Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
—Está bien Luis, esta va a ser una interrogación larga si no colaboras un poco.
¿Sabes por qué estas acá?
—Edad.
—Cuarenta y dos.
—Posesión de drogas.
—Está bien. ¿Quieres algo de tomar? Tengo que salir a firmar unos papeles para
conseguir el abogado y seguir con la interrogación.
—Claro, ya vuelvo.
—Gracias.
—Sabes, Luis, me gustaría saber desde qué edad consumes. O ¿sólo vendes?
—Bastante, entonces…
—Todo empezó cuando tenía trece años. Mi padre empezó a vender drogas a todo el
barrio. Yo lo ayudaba de vez en cuando. La policía no iba a sospechar de un niño. Cuando
cumplí quince, uno de los compradores usuales me invito a su casa. Fue la primera vez que
fumé hierba. No me pareció tan malo.
—No, me refiero a las nuevas que entraban a trabajar con nosotros. A algunas no les
gustaba que fuera Pitón el que las probara. La cicatriz en la cara les daba miedo y pues yo
era bastante joven, así que era más fácil. Bueno, en realidad no era tan fácil. Ellas trataban
de sobornarme. Al final me basaba en que tuvieran un buen culo. La verdad me aburrí muy
rápido. Que me complacieran era lo obvio, yo siempre quise como un reto. Una mujer que
no me diera todo por qué sí. ¿Puedo fumarme un cigarrillo?
Sé que no debería cumplir todas sus exigencias, pero quizá si hago que no me vea
sólo como un policía confiese más rápido.
—No. Sabe, mientras se fue pensé en mi primera novia real. Fue la hermana menor
de Rojas. No es como si lo hubiéramos hecho oficial. Pero nos besamos una vez a
escondidas. Siempre nos mirábamos o tocábamos la mano sin que nadie se diera cuenta. Un
día en uno de los cuartos, recuerdo que la busqué para que estuviéramos juntos y…
—¿Qué pasa?
—Puedo decir algo sin que me lleve a la cárcel, pues porque pasó hace años,
¿cierto?
—Yo me había pegado un pase y tomado. Creo que también había fumado un poco.
Ese es uno de los problemas de las drogas. Uno olvida muy rápido todo. Es más, el impulso
de hacer algo, loco. No sé si loco. A mí la droga y el alcohol me despierta las ganas de estar
con mujeres.
—Entonces ¿crees que cualquier mala acción como matar, robar, violar, pueden ser
justificadas por el consumo de sustancias?
—El abogado viene en camino, Luis. Es tu última oportunidad. ¿Hay algo que
quieras decirme?
—¿A quién?
—Helena.
Era nuestro. Jamás vi a alguien empezar a temblar así. Creo que pensó que seguía
viva, que no iba a ser tan grave. Se nota que la quería, aunque fuese para lo malo, pero se
siente culpable, esa mirada sí la conozco.
—Yo no quería. No me acuerdo. Fue solo una pepa, una línea y quizá uno o dos
cigarros de hierba. Habíamos tomado antes pero no fue más. Yo no sabía que iba a perder
el control así. Si me dieron ganas de tener algo de sexo. Helena es mi mejor cliente.
—Yo no. Quizá sí rompí sus costillas. Quizá sí lo hice. En mi cabeza tengo sus
gritos. Ya no sé si lo disfruto o no. ¿Cómo la maté? Yo no…
—Luis, fue de un golpe en la cabeza. Los detalles no creo que sea necesario
dártelos. El estado en el que la encontraron no es algo que me gustaría repetir. No llegó
viva al hospital.
—Si, Luis. ¿Algo que quieras decir para que quede en la grabación del
interrogatorio?
—Siempre.
—Perdón.