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GOBIERNO MUNICIPAL
“El voto es, el sagrado ejercicio del poder del ciudadano.”
María Corina Machado
El comportamiento electoral en Colombia se ha caracterizado por un bajo nivel de
participación. En los últimos cincuenta años, en los que se han celebrado 14 elecciones
presidenciales, tres de ellas con segunda vuelta, el porcentaje de participación del
electorado tan solo ha alcanzado el 46,5%, es decir que, más de la mitad de los ciudadanos
habilitados para votar se ha abstenido de asistir a las urnas, independientemente de cuáles
hayan sido los candidatos o las condiciones en que se desarrollaron los comicios.
Doctrina:
Derecho comparado:
En América Latina todos los países consagran el voto como un derecho y deber de los
ciudadanos en sus propias constituciones.
- El Salvador: Establece que ‘El sufragio es un derecho y un deber de los
ciudadanos’ (art. 3)”
- Colombia: Articulo 258 constitución nacional.
Anexos:
En 2010 en Chile se celebraron las últimas elecciones presidenciales bajo la figura del voto
obligatorio. La participación fue del 86.94%.
En 2017, ya sin la figura, la participación fue del 46.70%. Un descenso ostensible que sin
lugar marca una diferencia muy notoria. Lo mismo ocurrió en Venezuela. Las elecciones
presidenciales de 1988 fueron los últimos comicios con voto obligatorio. La participación
fue del 81.92%. En 1993 ya sin la medida, la participación fue del 60.16%. Y en 2018, 30
años después del desmonte del voto obligatorio en dicho país, las cifras de participación
fueron del 45.74% del censo electoral. Lo anterior demuestra, que en democracias frágiles y
sin consolidar como las latinoamericanas, no solamente es necesario adoptar la medida para
tener índices altos de participación electoral si no que es necesario sostenerla hasta que
exista un indicio suficientemente fuerte de la consolidación de una cultura cívica electoral
que permita flexibilizar la figura. Así mismo, estos dos casos demuestran que no se puede
pensar en una medida de carácter transitorio. Lo que sí se puede pensar a futuro es que en la
medida que la población adopte la cultura del voto, progresivamente se flexibilicen las
medidas sancionatorias contenidas en la ley.
En todo caso es necesario enfatizar que a pesar de que la adopción del voto obligatorio
pareciera una excepcionalidad dentro del conglomerado de países del mundo, su aplicación
en los países que lo han adoptado ha sido bastante favorable. De igual manera, en países de
la dimensión de Estados Unidos, en los que las cifras de participación no son tan altas, este
tema ya viene siendo objeto de debate por parte de diferentes universidades y centros de
pensamiento como el Ash Center for Democratic Government and Innovation y la Escuela
de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard
No pretendo con esta postura asegurar que la adopción del voto obligatorio en el
ordenamiento jurídico colombiano va a resolver por si solo todos los problemas que
enfrenta la democracia en el país. Lo que si puedo asegurar, es que la adopción de esta
figura aumentará drásticamente la participación ciudadana fundando así, una ciudadanía
mucho más representativa de los colombianos. De igual manera, el cambio en las urnas
facilitará la consolidación de una cultura cívica cada vez más democrática, lo que a su vez
contribuirá a retornar la confianza en las instituciones.