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EXPERTO EN MINDFULNESS EN LA PRÁCTICA CLÍNICA

MATERIALES DOCENTES
CURSO 2019/2020

MÓDULO SEMINARIO 08. Mindfulness y Adicciones

Vicente Tomás Gradolí


PROFESORADO
María del Mar del Pino Martínez
Y AUTORÍA DE MATERIALES
Andrés Climent Jordán
Experto en Mindfulness en la Práctica Clínica
Asociación Española de Mindfulness y Compasión (AEMind)

MINDFULNESS Y COMPASIÓN (APLICADO) EN ADICCIONES

1. RESUMEN

2. INTRODUCCIÓN

3. APLICACIÓN MINDFULNESS Y COMPASIÓN EN ADICCIONES

3.1CARACTERISTICAS CLÍNICAS DE LA APLICACIÓN DE LA INTERVENCION EN LOS


TRASTORNOS ADICTIVOS

3.2 NEUROPSICOLOGIA, ADICCIONES Y MINDFULNESS

3.3 TEORIA DE APEGO, ADICCIONES Y MINDFULNESS-COMPASIÓN

3.4 DIFICULTADES EN EL TRATAMIENTO DE LAS ADICCIONES. Los caballos de Troya:


conciencia de trastorno, motivación, “craving” y recaída y el diagnóstico Dual.

3.5 MODELO TRANSTEORÉTICO DE CAMBIO

3.6 ENTREVISTA Y TERAPIA MOTIVACIONAL

3.7 BENEFICIOS DE MINDFULNESS Y COMPASION

3.8 REVISIÓN Y ADAPTACIONES DEL PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS


BASADO EN MINDULNESS (MBRP).

4. CONCLUSIONES

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1.- RESUMEN

En este capítulo presentamos las estrategias clínicas para el tratamiento de las


adicciones, especialmente las debidas a las relacionadas con las sustancias de
abuso y los problemas asociados a estas patologías. El abordaje está basado en la
implementación del Mindfulness y la Compasión con las estrategias Cognitivo-
Conductuales y del modelo de Prevención de Recaídas (Marlatt, A. Bowen, S. y
Chawla, N.) basado en Mindfulness, así como en los conceptos de (del Programa)
Incumplimiento de Propósitos. Se revisan los sustratos neurobiológicos de las
adicciones y la regulación emocional en las personas que sufren estos trastornos. Así
mismo, se aporta la importancia de la Teoría del Apego (John Bowlby, 1969, 1973,
1980) en la compresión de parte de este problema.

Aunque la diversidad de modelos y teorías existentes que han contribuido al estudio,


compresión y tratamiento de las adicciones es numeroso, todos coinciden en un
abordaje integrador y multidisciplinar que abarca las dimensiones biológica,
psicológica y social, y que están representadas en el Modelo Bio-psico-social
(Pormeleau y Pormeleau, 1987) y en el paradigma de la Entrevista Motivacional
(Miller, R. y Rollnick, S. 2015), junto con el soporte del Modelo Transteórico de Cambio
(Prochaska y DiClemente, 1982, 1983, 1985). En definitiva, describimos el Programa de
Prevención de Recaídas Basado en Mindfulness (MBRP) y nuestras revisiones, con las
modificaciones que se pueden contemplar fruto de nuestra experiencia clínica en la
aplicación terapéutica de este enfoque, con el objetivo de que los sujetos puedan
incrementar sus habilidades de recuperación, reducir el sufrimiento y mejorar su
calidad de vida. Dejamos abiertas las posibilidades a explorar y validar en este
campo.

2.- INTRODUCCIÓN

En un tema como los trastornos adictivos resulta imprescindible tener modelos que
hagan comprensible su génesis, mantenimiento y resolución.

La inclusión de la Teoría del Apego porque nos recordará el papel esencial del tipo
de vinculación en las primeras etapas de la vida (y a lo largo de toda ella) para
configurar estilos que influyen claramente en aspectos tan claves como la regulación
emocional y el estilo de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, sobre
todo en situaciones de dificultad.

Incluimos en el capítulo componentes de las áreas biológica, psicológica y social-


relacional, y cómo Mindfulness y Compasión van a poder ser útiles en su abordaje. La
actitud necesaria para acompañar a la persona con adicción en su proceso de
cambio y la estrecha conexión entre el enfoque Mindful y el Modelo Transteórico de
Cambio y de la Entrevista Motivacional.
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Para facilitar la secuencia de intervención incluimos la intervención desde un


protocolo estructurado de Prevención de Recaídas Basado en Mindfulness como
referencia y algunas consideraciones que hemos ido contemplando durante la
experiencia clínica.

La evidencia empírica ha demostrado que las conductas adictivas, no dependen de


un factor aislado sino que están originadas y mantenidas por diversos factores de
naturaleza multidimensional. A lo largo de los años se ha realizado un enorme esfuerzo
por determinar los tratamientos basados en la eficacia, efectividad y eficiencia. En
este sentido, se han determinado un extenso grupo de intervenciones específicas
para el abordaje de los problemas asociados a los trastornos adictivos, que han sido
utilizadas y de las cuales se cuenta con suficiente evidencia que demuestra su
competencia.

3. APLICACIÓN MINDFULNESS Y COMPASIÓN EN ADICCIONES

3.1.- CARACTERISTICAS CLÍNICAS DE LA APLICACIÓN DE LA INTERVENCION EN LOS


TRASTORNOS ADICTIVOS

En los trastornos adictivos, la utilización de las intervenciones psicosociales está


determinada por los criterios de eficacia y de adaptación clínica y deben cubrir un
conjunto de necesidades de tratamiento orientadas al individuo, al contexto social
en el que se desarrolla, factores familiares, culturales y comunitarios y a las
interacciones resultantes (Raistricky y Tober 2004; Carroll y Onken 2005; Raistricky et al
2006; Bottlender et al 2006).

Con la publicación y consenso de acuerdo con los Principios considerados relevantes


para el tratamiento efectivo de las conductas adictivas, emitido por el NIDA (National
Institute on Drug Abuse, 1999-2010) y aun plenamente vigentes (no cuestionables por
la investigación), se ha resaltado el carácter central y necesario de los tratamientos
psicológicos en la concepción y planificación de las intervenciones terapéuticas
efectivas. Sin menoscabar la importancia de la necesidad de los tratamientos
farmacológicos, llegando a la realidad aceptada por la investigación, del abordaje
multidisciplinar en los llamados Tratamientos Integrales y haciendo especial hincapié
en la conveniencia y necesidad de los Tratamientos Integrados para personas que
presentan comorbilidad y Diagnóstico Dual (presencia de patología adictiva y otro
trastorno mental).

Los programas eficaces de tratamiento incorporan muchos componentes, cada uno


dirigido a satisfacer una necesidad del trastorno, del sujeto y de sus consecuencias.
Dada la característica de cronicidad y tendencia recidivante de los trastornos
adictivos, se ha hecho necesaria la búsqueda y disponer de los mejores recursos
terapéuticos adaptados a las necesidades de los sujetos y de su momento
experiencial.

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La variabilidad que afecta a la elección del tratamiento con el sujeto, ha sido


investigado en distintos estudios (UK Alcohol Treatment Trial 2005,2008; Proyecto
MATCH) y el resultado más concluyente apunta a que los tratamientos funcionan bien
y no hay diferencias importantes entre ellos, por lo que no se puede establecer una
relación clara entre tipología de paciente y resultado de tratamiento. Entre las
variables de difícil control que pueden contaminar los hallazgos se pueden citar las
dificultades para estandarizar las técnicas y procedimientos terapéuticos, las
cualidades de los terapeutas, las variables dependientes del patrón a modificar del
individuo, la psicopatología y los trastornos concomitantes asociados, la motivación,
apoyo social, creencias y actitudes frente al tratamiento, problemas médicos, legales
y sociales, etc. En este sentido, el ajuste del tratamiento puede ser asociado a un
contexto cerrado por un imperativo legal, hospitalario por necesidades de control
médico y de consumo, o comunitario, o para cubrir las necesidades básicas de
alojamiento y manutención. Aún con todo la anterior son las variables psicológicas
del individuo las que dirigen el tipo y la forma de tratamiento orientado a cambiar el
patrón de uso de sustancias (Gifford y Humphes, 2007).

De especial interés en el tratamiento de las adicciones, ha sido el intento de


determinar cuánto tratamiento se necesita para lograr un cambio en el
comportamiento. El enfoque de “atención escalonada” (Sobell y Sobell 2000; Raistrick
y Tober 2004; Raistrick et al 2006) donde los pacientes no respondedores a un
tratamiento menos intensivo, reciben una intervención más individualizada, tienen
como objeto proporcionar una asistencia más intensiva para aquellos pacientes que
lo necesitan, para que la asignación a recursos terapéuticos sea más eficiente.

Salmón, Santorlli y Kabat-Zinn (1998), observaron el interés cada vez mayor por el
Mindfulness desde su temprana integración con la psicoterapia occidental en 1979,
como consecuencia de la implementación de más de 240 programas basados en
Mindfulness en Norteamérica y Europa. El resultado de la investigación ha facilitado
la propuesta de la integración formal de enfoques basados en Mindfulness con
modelos cognitivos, conductuales y de otros modelos psicoterapéuticos (Bennett-
Goleman, 2002; Cayoun, 2003; Hayes, 2003; Hayes, Follette y Linehan, 2004; Kutz,
Borysenko y Benson, 1985; Lau y McMain, 2005; Roemer y Orsillo, 2002; Shapiro y
Carlson, 2009; Whitfield, 2006).

Aunque en las revisiones sistemáticas realizadas hasta la fecha Mindfulness ha


conseguido niveles de evidencia suficientes para ser integrada en la práctica clínica
de las adicciones, son pocos los estudios con suficiente rigor. (NICE 2011, Guía
Socidrogalcohol 2013).

En el ámbito terapéutico, el estudio de Mindfulness y sus efectos, se ha ampliado


bastante en los últimos años, enfocándose en sus inicios a cuadros como los trastornos
ansiosos, el dolor crónico, la fibromialgia y la depresión, incorporando después
múltiples otras aflicciones, entre ellas el uso abusivo de sustancias (Delgado, 2009). Sin
embargo en el área de los tratamientos para adicciones, si bien la investigación y

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utilización de distintas formas de meditación, como la Meditación Trascendental,


puede remontarse a estudios de finales de los 70 (Marlatt & Chawla, 2007), la
investigación en esta área particular es relativamente escasa y en relación a la
práctica específica de Mindfulness, resulta comparativamente menor respecto de
otras áreas de mayor desarrollo, como el stress o la depresión (Dakwar & Levin, 2009;
Carlson & Larkin, 2009).

Los beneficios de altos niveles de competencia por encima de los niveles requeridos
para la práctica básica, ha sido estudiada y en general la gravedad y la alta
comorbilidad, se han asociado con peores resultados en terapias, pero el impacto
negativo de estos factores se ha visto reducida por terapeutas más competentes,
teniendo buenos resultados incluso en los pacientes con los niveles de patología más
severos (DeRubeis y cols., 2005).

Todos los terapeutas deben tener niveles de experiencia y formación adecuados


para garantizar un nivel de competencia en la terapia que están aplicando, y los
niveles más altos posibles de formación y experiencia son convenientes para aquellos
terapeutas que tratan a pacientes con cuadros graves y/o crónicos (Roth y cols
(2010).

En la línea de lo anterior, la aplicación de Mindfulness en la práctica clínica de las


adicciones requiere de forma especial un entrenamiento intensivo y muy específico.
Además del conocimiento y aprendizaje de los diferentes modelos, técnicas y bases
biopsicológicas del funcionamiento de las adicciones, para la utilización de
Mindfulness se requiere de un proceso de experimentación personal del terapeuta,
la necesidad de que el terapeuta sea experto practicante. Tal y como afirma Daniel
Siegel “la práctica de la atención plena puede considerarse el entrenamiento básico
para la mente de cualquier terapeuta”. En este sentido los clínicos que trabajan en
trastornos adictivos, por la complejidad de las patologías y de los trastornos asociados
y concomitantes, requieren de una especial metamorfosis clínica que sólo puede
alcanzarse a través de la vivencia y de la práctica Mindfulness. Especialmente
porque, quizá, los mayores objetivos terapéuticos definidos como objetivos en las
adicciones son la Conciencia de Trastorno, la autoeficacia y el autocuidado, y dado
que Mindfulness requiere de terapeutas “conscientes” y es un estado de consciencia
tal y como refiere Vicente Simón, no sería aconsejable intentar llevar a cabo un
trabajo terapéutico basado en Mindfulness sin la implicación personal de la práctica
regular de la atención plena (Cayoun 2013) y sin el tránsito de un terapeuta
convencional a un terapeuta mindful.

3.2.- NEUROPSICOLOGÍA, ADICCIONES Y MINDFULNESS.

Entre los diversos factores que están implicados en las adicciones y dentro de los
biológicos, se encuentran los que tienen que ver con el funcionamiento cerebral y la
perpetuación de la adicción. En este sentido debemos considerar que las personas
que han desarrollado una adicción, padecen un trastorno que altera el
funcionamiento cerebral y que les dificulta la adecuada toma de decisiones, debilita
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el control de los impulsos y potencia las respuestas automáticas, sobre todo las
relacionadas con el consumo de sustancias u otras conductas adictivas. Entre el
consumo de sustancias psicoactivas y las disfunciones cerebrales se puede dar una
relación bidireccional. Es decir, el consumo de sustancias durante periodos
prolongados genera cambios estructurales y funcionales en el cerebro que, a su vez,
repercuten en el mal funcionamiento de determinadas estructuras cerebrales y
favorece la aparición de adicciones o su consolidación (Bustos et al 2012).

Los cambios que puede experimentar el cerebro de un adicto se relacionan entre


otros factores, por variables como la historia de consumo, tipo de sustancias
consumidas, frecuencia, tasa y vulnerabilidad individual entre otros. La investigación
neurocientífica ha constatado que los trastornos por uso de sustancias se solapan con
periodos críticos del neurodesarrollo adolescente, por lo que se deben examinar
sistemáticamente los patrones de consumo entre los 13 y los 20 años (Paus, Keshavan
y Giedd, 2008). Asimismo, recoger información detallada sobre los aspectos
académicos, vocacionales y sociales que contribuyen a estimar el funcionamiento
cognitivo estándar del individuo, con objeto de poder comparar los posibles déficits
con el potencial cognitivo esperable de acuerdo con estos desempeños asociados
a los problemas de aprendizaje, codificación, almacenamiento y recuperación de
información (Solowij et al., 2011)

Desde la neuropsicología existen modelos y teorías explicativas sobre el inicio y


mantenimiento de las conductas adictivas (para una revisión ver Robinson y Berridge,
2003; Neurociencias y Adicción, 2011 SET, Modelos neuropsicológicos de la Adicción
Verdejo, A. 2011). Desde esta perspectiva, estas aportaciones tienen en común el
planteamiento de que el consumo de drogas desencadena cambios
neuropsicológicos y neuroanatómicos que a su vez producen una neuroadaptación
funcional en las funciones cognitivas, motivacionales, conductuales y emocionales
que influyen en el funcionamiento psicosocial y calidad de vida de las personas con
adicciones. Especialmente las funciones alteradas se relacionan con la capacidad
de atención, concentración, procesamiento de la información y ejecución de planes
de acción (programar conductas dirigidas a objetivos y tomar decisiones
adaptativas, habilidades que se agrupan bajo el concepto de “funciones
ejecutivas”).

Los distintos modelos neurocientíficos de las adicciones han tratado de asociar los
sustratos neurobiológicos con las manifestaciones comportamentales observadas en
las adicciones. Desde los modelos clásicos de adicción se ha enfatizado en el papel
de los llamados “circuitos de recompensa” o “placer” (en los que se plantea el papel
reforzante a corto plazo de las sustancias) y los mecanismos de tolerancia,
dependencia y evitación del síndrome de abstinencia, en la consolidación del
consumo a largo plazo (Koob y Le Maal, 2001). En los diferentes modelos que han ido
surgiendo están los neuroevolutivos, los que postulan una transición entre procesos de
impulsividad (búsqueda de reforzamiento positivo) y compulsión (alivio de malestar),
los modelos más centrados en la sensibilización de los mecanismos motivacionales, y

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los basados en las alteraciones de la toma de decisiones. Se ha buscado una


perspectiva dirigida a las funciones de evaluación, rehabilitación y aplicación clínica.

ALTERACIONES NEUROPSICOLÓGICAS RELACIONADAS CON EL CONSUMO DE


DROGAS.

En las publicaciones realizadas por Verdejo y Bechara (2009-2010), se revisan los


principales hallazgos neuropsicológicos relacionados con los efectos secundarios del
consumo crónico de varias sustancias de abuso. En los últimos diez años, los estudios
neuropsicológicos han demostrado que la evaluación neuropsicológica es útil para
determinar perfiles de deterioro cognitivo asociados al consumo de drogas
(Fernández-Serrano, Pérez-García y Verdejo- García, 2011) y para predecir los
resultados clínicos del tratamiento, tales como la retención, la adherencia o la
recaída (Stevens et al., 2014). Debe atenderse a las necesidades actuales que
presente el individuo. Por ejemplo, una alteración “subclínica” de la memoria de
trabajo puede ser clínicamente significativa si el plan terapéutico del paciente se
centra en las terapias discursivas tradicionales, como la terapia cognitivo conductual.
Así como una alteración “subclínica” de los procesos de inhibición y flexibilidad
puede escalar a niveles clínicamente significativos si el usuario planea mantener el
consumo de las sustancias de abuso. En este contexto se consideran tres variables de
resultado terapéutico: la retención en tratamiento, la adherencia a las pautas
terapéuticas y el riesgo de recaída. Los estudios en este campo, han demostrado que
las habilidades de autorregulación y flexibilidad son claves para la retención y la
adherencia al tratamiento (Turner, La Rowe, Horner, Herron y Malcolm, 2009; Verdejo-
García et al., 2012).nsumo de alcohol y/o drogas estimulantes.014).

En el caso de los opioides y la heroína, los efectos residuales están relacionados con
la afectación de los procesos ejecutivos de flexibilidad, planificación e inhibición,
impulsividad y toma de decisiones. Además de observarse con frecuencia
alteraciones en velocidad del procesamiento, atención, procesos visoespaciales y
memoria operativa. La variable tiempo de abstinencia facilita que algunos de estos
déficits de la atención y flexibilidad sean reversibles.

Para los consumidores de cannabis se han asociados alteraciones temporales en


velocidad de procesamiento, atención, memoria, control ejecutivo, toma de
decisiones, durante el periodo activo de consumo y días posteriores. Aunque se ha
encontrado en varios estudios que la comparación en distintos momentos de
abstinencia, apuntan a que una gran mayoría de estas alteraciones parecen
recuperarse en abstinencia mantenida. Sin embargo, los procesos deficitarios que
parecen mantenerse en el tiempo, se dan en memoria y además en rendimiento
ejecutivo parecen perpetuarse más en el tiempo y están relacionadas con la mayor
gravedad de la adicción y una edad de inicio de consumo más temprana. En el caso
del alcohol, se han realizado múltiples investigaciones, encontrando que el abuso se
relaciona con múltiples alteraciones estables en la velocidad del procesamiento de
la información, habilidades psicomotoras, organización visoperceptiva, memoria y

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control ejecutivo. En los consumidores de cocaína se apunta a la presencia de


alteraciones en funciones de atención, memoria, habilidades psicomotoras y
funciones ejecutivas (inhibición de respuesta, flexibilidad y toma de decisiones).
También se ha encontrado que el mayor tamaño del efecto se asocia a mayores
alteraciones en atención y funciones ejecutivas.

En conclusión, desde la perspectiva neuropsicológica de las adicciones, la genética,


el temperamento y las variaciones inter-individuales en la maduración cerebral y el
desarrollo cognitivo y socio-afectivo pueden generar en determinados personas una
mayor susceptibilidad al inicio del consumo, que se ven reflejadas en un deficitario
funcionamiento de los procesos de control inhibitorio y de toma de decisiones.
Cuando ya se ha iniciado el consumo la sensibilización de los sistemas interioceptivos,
motivacionales y de estrés, y la exacerbación de los déficits de flexibilidad y toma de
decisiones pueden tomar la conducta adictiva en habitual e inflexible, maximizando
las dificultades para aprender de los errores y acometer decisiones más adaptativas.

Cuando se detectan alteraciones significativas de la toma de decisiones y/o la


experiencia emocional, se hacen necesarias intervenciones específicas que aborden
tales déficits. Dos programas de entrenamiento cognitivo han demostrado efectos
positivos sobre estas alteraciones. El “Entrenamiento en Manejo de Objetivos” (“Goal
Management Training”) incorpora ejercicios de meditación y estimulación del control
inhibitorio, la memoria de trabajo y la monitorización con el objetivo de interiorizar
una secuencia de acción caracterizada por la formulación de objetivos adaptativos
y la comparación continua entre el objetivo original y la secuencia de conducta
(Levine etal., 2011). Este entrenamiento ha demostrado mejorar significativamente los
procesos de toma de decisiones en policonsumidores de sustancias (Alfonso,
Caracuel, Delgado- Pastor y Verdejo-García, 2011). El “Entrenamiento en
Modificación de Sesgos Cognitivos” (Cognitive Bias Modification) re-entrena sesgos
atencionales asociados con estímulos de consumo, asociando estos estímulos (con
respuestas motoras de evitación y estímulos competidores (e.g., imágenes de zumos
de frutas) con respuestas motoras de acercamiento (Wiers, Eberl, Rinck, Becker,
Lindenmeyer, 2011). Dada la conexión funcional entre los sistemas motores y los
sistemas emocionales/motivacionales, este entrenamiento ha demostrado ser
efectivo para “recodificar” los estímulos de consumo como estímulos aversivos y los
estímulos competidores como estímulos apetitivos (Wiers et al., 2011).

La investigación neurobiológica ha confirmado que con la práctica de Mindfulness,


se facilita un cambio inmediato en nuestro estado mental y si la práctica se prolonga
durante bastante tiempo, lo que en un principio era una modificación funcional
transitoria, se convierte en cambios permanentes en la estructura cerebral, que
implican modificaciones también duraderas en la manera de ser y reaccionar del
sujeto, sería el cambio de un rasgo en su personalidad (Simón, V. 2007).

Existe suficiente consenso para poder afirmar que Mindfulness, en cualquiera de sus
formas de expresión, es un estado mental. Tal y como ha planteado Daniel Siegel, el

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estado mental es como el patrón total de activaciones del cerebro en un momento


concreto en el tiempo y señala que un estado mental tiene dos funciones
fundamentales: coordinar la actividad del momento y crear un patrón de activación
cerebral que tendrá mayor probabilidad de producirse en el futuro. Con la repetición
de un estado mental, estamos incrementando la probabilidad de que estados
parecidos se produzcan con una frecuencia mayor.

Como procedimiento terapéutico Mindfulness busca que los aspectos emocionales


y sensoriales (de carácter no verbal) sean aceptados y vividos en su propia condición
y naturaleza, sin ser evitados y sin intentarlos controlar. Factores ya conocidos como
la exposición y la autorregulación de las técnicas de biofeedback permiten vivir los
fenómenos perceptivos y sensoriales tal y como son. Siegel nos recuerda que cuando
la mente no está implicada en una tarea concreta, tiende a implicarse en procesos
narrativos, relacionando el pasado con el futuro y construyendo nuestro propio self,
con el que nos identificamos. Estas actividades que se localizan en las zonas mediales
de la corteza prefrontal. Cuando estas funciones se activan demasiado, el sujeto vive
en el futuro y se instala un discurso de temor o de deseo. De forma contraria, cuando
dedicamos la atención a lo que sucede en el presente, la actividad de las zonas
mediales de la corteza prefrontal decrece y entran en acción los circuitos nerviosos,
lo que nos permite demostrar un patrón psicobiológico que acompaña al estado de
meditación y que se caracteriza por: un estado de alerta relajada y una disminución
en la actividad del sistema nervioso periférico (común en las técnicas de
autocontrol), una actividad sostenida del sistema nervioso central (específica de la
meditación) y cambios electroencefalográficos específicos de la vigilia y el sueño
(con el mantenimiento de la atención). Así pues, las funciones ejecutivas que se ven
beneficiadas por la práctica de Mindfulness las podemos agrupar según los
componentes que coinciden con las nueve funciones de la corteza prefrontal (lezak,
1995; Stuss y Levine 2002):

1. Las capacidades necesarias para formular metas y/o diseño de planes.

2. Las facultades implicadas en la planificación de los procesos y las estrategias


para lograr los objetivos.

3. Las habilidades implicadas en la ejecución de los planes.

4. El reconocimiento del logro/no logro y de la necesidad de alterar la actividad,


detenerla y generar nuevos planes de acción.

5. Inhibición de respuestas inadecuadas.

6. Adecuada selección de conductas y su organización en el espacio y en el


tiempo.

7. Flexibilidad cognitiva en la monitorización de estrategias.

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8. Supervisión de las conductas en función de estados motivacionales y


afectivos.

9. Toma de decisiones.

3.3 TEORIA DE APEGO, ADICCIONES Y MINDFULNESS-COMPASIÓN

Partimos de las premisas de que todos tenemos derecho a buscar el bienestar y la


felicidad, así como aliviar el malestar y el sufrimiento cuando, inevitablemente,
aparezca. Buena parte de ambas pretensiones dependen de las relaciones que
tengamos, incluyendo la propia relación con nosotros mismos.

Los diferentes aspectos del cuidado materno o paterno se podrían clasificar en


cuatro que, por supuesto, están interrelacionados (Hardy, 2009 con algunas
modificaciones): aprovisionamiento de necesidades básicas (alimento, refugio,
vestido…); socialización y mentalización para comprender el mundo y las relaciones
interpersonales; protección y seguridad en sentido amplio y, por último, la expresión
de afecto y validación emocional.

La Teoría del apego define y enfatiza lo clave que es “la regulación diádica de la
emoción” (Schore), de manera que las respuestas sintónicas de la figura de apego
(FA en adelante) son suficientemente eficaces para devolver la activación
psicofisiológica dentro de la ventana de tolerancia (Siegel) y, metafóricamente,
“pone a salvo” a quién se encontraba desregulado emocionalmente. Con la
recuperación se accede de nuevo a un estado en el que es posible la integración
experiencial y el funcionamiento adaptativo, pues se (re)activan las estructuras
corticales superiores que lo permiten.

Desde un prisma de experiencias relacionales acumuladas que se van registrando y


configurando la particular “caja negra” de cada persona, la Teoría del Apego habla
de las diferentes estrategias que desde bebés aprendemos para adaptarnos a
nuestro contexto relacional: a lo que nuestras figuras de apego nos “enseñan” (con
más o menos conciencia, intención y amabilidad) sobre lo que tenemos que hacer
en caso de dificultad y, eso sí, sin poder dejar de considerar la máxima irrenunciable
de preservar el vínculo. Esto es un “imperativo biológico” que la evolución de nuestra
especie se ha encargado de diseñar como necesidad esencial ya que, al menos
hasta cierta edad, sin alguien más maduro y capaz que cuide de nosotros no
podemos sobrevivir.

En el estilo de apego seguro la responsividad (respuesta rápida y sensible) de la FA


permite que el bebé pueda manifestar claramente la estrategia primaria para la que
estamos programados biológicamente: buscar a la madre (o padre…), pues ella
sintoniza con las necesidades del bebé y responde sensiblemente. En este estilo
seguro se van internalizando estrategias aprendidas repetidamente ante situaciones
estresantes con la asistencia del “córtex frontal externo” de la FA y, de esta manera,
se permite la maduración de las propias estructuras reguladoras. Así, se va

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instaurando una eficiente capacidad de autorregulación, además de sentir la


seguridad de poder acudir a otra persona como “base segura” (Bolwby) en caso de
necesidad.

En los estilos de apego inseguros (evitativo, ambivalente y desorganizado) esto no


ocurre consistentemente, por lo que hay que pasar a estrategias secundarias: la
inhibición de la conducta de apego en el estilo evitativo, la exageración de la
señalización de necesidad en el ambivalente y una combinación de ambas no
predecible en el desorganizado. Estos estilos inseguros tienen un coste emocional y
relacional que puede llevar a la tentativa de una especie de “estrategia terciaria”.
Sería algo así como: “ya que no puedo regularme por las buenas, lo haré por las
malas…”, como una expresión de aquello de que “el fin justifica los medios”. La
conducta adictiva podría verse como un intento de regularse emocionalmente
cuando en periodos especialmente sensibles como adolescencia, situaciones
estresantes clave… o reiteradamente, las estrategias primaria y secundaria no han
funcionado, han dejado de hacerlo temporalmente o el precio a pagar por ellas ha
superado un umbral de malestar que supone un desborde.

De esta manera seria comprensible que la sustancia o conducta adictiva pase a ser
una figura de apego simbólica, compartiendo las características respecto a las
figuras de apego humanas: búsqueda de proximidad, base segura, ansiedad de
separación y refugio emocional. Esto enlaza con los “falsos refugios” del budismo y
nos lleva a contactar con las dificultades o déficits de regulación emocional de la
persona que presenta conductas adictivas y que, a la vez, desvelarían carencias en
su desarrollo psicoafectivo.

Flores (2001) relaciona la adicción con la teoría del apego de manera que describe
a la primera como un trastorno del apego, al verla como un intento erróneo de
autoreparar los déficits en las estructuras psíquicas encargadas de la regulación de
las emociones. Sería, pues, una expresión clínica de una herida invisible a nivel
afectivo debida a las carencias producidas en los vínculos primarios. Con este
inadecuado desarrollo psicoemocional la persona se encuentra se encuentra más
vulnerable para organizar la experiencia y su conducta. Puesto que no saben regular
sus emociones ni reflexionar sobre ellas, las sustancias compensan sus déficits internos
(Flores 2004). Así, se postula el posible origen común de cuadros de ansiedad,
depresivos… y la comorbilidad con los trastornos de personalidad y las adicciones.

Diamond y Liddle (1999) se refieren a la rabia y hostilidad no expresada como factor


clave en los trastornos de conducta y consumo de sustancias, debido a los conflictos
con las figuras de apego relativos a asuntos relacionales tan importantes como
confianza, obligaciones, poder, protección, amor…

Otros autores como Magai (1999) van más allá y estudian la relación entre los estilos
de apego, y el tipo de sustancia adictiva elegida, dándole un significado
comprensivo como que cada uno busca compensar o corregir lo que no consigue
con sus propios recursos intra e interpersonales. Por ejemplo, los estilos preocupados
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usarían mayormente el consumo para reducir estados negativos mientras que los
evitativos (huidizos alejados) para mejorar positivos.

Schindler (2009) también intenta describir que sustancias seducen más en función del
estilo de apego y resalta por ejemplo que la heroína sería más atractiva para los
evitativos temerosos; el MDMA para perfiles temerosos, preocupados y alejados; el
THC para evitativos alejados…

Partiendo de esta mirada, si alguien no consigue regulación “por las buenas” y su


confianza para recuperar la activación óptima está en una sustancia o conducta
adictiva, la intervención tiene que poder considerar que interrumpir (como
evidentemente es necesario) el contacto con su “solución” puede convertirse en un
problema para él o ella y, por tanto, seria esperable algún tipo de resistencia. Para
compensarlo cabría “apuntalar” o compensar a la persona con alternativas más o
menos provisionales (medicación, compañeros del grupo, profesionales…) hasta que
tanto por sus propios recursos y con la relación que instaure consigo mismo como con
personas de su red natural (idealmente) y profesional pueda tener la mínima
seguridad para manejarse en caso de necesidad para encontrar regulación
emocional y seguridad. Así estaríamos conectando el síntoma con las relaciones,
tanto a nivel de etiología como de resolución.

Con todo ello aparece como necesario un cierto salto emocional y la asunción de
riesgos (relacionales y emocionales), puesto que el refugio en las conductas adictivas
en buena parte se ha podido producir porque sus recursos personales e
interpersonales no han sido, en algún momento o habitualmente, suficientes para
mantenerse regulado. De hecho, pensando en familiares, si partimos de que en cierta
manera heredamos las defensas y estrategias de nuestros padres y referentes en
cuanto a cuidado y crianza, podemos suponer que algunas personas del entorno
familiar más íntimo pueden presentar dificultades similares a las de la persona con
problemas adictivos. Salir de las estrategias y patrones habituales y arriesgarse a
proponer otros como pedir ayuda, mostrarse emocionalmente… se presentan como
necesarios e implican cambios tanto para la persona con adicción, como para las
personas relevantes que puedan ser figuras de apoyo.

Wallin describe el triángulo de Mindfulness, mentalización (conciencia de la mente y


emoción) y apego seguro como clave para la regulación del afecto. El estado
mindful viene a ser una integración de afecto, cognición y conducta propia del estilo
de apego seguro. En este caso podemos verlo como un “autoapego seguro” (D.
Siegel) ya que uno es consciente de lo que le pasa, acepta cualquier experiencia y
responde amablemente. La respiración y la compasión pueden verse como la “base
segura” que siempre está ahí y acoge, calma… en cualquier momento. Con
Mindfulness aumentan las conductas de aproximación versus evitación, así como el
equilibrio entre estados simpáticos y parasimpáticos (de reequilibrio).

Con Mindfulness y autocompasión se pueden ir trabajando aspectos centrales de la


experiencia como la conciencia, la aceptación y la respuesta amable. Estos tres
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parámetros son los que la FA segura desarrolla y favorece su internalización en el


bebé desde muy pronto, sin obviar la influencia de múltiples circunstancias vitales y
relacionales presentes e históricas como el tipo de atención y cuidados que ha
recibido la FA (básicamente) en su infancia y, por tanto, la que en principio puede
ofrecer (a no ser que haya realizado una elaboración de su historia vincular y haya
conseguido, por ejemplo, un estilo seguro adquirido por este proceso mentalizador).

A mayor desarrollo de la conciencia, la aceptación y la amabilidad mayor


integración de la experiencia y menor coste emocional. En las personas con adicción
estos aspectos se presentan como imprescindibles para una recuperación que
implique cambios reales a nivel de actitudes profundas y no sólo mejoras cuantitativas
y más superficiales.

3.4 DIFICULTADES EN EL TRATAMIENTO DE LAS ADICCIONES. Los caballos de Troya:


conciencia de trastorno, motivación, “craving”, recaída y el diagnóstico Dual.

Los trastornos adictivos por por uso de sustancias se caracterizan por una dificultad
para controlar el consumo y una tendencia a persistir en el mismo a pesar de sus
crecientes consecuencias adversas. Tal y como hemos citado en el apartado anterior
los modelos neuropsicológicos contemporáneos conciben la adicción como un
proceso neuroadaptativo que conlleva alteraciones significativas de los circuitos
fronto-estriados, incluyendo distintas secciones de la corteza prefrontal (orbitofrontal,
dorsolateral y medial), regiones límbicas y paralímbicas (amígdala, hipocampo,
ínsula) y ganglios basales. Las alteraciones de estos circuitos repercuten sobre el
funcionamiento de los sistemas neuropsicológicos responsables del procesamiento
motivacional, emocional y del control ejecutivo. La noción de “falta de conciencia”
sobre la patología adictiva y sus efectos secundarios es inherente a muchas de las
disfunciones de estos circuitos. La modificación de los sistemas interoceptivos,
motivacionales y afectivos puede contribuir a mantener un “sesgo atencional”
persistente sobre las necesidades de consumo que impide el acceso y la
consideración de otras señales homeostáticas. Recientes estudios indican que las
alteraciones del funcionamiento de la ínsula (la región clave para el procesamiento
e integración de señales interoceptivas) pueden subyacer a las dificultades de los
individuos adictos para “ganar acceso” a las señales emocionales necesarias para
“percatarse” de las implicaciones del trastorno y orientar conductas alternativas. Así
mismo, la consolidación de un patrón de respuesta impulsivo conlleva la
desconsideración del input asociado a información demorada, donde se incluirían la
mayoría de las repercusiones negativas de la adicción. En este sentido, sabemos que
la capacidad para imaginar eventos emocionales futuros está vinculada al
funcionamiento de la corteza orbitofrontal, una de las regiones más persistentemente
afectadas por la adicción.

CRAVING

En la mayoría de modelos teóricos de los trastornos adictivos el Craving “ansia, ganas


compulsivas, deseo intenso o compulsión de consumir una sustancia psicotrópica o
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de experimentar sus efectos” es uno de los elementos centrales. Además la CIE-10 la


definida como “deseo intenso o vivencia de una compulsión a consumir una
sustancia psicotrópica o de experimentar sus efectos. El deseo es intenso y puede
originarse ante la presencia de la sustancia, su olor o sabor, o ante estímulos que
hayan estado asociados a su consumo en el pasado”.

Este fenómeno de Craving se ha intentado definir y explicar desde los modelos


neurobiológicos hasta los modelos cognitivos tanto los de aprendizaje social como los
centrados en el procesamiento de la información de estilos cognitivos, memoria y
toma de decisiones. En los modelos cognitivos el Craving ha constituido un elemento
esencial a la hora de explicar la pérdida de control y de realizar la conducta de
consumo, aceptando la experimentación de dicho fenómeno en las personas
drogodependientes antes de un primer consumo o de una recaída. En los modelos
como el de la teoría de procesamiento de la información cognitivo de Tiffany se
apunta a un desplazamiento del fenómeno Craving como elemento central
explicativo de la conducta de consumo, en este modelo se plantea la posibilidad de
que la conducta de consumo bajo procesos cognitivos de carácter automático se
da bien bajo estos o bajo procesos cognitivos de carácter controlado. Bajo la
influencia de los de carácter controlado es cuando aparece la experiencia subjetiva
de Craving, pudiendo no aparecer bajo la influencia de los procesos automáticos, el
Craving se experimenta ante la puesta en acción de procesos no automáticos o
controlados que el sujeto pondría en marcha ante dos posibles situaciones: encontrar
dificultades para consumir por no disponer de la sustancia o intentar oponerse a la
ejecución automática del consumo, estaríamos según este modelo ante conductas
de consumo que podrían ser ejecutadas sin la experiencia de Craving por parte de
sujeto, lo que dificultaría enormemente la detección de las situaciones de riesgo de
recaída. Así pues el Craving sería un fenómeno de las conductas adictivas por lo que
ni sería absolutamente irrelevante ni plenamente responsable para la compresión de
las toxicomanías. De este modo no existe un consenso total a la hora de correlacionar
Craving y consumo de drogas pero parece claro que dicho fenómeno pueda estar
implicado de forma bastante generalizada en los procesos de recaída, siendo
necesario abordarlo en el tratamiento de deshabituación en conductas adictivas.

Dada la existencia de modelos conceptuales que tratan de explicar las conductas


adictivas sin la presencia de experiencia subjetiva de Craving por parte del adicto,
¿en qué momento se debería poner en práctica técnicas de que permitan mejorar
la Atención Consciente ante situaciones de riesgo de recaída? Las intervenciones
englobadas en “prevención de recaídas basadas en mindfulness”, facilitan una serie
de prácticas encaminadas al desarrollo de la conciencia y aceptación de los
pensamientos, sentimientos y sensaciones para hacer frente a las situaciones alto
riesgo de consumo.

En muchos sentidos, la atención es lo contrario de la adicción:

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• La adicción es un comportamiento automático utilizado para escapar de


sentimientos o situaciones difíciles, mientras que la atención plena consiste en
enfoque consciente y deliberado en las emociones difíciles como una forma de
desarmarlos e interrumpir los patrones habituales, como el uso de drogas u otras
conductas adictivas.

• La adicción es la búsqueda de lo que parece ser escaso, pero realmente ha estado


allí todo el tiempo. La atención plena es una forma de conectarse con los propios
recursos internos y ver la abundancia de la vida sin dejar de reconocer que la
dependencia de las drogas ya no es un mecanismo de afrontamiento útil.

• Las principales características de la adicción son la negación y la mentira a sí mismo


y a otros, a menudo sin siquiera darse cuenta. A través de la atención plena, el adicto
en recuperación evalúa honestamente sus comportamientos adictivos y asume la
responsabilidad por sus acciones, lo que les da el poder para hacer cambios en sus
vidas.

• Los adictos experimentan una gran cantidad de vergüenza y culpa. A través de la


atención plena, pueden desarrollar la compasión por uno mismo y los demás.

Por otro lado, una vez instaurado el proceso adictivo, muchos de los procesos
orientados a la búsqueda y consumo de drogas (p.e., la programación de hábitos
motores) pueden operar de manera sofisticada sin plena supervisión o control
consciente. Finalmente, la disfunción de los mecanismos ejecutivos afecta
sustancialmente a la capacidad del individuo para mantener la correspondencia
entre intención y acción (Moeller et al., 2010; Verdejo-Garcia, Rivas-Pérez, Vilar-López
y Pérez García, 2007) y para integrar toda la información necesaria para “hacerse
consciente” de sus déficits y de las repercusiones de los mismos sobre su entorno
(Verdejo García y Pérez García, 2007). En resumen, si para “ser consciente” de los
síntomas o las repercusiones de cualquier trastorno necesitamos tener acceso a toda
la información (interna y externa) sobre los mismos, tener capacidad de integrar y
supervisar correctamente esa información para comprender sus implicaciones y
disponer de habilidades para usar esa información para establecer objetivos e
implementar conductas dirigidas al cambio, en la adicción encontramos que
muchos de los procesos que subyacen a estas capacidades están significativamente
deteriorados. En estas instancias podemos hablar de la “falta de conciencia” –y no
de “negación”-, como un déficit metacognitivo que resulta de disfunciones en
distintos niveles de procesamiento e integración de la información y que se vincula al
deterioro de los circuitos fronto-estriados que regulan la adicción. (Tomado de Tirapu,
J; Fernandez, M; Verdejo, A. Conciencia y negación en adicciones. Neurociencias y
Adicción. Manual SET.2010).

Dado que tal y como hemos visto la adicción implica evitación y falta de conciencia,
por lo tanto es lógico razonar la necesidad del objetivo de un aumento de conciencia
y de la capacidad de experimentar la vida con claridad, tal cual es, con calma y sin
evasión. Mindfulness es precisamente practicar eso, es la apertura a la experiencia
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sin juzgar y momento a momento. De esta forma el papel del terapeuta es facilitar un
cambio en la conciencia, hacer que las consecuencias negativas del consumo sean
más notables. Sin embargo eso es algo que resulta particularmente problemático por
los efectos en la memoria además de los efectos condicionantes tan potentes. Los
estados de conciencia necesarios para el proceso de cambio son variables y están
directamente relacionados con la motivación del paciente.

La carencia de motivación ha sido señalada por diversos investigadores y clínicos


(Blanchard, 2000; Daugherty, Miller, Meyers y Tonigan, 2000; DiClemente, 2003;
DiClemente, Nidecker yBellack, 2008; McGovern, Wrisley y Drake, 2005; Miller, 1985;
2006; Miller y Rollnick, 1991; Miller, Yahne y Tonigan, 2003; Mueser, Drake, Turner y
McGovern, 2006; Onken y Blaine, 1990; Prochaska y DiClemente, 1982, 1983, 1985;
Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992; Roffman, Klepsch, Wertz, Simpson y Stephens,
1993) como una gran dificultad al inicio así como en la continuidad del tratamiento.
La evidencia ha ido demostrando que el planteamiento de que la persona que
demanda tratamiento está preparada para iniciar un cambio, es errónea, tomando
mayor consistencia la evidencia de que no todo paciente parte de una
predisposición adecuada que garantice poder realizar y mantener cambios en su
conducta adictiva.

De entre los planteamientos que analizan la importancia de los aspectos


motivacionales en las conductas adictivas destacan el Modelo transteorético de
Cambio y la Entrevista Motivacional.

3.5 MODELO TRANTEORETICO DE CAMBIO

Fue formulado Prochaska y DiClemente en los años ochenta (Prochaska y


DiClemente, 1982, 1983, 1985). El modelo identifica diferentes niveles de
predisposición que puede mostrar una persona “estadios de cambio” cuando se
plantea modificar su conducta adictiva. El nivel motivacional inferior se corresponde
con el estadio de precontemplación, en el que no se tiene ninguna conciencia de
problema y por lo tanto presenta inexistencia en la intención de cambiar su conducta
adictiva.

Progresivamente se puede ir incrementando la disposición al cambio con la


adquisición de la conciencia de problema y el desarrollo de estrategias para
superarlo, incluyendo las habilidades para sobreponerse a imprevistos y recaídas
(Tabla 1). Las oscilaciones en los niveles motivacionales advierten sobre la posibilidad
de que en cualquier momento puede darse un descenso del nivel de compromiso
hacia el cambio. Cuando se produce ese descenso en un momento en el que los
cambios son manifiestos, lo que implica un alto grado de compromiso se habla de
ocurrencia de recaída. La consecuencia de ella es su reubicación en un estadio
inferior, acorde a un nuevo nivel de compromiso. Pero la persona no se encuentra en
las mismas condiciones en las que se inició por primera vez el cambio en su conducta
adictiva. La experiencia previa puede servirle para incrementar nuevamente su
motivación hacia la estabilidad del cambio. Por esta causa como ya parte de un
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conocimiento previo no regresa al mismo estadio sino a uno de características


similares.

El modelo además de delimitar el momento en el que el sujeto está preparado para


cambiar de “estadios”, posibilita comprender como se va incrementando ese nivel
de predisposición del sujeto, mostrando que “procesos de cambio” (actividades
encubiertas o manifiestas) suele realizar para modificar y consolidar su hábito adictivo
Los procesos de cambio de carácter cognitivo se asocian con los primeros estadios
de precontemplación, contemplación y preparación y son: aumento de la
concienciación, alivio por dramatización, revaluación ambiental, autorrevaluación y
autoliberación. Siendo más ajustada la incursión de los procesos de carácter
conductual en los estadios de acción y mantenimiento (manejo de contingencias,
relación de ayuda, contracondicionamiento y control de estímulos).

Tabla 1. Descripción de los estadios motivacionales del Modelo Transteorético

3.6 ENTREVISTA Y TERAPIA MOTIVACIONAL

Este enfoque terapéutico fue desarrollado por Miller y Rollnick (1991) e integra
aspectos de la “terapia centrada en el cliente” (Rogers 1951) con estrategias

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cognitivo conductuales dirigidas a los diferentes estadios de cambio. La entrevista


motivacional (EM) se basa en el respeto al paciente, a sus creencias y escala de
valores, intentando estimular la motivación y favorecer un posicionamiento hacia
hábitos más sanos enfatizando su propio punto de vista y su libertad de escoger. Su
principio fundamental es que todo proceso de cambio supone costes y que es
necesario que la persona esté motivada para afrontar esos costos iniciales para
alcanzar metas finales. El conocimiento de la dinámica intrínseca a los procesos de
cambio permite conocer qué elementos son más frágiles en cada punto del proceso
y qué tipo de estrategias son más útiles para incrementar la motivación en cada una
de las etapas.

Los dos principios en los que se centra la EM son: 1. Evitar la confrontación con el
paciente, posibilidad que se da con frecuencia cuando se pretende informar a una
persona que no está segura de querer cambiar; 2. Facilitar que el paciente verbalice
motivos de preocupación por su conducta.

La EM plantea que el terapeuta sepa discriminar el estadio de cambio en el que se


encuentra cada paciente y seleccione las estrategias más adecuadas en función del
estadio de cambio, la clave de su utilidad y eficacia según el modelo, es que el
propio paciente se proponga el abandono de la conducta problema y mantenga la
motivación para hacerlo avanzando por los diferentes estadios de cambio. Los
principios de la entrevista motivacional pueden consultarse en Miller y Rollnick (1999).

Las intervenciones de EM se centran en proporcionar información, presentando


opciones reales de comportamiento, proporcionando asesoramiento neutral y
reforzando la auto-responsabilidad y auto-eficacia (la sensación de ser capaz de
alcanzar los propios objetivos).

De hecho las EM podrían y deberían iniciarse en todos los tratamientos psicosociales


del abuso y dependencia, independientemente de su gravedad.

Podemos enumerar las siguientes características de la entrevista motivacional:

 Explora los valores y objetivos de los pacientes para estimular el cambio


conductual, sin imponer opiniones, valores o conocimientos.

 Es directiva en el estilo, pero centrada en el paciente, sus necesidades y


experiencias.

 El objetivo es ayudar a resolver la ambivalencia del paciente ante el cambio.

 Realiza un balance de ventajas e inconvenientes de la situación actual y del


cambio según el punto de vista del paciente, reforzando su autoeficacia.

 Interpreta la resistencia y la negación como una señal para ajustar las


estrategias de ayuda del terapeuta y no como rasgos del paciente.

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 Identifica en qué fase de cambio está el paciente y se ajusta a ella, evitando


la confrontación.

Los principios básicos son: i) expresar empatía y comprensión, ii) desarrollar la


discrepancia (tomar conciencia de las consecuencias), iii) evitar la argumentación
(no discutir ni etiquetar), iv) no confrontar la resistencia (rodearla) y v) apoyar la
autoeficacia.

3.7 BENEFICIOS DE MINDFULNESS Y COMPASION

Karlson & Larkin (2009) consideran la utilidad de Mindfulness para el tratamiento en


abuso de substancias, a partir del beneficio que una conciencia desapegada de
pensamientos, sentimientos y sensaciones tiene para aquellos que se encuentran en
etapas tempranas de recuperación y para quienes el presente puede resultar
particularmente estresante y difícil de tolerar. Mindfulness, como se ha dicho,
contribuye al desarrollo de una manera diferente de relacionarse con la propia
experiencia, destacándose la transitoriedad de ésta, y promoviendo la aceptación
de la experiencia del momento presente a pesar de lo difícil que pueda resultar.
Dakwar & Levin (2009) comentan que el desarrollo de una actitud no enjuiciante
hacia experiencias desagradables, puede reducir su efecto displacentero,
despojándolas muchas veces de su significación negativa.

Marlatt & Chawla (2007), a partir de la hipótesis de la ‘auto-medicación’, la cual


sostiene que el uso de alcohol o sustancias de abuso surge muchas veces como una
forma de lidiar o medicar otros problemas psiquiátricos presentes usando el alcohol o
las drogas para reducir y manejar su sintomatología, proponen que la reducción del
malestar mediante el alcohol o las drogas iría perpetuando su uso como mecanismo
de control, de síntomas como por ejemplo la ansiedad. Desde esta perspectiva, la
meditación puede resultar en una útil alternativa al uso de alcohol en el manejo de
los síntomas, disminuyendo la ansiedad y la tensión.

La meditación se presenta también como una valiosa estrategia de afrontamiento


para lidiar con los impulsos o deseos de consumo, que son inevitables y
particularmente difíciles durante el inicio del tratamiento (Karlson & Larkin, 2009).
Según Marlatt & Chawla (2007) el estado de mayor atención consciente puede
contrarrestar la respuesta automática de utilización de sustancias en reacción a los
deseos e impulsos de consumo, pudiendo esta atención incluso ser elicitada como
una respuesta en sí misma al ansia de consumo, generando así una pausa en la
cadena automática de respuestas y reacciones. Para Brewer et al (2009) las personas
al meditar y experimentar los deseos e impulsos, sin juzgarlos, aceptándolos como
parte natural de su experiencia y sin sucumbir a ellos, aprenderían que estos tarde o
temprano cesan. Para Marlatt & Chawla (2007) esta actitud va en directo contraste
con el estado mental adictivo, que estaría caracterizado por el deseo de alterar su
experiencia actual y la inhabilidad de aceptar la impermanencia de la experiencia.
Baer (2003) hace referencia a la metáfora de “surfear el deseo” de consumo,
invitando a los clientes a ver los impulsos y deseos como olas en el océano que deben
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surfear sin caer, las cuales crecen gradualmente, hasta un pico para luego decrecer.
Esto enseña a los clientes, no solo a aceptar los deseos e impulsos y que estos pasan,
sino también que vendrán nuevamente, no desapareciendo fácilmente, por lo que
deben aprender a estar conscientes y atentos a su inicio, como también a aquellos
factores que los elicitan.

En este sentido la utilización de Mindfulness, no busca modificar la intensidad o


frecuencia de los impulsos o deseos por consumir, sino más bien modificar la relación
de la persona hacia ellos, de manera que esta pueda responder de forma más
consciente en lugar de por reflejo o reacción. El simple hecho de llevar conciencia a
una situación estresante en lugar de solo reaccionar a ella, cambiaría la situación al
ampliar el número de posibilidades disponibles para actuar (Karlson & Larkin, 2009).

Desde el modelo de Prevención de Recaídas de Marlatt y Gordon (1980,1985, en


Guiñales 1997) al “surfear” el deseo de consumo, su influencia se vería disminuida,
además de producirse un aumento en la auto-eficacia y aceptación del cliente
(Marlatt & Chawla, 2007), por lo que el trabajo con habilidades Mindfulness sería muy
compatible con el desarrollo de habilidades para hacer frente a situaciones de riesgo
de recaídas. Marlatt & Chawla (2007) consideran que, tanto la tendencia a atribuir el
fracaso en la abstinencia a la debilidad personal, como a la influencia de estados
emocionales negativos serían dos factores fuertemente ligados al evento de la
recaída, por lo que un enfoque orientado a la aceptación de sí mismos como la
tolerancia de emocionalidad negativa, resulta muy beneficioso para el tratamiento,
en especial en etapas tempranas.

Como se mencionaba antes, el entrenamiento en Mindfulness mejoraría la auto-


autoobservación, el reconocimiento de los estados internos y la comprensión de las
consecuencias de los propios actos, así como la capacidad de desplegar
habilidades de afrontamiento (Lykins & Baer, 2009). Aporta también a la disminución
progresiva de las reacciones automáticas ante el ansia de consumo y el riesgo de
recaídas (Marlatt & Chawla, 2007) y proporcionaría también una estrategia que
aportaría al reconocimiento, comprensión y afrontamiento de estos impulsos, sin
buscar escapar de ellos (Brewer et al, 2009), ofreciendo además en muchos casos
una alternativa a la utilización de sustancias como estrategia para el manejo de otras
dolencias, como por ejemplo la depresión (Marlatt & Chawla, 2007; Brewer et al,
2009). Estos efectos, resultan muy concordantes con los objetivos que Guiñales (2011)
identifica como fundamentales para un programa de prevención de recaídas:

a) Proporcionar un modelo a los usuarios que les permita comprender y analizar su


problema de abuso de drogas;

b) Aprender a identificar qué situaciones, pensamientos y/o estados emocionales


pueden acercarles al consumo y cómo afrontarlos adecuadamente utilizando
determinadas técnicas;

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c) Aprender a identificar las claves y señales que anuncian la posibilidad de una


recaída y

d) Aprender a enfrentarse a una recaída antes y después de que se produzca un


consumo.

3.8 REVISIÓN Y ADAPTACIONES DEL PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS


BASADO EN MINDULNESS (MBRP).

Independientemente del tipo de conducta adictiva que presente una persona, las
recaídas, o los procesos de recaída, constituyen un reto asistencial continuo o
ineludible debido a la elevada frecuencia con que se presentan (Casas y Gossop
1993; Hunt, Barent, Y Branch, 1971; Marlatt y Gordon, 1985).

En la historia en adicciones químicas, las posiciones de los terapeutas ante las


recaídas han variado desde la exigencia a los pacientes de abstinencia, como si la
adicción fuese algo que mágicamente se pudiese someter a un control voluntario, a
los planteamientos de la formulación de la hipótesis de los procesos de cambio
(Modelo Transteórico de Cambio. Prochaska, Diclemente y Norcross 1992) en el que
las recaídas se entienden como algo tan frecuente que son integradas como un
eslabón más en dicho proceso de cambio.

Las tasas tan elevadas de recaídas que ofrecen como resultados los diferentes
estudios, han cuestionado la eficacia del esfuerzo terapéutico. Además, esta alta
reincidencia en el consumo de drogas se ha citado como iniciativa tanto de la
naturaleza patológica de los adictos como de la naturaleza irreversible de las
conductas adictivas.

Las conductas de recaída sólo podríamos considerarlas atípicas si no se observaran


con frecuencia fracasos en el incumplimiento de la conducta humana. Las personas
nos proponemos constantemente objetivos que luego no cumplimos pues tendemos
a iniciar acciones según una intención y a no mantener posteriormente el esfuerzo.
La pregunta a plantear sería si la tasa de recaída en las conductas adictivas es más
alta, que en cualquier otro propósito que las personas hacen normalmente para
cambiar sus hábitos.

La respuesta es desconocida, pero lo que sí está claro es que a menudo decidimos


“cambiar para mejorar” y demostramos con demasiada facilidad que el cambio es
difícil de mantener.

Tal y como indicó Grabonwski (1986), es posible que no exista un concepto suficiente
que puede incluir toda la amplitud de fenómenos que se describen bajo el termino
recaída. Nosotros independientemente de todos los intentos de definir la recaída, nos
adherimos a la utilización de la terminología para designar una recaída hecha por
Saunders y Allsop(1987) como “un incumplimiento de propósitos”, que se ha definido
como “un cambio, tanto temporal como permanente, en la resolución de cambiar”.

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En el sentido del incumplimiento de propósitos, se ha resaltado la importancia de los


precipitantes de la recaída y de las estrategias de afrontamiento. Se ha defendido la
idea de que el individuo que se embarca en un proceso de cambio se halla en
ocasiones asaltado por situaciones internas y externas que amenazan el curso de la
acción (Marlatt y Gordon 1985). Sin querer negar la importancia de estos factores, se
ha considerado por Saunders (1993) que se le ha dado excesiva importancia a las
“situaciones amenazantes” de las respuestas de incumplimiento de propósitos. En
este sentido también debemos tener en cuenta la revisión y reformulación de este
concepto de Recaída y/o Incumplimiento de Propósitos (IP) realizada por Cortés y
Pascual en 2001, en el que del conjunto de variables que se sitúan más próximas a IP
sobresalen principalmente las agrupadas en un bloque denominado “Secuencia en
la producción de la recaída” y en variables de la esfera sociofamiliar. Entre las que
destacan: el nivel motivacional, el apoyo social reducido, las diferentes situaciones
de alto riesgo , las conductas de afrontamiento, el estado emocional negativo o el
excesivamente positivo, las expectativas de resultado y las de autoeficacia, el estilo
atribucional, el modo de concluir el tratamiento anterior y la presencia de craving.

El reconocimiento de la influencia de planear y del placer inherente a muchos


incumplimientos de propósitos, debe incorporarse a cualquier perspectiva del
proceso de recaída. Estas consideraciones desmienten el hecho de que las recaídas
sean irracionales y estén más allá del control del individuo. El factor de placer
inherente a las recaídas fue descrito de forma eficaz en la biografía de Malcom
Muggeridge donde se indica que: “durante la mayor parte de su vida cabalgó entre
la renuncia a la lujuria y el sometimiento a la misma, con un estremecimiento de
placer”. Por otra parte, los pacientes nos relatan experiencias que consideramos
oportunas al hilo de lo anterior, tal es el siguiente relato realizado por un paciente
heroinómano: “En la lucha por conseguir mantener mi abstinencia, no logro entender
bien lo que hago en esta guerra de recaídas, ¡Caramba! Es que cuando me inyecto
¡me siento Dios!”.

Gran parte de los relatos sobre recaídas obtenidos en el ámbito clínico se atribuyen
a una incapacidad para afrontamiento y no a la confesión de decisiones activas de
realizar una conducta que fue inicialmente placentera y luego problemática. Es más
probable encontrarse con relatos del tipo “no pude resistirlo” que con afirmaciones
como “decidí salir a tomar una copa y fue muy divertido”. En la comprensión del
incumplimiento de propósitos, es necesario abrigar la sospecha de que se ha
concedido una importancia excesiva al papel de los “precipitantes de las recaídas”
y se ha subestimado la toma de decisiones de los pacientes.

Las repercusiones del fenómeno de la recaída son manifiestas y de amplio espectro.


Cabe citar que los procesos de recaída son motivos de perplejidad por parte del
propio adicto, porque la mayoría de veces se trata de un fenómeno que le sobrepasa
y que escapa a su propio control.

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Modelo cognitivo-conductual de Prevención de Recaídas de Marlatt y Gordon (1985)

Es el más completo e integrador. Este modelo es la aportación de la teoría del


aprendizaje social de Bandura (1969) más importante aplicada a los problemas de
bebida y de drogas (Marlatt, 1978; Marlatt y Gordon 1985). El modelo se muestra en
la figura 1.

Figura 1

Disminución
de la
Respuesta de Autoeficacia probabilidad
afrontamiento incrementada de recaída

Situación de Efecto de
alto riesgo Autoeficacia Violación de la
Disminuida abstinencia Aumento de la
(EVA) probabilidad
Consuno
Sin respuesta Expectativa de Recaída
inicial de
de de la Conflicto de
afrontamiento resultados sustancia Disonancia y
positivos autoatribución
(para los (culpa y
efectos percepción de
iniciales de perdida de
la sustancia) control)

FUENTE: Marlatt y Gordon (1985): Relapse Prevention. Maintenance Strategies un the Treatment of
Addictive Behaviors, Nueva York: Guilford Press (p.38)

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El modelo sostiene que incluso después de que se haya completado


satisfactoriamente el tratamiento, la persona abstinente tiene que enfrentarse a
situaciones de alto riesgo, estableciéndose que la falta de respuestas de
afrontamiento ante situaciones da lugar a una cadena de eventos en la que la
disminución del sentido de autoeficacia conduce al consumo inicial de drogas. Este
consumo, a su vez es más susceptible de ocurrir si la persona posee expectativas
positivas con respecto a los efectos del alcohol o las drogas

El efecto de violación de la abstinencia (EVA), sucede cuando la persona se


compromete a un periodo largo o indefinido de abstinencia, ocurriendo una caída o
recaída durante el mismo. Por lo tanto, el EVA se conceptualiza como una reacción
cognitivo-afectiva ante una caída que influye sobre la probabilidad de que vaya
seguida de un aumento en el consumo de la sustancia. Marlatt establece dos
componentes en el EVA: Una atribución cognitiva con respecto a la causa percibida
de la caída y un estado afectivo asociado a la situación. Asimismo, se postula la
ocurrencia de un EVA elevado cuando la persona lo atribuye a factores globales,
internos y estables que son percibidos como incontrolables. Por otra parte, la
intensidad del EVA disminuye cuando la persona atribuye la causa de la recaída a
factores externos, inestables y específicos que se perciben como controlables. Las
atribuciones negativas debilitan la autoeficacia e incrementan las expectativas de
resultados de fallos continuos, lo cual constituye una fatal combinación que
normalmente conduce a la vuelta al abuso de la sustancia.

Este análisis del proceso de recaída tiene implicaciones directas para la intervención,
denominada procedimientos cognitivos o conductuales para eliminar el EVA. Los
tratamientos cognitivo-conductuales se designan para desarrollar habilidades de
afrontamiento, restaurar la autoeficacia y crear atribuciones más constructivas. La
estrategia generalmente utilizada en la terapia cognitivo-conductual consiste en
animar a los clientes a atribuir sus retrocesos a causas externas, inestables y
normalmente debidas a causas específicas, mientras que el afrontamiento exitoso se
atribuye a factores internos.

En el contexto anterior, Marlatt destaca que el afrontamiento puede ser


experimentado como inacción. La inacción, ha sido interpretada como la
aceptación de las señales de las sustancias, lo cual puede ser descrito como dejar
pasar y no actuar bajo el impulso. Esta perspectiva del afrontamiento inactivo es
consistente con la noción budista del camino del medio (Marlatt 2002) que contiene
las claves fundamentales de Mindfulness. Un ejemplo de esta estrategia de
afrontamiento que es consistente con este método, es el uso de “surfing urge”
(Marlatt & Kristeller 1999). En la aplicación de esta metáfora como técnica, el cliente
aprende a etiquetar las sensaciones internas y las preocupaciones cognitivas
asociadas a un deseo de consumo, y a fortalecer una actitud de desapego de esa
sensación de “necesidad urgente”. El foco radica en identificar y aceptar el deseo,
sin actuar bajo el impulso o intentar luchar contra él. La focalización en el momento
presente, la observación y auotobservación y la aceptación del distrés asociado con

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el craving, facilitan a los sujetos de unas estrategias de afrontamiento efectivo y


adaptativa.

En las últimas revisiones Marlatt (Marlat y Donovan, 2005) ha reconceptualizado el


proceso de recaída, proponiendo un modelo más dinámico en el que la recaída se
considera como un sistema complejo multidimensional donde existe una interacción
entre todos los elementos implicados. En cada situación el individuo se enfrenta al
desafío de hacer balance entre las múltiples entradas y las posibles consecuencias.
La respuesta del individuo puede ser descrita como un sistema organizado que
incorpora factores distales de riesgo (cronicidad de consumo, historia familiar,
psicopatología comórbida, etc), procesos cognitivos (autoeficacia, expectativas de
resultado, craving, motivación), y habilidades cognitivas y conductuales de
afrontamiento (Witkiewitz y Marlatt 2004).

CONDUCTA CONDUCTA
AFRONTAMIENTO USO
(Cognitivo conductual, SUSTANCIA
PROCESOS aproximación/evitació (CANTIDAD / Efectos
COGNITIVOS n, autorregulación) FRECUENCIA percibidos
Auto-eficacia
(Refuerzo,
Expectativas Efecto
ESTADO AFECTIVO
RIESGOS DISTALES violación
Motivación
abstinencia)
( Historia familiar, Craving
síntomas
dependencia)

SINDROME
ABSTINENCIA

PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE RECAÍDAS BASADO EN MINDFULNESS (MBPR)

Son varios los programas y protocolos basados en Mindfulness que se han aplicado al
tratamiento del consumo de sustancias y a la prevención de recaídas. Alan Marlatt
(2005), ha publicado una guía en la que integra su modelo clásico de prevención de
recaídas con los procedimientos Mindfulness, creando un programa de prevención
de recaídas basado en Mindfulness (MBRP, Mindfulness Based Relapse Prevention).
Existen diversos estudios siguiendo esta línea de actuación que han obtenido
resultados positivos (e.g: Marlatt, 2004; Marlatt, Pagano, Rose, Marques, 1984;
Witkiewitz, Marlatt y Walter, 2006).

Langer (1989a) ha definido Mindfulness como una habilidad cognitiva y la ha


incorporado al estudio de la etiología de la adicción y su tratamiento (Margolis &

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Langer, 19990). Desde esta perspectiva, en contraposición al estado Mindfulness, la


adicción es un estado mindless (sin conciencia), en el cual el individuo está limitado
por dicotomías cognitivas rígidas y la dependencia al consumo de drogas como la
única manera de escapar del estrés y la ansiedad. La meditación incrementa la
conciencia y el cultivo de alternativas al estado mindless y al comportamiento
compulsivo (Marlatt, 2002). Como sugieren Groves y Farmer (1994), en el contexto de
las adicciones, Mindfulness podría ayudar al adicto a darse cuenta de los
disparadores del craving y a propiciar la elección de hacer “algo distinto” que
previniera o mejorara el craving y debilitara el patrón habitual de respuesta.

La exposición y desensibilización, la vigilancia del pensamiento, la relajación y la


aceptación han sido sugeridas como ingredientes activos potenciales del
entrenamiento Mindfulness (Breslin et al., 2002; Hayes, Stosahl & Wilson, 1999; Linehan,
1993; Marlatt, 2002). Durante la práctica de Mindfulness la exposición a pensamientos
negativos, emociones y sensaciones ((e.g., avidez física), en conjunción con la
inacción, puede promover la desensibilización y la aceptación de los pensamientos
y emociones no deseados. Esta prevención de respuesta puede ayudar a extinguir la
respuesta operante que fue aprendida por reforzamiento negativo o escape de los
estados de afecto negativo, a través del uso de sustancias. Supervisar las propias
reacciones a los pensamientos y sensaciones sin actuar desde ellos requiere
aceptación del afecto negativo, incluidos los pensamientos no deseados y las
tentaciones.

Además, Marlatt señala que la meditación puede actuar como una forma de
contracondicionamiento, en el cual un estado de conciencia metacognitiva y
relajación reemplaza el reforzamiento positivo y negativo asociado a la conducta
adictiva. En este sentido, Mindfulness puede servir como una “adicción positiva”. Por
lo tanto, Mindfulness es más que solo una estrategia de afrontamiento para tratar los
impulsos y tentaciones, podría ser también un sustituto gratificante de la conducta de
adicción.

Según Marlatt la evolución de su modelo de prevención de recaídas (PR) y también


la evidencia que apoya la meditación Mindfulness como un tratamiento para las
conductas adictivas (e.g: Beson, 1975) les llevó, a él y a su equipo, a desarrollar la
aproximación de un nuevo tratamiento llamado prevención de recaídas basado en
Mindfulness, Mindfulness Based Relapse Prevention (MBRP), el cual combina técnicas
Mindfulness y los principios y prácticas establecidos en el PR (Witkiewitz, Marlatt &
Walter, 2005). El tratamiento RP tradicional comienza con la evaluación de los
factores de riesgo para recaídas, tales como una baja auto-eficacia, respuestas de
afrontamiento inefectivas y situaciones estresantes. La PR combina entrenamiento en
habilidades, con intervenciones cognitivas específicas y estrategias de auto-manejo
globales diseñadas para prevenir o limitar la ocurrencia de los episodios de recaídas.
Las piedras angulares del PR son identificar y modificar las habilidades de
afrontamiento deficitarias, mejorar la auto-eficacia, educar sobre el efecto de la
violación de la abstinencia y estimular expectativas de resultados positivos.

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A diferencia del RP tradicional y las intervenciones cognitivo-conductuales, los cuales


están focalizados en cuestionar los pensamientos desadaptativos y cambiar el
contenido de los pensamientos, MBRP se focaliza en cambiar la relación de uno
mismo con sus pensamientos. La meta de MBRP es desarrollar la conciencia de
pensamientos, sentimientos y sensaciones (incluyendo ansia o craving) a través del
desarrollo de las habilidades Mindfulness que pueden ser aplicadas en situaciones de
alto riesgo para las recaídas. Los clientes aprenden, a través de las técnicas
Mindfulness, que el craving y los pensamientos que surgen son justo solo eventos
mentales que van y vienen.

Existe cada vez más un creciente interés en las aplicaciones de terapias basadas en
Mindfulness en el campo de los trastornos adictivos (Marcus y Zgierska, 2009).
Probablemente la causa es la necesidad de intentar mejorar la eficacia de los
tratamientos tradicionales respecto a la alta tasa de recaídas en estos trastornos. El
clásico programa de Prevención de Recaídas de Marlatt logró mejorar los resultados,
aunque con un grado insuficiente. Estas circunstancias impulsaron la innovación de
modalidades que facilitaran obtener un éxito mayor. El encuadre teórico afín y la
proximidad de aplicaciones de Mindfulness en otras áreas de la psicología clínica,
convirtieron a los tratamientos basados en Mindfulness en candidatos óptimos para
investigar su posible eficacia. Cabe destacar la analogía terapéutica que se aprecia
con la terapia basada en Minfulness para la prevención de recaídas en la depresión.
Recientemente algunos autores (Brewer et al, 2010), han destacado la existencia de
vías neurales comunes entre los mecanismos de regulación emocional y el abuso de
sustancias, cuya función estaría implicada en los mecanismos que comparten dichos
trastornos y que a su vez pueden relacionarse con los potenciales mecanismos
terapéuticos de mindfulness (Verdejo-García y Bechara, 2009).

El programa de prevención de recaídas basado en Mindfulness (MBPR) (Bowen et al


2009), integra los aspectos centrales de programa PR de Marlatt con prácticas
adaptadas de los programas: reducción del estrés basado en Mindfulness
(Mindfulness-Based Stress Reduction, MBSR; Kabat-zinn, 1990), que inicialmente se
desarrolló para el manejo del dolor crónico y comúnmente se usa para manejar
problemas de estrés y ansiedad y la terapia cognitiva basada en Mindfulness para la
prevención de recaídas en depresión que cuenta con evidencia empírica sobre su
eficacia (Mindfulness-Based Cognitive Therapy; MBCT; Segal, Williams y Teasdale,
2002).

En el programa MBPR la evaluación e identificación de los factores potenciales de


riesgo y las situaciones de alto riesgo de recaídas continúan siendo un aspecto
central mismo. Los participantes son entrenados en diversos aspectos como:
reconocer signos tempranos de posible recaída, incrementar la conciencia de
señales internas-emocionales y cognitivas- y externas -situacionales- que previamente
se han asociado al consumo de sustancias, desarrollar habilidades de afrontamiento
efectivas y mejorar la auto-eficacia. A diferencia del enfoque tradicional del RP,
coincidente con las intervenciones cognitivo-conductuales, que se centra en

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cuestionar los pensamientos desadaptativos y cambiar su contenido, el MBRP


enfatiza el cambio en la relación del individuo con sus propios pensamientos. La
práctica se focaliza en incrementar la aceptación y tolerancia de los estados
negativos (p. ej., craving) en los niveles físico, emocional y cognitivo, disminuyendo
así la necesidad del individuo de aliviar el malestar a través de la conducta de
consumo. Los clientes aprenden a aumentar la conciencia de los disparadores, vigilar
las reacciones internas y promover la elección consciente -“mindful”- de acciones
valiosas en contraste con la elección automática -“mindless”- asociada a conductas
de consumo. Se enseña a los clientes a reconocer los pensamientos y sensaciones
asociados al craving, aceptándolos y permitiendo que pasen a través de la
experiencia, sin reaccionar necesariamente ante ellos.

De forma análoga al MBSR y MBCT, en MBRP la versión más reciente de S.Bowen, N.


Chawla, G.A. Marlatt (2011) consta de ocho sesiones de 2-3 horas semanales y una
sesión de 10 horas al final en forma de retiro.

PROGRAMA MBRP

El esquema de la prevención de recaídas basada en Mindfulness quedaría reflejada


en el diagrama siguiente:

ENFOQUE MINDFULNESS
LA PRÁCTICA DE LA ATENCIÓN
AFRONTAMIENTO PLENA
COGNITIVO
CONDUCTUAL
Exposición,
Desensibilización
DISPARADORES
Contracondicionamiento

SITUACIÓN RIESGO

CRAVING ESTADO MINDLESS PATRÓN


HABITUAL
AFECTO NEGATIVO COMPORTA-MIENTO RESPUESTA RECAÍDA
VULNERABILIDAD RECAIDA
REACTIVO/
COMPULSIVO
DEPENDENCIA

FACTORES INTRA E INTRAPERSONALES

(Superar malestar, búsqueda placer, auto-


manejo, expectativas, auto-eficacia, conflictos
interpersonales, presión social, relaciones)

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La piedra angular del programa reside en la práctica y en cultivar la Atención Plena


(AP). La importancia en la práctica de la atención y de los obstáculos asociados a la
práctica, especialmente los relacionados con los estímulos de deseo y la resistencia
de la mente a estar presente, frente estados desagradables. Utilizando la Atención
como medio para hacer frente a la ansiedad y a los pensamientos, sensaciones,
emociones que precipitan recaídas, con el fin de generar una actitud de
aceptación. La meditación Mindfulness tiene como fin que las personas puedan
conseguir hacer la asociación entre estímulos activadores-Atención y habilidades de
afrontamiento. La práctica de meditación Mindfulness ofrece una nueva forma de
procesar las señales de activación-riesgo y de vigilancia a la propia reacción de los
factores desencadenantes que se suceden alrededor y en el interior de los sujetos. El
aprendizaje en la experiencia “del aquí y ahora”, la observación y el estado de
presencia de una manera no critica enjuiciadora, facilitan una actitud y mentalidad
no orientada al futuro no hacia el pasado, reduciendo los factores de riesgos
asociados a las respuestas de ansiedad anticipatoria y de temor a las recaídas y a las
situaciones de riesgo. Además la meditación de la atención, enseña la presencia del
Observador personal, como espectador, ayudando a la toma de conciencia y a
aceptar la transitoriedad de los eventos con el fin de no seguir las respuestas
condicionadas y poder dar una respuesta basada en “la toma de decisiones
conscientes fuera del piloto automático”.

Es importante recordar las aportaciones ya citadas desde la neuropsicología y de los


modelos más actuales en los trastornos adictivos, que la aplicación de Mindfulness ha
generado un banco de resultados exitosos cuando se ha aplicado dentro de los
programas para la rehabilitación de las funciones ejecutivas en adictos. Déficits que
son frecuentes en este tipo de poblaciones (Verdejo-Garcia& Pérez-García 2007-
2011).

PARTICULARIDADES Y PUNTO DE PARTIDA DEL PROGRAMA

 INTEGRA MINDFULNESS CON PREVENCIÓN DE RECAÍDAS

 Programa post-intervención. Ya abstinentes y en “acción o mantenimiento”.


Motivados a cambio ESTILO VIDA.

 4 NOBLES VERDADES DEL BUDISMO:

1. LA VIDA IMPLICA SUFRIMIENTO.

2. SUFRIMOS BÁSICAMENTE POR APEGO Y AVERSIÓN.

3. HAY UN CAMINO DE SALIDA DEL SUFRIMIENTO.

4. EL SENDERO ÓCTUBLE ES EL CAMINO DESEABLE:

Visión, intención, palabra, acción, sustento, esfuerzo y concentración. ES UNA


ACTITUD, UN ESTILO DE VIDA!

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LO MINDFULL DEL MBRP

 RECONOCER, ABRIRSE Y ACEPTAR EL MALESTAR.

 COMPASIÓN VS CULPA, VERGÜENZA.

 TODO ESTA SOMETIDO AL CAMBIO.

 TOMAR DISTANCIA, PERSPECTIVA.

 RESPONDER VS REACCIONAR AUTOMÁTICAMENTE. Percepción de los


desencadenantes, pautas habituales y reacciones automáticas.

 PRACTICAR S.O.S. (detenerse, observar la experiencia presente y activar la


conciencia del abanico de posibilidades).

 RELACIÓN AMABLE CON LA EXPERIENCIA.

DIRECTRICES

PREVENCIÓN DE RECAÍDAS MINDFULNESS

 HUÍDA ACEPTACIÓN

 ESCAPE OBSERVACIÓN

 DISTRACCIÓN INDAGACIÓN

SESIONES

 Las 1ª, 2ª y 3ª: TOMA DE CONCIENCIA DEL PAPEL DEL PILOTO AUTOMÁTICO EN
LAS RECAIDAS; la práctica de la atención consciente y en integrar las prácticas
de Mindfulness en la vida cotidiana.

 Las 4ª, 5ª y 6ª: EXPLORACIÓN DE PRÁCTICAS APRENDIDAS EN S.A.R. Y


CONDUCTA REACTIVA; subrayan la aceptación de la experiencia presente y
la aplicación de Mindfulness a la PR.

 Las 7ª y 8ª: MANTENER UN ESTILO DE VIDA QUE APOYE LA RECUPERACIÓN Y


PRÁCTICA DE LA ATENCIÓN CONSCIENTE; incluyen temas de auto-cuidado,
redes de apoyo y estilo de vida equilibrado.

INCLUYE

 Identificación de los desencadenantes personales.

 Identificación S.A.R.

 Habilidades prácticas para poner en marcha en S.A.R.

 Incremento del darse cuenta con prácticas de atención consciente.

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 Cambio en la forma de relacionarse con las experiencias internas


(pensamientos, emociones y sensaciones) y externas (claves del entorno).
Favoreciendo la elección, compasión y libertad.

PARA EL FACILITADOR

 ESTILO Y ESTRUCTURA: protocolo estructurado con guías, sesión a sesión, que


contienen prácticas y hojas de trabajo.

INDAGACIÓN: inicio con ejercicios vivenciales y coloquio centrado en la experiencia


inmediata directa (no interpretación, ni análisis, ni juicios, ni historias anteriores). Las
sesiones, habitualmente, comienzan con ejercicios vivenciales, seguidos de un breve
período de coloquio o “indagación” (Segal y otros, 2002). Lo que se pretende es
mantener esos coloquios centrados en la experiencia del presente y en los puntos
clave para relacionar esa experiencia con las recaídas, recuperación, deseos o con
factores de estilo de vida. El mantener la indagación centrada en la experiencia
directa refleja la intención central de las prácticas de mindfulness: darse cuenta de
lo que realmente está teniendo lugar en el momento presente en lugar de perderse
en interpretaciones e historias. Así mismo, los facilitadores, con frecuencia, tienen la
costumbre de trabajar con contenidos o de ofrecer posibles soluciones pero aquí, el
proceso es distinto: requiere que los facilitadores reconduzcan cada interacción a la
descripción de la experiencia inmediata en el momento presente (p. ej.: las
sensaciones corporales, los pensamientos o las emociones) frente a la interpretación,
el análisis o las historias sobre la experiencia. Cuando un participante empieza a
discutir una historia o concepto o a evaluar su experiencia, los facilitadores,
exactamente igual que se hace en la práctica de la meditación, lo animan a “dejarlo
pasar y empezar de nuevo” reconduciendo al participante a la experiencia en el
momento presente.

El proceso de indagación se centra en distinguir entre la experiencia directa (por lo


general, sensaciones y emociones) y los añadidos o reacciones a la experiencia
(historias, juicios). El propósito básico es la observación de la experiencia directa por
lo que la continua diferenciación entre la experiencia original y las reacciones a ésta
pueden resultar muy útil para reconocer cuándo nuestra atención se ha descarriado.
Esas reacciones o “añadidos” podrían ser de índole física (como tensión o resistencia),
cognitiva (como pensamientos o historias) o emocional (como frustración o deseo) y
pueden desencadenar nuevas reacciones. Por ejemplo, puede tener lugar una
experiencia primaria, como una sensación física intensa, seguida de un pensamiento
sobre tal experiencia, algo así como: “no puedo hacerlo” y, luego, una reacción
emocional al pensamiento, como un sentimiento de derrota. Los añadidos podrían
continuar con otro pensamiento al estilo de: “ya sabía yo que no debía haber venido
a este grupo”.

El proceso de indagación ayuda a los participantes a distinguir entre una experiencia


inicial (p. ej.: una sensación física) y los pensamientos o reacciones resultantes,
animándolos, una y otra vez, a que vuelvan a centrarse en lo que está ocurriendo
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realmente en el momento actual. Con un poco de práctica, los participantes


aprenden a reconocer cuándo han quedado atrapados en historias o añadidos y a
darse cuenta de que tienen la posibilidad de detenerse y regresar a la experiencia
del presente. La práctica de este procesos de reconocimiento y regreso al presente,
siembra las semillas del “darse cuenta” y la no-reacción, aliviando, de ese modo,
parte del sufrimiento excesivo que, a menudo, nos ocasiona nuestra propia mente.

El proceso de indagación también puede destacar de qué manera las vivencias que
surgen en la meditación (tanto las experiencias directas como nuestras reacciones a
ellas) resultan familiares o no. Por ejemplo, un facilitador podría indagar: “? De qué
manera esto es semejante o diferente a lo que suele hacer tu mente en general?” o
bien: “¿Te habías dado cuenta de esto antes, en relación a tu mente?” Los
facilitadores también pueden preguntar de qué manera se relaciona la experiencia
con la vida de los participantes (p. ej.: “¿De qué manera se podría relacionar eso que
estás experimentando con el consumo de drogas o con tus recaídas?”). Esta relación
entre lo que se experimenta en la meditación y las pautas y comportamientos
habituales puede que no aparezca de manera explícita en cada interacción pero
es crucial para el propósito general del programa.

Finalmente, la indagación pretende ser más una exploración de las tendencias de la


mente que se comparten que las de cada historia en particular. Cuando se empiezan
a ver los hábitos de la mente con mayor claridad, las pautas pueden, a veces,
parecerle demasiado “personales” o únicas a algún individuo concreto, lo que lo
llevaría a la frustración, al sentimiento de ser imperfecto. El destacar que así,
precisamente, son todas las mentes, más que una prueba de que hay “algo malo en
ti”, puede servir para desarrollar la compasión en cuanto empezamos a conocer
nuestra propia mente un poco más a fondo. Un facilitador podría preguntar:
“¿Alguien más experimenta esto?” o bien: “¿No es interesante lo que está haciendo
la mente?” para reafirmar que tales vivencias son universales más que únicas de una
persona en particular.

 No-reacción, conocer que suele hacer nuestra mente. Tendencias mentales


compartidas.

 EJERCICIOS PARA CASA: asignación semanal.

 CO-FACILITADOR.

 Importancia de la práctica personal meditativa del facilitador. Como afirma


Jon Kabat-Zinn: “Sin la base de la práctica personal y sin asumir qué es lo que
uno está enseñando, los intentos de intervenir con Mindfulness corren el riesgo
de convertirse en meras caricaturas de Mindfulness, perdiendo su esencia más
básica y transformadora”.

 Curiosidad y creatividad.

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 Se recomienda que el facilitador participe y dirija las meditaciones desde la


propia experiencia (evitar dar instrucciones o leer un texto).

 El cuerpo como vehículo para entrenar en la conciencia plena (body scan).

 “Estar con” el malestar y el deseo, no reaccionar de manera habitual:


destructivo.

 Aceptación de la propia experiencia interna.

 Amabilidad afectuosa y autocompasión.

PROGRAMA

 Abstención total o acercamiento gradual a la misma (diferencias con


Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos).

 Incremento de la consciencia, atención consciente (diferencias con PR).

 No se centra en objetivos terapéuticos sino individuales.

 El enfoque es colaborativo.

LOGÍSTICA DEL PROGRAMA

 Tiempo: sesiones de entre 2,5 y 2 hs. Jornadas intensivas y sesiones post-


programa.

 Cuestiones legales: motivación compleja (obligados).

 Práctica en casa: recomendable grabar meditaciones y que tengan soporte


audio para práctica en casa.

 Asistencia: es esencial que sea regular.

 Necesita práctica continuada.

 Género y tamaño del grupo: recomendable específico de mujeres u hombres


de 6-12 participantes.

 Encuentros previos al curso: entrevistas iniciales para revisar la motivación,


expectativas, obstáculos.

TENER EN CUENTA

 Metta: recomiendan en las 2 últimas sesiones

 Postura física: adaptarse a los participantes para decidir practicar con zafú o
silla.

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 Trabajando con el trauma: recomendable realizar meditaciones con los ojos


abiertos y caminando.

 Grupos cerrados y continuos: Grupo cerrado con admisiones en la 4ª sesión o


formato de curso continuo.

 Investigación en MBRP: recomiendan la continuación de grupos semanales o


mensuales de meditación, tras finalizar el programa.

SESIONES

SESIÓN 1: PILOTO AUTOMÁTICO Y RECAÍDA

En esta primera sesión, se aborda el modo “piloto automático” o la tendencia a


comportarse de manera mecánica o inconsciente, sin una completa consciencia de
lo que se está haciendo y lo centramos, en concreto, en relación a la conducta
adictiva (siguiendo los deseos e impulsos de modo “automático”, sin ser consciente).
Empezamos esta exploración con un ejercicio llamado exploración corporal para
practicar el prestar atención, a propósito, al cuerpo.

SESIÓN 2: CONSCIENCIA DE DESENCADENANTES Y DESEOS

Esta sesión se centra en aprender a percibir los desencadenantes, deseos y


pensamientos sobre la conducta adictiva sin tener que seguirlos automáticamente.

Nos centramos en el reconocimiento de los desencadenantes y en cómo se


experimenta la reacción del cuerpo, en concreto, las sensaciones, pensamientos y
emociones que, tan a menudo, acompañan al deseo. Empezamos a utilizar el
mindfulness para conseguir una mayor consciencia de este proceso, por lo general,
automático, aprendiendo a experimentar los deseos e impulsos de tal manera que
puedan aumentar nuestras posibilidades de decidir cómo respondemos ante ellos.

SESIÓN 3: MINDFULNESS EN LA VIDA COTIDIANA

Descubrimos la zona “SOBRIA” como un modo de ampliar las características de la


consciencia plena desde una práctica formal –sentados o tumbados– a las
situaciones diarias que nos podamos encontrar. Esto puede ayudarnos a
“permanecer con” las diferentes sensaciones físicas que surjan, incluyendo aquellas
asociadas a los deseos y a los impulsos sin tener que reaccionar de una manera que
nos perjudique. En esta sesión, empezamos a practicar, sentados, la meditación
formal.

SESIÓN 4: MINDFULNESS EN SITUACIONES DE ALTO RIESGO

Nos centramos en estar presentes en situaciones o con personas que, previamente,


han estado asociadas a la conducta adictiva, utilizando la atención consciente para
aprender a sentir las presiones o impulsos para consumir sin que desemboquen en
una búsqueda automática de sustancias.

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Identificamos los riesgos individuales de recaída y exploramos distintas maneras de


desenvolvernos frente a la intensidad de los sentimientos que surgen en las situaciones
de alto riesgo.

SESIÓN 5: ACEPTACIÓN Y ACCIÓN EFICAZ

Por lo general, puede parecer una paradoja el hecho de aceptar pensamientos,


sentimientos y sensaciones indeseables. Sin embargo, este puede ser el primer paso
hacia el cambio. La aceptación de la experiencia presente es una base importante
para un verdadero cuidado de uno mismo así como para ver con mayor claridad la
mejor acción a emprender.

Practicamos técnicas como la “zona para respirar” y nos centramos en utilizarlas en


las situaciones comprometidas. Esta sesión incluye desde el hecho de darse cuenta
de las señales de alarma, hasta desarrollar la habilidad de detenerse para iniciar una
acción eficaz tanto en las situaciones de alto riesgo como en la vida cotidiana.

SESIÓN 6: VER LOS PENSAMIENTOS COMO PENSAMIENTOS

Exploramos, además, la consciencia de los pensamientos y nuestra relación con ellos,


centrándonos en experimentar los pensamientos, simplemente, como tales
pensamientos (incluso aunque nos puedan parecer la verdad). Consideramos el
papel que juegan los pensamientos en el ciclo de recaídas, los pensamientos
concretos que parecen ser especialmente problemáticos y la forma de trabajar más
eficazmente con ellos.

SESIÓN 7: AUTO-CUIDADO Y ESTILO DE VIDA EQUILIBRADO

Esta sesión se centra en las señales individuales de alarma frente a las recaídas y en
la mejor manera de responder cuando tales señales de alarma aparezcan. Esto
incluye una discusión sobre alternativas para un estilo de vida más amplio, equilibrio,
autocompasión y la importancia de incluir actividades saludables como parte de una
vida plena y sana.

SESIÓN 8: APOYO SOCIAL Y CONTINUACIÓN DE LA PRÁCTICA

En esta última sesión revisamos las destrezas y prácticas aprendidas a lo largo del
curso y discutimos la importancia de organizar un sistema de apoyo. Reflexionamos
sobre lo que hemos aprendido en el curso y compartimos planes individuales para
incorporar la práctica de la atención consciente a la vida diaria.

SESIÓN 1: PILOTO AUTOMÁTICO Y RECAÍDAS

Se introduce la idea de modo “piloto automático” o de actuar sin darse cuenta, ya


que al sentir deseos de consumir las personas con problemas adictivos se enredan en
conductas reactivas sin tener una conciencia clara de las consecuencias que su
comportamiento puede tener. Se debate la relación existente entre el
comportamiento automático o inconsciente y las recaídas.
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La conciencia Mindfulness se utiliza para reconocer esta tendencia y conocer cuáles


son los patrones mentales y así aprender maneras de cambiar el comportamiento
habitual.

Esta sesión utiliza el ejercicio de la pasa para introducir la consciencia plena y la


práctica de la exploración corporal para dirigir la atención a las experiencias
físicas/corporales en el momento presente.

La estructura de la primera sesión sería la siguiente:

 Acogida: Presentación (nombre + qué es lo que más valoras de estar


aquí). ¿Qué os da seguridad?

 Expectativas del grupo y reglas de confidencialidad y privacidad.


Participación, confort.

 Campana del presente.

 Experimentar prácticas vs valorar utilidad inmediata. ¿En qué tenéis


habilidad?, ¿Cómo la habéis aumentado, conseguido? compromiso y
esfuerzo.

 Ejercicio con pasas. Piloto Automático y Recaídas.

 ¿Qué es Mindfulness?

 Meditación: Exploración Corporal.

 Ejercicios para casa (exploración corporal, hoja de registro y CP de la


actividad diaria).

 Despedida. En una palabra… Meditación final.

La intención básica de esta primera sesión es presentar algunos de los principios


fundamentales de la práctica mindfulness, proporcionar una vivencia directa del
modo “piloto automático” “Forma hacer” y empezar a distinguir entre consciencia
automática frente a “atención consciente”. En esta sesión se aborda también la
relación entre el comportamiento automático o reactivo y las recaídas, Es decir,
cambio de formato reactivo a respondiente. Los participantes experimentan los
componentes básicos de la consciencia mindfulness a través de ejercicios que
pretenden aminorar el ritmo, prestar atención a la experiencia del momento presente
y observar los artefactos de la mente y los diferentes sentidos.

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SESIÓN 2: CONSCIENCIA DE LOS DESENCADENANTES Y DESEOS

Esta sesión se centra en la identificación de los desencadenantes y del craving y en


la observación de cómo conducen, generalmente, a la reacción del cuerpo, es
decir, a una cadena de sensaciones, emociones y conductas. Presenta la práctica
de experimentar los desencadenantes sin reaccionar a ellos de manera automática,
de forma que al hacer conscientes estos procesos se contemplen otras opciones y se
tomen decisiones más saludables.

Aprenden a experimentar los deseos y los impulsos de tal manera que puedan
aumentar sus posibilidades de decidir cómo responder ante ellos.

Se continúa practicando la consciencia de las sensaciones corporales y se practica


la consciencia de las reacciones físicas, emocionales y cognitivas a los
desencadenantes. Mindfulness enseña a crear una pausa en el proceso automático.

La estructura de la segunda sesión sería la siguiente:

 Acogida (cita 1 ó 2 cosas que estés notando o cómo te sientes en este


momento).

 Exploración corporal (reconocer y tratar las dificultades,


preocupaciones, dudas y clarificar ideas falsas sobre la meditación).

 Revisión de los ejercicios para casa y desafíos habituales: Aversión,


Deseos o Anhelos, Inquietud o Agitación, Pereza o Sopor, Duda.

 Ejercicio “Caminando por la Calle”. La experiencia vs el comentario.

 COMPRENDER TENDENCIAS DE REACCIÓN, ATRIBUCIÓN Y RESOLUCIÓN.


OBSERVAR PENSAMIENTOS, SENSACIONES, SENTIMIENTOS, IMPULSOS, …

 EL MALESTAR LLEVA A REACCIONES DE AVERSIÓN.

 Ejercicio de Surfear los Impulsos y deseos. Empezar con olas pequeñas.

 Sobre los deseos: mirar “debajo o detrás” QUÉ NECESIDAD EXISTE?

 CONSUMO como BEBER AGUA SALADA.

 Meditación de la Montaña (PRACTICA ESTABILIZADORA Y


ASENTAMIENTO)

 Ejercicios para casa (práctica diaria de la exploración corporal, CP de


una actividad cotidiana y hoja de percepción de desencadenantes)

 Despedida (describir cómo se sientes con una o dos palabras)

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La meditación mindfulness tradicional describen cinco tipos obstáculos que con


mucha frecuencia se encuentran los practicantes : (1) “aversión”, que podría incluir
miedo, ira, irritación, resentimiento y otras muchas formas; (2) “antojos y deseos” o la
experiencia de desear, que puede ser tan sutil como el deseo de sentirse relajado y
en paz, o tan extremo e intenso como la necesidad de consumir una sustancia o
realizar la conducta adictiva; (3) “inquietud y agitación”, que puede experimentarse
físicamente, como un fuerte deseo de moverse, o bien como agitación mental; (4)
“pereza y sopor”, que puede adoptar la forma de modorra, pereza mental o
somnolencia y (5) “duda”, que puede ser una sensación de duda personal, o sobre
la práctica y su propósito o utilidad

DESAFÍOS HABITUALES EN LA PRÁCTICA DE LA MEDITACIÓN (Y EN NUESTRA VIDA DIARIA)

Hay algunas dificultades que surgen con tanta frecuencia en el curso de la práctica
de la meditación que la lista de tales dificultades está establecida y es común a
todos. Estas experiencias no son malas o equivocadas; simplemente, forman parte de
la práctica de la meditación y no significan que tu meditación no esté “funcionando”
o que tú no estés haciendo bien la práctica. Estas dificultades son complicadas
porque cuando aparecen pueden ser muy distractoras y la gente, muchas veces, se
siente vencida por ellas. Aprender a reconocer esas experiencias en cuando
aparezcan y saber que sólo son parte del proceso de meditación puede ayudar. ¡No
es culpa tuya! Al aprender a reconocer estas dificultades en nuestra práctica
también aprendemos a darnos cuenta de su presencia en nuestra vida diaria y a
reconocer la manera de reaccionar frente a ellas.

1. Aversión

Es la experiencia de “no querer”. Cuando estamos experimentando algo y tenemos


una reacción de desagrado o el deseo de hacer que la experiencia desaparezca,
eso se podría describir como “aversión”. Aquí se podrían incluir los sentimientos de
miedo, enfado, irritación, disgusto o resentimiento.

2. Anhelo o deseo

Se trata de la experiencia de “querer”. Puede ser tan sutil como querer sentirse
relajado y tranquilo o tan fuerte como la necesidad urgente de realizar la conducta
adictiva.

3. Inquietud o agitación

Puede ser una especie de incómodo picor. Se puede experimentar físicamente,


como un fuerte deseo de moverse durante la meditación, o como agitación mental,
cuando la mente está inquieta o incómoda.

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4. Pereza o sueño

Podría tratarse de sopor físico o de pereza mental. Podría localizarse en la mente, en


el cuerpo o ambos.

5. Duda

La duda se puede experimentar como un sentimiento de duda personal (“no puedo


hacer esta práctica) o dudas acerca de la utilidad de la práctica (“esto es ridículo;
¿por qué voy a tener que estarme aquí sentado, observando mi respiración?”). La
duda es especialmente complicada porque puede ser muy convincente. Puede
ayudar el recordar que la meditación se ha venido practicando desde hace miles de
años y ha ayudado a millones de personas a cambiar su vida. No hay nadie que no
pueda tomar parte en el proceso de meditación; es asequible a cualquiera que
desee practicarlo. También puede ser un desafío. Lo importante es permanecer en
ella, y cuando surjan estas dificultades, traerlas también a ellas a la consciencia.

SESIÓN 3: MINDFULNESS EN LA VIDA COTIDIANA

Una forma de volver al momento presente y situarse en el propio cuerpo es hacer una
pausa y prestar atención a la respiración. En estado de presencia y conciencia, por
lo general, nos volvemos menos reactivos y podemos realizar elecciones con mayor
claridad y fortaleza.

El objetivo es prestar atención a la experiencia en el momento presente o


proporcionar la ocasión de entrar en contacto con un valor o intención más
profundos ¿Qué es lo más importante para enfocar en la sesión de hoy?”). Los
facilitadores pueden utilizar cualquiera de las propuestas para empezar la sesión.

En esta sesión de presenta la práctica formal sentados.

El ejercicio Zona SOBRIA para respirar puede ampliar las características de la


conciencia plena desde la meditación formal a situaciones de la vida cotidiana;
ayudando a “permanecer con” las diferentes sensaciones físicas (incluyendo las
asociadas a los deseos y a los impulsos) que surjan y no reaccionando de manera
perjudicial.

La zona “SOBRIA” (stop, observar, respirar, incluir, apreciar) es una adaptación del
espacio de 3 minutos para respirar utilizado en MBCT. Aunque el ejercicio de la “Zona
SOBRIA” o “Zona SOBER” es uno de los ejercicios diarios más eficaces, no se presenta
hasta la Sesión 3 debido a la necesidad de establecer una base previa de prácticas
que lo sustenten.

S – Stop. Cuando estés en una situación estresante o de alto riesgo o, simplemente,


de vez en cuando a lo largo del día, acuérdate de parar o reducir la marcha y
comprobar qué es lo que está ocurriendo. Este es el primer paso para salir del modo
“piloto automático”.

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OB – Observar. Observa las sensaciones que están teniendo lugar en tu cuerpo.


Observa también cualquier emoción, sentimiento o pensamiento que estés
manteniendo. Simplemente, date cuenta, lo mejor que puedas, de todas tus
vivencias.

R – Respirar. Concentra tu atención y dirígela a tu respiración.

I – Incrementa tu consciencia hasta incluir el resto de tu cuerpo, tu experiencia y la


situación en la que te encuentras; procura llevar todo esto, suavemente, a tu
consciencia.

A – Aplica tu propia respuesta (en lugar de reaccionar automáticamente), con


consciencia de lo que sería conveniente, realmente, en esa situación y de cuál sería
la mejor manera de cuidar de ti mismo. Ocurra lo que ocurra en tu mente y en tu
cuerpo, tú todavía tienes la capacidad de elegir la respuesta a aplicar.

 STOP: parar o reducir “piloto automático”.

 OBSERVAR: chequeo mental, corporal…

 BREATH: respirar con atención plena.

 EXPANDIR: conciencia a todo el cuerpo.

 RESPONDER vs reaccionar.

La estructura de la tercera sesión sería la siguiente:

 Acogida (describe un par de cosas de las que te des cuenta en este


mismo momento; ¿qué es para ti lo más importante para enfocar en la
sesión de hoy?)

 Consciencia auditiva

 Revisión de los ejercicios para casa

 Meditación mediante la respiración y revisión (¿de qué os disteis cuenta,


en relación a vuestra mente, mientras hacias el ejercicio?).

 Video (Changing from Inside, Donnenfield 1998; Healding and the Mind:
Vol.3. Healing from Within, Moyers 1993).

 Zona SOBRIA para respirar

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 Ejercicios para respirar

 Despedida (un par de palabras sobre lo que están observando sobre sus
pensamientos, sentimientos o sensaciones en ese mismo momento).

SESIÓN 4: MINDFULNESS EN SITUACIONES DE ALTO RIESGO

En esta sesión nos centramos en estar presentes en situaciones difíciles o con personas
que, previamente, hayan estado asociadas con el consumo de drogas o con otro
tipo de conductas adictivas reactivas.

Aprenden a relacionarse de manera diferente con las presiones o los impulsos al


consumo de sustancias, practicando el modo de responder a estímulos fuertemente
evocadores. Haciéndose así más conscientes del hábito y no reaccionando
automáticamente.

Se trata de practicar el permanecer con las sensaciones y emociones

intensas o incómodas (S.A.R.) en lugar de evitarlas o tratar de librarse de ellas.

Se identifican los riesgos individuales de recaída y se exploran maneras de


desenvolverse frente a la intensidad de los sentimientos que surgen en las S.A.R.

La práctica de la atención consciente puede favorecer la creación de una


sensación de espacio y perspectiva en las situaciones comprometidas. En esta sesión,
nos centramos en estar presentes en situaciones que antes habían desencadenado
el comportamiento de consumo de sustancias u otras pautas reactivas. Ahora,
aprendemos que podemos relacionarnos de otra forma con las presiones o los
impulsos al consumo de sustancias y practicar el responder con consciencia en lugar
de reaccionar “automáticamente” o por hábito.

Se introduce la práctica del caminar consciente con el objetivo de tomar


consciencia de las sensaciones corporales y de la vida cotidiana.

La estructura de la cuarta sesión sería la siguiente:

 Acogida (describir con un par de palabras su experiencia del momento


actual).

 Consciencia visual (mirar hacia fuera por una ventana).

 Revisión de los ejercicios para casa

 Meditación sentado: sonido, respiración, sensación, pensamiento.

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 Riesgos de recaída individuales y comunes (estados emocionales


negativos, presión social y conflictos interpersonales).

 Zona SOBRIA para respirar en situaciones difíciles (¿qué sería lo más


probable que harías en una situación difícil?)

 Meditación caminando (formal o informal/paseo meditativo)

 Ejercicios para casa (meditación sentados o exploración corporal,


meditación caminando y zona SOBRIA para respirar; hoja de registro de
la práctica diaria)

 Despedida (momentos de silencio o describir con un par de palabras su


experiencia en el momento presente).

SESIÓN 5: ACEPTACIÓN Y ACCIÓN EFICAZ

Es importante encontrar el equilibrio entre la aceptación de lo que pueda surgir


(pensamientos, sentimientos y sensaciones indeseables) y el alentar una acción
saludable y positiva en nuestras vidas. Al enfrentarnos a situaciones y a emociones
que están fuera de nuestro control o a conductas y reacciones de otras personas
tendemos a experimentar sentimientos desagradables que pueden actuar como
desencadenante para el consumo de sustancias. Se trata de cultivar una relación
diferente con respecto a situaciones incómodas o experiencias difíciles.

Cuando aceptamos el presente tal como es, no estamos siendo pasivos; estamos
aceptando lo que ya es sin luchar ni resistirnos. Este es el primer paso para el cambio.
Lo mismo se puede aplicar a la autoaceptación.

Esta sesión incluye desde el hecho de darse cuenta de las señales de alarma, hasta
desarrollar la habilidad de pararse para iniciar una acción eficaz tanto en las SAR
como en la vida cotidiana.

Es importante y, a veces, un reto, aceptar lo que pueda surgir en una situación


determinada. Sin embargo, este es el primer paso para tomar una iniciativa
adecuada y/o positiva en nuestra vida. Por ejemplo, puede que no tengamos control
sobre las cosas que nos suceden, las emociones que surgen, nuestro trabajo actual o
la situación familiar o la conducta y las reacciones que la gente tiene hacia nosotros.
Cuando luchamos contra esas cosas, sin embargo, tendemos a sentirnos frustrados,
enfadados o derrotados, lo que puede suponer una invitación hacia las conductas
adictivas. Cuando aceptamos el presente tal como es, no estamos siendo pasivos;
estamos aceptando lo que ya está teniendo lugar sin lucha ni resistencia. Este es, a
menudo, un primer paso necesario para un cambio. Lo mismo se puede decir

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respecto de la aceptación; a menudo necesitamos aceptarnos a nosotros mismos tal


como somos antes de que pueda tener lugar un cambio real.

Se introduce el movimiento consciente como una manera de practicar presencia y


aceptación.

La estructura de la quinta sesión sería la siguiente:

 Acogida (sensaciones o sentimientos en el momento presente)

 Meditación sentados: sonido, respiración, sensaciones, pensamiento,


emoción (utilización de la poesía)

 Revisión de la práctica

 Zona SOBRIA para respirar (en parejas)

 Utilización de la zona SOBRIA para respirar en situaciones difíciles

 Coloquio sobre Aceptación y acción eficaz (enfocar la experiencia de la


ira con consciencia)

 Movimiento consciente (estiramiento consciente).

 Ejercicios para casa (hoja de seguimiento de la práctica diaria,


meditación sentados, movimiento consciente o exploración corporal;
zona SOBRIA para respirar en situaciones difíciles; hoja de trabajo sobre
utilización de la zona SOBRIA)

 Despedida (momentos de silencio o vivencia del momento presente)

SESIÓN 6: VER LOS PENSAMIENTOS COMO PENSAMIENTOS

En las sesiones anteriores se toma conciencia del divagar de la mente y se enseña a


volver a centrar, con suavidad, la atención en la respiración o en las sensaciones
corporales. Ahora se trata de centrarnos en los pensamientos como palabras o
imágenes de la mente que podemos elegir creernos o no, debatiendo el papel que
nuestras creencias pudiesen tener en tales pensamientos en el ciclo de las recaídas.

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Se explora la conciencia de los pensamientos y cómo nos relacionamos con ellos.


Considerando el papel que juegan los pensamientos en el ciclo de las recaídas, los
pensamientos concretos que parecen ser especialmente problemáticos y al forma
más eficaz de trabajar con ellos.

Se trata de desidentificarse de los propios pensamientos y cambiar la relación con


éstos: no creérnoslos ciegamente ni tratar de controlarlos.

La estructura de la sexta sesión sería la siguiente:

 Acogida (recordar sus intenciones para el curso y cómo desearían


integrar habilidades aprendidas en su vida cotidiana)

 Meditación sentado: Pensamientos (empleo de metáforas y de la


imaginación guiada).

 Revisión de los ejercicios para casa.

 Pensamientos y recaída.

 El ciclo de las recaídas.

 Zona SOBRIA para respirar (centrarse en los pensamientos que surjan).

 Preparación para el final del curso y ejercicios para casa (práctica


utilizando la propia selección y zona Sobria para respirar; proporcionarles
grabaciones extras de audio)

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SESIÓN 7: AUTOCUIDADO Y ESTILO DE VIDA EQUILIBRADO

Se han dedicado las semanas anteriores a prestar atención a las situaciones,


pensamientos y emociones específicos que pueden suponer un riesgo de recaída.
Durante la presente sesión se observa el panorama general vital para identificar los
aspectos que favorecen un estilo de vida más saludable, así como aquellos que nos
ponen en riesgo. En el proceso de recuperación es esencial el autocuidado y
desarrollar actividades enriquecedoras y saludables, de cara a reducir la
vulnerabilidad a las recaídas.

Un estilo de vida equilibrado y la compasión para con uno mismo pueden ser
elementos esenciales de una vida saludable y satisfactoria.

Se utiliza la tarjeta recordatorio como preparación para futuras S.A.R.

La estructura de la séptima sesión sería la siguiente:

 Acogida (elementos del curso más valiosos y prácticas que van a


continuar en su vida diaria).

 Meditación sentados: Benevolencia

 Revisión de la práctica (compartir lo observado durante el proceso de


llevar a cabo su propia práctica, práctica dela zona SOBRIA y hoja de
trabajo del ciclo de recaídas).

 Hoja de trabajo de las actividades diarias (“agotadoras” y


“sustentadoras”)

 ¿Dónde empieza la recaída? (ampliar la atención a los estilos de vida que


nos hacen más o menos vulnerables a las recaídas).

 Zona SOBRIA para respirar (variaciones; ojos abiertos y duración)

 Tarjetas recordatorio ( razones para no consumir/ conductas de


afrontamiento/ nº tfno. de apoyo / pasos zona SOBRIA para respirar)

 Ejercicios para casa (propia rutina de prácticas, práctica zona SOBRIA; 3


actividades sustentadoras concretas y hoja de seguimiento de la práctica
diaria)

 Despedida (recordar intenciones sobre la práctica que mencionaron al


comienzo de la sesión).

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SESIÓN 8: APOYO SOCIAL Y CONTINUACIÓN DE LA PRÁCTICA

La práctica de la conciencia plena y la recuperación de un proceso adictivo


requieren compromiso y aplicación. Tener una red de apoyo es crucial para
continuar por el camino de la práctica, reduciendo riesgos y favoreciendo la
recuperación. No es un viaje fácil. De hecho, a veces puede ser percibido como
nadar contra corriente. Hasta ahora, hemos hablado de factores que suponen un
riesgo, de algunas habilidades que nos ayudan a navegar a través de situaciones de
alto riesgo y sobre la importancia de mantener un estilo de vida equilibrado. Es de
esperar que el haber participado en este grupo también haya proporcionado un
sentido de apoyo y de comunidad. Contar con un sistema de apoyo para la
recuperación puede ayudar a reconocer las primeras señales de peligro de una
recaída. Contar con apoyo para la práctica meditativa puede ayudar a mantenerla
y a ponerla de manifiesto en nuestra vida de forma consciente, intencionada y
compasiva.

Durante la última sesión se refleja lo aprendido y las razones para continuar con la
práctica. Pare ello se desarrolla un plan de continuación de la práctica y de
incorporación de la CP en la vida cotidiana.

Practicar de manera regular la atención plena ayuda a ser menos automáticos y


reactivos y a hacernos más conscientes de nuestras opciones por lo que nos
proporciona una mayor libertad. Hay muchas cosas sobre las que no tenemos control
y muchas que “no nos vienen bien”. Sin embargo, siempre tenemos la posibilidad de
elegir nuestra forma de responder y el modo de experimentar nuestra vida. Se amable
contigo mismo.

La estructura de la octava sesión sería la siguiente:

 Acogida (sensación, estado mental o emoción que estén percibiendo).

 Exploración corporal (valorar los cambios con respecto a sesiones


anteriores).

 Revisión de la práctica (práctica de la meditación de la semana anterior


y comprobación del establecimiento de una práctica individual
continuada).

 La importancia de las redes de apoyo (listado de recursos de meditación,


reuniones, cursos, retiros, etc.)

 Reflexiones sobre el curso (sugerencias de mejora)

 Propósitos para el futuro (por qué deberían mantener esta práctica):

 Anticipar obstáculos, primeras señales, EVA sobre MBRP

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 Meditación final (piedrecita recuerdo)

 Círculo cerrado (reflexión final)

La meditación final honra el viaje de cada persona durante los últimos meses y ofrece
una breve meditación de compasión y benevolencia hacia uno mismo, los
compañeros de grupo, amigos y familia y, por último, hacia todos los seres vivos.
Invitamos a cada persona a que elija una piedrecilla de una colección que traemos
a esta última reunión grupal como símbolo de la belleza de cada ser humano, áspera,
natural, con fallos pero perfecta. Será un recordarlo de este viaje para cada uno de
los asistentes que han tomado parte en él.

Revisión y adaptaciones del programa.

ADAPTACIÓN DEL PROGRAMA AL CONTEXTO Y NECESIDADES:

 Tratamiento Ambulatorio.

 Mayor número de participantes de 15 a 20.

 Se pueden integrar pacientes con Ludopatías.

 Un mes mínimo de abstinencia mantenida y/o control.

 Controles de drogas antes de cada sesión.

 Patologías concomitantes controladas. Exclusión de T. Bipolar no ajustado y de


T. del espectro psicótico. Se incluyen T. Limites, Afectivos mixtos, impulsividad y
pacientes con tratamiento médico ajustado.

 Utilización de co-observadores y vivenciadores de práctica Mindfulness.

 Se aceptan caídas en consumo durante el programa. Cuando dan positivo


antes de la sesión, perdida de acceso a la misma.

 20 sesiones de 2 horas por semana y sesiones de mantenimiento y recuerdo.

 Facilitar las prácticas grabadas a diario.

 Mayor número de prácticas.

 Sesiones iniciales de Prevención de Recaídas. Psicoeducación del


funcionamiento neuropsicológico (conceptos del Ser y del Observador en el
acto de conocer de Damasio y otros, identificación de dificultades, cadenas
de conducta, aprendizaje y consumo de drogas y cronicidad.

 Tener en cuenta los Trastornos de estrés post-traumático.

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 Exclusión de Déficits cognitivos graves.

DEL PROGRAMA Y LAS PRÁCTICAS

 Iniciar con práctica de Respiración Básica y Práctica del Estado personal y


scanner de sensaciones. Sustituir el ejercicio de las pasas por golosinas-
chocolate.

 Introducir Compasión y autocompasión desde la sesión dos.

 Trabajar las dificultades en la progresión desde la sesión tres.

 La práctica de Cabalgar sobre la Ola o Surfear cuando ya se ha trabajado la


meditación de la respiración básica y la de la Respiración centrada en al
espiración.

 Compaginar la práctica de la Montaña con la del Lago.

 Antes de la práctica SORER, trabajar la práctica básica de las Emociones


cotidianas e incluir Metta.

 Cambio de nomenclatura en la práctica de ZONA SOBRIA por SOBER por


SORER.

 Prácticas para síntomas negativos de abstinencia relacionados con


emociones difíciles y con los procesos de Relieve Dramático y Reevaluación.

 Prácticas de Campo Abierto para testar estados corporales y emocionales.

 Prácticas combinadas con variaciones respecto a la que se inicia en la Sesión


4 del MBRP. Iniciar con: respiración-sonidos-emociones-campo abierto de
pensamientos-metta-respiración-cierre.

 Ante Efecto de Violación de la Abstinencia (EVA): meditación del perdón,


desfile de pensamientos y Metta.

 Tonglen para uno mismo y con cambios. Sustituir o combinar por colores en
lugar de haz de luz.

 Los procesos de Aceptación introducirlos antes de la sesión cuatro del MBRP.

 Introducir reglas nemotécnicas (y frases personales) como prácticas más


específicas que pueden combinarse con la práctica SORER. Práctica EORPA:

E O R P A

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Escucha y Observa y Registra y Plantea y Acepta


escúchate obsérvate date cuenta toma
conciencia Actúa

 Introducir prácticas de “etiquetado de emociones”

 Trabajar emociones y sensaciones con “Ablanda-tranquiliza-permite”.

 Pausas compasivas.

4. CONCLUSIONES

Durante la elaboración del presente texto se ha considerado incluir aportaciones que


pueden complementar y apoyar lo referido en el Programa MBRP que hemos tomado
como referencia. Por una parte, se describe un programa en formato de libro de
autoayuda, y por otra, una adaptación del programa MBRP para el abordaje grupal
con mujeres.

Valerie Mason-John y Paramabandhu Groves en el año 2015 publicaron el libro


Mindfulness y Las Adicciones. Recuperación en ocho pasos, basado en principios
budistas. Los autores plantean como mediante un entrenamiento mental y emocional
se puede beneficiar a las personas con problemas adictivos para liberarse de la
compulsión y recuperar la libertad. Proponen un programa que se fundamenta en las
enseñanzas de Buda, a través de prácticas profundas. A diferencia de otros libros de
autoayuda en el tratamiento de las adicciones en general, no sólo es útil para el
paciente con dicha patología, sino que también puede servir como fuente de
recursos terapéuticos a los profesionales que abordan la problemática adictiva.

Conciencia atenta, respiración consciente, estar presentes en el propio cuerpo, sentir


compasión hacia nosotros y hacia los demás; seamos adictos o no (y lo cierto es que
la mayoría de nosotros lo somos de alguna manera), estas cualidades y prácticas
pueden servirnos a todos. Los autores reflejan esta idea con una provocadora
metáfora: “El Buda también se encontraba en el proceso de recuperación (de una
adicción)”.

El libro sigue una estructura “en ocho pasos” muy definida y fácil de aprender y llevar
a la práctica que nos trae reminiscencias de otros modelos terapéuticos de
autoayuda en adicciones, como el de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos.
Ambas terapias tienen en común una cierta base religiosa, de orientación cristiana
en el caso de la terapia de Alcohólicos Anónimos, y de tradición budista en el modelo
de los ocho pasos que se expone en el libro arriba mencionado.

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Ø Paso uno: aceptar que esta vida humana nos traerá sufrimiento.

Ø Paso dos: ver cómo creamos sufrimiento adicional en nuestra vida.

Ø Paso tres: aprovechar la impermanencia para aprender que nuestro sufrimiento


puede terminar.

Ø Paso cuatro: estar dispuestos a caminar por el sendero de la recuperación y


descubrir la libertad.

Ø Paso cinco: transformar nuestra forma de hablar, nuestras acciones y nuestro modo
de subsistencia.

Ø Paso seis: ubicar valores positivos en el centro de nuestra vida.

Ø Paso siete: esforzarse para mantenerse en el camino de la recuperación.

Ø Paso ocho: ayudar a otros compartiendo los beneficios obtenidos.

En el año 2008 se publicó el Manual para Facilitadoras, que el equipo de trabajo


dirigido por la Dra. Hortensia Amaro desarrolló y adaptó del Programa MBSR de Jon
Kabat-Zinn, con un enfoque de prevención de recaídas. Momento a Momento en la
Recuperación: un enfoque basado en conciencia plena del momento presente para
la prevención de recaídas en mujeres en recuperación (MBRP-W), está diseñado para
ser implementado en intervención grupal.

MBRP-W promueve la capacidad de observar – con una mente abierta, curiosa y sin
prejuicio – cómo el estrés se manifiesta, momento a momento, en el cuerpo, los
pensamientos y emociones. Al afinar el auto-reconocimiento en estos tres niveles, el
MBRP-W enseña una manera saludable de trabajar con impulsos, deseos, ansias de
usar drogas y precipitantes que conllevan a una recaída.

Esta intervención de nueve semanas está diseñada para mujeres en tratamiento para
abuso de sustancias, mujeres que típicamente experimentan trauma en sus vidas y
que están lidiando con problemas de salud mental.

El programa de MBRP-W consta de ocho clases de dos horas y un retiro en silencio de


medio día de duración. Durante las primeras cinco semanas, el programa le enseña
a las clientas a establecer una conexión con el cuerpo, emociones, pensamientos,
estados de ánimo, percepciones y actitudes. Las últimas cuatro semanas enfatizan
en conexiones con otras personas a través de comunicación atenta, auto-monitoreo
y otros enfoques.

Los temas de las sesiones son los siguientes:

Sesión 1: Prevención de recaídas a través de conciencia plena del momento


presente: desarrollo de seguridad interna durante el tratamiento.

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Sesión 2: Reacción creativa y mecanismos de manejo positivos: creando conciencia


de pensamientos, emociones, sensaciones corporales y acciones.

Sesión 3: El rol de las percepciones: cómo las percepciones pueden poner en peligro
el tratamiento y resultar en recaída.

Sesión 4: El uso de destrezas de conciencia plena del momento presente en la


recuperación para relacionarse de manera diferente con la ansiedad, ataques de
pánico y miedo.

Sesión 5: El uso de destrezas de conciencia plena del momento presente en la


recuperación para entender pensamientos sobre vergüenza y culpa: cómo aprender
a relacionarse de manera diferente con pensamientos dolorosos.

Sesión 6: El uso de destrezas de conciencia plena del momento presente para


mejorar la comunicación con otras personas: incorporación de la concientización en
cómo una se habla a sí misma.

Sesión 7: Retiro de medio día.

Sesión 8: El uso de destrezas de conciencia plena del momento presente para


trabajar con la ira, la auto-violencia y la violencia hacia y proveniente de otras
personas.

Sesión 9: Graduación y repaso.

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