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Humberto Ochoa Sayanes

Z'edico este libro


a mis amigos pescadores

y habitantes de

PUNTA DEL DIABLO

En memoria de mis padres

3
(C) Humberto Ochoa Sayanes 2001

Prohibida su reproducción, total o parcial, por cualquir medio,


tanto en español como en otros idiomas.

Derechos reservados

Diseño de carátula del autor, realización gráfica: Natalia Molina

Edición: Natalia Molina

Fotografías, diagramación y dibujos del autor.

Depósito Legal N° 45.187

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~umberto ~choa Sayanes

~e 'ld&ettdad
Año 2000

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Tratar de penetrar en los misterios de Punta del Diablo no es tarea fácil. Profundizar en los
tiempos en que surgió como un precario asentamiento en los desolados cerros, (denominados Punta
del Mogote, en viejos mapas), cercanos a Punta Palmar, es un desafío que obliga a ejercitar la mente,
la memoria y la imaginación.

Felizmente aún quedan muchos de los protagonistas de aquellos primeros tiempos, en que el
sacrificio, el coraje y la decisión pudieron más que la naturaleza inhóspita, que reinaba soberana en
aquellas dilatadas soledades.

Hombres y mujeres que osaron enfrentar la bravura de «la mar» en procura de un mejor destino,
fueron cimentando una identidad definida, tallada a templanza y trabajo, curtida de soles, sal, viento
y agua, que con ribetes de leyenda, pautaron la apuesta de un puñado de orientales resueltos a dejar de
dar la espalda al mar, esa estancia ignorada durante tanto tiempo por el resto de sus compatriotas.

Hablar de esos tiempos, de sus iniciales y sacrificados comienzos y de su progreso es la pretensión


de este libro.

Y como riqueza principal se ofrecen al lector testimonios directos, obtenidos de primera mano
con los verdaderos protagonistas de la creación del pueblo, o aldea de pescadores, conocido como
PUNTA DEL DIABLO: Sus pobladores, hombres y mujeres de recia voluntad, dedicados en cuerpo
y alma a sacar adelante sus sueños y hacer realidad sus esperanzas ...

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En estas vicisitudes y fatigas está cimentada la grandeza de este mágico pueblito de pescadores
que convoca a tantos y tantos visitantes, que enamorados de la calidez de su gente y del entorno con
que la naturaleza ha sabido adornarlo, disfrutan de su estancia y divulgan a todos los vientos sus
encantos, con la certeza de que cada recién llegado terminad hechizado por el embrujo inefable de
Punta del Diablo.

La misma naturaleza que en los principios guardaba celosa sus valores, hoy hace con su sabia
riqueza el encanto de esta región, y los altivos médanos, las antiguas rocas de granito, donde ritual-
mente se suicidan unas detrás de otras las eternas olas del inquieto mar, el límpido cielo azul y el soplo
del viento, cargado de frescura, forman el marco majestuoso que acompasa el esfuerzo y la dedicación
de sus pobladores.

Atrás queda un azaroso camino, abierto a fuerza de tesón y lucha permanente; el presente, que
también plantea sus dificultades, encuentra a Punta del Diablo enfrentado a diferentes coyunturas, de
orden legal, administrativo, urbanístico y sanitario. A lo que se debe sumar el embate de la naturale-
za, que pareciera reclamarle al hombre sus antiguos dominios, usurpados lentamente por el progreso
y reaccionar frente al indiscriminado ataque a que se ve sometida desde todos los frentes en que la
actividad del hombre se manifiesta.

El ya reconocido aumento del nivel de los mares en todo el mundo, va cobrando su precio en
todas partes y la bahía de Punta del Diablo, donde los pescadores tienen su puerto no escapa a tales
consecuencias, con la continua erosión y pérdida de arena, lo que complica aún más la sacrificada
tarea de introducir y retirar las barcas de pesca del mar.

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Como cruel paradoja, el mismo hombre es el que termina haciendo más difícil su propia exis-
tencia, con la continua agresión a los elementos naturales, de los que irremediablemente debe depen-
der para subsistir, pero que inexplicablemente aún no aprendió a respetar y cuidar.

Aún así, la tarea de estos hombres y mujeres sigue adelante, contra viento y marea, hasta que el
tiempo diga basta ...

Pero ni el mismo tiempo podrá borrar de la memoria colectiva el heroísmo y la dedicación de


tantos pescadores, aferrados a sus frágiles lanchas, luchando denodadamente frente al gigantesco
océano, --dispensador de vida y esperanza, pero también de dolor y muerte-- para extraer de sus
entrañas el sustento y lograr con su esfuerzo una vida mejor para sí y su familia.

Si el trabajo dignifica al Hombre, el trabajo en «LA MAR», arriesgando a diario el supremo


bien, que es la Vida, le da a cada Pescador de Punta del Diablo la dimensión de un Coloso.. .

Humberto Ochoa Sayanes

9
B
R
A
S Ubicado al Este de la República Oriental del
Uruguay, el Departamento de Rocha, se ex-
L
tiende sobre el Océano Atlántico, al Sur Este,
lindando al Oeste con los Departamentos de
Maldonado y Lavalleja; por el Norte, con el
Departamento de Treinta y Tres, y por el Este
con la República Federativa del Brasil, con
quién tiene una extensa frontera compartida
en la Laguna Merín y parte de límites terres-
tres.
Tiene una superficie de 10.551 kilómetros
N
cuadrados y cuenta con una población de
OCÉANO 66.000 habitantes.
ATLÁNTICO Este departamento fué creado por ley el 7 de
MALDONADO
julio de 1880, y anteriormente formaba parte
del de Maldonado.
Su capital, que lleva el mismo nombre, fué fundada en 1793 y sus primeros pobladores fueron
unas pocas familias asturianas, frustrados colonizadores de la costa patagónica y tiene tma población
de 23.500 habitantes.
Sus costas se extienden 180 kilómetros sobr:e el imponente Océano Atlántico, -desde la Laguna

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de Garzón, límite con Maldonado hasta la Barra del Arroyo Chuy, frontera con el Brasil- y forman una
variada cadena de extensas playas modeladas por el continuo movimiento del oleaje del mar y lasco
rrientes litorales.
Estas dilatadas playas, de fina y limpia arena dorada, son interrumpidas cada tanto por puntas
rocosas, entre las que se destacan el Cabo de Santa María, el Cabo Polonia y más al Este Punta
Palmar, en cuyas cercanías se encuentra ubicada PUNTA DEL DIABLO, la mágica Aldea de Pesca-
dores.
La continuidad de estas puntas rocosas dan nacimiento a pequeñas islas que es dable contem-
plar en la costa oceánica rochense.
Una de las características más destacadas de la costa lo constituyen las altas dunas o médanos
de fma arena voladora, que en algunos casos, como en la Ensenada de Valizas llegan a alcanzar más
de 50 metros sobre el nivel del mar y en Cabo Polonia más de 30 metros, conformando uno de los
paisajes más espectaculares de todo el país. Este tipo de dunas que eran bastante habituales en el
pasado, han sido fijadas por la forestación que hace algunos años emprendieron organismos oficiales
y también propietarios particulares de zonas arenosas, lo que ha derivado en la pérdida de gran parte
de las dunas móviles que constituían la mayor parte del sistema dunar rochense. Aún persisten unos
pocos sitios donde aún no ha llegado la presión inmobiliaria y el avance «colonizador>> del hombre ...
En uno de esos cabos o cerros de arena y rocas, hace más de cinco décadas, comenzó a gestarse
lentamente un asentamiento de esforzados pescadores, que con coraje, trabajo y sacrificio daría naci-
miento a PUNTA DEL DIABLO, hoy conocida por sus peculiares encantos, en muchas partes del
mundo.

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LA MAGIA DE PUNTA DEL DIABLO

El dedo pétreo de la PUNTA DEL DIABLO, se hunde, fino y elegante entre las aguas verde-
azulada~ de la mar y de~de el Cerro Rivei:o la vista es esplendorosa.
La bahía, mansa, descuelga el vaiven de las olas, festoneadas de espuma blanca, que llegan
tímidamente a morir en la arena de la costa...
En las zonas rocosas trepan, pulen, se deshacen y vuelven, mueren y renacen ... una y mil veces,
en su juego repetido y ancestral. ..
El multicolor despliegue de casas, ranchos y cabañas cuelga del Cerro, en un caótico muestrario
de inventiva y posibilidades...
Techos de paja, grises de tiempo, se mezclan con tejas, fibrocemento, cinc o cartón...
Los tonos verdes, celestes, marrones, naranjas y rojos se trepan a los techos y contrastan con las
paredes encaladas o pintadas de colores pastel. ..
Sobre la arena de las dunas que asoma entre el caserío, manchas de vivo color verde se levantan,
en los montes de acacias y pinos ...
Algunas callejuelas se insinúan, culebreando entre las construcciones que suben y bajan la lade-
ra del cerro ..
Unas pocas lanchas pescadoras reposan sobre la arena, nostálgicas, aguardando el instante de
volver a deslizarse, marineras, sobre la superficie nerviosa de la mar.. .
El viento sopla del norte, y su brisa fresca mitiga el calor que anuncia el sol del verano, en un
cielo totalmente despejado ...
El canto áspero de alguna gaviota, sobrevolando las nerviosas olas, contrasta con el gorjeo de
las veloces golondrinas y el chirriar de las cigarras en sus refugios del monte ...
La brisa goza, peinando los esbeltos capices y los altos pastos y colas de zorro y se desliza

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por las hondonadas rozando las copas de las acacias que han nacido al abrigo de las dunas ...
La costa comienza a poblarse de caminantes y adoradores del sol; algunos optimistas ensayan la
pesca desde las rocas ...
El día, esplendoroso, hace un marco adecuado a la belleza del paisaje ...
Y allá abajo, PUNTA DEL DIABLO, polémica y mágica, sigue conquistando enamorados ...

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Capítulo 1
&nlos

rrMml~~·il Z'ominios del

1iento
15
Capítulo 1

En los dominios
del viento Sopla el viento
tenaz, inagotable.
inasible tonete
desbocado ...
disgregando el granito
en arenales
que se extienden
como oro denamado ...
y peinando
los recios pajonales
tiena adentro
se interna
apresurado ...

Z'urante milenios esta zona de la costa oceánica que hoy forma parte del Uruguay, estuvo bajo el
dominio de los elementos naturales, únicos custodios de su entorno.
El viento, arquitecto responsable de la conformación el paisaje actual, fue modelando a su capri-
cho la enorme extensión de dunas, que desde la. orilla misma del océano hasta el borde de la Laguna

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Negra o de los Difuntos, se extendía como un enorme y desolado tapiz formando una franja, larga y
dorada que contorneaba la costa del mar.
Junto con la lluvia se transformó en un agente erosivo, que fueron dando forma a los enormes
médanos de fina arena voladora, que según el capricho de aquél, mudaban la conformación del paisa-
je trasladando, en el correr de unas pocas horas toneladas de los minúsculos granos, hasta formar, en
ciertos puntos donde encontraban resistencia, una nueva duna.
Así, desde las enormes masas pétreas del granito costero, cubiertas y descubiertas según la
dirección de las ráfagas de viento, la arena fue extendiéndose más y más tierra adentro, formando una
sucesión ininterrumpida de dunas de diversas formas y tamaños, ocasionalmente tapizadas por el
verde de plantas, hierbas, arbustos y árboles nativos.
Entre las laderas de algunas dunas frecuentemente se formaban pequeñas lagunas, de agua pro-
veniente de manantiales de las zonas más altas o de depósitos circunstanciales de lluvia, que propicia-
ban el crecimiento de variedades de plantas y arbustos; que junto con la fresca condición del agua
pura hacían el sitio muy frecuentado por especies de la variada fauna autóctona de entonces.

De pluma y piedra

Así, con el transcurso de los siglos esta región fue testigo de la aparición del
hombre primitivo.
Recientes hallazgos arqueológicos permiten determinar una antigüedad de aproxi-
madamente 5000 años en cuanto a la existencia de grupos humanos que centra-
ron su actividad en esta zona costera del Departamento de Rocha, grupos que
realizaban migraciones estacionales, fundamentalmente en períodos estivales,
donde la abundancia de p~ces, mariscos y aves, hacían relativamente fácil su sub-
sistencia en la región.
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Los bañados y montes natmales eran a la vez que refugio, ambiente propicio para la cacería de
aves y mamíferos que les proveía de alimentos, abrigo y materiales para sus armas y adomos. Los
ocasionales hallazgos de fogones indígenas en la región costera evidencian la presencia de grandes
grupos humanos que durante centenares de años hicieron de esta zona su campo de acción y existen-
cia. Dichos· grupos humanos, eminentemente cazadores y recolectores, dejaron asimismo muestras de
cerámica y elementos líticos de fina elaboración y diseño. Posiblemente fueran parte de los pueblos
que construyeron los sambaquis y que habitaban la región que hoy ocupa el Estado de Río Grande del
Sur, en Brasil, que en sus migraciones llegaron a la zona costera del actual Departamento de Rocha.
Algunos investigadores sostienen la tesis de que en la región atlántica del Uruguay y parte sur del
Brasil se produjo lo que denominan un desdoblamiento de la raza paleoameric;ana en dos distintos
· estratos. El de los «fuéguidos» anterior y más antiguo y el de los «láguidos». La diferenciación
estaría dada fundamentalmente por la altura de la bóveda craneana, así como por algunas proporcio-
nes de la cara. (Trabajos del doCtor ítalo-argentino José Imbelloni)
«Quedaría un punto muy importante por aclarar: el de saber si dichos primitivos pobladores llega-
ron ya a nuestro territorio en estado de mezcla racial, lo que es muy probable, o si ella se produjo al
entrar en contacto sus componentes en estas latitudes con integrantes de la parcialidades del «tipo
racial pámpido», a quiénes, parece, deben ser atribuídos los esqueletos de cráneo más·ancho y elevada
estatura que también es dable exhumar en los túmulos (cerritos)».
Pero sea de ellb lo que fuere, interesa destacar que dicho elemento antiquísimo de población inte-
gró sin lugar a dudas, el génesis de la familia aborigen de nuestro primitivo territorio. Ante el interro-
gatorio de saber quiénes eran y que afinidades étnicas tenían con las parcialidades indias de que nos
habla la Historia, respondemos:
1° Los restos de la raza paleoamericana -ya láguida o mas bien fuéguida- así como la mayor parte
de los objetos vinculados con el Brasil meridion~lpertenecieron, muy probablemente, a la parcialidad

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en gran parte guaranizada de los Arechanes.
2° Los restos de tipo racial pámpido y los utensilios y armas afines a la región patagónica,
correspondieron en cambio, en general al grupo genérico Charrúa, el cual estaba formado, aparte de
los indios de ese nombre propiamente tales, por los Bohanes, Guenoas y/o Minuanes.» (1)
Boleadoras, morteros, puntas de proyectiles y fragmentos de cerámica quedaron diseminados a
lo largo y a lo ancho de la zona arenosa de nuestro litoral atlántico, como rica herencia de un pasado
casi desconocido para las actuales generaciones.

Antiguas soledades
Durante un vasto período de tiempo los primitivos habitantes de esta región en sus incursiones
estivales fueron los únicos visitantes de la zona costera, situación que se prolongó hasta el adveni-
miento de la conquista, luego de la cual, con la introducción del ganado vacuno y con el transcurrir del
tiempo y las naturales bondades de estos suelos se produjo tma enorme reproducción del mismo, lo
que motivó que aparecieran en escena los corambreros. Estos utilizaban los servicios de indios
baqueanos en la geografía de la región, que rastreaban los rebaños salvajes y sacrificaban las reses
para extraer sus cueros, que eran acumulados en puestos o depósitos para luego ser trasladados a
zonas cercanas a algunos puertos naturales donde los barcos los transportaban al viejo continente.
«La matanza de reses, salazón de carnes, recolección de sebo y grasa, y aprovechamiento de los
cueros al pelo, constituyó un nuevo ramo en que estribaba el comercio de la capital del Gobierno del
Plata y a la adquisición de tales productos salidos de nuestro territorio destinó ella parte de sus hijos»
escribe Bauzá. «Bien pronto también lo hicieron otros hombres venidos del Brasil, por la zona Este de
nuestro territorio, contando con la complicidad de las autoridades portuguesas que ya tenían noticias
de aquella inmensa riqueza sin explotar todavía por la Corona española. «Faeneros» y «corambreros»

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se denominaban a estos hombres que venían en principio a hacer solamente la faena de cueros vacu-
nos y «vaquerías» era el nombre genérico de sus operaciones con dicho ganado.
Había llegado la hora del cuchillo. Faeneros y corambreros de Buenos Aires y del Brasil portu-
gués iniciaron la implacable matanza de nuestro ganado cerril, cuyas carnes dejaban abandonadas las
más de las veces para pasto de fieras y aves de presa( ... )
Por el lomo de nuestras cuchillas centrales, penetraban desde el sudoeste y desde el este arma-
dos de lazos, cuchillos y «medias lunas» enastadas en largas cañas de tacuara, en pos de aquellos
animales que huían despavoridos buscando refugio en los más apartados <<rincones» formados por los
ríos y an·oyos hasta donde eran perseguidos y sacrificados en intenso número.
A esto cabe añadir las inniensas recogidas de ganado en pie llevadas a cabo por vecinos de Santa
Fé autorizadas por las autoridades de Buenos Aires, para pasar a tal efecto a la «banda oriental» del
Río Uruguay, así como las periódicas expediciones que con el mismo objeto y el de hacer «corambre»
realizaban los indios de las Misiones del Alto Uruguay y Paraná al norte del Río Negro hasta la
«VAQUERIA DEL MAR», sobre el Atlántico, también autorizados y algunas veces dirigidos por sus
superiores los misioneros jesuitas.
Entretanto por la boca del Río de la Plata asomaban los primeros piratas -ingleses, franceses,
holandeses- quiénes desembarcaron en las costas del Este, en busca de aquellos mismos frutos de
nuestra tierra.» (2)
La región fué testigo de las aventuras y desventuras del célebre Ettienne Moreau, pirata francés
que traficaba con cueros y que mantenía una-estrecha relación de colaboración con indios guenoas
asentados en la zona, que sin duda merodeaban por toda la franja costera atlántica, ávidos de cambiar
con aquel su mercadería por armas, tabaco y aguardiente. Aunque la base de operaciones de Moreau
estaba en la Ensenada de Castillos, en la desembocadura del arroyo de Valizas, no es de descartar su

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visita a la región que posteriormente conoceríamos como Punta del Diablo, teniendo en cuenta la
facilidad de anclar en la bahía que proteje la formación rocosa, al abrigo de los temporales del Sur.
La enorme riqueza que representaba la superabundancia de ganado hizo muy rentable la explo-
sión de los cueros y era tal el movimiento de exportación del producto, que se transformó en el
principal y casi exclusivo rubro comercial de la época.
«Los historiadores han denominado a las diversas edades de la civilización universal, según la
materia prima que servía de base a su industria, y daba carácter a la civilización. Así, hay la edad de
la piedra, la edad del bronce, la edad del hierro. Puede decirse, sin abuso de metáfora, que el Uruguay
tiene una edad del cuero. De 1700 a 1800, el cuero es, en efecto, la materia prima de toda industria.
Un cronista detalla sus variadísimos usos: «Se construían casas con ellos cuando eran tan abundantes
como al fundarse Montevideo. Superpuestos, constituyen abrigadas techumbres, como en el toldo del
indio. Siendo escasos los clavos, inaudito el alambre, no sospechada la soga de cáñamo o la cuerda de
lino, el cuero humedecido proporciona toda clase de cordaje; y crudo, amarraduras que ni el tiempo
aflojará para suplir escopladuras, ensambles y remaches. Las puertas y las camas de cuero duro
extendido en un bastidor se dejan ver todavía en la campaña.»
«Las puertas de las casas, los cofres, los canastos, los sacos, las cestas, son hechas de cuero crudo
con pelo, y aún los cercos de los jardines y los techos están cubiertos de cueros; los odres para el
transporte de líquidos, los yoles, las árganas para las estancias, la tipa, el noque para guardarlas y
moverlas, las petacas para los asientos y cofres, los arreos del caballo, los arneses para el tiro, el lazo,
las riendas tejidas»
A estos usos hay que sumar el sombrero panzaburro, la cubierta de las carretas, los tientos para
enastar las puntas de tijera en las chuzas, la bota de potro, el cojinillo y la «pelota» para cruzar los ríos.
Antes se utiliza el cuero que el barro para las construcciones. Un viajero jesuita que vió en cons-
trucción la ciudad de Montevideo en 1727, nota solo dos casas de material y cuarenta de cuero.
De todo esto se desprende que bien puede llamarse a esta época del país <<Edad del Cuero».

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A partir de estos análisis se comprende claramente la importancia que tuvo esta región, con su
<<Vaquería del mar», en las ambiciones de imperios, gobernadores, hacendados, faeneros, corambreros,
piratas e indios.

Hacendados, peones y matreros

Luego de la paulatina desaparición de la raza indígena, tras las luchas independentistas, inhu-
manamente masacrada por los intereses económicos de los poderosos hacendados de entonces, sólo
éstos, sus peones y algunos matreros (gauchos escapados al campo, por deudas con la justicia) cam-
peaban por los enormes potreros que formaban las estancias que el Rey de España concedió a sus
súbditos en su oportunidad, con el fin de detener el avance de Portugal, en la región que formaba
parte de la Banda Oriental.
Con el advenimiento de la independencia, esas enormes «suerte de estancias», fueron subdividién-
dose en particiones sucesorias y muchas veces los «arenales» deslindados como zonas sin valor, con-
siderados durante mucho tiempo como «tierra de nadie».
Hasta las primeras décadas del presente siglo, las tierras que hoy ocupa el poblado conocido
como Punta del Diablo, pertenecieron a hacendados que poca utilidad le sacaban a los medanales
voladores y áridos que conforman la franja costera, aledaña al Océano Atlántico.

***
(1)- José Joaquín Figueira «Del periodo neolítico rochense». Publicado en revista Castillos
1866-1966 Rocha en el Centenario de Castillos 1966
(2)- Alfredo Castellanos, «Breve historia de la Ganadería en el Uruguay»
(3)- Alberto Zum Felde, «Proceso histórico del Uruguay»

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Antiguas Soledades...
24
Capítulo 2

Z'uros

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25
Capítulo 2
Los duros
.
com1enzos
Cuando sólo natura gobernaba
esos sitios de extrema soledad,
llegó un día un pionero ilusionado
a alzar su rancho, entre rocas
soles, lunas, olas, viento ... y arenal

Se hizo dueño de todo aquel paisaje


y llenó todo su tiempo de esperanzas
de belleza, de trabajo y libertad .. .
Con bullicio de niños correteando ...
Y aparejos. Y peces... Y la mar ... !!
l~
~- ; ..

El primer rancho

&nfeb~·ero del año 1935, la familia de Laureano Rocha, que tenía un pequeño campo en Vuelta
del Palmar y una numerosa descendencia, compuesta por diez hijos, ante la enfermedad de uno de
ellos, Lirio, que sufría de asma, aconsejado por su médico de Castillos, de que la solución para él, (que
corría riesgo de muerte), era llevarlo a la costa, resolvió construir un pequeño rancho en la zona de los
Cerros, en campos propiedad de la familia Martínez, que colaboró en la edificación de la rudimenta-
ria vivienda.
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En los veranos la familia se trasladaba a la orilla del mar, donde la salud de Lirio comenzó a
estabilizarse y a fortalecer su organismo juvenil con el aire puro y fresco del océano y los rayos
vivificantes del sol. El jefe de familia se trasladaba también a su vivienda en los meses de invierno, ya
que era un gran aficionado a la pesca, que en esa época era muy abtmdante y realizaba con el uso del
aparejo y que servía para aliviar el sustento de su numerosa familia, de humildes recursos.
El ingreso a la zona del Cerro se realizaba penosamente, en carros tirados por caballos, por
caminos de barro y agua, hasta llegar a los enormes médanos, donde en ocasiones el vehículo volcaba,
ante la dificultad que suponía el traslado por las blandas arenas, que insumía prácticamente todo el
día. El primitivo camino de ida al Cerro pasaba frente a los campos que fueron propiedad de Balbín
Castro, ubicado en las cercanías de Castillos y luego se intemaba en las arenas costeras, hasta llegar al
campo de los Martínez, donde se encontraba el sitio elegido para levantar el rancho.
El trayecto se realizaba en medio de enormes dunas de arena voladora y había que marcar el
trillo, para poder encontrar nuevamente el camino hacia la costa.
En el ru.'í.o 1942 se afincaron algunos pescadores que provenían de Valizas y que empezaron a
pescar el tiburón para vender el hígado a mercados asiáticos. Dichos pescadores ingresaban al mar en
chalanas a remo, prácticamente sin ningún instrumento de guía para su orientación.
Inicialmente se establecieron algunos pescadores extranjeros en el Cerro Rivero, al norte de
Punta del Diablo y algunos lugareños comenzaron a trabajar con ellos, trasladándose luego al sitio que
comenzó a ser conocido como el Cerro o los Cerros de los Pescadores, aunque algunos de los prime-
ros pobladores afirman que ya se lo denominaba como en la actualidad.
Otros pescadores comenzaron a llegar a la costa, edificando sus ranchos en la zona que queda
enfrente a la Piedra Redonda, bordeando la pequeña bahía ubicada a la derecha de la actual calle de
acceso principal.

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Caminos de arena y mar

Los años comprendidos entre 1948 y 1950 vieron levantarse el complejo de la Hostería del
Pescador, edificada por la empresa del constructor Juan Uriarte y en ese tiempo se construyó la carre-
tera que pasando por dicho parador unía la Ruta Nacional Montevideo-Chuy con la costa de los
Cerros, la cual por falta de mantenimiento y atención fué sepultada por las arenas que los caprichos
del viento mudaban a su merced y nada lograba contener.
Por ese entonces la provisión de alimentos debía realizarse en Castillos y los pobladores del
asentamiento de pescadores caminaban hasta la ruta a tomar los servicios de ómnibus que cubrían el
recorrido entre el Chuy y la Capital nacional, temprano por la mañana y regresar a la tarde con la carga
a cuestas. La población pescadora que fue conformando el precario asentamiento de Punta del Diablo
provenía fundamentalmente de gente de trabajo, muchos de ellos del ambiente rural, que ante la
escasa posibilidad de obtener los recursos suficientes para el mantenimiento de sus familias, optaron
por la tarea más riesgosa pero más lucrativa, al enfrentar en su tarea cotidiana al poderoso océano, en
una lucha desigual, impulsados como tantas veces por la necesidad.
Así, muchos orientales que como la gran mayoría de sus compatriotas, habían vivido de espal-
das al mar, «la estancia ignorada», se vieron impelidos por las circunstancias a cambiar su vida de
trabajo precario, o la más segura de transitar a caballo el mar ondulante y firme de las praderas, por la
otra vida, llena de peligros, riesgos y esperanzas, enfrentando al mar verdadero y rugiente, ante la
perspectiva de lograr una mejora en el aspecto económico. El valor de los hombres y la abnegación de
las mujeres fueron dando forma a una estirpe de pescadores templados a mar y viento, que le dieron
una identidad muy especial al precario asentamiento que se fue formando en los otrora desolados
Cerros ... El rigor de la existencia en aquellos primeros tiempos quedaba reflejada en la sencillez de
las construcciones, totalmente realizadas en paja y troncos, con piso de arena, muchas veces sin ven-
tanas y con una rudimentaria puerta de tablas ...
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Los primeros baños, -si así podía llamárseles- estaban construídos alejados de las casas y care-
cían de techo, eran casi una mera protección ante miradas indiscretas.
Muchas veces los ranchos eran una sola pieza, que oficiaba de cocina, estar y dormitorio e
incluso de depósito de redes y avíos de pesca.
Allí, en ese reducido espacio convivían a veces, familias numerosas, con toda la incomodidad y
falta de privada que ello supone. El agua potable provenía de pozos o cachimbas realizadas en la
cercanía de las viviendas, cuando el suelo lo permitía, o se proveían de las vertientes naturales en las
faldas de los grandes médanos.
Como una herencia de su pasado ligado a la actividad del campo, los habitantes de la zona
costera llevaron sus caballos, sus carros -únicos vehículos capaces de llegar al lugar en aquel enton-
ces-, sus penos y su costumbre de consumir carne roja (vacuna y más fi:ecuentemente ovina) en vez
del pescado, que a diario extraían del mar...
La nutrición en los primeros tiempos no era la adecuada, ni para los mayores ni para los niños,
a pesar de que algunos pescadores lograban tener sus vacas lecheras en las cercanías -o compraban la
leche a los vecinos- y preparaban modestas quintas resguardadas con maderas, trozos de redes y palos
que las mareas arrojaban a la costa, donde lograban cosechar algunas verduras para complementar su
escasa dieta alimenticia.
La tarea no fmalizaba al concluir los embarques, y luego de limpiar el pescado que lograban
capturar, sino que debían mantener en buen estado la embarcación y las redes, que en un principio
eran de hilo de algodón, -mucho mas débiles y pesadas que las de nylon, que posteriormente pudieron
conseguir- y requerían continuas reparaciones, que cada pescador realizaba diestramente con la aguja
de remallar, instmmento con el cual ellos mismos comenzaron a tejer sus propias redes, como lo
hacen actualmente. La preparación del tasajo de tiburón o cazón llevaba su proceso: una vez limpio el
animal, se procedía a cortar filetes que eran sometidos durante cierto tiempo a la acción de la sal,
acomodándose en capas sucesivas e intercalando nuevas camadas de sal, para posteriormente pren-

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sarlo y luego que estaba suficientemente saturado, someterlo a la acción del sol, previo lavado con
abundante agua dulce, para que secara fmalmente.
La visión de los largos secaderos, llamados «varales», construidos con varejones de eucaliptus,
con docenas de clavos, de donde se colgaban las planchas de «bacalao» llegó a ser un espectáculo
tradicional en los Cerros, donde con su observación se podía determinar la condición de la zafra de
esa temporada.
El fuerte olor característico de ese proceso también pautaba la presencia del «bacalao nacional»
secándose al sol...
Esa sacrificada tarea, cuyo punto final lo constituía la comercialización del producto terminado,
generó un cie1io bienestar en aquellos pescadores que tuvieron el buen tino de inve1iir sus ganancias
en el mejoranliento de sus embarcaciones, galpones y materiales complementarios para continuar la
explotación del recurso, que a riesgo de su propia vida, lograban extraerle al poderoso océano ...
No todos tuvieron esa virtud previsora y no era raro ver dilapidar el dinero logrado con extremos
sacrificios durant•e una zafra pesquera en el lapso de pocas horas, en las carpetas de la timba, el
mostrador de los bares o en los burdeles de los pueblos próximos ...
Aquellos que invirtieron el fruto de su arriesgada tarea diaria, mejoraron la capacidad de los
motores de sus lanchas, construyeron otras, empezaron a edificar galpones más amplios y cómodos
hasta que llegó el progreso y las construcciones de material comenzaron a sustituir a los primitivos
ranchos de paja y juncos, y las piletas de cemento lustrado a los cajones de madera de los primeros
saladeros ....
Punta del Diablo comenzó así a vivir una nueva etapa en su camino, con los necesarios cambios
para que quiénes se afincaron allí pudieran llevar una vida más digna y mejorar las capturas y la
calidad de su producción.

* .* *

31
Capítulo 3
A

~emoy

eoraje

33
Capítulo 3
A remo y
.
coraJe
A remo y coraje
se internaban,
valerosos
a lomos de la mar...

En sus botes
.... ..
~

precarios, decididos ...


con sus redes
dispuestas a pescar...

Fue la lucha
sufrida, cotidiana...
Su muelle y su faro
era su hogar...

&nlos comienzos de la aventura de los primeros pobladores asentados en Punta del Diablo, los
medios de que disponían para la pesca eran más que rudimentarios.
Pescaban en pequeños botes impulsados a rl?mo, casi siempre fabricados por ellos mismos y
aunque las capturas eran realizadas a muy corta distancia de la costa, era una tarea ardua y peligrosa.
35
Muchas mujeres acompañaban a sus maridos en esta faena y remaban al igual que aquellos en
las duras jornadas de pesca.
Luego, con el transcurrir del tiempo se fueron construyendo botes mas grandes, con la proa y la
popa iguales, y algunos con capacidad para tres remeros.
Cuando se consiguieron los primeros motores fuera de borda, que eran pequeños, de 5 caballos
de potencia, se hizo posible un mejor rendimiento de los embarques. La forma de la popa no era muy
adecuada para el eficaz rendimiento del motor y la marcha de las embarcaciones era lenta.
Cuando se hizo un cambio de diseño, se les construyó una popa «espejo», es decir ve11ical a la
superficie del agua, y se los dotó de motores más potentes mejoró sustancialmente el rendimiento, al
disminuir en gran medida la turbulencia en la zona donde se ubica el motor, mérito de la nueva
estructura, que hizo posible que la hélice encontrara siempre firmeza en el agua, para la propulsión,
sin intermitencias generadas por estelas o vacíos.
Luego de comprobar el rendimiento de esta innovación se probó la llamada «cola de pato», que
potenció aún más el desempeño de las lanchas, ya con motor central o fuera de borda, diseño que
mantienen actualmente todas las embarcaciones de Punta del Diablo, debido al éxito que representó.
Hoy día las lanchas son recubiertas en su totalidad con fibra de vidrio, lo que las transforma
prácticamente en un «monocasco», con la seguridad de una real impermeabilidad, cosa que antaño era
harto difícil lograr, con los precarios sistemas de calafateo de que se disponía.
En ese entonces se reparaban las vías de agua con asfalto y trozos de arpillera, y cuando las
lanchas se depositaban en tierra aguardando un nuevo embarque, se debían «regar» continuamente en
días de mucho calor, para que al hincharse la madera no se produjeran entradas de agua, aunque en
algunas lanchas que no se trataban correctamente con este método, se debía «achicar» constantemen-
te casi durante todo el viaje.
Por aquellos lejanos tiempos, la p~sca era muy abundante y se lograban excelentes capturas,
internándose apenas un poco mas allá del «rompiente».

36
La captura que se realizaba entonces era de cazones o tiburones, cuyo único beneficio era el
hígado, que se hervía para extraer el aceite, que se comercializaba a mercados extranjeros.
De igual modo se extraía la grasa de la especie denominada «franciscana», que tenía gran de-
manda por parte de las fábricas de jabón. En grandes tanques, calentados con leña se procedía a la
preparación del mencionado aceite, el que era envasado en recipientes de metal y transportado a
Montevideo para su exportación.
Algunos pescadores se dedicaban a comprar allí la producción de otros y eran acopiadores que
luego revendían a los exportadores ... Ante la disminución de la demanda del aceite de hígado de
tiburón al término de la segunda guerra mundial, se comenzó a industrializar el otrora descartado
producto y se fué imponiendo así en el mercado nacional el «bacalao criollo», como sustituto mucho
más económico del noruego. .
Este nuevo aspecto de la explotación de los recursos supuso un rebrote de la actividad pesquera
en Punta del Diablo, y fue así que empezaron a aparecer los primeros motores fuera de borda, y se
empezó a mejorar la construcción de las embarcaciones como se ha señalado .
Durante muchos años aún, las lanchas carecieron de una protección o refugio, para los pescado-
res, que debían soportar los embates de las olas apenas protegidos por trozos de nylon y lonas, sin la
posibilidad de guardar ropa seca para poder cambiarse y mantenerse abrigados.
Aún los que podían proveerse de ropa de agua, terminaban la jornada totalmente mojados y a
merced del viento y el frío. No solamente en la mar el sacrificio era real; también en tierra el «echar»
las lanchas al agua era una ardua labor. Por aquellos tiempos las embarcaciones se arrastraban a pulso
hasta que se lograba que flotaran, tarea que era realizada por todos los pescadores, hasta que estaban
todas las barcas preparadas para zarpar.
Era tácita la solidaridad en esos sacrificados tiempos y también al volver de «la mar» los que
estaban en tierra colaboraban en la «sacada» de la lancha que llegaba al puerto y en la descarga de la
captura lograda. ·
37
Con el tiempo se fué agudizando el ingenio y poco a poco se mejoró el método de extracción de
las barcas, primero haciéndolas deslizar sobre rolos de madera, luego tendiendo tablas a manera de
piso más firme y sustituyendo los ro los por caños metálicos y el malacate o «fanfarrím> que con sus
engranajes accionando un cabo, facilitó grandemente la tarea.
Alternando con la captura de peces y culminada la zafra propiamente dicha, muchos pescadores
regresaban a otras actividades, rurales muchas veces, pero algunos continuaban su vida a orillas del
océano y se dedicaban a la extracción y comercialización de los mejillones, moluscos que también
abundaban entonces. Hombres y mujeres trabajaban por igual en esta arriesgada faena sobre las rocas
costeras o en el islote de la Coronilla, (tarea ésta que estaba reservada a los pescadores más experientes.)
Siendo talla abundancia del molusco, se procedía a cortar con una pala las colonias adheridas
fuertemente a las rocas, -que normalmente quedaban sumergidas, y se debía aguardar una bajante del
mar para tal menester- y arrollándolo como un tapiz se iban extrayendo «paños» del cotizado produc-
to, que era embolsado y llevado al pueblo para su limpieza o cocción cuando la posibilidad de trans-
porte no era inmediata.
A medida que se iban capturando y embolsando, se ataban las bolsas con cuerdas y se las dejaba
sumergidas en el agua, en las zonas rocosas para que se mantuvieran vivos hasta su traslado.
Muchas veces el acarreo hasta el pueblo de pescadores se debía hacer a hombro, hasta llegar al
depósito, desde distancias bastante grandes, con la arena floja, totalmente mojados y con bolsas que
rondaban los cuarenta o cincuenta kilos cada una.
Asimismo, arrimar la carga ya limpia a la ruta -o al acceso que posteriormente se hizo y que
terminaba un poco mas adelante de la Hostería del Pescador-, era una tarea ardua y pesada, ya que los
que no disponían de caballos o de dinero para pagar un flete de carro debían llevarla a pie, por los
dilatados arenales vírgenes que entonces separaban Punta del Diablo de dicho Parador.
De este modo se fue generando la id~ntidad del pueblo, asentada sobre el sacrificio y la dedica-
ción de sus pobladores.

38
Capítulo 4
7ras la

Piel gris del

7iburón...

41
Capítulo 4
Tras la piel
gris del
tiburón ...
Esconde el gris de la mar
la piel gris del tiburón...
desafiando al pescador
a que lo pueda atrapar...

De igual modo el pescador


va desafiando a la mar...
con la ilusión de atrapar
al gigante predador...

no es casual que el comienzo de la concentración de pescadores en Punta del Diablo coincida


con la Segunda Guerra Mundial.
Se puede decir, sin margen de error que es una consecuencia directa del enfrentamiento bélico
que marcaría a fuego a toda la humanidad, por la crudeza de sus acciones y el altísimo costo en vidas
humanas que habría de tener. ·
43
La necesidad de Vitamina A, para reforzar diariamente la vista de los pilotos de la fuerza aérea
aliada, enfrentados con la Luftwaffe, la aviación nazi, hizo surgir en algunos puntos de la costa rochense
pequeñas concentraciones de pescadores que iban tras la piel gris del tiburón.
¿Por qué precisamente el tiburón? Porque la Vitamina A se encontraba naturalmente concentra-
da en grandes cantidades en el hígado de aquellos grandes escualos y aún no se había logrado sinteti-
zarla artificialmente.
Debido a tal demanda el hígado de tiburón lograba una elevada cotización en el mercado inter-
nacional, en tanto que la carne de dichos animales no era aprovechada prácticamente para nada.
El tipo de tiburón en cuyo hígado se encontraba la más alta concentración de Vitamina A. -
llamado a raíz de esto «vitamínico»- llegó al borde de la extinción, debido a la cacería despiadada a la
que se vió sometida la especie.
Esta situación tuvo término al fmalizar la Guerra, ya que cayó la demanda de la Vitamina A y
por consiguiente la comercialización del hígado de tiburón.
Y con la producción de la Vitamina A sintetizada industrialmente definitivamente decayó el
interés en la captura del tiburón para los fmes inicialmente propuestos.
Así necesariamente se debía encontrar una forma de utilizar la anteriormente descartada carne
de la abundante pesca que se daba en toda la región costera de nuestro país y se comenzó a hacer
«bacalao» con ella.
El proceso, que consistía en salar, prensar y luego secar al sol filetes de carne de tiburón logró
que los pescadores pudieran imponer su producto en el mercado uruguayo, en virtud de su menor
costo frente al bacalao importado. Fue así que durante muchos años los pescadores de Punta del
Diablo, lograron extraer y procesar miles de toneladas de tiburones de las dilatadas y peligrosas aguas
del Océano Atlántico, «la mar» como ellos la denominan. Este comercio que dió un merecido auge al
pueblo, fué paulatinamente disminuyendo debido a varios factores: por un lado a la dificultad cada
vez mas creciente de realizar las capturas, dado el can1bio en las condiciones naturales que hacen

44
alejarse cada vez más a los tiburones de la zona en que tienen su campo de acción los pescadores, lo
que significa viajes cada vez más largos, más gasto en combustible y fundamentalmente a un cambio
en las tradiciones familiares, en que ya no se consume como antes tanto pescado en Semana Santa o
ante las ofertas de otro tipo de carne de mucho menor costo, (pollos, carne ovina, etc.) que compiten
con ventajas frente a la oferta de los pescadores.
Una exportación complementaria, derivada también de la captura del tiburón, es la referida a las
aletas de los escualos, considerada como un exquisito manjar en ciertas regiones de Asia y cotizadas
a buen precio en dichos mercados.
Otros de los productos derivados de la pesca del tiburón lo constituyen las mandíbulas, que una
vez limpias se venden en los quioscos, conjuntamente con los elementos que confeccionan con las
vértebras y los dientes (collares, rosarios, pendientes, palilleros, etc.) artesanías típicas éstas que han
hecho conocido internacionalmente a Punta del Diablo.

Preparativos para el embarque

El embarque de los pescadores hasta el sitio donde calan las redes se prepara el día antes,
revisando el motor, la dotación de combustible y el estado general de la lancha, luces, transmisor, etc.
y acondicionando en las bodegas los trasmallos.
A la mañana siguiente, al amanecer se impulsan las lanchas hacia el mar y cuando ya pueden
flotar, se enciende el motor y se enfila hacia los lugares donde acostumbran realizar sus capturas. La
navegación se prolonga hasta llegar al sitio elegido para calar las redes, donde se dejan ancladas y se
regresa a puerto para volver a inspeccionarlas al día siguiente, cuando se retiran los peces que se
encuentran atrapados en las mallas, (que se vuelven a colocar nuevamente, salvo que haya amenaza
de temporal en cuyo caso se levantan, para que no se clestruyan o pierdan con las marejadas). Los
tiburones que se capturan en las «bagas» (formadas por dos trasmallos de noventa metros de largo.
45
por tres de ancho) son de diferentes especies y tamaños. Dentro de esas especies se encuentran la
pintarroja, el angelito, el denominado tiburón brasilero, el pez martillo, la sarda, el correcosta, el
cazón, etc. además de franciscanas, corvinas grandes (miraguayas) y otras clases de peces. Las redes
o trasmallos se depositan en el agua donde quedan flotando en posición vertical, contra el fondo,
debido a las boyas dispuestas en la cuerda superior y las pesas de plomo en la inferior, y se amarran a
un cabo en cuyo extremo se coloca un ancla para fijarlos en el piso del mar, y a otro cabo, con la
correspondiente ancla, a la que se le une una boya, donde se instala la bandera para visualizar el sitio.
Los peces, al chocar contra las mallas de nylon, quedan atrapados por las branquias o enredados
en sus intentos de zafar de las redes y mueren, paradójicamente, ahogados, al no poder desplazarse
para renovar el oxígeno que extraen del agua ...
Las diferentes medidas de la malla de las redes se emplean según el tipo de peces que se intenta
capturar. Así, para los tiburones de dimensiones más grandes se deben usar mallas con una medida
adecuada para que pueda entrar en los espacios de la malla la cabeza del escualo y quede allí atrapado.
En la captura de animales más chicos, el pescado blanco por ejemplo o el gatuzo de dos a tres
kilogramos de peso se usan redes de malla más pequeña. Una vez cargada la bodega de la lancha, se
marca el rumbo al puerto y se navega hasta ahí.
Cuando se termina la descarga de la captura realizada, se traslada del puerto a los galpones
donde se realiza la faena de limpieza y fileteado de los tiburones o el pescado blanco en su caso, y para
esa tarea se utilizan las parihuelas, que se confeccionan con cajones de tablas o de plástico, colocadas
en medio de dos listones o verejones de madera y son transportados por dos hombres, hasta las mesas
donde manos hábiles con afilados cuchillos se encargan de extraer los filetes para preparar el «baca-
lao criollo» o bifes de pescado blanco, para sus posterior colocación en el mercado.
Vaciada la bodega, se procede al lavado de la lancha y para llevarla al sitio donde se dejan
protegidas, se procede de modo similar al que se r~aliza al entrarlas al mar, pero ahora se debe contar
con la ayuda de un «fanfarrín» o molinete, que con sus engranajes accionados por una manija que
46
mueve uno o dos hombres, tira del cabo que ata la lancha y facilita su extracción del agua y el traslado
por la pendiente que muchas veces forma la marea en las orillas del puerto o en caso más grave de
temporales, superar altas barrancas, que deben aplanarse o nivelarse con bolsas de arena, para luego
de arduos esfuerzos, guardarla en sitio seguro y protegido de repentinas crecientes.

47
48
Capítulo' 5
~as

~anchas

Pescadoras

49
Capítulo 5
Las
lanchas
pescadoras
En tierra dejan ansias ancladas
sobre los cabos de cada hogar...
y de esperanzas barcas cargadas

por horizontes solo de mar...

Barcas que plenas de inmensidad


surcan los mmbos de la esperanza...
...Luego reposan en soledad...
con sus nostalgias de lontananza...

¿as lanchas que en un principio utilizaron los primeros pobladores de Punta del Diablo eran
adquiridas por éstos en otros puertos pesqueros. Pero casi enseguida de comenzar su aventura marina,
la necesidad, madre de todas las habilidades, los incitó a tratar de realizar ellos mismos sus embarca-
ciones. Fue así que con la observación y el estudio de aquellas lanchas, algún pescador se fue «dando
maña» para construir sus primeras chalanas y así empezó todo ...

51
En 1956 Fernando Romero, apodado «Chimango», fue el primero en construir una lancha en
Punta del Diablo ... Luego, en 1957 Osear Olivera Busquets construyó su primera lancha llamada
«Reina Teresa» y seguiría haciendo lanchas hasta el presente, en que está concluyendo la número
cuarenta y cinco.
Algunos pescadores encargaron sus embarcaciones a carpinteros de Castillos, entre ellos a An-
gel Caballero, que construyó la «Pinta Roja», la «Anabel», la «Domy» y la »Karina».
El carpintero Laudares de los Santos también construyó algunas lanchas para los pescadores de
Punta del Diablo. Algunos pescadores también construyeron embarcaciones, para sí y también de
encargo, entre otros: Dosmar Acosta («Mimo»), Walter Dinegri, Mario Talayer, Hugo Busquets y
Asdrúbal Olivera, que continúa haciéndolo.
Las primeras lanchas eran bastante pequeñas y tenían la abertura de la bodega sobre cubierta
muy estrecha, apenas del ancho de un hombre, y en proa y popa (que eran iguales) habían unos
pequeños espacios llamados «tambuchos» donde se instalaban los pescadores para venir sentados y
poder remar más cómodamente.
Cuando llegaron los primeros motores fuera de borda, se empezaron a constuir las chalanas más
grandes, con más capacidad de bodegas y más comodidad para los tripulantes.
Más adelante se les construyó la cabina, lo cual supuso un progreso grande en cuanto a seguri-
dad y protección en las jornadas de temporales y mares gruesas.
En la historia de Punta del Diablo, desde sus comienzos han pasado más de sesenta lanchas por
el puerto, la mayoría construída en la zona, por pescadores del mismo pueblo.
Los diferentes constructores de lanchas fueron adaptando su diseño a las necesidades y los
pedidos de sus clientes y mejorando las lanchas anteriores y así se fueron logrando embarcaciones
suman1ente marineras y con una excelente capacidad de carga.
Varias fueron equipadas con motores de centro, de mayor potencia, que importaron directamen-
te de Suecia los mismos pescadores algunos años atrás.
52
Las últimas versiones de las lanchas son tan marineras, que nunca se dió un caso de hundimien-
to en temporales, salvo en algunos casos en que por exceso de carga, llegaron semi hundidas a puerto,
pero sin otras consecuencias y otro caso en que al tirar de las bagas la embarcación dio una vuelta
campana, cayendo su tripulación al agua, siendo felizmente rescatados por una barca compañera que
llegó a la zona, encontrándolos aferrados a la lancha volcada, que posteriormente se hundió. Con las
bodegas y las aberturas de cabina bien cerradas, tienen un poder de flotabilidad enorme y aunque las
olas rompan sobre cubierta no generan ninguna alarma a los avezados hombres de mar, que confían
ciegamente en sus fieles lanchas.
Con el paso del tiempo han ido ganando en eficiencia, ya que los diseños actuales las hacen más
rápidas y eficaces para su tarea específica y el uso de la fibra de vidrio para su impermeabilización las
toma totalmente seguras. Con el uso de los transmisores y últimamente con el navegador satelital, del
que algunas ya disponen, las medidas de seguridad se han incrementado notoriamente y dejan muy
distante en el tiempo los primeros y arriesgados viajes de los pioneros de ayer, armados solamente de
coraje y decisión.

NOMBRE DE EMBARCACIONES DE PUNTA DEL DIABLO

Desde lus comienzos de la actividad pesquera en Punta del Diablo, las lanchas fueron bautiza-
das con nombres pintorescos o derivados de familiares de los pescadores, y aunque inicialmente no
estaban matriculadas ante la Prefectura Naval., se hizo costumbre el darles nombre y luego obligación
legal. Recién en el año 1964 se hizo obligatoria la matrícula y desde ese año están registradas en el
Puerto en que se presentan, ya sea en La Paloma o en la Prefectura de Chuy. La presente lista de
embarcaciones se ha confeccionado a partir de datos obtenidos de los mismos pescadores, y se debe
tener en cuenta que muchas de las embarcaciones cambiaban de nombre cuando cambiaban de
propietario, por lo que el número de lanchas reales, es sensiblemente menor.
53
La nómina que se ofrece está elaborada por orden alfabético, según el nombre de la lancha y no en
forma cronológica, ya que al principio se carecían de datos oficiales y se recurrió a la memoria de
los primeros habitantes del pueblo para su confección.

No MATRICULA NOMBRE PROPIETARIO AÑO


1 «Anabel l» Oribiel Dinegri
2 «Anabel Il» Oribiel Dinegri
3 273 «Ana Carolina» I Dosmar Acosta «Mimo» 1978
4 004 «Ana Carolina» II Dosmar Acosta «Mimo» 1992
5 «Ana Norbis» I Dosmar Acosta «Mimo» 1971
6 «Ana N orbis» II Dosmar Acosta «Mimo» 1977
7 «Apolo 8» Walter Dinegri
8 «Apolo 11 » Walter Dinegri
9 «Anchoa» Manuel Alvarez 1974
10 «Buen Día» Amílcar Olivera 1960
11 «Canaria» José Figueiras
12 «Chingo la» «Rulo» Stolowicz
13 «Chirola» Raúl Gammenthaler
14 008 «Damián Alex» Asdrúbal Olivera
15 «Doña Eva» Almada
16 2 10 «Do m y» Dardo Acosta
17 «Escabeche» Amílcar Olivera 1955
18 «Esgrafen> Hugo Busquets
19 «Estella Mary l» Ruben Silvera
20 179 «Estella Mary Il» Ruben Silvera
54
21 «Estrella del Mar» Blanco Veiga
22 «Estrella Marina» Gervasio Rocha 1969
23 003 «Federico» Freddy Rocha
24 «Gabriela» «Rulo» Stolowicz
25 «Golde» «Rulo» Stolowicz
26 «Gustacar» «Mimo» Molina
27 «Ilsa 1» Lirio Rocha
28 «Ilsa ll» Lirio Rocha
29 «lracema» Oribiel Dinegri
30 «Karina» César Benítez
31 «Keka» Lirio Rocha
32 «La Cuerva» Nicolás Acosta
33 «La Gaviota» «Negro» Rocha
34 «La Juanita» Ruben Silvera
35 «La Ñata» Amílcar Olivera
36 «La Sin Rival» Humberto Dinegri (P) 1948-4()
37 «La Sarda» Nicolás Acosta
38 «La Uruguaya» Hipólito Alvarez
39 300 «Libertad» II Eduardo Dinegri
40 295 «Lina Valeria» Enrique Veiga
41 002 «Lina Valeria 11» Enrique Veiga
42 «María Angélica» Amílcar Olivera
43 «María Isabel» Gervasio Rocha
44 132 «Marianela Aurora>> Osear Olivera 1965
45 «Marisol 1» Asdrúbal Olivera 1965-67
46 «Marisol 11» Asdrúbal Olivera 1965-67
55
47 158 «Maryluz» Beltrán Acosta
48 001 «Mirjo l» José Escalante
49 006 «Mirj o Il» José Escalante
50 «Nahir» Herminio Olivera 1955
51 «Nahir» «La Sartén» Quico Alvarez
52 «Norma» Castelar Olivera
53 «Nelly Cristina» Laudares y Trajano
de los Santos 1962
54 «Patín» Oribiel Dinegri
55 «Paty» Ruben Silvera
56 «Piaba» Miguel Acosta
57 «Patria» Trajano de los Santos
58 «Pinta Roja» Oribiel Dinegri
59 «Punta del Diablo» Oribiel Dinegri
60 116 «Reina Teresa» Osear Olivera Busquets 1964
61 «Rosa Marta» José Silvera
62 «Santa María» Calixtro Veiga y
Gastón Olivera 1955
63 «Santa María» «Mimo» Molina
64 «Sirena» Gervasio Rocha
65 160 «Tinkerbelle» Galcerán y Osear Olivera
66 «Trinquetilla Ruben Silvera
67 274 «Victoria Il» Mario Talayer
68 262 «Waltsoru> Walter Dinegri
69 «Vikingo» Luis Sosa
70 301 «Yogane» Galcerán Olivera
56
NAVEGANDO
1 3 5
Aúlla sobre cubierta En su cobijo, apretados Allá en tierra los espera
lastimero, el viento Sur... tres marineros aguardan... el calor de sus hogares ...
Bultos de agua, como aludes, Que calmen las duras olas El abrazo de los suyos
se deslizan y arremeten que resista su chalana, el abrigo de sus casas...
inclementes, repetidos, que su motor no entre en falta El puerto, seguro y calmo,
sobre la lancha pesquera que amaine el viento y la calma sus compafíeros de andanzas
-marinera y pequefí.ita- sosiegue las olas altas ... El molinete y los cabos
frente a la mar desatada... ¡Y Dios oiga sus plegarias ... ! las amarras y las anclas ..
2 4 6
Se ve encresparse a las olas La vida del pescador Cuando pasa la tormenta
-babeando su espuma blanca es dura, como su aguante ... y al fin regresan a casa
como los perros rabiosos- ... Tallada a rigor y sangre se olvidan los malos ratos
Hinchando el húmedo cuerpo curtida de mil pamperos... el peligro, la borrasca...
que furioso se levanta quemada en soles de fuego Solo fué una circunstancia
en enormes muros de agua, de vientos, de sal, de escarchas ... de las tantas cotidianas ...
que van queriendo tragarse Como un tritón que la tierra Recuerdos a ser contados
a la lancha, con su carga... robara a la mar callada... en las noches desveladas ...

7
Hazafías no reveladas Desafíos y cosechas
comentarios de entre casa de la mar y la esperanza,
Cosas de la lucha diaria templanza de pescadores
del embarque y la faena ... talladas a golpes de alma ...
57
Capítulo 6
7estimonios

Ve

~da ...

59
Capítulo 6
Testimonios
de Las manos callosas,
v~da ... que tejen las redes ...
charquean cazones,
levantan paredes ...

Fabrican las lanchas


de tablas de pino .. .
regresan y marchan ...
invitan al vino ...

Y luchan y sueñan .. .
se brindan sinceras .. .
De amor marineras,
a crecer enseñan...

La vida de hombres y mujeres en Punta del Diablo no fué fácil en el principio.


Enfrentados a una naturaleza inhóspita, sin caminos que permitieran acceder a la costa, viviendo en
ranchos sumamente precarios, dependían exclusivamente de sus propios esfuerzos y habilidades

61
para sobrellevar este duro desafío.
Además del otro gran desafío que la vida que eligieron les planteaba a diario: Enfrentar al
poderoso Océano, con toda su ancestral energía, en un despliegue de fuerzas descomtmales e inespe-
radas, armados sólo del coraje y la decisión, abordando sus frágiles y marineras lanchas, en procura
del esquivo tesoro que guru·dan las misteriosas y ricas profundidades del mar: la pesca.
Así, aquellos pioneros sembraron un rumbo diferente, en una apertura audaz, decidieron ser
uruguayos de cara al mar, a ese mar que tradicionalmente ignorábamos los nacidos en esta generosa
tierra, tierra que desde siempre se brindó abundante en sus dones, en riquezas ganaderas y en cose-
chas, en comercios y en industrias ...
Pero aquella otra gran extensión de territorio oriental, que duplicaba nuestra superficie terres-
tre, y que son las aguas territoriales no fué nunca considerada oficialmente -hasta épocas muy recien-
tes- como capaces de generar fuentes de trabajo y riqueza para nuestra gente.
En esta región la abundancia de especies y su proximidad a la costa, hicieron relativamente fácil
su captura, lo que motivó el asentamiento de pescadores en ciertos puntos claves del Departamento,
inicialmente en Valizas, La Paloma y Cabo Polonio.
Hace más de cinco décadas, en los cerros próximos a Punta Palmar, comenzó a gestarse otro
punto destacado en el aspecto de la pesca organizada, en aguas oceánicas.
Allí, lenta pero decididamente, comenzaron a instalarse audaces pescadores que en pequeñas
embarcaciones a remo, iniciaron el camino de quitarle al mar sus riquezas, a cambio de privaciones,
lucha y sacrificio. Este capítulo pretende dar testimonio de aquella dura época en que decididos hom-
bres y mujeres comenzaron poco a poco a escribir la historia de Punta del Diablo, con el fin de dar a
conocer a las generaciones actuales la gestación de la realidad presente del pueblo, donde todo hoy es
fáci l y está al alcance de la mano. Como muchas creaciones de los hombres, los pueblos también están
impregnados de sus propias características y a~í la esperanza, la fé, la decisión se contraponen a la
frustración, al dolor y la fatiga ...
62
tan ligados a la propia constitución del ser humano ...
La historia de los primeros pobladores de Punta del Diablo, representa una riqueza particular
del pueblo, que fué conformando una forma muy especial de ser y sentir, de luchar y de vivir..
Extraídos del diario quehacer, estos recuerdos pautan sin dudas, un trozo muy grande de la
pequeña historia de la aldea y le dan el toque de autenticidad y valor, que marca bien claro el sentido
de identidad, bien tan preciado para los pueblos que luchan por mantener sus tradiciones y costum-
bres, amenazadas hoy por la imparable globalización que imponen los modernos medios de comuni-
cación y las costumbres que pretenden uniformizar a los habitantes de todo el mundo.
Estos testimonios de vida encierran en su sencillez, la eterna grandeza de lo humano, la cotidia-
na lucha de los seres anónimos por hacer de su existencia un logro particular, un camino propio, una
realización fecunda y sentida, un destino útil y una siembra próspera.
En este puñado de memorias se pretende mostrar parte de las vivencias con que cada uno de los
pescadores y habitantes del pueblo cimentó el afianzamiento de esta población humilde y sacrificada,
que a orillas de-«la mar» se propuso crecer y marcar con ello una apuesta a la vida «de cara el mar»,
a nuestro ignorado, sorprendente y rico mar...
Así, en estas vivencias está lo mejor de cada ser, y hombres y mujeres cuentan, con palabras
sencillas, sus sacrificios, sus anhelos, sus logros y sus frustraciones; detrás quedan sus primeros y
arduos pasos en el logro de sus ideales; hoy cada tmo de ellos vislumbra un futuro más promisorio
para Punta del Diablo y por supuesto, fundamentalmente para las nuevas generaciones, que apoyadas
en un pasado de sacrificio y carencias, de esfuerzo y lucha, recibirán el beneficio de la cosecha, -que
los pioneros sembraron-, para crecer juntos y unidos, en pos de un tiempo venturoso para todos.

63
~úet6 í<oda, et fvtúne't
~de 'P~ ád t)~
Recuerdos de sus comienzos en la inhóspita costa
atlántica, allá por la década de los años 30.
«LLegamos a Punta del Diablo, en el mes de febrero de
1935, con mi padre, que había construído un rancho en
esa distante playa, pues yo sufría de graves ataques de
asma, y el Doctor Cosme Correa, había dicho que debía
llevarme a la orilla del mar, o de lo contrario me mori-
ría.
Mi padre era muy amigo de la famila Martínez, propie-
taria de los campos donde hoy está ubicado el pueblo de
pescadores y ellos le habían dado permiso para edificar
un rancho allí para poder instalarnos en los veranos y
hasta le ayudaron a hacerlo.
Y ya nos establecimos, e íbamos y veníamos, en los veranos, pero mi padre iba más seguido, y
se iba en invierno, pues le gustaba mucho la pesca, y había mucha entonces, abundaba la corvina
negra, estaban apiladas y él pescaba y era parte de la vida, porque nosotros fuimos pobres toda la
vida y éramos diez hermanos viviendo en un pedacito de campo ahí en Vuelta del Palmar, y desde ahí
íbamos en carro, pasando mucho trabajo y volcando carros por todos lados,· a veces nos trasladába-
mos en carretas. La carretera de entonces estaba construída por Albino Zecchi e iba por la zona
donde tenía campos Balbin Castro, y caíamos ahí y era barro y zanjas y agua y arenales, frente a la
actual propiedad de la Sucesión de Francisco Díaz eran unos medanales bárbaros y teníamos que ir
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al pasito, hasta entrar al campo de los Martlnez. Era un día de viaje del Palmar hasta el Cerro. Habla
que hacer huella primero para saber donde quedaba el Cerro, porque transitábamos por fYledio J(;
médanos de enorme altura, casi sin poder orientarnos, eran médanos de arenas voladoras que el
viento modificaba cada tanto.
Recuerdo que en Punta del Diablo, un poco más adelante de donde ahora está la Prefectura
habla un médano enorme que debfa tener, no exagerando, más de diez metros de altura, contra el
agua y se fué yendo, yendo y el mar lo fué gastando y desmoronando y se lo fué llevando y ahora no
está. En el Cerro de Rivero, para el lado de la Playa Grande había otro, impresionante de grande,
aquel sf que asustaba y ese ya no existe tampoco. Allá por el año 1942, en la época de Gobierno de
Baldomir, se afincó gente, pues habían muchos pescadores en Va/izas y allá estaba virgen, fueron
por la Fortaleza y construyeron un rancho grande y pescaban en la mansedumbre de aquella gran
ensenada ele la Playa Grande y otros se trasladaron a Punta del Diablo, a hacer ranchos ahí, para
vender el hlgado de los tiburones a mercados japoneses, pues contenla una excelente vitamina.
Y ahí empezaron los primitivos pescadores de alta mar, vamos a decirles, de pescar dentro del
mar, en chalanas a remo y pasando los tales sustos .. .
En ese tiempo vino una gente extraña, unos gringos, que se instalaron en el Cerro Rivera, e
Ignacio Fernández se fué a pescar con ellos y luego se vino a Punta del Diablo y con Humberto
Dinegri hicieron un rancho, mucho más adelante del año 42. Años después algunos pescadores pes-
caban, como mi padre, con aparejo desde la orilla, entre ellos recuerdo a José Si/vera, que pescaba
en el Cerro de la Viuda («Punta Palmar») y luego hizo un rancho cerca del de nosotros, y se mudó
para allí, y ahf empezó, también se entusiasmó con la pesca de lancha, hizo una chalanita y cuando
eso se mudó Calixtro Veiga, para el rancho de José, que se lo prestó y José compró una chalana,
porque quería que su hijo Ruben aprendiera a navegar, si no recuerdo mal esa lancha la hicieron en
la Escuela Industrial, en Castillos, se llamaba «Let Juanita».

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Para sacarla del galpón tuvieron que romper las paredes, pues no salía por el portón. No
calcularon las dimensiones... Ignacio comenzó a pescar en sociedad con José y con Ruben.
Las primeras construcciones de ranchos se hicieron al correr de la costa, frente a la pequeña
bahía donde está la Piedra Redonda, allí en el lugar donde está la casa grande, que era mía, se le-
vantó el primer rancho de mi padre, y los ranchos que están detrás también eran de él.
Otros pescadores comenzaron a hacer construcciones por allí, y el rancho que estaba más lejos
era donde está la casa de Asdrúbal Olivera, la que tiene el ombú... y donde está el comercio de José
Gammenthaler, la vieja Cantina de la Cooperativa Pesco... que después hizo un rancho Nicolás, para
ir a pescar también ... Eran todos arenales vírgenes allí. Estamos hablando ya del año cincuenta y
pico... A esa altura la empresa de Zecchi ya había hecho la carretera hasta el Chuy y el camino de
acceso hasta un poco más adelante de la Botería del Pescador se hizo en el año 1948. En las piedras
de la losada, donde está la farola y el monumento a Artigas, está escrita la fecha con caracoles
pegados con cemento. Amadeo Vide/a había comprado los terrenos de toda la zona y se llamaba
dueño hasta de las olas del mar. ..
Era ministro del Gobierno Argentino, y cuando Perón lo derrocó se tuvo que ir. .. Era muy
amigo de la Viuda de Bardin, una señora argentina muy rica, dueña de la Franco Argentina, que
edificó la mansión de Punta Palmar.
En esa época gobernaba en Uruguay Luis Batlle, y esta señora tuvo varios encontronazos con
el Gobierno, porque no la autorizaban a construir su vivienda, pero ella no acató las órdenes y de
todas formas la hizo igual, había comprado esos terrenos hasta la orilla del mar y entonces la dejaron
terminar la obra, que la realizaba la Empresa del Constructor Juan Uriarte, recordado personaje de
Castillos, y los acarreos de materiales los hacía Antonio Sosa, en carreta, desde la carretera hasta la
orilla del mar, cinco kilómetros de puros médanos, y por este medio la señora envió los muebles para
el chalet, unos muebles muy finos y antiguos, pues ella esperaba ir a instalarse de inmediato...

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Y cuando iba a venir ella, el presidente Batlle le mandó la Marina a ocupar todo el lugar,
blanqueaba en carpas todo alrededor, parecían los adivinos, y cuando intentó llegar no la dejaron
arrimarse, por orden del Presidente de la República, aquello era jurisdicción de la Prefectura, y tuvo
que ir a negociar con ésta y con el Gobierno.
El gobierno le cobró por 60 años, 60 millones de pesos de aquella época, l948 y le autorizaron
la propiedad por 60 años, plazo que vence en el año 2008, en que pasaría a ser del Estado, por estar
ubicada en zona fiscal.
Luego la viuda de Bardin vendió la propiedad a unos belgas y no se en que estará la situación.
En el año 1948, cuando hacían la Hostería, que era de Redín, Luis Batlle y Beyaut, se hizo
también una carretera directo hasta Punta del Diablo, por dentro de los medanales, pero como no la
cuidaron, se deshizo y se tapó de arena.
En ese tiempo se empezó a plantar acacias en las arenas, para fzjarlas, y la ruta quedó sólo
hasta la Hostería y nosotros para venir a hacer los surtidos teníamos que salir temprano para tomar
el ómnibus y volver a la tarde con la carga a cuestas atravesando médanos de arena suelta, hasta
Punta del Diablo, pasamos muchos trabajos...
Yo fuí de los que como dice el refrán, comí con mi mujer y mis gurisas el pan que el diablo ama-
sa con las patas...
Me inicié a pescar con Nicolás Acosta, a remo, en el año 1957, yo había entrado a hacer una
changa en la UTE, cuando se hizo la línea de alta a la OSE, y luego terminó el trabajo y me suspen-
dieron. .. así que me fuí a PUNTA DEL DIABLO a pescar.
Si habremos pasado trabajos, luego inventaron comprar un motor, para las chalanitas aquellas,
chiquitas, que nos nos ahogamos de casualidad...
Trabajé un año con Nicolás Acosta, íbamos a una hora más o menos de la costa, remábamos y
remábamos y no iba nada para adelante, hasta que compraron los motorcitos aquellos los Jhonnson
chiquitos, y la cosa ya era mas rápida e hizo mejorar un poco la situación y a darnos mas seguridad

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Se empezaron a mejorar las embarcaciones y a comprar motores mas grandes, aunque no tenía-
mos ningún tipo de protección, porque las lanchas no tenían cabinas, y había que taparse con los
sacos...
Tampoco teníamos instrumentos de navegación, ni brújula ni compás ni nada, nos manejába-
mos a sentido no más, u experiencia.. .
Cuando se terminaba la zafra del tiburón y no había más nada que hacer, nos dedicábamos a
arrancar mejillones que por aquellos años abundaban, -que cantidad de mejillones habían-, era
asombroso, de muy buen tamaño y en dos o tres camadas, sobre las rocas, atracábamos las lanchas en
las piedras y nos dedicábamos a raspar y raspar para extraer los mejillones. Cuando escaseaban
sobre la costa íbamos dos o tres lanchas hasta el islote de la Coronilla y nos quedábamos dos o tres
días en esa tarea, porque había muchísimo mejillón allí. Después vino una de aquellas mareas rojas
y murieron millones de mejillones, salían alfombrados en la costa de la Coronilla, miles y miles de
kilos se perdieron entonces, y no han vuelto a reproducirse en la cantidad en que se veía antiguamen-
te.
Yo estuve pescando hasta 1978, en 1980 me jubilé y vendí mis lanchas, mi primera lancha la
había comprado en Va/izas y la otra la hice hacer por Osear Olivera en Punta del Diablo, en un
galpón que tenía la lado de la casa que había hecho frente a la piedra redonda y la última la hice en
la época del gobierno militar, se pudo importar madera y pude hacer una buena lancha.
Entonces me enfermé de asma y tuve que salir de allá o me moría... Me había vuelto el asma...
«Aquí te curaste y aquí te mueres si no te vas... » me decían los médicos.. .
Despues de años de sacrificio, con todo mi capital invertido en materiales y herramientas,
veinticinco años navegando, me tuve que ir «pelado» y sin jubilarme ...
Por mediación de Gregario Alvarez, se me autorizó a vender mi casa, (que era la primera de
material que se hacía en Punta del Diablo) a un interesado que me ofreció buena plata por ella y así
pude mejorar un poco mi situación.
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Ningún pescador podía vender su casa, pero como era una cuestión de salud, se autorizó por
única vez esa excepción.
Entonces me radiqué en Castillos y luego compré una casita un poco más arriba de donde
estaba aquella primera y voy en los veranos.
Así pasaron mis años de pescador en PUNTA DEL DIABLO, de sacrificios y trabajos, pero con
la satisfacción de haber hecho lo mejor para mi familia y con la alegría de haber sido el primer
poblador del pueblo que el tiempo ha ido transformando en esta pujante realidad actual.»

* * *

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()~()~~~
~ ~ 30 ~e#~ 'P~ det '[)~

«El 22 de agosto de 1955 llegamos a Punta del


Diablo, con mi padre, mis hermanos y mi madras-
tra.
Parecíamos unos indios civilizados que hubieran lar-
gado allí. (
Nos ubicamos en unos ranchos abandonados y casi
derruidos que habían sido de Humberto Dinegri, pa-
dre de los también pescadores Walter y Oribiel, quién
nos dió esas taperas, para que si la~ podíamos arre-
glar, nos instaláramos allí, ya que no teníamos donde
vivir.

Al principio nos arreglamos con unas lonas y con mis hermanos comenzamos a arrancar el
«capí» negro, ése de la playa, que pincha y a remendar las paredes y techos del rancho viejo y así
fuimos armando otros ranchos.
Dormimos un lote de días mirando las estrellas, porque sólo teníamos dos paredes e hicimos
abrigo con las otras dos y allí nos guarecimos, sin techo y sobre el piso de arena, en medio de una
tremenda soledad, ya que en esos días no había ni a quién pedirle un fósforo.
Anteriormente a ir nosotros había habido 1r1na empresa que se llamaba «COPOLA» que estaba
instalada en Punta del Diablo y en el Cerro Rivera, que se dedicaban a industrializar el aceite de
lobo, aceite de hígado de tiburón y también pescaban.
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En 1954 había ido a pescar Calixtro Veiga, que pescaba en lancha a remo. En esos tiempos
habían pescado allí Walter Dinegri e Ignacio Fernández, pero cuando nosotros llegamos ya se habfa
dejado esa tarea.
En el varano iba Herminio Olivera a veranear,· el padre de Lirio Rocha, Laureano, con su
familia, una familia de apellido Méndez y no había nadie más.
Después, más adelante, volvió Ignacio Fernández, que se encontraba en las «nutriadas» y vino
co"n José Silvera, que pescaban juntos desde hacía algunos años, en una clalanita a remo y vinieron
para hacer la temporada. Luego llegó Nicolás Acosta, con su hermano Ventura. que también hacían
la zafra y a los dos o tres años vino Asdrúbal Olivera a pescar.
Cuando llegamos, parecía un pueblo fantasma, cuatro o cinco ranchos, casi todos taperas...
Después que se habían instalado los primeros pescadores, allá por 1942, y que estuvieron unos pocos
años, el lugar había quedado abandonado, solo visitado por los pescadores aficionados que llegaban
desde Castillos y otros sitios vecinos a la zona.
En ese entonces, 1955, habían dos ranchos en la ensenada al sur, (donde estaban las cabañas
de la Intendencia Municipal de Rocha), y que eran propiedad de una familia de apellido Méndez,
otros estaban donde está hoy el almacén de José Gammenthaler, (el rancho de Nicolás Acosta), el de
otra familia cuyo nombre no recuerdo y el de Herminio Olivera y cruzando la calle estaban los
ranchos que eran de Dinegri, donde nos ubicamos nosotros.
Los ranchos donde estaba Ignacio Fernández eran de Alberto Rocca y de una sociedad de
pesca que había formado con sus amigos aficionados a este deporte y que se lo dió Ignacio para vivir.
Y demás no había más nada. La entrada desde la ruta era todo un sacrificio, de recordarlo todavía me
duele, eran arenas vírgenes,· primero el ómnibus nos dejaba en el kilómetro 301, (hoy 298 con el
trazado nuevo de la ruta 9), a veces entraba hasta la Hostería y nos acortaba un poco el camino, pero
desde allí hasta la Punta eran todo dunas voladoras, no había un sólo árbol capaz de dar sombra o
abrigo...

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De tardecita, cuando nos bajábamos del ómnibus, con bolsos y gurisas chicas para enfilar
hacia la costa, sin referencias de ningún tipo, solo con el rumor lejano del mar, no era tarea sencilla
llegar a los ranchos, de noche.
Muchas veces salíamos sobre una punta u otra del ranchería hasta ubicarnos correctamente.
Los comestibles los traíamos de Castillos o de La Coronilla, hasta que cuando empezó a mejo-
rar un poco la situación de todos en Punta del Diablo, empezamos a hacer excursiones al Chuy,
porque ya alguno había comprado un vehículo e íbamos un lote a hacer las compras allí, luego que se
hizo la ruta de acceso al Cerro.
Antes de eso se entraban algunas veces las cargas, (materiales de construcción, bolsas de sal. (
etc.) en un carro de ruedas de goma que tenía Julio Amorín que trabajaba con Redín, y estaba forestando
con acacias las dunas y era quién sacaba el bacalao hasta la ruta o a la Hostería para que lo carga-
ran los camiones de los acopiadores.
El camino de ingreso se hizo en el año 1968 y se trazó buscando el terreno más firme y fácil
para su construcción y se fué afirmando con hojas de acacia que traía mi padre en un carro de ruedas
de gomas tirado por un caballo, para luego hacer el relleno con balasto.
El tema de la pesca empezó a andar bien y tuvo su auge, en ese tiempo en Punta del Diablo se
hacía mucho dinero y se empezaron a afincar más pescadores... Llegaron a haber 24lanchas pesca-
doras y con gente toda de la zona, de Castillos y de toda la cuarta sección. Gente de campaña, gente
que trabajaba en los montes, que para lograr mejorar sus recursos se iba a la zafra de la pesca...
Gente de trabajo, buena, que cuando la llevábamos servían todos.. . Gente que estaba hecha al casti-
go, ya que en el trabajo del mar el castigo es duro.
Se pescaba el cazón, el tiburón, la sarda y el brasilero.
Algunos se adaptaron tanto a la tarea a orillas del mar que se quedaron como pescadores y se
radicaron de firme allí. Comenzaron como marinerqs rasos y terminaron siendo patrones de barca,
que aunque no fueran propietarios de la misma era un cargo importante en la comunidad pescadora.

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Ya en 1958 empezaron a aparecer los motores fuera de borda, motores 5.5, que había que
ayudarlos a remo para remontar las corrientes pues no daba la máquina para ello y remando íhamos
viniendo mas aliviados a puerto.
En esa época nos retirábamos una media hora de la costa o un poco más, ya que la pesca era
muy abundante, sin tener que alejarse mucho de tierra, tan abundante que ví muchas veces a Ignacio
Fernández pescar con reel desde las piedras donde hoy está la Prefectura, cazones de gran tamaño y
desde la lozada donde está lafaroleta, sacar tiburones sarda de ochenta y cien kilos, después de una
hora y media o dos horas de pelea hasta cansarlos y poder retirarlos del mar. \
También pescábamos corvinas negras, con reel, desde las rocas, pues yo hacía balacao con
ellas... Había días en que se sacaban sesenta, ochenta corvinas así, pero claro, había un montón de
pescadores allí....
Algunos lograron sacar hast~ veinte corvinas en un día. Yo luego de sacar cuatro de aquellos
enormes peces me tenía que ir a las casas, los brazos no me aguantaban más, era una lucha increíble
la que daban. Más de una hora para sacar cada una, peleando, tironeando, aflojando la línea para
que no fuera a cortar la tanza... y todo eso se acabó. En ese tiempo las redes eran de chaura, tejidas
por nosotros mismos, que eran de poca duración, hasta que pudimos hacer una importación de nylon
japonés y mejoramos mucho las capturas, pues la red de chaura era muy visible para los peces, tanto
que por el día no pescábamos nada y sólo en la noche se podían hacer capturas interesantes, en
cambio con los trasmallos de nylon se pesca todo el día, ya que en el agua este material se torna casi
invisible para los peces. Con el tiempo se empezó a afincar más gente y a construir más lanchas y más
pescadores co-menzaron a pescar y a cubrir más y más espacio, lo que obligó a entrar cada vez más
adentro, retirándose de la costa y a la vez que nos íbamos retirando, se iba retirando el pescado,
porque al haber más y más redes el pescado se sentía más castigado y se iba alejando, porque a lo
largo de la costa no se podían poner las redes, de modo que hubo que ir entrando cada vez más, se
alcanzó a ir cuatro horas y cuarenta y cinco minutos mar adentro, a calar las redes... muchas millas
mar adentro ...
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A la hora y cuarenta y cinco mas o menos, se pierde la visión de tierra, y al principio de la
actividad pesquera sólo se usaba un reloj como único instumento de navegación, después se empezó a
utilizar una brujula pequeña para marcar un rumbo, no marcaba la deriva ni nada, y con la experien-
cia empezábamos a corregir el rumbo, por ejemplo si había viento del noreste y marcábamos un
rumbo teníamos que ir remontando cada poco rato, porque el viento nos iba tirando y la corriente
también. Fué algo que nos fué dando el oficio... Cuando nos arrimábamos a la costa y era de día,
divisábamos los cerros altos y ya nos orientábamos mejor. .. De noche las únicas referencias que
podíamos usar era la puesta de sol y la orientación de la Cruz del Sur, el vislumbre del sol, aunque
hubiera niebla también nos guiaba en días de nula visibilidad.
Las cartas marinas nunca se usaron porque la distancia que nosotros cubríamos no justificaban
su uso, simplemente el compás, la brújula y actualmente eL navegador. .. Este moderno instrumento
permite navegar y llegar a puerto en la más absoluta de las oscuridades. Tan es así que bromeamos
con otros pescadores diciendo que podríamos pintar de negro todos los vidrios de una embarcación y
llegar al muelle justo donde se embarcó, sin errar un metro al sitio preciso, abrir la puerta y estar
realmente alLí. En los principios las lanchas que salían al mar no tenían luces, no tenían radio, no
tenían nada. .. Entonces el que estaba en el mar, viniera de donde viniera, nosotros, los que estábamos
en tierra no sabíamos por donde estaba, ni si venía, poníamos una luz, un farol, para indicarles donde
estaba la losada, para que pudiera ubicar la entrada, por el vislumbre de los faroles del puerto.. .
Ellos sabían que despuntando ese farol enfilaban rumbo al puerto. Después cuando se instala-
ron los transmisores, fué otra cosa... Ahí ya se sabía donde estaban las lanchas, la distancia que
entraban, estábamos comunicados.. .
Fué en 1970 que yo llevé unos equipos que me prestó Hugo Lujambio, para probar si funciona-
ban en el mar y fue talla efectividad de los mismos que todo el mundo mandó hacer transmisores...
Podía fallar el motor de la lancha, pero ... ¡Que. no fallara el equipo transmisor! Al estar comu-
nicados era más fácil que nos fueran a buscm:.. «Fondea que te vamos a buscar. .. »
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Los transmisores fueron un cambio muy importante en la vida de la aldea. Revolucionó todo. Y
ya tuvimos algo más de seguridad. ..
Nunca tuve problemas de quedar sin máquinas, porque siempre usábamos motores nuevos pues
para entrar al mar hay que confiar mucho en la máquina que te impulsa...
Por suerte tampoco tuvimos problemas de gente que cae al agua en la faena de la pesca.

La faena

Al principio la fileteada de los tiburones se hacía en la costa sobre las rocas, en mesas rudimenta-
rias de caballetes, con unos tanques de agua de mar, para lavar y enjuagar los filetes ...
Después, a medida que cada uno pudo ir mejorando su situación económica, se fueron mejo-
rando en primer lugar las embarcaciones, los galpones, que se empezaron a hacer de material con
piletas estucadas, bien prolijas, para salar el pescado y pasamos de salar, como se hacía en campaña
con el charque, solo con sal gruesa, con la pileta seca, sin agua, a salar con salmuera.
Cuando salábamos con sal gruesa, se ponía una camada de filetes y una capa de sal y se iban
intercalando una y una y se dejaban así cuarenta y ocho horas, se retiraban de las piletas y se pren-
saban con tablas apretadas con las mismas bolsas de sal, para que largaran el agua.
Cuando empezamos a salar con salmuera se utilizaba la misma agua del pescado; se colocaba
igual que antes, pero con la pileta tapada, de forma que larga toda el agua por el propio peso de la sal
y las camadas de filetes superpuestas y termina llenando toda la pileta hasta el borde, y ahí se lo
dejaba unos cuantos días, se lo sacaba, se dejaba escurrir un poco y se resalaba con sal fina, que fué
la forma en que se empezó a preparar un bacalao que salía muy bien.
El bacalao siempre se comercializaba directamente a acopiadores que venían de Montevideo a
comprarnos a Punta del Diablo, y en Castillos se le vendía a Alfredo Lujambio, muchas toneladas y
después se le vendía a Hugo Lujambio, que eran los compradores fuertes de la zona.
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Algunas casas de comercio compraban directamente allí.
Si habrá sido importante en esa época Punta del Diablo que habían, como decía, veinticuatro
lanchas y la colonia de pescadores se componía de setecientas sesenta personas y todos trabajaban,
si no trabajaban directamente en el mar, trabajaban en tierra, en los galpones, mujeres, hombres, mu-
chachos y se hacían trescientas toneladas de bacalao por año y se vendían todas.
Con la pérdida de las tradiciones y las costumbres de antaño, si se hacen diez toneladas ya no
se venden... Ya se terminaron los italianos viejos, los gallegos viejos, los vascos viejos, que eran los
que mantenían la tradición de comer pescado en Semana Santa y la juventud hoy ya no consume el
bacalao en esas fechas ... Además hoy el bacalao se ha convertido en una comida cara frente a ofertas
alternativas mas baratas.
Hasta 1985 estuve en Punta del Diablo y me fuí para Castillos y seguí pescando en la Laguna
de Castillos, y comenzamos a hacer viajes de recreo al Monte de Ombúes, en la boca de la Laguna.
Desde 1957, en que hice mi primera lancha en el Cerro de los Pescadores he continuado con
esta tarea, hasta el día de hoy, en que me encuentro construyendo la número cuarenta y pico, un
hermoso lanchón de 11 metros de eslora por casi 4 metros de manga, que su propietario dedicará a
la pesca en Carmelo. »

***

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t¡ALe&íl<A1t ~L'nl&íl<A, ¡¿~
de~~ e~t Peutt4 dd 'D~
«Desde 1954 o 1955 estoy en el Cerro de los Pescadores,
en ese entonces habían unos diez ranchos, aunque no to-
dos eran de pescadores establecidos aquí, recuerdo que ha-
bían dos ranchitos de un señor de Potrero Grande, que esta-
ban ubicados en la !omita donde hoy están las cabañas de la
Intendencia, que los tenía, para venir a pescar la corvina
negra, que en ese tiempo era muy abundante y se pescaba
con aparejo.
Entonces estaban afincados aquí Humberto Dinegri,padre,
y también Ignacio Fernández y yo vine en esa fecha directa-
mente a pescar.
Recuerdo que amanecimos aquí un treinta de agosto, no preciso bien si era del año 1954 o 55 y
ese amanecer se sentían unos golpes tremendos al desprenderse la mar y estallar las olas sobre la
costa.
En ese tiempo todavía se pescaba en lanchas que tenían la proa y la popa iguales, a remo, yo
vine a pescar con un trasmallo que era de los hermanos Olivera, de Va/izas. y la lancha era en
sociedad con ellos y con Hipólito Alvarez, con quién yo vine.
Yo estaba con ellos allá y me dieron un trasmallo en sociedad para probar suerte, aquí en el
Cerro. Se pescaba el cazón y se juntaba el hígado y se hacía bacalao.
Para ingresar del carretero al Cerro era bravo, habían solo algunos tramos de un camino que
se había hecho, pero que la arena había cubierto casi todo y no llegaba por el trazado actual, sino
que terminaba donde hoy están las cabañas de la Intendencia, para el lado del Cerro de la Viuda,
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donde habla como una plazoleta.
Las lanchas entonces no tenían casillas, pero la cubierta era cerrada, con las bocas de la.
bodegas más angostas que las actuales, con dos «tambuchos», que eran unos pequeflos espacios
como cajones, donde apenas cabfa un hombre sentado para ubicarse más cómodo para remar, uno e1
proa y otro en popa.
Muchas veces nos ventamos a remo, porque mi patrón era terrible y tentamos un motor chico
Penta, de cuatro caballos de potencia.
En esos años las lanchas eran chicas, a lo sumo medirfan cinco metros y las echábamos alma.
entre tres, sobre un rolo de madera sobre la arena mojada, no tentamos los roletes de metal que ha~
ahora y tampoco se hacían girar sobre tablas, eso fué después, que se empezó a inventar otra formt
más liviana de entrar las embarcaciones.
Cuando la urena estabaflrme, mojada, era fácil llevarlas, pero cuando la arena se ponía blan
da, daba mucho más trabajo hacerlo.
Ibamos muy cerca de la costa, desde donde contábamos las banderas que marcaban el sitit
donde estaban caladas las redes.
No se usaban anclas parafrjar las bagas, sino grandes piedras, que llamamos «muertos» y qu.
dicho sea de paso muchos pescadores usaban los escalones que se habían hecho construir en la
rocas de la losada, para ir a pescar allí y cuando el mar los arrancaba, eran usados para anclar la
redes al fondo del mar.
Eran tan pesadas, que suponía un laburo bárbaro cargarlas en la lancha y luego tirarlas en e
caladero, con la amarra atada a las redes. Las amarras de entonces eran de hilo sisal, y la chaura er,
con lo que se trabajaban las redes, las amarras se ataban en lo que llamábamos «gallos», que era;
unos flotadores o boyas de lata, que eran como dos conos soldados por la base, que a veces las ola
tralan a la costa, quién sabe de dónde ...
Esos amarres mantenían las bagas siempre en el mismo lugar, salvo que vinieran grande
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temporales, que arrastraban las redes cuando tenían pescados aprisionados en ellas... el «muerto» se
arrastraba, cosa que con el ancla no ocurre...
Entonces había una superabundancia de pesca, tanto, que nosotros nos dábamos el lujo de ir en
aquel bote cito dos veces en el día a buscar la pesca, que solo estaba integrada por cazones y sardas.
Había tal cantidad de peces que pescábamos en la ensenada del mismo puerto.
Algún patrón tenía dos turnos de personal para poder recorrer las bagas de día y con auxilio de
linternas y baterías, también de noche.
Con el paso de los años la pesca comenzó a disminuir y a alejarse de la costa, y se empezaron
a oir comentarios que la pesca se terminaba... Pero, sin embargo, hace tres o cuatro años en el
invierno, se encontraban grandes cantidades de gatuzo y pescado blanco, aunque es cierto que algu-
nas especies han desaparecido de esta zona, como el tiburón que era compañero del gatuzo y nosotros
le decíamos «el ojudo», que hace algunos años que no se lo ve, y la corvina negra que antes era muy
común sacar con re el desde la costa, se pesca en las redes, porque en las islas cercanas los comederos
aún subsisten y llegan en forma abundante hasta ahí.
Cuando sólo íbamos muy cerca, los puntos de referencia para navegar eran de tierra, barran-
cas, puntas de cerros, etc., en ese tiempo no habíanfaroletas... Cuando empezamos a ir más adentro,
ya teníamos brújulas.. . y después los trasmisores caseros, que ya nos dieron otra seguridad.
Cuando accedimos a las brújulas igual teníamos que ir corrigiendo el rumbo, porque las co-
rrientes nos hacían derivar, y un poco por la experiencia o por la intuición calculábamos e íbamos
corrigiendo cuando decaíamos en la navegación.
Si íbamos con un Sur o un Nor-Este, nos desviabamos más..., el Norte nos llevaba derecho a
donde estaban las bagas y el Este nos traía de vuelta, siempre influía más la corriente que los vientos
y había que ealcular para contrarrestar los efectos de una y otros. Todo eso nos lo foé dando la
experiencia.
Antes de tener trasmisores, cuando había una rotura, si era de día se alertaba a los que estuvie-
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ran cerca con una bandera y por la noche con la luz de una linterna o faro piloto; no teníamos
bengalas ni otra forma de avisar una emergencia, los que tenían motor fijo podían usar elfaro piloto.
Cuando había temporal, nos hundían las bagas con la bandera y todo y a veces pasábamos por
encima de ellas sin poder verlas, nos guiábamos por el rumbo y el tiempo de navegación hasta el
lugar donde las habíamos calado y había que recorrer hasta encontrarlas. Las bagas siempre tuvie-
ron una marca del propietario para diferenciarlas unas de otras y siempre se respetó la propiedad del
otro, como se respetó una tabla que se encontrara en la playa, si alguien salía a la playa y hallaba
una tabla que sacaba el mar, dejaba sus pisadas y la clavaba en la arena más arriba y se sabía que
regresaría a buscarla al volver de su recorrida o <<playeada» como se le llamaba.
En esas primeras épocas «charqueábamos» en la playa, arriba de las piedras, contra el agua y
se salaba el pescado en cajones de madera, hechos con tablas de la playa, y también usábamos mesas
con caballetes de madera, para procesar los tiburones en el fileteado. El bacalao que producíamos lo
vendíamos casi todo a Lujambio, que era el comprador más grande que había entonces, él nos traía
el comestible, la sal, la chaura para las redes, las planchas de corcho para hacer las boyas, la piola
sisal para las amarras... El calafateo de las lanchas se hacía con asfalto, que conservaba mucho la
madera de las lan-chas, cuando desarmábamos alguna lancha, en las partes que se había impregna-
do de asfalto la madera estaba intacta; para los fondos de las embarcaciones era lo ideal. Unas dos
décadas atrás se dió la orden de pintar las lanchas de color naranja, para facilitar su ubicación en el
mar, en caso de búsqueda, por ser un color que se destaca sobre el de las aguas. Yo anduve perdido
en una lancha blanca que tuve. Había niebla, pasamos la noche, porque se nos había agotado la
batería porque el platino andaba mal y el motor no tenía manija para intentar arrancarlo... Estába-
mos lejos, pero teníamos una ve lita y el viento nos había hecho caminar bastante hacia la costa y nos
fuimos arrimando, veíamos una luz en la Fortaleza, en Punta del Diablo aún no estaba

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instalada la faroleta y a la mañana siguiente salimos y un compañero, Ruben Sil vera, nos fué a bus-
car y nos trajo a puerto a remolque. Esa misma noche encalló en la bahía de Punta del Diablo un
barco.
Nos enteramos de eso escuchando la Emisora «Atlántica» de Castillos, en una pequeña radio
Spica, en los momentos en que estábamos en alta mar.
Las familias que esperaban el regreso de las lanchas por la noche, salían a puerto con faroles,
ellos sentían los motores de las lanchas y solo veían la fosforescencia del agua debajo de las embar-
caciones.
Después de eso, cuando fuimos a dar unos exámenes a la Prefectura de la Paloma, el Prefecto
de entonces, Baldomero San Martín, nos consiguió la faroleta, que se instaló en la losada, para
marcar la entrada al puerto. El Prefecto siempre decía que en esta zona nuestra, él se jugaba por la
práctica y no por la teoría, que los que estábamos aquí éramos prácticos en la navegación, claro, con
tantos años de pesca...
Desde aquel lejano comienzo en los Cerros, soy el único p escador que se ha mantenido ininte-
rrumpidamente en el oficio hasta hoy, un poco porque soy un enamorado del mar y también porque
la jubilación a la que accedí tras tantos años de trabajo no me da para vivir decorosamente.
Así, sigo en estas jornadas de embarque y rumbo, de trasmallos y tiburones, de fileteado y sal,
de olas y viento, de cielo y sol. . .pero también de libertad y gozo, de brisa marinera en el rostro, de es-
peranza y lucha.. .
Esto ha sido y es mi vida.»

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*R&t3U&1<t)tJS 'D& ~A1tt3A S&1tA
Sett ~ rdda e~tt 'Peutt4 dd 'Dtadto-

«Me casé en el año 1957 y entonces nos fuimos con mi


esposo, Gervasio Rocha, para Punta del Diablo, a pescar.
El estaba establecido allí y trabajaba como marinero, lue-
go tuvo lanchas propias. En esa época abundaba tanto la
pesca que se sacaba allí nomás, cerquita de la costa, se
pescaba el cazón por miles, no se traía menos de doscien-
tos cazones por viaje, hasta cuatrocientos, todos los días.
Se hacían ocho o diez mil kilos de bacalao por rancho, en la
temporada, si habrá cambiado la cosa, hoy solo lo hace el
que tiene suerte ...

Las redes con que se atrapaban los tiburones eran de chaura y las boyas se hacían de corcho,
hasta que llegaron las de plástico. Luego se comenzaron a tejer las mallas con hilo de nylon.
Se recolectaba también mejillones y berberechos. Se hacían recolecciones de hasta 1 O. 000
kilos y se sacaban en carros de caballos hasta la Hostería del Pescador, para que los camiones de las
mpresas que los industrializaban los cargaran.
Cuando se hizo la ruta de acceso ya pudieron entrar al pueblo y si se extraían los mejillones
cerca de Punta del Diablo se traían hasta el pueblo y si eran sacados en proximidades del Cerro
Rivera los llevábamos a la Playa Grande en la Fortaleza para cargarlos allí.
Hasta hace veinticinco años, alcanzamos a sacar con mi hija mil kilos de mejillones en el día,
con ganchos de dos uñas, desde las rocas...
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Los pescadores que estaban más acostumbrados a esa faena cortaban, con palas, las colonias
adheridas a las rocas y las enrollaban como alfombras y sacaban as{ rollos y rollos de mr:jf!lones de
gran tamaño.
Cuando la abundancia de pesca me quedaba a pesar los 5. 000 kiilos que llevaba el camión y a
esperar el otro viaje, mientras pesaba otros 5. 000 kilos.
Mi marido era el comprador de todo eso y del hfgado de tiburón que se derretfa en tanques de
200 litros, con fuego de leña,- se trabajaba en el sitio donde hoy está la Prefectura.
Alll mismo, con Manuel Acosta, que trabajaba conmigo hicimos miles y miles de kilos de filetes
de tiburón.
También se vendla pescado fresco. Lo que era pesca del día se apartaba y lo vendíamos a los
revendedores que venfan a comprar a Punta del Diablo.
Trabajábamos toda la noche, con un farol, lilmpiando la costa, tirando los deshechos, recolec-
tando las aletas, hasta que nos agarraba el día en esa tarea, en invierno quedábamos blancos de
escarcha de la helada...
Cuando recolectábamos mejillones en las rocas del Cerro Rivero, íbamos a pie hasta allá y se
extraían, se limpiaban y embolsaban, dejándolas atados en huecos entre las piedras, en el agua, para
conservarlos frescos. Cuando la fábrica a la que le vendfamos no podía industrializar más, teníamos
que cocinarlos... Hombres, mujeres y niños nos pasábamos las noches alrededor de los tanques de
200 litros, calentados con leña, para preparar la pulpa de mejillones, para que al día siguiente se
pudiera cargar todo y llevarlo a La Paloma, donde se envasaba en la Fábrica de Barrere, que tam-
bién compraba el aceite de hígado de tiburón y de franciscana.
Las mujeres también ayudábamos en los comienzos, a entrar las lanchas al mar, a cualquier
hora de la madrugada, con el agua hasta el pec~o, hasta que flotara y el motor arrancara, para
regresar a la playa a recoger tablas y roletes,· ahora hay molinetes que ayudan en esa pesada tarea,
antes, con las lanchas de entonces, con los fondos no muy parejos, para hacerlas rodar sobre
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los palos a pura fuerza humana era duro, muy duro ...
En aquellos tiempos se salía a suerte y verdad, sin ningun tipo de seguridad ni siquiera se te-
nían luces en los mástiles como ahora, ni elementos de navegación ni trasmisores, como posterior-
mente hubo y se iba tres, cuatro o cinco horas mar adentro, si había competencia había que arries-
garse para asegurar la pesca.
Cuando había cerrazón muchas veces no podían volver y en tierra no sabíamos si estaban vivos
o no, hoy las condiciones son otras, incluso las lanchas son cubiertas de fibra y antes era muy común
que hicieran agua y había que desagotarlas...
Las horas que nos pasábamos en las noches en lo alto de los médanos, para ver si veíamos
alguna lucesita, para saber si venían o no..
Las lanchas de hoy son como ir dentro de una casa y con los navegadores llegan a puerto a
oscuras, sin desviarse mas que unos metros.
Hoy la gente no se imagina lo que era la vida en los primeros años de Punta del Diablo y
tampoco lo que trabajábamos las mujeres entonces Se trabajaba duro todo el año, y cuando la zafra
terminaba atendíamos un pequeño campo en Vuelta del Palmar, donde yo tenía una quinta frutal que
planté en el campo virgen. Me bajaba del auto cuando regresaba de Punta del Diablo a recolectar
abono, a abrir los pozos y plantar los árboles.
Se hizo una quinta imponente, pero era tanto el trabajo en Punta del Diablo, de preparar
bacalao, hacer collares de vértebras y lidiar con todo aquello, que en el día no daba tiempo ni de
pelar un durazno. Se llevaban cajones de fruta, pero había que tirarlos porque se podrían y no tenía-
mos tiempo de pelarlos.... Nos levantábamos a las seis de la mañana y trabajábamos hasta la una de
la noche, prácticamente sin descanso y sin sentarnos a veces a comer derecho ...
Terminábamos tan cansados el día que algunas veces no teníamos ni ganas de hacer de comer.
En esas épocas, allá por los años 70 se comenzaron a hacer los collares de vértebras de pescado, que
luego tuvieron un gran auge en el pueblo.

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Comenzó a hacer los primeros doña Juana Balduvino y luego casi todas las mujeres los hicie-
ron. Se hicieron tan populares que algunos visitantes, esperaban que se teminaran de armar para
irse.
Al principio se hacían con las vértebras que aparecían en el Cerro Rivero, sin procesar, así
como el mar las sacaba a la orilla, lavadas; luego se empezaron a limpiar con soda cristal, a blan-
quearlas y teñirlas, con tanto éxito, que se exportaban a varios países y no dábamos abasto a enhe-
brar vértebras en el pueblo.
Trabajábamos en muchas ferias artesanales y muchas veces cuando la zafra de pesca era floja
salvábamos la temporada con el producido de la venta de los collares.
Todo el día y parte de la noche estábamos preparando esas artesanías a la luz de los faroles ...
Por 20 años duró el furor de esa actividad, hasta que empezó a decrecer el interés y a aparecer otro
tipo de artesanías similares, que fueron sustituyendo aquella novedosa propuesta de collares, pulse-
ras, caravanas y rosarios de vértebras.. .
La primera que hizo un rosario de caracoles fui yo. Había que raspar el caracol en una piedra
hasta hacer un agujerito por donde pasar el hilo, daba su trabajo, pero gustaron y se vendieron bien.
Por eso decía que nadie tiene idea de los sacrificios con que se formó este pueblo y muchos, muy
sueltos de cuerpo dicen que hay que sacar a los pobladores de la costa, para regularizar el tema.
No se valoriza el sacrificio con que los primeros habitantes comenzamos a darle forma a Punta
del Diablo hace ya tantos años...
Había que entrar aquí, con todos aquellos medanales de arena suelta, y cuando los primeros
turistas empezaron a entrar a pasar el día, dejaban sus autos donde se iba afirmando la arena o
debajo de las acacias que habían ido naciendo cuando se protegía el camino con ramas, que al estar
cargadas de semillas empezaron a brotar, y Cl(JmO no había ni un árbol en el pueblo, entraban
caminando con un atado de leña tirado con una cuerda, para poder hacer sus asados.

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Por eso digo que nadafué gracioso en Punta del Diablo, nadafué gracioso ...
Y fueron muchos los años de sacrificio que vivimos, hasta que poco a poco fuimos mejorando
nuestra vida en este pueblito, que con el tiempo, llegó a ser tan preferido por los visitantes de distin-
tas partes del mundo».

***

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«Vine a Punta del Diablo el 15 de agosto de 1964,
llegué directamente a pescar. Luego, cuando se re-
abrió el Frigorífico de Castillos regresé, pues traba-
jaba allá.
Empecé a pescar en la lancha «La Sin Rival», que
era de Humberto Dinegri, y la tenía Ignacio
Fernández, trabajé en ella un año y luego pasé
atrabajar con Walter Dinegri, empecé de Patrón y
estuve unos cuantos años con él.

También estuve unos años pescando en Montevideo, en pesca de altura y de costa, en Piriápo-
polis, y en La Paloma.
Cuando empecé en Punta del Diablo, no teníamos ni permiso ni libreta de embarque ni nada.
El que quería embarcar embarcaba y nada más. Si servía seguía y si no se bajaba.
Por suerte a mi el embarque nunca me afectó ni me afecta hoy dia. Las embarcacones eran
peladas, sin refugio de ningún tipo, así que estábamos mojados todo el día, ni siquiera teníamos ropa
de agua, ni botas muchos de nosotros... algunos tenían, otros no, yo no tenia botas cuando empecé..
Entrábamos unas cuatro horas, que son alrededor de 20 millas o un poco más, unos cuantos
kilómetros mar adentro, teniendo en cuenta que- una milla marina equivale a 1852 metros, por su-
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puesto que a esa distancia no se veía tierra alguna.
Salíamos de puerto al aclarar y volvíamos de noche. Nos manejábamos por rumbo de tierra y
con brújulas. En un viaje con Galcerán, en un temporal, veníamos avanzando y se nos aproximaba
una mar grande, yo venía en el timón y en un momento le pedí a él que le sacara máquina y segura-
mente no me entendió y le dió máquina, pasamos limpito por abajo de las olas, arrancó hasta las
tapas de la bodega, los remos, todo lo que estaba sobre cubierta, y a mí me barrió también, caí al mar
entre el oleaje y el motor, para suerte mía se apagó, y cuando el empuje trajo la lancha cerca mío, no
perdí el tino y logré agarrarme del timón y me ayudaron a subir, luego encendimos el motor con la
manija y pudimos salir, solo fué el susto del momento.
Pero tengo dos hundimientos en mi historia, dos naufragios, uno en el barco Victoria, de Mon-
tevideo y otro en aguas del Atlántico sur, cerca de Argentina.
Intercalada con la pesca estaba la arrancada de mejillones, que era de lo que vivíamos, porque
con la plata de la zafra de bacalao no se podía contar hasta que se vendía,· con los mejillones y
alguna changuita íbamos tirando.
Era tan grande la abundancia de mejillones, que alcancé a sacar 1000 kilos en el día.
Las mujeres eran muchas veces las encargadas de tener la bolsa con la boca abierta, para que
echáramos las paladas ahí. .. ese no era un trabajo para mujeres, era muy duro, pero aún así, hubieron
muchas que trabajaron fuerte en esa tarea.
Todo era duro en aquellos años, entrar por los arenales al pueblo lo era también, con las car-
gas al hombro, recuerdo una vez en que el carrero que nos arrimaba las cosas al pueblo no me pudo
llevar, que tuve que hacer siete viajes para acarrear una carga a Punta del Diablo, incluso una cama
de matrimonio con el colchón encima, y todo al hombro...
Algo traía en la bicicleta y lo que no podía cargar en ella lo cargaba yo.. .
Esa vez terminé con los pies en salmuera del esfuerzo que tuve que hacer, pues se me hincharon
horriblemente al haber caminado más de 20 kilómetros con carga, por las arenas sueltas, en el

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camino de carros entre las acacias ... fue una locura...
Una vez, con mi esposa y la niña chiquita, apenas con dos meses, en un temporal, tuvimos que
salir a la ruta, pues no teníamos nada para darle a la beba ni para comer nosotros... Teníamos los
bolsillos llenos de plata, pero en el almacén del pueblo no había nada para comprar. ..
Salimos de noche, con lluvia y llegamos al empalme en el Km 301, y nos levantó un ómnibus al
que le hicimos señas, creyendo que era el de ONDA, pero era una excursión de un colegio de Monte-
video, nos convidaron con comida que llevaban y nos llevaron a Castillos.
Si serían duras las condiciones de vida entonces, que cuando la nena tenía unos pocos meses,
yo, antes de entrar al mar, tenía que ir a la Estancia de la Fortaleza, a buscar, día por medio, un litro
y medio de leche, pues mi señora no podía darle pecho. Iba en bicicleta por la costa, hasta el Cerro
Rivera y de ahí cortaba a pie hasta la Estancia, para volver a la hora de embarcar. ..
Luego mi señora se tuvo que quedar en Castillos, porque venía el colegio, venía el Liceo y yo
me venía a pescar a Punta del Diablo, me iba allá en bicicleta y muchas veces me caí de noche en las
alcantarillas...
Llegaba a casa y casi que ni dormía... veía que el tiempo estaba bueno y sabía que al otro día
había embarque... y tenía que irme, de noche, de madrugada... era duro.
La mayoría de la gente ignora lo que fue la vida en Punta del Diablo, en aquellas épocas...
Hoy esto es un paraíso, teniendo un trabajo se hacen las cosas, se tienen las cosas, antes está-
bamos en unos ranchos de paja, con piso de tierra y hasta acosados por las pulgas...
Antes todos, hombres y mujeres tenían que trabajar fuerte para poder vivir. Las mujeres ayuda-
ban a descargar las lanchas y faenaban los cazones y recibían como pago las aletas, que luego
vendían y ese dinero era también una ayuda para cada casa...
Ellas criaban cerdos, gallinas, patos y en el invierno, comprábamos en sociedad con algunos
amigos una ternera y hacíamos una faena para todos.
Antes era todo mas familiar, había más unión entre todos...
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Cuando no existían los malacates, (o fanfarrines, como le dicen algunos) para sacar las lan-
chas del agua, y se sacaban a pulso nos ayudábamos unos a otros, de una punta a la otra del puerto,
el último que salía ya quedaba con la lancha flotando y los otros se iban, y en esos tiempos había
embarcaciones muy grandes, mas que las de hoy ..y las sacábamos a pura fuerza humana...
Yo trabajé con Alfredo Lujambio, cuando llevaba a Punta del Diablo el material para los pesca-
dores, la chaura para tejer los trasmallos, el corcho para las boyas, todo eso...
Ayudaba a cargar el carro y a enfardar el bacalao que el carrero Julio Amorín sacaba al carga-
dero, cerca de la Hostería, para que lo llevaran los camiones.
Después de unos años en el pueblo, me fu i a trabajar a La Paloma, estuvimos allí corno cuatro
años, también en la pesca, embarcado en «La Pinta Roja» ...
De allí rnefuí a Piriápolis, donde pesqué otros años en el barco «Dos hermanos», en el «Molus-
co» y en el «Malibú».
Luego regresamos a Punta del Diablo y creo que aquí vamos a dejar los huesos, bueno... dejar
los huesos no, pero aqu[ vamos a vivir, es un lugar lindo, tranquilo y tratando de llevarse bien con los
vecinos, tratándolos corno te tratan, ayudándolos en lo que se pueda, se puede vivir lo mejor posi-
ble ...
Todavía sigo entrando al mar y pescando... es parte de mi vida...
Antes la familia quedaba nerviosa cuando los pescadores embarcábamos, hoy ya no pasa eso,
pues las condiciones han mejorado mucho, y nuestras familias a veces ni se acuerdan que estarnos en
el mar, es como si estuviéramos en un trabajo cualquiera en tierra.
Pero antes, la historia era muy diferente, muy diferente ... »

***

94
'N)~ t:Jútet)U,
'Re¡te~ de 44
tdda ~ 'P~ dd z;~,
La primera etapa mía en Punta del Diablo fue en el
año 1942.
En ese año surgió la idea de empezar a pescar
tiburones, a raíz de que unos muchachos de
apellido Amara/, de Castillos, que eran conocidos de
mi padre se manifestaron interesados en
comprar el hígado de tiburón, pues en Punta
del Diablo se había radicado en ese momento
un señor Camaño, que era un pescador que venía de la zona de Va/izas y se afincó allí y él nos
hacía las historias que habían muc~os tiburones. Entonces, habló con mi padre, -que tenía con
nosotros un muchacho que era de origen pescador, que le gustaba mucho el oficio-, y fue quién nos
animó a venir. Ese muchacho era Ignacio Fernández. Ignacio decía: "Si me hacen una barquita, yo
voy a p escar a Punta del Diablo. "
En ese momento, en este país tan generoso, había dificultades económicas. La gente de campo
empezó a venir a la costa a probar suerte .. .
En base a que teníamos a Ignacio, que era conocf!dor y la amistad que teníamos con Conrado
Camaño y otros vecinos, que aunque no eran pescadores, tenían residencia acá, como Laureano
Rocha, el padre de Lirio, que ya tenía su vivienda, y había un tío de mi madre, Isidro Acosta,
95
i
1

entonces ahí teníamos una base, para llegar a una zona de estas que era en aquellos momentos !
1
¡
totalmente virgen, muy apartada y que había muchas dificultades para llegar a este lugar. ..
Por ahí surgió la idea de venir a trabajar acá...
Y en el año 42fue que nos decidimos, pero entre que construimos la lancha y todo eso se llevó
un año y algo, porque en aquel momento, en la zona de Castillos, no había nadie práctico que supiera
hacer lanchas.
Al carpintero que nos hizo la embarcación se arriesgó en ese trabajo, porque se dedicaba a
hacer <<cajones de muerto», así que para él no era linda la cosa...
Este hombre, que se llamaba Yaco trabajaba para una empresa de Pompas Fúnebres, propie-
dad del vasco Garmendia...
Con instrucciones que le fitimos dando y con las indicaciones de cómo la queríamos, el hom-
bre se las ingenió y nos hizo la embarcación. La barca flotó. Decían los conocedores que era de muy
mala construcdón, pero el hecho es que la barca flotó ... y como en aquel entonces no se soñaba con
barcas a motor, nos arreglamos con ella...
Era una barca para remar, -a seis remos-, no era muy grande, pero nos ingeniamos para
colocarle los remos y navegaba lindo, con esa cantidad de remos y trabajamos unos cuantos años
con ella y nunca nos accidentamos...
Y ese fue el principio.
Los primeros años, cinco años, cinco temporadas, del 43 al 48 estuvimos vendiendo el hígado
de tiburón, solamente el hígado, tanto es así, que nosotros creíamos que la carne no era comestible y
por eso se desartaba, se sacaba el hígado y el resto se tiraba.
La segunda fue allá por el año 52 mas o menos, apareció una empresa pesquera en la barra de
Va/izas, que ya vino confines de hacer "bacalao" ya que se comprobó que con la carne de tiburón se
podía hacer "bacalao" ... Y ahí arrancamos otra vez, yo me había venido a Castillos y regresé a
Punta del Diablo por ese año, 1952 ó 1953 de nuevo.
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Ya habían empezado a pescar por el año 50, cuando yo llegué ya se había establecido mucha
gente y el pueblo estaba creciendo.
Del año 52 al 60 tuvo un auge muy lindo, muy lindo ... con una dificultad muy grande, porque
para salir había que cruzar por los médanos, con las cargas al hombro y a pie... Las primeras pescas
de tiburones, en nuestro comienzo, se hacían prácticamente dentro de las ensenadas, pues había una
abundancia enorme de pesca, muchas veces veíamos los tiburones en las olas, no teníamos porque
alejarnos de la costa...
Se pescaban también desde la costa, con aparejos, había muchos, muchos tiburones.. .
Luego, por muchos motivos se fue retirando la pesca, los tiburones fueron desapareciendo ... En este
momento los pesca todo el mundo, todo el mundo los consume...
Y lamentablemente, la tecnificación ha contribuido a ese estado de cosas, hoy prácticamente le
sacan una foto a los tiburones, para ver cual quieren sacar, y eso ha dado la posibilidad de un exter-
minio total... No es como la pesca artesanal, que es más selectiva... las redes de arrastre sacan lo que
venga, lo que sirve y lo que no sirve, lo que no se utiliza se tira y con eso se depreda ...
Cuando empezamos a salir más lejos confiabamos en el conocimiento de los mas vateranos
pescadores. Siempre recuerdo a Ignacio Fernández, a quién considero mi maestro en el oficio de
pescador, y que aunque era una persona muy rústica, de poca cultura, era un hombre de un "olfato"
en el mar, tremendo, tenía un sentido, un conocimiento que hoy en día no se conoce, hoy todo se
maneja por instrumentos, él se manejaba a intuición, a mi lo que más me llamaba la atención era el
conocimiento que tenía del comportamiento de los animales marinos, el veía un lobo nadar de una
manera o dirigirse a un lado o a otro y se orientaba por eso, y los pájaros del mar también son una
guía muy importante, muy especial, para la persona que sabe "leer" eso .. . Yo aprendí mucho con él..
Después empezamos a conseguir esas brújulas de bolsillo, esas de colgarse al cuello, pero nos mane-
jábamos por rutas, cuando había cerrazón recurríamos a la brújula, porque

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ahí la cosa era dura ... muchas veces nos agarró la cerrazón, pero nos las ingeniábamos para salir. ..
Recuerdo a muchos grandes pescadores, como don Hipólito Alvarez, que empezó a remo, a
Nicolás Acosta, muy audaz, que entraba al mar con su esposa, doña Chicha, que remaba a la par de
un hombre... Era gente de una época heroica de la pesca en Punta del Diablo...
Los primeros años de nuestra actividad en la pesca no navegábamos de noche, ya que como
realizábamos la captura en proximidades de la costa, regresábamos temprano, no se abarcaba mucha
distancia .. .
Después, mas adelante, cuando empezaron a rugir los motores, ya nos alejábamos de la costa y
volvíamos de noche ..
Hubo unos años en que usábamos un tanque, con un poco de gasoil, como señal. .. Lo mantenía-
mos prendido hasta que llegase la última lancha que estaba en el mar. .. Era como un faro rústico ...
Luego, con Osear Olivera, que durante mucho tiempo fue como salvaguarda de los pescadores de
Punta del Diablo, con los equipos de comunicaciones que habíamos montado con el Técnico Weimar
Amonte, los primeros transmisores, allá por los años 70, manteníamos guardia para comunicarnos
con las lanchas que estaban mar adentro. Osear era como el enlace de ellos y sus familias en tierra.
Pasábamos muchas horas de guardia. El uso de los transmisores nos trajo una seguridad mayor para
nuestros embarques...
Muchas veces me tocó acompañarlo en esas guardias, porque faltaban regresar algunas lan-
chas, de otros o mías y allí estábamos tratando de ayudar. Ya eran otras épocas... otra tranquilidad,
ya se había mejorado mucho.
Punta del Diablo fue uno de los pesqueros artesanales, de los pueblitos de pesca artesanal que
ha tenido menos accidentes en el mar... Salvo el de la "Pinta Roja" no hubo ninguno.
Sí hubieron muchos momentos dificiles, pero se superaron felizmente, siempre recalco que el
pescador de Punta del Diablo es muy aguerrido, muy sufrido y eso dio lugar a que en momentos muy
d[ficiles la gente se salvara.

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Algunas veces nos tocó quedar sin máquinas en alta mar y quedarnos de noche allá...
Siempre recuerdo un embarque en que cargamos de mas la barca, hubo uma pesca muy gran-
de y cargamos demasiado, y se nos escapó un detalle, por el caño de escape se nos llenó el motor de
agua y no lo pudimos hacer arrancar, pese a todos los esfuerzos que hicimos y nos quedamos, con
tormenta, con lluvia, con relámpagos... y se nos venía un barco encima.. !
No habíaforma de advertirles, no había forma de zafarnos de su rumbo .. .
A último momento, cuando ya no teníamos otro recurso, se nos ocurrió intentar hacer una
seña, para ver si nos veían y tiramos dos sacos de vestir sobre la proa de la lancha y rociándolos con
nafta les prendimos fuego, arriesgando a quemarnos todos, pero era el único recurso que nos queda-
ba...
Y no se si nos vieron o no nos vieron, sé que esa "antorcha" que armamos con aquello alum-
bró como una cuadra en torno a la lancha en el mar, jite impresionante el fuego que se armó y el
barco nos pasó a los pocos minutos, que nos hizo olitas y quedamos ahí en el balance de la ola, pero
nos salvamos...
Salimos al otro día, de tarde, a unos cinco kilómetros del Cerro de la Viuda... Siempre recuer-
do que ahí se me asustó uno de los marineros y no entró nunca mas al mar. .. No quiso saber más nada
de embarques... Muchas veces nos quedamos y salimos al otro día o a los dos días... A muchos com-
pañeros les ocurrió algo parecido, de quedar sin motor y a la deriva, pero luego de contar con los
transmisores, se avisaba y se iba a su rescate y a remolque volvíamos a puerto...
La «Maryluz» de Beltrán A costa salió luego de algunos días, allá por el Albardón en Brasil,
en un gran temporal, un 19 de agosto, se vino un pampero tremendo, quedaron sin máquinas, sin
batería y vivieron unos momentos bastantes duros ..
Algunas veces salíamos ayudados por alguna vela que llevaban ciertas lanchas y el viento nos
arrimaba a la costa. También en algunas ocasione~·, un golpe de la mar nos tiró algún mari-

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nero al agua pero felizmente sin otra consecuencia que el susto y la mojadura... Recuerdo el caso de
un muchacho Veiga, hermano de Blanco, que en la zona que llamamos «la cruzada», enfrente a la
entrada del puerto, fue barrido de cubierta por un golpe de mar y lo tiró, pero, afortunadamente,
sabía nadar muy bien y pese a quedar medio maniatado por la ropa de agua, logró llegar, muy
fatigado, a la costa...
La lancha en la que venía no podía ayudarle, porque cuando entra en la rompiente no puede
dar vuelta, tiene que seguir su curso, porque si hace una maniobra se puede volcar. ..
Otra vez un marinero cayó al agua, en un día muy lindo y calmo, pero tuvo la enorme fortuna de
que el saco de agua hizo aire y quedó flotando, pues no sabía nadar y lo rescataron, sin dificultades .. .
Cuando iniciamos la preparación del «bacalao», trabajábamos en la costa, en la fileteada, y allí
mismo lavábamos el pescado y una vez que lo salábamos lo tendíamos sobre las rocas de la playa a
secar al sol. ..
Luego, a instancias del SOYP que nos fue aconsejando que debíamos faenar. sobre piso duro,
fuimos cambiando, ya que en esas condiciones habían otras perspectivas, pues a partir de la cons-
trucción del camino, ya había otras formas de sacar nuestra producción y se fueron haciendo otro
tipo de galpones, piletas estucadas y otras mejoras. Al principio el «bacalao» lo hacíamos en cajo-
nes de madera.
Entre los años 67 y 68 se hizo el camino y luego la Escuela. Este lugar siempre se llamó PUNTA
DEL DIABLO, el nombre de los Cerros, nació de la familia Lujambio, don Alfredo Lujambio fue uno
de los puntales de este pueblo, fue uno de los comercian-tes fuertes, pues nos compraba todo el
«bacalao», nos traía los materiales y nos bancaba todo el año, entonces,. ¿Que pasaba ? Don Alfredo
mandaba sus empleados, diciendo/es «Lleven eso para los Cerros» · y ahífué quedando ese nombre de
los Cerros, los Cerros... y hubo mucha gente que conoció ésto cuando le decían Los Cerros, pero el
nombre verdadero, desde siempre fué PUNTA DEL DIABLO, desde el priner año.

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Cuando yo llegué aquí, gente mayor, que no eran pescadores, sino gente de campaña, que venía
a veranear, a hacer sus baños, a la pesca de la corvina, ya lo conocían como PUNTA DEL DIABLO.
A mediados del gobierno militar, llegó la energía eléctrica, año 1976, mas o menos...
Y el tema del agua, estuvo y sigue estando a cargo mío, a pesar de que OSE hizo unas perfora-
ciones de la cuales surgió muy buen agua, hasta el momento solo la Escuela está conectada y hay una
canilla pública frente a ella.
Por un convenio entre los pescadores y la Intendencia de Rocha esta empresa privada surtía de agua
a la población. Hoy ha terminado el convenio y sigo yo solo, pues dejé de ser funcionario municipal,
por razones de edad, tuve que cesar en el cargo y acogerme a los beneficios jubilatorios, pero sigo
con el manejo del agua, pues no se ha designado a nadie para que me sustituya en la tarea del
encendido de la bomba y del cuidado del servicio.
Punta del Diablo debe contar con el servicio de agua potable, que tanto reclama, necesita y
merece para benefico de la salud de sus pobladores, de sus visitantes y de la imagen de balneario
pujante que tiene que tener. .. Con el manejo de los recursos naturales, siempre digo que escuchando
a los Técnicos del Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que es notorio que se
cometieron durante mucho tiempo, errores, en lo referente al tema de los médanos o dunas costeros,
al resolver fijarlas. Allá por los años 60 hubo una campaña en la cual todo el mundo opinaba que
había que fzjar los médanos por que se consideraban improductivos...
Hoy nos damos cuenta que se estaba cometiendo un error tremendo, con graves consecuencias
para la vida de las playas... Y ahora, todavía, cuando me ha tocado intervenir en el tema del Plan de
Excelencia para PUNTA DEL DIABLO, he tomado contacto con técnicos del ministerio y del Go-
bierno y aun hay algunos que sostienen que las arenas no pueden ser trilladas ... y de esa

101
opinión surge el hecho de que prohibieran el ingreso a Cabo Polonia por las dunas o el tránsito de
vehículos por ellas, para mi eso un error tremendo ... recuerdo años atrás, cuando las primeras prohi-
biciones de trillar los arenales, que se sacaron todos los animales de ahí, e inmediatamente empezó a
surgir el pasto y el pasto ¿Que hizo?, matar los médanos y la falta de médanos mataron las playas .. .
Ese fue un error muy grande... Las construcciones tienen también un efecto negativo, pero el
peor efecto lo hizo la forestación, hoy andamos debajo de los montes y encontramos aquellas dunas
con pinos ele gran follaje y altura y acacia/es enormes en médanos que yo los ví blancos y formados
por arenas voladuras y todo eso modificó el ecosistema, lamentablemente toda la costa uruguaya se
ve afectada por esas medidas.
Conversando con el Intendente Irineu Riet Correa le decía que día a día vamos a tener que
decir que Rocha era muy rico y tenía mucha capacidad de turismo y que tenía muy lindas playas.
Tenía. Se ha ido deteriorando de una forma muy acelerada y la gente lamentablemente no entiende;
a veces me ha tocado luchar aquí en Punta del Diablo con los propios compañeros, la gente no
entiende, no razona... y veo gente de Aguas Dulces, amigos y conocidos que en algún momento tuvie-
ron la visión de lo que era la playa y la conservación del estado natural de la costa, que se fue
perdiendo, creo que se lo podemos achacar a la gente que vino de otras zonas, antes cuando las casas
de Aguas Dulces se construían en el aire, sobre pilotes, esa era una manera de preservar la playa. Y
hablando con algunas personas que comentaban que el mar había avanzado y llegaba hasta las casas
yo les contestaba que hacía cincuenta años que merodeaba por estas costas de PUNTA DEL DIA-
BLO, y que para mí no había habido un avance del mar, sino que hubo un avance de la gente hacia el
ma1; creo que en toda la costa ha pasado lo mismo. Creo que el avance se debe que en los últimos
tiempos hemos tenido un período de unos cuantos años en los cuales no ha habido movimientos de
arena. Por razones climáticas, ya que el viento pampero era el que reponía las arenas y en losúltimos
años no ha habido este viento y tampoco hay de donde sacar arena.
En estas playas, por ejemplo. desde Pu.nta del Diablo al Cerro Verde, tenemos una ensenada

102
hacia afuera que está muy resguardada por montes, entonces la arena pasa de largo y al caer detrás
de los montes no puede volver a salir. Ese es mi razonamiento.
Pienso que si el Plan de Excelencia para Punta del Diablo logra llevar a cabo una parte de su
propuesta, en los cuales creo que no se piensa realizar cambios muy drásticos -y aunque siempre que
se intenta realizar cambios nos encontramos con la resistencia de la gente, resistencias de todo tipo-
se debe lograr una real mejora en las condiciones ambientales.
Yo, claro, veo las cosas de una manera, pues quiero a PUNTA DEL DIABLO y quiero que siga
siendo lo que pintó ser, lo que tiene derecho a ser. Pero hay mucha más gente que los que queremos
eso, que les interesa el hoy, sacar ventajas rápidas y a mi me interesa el futuro.
Son visiones distintas, con intereses distintos. Aquí en Punta del Diablo nacieron todos mis
hijos y mis hijastros nacieron y viven aquí. Están viviendo acá y quiero que sigan viviendo acá. Toda
mi vida ha transcurrido acá. Son, creo, derechos muy fuertes para que uno los defienda contra los
deseos de otra gente, contra los intereses de otra gente.
Yo a veces les digo, cuando los siento decir «Ah yo soy de Punta del Diablo!» a muchos recién
venidos: «Yo nunca te ví hacer algo por Punta del Diablo. ¿Dónde estaban cuando entrábamos a pie
por los arenales? Cuando ustedes llegaron a Punta del Diablo llegaron en un buen auto, porque ya
el camino estaba hecho, yo llegué con una valija al hombro por los arenales».
Son verdades muy fuertes, pero algunos no las aceptan y todavía se atreven a imponer sus
puntos de vista y fundamentalmente sus intereses económicos y estamos chocando contra eso.
Creo que el Plan se va a llevar a cabo, pero no con un alto costo de perjudicados porque no está
previsto solamente para este tiempo, está previsto para ser instrumentado en forma progresiva y es
también abierto, que se va a ir desarrollando según las necesidades que vayan apareciendo, se va a ir
adaptando a las circunstancias, no es algo que se aplicará a rajatabla, por eso es que hubo gente del
pueblo (de esa gente que llegaron cuando todo estaba hecho, mucha gente de esa que llegó aquí y
fueron auxiliados por los pescadores de Punta del Diablo, pero que se olvidaron de
103
eso) que cuentan la historia a su favor.
Pero la realidad es una sola.
Y quién conoce la verdadera historia de PUNTA DEL DIABLO sacará sin duda sus propias
conclusiones.»

***

104
Vine muy joven a Punta del Diablo, con 17 años, allá
por el año 1966, directamente a pescar y era también la
época de la extracción de mejillones, estaba la
Fábrica de Barrere en La Paloma, se extraían acá y se
llevaban para Rocha, sacábamos en toda la costa y en
la Isla de la Coronilla, íbamos en una embarcación que
cargaba 2000 ó 3000 kilos y la llenábamos entre tres
personas, en un rato, cargándola a pala.
Después, cuando desapareció el mejillón algunos de-
cían "fueron ustedes los que los terminaron con la
recolección" pero no era así, se sacaba un año y para el próximo se había repoblado. Después, en
el año 1974 vino una de aquellas mareas contaminadas, el agua quedó rojiza y salieron cantidades de
estrellas de mar, caracoles y mejillones muertos, en el Cerro Rivera fue impresionante las alfombras
de cáscaras de mejillones que las olas sacaron a la orilla...
A partir de eso, empezó a ceder un poco la contaminación en la costa y recién ahora se
empezó a repr,0ducir el mejillón nuevamente.
Quiere decir que la contaminación siguió hasta hace algunos años, y no se sabe si eso fue por
el agua dulce de las grandes inundaciones que pudieron haber afectado el índice de salinidad de las
aguas.
Recuerdo que cuando me vine para Punta del Diablo mentí en casa, en ese entonces yo estaba
con mi abuela en Castillos, y para no preocupar/a le dije que solo iba a hacer algunas changas y a
105
sacar mejillones pero no iba a entrar al mar.
Así empecé. El primer día que entré al mar me hizo mal; estábamos ahí cerquita nomás y
empezamos a recorrer lo mas bien, impecable ... Después, cuando empezamos a recorrer un trasmallo
y después otro, y me tocó entrar abajo ya cambió la cosa, el movimiento es otro y el olor del gasoil del
motor me afectó, ahí me empecé a descomponer y mis compañeros me decían "mira a los lejos, que
así no te mareas"...
¡Que lejos ni nada.. ! No podía conmigo, me sentía horrible. Después cuando la embarca-
ción empezaba a caminar como que se pasaba un poco, pero cuando paraba la cosa se complicaba...
Yo pensaba "Salgo de aquí, y me voy a Castillos y no vengo nunca más!!" Pero después
cuando reiniciamos el viaje y empezamos con la charla se me pasó todo...
En embarques siguientes, por precaución tomé dos o tres veces pastillas para el mareo, y
nunca más me maree... Eso es algo que a casi todo el mundo le afecta al principio. Durante el viaje no
es mucho problema, el asunto es cuanto está detenida la lancha, cuando queda a la deriva, con ese
movimienato continuo y cortito, ahí es brava la cosa... Con el tiempo uno se adapta a eso y lo supera.
Entrábamos unas dos horas, dos horas y algo, a esa distancia se ve la fila de médanos y los
cerros de la Fortaleza, a las tres horas se deja de ver tierra.
Empecé a pescar con Asdrúbal Olivera, en una lanchita que él tenía, con un motor de 18
caballos, fuera de borda, a dos horas de la costa, que son 12 millas mas o menos, aquella lancha
caminaba unas 6 o 7 millas por hora. En ese entonces a esa distancia se pescaba bien, luego allá por
el70 cuanto aumentó el número de embarcaciones, que llegaron a ser más de veinte, ya había que ir
un poco más lejos, porque no daba el espacio para todos, pues trabajábamos con trasmallos, no con
palangres, y como entre todos se formaba como una malla, se iba conteniendo el pescado ...
A veces se presentaban problemas entre los pescadores, pues alguno colocaba su trasmallo

106
delante del de otro, y éste no pescaba nada, eso ocasionó algunas dificultades, algunas «guerrillas»,
pues el que se sentía perjudicado levantaba su herramienta y la colocaba delante del otro y as[
cuando queriamos acordar, estábamos a tres horas o más...
Con el afán de p escar nos ibamos adentrando más y más, hasta que en algunos casos nos
acercábamos a la zona donde no es conveniente calar la herramienta, por lo profimda que es... A
veces, cuando nos percatábamos de eso ya era tarde. En un caso que recuerdo, el "Gringo" en una
lancha de Oribiel Dinegri, fue como cinco horas mar adentro, para evitar las redes de los demás
pescadores y calaron, pero al volver al otro día no pudieron encontrar la herramienta, habían ido a
una zona demasiado profunda y los flotadores de las banderas con la corriente se hundieron, se
apretó todo abajo y nunca pudieron hallarlas...
A mi también, como a tantos compañeros alguna vez me tocó quedar sin máquinas, adentro.. .
Con un motor cero kilómetro, quedé una vez sin batería. Habíamos calado toda la herramienta y
empezamos a recorrer, íbamos a volver al otro día a recoger la pesca, pero al inspeccionar las bagas,
hallamos una pesca preciosa, habían siete u ocho cazones por malla en un ratito, y nos quedamos sin
batería... y se nos cerró de niebla.
Esa noche sentimos la amargura de estar sin recursos en medio del mar, rodeados de niebla...
porque en esa situación se sienten las pitadas de los barcos, pero no se puede saber por donde vienen,
transpirábamos sobre el motor, buscando por todos los medios hallar la falla, lo queríamos hacer
arrancar con lo que teníamos, pero no había caso, no tenía manija ni nada y ahí no se puede empu-
jar. .. no hay manera de empujar y ahí nos quedamos hasta el otro día...
A las 9 de la noche arrancó el motor, la batería era nuevita y se recuperó y entonces llamé a
Osear Olivera, que era quién tenía la base de transmisor en Punta del Diablo y le comuniqué que
estaba todo bien, que el motor había arrancado y nos despedimos con un "hasta mañana".
Dejamos el motor marchando una hora más, mas o menos, para que cargara la batería y lo
apagué.. . traté de encenderlo nuevamente y otra Vez estaba sin batería...

107
Así, tuvimos que quedarnos hasta el otro día .. Temprano volvió a arrancar y ya no lo descui-
damos mas y terminamos de recorrer. ..
Hugo, el hermano de Osear me llevó una batería y salimos sin novedad. Cuando intentábamos
encontrar la falla del motor, vino mucha gente a ayudarnos y desarmábamos el motor y nadie podía
encontrar la causa de lo que pasaba, y un día que íbamos para adentro, me dio por apretar la antena
del transmisor, con la mano, en un tornillo en que lo había atado al motor, y me quemó ... Llamé a
Weimar Amonte, el técnico que nos hacía los equipos de transmisión y me confirmó que la antena del
equipo era positiva y el motor era negativo a tierra, y la corriente que producía el dínamo se iba por
la antena, ahí estaba todo el problema... Ese fue el percance más grande que tuve,· gracias a Dios no
me ocurrió en todos los años de pesca, ningún otro problema de motor ni necesidad de que me
trajeran a remolque...
En el segundo año que pasamos en Punta del Diablo, con el «Gringo», el tema económico era
lamentable, estábamos en un ranchito y comíamos como podíamos, algunas veces sólo alguna cocoa
con agua, o algún guiso que podíamos hacer con los «requeches» de días anteriores, no fué fácil esta
etapa de nuestras vidas en el pueblo de pescadores..
Conocíamos poco y éramos jóvenes, con sólo 17 años y así la fuimos llevando, trabajando en la
pesca y en el mejillón y cuando terminaba la zafra nos íbamos para Castillos, donde jugábamos al
fútbol y conseguíamos alguna changuita, después ya nos quedamos en Punta del Diablo, pasando j
trabajo y todo y nos fuimos haciendo poco a poco... Uno por un lado y otro por otro, nos fuimos
formando y yo hice una sociedad con Blanco Veiga, compramos una lanchita a Osear Olivera, Blan-
1
co estaba en ese entonces por irse a Va/izas, pues medio se había aburrido de estar en Punta del 1
Diablo, pero con un pariente lo conquistamos y se quedó y empezamos la sociedad en el año 70 y
Hugo Lujambio nos echó una mano grande, nos trajo el motor y nos ayudó a iniciarnos... /
El motor costaba ochocientos mil pesos y se lo pagamos con «bacalao» ... Ese año hicimos de
cazón solo, 9000 kilos de «bacalao» y en el mes de octubre perdimos casi toda la herramienta

108
por un temporal muy grande que vino, de veinte trasmallos nos dejó solo seis...
Ahí tuvimos que empezar de vuelta, pudimos comprarle el equipo a un hombre que se iba para
la Fortaleza y nos hicimos de nuevo.
En el año 74 le cambié a Galcerán Olivera una cachila Simca que el tenía, por bacalao, le dí
1000 kilos y algo de plata y me dió la cachila.
En ese momento tenía tanto bacalao que tuve que almacenarlo en la cocina, pues el galpón
estaba lleno, la zafra fue muy grande y no tenía donde ponerlo.
El "bacalao" era como un ahorro que teníamos, si hacíamos cuatro o cinco mil kilos, era buena
plata eso ...
Después, con el tema de la competencia y con la disminución del consumo, la tradición se fue
perdiendo y hoy no colocamos ni un par de miles de kilos, antes en Semana Santa se comía pescado
todos los días y eso, con los cambios de generaciones ya no se continúa haciendo, acá en Uruguay ya
no se acostumbra, aunque en otros países como Brasil se sigue manteniendo esa tradición y se sigue
consumiendo bacalao en esa semana.
Del año 72 al 80 hubo un auge económico muy importante en el pueblo, llegaron a haber
muchas lanchas pescando, pero cuando el gobierno militar realizó el «reclutamiento» obligatorio a
los pescadores para que trabajaran en las obras del Restaurante del Mar, mucha gente se fué del
pueblo. Había que terminarlo para el 8 de diciembre y no se terminaba, estábamos los pescadores
sacando una exportación de bacalao, cuando nos llamaron por teléfono de «arriba» para preguntar-
nos que estábamos haciendo, al responder que estábamos embolsando bacalao para Brasil, nos orde-
naron que dejáramos el trabajo y nos presentáramos todos en las obras del restaurante, bajo adver-
tencia de que si no íbamos, de tarde vendría un camión verde y nos llevarían a Rocha, así que muchos
fueron a trabajar ante tal «invitación» y otros se tomaron los vientos...
El primer año trabajó el restaurante un señor de apellido Vilas, que tuvo una fábrica de harina
en Punta del Diablo, luego lo dejó y se lo ofrecieron a la Cooperativa de Pescadores, pues
109
corno había sido hecho para la gente de allí, lo podrían trabajar los pescadores, pero no aceptarnos y
luego lo tornó Luis Morán, que trabajó mucho tiempo ese local y luego hubo un período en que estuvo
en litigio y hoy lo tiene en concesión Alba Luz Rocha.
Cuando estábamos en el mar por la noche, teníamos que estar a la expectativa por si aparecía
algún barco, no sabíamos por que lado podria venir, por lo general apagábamos el motor, para que
así sintiéramos bien si se aproximaba alguno, pues aparte del pitazo que dan cuando hay niebla, se
oía el ruido del motor y con eso mas o menos ubicábamos el rumbo.
Claro, si había mucha niebla no nos daba tiempo a nada, cuando se veía algo nos orientábamos
por la posición, los barcos vienen de NorEste a Sur Oeste o de Sur Oeste al NorEste, esa es la ruta
de ellos y ahí nos poníamos medio en guardia, pero no teníamos otra cosa, pues no había instrumen-
tos que marcaran su presencia. Esas eran situaciones diflciles, constantemente debíamos estar vigi-
lando, no se dormía en toda la noche, pues se ve venir una luz por allá, hasta no vislumbrar las luces
de posición na podíamos saber si pasaba por dentro o por fuera, teníamos que estar siempre de
guardia, y si el patrón era responsable, aunque dejara a un marinero de guardia, no podía dormir,
porque el vigía podia dormirse y sin alerta les podía pasar un barco por encima...
A mi no me gustaba quedarme de noche en el mar, prefería regresar si no nos daba el tiempo
para hacer el recorrido y volver al otro día, a veces, antes, cuando calábamos a tres horas y pico de
la costa, el viaje nos insumía de ida y vuelta siete horas y en circunstancias de temporales que nos
enredaban las herramientas se perdía mucho mas tiempo en su recuperación, algunos pescadores
preferían quedarse allá de noche, para ahorrar tiempo y combustible, pero yo cuando podía, decidía
volverme y pasar la noche tranquilo en casa para volver descansado al día siguiente. Así han ido
pasando mis años de pescador en Punta del Diablo, Ricardo, mi hijo mayor sigue con el oficio, pero
le he pedido que no embarque, le dí las lanchas con esa condición, así que él trabaja en tierra y
contrata marineros que hacen la faena. Al otro hijo, Martín, no le tiró la mar y navega en cantos y
guitarras, que también es una hermosa forma de contar las vivencias de este pueblo .. »
110
~de
ASZJí<U/CJ'I:L tJ¿?P&í<A
«Vine a pescar a Punta del Diablo en 1959 o
1960, mi padre me dio el equipo que tenía, pes-
caba otro hombre, socio de él, mi padre puso el
motor y la herramienta y él trabajaba.
Mi padre tenía un rancho en Punta del Diablo que
lo había hecho allá por el año 50 y poco, en el
mismo lugar donde vivo yo ahora y venía mas en
el verano a pescar la corvina negra, en la época
en que se sacaba con aparejos.
En el año 53, mas o menos se empezó de nuevo
la pesca del tiburón, en botes a remo, se había
dejado por unos años y cuando se empezó a usar
los motores fuera de borda mi padre se decidió a
pescar aquí...
Se industrializaba el aceite de hígado de tiburón, pues el tiburón sobraba, y se vendía para
hacer jabones o algo de eso, el precio no era mucho, cuando sí valía era en el tiempo de la segunda
guerra mundial,. Era fabu loso, pero luego con se sintetizó la vitamina A decayó mucho su cotización.
Al principio se hacía bacalao fresco y se vendía a una fábr ica de La Paloma, luego se empezó
a secarlo aquí.
Lo único que había aquí era la zafra del tiburón y luego en invierno la cosecha de mejillones, y
demás no había absolutamente nada, ningún otro trabajo.
"111
Ya habla pescadores establecidos aquí, viviendo aquí. Otra gente que tenia campos por la zona,
terminaba la' r,afra y volvía a su casa, al llegar el otoño y estaban allá tres o cuatro meses y luego
volvían a la costa. Y el que vivía en Punta del Diablo arrancaba mejillones que era un complemento
económico luego de la zafra de pesca.
En los principios, con motores de 5. 5 caballos y botes que eran unos cajones, se pescaba muy
cerca de la costa, dos millas, tres millas o poco más.
Había mucha abundancia de pesca, se sacaban con reel desde las piedras cazones grandes y
corvinas negras, la corvina se pescaba en el verano, a partir de diciembre ...
Había tanta pesca, que venia una flotilla brasileña, de Río Grande, de barcos llamados Reden-
tores, que eran de madera, y pescaban ahí cerquita a la vista de tierra, y ellos decían que aquí se
podía pescar con baldes, de la abundancia que habla, era fabulosa ...
En esa época había especies que ahora no existen, por ejemplo el bonito, que abundaba en toda
la costa, la anchoa, el pez limón y esas y otras cantidades de especies desaparecieron por la pesca
continua.
Algo parecido ha ido ocurriendo con los cazones, que en los últimos años ha disminuido su
presencia en esta región, donde al llegar la época siempre aparecía en grandes cantidades.
Se fueron extinguiendo por la enorme presión de captura; en el sur de Argentina se pescaba
intensamente y ahora ya no sacan nada. Con las redes de arrastre depredaron el recurso. La sarda,
que se pescaba antes habitualmente, ya casi no se ve, al igual que el tiburón brasilero.
Antes se sacaban algunas veces tiburones de 100 o 200 kilos y alguna vez se sacaron tiburones
peregrinos, de esos que no son carnívoros y tienen la nariz bulbosa, que eran muy grandes.
Hipólito Alvarez atrapó uno en sus trasmallos que era enorme, tan grande que no pudo subirlo
al bote, yo fui con una lancha que tenía, la primera con popa espejo, que la hice yo y pudimos traer
el tiburón luego de cortarlo en dos partes ... Entre cinco personas no pudimos subir la cabeza...
Medía aquel tiburón como seis metros de largo... Otra vez atraparon uno y lo tuvieron que

112
traer a remolque a puerto, y lo tironearon con un caballo y más de 15 personas y no lo pudieron sacar
a lo seco, pesaba mas de mil kilos... En el año 1961 o 62 hice un bote para mí, yo vivía en campaña en
la zona de la Angostura y no quise ir a Punta del Diablo a ver como eran las lanchas y lo hice a
cálculo y no me salió bien. .. quedó muy "panzudo" y con la punta muy afilada y no navegaba bien, se
"acostaba", era indomable, no había quién le parara arriba... así que lo desarmé, le dejé el fondo y
lo volví a hacer y anduvo bien.
Hasta esa época los botes eran con la proa y la popa iguales y el motor se colocaba en una
base de madera dura acoplada a la popa.
Algunos pescadores consideraban que el motor debía enfriarse y por eso venía casi abajo del
agua y a mi me dio por inventar la popa espejo, con cola de pato y por el año 65 o 66 hice una lancha
con cola de pato ancha, pues así se afirmaba mejor el motor y caminaba mucho más rápido que las
otras, tanto que les andaba alrededor, era fabuloso lo que caminaba, casi el doble de velocidad.
Luego, con este avance todos jite ron haciendo ese modelo de lanchas..
Fue una gran mejora, no solo se ganó en velocidad, que es también un ahorro de tiempo y
combustible, sino que se mejoró la capacidad de carga, pues la p opa cola de pato permite una mejor
flotabilidad, las lanchas de dos proas se hunden mas con la carga...
Este nuevo modelo resultó muy marinera, con mucha capacidad de maniobra. He hecho seis o
siete lanchas, casi todas para mí... soy medio demorado en terminarlas, pues mientras otros construc-
tores las hacían en 20 o 30 días yo me llevaba 90, porque soy muy minucioso en esa tarea...
Hubo, desde siempre gente que hacía botes en Va/izas, y los primeros que se usaron en Punta
del Diablo se compraron allí y luego, con el paso del tiempo se empezaron a hacer aquí, muchos
pescadores actuales hicieron sus propias lanchas. Siempre tejimos nosotros las redes y antes, cuando
hacíamos las boyas o flotadores de los _trasmallos con corcho, a la semana se "enchumbaban" y se
hundían, y apretaban las redes en el fondo teníamos que cambiarlos continuamente, era un trabajo
bárbaro...
113
También estuve, como casi todos, en el tema de los mejillones.
Se sacaban miles de kilos, pues en todas la piedras de la costa abundaban las colonias de esos
animales. Ibamos a la isla y acampábamos allí a extraer los moluscos cuando en estas costas se
agotaban.
Había gente que se arriesgaba y entraba a lugares peligrosos a arrancarlos, por suerte nunca
pasó nada grave, salvo algún susto al sorprenderlos algunas olas violentas..
Había gente que en carro, arrimaba la carga al pueblo y lo sacaba al camino, como Julio
Amorín, que también sacaba el bacalao para que lo cargaran los camiones de los compradores.
Los comienzos aquí fueron duros, muy duros, todo hecho a fuerza bruta...
A veces, como a tantos compañeros, nos tocó quedarnos en el mar, por problemas con los
motores, una ocasión recuerdo que rompimos y tuvimos que venirnos en otro bote, se armó un tempo-
ral y no podían remolcarnos, así que tiramos la pesca al agua y dejamos el bote allá y como a los
cinco días fuimos u buscarlo y no estaba, había roto la "amarrazón" y se soltó.
Salió en costas de La Coronilla, con un poquito de agua en el fondo ...
Yo siempre anduve con suerte, casi nunca me agarró la niebla adentro, traté siempre de no
quedarme en el mar de noche; solo una vez que salimos cerca de Va/izas, al quedarnos sin motor,
hicimos una vela y la aguantamos con los remos y la corriente nos fue llevando y pasamos cerquita de
un barco naufragado por allá, vimos los hierros en la rompiente al otro día, no lo chocamos por
suerte. Salimos en la ensenada de Va/izas y avisamos a la policía, que lo comunicó a nuestras fami-
lias en Punta del Diablo.
Por razones de seguridad no embarcábamos de noche, preferíamos salir temprano en la maña-
na y regresar de día. El sueño en la madrugada ataca duro en el mar y hay que estar muy atento,
sobre todo si hay niebla.. Antes era muy común salir en cualquier sitio de la costa, desde Aguas
Dulces a la Barra del Chuy, al perder el sentido de orientación, no confiábamos al principio en la
brújula y seguíamos a otros, pensando que ellos iban bien orientados...

114
Hasta que se fabricaron los primeros transmisores, la gente de tierra no sabía nada de los que
estaban en el mar, a veces pasaban dos o tres días adentro y nada se sabía de ellos.
En Punta del Diablo fuimos los primeros en tener equipos de radio, incluso antes que los
pescadores de La Paloma.
Ahí se terminaron los problemas con la Prefectura, al andar perdidos, a la deriva y buscados
por sus aviones.
A veces reconozco que abusábamos al cargar las lanchas, (antes y ahora también) es que
cuando se da favorablemente la pesca, como que no queremos dejar nada, y hemos tenido mucha
suerte de no hundirnos por eso, es un riesgo que hemos corrido, tal vez innecesariamente, pero se
hace en el momento y luego se razona.
Queda poco margen de maniobra y si lo agarra una mar "loca" o cualquier cosa que venga,
se puede arrepentir, o pagar el error con el pellejo.
A veces, por 200 ó 300 kilos de pescado de más, uno arriesga mucho más, aunque piense "si
se pone feo, tiro el pescado al agua", pero si viene malla cosa y la lancha cabecea y no viene arriba
ya no hay tiempo de nada.... Alguna vez me tocó llegar medio hundido a la orilla, al llegar a la costa
se pierde un poco la presión de agua y se puede inundar la cubierta, pero estando cerca se da poten-
cia al motor y se llega a la orilla; la popa cola de pato ayuda a deslizarse mucho más...
Hacía como veinte años que no se veía la "cruzada" con olas tan grandes como la que se
dieron en estos días de noviembre, antes era muy común ver el mar así, con olas que rompían todo a
lo largo de la costa y se armaban mar adentro, en aquellas épocas a veces no se podía embarcar por
las condiciones del mar, o no podíamos salir del rompiente sino quince o veinte minutos después del
embarque, con tanto oleaje. Si de tierra las olas esas se ven grandes, estando allí sí que {iOn gigantes-
cas, se ve la cresta allá arriba e impresionan, no se les puede dar el costado a esas olas, se les tiene
que pasar por un lado, a mi nunca me cuadró agarrar una mar de ésas, pero a algunos compañeros si

115
les pasó, la sacudida es tremenda y el salto al pasar al otro lado es brutal.
Estos oleajes enormes, como el de los otros días no son comunes, yo no los veía desde hace
muchos años, lo curioso es que el día estaba lindo, tan bueno que salimos casi todos a pescar, segu-
ramente el temporal se produjo en otra parte del Atlántico y repercutió en esta zona,· son unos bultos
de agua enormes, de mas de cien metros de base y se elevan bastante, vienen espaciados, pasa una
racha y hay un recalmón y otra vez vienen, la verdad es que impresionan y si hay un poco de viento,
mas se agitan y se pone más brava todavía la cosa.
Y así es la vida del pescador en Punta del Diablo, con estas cosas que nos suceden y que por
suerte podemos contarlas... »

***

116
mem~*R'lAS ve
*RA'U¿ t¡Ailt&?m'At&*R «~»

Vinimos a Punta del Diablo con Mimo Acosta, me


gustó el lugar y me quedé, enseguida entré a pes-
car. ..
No se exigía nada, ni documento de identidad ni
documento para embarcar.
Empece a embarcar y aquella vida me gustó.
Desde 1972 hasta 1983 estuve de Patrón de pesca.
En esa época habían muchas lanchas pescando
cuando funcionaba la Cooperativa de Pescadores,
«Pesco» habían 24 ó 25 lanchas trabajando en Pun-
ta del Diablo y se alcanzó a vender de ciento cin-
cuenta a doscientos mil kilos de bacalao.

Se pescaba mucho, faenábamos en la playa, en mesas y en cajones de madera, se vendía muy


bien las aletas, el hígado, se procesaba la grasa de la franciscana que se vendía a la compañía Bao ..
Se empezaba a hacer lo que llamábamos «pan de tiburón» camadas prensadas de lonjas de
carne salada, charque de tiburón o bacalao. Se procesaba para luego venderlo en Semana Santa.
Terminada esta tarea, se empezaba con la de arrancar mejillones, en las rocas de la costa.
Se arrancaba a granel, con palas, de tanta cantidad que había en toda la costa, en Punta del
Diablo, en el Cerro Rivero, en el Cerro de la Viuda, en el de la Moza, en la isla de la Coronilla....
Se arrancaba el mejillón grande, la producción se respetaba como tal, había muchos y se llama-

117
ba «tamaño de cuatro dedos», (más o menos de 9 a lO centímetros), la medida mínima, los mas chicos
no se compraban. ..
Estábamos cosechando y cultivando a la vez, dábamos posibilidades de que se reprodujeran
para el próximo año.
El mejillón se ·da en dos o tres camadas superpuestas... Durante muchos años disminuyó la
producción de mejillones, ahora se ha dado un crecimiento de las colonias en las rocas nuevamente...
Usábamos un método para sacarlos de las piedras lisas, que llamábamos cortamelgas, se marcaba
con la pala y se sacaban las camadas enrolladas, como una alfombra, se embolsaban y se dejaban
atadas entre las piedras, para que se mantuvieran vivos, hasta cargarlos.
A veces sacábamos la cosecha embarcados, otras por la costa, en carros o a pie .. En esta tarea
trabajábamos hombres, mujeres y niños; cuando había bajante, todos íbamos a recorrer y juntar
mejillones. No era una tarea tan arriesgada como embarcar, pero tenía su cuota de peligro... Había
lugares, hondos, que llamábamos «las piedras que no se les entra» a las que algunos recolectores
iban a nado, para sacar los mejillones. que siempre eran muy grandes, pues eran pocos lo que se
atrevían a ir allí por el riesgo que insumía.
Había gente que se iba a quedar a la Isla de la Coronilla, un mes o dos, para sacar mejillones.
Llevaban agua y comida y pasaban mucho allí, al oeste de la Isla, en un lugar donde quedan restos
de un barco, hay una olla antigua y cerca una cachimba, de donde se puede sacar agua para cocinar,
aunque no es buena para beber, puede servir en un caso de emergencia. Se acampaba en la zona de
las cañas.
Un par de hombres podía arrancar hasta 1000 kilos en el día, como veinte o treinta bolsas... Es
bravo para maniobrar con la bolsa en el agua, entre las piedras, acarreándolas a la costa, una y otra
vez y luego limpiarlos, en las casas o allí mismo... Luego llevarlo en carro hasta el lugar donde los
camiones lo cargaban para la fábrica y a veces que no había dinero para pagar el flete, hubo quien
lo llevaba al hombro hasta allí, bolsas de cuarenta o cincuenta kilos, por las arenas sueltas...

118
El asunto de embarcar tiene sus cosas, cuando se entra al mar hay que estar clarito, con toda la
lucidez mental, no se pueden cometer errores, aunque los accidentes están en cualquier lugar. ..
Cuando había que echar las lanchas al agua, lo hacíamos entre todos, hombres y mujeres,
cuatro o cinco de cada lado y a pulso, y otro tanto cuando había que sacarlas al volver del mar. ..
Las mujeres ayudaban a descargar las lanchas, en aquella época cada lancha traía como 250
cazones y había que filetearlos ...
Calábamos a las tres horas, tres horas y media y a una profundiad media de 22 a 24 brazas..
ahí capturábamos sardas y tiburones brasileros, con malla de 18 a 32 cm., a veces si aparecían
cazones se ponían mallas mixtas, para una u otra especie ... Para tiburones mallas más claras, mas
abiertas ... a veces el tiburón se encuentra mas cerca de la costa y el cazón mas adentro.. .
En relación a la navegación en invierno hay mas posibilidades de prever los cambios de tiem-
po, la persona que está trabajando adentro, trata de ganar tiempo cuando sabe que viene un cambio,
que p uede darse en una media hora o una hora, la gente de mar está práctica en ese aspecto y toma
sus precauciones y compensa la deriva cuando el viento y la corriente los desvía o cuando un tempo-
ral se avecina tratan de ganarle el lado que pueda favorecer la salida...
Estuve pescando hasta 1983, en que a ruiz de un accidente anterior en el mar, tuve que abando-
nar los embarques.
El 11 de junio de 1978, estabámos embarcados en la lancha «Piaba», con los compañeros Mi-
guel A costa y Gustavo Ve iga, eran las cinco de la mañana y yo estaba en proa calando las redes, ellos
estaban en la cabina, cuando sentí un estampido y un dolor en el costado derecho, sobre la articula-
ción del fémur de la pierna...
Llevábamos un rifle, para ahuyentar los lobos que nos comían los peces atrapados en los
trasmallos, rompiendonos muchas veces las redes y destrozando la pesca que lográbamos obtener.
Habíamos atado el rifle sobre el techo de la cabina, para evitar que en algún golpe de mar se

119
fuera a caer al agua... Nunca supimos de que forma el rifle se disparó sólo, talvez un golpe ocasiona-
do por un movimiento de la lancha, al recibir el impacto de las olas, hizo que el el cerrojo se acciona-
ra y se produjera el disparo.
Sorprendido y muy dolorido, logré mantenerme sin perder el sentido y debimos poner rumbo a
puerto, para buscar auxilio médico ante tal emergencia.
Se produjo una gran hemorragia interna y me trasladaron a Rocha donde me operaron de ur-
gencia, el disparo había atravesado la zona próxima a la cabeza del fémur derecho, perforó intesti-
nos, la vejiga y la p"elvis, alojándose cerca de la vena femoral, luego de desviarse al chocar con el
fémur izquierdo, sin salir del otro lado.
Ese contribuyó a que no me fuera en sangre.
No me extrajeron la bala, que quedó alojada bastante superficialmente, tanto que la podía pal-
par con los dedos ...
Posteriormente hice una trombosis, que afectó la circulación sanguínea de la pierna y me com-
plicó la tarea de pesca. Luego me extrajeron el proyectil, que había quedado deformado por el im-
pacto contra el hueso y había adoptado la forma de un grano de maíz...
Aún así, seguí pescando cinco años más, hasta que tuve que dejar los embarques pues me afec-
taba mucho el movimiento necesario para el trabajo en el mar.
Para procurarme los medios de vida, instalé un bar y luego comencé a dar comidas, ampliando
un poco el rubro ...pues en ese entonces, casado y con dos hijos chicos, había que buscarle una alter-
nativa al trabajo .. .
Actualmente atiendo un negocio de panadería en PUNTA DEL DIABLO, que me permite cono-
cer a mucha gente y explicarles también como eran los orígenes de este pueblo y de la lucha de sus
pobladores por obte.n er el progreso, que a base de sacrificio se ha logrado y que hoy disfrutamos
todos».
* * *
120
((Vine a Punta del Diablo en el año 1964, a arrancar
mejillones, con Lirio Rocha.
Después empecé a embarcar y me fuí haciendo pesca-
dor.
En esos años empezó el auge de la pesca del tiburón
para procesar el bacalao que marcó toda una época
en el pueblo.
Se pescaba mucho y en algunos casos los marineros
tenían sus propias redes, (cuando no trabajaban a por-
centaje en otras lanchas), y los cazones que sacaban
cada uno en su trasmallo era marcado con una señal
determinada para diferenciarlos de los de otro mari-
nero.
Así, alguno les cortaba la eola, otro la aleta, y si había un tercer marinero les cortaba la punta
de la nariz, para que cuando llegaran a tierra y repartieran la pesca pudieran saber cuales eran de
cada quien.
Allá por el año 1966 o 1967 se empezaron a comercializar las aletas de tiburón, había que re-
cortarlas bien, sacarles toda la carne y dejarles sólo el cartílago, los filamentos y se secaban bien al
sol, y se vendían secas, algunos pescadores las recolectaban ((Verdes», como se decía, recién cortadas
y las salaban en piletas, para que no se descompusieran y se vendían para los mercados japoneses y
chinos, donde eran y son consideradas. un exquisito manjar y las preparaban como
121
sopa o como fideos y actualmente se ha descubierto que tienen propiedades para el eficaz tratamiento
de problemas reumáticos o de artrosis, que se combate con un complejo vitamínico preparado con el
cartílago de las aletas ... Mucha gente de la que está hoy afincada en Punta del Diablo, como E rígido
Rodríguez, El Cuba, vinieron como mejilloneros, hace muchos años, gente de la campaña, vecinos de
Castillos, mucha gente venía a sacar mejillones que vendían a la Fábrica Barrere, de La Paloma,.
Generalmente se vendían crudos en bolsas de arpillera, de cincuenta o sesenta kilos, otras veces se
procesaba, sacándole la pulpa e hirviéndola se pasaba por una salmuera para que se mantuviera en
buenas condiciones, pues en aquellos tiempo no contábamos con frío para su conservación y además
había que sacar las cargas a caballo o en carros hasta la Hostería...
Cuando se extraían del Cerro de la Viuda (Punta Palmar), se sacaban en cargueros con ocho o
diez caballos, terciados como maletas, atadas una bolsa con otra, porque habían unos enormes
médanos, que era imposible transitar/os en carro. Incluso los propios pescadores, al terminar la
zafra, que iba hasta enero o febrero, ya en el otoño, cambiábamos de rubro y nos dedicábamos a
mejillonear.
Esta actividad fue decayendo luego que vinieron algunas de aquellas mareas contaminadas,
que limpiaron las rocas de mejillones, quedaron como si las hubieran cepillado; hasta el limo desapa-
reció .. .
Ahora se está repoblando nuevamente, si no viene alguna otra contaminación en algunos años
habrá nuevamente mejillones como antaño.
Si se reproducen como antes, se puede explotar racionalmente, pues no se liquida por su extrac-
ción, ya que se va sacando de las rocas de la costa, pero hay sitios donde es imposible entrar y ahí las
colonias se multiplican libremente.
El mejillón tiene como una barba que se adhiere a las rocas y se va reproduciendo, formando
como un colchón... que se superpone en camadas ... Cuando recogíamos mejillones y se sacaban como
paños, con palas, había que «prolUarlos» es decir sacar los que servían por su tamaño

122
y los restantes los volvíamos a las aguas..
La elaboración de bacalao ha disminuido también por muchos motivos, las tradiciones que se han ido
perdiendo, los sucedáneos que han aparecido, pescado fresco que antes no había, conservas...
Cada vez menos gente consume bacalao ..
Y el mismo pescador no supo cuidar mucho el mercado, no tuvo la precaución de cuidar el
mercado, trabajaban y vendían como si fuera el último año que iban a trabajar, salaban pescado feo,
vendían pescado feo, pescado en malas condiciones y eso contribuyó muchísimo a que la gente deja-
ra de comprar, el que compraba en esas condiciones compraba una vez y no compraba mas...y eso
perjudicó a todo el mundo.
Algo similar ocurre con los filetes de cazón que se vende en la zona, hay muchos vendedores de
filetes, que llevan mercadería que la gente considera feo ... es feo porque no está procesado en forma
correcta, porque está mal lavado, porque no lo desangran, pues lo sacan y lo dejan para limpiar al
otro dia y ahí se va perdiendo el mercado... como no venden bajan el precio y perjudica al que hace las
cosas bien. ..
Hoy se ha demostrado las bondades de la carne de pescado y los nutricionistas lo recomiendan
para una dieta balanceada...
Los pescadores en el principio no consumíamos pescado, pero ahora prácticamente todos los
días lo hacemos, cuando tenemos buena pesca, lo hacemos con pescado fresco y si no tenemos conge-
lado... Ahora se vende el filete interfoliado, en postas, separados por envolturas de nylon, de modo
que se puede extraer lo que se va consumir en el dia, sin tener que descongelar el bloque .. .
Todo ha ido evolucionando, como los trasmisores ayer y el navegador satelital de hoy, un apa-
rato chiquito que nos lleva directamente al sitio donde calamos las redes y que nos permite marcar el
piso donde dejamos los trasmallos y se programa y nos lleva exactamente ahí, mañana o a la semana
siguiente, sin desviarse nada. Y antes era todo a intuición y para regresar nos guiábamos por las
luces de los faroles a mantilla que se ponían en las rocas del puerto...
o 123
Luego la Farola también supuso un progreso.
Aunque ahora hay mejores condiciones para navegar la seguridad mas grande que hay es la
gente, la pericia que tenga la gente y las precauciones y las condiciones de las personas, porque de
nada valen todos los equipos que puedan haber si la gente no es experta en el mar..
Es similar al tema de los coches en la carretera, están los coches modernos que prácticamente
se manejan casi solos y sube un loco en ellos y se da vuelta.
En el mar es prácticamente lo mismo, hay gente que le parece que sabe mucho de repente y no
sabe nada y en el primer inconveniente que tengan se liquidan, se dan vuelta, se hunden o cargan mal
una embarcación, es lo mas jacil que hay hundir una embarcación por imprudencia, por no tener
cuidado, cuando quieren darse cuenta están haciendo agua y no saben por donde o la cargan maí y al
hacer una maniobra se dan vuelta... En el mar no hay peligro, hay que tener precaución, hay que
adaptarse, a la prueba está que han atravesado el Océano en botes de cuatro metros a remo, en
embarcaciones de junco, en balsas, como la «Kon Tiki» o la «Ra», así que con una embarcación
medianamente equipada, con gente que sepa andar en el mar no puede haber problema alguno, y más
ahora con todos los medios de que se dispone para navegar. ..
Todo ha cambiado y Punta del Diablo ha cambiado y tiene que cambiar. .. La idea es que hubie-
ra una Aldea de Pescadores y tiene que empezar por el Estado, que haya una colonia auténtica de
pescadores,· se debe legislar, decretar que sea declarado de Interés Turístico, para que no se pierda la
identidad de las auténticas aldeas de pescadores, que no sea de propiedad de los pescadores el lugar,
sino que sea del Estado, para que mañana a un pescador que le va mal en la pesca y tiene su galpón
en la costa, no ponga cualquier otro negocio para vivir, ya que con eso se desvirtúa la identidad de la
zona, que sea auténtica y exclusiva zona de pesca. La gente del gobierno y del poder político tendría
que preocuparse y estudiar bien el caso, que se formen los balnearios pero fuera de la Aldea de
Pescadores, que ésta sea un atractivo para el turista, que pueda ver a la gente que vive y trabaja ahí,
auténticamente ...

124
Hay toda una historia de vida que hace de este pueblo algo auténtico y que no se debería
perder, si no queremos ser un balneario más de tantos que hay en el mundo...
Parece que no fuera tan dificil legislar en ese sentido pero van pasando los años y seguimos
esperando una declaratoria de ese tipo y unas medidas que hagan realidad este proyecto.
Todos tenemos intereses en el lugar, pero si el interés general es prioritario tendríamos que
buscar la forma de que eso sea lo que en definitiva nos sirva para preservar a PUNTA DEL DIABLO,
como lo que no puede dejar de ser,· una auténtica aldea de pescadores, con gente que ha realizado
toda una vida de sacrificios y de trabajos para hacer de este lugar el sitio privilegiado que hoy es,
tan apetecido por todos los que llegan conocerlo y a disfrutarlo.»

***

125
Capítulo 7
. &1 bacalao,

iltoneda fuerte ...

127
Capítulo 7
El bacalao, moneda fuerte ... &n los momentos de mayor auge en la produc-
ción pesquera, en los últimos años de la década del 60
se dió una situación especial, en el aspecto económi-
co en PUNTA DEL DIABLO.

El «bacalao» llegó a ser considerado como «moneda


fuerte» en el poblado y entre los pescadores era co-
mún utilizarlo para efectuar transacciones de bienes y
pago de tareas zafrales.

Casas, vehículos, lanchas, fueron comercializados a


cambio de «tantos miles de quitos de bacalao».

Los jornales o «changas» efectuados en el puerto, en la descarga de las lanchas o el arrastre de


estas a la orilla, la tarea de fileteado, y otras actividades laborales se pagaban con «tantos
cazones» ...

Era tal la confianza en el «producto», que ya se lo consideraba más seguro que el mismo dinero,
que en aquellos tiempos, estaba continuamente sometido a ritmos devaluatorios .. Entre los pescado-
res se le prefería al dólar y muchos negocios se pautaban para ser pagos «con la zafra de bacalao» del
año próximo ...
129
Un aspecto más, de los muchos que hacen de este pueblito de pescadores, un sitio único y tan
querible.

Actualmente, algunos pescadores que procesan el cazón, preparan «bacalao» de muy buen nivel
de calidad y logran colocar fácilmente su producción en mercados de la capital.

También elaboran filetes de cazón fresco, que congelan con el sistema denominado «interfoliado»
que está realizado envolviendo en una cubierta de nylon cada filete y prensándolos hasta formar
planchas de diez kilogramos de peso.

Al estar separado cada filete, resulta muy fácil extraerlo de la plancha para su preparación y
consumo, evitando tener que descongelar todo el bloque, como ocurría cuando se procesaban los
filetes unidos unos con otros, sin separadores plásticos entre ellos.

Los pescadores que extraen también el denominado «pescado blanco» venden, tanto a restau-
rantes como al público, el producto de su captura, fresco , por piezas enteras o fileteados ...

Cuando se produce el arribo de las lanchas al puerto, es común ver que muchos «clientes» están
aguardando la descarga de la pesca, para seleccionar el producto de su preferencia para elaborar su
plato favorito o para asarlo directamente a las brasas ...

Hoy el «bacalao» dejó de ser considerado moneda fuerte, pero los pocos pescadores que aún
quedan, consideran su trabajo muy importante, para sus familias y para continuar representando la
idiosincracia de Punta del Diablo, cimentada con el esfuerzos de sus aguerridos hombres de mar...

130
Capítulo 8
~a

7ragedia

~olpea ...

131
Capítulo 8
La tragedia
golpea ...

«Decía siempre la mar.


Así es como le dicen en
español cuando la quieren ...
A veces, los que la quieren,
hablan mal de ella... pero
lo hacen siempre como si fuera
una muJer...»

Ernest Hemingway
«El Viejo y el Mar»

Z'urante las más de cinco décadas que lleva de existencia el asentamiento en los Cern·os, hu-
bieron muchas jornadas de temor e incertidumbre por el destino de muchas lanchas y sus tripulantes,
perdidas en noches de nieblas o cambios repentinos en las condiciones del tiempo, o derivadas de
roturas de máquinas, cuando se hallaban mar adentro .. :
133
La mayor parte de estos inconvenientes se resolvieron felizmente, salvo las angustias propias de
tales circunstancias, por parte de los protagonistas y de sus familias en tierna.

Así, muchas veces al quedar sin máquinas, debieron salir donde los vientos y las corrientes
dispusieran, a veces muy lejos del puerto de Punta del Diablo, inclusive algunos en las zonas del
Albardón, en Río Grande del Sur, Brasil, luego de estar perdidos dos o tres días sin poder guiar la
lancha, impotentes, a merced de los elementos naturales.

Y es que «la mar>> es una madre que sabe dar sus bienes a sus hijos, pero que muchas veces
también suele reclamar un precio muy caro por sus dones ...

Los pescadores de Punta del Diablo saben muy bien de ese precio que se debe pagar por enfren-
tar al destino, cuando éste dispone soberbio su jugada...

En todo ese tiempo, sólo una vez la tragedia ha golpeado con su mano descarnada los hogares
humildes del Pueblo de pescadores, ... pero lo hizo con dureza, con extrema dureza ...

La tragedia de la <<PINTA ROJA» marcó con la negra tinta del dolor a cinco familias, en aquel
año terrible de 1979.

Nunca se sabrá en forma definitiva la verdad de aquel naufragio, que enlutó la pesca de todo el
país ...

Era un día calmo, sin tormenta, sin vientos y aún así, aquella lancha se llevó consigo el secreto
de la tragedia.

134
Se tejieron mil especulaciones para tratar de explicar aquel desastre ... Si hubo alg(m encuentro
con barcos piratas extranjeros y fueron hundidos para evitar la denuncia de su intromisión en aguas
jurisdiccionales uruguayas ... si se produjo una «vuelta campana» por algún motivo o si ocurrió algo
con el casco de la embarcación...
Nunca su podrá saber...

La agonía, la impotencia, la incetiidumbre y el dolor de aquellas familias, en las duras horas de


espera, hasta la posterior confirmación de la tragedia fueron inenarrables y luego sólo el bálsamo del
tiempo pudo disimular aquellas repentinas separaciones de sus seres queridos, mártires de la lucha
abnegada de los pescadores, tantas veces ignorada por los que desconocen la riesgosa tarea que impli-
ca cada embarque a «la mar».

La lancha «Pinta Roja» era propiedad de Oribiel Dinegri, y había salido del Puerto, con rumbo
a las bagas que estaban fondeadas a pocas horas de tierra.

El Patrón era Antonio Rodríguez, alias «Rabanito» y lo acompañaban en el rol de marineros


Cándido Rodríguez, Mario Barrios, Homero Sosa y el «Negrito» Juan, que trabajaba como peón
en los montes ...

Al no regresar a la hora prevista, se comenzó a notar el nerviosismo de las familias de los


pescadores, pero como a veces ocurría que por algún motivo retrasaban la llegada a puerto, siguieron
aguardando su presencia...

Con el paso de las horas se empezó a afianzar la idea de que algo grave había ocurrido.

135
Se dio aviso a la Prefectura de la Paloma y desde allí se ordenó efectuar un rastrillaje en la
región, aunque los mismos fueron infructuosos en las primeras etapas de búsqueda...

A los muchos días «la mar» trajo a la costa los cuerpos de las infortunadas víctimas de aquella
luctuosa jornada.

El Pueblo nl) salía de su estupor y su congoja por aquella tragedia, que golpeó con increíble saña
a los pescadores de Punta del Diablo.

Nadie se explicaba el porqué de aquella situación en un día calmo y plácido ...

Ni siquiera hubo un alerta por medio del trasmisor...


Aún hoy, veinte años después, late en todos la misma pregunta sin respuesta de entonces:

¿Qué pasó aquellO de diciembre de 1979, en las aguas del Océano Atlántico, frente a Punta del
Diablo?

¿Qué extraño suceso arrebató de golpe cinco vidas, de aquel puñado de hombres esforzados que
retan al mar diariamente?

Sólo «la mar», testigo milenario, lo sabe, pero a los hombres les está vedado acceder a la ver-
dad de aquella tragedia ...

Tragedia que quedará por siempre como un crespón negro, sobre la colorida Aldea de Pesca-
dores, la mítica PUNTA DEL DIABLO, que asoma su abiganado <<Urbanismo» desde el balcón

136
natural que le presta el Cerro, para contemplarse en las inquietas aguas de «SU» mar, «la mar», madre
ancestral y misteriosa, que guarda junto a sus tesoros de peces y mariscos, el indescifrable arcano de
la pérdida de la «PINTA ROJA» y sus tripulantes ...

* * *

137
PINTA ROJA

Oculta en alguna ola, Cinco luceros prendidos


aguarda la negra parca ,\· ¡ / alumbrando en sus fulgores,
que se arrime alguna barca, ~ 1~n Cielo de pescadores
para no sentirse sola... j; \\;;:::-sobre un mar adolorido...

Triste destino deshoja -~ \ /.{__ Cinco vidas encalladas


una margarita negra... ---;;1 l\;;::- en una tarde sombría...
y deshilacha, hebra a hebra 1
Cerrazón que nubla el día
el «hados» de la PINTA ROJA... de sus familias tronchadas...

Cinco destinos unidos Se va la muerte escoltando


a bordo de la chalana... \ \j / a los cinco marineros...
Cinco suertes que se hermanan
por cinco rumbos perdidos...
--...._
----::;; j \"--
·/
-- Redes de luz de luceros
y estrellas los van guiando...

En «la mar» del Universo


probarán nueva fortuna...
Sobre el barco de la luna
tejiendo redes y versos...

138
Capítulo 9
Elementos

Z'e uso

8otidiano ...

139
Capítulo 9
Elementos
de uso cotidiano

Ellos usan a diario


en sus tareas
herramientas
de formas diferentes

Porque el diario
desafío del trabajo
el ingerio agudiza
diligente ....

,tos elementos utilizados por los pescadores en su tarea habituales son muy variados.
Para tejer las mallas de las redes utilizan agujas que llaman de remallar y que son de diferentes
tan1años según la medida de la malla o paño a confeccionar.
Casi siempre son hechas por ellos mismos, de madera, aunque las más pequeñas, para tejer las

141
mallas para la captura del pescado blanco suelen ser de plástico y las compran en los lugares en que
adquieren el hilo de nylon o tanza para tejer.

Cuando tejen o reparan las redes, utilizan, colgados de un cordel al cuello, tma afilada navaja,
para cortar la resistente tanza, en su tarea de remiendo.

Las boyas de plástico sustituyen hoy a las primitivas de corcho que confeccionaban a partir de
planchas que compraban en Montevideo. Los plomos, o lastres para la parte inferior de las redes, los
siguen fabricando los pescadores con unos moldes especiales que mandan hacer por hábiles herreros
y que les facilita la tarea y les confiere una uniformidad muy exacta a aquellos. Desde siempre ellos
han fabricado estas pesas de plomo para sus redes ..

Otro elemento importante, de uso común, lo constituyen las anclas, que mandan hacer en herre-
rías de Castillos y que usan para fijar las bagas en el fondo del mar o para asegurar sus lanchas, cuando
están recogiendo los peces capturados en las redes

Al principio de la tarea, cuando empezó la pesca en Punta del Diablo, usaban grandes piedras,
que denominaban <<muertos» para anclar sus redes, pero en temporales muy fuertes, cuando habían
peces atrapados en ellas, la piedras se deslizaban por el fondo del mar y se alejaban del sitio primario
de calado.
Con las anclas, eso no ocurre, ya que por su especial diseño, al tirar del cabo, más se afirman en
la arena del fondo.

También muchas lanchas usan bombas de achique rudimentarias, manuales, consistentes en un


caño metálico, con un émbolo que accionado repetidamente, extrae el agua del fondo de la

142
embarcación y la tira por la borda, al mar...

Los ganchos para arrancar mejillones, de las rocas, provistos de dos uñas, los fabricaban ellos,
al igual que los bicheros, que son una especie de arpones que tienen un gancho para ayudar a extraer
del agua los tiburones más grandes y subirlos a las lanchas.

Los remos de madera, que siempre son usados para mover las embarcaciones en eventuales
emergencias y antiguamente para realizar toda la tarea de pesca, también eran y son fabricados por los
propios pescadores...

Cuando realizan la tarea de filetear, utilizan afilados cuchillos aptos para esta tarea, que mantie-
nen siempre cortantes, con el uso de la «chaira» o afilador...

Hoy las bandejas de plástico, que se utilizan en las fábricas de procesado de pescado, han susti-
tuido los primitivos cajones que hacían con madera que sacaba el mar...

Estas mismas bandejas se utilizan en sustitución de la madera para la confección de las parihue-
las, con las que trasladan la pesca, desde las lanchas hasta los galpones, para realizar la faena ...

Las primitivas brújulas que utilizaban en los comienzos, ha sido sustituída por el compás y el
navegador satelital en algunos casos, lo que les dá una tranquilidad mayor en sus viajes.

Cuando procesaban el hígado de tiburón o la pulpa de mejillones, utilizaban grandes bidones de


chapa, de doseientos litros de capacidad, que calentaban con leña., sobre soportes de hierro o

143
colocados encima de firmes piedras ...
Cuando se procesaba el aceite de higado de tiburón, en los comienzos de la explotación pesquera
en la región, en la Isla Verde, frente al Balneario La Coronilla se empleaban enormes ollas de hieno,
con una capacidad de alrededor de doscientos litros, para proceder a esta tarea, ollas que hasta hace
pocos años era posible observar en la isla ...
Allí también pernoctaban los pescadores que se dedicaban a la extracción de mejillones en las
rocas de la isla, que abundaban entonces ...
Los faroles a querosén, eran henamienta de uso continuo, en las tareas de los galpones y en las
viviendas, hasta que llegó la energía eléctrica.
Con faroles le indicaban a los pescadores que regresaban a tierra por la noche, donde se hallaba
la entrada al puerto, tarea que años después se simplificaría con la instalación de la Faroleta a gas, que
la Prefectura consiguió para Punta del Diablo, hoy sustituida por un sistema automático alimentado
por paneles solares ...
Otro elemento tradicional en la faena del tiburón lo constituían los secaderos o «varales», donde
se colgaban las «lonjas» de carne, para que el sol los secara, a posteriori de su tratamiento con sal, en
las piletas de los galpones de charquear... Consistían estos secaderos en largos varejones de eucalipto,
con clavos o alambres espaciadamente colocados, donde se colgaban las planchas prensadas de los
filetes de los tiburones o cazones .. .que se iban dando vuelta, para que el sollos fuera secando unifor-
memente.
Antes de que se inventara este sistema, los primeros pescadores secaban sus planchas, simple-
mente sobre las rocas de la costa...

144
Los flotadores donde colocan las banderas para señalar el sitio de pesca, están confeccionados
con espuma de poliuretano, y antiguamente se construían de planchas de corcho ... y disponen en su
base de un recipiente lleno de cemento que les confiere el contrapeso necesario para que se manten-
gan erguidas y visibles a la distancia ...

Las boyas de plástico que se utilizan hoy día, han sustituido a los flotadores o boyas de chapa,
que denominaban «gallos», que conseguían en el propio mar, zafados de sus sitios originales de pesca
y también utilizaban las ya escasas boyas de vidrio, muy solicitadas para la decoración de las vivien-
das costeras ...

145
Aguja

Parihuela

Ancla

Timón

146
~~~
147
Cuadernas

Ancla fijada

PARTES QUE COMPONEN UNA LANCHA

Haraganete Mástil Cabina Timón

Roda

Pernacha

Cuadernas Quilla Codaste

148
Tralla Entralle
1
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/

1
1
Bodega y tapa Partes de la red 1
Mástil

Haraganete Obra muerta Cubierta Bao

Tablas, Roletes y Palanca

149
150
Capítulo 10
?únicas

~moñas

Al viento ...

151
Capítulo 10
Túnicas
y moñas
al viento ...
Un viento de sueños, trajo un sueño
-como el viento del Sur, sopla constante-
ese sueño de salir siempre adelante
cimentando ese crecer, con firme empeño ...

Evitemos que en los niños siempre duela


ese agudo dolor del aislamiento ...
convencidos que el futuro es crecimiento

¡y hagamos para ellos una Escuela!

Una de las principales conquistas de los pescadores, afincados en aquellas inhóspitas zonas,
sin comunicación por carretera con los centros poblados de la zona, fué la creación de la Escuela.
Un grupo de decididos habitantes del pueblo, convencidos de que sólo su propio esfuerzo podría
conseguir realizar esta tarea, formaron una comisión y se propusieron sacar adelante esa iniciativa...

153
La Escuela se empezó a construir por iniciativa de los pescadores en el lugar donde está la
Cantina de la Ex Cooperativa Pesco, y todo el material se entró en carro y en un jeep de Beltrán
Acosta, de a cincuenta y cien bloques, y así se hizo.

Se realizó una colecta entre todos para juntar dinero para las obras, que encabezó Osear Olivera
con Beltrán y pidieron la colaboración a algunos comerciantes de la zona que los ayudaron en esta
iniciativa.

Antes de comenzar la tarea los pescadores, se habían hecho gestiones frente al Intendente López
Barrera y el Prof,. Pereyra, solicitando la construcción de la Escuela y no se tuvo éxito, ya que les
manifestaron que no era viable dicha obra, pero que si ellos se comprometían a conseguir un local les
mandarían una maestra enseguida. Cuando se le planteó el problema del camino al Intendente Lopez
Barrera les hizo la propuesta de que si los pescadores se comprometían a empezar la Escuela, el
municipio empezaría el camino y cuando la Escuela estuviera pronta el carretero también estaría
finalizado para la inauguración de la misma.

Cuando estaban por finalizar las obras para la Escuela y el camino se estaba construyendo,
como había prometido López Barrera, Enseñanza Primaria vino con la intención de darles el dinero
que había insumido la construcción del edificio y terminarla ella. Los pescadores dijeron que nó.

Que ellos iban a terminar la Escuela, pues Primaria se había negado en un principio y ahora la
iban a terminar ellos y así lo hicieron. Era el año 1968. La primera maestra fué Felicia Fernández.

Después, en el año 1978, Primaria hizo una Escuela nueva y es la que funciona actualmente.

154
Para los pescadores que ya se habían afincado en Punta del Diablo, con sus familias y niños en
edad escolar, brindarles educación era una necesidad imperiosa., pues si querían educar a los hijos,
debían necesariamente separarse de la familia, viviendo en los centros poblados con abuelos o tíos o
personas encargadas de ellos.

Felizmente el esfuerzo de muchos pobladores de Punta del Diablo, hizo posible que sus niños
recibieran allí, en su pueblo, donde tienen sus viviendas, su familia y sus amigos, la Educación, dere-
cho inalienable, de todos los habitantes de este pequeño y gran país.

Así, desde aquel lejano año 1968, flamean al viento de la costa, las moñas color de cielo sobre
las túnicas blancas, de los hijos de este pueblo, que año tras año alegran las aulas de la Escuela
recibiendo la semilla fecunda del conocimiento, preparándolos para una vida mejor, como generosa
apuesta al futuro y al progreso, que los sacrificados afanes de los pioneros cimentaron en los duros
comienzos del ayer.

***

155
BRILLA UNA ESTRELLA

Cimentadas en rocas y en coraje, Cuando queda completada la obra aquella


poco a poco, las paredes se levantan. .. hay orgullo, alegría, hay esperanza...
y las manos pescadoras ahora cantan Hay ¡al fin! un canto de alabanza:
un canto de esperanza en el obraje... ¡En su cielo pescador, brilla una estrella!!

En la ríspida aridez de aquel paisaje Las Maestras, con su siembra de cariño


han resuelto sembrar, aunque les duela letra a letra, enseñándoles la Vida...
la piedra inaugural, para SU ESCUELA Bienvenida, Educación. .. ¡Sé Bienvenida
levantada, lentamente, viaje a viaje... porque abres nuevos mundos a los niños!

Financiada con aportes solidarios Hay ¡al fin!, un lugar para Crecer. ..
va naciendo para todos, de verdad. .. entre risas, entre juegos y deberes ...
obra que hace la total comunidad Descubriendo en el saber, nuevos placeres
bloque a bloque, pregonando su ideario... dando fuerzas a sus alas, para SER!!

156

Capítulo 11

..
Aventuras
-.· . ..... </ . ><~~{~:~:.·:. ·' '
-x- t-.<~.,

en la

?Nar...
157
Capítulo 11

De sus diarios embarques


hay recuerdos ...
anécdotas, historias ...
que se quedan insistentes,
anclados fiememente
en la memoria ...
Y regresan
cada tanto a refrescar
sus vivencias
sus momentos,
su existencia...

&n tantos años que lleva el pueblo, afirmado al Cerro, han ocurrido muchas aventuras entre los
pescadores de este mágico enclave ...
Algunos jocosos, otros con ribetes de suspenso, que pautaron la diaria lucha de los hombres de mar,
que a bordo de sus lanchas, enfrentan al enorme y sorprendente océano.

159
Muchas veces, la casualidad obró para que no pasaran a ser tragedias ...
En varias oportunidades, pescando en alta mar, se acercaron a grandes navíos de carga o cruce-
ros turísticos, para sorpresa de los tripulantes o pasajeros de aquellas naves que encontraban esas
minúsculas embarcaciones en sus tareas, tan lejos de la costa.
En muchos viajes se entablaban diálogos entre ellos y los tripulantes de barcos de carga, que
pr~ocupados por la seguridad de los pescadores, les pedían que regresaran antes que se hiciera la
noche... ·
«Mimo» Acosta recuerda un embarque en que se aproximaron a un carguero, a trepar la ola que
producía el buque, que los lleva tal como a un ciclista que aprovecha el vacío de un vehículo que va
delante, y allá arriba, sobre cubierta, se asomó un pequeño perrito foxterrier, que comenzó a ladrar in-
sistentemente al \er.la diminuta lancha a su lado ....Seguramente no tendría muchas oportunidades de
alertar con sus ladridos a los tripulantes ... Advertidos por el perro, aparecieron algunos marineros que
no podían creer que allá abajo, estuvieran aquellos locos embarcados en una chalana, jugando sobre
las olas... Preocupados, les recomendaron que regresaran, pues suponían que andaban demasiado
lejos de su zona de pesca, pero los pescadores los tranquilizaron comunicándoles que estaban habitua-
dos a recorrer esa distancia ...
En otra oportunidad, uno de los marineros de una de las lanchas de «Mimo» Acosta, venía sobre
cubierta, en tareas de limpieza de la misma, bailoteando, con un balde en su mano, cuando la embar-
cación dió un bandazo y cayó al agua, cuando se percataron del hecho ya habían recorrido como
treinta metros y dieron la vuelta para rescatarlo y lo hallaron, a los manotones y con el balde flotando
a su lado, pudieron subirlo a bordo y quedó tirado sobre cubierta, como media hora, recuperándose del
susto y del esfuerzo. El «Gringo» Raúl, embarcado en una lancha con motor fuera de borda, que
«Mimo» Acosta había prestado a Ruben Silvera, navegaban, ya oscureciendo, y tenían, para alimen-
tar el motor, unos bidones de nafta, de reserva, atados al costado de la embarcación, y el «Gringo»
comenzó a desatar uno de ellos, venía comiendo un trozo de chorizo, y para trabajar más cómodo lo
160
puso en la boca,dejando las manos libres, en un bandazo que se produjo, tiró un manotón al pasama-
nos de la cabina, habituado a la lancha en que él se embarcaba, pero ésta no tenía agarradera, y se fué
de cabeza al agua, con la suerte que uno de los compañeros venía en la cabina y lo vió caer, e inmedia-
tamente dieron la vuelta para rescatarlo, subió a las risotadas, empapado, sorprendido... pero todavía
con el chorizo entre los dientes ...
En otra oportunidad, también le tocó protagonizar, con dos compañeros otra historia diferente ...
Estaban embarcados en la «Santa María», recogiendo los trasmallos en la zona de calar, cuando al
tirar de la herramienta, la lancha, que era «roladora» dió una vuelta campana y cayeron todos al
agua ...por suerte la chalana quedó entre dos aguas y pudieron asirse a ella ...
Quedaron indefensos en alta mar...
El oleaje hacía girar la lancha y se iban prendiendo como podían ...
Estuvieron como una hora en esa situación... pasó un barco llamado «Armas» cerca de ellos,
pero para desesperación de los náufragos no venía nadie sobre cubierta y no advirtieron su presencia ...
Fueron momentos muy difíciles y sabían que no tenían posibilidades de hacer nada para
salvarse.Quiso la fortuna que una lancha compañera al mando de Basilicio, estuviera por la zona, pues
habían perdido parte de su herramienta y andaban buscándola...
Se aprestaban a regresar a puerto, cuando uno de los marineros advirtió un reflejo y pensando
que fueran las banderas de los trasmallos perdidos, convenció al patrón para enfilar hacia allá...
Sin duda, el brillo que percibieron fue de los vidrios de la <<Santa María» al girar por efectos de
las olas ...
Al aproximarse no podían creer que estuvieran viendo a sus compañeros, prendidos a la embar-
cación casi hundida... Para los angustiados marineros de la «Santa María» fué volver a la vida...
La suerte embarcó con ellos esa vez.

161
Lograron rescatar el motor y dejaron la lancha fondeada para volver a buscarla al dia siguiente,
pero había quedado semihundida y talvez al mojarse totalmente, apretada por la corriente o por algún
barco que cortó el amarre, se hundió, y no la pudieron encontrar mas.
Pedro Araújo, una noche d~ niebla, salió debajo de un barco, por fortuna estaban recorriendo los
trasmallos y atentos, y cuando fue a poner el cambio, vió un paredón negro atrás de ellos y no le dió
tiempo a nada, en ese momento estaba hablando por radio y con la sorpresa y el susto se le escaparon
algunos insultos y luego, desde Radiocomunicaciones le mandaron una observación por el modo
indebido de expresarse por radio, pero con el susto al salir repentinamente debajo de una mole de
esas, era comprensible ese comportamiento.
Otra vez, también de noche el «Gringo» Raúl cayó al agua y la lancha continuó su viaje, pero de
inmediato advirtieron su ausencia y pudieron regresar por el rumbo que marcaba la fosforescencia de
las aguas y llegar hasta el sitio donde se encontraba el pescador, que braceando, logró mantenerse a
flote pese a tener puestas botas de caña larga, y lograron rescatarlo sin mayores inconvenientes.
Varios sucesos parecidos a9ontecieron en tanto tiempo de embarcar, n;mchas veces llegaron
semihundidos a puerto y otras veces naufragaron cerca de la costa y pudieron llegar a nado a la orilla.
En una oportunidad en que Osear y Asdrúbal y un compañero, Bubi, fueron a arrancar mejillones un
día de gran bajante, estaban en la cordillera de la Isla de la Coronilla, en la línea de piedras que une a
la isla con tierra. Habían embarcado en una lancha de Asdrúbal hasta la isla, dejaron la chalana a
favor del viento, anclada, con el cuidado de que no fuera a chocar con las rocas y comenzaron a
arrancar mejillones y a llenar bolsas y bolsas, de las que conseguían en las panaderías, que contenían
harina y fueron llenando una tras otra, an·ancarido y llenando, de cabeza gacha, hasta completar cator-
ce o quince, sin darse cuenta que habían avanzado y estaban muy lejos el sitio donde habían empeza-
do. Empezó a subir la marea y a golpearles cada vez mas seguido, el agua les llegaba a las rodillas y
quedaron afirmados en la pala, cuando se dieron cuenta que la linea de la cordillera había desapareci-
do bajo el agua y la chalan~;t. había quedado eri medio del mar.

162
Las bolsas que habían ido llenando, y las dejaron sobre las piedras, desaparecieron, barridas por
el mar... Tenían que dar vuelta y tratar de llegar a la lancha.
Debían recorrer otra vez la cordillera, que ahora estaba totalmente bajo el agua, con sus piedras
separadas y con grietas, y sin poder verlas ...
Abrazados los tres, iban tanteando con la pala y así, juntos trataban de aguantar los empujones
de las olas, para que no los lanzara de encima de la cordillera, pudieron finalmente llegar hasta enfren-
te a donde estaba la lancha, pero debían encontrar la cuerda de amarre, para podear acercarla al sitio
donde se encontraban, haciendo equilibrio, en medio del mar..
E l agua seguía subiendo, volviendo a su nivel normal, el bajante solo había sido un anuncio de
cambio de tiempo.
Entre la resaca, tanteando con la pala, enfrentados al embate de las olas, lograron enganchar el
cabo de la lancha y fueron tirando, suavemente hasta acercarla a ellos.
Cuando lograron subirse a la chalana, pudieron respirar tranquilos ...
Si no hubieran llegado a la embarcación, estaban liquidados, no había fonna de salir de allí, solo
embarcados .. .
Sin poder hallar el cabo de amarre, allí se terminaba todo para los tres ... estaban a mas de un
kilómetro y medio de la costa, parados sobre una delgada fila de piedras, con el agua subiendo y
subiendo ...
Esa situación fue fea ... pero para fortuna de los tres, pudieron contarla...
Asdrúbal también cuenta un embarque que hizo con su patrón, al comienzo de su actividad
pesquera, había gran cantidad de pescado en las redes, y cargaron la lancha tanto, que el agua quedaba
a tres dedos de la borda... El patrón no quería desprenderse de la pesca, pero ante el cariz que tomaba
la cosa, no tuvieron otra alternativa que tirar pescado al agua, si querían llegar a puerto.
Y así fué, una vez que mejoró la condición de navegación llegaron a puerto, con menos pesca,
per? sanos y salvos, y con un aprendizaje más en su experiencia.

163
CUANDO EMBARCAN LOS VALIENTES

El mar es una laguna Julio y Miguel completaban No hay una voz de alarma
que riela con mil colores el rol aquella jornada... por la suerte de los tres .. .
y allá van los pescadores... La mar no estaba picada cerca pasa un barco inglés
Pero la mala fortuna y a las bagas ya llegaban que lleva por nombre «Armas»
prepara sus sinsabores ... a recoger la enmallada... y en cubierta nadie ve ...

Era la Santa María Tirando de la henarnienta Quiso la suerte señera


la barca que navegaba da una vuelta de campana, -o lo quiso un dios propicio-
y en ocasiones rolaba al mar cae la carga humana que llegara Basilicio
y fiero se sacudía, y apenas sin darse cuenta en busca de sus banderas
cuando la mar la empujaba... las fauces del mar los traga ... y hallara aquel estropicio ...

Oficiando de Patrón Logran asirse a la barca Rescatados los marinos


Raúl comanda la brega -que aún se mantiene a flote- al puerto vuelven felices
que avanzando suave llega como un milagroso islote a abrazar a sus gurises ..
a donde muere el cazón que va alejando a la Parca y a sus mujeres ... Caminos
ahogado en la malla ciega ... del triste y maltrecho lote.. del mar.. Brillantes o grises ..

Lo acompañan ese día Casi una hora aferrados Pocos saben de la suerte
en su rol de marineros, allí se pasan los tres ... que se juega diariamente ..
dos muy buenos compañeros La angustia crece, a la vez y es la vida de esta gente
templados en la porfía que merma del mismo grado que a diario reta a la muerte ...
de mareas y pamperos... la esperanza y el tal vez... ¡Cuando emabarcan los valientes!
164
Capítulo 12
~acia

?uturo

165
Capítulo 12
Hacia
el
Futuro

Punta del Diablo avanza, inexorablemente hacia un futuro promisorio, basta recorrer su renova-
do urbanismo, la permanente construcción de nuevos complejos y viviendas particulares, para aquila-
tar la preferencia de un público cada vez mas numeroso, que enamorado de su entorno, elije este lugar
para disfrutar de su asueto veraniego, cuando no para vivir permanentemente.
Este «encantamiento» producido por su entorno de cambiantes matices, de su variada y
esplendorosa geografía, de su conformación espectacular donde la combinación de rocas, arenas, mar
y sol atrapa inevitablemente los sentidos, es el causante del singular crecimiento que se ha operado en
las últimas décadas en el Pueblo de Pescadores ...
Pero no sólo el paisaje es el responsable de esa preferencia por el lugar, también y en forma muy
destacada, el quehacer esforzado de sus pobladores ha cautivado a los visitantes, que pueden

167
apreciar en ellos la auténtica vida de los pescadores artesanales ... Así, su cotidiana tarea de embarque,
captura y descarga es un valor agregado al disfrute de la playa y cada arribo a puerto, concita la
atención de los visitantes, con toda la curiosidad que la arriesgada tarea del pescador ponlleva en la
imaginación de cada uno.
La multicolor presencia de las lanchas pescadoras es el decorado más destacado para pautar la
auténtica vida de una Aldea de Pescadores y sus tareas específicas.
La mansa bahía es compartida por los adoradores del sol y de las olas, y los pescadores que
como siempre continúan con su vida normal, en la rutinaria faena de introducir y retirar sus lanchas de
«la mar».
Esa auténtica demostración del trabajo que originalmente dió forma al Pueblo debe mantenerse
por todos los medios, como real atracción para los visitantes y potenciar su conocimiento a nivel
internacional.
Mantener la identidad del pueblo debe ser tarea prioritaria de todos, autoridades y pobladores,
para que esa sea la llave que haga posible el crecimiento tan anhelado, y que Punta del Diablo merece.
No hay otra forma de enfrentar el vertiginoso crecimiento de la globalización que la de defender la
tradición cultural, clave de la identidad y en ello, indudablemente le va la vida a países, que como
Uruguay, no pueden competir en otros aspectos en los que el factor de desarrollo económico es deter-
minante. Lo que se aplica a la generalidad del país, se aplica a las regiones y este aspecto debe ser
prioritario en la elaboración de programas turísticos, que deben contar con una constante oferta de
aportes culturales, sean ellos enfocados desde el punto de vista musical, literario, plástico, tradicio-
nal, artesanal, deportivo, gastronómico, etc.
Punta del Diablo debe marcar presencia en el ámbito del turismo·regional, habida cuenta de la
natural preferencia de los visitantes por su oferta, oferta que debe potenciarse racionalmente, adecuando
servicios y precios acordes, para poder competir razonablemente con otras variadas propuestas.

168
El Plan de Excelencia para Punta del Diablo, polémico y discutido, viene elaborando pautas
para el logro de soluciones definitivas a la problemática del puerto de pescadores y su entorno inme-
diato. La constante presión de las construcciones, aunada al crecimiento del nivel del mar y la erosión
ocasionada, ha ido complicando la actividad pesquera en el puerto, que vio limitarse el espacio de que
disponían los pescadores para el manejo y protección de sus embarcaciones, una vez extraídas del
agua.
Esos estudios han planteado la necesidad de lograr espacios vitales para el desenvolvimiento de
las tareas relaciondas a la faena de pesca, lo que inevitablemente genera cuestionamientos porque
inexorablemente colisiona con intereses pruticulares de diversa índole, que no siempre ven el benefi-
cio general que tal medida generaría en el Pueblo. La reactivación de la tru·ea de pesca podría derivar
en el afmcarniento de nuevos pescadores, que potenciru·ían el atractivo tradicional de la actividad.
Todas estas medidas y resoluciones deben apuntar al mru1tenimiento del sistema auténtico de vida de
los pescadores originales, a los que se debe mantener, facilitru· y potenciar en su labor. Sin la presencia
de los pescadores, las lanchas, los galpones de faena y los molinetes, Ptmta del Diablo se transforma-
ría en un balneario más, perdida inexorablemente su auténtica identidad, cimentada en cinco décadas
de sacrificio, lucha, trabajo y dolor. La vida esforzada de tantos hombres y mujeres, (que fueron dando
fmma a este promisorio Pueblo) no merece que se desconozca, y tampoco la siembra fecunda que
realizru·on, en los duros tiempos del ayer y que se pierda en la vorágine de la modernidad y la vida fácil
e impersonal de hoy... En las páginas finales de esta Crónica rindo homenaje a todos ellos, a muchos
anónimos trabajadores perdidos en la irrefrenable vorágine del tiempo y a los que hoy, en los diversos
ámbitos de sus tareas se han convertido en herederos de aquellos sueños y con su diario y constante
esfuerzo también hacen la PUNTA DEL DIABLO de todos los días ...

***

169
-,----
PUNTA DEL DIABLO
El autor es consciente que en esta apretada síntesis, necesariamente quedaron fuera muchos
testimonios de pescadores y habitantes, ricos en experiencias vividas en Punta del Diablo que hubie-
ran hecho más completo este libro.

Pero es materialmente imposible hacer cabida a todos, dada la limitada capacidad de estas
páginas, cuya realización, como tantas circtmstancias, está pautada inevitablemente por el aspecto
económico.

Un volumen que diera lugar a la mayoría de las auténticas vivencias de los forjadores de Punta
del Diablo sería notoriamente más grande, más ambicioso, más rico, aunque también, (bueno es
reconocerlo), más justo para aquellos que no aparecen en esta publicación... Quizás más adelante ...

Pero también, el que no aparezcan no debe significar que no se reconozca su valiosa participa-
ción en la génesis de este pueblo y su posterior crecimiento.

Simplemente, en aquellos que figuran aquí, están representados todos, todos los hombres y
mujeres, que hicieron con su esfuerzo, realidad aquel sueño inicial, cuando con sacrificio y afán de
progreso decidieron afmcarse en este Cerro, para buscar una vida mejor.

A todos ellos, un sincero reconocimiento y admiración, porque con su sacrificio, decisión y


valor nos enseñan que siempre es posible llevar a buen pue11o, la nave de nuestros sueños...

Diciembre de 2000

171
1935- Se construye el primer rancho en el lugar, por parte de Laureano Rocha, quién pesca,
con aparejo la corvina negra.
1942- Se instalan en el Cerro Rivero, pescadores extranjeros, pertenecientes a una compañía
que se dedica la pesca de tiburones para la extracción del hígado.
1943- Algunos pescadores locales que trabajan para esta empresa se establecen por su cuenta
en Punta del Diablo.
1945- Terminada la Segunda Guerra Mundial, decae la pesca del tiburón para procesar de su
hígado la Vitrnina A, vital para la visión de los pilotos de avión en las batallas aéreas.
1949- Se comienza la construcción de la Hostería del Pescador, en el acceso del camino a
Punta del Diablo, que se abre hasta la costa, pero falto de mantenimiento, es sepultado
por la arena.
1950- Se inaugura la Hostería del Pescador.

1952- Pescadores zafrales instalan sus ranchos para la pesca en la temporada.

1955- Se radican varios pescadores, oriundos de Castillos que comienzan a pescar en botes de
remo, tiburones y corvinas.

1956- Se construye la primera lancha hecha por un pescador en Punta del Diablo.

1957- Otro pescador, Osear Olivera, construye su primera lancha de una larga serie de más de
40.
Se comienza a elaborar el denominado «bacalao nacional».
172
Empiezan a aparece~ en escena los motores fuera de borda, de 5.5 caballos de potencia.
1968- Se construye el cammo de acceso hasta Punta del Diablo.
Se inaugura la Escuela Pública, construida por los pescadores donde actualmente está el
comercio de José Gammenthaler.
En esta época el «bacalao» es considerado «moneda fuerte» por los pescadores, que
realizan todo tipo de transacciones comerciales utilizándolo como dinero.
Posteriormente Educación Primaria edifica el local actual de la Escuela.
1970- Se comienzan a utilizar transmisores de radio, a bordo de las lanchas.

1976- Se inaugura el servicio de luz eléctrica


1978- Se instala la Farola a la entrada del Puerto.
Auge en la producción de bacalao nacional. Existen mas de 25 embarcaciones
dedicadas a la captura del tiburón. Más de 700 personas viven de la faena.

Se edifican el Restaurant del Mar y las Cabañas Municipales para alquilar.

1979- Se inaugura el Monumento a Artigas.


Tragedia en Punta del Diablo, se hunde «La Pinta Roja» y perecen cinco pescadores.

173
1995- Comienza un gran auge de construcciones particulares en Punta del Diablo
1998- Trabaja una consultora para implementar el denominado Plan de Excelencia.
1999- Un gran temporal causa destrozos en el puerto y perjudica algunas viviendas costeras.
Se forman grandes ban·ancas que los pescadores nivelan con bolsas de arena o constru-
yendo rampas de madera para poder retirar sus lanchas del agua.
Se trabaja en el ensanche y afirmado de la ruta de acceso, que se bituminiza en toda su
extensión.
2000- Fuerte temporal destruye dos casas ubicadas en el puerto y deja otras en precaria situa
ción.

J
' 1

174
Prólogo -----------------------------------------------------------------------------------Pag.7
En Rocha hay un lugar ----------------------------------------------------------------Pag. 11
La magia de Punta del Diablo ---------------------------------------------------------Pag.13
Capítulo 1
En los caminos del viento --------------------------------------------------------------Pag. 15
Capítulo 2
Los duros comienzos -------------------------------------------------------------------Pag. 25
Capítulo 3
A remo y coraje -------------------------------------------------------------------------Pag.3 9
Capítulo 4
Tras la piel gris del tiburón -----------------------------------------------------------Pag. 41
Capítulo 5
Las lanchas pescadoras ----------------------------------·------·------------------------Pag. 4 9
Capítulo 6
Testimonios de vida ----------------------------------------·-----·-----------------------Pag. 59
Lirio Rocha -------------------------------------------------------------------------------Pag. 65
Osear Olivera---------------------------------------------------·--------------------------P ag. 71
Galcerán O 1i vera -----------------------------------------------·-··------------------------Pag. 79
Blanca Sena ------------------------------------------------------------------------------Pag. 85
Pedro Araúj o ----------------------------------:-------------------------------------------Pag. 91
175
Walter Dinegri ---------------------------------------------------------------------------Pag. 9 5
Dosmar A costa --------------------------------------------------------------------------Pag. 105
Asdrúbal Olivera -----------------------------------------------------------------------Pag. 111
Raúl Gamenthaler -----------------------------------------------------------------------Pag. 117
Mario Talayer ---------------------------------------------------------------------------Pag. 121
Ca¡pítulo 7
El bacalao, moneda fuerte -------------------------------------------------------------Pag. 127
Capítulo 8
La tragedia golpea --------------------------------------------------------------------Pag. 131
Capítulo 9
Elementos de uso cotidiano ----------------------------------------------------------Pag. 139
Capítulo 10
Túnicas y moñas al viento ------------------------------------------------------------Pag. 151
Capítulo 11
:· Aventuras en la mar ---------------------------------------------------------------------Pag. 15 7
Capítulo 12
Hacia el Futuro -------------------------------------------------------------------------Pag. 165
Cronología ------------------------------------------------------------------------------Pag. 172
Indice ------------------------------------------------------------------------------------Pag. 175

176
Se terminó de imprimir en los
Talleres de Soluciones Gráficas
en el mes de marzo de 200 1

Edición hecha al amparo del artículo 70 de la ley N° 13.349

Depósito Legal No 45.187

178
aforismos, poemas y canciones.
En 1997 Publica "
MEMORIAS DEAGUAS DULCES"
en colaboración con Juan Antonio
Varese, descripción gráfica de los
comienzos de Aguas Dulces y su
posterior desarrollo. Reeditado en
1998.
En 1998 publica el libro de
Aforismos "ANDARES"
En colaboración con el músico y
cantor Nelson Pereyra "Pin dingo"
ha compuesto muchísimos temas
que describen el paisaje, los
oficios y los personajes de la
variada zona que comprende el
pago de Castillos.
Es elegido "Ciudadano de
Castillos 2000" en
reconocimiento a su aporte
artístico y cultural en la localidad.
Diversas colecciones particulares
en España, Estados Unidos,
Canadá, Brasil, Noruega,
Argentina, Cuba e Israel, cuentan
con obras suyas (óleos y
acuarelas).

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