Está en la página 1de 9

LUGAR Y FECHA: Caracas 06 de Junio de 2011

TEXTO: Primera Epístola a los Tesalonicenses cap. 4:1,18

TEMA: La vida que agrada a Dios

OBJETIVO: Mostrar cual es la clase de vida que Dios desea que vivan quienes
creen en él.

INTRODUCCIÓN:

Mientras preparaba el sermón que estoy por comenzar a compartir con


ustedes, buscando algunas cosas de interés, me encontré con el fragmento de un
libro escrito por un autor llamado Dale Carnegie. No es un libro reciente, fue
publicado en 1936, pero trata un tema que generaba interés en aquella época y
que hoy sigue siendo tremendamente actual. El nombre del libro es de por si una
declaración de su intención: “Cómo Ganar Amigos e Influir en la Gente”.
Lógicamente la promesa implícita es, que luego de leer esta serie de consejos
prácticos, el lector estará en la capacidad de convertirse en una persona muy
popular e influyente, y obviamente ¿quién no quiere serlo? Por lo tanto, en una
época en la cual este tipo de literatura no abundaba en las librerías tanto como
ahora, el éxito fue inmediato, se convirtió en uno de los mejor vendidos de la
década de los treinta, y aún hoy sigue siendo popular, ha vendido ya más de
15.000.000 de copias.

El fragmento del libro, al cual me refería, es uno donde Dale Carnegie


menciona seis reglas para agradar a la gente. Estas son:

1.-Interésese sinceramente por los demás.

2.-Sonría.
3.-Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e
importante en cualquier idioma

4.-Sea un buen oyente. Anime a los demás a que hablen de sí mismos.

5.-Hable siempre de lo que le interesa a los demás.

6.-Haga que la otra persona se sienta importante y hágalo sinceramente.

Agradar a otras personas es fundamental para relaciones sociales


exitosas. Si deseamos tener amigos, debemos hacer cosas que les sean
agradables para ganar su amistad, si queremos conquistar a la mujer de nuestra
vida tenemos que ser ingeniosos para agradarla, si en nuestro trabajo no
agradamos a nuestros jefes muy probablemente vamos a engrosar la lista de los
desempleados, y así sucede con prácticamente todas las relaciones.
Probablemente no nos demos cuenta, pero cuando buscamos agradar a las
personas, siempre existe la motivación de alcanzar algo que deseamos, algo que
es conveniente para nosotros. Por eso el libro de Carnegie es tan exitoso, porque
nos enseña como agradar a la gente con dos objetivos, ganar su amistad y ser
influyentes.

Yo creo que cuando hablamos de nuestra relación con El Señor, es difícil


evitar pensar y actuar en los mismos términos. Porque, si hay alguien de quien
quisiéramos ganarnos el favor definitivamente sería Dios, así como Carnegie
propone seis reglas para agradar a las personas nos gustaría saber de seis reglas
para agradar a Dios, y es por eso que la historia humana está llena de intentos
por crear sistemas religiosos, rituales y otras maneras de agradarle, pero la Biblia
es clara en algo, no hay manera en que nuestra conducta pueda hacernos ganar
el favor de Dios, es solo a través de la fe en el Señor Jesucristo, quien pagó por
nuestros pecados muriendo en la cruz, que recibimos el perdón y se hace
entonces posible una relación con El Padre. Y otra cosa también es muy clara, y
es que ciertamente si existe un tipo de vida que a Dios le agrada, pero para
nosotros es imposible vivirla, solo la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones
lo hace posible. Antes de Cristo, pecábamos deliberadamente porque queríamos
hacerlo, pero también porque no podíamos dejar de hacerlo. En cambio ahora si
tenemos opción, porque Cristo vive en nosotros podemos ser diferentes. Y es por
eso que hoy me gustaría hablarles de ese tipo de vida que a Dios le agrada, esa
vida que ahora, por el poder del Espíritu Santo, tenemos la posibilidad de vivir
para honrar a nuestro Dios.

Y lo primero que podemos ver en el pasaje, es que el tipo de vida que a


Dios le agrada es:

1.-Una vida de santidad: dice el pasaje que la voluntad de Dios es nuestra


santificación, y con respecto a la palabra “santificación” hay dos cosas que
debemos entender. Primero, ser santificados significa ser separados para Dios. Es
decir, al momento de recibir el perdón de nuestros pecados por medio del
arrepentimiento y de la fe en El Señor Jesucristo, somos separados del mundo y
pasamos a formar parte de la familia de Dios. Como dice la palabra pasamos de
muerte a vida, de las tinieblas a su luz admirable.

Por otra parte, santificación es también el resultado de lo anterior en la


vida del creyente, una vez que somos separados para Dios, tenemos su Espíritu
Santo, y comienza un proceso de transformación, un proceso de limpieza, en el
cual vamos abandonando paulatinamente la vieja manera de vivir para comenzar
a ser imitadores de Cristo, practicando una vida de obediencia a Dios, una vida de
santidad.

Ahora bien, la santidad tiene varios aspectos, pero en este pasaje se


enfatiza uno en particular, que es el de la pureza sexual. Y la razón de esto es,
porque los tesalonicenses venían de un trasfondo pagano. Debemos recordar que
todos tenemos un pasado, un antes de Cristo, y aun hoy seguimos luchando con
cosas de ese pasado. Así seguramente les sucedía a los hermanos
tesalonicenses. En las religiones paganas no se demandaba pureza sexual a
quienes las practicaban, de hecho los mismos dioses a los que adoraban eran
sumamente inmorales. Existían muchas veces en algunas de estas religiones lo
que se conoce como prostitución sagrada, mujeres sacerdotisas que estaban en
los templos para prostituirse con los hombres que acudieran, como parte de sus
rituales. Así que, viviendo en ese ambiente, siempre existía la tentación de volver
a las costumbres antiguas. Por eso no solo en este pasaje, sino en varios pasajes
del Nuevo Testamento se hace alusión a este pecado.

Pero, ¿será que las cosas han cambiado demasiado desde entonces?
Probablemente ya no es común la prostitución sagrada, pero vivimos en tiempos
en los cuales hay mucha inmoralidad. El sexo es como un dios al cual la gente
adora y se regodea en él. Estamos bombardeados constantemente por publicidad
que nos hace creer que el libertinaje es bueno, y que la moralidad en asuntos
sexuales es cosa arcaica. Hoy, la manera de evitar enfermedades no es guardarse
para el matrimonio, sino usar preservativo. Lo que se llama planificación familiar,
el uso de métodos anticonceptivos, no es cosa de familias constituidas, sino una
solución para que muchos puedan tener una vida de desenfreno con cuantas
personas quieran sin temer consecuencias y evadir responsabilidades, es decir
para evitar los hijos fuera del matrimonio, no esperes a estar casado sino usa
estos métodos. Así que hoy en día la inmoralidad sexual sigue siendo una de las
trampas favoritas del enemigo para tentar al cristiano a volver a sus viejas
prácticas de pecado.

Dios quiere que seamos santos porque él es santo. Y vivir una vida de
santidad, una vida de pureza, nos va a mantener en una relación saludable y
estrecha con Dios. Si no hay santidad, no esperemos participar demasiado en los
planes de él, porque claramente dice el pasaje que Dios no nos llamó a impureza
sino a santidad, y que si rechazamos esta instrucción no estamos rechazando a
hombres, no estamos rechazando a un pastor, un padre, un hermano, sino a Dios
mismo quien nos da el Espíritu Santo. Practicando una vida de santidad,
mostramos nuestro amor y agradecimiento a Dios, pero también mostramos
nuestro amor al prójimo, porque vivir en santidad tiene siempre como resultado,
afectar positivamente a quienes nos rodean, lo cual nos lleva al segundo aspecto
de la vida que a Dios le agrada, que es precisamente:

2.-Una vida de amor: así como Dios ha mostrado gran amor por nosotros,
su deseo es que también mostremos ese amor. Si hay algo que caracteriza a los
hijos de Dios, es el amor al prójimo, sin embargo, cuando hablamos de amor a
veces pareciera estar tocándose un asunto un poco abstracto, huidizo. Es muy
fácil decir que amamos a alguien, porque sentimos algún tipo de afecto o porque
nos cae bien, pero el amor tiene que ser sin duda algo más profundo.

Recuerdo hace ya algunos años, cuando era estudiante de bachillerato y


estaba en mis años de rebeldía, solía hacer muchas cosas de las cuales hoy me
arrepiento y que herían tremendamente a mi madre. En ocasiones cuando la veía
agobiada, triste, sentía el peso de mi conciencia recriminándome y entonces para
consolarla a ella y sentirme un poco mejor conmigo mismo, le pedía perdón y le
decía que la amaba. Pero ella me preguntaba siempre lo mismo, si me amas, ¿por
qué no me lo demuestras? Un dicho popular dice: “Obras son amores y no buenas
razones” y esto es realmente cierto, el amor solo puede conocerse a base de las
acciones que provoca. Dios nos ama, y ese amor se evidencia con toda claridad
en que él dio a su Hijo por nosotros, del mismo modo, nuestro amor verdadero
queda de manifiesto en las buenas obras que hacemos por los demás sin pensar
en nuestro beneficio. El amor es como el sol, y las acciones son el resplandor.

En el pasaje, el apóstol Pablo les dice a los tesalonicenses: “Yo sé que


ustedes se aman, pero les animamos a que se amen aún más” lo cual es un modo
de decir: hagan todavía más los unos por los otros, ayúdense más, llévense las
cargas, practiquen aún más el amor.

Sin embargo, al parecer en Tesalónica estaba sucediendo algo que podía


estar poniendo en entredicho el amor de algunos de los hermanos. Y es que la
iglesia según algunos comentaristas estaba compuesta en su mayoría por
personas de la clase obrera, que una vez que se hicieron cristianos,
entusiasmados por la posibilidad de una pronta segunda venida del Señor,
abandonaron su trabajo diario, lo cual trajo como consecuencia que tuvieran que
empezar a depender de la bondad de otros. Es probable que haya ocasiones en
las que necesitaremos ayuda, y por la gracia de Dios contaremos con hermanos
llenos de amor dispuestos a ofrecerla. La palabra del Señor nos exhorta a llevar
las cargas los unos de los otros, pero también nos enseña que hay más dicha en
dar que en recibir, así que un modo de demostrar amor, es trabajar con nuestras
manos para ayudar a otros a sobrellevar sus cargas, pero también para suplir
nuestras necesidades y no tener que depender de nadie, y además para dar
buen testimonio a aquellos que no conocen a Cristo. Vivir una vida de amor, lejos
de llevarnos a la flojera, debe llevarnos a la diligencia.

Ahora bien, si es cierto que algunos de los hermanos tesalonicenses


actuaron sin sabiduría al abandonar su trabajo diario, pero lo que no se les puede
criticar, era la expectativa que tenían de la venida del Señor, por el contrario es
algo que debemos rescatar, me atrevería a decir incluso, que es algo que hemos
perdido un poco con el paso del tiempo. No existe cristianismo sin esperanza, por
eso, el tercer aspecto que vemos en nuestro pasaje es que a Dios le agrada que
vivamos:

3.-Una vida de esperanza: vivir sin esperanza es vivir con tristeza, y es por
eso que muchas personas llenan sus agendas de múltiples actividades para no
tener que pensar demasiado en lo que depara el futuro, o en si vale la pena todo
lo que hacemos en esta vida. Sin esperanza, el trabajo, la familia, el dinero, los
proyectos y demás cosas que parecen tan importantes no son más que vanidad,
algo vacío, como bien lo vemos en el libro de Eclesiastés: vanidad de vanidades,
todo es vanidad.

En Cristo tenemos esperanza de vida eterna, de gloria junto con él si


perseveramos hasta el final. Vivir con esta esperanza es lo que muchas veces nos
da la fortaleza para soportar cualquier prueba, nos da fuerza para vivir la vida que
a Dios le agrada, porque ¿Qué sentido tendría ser cristiano si esta vida fuera todo
lo que tenemos? Lamentablemente en muchas iglesias hoy en día están en el
extremo opuesto a los tesalonicenses. Según lo que uno escucha de algunos
predicadores pareciera que esta vida si es todo lo que tenemos, y se ha trocado el
evangelio de esperanza, por un remedo de evangelio basado casi exclusivamente
en las bendiciones que se pueden recibir aquí y ahora. Si nuestros ojos no están
puestos en los tesoros del cielo, en la esperanza de vida eterna, va a ser
imposible agradar a Dios, porque irremediablemente, nuestro impulso natural va a
ser el de servir a las riquezas y a las cosas que son valiosas para el mundo.
De cualquier modo no quiero ser malinterpretado, yo soy testigo y de
seguro muchos de ustedes también, de que El Señor es generoso en proveer para
nuestras necesidades y aún más, pero sabemos también que nada de esto es el
fin. Nuestra esperanza no es lo que Dios puede darnos ahora, sino que un día: “El
Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con
trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el
aire. Y así estaremos con el Señor para siempre”. Esta es nuestra esperanza, y
con esto siempre presente le agrada a Dios que vivamos.

CONCLUSIÓN

Para concluir, me gustaría compartirles lo siguiente: tengo actualmente


cinco años de feliz matrimonio, y hace apenas seis meses Dios nos regaló a mi
esposa y a mí, o debiera decir en calidad de préstamo, nos dio una linda bebé, su
nombre es Victoria y estamos muy emocionados experimentando esta nueva
aventura de ser padres. Pero debo confesar que en ocasiones ella hace cosas que
realmente me desagradan, por ejemplo: le gusta levantarse muy temprano, a eso
de las seis de la mañana y comenzar a hacer muchos ruidos para llamar la
atención, ya está en una etapa en la que no solo es dormir y comer sino que
quiere jugar con sus papás. Durante la semana no hay problema porque mi
esposa y yo trabajamos y también nos levantamos temprano, pero los fines de
semana la niña no discrimina, y nos quiere levantar a la misma hora. Para mi es
tremendamente desagradable, pero sería totalmente injusto de mi parte si yo le
dijera “Victoria o te duermes ahora o te pego” ella todavía no está en la capacidad
de entender que lo que hace nos desagrada, y aunque lo supiera le costaría
mucho dormirse por sí misma o simplemente quedarse callada para agradar a sus
padres.

Igualmente Dios no nos demandaría vivir la vida que a él le agrada si fuera


algo imposible para nosotros, en cierto modo sería cruel. Pero como mencioné al
principio, ahora Cristo vive en nosotros y tenemos la posibilidad de vivir como Dios
quiere. Tenemos el poder del Espíritu Santo para vivir una vida de santidad, una
vida de amor y una vida de esperanza, así que no dejemos de hacerlo.

APLICACIÓN

Sería bueno entonces preguntarnos hoy: ¿Estoy viviendo una vida


agradable a Dios? ¿Estoy practicando la santidad? Viviendo una vida de pureza
¿Estoy practicando el amor? Haciendo cosas por las personas en lugar de solo
decirlo de labios para afuera. ¿Estoy viviendo una vida de esperanza? ¿Con mis
ojos puestos en los tesoros del cielo?

LLAMADO

Mí llamado hoy, si eres cristiano e a vivir en obediencia, honrando a tu


Padre celestial, que más que una obligación es un verdadero privilegio. Si aún no
has recibido a Cristo en tu vida, te recuerdo que agradar a Dios con tus propios
esfuerzos será en vano, te invito a entregar tu vida a él, quien da su Espíritu Santo
y hace nuevas todas las cosas.

También podría gustarte