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Escuela de Sabidurías 2023
Escuela de Sabidurías 2023
Otra información pública y notoria: El próximo jueves 26 de enero, estará el Dr. Gómez, sin
seudónimo, en una charla sobre el libro de Luis Antonio Bigott, “El Educador Neocolonizado”.
El lugar y la hora se las informaremos oportunamente.
Quizá haya escepticismo en algunos sectores del pueblo venezolano que están sufriendo en
carne viva las consecuencias del bloqueo y no logran diferenciar entre los problemas
generados por una mala gestión pública o por errores involuntarios y los que genera el
bloqueo económico (financiero y comercial) impuesto a nuestro país unilateralmente por los
gobiernos de Estados Unidos, en complicidad con sectores de la oposición política venezolana.
Nosotros, desde hace algún tiempo, hemos sostenido que luego del final de la implosión del
“bloque socialista”, en 1992, las luchas anticapitalistas y antiimperialistas encabezadas por las
izquierdas en América Latina (seudónimo eurocéntrico de Abya Yala), se han desviado de sus
objetivos principales al caer en la trampa de los “derechos humanos”, como ideal político
universal, y en la “guerra a muerte contra la corrupción administrativa”, como solución a los
males que aquejan a nuestras sociedades.
Ni los derechos humanos son solución a las desigualdades económicas y sociales generadas
por el sistema capitalista que también creó dichos derechos como un “fuego fatuo”, ni
acabando con la corrupción se solucionarán (ni siquiera se aliviarán) las grandes desigualdades
en la distribución de las riquezas en las sociedades capitalistas, estén en el centro o en la
periferia del Sistema Mundo, porque la corrupción es la savia de dicho sistema.
¿Por qué planteamos estas sentencias tan lapidariamente? ¿No es esto la pérdida total de la
voluntad de lucha contra las injusticias sociales en el capitalismo? ¿El fin de las utopías
redentoras? En primer lugar, porque tanto “derechos humanos” como “corrupción
administrativa” son engendros del mismo sistema. No puede haber capitalismo sin ambos. La
pregunta es si en otro sistema no capitalista, llámese como se llame, deben existir los derechos
humanos y si habrá oportunidades para la corrupción administrativa.
Las luchas anticapitalistas, desde los tiempos de Carlos Marx y otros socialistas, se enfocaban
en acabar con las relaciones de clase y superar la alienación del trabajo, impulsar las luchas
obreras y demás explotados y explotadas hacia la toma del poder violenta -o mediante
reformas- del Estado burgués, para transformarlo en uno que representara los intereses de
todos por igual, lo que se traduciría en su eliminación a corto o mediano plazo.
Es largo el camino de triunfos, derrotas, errores y aciertos que nos trajo hasta aquí, pero lo
cierto es que después de la implosión de la URSS, entre 1973 y 1992, las izquierdas
latinoamericanas, a excepción de las guerrillas colombianas, tomaron el camino de las luchas
políticas por vías electorales y abandonaron la perspectiva radical de clases, la denuncia de la
extracción de la plusvalía mediante la explotación del trabajo, ya no se habló más de la
alienación ni de la ideología y los aparatos ideológicos del Estado. Quedaron para las y los
“marxistas trasnochados”.
Todo ese sólido entramado de conceptos revolucionarios que orientó las luchas de las y los
explotados y marginalizados contra el capitalismo y el Estado burgués, se desvaneció en el aire
de las reformas sociales orientadas hacia dos objetivos burgueses y liberales: el
reconocimiento y el respeto de los derechos humanos (dh) por el Estado y la lucha contra la
corrupción administrativa… y caímos en la “rueda del Hámster”: corre y corre sin llegar a
ninguna parte.
Y aquí estamos hoy: unos, otros y otras reclamando “nuestros” derechos humanos y rabiando
porque el gobierno bolivariano no hace nada –o hace poco- para combatir la corrupción. Así
es, porque los dh indican el nivel de “civilización” alcanzado por un país y la lucha contra la
corrupción administrativa indica el nivel de eficiencia y honestidad en la administración pública
(USA-ONU dixi). Y, mientras, el sistema capitalista se robustece en sus raíces “criminales”,
como demuestra Federico Villalba Frontado.
¿Qué hacer? Volverlo a poner todo al revés, esto es, con los pies sobre la tierra y la cabeza
hacia arriba. ¿Cómo hacerlo? Ah, ven, eso sí que es difícil, porque la hegemonía
estadounidense es tan profunda y extensa que pareciera no tener sustitutos y nosotros
estamos ahí, jugando a policía y ladrón con la corrupción administrativa y exigiendo unos
derechos humanos que inventaron en Estados Unidos para controlar al mundo, porque en su
territorio nunca le han hecho caso.
No crean que lo dejaremos hasta aquí, continuaremos en otra clase. CUIDENSE AUNQUE SEA
UN POQUITO.