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La política como vocación ,1;
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Mnx Weber.~
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validez y por la consuetudinaria orientación de
Esto se corresponde esencialmente con la acep
~? los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad
ción habitual del término. Cuando se dice que ;~ .
. ~l: «tradicional», como la que ejercían los patriarcas
una cuestión es política) o que son «políticos» un ~;
.;r.: y los príncipes patrimoniales de vieío cuño. En
ministro o un funcionarío, o que una decisión
está «políticamente» condicionada} lo que quiere
~¡. segundo término, la autoridad de la gracia (Caris
ma) personal y extraordinaria, la entrega pura
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significarse siempre es que la respuesta a esa
cuestión) o la determÍnación de la esfera de acti M
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mente personal y la confianza, igualmente perso
nal, en la capacidad para las revelaciones, el
vidad de aquel funcionario} o las condiciones de '*,
":5"' heroísmo u otras cualidades de caudillo que un in
esta decisión, dependen directamente de los ínte ~ dividuo posee. Es esta autoridad «carismática~>
reses en torno a la distribución, la conservación f la que detentaron los Profetas o, en el terreno
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o ]a transferencia del poder. Quien hace política [t~. político, los jefes guerreros elegidos} los gober
aspíra al poder; al poder como medio para la ,*:
nantes plebiscitarios) los grandes demagogos o los
consecución de otros fines (idealístas o egoístas) :1 jefes de los pattidos políticos. Tenernos, por úl
o al poder «por el poder», para gozar del 'senti
miento de prestigio que él confiere.
El Estado) como todas las asociaciones políti
.J:1' rimo, una legitimidad basada en la «legalidad»,
en la creencia en la validez de preceptos legales
en la ~<competencia» objetiva fundada sobre
cas que históricamente lo han precedido) es una
relación de dominación de hombres sobre hom
-¡~l. armas racionalmente creadas, es decir, en la
oríentación hacía la obediencia a las obligaciones
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bres, que se sostiene por medio de la violencia legalmente establecidas; una dominación como la
legítima (es decir) de la que es vista como tal). ue ejercen el moderno «servidor del Estado» y
Para subsistir necesita, por tanto, que los domi odas aquellos titulares del poder que se aseme
nados acaten la autoridad que pretenden tener jan a él.
86 Max Weber 1
El político y e lcientíflco 87
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afirmación; el séquito del guerrero recibe el ho contrario. Esta diferencia se mantiene a través de
nor y el botín) el del demagogo los spoíls) la ex todas las organizaciones administrativas del pa
plotación de los dominados mediante el monopolio
de los cargos, los beneficios políticamente condi
~f sado.
A la asociación política en la que los medios
cionados y las satisfacciones de vanidad. de administración son, en todo o en parte, pro
Para el mantenimiento de toda dominación por piedad del cuadro administrativo dependiente, la
la fuerza se requieren ciertos bienes materiales llamaremos asociación «estamentalmente» estruc
turada. En la asociación feudal, por ejemplo, el
El lugar de inserción de este párrafo varía en las edicio
nes alemana y francesa. Se ha seguido en esta edición castellana el vasallo paga de su propio bolsillo los gastos de
criterio de la francesa. (N. del T.) administración y de justicia dentro de su propio
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la paulatina expropiación de todos los producto
él, esclavos) criados, servidores, «favoritos» per "r
res independientes. Al término del proceso vemos
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sonales o prebendados, retribuidos en especie o ""f:"'..
:¡¡;; cómo en el Estado moderno el poder de disposi
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en dinero con sus propias reservas. Intenta, igual ,<, ción sobre todos los medios de la empresa política
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mente, atender a los gastos de su propio bolsillo, -~~
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se amontona en la cúspide, y no hay ya ni un
con los productos de su patrimonio, y crear un "
-J":. soja funcionario que sea propietario del dinero
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ejército que dependa exclusivamente de su per que gasta o de los edificios, recursos, instrumen
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sona porque se aprOVISlOna y se eqUIpa en sus -a:
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tas o máquinas de guerra que utiliz3. En el Estado
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graneros, sus almacenes y sus arsenales. En tanto moderno se realiza, pues, al máximo (y esto es
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que en la asociación «estamental» el señor go :.tf esencial a su concepto mismo) la «separación»
bierna con el concurso de una «aristocracia» in entre el cuadro administrativo (empleados u obre
dependiente, con la que se ve obligado a compar
!' ros administra tívos) y los medios materiales de la
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tir el poder, en este otro tipo de asociación se ~~': administración. De este punto arranca la más re
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apoya en domésticos o plebeyos, en grupos socia ~i dente evolución que, ante nuestros ojos, intenta
les desposeídos de bienes y desprovistos de un l; expropiar a este expropiador de los medios polí
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honor social propio, enteramente ligados a él en .~ ticos y, por tanto) también del poder político .
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10 material y que no disponen de base alguna para -;~
Esto es 10 que ha hecho la revolución, 2 al menos
crear un poder concurrente. Todas las formas de 2~
en la medida en que el puesto de las autoridades
dominación patriarcal y patrimonial, el despotis
, Se refiere Weber !I l~ revoluci6n espart3quista de Alema
mo de los sultanes y el Estado burocrático perte nia. (N, del T)
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92 Max Weber El polítíco y el científico 93
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estatuidas ha sido ocupado por dirigentes que, ~ políticos, En las luchas del príncipe contra los es
por usurpación o por elección, se han apoderado tamentos se colocaron ddlado de aquél e lUcieron
del poder de disposición sobre el cuadro adminis
trativo y los medios materiales de la administra
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del servicio a esta política un medio de ganarse
la vida, de una parte, y un ideal de vida, de la
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ción y> con derecho sin él, derivan su legitimi
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otra. De nuevo, es sólo en Occidente en donde
dad de la voluntad de los dominados. Cuestión l1 encontramos este tipo de políticos profesionales.
distinta es la de sí sobre la base de su éxito, al '1.'
~: Aunque sirvieron también a otros poderes, y no
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menos aparente, esta revolución permite abrigar =-i sólo a los príncipes, fueron en el pasado el ins
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la esperanza de realizar también la expropiación t trumento más importante del que éstos dispusie
dentro de la empresa capitalista, cuya dirección,
:J ron para asentar su poder y llevar a cabo el pro
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pese a las grandes analogías existentes, se rige en ~;.. ceso de expropiación a que antes aludíamos.
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último término por leyes muy distintas a las de Aclaremos bien, antes de seguír adelante, lo
la administración polítíca. Sobre esta cuestión no ,~
¡lO que la existencia de estos «políticos profesionales»
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las primeras categorías de «políticos profesiona gados y directivos de asociaciones políticas que,
les» en un segundo sentido, de gentes que no que por lo general) sólo desempeñan estas actividades
rían gobernar por sí mismos, como los caudillos ,;¡r. en caso de necesidad, sín «vivir» principalmente
carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes ]t
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de ellas y para ellas, ni en 10 material ni en lo
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94 Max Weber ti' El político y el científico 95
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espiritual. En la misma situación se encuentran ;~~
ena y exclusivamente a su servicio, es decir, un
también los miembros de los Consejos de Estado cuadro de auxiliares profesionales. La proceden
y otros cuerpos consultivos que sólo funcionan cia de estos auxiliares, la capa social en donde
cuando son requeridos para ello. Pero no sólo -1: fueron reclutados, habría de determinar muy esen
1,
éstos; también son semiprofesíonales ciertos gru cialmente la estructuta de las nacientes formas
pos bastante numerosos de parlamentarios que políticas dinásticas; y no sólo de ellas, sino tam
solamente hacen política mientras está reunido bién de toda la cultura que en ellas se desarrolló.
el Parlamento. En el pasado encontramos grupos En la misma necesidad se vieron, y aun con mayor
de este tipo en los estamentos. Por «estamentos» 1f-c razón, aquellas asociaciones políticas que, habien
entenderemos el conjunto de poseedores por de do eliminado por entero o limitado muy amplia
recho propio de medios materiales para la guerra mente el poder de los príncipes, se constituyeron
o para la administración, o de poderes señoriales
políticamente en lo que se llaman comunidades
a título personal. Una gran parte de estas perso
«libres»; <~libres» no en el sentido de estar libres
nas estaba muy lejos de poner su vida al servicio
de toda dominación violenta, sino en el de que en
de la política, ni por entero, ni principalmente, ni
ellas no existía como fuente única de autoridad
de cualquier forma que no fuese puramente cir
el poder del príncipe, legitimado por la tradición
cunstancial. Aprovechaban más bien su poder se
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y, en la mayor parte de los casos, consagrado por
la religión. Estas comunidades sólo nacen también
en el Occidente y su germen es la ciudad como
asociación política, la cual aparece por vez pri
se lo exigían expresamente el señor o sus iguales. Ji
mera en el círculo cultural mediterráneo. ¿Cómo
Tampoco es otra la situación de una parte de esas 11
-i;~ se presentan en todos estos casos los políticos
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fuerzas auxiliares que el príncipe suscitó en su :t {profesionales» ?
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y, yendo aún más lejos, con una parte de los con·
excluyente. Por el contrario, generalmente se ha
sejeros que integraban la «Curia» y otras corpo
cen las dos cosas, al menos idealmente; y) en la
raciones consultivas de los príncipes. Pero a los
mayoría de los casos, también materialmente.
príncipes no les bastaba) naturalmente, con estos .;~ Quien vive «para» la política hace «de ello su
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auxiliares ocasionales o semiprofesionales. Tenían vida» en un sentido íntimo/ o goza simplemente
que intentar la creación de un equipo dedicado con el ejercicio del poder que posee, o alimenta
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MM Weber.-7
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implica, naturalmente, su inversa. El que tal di dores, se apoya sobre el supuesto evidente de
rección plutocrática exista no significa que el que la empresa política proporcionará a este per
grupo políticamente dominante no trate también sonal ingresos regulares y seguros. La política pue
de vivir «de» la política y no acostumbre a utili de ser «honoraria», y entonces estará regida por
zar también su dominación política para sus inte personas que llamaríamos «independientes}>, es
reses económicos privados. Evidentemente, no se decir, ricas, y sobre todo por rentistas; pero si
trata de esto. No ha existido jamás ningún grupo la dirección política es accesible a personas caren
que, de una u otra forma, no lo haya hecho. Nues tes de patrimonio) éstas han de ser remuneradas.
tra afirmación significa simplemente que los polí El político profesional que vive de la política
ticos profesionales de esta clase no están obliga puede ser un puro «prebendado» o un «funciona
dos a buscar una remuneración por sus trabajos rio» a sueldo. O recibe ingresos provenientes de
políticos, cosa que, en cambio, deben hacer quie tasas y derechos por servicios determinados (las
nes carecen de medíos. De otra parte, tampoco propinas y cohechos 00 son más que una variante
se quiere decir que los políticos carentes de for ~~-
~. irregular y formalmente ilegal de este tipo de in
tuna se propongan solamente, y ni siquiera prin .
.-... ~~ gresos), o percibe un emolumento fijo en especie
cipalmente, atender a sus propias necesidades por .':W.::
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o en dinero, o en ambas cosas a la vez. Puede
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medio de la política y no piensen principalmente asumir el carácter de un «empresario», como su
«en la causa». Nada seria más injusto. La expe ~:t
cedia con el condottiero o el arrendatario o com
riencia enseña que para el hombre adinerado la prador de un cargo en el pasado y sucede hoy con
preocupación por la «segutidad» de su existencia el boss americano, que considera sus gastos como
es, consciente o inconscíentemente, un punto car una inversión de capital a la que hará producir
dinal de toda su orientación vitaL Como puede beneficios utilizando sus influencias. O recibe un
verse sobre todo en épocas extraordinarias, es sueldo fijo, como es el caso del redactor de un
decir, revolucionarias, el idealismo político total periódico político) o de un secretario de partido
mente desinteresado y exento de miras materia o de un ministro o funcionario político moderno.
les es propio principalmente) si no exclusivamen En el pasado, las remuneraciones típicas con que
te, de aquellos sectores que, a consecuencia de su los príncipes, conquistadores o jefes de partidos
100 Max Weber E.l político y el científico 101
triunfantes premiaron a sus seguidores fueron los siguiendo un turno fijo convencionalmente esta·
feudos, las donaciones de tierras, las prebendas blecido para proveer con cargos a sus respectivos
de todo género y, más tarde, con el desarrollo de seguidores. En las antiguas colonias españolas,
la economía monetaria) las gratificaciones especia tanto con las «elecciones» como con las llamadas
les. Lo que los jefes de partido dan hoy como «revoluciones», de lo que se trata siempre es de
pago de servicios leales son cargos de todo género los pesebres estatales, en los que los vencedores
en partidos) periódicos, hermandades, cajas del desean saciarse. En Suiza los partidos se reparten
Seguro Social, y organismos municipales o estata cíficamente los cargos en proporción de sus res
les. Toda lucha entre partidos persigue no sólo pectivos votos, y algunos de nuestros proyectos
un fin objetivo, sino también y ante todo el con constitucionales «revolucionarías», por ejemplo,
trol sobre la distribución de los cargos. Todos d primero que se confeccionó para Baden, qui
los choques entre tendencias centralistas y partieu sieron extender este sistema a los cargos minis
laristas en Alemania giran en torno al problema teriales) tratando el Estado y los cargos estatales
de quién ha de tener en sus manos la distribu como si fueran simplemente instituciones para
ción de los cargos, los poderes de Berlín o los de la distribución de prebendas. Sobre todo el par
Munich, Karlsruhe o Dresde. Los partidos polf tido del Centro (Zentrumspartei) se entusiasmó
ticos sienten más una reducción de su participa tanto con el sistema que, en Baden, convirtió en
ción en los cargos que una acción dirigida con principio programático la distribución proporcio
tra sus propios fines objetivos. En Francia, un nal de los cargos entre las distintas confesiones,
cambio político de prefectos es considerado siem decir, sin tomar en consideración ní siquiera
pre como una revolución mucho mayo!" y arma éxito de cada partido. Con el incremento en el
mucho más ruido que una modificación del pro número de cargos a consecuencia de la burocra
grama gubernamental, que tiene un significado tizaci6n general y la creciente apetencia de ellos
casi exclusivamente fraseológico. Ciertos partidos, mo un modo específico de asegurarse el porve
como, por ejemplo, los americanos, se han conver . , esta tendencia aumenta en todos los partidos
tido, desde que desaparecieron las viejas contro que, cada vez más) son vistos por sus seguidores
versias sobre la interpretación de la Constitución, romo un medio para lograr el fin de procurarse
en partidos cazadores de cargos, que cambian su un cargo.
programa objetivo de acuerdo con las posibilida A esta tendencia se opone, sin embargo, la
des de captar votos. Hasta hace pocos años, en evolución del funcionariado moderno) que se va
España se alternaban los. dos grandes partidos, convirtiendo en un conjunto de trabajadores in
mediante «elecciones» fabricadas por el poder y telectuales altamente especializados mediante una
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Simultáneamente con el ascenso del funciona
licio, está ya, desde hace mucho tiempo, muy riado profesional se opera también, aunque de
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disminuida por la Civil Service Reform. Necesi modo mucho más difícilmente perceptible) la evo
dades puramente técnicas e ineludibles de la ad r.g lución de los «políticos dirigentes». Claro está
ministración impulsan esta evolucÍón. A lo largo e desde siempre y en todo el mundo habían
de un desarrollo que dura ya quinientos años, el existido esos consejeros objetivamente cualificados
funcionario especializado según la división del de los príncipes. La necesidad de descargar en 10
trabajo ha ido creciendo paulatinamente en Euro posible al sultán de la responsabilidad personal
pa. La evolución se inicia en las ciudades y seño por el éxito de la gestión gubernamental había
rías italianas y, entre las monarquías, en los Es originado en el Oriente la típica figura del «Gran
tados creados por los conquistadores normandos. Visir». En Occidente, en la época de Carlos V J
El paso decisivo se dio en la administración finan que es también la época de Maquiavelo, y por in
ciera de los príncipes. En las reformas adminis flujo sobre todo de los informes de los embajadores
trativas del emperador Max podemos ver cuán venecianos, apasionadamente leídos en los círculos
dificil les resultaba a los funcionarios, incluso en diplomáticos, la diplomacia fue la primera en con
momentos de apuro exterior y dominación turca, vertirse en un arte conscientemente cultivado. Sus
desposeer al príncipe de sus poderes en este terre eptos, en su mayoría humanistas, se trataban
no de las finanzas, que es el que peor soporta el tre sí como profesionales iniciados, del mismo
diletantismo de un gobernante que, además, en modo que sucedía entre los estadistas humanistas
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premo--. Con mayor fuerza aún llevó hacia la uni presa», que hizo necesaria una preparación me
ficación del desarrollo del poder parlamentaría tódica de los individuos para la lucha por el poder
allí en donde, como ocurrió en Inglaterra, logró y sus métodos como la que llevaron a cabo los
el Parlamento imponerse al monarca. Aquí el partidos modernos, determinó la división de los
gabinete, teniendo a su frente al dirigente parla funcionarios públicos en dos categorías bien dis
mentario, al «leader», se desarrolló como una co tintas aunque no tajantes: funcionarios profe
misión del partido mayoritario, poder ignorado sionales> de una parte, y «funcionarios políticos»
por las leyes oficiales, pero que era el único poder de la otra. A los funcionarios «políticos» en el
políticamente decisivo. Los cuerpos colegiados ofi verdadero sentido de la palabra cabe identificar
ciales no eran, en cuanto tales, órganos del poder los exteriormente por el hecho de que pueden ser
realmente dominante de los partidos, y no podían trasladados o destituidos a placer) o «colocados
ser, por tanto, titulares del verdadero gobierno. en situación de disponibilidad» , como sucede
Para afirmar su poder en lo interno y poder llevar con los prefectos franceses y los funcionarios se
a cabo una polítíca de altos vuelos en 10 externo, mejantes de otros países, en diametral oposición
un partido dominante necesitaba, por el contra con la «independencim> de los funcionarios judi
rio, un órgano enérgico, digno de su confianza e ciales. En Inglaterra son funcionarios políticos to
integrado solamente por sus verdaderos dirigen dos aquellos que, según una convención firme
tes; este órgano era precisamente el Gabinete. Al mente establecida, cesan en sus cargos cuando
mismo tiempo, frente al público, y sobre todo cambia la mayoría parlamentaria y, por tanto, el
frente al público parlamentario, necesitaba un jefe Gabinete. Entre los funcionatios políticos suelen
responsable de todas las decisiones: el jefe del contarse especialmente aquellos a quienes está
Gabinete. Este sistema inglés de los ministerios atribuido el cuidado de la «administración inter
parlamentarios fue así trasladado al continente. na» en general; parte integrante principal de
Sólo en América y en las democracias que reci esta competencia es la tarea «política» de man
bieron su influencia se constituyó, frente a este tener el «orden», es decir, las relaciones de domi
sistema, otro distinto en el cual el jefe del partido ción existentes. Tras el Decreto de Puttkamer,
victorioso es situado, mediante elección popular estos funcionarios tenían en Prusia la obligación
directa, a la cabeza de un equipo de funcionarios disciplinaría de «representar la política del Go
nombrados por él mismo y queda desligado de la ierno» , y eran utilizados como aparato oficial
aprobación parlamentaria salvo por lo que toca al para irúluít en las elecciones, lo mismo que suce
presupuesto y a la legislación. día con los prefectos franceses. En el sistema
La transformación de la política en una «em- alemán) a diferencia de lo que ocurre en los de
108 Max Weber El politico y el cientí.fico 109
más paises, la mayoría de los funcionarios «poli Exactamente lo mismo ocurre en una empresa
ticos» estaban sujetos a las mismas normas que económica privada. El verdadero «soberano», la
los demás funcionarios en lo que respecta a la asamblea de accionistas, está tan privada de in
adquisición de sus cargos, para la cual se requería, fluencia sobre la dirección de la empresa como
como norma general, un título académico, prue un «pueblo» regido por funcionarios profesiona
bas de capacitación y un determinado tiempo de les. A su vez, las personas que determinan la po
servicio previo. Los únicos que, entre nosotros, lfrica de la empresa, los integrantes del «Conse
carecen de esta característica distintiva del mo jo de Administración», dominado por los Bancos,
derno funcíonariado profesional son los jefes del se limitan a dar las directrices económicas y a
aparato político, los ministros. Bajo el antiguo designar a las personas que han de administrarla,
régimen se podía ser ministro de Educación de sin ser capaces, sin embargo, de dirigirla técnica-
Prusia sin haber pisado jamás un centro de ense ente por sí mismos. Hasta ahora tampoco ha
ñanza superior, mientras que, en principio, para innovado nada fundamental a este respecto la
ser consejero (Vortragender Rat) era requisito estructura actual del Estado revolucionario, que
ineludible el haber aprobado las pruebas pres entregado el poder sobre la administración a
critas. Es evidente que, por ejemplo, cuando Al unos diletantes puros que disponían de las ame
thoH era ministro de Instrucción de Prusia, los tralladoras y querrían utilizar a los funcionarios
funcionarios profesionales especializados, como el profesionales sólo como mente y brazo ejecutor.
consejero ° el jefe de sección, estaban ·infinita dificultades de este nuevo tipo de Estado
mente mejor informados que su jefe sobre los son otras y no hemos de ocuparnos aquí de ellas.
verdaderos problemas técnícos del ramo. Lo mis a cuestión que ahora nos in teresa es la de cuál
mo sucedía en Inglaterra. En consecuencia eran sea la figura típica del político profesional, tanto
estos funcionarios también los que tenían un po la del «Caudillo» como la de sus seguidores. Esta
der real frente a las necesidades cotidianas, cosa figura ha cambiado con el tiempo y se nos pre
que no es en sí misma ninguna insensatez. El senta hoy además bajo muy distintos aspectos.
ministro era simplemente el representante de la En el pasado, como antes veíamos, han surgido
constelación de poderes políticos existente, y su «políticos profesionales» al servicio del príncipe
función era la de defender las medidas políticas su lucha frente a los estamentos. Veamos bre
que estos poderes determinasen, resolver confor emente cuáles fueron los tipos principales de
me a eUas las propuestas de los especialistas que esta especie . .J
le estaban subordinados e impartir a éstos las co Frente a los estaJ,'Rclítos, el prÍncípe se apoyó
rrespondientes directrices de orden político. sobre capas so~s disponibles de carácter no
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114 Max Weber FJ político y el científico 115
y a sus proyectos. A partir de entonces la figura río que ni es un demagogo ni, de acuerdo con su
del abogado moderno va estrechamente uIÚda ca turaIeza, debe serlo y que, además, suele ser
la moderna democracia. Y de nuevo nos enconia un pésimo demagogo cuando, pese a todo, inten
mas con que abogados en este sentido, COIT}.6 un __ ro serlo.
estamento independiente, existen sólo e / Occi ~~ í Sí ha de ser fiel a su verdadera vocacíón (y esto
dente y sólo desde la Edad Media cua o, bajo es decisivo para juzgar a nuestro anterior régi-
la influencia de la racionalización d procedi L el auténtico funcionario no debe hacer po
miento, empezaron a convertirse en ales los ~<in lítica, sino limitarse a «administrar», sobre todo
tercesores» (Fürsprech) del for alista proce imparcialmente. Esta afirmación es también vá
dimiento germánico. ! lida, oficialmente al menos, para el funcionario
La importancia de los a~bg dos en la política político mientras no esté en juego la «razón de
occidental desde que se con ituyeron los parti Estado», es decir, los intereses vitales del orden
dos no es, en modo alguno casual. Una empresa predominante, El funcionario ha de desempeñar
política llevada a CabO~(raVéS de los partidos su cargo «sine ira et studio», sin ira y sin preven
quiere decir, justamente empresa de interesados, ción. Lo que le está vedado es, pues, precisamente
y pronto veremos 10 Sl e esto significa. La fun aquello que siempre y necesariamente tienen que
ción del abogado es M de dirigir con eficacia un hacer los políticos, tanto los jefes como sus se
asunto que los int~J~sados le confían, y en esto, guidores. Parcíalidad, lucha y pasión (ira et studio)
como la superiorif~d de la propaganda enemiga constituyen el elemento del político y sobre todo
nos ha enseñado! el abogado es superior a cual del caudillo político, Toda la actividad de éste
quier «funcionario». Puede hacer triunfar un asun colocada bajo un principio de responsabili
to apoyad0;t ergumentos lógicos débiles y en este distinto y aun opuesto al que orienta la actí
sentido «IDa », convirtiéndolo así en asunto téc d del funcionario. El funcionario se honra
nicamente < ueno», Más de una vez, en cambio, su capacidad de ejecutar precisa y concienzu
hemos teo/do que presenciar cómo el funcionario ente, como si respondiera a sus propias
metido ~' político convierte en «malo» con su convicciones, una orden de la autoridad superior
gestión/técnicamente «mala» un asunto que en que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus
ese sentido era «bueno». La política actual se rvacíones, insiste la autoridad, sobre la que
hace/cada vez más, de cara al público y, en con d funcionario descarga, naturalmente, toda la
secuéncia, utiliza como medio la palabra hablada responsabilidad. Sin esta negación de sí. mismo y
y /scrita. Pesar las palabras es tarea central y esta disciplina ética, en el más alto sentido de la
péculiarísima del abogado, pero no del funciona- bra., se hundiría toda la máquina de la Admi
116 Max Weber El político y el científico 117
nistración. El honor del caudillo político, es decir, quíer candidato moderno), su instrumento per
del estadista dirigente, está, por el contrario, en manente es la palabra impresa. El publicista polí
asumir personalmente la responsabilidad de todo tico, y sobre todo el periodista, son los repre
lo que hace, responsabilidad que no debe ni pue sentantes más notables de la figura del demagogo
de rechazar o arrojar sobre otro. Los funcionarios en la actualidad. J
con un alto sentido ético, tales como los que des Sería totalmente imposible intentar eo/sta con
graciadamente han ocupado entre nosotros una y ferencia ni siquiera un esbozo de la sOfÍología del
otra vez cargos directivos, son precisamente malos periodismo moderno, tema que~ontituye, desde
políticos, irresponsables en sentido político y por cualquier punto de vista que lo ca sideremos, un
tanto, desde este punto de vista, éticamente detes capítulo aparte. Sí nos son neee rias, sin embar
tables. Es esto 10 que llamamos «gobierno de fun go, unas pocas observaciones s bre el asunto. El
cionarios», y no es arrojar ninguna mancha sobre periodista comparte con todo/los demás demago
el honor de nuestro funcionaríado el decir que, gos, así como también (al nynos en el Continente,
considerado desde el punto de vista del éxito con a diferencia de lo que ocy.rre en Inglaterra y ocu
seguido, este sistema es políticamente falso. Pero rría antes en Prusia) conkl abogado y el artista, el
volvamos de nuevo a los diferentes tipos de po destino de escapar a tlda clasificación social pre
,
líticos. cisa. Pertenece a unsf:specie de casta paría que la
Desde la aparición del Estado constitucional y «sociedad» juzga siftmpre de acuerdo con el com
más completamente desde la instauración de la portamiento de s1.3s miembros moralmente peores.
..., democracia, el «demagogo» es la figura típica del Así logran curs0 las más extrañas ideas acerca
jefe político en Occidente. Las resonancias desa de los periocli as y de su trabajo. No todo el
gradables de esta palabra no deben hacer olvidar mundo se da enta de que, aunque producida en
que no fue Cleón, sino Pericles, el primero en ·circunstanci s muy distintas, una obra periodís
"
llevar este nombre. Sin cargo alguno u ocupando
el único cargo electivo existente (en las democra
cias antiguas todos los demás cargos se cubrían
tica realm te «buena» exige al menos tanto es
píritu co o cualquier otra obra intelectual, sobre
todo si se piensa que hay que realizarla aprisa,
por sorteo), el de estratega supremo, Pericles di por e argo y para que surta efectos inmediatos.
rigió la soberana ecclesia del demos ateniense. Coro 10 que se reeuerda es, naturalmente, la
La demagogia moderna se sirve también del dis obr periodística irresponsable, a causa de sus
curso, pero aunque utiliza el discurso en cantida fu estas consecuencias, pocas gentes saben apre
des aterradoras (basta pensar en la cantidad de c' r que la responsabilidad del periodista es mu
discursos electorales que ha de pronunciar cual- cho mayor que la del sabio y que, por término
152 Max Weber El político y el cie.ntífico 153
presenta la alternativa de hacerse periodista o fun ponsabilidad que sobre él arroja. Con esto entra
cionario de un partído, que son los caminos í mos ya en el terreno de la ética, pues es a ésta
rectos típicos, o buscar un puesto apropiad en a la que corresponde determinar qué clase de
la administración municipal o en las organ' acio hombre hay que ser para tener derecho a poner
nes que representan intereses, como son os sin la mano en la rueda de la Historia.
dicatos, las cámaras de comercio, las c/ aras de r Puede decirse que son tres las cualidades deci
agricultores o artesanos, las cámaras e trabajo, sivamente importantes para el político: pasión,
las asociaciones de patronos, etc. Sob e el aspecto sentido de la responsabilidad y mesura (Augen
externo no cabe decir más, salvo a9 ettir que los mass). Pasión en el sentido de «positividad»
funcionarios de los partidos eogrí?arten con los (Sachlichkeit)) de entrega apasionada a una «cau
periodistas el odium que los «¡lesclasados» des sa» (Sache), al días o al demonio que la go
piertan. Desgraciadamente ~ie pre se llamará «es bierna. No en el sentido de esa actitud interior
critor a sueldo» a éste y «orad r a sueldo» a aquél; que mi malogrado amigo Jorge Símmel solía lla
para quienes se encuentre' in teriormente inde mar. «excitación estéril», propia de un determi
fensos frente a esa situa¡]1ón y no sean capaces nado tipo de intelectuales, sobre todo rusos (no,
de datse a sí mismos la .vespuesta adecuada a esas por supuesto, de todos ellos) y que ahora juega
acusaciones, está cetra 6 ese camino que, en todo también un gran papel entre nuestros intelectua
caso, comporta grand s tentaciones y desilusiones les, en este carnaval al que se da} para embelle
terribles. ¿ Qué sat" sfacciones íntimas ofrece a cerlo, el orgulloso nombre de «revolución». Es
cambio y qué con iciones ha de tener quíen lo ése un «romantícismo de lo intelectualmente in
emprende? teresante» que gira en el vacío y está desprovisto
Proporciona, JSor lo pronto, un sentimiento de de todo sentido de la responsabilidad objetiva.
poder. La conyíencia de tener una influencia so No todo queda arreglado~ en efecto, con la pura
bre los hamo/es} de participar en el poder sobre pasión) por muy sinceramente que se la sienta.
ellos y, sobre todo} el sentimiento de manejar los La pasión no convierte a un hombre en politico
hilos de -~ntecimientos históricos importantes, si no está al servicio de una «causa» y no hace
elevan al¿~~litico profesional} incluso al que ocu de la responsabilidad para con esa causa la estre
pa posíc,iones formalmente modestas ¡ por encima lla que oriente la acción, Pata eso se necesita (y
de lo y(>tídiano. La cuestión que entonces se le esta es la cualidad psicológica decisiva para el po
plante, es la de cuáles son las cualidades que le lítico) mesura (Augenmass)) capacidad para de
perf?1tirán estar a la altura de ese poder (por lí jar que la realidad actúe sobre uno sin perder el
mitado que sea en su caso concreto) y de la res- recogimiento y la tranquilidad, es decir, para
....
.~~
154 Max Weber El político y el científico 155
guardar la distancia con los hombres y las cosas, trabajo científico. Muy diferentes son sus resul
El «no saber guardar distancias» es uno de los tados en el político, quien utiliza inevitablemente
pecados mortales de todo político y una de esas como instrumento el ansia de poder. El «instinto
cualidades cuyo olvido condenará a la impotencia de poder») como suele llamarse, está, así, de
política a nuestra actual generación de intelectua hecho) entre sus cualidades normales, El pecado
les. El problema es, precísamente, el de cómo pue contra el Espíritu Santo de su profesión comien
de conseguirse que vayan juntas en las mismas za en el momento en que este ansia de poder deja
o€,-'
almas la pasión ardiente y la mesurada frialdad, de ser positiva (unsachlich)} deja de estar exclu
:.;: La política se hace con la cabeza y no con otras sivamente al servicio de la «causa» para conver
partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la tirse en una pura embriaguez personal. En último
entrega a una causa sólo puede nacer y alimen término, no hay más que dos pecados mortales
.,• tarse de la pasión, sí ha de ser una actitud autén en el terreno de la política: la ausencia de fmali
ticamente humana y no un frívolo juego intelec dades objetivas y la falta de responsabilidad, que
tual. Sólo el hábito de la distancia (en todos los frecuentemente, aunque no siempre, coincide con
~ sentidos de la palabra) hace posible la enérgica aquélla. La vanidad, la necesidad de aparecer
1
doma del alma que caracteriza al político apasio siempre que sea posible en primer plano, es lo
:?- nado y lo distingue del simple diletante político que más lleva al político a cometer uno de estos
«estérilmente agitado», La «fuerza» de una «per pecados o los dos a la vez. Tanto más cuanto que
sonalidad» política reside, en primer lugar, en el demagogo está obligado a tener en cuenta el
~
la posesión de estas cualidades, «efecto»; por esto está siempre en peligro, tanto
Por esto el político tiene que vencer cada día de convertirse en un comediante, como de tomar
y cada hora un enemigo muy trivial y demasiado a la ligera la responsabilidad que por las conse
humano, la muy común vanidad} enemiga mortal cuencias de sus actos le incumbe y preocuparse
de toda entrega a una causa y de toda mesura, en sólo por la «impresión» que hace. Su ausencia de
este caso de la mesura frente a sí mismo, finalidad objetiva le hace proclive a buscar la apa
La vanidad es una cualidad muy extendida y riencia brillante del poder en lugar del poder real;
=.
"
tal vez nadie se vea libre de ella. En los círculos su falta de responsabilidad 10 lleva a gozar del
~.~
académicos y científicos es una especie de enfer poder por el poder) sin tomar en cuenta su finali
medad profesional. Pero precisamente en el hom dad, Aunque el poder es el medio ineludible de
::. bre de ciencia, por antipática que sea su manifes la política, o más exactamente, precisamente por
tación, la vanidad es relativamente inocua en el gue 10 es, y el ansia de poder es una de las fuer
sentido de que, por lo general, no estorba el zas que la impulsan, no hay deformación más
156 Max Weber El político y el científico 157
permClOsa de la fuerza política que el baladro poder es ya cuestión de fe. Puede servir finalida
near de poder como un advenedizo o complacerse des nacionales o humanitarias, sociales y éticas
vanidosamente en el sentimiento de poder, es o culturales, seculares o religiosas; puede sentir
decir, en general, toda adoración del poder puro se arrebatado por una firme fe en el «progreso»
en cuanto tal. El simple «político de poder» en cualquier sentido que éste sea) o rechazar
(lvIachtpolitiker), que también entre nosotros es fríamente esa clase de fe; puede pretender en
objeto de un fervoroso culto, puede quizás ac contrarse al servicio de una <<idea» o rechazar por
tuar enérgicamente, pero de hecho actúa en d principio ese tipo de pretensiones y querer servir
vado y sin sentido alguno. En esto los críticos 5610 fines materiales de la vida cotidíana. Lo que
de: la «política de poder» {Machtpolitik) tienen importa es que siempre ha de existií alguna
toda la razón. En el súbito derrumbamiento in . Cuando ésta falta) incluso los éxitos polítíco~
terno de algunos representantes típicos de esta aparentemente más sólidos) y esto es perfecta
actitud hemos podido comprobar cuánta debili· mente justo, llevan sobre sí la maldición de la
dad interior y cuánta impotenda se esconde tras inanidad.
estos gestos, ostentosos pero totalmente vados. Con 10 que acabamos de decir nos encontramos
Dicha actítud es producto de una mezquina y su ya ante el último de los problemas de que hemos
perficial indiferencia frente al sentido de la acción de ocuparnos hoy, el del ethos de la política
humana, que no tiene ningún parentesco con la como «causa». ¿Cuál es el papel que, indepen
candencia de la urdimbre trágica en que se asien· dientemente de sus fines, ha de llenar la política
ta la trama de todo quehacer humano y especial. en la economía ética de nuestra manera de vivir?
mente del quehacer político. ¿Cuál es, por así decir, el lugar ético que ella
Es una tremenda verdad y un hecho básico de ocupa? En este punto chocan entre sí concepcio
la Historia (de cuya fundamentación no tenemos Des básicas del mundo entre las cuales, en último
que ocuparnos en detalle aquí) el de que frecuen término, hay que escoger. Vayamos de frente a
temen te o, mejor, generalmente, el resultado final este problema que últimamente se ha puesto de
de la acción política guarda una relación absoluta nuevo en discusión y en una forma que es, a mi
mente inadecuada, y frecuentemente incluso para entender, totalmente equivocada.
dójica, con su sentido originario. Esto no permite, Liberémonos antes) sin embargo, de una falsi
sin embargo, prescindír de ese sentido, del ser ficación perfectamente trivial. Quiero decir con
vicio a una «causa», si se quiere que la acción ello que la ética puede surgir a veces con un papel
tenga consistencia interna. Cuál haya de ser la extremadamente fatal. Veamos algunos eíemplos.
causa para cuyo servicio 'busca y utiliza el político Raramente encontrarán ustedes a un hombre que
158 Max Weber El político y el científico 159
haya dejado de amar a una mujer para amar a otra de las consecuencias que hay que sacar de este
y no se sienta obligado a justificarse ante sí mismo hecho respecto de los intereses materiales que
diciendo que la primera no era digna de su amor) estaban en juego y respecto de la responsabilidad
o que lo ha decepcionado, o dándose cualquier hacia el futuro) que es lo principal y que incumbe
otra «razóm> por el estilo. Esto es falta de caba sobre todo al vencedor.» Todo lo que no sea esto
llerosidad. En lugar de afrontar simplemente el es indigno y se paga antes o después. Una nación
destino de que ya no quiere a su mujer y de que perdona el daño que se hace a sus intereses) pero
ésta tiene que soportarlo) procediendo de modo no el que se hace a su honor y menos que nin
muy poco caballeroso trata de crearse una «legi. guno el que se le infiere con ese clerical vicio de
timidad» en virtud de la cual pretende tener ra querer tener siempre razón. Todo nuevo docu
zón y cargar sobre ella las culpas, además de la mento que tras decenios aparezca hará levantarse
infelicidad. Del mismo modo procede el compe de nuevo el indigno clamoreo, el odio y la ira,
tidor que triunfa en una lid erótica: el rival debe en lugar de permitir que, al menos moralmente)
de valer menos cuando ha resultado vencido. Pero la guerra hubiera quedado enterrada al terminar.
también es ésta la situación en que se encuentra Esto sólo puede conseguirse mediante la objeti
el vencedor de una guerra cuando) cediendo al vidad y la caballerosidad, y sobre todo sólo me
mezquino vicio de querer tener siempre razón, diante la dignidad. Nunca mediante una «ética»
pretende que ha vencido porque tenía la razón que) en verdad, lo que significa es una indignidad
de su parte. O la misma también de quien se quie de las dos partes. Una ética que, en lugar de pre
bra moralmente bajo los terrores de la guerra y ocuparse de 10 que realmente corresponde al polí
entonces, en lugar de decir simplemente que no tico) el futuro y la responsabilidad frente a él, se
podía aguantar más, siente la necesidad de justi pierde en cuestiones, por insolubles políticamente
ficarse consigo mismo y afirma que no podía so estériles, sobre cuáles han sido las culpas en el
portarlo más porque tenía que luchar por una pasado. Hacer esto es incurrir en culpa política,
causa moralmente mala. O también la de quienes si es que las hay. Y con esta actitud se pasa ade
son vencidos en la guerra. Ponerse a buscar des más por alto la inevitable falsificación de todo el
pués de perdida una guerra quiénes son los «cul problema por muy materiales intereses: intereses
pables» es cosa propia de viejas; es siempre la del vencedor en conseguir las mayores ganancias
estructura de la sociedad la que origina la guerra. posibles) tanto morales como materiales, esperan
La actitud sobria y viril es la de decir al enemigo: zas del vencido de conseguir ventajas a cambio
«Hemos perdido la guerra) la habéis ganado vos de su confesión de culpa. Sí hay algo «abyecto»
otros. Esto es ya cosa resuelta. Hablemos ahora en el mundo es esto, y éste es el resultado de esa
1>.
El político y el científico 161
160 Max Weber
utilización de la «ética» como medio para «tener ble intención. Pero de lo que estamos hablando
razón». aquí es de los medios. También los combatidos
¿Cuál es, pues, la verdadera relación entre éti adversarios creen, con una conciencia absoluta
ca y política? ¿No tienen nada que ver la una mente buena, en la nobleza de sus propias inten
con la otra, como a veces se dice? (O es cierto, ciones. «Quien a hierro mata a hierro muere»
por el contrario, que hay «una sola» ética, válida y la lucha es siempre lucha. ¿Qué decir, entonces,
para la actividad política como para cualquier otra sobre la ética del Sermón de la Montaña? El Ser
actividad? Se ha creído a veces que estas dos úl món de la Montaña, esto es, la ética absoluta del
timas afirmaciones son mutuamente excluyentes; Evangelio, es algo mucho más serio de lo que
que sólo puede ser cierta la una o la otra, pero piensan quienes citan sus mandamientos. No es
no las dos. ¿Pero es cierto acaso que haya alguna para tomarlo a broma. De esa ética puede decirse
ética en el mundo que pueda imponer normas lo mismo que se ha dicho de la causalidad en la
de contenido idéntico a las relaciones eróticas, ciencia, que no es un carruaje que se pueda hacer
comerciales, familiares y profesionales, a la rela parar para tomarlo o dejarlo a capricho. Se la
ción con la esposa, con la verdulera, el hijo, el acepta o se la rechaza por entero, este es precisa
competidor, el amigo o el acusado? ¿ Será verdad mente su sentido; proceder de otro modo es tri
que es perfectamente indiferente para las exigen vializarla. Pensemos, por ejemplo, en la parábola
cias éticas que a la política se dirigen el que ésta del joven rico, de quien se nos dice «pero se alejó
tenga como medio específico de acción el poder, de allí tristemente porque poseía muchos bienes».
tras el que está la violencia? ¿No estamos viendo El mandamiento evangélico es incondicionado y
que los ideólogos bolcheviques y cspartaquistas unívoco: da a los pobres cuanto tienes} todo. El
obtienen resultados idénticos a los de cualquier político dirá que este es un consejo que social
dictador militar precisamente porque se sirven mente carece de sentido mientras no se le imponga
de este instrumento de la política? ¿En qué otra a todos. En consecuencia recurrirá a los impues
cosa, si no es en la persona del titular del poder tos confiscatorios, a la pura y simple confiscación,
y en su diletantismo, se distingue la dominación en una palabra, a la coacción y la reglamentación
de los consejos de obreros y soldados de la de contra todos. No es esto, sin embargo, en modo
cualquier otro gobernante del antiguo régimen? alguno 10 que el mandato ético postula, y esa es
¿En qué se distingue de la de otros demagogos su verdadera esencia. Ese mandato nos ordena
la polémica que hoy mantiene la mayor parte de también «poner la otra mejilla», incondicional
los representantes de la ética presuntamente nue mente, sin preguntarnos si el otro tiene derecho
va contra sus adversarios? Se dirá que por la no- a pegar. Esta ética es} así, una ética de la índig-
Max Weber.-ll
.\t..
162 Max Weber El político y el científico 163
nidad, salvo para los santos. Quiero decir con sistencia. Ahora, y una vez que pase el cansancio,
esto que sí se es en todo un santo, al menos in quedará desacreditada la paz) no la guerra. Una
tencionalmente, si se vive como vivieron Jesús, consecuencia de la ética absoluta.
los Apóstoles, San Francisco de Asís y otros como Finalmente, la obligación de decir la verdad,
ellos, entonces esta ética sí está llena de sentido que la ética absoluta nos impone sin condiciones.
y sí es expresión de una alta dignidad, pero no De aquí se ha sacado la conclusión de que hay que
si así no es. La ética acásmica nos ordena «no re publicar todos los documentos, sobre todo aque
sistir el mal con la fuerza»} pero para el político llos que culpan al propio país, y, sobre la base de
10 que tiene validez es el mandato opuesto: has esta publicación unilateral, hacer una confesión
de resistir al mal con la fuerza, pues de lo con de las propias culpas igualmente unilateral, in
trario te haces responsable de su triunfo. Quien condicional, sin pensar en las consecuencias. El
quiere obrar conforme a la moral del Evangelio político se dará cuenta de que obrando así no se
debe abstenerse de participar en una huelga, que ayuda a la verdad, sino que, por el contrario, se
es una forma de coacción, e ingresar en un sindi la oscurece con el abuso y el desencadenamiento
cat(i!J[~an~~ sobre todo, debe abstenerse de de las pasiones. Verá que sólo una investigación
hablar ~<Revolución». Pues esa ética no ense bien planeada y total, llevada a cabo por per
ña, ni mucho menos, que la única guerra legitima sonas imparciales, puede rendir frutos, y que
sea precisamente la guerra civil. El pacifista que cualquier otro proceder puede tener, para la
obra según el Evangelio se sentirá en la obliga nación que lo siga, consecuencias que no podrán
ción moral de negarse a tomar las armas o de ser eliminadas en decenios. La ética absoluta,
arrojarlas, como se recomendó en Alemania, para sin embargo, ni siquiera se pregunta por las con
poner término a la guerra y, con ella, a toda secuenczas.
guerra. El político, por su parte, dirá que el úni Con esto llegamos al punto decisivo. Tenemos
co medio de desacreditar la guerra pata todo el que ver con claridad que toda acción éticamente
futuro previsible hubiese sido una paz de com orientada puede ajustarse a dos máximas funda
promiso que mantuviese el statu quo. Entonces mentalmente distintas entre sí e irremediablemen
se hubieran preguntado los pueblos que para qué te opuestas: puede orientarse conforme a la «éti
había servido la guerra. Se la habría reducido al ca de la convicción» o conforme a la «ética de
absurdo, cosa que ahora no es posible, pues para la responsabilidad» (<<gesinnungsethisch» oder
los vencedores, al menos una parte de ellos, habrá «verantwortungsethísch»). No es que la ética de
sido rentable políticamente. Y responsable de esto la convicción sea idéntica a la falta de responsabi
es esa actitud que nos incapacitaba para toda re- lidad o la ética de la responsabilidad a la falta de
164 Max Weber
t
~~
~Y
El político y el cíentifico 165
:.:;.:
convicción. No se trata en absoluto de esto. Pero del orden social. Prenderla una y otra vez es la
sí hay una diferencia abismal entre obrar según la alidad de sus acciones que, desde el punto de
máxima de una ética de la convicción, tal como vista del posible éxito, son plenamente irracio
la que ordena (religiosamente hablando) «el cris nales y sólo pueden y deben tener un valor
tiano obra bien y deja el resultado en manos de ejemplar.
Dios» o según una máxima de la ética de la res Pero tampoco con esto llegamos al término del
ponsabilidad, como la que ordena tener en cuen problema. Ninguna ética del mundo puede eludir
ta las consecuencias previsibles de la propia ac el hecho de que para conseguir fines «buenos»
ción. Ustedes pueden explícar elocuentemente a hay que contar en muchos casos con medios mo
un sindicalista que las consecuencias de sus accio ralmente dudosos, o al menos peligrosos) y con
nes serán las de aumentar las posibilidades de la la posibílidad e incluso la probabilidad de conse
reacción, incrementar la opresión de su clase y cuencias laterales moralmente malas, Ninguna éti·
dificultar su ascenso; si ese sindicalista está fume ca del mundo puede resolver tampoco cuándo
en su ética de la convicción, ustedes no lograrán y en qué medida quedan «santificados» por el fin
hacerle mella. Cuando las consecuencias de una moralmente bueno los medios y las consecuencias
acción realizada conforme a una ética de la con laterales moralmente peligrosos. J
vicción son malas, quíen la ejecutó no se siente El medio decisivo de la política es la viol)ncía
responsable de ellas, sino que responsabiliza al y pueden ustedes medir la intensidad de/hí ten·
mundo, a la estupidez de los hombres o a la vo sión que desde el punto de vista ético eyiste entre
luntad de Dios que los hizo así. Quien actúa con medios y fines recordando, por ejerpp1o, el caso
forme a una ética de la responsabilidad, por el de los socialistas revolucionarios y(ndencía Zim
contrario, toma en cuenta todos los defectos del merwald), los cuales durante la gúerra se goberna
hombre medio. Como dice Fichte, no tiene ningún ban de acuerdo con un priLi'FlÍo que podríamos
derecho a suponer que el hombre es bueno y per formular descarnadamente/ en los siguientes tér
fecto y no se siente en situación de poder descar minos: «Si tenemo~queélegir entre algunos años
gar sobre otros aquellas consecuencias de su acción más de guerra que tr 'gan entonces la revolución
que él pudo prever. Se dirá siempre que esas o una paz inmedí I a que la impida, preferimos
consecuencias son imputables a su acción. Quien esos años más dy/guerra.» A la pregunta de qué
actúa según una ética de la convicción) por el es lo que podíy!taer consigo esa revolución) todo
contrario, sólo se siente responsable de que no socialista ciyritíficamente educado habría contes
flamee la llama de la pura convicción, la llama, tado que y(o cabía pensar en modo alguno en el
por ejemplo, de la protesta contra las injusticias paso a ,1)'6a economía socialista, en el sentido que
172 Max Weber El político y el científico 173
nos y externos. En las condiciones de la moderna nuev ente la colidianeidad tradicional: los hé
lucha de clases, tiene que ofrecer como premio ro s de la fe y la fe misma desaparecen o, lo que
interno la satisfaccíón del odio y del deseo de s más eficaz aún, se transforman en parte cons
t~v~ncha y, sobre tO??, la satisf/a~ción del resen· / titutiva de la fraseología de los pí.c,aros y de los
tlmlento y de la paSlOn pseudoetlCa de tener ta- técnicos de la política. Esta evoluclOn se produce
zón; es decir, tiene que satisfacer la necesidad de. de forma especialmente rápida en las contiendas
d~ifamar al. adversario Y, de acusarle de herejía.¡" ideológicas porque suelen estar dirigidas o inspi-
Como me~os externos, tiene que ofrecer la av,e,9/ radas por auténticos caudillos) profetas de la .re
tura, el ~nunfo, el botm, el poder y las pr~gen- volucíón. Aquí, como en todo ~p,arato som~t1~o
das. El Jefe depende por entero para su trrÓnfo a una jefatura, una de las condICIOnes del exIto
del funcionamiento de este aparato y P.g{ esto es el empobrecimiento espiritual, la cosificación,
depende de los motivos del aparato y 06 de los la proletarización espiritual en pro de la «dísci·
suyos propios. Tiene, pues, que asegl,l.far perma· plirull>. El séqui to triunfan te de UD caudillo ideo
nentemente esos premios para los s~gmdores que l&ic: ~ ~ T;¡~"'::C=---"~ :0-= ~~<:lT r?'r.-:E
necesi la, es decir: para los guardl.a§ rojos, los pí.
caros y los agitadores. En taleS' condiciones, el
e
'.
Ñ;,. ptrhenrfados. -
-
~ e:: :::::::: =~ _-_"'C-.~~c-:-s.::::.r::=.==-::: . .-:"::::.L~' ~~
resultado objetivo de su acción¡ó"o está en su mano, %_ Quien quiera en general hacer política y, sobre
$-;.
sino que le viene impuesto ,por esos motivos éti- :~~1odo, quíen quiera hacer polítíca como profesión,
cos, predominantemente ~yectos, de sus segui. ~., i~ba de tener conciencia de estas paradojas éticas ,Y
dores, que sólo pueden letrefrenados en la me- ::' .~ de su responsabilidad por lo que él mismo> baJO
dida en que al menos Una parte de éstos, que en f
",i.1U presión, puede llegar a ser. Repito que quien
este mundo nunca sej~ la mayoría, esté animada ~ ;Ihace
política pacta con los poderes diabólicos que
por u~a noble fe 7'? su ~et,sona y en su .causa. :- ,~~'·acechan en torno de t,~?O poder, ,Los ~ran.des
Pero: mcluso cuaJCIo subJetl vamen te es smcera, ~ ,li-virtuosos del amor al propmo y del. blen acosmlco,
no solo esta fe 110 pasa de ser en la mayor parte ~. (~'de Nazaret, de Asís o de los palacIOS reales de la
de los casos ~s que una «legitimación» del an- '" :i~:lndia, no operaron con medios políticos, con el
sia de vengania, de poder, de botín y de preben. lpoder. Su reino «no era de este mundo», pese a
das (no nos ingañemos, la interpretación materia--~:que hayan tenido y tengan eficacia en él. Platón
lista de la .-historia no es tampoco un carruaje que'~:,Karatajev y los santos dostoíevskianos siguen
se toma. y se deja a capricho, y no se detiene :'~~siendo sus más fieles reproducciones, Quien busca
ante los"áutores de la revolución), sino que, sobre
todo, : tras la revolución emocional, se impone
'.la
salvación de su alma y la de los demás que no
"~4 la busque por el camino de la política, cuyas ta
;' .~
~.'
~
·f
Max \'<7eber El político y el científico 175
174
teas, que son muy otras, sólo pueden ser cumpli ereditada para muchas generaciones porque en su
das mediante la fuerza. El genio o demonio de persecución no se tuvo presente la responsabili
la política vive en tensión interna con el dios del dad por las consecuencias.
amor, incluido el dios cristiano en su configura Quien así obra no tiene conciencia de las po
ción eclesiástica, y esta tensión puede convertirse tencias diabólicas que están en juego. Estas po
en todo momento en un conflicto sin solución. tencias son inexorables y originarán consecuencias
Esto lo sabían ya los hombres en la época de 1:::1 que afectan tanto a su actividad como a su pro
dominación de la Iglesia. Una y otra vez caía el pía alma, frente a las que se encuentra indefenso
interdicto papal sobre Florencia (yen esa época si no las ve. «El demonio es viejo; hazte viejo
esto significaba para los hombres y la salud de sus para poder entenderlo.» No se trMa en esta frase
.~ de años, de edad . Yo nunca me he dej ado abrumar
almas un poder más fuerte que lo que Fiehte llama
3. «2.~!:':: 1::: ae..é- 1:. ~ a > ce - :'.::6.: :::l.Cru k.m. tiao.o), en lli12 ¿s.-..---usión por el d;lw de la fecha de naci
~ miento. Pero el simple hecho de que alguien ten
~:...- .... ~ -\-"~--"E3-x. :;=,. ~~2: --);: ~ , :~~ ~
_,.:::_~':k
_:-- -
. ...- :::r.:::J_l:.
• --
-l~_ -~:...a::l~. Q_
..-...:;;. -
. -.1I1 lciesia."
--- ~ .= 1 J:í ....-- .'3.' ~~~.P veinte años y yo más de cincuenta tampoco
......
referencia a tales situaciones, y en un bello pasaje ~ ~puede inducirme, en definitiva, a pensar que eso
que, si la memoria no me engaña, pertenece a las ~ ~constituye un éxito ante el que tengo que temblar
«Historias florentinas», Maquiavelo pone en boca ~ :,j de pavor. Lo decisivo no es la edad, sino la edu
de uno de sus héroes la alabanza de aquellos que -! ~t cada capacidad para mirar de frente las realidades
colocan la grandeza de la patria por encima de l . :; ¡ de la vida, soportarlas y estar a su altura.
salvación de sus almas. ~ r Es cierto que la política se hace con la cabeza,
Si en lugar de ciudad natal o de «patria», que í ¡ pero en modo alguno solamente con la cabeza. En
quizás no tienen hoy para todos un significado .~ t esto tienen toda la razón quienes defienden la
unívoco, dicen ustedes «el futuro del socialismo»> t 1 wca de la convicción. Nadie puede, sin embargo,
o la «paz internacional», tendrán planteado d ~ ! prescribir si hay que obrar conforme a la ética
problema en su forma actual. Todo aquello que .~ \ de la responsabilidad o conforme a la ética de la
se persigue a través de la acción política, que se i ~ convicción, o cuándo conforme a una y cuándo
sirve de medios violentos y opera con arreglo ~ conforme a otra. Lo único que puedo decirles es
ética de la responsabilidad, pone en peligro la ~ f que cuando en estos tiempos de excitación que
«salvación del alma». Cuando se trata de conse q. ustedes no creen «estéril» (1a excitación no es ni
guir una finalidad de ese género en un combate esencialmente ní siempre una pasión auténtica)
ideológico y con una pura ética de la convicción, veo aparecer súbitamente a los políticos de con
esa finalidad puede resultar perjudicada y desa- vicción en medio del desorden gritando: «el mun
176 Max Weber El polítíco y el científico 177
do es estúpido y abyecto, pero yo no; la responsa tengo muchos motivos para temer, llevamos ya
bilidad por las consecuencias no me corresponde mucho tiempo dominados por la reacción y se ha
a mí, sino a los otros para quienes yo trabajo y realizado muy poco o quizás absolutamente nada
cuya estupidez o cuya abyección yo extirparé», de lo que, seguramente muchos de ustedes, y yo
lo primero que hago es cuestionar la solidez in mismo, como he confesado frecuentemente, hemos
terior (inneren Schwel'gewichts) que existe tras deseado y esperado (muy probablemente eso no
esta ética de la convicción. Tengo la impresión de me aniquilará, pero supone) desde luego, una gra
que en nueve casos de cada diez me enfrento con ve carga saber que así será) me gustará mucho
odres llenos de viento que no sienten realmente saber qué «ha sido» interiormente de aquellos de
lo que están haciendo, sino que se inflaman con entre ustedes que ahora se sienten auténticos
sensaciones románticas. Esto no me interesa mu «políticos de convicción» y participan en la em
cho humanamente y no me conmueve en absoluto. briaguez de esta revolución actual. Sería muy bello
Es, por el contrarío, infinitamente conmovedora que las cosas fueran de tal modo que se les pu
la actitud de un hombre maduro (de pocos o diera aplicar lo que Shakespeare dice en el so
muchos años, que eso no importa), que siente neto 102:
realmente y con toda su alma esta responsabilidad
por las consecuencias y actúa conforme a una Entonces era primavera y tierno nuestro amor
ética de responsabilidad, y que al llegar a un cier Entoces la saludaba cada día con mi canto
to momento dice: «no puedo hacer otra cosa, aquí Como canta el ruiseñor en la alborada del estío
me detengo». Esto sí es algo auténticamente hu y apaga sus trinos cuando va entrando el día
mano y esto sí cala hondo. Esta situación puede,
en efecto, presentársenos en cualquier momento Pero las cosas no son así. Lo que tenemos ante
a cu:J1quiera de nosotros que no esté muerto in· nosotros no es la alborack del estío, sino una
teriormente. Desde este punto de vista la ética noche polar de Ul12. dureza y una oscuri d(id h eh
de la responsabilidad \' la éúca de la convicción¡, das, cualesquiera que sean los grupos que ahora
no son términos absol~tamente opuestos, sino de- J triunfen. Allí en donde nada hay, en efecto, no
mentas complementarios que han de conCQ.~;..i.: ~ es sólo el Emperador quien pierde sus derechos,
para formar al hombre auténtico, al hombre que .-, sino también el proletario. Cuando esta noche se
puede tener «vocación política». disipe poco a poco ¿ Quién de aquellos vivirá
y ahora, estimados oyentes, los emplazo para : cuya primavera florece hoy aparentemente con tan
que hablemos nuevamente de este asunto dentro ~~ ta opulencia? ¿Y qué habrá sido entonces interna
de diez años. Si entonces, como desgraciadamente " mente de todos ellos? Habrán caído en la amar
.Iia;.¡ Weber.-12
El político y el científico 179
178 Max Weber
gura o en la grandilocuencia vacía, o habrán acep desde su punto de vísta, el mundo se muestra
tado simplemente el mundo y su profesión, o demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo
habrán seguido un tercer camino, que no es el que él le ofrece; sólo quien frente a todo·esto
más infre<;uente, el de la huida mística del mundo es capaz de responder con un «sin embargo»;
sólo un hombre de esta forma construido tiene
para aquellos que tienen dotes para ello o que
(y esto es lo más común y 10 peor) adoptan este «vocación» para la política.
camino para seguir la moda. En cualquiera de
estos casos sacaré la consecuencia de que no han
estado a la altura de sus propios actos, de que
no han estado a la altura del mundo como real
mente es, y a la altura de su cotidianeic1ad. Ob
jetiva y verdaderamente, no han tenido, en sen
tido profundo, la vocación política que creían
tener. Hubieran hecho mejor ocupándose lisa y
llanamente de la fraternidad de hombre a hombre
y dedicándose simplemente a su trabajo cotidiano.
La política consiste en una dura y prolongada
penetración a través de tenaces resistencias, para
la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y
mesura. Es completamente cierto, y así 10 prue
ba la Historia, que en este mundo no se consigue
nunca lo posible si no se intenta 10 imposible
una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto
no sólo hay que ser un caudillo, sino también un
héroe en el sentido más sencillo de la palabra.
Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro
han de armarse desde ahora de esa fortaleza de
ánimo que permite soportar la destrucción de
todas las esperanzas, si no quieren resultar inca
paces de realizar incluso lo que hoyes posible.
Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando,