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producción
teatral I
Técnicas de gestión y producción aplicadas
a proyectos alternativos
de Gustavo Schraier
> 3.1. analizar
Toda preproducción debiera contar con una etapa inicial en la que se analicen –
primero de forma aproximada, luego más exhaustivamente- aspectos referidos a la
génesis del proyecto.
En esta primera instancia se deberán poder responder del modo más claro y preciso
posible una serie de preguntas. Estas serían:
Responder honestamente qué proyecto se quiere hacer en esta instancia (su punto de
partida, su génesis, su puntapié inicial) les evitará, se los aseguro, disgustos a futuro. Ya
se sabe: “quien mal comienza, mal acaba”...
Dejarse llevar por propuestas con las que no estamos muy convencidos, más allá de
todas las subjetividades que se ponen en juego al momento de decidir qué proyecto
hacer o en cuál participar, conducirá indefectiblemente como acota Pérez Martín -con
quien concuerdo- “...a la frustración personal, pues empleamos en ellos unas energías de las que no
obtenemos ningún resultado.” 42
No voy a expresar aquí las variadas formas que tienen los colectivos teatrales para
tomar esta decisión. Habrá quienes lo dejarán en manos del director (señalamos que es
lo habitual), algunos que lo decidirán de forma conjunta y otros que lo harán por
sorteo, de manera azarosa, de entre todas las propuestas posibles. Tampoco ahondaré
en las características o en el tipo de proyectos que aquellos seleccionan. Habrá
42Pérez Martín, Miguel Ángel, “Gestión de proyectos escénicos”, Ñaque Editora, Ciudad Real,
España, 2002, Pág. 61
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2. ¿Por qué?
Responder a este segundo interrogante ayudará a precisar los motivos que incitarán a
desarrollar un proyecto y no otro. Siempre existirá un “por qué” para llevarlo a cabo, la
dificultad en ciertos colectivos teatrales reside justamente en ignorarlo o no poder
desentrañarlo.
No existen proyectos sin motivos. Es como pretender que un automóvil último
modelo funcione sin nafta. El motivo es el combustible que impulsa a hacer algo
determinado. Sin este, el proyecto rara vez avanzará o lo hará muy deficientemente.
Pero claro que no hay un solo “por qué”. Obviamente, lo que motiva a unos puede no
hacerlo con el resto, muy pocas veces sucede. Lo fundamental es poder reconocer lo
más honestamente posible cuál es el motivo. En definitiva, se trata de poder evaluar
individualmente qué es aquello que nos mueve a formar parte de un determinado
proceso colectivo.
43 Se verifica que la mayoría de los espectáculos de la escena alternativa se originan en textos dramáticos
preexistentes (Fuentes Carteleras de Espectáculos de los diarios Clarín y La Nación, semana del
28/10/05 al 3/11/05).
44 Marisa de León. Espectáculos escénicos. Producción y difusión., CONACULTA, Dirección General
b) Por las Personas que participarán, por sus cualidades artísticas o creativas, por la
valía del director, de un intérprete o de un equipo de trabajo involucrado en el
proyecto, por afinidad de algún tipo o por empatía con los integrantes del colectivo,
etc.
Los motivos expresados en los puntos a) y b) suelen ser los más recurrentes entre la
gente de teatro a la hora de comprometerse con una propuesta alternativa.
d) Por la Parte, esto es por lo que suele llamarse el rol o papel (tipo de personaje,
nivel de protagonismo, escenas en las que interviene, etc.). Con respecto al resto de los
participantes de un colectivo teatral que no desempeñan la función de intérprete, la
parte se refiere a la ocupación o función.
Abro aquí un paréntesis para introducir otra visión de los motivos que me parece
pertinente. Según Philip Kotler estos son “necesidades lo suficientemente apremiantes para
incitar a la persona a buscar la satisfacción de esas necesidades...” y agrega que “Las necesidades
humanas son abundantes y complejas. Incluyen (...) necesidades sociales de pertenencia, influencia y
afecto; y necesidades individuales de conocimiento y expresión de sí mismo (...) constituyen una parte
fundamental de la naturaleza humana…”48. Entonces sería lícito preguntarse, en este
momento, si formar parte de un determinado proceso grupal satisface o no alguna de
nuestras necesidades, intereses y prioridades. Si se logra comprender esto, se podrán
alcanzar mejores resultados.
47 Netto Carreira, André Luiz Antunes, “Prácticas de Producción Teatral en Santa Catarina”,
Centro de Artes Universidade do Estado de Santa Catarina, 2002, Santa Catarina, Brasil, Pág. 19-23.
48 Kotler, Philip, “Principles of Marketing”, Edición en ingles Prentice –Hall Inc, Gran Bretaña, 1985,
Gráfico Nº 4
Los objetivos, pueden ser individuales o comunes. Obviamente, todas las personas
tienen los primeros y todas las organizaciones los segundos.
Los colectivos teatrales no deberían ser una excepción, sin embargo a la mayoría de
sus integrantes les suele resultar extremadamente complicado formularlos con
precisión y muy dificultoso distinguir los primeros de los segundos, lo que lleva con
frecuencia a que demasiados proyectos, penosamente, no tengan un rumbo
determinado.
Los objetivos comunes suelen confundirse en muchos colectivos teatrales (las
diferencias son sutiles) con el efecto que esperan conseguir: el éxito, el
reconocimiento del público y de la crítica, los premios, la fama, etc., todas
consecuencias imposibles de medir y de alcanzar premeditadamente.
Estos efectos sólo se pueden lograr de manera aleatoria por más que reunamos en un
espectáculo un conjunto de factores ideales.
Cuántos espectáculos maravillosos hemos visto (realizados con las mejores
intenciones) que duraron en cartel lo que un parpadeo y cuántos otros, lamentables y
espurios que trascendieron los pronósticos más auspiciosos... son las reglas del juego
de las artes escénicas, un juego en el que hay mucho de azar.
Los objetivos comunes son los logros a los que una organización (la cooperativa
teatral, en nuestro caso) debe apuntar todas sus acciones colectivas.
Por lo tanto será importante, en primer lugar, poder diferenciarlos de los objetivos
individuales; en segundo, comprender que en todos los proyectos, estos últimos
deben estar supeditados siempre a los objetivos comunes. Si los logros personales se
anteponen a los otros o si los primeros se encontraran enfrentados entre sí en una
misma agrupación, es posible que el proyecto se frustre.
43
Finalmente, describiré una serie de condiciones que deben reunir tanto las metas
como los objetivos con el fin de brindarle a las cooperativas un modo sencillo y
práctico de identificación para que puedan establecerlos de la mejor manera posible en
sus futuros proyectos.
Las metas y objetivos deben ser:
a) Precisos o Específicos. Cuanto más se los particularice, mejor podremos
enfocar nuestros esfuerzos. Aunque pueda ser suficiente para algunos colectivos
teatrales plantearse simplemente como objetivo, por ejemplo, producir un espectáculo
determinado para presentarlo en un teatro 51(cada uno tiene sus particularidades), será
mejor para otros ser un poco más específicos, precisando qué se quiere lograr con
este: si obtener algún tipo de beneficio artístico, económico, etc. –esto es lo usual-,
c) Viables. Tanto las metas como los objetivos de un proyecto deben ser factibles
de lograr. En otras palabras, deben ser realizables o verificables.
f) Congruentes. Tanto las metas como los objetivos deben respetar una lógica. En
todo proyecto, unos y otros deben estar coherentemente relacionadas entre si. Una
forma de considerar este factor es plantearse en primer lugar, cuáles son nuestras
metas y en segundo, si tales metas contribuyen al logro de los objetivos del proyecto.
g) Controlables. Las metas y los objetivos deben servirnos para definir lo que
pretendemos que suceda y en qué tiempo, y por consiguiente permitirnos su control
(factores fundamentales de la planificación). Por tal motivo, como explicamos
anteriormente, el éxito, la fama o el reconocimiento no son ni metas ni objetivos -tal
vez si deseos- ya que por más que se los intente alcanzar, resultará imposible
determinar deliberadamente los tiempos en que esto pueda llegar a ocurrir (si alguna
vez ocurre) y por consiguiente medir los avances logrados.