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RHA, Vol. 4, Núm.

4 (2006), 185-189 ISSN 1697-3305

RÓMULO GALLEGOS Y LA TENTACIÓN DEL


CAUDILLAJE EN VENEZUELA

Concepción Reverte Bernal*


Recibido: 28 Julio 2004 / Revisado: 15 Septiembre 2004 / Aceptado: 20 Octubre 2006

Como pienso desde hace tiempo y así explico


E l 23 de noviembre de 1984, hace ya veinte años,
en el centenario del nacimiento de Rómulo
Gallegos, el narrador venezolano Salvador Gar-
en mis clases de Literatura Hispanoamericana, hay
una lectura superficial de Gallegos que simplifica
mendia, entonces diplomático en Madrid, impartió enormemente sus contenidos, convirtiéndolo en
una conferencia en la Diputación Provincial de un escritor paisajista de ideas sencillas; sin embar-
Cádiz que tuve el privilegio de escuchar, sobre este go, si uno analiza con mayor cuidado sus obras, ad-
gran escritor caraqueño que fue además Presidente vierte que el caraqueño planteaba problemas pro-
de su país. En la conferencia, Garmendia hizo un fundos sin soluciones claras1, y que, como se hace
encendido elogio de la personalidad y obras del patente por el título que he dado a mi artículo:
escritor regionalista, lo cual me pareció particular- “Rómulo Gallegos y la tentación del caudillaje en
mente interesante por dos razones: Por una parte, Venezuela”, siguen estando vigentes. Con Gallegos
Salvador Garmendia era conocido como un hombre sucede como con tantos otros escritores universa-
de izquierdas, de formación marxista, y su elogio de les, en los cuales hay que diferenciar las manifesta-
la figura de Gallegos suponía cierta aceptación de ciones verbales y actuaciones públicas de las ideas
una posición política distinta a la suya. Por otra, que encierran sus obras, las cuales revelan la cara
Garmendia es considerado uno de los representantes íntima de su pensamiento. Por poner tres ejemplos
principales de las últimas generaciones del “boom” de escritores notables, donde es claro el distancia-
hispanoamericano, y de todos es sabida la inclina- miento entre la posición del hombre público y la
ción parricida de estos autores respecto a la genera- obra literaria: En relación a Mario Vargas Llosa, tal
ción mundonovista anterior, por considerarla super- como ha subrayado mi amigo el crítico Roy
ficial. Garmendia en su elogio de Gallegos no sólo Boland, es preciso distinguir al hombre público
no rechazaba a su predecesor literario, sino que conservador que es, del revolucionario de izquier-
ensalzaba su profundo conocimiento de la realidad das que late en sus novelas. En el caso de Alejo
venezolana, pese a que el enfoque de Gallegos dista Carpentier, como ha puesto de relieve Roberto
bastante de la problemática urbana que predomina González Echevarría frente a Alexis Márquez Ro-
en el autor de Memorias de Altagracia. dríguez, hay que separar al comunista aparente-

*
Profesora Titular de Filología en la Universidad de Cádiz, España. E-mail: concepcion.reverte@uca.es. Este artículo está basa-
do en una ponencia presentada al IV Seminario Internacional “Nuestro Patrimonio Común”, celebrado en Cádiz del 21 al
23 de abril de 2004.
1
Coincido con Carlos Pacheco, cuando dice en “Pensamiento sociopolítico en la novela galleguiana”, en Rómulo Gallegos.
Multivisión. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1986, 116: “Esto que afirmamos es hoy día aceptado como
cosa obvia. Y sin embargo, mucha crítica contemporánea sigue basando sus interpretaciones sobre una equivalencia simplis-
ta entre la obra literaria y las opiniones o tomas de posición ideológica de su autor. Tales consideraciones parecen especial-
mente pertinentes en el caso de Rómulo Gallegos, dadas las circunstancias de su vida como hombre público y las caracterís-
ticas peculiares de su producción intelectual, donde ambos sistemas discursivos antes mencionados encontraron expresión,
siendo fácil encontrar correspondencias entre ellos”.

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mente convencido que era, del revolucionario dis- ca y compleja realidad del país al hombre capitali-
crepante o dudoso de la solución armada que halla- no, cuya ignorancia era grande por las dificultades
mos en su narrativa. Mientras que Gabriel García de las vías de comunicación y al no existir aún los
Márquez es uno de los escasos escritores hispanoa- medios visuales actuales (televisión, cine extendido,
mericanos que continúan defendiendo de modo internet); exponiendo, como hizo Ricardo Güiral-
notorio el régimen de Castro, la lectura de sus des en Don Segundo Sombra, que el dirigente o
obras muestra a un escritor bastante conformista, dueño de hato o hacienda había de ser guacho-gau-
con una denuncia política menos perceptible; para cho, es decir, peón, antes que hacendado. La pri-
mí, pocas obras pueden representar mejor la deca- mera gran novela de Gallegos: Doña Bárbara (pu-
dencia actual del dictador de Cuba que El otoño del blicada por primera vez en 1929), nos presenta la
patriarca, del escritor colombiano. formación simbólica del protagonista: Santos
Si Gallegos en sus manifestaciones públicas era Luzardo, quien pasa de ser un caraqueño ajeno a la
un demócrata convencido, leyendo sus novelas (me realidad del interior, a convertirse en un hacendado
centro aquí en las cuatro principales), uno advierte consciente, a través de su educación vital en el lla-
que se siente tentado por la figura del caudillo, no no, donde debe enfrentarse a la fuerza de la barba-
rechazándolo, en general, sino planteando la dife- rie, encarnada por la protagonista. Como se sabe, la
rencia entre un posible caudillaje bueno y otro malo, discusión sobre civilización y barbarie, propia del
independientemente de su legitimación por las ur- XIX hispanoamericano, entronca con el famoso en-
nas. Garmendia, en su conferencia, recordó también sayo de Sarmiento y continúa siendo actual en la
el masivo apoyo de votos con el que Gallegos ganó política internacional, por el conflicto entre el Is-
las elecciones de 1947, siendo proclamado Presi- lam y Occidente. Para Gallegos, la civilización debe
dente de la República a principios de 1948, lo cual, de pasar por un proceso de riesgo de barbarie, para
sin embargo, no le sirvió para mantenerse en el poder comprenderla y ejercer de modo fecundo su
poder, ya que fue depuesto a los pocos meses, por un acción transformadora; así, en esta misma novela,
golpe de estado militar encabezado por Marcos antes de la unión simbólica entre Santos Luzardo y
Pérez Jiménez. En un país como Venezuela, que Marisela, la hija de Doña Bárbara, el joven se ve so-
venera a ese gran caudillo de la Independencia que metido a la tentación de tomar la justicia por su
fue Simón Bolívar, no resulta extraña la búsqueda de mano, cometiendo un homicidio, en un falso des-
otro prohombre que haga salir de una vez por todas enlace de la novela. Las palabras con que concluye
al país de los problemas que lo atenazan. el capítulo correspondiente, que se titula significa-
tivamente “La hora del hombre”, son: “Era el co-
Simultáneamente, Gallegos pudo reflexionar mienzo del buen cacicazgo. La hora del hombre
sobre el caudillaje malo a través de otros dirigentes de bien aprovechado”.
su país, como el dictador Gómez, cuyo hato “La
Candelaria” sirvió de fuente de inspiración para su Si los protagonistas masculinos de las obras
Doña Bárbara, con la conocida reacción entusiasta de principales de Gallegos sienten la presión de la bar-
éste, quien lo nombró a continuación Senador por el barie cuando se aproximan al asesinato, con sus
Estado de Apure2. Gallegos, quien fue tachado de mujeres sucede algo análogo cuando son víctimas
“arielista” por la idealización simbólica de sus novelas, de violaciones y estupros, como ocurre con Doña
trata de materializar sus ideas a través de los persona- Bárbara, cuya conducta queda determinada por la
jes de ficción, sin que ello suponga, a mi juicio, un violación que sufrió siendo adolescente. En esta
desprecio del pueblo llano y menos aún la defensa a primera gran obra, la solución de la unión entre
ultranza del europeísmo frente a lo autóctono. Él tam- civilización y barbarie y la posibilidad de un caudi-
bién rechazaba la “nordomanía” que denunciaba José llaje bueno gracias a ésta es mucho más simple,
Enrique Rodó en Ariel y José Martí en su célebre ensa- mientras que en sus novelas posteriores es como si
yo Nuestra América, recuérdese, a modo de ejemplo, el Gallegos dudara de ello.
personaje Mr. Danger en la novela antes citada. Estando exiliado en España, tras haber sido
Como sucede con otros escritores de su gene- nombrado Senador por Gómez, Gallegos escribe
ración, Gallegos se esfuerza por dar a conocer la ri- sus siguientes novelas: Cantaclaro (publicada en

2
Como se sabe, este hecho empujó al exilio al caraqueño. La anécdota la relata, por ej., Juan Liscano, en Rómulo Gallegos y
su tiempo. Caracas, Monte Ávila, 1969.

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1934) y Canaima (publicada en 1935). Gallegos se próxima del país, recordando como la corrupción
mantuvo en Madrid al margen de los círculos lite- de los representantes de los partidos ha generado el
rarios, con un medio de vida ajeno a política y lite- apoyo popular a un liderazgo que desprecia los me-
ratura (era jefe de ventas de una compañía). Esta canismos institucionales. Gallegos fundaría un nue-
distancia le permitiría hacer un examen más pausa- vo partido, Acción Democrática, en 1941, con el
do de la problemática venezolana, que se vuelca en que accedió al poder en 1948.
la mayor complejidad ideológica de las obras que En esta misma novela, el personaje Martín
acabo de mencionar. Salcedo evoca a Gallegos, un caraqueño que maldi-
Si Cantaclaro es considerada superficialmente ce el llano antes de conocerlo, y que después se
sólo como una novela folclórica del llano venezola- transforma en un estudiante revolucionario que
no, en la que ocupa un lugar central la figura del busca un caudillo militar para arreglar el país. Aquí
coplero, leída con más detenimiento permite ver también a los personajes principales les llega la hora
un ahondamiento en la problemática del caudilla- de enfrentarse a su destino, cuando deben dejar la
je, encarnada en sus personajes principales. En la comodidad de sus hogares para pasar a la acción.
novela se enfrentan dos tipos de caciquismo (que En todas las novelas de Gallegos tiene impor-
vendría a ser el nivel regional del caudillaje), uno tancia la superstición. En Cantaclaro aparece un
bueno, representado por Juan Crisóstomo Payara, tipo humano propio de Hispanoamérica en el XIX,
apodado “el diablo del Cunaviche”, y por los her- que es el santón que recorre los campos, arrastran-
manos Coronado, apodado uno de ellos “Canta- do tras de sí hombres pobres, faltos de esperanza.
claro”, y otro malo, representado por personajes En esta novela es denominado el profeta y recuerda
que cometen abusos de poder sobre los débiles. al célebre Consejero de Os Sertões, de Euclides da
Tal como se expresa en la novela, el deseo de Cunha, en el que está basada la excelente novela La
imponer la justicia en Venezuela puede conducir a guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa.
acciones violentas, ante el fracaso de las soluciones Nuevamente este personaje hace pensar en la actua-
políticas, que ha ocasionado la pugna entre libera- lidad internacional: un líder religioso o pseudorre-
les y conservadores durante el XIX; lo cual viene a ligioso es capaz de movilizar masas populares (y a
ser la defensa de un posible caudillismo revolucio- algunos intelectuales) al conferir orgullo y esperan-
nario, al margen de las instituciones. Son, por ej., za a poblaciones míseras y oprimidas que carecen
reflexiones de Payara en el texto3: de ella.
“En una palabra, quería que se administrase En Canaima, la novela de la selva de la Gua-
justicia, dentro de la más estricta aplicación de la yana venezolana, el protagonista, un joven de Ciu-
ley, tal como ésta fuese, pero al mismo tiempo sub- dad Bolívar que desconoce la fiereza del paisaje sel-
ordinándola a aquélla, a la gran justicia, para que le vático, sufre una transformación en su tránsito por
allanase el camino del tremendo escarmiento que la barbarie de la tierra. El punto de inflexión de este
debía hacerse en Venezuela. Y como en tales anhe- cambio se produce también cuando comete un
los no era probable que hiciese carrera por el cami- homicidio, a partir de lo cual parece que va a ven-
no de la jurisprudencia, por donde realmente lo cer en él Canaima (el espíritu maligno de la selva),
tiraba la vocación científica, el paradójico influjo erradicando todo lo que suponía una conducta ci-
del medio lo desvió a estudiar medicina. vilizada. Sin embargo, esto a la postre no ocurre,
La enfermedad de Venezuela no es para paños pues Gallegos postula un desenlace de compromi-
calientes y bálsamos anodinos, sino para hierro de so, con Marcos Vargas integrado en la selva, pero
cirujano. El que quiera redimir a este país de sus enviando a su hijo mestizo fuera de ella para recibir
males tiene que inmunizarse, primero contra la una educación occidental. Como en las restantes
compasión”. obras principales de Gallegos, el protagonista es un
hombre que debe enfrentarse a su destino, que es a
Tal como se apunta aquí, el desencanto ante la la par individual y nacional.
debilidad de los partidos políticos tradicionales
conduce a una justificación del poder al margen de En 1936 muere Gómez y sube al poder
los mismos, lo que puede ser aplicado a la historia Eleazar López Contreras, quien inicia una apertura

3
Cito por Cantaclaro. Madrid, Espasa-Calpe, 1981, 64, 66.

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liberal, pidiendo a Gallegos que acepte el Minis- Revolución, en los años veinte. Como sucedía en
terio de Instrucción Pública de Venezuela. Por des- Cantaclaro, Gallegos no se atreve a dar una fórmu-
avenencias con López Contreras Gallegos abando- la definitiva sobre cómo ha de ser un posible líder
nará el cargo siendo elegido poco después Dipu- para Venezuela, pero sí hace un llamamiento a la
tado por Caracas. Es en estas circunstancias cuan- búsqueda de un caudillo auténtico, que esté por
do escribe su siguiente gran obra regionalista: Pobre encima de las discusiones de las facciones políticas,
negro, publicada en 1937, donde se refiere a la que provocan la ruina del país. Como en anteriores
región con predominio negro de Venezuela, que es novelas, las pugnas políticas del XIX se proyectan
Barlovento. En Pobre negro Gallegos traza una en los males del siglo XX y la crítica a los fallos del
doble trama paralela: De una parte, lo político- sistema colonial español en esta obra, pueden en-
social de modo grupal, que sería el problema de la tenderse asimismo referidos al neocolonialismo
integración de los negros en la marcha del país y las posterior de los Estados Unidos. Aquí también se
luchas entre liberales y conservadores, federales y habla del caudillo mesiánico que espera el pueblo
unitarios, el campo y la ciudad por el poder. De venezolano y que tiene su caldo de cultivo en el
otra, la historia amorosa, centrada sobre todo en la deseo de salir de la miseria de los más humildes,
pareja formada por Pedro Miguel Candelas (pobre como son los descendientes de los antiguos escla-
y mulato) y Luisana Alcorta (hija de hacendado y vos.
blanca); con cuya unión simbólica concluye la no- El personaje más curioso de la novela es, sin
vela, con el consiguiente mensaje social y racial. duda alguna, el educador, Cecilio el viejo, que ejer-
La novela comienza con el relato de la viola- ce su influencia sobre los más jóvenes con métodos
ción de una joven blanca, hija de hacendado, Ana no convencionales. Es preciso considerar la dedica-
Julia Alcorta, por un esclavo, al que llaman negro ción a la enseñanza de Gallegos y su formación en
malo. Como acabo de mencionar, lo que en su ori- gran parte autodidacta, junto con el concepto revo-
gen fue una imposición violenta, acabará siendo en lucionario de educación de otros venezolanos ilus-
sus descendientes una unión gustosa. tres, caso de Simón Rodríguez, el otro preceptor de
En la narración se da cuenta de la formación Bolívar, quien, adelantándose a su tiempo, hacía
de dos posibles caudillos buenos, de condición hincapié en la diferencia que existe entre instruir y
diversa, uno de clase alta y talante intelectual, que educar. El novelista y ensayista venezolano Arturo
es Cecilio el joven, y otro, de origen humilde y Uslar Pietri dedica a este personaje histórico su
hombre de acción, que es el citado mulato Pedro excelente La isla de Róbinson.
Miguel Candelas. El educador de ambos será Ceci- Estas breves notas, sirven para poner de relie-
lio el viejo, al que se apodará repetidamente en la ve la importancia de la reflexión sobre el caudillaje,
novela “el sembrador”, epíteto que no sólo alude a sus virtudes y sus males, en las obras de Rómulo
la parábola evangélica, sino que conviene decir que Gallegos, discurso que, repito nuevamente, no
fue aplicado al político y gran ensayista José Vas- resulta baldío, sino que está de plena actualidad, en
concelos, quien impulsó notablemente la vida edu- relación a las vicisitudes políticas que está atrave-
cativa y cultural de México, principalmente tras la sando su país, Venezuela.

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