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Extractos de ensayos investigativos

LA MISIÓN DEL MAESTRO DE HISTORIA

Por Carlos Rojas Galarza.

Los profesores de historia comprometidos con la necesidad de coadyuvar en la edificación de


una nueva sociedad cualitativamente superior tienen la convicción que la ciencia histórica es
vigorosa cuando sirve al presente para el impulso de un futuro social auténticamente humano.
El mismo Mariátegui manifestó: "El pasado interesa en la medida en que pueda servirnos para
interpretar el presente". El alemán Manfred Kossok refiriéndose al Amauta y su estudio del
desarrollo social, certeramente dijo: “con la mirada fija en el futuro y la acción para el futuro,
sacaría la historia de la esterilidad y del aislamiento académico burgués”

Queda claro, pues, que la razón de ser de la ciencia histórica es su ligazón con el presente y el
compromiso con el futuro. Para ello es necesario que se vaya formando la conciencia histórica,
principalmente en la juventud escolar. Lo que implica que la didáctica científica de la historia
plantee alternativas coherentes en los diferentes aspectos y fases del proceso de enseñanza-
aprendizaje. Por ahora, nos preocuparemos de un aspecto que tiene relación con lo explicado
líneas arriba.

Si tomamos los programas curriculares de historia, así como todos los textos escolares de la
especialidad, veremos que los contenidos temáticos se refieren única y exclusivamente a los
acontecimientos del pasado, presentándolos como “hechos que se dieron”, sin explicar que en
ese pasado están precisamente los orígenes de los procesos que se viven hoy: no hay ligazón
del pasado con el presente, para una certera interpretación de los procesos de “palpitante
actualidad”, ni mucho menos se habla de una proyección y preocupación del futuro.

Así, en los alumnos, la asignatura de historia aparece como “muerta”, “sin vida”, como un
conglomerado de fechas, nombres, batallas, héroes, etc., que sin sentido alguno se ven
obligados a memorizar. Y las tareas, ¡Uf!, las tareas: cuestionarios de 10 o 15 preguntas, sin el
menor criterio pedagógico, cuyas respuestas se buscan sólo en el texto escolar, y no como una
fuente de datos que apunten a la reflexión y crítica, sino como viejos libros utilizados para una
mera copia de informaciones que todos los años se repiten, como si la investigación histórica
no evolucionara. Textos escolares que se ven con tedio, sin significado alguno, para
comprender los movimientos sociales de hoy; a lo sumo sirven para poner a prueba la
capacidad memorística, convirtiendo al estudiante en un autómata de selección y recordación
de datos. Pero el estudiante es una persona y no un robot: termina rechazando la asignatura
de historia, para él, sin valor. Enseñada así la historia, para el estudiante no tiene razón de ser,
ni de estudiarse, ni valorarse, como otras asignaturas “que sí tienen significado” para su
“futuro individual”, como, por ejemplo, las matemáticas. En suma, ni maestros que relacionen
el pasado con el presente dándole sentido a la historia, ni textos que vivifiquen el pasado en
función a lo actual. Resultado: el estudiante alienado como quiere la burguesía; sin conciencia
histórica, tan necesaria para avizorar las perspectivas de liberación y el enlace correcto de las
luchas del pueblo y su juventud.

El maestro que tenga conciencia de estas importantes afirmaciones y observaciones, tiene que
comprender que no hay nada mejor para el estudio de la historia por parte de los alumnos,
que despertar el interés por la explicación de los problemas sociales de actualidad (que
inevitablemente repercuten en las vida individual, familiar y comunal del alumno) a través de
la búsqueda de las causas y su evolución en el pasado: explicarles con la participación activa y
reflexiva del estudiante, que los acontecimientos del pretérito tienen significado para
interpretar y comprender los momentos actuales del mundo en general y de nuestra patria en
particular. Trabajar con la juventud estudiosa haciendo conciencia de la necesidad de
participar activamente en el esfuerzo colectivo popular para construir un futuro social
superior. (1989)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

1.- Publicado en el diario de circulación nacional “La Voz”, 10 de diciembre de 1986.

2.- Manfred Kossok (1982) MARIÁTEGUI Y LAS

CIENCIAS SOCIALES, Ed. Biblioteca Amauta, Lima.

3.- Carlos Rojas Galarza (1989) LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA, Ed. El Alba. Lima.

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