
evangelios dicen [sobre Jesús]: de día trabajaba, de noche estaba en el monte con el Padre y
rezaba. Yo tengo que confesar mi debilidad, pues de noche no puedo rezar, querría dormir por
la noche. Sin embargo --añadió el Papa-- es necesario realmente ofrecer algo del tiempo libre
al Señor». Que le cueste rezar en algunos momentos no significa que no lo haga: de hecho, la
para «oración» recurre constantemente en su enseñanza. Simplemente, con la humildad propia
de los hombres de Dios, no se avergüenza de manifestar su debilidad para que se ponga de
manifiesto el poder de Dios.
Benedicto XVI: La lección de la transfiguración de Jesús
La oración, «cuestión de vida o muerte», afirma en el Ángelus
En la narración de san Lucas hay otro detalle que es digno de ser subrayado: indica el objeto
de la conversación de Jesús con Moisés y Elías, aparecidos junto a Él transfigurado. Éstos,
narra el evangelista, «hablaban de su partida (en griego «éxodos»), que iba a cumplir en
Jerusalén» (9, 31).
Por tanto, Jesús escucha la Ley y los profetas que le hablan de su muerte y resurrección. En su
diálogo íntimo con el Padre, no se sale de la historia, no huye de la misión para la que vino al
mundo, a pesar de que sabe que para llegar a la gloria tendrá que pasar a través de la Cruz. Es
más, Cristo entra más profundamente en esta misión, adhiriendo con todo su ser a la voluntad
del Padre, y nos demuestra que la verdadera oración consiste precisamente en unir nuestra
voluntad con la de Dios.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Tras rezar el Ángelus, el Papa saludó a los
peregrinos en varios idiomas. Estas fueron sus palabras en español:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de las
parroquias Santa Cruz, Santa Eulalia y San Agustín, de la diócesis de Ibiza; Sagrada Familia,
Santo Antonio Maria Claret y San José, de Sevilla; San Isidoro Obispo, San Antonio de Padua,
San Pedro Apóstol y San Francisco de Borja, de Valencia. En este domingo de cuaresma, en
que contemplamos a Jesús transfigurado en el monte Tabor, pidamos a la Virgen María que
nos ayude a transformarnos, a través de un camino de conversión, en verdadera imagen de
Cristo. ¡Feliz domingo!