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Negocios Verdes, Competitividad, Postconflicto y Desarrollo

Territorial
Ana María Díaz

Introducción
El Global Competitiveness Report 2016-2017 sugiere que la economía mundial se mantiene
en un crecimiento persistentemente bajo, un comercio internacional disminuido y una
desigualdad en aumento, que aunados a los precios bajos de los commodities, redunda en
unas finanzas gubernamentales deprimidas para muchos países, lo que está limitando las
respuestas de los gobiernos para promover el desarrollo económico. Esta situación
contrasta con el momento de relativa paz que vive el mundo, que se caracteriza por
menores niveles de pobreza y enfermedad, además de menos conflictos violentos que en
el pasado.
Al crecimiento bajo de la economía mundial también se suma la distribución inequitativa
de los ingresos y la degradación ambiental, factores que han llamado la atención sobre el
fracaso de las políticas económicas que se han implementado alrededor del mundo, pues
no solo no le han servido a las sociedades en general, sino que tampoco han promovido el
bienestar de los individuos más vulnerables en estas. El malestar de esta situación se ha
concretado en resultados como los del Brexit y movimientos nacionalistas populistas como
los de EE. UU., que intentan poner a sus países “primero”, pero también se han evidenciado
en países como Colombia que ha tenido un buen desempeño de la tasa de crecimiento en
los últimos 10 años, pero el país sigue siendo el segundo más desigual en el continente,
superado solo por Haití.
Aparte de la deuda social, Colombia también enfrenta el problema de la sostenibilidad
ambiental. El crecimiento económico de los últimos 14 años se ha basado en la extracción
intensiva de los recursos naturales, estrategia que ha empezado a agotar el patrimonio
natural del país y que también se ha visto reflejada en un alto costo para la salud de los
colombianos, motivo por el que se hace primordial explorar estrategias alternativas de
crecimiento que no atenten contra la sostenibilidad del capital natural del país.
La pregunta actual a los retos de la economía global, y para Colombia en particular, es qué
políticas se requieren hoy en día para tener una economía resiliente, equitativa, que no
dependa de los commodities y que tenga en cuenta a los individuos y al medio ambiente.
En el caso colombiano, como segundo país más biodiverso del planeta por metro cuadrado,
después de Brasil, el reto del crecimiento económico es doble. De un lado lograr una
economía sostenible que nos permita aprovechar nuestras ventajas competitivas y

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comparativas, y de otro, suplir las necesidades de desarrollo e inclusión social que implica
el postconflicto.
La complejidad del desarrollo económico colombiano no enfrenta únicamente el reto de la
inserción de los desmovilizados, la sustitución de los cultivos ilícitos y el desarrollo
territorial, que evidencia grandes diferenciales en los ingresos del campo y los de las
ciudades, sino que requiere de una economía competitiva, que genere valor agregado y que
no dependa de los vaivenes de los precios internacionales de los commodities.

En esta misma línea, el Global Competitiveness Report 2016-2017 propone como factores
determinantes de la prosperidad y del crecimiento a largo plazo, primero, incentivar la
innovación para encontrar nuevos motores de crecimiento que se constituyan en los pilares
del crecimiento sostenible, y segundo, la productividad como impulsora de este
crecimiento. Para cada país la innovación y la productividad adoptan diversas formas
dependiendo del estadio de desarrollo de sus economías e instituciones, y también
dependen de sus ventajas competitivas y comparativas, que a su vez deben convertirse en
los referentes para el diseño de las políticas públicas que fomentan el desarrollo. Bajo estos
parámetros, el caso de Colombia es excepcional para promocionar el crecimiento verde
como una ventaja competitiva, pues no solo es Colombia el segundo país más biodiverso
por metro cuadrado, con un 10% del capital biológico mundial, sino que tiene el potencial
hídrico y energético que nos permite pensar en desarrollar una estrategia de crecimiento
alrededor del medio ambiente.
Qué es el crecimiento verde
El crecimiento verde se constituye en una estrategia de desarrollo y crecimiento económico
sostenible, basada en aumentar la eficiencia en el uso de recursos naturales y la protección
del patrimonio natural. Le ofrece a la economía colombiana, un modelo de desarrollo
alternativo, respetuoso con el ambiente y resiliente al cambio climático, toda vez que
persigue el uso sostenible del territorio y de su biodiversidad.
De igual forma, este modelo de desarrollo le permitiría a Colombia aprovechar los cambios
en los patrones de consumo y la demanda internacional creciente por bienes y servicios
producidos de manera amigable con el enrono natural, potenciando nuevas oportunidades
de emprendimiento que ayudarían a diversificar la economía nacional y disminuirían
nuestra dependencia económica de los Súper Ciclos de las materias primas.

Potencial de la Demanda Internacional y Local por Productos Verdes


El crecimiento de la demanda internacional demuestra que el comercio mundial de
productos amigables con el medio ambiente viene en aumento. Según Organic Monitor, la
venta de productos orgánicos en el año 2010 fueron de USD$ 45.000 billones y su
crecimiento ha sido en promedio del 10% anual desde entonces. De igual forma, los
productos forestales certificados con sellos verdes han generado desde el 2008 alrededor

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de USD$ 5 billones por año y el resto de productos agrícolas certificados movilizaron otros
USD$ 40 billonesi. A su vez, los pagos por los servicios ambientales como el agua han
generado ingresos por USD$ 5.2 billones sólo para ese servicio ambiental y para el año 2020
se estima un crecimiento de los mercados verdes de entre el 100% y el 500% según The
Economics of Ecosystems and Biodiversity Report for Business 2017.
Lo interesante de estos mercados es que han crecido de manera sostenida desde los 90´s
concretando un crecimiento para el año 2015 de %10,8, mientras que el crecimiento del
sector de alimentos tan solo fue de un %3,3ii. En el Reino Unido nada más se evidencia la
tendencia hacia un mayor consumo de estos productos más limpios, y la oportunidad de
suplir la oferta de estos, ya que la demanda actualmente excede la producción ofrecida de
productos orgánicos en este país. Para 2016, la Soil Association calculó el incremento en el
consumo de alimentos orgánicos en %7.1 a £2 billones, mientras que la Fair Trade
Foundation calculó un aumento del 2% para los productos orgánicos certificados y que
pagan por el valor agregado o fair price, que representa mayores ingresos para las
comunidades y campesinos que los cultivan, pues los consumidores deciden pagar extra por
la inversión en el medio ambiente y en estas comunidades.
La preferencia de los consumidores por este tipo de productos refleja la preocupación por
los impactos ambientales de la agricultura tradicional, como también los efectos del uso de
pesticidas y organismos genéticamente modificados (OGM) sobre la salud de las personas.
Los millenials son particularmente sensibles al tema ambiental y a sus efectos sobre la salud,
representando el 52% de los consumidores de los productos orgánicos y que pueden
mantener dicho consumo ya que tienen ingresos disponibles superiores a los de
generaciones anterioresiii.
Adicional a la producción de agricultura limpia existen otras oportunidades para Colombia
para el emprendimiento verde. Según el Instituto de investigación Alexander Von
Humboldt, Colombia por sus ecosistemas y potencial en servicios ambientales como la
producción de agua y la biodiversidad, ofrece excelentes posibilidades para el desarrollo y
el posicionamiento de los negocios verdes. Dentro de estos está el aprovechamiento de la
biodiversidad, pero también el potencial de la conservación que hoy día se paga en servicios
ambientales como la captura de carbono, el cuidado del agua o la conservación de especies
exóticas, por los que ONG´s, empresas del sector privado y corporaciones autónomas
regionales están dispuesta a pagar. Un ejemplo de estos es Nestlé Waters que paga por
conservar el agua en Francia y en Colombia actualmente en la microcuenca de Chaina en
Boyacá se ha venido experimentando con esquemas de pagos para la conservación del agua
con esquemas de áreas protegidas y compra de predios para garantizar la cantidad y la
calidad del agua.
Negocios Verdes en Colombia, Postconflicto y Desarrollo Territorial

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Si bien los esfuerzos del país han sido tímidos en promover los negocios derivados del
aprovechamiento del medio ambiente, desde mediados de los 90´s se ha avanzado en el
desarrollo de los mercados verdes como un nicho de mercado para Colombia. Estos
negocios se caracterizan por la producción de bienes y servicios basados en la innovación,
y que, por su impacto ambiental, económico y social, generan un valor agregado que refleja
esa inversión extra en la protección ambiental, en la actividad económica responsable y en
las personas que las producen; inversión que se traduce en unos mayores precios de venta
para los productos, que los consumidores están cada vez más dispuestos a pagar por la
conservación ambiental que representan, pero también por los beneficios para la salud que
estos conllevan.
Según la encuesta realizada por la Corporación Administración para el Desarrollo de
Colombia en 2012, los consumidores colombianos están listos para comprar productos
sostenibles, pero desconocen la oferta existente de los mismos, lo que dificulta su
capacidad de escogerlos al tomar sus decisiones de compra. Pese a estas dificultades de
posicionamiento, los consumidores colombianos entienden los beneficios de estos
productos para su salud, aunque hace falta investigar más a fondo su disponibilidad a pagar
por estos productos.
Actualmente en Colombia, la promoción de estos negocios como nuevas oportunidades
económicas se clasifican en 3 categorías de negocio: los productos provenientes del
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, los eco productos industriales y los
servicios ambientales.
Dentro de la categoría 1 se encuentra la agricultura orgánica, los proyectos de restauración
ambiental, el aprovechamiento de los recursos genéticos, además de la ganadería
sostenible. En la categoría 2 se encuentran los productos de la agenda gris o industrial,
como el reciclaje, el aprovechamiento de residuos, las tecnologías de mitigación de impacto
ambiental, las energías alternativas como la solar y la eólica y la construcción sostenible. En
la última categoría de servicios ambientales, se encuentran el turismo sostenible, la
conservación ambiental, como la protección del agua, los bosques y la biodiversidad, la
educación ambiental, además de las actividades para mitigar el calentamiento global.
El potencial de desarrollo para las regiones a partir de los negocios verdes se encuentra
particularmente en las categorías 1 y 3, en las que la agricultura sostenible y otras
actividades de tipo agropecuario, pueden ofrecer oportunidades productivas con cadenas
de valor identificadas a nivel nacional y regional, cuyos mercados ya existen, y cuyos precios
superan a los cultivos de pan coger y a los mismos bienes producidos de manera no
sostenible. Un ejemplo de este tipo de productos son las flores exóticas, las mieles, las
hierbas y especies aromáticas, los productos maderables, y otros no maderables como los
insectos y peces ornamentales.

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Pese a lo exótico que suena derivar actividades productivas del aprovechamiento de los
insectos o los peces ornamentales, estos mercados son reales y tienen un potencial de
ingresos para las poblaciones vulnerables y en proceso de reintegración social.
La cría comercial de mariposas puede convertirse una herramienta para la conservación y
en una fuente importante de ingresos para las comunidades que viven cerca de las zonas
forestales donde estas habitan. El mercado mundial de mariposas tiene nichos particulares
de mercados identificados que requieren mariposas para diferentes propósitos. Hay
mercados de coleccionistas, industrias de adornos, museos, compra de escamas para la
fabricación de chips, granjas de mariposas, venta para eventos especiales como
matrimonios y funerales o la misma tenencia como mascotas. Es un negocio que si se realiza
de manera sostenible puede ser rentable ya que sus precios oscilan entre los USD$0.20
hasta los USD$ 200 dependiendo del tipo de ejemplar y el uso que se le vaya a dar al insecto.
Así mismo sucede con los peces ornamentales. El 85% de peces salen de las regiones
Orinoco y Amazonas, zonas particularmente afectadas por la degradación del hábitat por
las actividades mineras, el uso de agroquímicos, y en Colombia, por los cultivos ilícitos y la
erradicación de los mismos que presentan riesgos de contaminación de las aguas en las que
habitan estas especies. En estos escenarios, los negocios verdes como la conservación de
los peces ornamentales o su reproducción para la venta se constituyen en actividades de
baja intensidad extractiva, que ofrece a las comunidades una fuente de sostenimiento legal
y que puede evitar que a futuro estas se involucren en actividades ilegales o dañinas con el
medio ambiente como la minería ilegal del oro, la deforestación o la tala y quema para la
agricultura o los cultivos ilícitos. Las lecciones del World Wildlife Fund con este tipo de
actividad de negocio verde es que, bajo condiciones controladas, el aprovechamiento de
peces ornamentales es sostenible y se puede convertir en una actividad importante no solo
de generación de ingresos para las poblaciones rurales, sino para la conservación del medio
ambiente.
Postconflicto y Financiación de los Negocios Verdes en Colombia
Desde 2012 Asobancaria desarrolló un Protocolo Verde cuyo objeto fue innovar en las
prácticas de Desarrollo Sostenible que buscan la sostenibilidad ambiental, la equidad social
y la viabilidad económica de las actividades productivas que protejan el patrimonio natural.
Esta iniciativa ha buscado que el sector financiero, como intermediario y facilitador de
recursos económicos, ofrezcan una cartera de productos y servicios bancarios para financiar
actividades y proyectos de beneficio social y ambiental que incluyen la producción más
limpia, la eficiencia energética, las energías renovables, los mercados de carbono, la
construcción sostenible, el turismo sostenible, el biocomercio y la biotecnología, entre
otros.
De igual forma, dentro de los fondos para el postconflicto están los fondos de la ONU, la
Unión Europea, el Banco Mundial y BID, que integran los recursos que se destinarán para el

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postconflicto en Colombia. Dentro de estos, el fondo del BID ofrece recursos para la
mitigación del cambio climático y el desarrollo sostenible, que pueden beneficiar en el corto
y en el mediano plazo al sector privado y a las iniciativas de conservación ambiental,
producción verde y servicios ambientales en las regiones. Así mismo, los fondos de la ONU
para promocionar actividades legales en las zonas de postconflicto también contemplan el
factor ambiental como un valor agregado para los proyectos productivos que financian.
Si bien existe una infraestructura institucional y una oferta creciente de financiación para
los negocios verdes, es importante trabajar en su posicionamiento a nivel nacional e
internacional. El desarrollo de este tipo de negocios, particularmente los relacionados con
el aprovechamiento de recursos vivos como los del biocomercio, también requieren de una
inteligencia de mercados que sirva para hacerle seguimiento a la demanda internacional
por estos, de forma que se garantice la no sobre explotación de especies cuyas demandas
son bajas o inexistentes.
Adicionalmente se hace necesario trabajar en las certificaciones verdes o de Fair Trade, que
son las que aseguran el monitoreo y garantizan que los procesos productivos y las cadenas
de valor de los productos, sean realmente sostenibles y amigables con la biodiversidad y el
medio ambiente. De igual forma, las certificaciones son necesarias, pues son las que en
últimas garantizan el precio premium del valor agregado, social y medio ambiental, que
caracteriza a los negocios verdes.
La oportunidad de un desarrollo sostenible, o crecimiento verde, no solo permite
aprovechar la oportunidad que brinda la paz de llevar y financiar el desarrollo de las
regiones, sino que le abre las puertas al país a explorar un modelo de desarrollo más
sostenible, innovador y alineado con los objetivos sociales locales y de política internacional
del país como lo es entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico,
OCDE, que permite el acceso al 80% del comercio mundial. Para la membresía en esta, no
basta con el solo crecimiento económico, sino que es necesario poner en práctica
legislaciones y políticas que mejoren la gobernanza pública e impulsen un crecimiento con
equidad, educación, eficiencia gubernamental, transparencia y respeto por el medio
ambiente.

i
Organic Monitor 2017
ii
Hoja de Ruta del Crecimiento Verde para el Sector Privado, Departamento Nacional de Planeación
iii
Soil Association 2016

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