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La política como vocación ,1;
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C,\~II e l'"

~.1
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La conferencia que, accediendo a sus deseos,


he de pronunciar hoy les defraudará por diver­
sas razones. De una exposición sobre la política
como vocación esperarán ustedes, incluso invo­
luntariamente, una toma de posición frente a los
problemas del momento presente. Esto, sin em­
bargo, es cosa que haré sólo al final, de un modo
'" Aquí debernos hacer una advertencia. Las ideas contenidas
en los siguientes trabajos fueron expuestas en una conferencia
~.,..~ pronunciada, por invitación de la Asociación Libre de Estudiantes
de Munich, durante el invierno revolucionario de 1919, y van
as! marcadas con la inmediatez de la palabra hablada. Esta confe­
rencia, asi corno la de «La ciencia como vocación», formaba
,,-- parte de un ciclo, a cargo de diversos oradores, que se proponía
servir de guía para las diferentes formas de actividad basadas
en el trabajo intelectual a una juventud recién licenciada del
,~, servicio militar y profundamente trastornada por las experiencias
de la guerra y la postguerra. El autor completó más tarde su ex­
pos.ici6n antes de darla a la imprenta y la publicó por vez pri­
mera en su forma actual durante el verano de 1919. (Nota de
Marianne Weber, en Heidelberg, agosto de 1926.)

81

Mnx Weber.~

82 Max Weber El político y el científico 83


r.
3?
'puramente formal y en conexión con determina­ ~ nido de su actividad. Apenas existe una tarea que
g
das cuestiones relativas a la importancia de la ': aquÍ o allá no haya sido acometida por una aso­
actividad política dentro del marco general de ~ ciación política y, de otra parte, tampoco hay
la conducta humana. De la conferencia de hoy ~ ninguna tarea de la que pueda decirse que haya
~~~
quedarán excluidas, por el contrarío, todas las ~ sido siempre competencia exclusiva de esas aso­
~
cuestiones concernientes a la política que debe­ ~ ciaciones políticas que hoy llamamos Estados o
mos hacer) es decir, al contenido que debemos
l).

~ de las que fueron históricamente antecedentes del


dar a nuestro quehacer político. Estas cuestiones
~ Estado moderno, Dicho Estado sólo es definible
nada tienen que ver con el problema general de ji sociológícamente por referencia a un medio espe­
li
qué es y qué significa la política como vocación. ~ cifico que él, como toda asociación política, posee:
Pasemos, pues, a nuestro tema. ,11"
la violencia física. «Todo Estado está fundado en
¿ Qué entendemos por política? El concepto la violencia», dijo Trotsky en Brest-Lítowsk.
es extraordinariamente amplio y abarca cualquier Objetivamente esto es cierto. Si solamente exis­
género de actividad directiva autónoma. Se habla tieran configuraciones sociales que ignorasen el
de la política de divisas de los Bancos, de la po­ medio de la violencia habría desaparecido el con­
lítica de descuento del Reichsbank) de la política cepto de «Estado» y se habría instaurado lo que,
de un sindicato en una huelga, y se puede hablar en este sentido específico, llamaríamos «anarquía».
igualmente de la política escolar de una ciudad 1....s violencia no es} naturalmente, ni el medio nor­
o de una aldea, de la poli tica que la presidencia
mal ni el único medio de que el Estado se vale,
de una asociación lleva en la dirección de ésta e
pero sí es su medio específico. Hoy, precisamen­
incluso de la política de una esposa astuta que
te, es especialmente íntima la relación del Estado
trata de gobernar a su marido. Naturalmente, no
con la violencia. En el pasado las más diversas
es este amplísimo concepto el que servirá de base
asociaciones, comenzando por la asociación fami­
a nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por
liar (Síppe), han utilizado la violencia como un
política entenderemos solamente la dirección o la
medio enteramente normal. Hoy, por el contra­
influencia sobre la dirección de una asociación
rio, tendremos__ ~lue- ..d€GÍr -E¡ue--Es·t-aQo--cs__ªquelia
política) es decir, en nuestro tiempo, de un Estado.
comurnElad'"};úmana que, dentro de un deúirrri~,
¿Pero) qué es, desde el punto de vista de la
nado terri torio (el «territorio» es elemento dis- "
consideración sociológica, una asociación «poJi.
tintivo), reclama (con éxito) para sí el monol?.<?lio
tica»? Tampoco es éste un concepto que pueda
de la violeJ:uia-fí;s-ie-a--!-e-gfttma:· I::-o--especHico de
ser sociológicamente definido a partir del cante-
nuestro tiempo es que a todas las demás asocia­
···st:

Max Weber El político y el científico 85


84
ciones e individuos sólo se les concede el dere­ quienes en ese momento dominan. ¿Cuándo y por
~ qué hacen esto? ¿Sobre qué motivos internos de
cho a la violencia física en la medida en que el ~j
Estado lo permite. El Estado es la única fuente
'. justificación y sobre qué medios externos se apoya
esta dominación?
del «derecho» a la violencia. Política significará,
En principio (para comenzar por ellos) existen
pues, para nosotros, la aspiración (Streben) a par­
tres tipos de jusüficacíones internas, de funda­
ticipar en el poder o a influir en la distribución
,:~ mentos de la legitimidad de una dominación. En
del poder entre los distintos Estados o, dentIO de ~,
'. prÍmer lugar} la legitimidad del «eterno ayer»,
un mismo Estado, entre los distintos grupos de f.~
-,
,~ de la costumbre consagrada por su inmemorial
hombres que lo componen. 'i{

~
validez y por la consuetudinaria orientación de
Esto se corresponde esencialmente con la acep­
~? los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad
ción habitual del término. Cuando se dice que ;~ .
. ~l: «tradicional», como la que ejercían los patriarcas
una cuestión es política) o que son «políticos» un ~;
.;r.: y los príncipes patrimoniales de vieío cuño. En
ministro o un funcionarío, o que una decisión
está «políticamente» condicionada} lo que quiere
~¡. segundo término, la autoridad de la gracia (Caris­
ma) personal y extraordinaria, la entrega pura­
'i=
significarse siempre es que la respuesta a esa
cuestión) o la determÍnación de la esfera de acti­ M
,¡t,c
mente personal y la confianza, igualmente perso­
nal, en la capacidad para las revelaciones, el
vidad de aquel funcionario} o las condiciones de '*,
":5"' heroísmo u otras cualidades de caudillo que un in­
esta decisión, dependen directamente de los ínte­ ~ dividuo posee. Es esta autoridad «carismática~>
reses en torno a la distribución, la conservación f la que detentaron los Profetas o, en el terreno
~.

o ]a transferencia del poder. Quien hace política [t~. político, los jefes guerreros elegidos} los gober­
aspíra al poder; al poder como medio para la ,*:
nantes plebiscitarios) los grandes demagogos o los
consecución de otros fines (idealístas o egoístas) :1 jefes de los pattidos políticos. Tenernos, por úl­
o al poder «por el poder», para gozar del 'senti­
miento de prestigio que él confiere.
El Estado) como todas las asociaciones políti­
.J:1' rimo, una legitimidad basada en la «legalidad»,
en la creencia en la validez de preceptos legales
en la ~<competencia» objetiva fundada sobre
cas que históricamente lo han precedido) es una
relación de dominación de hombres sobre hom­
-¡~l. armas racionalmente creadas, es decir, en la
oríentación hacía la obediencia a las obligaciones
.~-
bres, que se sostiene por medio de la violencia legalmente establecidas; una dominación como la
legítima (es decir) de la que es vista como tal). ue ejercen el moderno «servidor del Estado» y
Para subsistir necesita, por tanto, que los domi­ odas aquellos titulares del poder que se aseme­
nados acaten la autoridad que pretenden tener jan a él.
86 Max Weber 1
El político y e lcientíflco 87

Es evidente que, en la realidad, la obediencia


de los súbditos está condicionada por muy pode­
tosas motivos de temor y de esperanza (temor
a la venganza del poderoso o de los poderes má­
i
-Of'
..~~'
~~, .
r;
«vive para su obra». Pero es a su persona y a sus
cualidades a las que se entrega el discipulado, el
~~uito) el partido. El caudillaje ha surgido en
todos los lugares y épocas bajo uno de estos dos
'ir;
gicos, esperanza de una recompensa terrena o ul­ aspectos) los más importantes en el pasado: el
traterrena) y, junto con ellos, también por los
f
,i de mago o profeta, de una parte, y el de príncipe
J
más diversos intereses. De esto hablaremos inme­ .1;­
guerrero, jefe de banda o condottíero, de la otra.
:-~
diatamente. Pero cuando se cuestionan los moti­ *-­
Lo propio del Occidente es, sin embargo) y esto
vos de «legitimidad» de la obediencia nos encon­ "Ji­
es lo que aquí más nos importa, el caudillaje polí­
tramos siempre con uno de estos tres tipos «pu­ -~- tico. Surge prímero en la figura del «demagogo»
ros». Estas ideas de la legitimidad y su funda­ libre, aparecida en el terreno del Estado-Ciudad,
mentación interna son de suma importancia para que es también creación propia de Occidente y,
la estructura de la dominación. Los tipos puros sobre todo, de la cultura mediterránea, y más
se encuentran, desde luego, muy raramente en la tarde en la del «jefe de partido» en un régimen
realidad, pero hoy no podemos ocuparnos aquí parlamentario, dentro del marco del Estado cons­
de las intrincadas modificaciones, interferencias v titucional, que es igualmente un producto especí­
combinaciones de estos tipos puros. Esto es cosa nco del suelo occidental.
que corresponde a la problemática de la «Teoría Claro está, sin embargo, gue estos políticos por
general del Estado». Lo que hoy nos interesa so­ «vocación» no son nunca las únicas figuras deter­
bre todo aquí es el segundo de estos tipos: la minantes en la empresa política de luchar por el
dominación producida por la entrega de los so­ poder. Lo decisivo en esta empresa es, más bien,
metídos al «carisma» puramente personal del «cau­ el género de medios auxiliares que los políticos
dillo». En ella arraiga) en su expresión más alta, .tienen a su disposición. ¿ Cómo comienzan a afir­
la idea de vocación. La entrega al carisma del pro­ /...,
mar su dominación los poderes políticamente do­
feta, del caudillo en la guerra) o del gran demagogo ~~-- minantes? Esta cuestión abarca cualquier forma
:; ~?'
en la Ecclesia o el Parlamento, significa) en efec­ de dominación y, por tanto, también la domina­
to, que esta :figura es vista como la de alguien que ción política en todas sus formas) tradicional, legal
está internamente «llamado» a ser conductor de o carismática.
hombres, los cuales no le prestan obediencia por­ Toda empresa de dominación que requiera una
que lo mande la costumbre o una norma legal, administración continuada necesita, de una parte,
sino porque creen en él. Y él mismo, si no es un -~I~~
la orientación de la actividad humana hacia la
mezquino advenedizo efímero y presuntuoso. obediencia a aquellos seil0res que se pretenden
88 Max Weber El polítíco y el científico 89
a
1
portadores del poder legítimo y, de la otra, el ~. externos, lo mismo que sucede con una empresa
.i
poder de disposición, gracias a dicha obediencia, fr.
1.
económica. Todas las organizaciones estatales pue­
~~
sobre aquellos bienes que, eventualmente, sean ~
den ser clasificadas en dos grandes categorías se­
necesarios para el empleo del poder físico: el equi­ ~~~y
gún el principio a que obedezcan. En unas, el
;1
po de personal administrativo y los medios ma­ ~ equipo humano (funcíonarios o lo que fueren)
teriales de la administración. 1 ~ con cuya obediencia ha de contar el titular del
fi
Naturalmente, el cuadro administrativo que ,j1 poder posee en pro piedad los medios de adminis­
representa hacia el exterior a la empresa de do­
minación política, como a cualquier otra empre­ t
;ü:
tración, consistan éstos en dinero, edificios, ma­
tedal bélico! parque de transporte, caballos o cual­
sa, no está vinculado con el detentador del poder quier otra cosa; en otras, el cuadro administrativo
por esas ideas de legitimidad de las que antes está ~<separadQ» de los medios de administración,
hablábamos, sino por dos medíos que afectan di­ en el mismo sentido en que hoy en día el prole­
rectamente al interés personal: la retdbución ma­ tario o el empleado «están» separados de los me­
terial y el honor social. El feudo de los vasallos, dios materiales de producción dentro de la empre­
las prebendas de los funcionarios patrimoniales sa capitalista. En estas últimas el titular del poder
y el sueldo de los actuales servidores del Estado, tiene los bienes requeridos para la administra­
de una parte! de la otra el honor del caballero, ción como una empresa propia! organizada por
los privilegios estamentales y el honor del fun­ él, de cuya administración encarga a servidores
cionario, constituyen el premio del cuadro admi­ personales! empleados, favoritos u hombres de
nistrativo y el fundamento último y decisivo de @ confianza, que no son propietarios, que no poseen
su solidaridad con el titular del poder. También it', por derecho propio los medios materiales de la
para el caudillaje carísmático tiene validez esta ~.{
.~
empresa; en las primeras sucede justamente 10

~
afirmación; el séquito del guerrero recibe el ho­ contrario. Esta diferencia se mantiene a través de
nor y el botín) el del demagogo los spoíls) la ex­ todas las organizaciones administrativas del pa­
plotación de los dominados mediante el monopolio
de los cargos, los beneficios políticamente condi­
~f sado.
A la asociación política en la que los medios
cionados y las satisfacciones de vanidad. de administración son, en todo o en parte, pro­
Para el mantenimiento de toda dominación por piedad del cuadro administrativo dependiente, la
la fuerza se requieren ciertos bienes materiales llamaremos asociación «estamentalmente» estruc­
turada. En la asociación feudal, por ejemplo, el
El lugar de inserción de este párrafo varía en las edicio­
nes alemana y francesa. Se ha seguido en esta edición castellana el vasallo paga de su propio bolsillo los gastos de
criterio de la francesa. (N. del T.) administración y de justicia dentro de su propio
--:;-~
.. ~
-~~.
--:

90 Max Weber ~~ El político y el cientffico 91

feudo, y se equipa y aprovisiona para la guerra; Jo.;.

t necen a este tipo. Especialmente el Estado bu­


sus subvasallos) a su vez, hacen lo mismo. Esta e
1,
rocrático, cuya forma más racional es, precisa­
situación originaba consecuencias evidentes para tt mente, el Estado moderno.
el poder del señor, que descansaba solamente en ~ En todas partes el desarrollo del Estado mo­
:~
"
el vínculo de la lealtad personal y en el hecho de 110
derno comienza cuando el ptíncipe inicia la ex­
f.
que la posesión sobre el feudo y el honor social ..~­ propiación de los titulares «privados» de poder
del vasallo derivaban su «legitimidad» del señor. :¿ administrativo que íunto a él existen: los propie­
En todas partes, incluso en las configuraciones it tarios en nombre propio de medios de adminis­
políticas más antiguas, encontramos también la Jt tración y de guerra, de recursos financieros y de
.i,¡;:
organización de los medios materiales de la ad· bienes de cualquier género políticamente utiliza­
--~~
ministración como empresa propia del señor. Este ¡:
bles. Este proceso ofrece una analogía total con
~ e-
trata de mantenerlos en sus propias manos, ad· el desarrollo de la empresa capitalista mediante
5:::.
ministrándolos mediante gentes dependientes de -,~

it·­
:~' ...
la paulatina expropiación de todos los producto­
él, esclavos) criados, servidores, «favoritos» per­ "r
res independientes. Al término del proceso vemos
1%
sonales o prebendados, retribuidos en especie o ""f:"'..
:¡¡;; cómo en el Estado moderno el poder de disposi­
;/­
en dinero con sus propias reservas. Intenta, igual­ ,<, ción sobre todos los medios de la empresa política
-:~~,
mente, atender a los gastos de su propio bolsillo, -~~
'.:!'(­
se amontona en la cúspide, y no hay ya ni un
con los productos de su patrimonio, y crear un "
-J":. soja funcionario que sea propietario del dinero
~
ejército que dependa exclusivamente de su per­ que gasta o de los edificios, recursos, instrumen­
.. . ~
sona porque se aprOVISlOna y se eqUIpa en sus -a:
-~­
tas o máquinas de guerra que utiliz3. En el Estado
{~
graneros, sus almacenes y sus arsenales. En tanto moderno se realiza, pues, al máximo (y esto es
_"'"
que en la asociación «estamental» el señor go­ :.tf esencial a su concepto mismo) la «separación»
bierna con el concurso de una «aristocracia» in­ entre el cuadro administrativo (empleados u obre­
dependiente, con la que se ve obligado a compar­
!' ros administra tívos) y los medios materiales de la
.~
tir el poder, en este otro tipo de asociación se ~~':­ administración. De este punto arranca la más re­
;~
apoya en domésticos o plebeyos, en grupos socia­ ~i dente evolución que, ante nuestros ojos, intenta
les desposeídos de bienes y desprovistos de un l; expropiar a este expropiador de los medios polí­
.~
honor social propio, enteramente ligados a él en .~ ticos y, por tanto) también del poder político .
f~;.
10 material y que no disponen de base alguna para -;~­
Esto es 10 que ha hecho la revolución, 2 al menos
crear un poder concurrente. Todas las formas de 2~
en la medida en que el puesto de las autoridades
dominación patriarcal y patrimonial, el despotis­
, Se refiere Weber !I l~ revoluci6n espart3quista de Alema­
mo de los sultanes y el Estado burocrático perte­ nia. (N, del T)
....

;~',~.-
~;:
-'~

.~~~
92 Max Weber El polítíco y el científico 93
~"'­
estatuidas ha sido ocupado por dirigentes que, ~ políticos, En las luchas del príncipe contra los es­
por usurpación o por elección, se han apoderado tamentos se colocaron ddlado de aquél e lUcieron
del poder de disposición sobre el cuadro adminis­
trativo y los medios materiales de la administra­
! 1f~

,e~:
del servicio a esta política un medio de ganarse
la vida, de una parte, y un ideal de vida, de la
°
ción y> con derecho sin él, derivan su legitimi­
.~
9"
otra. De nuevo, es sólo en Occidente en donde
dad de la voluntad de los dominados. Cuestión l1­ encontramos este tipo de políticos profesionales.
distinta es la de sí sobre la base de su éxito, al '1.'
~: Aunque sirvieron también a otros poderes, y no
i:
menos aparente, esta revolución permite abrigar =-i sólo a los príncipes, fueron en el pasado el ins­
it,
la esperanza de realizar también la expropiación t trumento más importante del que éstos dispusie­
dentro de la empresa capitalista, cuya dirección,
:J ron para asentar su poder y llevar a cabo el pro­
·~t
~~.
pese a las grandes analogías existentes, se rige en ~;.. ceso de expropiación a que antes aludíamos.
:'1­
último término por leyes muy distintas a las de Aclaremos bien, antes de seguír adelante, lo
la administración polítíca. Sobre esta cuestión no ,~
¡lO que la existencia de estos «políticos profesionales»
·~·f·

vamos a pronunciarnos hoy. Para nuestro estudio 'l~


~~
representa desde todos los puntos de vista. Se
retengo sólo 10 puramente conceptual: que el Es­ -. puede hacer «política}> (es decir, tratar de influir
1~
tado moderno es una asocíación de dominación sobre la distribución del poder entre las distintas
con carácter institucional que ha tratado, con éxi­
il
~~,
configuraciones políticas y dentro de cada una de
5;
to, de monopolizar dentro de un ,territorio la :'.;! ellas) como político «ocasional», como profesión
violencia física legítima como medía de domina­ secundaria o como profesión principal) exacta­
ción y que, a este fin, ha reunido todos los medios
materiales en manos de su dirigente y ha expro­
I
-~-
:::~
mente lo mismo que sucede en la actividad eco­
nómica. Políticos «ocasionales» lo somos todos
piado a todos los funcionarios estamentales que -;~,
-,­
nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplau­
antes disponían de ellos por derecho propio, sus­ .:¡;¡:.
~-:
'climos o protestamos en una reunión «política»,
~::
tituyéndolos con sus propias jerarquías supremas. .-;.,;:;
hacemos un discurso «político» o realizamos cual­
Ahora bien, en el curso de este proceso polí­ F~%"
;,~ ".
quier otra manifestación de voluntad de género
tico de expropiación que, con éxito mudable, se
desarrolló en todos los paises del Globo, han apa­ 1­ 1t'
análogo, y para muchos hombres la relación con
la política se reduce a esto. Políticos «semiprofe­
recido, inicialmente como servidores del príncipe, ~,-
.·i#f sionales}> son hoy, por ejemplo, todos esos dele­

i
las primeras categorías de «políticos profesiona­ gados y directivos de asociaciones políticas que,
les» en un segundo sentido, de gentes que no que­ por lo general) sólo desempeñan estas actividades
rían gobernar por sí mismos, como los caudillos ,;¡r.­ en caso de necesidad, sín «vivir» principalmente
carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes ]t­
'3"
de ellas y para ellas, ni en 10 material ni en lo
-~
-~.::
'JE
~ ~
;.
~:.

~
94 Max Weber ti' El político y el científico 95
W
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espiritual. En la misma situación se encuentran ;~~
ena y exclusivamente a su servicio, es decir, un
también los miembros de los Consejos de Estado cuadro de auxiliares profesionales. La proceden­
y otros cuerpos consultivos que sólo funcionan cia de estos auxiliares, la capa social en donde
cuando son requeridos para ello. Pero no sólo -1: fueron reclutados, habría de determinar muy esen­

1,
éstos; también son semiprofesíonales ciertos gru­ cialmente la estructuta de las nacientes formas
pos bastante numerosos de parlamentarios que políticas dinásticas; y no sólo de ellas, sino tam­
solamente hacen política mientras está reunido bién de toda la cultura que en ellas se desarrolló.
el Parlamento. En el pasado encontramos grupos En la misma necesidad se vieron, y aun con mayor
de este tipo en los estamentos. Por «estamentos» 1f-c razón, aquellas asociaciones políticas que, habien­
entenderemos el conjunto de poseedores por de­ do eliminado por entero o limitado muy amplia­
recho propio de medios materiales para la guerra mente el poder de los príncipes, se constituyeron
o para la administración, o de poderes señoriales
políticamente en lo que se llaman comunidades
a título personal. Una gran parte de estas perso­
«libres»; <~libres» no en el sentido de estar libres
nas estaba muy lejos de poner su vida al servicio
de toda dominación violenta, sino en el de que en
de la política, ni por entero, ni principalmente, ni
ellas no existía como fuente única de autoridad
de cualquier forma que no fuese puramente cir­
el poder del príncipe, legitimado por la tradición
cunstancial. Aprovechaban más bien su poder se­

ñorial para percibir rentas o beneficios, y sólo


desarrollaban una actividad política, una activi­
dad al servicio de la asociación política, cuando
¡'~
:~:
:-
f :::;'"

~. ~
.J;'

,~
y, en la mayor parte de los casos, consagrado por
la religión. Estas comunidades sólo nacen también
en el Occidente y su germen es la ciudad como
asociación política, la cual aparece por vez pri­
se lo exigían expresamente el señor o sus iguales. Ji
mera en el círculo cultural mediterráneo. ¿Cómo
Tampoco es otra la situación de una parte de esas 11
-i;~ se presentan en todos estos casos los políticos
~'­
fuerzas auxiliares que el príncipe suscitó en su :t {profesionales» ?
:,..",~

lucha por crear una empresa política propia, de


Hay dos formas de hacer de la política una
la que sólo él pueda disponer. Así sucedía con
profesión. O se vive «para» la política o se vive
los «consejeros áulicos» (<<Riite von Haus aus»)
:'"!"!­ :(de~> la política. La oposición no es en absoluto

i
y, yendo aún más lejos, con una parte de los con·
excluyente. Por el contrario, generalmente se ha­
sejeros que integraban la «Curia» y otras corpo­
cen las dos cosas, al menos idealmente; y) en la
raciones consultivas de los príncipes. Pero a los
mayoría de los casos, también materialmente.
príncipes no les bastaba) naturalmente, con estos .;~ Quien vive «para» la política hace «de ello su
21(..,
auxiliares ocasionales o semiprofesionales. Tenían vida» en un sentido íntimo/ o goza simplemente
que intentar la creación de un equipo dedicado con el ejercicio del poder que posee, o alimenta
jf

96 Max Weber "t,..~ El político y el científico 97

su equilibrio y su tranquilidad con la conciencia 4'


tiene que ser además económicamente «libre»
de haberle dado un sentido a su vida, poniéndola ( abkommlich)) esto es, sus ingresos no han de
al servicio de «algo». En este sentido profundo,
todo hombre serio que vive para algo vive tam­
t
~
depender del hecho de que él consagre a obte­
nerlos todo o una parte importante de su trabajo
~~
bién de ese algo. La diferencia entre el vivir para personal y sus pensamientos. Plenamente libre en
y el vivir de se sitúa, pues, en un nivel mucho ~ este sentido es solamente el rentista, es decir,
más grosero, en el nivel económico. Vive «de» aquel que percibe una renta sin trabajar, sea que
la política como profesión quien trata de hacer esa renta tenga su orígen en la tierra, como es el
~
de ella una fuente duradera de ingresos; vive ~ caso de los señores del pasado o los terratenientes
«para» la política quien no se halla en este caso. o y los nobles en la actualidad (en la Antigüedad
tI',.
Para que alguien pueda vivir «para» la política ~i
y en la Edad Media había también rentas proce­
en este sentido económico, y siempre que se trate ~ dentes de los esclavos y los siervos), sea que pro­
de un régimen basado en la propiedad privada, 1 ceda de valores bursátiles u otras fuentes moder­
tienen que darse ciertos supuetos, muy triviales, nas. Ni el obrero ni el empresario (y esto hay que
si ustedes quieren: en condiciones normales, quíen (\
tenerlo muy en cuenta), especialmente el gran em­
~

así viva ha de ser económicamente independiente ~~


presario moderno, son libres en este sentido. Pues
de los ingresos que la política pueda proporcio­ f} también el empresario, y predsamente él, está li­
]
narle. Dicho de la manera más simple: tiene que 1:. gado a su negocio y no es libre, y mucho menos
tener un patrimonio o una situación privada que ,~
el empresario industrial que el agrícola, dado el
le proporcione entradas suficientes. Esto es al ;.' carácter estacional de la agricultura. Para él es
menos lo que sucede en circunstancias normales. muy difícil en la mayor parte de los casos hacerse
Ni el séquíto de los príncipes guerreros ni el de ¡~ representar por otro, aunque sea transitoriamente.
los héroes revolucionarios se preocupan para nada ~
.;¡­ Tampoco es libre, por ejemplo, el médico, y tan­
~r
de las condiciones de una economía normal. Unos ~. to menos cuanto más notable sea y más ocupado
y otros viven del botín, el robo) las confiscaciones, ~:­
esté. Por motivos puramente técnicos se libera)
las contribuciones, o imponiendo el uso forzoso ~ :­
-; en cambio, con mucha mayor facilidad el aboga­
de medios de pago carentes de valor, procedi­ ¡
-,
'-"::. do) que por eso ha jugado como político profe­
;-[
mientos todos esencialmente idénticos. Sin em­ lt sional un papel mucho más importante que el
bargo, estos son, necesariamente, fenómenos ex­ ~

médico y, con frecuencia) un papel resueltamente
cepcionales; en la economía cotidiana sólo el pa­ ;¡ minante. Pero no vamos a continuar con esta
trimonio propio posibilita la independencia. Peto casuística. Lo que nos importa es poner en evi­
con esto aún no basta. Quien vive pata la política g dencia algunas consecuencias de esta situación.
,~;

MM Weber.-7
"
..... :

98 Max Weber El político y el científico 99


~r~
La dirección de un Estado o de un Partido por falta de bienes, no tienen interés alguno en el
gentes que, eo el sentido económico, viven para mantenimiento del orden económico de una de­
la política y no de la política, significa necesaria­ terminada sociedad. Queremos decir únicamente
mente un reclutamiento «plutocrático» de las ca· que el reclutamiento no plurocrático del perso­
pas políticamente dirigentes. Esta afirmación no nal político tanto de los jefes como de los segui­
J

implica, naturalmente, su inversa. El que tal di­ dores, se apoya sobre el supuesto evidente de
rección plutocrática exista no significa que el que la empresa política proporcionará a este per­
grupo políticamente dominante no trate también sonal ingresos regulares y seguros. La política pue­
de vivir «de» la política y no acostumbre a utili­ de ser «honoraria», y entonces estará regida por
zar también su dominación política para sus inte­ personas que llamaríamos «independientes}>, es
reses económicos privados. Evidentemente, no se decir, ricas, y sobre todo por rentistas; pero si
trata de esto. No ha existido jamás ningún grupo la dirección política es accesible a personas caren­
que, de una u otra forma, no lo haya hecho. Nues­ tes de patrimonio) éstas han de ser remuneradas.
tra afirmación significa simplemente que los polí­ El político profesional que vive de la política
ticos profesionales de esta clase no están obliga­ puede ser un puro «prebendado» o un «funciona­
dos a buscar una remuneración por sus trabajos rio» a sueldo. O recibe ingresos provenientes de
políticos, cosa que, en cambio, deben hacer quie­ tasas y derechos por servicios determinados (las
nes carecen de medíos. De otra parte, tampoco propinas y cohechos 00 son más que una variante
se quiere decir que los políticos carentes de for­ ~~-
~. irregular y formalmente ilegal de este tipo de in­
tuna se propongan solamente, y ni siquiera prin­ .
.-... ~~ gresos), o percibe un emolumento fijo en especie
cipalmente, atender a sus propias necesidades por .':W.::
.<
o en dinero, o en ambas cosas a la vez. Puede
,.,
medio de la política y no piensen principalmente asumir el carácter de un «empresario», como su­
«en la causa». Nada seria más injusto. La expe­ ~:t
cedia con el condottiero o el arrendatario o com­
riencia enseña que para el hombre adinerado la prador de un cargo en el pasado y sucede hoy con
preocupación por la «segutidad» de su existencia el boss americano, que considera sus gastos como
es, consciente o inconscíentemente, un punto car­ una inversión de capital a la que hará producir
dinal de toda su orientación vitaL Como puede beneficios utilizando sus influencias. O recibe un
verse sobre todo en épocas extraordinarias, es sueldo fijo, como es el caso del redactor de un
decir, revolucionarias, el idealismo político total­ periódico político) o de un secretario de partido
mente desinteresado y exento de miras materia­ o de un ministro o funcionario político moderno.
les es propio principalmente) si no exclusivamen­ En el pasado, las remuneraciones típicas con que
te, de aquellos sectores que, a consecuencia de su los príncipes, conquistadores o jefes de partidos
100 Max Weber E.l político y el científico 101

triunfantes premiaron a sus seguidores fueron los siguiendo un turno fijo convencionalmente esta·
feudos, las donaciones de tierras, las prebendas blecido para proveer con cargos a sus respectivos
de todo género y, más tarde, con el desarrollo de seguidores. En las antiguas colonias españolas,
la economía monetaria) las gratificaciones especia­ tanto con las «elecciones» como con las llamadas
les. Lo que los jefes de partido dan hoy como «revoluciones», de lo que se trata siempre es de
pago de servicios leales son cargos de todo género los pesebres estatales, en los que los vencedores
en partidos) periódicos, hermandades, cajas del desean saciarse. En Suiza los partidos se reparten
Seguro Social, y organismos municipales o estata­ cíficamente los cargos en proporción de sus res­
les. Toda lucha entre partidos persigue no sólo pectivos votos, y algunos de nuestros proyectos
un fin objetivo, sino también y ante todo el con­ constitucionales «revolucionarías», por ejemplo,
trol sobre la distribución de los cargos. Todos d primero que se confeccionó para Baden, qui­
los choques entre tendencias centralistas y partieu­ sieron extender este sistema a los cargos minis­
laristas en Alemania giran en torno al problema teriales) tratando el Estado y los cargos estatales
de quién ha de tener en sus manos la distribu­ como si fueran simplemente instituciones para
ción de los cargos, los poderes de Berlín o los de la distribución de prebendas. Sobre todo el par­
Munich, Karlsruhe o Dresde. Los partidos polf­ tido del Centro (Zentrumspartei) se entusiasmó
ticos sienten más una reducción de su participa­ tanto con el sistema que, en Baden, convirtió en
ción en los cargos que una acción dirigida con­ principio programático la distribución proporcio­
tra sus propios fines objetivos. En Francia, un nal de los cargos entre las distintas confesiones,
cambio político de prefectos es considerado siem­ decir, sin tomar en consideración ní siquiera
pre como una revolución mucho mayo!" y arma éxito de cada partido. Con el incremento en el
mucho más ruido que una modificación del pro­ número de cargos a consecuencia de la burocra­
grama gubernamental, que tiene un significado tizaci6n general y la creciente apetencia de ellos
casi exclusivamente fraseológico. Ciertos partidos, mo un modo específico de asegurarse el porve­
como, por ejemplo, los americanos, se han conver­ . , esta tendencia aumenta en todos los partidos
tido, desde que desaparecieron las viejas contro­ que, cada vez más) son vistos por sus seguidores
versias sobre la interpretación de la Constitución, romo un medio para lograr el fin de procurarse
en partidos cazadores de cargos, que cambian su un cargo.
programa objetivo de acuerdo con las posibilida­ A esta tendencia se opone, sin embargo, la
des de captar votos. Hasta hace pocos años, en evolución del funcionariado moderno) que se va
España se alternaban los. dos grandes partidos, convirtiendo en un conjunto de trabajadores in­
mediante «elecciones» fabricadas por el poder y telectuales altamente especializados mediante una
~~

102 Max Weber El politico y el científico 103


larga preparación y con un honor estamental muy
esa época era sobre todo un caballero. El desarro­
desarrollado, cuyo valor supremo es la integridad.
llo de la técnica bélica hizo necesario el oficial
Sin este funcionariado se cernería sobre nos­
profesional, y el refinamiento del procedimiento
otros el riesgo de una terrible corrupción y una
jurídico hizo necesario el jurista competente. En
incompetencia generalizada, e incluso se verían
estos tres campos el funcionamiento profesional
amenazadas las realizaciones técnicas del aparato
ganó ya la batalla dentro de los Estados más de­
estatal, cuya importancia para la economía au­
sarrollados, en el siglo XVI. De este modo se ini­
menta continuamente y aumentará aún más gracias
cian simultáneamente el predominio del absolu­
a la creciente socialización. La administración de
tismo del príncipe sobre los estamentos y la pau­
aficionados basada en el spoils system que, en los
latina abdicación que aquél hace de su autocracia
Estados Unidos, permitía cambiar cientos de miles
en favor de los funcionarios profesionales, cuyo
de funcionarios, incluidos los repartidores de Co­
auxilio le era indispensable para vencer al poder
rreos, según el resultado de la elección presiden­
estamental.
cial, y no conocía el funcionario profesional vita­
-~... ,~

,
Simultáneamente con el ascenso del funciona­
licio, está ya, desde hace mucho tiempo, muy riado profesional se opera también, aunque de
~~
disminuida por la Civil Service Reform. Necesi­ modo mucho más difícilmente perceptible) la evo­
dades puramente técnicas e ineludibles de la ad­ r.g lución de los «políticos dirigentes». Claro está
ministración impulsan esta evolucÍón. A lo largo e desde siempre y en todo el mundo habían
de un desarrollo que dura ya quinientos años, el existido esos consejeros objetivamente cualificados
funcionario especializado según la división del de los príncipes. La necesidad de descargar en 10
trabajo ha ido creciendo paulatinamente en Euro­ posible al sultán de la responsabilidad personal
pa. La evolución se inicia en las ciudades y seño­ por el éxito de la gestión gubernamental había
rías italianas y, entre las monarquías, en los Es­ originado en el Oriente la típica figura del «Gran
tados creados por los conquistadores normandos. Visir». En Occidente, en la época de Carlos V J
El paso decisivo se dio en la administración finan­ que es también la época de Maquiavelo, y por in­
ciera de los príncipes. En las reformas adminis­ flujo sobre todo de los informes de los embajadores
trativas del emperador Max podemos ver cuán venecianos, apasionadamente leídos en los círculos
dificil les resultaba a los funcionarios, incluso en diplomáticos, la diplomacia fue la primera en con­
momentos de apuro exterior y dominación turca, vertirse en un arte conscientemente cultivado. Sus
desposeer al príncipe de sus poderes en este terre­ eptos, en su mayoría humanistas, se trataban
no de las finanzas, que es el que peor soporta el tre sí como profesionales iniciados, del mismo
diletantismo de un gobernante que, además, en modo que sucedía entre los estadistas humanistas
_ _ _1

104 Max Weber El político y el científico 105

chinos en el último período de la división del el funcionaríado profesional. Sólo al enfrentarse


Imperio en Estados. La necesidad de confiar la con el Parlamento y las aspiraciones de los j~fes
dirección formalmente unificada de toda la polí­ de partido al poder se modificó la situación. Con­
tica, incluida la interna, a un solo estadista diri· 'ciones muy dístintas condujeron, sin embargo,
gente, sólo aparecÍó, sin embargo, de maneta un resultado exteriormente idéntico, aunque, por
definitiva e imperiosa, con la evolución constitu­ supuesto, con ciertas diferencias. Allí en donde,
cional. Hasta entonces habían existido siempre. como sucedió en Alemania, la dinastía conservó
naturalmente, personalidades aisladas que actu~· en sus manos un poder real, los intereses del
ban como consejeros o, más exactamente, que ac· Principe quedaron solidariamente vinculados con
tuaban de hecho como guía') de los príncipes. Pero, los del funcíonariado frente al Parlamento y sus
incluso en los Estados más adelantados, la orga· eseos de poder. Los funcionarías estaban inte­
nización de los poderes había seguido iIúcialmen· 'esados en que incluso los puestos directivos, es
te otros caminos. Habían aparecido autoridades decir, los ministerios, se cubrieran con hombres
administrativas supremas de tipo colegiado. En procedentes de sus @as, fueran cargos a cubrir
teoría y, de modo paulatinamente decreciente, tamo por el ascenso de los funcionarios. El monarca,
bién en la práctica, estas magistraturas colegiadas por su parte, estaba también interesado en poder
sesionaban bajo la presencia personal del príncipe, nombrar los ministros a su gusto y de entre los
que era quien tomaba la decisión. Con este sis­ funcionarios que le tenían devoción. Al mismo
tema colegiado, que conducía necesariamente a tiempo, ambas partes tenían interés en que, trente
dictámenes, contradictámenes y votos motivados al Parlamento, la dirección política apareciese
de la mayoría y la minoría, y, más tarde, con la un.ificada y cerrada; o lo que es lo mismo, tenían
creación de un consejo integrado por hombres de interés en sustituir el sistema colegiado por un
su confianza (el «Gabinete»), que actuaba parale­ único jefe de Gabinete. Para mantenerse formal­
lamente a las autoridades oficiales y canalizaba sus mente a salvo de las luchas entre los partidos y
decisiones sobre las propuestas del Consejo de de los ataques partidistas, el monarca necesitaba
Estado (o como en cada caso se llamase la supre· además una persona que asumiera la responsabi­
ma magistratura del Estado), trató de escapar el lidad, cubriéndole a él, es decir, una persona que
príncipe, cada vez más en situación de diletante, tomase la palabra en el Parlamento, se le enfren­
a la creciente e inevitable presión de los funcio­ tara y tratara con los partidos. Todos estos inte­
narios profesionales, manteniendo en sus propias reses se conjugaron aquí para actuar en la misma
manos la dirección suprema. En todas partes se dirección y producir un ministro -funcíonarío
produjo esta lucha latente entre la autocracia \' individualizado y con funciones de dirigente su­
106 Max Weber El político y el científico
-- 107

premo--. Con mayor fuerza aún llevó hacia la uni­ presa», que hizo necesaria una preparación me­
ficación del desarrollo del poder parlamentaría tódica de los individuos para la lucha por el poder
allí en donde, como ocurrió en Inglaterra, logró y sus métodos como la que llevaron a cabo los
el Parlamento imponerse al monarca. Aquí el partidos modernos, determinó la división de los
gabinete, teniendo a su frente al dirigente parla­ funcionarios públicos en dos categorías bien dis­
mentario, al «leader», se desarrolló como una co­ tintas aunque no tajantes: funcionarios profe­
misión del partido mayoritario, poder ignorado sionales> de una parte, y «funcionarios políticos»
por las leyes oficiales, pero que era el único poder de la otra. A los funcionarios «políticos» en el
políticamente decisivo. Los cuerpos colegiados ofi­ verdadero sentido de la palabra cabe identificar­
ciales no eran, en cuanto tales, órganos del poder los exteriormente por el hecho de que pueden ser
realmente dominante de los partidos, y no podían trasladados o destituidos a placer) o «colocados
ser, por tanto, titulares del verdadero gobierno. en situación de disponibilidad» , como sucede
Para afirmar su poder en lo interno y poder llevar con los prefectos franceses y los funcionarios se­
a cabo una polítíca de altos vuelos en 10 externo, mejantes de otros países, en diametral oposición
un partido dominante necesitaba, por el contra­ con la «independencim> de los funcionarios judi­
rio, un órgano enérgico, digno de su confianza e ciales. En Inglaterra son funcionarios políticos to­
integrado solamente por sus verdaderos dirigen­ dos aquellos que, según una convención firme­
tes; este órgano era precisamente el Gabinete. Al mente establecida, cesan en sus cargos cuando
mismo tiempo, frente al público, y sobre todo cambia la mayoría parlamentaria y, por tanto, el
frente al público parlamentario, necesitaba un jefe Gabinete. Entre los funcionatios políticos suelen
responsable de todas las decisiones: el jefe del contarse especialmente aquellos a quienes está
Gabinete. Este sistema inglés de los ministerios atribuido el cuidado de la «administración inter­
parlamentarios fue así trasladado al continente. na» en general; parte integrante principal de
Sólo en América y en las democracias que reci­ esta competencia es la tarea «política» de man­
bieron su influencia se constituyó, frente a este tener el «orden», es decir, las relaciones de domi­
sistema, otro distinto en el cual el jefe del partido ción existentes. Tras el Decreto de Puttkamer,
victorioso es situado, mediante elección popular estos funcionarios tenían en Prusia la obligación
directa, a la cabeza de un equipo de funcionarios disciplinaría de «representar la política del Go­
nombrados por él mismo y queda desligado de la ierno» , y eran utilizados como aparato oficial
aprobación parlamentaria salvo por lo que toca al para irúluít en las elecciones, lo mismo que suce­
presupuesto y a la legislación. día con los prefectos franceses. En el sistema
La transformación de la política en una «em- alemán) a diferencia de lo que ocurre en los de­
108 Max Weber El politico y el cientí.fico 109

más paises, la mayoría de los funcionarios «poli­ Exactamente lo mismo ocurre en una empresa
ticos» estaban sujetos a las mismas normas que económica privada. El verdadero «soberano», la
los demás funcionarios en lo que respecta a la asamblea de accionistas, está tan privada de in­
adquisición de sus cargos, para la cual se requería, fluencia sobre la dirección de la empresa como
como norma general, un título académico, prue­ un «pueblo» regido por funcionarios profesiona­
bas de capacitación y un determinado tiempo de les. A su vez, las personas que determinan la po­
servicio previo. Los únicos que, entre nosotros, lfrica de la empresa, los integrantes del «Conse­
carecen de esta característica distintiva del mo­ jo de Administración», dominado por los Bancos,
derno funcíonariado profesional son los jefes del se limitan a dar las directrices económicas y a
aparato político, los ministros. Bajo el antiguo designar a las personas que han de administrarla,
régimen se podía ser ministro de Educación de sin ser capaces, sin embargo, de dirigirla técnica-
Prusia sin haber pisado jamás un centro de ense­ ente por sí mismos. Hasta ahora tampoco ha
ñanza superior, mientras que, en principio, para innovado nada fundamental a este respecto la
ser consejero (Vortragender Rat) era requisito estructura actual del Estado revolucionario, que
ineludible el haber aprobado las pruebas pres­ entregado el poder sobre la administración a
critas. Es evidente que, por ejemplo, cuando Al­ unos diletantes puros que disponían de las ame­
thoH era ministro de Instrucción de Prusia, los tralladoras y querrían utilizar a los funcionarios
funcionarios profesionales especializados, como el profesionales sólo como mente y brazo ejecutor.
consejero ° el jefe de sección, estaban ·infinita­ dificultades de este nuevo tipo de Estado
mente mejor informados que su jefe sobre los son otras y no hemos de ocuparnos aquí de ellas.
verdaderos problemas técnícos del ramo. Lo mis­ a cuestión que ahora nos in teresa es la de cuál
mo sucedía en Inglaterra. En consecuencia eran sea la figura típica del político profesional, tanto
estos funcionarios también los que tenían un po­ la del «Caudillo» como la de sus seguidores. Esta
der real frente a las necesidades cotidianas, cosa figura ha cambiado con el tiempo y se nos pre­
que no es en sí misma ninguna insensatez. El senta hoy además bajo muy distintos aspectos.
ministro era simplemente el representante de la En el pasado, como antes veíamos, han surgido
constelación de poderes políticos existente, y su «políticos profesionales» al servicio del príncipe
función era la de defender las medidas políticas su lucha frente a los estamentos. Veamos bre­
que estos poderes determinasen, resolver confor­ emente cuáles fueron los tipos principales de
me a eUas las propuestas de los especialistas que esta especie . .J
le estaban subordinados e impartir a éstos las co­ Frente a los estaJ,'Rclítos, el prÍncípe se apoyó
rrespondientes directrices de orden político. sobre capas so~s disponibles de carácter no
./'
114 Max Weber FJ político y el científico 115

y a sus proyectos. A partir de entonces la figura río que ni es un demagogo ni, de acuerdo con su
del abogado moderno va estrechamente uIÚda ca turaIeza, debe serlo y que, además, suele ser
la moderna democracia. Y de nuevo nos enconia­ un pésimo demagogo cuando, pese a todo, inten­
mas con que abogados en este sentido, COIT}.6 un __ ro serlo.
estamento independiente, existen sólo e / Occi­ ~~ í Sí ha de ser fiel a su verdadera vocacíón (y esto
dente y sólo desde la Edad Media cua o, bajo es decisivo para juzgar a nuestro anterior régi-
la influencia de la racionalización d procedi­ L el auténtico funcionario no debe hacer po­
miento, empezaron a convertirse en ales los ~<in­ lítica, sino limitarse a «administrar», sobre todo
tercesores» (Fürsprech) del for alista proce­ imparcialmente. Esta afirmación es también vá­
dimiento germánico. ! lida, oficialmente al menos, para el funcionario
La importancia de los a~bg dos en la política político mientras no esté en juego la «razón de
occidental desde que se con ituyeron los parti­ Estado», es decir, los intereses vitales del orden
dos no es, en modo alguno casual. Una empresa predominante, El funcionario ha de desempeñar
política llevada a CabO~(raVéS de los partidos su cargo «sine ira et studio», sin ira y sin preven­
quiere decir, justamente empresa de interesados, ción. Lo que le está vedado es, pues, precisamente
y pronto veremos 10 Sl e esto significa. La fun­ aquello que siempre y necesariamente tienen que
ción del abogado es M de dirigir con eficacia un hacer los políticos, tanto los jefes como sus se­
asunto que los int~J~sados le confían, y en esto, guidores. Parcíalidad, lucha y pasión (ira et studio)
como la superiorif~d de la propaganda enemiga constituyen el elemento del político y sobre todo
nos ha enseñado! el abogado es superior a cual­ del caudillo político, Toda la actividad de éste
quier «funcionario». Puede hacer triunfar un asun­ colocada bajo un principio de responsabili­
to apoyad0;t ergumentos lógicos débiles y en este distinto y aun opuesto al que orienta la actí­
sentido «IDa », convirtiéndolo así en asunto téc­ d del funcionario. El funcionario se honra
nicamente < ueno», Más de una vez, en cambio, su capacidad de ejecutar precisa y concienzu­
hemos teo/do que presenciar cómo el funcionario ente, como si respondiera a sus propias
metido ~' político convierte en «malo» con su convicciones, una orden de la autoridad superior
gestión/técnicamente «mala» un asunto que en que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus
ese sentido era «bueno». La política actual se rvacíones, insiste la autoridad, sobre la que
hace/cada vez más, de cara al público y, en con­ d funcionario descarga, naturalmente, toda la
secuéncia, utiliza como medio la palabra hablada responsabilidad. Sin esta negación de sí. mismo y
y /scrita. Pesar las palabras es tarea central y esta disciplina ética, en el más alto sentido de la
péculiarísima del abogado, pero no del funciona- bra., se hundiría toda la máquina de la Admi­
116 Max Weber El político y el científico 117
nistración. El honor del caudillo político, es decir, quíer candidato moderno), su instrumento per­
del estadista dirigente, está, por el contrario, en manente es la palabra impresa. El publicista polí­
asumir personalmente la responsabilidad de todo tico, y sobre todo el periodista, son los repre­
lo que hace, responsabilidad que no debe ni pue­ sentantes más notables de la figura del demagogo
de rechazar o arrojar sobre otro. Los funcionarios en la actualidad. J
con un alto sentido ético, tales como los que des­ Sería totalmente imposible intentar eo/sta con­
graciadamente han ocupado entre nosotros una y ferencia ni siquiera un esbozo de la sOfÍología del
otra vez cargos directivos, son precisamente malos periodismo moderno, tema que~ontituye, desde
políticos, irresponsables en sentido político y por cualquier punto de vista que lo ca sideremos, un
tanto, desde este punto de vista, éticamente detes­ capítulo aparte. Sí nos son neee rias, sin embar­
tables. Es esto 10 que llamamos «gobierno de fun­ go, unas pocas observaciones s bre el asunto. El
cionarios», y no es arrojar ninguna mancha sobre periodista comparte con todo/los demás demago­
el honor de nuestro funcionaríado el decir que, gos, así como también (al nynos en el Continente,
considerado desde el punto de vista del éxito con­ a diferencia de lo que ocy.rre en Inglaterra y ocu­
seguido, este sistema es políticamente falso. Pero rría antes en Prusia) conkl abogado y el artista, el
volvamos de nuevo a los diferentes tipos de po­ destino de escapar a tlda clasificación social pre­

líticos. cisa. Pertenece a unsf:specie de casta paría que la
Desde la aparición del Estado constitucional y «sociedad» juzga siftmpre de acuerdo con el com­
más completamente desde la instauración de la portamiento de s1.3s miembros moralmente peores.
..., democracia, el «demagogo» es la figura típica del Así logran curs0 las más extrañas ideas acerca
jefe político en Occidente. Las resonancias desa­ de los periocli as y de su trabajo. No todo el
gradables de esta palabra no deben hacer olvidar mundo se da enta de que, aunque producida en
que no fue Cleón, sino Pericles, el primero en ·circunstanci s muy distintas, una obra periodís­

"
llevar este nombre. Sin cargo alguno u ocupando
el único cargo electivo existente (en las democra­
cias antiguas todos los demás cargos se cubrían
tica realm te «buena» exige al menos tanto es­
píritu co o cualquier otra obra intelectual, sobre
todo si se piensa que hay que realizarla aprisa,
por sorteo), el de estratega supremo, Pericles di­ por e argo y para que surta efectos inmediatos.
rigió la soberana ecclesia del demos ateniense. Coro 10 que se reeuerda es, naturalmente, la
La demagogia moderna se sirve también del dis­ obr periodística irresponsable, a causa de sus
curso, pero aunque utiliza el discurso en cantida­ fu estas consecuencias, pocas gentes saben apre­
des aterradoras (basta pensar en la cantidad de c' r que la responsabilidad del periodista es mu­
discursos electorales que ha de pronunciar cual- cho mayor que la del sabio y que, por término
152 Max Weber El político y el cie.ntífico 153

presenta la alternativa de hacerse periodista o fun­ ponsabilidad que sobre él arroja. Con esto entra­
cionario de un partído, que son los caminos í­ mos ya en el terreno de la ética, pues es a ésta
rectos típicos, o buscar un puesto apropiad en a la que corresponde determinar qué clase de
la administración municipal o en las organ' acio­ hombre hay que ser para tener derecho a poner
nes que representan intereses, como son os sin­ la mano en la rueda de la Historia.
dicatos, las cámaras de comercio, las c/ aras de r Puede decirse que son tres las cualidades deci­
agricultores o artesanos, las cámaras e trabajo, sivamente importantes para el político: pasión,
las asociaciones de patronos, etc. Sob e el aspecto sentido de la responsabilidad y mesura (Augen­
externo no cabe decir más, salvo a9 ettir que los mass). Pasión en el sentido de «positividad»
funcionarios de los partidos eogrí?arten con los (Sachlichkeit)) de entrega apasionada a una «cau­
periodistas el odium que los «¡lesclasados» des­ sa» (Sache), al días o al demonio que la go­
piertan. Desgraciadamente ~ie pre se llamará «es­ bierna. No en el sentido de esa actitud interior
critor a sueldo» a éste y «orad r a sueldo» a aquél; que mi malogrado amigo Jorge Símmel solía lla­
para quienes se encuentre' in teriormente inde­ mar. «excitación estéril», propia de un determi­
fensos frente a esa situa¡]1ón y no sean capaces nado tipo de intelectuales, sobre todo rusos (no,
de datse a sí mismos la .vespuesta adecuada a esas por supuesto, de todos ellos) y que ahora juega
acusaciones, está cetra 6 ese camino que, en todo también un gran papel entre nuestros intelectua­
caso, comporta grand s tentaciones y desilusiones les, en este carnaval al que se da} para embelle­
terribles. ¿ Qué sat" sfacciones íntimas ofrece a cerlo, el orgulloso nombre de «revolución». Es
cambio y qué con iciones ha de tener quíen lo ése un «romantícismo de lo intelectualmente in­
emprende? teresante» que gira en el vacío y está desprovisto
Proporciona, JSor lo pronto, un sentimiento de de todo sentido de la responsabilidad objetiva.
poder. La conyíencia de tener una influencia so­ No todo queda arreglado~ en efecto, con la pura
bre los hamo/es} de participar en el poder sobre pasión) por muy sinceramente que se la sienta.
ellos y, sobre todo} el sentimiento de manejar los La pasión no convierte a un hombre en politico
hilos de -~ntecimientos históricos importantes, si no está al servicio de una «causa» y no hace
elevan al¿~~litico profesional} incluso al que ocu­ de la responsabilidad para con esa causa la estre­
pa posíc,iones formalmente modestas ¡ por encima lla que oriente la acción, Pata eso se necesita (y
de lo y(>tídiano. La cuestión que entonces se le esta es la cualidad psicológica decisiva para el po­
plante, es la de cuáles son las cualidades que le lítico) mesura (Augenmass)) capacidad para de­
perf?1tirán estar a la altura de ese poder (por lí­ jar que la realidad actúe sobre uno sin perder el
mitado que sea en su caso concreto) y de la res- recogimiento y la tranquilidad, es decir, para

....
.~~
154 Max Weber El político y el científico 155

guardar la distancia con los hombres y las cosas, trabajo científico. Muy diferentes son sus resul­
El «no saber guardar distancias» es uno de los tados en el político, quien utiliza inevitablemente
pecados mortales de todo político y una de esas como instrumento el ansia de poder. El «instinto
cualidades cuyo olvido condenará a la impotencia de poder») como suele llamarse, está, así, de
política a nuestra actual generación de intelectua­ hecho) entre sus cualidades normales, El pecado
les. El problema es, precísamente, el de cómo pue­ contra el Espíritu Santo de su profesión comien­
de conseguirse que vayan juntas en las mismas za en el momento en que este ansia de poder deja
o€,-'
almas la pasión ardiente y la mesurada frialdad, de ser positiva (unsachlich)} deja de estar exclu­
:.;: La política se hace con la cabeza y no con otras sivamente al servicio de la «causa» para conver­
partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la tirse en una pura embriaguez personal. En último
entrega a una causa sólo puede nacer y alimen­ término, no hay más que dos pecados mortales
.,• tarse de la pasión, sí ha de ser una actitud autén­ en el terreno de la política: la ausencia de fmali­
ticamente humana y no un frívolo juego intelec­ dades objetivas y la falta de responsabilidad, que
tual. Sólo el hábito de la distancia (en todos los frecuentemente, aunque no siempre, coincide con
~ sentidos de la palabra) hace posible la enérgica aquélla. La vanidad, la necesidad de aparecer
1
doma del alma que caracteriza al político apasio­ siempre que sea posible en primer plano, es lo
:?- nado y lo distingue del simple diletante político que más lleva al político a cometer uno de estos
«estérilmente agitado», La «fuerza» de una «per­ pecados o los dos a la vez. Tanto más cuanto que
sonalidad» política reside, en primer lugar, en el demagogo está obligado a tener en cuenta el
~
la posesión de estas cualidades, «efecto»; por esto está siempre en peligro, tanto
Por esto el político tiene que vencer cada día de convertirse en un comediante, como de tomar
y cada hora un enemigo muy trivial y demasiado a la ligera la responsabilidad que por las conse­
humano, la muy común vanidad} enemiga mortal cuencias de sus actos le incumbe y preocuparse
de toda entrega a una causa y de toda mesura, en sólo por la «impresión» que hace. Su ausencia de
este caso de la mesura frente a sí mismo, finalidad objetiva le hace proclive a buscar la apa­
La vanidad es una cualidad muy extendida y riencia brillante del poder en lugar del poder real;
=.
"
tal vez nadie se vea libre de ella. En los círculos su falta de responsabilidad 10 lleva a gozar del
~.~
académicos y científicos es una especie de enfer­ poder por el poder) sin tomar en cuenta su finali­
medad profesional. Pero precisamente en el hom­ dad, Aunque el poder es el medio ineludible de
::. bre de ciencia, por antipática que sea su manifes­ la política, o más exactamente, precisamente por­
tación, la vanidad es relativamente inocua en el gue 10 es, y el ansia de poder es una de las fuer­
sentido de que, por lo general, no estorba el zas que la impulsan, no hay deformación más
156 Max Weber El político y el científico 157
permClOsa de la fuerza política que el baladro­ poder es ya cuestión de fe. Puede servir finalida­
near de poder como un advenedizo o complacerse des nacionales o humanitarias, sociales y éticas
vanidosamente en el sentimiento de poder, es o culturales, seculares o religiosas; puede sentir­
decir, en general, toda adoración del poder puro se arrebatado por una firme fe en el «progreso»
en cuanto tal. El simple «político de poder» en cualquier sentido que éste sea) o rechazar
(lvIachtpolitiker), que también entre nosotros es fríamente esa clase de fe; puede pretender en­
objeto de un fervoroso culto, puede quizás ac­ contrarse al servicio de una <<idea» o rechazar por
tuar enérgicamente, pero de hecho actúa en d principio ese tipo de pretensiones y querer servir
vado y sin sentido alguno. En esto los críticos 5610 fines materiales de la vida cotidíana. Lo que
de: la «política de poder» {Machtpolitik) tienen importa es que siempre ha de existií alguna
toda la razón. En el súbito derrumbamiento in­ . Cuando ésta falta) incluso los éxitos polítíco~
terno de algunos representantes típicos de esta aparentemente más sólidos) y esto es perfecta­
actitud hemos podido comprobar cuánta debili· mente justo, llevan sobre sí la maldición de la
dad interior y cuánta impotenda se esconde tras inanidad.
estos gestos, ostentosos pero totalmente vados. Con 10 que acabamos de decir nos encontramos
Dicha actítud es producto de una mezquina y su­ ya ante el último de los problemas de que hemos
perficial indiferencia frente al sentido de la acción de ocuparnos hoy, el del ethos de la política
humana, que no tiene ningún parentesco con la como «causa». ¿Cuál es el papel que, indepen­
candencia de la urdimbre trágica en que se asien· dientemente de sus fines, ha de llenar la política
ta la trama de todo quehacer humano y especial. en la economía ética de nuestra manera de vivir?
mente del quehacer político. ¿Cuál es, por así decir, el lugar ético que ella
Es una tremenda verdad y un hecho básico de ocupa? En este punto chocan entre sí concepcio­
la Historia (de cuya fundamentación no tenemos Des básicas del mundo entre las cuales, en último
que ocuparnos en detalle aquí) el de que frecuen­ término, hay que escoger. Vayamos de frente a
temen te o, mejor, generalmente, el resultado final este problema que últimamente se ha puesto de
de la acción política guarda una relación absoluta­ nuevo en discusión y en una forma que es, a mi
mente inadecuada, y frecuentemente incluso para­ entender, totalmente equivocada.
dójica, con su sentido originario. Esto no permite, Liberémonos antes) sin embargo, de una falsi­
sin embargo, prescindír de ese sentido, del ser­ ficación perfectamente trivial. Quiero decir con
vicio a una «causa», si se quiere que la acción ello que la ética puede surgir a veces con un papel
tenga consistencia interna. Cuál haya de ser la extremadamente fatal. Veamos algunos eíemplos.
causa para cuyo servicio 'busca y utiliza el político Raramente encontrarán ustedes a un hombre que
158 Max Weber El político y el científico 159

haya dejado de amar a una mujer para amar a otra de las consecuencias que hay que sacar de este
y no se sienta obligado a justificarse ante sí mismo hecho respecto de los intereses materiales que
diciendo que la primera no era digna de su amor) estaban en juego y respecto de la responsabilidad
o que lo ha decepcionado, o dándose cualquier hacia el futuro) que es lo principal y que incumbe
otra «razóm> por el estilo. Esto es falta de caba­ sobre todo al vencedor.» Todo lo que no sea esto
llerosidad. En lugar de afrontar simplemente el es indigno y se paga antes o después. Una nación
destino de que ya no quiere a su mujer y de que perdona el daño que se hace a sus intereses) pero
ésta tiene que soportarlo) procediendo de modo no el que se hace a su honor y menos que nin­
muy poco caballeroso trata de crearse una «legi. guno el que se le infiere con ese clerical vicio de
timidad» en virtud de la cual pretende tener ra­ querer tener siempre razón. Todo nuevo docu­
zón y cargar sobre ella las culpas, además de la mento que tras decenios aparezca hará levantarse
infelicidad. Del mismo modo procede el compe­ de nuevo el indigno clamoreo, el odio y la ira,
tidor que triunfa en una lid erótica: el rival debe en lugar de permitir que, al menos moralmente)
de valer menos cuando ha resultado vencido. Pero la guerra hubiera quedado enterrada al terminar.
también es ésta la situación en que se encuentra Esto sólo puede conseguirse mediante la objeti­
el vencedor de una guerra cuando) cediendo al vidad y la caballerosidad, y sobre todo sólo me­
mezquino vicio de querer tener siempre razón, diante la dignidad. Nunca mediante una «ética»
pretende que ha vencido porque tenía la razón que) en verdad, lo que significa es una indignidad
de su parte. O la misma también de quien se quie­ de las dos partes. Una ética que, en lugar de pre­
bra moralmente bajo los terrores de la guerra y ocuparse de 10 que realmente corresponde al polí­
entonces, en lugar de decir simplemente que no tico) el futuro y la responsabilidad frente a él, se
podía aguantar más, siente la necesidad de justi­ pierde en cuestiones, por insolubles políticamente
ficarse consigo mismo y afirma que no podía so­ estériles, sobre cuáles han sido las culpas en el
portarlo más porque tenía que luchar por una pasado. Hacer esto es incurrir en culpa política,
causa moralmente mala. O también la de quienes si es que las hay. Y con esta actitud se pasa ade­
son vencidos en la guerra. Ponerse a buscar des­ más por alto la inevitable falsificación de todo el
pués de perdida una guerra quiénes son los «cul­ problema por muy materiales intereses: intereses
pables» es cosa propia de viejas; es siempre la del vencedor en conseguir las mayores ganancias
estructura de la sociedad la que origina la guerra. posibles) tanto morales como materiales, esperan­
La actitud sobria y viril es la de decir al enemigo: zas del vencido de conseguir ventajas a cambio
«Hemos perdido la guerra) la habéis ganado vos­ de su confesión de culpa. Sí hay algo «abyecto»
otros. Esto es ya cosa resuelta. Hablemos ahora en el mundo es esto, y éste es el resultado de esa

1>.
El político y el científico 161
160 Max Weber

utilización de la «ética» como medio para «tener ble intención. Pero de lo que estamos hablando
razón». aquí es de los medios. También los combatidos
¿Cuál es, pues, la verdadera relación entre éti­ adversarios creen, con una conciencia absoluta­
ca y política? ¿No tienen nada que ver la una mente buena, en la nobleza de sus propias inten­
con la otra, como a veces se dice? (O es cierto, ciones. «Quien a hierro mata a hierro muere»
por el contrario, que hay «una sola» ética, válida y la lucha es siempre lucha. ¿Qué decir, entonces,
para la actividad política como para cualquier otra sobre la ética del Sermón de la Montaña? El Ser­
actividad? Se ha creído a veces que estas dos úl­ món de la Montaña, esto es, la ética absoluta del
timas afirmaciones son mutuamente excluyentes; Evangelio, es algo mucho más serio de lo que
que sólo puede ser cierta la una o la otra, pero piensan quienes citan sus mandamientos. No es
no las dos. ¿Pero es cierto acaso que haya alguna para tomarlo a broma. De esa ética puede decirse
ética en el mundo que pueda imponer normas lo mismo que se ha dicho de la causalidad en la
de contenido idéntico a las relaciones eróticas, ciencia, que no es un carruaje que se pueda hacer
comerciales, familiares y profesionales, a la rela­ parar para tomarlo o dejarlo a capricho. Se la
ción con la esposa, con la verdulera, el hijo, el acepta o se la rechaza por entero, este es precisa­
competidor, el amigo o el acusado? ¿ Será verdad mente su sentido; proceder de otro modo es tri­
que es perfectamente indiferente para las exigen­ vializarla. Pensemos, por ejemplo, en la parábola
cias éticas que a la política se dirigen el que ésta del joven rico, de quien se nos dice «pero se alejó
tenga como medio específico de acción el poder, de allí tristemente porque poseía muchos bienes».
tras el que está la violencia? ¿No estamos viendo El mandamiento evangélico es incondicionado y
que los ideólogos bolcheviques y cspartaquistas unívoco: da a los pobres cuanto tienes} todo. El
obtienen resultados idénticos a los de cualquier político dirá que este es un consejo que social­
dictador militar precisamente porque se sirven mente carece de sentido mientras no se le imponga
de este instrumento de la política? ¿En qué otra a todos. En consecuencia recurrirá a los impues­
cosa, si no es en la persona del titular del poder tos confiscatorios, a la pura y simple confiscación,
y en su diletantismo, se distingue la dominación en una palabra, a la coacción y la reglamentación
de los consejos de obreros y soldados de la de contra todos. No es esto, sin embargo, en modo
cualquier otro gobernante del antiguo régimen? alguno 10 que el mandato ético postula, y esa es
¿En qué se distingue de la de otros demagogos su verdadera esencia. Ese mandato nos ordena
la polémica que hoy mantiene la mayor parte de también «poner la otra mejilla», incondicional­
los representantes de la ética presuntamente nue­ mente, sin preguntarnos si el otro tiene derecho
va contra sus adversarios? Se dirá que por la no- a pegar. Esta ética es} así, una ética de la índig-
Max Weber.-ll

.\t..
162 Max Weber El político y el científico 163
nidad, salvo para los santos. Quiero decir con sistencia. Ahora, y una vez que pase el cansancio,
esto que sí se es en todo un santo, al menos in­ quedará desacreditada la paz) no la guerra. Una
tencionalmente, si se vive como vivieron Jesús, consecuencia de la ética absoluta.
los Apóstoles, San Francisco de Asís y otros como Finalmente, la obligación de decir la verdad,
ellos, entonces esta ética sí está llena de sentido que la ética absoluta nos impone sin condiciones.
y sí es expresión de una alta dignidad, pero no De aquí se ha sacado la conclusión de que hay que
si así no es. La ética acásmica nos ordena «no re­ publicar todos los documentos, sobre todo aque­
sistir el mal con la fuerza»} pero para el político llos que culpan al propio país, y, sobre la base de
10 que tiene validez es el mandato opuesto: has esta publicación unilateral, hacer una confesión
de resistir al mal con la fuerza, pues de lo con­ de las propias culpas igualmente unilateral, in­
trario te haces responsable de su triunfo. Quien condicional, sin pensar en las consecuencias. El
quiere obrar conforme a la moral del Evangelio político se dará cuenta de que obrando así no se
debe abstenerse de participar en una huelga, que ayuda a la verdad, sino que, por el contrario, se
es una forma de coacción, e ingresar en un sindi­ la oscurece con el abuso y el desencadenamiento
cat(i!J[~an~~ sobre todo, debe abstenerse de de las pasiones. Verá que sólo una investigación
hablar ~<Revolución». Pues esa ética no ense­ bien planeada y total, llevada a cabo por per­
ña, ni mucho menos, que la única guerra legitima sonas imparciales, puede rendir frutos, y que
sea precisamente la guerra civil. El pacifista que cualquier otro proceder puede tener, para la
obra según el Evangelio se sentirá en la obliga­ nación que lo siga, consecuencias que no podrán
ción moral de negarse a tomar las armas o de ser eliminadas en decenios. La ética absoluta,
arrojarlas, como se recomendó en Alemania, para sin embargo, ni siquiera se pregunta por las con­
poner término a la guerra y, con ella, a toda secuenczas.
guerra. El político, por su parte, dirá que el úni­ Con esto llegamos al punto decisivo. Tenemos
co medio de desacreditar la guerra pata todo el que ver con claridad que toda acción éticamente
futuro previsible hubiese sido una paz de com­ orientada puede ajustarse a dos máximas funda­
promiso que mantuviese el statu quo. Entonces mentalmente distintas entre sí e irremediablemen­
se hubieran preguntado los pueblos que para qué te opuestas: puede orientarse conforme a la «éti­
había servido la guerra. Se la habría reducido al ca de la convicción» o conforme a la «ética de
absurdo, cosa que ahora no es posible, pues para la responsabilidad» (<<gesinnungsethisch» oder
los vencedores, al menos una parte de ellos, habrá «verantwortungsethísch»). No es que la ética de
sido rentable políticamente. Y responsable de esto la convicción sea idéntica a la falta de responsabi­
es esa actitud que nos incapacitaba para toda re- lidad o la ética de la responsabilidad a la falta de
164 Max Weber
t
~~
~Y
El político y el cíentifico 165
:.:;.:

convicción. No se trata en absoluto de esto. Pero del orden social. Prenderla una y otra vez es la
sí hay una diferencia abismal entre obrar según la alidad de sus acciones que, desde el punto de
máxima de una ética de la convicción, tal como vista del posible éxito, son plenamente irracio­
la que ordena (religiosamente hablando) «el cris­ nales y sólo pueden y deben tener un valor
tiano obra bien y deja el resultado en manos de ejemplar.
Dios» o según una máxima de la ética de la res­ Pero tampoco con esto llegamos al término del
ponsabilidad, como la que ordena tener en cuen­ problema. Ninguna ética del mundo puede eludir
ta las consecuencias previsibles de la propia ac­ el hecho de que para conseguir fines «buenos»
ción. Ustedes pueden explícar elocuentemente a hay que contar en muchos casos con medios mo­
un sindicalista que las consecuencias de sus accio­ ralmente dudosos, o al menos peligrosos) y con
nes serán las de aumentar las posibilidades de la la posibílidad e incluso la probabilidad de conse­
reacción, incrementar la opresión de su clase y cuencias laterales moralmente malas, Ninguna éti·
dificultar su ascenso; si ese sindicalista está fume ca del mundo puede resolver tampoco cuándo
en su ética de la convicción, ustedes no lograrán y en qué medida quedan «santificados» por el fin
hacerle mella. Cuando las consecuencias de una moralmente bueno los medios y las consecuencias
acción realizada conforme a una ética de la con­ laterales moralmente peligrosos. J
vicción son malas, quíen la ejecutó no se siente El medio decisivo de la política es la viol)ncía
responsable de ellas, sino que responsabiliza al y pueden ustedes medir la intensidad de/hí ten·
mundo, a la estupidez de los hombres o a la vo­ sión que desde el punto de vista ético eyiste entre
luntad de Dios que los hizo así. Quien actúa con­ medios y fines recordando, por ejerpp1o, el caso
forme a una ética de la responsabilidad, por el de los socialistas revolucionarios y(ndencía Zim­
contrario, toma en cuenta todos los defectos del merwald), los cuales durante la gúerra se goberna­
hombre medio. Como dice Fichte, no tiene ningún ban de acuerdo con un priLi'FlÍo que podríamos
derecho a suponer que el hombre es bueno y per­ formular descarnadamente/ en los siguientes tér­
fecto y no se siente en situación de poder descar­ minos: «Si tenemo~queélegir entre algunos años
gar sobre otros aquellas consecuencias de su acción más de guerra que tr 'gan entonces la revolución
que él pudo prever. Se dirá siempre que esas o una paz inmedí I a que la impida, preferimos
consecuencias son imputables a su acción. Quien esos años más dy/guerra.» A la pregunta de qué
actúa según una ética de la convicción) por el es lo que podíy!taer consigo esa revolución) todo
contrario, sólo se siente responsable de que no socialista ciyritíficamente educado habría contes­
flamee la llama de la pura convicción, la llama, tado que y(o cabía pensar en modo alguno en el
por ejemplo, de la protesta contra las injusticias paso a ,1)'6a economía socialista, en el sentido que
172 Max Weber El político y el científico 173

nos y externos. En las condiciones de la moderna nuev ente la colidianeidad tradicional: los hé­
lucha de clases, tiene que ofrecer como premio ro s de la fe y la fe misma desaparecen o, lo que
interno la satisfaccíón del odio y del deseo de s más eficaz aún, se transforman en parte cons­
t~v~ncha y, sobre tO??, la satisf/a~ción del resen· / titutiva de la fraseología de los pí.c,aros y de los
tlmlento y de la paSlOn pseudoetlCa de tener ta- técnicos de la política. Esta evoluclOn se produce
zón; es decir, tiene que satisfacer la necesidad de. de forma especialmente rápida en las contiendas
d~ifamar al. adversario Y, de acusarle de herejía.¡" ideológicas porque suelen estar dirigidas o inspi-
Como me~os externos, tiene que ofrecer la av,e,9/ radas por auténticos caudillos) profetas de la .re­
tura, el ~nunfo, el botm, el poder y las pr~gen- volucíón. Aquí, como en todo ~p,arato som~t1~o
das. El Jefe depende por entero para su trrÓnfo a una jefatura, una de las condICIOnes del exIto
del funcionamiento de este aparato y P.g{ esto es el empobrecimiento espiritual, la cosificación,
depende de los motivos del aparato y 06 de los la proletarización espiritual en pro de la «dísci·
suyos propios. Tiene, pues, que asegl,l.far perma· plirull>. El séqui to triunfan te de UD caudillo ideo­
nentemente esos premios para los s~gmdores que l&ic: ~ ~ T;¡~"'::C=---"~ :0-= ~~<:lT r?'r.-:E­
necesi la, es decir: para los guardl.a§ rojos, los pí.
caros y los agitadores. En taleS' condiciones, el
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Ñ;,. ptrhenrfados. - ­
-
~ e:: :::::::: =~ _-_"'C-.~~c-:-s.::::.r::=.==-::: . .-:"::::.L~' ~~

resultado objetivo de su acción¡ó"o está en su mano, %_ Quien quiera en general hacer política y, sobre
$-;.

sino que le viene impuesto ,por esos motivos éti- :~~1odo, quíen quiera hacer polítíca como profesión,
cos, predominantemente ~yectos, de sus segui. ~., i~ba de tener conciencia de estas paradojas éticas ,Y
dores, que sólo pueden letrefrenados en la me- ::' .~ de su responsabilidad por lo que él mismo> baJO
dida en que al menos Una parte de éstos, que en f
",i.1U presión, puede llegar a ser. Repito que quien
este mundo nunca sej~ la mayoría, esté animada ~ ;Ihace
política pacta con los poderes diabólicos que
por u~a noble fe 7'? su ~et,sona y en su .causa. :- ,~~'·acechan en torno de t,~?O poder, ,Los ~ran.des
Pero: mcluso cuaJCIo subJetl vamen te es smcera, ~ ,li-virtuosos del amor al propmo y del. blen acosmlco,
no solo esta fe 110 pasa de ser en la mayor parte ~. (~'de Nazaret, de Asís o de los palacIOS reales de la
de los casos ~s que una «legitimación» del an- '" :i~:lndia, no operaron con medios políticos, con el
sia de vengania, de poder, de botín y de preben. lpoder. Su reino «no era de este mundo», pese a
das (no nos ingañemos, la interpretación materia--~:que hayan tenido y tengan eficacia en él. Platón
lista de la .-historia no es tampoco un carruaje que'~:,Karatajev y los santos dostoíevskianos siguen
se toma. y se deja a capricho, y no se detiene :'~~siendo sus más fieles reproducciones, Quien busca
ante los"áutores de la revolución), sino que, sobre
todo, : tras la revolución emocional, se impone
'.la
salvación de su alma y la de los demás que no
"~4 la busque por el camino de la política, cuyas ta­
;' .~
~.'
~
·f
Max \'<7eber El político y el científico 175
174

teas, que son muy otras, sólo pueden ser cumpli­ ereditada para muchas generaciones porque en su
das mediante la fuerza. El genio o demonio de persecución no se tuvo presente la responsabili­
la política vive en tensión interna con el dios del dad por las consecuencias.
amor, incluido el dios cristiano en su configura­ Quien así obra no tiene conciencia de las po­
ción eclesiástica, y esta tensión puede convertirse tencias diabólicas que están en juego. Estas po­
en todo momento en un conflicto sin solución. tencias son inexorables y originarán consecuencias
Esto lo sabían ya los hombres en la época de 1:::1 que afectan tanto a su actividad como a su pro­
dominación de la Iglesia. Una y otra vez caía el pía alma, frente a las que se encuentra indefenso
interdicto papal sobre Florencia (yen esa época si no las ve. «El demonio es viejo; hazte viejo
esto significaba para los hombres y la salud de sus para poder entenderlo.» No se trMa en esta frase
.~ de años, de edad . Yo nunca me he dej ado abrumar
almas un poder más fuerte que lo que Fiehte llama
3. «2.~!:':: 1::: ae..é- 1:. ~ a > ce - :'.::6.: :::l.Cru k.m. tiao.o), en lli12 ¿s.-..---usión por el d;lw de la fecha de naci­
~ ­ miento. Pero el simple hecho de que alguien ten­
~:...- .... ~ -\-"~--"E3-x. :;=,. ~~2: --);: ~ , :~~ ~

_,.:::_~':k
_:-- -
. ...- :::r.:::J_l:.
• --
-l~_ -~:...a::l~. Q_
..-...:;;. -
. -.1I1 lciesia."
--- ~ .= 1 J:í ....-- .'3.' ~~~.P veinte años y yo más de cincuenta tampoco
......

referencia a tales situaciones, y en un bello pasaje ~ ~puede inducirme, en definitiva, a pensar que eso
que, si la memoria no me engaña, pertenece a las ~ ~constituye un éxito ante el que tengo que temblar
«Historias florentinas», Maquiavelo pone en boca ~ :,j de pavor. Lo decisivo no es la edad, sino la edu­
de uno de sus héroes la alabanza de aquellos que -! ~t cada capacidad para mirar de frente las realidades
colocan la grandeza de la patria por encima de l . :; ¡ de la vida, soportarlas y estar a su altura.
salvación de sus almas. ~ r Es cierto que la política se hace con la cabeza,
Si en lugar de ciudad natal o de «patria», que í ¡ pero en modo alguno solamente con la cabeza. En
quizás no tienen hoy para todos un significado .~ t esto tienen toda la razón quienes defienden la
unívoco, dicen ustedes «el futuro del socialismo»> t 1 wca de la convicción. Nadie puede, sin embargo,
o la «paz internacional», tendrán planteado d ~ ! prescribir si hay que obrar conforme a la ética
problema en su forma actual. Todo aquello que .~ \ de la responsabilidad o conforme a la ética de la
se persigue a través de la acción política, que se i ~ convicción, o cuándo conforme a una y cuándo
sirve de medios violentos y opera con arreglo ~ conforme a otra. Lo único que puedo decirles es
ética de la responsabilidad, pone en peligro la ~ f que cuando en estos tiempos de excitación que
«salvación del alma». Cuando se trata de conse­ q. ustedes no creen «estéril» (1a excitación no es ni
guir una finalidad de ese género en un combate esencialmente ní siempre una pasión auténtica)
ideológico y con una pura ética de la convicción, veo aparecer súbitamente a los políticos de con­
esa finalidad puede resultar perjudicada y desa- vicción en medio del desorden gritando: «el mun­
176 Max Weber El polítíco y el científico 177

do es estúpido y abyecto, pero yo no; la responsa­ tengo muchos motivos para temer, llevamos ya
bilidad por las consecuencias no me corresponde mucho tiempo dominados por la reacción y se ha
a mí, sino a los otros para quienes yo trabajo y realizado muy poco o quizás absolutamente nada
cuya estupidez o cuya abyección yo extirparé», de lo que, seguramente muchos de ustedes, y yo
lo primero que hago es cuestionar la solidez in­ mismo, como he confesado frecuentemente, hemos
terior (inneren Schwel'gewichts) que existe tras deseado y esperado (muy probablemente eso no
esta ética de la convicción. Tengo la impresión de me aniquilará, pero supone) desde luego, una gra­
que en nueve casos de cada diez me enfrento con ve carga saber que así será) me gustará mucho
odres llenos de viento que no sienten realmente saber qué «ha sido» interiormente de aquellos de
lo que están haciendo, sino que se inflaman con entre ustedes que ahora se sienten auténticos
sensaciones románticas. Esto no me interesa mu­ «políticos de convicción» y participan en la em­
cho humanamente y no me conmueve en absoluto. briaguez de esta revolución actual. Sería muy bello
Es, por el contrarío, infinitamente conmovedora que las cosas fueran de tal modo que se les pu­
la actitud de un hombre maduro (de pocos o diera aplicar lo que Shakespeare dice en el so­
muchos años, que eso no importa), que siente neto 102:
realmente y con toda su alma esta responsabilidad
por las consecuencias y actúa conforme a una Entonces era primavera y tierno nuestro amor
ética de responsabilidad, y que al llegar a un cier­ Entoces la saludaba cada día con mi canto
to momento dice: «no puedo hacer otra cosa, aquí Como canta el ruiseñor en la alborada del estío
me detengo». Esto sí es algo auténticamente hu­ y apaga sus trinos cuando va entrando el día
mano y esto sí cala hondo. Esta situación puede,
en efecto, presentársenos en cualquier momento Pero las cosas no son así. Lo que tenemos ante
a cu:J1quiera de nosotros que no esté muerto in· nosotros no es la alborack del estío, sino una
teriormente. Desde este punto de vista la ética noche polar de Ul12. dureza y una oscuri d(id h eh­
de la responsabilidad \' la éúca de la convicción¡, das, cualesquiera que sean los grupos que ahora
no son términos absol~tamente opuestos, sino de- J triunfen. Allí en donde nada hay, en efecto, no
mentas complementarios que han de conCQ.~;..i.: ~ es sólo el Emperador quien pierde sus derechos,
para formar al hombre auténtico, al hombre que .-, sino también el proletario. Cuando esta noche se
puede tener «vocación política». disipe poco a poco ¿ Quién de aquellos vivirá
y ahora, estimados oyentes, los emplazo para : cuya primavera florece hoy aparentemente con tan­
que hablemos nuevamente de este asunto dentro ~~ ta opulencia? ¿Y qué habrá sido entonces interna­
de diez años. Si entonces, como desgraciadamente " mente de todos ellos? Habrán caído en la amar­
.Iia;.¡ Weber.-12
El político y el científico 179
178 Max Weber

gura o en la grandilocuencia vacía, o habrán acep­ desde su punto de vísta, el mundo se muestra
tado simplemente el mundo y su profesión, o demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo
habrán seguido un tercer camino, que no es el que él le ofrece; sólo quien frente a todo·esto
más infre<;uente, el de la huida mística del mundo es capaz de responder con un «sin embargo»;
sólo un hombre de esta forma construido tiene
para aquellos que tienen dotes para ello o que
(y esto es lo más común y 10 peor) adoptan este «vocación» para la política.
camino para seguir la moda. En cualquiera de
estos casos sacaré la consecuencia de que no han
estado a la altura de sus propios actos, de que
no han estado a la altura del mundo como real­
mente es, y a la altura de su cotidianeic1ad. Ob­
jetiva y verdaderamente, no han tenido, en sen­
tido profundo, la vocación política que creían
tener. Hubieran hecho mejor ocupándose lisa y
llanamente de la fraternidad de hombre a hombre
y dedicándose simplemente a su trabajo cotidiano.
La política consiste en una dura y prolongada
penetración a través de tenaces resistencias, para
la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y
mesura. Es completamente cierto, y así 10 prue­
ba la Historia, que en este mundo no se consigue
nunca lo posible si no se intenta 10 imposible
una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto
no sólo hay que ser un caudillo, sino también un
héroe en el sentido más sencillo de la palabra.
Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro
han de armarse desde ahora de esa fortaleza de
ánimo que permite soportar la destrucción de
todas las esperanzas, si no quieren resultar inca­
paces de realizar incluso lo que hoyes posible.
Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando,

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