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Uno de los regalos más grandes que Dios ha dado a Su Iglesia es el regalo del
Espíritu Santo.
Qué tal si hacemos una pausa en nuestro caminar, en nuestro diario que
hacer y pensamos por un momento en la siguiente pregunta:
Dios sabía que teníamos una sed que solamente podía ser saciada de una
sola manera. A través del Espíritu Santo.
¿Según el versículo anterior cual es la oferta que está haciendo Jesús y para
quien la está haciendo?
El versículo dice: “Si alguno tiene sed”. De manera, que lo que Jesucristo está
ofreciendo no solamente es para un grupo exclusivo de personas, es para
todos.
Podemos decir que la llenura del Espíritu Santo es la manera en que Dios
sacia nuestra sed espiritual. Y al ser llenados con el Espíritu Santo, Él no
solamente sacia nuestra sed, sino que nos da algo más… poder espiritual.
Dios es el Dios que nos ama, pero, que, al mismo tiempo, siempre nos ha
acompañado a través de la historia por medio del Espíritu Santo.
EL ESPÍRITU SANTO SIGUE MANIFESTÁNDOSE EN NUESTRAS VIDAS
El Espíritu Santo nos guía en la misión que debemos cumplir (Ezequiel 2:1-4)
El Espíritu Santo se sigue derramando sobre todo Su pueblo hoy (Joel 2:28,
29)
Lo que Dios hace en nosotros por medio del Espíritu Santo es maravilloso. Es
gracias a Él que permanecemos firmes en la disposición de cambio y en el
proceso de transformación permanente. Algunos elementos importantes a la
luz de las Escrituras:
El Espíritu Santo trae gozo a nuestra vida, reemplazando todo aquello que
nos roba la paz (Nehemías 8:10)
El amor se hace real en nuestra vida cuando el Espíritu Santo nos gobierna
(Romanos 5:5)
Pero lo cierto es que la llenura del Espíritu Santo no solo se manifiesta de esa
forma, sino que también lo hace, principalmente, de maneras menos
espectaculares: al compartir el evangelio a un desconocido, cuando te
conmueve hasta las lágrimas una alabanza o cuando te alejas de alguna
tentación, por poner algunos ejemplos.
Creer que solamente las manifestaciones espectaculares del Espíritu son las
que demuestran que alguien está lleno de Él, pudiera suponer que para Dios
hay niveles de dificultad. Comúnmente se piensa que una manifestación
espectacular requiere más poder que algo “sencillo”, pero lo cierto es que
para Dios requiere exactamente el mismo esfuerzo, ninguno. También se
puede creer que las cosas “sencillas” las podemos hacer con nuestras propias
fuerzas y que para ello no necesitamos de su Espíritu; o si acaso, con un poco
es suficiente. Pero evidentemente eso es un gran error.
El Espíritu es selectivo:
Solo los seguidores de Cristo tienen acceso a esta fuente de poder. El Espíritu
mora en los creyentes solamente. Él influirá en las personas que no conocen
al Señor, pero Él habita en los creyentes.
La persona llena del Espíritu tiene una manera diferente de interactuar con
todos:
No perdamos la oportunidad.
La Biblia nos ofrece una imagen simple de cómo se ve cuando está lleno del
Espíritu.
“Y no os embriaguéis con vino, porque eso es disolución, sino sed llenos del
Espíritu…” Efesios 5:18.
EL PODER.
Jesús les dijo a Sus discípulos que no se fueran de Jerusalén hasta que
hubiesen recibido o sido bautizados con el Espíritu Santo.
¿Por qué? Porque cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos, recibirían
poder.
El término el mundo se refiere a las personas que no son salvas, aquellos que
aún no han recibido a Cristo.
Una vez que los hombres y las mujeres llegan a la fe en Jesucristo, entonces
después reciben la llenura del Espíritu Santo. Y es a través del Espíritu Santo
que el poder de Dios se manifiesta en sus vidas.
De manera que el apóstol no nos está dando una opción sino un mandato,
inspirado por el Espíritu de Dios: el mandato es ser lleno del Espíritu.
Necesitamos también tener pendiente que esa llenura del Espíritu Santo, que
puede ocurrir de forma recurrente, se da a lo largo de la vida del creyente y
es una experiencia que todo creyente debiera experimentar. Es esta llenura
lo que le va a permitir vivir una mejor vida de obediencia y le va a permitir
también hacer el mejor uso de los dones del Espíritu.
Esta primera venida del Espíritu tenía como señal las lenguas de fuego
posando sobre cada uno de ellos como una indicación que el mismo Espíritu
que guío a Israel por el desierto como un pilar de fuego de noche ahora
estaba viniendo a morar a cada uno de ellos.
Bajo el antiguo pacto era una guía externa para una nación de que la
presencia de Dios estaba con ellos. Ahora sería una guía interna para cada
creyente de que la presencia de Dios estaba con ellos.
Si pedimos ser llenos del Espíritu Santo, podemos estar seguros que el Padre
contestará nuestra petición y nos dará la llenura del Espíritu Santo.
El Padre está listo y dispuesto para darle el Espíritu Santo a cualquiera de sus
hijos cuando se lo piden humildemente.
EL PAPEL QUE TENEMOS AL RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO Y HABLAR EN
LENGUAS.
Algunos suelen tener la idea que el Espíritu Santo de alguna manera hablará
a través de ellos independientemente de su voluntad.
Note que el Espíritu Santo les daba la habilidad, pero ellos fueron los que
hablaron. El Espíritu Santo les indicaba qué decir, pero fueron los discípulos
los que se expresaban, no el Espíritu Santo.
Nadie puede hablar con la boca cerrada. Si una persona se rehúsa a abrir la
boca, el Espíritu Santo no puede abrírsela. Y aquí es donde algunas personas
llegan a una barrera, sin darse cuenta de que la barrera son ellos mismos. Ya
que suponen que el Espíritu Santo tomará las riendas y que ellos solamente
serán espectadores en vez de participantes.
Él nos dará las palabras qué decir, pero nosotros debemos de hablar.
Dejemos de hablar en nuestra propia lengua (porque, así como nadie puede
hablar con la boca cerrada, nadie puede hablar en dos lenguajes a la misma
vez), y comencemos a articular las palabras que el Espíritu Santo le esté
dando en ese momento.
Y no se preocupe si solamente puede decir algunas palabras. Sea fiel en lo
que Dios le dé y es muy probable que le dé más.
Nosotros somos algunos de esos que “están lejos” a quien Dios ha llamado.
La Traducción en Lenguaje Actual dice que la promesa, el regalo del Espíritu
Santo es:
“para todos los que nuestro Dios quiera salvar en otras partes del mundo.”
PARA REFLEXIONAR:
Debemos entender que, en cualquier cosa que el Señor nos ponga por
delante para que realicemos, necesitamos hacerlo con su poder y que Él lo
haga en nosotros. No importa si es una cosa pequeña o grande. Y también
debemos dejar de pensar que para Dios hay cosas pequeñas, pues todo lo
que hagamos para Él y en Su nombre siempre es grande.