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DEFINICIÓN DE CONCIENCIA
La definición de conciencia ha sido un problema de muchos años, de hecho aún sigue variando
dependiendo del neurocientífico. Para intentar solucionar este problema y poder así delimitar ben
este concepto, se planteó diferencia entre:
Conciencia como estado: conciencia primaria o "estar consciente" (wakefulness), se relaciona con
el nivel de alerta o vigilia y hace referencia a la activación del organismo y su capacidad para
responder al entorno.
Activación del organismo y su capacidad para responder al entorno (estar o no estar), se está
consciente en vigilia, pero por debajo del umbral de la conciencia durante el sueño o por el efecto de
una anestesia.
Los cuadros patológicos de esta conciencia se separan en los diferentes niveles entre los que
fluctúa la conciencia:
El trabajo del neuropsicólogo clínico ante los estados de alteración de la conciencia es proponer
modelos teóricos, describir el correlato neuroanatómico o establecer un diagnóstico, el pronóstico,
estrategias de tratamiento o planes de cuidado. Realmente se necesita un equipo especializado en
las alteraciones cognitivas, y especialmente en la conciencia, para establecer la rigurosidad de la
identificación del cuadro.
Hay 4 niveles:
Encargados de la Disminución de la
generación del contenido actividad de la red
de la conciencia. neuronal por defecto
(default mode network)
Estructuras claves para por daño cerebral,
Nivel de CORTEZA POSTERIOR: la red neuronal por relacionado con SVSR y
generación del regiones visuales, auditivas y defecto (default mode el EMC.
contenido de la somatosensoriales, y Corteza network): actividad
conciencia de asociación parietal cortical global durante
los estados de reposo,
que se ocupa de tareas
con baja carga cognitiva
que requieren escaso
procesamiento
voluntario.
Necrosis cortical laminar difusa: una destrucción multifocal extensa de la corteza cerebral, en
especial en su tercera capa, como consecuencia del daño hipóxico-isquémico (no traumático), tras la
disminución de aporte energético al cerebro. Implica casi de manera invariable al hipocampo y puede
ir acompañada por pequeñas áreas aisladas de infartos o pérdida neuronal en los núcleos profundos
del diencéfalo, el hipotálamo o el tronco cerebral.
Lesión axonal difusa: Aparece de forma habitual por el cizallamiento de los axones después de una
lesión cerebral traumática. Consiste en un daño subcortical extenso que aísla virtualmente a la
corteza de otras partes del cerebro. A veces se suman pequeñas lesiones primarias en el tronco
encefálico que afectan a la formación reticular. La lesión axonal difusa está presente en casi el 70%
de los casos diagnosticados de SVSR traumático y, además, tiende a producirse junto a un daño
isquémico de moderado a grave que implica al tálamo y otras áreas menos vascularizadas. En los
casos de EMC, las lesiones axonales y talámicas son mucho menos frecuentes que en el grupo de
SVSR.
Necrosis selectiva del tálamo: Se origina sobre todo por herniación transtentorial o edema cerebral
que afectan de manera específica a esta estructura debido a su vulnerabilidad intrínseca por posición
y conectividad.
CAZADORES DE CONCIENCIA
En 1940, el neurólogo Ernst Kretschmer, describió un paciente con una alteración de la conciencia a
la que denominó síndrome apálico (del latín pallium, corteza), indicando afectación simultánea de
varias funciones corticales.
Debido a los avances médicos y tecnológicos en urgencias médicas durante las décadas de 1960
(perfeccionamiento del sistema de ventilación mecánica asistida) y 1970 (generalización de su uso en
las UCI), se produjo un crecimiento en las tasas de supervivencia tras lesiones cerebrales graves, y
un aumento, por tanto, de las alteraciones de la conciencia.
En 1972, Jennett y Plum, clasificaron por primera vez este síndrome como estado vegetativo
persistente: estado de alerta con ojos abiertos espontáneamente y con ciclos de sueño-vigilia, pero
sin mostrar indicios de conciencia de sí mismos o de su entorno.
Una de las tareas más complejas para el profesional es realizar un diagnóstico diferencial entre las
siguientes situaciones clínicas:
○ Muerte cerebral: Ausencia permanente de todas las funciones cerebrales, incluidas las del
TE (desaparecen los reflejos del TE y los de los nervios craneales). El EEG suele mostrar
ausencia de actividad eléctrica.
○ Coma: Estado de inconsciencia profunda y sostenida. Ojos cerrados, no puede ser
despertado. Se diferencia del síncope, conmoción cerebral u otros estados de inconsciencia
transitoria en que el coma ha de ser de + de 1 h. Después de unos días sin recuperar la
conciencia suelen fallecer o evolucionar hacia un SVSR.
○ Síndrome de Locked-in o de Cautiverio: Conciencia y cognición preservadas, pero
movimientos y comunicación son imposibles debido a una parálisis grave del sistema motor
voluntario. Frecuentemente es por ACV de la arteria basilar o TCE que afectan a las vías
descendentes corticoespinal, corticobulbar y corticopontina en la protuberancia o por debajo
de ella, con tetraplejía y parálisis de la parte inferior del rostro. Comunicación con el
parpadeo.
○ Mutismo acinético: Reducción de la función mental con pérdida del habla, ausencia o
enlentecimiento de los movimientos voluntarios para el inicio de la conducta, pero con la
vigilia y la conciencia preservadas. Aparece tras daño mesencefálico, del diencéfalo basal o
de la corteza cingulada anterior bilateral del lóbulo frontal. No están dañadas las vías
motoras descendentes: pueden moverse o hablar, pero tienden a permanecer inmóviles y en
silencio.
○ Demencia: Disminución progresiva de las funciones cerebrales superiores y básicas, en las
que los mecanismos de alerta suelen estar preservados. En etapas avanzadas, evoluciona
hacia una pérdida de la autoconciencia y de toda conducta aprendida. En este último estadio,
pueden presentar SVSR.
○ Discapacidades graves: Algunas personas con deterioro cognitivo o discapacidad
intelectual grave, en ocasiones acompañados de discapacidad física también grave, se
encuentran limitadas para responder al mundo exterior. Son conscientes y pueden procesar
el entorno, aunque sus respuestas se vean restringidas.
Uno de los retos más exigentes para los profesionales es realizar un correcto diagnóstico con el fin
de evitar falsos negativos (concluir que un paciente no está consciente cuando sí lo está), ya que
este error conlleva una actitud terapéutica y un pronóstico diferentes, además de proporcionar una
información desesperanzadora a la familia. A veces resulta difícil distinguir las alteraciones de la
conciencia de otras entidades, pero también puede ser complicado un diagnóstico diferencial entre
ellas, sobre todo cuando un paciente en SVSR (síndrome de vigilia sin respuesta) está evolucionando
aún EMC (estado de mínima conciencia).
El Royal College of Physicians de Londres, en 2003 estableció unos requisitos para el diagnóstico
clínico del estado vegetativo:
Los criterios diagnósticos para el Síndrome Vegrativo Sin Respuesta y del estado de mínima
conciencia (TABLA 4.1) :
Por otro lado, el DSM-5 no incluye alteraciones de la conciencia y el CIE-10 incluye tanto el coma
(R40.2), como el estado vegetativo (R40.3), pero no es el estado de mínima conciencia).
Paciente inmóvil (incluso parálisis si la lesión afecta al tercio inferior del TE), ante el dolor pueden
presentar respuestas fisiológicas (sudoración, aceleración respiración) o motoras reflejas (rigidez de
descerebración por lesión protuberancia o TE caudal o rigidez de decorticación por afectación cortical
amplia.
Pueden presentar movimientos oculares erráticos que pueden malinterpretarse como seguimiento
visual (pero no tienen finalidad, no hay búsqueda visual sostenida, de fijación o seguimiento de
estímulos, no hay oclusión de los párpados ante un gesto amenazante). Pueden presentar desviación
de la mirada hacia un lado, mientras que otros tienen la mirada en ping pong (movimientos continuos
y rápidos en ciclos de lado a lado).
Además, los pacientes con SVSR o en estado vegetativo son alimentados por sonda porque, aunque
conservan reflejos nauseosos, de tos y de succión, no hay coordinación entre la masticación y la
deglución. Su funcionalidad gastrointestinal es normal.
Condición en la que el paciente presenta una evidencia mínima, pero definitiva, de conciencia. Puede
producirse la reanudación de la comunicación interactiva (verbalizaciones, escritura, señales Sí/no o
con un sistema alternativo de comunicación) o el uso funcional de objetos (discriminación y el empleo
apropiado de, al menos, dos objetos comunes, agarre con la mano adaptado a tamaño y forma).
Dependiendo de la complejidad de las conductas que se emiten, la EMC puede ser una de las
siguientes entidades:
○ EMC plus (EMC+), se caracteriza por la presencia de comunicación limitada pero funcional:
a.
○ Seguimiento de ordenes; b. Verbalizaciones inteligibles; o c. Respuestas gestuales o
verbales de sí/no.
○ EMC menos (EMC-), se asocia a niveles mínimos de interacción mediante conductas no
reflejas como: orientación ante estímulos dolorosos, seguimientos oculares hacia estímulos
en movimiento o llamativos, comportamientos afectivos en relación con estímulos
ambientales relevantes, vocalizaciones o gestos en respuesta directa al contenido lingüístico
de preguntas y búsqueda de objetos que demuestren una clara relación entre la ubicación
del objeto y la dirección de alcance, tocándolos o sosteniéndolos.
○ La emergencia del EMC conllevaría recobrar una comunicación o un uso de objetos
funcionales.
La progresión de la conciencia teniendo en cuenta el nivel de alerta y el nivel de conciencia EMC:
Antes de la evaluación:
HALLAZGOS OBTENIDOS
Los hallazgos que se han obtenido con los estudios de conectividad funcional en reposo con RM
funcional, en pacientes con alteraciones de la conciencia y aquellos hallazgos que permitirían
diferenciar entre las distintas alteraciones de la conciencia han sido:
○ Conectividad reducida en la red neuronal por defecto, específicamente entre las cortezas
prefrontal medial y cingulada posterior, proporcional al nivel de conciencia.
○ Otras redes como las de control ejecutivo, de relevancia, visual, auditiva, sensoriomotora y
las subcorticales, muestran también < conectividad en el SVSR que en el EMC.
○ Se encuentran diferencias entre EMC+ y EMC- en la actividad de la red frontoparietal
izquierda, relacionada con el uso expresivo del lenguaje, en EMC+: un patrón de >
conectividad entre las cortezas prefrontal dorsolateral y fusiforme izquierdas.
○ Recientemente, se ha observado que la correlación negativa entre la red neuronal por
defecto y la red de control ejecutivo (es decir, en sujetos normales, la activación de una de
ellas conlleva la inactivación de la otra, y viceversa), está atenuada o ausente en estos
pacientes, y su presencia sugeriría recuperación de la conciencia.
Los hallazgos que se han obtenido con los estudios de conectividad funcional con RMf durante la
ejecución de tareas visuales, auditivas, dolorosas y térmicas, en pacientes con alteraciones de la
conciencia que algunos pacientes que no se comunican pueden utilizar las capacidades cognitivas
residuales para expresar sus pensamientos que “serían captados” por una técnica de neuroimagen
funcional (personas en EMC no conductual).
A partir de este trabajo se multiplicó el esfuerzo por detectar actividad significativa en estos pacientes
con el fin de refrendar el uso de técnicas de neuroimagen funcional en la identificación de los casos
de EMC no conductual.
Múltiples estudios muestran una mayor y mejor distribución de la actividad cortical en los EMC en
comparación con los SVSR en tareas visuales, auditivas, dolorosas y térmicas, implicándose más
estructuras ante estímulos con valencia emocional. La presencia de altos niveles de actividad cortical
se relaciona con la recuperación de la conciencia