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El ajedrez es una actividad que desarrolla habilidades cognitivas como la concentración, el análisis crítico, la creatividad y la resolución de problemas. Requiere atención, planificación y previsión de jugadas futuras, además de utilizar la memoria de trabajo. También fomenta valores como la paciencia, la perseverancia y la honestidad.
El ajedrez es una actividad que desarrolla habilidades cognitivas como la concentración, el análisis crítico, la creatividad y la resolución de problemas. Requiere atención, planificación y previsión de jugadas futuras, además de utilizar la memoria de trabajo. También fomenta valores como la paciencia, la perseverancia y la honestidad.
El ajedrez es una actividad que desarrolla habilidades cognitivas como la concentración, el análisis crítico, la creatividad y la resolución de problemas. Requiere atención, planificación y previsión de jugadas futuras, además de utilizar la memoria de trabajo. También fomenta valores como la paciencia, la perseverancia y la honestidad.
El ajedrez es una ciencia, un arte y un deporte, que ayuda a desarrollar habilidades
cognitivas necesarias para la adquisición de conocimiento; manipulación de la información y razonamiento, ya que al practicarse determina y estimula nuestra capacidad de concentración; análisis crítico; creatividad; memoria y resolución de problemas. Básicamente, es un juego de mesa racional en que el azar no influye en el desarrollo de la partida, y el resultado solo depende de la capacidad y habilidad de los jugadores para decidir cómo mover las piezas sobre el tablero, pues: Nos exige atención. Requiere planificación. Prever jugadas Nos obliga a utilizar la memoria de trabajo. De esta forma, la lucha sobre el tablero fomenta el aprendizaje lógico, de actitudes y comportamiento humanos que los jugadores incorporan a su conducta ética general, así pues el juego funciona como una herramienta pedagógica y didáctica que nos enseña a trabajar bajo presión al evaluar estrategias complejas que nos permiten adaptarnos a situaciones nuevas de forma ágil, sin que los conocimientos previos supongan un factor determinante. En otro aspecto, facilita la adquisición de valores utilizando una metodología recreativa que promueve la tolerancia, debido a que se observa como otras personas puedan pensar de forma diferente. Además, fomenta valores como la paciencia y la perseverancia ya que cuando no somos capaces de hallar una buena jugada, aun así tenemos que mover una pieza, ello nos obliga a insistir, a buscar métodos alternativos; a seguir trabajando, ser creativos y optimistas, manteniendo la esperanza aun en las situaciones más difíciles. Cabe añadir que se le atribuye la honestidad y la fidelidad pues se considera un juego honrado en el que no hay lugar para las trampas ni para la hipocresía en el universo de las sesenta y cuatro casillas.