Está en la página 1de 7

2

ENTRE CAMINOS Y VOLANTINES (VERSIÓN CORTA)


Por Carlos Fernini
(Llega sonriente y silbando animadamente, Chiringa, la vendedora de volantines. Con mucha
gracia hace volar un volantín de un lado al otro creando formas en el aire. Se mantiene jugando
para iniciar con la jornada del día.)
Chiringa: ¡VOLANTINES! ¡VOLANTINES! (Se detiene a tomar un poco de aire) ¡Pero que bonito día
para elevar un volantín! El cielo está clarito, las nubes tapando al sol, siento el calorcito en la cara
y el compás del viento dispuesto a elevar bien alto los volantines… (Pregonando) ¡VOLANTINES!
¡VOLANTINES! (Sigue refrescándose) ¡Que cansada estoy! (Pensativa) ¿Cómo les llamarán en esta
ciudad? ¡He escuchado tantos nombres alrededor del mundo! Volantín, chiringa, papagayo,
petaca, cometa, barrilete, piscucha, pandorga… (Suspira) Han sido, exactamente, 368 ciudades y
2388 volantines vendidos ¡Cuantos kilómetros recorridos! Desde Ushuaia en Argentina, pasando
por Santiago en Chile, Cusco en Perú, Quito en Ecuador, Medellín en Colombia, y ahora, Maracaibo
en Venezuela. ¡A pie! ¡Y solo 5 devoluciones! No se puede complacer a todo el mundo. Se dice
fácil, pero estos volantines se elaboran con papel, madera y un toquecito de magia de la gente. No
se le puede vender un volantín a cualquiera porque…
Pagayo: RUAAA, RUAAA
Chiringa: Pagayo ¡Hasta que despertaste!
Pagayo: (Se despabila) ¿Quien puede dormir con tanta palabrería, Chiringa? ¿Qué día es hoy?
¿Dónde estamos?
Chiringa: Shhh, baja la voz. No quiero que la gente te vea hablando. Hoy es (dice la fecha del día) y
estamos en la ciudad de Maracaibo.
Pagayo: RUAAA, ¡VENEZUELA! ¡Qué alegría! Finalmente vuelvo a estas calurosas tierras. ¡Quiero
ver el Salto Ángel! ¡Los Cayos! ¡El pico Bolívar!
Chiringa: (Ríe) Cálmate, Pagayo, que apenas vamos llegando y estamos trabajando. ¿Ya habías
estado en Venezuela? ¡Mira los colores del cielo! ¡Siente la fuerza con la que sopla el viento! Aquí
el negocio será bueno.
Pagayo: Estuve aquí en mi juventud. ¡Estamos cerca de un lago muy grande! Cerca de ese lago, el
viento es perfecto para elevar un volantín. ¿Sabes, Chiringa? El viento también me ha contado
muchas historias de este lugar.
Chiringa: (Emocionada) Yo quiero saber esas historias, Pagayo. Aprovechemos para descansar un
rato bajo sombra. ¡He caminado mucho hoy! Cuéntame uno de tus relatos mientras tomo un poco
de aire. ¡Sin exagerar! Porque tus cuentos en ocasiones son muy poco creíbles.
Pagayo: (Alterado) ¿Poco creíbles? ¿Cuándo has visto que un guacamayo diga mentiras? ¿Cuándo
te he fallado? ¿Cuándo te he quedado mal en todos estos…
Chiringa: (Cansada, pero sonriente) Tranquilo, cómete una galletica. (Para sí misma) ¿Quien puede
viajar tranquila con un loro alterado?
Pagayo: ¡Yo no soy ningún loro! (Picotea a Chiringa) ¡Ahora quiero dos!
3

Chiringa: ¡Está bien “Don Guacamayo”! Toma dos.


Pagayo: Escucha con atención este cuento, que le pasó no hace mucho tiempo a un pescador del
lago de Valencia…
Chiringa: Dijiste “Maracaibo”.
Pagayo: (Alterado) ¡AAAAAHH! RUAAA (Picotea a Chiringa) ¡DE MARACAIBO! ¡PRESTA ATENCIÓN!
(Chiringa y Pagayo salen de escena. Aparece el pescador muy concentrado entonando una canción
mientras termina de tejer su red)
Pescador: ¡Un nuevo día de trabajo! Que feliz estoy en mi choza a orillas del Lago. Como todos los
días, hoy traeré deliciosos pescaditos a casa.
Esposa: Esposo mío, ¿listo para la jornada del día de hoy?
Pescador: Listo, como siempre.
Esposa: Aquí estaré esperándote para preparar los ricos manjares que traes a casa.
Pescador: Y yo estaré esperando regresar para verte de nuevo, amorcito corazón.
Esposa: (Melosa) ¡Yo te esperaré más!
Pescador: (Meloso) No, yo mas.
Esposa: (Alterada) Dije, ¡que yo te esperaré más! ¡Agarra camino y trae deliciosos pescaditos!
Pescador: (Obediente) Sí, mi cielo. ¡Así será! (Camina hacia el Lago) Cuanto quiero a mi esposita,
sería capaz de cualquier cosa por ella. (Observa el cielo) ¡Pero qué bonito día para ir a pescar! El
viento amaneció muy dispuesto a llevar mi bote para echar mi anzuelo, y echarlo, y echarlo sin
cesar.
(El pescador entona nuevamente la canción para empezar con su jornada. Está listo para pescar
hasta que empieza a quedarse dormido y siente que pica un pez)
Pescador: (Ríe) ¡Hoy estoy de suerte! ¡Picó el primero tempranito! ¿Sera una gran curvina? ¿Un
rico bocachico o una deliciosa manamana?
(El pescador saca el anzuelo y encuentra un gran bocachico guindado en él)
Bocachico: ¡Auxilio! ¡Auxilio!
Pescador: ¿Qué es esto? ¿Bebí demasiado café antes de salir de mi choza? ¡Un bocachico que
habla!
Bocachico: Te suplico que no me quites la vida pescador; no soy un bocachico verdadero, soy un
príncipe encantado de una antigua tribu que…
Pescador: (Con pavor) ¿Un príncipe encantado? “Tranquilo hermano, te podéis ir”. No hay
problema.
Bocachico: Mil gracias pescador. Tu generosidad será recompensada. Si alguna vez necesitas algo,
canta tu canción y vendré a ayudarte.
Pescador: ¿Lo que sea?
4

Bocachico: ¡Lo que sea! ¡Adiós pescador de buen corazón!


Pescador: (Confundido) ¡Adiós! (Reflexiona) Es que el bocachico es bueno hasta de trato. Tengo
que ir de inmediato a contarle esto a mi amada esposa.
(Vuelve el pescador emocionado a su choza)
Esposa: Marido mío, que temprano regresas, ¿no has pescado nada hoy?
Pescador: (Habla rápidamente) He pescado un bocachico que me ha dicho ser un príncipe
encantado. Me pidió que lo dejara ir y me recompensó concediéndome lo que quisiera.
Esposa: Corazón mío, ¡trabajas demasiado! (Burlona) ¡Un príncipe encantado! ¿No le diste un
besito? (Risas) ¿Cómo va a ser un bocachico que… ¿LO QUE QUISIERAS?
Pescador: Sí, mi corazón costeño. Así me dijo, “lo que quisiera”.
Esposa: (Llorando desconsolada) ¡Es tan triste! Es tan triste vivir siempre en una choza tan fea, tan
pobre, tan sucia como esta. (Melosa) Deberías pedirle una casa pequeñita para nosotros; vuelve y
llama a ese bocachico bondadoso, amigo tuyo, dile que quisiéramos tener una casita, pues nos la
dará de seguro.
Pescador: (Resistiéndose a la idea) Pero, ¿qué tiene de malo nuestra choza?, amorcito.
Esposa: (Llena de ira) ¡Anda a hablar con el bocachico en el Lago y pídele una casa!
Pescador: (Miedoso) ¡Está bien!
(Vuelve el pescador al lago y canta su canción)
Bocachico: Pescador, has regresado. (Nervioso) ¡Y con qué rapidez!
Pescador: Que pena, señor bocachico encantado. Es que mi mujer sostiene que debí haberle
pedido algo a usted. No está contenta con vivir en una choza… Bueno, yo quería saber, si usted,
que pena… Si usted me pudiera dar una casa.
Bocachico: Claro que sí pescador, ahora es mi turno de ayudarte. Puedes volver, pues ya la tienes.
¡Chao!
Pescador: Chao, pesca’o.
(Vuelve el pescador a su hogar con su mujer)
Esposa: Esposo mío, cariño amado. Entra y mira. ¡Esto es mucho mejor! Tenemos una bonita sala,
una habitación enorme, un comedor, una cocina con todos los utensilios completos, una lavadora,
una secadora, un patio pequeño con gallinas y patos. ¡Que bonito es todo esto!
Pescador: (Alegre) ¡Así es! Si vivimos siempre aquí, seremos muy felices.
Esposa: Ay, amor, ese bocachico ha sido tan bueno dándonos todo esto, pero, ¿no crees que
merezcamos algo mejor? Viéndolo bien, esta casa es demasiado estrecha, y el patio es tan
pequeño.
Pescador: Esta casa es en realidad muy buena.
5

Esposa: Mi cielo, yo quisiera ser reina y vivir en un palacio; ve a buscar a ese bocachico generoso;
es preciso que nos dé un palacio.
Pescador: Mujer, ¿de qué te serviría ser reina y vivir en un palacio?
Esposa: (Alterada) ¿Es que no debería ser una reina?
Pescador: Ya tú eres…
Esposa: (Llena de ira) ¡Anda a hablar con el bocachico en el Lago y pídele un palacio! Además, a él
nada le cuesta y lo hará con mucho gusto.
(El pescador vuelve cabizbajo al Lago y canta su canción)
Bocachico: Pescador, has regresado. (Ríe nervioso) Déjame adivinar, ¿tu mujer otra vez?
Pescador: Señor bocachico, que pena, pero es que ella…
Bocachico: Ajá, ¿qué pidió ahora?
Pescador: No me parece bien, pero quiere ser reina y habitar un palacio.
Bocachico: ¿Un qué?
Pescador: Un palacio.
Bocachico: Te salió de gustos sencillos, ¿no?
Pescador: Que vergüenza.
Bocachico: No te preocupes, vete. El palacio está esperándote.
(Vuelve el pescador a su hogar)
Esposa: Esposo mío, cariño amado, entra conmigo. Este palacio tiene un inmenso vestíbulo,
paredes de mármol, sillas de de oro, millares de cristales que guindan del techo, alfombras en
todas las salas, mesas cargadas de vinos y manjares exquisitos. Tenemos un patio muy grande, con
establos y caballerizas. ¿No es muy hermoso todo esto?
Pescador: ¡Sí! Muy hermoso; quedémonos aquí y viviremos muy contentos.
Esposa: Bueno, sí, mi amor, pero he estado reflexionado mientras te esperaba.
Pescador: No.
Esposa: Es que…
Pescador: ¡NO! Y me voy a dormir.
(El pescador se acuesta a dormir)
Esposa: (Intenta despertarlo) Este esposo mío, no me comprende. ¿Es que acaso no merezco lo
que pido? Pero “Reina” es un titulo que se queda corto para lo que yo necesito. ¡Yo debo ser una
emperatriz! (Se acuesta a dormir)
Pescador: (Se despierta en la mañana) ¡Que sueño tan hermoso! ¡Dormí como un rey! He soñado
que…
6

Esposa: (Altanera) No. No fue un sueño. Y ahorita mismo vas a agarrar camino al Lago a pedirle al
bocachico que me convierta en emperatriz.
Pescador: ¿Para qué quieres ser emperatriz? Yo no quiero molestar más al bocachico.
Esposa: ¿Y por qué no? ¡Anda a hablar con él y pídele que me haga emperatriz! ¡Y que convierta
este palacio en un lugar digno de una!
Pescador: Pero, mujer…
Esposa: ¡Anda o llamo a los guardias del palacio!
(Vuelve el pescador al Lago con molestia y canta su canción)
Bocachico: Pescador, te estoy dando la escama y te estás agarrando la aleta.
Pescador: Hermoso pescado, pequeño vecino…
Bocachico: (Con molestia) ¿Qué quiere ahora tu mujer?
Pescador: Quiere llegar a ser emperatriz.
Bocachico: Emperatriz… (Risas) No hay problema. Vuelve a tu hogar, que he concedido su deseo
desde este instante.
Pescador: Eternamente agradecido. Mi pobre esposa grita y se enfurece, y yo…
Bocachico: ¡Adiós!
(Vuelve el pescador a su hogar explorando todo lo nuevo que encontró)
Pescador: (Asombrado) Estatuas adornadas con oro. Legiones de soldados. Barones, condes,
duques que van y vienen como simples criados. Puertas de oro macizo. ¡Un trono de oro de una
sola pieza y de más de mil metros de alto! (Encuentra a su mujer) ¡Mujer, ya estarás contenta, ya
eres emperatriz!
Esposa: Ya soy emperatriz.
Pescador: (Admirado) Te miro y parece que veo al sol. ¿Qué más puedes desear?
Esposa: Siempre puedo ser todavía más; y no encuentro nada por qué decidirme. Pero ahora que
nombras al sol ¡Ah! ¿Por qué no he de poder mandar salir al sol y a la luna? Ve a buscar al
bocachico; ¡quiero ser toda poderosa!
Pescador: ¡Ah, mujer! ¿Qué dices?
Esposa: Marido mío, si no puedo disponer del sol y la luna, y si es preciso que los vea sin orden
mía, no podré descansar y no tendré una hora de tranquilidad, pues estaré siempre pensando en
que no los puedo mandar.
Pescador: El bocachico no puede hacer eso; ha podido muy bien hacerte reina y emperatriz, pero,
te lo suplico, conténtate con ser emperatriz.
Esposa: (Haciendo berrinche) No puedo. No quiero contentarme con esto.
(El marido sale rápidamente y echa a correr al lago para cantar la canción)
7

Bocachico: Amigo pescador, ¡me has hecho entender por qué los seres mágicos limitan sus deseos
hasta tres! Haré una excepción, pero éste será el último deseo que te concedo. ¿Qué quiere ahora
tu mujer?
Pescador: ¡Quiere ser toda poderosa!
Bocachico: (Ríe sin control) ¡CONCEDIDO! (Feliz) Esta vez tu mujer me ha hecho un gran favor.
Desde ahora tiene mis poderes y tendrá que vivir en este Lago. A partir de mañana seré un
hombre de nuevo y ella un hermoso... ¡bagre! (Ríe burlón) ¡Corre! Corre pescador, busca a tu
mujer y tráela a su nuevo castillo. (Ríe burlón y desaparece)
(Vuelve el pescador en desespero hasta su casa)
Pescador: ¡Esposita! ¡Esposita!
(El pescador corre sin parar hasta perderse en el infinito. Aparecen nuevamente en escena
Chiringa y Pagayo)
Chiringa: ¿Estás seguro de que eso pasó así, Pagayo?
Pagayo: Palabra de guacamayo.
Chiringa: (Entre risas) ¡Vamos al Lago a buscar ese pez!
Pagayo: (Muy alterado) ¿ES QUE NO APRENDISTE NADA DEL CUENTO? La esposa del pescador
debió aprender la grandeza que existe en las pequeñas cosas. ¡Y tú deberías hacer lo mismo!
Chiringa: Estaba bromeando. (Ríe) La humildad hace magia en las personas, Pagayo.
Pagayo: Una magia que nunca deberían abandonar. (Alterado) No entiendo por qué algunos
pierden esa cualidad.
Chiringa: (Sonríe) Comete otra galletica para que te calmes. ¡Y ya se me ha pasado un poco el
cansancio! Lo mejor es que continuemos con nuestra encomienda (Pregona) ¡VOLANTINES!
¡VOLANTINES! (Busca entre el público) ¿Desea un volantín? ¡Le garantizo que será como ningún
otro que haya visto! (Pregona) ¡VOLANTINES! ¡VOLANTINES!
Pagayo: ¿Cuándo vamos a hacer más volantines?
Chiringa: Esta noche, Pagayo. Primero necesitamos vender éste y luego encontrar algo de magia
en alguna persona para...
Pagayo: (Resentido) “¡El que no escucha consejo, no llega a viejo!”
Chiringa: (Mira el cielo) Pagayo, no sé cuánto tiempo hemos hablado y este último volantín no se
van a vender solo.
Pagayo: ¿Seguiremos en esta ciudad?
Chiringa: Si apenas vamos llegando. No partiremos hasta que consigamos vender el volantín
número 2500.
Pagayo: (Espantado) Si apenas llevas 2388.
Chiringa: (Ríe) Espero que te sepas más historias.
8

Pagayo: ¡Conozco historias de sobra! Pero, tanto hablar me dio sueño. Voy a dormir un rato.
Chiringa: ¿Cómo puedes dormir si todavía…
Pagayo: (Listo para dormir) Sshhhhh
Chiringa: ¡Guacamayo terco! (Pensativo) Espero que Pagayo recuerde las moralejas de las historias
de hoy. Quienes pueden decidir escoger el camino del bien serán aquellos que puedan hacer
magia. ¡La magia de hacer lo correcto! Mientras exista magia en las personas, ¡yo podré seguir
vendiendo volantines!
Pagayo: Chiringa, quiero dormir.
Chiringa: ¡Lo mejor es continuar el camino! No sé quién puede dormir con este cielo clarito, las
nubes tapando al sol, el calorcito en la cara y el compás del viento dispuesto a elevar bien alto los
volantines. (Se retira silbando, sonriente y pregonando. Haciendo volar su volantín de un lado al
otro creando formas en el aire) ¡VOLANTINES! ¡VOLANTINES! ¡VOLANTINES!

FIN

(Con cuento basado en “El Pescador y su Mujer” de los Hermanos Grimm)

También podría gustarte