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Concurso en el marco del plan MI CASA ES CULTURA.

Rengifo Escribe una


obra para Aquiles.
Datos del Participante:
Pedro Luis Villahermosa
Delfín, V-10.186.766
Estado Bolivariano de Miranda, Municipio Guaicaipuro, Parroquia Los
Teques
Teléfonos: 0416-3875430 / 0412-5302343
Correo Electrónico: villahermosapedro69gmail.com
EL CASORIO DE LA PULGA Y EL PIOJO
Esta historia comienza en algún lugar de inmenso llano venezolano, en
una hacienda cuyo nombre aún no he recordado… en un viejo corral, lleno
de vacas gordas, vivía una pulguita coqueta, orgullosa y presumida. Aquella
pulguita linda, salía todas las mañanas a presumir sus mejores prendas y sus
galas, de las cuales alardeaba mucho pero mucho…
Al pasar por los corrales, las vacas la saludaban como era costumbre las
galas de las pulguita acortejaban:
Vacas: ¡Buenos días bella pulga!, hoy está más hermosa que nunca.
Pulga: ¡Gracias Queridas, sus palabras son bien recibidas!
Vacas: ¡De nada linda pulguita, siga siendo más bonita!
No muy lejos de allí, en una hacienda cuyo igual no recuerdo el nombre,
en un descuidado y mugriento corral de burros sabaneros; vivía un piojo cuyo
aspecto era harapiento, sucio y descuidado, digamos que demasiado, pero él
tenía un gran corazón como el melón dulce y sabrosón; pues su humildad
tapaba todo aquel aspecto desaliñado. Se levantaba muy temprano,
acomodaba su torcidas antenitas y salía cantando recio y llanero a pasear
con mucho esmero por la anchura de la llanura, ¡Bueno digo yo, que era
ancha, debido a su pequeña estatura!... al salir todas las mañanas, pasaba
por el viejo charco en el platanal, a saludar a doña rana la cual siempre con
sus melodías alegraba la sabana…
Piojo: ¡Buen día señora Rana! ¿Cómo se encuentra en esta hermosa
mañana?
Rana: Aquí como siempre piojito, cantando a mis hijitos y a la hermosa
llanura con ganas.
Piojo: Bueno mi señora rana, tenga usted un excelente día y siga cantando
al llano como mucha alegría al igual que a sus pequeñas crías.
Rana: ¡Gracias hijo, feliz día!
Así, continúo su paseo por aquella llanura llena de brisa fresca con olor
a mastranto y paja seca; típicos olores de los llanos venezolanos. El piojo
muy contento saludaba con cortesía y educación a todos los animales que se
acercaban en los corrales. Un día aquel piojito, se alejó de aquel harapiento
corral y por supuesto lejos de la hacienda… caminó y caminó y caminó hasta
que a aquella hacienda colmada de vacas llegó. ¡Entonces allí sucedió lo que
sucitadamente sucedió!
Como era costumbre, todas las mañanas, la pequeña pulga salió a
pasear por aquel hermoso lugar en el corral, sin percatarse de lo que iba a
pasar. Pues fíjense que sucedió, la Pulguita caprichosa con el harapiento
piojo se encontró; allí fue como este cuento criollo comenzó… la Pulga al ver
al piojo se asustó, el piojito en correspondencia la galanteó. Ahora bien, sin
más preámbulos, les contaré lo que aconteció:
La Pulguita al principio se sorprendió, cuando al mal vestido y descuidado
piojo vio… diciendo estas palabras algo llenas horror:
Pulga: ¡Señor que feo y que mal vestido está!... y por lo que presiento usted
no es de este hermoso lugar.
Piojo: ¡Buen día bella dama! ¿Cómo está?.. Exacto, no soy de este lugar
solo quise alejarme de mi corral para aventurar. Pero nunca imaginé que
algo hermoso me iba a encontrar.
La pulguita sorprendida y llena de satisfacción, se contentó cuando
aquellas bellas frases de aquel mal vestido piojo escuchó… allí fue como
esta bella historia empezó, cuando la pulguita coqueta de aquel piojo
harapiento se enamoró. Pasaron muchas lunas y muchos soles y aquellos
insectos vivían entre sueños y amoríos en un viejo pajonal a la orillas de un
río… un día decidieron que casarse deberían y por todo lo alto, su boda
celebrarían. Justamente en ese instante, planearon su gran boda y a quienes
iban a invitar para llenar de alegría todo aquel lugar y con bombos y platillos
su casamiento celebrar. Las invitaciones no se hicieron esperar, así que el
piojito que muchos amigos tenía al Colibrí avecilla rápida y veloz fue a visitar
para plantearle la idea de las invitaciones entregar:
Piojo: Buen día amigo Colibrí… ¿Cómo está mañana feliz?
Colibrí: ¡Bien mi querido amigo! ¿Qué lo trae por aquí?
Piojo: ¿Vengo a pedirle un favor y quisiera saber si usted tendría el honor?
Colibrí: ¿De qué se trata el favor amigo mío?
Piojo: ¿Tendría usted tiempo y la amabilidad de las invitaciones de mi
casamiento entregar?
Colibrí: ¡Ooohh! ¿Con quién se casará si puedo preguntar?
Piojo: Con una linda pulguita que conocí en el pajonal muy cerca de este
Lugar.
Colibrí: ¡Qué alegría me da! Con mucho gusto le voy a colaborar y las
invitaciones entregar.
Piojo: Muchas Gracias amigo mío, estoy muy agradecido, ahora contento y
feliz me retiro.
Colibrí: ¡A su orden querido amigo!
Así el colibrí, diligente y con mucha emoción al día siguiente al pajonal
hogar de la pulga y el piojo se dirigió… ¡Al llegar al lugar miren lo que se
pudo encontrar!.. La pulguita corría de allí para acá, y el piejo detrás de ella
la trataba de calmar; el Colibrí a la aquella escena notar, les tuvo que
preguntar:
Colibrí: Buenos días amigos… ¿Por qué tanto Alboroto?
Piojo: Buenos días Señor Colibrí, bienvenido a nuestro hogar. ¡Mi amada
pulga está preocupada porque no tenemos pan entre otras cosas para la
boda realizar!
Colibrí: ¡Ooohh! Ya entiendo su preocupación, pero con organización y
empeño todo tiene solución.
Piojo: ¿Y Qué podemos hacer, para este dilema resolver?
Colibrí: Una lista de necesidades realizar deben y con ello todo lo que hayan
de resolver resuelven.
Piojo: Gracias por su apoyo, sin eso no hubiésemos podidos salir de este
meollo.
Colibrí: De nada, para eso estamos mi hermano para ayudarnos y darnos
las manos.
Así fue, que el Colibrí raudo veloz a cumplir su tarea partió; desplego sus
pequeñas alas y hacia el inmenso llano tomo, a todos los amigos del Piojo y
la Pulga visitó… ahora les contaré como el Colibrí su trabajo de repartición
planificó… primero hacia el viejo molino de trigo viajó donde vivía el Gorgojo,
quien fabricaba pan sin enojo:
Colibrí: Buenos días amigo Gorgojo y gran panadero, a entregarle una
invitación vengo.
Gorgojo: Buenos días paisano… ¿De qué trata esa invitación de antemano?
Colibrí: La Pulga y el Piojo se van a casar, pero no lo pueden hacer por falta
de pan.
Gorgojo: con gusto a su boda asistiré, mis mejores prendas me pondré…
¡Dígales que no se preocupen, el pan lo llevo también!
Colibrí: ¡Gracias señor Gorgojo! por asistir a la boda y pan llevar para que
los invitados puedan degustar su manjar!
Gorgojo: No hay de que amigo mío, llevaré bastante pan como piedras en el
río… agradecido estoy que me hayan invitado, para mi es todo un alago.
De este modo el colibrí su labor continuó, dirigiéndose al corral, a lo cual
muy cansadito llegó, pues todo el inmenso llano muy velozmente recorrió…
deteniéndose un momento a descansar, un montón de vacas gordas vio
pasar… acto seguido, el Colibrí saludo; luego, muy cordialmente preguntó:
Colibrí: ¡Buenos días bellas damas, con sus mugidos alegran toda la sabana,
en esta hermosa mañana!
Vacas: Gracias por esos halagos, bello amigo alado… ¿Qué lo trae por
estos lados?
Colibrí: Estoy buscando a la vaca Mariposa. ¿Será que se encuentra entre
estas bellas Rosas?
Vaca Mariposa: ¡Jujujujujuu! Me Alaga con su prosas, yo soy vaca
Mariposa. ¿En que lo puedo ayudar mi galán?
Colibrí: Mi amiga la Pulga a su boda la quiere invitar y me dijo que si usted
la fiesta quería animar… Me dijo que usted sabía muy bien bailar.
Vaca Mariposa: ¡Jejejejeje! Claro que se Bailar y muy bien mi galán… dígale
a mi amiga la Pulga que con gustó a su casamiento iré a echar un pie y su
fiesta alegraré. ¡Jejejejeeee!
Colibrí: Gracias Mariposa, así se lo haré saber… ¡Bueno me despido que
aún me queda camino recorrer!
De este modo, el Colibrí su camino continuó y así seguir con su noble
labor. Volando y volando a lo alto del Alcornocal llegó, donde vivía el Zamuro
carroñero, fanfarrón y arrogante:
Colibrí: Buen día Señor Zamuro. ¡Como amanece en esta mañana?
Zamuro: Digamos que bien, observando la sabana… ¿Qué lo trae por aquí
señor Colibrí?
Colibrí: La Pulga y su amigo el Piojo se van a casar, y con gusto a su
casamiento lo desean invitar.
Zamuro: ¡Jajajaaa! de verdad nada que ver, ya que tengo cosas más
importantes que hacer, como por ejemplo comer y comer.
Colibrí: Por eso no se preocupe que bastante pan y otras cosas hay para
ofrecer y lo invitaron precisamente, para que fuera a comer y comer, ya que
es lo mejor que usted sabe hacer.
Zamuro: ¡Aahh! Entonces anúncieles que gustosamente a su boda asistiré…
Ahora dispense usted porque tengo que ver que galante traje me pondré.
Colibrí: entiendo señor Zamuro… ¡Saludos!
Así el pequeño emplumado su camino por la inmensa llanura continuó,
llevando las buenas nuevas del casamiento de la Pulguita y el Piojo
anunció… Voló y voló si detenerse, hasta que al platanal llegó hogar de doña
Rana a quién le comentó:
Colibrí: ¡Buenos días! Sra. Rana. ¿Cómo amaneció esta mañana?
Rana: ¡Buen día señor Colibrí! ¿Qué lo trae por aquí?
Colibrí: ¡Vengo a traerle una invitación, donde nuestro amigo el Piojo es el
anfitrión!
Rana: ¡Aaah siii! ¿De qué trata ese fiestón?
Colibrí: El piojo y la pulga se van a casar, pero no lo harán porque no hayan
quien pueda cantar… ¿El piojo me dijo que sí usted podría con su voz
hermosa la fiesta animar?
Rana: Me gusta la idea de ir a cantar, dígale al Piojo que allí voy a estar.
Colibrí: Así se lo haré saber, será para mí un placer.
Inmediatamente aquel audaz pajarillo, su vuelo alzó y en horizonte se
perdió… El Colibrí, volaba y volaba sin descansar hasta que a la arboleda
hogar de Don Perezoso pudo llegar.
Colibrí: ¡Buenos días Señor Perezoso! ¿Cómo amanece en esta mañana?
Perezoso: ¡Bueeeenos días haaaa, Amigo Colibrí, ¡aquí durmiendo con
ganas! ¿Qué lo trae por aquí?
Colibrí: Ya veo, usted tanto que trabaja, como siempre aquí en su casa.
Perezoso: Se hace lo que se puede. ¿Pero dígame a que viene?
Colibrí: La Pulga y el Piojo se van a casar, a su casamiento lo quieren invitar
y al mismo tiempo, preguntan: ¿Si usted los puede ayudar a decorar?
Perezoso: ¡Ujumm! Déjeme pensarlo ya que tengo mucho que hacer en mi
hogar.
Colibrí: ¿No me diga que no asistirá? El Piojo, su amigo mucho agradece
que valla a ayudar.
Perezoso: Pensándolo bien ya me decidí y si hay Yagrumo yo voy a asistir.
Colibrí: Muchas gracias señor perezoso, entonces lo esperan la pulga y el
piojo… ahora mi amigo, me echo a volar ya que a más animales tengo que
invitar.
Perezoso: Hasta luego amigo emplumado, que tenga un día muy
relajaaadoo.
Así el colibrí cruzando los llanos, voló y voló, hasta que a los matorrales
arauqueños, casa del Mapurite llegó y al apestoso roedor saludó:
Colibrí: ¡Buenos días querido amigo! ¿Cómo amaneció?
Mapurite: ¡Buen día señor Colibrí… ¿Qué lo trae por aquí?
Colibrí: ¡buenas nuevas amigo, buenas nuevas! La Pulga y su amigo el Piojo
se van a casar y a su boda lo quieren invitar.
Mapurite: Cuánto me contenta, pero tengo una duda la cual me atormenta.
Colibrí: ¿Qué será, que lo puede atormentar?
Mapurite: A mí me nadie se me acerca, por mi olor a manjar, es por eso que
me extraña que a una fiesta me vengan a invitar.
Colibrí: Pues despeje esa duda y no se preocupe más, pues la Pulga y el
Piojito lo quieren invitar para que el lugar valla a perfumar.
Mapurite: Cuanto me contenta que para su boda ellos me tomen en
cuenta… pues no se hable más con gusto y sin compromisos su fiesta iré a
perfumar.
Colibrí: Entonces amigo mío, desde lejitos me despido… lo esperamos por
allá.
Mapurite: Adiós señor Colibrí, dígale a los novios que pronto estaré por allí.
En ese instante el Colibrí voló y de aquel lugar se alejó. Siguió volando y
volando por la inmensidad del llano; zumbando que te zumbando hasta
orillas del río Arauca se fue acercando, dominio de los caimanes y dueños de
los mastrantos. Con mucho miedo se acercó a la casa del gran caimán a
quién tenía que invitar:
Colibrí: Buenas señor caimán amo de los ríos, los lagos y a veces del mar.
¿Cómo usted y su familia las pequeñas babas están?
Caimán: ¿Qué de bueno este día tiene? A ver a ver. ¿Qué lo trae por mi
casa? ¿Quiere que lo sirva en una taza y poderlo deleitar?
Colibrí: De ninguna manera su majestad, es que a una boda lo vengo a
invitar.
Caimán: ¿A una boda dice usted? ¿Cuénteme cual boda será?
Colibrí: Su Amigo el Piojo con una hermosa Pulga se va a casar y lo quieren
invitar… como usted es fuerte y poderoso. ¿Qué si la entrada de la fiesta
podría cuidar?
Caimán: ¿Quién le dijo a usted que yo esa proposición quiero aceptar?
Colibrí: porque allá en la fiesta habrá mucho que deleitar, finas carnes de
corral, mucho vino, ron y pan además muchas mozas para bailar.
Caimán: Creo que me convenció, lo tendría que pensar, pero igual dígale a
los novios que por allá voy a pasar.
Colibrí: Entonces querido amigo, con respeto me retiro.
El Colibrí alzo vuelo hacia el lejano horizonte, revoleteando los montes,
se desplego con soltura por toda la inmensa llanura, sin poderse detener
paso por el araguaney, casa de viejos turpiales y nido de loros reales… así
voló y voló hasta que al viejo charco llego; hogar del Padre Tortuga, a quién
debía notificar, que las nupcias él debía realizar y así la Pulga al Piojo poder
en matrimonio entregar:
Colibrí: Buenas tardes Párroco Tortuga. ¿La bendición me quiere dar?
Padre Tortuga: Buenas tardes, hijo mío, dios me lo bendiga… ¿Qué lo trae
por acá?
Colibrí: Le vengo a anunciar que la Pulga y el Piojo se quieren casar, y
necesitan de sus santos oficios para poder la boda realizar.
Padre Tortuga: Me parece bien la boda efectuar. ¿Pero dónde será el
Lugar?
Colibrí: Cerca de aquí su excelencia, muy pegado al pajonal, sabe, el que
está pegadito al corral.
Padre Tortuga: Ya sé dónde es el lugar, dígales que allí estaré y no me
hagan esperar, pues tengo misas que dar.
Colibrí: así será padrecito, yo se los haré saber, para que usted cumpla con
su sagrado deber… écheme la bendición, me tengo que retirar, faltan
animales que invitar.
Padre Tortuga: Dios me lo bendiga mijo… que Dios y la virgen me lo
acompañen para que sus alitas no le fallen.
Colibrí: Amén padre amén.
La pequeña avecilla, continuo su vuelo por montañas y senderos,
llegando a la casa del pequeño Ratón a quien comento:
Colibrí: buenísimas tardes amigo Ratón ¿Siempre laborando como buen
trabajador?...
Ratón: así es amigo mío. ¿Qué lo trae por estos caminos? ¿En qué le puedo
servir señor colibrí?
Colibrí: Siéntese un momentico y escuche con atención amigo Ratón… La
Pulga y el Piojo se van a casar, pero necesitan un padrino para el
casamiento poder consolidar.
Ratón: ¿Y en qué puedo yo colaborar?... Pues aun no entiendo su
necesidad.
Colibrí: ellos muy claro dijeron que usted es un gran compañero, trabajador
educado y cumplidor. ¿Qué si desea ser el padrino de su boda? Ya qué
usted es muy humilde y de gran corazón como el melón.
Ratón: ¡Ahhh! ya entiendo la situación… aceptaré la invitación, pero con una
condición.
Colibrí: ¿Cuál sería la condición amigo ratón?
Ratón: Dígame la verdad sin Balbucear. ¿Quién la madrina de la boda será?
Colibrí: ¡Bueno! Le hablaré con la verdad, según la Pulguita la Gata será,
pero aún no se sabe si ella es en realidad.
Ratón: Con mucho respeto le voy a decir, si eligen a la Gata no podré asistir,
ya que me valoro y no quiero morir.
Colibrí: Déjeme la Gata primero visitar, y lo más seguro que no va aceptar.
Así que tranquilo puede usted estar.
Ratón: Una propuesta le voy a facilitar, en dado caso de que la Gata pueda
aceptar. ¿Después de la boda la podrían encerrar? Usted sabe por
seguridad.
Colibrí: estese tranquilo, que su propuesta a la Pulga y el Piojo les haré
llegar.
Ratón: mucho sabría agradecer… ah otra cosa dígale a los novios que con
esa condición el padrino de su boda seré.
Colibrí: Así se los haré saber… Bueno amiguito me debo retirar porque aún
faltan invitaciones por entregar. Feliz tarde don Ratón.
Ratón: feliz tarde para usted también.
El Colibrí extendió sus alas y de nuevo se hecho a volar; no se podía
detener ya que empezaba a oscurecer y debía diligentemente su tarea
resolver. Así el pequeñín emplumado voló, voló y voló, hasta que a la casa
de la Gata presumida e ingerida llegó, con sumo cuidado se acercó y a la
puerta de la felina con mucha cautela llamó:
Gata: ¿Quién llama a mi puerta con tanto fastidio? Ojalá sea urgente o
empiezo a aruñar y echar diente.
Colibrí: Buenas noches señora Gata, es el Colibrí quien toca a su puerta y
vengo de lejos a hacerle una oferta.
Gata: ¿Qué se le ofrece horrible emplumado? Espero sea urgente y
diligente.
Colibrí: De parte de la Pulga y el Piojo vengo, a traerle un recado espero
que sea de su agrado.
Gata: ¿Dígame qué será? Ojalá no sea para molestar.
Colibrí: Su Amiga la Pulga y su prometido el Piojo se van a casar, quieren
que usted sea su madrina, ya que es usted una hermosa y delicada felina.
Gata: ¿En serio? ¿Será qué le creo, animal tan feo?
Colibrí: Así me lo hizo saber su amiga la Pulga, que por favor la madrina de
su boda fuera, que eso mucho la alegraría y feliz se sentiría.
Gata: Bueno pajarucho, dígale a la Pulga y su novio feo, que por lastima su
madrina de bodas sería. Una pregunta primero, tonto emplumado: ¿Podría
decirme quien será el padrino?
Colibrí: El señor Ratón, acepto el compromiso de ser el padrino del
casamiento, ya que es un roedor con mucho talento.
Gata: ¡Ujumm! Me parece perfecto entonces acepto. Dígale a la Pulga que
seré la madrina de su casamiento.
Colibrí: así se lo haré saber, señora Gata. Ahora me retiro de manera
rápida.
Gata: ¿Por qué tanto apuro?
Colibrí: Es que se está poniendo oscuro, y debo llegar casa del señor
cocuyo.
El pequeño emplumado, de casa de Gata, muy veloz salió y ni para los
lados volteó… así, voló y voló, hasta que la oscura noche lo atrapo… lejos en
la montaña muchas luces vio, lo cual lo alegró, ya que al lubraral casa del
señor Cocuyo llegó. Se posó en una rama del gran Matapalos y al reluciente
Cocuyo saludó y comento:
Colibrí: Buenas noches señor Cocuyo, usted tan resplandeciente como el
sol ardiente.
Cocuyo: Gracias querido hermano y amigo… ¿Dígame que a este lugar lo
ha traído?
Colibrí: La Pulga y su compañero el Piojo se van casar, pero necesitan que
usted los valla visitar y aparte de eso pueda de la fiesta disfrutar.
Cocuyo: Me parece genial, que una boda se pueda celebrar, y dígame: ¿En
que este humilde servidor los podría ayudar?
Colibrí: El Piojo le manda a decir, que al caer la noche todo oscuro se
pondrá. ¿Me dijo muy preocupado que si usted podría un poco de su luz
brindar?
Cocuyo: Por supuesto amigo, dígale a mi amigo el Piojo que no se preocupe
que, si me guarda mucho ron y vino, yo le daré lumbre.
Colibrí: de esa forma se lo haré saber, ahora tengo mi viaje largo que
emprender y cruzar el ancho llano debo y a mi casa también tengo que llegar
ya que la jornada fue muy dura y debo descansar.
Cocuyo: Está bien amigo, yo mucho lo entiendo, vaya a descansar y le
aseguro que mañana mejor amanecerá.
Colibrí: Gracias señor Cocuyo. Hasta luego querido amigo, con mucha
alegría me retiro.
Así el Colibrí, el vuelo alzó y en la oscuridad de la noche a su pequeño
nido en el matorral llegó. El día amaneció, lleno de cantos y rocío, se
escuchaban trinar las aves y otros animales murmurar a las orillas del río…
El Colibrí, despertó muy contento a darles las buenas nuevas a sus amigos
la Pulguita y el Piojito. El pequeño emplumado iba muy motivadito a dar la
noticia o mejor dicho la primicia a linda parejita.
Colibrí: Buenos días Amigos, hoy amaneció haciendo frío y oliendo a rocío.
Piojo: Buen día querido amigo Colibrí… ¿Qué tiene usted para mí?
Colibrí: ¡Bueno! Les traigo buenas noticias, permítanme la primicia, la cual
les voy a contar, pues las invitaciones hice llegar a todos los animales que
me mandaste a invitar.
Pulga: Pero que desespero. ¿Dígame usted de una vez; pues loca me voy a
volver?
Colibrí: Lo siento señorita Pulga, dispénseme usted… pues resulta ser que
todas las invitaciones entregué a todos los animales, quienes con agrado
aceptaron venir a su boda sin demora, además colaborar quisieron para
organizar el festejo.
Pulga: Cuanto me alegra oír eso… ¿Fue a casa de la gata verdad? ¿Ella la
invitación a nuestra boda quiso aceptar?
Colibrí: La Gata acepto gustosa, pero tengo otra cosa que decir, fui a casa
del Ratón, al que insistí e insistí, ya que se negó al casamiento asistir y
mucho menos el padrino quería ser, y lo pude convencer.
Piojo: ¿Y qué le dijo mi amigo el Ratón?
Colibrí: Que a la boda asistiría, si había una condición, eso me dijo el
roedor.
Pulga: ¿Cuál es esa condición, estimado chupa flor?
Colibrí: El Ratón, me dijo que se enteró que a Gata sería la madrina. Si ella
asistía pues él no se atrevería y tampoco el padrino de la boda sería. Pues
puso en condición que si encerraban la gata el aceptaría y de traje corbata
se vestiría.
Piojo: Entiendo al Ratón muy amigo y trabajador, por eso aceptaremos sus
condiciones, es mejor después de la boda encerrar a la gata come ratones.
Pulga: ella no es mala, es su forma de ser entonces por eso no la pueden
ofender.
Colibrí: Nadie la ofende, solo que en algunos sitios temor a ella tienen, por
ello el ratón no quería venir, pues piensa que si la gata esta por allí él podría
morir.
Pulga: ¡Bueno! creo que tienen razón, encerraremos la Gata para que pueda
asistir nuestro amiguito el Ratón y el padrino de la boda sea, pero mi amiga
la Gata no se puede enterar que la vamos a encerrar.
Piojo: Eso es cierto mi amor… No la encerramos por temor, sino por respeto
a mi amigo el Ratón.
Colibrí: Suena razonable, guardar a la Gata después de la fiesta y la
cantata.
Así entonces, que llegó el día lleno de alegría, pues el casamiento se
realizaría, esa noche todos a la iglesia del pajonal asistieron para presenciar
el casamiento. La Pulga muy hermosa estaba y el Piojo de esmoquin a su
futura esposa galanteaba… ya todos los invitados sentaditos esperaban
entusiasmados por lo que iba a pasar, pues la Pulga y el Piojo por fin se iban
a casar. El Padre “La Tortuga”, con sotana nueva, se colocó en el altar para
los votos dar:
Padre Tortuga: Buenas noches, queridos feligreses hoy uniré a esta parejita
como Dios lo manda, a partir de ahora marido y mujer serán y respetarse por
siempre deberán. El padrino quien es el Ratón con la entrega de los anillos
hará el honor. La gata como madrina, entregar debe las golosinas.
Así, por fin la pulga y el Piojo su casamiento realizaron y los invitados
muy contentos celebraron.
El Perezoso, se fue adelante para trabajar en la decoración del corral;
Don Gorgojo, llegó de segundo con el pan y otros manjares, para que los
invitados degustaran con sus paladares. Doña rana, vestida de gala con su
traje verde y su fina garganta, afinaba detalles para comenzar la canta. El
Mapurite muy perfumadito llegó contento, ya que por fin lo invitaban a un
evento. La vaca Mariposa muy gorda pomposa, entró bailando y de una vez
la fiesta animando. El señor Zamuro, su presencia hizo notar, pues llegó
preguntando: ¿Qué había de comida y a qué hora se iba a cenar? El señor
Cocuyo apuradito llegó al Corral, ya que debía aquel lugar alumbrar. El
Caimán amo de los ríos, muy serio llegó y en la puerta se instaló.
Acto seguido, más invitados fueron llegando y la fiesta se fue
calentando; el Padre la Tortuga, se sentó muy cerca de un pajonal a
observar la luna. Todos los animales bailaban zapateao, los quirpa de doña
Rana que con su gañote y canta alegraba la fiesta y sus canciones recias se
escuchaban por toda la sabana. El parrando estaba encendido, todo el
mundo celebraba con mucho ron y vino.
El Padrino no tomó esa noche, pues la madrina lo vigilaba desde la
cocina. Los animalitos, tomaron y bailaron hasta la madrugada, la Vaca loca,
no dejaba de bailar, y así, parrandearon sin parar, hasta que de repente
todos se durmieron por tanto ron y vino; la gata muy astuta y ágil, se escapó.
¿Adivinen qué?... Se comió al padrino; al día siguiente todos despertaron y
alguien preguntó: ¿Dónde está el Ratón? Y mucho silencio se hizo en lugar,
el Piojo y la Pulga preocupados estaban, ya que al padrino no hallaban…
buscaron y buscaron, hasta que la gata patas arriba y la barriga llena en la
cocina encontraron. Entonces todos los invitados gritaron indignados: ¡Gata
mala te comiste al Ratón! El Padre Tortuga muy triste comento:
Padre Tortuga: Gata te comiste al padrino, Dios perdone tu destino.
La Gata, aún jarta, intentaba levantarse, pero la borrachera no la dejaba
parase, pues le temblaban las patas y tratando de hablar, dentro de la
balbuceadera contesto, lamiéndose su peluda pata:
Gata: ¡Miauuu, yo no fui!!!
Así culmina esta historia, la cual vine a relatar de la Pulguita y el Piojo,
que se conocieron cerca de un corral y finalmente se pudieron casar, luego
vivieron felices en su caluroso pajonal a las orillas del río Arauca. En caso del
Ratón, él desdichado roedor no lo pudo contar, porque la Gata felina, se lo
degustó de manjar.

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