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EJERCICIO ESCRITO

 
El desmonte del bosque seco tropical en el Caribe
Colombiano: La Guajira y el Valle del río Cesar a
finales del periodo colonial 1

Camilo Alfonso Torres Barragán            200720870

“De esta ciudad del río de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los
Reyes, corre un gran trecho de tierra donde se levantan montes de este leño, y
del valle de Upar hacia la Nueva Valencia, sigue el camino real por entre
montes de árboles del Brasil…”

Antonio Julián, tratado XI de La Perla de América, 1787

Hacia el final del periodo colonial, grandes porciones del Caribe colombiano eran
descritas por habitantes, viajeros y funcionarios como lugares de espesos montes y
bosques, llenos de maderas útiles2. Sin embargo, la imagen que uno se lleva si visita la
región en la actualidad se parece más a una sucesión de llanuras de pastoreo y zonas
semi-desérticas, con algunas franjas aisladas de bosque. En el mismo sentido, ecólogos
y biólogos actuales concuerdan en que el paisaje del Caribe es uno de los más
intervenidos por la acción humana en el país y señalan que sólo quedan algunos
remanentes fragmentados de la vegetación “original”3.

                                                        
1 Este artículo se presenta para optar por el título de Magíster en Geografía. Fue escrito dentro de los parámetros 
propuestos por el departamento de Geografía, pero también se buscó adaptar el formato con el objetivo de ser publicado en 
la Revista HALAC de la SOLCHA: http://www.fafich.ufmg.br/halac/ 
2 Ver por ejemplo a De la Rosa, Nicolás. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta. 
(Bogotá: Banco popular, 1975 [1740]; Silvestre, Francisco. Descripción del reyno de Santa Fe de Bogotá. Escrita en 1789 por  
Francisco Silvestre, secretario que fue del virreinato y antiguo gobernador de la provincia de Antioquia. Bogotá: Universidad 
Nacional de Colombia, 1968. ;  y el informe del gobernador de la provincia de Santa Marta José de Astigarraga, citado en 
Restrepo Tirado, Ernesto. Historia de la Provincia de Santa Marta.(Bogotá: Colcultura, 1975). También hay varias 
descripciones del paisaje de la región en Herrera, Martha. Ordenar para controlar: ordenamiento espacial y control político 
en las llanuras del Caribe y en los Andes Centrales  XVIII. (Medellín: La Carreta Editores; Uniandes, 2007), 44‐53. Desde un 
punto de vista paleoecológico se ha respaldado esta visión en, por ejemplo en Garcia, Yennifer. Tesis de Maestría en Biología: 
Flora palinológica de los humedales de los departamentos de Córdoba y Cesar(Bogotá:Universidad Nacional, 2011) 
3 Mendoza,  Humberto.  "Estructura  y  riqueza  florística  del  bosque  seco  tropical  en  la  región  caribe  y  el  valle  del  río 
magdalena,  colombia",  Revista  Caldasia    21,  1  (1999):  70‐94;  Miles  et  al.  "A  global  overview  of  the  conservation  status  of 
La desaparición de gran parte de los bosques caribeños es usualmente atribuida a la
ganadería y las actividades económicas de exportación de finales del siglo XIX e inicios
del XX4, por lo que hay pocos estudios sobre el impacto ambiental de estas actividades
en periodos anteriores. Sólo recientemente esta idea se ha replanteado y se ha propuesto
que la relación entre ganadería y deforestación data por lo menos de mediados del siglo
XIX5 y que la pérdida de cobertura forestal por acción humana se puede rastrear por lo
menos hasta 500 años atrás6.

Aunque hay excepciones 7 , las actividades económicas relacionadas con recursos


forestales en el Caribe en tiempos coloniales, como la ganadería y la extracción de
maderas, han sido estudiadas dejando a un lado el análisis de su impacto en el paisaje8.
En contraste, en otras partes del continente como en México y Brasil, el impacto
ambiental de la ganadería y la extracción de maderas ha sido ampliamente estudiado en
periodos tan tempranos como el siglo XVI9. En ese contexto, el objetivo general de este
                                                                                                                                                                  
tropical dry forests". Journal of Biogeography, 33 (2006): 491–505; Reynolds et al. "Global desertification: building a science 
for  dryland  development".  Science,  316  (2007):  847–851;  Pizano,  Camila  y  García,  Hernando.  El  bosque  seco  tripical  en 
Colombia. (Bogotá:Instituto Alexander Von Humboldt, 2014) 
4 Ver por ejemplo Pizano y García, Los Bosques Secos; (Mendoza, 1999), Instituto Alexander Von Humboldt (1998), Lozano 
(1986) Rieger (1976) , Sugden (1982) y Sugden & Forero (1982). 
5 Van Ausdal, S. (2009, Noviembre). Potreros, ganancia y poder. Una historia ambiental de la ganadería en Colombia, 1850‐
1950. Historia Crítica , 126‐149; Van Ausdal, Shawn. "Un mosaico cambiante: Notas sobre una geografía histórica de la 
ganadería en Colombia, 1850‐1950" en EL PODER DE LA CARNE: Historias de ganaderías en la primera mitad del siglo XX en 
Colombia. Ed. Alberto Flórez‐Malagón. Bogotá: Editorial Ponitifica Universidad Javeriana, 2008. 48‐117; J. Cavelier, T. M. 
Aide, C. Santos, A. M. Eusee y J. M. Dupuy, “The Savannization of Moist Forests in the Sierra Nevada de Santa Marta, 
Colombia”, Journal of Biogeography 25 (1998), 901‐912; Andrés Etter, Clive McAlpine, Kerrie Wilson, Stuart Phinn y Hugh 
Possingham, “Regional Patterns of Agricultural Land Use and Deforestation in Colombia”, Agriculture, Ecosystems and 
Environment 114 (2006), 369‐386. 
6 Etter, Andres, McAlpine, Clive and Possingham, Hugh (2008) 'Historical Patterns and Drivers of Landscape Change in 
Colombia Since 1500: A Regionalized Spatial Approach', Annals of the Association of American Geographers, 98:1, 2 ‐ 23 
7 Ver por ejemplo Fals Borda, Orlando. Historia Doble de la Costa.  (Bogotá : Carlos Valencia Editores, 1980) 
8 Ver por ejemplo Sourdis Najera, Adelaida, “Estructura de la ganadería en el Caribe colombiano durante el siglo XVIII”, 
Huellas 47‐48 (1996), 47; Sánchez, Hughes. "De esclavos a campesinos, de la “roza” al mercado: tierra y producción 
agropecuaria de los “libres de todos los colores” en la gobernación de Santa Marta (1740‐1810)". Historia Crítica, 43 
(2011):130‐155; y Bohórquez, Jesús."Más para entretener la miseria que despertar la codicia": los frutos del comercio y los 
mercados imperiales durante el nacimiento del liberalismo. Nueva Granada (1780‐ 1810)". Anuario Colombiano de Historia 
Social y de la Cultura, 36, 1, (2009):17‐53 
9 Ver por ejemplo Butzer y Butzer." The ‘natural’ vegetation of the Mexican Bajío: Archival documentation of a 16th‐century 
savanna environment". Quaternary International 43/44:161‐72. 1997; Melville, Elinor K. (1994). A Plague of Sheep: 
Environmental Consequences of the Conquest of Mexico. Cambridge: Cambridge University Press.; Dean, W. (1995). With 
broadax and firebrand : the destruction of the Brazilian Atlantic forest. Berkeley: University of California Press.; y Funes 

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escrito es mostrar el impacto que la ganadería y la extracción de maderas tintóreas
tuvieron sobre los bosques caribeños en las últimas décadas del periodo colonial.

En el periodo de estudio, que comprende desde mediados del siglo XVIII hasta inicios
del XIX, coinciden varios procesos históricos entrelazados que son cruciales para
analizar la relación entre habitantes y bosques caribeños. Por un lado, el Virreinato tuvo
un crecimiento demográfico importante que aumentó la presión sobre los recursos
naturales, incluidos los de los bosques de la región10. Por el otro, desde mediados del
siglo XVIII en la Nueva Granada y en el resto de Hispanoamérica se acudió a la
aceleración de la Reformas Borbónicas, que buscaron afianzar y profundizar el control
militar y económico de la Corona sobre sus colonias11. Dentro de estas reformas se
incluyeron tres de especial importancia para las relaciones entre los pobladores y los
bosques del Caribe: el edicto de libre comercio(1778)12, que abrió la economía colonial
legal y aceleró actividades como la ganadería y la extracción de maderas tintóreas; la
organización de un monopolio del palo de Brasil por parte del virreinato(1784-5)13; y el
impulso de campañas para fundar nuevas poblaciones, muchas veces en zonas boscosas
de la región14.

Un último elemento que vale la pena tener en cuenta en la periodización tiene que ver
con el contexto económico internacional y específicamente con las economías de
plantación en las islas del Caribe y las industrias textiles europeas. Para mediados del
siglo XVIII las plantaciones francesas, inglesas y holandesas del Caribe se mantenían
con grandes cantidades de mano de obra esclavizada, dejando poco espacio para la
producción agropecuaria, por lo que tuvieron que “importar” reses vivas y carne seca

                                                                                                                                                                  
Monzote, Reinaldo. De los bosques a los cañaverales: una historia ambiental de Cuba 1492‐1926 (La Habana: Editorial de 
Ciencias Sociales, 2008); y García, Bernardo y González, Alba (comps.). Estudios sobre historia y ambiente en América, I y 
II(México: CEDDU, El Colegio de México /IPGH1, 999) 
10 Meisel, A. (2011). Crecimiento, mestizaje y presión fiscal en el Virreinato de la Nueva Granada, 1761‐1800. Cuadernos de 
Historia Económica y Empresarial (28), 1‐96; Meisel(edit), A. (1994). Historia económica y social del Caribe. Bogotá: 
Uninorte., pp. 114‐115 
11 Fisher, J. R. (1992). Relaciones económicas entre España y América hasta la independencia. MAPFRE: Madrd. 
12 McFarlane, A. (1997). Colombia antes de la Independencia: Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón. Bogotá: 
Banco de la República. p. 165  
13 McFarlane, 1997. 
14 Barrera, E. (2000). Mestizaje, comercio y resistencia : la guajira durante la segunda mitad del siglo XVIII. Bogotá: ICANH. 

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desde el Caribe neogranadino15. De la misma manera, en el contexto de la Revolución
Industrial, las textileras de los Países Bajos, Francia y España, exigieron grandes
cantidades de materias primas para sus procesos industriales, entre las que se incluyeron
los tintes de origen vegetal16. La gran mayoría de este comercio de materias primas
entre las colonias españolas y los demás imperios europeos se hizo por medio del
contrabando, muchas veces con complacencia e incluso participación de las autoridades
locales17.

De los tipos de bosques que existieron y existen en la región (bosque húmedo tropical,
bosque xerofítico y sub-xerofítico, entre otros) me concentro en los bosques secos
tropicales. Este paisaje era el más abundante en la región caribeña en el siglo XVIII
según documentos coloniales 18 y según investigaciones paleoecológicas actuales 19 .
Adicionalmente, a pesar de ser uno de los paisajes más intervenidos en el país, los
bosques secos han recibido menor atención por parte del activismo ambiental y la
investigación científica que, por ejemplo, el bosque húmedo tropical20. De hecho, en la
actualidad sólo el 5% del bosque seco del país está en Áreas Protegidas y cerca del 60%
está clasificado como zona apta para uso ganadero y agrícola21. Teniendo en cuenta la
relación estrecha entre historia ambiental, activismo ambientalista y preocupación por
los conflictos sociales alrededor de los recursos naturales en el “tercer mundo”22, llama
la atención que este paisaje no haya recibido mayor atención desde este enfoque23.

                                                        
15 Sánchez, 2011, págs. 130‐155 
16 Davis, R. (1973). The rise of the atlantic economies. Londres: Weindenfel & Nicolson. 
17 Sourdis, 1996, pág. 47 
18 Más adelante explico cómo identifiqué este paisaje a partir de documentos coloniales que no nombran tipos de bosques 
específicos.  
19 Mendoza,1999; Pizano y García, 2014; Etter et al, 2008 
20 Esto era señalado por Daniel Janzen,  en “Dry Tropical Forests: The Most Endangered Major Tropical Ecosystem”, en 
Biodiversity, ed. E. O. Wilson (Washington DC: National Academy Press, 1988). Posteriormente se ha avanzado en este tema, 
ver por ejemplo Mendoza,1999; Pizano y García, 2014; Instituto Von Humboldt, 1998. 
21 Pizano y García, 2014 
22 McNeill, J. (2003). Observations on the Nature and Culture of Environmental History . History and Theory , 42 (4), 5‐43.; 
Leal, C. (2005). Presentación del dossier sobre historia ambiental latinoamericana . Historia Crítica (30), 5‐11.; Gallini, S. 
(2009). Historia, ambiente, política: el camino de la historia ambiental en América Latina. Nómadas (30), 92‐102. 
23 Van Ausdal ha tocado el tema transversalmente en sus trabajos sobre ganadería y lo amplía en un texto que se encuentra 
en prensa:  Leal, Claudia y Van Ausdal, Shawn. Paisajes de libertad y desigualdad: historias ambientales de las costas Pacífica 
y Caribe de Colombia. En Barbara Göbel y Astrid Ulloa (eds) Desigualdades socio‐ambientales en América Latina. Bogotá, 
Universidad Nacional de Colombia e Instituto Iberoamericano‐Berlín (en prensa). 

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Algunos datos del estado actual del bosque seco en el país sirven como llamado a
investigar de manera más detallada los procesos históricos de transformación de este
paisaje en potreros y suelo agrícola. Un estudio publicado en 2014 calcula que la
cobertura “original” de bosque seco en Colombia era de aproximadamente 8.900.000ha
y que actualmente quedan sólo 717.000ha (8%), de las cuales más de la mitad son
remanentes fragmentados que se entrecruzan con zonas agropecuarias. De esa cobertura
original, la región Caribe albergaba alrededor de 6.300.000ha (71%), pero actualmente
quedan sólo 367.761ha, también muy fragmentadas24. Estos estudios también señalan
que de las zonas que anteriormente eran bosque seco, el 34% están cubiertas ahora por
pastos para ganadería, el 28% tiene diferentes usos agrícolas y el 15% han sido
reemplazadas por cuerpos de agua, arenales, suelos desnudos e infraestructura humana,
entre otros 25 . Más allá del impacto visual de la desaparición de un paisaje, la
deforestación del bosque seco trae efectos secundarios como la disminución en la
disponibilidad de aguas corrientes y lluvias, la degradación y erosión de los suelos, la
pérdida de cerca del 90% de la biodiversidad animal y vegetal y en últimas, procesos de
desertificación26.

Aunque hay remanentes aislados de bosque seco en la mayoría de la región Caribe, en


este escrito me concentro en las zonas de La Guajira y el Valle del río Cesar, que
actualmente albergan cerca del 30% de lo que queda de este paisaje en Colombia27. En
el primer capítulo, explico cómo durante el final del periodo colonial La Guajira se
caracterizó por la proliferación del contrabando de materias primas relacionadas con la
ganadería vacuna y la extracción de maderas tintóreas como el Palo de Brasil por parte
de los indígenas guajiros, lo que ejerció presión sobre los bosques secos y las praderas
naturales de la región. En el segundo, analizo cómo el Valle del río Cesar tuvo también
esta combinación de actividades, pero relacionadas con el abastecimiento de Cartagena
y Riohacha y la organización de un estanco de Palo de Brasil por parte de la Corona
                                                        
24 Vale la pena mencionar que a pesar de esta fragmentación, en el Caribe se encuentran algunos de los bosques secos 
tropicales mejor conservados según Pizano y García, 2014 y Díaz Merlano, J. M. (2006). Bosque Seco Tropical ‐ Colombia. (B. 
d. Occidente) consultado el 10 de agosto de 2014 http://www.imeditores.com/banocc/seco/indice.htm 
25 Pizano y García, 2014 hacen este cálculo basándose en los trabajos anteriores de Etter.  
26 Janzen, 1988.  
27 Pizano y García, 2014 

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Española, que también afectó sus bosques. Un elemento transversal en los dos casos son
las campañas de fundación de nuevas poblaciones que emprendieron los dirigentes
españoles desde mediados del siglo XVIII y tuvieron como objetivos zonas
“despobladas”, que generalmente eran boscosas.

Lo que explico en esos dos capítulos y en esta sección introductoria es resultado del
análisis de fuentes documentales y cartográficas de los siglos XVIII y XIX. Entre éstas
resaltan numerosos informes y mapas hechos por funcionarios de la Corona española en
la colonia que ofrecen descripciones del paisaje de la región y permiten ser comparadas
con las de viajeros que pasaron por el Caribe en el siglo XIX. De esta manera comencé
a identificar cambios locales en la ubicación y cobertura del bosque seco que empezaron
en la etapa final del periodo colonial. Sumado a esto, estas mismas fuentes ofrecen
algunas pistas sobre las actividades relacionadas con dichos cambios de paisaje como la
ganadería y la extracción de maderas.

El lenguaje escrito y visual utilizado en las descripciones y mapas de paisaje realizadas


en los siglos XVIII y XIX proponen algunos retos metodológicos que vale la pena
señalar. En primer lugar, los “testigos” de la época eran en general funcionarios,
militares y comerciantes que no utilizan un lenguaje botánico específico para referirse al
tipo de paisaje que observaban, por lo que no es fácil saber, por ejemplo, a qué tipo de
bosque o especie de árbol se referían particularmente. Sin embargo, muchas veces
estaban interesados en nombrar los productos que se podían extraer de dichos bosques
como tintes y maderas finas, lo que me permitió identificar las especies de árboles que
pertenecían a bosques secos. En segundo lugar, términos actuales como “destrucción” o
“degradación” no pertenecen al periodo de estudio y muchas veces tienen un juicio
moral detrás28 , por lo que identifiqué y elegí usar el término más común en los
documentos para referirse a la eliminación de la cobertura boscosa: “desmonte”.

Por último, los mapas producidos en la época no tenían como intención mostrar los
tipos de vegetación de cada lugar, sino que perseguían objetivos militares, fiscales o de
                                                        
28 Sobre los relatos pesimistas o Declensionist Narratives que son comunes en la Historia Ambiental ver Leal y Van Ausdal, 
en prensa, pág.5 y Worster, Donald.  Dust Bowl: The Southern Plains in the 1930s. (Oxford: Oxford University 
Press, 1982) 

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resolución de litigios por tierras, por lo que no se pueden interpretar con la exactitud de
una fotografía aérea. Sin embargo, sí se pueden tomar como un referente válido para
entender el aspecto del paisaje en cada zona que retrata el mapa; más cuando los que
produjeron dichos mapas tuvieron contacto directo con el terreno que describen.

A partir de esta información recopilada de fuentes históricas elaboré el Mapa 1 que


ubica las dos áreas de estudio. Para construir el mapa utilicé colores, texturas y algunas
convenciones de los mapas del siglo XVIII, pensando en replicar el aspecto del paisaje
que se muestra y describe en los documentos de la época.

Mapa 1

  7 
La idea de elaborar este mapa es ponerlo en diálogo con la cartografía producida en
investigaciones recientes que comparan la cobertura “original” del bosque seco y su
cobertura actual. Estos estudios utilizaron información de mapas de biomas, de
actividades agroecológicas y de áreas protegidas y la complementaron con imágenes
satelitales29. A continuación muestro dos de estos mapas (Mapa 2 y Mapa 3) como
ayuda visual para comprender la dimensión del “desmonte” del bosque seco que se
llevó a cabo, por lo menos desde finales del siglo XVIII. En los capítulos que siguen,
incluyo mapas a menor escala que retratan las zonas de actividad ganadera y de
extracción de maderas tintóreas en cada zona de estudio hacia finales del siglo XVIII.

Mapa 2 : Cobertura original de boque seco tropical vs. Cobertura actual. (Pizano y
García, 2014)

                                                        
29 Etter et al, 2008 fue la base para la mayoría de ellos.  

  8 
Mapa 3: Usos de la tierra y tipos de paisaje en 1600 y en 1800 (Etter et al, 2008)

Como se puede ver en los mapas y como explico en los siguientes capítulos, las zonas
donde hubo actividades de ganadería y extracción de maderas, sumadas a la fundación
de nuevas poblaciones, coinciden con lugares donde el bosque seco ha desaparecido en
su mayoría y ha sido reemplazado por principalmente zonas de ganadería. De esta
manera, en lo que sigue de este texto espero mostrar que la presión sobre el bosque seco
se da por lo menos desde la segunda mitad del siglo XVIII.

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La Guajira 

En esta región se pueden observar hoy algunos remanentes de bosque seco,


específicamente en los Montes de Oca, la Sierra de Perijá y El Cerrejón; pero es difícil
encontrar un bosque de más de 7km2 que conserve buena parte de sus características
originales30. La mayoría del paisaje está dominado por suelos semi-áridos, matorrales
espinosos subtropicales y algunos parches de bosques espinosos o xerofíticos31. La
insuficiencia de bosques hace que la extracción de maderas sea mínima32 y la escasez de
praderas que el pastoreo se limite casi exclusivamente a especímenes caprinos,
adaptados a sequías y suelos con poca vegetación33.

Este paisaje sorprendería a un habitante de La Guajira de mediados del siglo XVIII,


para el que las zonas áridas serían la excepción dentro de una región cubierta más bien
de extensas praderas naturales de provecho para la cría de ganado vacuno y varias
porciones de bosques llenos de maderas útiles para la construcción, la combustión y la
extracción de tintes. Los relatos y mapas del siglo XVIII muestran dos subregiones en
las que se divide la Guajira: la alta y la baja34. La primera, más al norte es en general
más seca y con poca vegetación, pero también alberga bosques húmedos en la parte alta
de la sierra de Macuira y bosques secos en otras serranías más bajas. En contraste, La
Guajira baja es menos seca y alterna algunos parches de bosques secos con sabanas y
praderas naturales35.

                                                        
30 Instituto Von Humboldt , 1998 
31 Instituto Von Humboldt,1998; Díaz Merlano, 2006 
32 En informe sobre sector forestal en Colombia de 2012 Guajira ni siquiera figura como departamento con potencial para 
esta actividad. http://www.inviertaencolombia.com.co/Adjuntos/Perfil_Forestal_2012.pdf 
33 Según los Censos Bovino y Caprino de 2012, La Guajira es la 20º productora de ganado vacuno, mientras que es de lejos la 
primera en producción caprina. Con cerca de 350.000 cabezas de ganado, esta región está muy por debajo del promedio 
nacional que es cercano a los 600.000; y de otras zonas del Caribe como Cesar que llegan 1.300.000. Fuente: 
http://www.ica.gov.co/Areas/Pecuaria/Servicios/Epidemiologia‐Veterinaria/Censos‐2013/Especies‐Consolidado‐
Nacional.aspx 
34 Barrera, 2008 y Polo Acuña, 2012. Indígenas, poderes y mediaciones en la Guajira en la transición de la Colonia a la 
República (1750‐1850). Bogotá: Universidad de los Andes. 
35 Barrera, 2008 y Polo Acuña, 2012, pp. 29‐39  

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De cualquier manera, los bosques, aunque no se puede decir que eran abundantes, sí se
encontraban en la mayoría de la región, aspecto del paisaje que no pasó desapercibido
para los funcionarios españoles del siglo XVIII. Por ejemplo, Antonio de Arébalo36
describe en un informe de 1770 los frutos que se encuentran en La Guajira y destaca la
“gran porción de palo de tinta en montes de Oca, Macuira y Cojoro…”37. Antonio
Julián38, en 1787 habla también sobre las múltiples zonas donde se explotaba el palo de
Brasil: “hallase en las inmediaciones del río de el hacha (…) hasta el valle de Upar (…)
se corta en los montes de un pueblo llamado Moreno”39.

Como complemento a los relatos, hay algunos mapas de la Guajira que permiten
explorar cómo era su paisaje. En la parte inferior del Mapa 6 se ve la población de
Moreno, uno de los lugares señalados por Antonio Julián como de extracción del palo
de Brasil y a su izquierda se ven algunos bosques representados por árboles dispersos.
También se alcanza a distinguir un suelo verdoso que pude representar pastales o
sabanas. Hacia la derecha del mapa se representa un terreno sin vegetación y de color
blanco amarilloso, aparentemente más árido.

                                                        
36 Matemático e ingeniero militar español, encargado, entre otras cosas, de fortificar Cartagena 
37 Arébalo, A. (1770‐1776 (2004)). La pacificación de la provincia del Río del Hacha. Bogotá: El Áncora Editores. 
38 Escritor y profesor jesuita nacido en España. 
39 Julián,  A.  (1787).  La  perla  de  América:  provincia  de  Santa  Marta.  Consultado  el  20  de  agosto  de  2012  en  la  Biblioteca 
digital Luis Ángel Arango: http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/perla/indice.htm 

  11 
Mapa 4

Detalle de mapa de la Guajira, ordenado por el virrey Manuel Guirior en 1773. En AGI-
MP-PANAMA,184

A la par de estas referencias a bosques, hay también menciones de varios cultivos. Por
ejemplo, Francisco Silvestre en 1789 resalta las riquezas de la Guajira, asegurando
también que “abunda el palo de Brasil, como podría abundar el tabaco, añil, algodón, y
otros frutos de temperamento caliente…”40. Y en el mismo año, según el ingeniero
español Joaquín Fidalgo41, los guajiros “ cultivan algún algodón, caña de azúcar, maíz
y las raíces y frutas indígenas de América”42. Si volvemos a pensar en el paisaje actual
de La Guajira, varios de estos cultivos no parecerían viables en las condiciones
contemporáneas de la región43.

Sin embargo, el paisaje actual sería tal vez más creíble para un visitante de La Guajira
en el siglo XIX, que encontraría una sucesión de praderas, zonas semi-desérticas y

                                                        
40 Silvestre, 1950 (1740) 
41 Ingeniero y marino español encargado por la corona del levantamiento cartográfico del Caribe entre 1792 y 1810. 
Fidalgo, Joaquin. Notas de la Expedición Fidalgo (1790‐1805). Bogotá: Instituto Internacional de Estudios del Caribe, 1999. 
42 Fidalgo, 1999, p. 32 
43 Solo hasta finales de la década de 1990 llegaron programas agrarios a La Guajira que desarrollaron un sistema para 
plantar hortalizas en sus suelos desérticos. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM‐573044 

  12 
pequeñas porciones de bosques. Para Felipe Pérez44, encargado de recopilar los escritos
de la Comisión Geográfica de Codazzi en 1861, las llanuras eran el paisaje más común
en la región. En sus palabras: “la mayor parte de las faldas y ramblas de esta región se
hallan cubiertas de árboles frondosos entrelazados con plantas trepadoras, mientras que
el resto se manifiesta revestido de gramíneas, cuyo color pálido contrasta notablemente
con el oscuro matiz de los bosques”45.

Hacia finales del siglo XIX, Henri Candelier46 describe que, apenas después de cruzar el
río Calancala al norte Riohacha, se encontró con “ Una gran llanura desnuda,
entrecortada por lagunas y pastos; ni una sola sombra… Y pronto, entramos en un
bosque espinoso, con vegetación raquítica...”. La descripción de Candelier, mantiene
también la división de la que hablamos antes y que se pudo ver en el mapa, entre la
baja y la alta Guajira: “Toda la parte al sur de esa línea hasta el río “La Ranchería” y los
“Montes Oca”, no es sino una vasta llanura compuesta por pastos, pequeños bosques
espinosos o lagunas”47.

En estas descripciones volvemos a encontrarnos con la combinación entre bosques y


praderas que parecía recurrente en las descripciones del siglo XVIII, pero hay algunos
cambios. En primer lugar, los bosques mencionados por Pérez y Candelier se limitan a
las elevaciones y sus faldas, como las sierras de Macuira y Chimare, que en la Guajira
actual son una especie de oasis de vegetación entre el paisaje desértico. En segundo
lugar, aparentemente las praderas se han mantenido más que los bosques secos, que
parecen haber dado paso otro tipo de vegetación. En tercer lugar, los bosques no
parecen ya del tipo seco tropical, sino de otros más cercanos a la vegetación desértica,
con matorrales bajos y espinosos, conocidos actualmente como el bosques espinosos o
xerofíticos. Las gramíneas o malezas nombradas por Pérez, por ejemplo, son

                                                        
44 Escritor y político al que el presidente Tomás Cipriano de Mosquera le encargó la tarea de continuar con el trabajo de la 
Comisión Geográfica, suspendida por la muerte de Agustín Codazzi. Logró publicar dos tomos en 1862 y 1863 
respectivamente.  
45 (Pérez, 1863, pp. 17 ‐18 ) 
46 Viajero francés también del siglo XIX 
47 Candelier, H.  Banrepcultural. (Bogotá: Banco de la repúublica, 1890). Consultado octubre 27, 2013, en Biblioteca Digital: 
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/riohacha/rioindice.htm 

  13 
indicadores de la degradación del suelo48. En la actualidad, según el Instituto Von
Humboldt, la mayoría del bosque en La Guajira ha desaparecido o se ha transformado
en ecosistemas más desérticos como bosques xerofíticos49.

Lamentablemente no hay estudios paleoclimáticos sobre precipitación, humedad y


temperatura en La Guajira para los siglos XVIII y XIX50, que nos puedan dar una
explicación global sobre estos cambios en el paisaje, por lo que vale la pena preguntarse
por los factores humanos que puedan haberlos provocado. A partir de los relatos
históricos que he expuesto hasta ahora hay por lo menos dos elementos que me
llamaron la atención y que voy a exponer a continuación: primero, el énfasis en la
disponibilidad de boques de maderas tintóreas; y segundo, la continua mención de
grandes praderas con capacidad para numeroso ganado.

Comencemos por el principio: ¿Qué tienen estas maderas tintóreas que tanto interesaron
a las personas importantes de la época? El consumo de maderas como el palo de Brasil
se llevaba a cabo en los países europeos, donde era utilizado como base para tintes. Al
disolverse en agua, la médula pulverizada de este árbol produce un tinte rojizo llamado
brasilina que sirve para hacer pinturas y para teñir textiles como lana, seda y algodón51.
Por estas cualidades, su extracción estuvo entre las primeras actividades europeas
durante el periodo de la conquista, junto con la extracción de perlas y el tráfico de
aves52. Alcanza un auge comercial durante el proceso europeo de Revolución Industrial

                                                        
48 M.D. Sánchez y M. Rosales Méndez (edit). Agroforestería para la produción animal en América Latina. (Roma: 
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, 1999) 
49 Instituto Von Humboldt (1998); (Díaz Merlano, 2006) 
50 Existen trabajos para el siglo XX como Ramírez, Jorge y del Valle Jorge. Paleoclima de La Guajira, Colombia; según los 
anillos de crecimiento de Capparis odoratissima (Capparidaceae). Revista de biologia tropical  09/2011; 59(3):1389‐1405; y 
otros que se van atrás millones de años como el que desarrollan actualmente el Smithsonian Institute of Tropical Research y 
la Universdidad del Norte. 
51 Hay un reciente, pero muy activo interés por la historia de los tintes. Véase por ejemplo: Molas Ribalta, P. "La política del 
tinte en la España del siglo XVIII". Espacio, Tiempo y Forma 7 (1994): 55‐68.; Fox, R., & Nieto‐Galán, A. (Eds.). Natural 
dyestuffs and industrial culture in Europe, 1750‐1880.( Canton: Watson Publishing International, 1999.; Nieto Galán, A. 
Colouring textiles. (Bellaterra: Universida Autónoma de Barcelona, 2001) 
52 Davis, 1973 

  14 
entre los siglos XVIII y XIX porque su demanda provenía de lugares donde crecían
rápidamente las industrias textiles como Inglaterra, Francia y los Países Bajos53.

Aunque hubo intentos de la Corona española por aumentar el comercio legal de esta
materia prima, como se explicará en el siguiente capítulo, el comercio ilegal lo superó
siempre en frecuencia y tamaño54. En este caso, islas “extranjeras” del Caribe, como
Curazao, Jamaica y Haití eran la conexión entre las zonas de extracción de las costas
americanas y otros mercados Europeos. Durante la mayor parte del siglo XVIII los
comerciantes de los Países Bajos acapararon una buena parte del palo de Brasil porque
poseían “el secreto” para convertirlo en tinte55 y porque, al estar rotas las relaciones
comerciales entre España e Inglaterra, los holandeses pasaron a ser intermediarios
comerciales entre estas dos naciones 56 . Este rol cambió tras los procesos de
independencia americanos al permitirse el comercio directo con Inglaterra y al surgir
nuevos destinos comerciales como Estados Unidos y Alemania57.

El comerció de tintes no era entonces un fenómeno marginal, según Fidalgo, hacia


1789, los indígenas de la Guajira tenían la capacidad de abastecerse y comerciar con
total autonomía frente a los españoles, ya que “tienen abundancia de palo de tinte que
también extraen los tratantes…”58. La ubicación ventajosa para el comercio atlántico, la
ausencia de autoridad española y el contexto industrial internacional parecían favorecer
a los Guajiros59.

Pero, sumado a estos factores históricos, quiero resaltar que no era casualidad que en los
bosques secos de La Guajira abundaran los palos de tinte. Tal vez la característica más
llamativa de los bosques secos es que mantiene una cobertura boscosa constante, pero
pierde completa o parcialmente el follaje durante las épocas secas cada año y lo

                                                        
53 Davis, 1973 
54 Dean, 1995; McFarlane, 1997; Meisel, 2011 
55 Narváez y la Torre, 1965, p. 44 
56 McFarlane, 1997 
57 Fox & Nieto‐Galán, 1999 Molas Ribalta, 1994 
58 Fidalgo, 1999, p. 32 
59 Polo Acuña, 2012 y Barrera, 2008 

  15 
recupera durante el invierno60. Al no tener follaje todo el año, los árboles del bosque
seco deben protegerlo durante las temporadas húmedas, por lo que han desarrollado
formas de defensa contra los herbívoros. Además de espinas, ejercen una defensa
química por medio de alcaloides y taninos producidos especialmente en las hojas más
jóvenes. Estos compuestos repelen o incluso afectan el sistema nervioso de los posibles
depredadores61. Esta habilidad de producir taninos es de especial interés para este
estudio porque, aunque logran defender a los árboles de insectos, bacterias y hongos,
representan un elemento atractivo para otros depredadores: los humanos.

Los taninos son útiles también para la producción de tintes y otras sustancias que sirven
para curtir cueros, por ejemplo, lo que ha generando la explotación del bosque seco
tropical. Un buen ejemplo la mencionada brasilina, el tanino producido por el palo de
Brasil (Haematoxylon brasiletto y Caesalpinia echinata), que le da al núcleo del árbol
la capacidad de producir un pigmento rojizo. A eso se suma la existencia de varias
especies de maderas finas, como el guayacán (Bulsenia arborea) y el ébano
62
(Caesalpinia ebano) que sirven para la construcción .Al comprender estas
características naturales del bosque seco se hace evidente que fueron factores históricos,
políticos, económicos y además biológicos lo que jugaron “en contra” del bosque seco
en esta época.

En los siguientes mapas (5 y 6), comparo la ubicación de las zonas de extracción de


maderas tintóreas identificadas a partir de fuentes históricas, con dos mapas actuales
que muestran la cobertura original de bosque seco en La Guajira y los remanentes
actuales de este paisaje63. Como se puede, varios de los puntos de extracción de
maderas tintóreas del Mapa 5 coinciden con zonas que hicieron la transición de bosques
secos a praderas y paisajes transformados en el Mapa 6. Basándome en esta evidencia y
en las descripciones anteriores propongo entonces que el contrabando de maderas
tintóreas ayudó a disminuir la cobertura de bosque seco en La Guajira, desde la segunda
mitad del siglo XVIII.
                                                        
60 Instituto Von Humboldt, 1998 
61 Díaz Merlano, 2006 
62 Plan De Manejo Parque Nacional Natural Tayrona, ministerio de medio ambiente, vivienda y desarrollo territorial, 2006.  
63 Elaborados a partir de Pizano y García, 2014 

  16 
Mapa 5

  17 
Mapa 6: Cobertura original y actual del bosque seco en la Guajira

Elaborado a partir de mapas de cobertura original y actual del bosque seco en Pizano y
García, 2014.

  18 
Pero la extracción de maderas no fue el único factor de cambio de paisaje; y aunque
influenció el paso de bosques a praderas, no puedo asegurar que cumplió el mismo
papel en el paso de praderas a desiertos. En las fuentes del siglo XVIII se reitera la idea
de que varias partes de la Guajira tenían pastos y agua disponibles para mantener
grandes cantidades de ganado vacuno y de varios tipos; en contraste con el de tipo
caprino que es el que abunda en la actualidad64. En los textos del siglo XIX, continúan
las menciones sobre el ganado, mientras que los bosques llenos de maderas útiles
aparentemente pasaron a un segundo plano. Esto por supuesto puede estar ligado a los
intereses de los testigos que se citan acá, pero también puede tener que ver con un
avance de las llanuras y de la vegetación desértica sobre los bosques. El reemplazo del
ganado bovino, criado en general en praderas, por el caprino, resistente a paisajes con
menor disponibilidad de agua y forraje, puede ser un indicador de que la Guajira se fue
secando con el paso del tiempo.

La ganadería se inició en el Caribe desde las primeras décadas de la invasión europea,


pero en La Guajira su aporte al mercado interno siempre fue limitado65. De hecho en
general el comercio entre las colonias españolas y la metrópoli era insuficiente para lo
que se producía. Esto llevaba a que sus colonias buscaran llenar este vacío comercial
tratando directamente con las potencias enemigas de manera ilegal; y dejando a España
como un simple intermediario por medio del limitado comercio legal 66 . La gran
expansión de la ganadería en el Caribe se dio durante el siglo XVIII con el proceso de
ampliación de la frontera española, que trataré en el siguiente capítulo, y con el aumento
de la demanda desde las islas extranjeras del Caribe.

Desde el siglo XVII, ingleses, holandeses y franceses anexaron territorios en el Caribe


que para mediados del siglo XVIII se habían convertido en verdaderas industrias
azucareras de plantación. Islas como Jamaica o Curazao utilizaron grandes cantidades
de mano de obra esclavizada para la producción de azúcar, dejando poco espacio para la

                                                        
64 http://www.ica.gov.co/Areas/Pecuaria/Servicios/Epidemiologia‐Veterinaria/Censos‐2013/Especies‐Consolidado‐
Nacional.aspx 
65 Sánchez, 2011 y Sourdis, 1996 
66 Tirado Mejía, Álvaro. (1971). Introducción a la historia económica de Colombia. Bogotá: La Carreta, p. 71); De la Pedraja, 
R. (1981). La Guajira en el siglo XIX: Indígenas, contrabando y carbón. Desarrollo y Sociedad (6), 329‐356. p. 334) 

  19 
producción agropecuaria 67 . Esto creó un mercado para que habitantes del Caribe
neogranadino comerciaran reses vivas y carne seca para abastecer esas economías68,
junto con cueros, caballos y mulas69.

Los funcionarios españoles del siglo XVIII resaltaban los buenos pastos y en general las
excelentes condiciones del territorio para criar ganados. Antonio de Arébalo, por
ejemplo, describe en un informe de 1770 “Los frutos que produce esta provincia por el
beneficio de sus buenos pastos, son la abundancia de crías de ganado vacuno, mular y
caballar, cueros al pelo y cebo”70. Asimismo, Francisco Silvestre en 1789 describe
también las riquezas de la Guajira, señalando que “aquel territorio es excelente para cría
de ganados y caballos…con considerables ganados de Hasta, y caballos, copiosas
salinas y otros útiles frutos que comercian con extranjeros, especialmente con los
holandeses de Curazao” 71. En el mismo año, Fidalgo señalaba de manera más detallada
la distribución de los pastos y reiteraba la importancia del contrabando“Todas las costas
[...] son áridas y estériles, pero las tierras llanas del interior, y en los valles de las sierras
se producen excelentes pastos para ganados, con que alimentan y crían en abundancia
del vacuno, caballar y mular […] que continuamente extraen los tratantes para las islas
de Jamaica y Curazao”72 .

Cabe resaltar que en este comercio los guajiros no eran participantes pasivos que
esperaban la llegada de extranjeros a sus costas para hacer intercambios. Se encuentran
registros de indígenas viajando a Curazao a llevar ganado, como el de 1764 en el que se
dice que “… el Indio Paredes trajo de Curasao una Balandra cargada de Pólvora, Balas,
Fusiles, y Maíces para proveer sus indios. Pacho Gómez ha embarcado cantidad de
bestias de españoles, y ganado para lo mismo"73. Sin embargo, al igual que en el caso
del palo de Brasil, no fue únicamente la ineptitud o complicidad de los españoles, ni la

                                                        
67 Davis, 1973   
68  Sánchez, 2011 
69 MÚNERA, Alfonso, “Ilegalidad y frontera, 1700‐1800”, en Historia económica y social del Caribe colombiano, Bogotá, 
Ediciones Uninorte‐Ecoe Ediciones, 1994, pp. 111‐155 pp.111‐154 
70 Arébalo, A. (1770‐1776 (2004)). La pacificación de la provincia del Río del Hacha. Bogotá: El Áncora Editores. 
71 Silvestre, 1968 (1789) 
72 (Fidalgo, 1999, p. 32). 
73 AGN, Milicias y Marina 119, f. 300  

  20 
gran capacidad mercante de los guajiros lo que les permitió convertirse en grandes
exportadores ganaderos.

La existencia de grandes llanuras naturales parece haber sido una gran ventaja para la
cría de ganados sin necesidad de tener conflictos por la tierra. El bosque seco, además
de alicientes para la explotación de sus maderas, ofrece también atractivos para la cría
de ganado. Las temporadas secas ayudan a combatir las plagas y la maleza y a
desacelerar la degradación de los suelos causada por la continua lluvia. Esto facilita el
desarrollo de muchas actividades económicas tropicales como la cría de ganado74.
Sumado a estas “ventajas”, la facilidad del bosque seco para ser desmontado con
quemas intencionadas y su propensión a los fuegos inintencionados juegan también en
su contra y a favor de la ganadería. Por si fuera poco, entre la vegetación que ofrece el
bosque seco, el árbol de la tara o dividivi (Caesalpinia coriaria), da unas semillas de las
que se extrae una resina que sirve para el curtido de cueros, facilitando más esta
actividad.

Un último elemento relacionado con la cría de ganado, que además sirve de indicador
para el cambio de paisaje en La Guajira es la disponibilidad del agua ducle. Aunque
había muchos pastos, el agua dulce no era de fácil acceso en muchas partes de la
provincia, de hecho, en el plano de 1773 que se presentó algunas páginas atrás, hay una
leyenda que dice “Que esta provincia es abundante en buenos pastos, aunque hay
escasez de agua en muchas partes”.

Ahora bien, tomando como ejemplo la zona de Bahía Honda en La Guajira, se puede
ver que aunque el agua no abundaba, sí parecía haber algunos pozos naturales que
posteriormente desaparecieron. En otro plano, también de 1773, se muestra una laguna
(derecha) y varios pozos de agua dulce (izquierda), y se asegura que, junto a los buenos
pastos que hay en las cercanías “sirven para fundar hatos y estancias de labor”.

                                                        
74 (Janzen, 1988) Pizano y García, 2014 

  21 
Mapa 7

Detalle de un plano de Bahía Honda hecho en 1773 en el que se proyectaba la


construcción de varias baterías y un fuerte. En AGI MP-PANAMA-183

Sin embargo, si damos un salto en el tiempo, a la segunda mitad del siglo XIX, las
referencias a lagunas, pozos y otras fuentes de agua dulce que encontramos en los
mapas del siglo XVIII contrastan con la descripción que hizo Jorge Isaacs al visitar esta
bahía en 1883: “Bahía-Honda carece de agua corriente y no la hay en muchas leguas de
distancia”. Aunque no menciona la vegetación de la zona, sí nos da un indicio sobre la
menor disponibilidad de agua, que podría ser indicador también de cambios en la
vegetación y en los usos del suelo.

No he encontrado pruebas de desmonte relacionado con ganadería en la Guajira, como


las que se verán en el siguiente capítulo. Sin embargo, se han estudiado los efectos de
ganado sobre los suelos75, como la disminución en la disponibilidad de aguas corrientes

                                                        
75 Ver por ejemplo Bisigato,Alejandro;  Bertiller, Monica. "Grazing effects on patchy dryland vegetation in northern 
Patagonia", Journal of Arid Environments, Volume 36, Issue 4, August 1997, Pages 639‐653; Hanke W, Böhner J, Dreber N, 

  22 
y lluvias, la degradación y erosión de los suelos, la pérdida de cerca del 90% de la
biodiversidad animal y vegetal y en últimas, procesos de desertificación76. Por lo se
podría pensar que esta actividad participó en la desertificación de La Guajira que hoy
llega al 87.5% del suelo77. Más aún cuando se le suma el desmonte relacionado con la
extracción de maderas tintóreas que se mencionó en la primera parte del capítulo. De
hecho, un informe sobre esta región presentado por el Instituto Alexander Von
Humboldt señala que el 65% de las tierras que han sido deforestadas y eran bosque
seco presentan desertificación. Lo que significa que muchas de esas tierras están tan
degradadas que hoy en día no pueden sostener producción agrícola o ganadera alguna78.

En los siguientes mapas (8 y 9) hago una comparación entre las zonas que identifiqué
como ganaderas a partir de fuentes del siglo XVIII y los diferentes tipos de paisajes que
hay en la actualidad en la Guajira. Partiendo del hecho de que se necesitan praderas,
llanuras y en general paisajes con algún tipo de pasto para mantener cantidades
importantes de ganado, con los mapas quiero mostrar que muchas de las zonas que en el
siglo XVIII eran de ganadería son desérticas o semi-desérticas en la actualidad.

                                                                                                                                                                  
Jürgens N, Schmiedel U, Wesuls D, Dengler J. "The impact of livestock grazing on plant diversity: an analysis across dryland 
ecosystems and scales in southern Africa.". Ecol Appl. 2014 Jul;24(5):1188‐203; y M.D. Sánchez y M. Rosales Méndez (edit), 
1999. 
The impact of livestock grazing on plant diversity: an analysis across dryland ecosystems and scales in southern Africa. 
Hanke W, Böhner J, Dreber N, Jürgens N, Schmiedel U, Wesuls D, Dengler J." 
M.D. Sánchez y M. Rosales Méndez (edit). Agroforestería para la produción animal en América Latina. (Roma: Organización 
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, 1999) 
76 (Janzen, 1988) Explica que, aunque la diversidad vegetal delbosque seco es bastante limitada frente a la de los bosques 
húmedos por ejemplo, albergan cantidades más cercanas de especies de mamíferos e insectos.  
77 CorpoGuajira, 2012 
78 http://www.humboldt.org.co/investigacion/proyectos/en‐desarrollo/item/158‐bosques‐secos‐tropicales‐en‐colombia 

  23 
Mapa 8

Mapa 9: Paisajes de la Guajira, basado en informe de CorpoGuajira 2012

  24 
Para hacer una historia completa de los cambios de paisaje en La Guajira faltaría
estudiar procesos económicos que pueden haberse llevado a cabo a lo largo del siglo
XIX y el XX, pero en este capítulo vimos algunos indicadores tempranos de
transformaciones en los suelos, la cobertura de bosque y la disponibilidad de agua.
También se pudieron ver unos indígenas guajiros activos en el comercio internacional y
con una gran capacidad para transformar los paisajes por fuera de la autoridad española.
Espero que este capítulo haya servido para que no se de por sentado el carácter
“natural” del paisaje desértico de La Guajira. En el siguiente capítulo, se abordan las
mismas actividades económicas de ganadería y extracción de maderas tintóreas, pero en
territorios que en su mayoría estaban dentro de la autoridad española o en proceso de
entrar en ella.

  25 
El Valle del río Cesar 
Si en La Guajira se destacaban las extensas praderas, en el Valle del río Cesar se
exaltaba la combinación de planicies favorables para la cría de ganado y densos bosques
con abundantes maderas útiles 79 . Este Valle, corresponde actualmente a parte del
departamento del Cesar; y a lo que en el siglo XVIII se conocía como la región de
Valledupar, es decir, lo que comprendía toda el recorrido del río Cesar “desde El Banco
hasta cerca de Río Hacha”80. Si se compara con la región actual, los potreros son el
paisaje más común y los bosques se limitan a las riveras de los ríos.

Foto 1: Remanentes de bosques secos en el Valle del río Cesar

Foto aérea de los alrededores de Chiriguaná, Cesar, tomada de Google Earth el 20 de


octubre de 2014

Entre esas madera útiles que menciono en el párrafo anterior también resaltaba el palo
de Brasil al igual que en La Guajira. Según Antonio Julián en 1789, “De esta ciudad del
río de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los Reyes, corre un gran trecho de
                                                        
79 Saether, S. (2005). Identidad e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750‐1850. Bogotá: ICANH., pp. 40‐42) 
80 Striffler, L. (1986). El río Cesar: Relación de un viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta en 1876. Bogotá: Imprenta 
Nacional. pág. 21 

  26 
tierra donde se levantan montes de este leño, y del valle de Upar hacia la Nueva
Valencia, sigue el camino real por entre montes de árboles del Brasil (…)se corta en los
montes de un pueblo llamado Moreno, y del valle de Upar”81

Mapa 10

Detalle de mapa de proyecto para un camino que una Valledupar con Santa Marta,
1767, en el que se ven las ciudades de Valledupar y Valencia rodeadas de bosques y
llanuras. También se alcanza a ver un corral.

Como mencioné en el capítulo anterior, este tinte tenía una gran demanda en Europa;
demanda que era suplica casi exclusivamente por medio de contrabando. Sin embargo,
después del Reglamento de Comercio Libre, hubo intentos desde el gobierno Virreinal
por participar en el lucrativo negocio. Con este reglamento se suspendió el monopolio
del puerto español de Cádiz para la recepción de mercancías desde las colonias, se
disminuyeron o eliminaron varios impuestos al comercio y se permitió el comercio
intercolonial y con colonias de naciones aliadas como Francia82. Por eso entre 1784 y
1789 El Virrey Antonio Caballero y Góngora intentó organizar un monopolio de palo de
Brasil para financiar la campaña militar en el Darién, lo que implicaba que se fomentaba
y centralizaba el corte y acopio de esta madera en varias bodegas administradas por el
gobierno español83.
La mayor explotación de palo de Brasil en la región se concentró al sur de la ciudad de
Valledupar. En las poblaciones de Salguero, El Toco y Las Lajas estaban ubicadas las
factorías o lugares de corte de esta madera tintórea, que era transportada en
                                                        
81 Julián,  A.  (1787).  La  perla  de  América:  provincia  de  Santa  Marta.  Consultado  el  20  de  agosto  de  2012  en  la  Biblioteca 
digital Luis Ángel Arango: http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/perla/indice.htm 
82 Mcfarlane, 1997 
83 Íbid. 

  27 
embarcaciones a lo largo del río Cesar y después a lomo de mula hasta los almacenes de
la corona84. Durante el periodo en que funcionó el estanco del palo de Brasil podían
llegar a los almacenes reales más de 500 cargas mensuales de palo de Brasil proveniente
de Valledupar85. También llegaban cargas de palo de otras poblaciones de la provincia
como Pueblo Nuevo, Badillo, San Juan, Fonseca, Barrancas, Molino, Villanueva, Toco
y Rio Hacha86. Teniendo en cuenta que cada carga correspondía a 20 troncos de
aproximadamente 25kg87, una extracción mensual de 10.000 troncos o 12,5 toneladas
no es nada despreciable.

No es fácil calcular el impacto real de esta actividad sobre la cobertura del bosque en la
región. Teniendo en cuenta que este árbol tardaba más de 20 años en alcanzar el tamaño
suficiente para que su médula fuera adecuada para la elaboración de tintes y valiera la
pena cortarlo (ver imagen), me parece muy poco probable que se haya plantado.

Foto 2: Corte transversal de palo de Brasil a los 12 y a los 27 años88

Fuente: http://www.ipci-canada.org/pernambuco

                                                        
84AGN, Anexo, Administración de aduanas, caja 1‐carpeta1, ingresos y egresos, ff.1‐190 
85 AGN, Real hacienda‐cartas, legajo 21, ff. 744‐755. En las cuentas de los reales almacenes se registra el ingreso de 3914 
cargas en los primeros 6 meses de 1789. 
86 AGN, Anexo, Real Hacienda, legajo 31‐carpeta 2, cuentas de cargo y data 
87 Ingresos palo de Brasil en España, en AGI, Audiencia de Santa Fe,1212 
88 A medida que crece, la médula del árbol va aumentando su tamaño y adquiriendo un tono más intenso. Por esto tarda por 
lo menos 20 años para alcanzar su edad “útil” para la extracción del tinte. 

  28 
Lamentablemente no hay documentos que describan la forma en que se cortaba el palo
de Brasil ni la forma en que afectaba al resto del bosque. La única referencia al respecto
que he encontrado en fuentes primarias es la del funcionario español Antonio Narváez y
la Torre quien, preocupado por la conservación del árbol hacia finales del siglo XVIII,
decía: “…sin embargo de que hay montes abundantísimos de él, he encargado el
cuidado de su renovación por el mucho que se consume, y de que no se corte el que
renace” 89. Por ahora podemos comparar esa visión de “abundantísimos montes” con el
paisaje transformado y eminentemente llano del Valle del río Cesar actual, en el que
escasamente se encuentran ejemplares de palo de Brasil90 y la cobertura de bosque es
limitada, como vimos en los mapas de Etter y Pizano y García.

Dando un salto en el tiempo hasta la década de 1870, el viajero francés Luis Striffler
describe cambios en el paisaje al momento de su llegada a Valledupar que se relacionan
con el corte de grandes cantidades de árboles. Asegura que el cause del río Cesar se
divide en dos brazos debajo de Valledupar, pero no por causas naturales, sino debido a
“un desmonte desconsiderado que se hizo, habiéndose obstruido con los troncos de los
árboles”91. Teniendo en cuenta el auge de la extracción de palo de Brasil en el último
par de décadas del siglo XVIII; y además que el transporte de los troncos que se
cortaban se hacía moviéndolos en los ríos, se puede pensar que algo tuvo que ver con el
desmonte desconsiderado del que habla Striffler. La ubicación, “debajo de Valledupar”,
coincidiría además con la de algunos de los pueblos donde más se extrajo esta madera.

Vale la pena nombrar un dato que señala también, Striffler. Menciona que menciona al
suroccidente de Valledupar, vio algunas cargas de palo de Brasil listas para ser llevadas
a Riohacha en el caserío de Los Corazones,. (Striffler, 1876, pág. 209). Acá llama la
atención que se lleve palo de Brasil hacia Riohacha, teniendo en cuenta que este se
extraía en abundancia en el pueblo de Moreno, que es mucho más cercano a este
puerto. Esto puede verse como un indicio de que ya no se extraía palo de Brasil en las
                                                        
89 (Múnera, 1994, págs. 40‐41). 
90 Rey  Sinning,  E.  (2010).  Tesis  para  optar  por  el  título  de  Maestría  en  Historia  de  Colombia:  De  la  liturgia  católica  a  la 
liturgia  republicana:  fiestas  e  imaginarios  políticos  en  la  Santa  Marta  del  siglo  XIX.  Cartagena:  Universidad  Pedagógica  y 
Tecnológica de Colombia, Universidad de Cartagena.p. 34.  
91 Striffler, L.  El río Cesar: Relación de un viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta en 1876 , Bogotá: Imprenta Nacional, 
1986: pág. 21. 

  29 
cercanías de Riohacha y la disminución del bosque en La Guajira que se mencionó en el
capítulo anterior puede ser uno de los motivos.

Pero el corte del palo de Brasil era sólo una de las preocupaciones de la Corona
relacionadas con los bosques en la región del Cesar. La gran cantidad montes, no en el
sentido de elevaciones o montañas como lo comprendemos ahora, sino en el de bosques
de espesa vegetación, tenían la connotación de ser sitios de refugio y escape, y de estar
fuera de la autoridad real y eclesiástica92. Esta percepción no carecía de fundamento: los
indígenas chimila que habitaban en los montes de la región habían logrado crear un
miedo generalizado en los habitantes españoles de la región. Por ejemplo, según
Antonio Julián, los Chimilas eran “(...) corsarios, inquietos, crueles, y traidores... el
terror de los que navegan el río Magdalena, tienen siempre en consternación y susto a
los que viajan por la provincia”93. Por su puesto, hay que tener en cuenta que los
chimila estaban defendiendo un territorio que ocupaban mucho antes de la llegada de
los españoles, pero la percepción generalizada hacia ellos era muy negativa.

Estos bosques plagados, no sólo de recursos madereros, sino también de “corsarios


crueles y traidores”, fueron objeto de una serie de campañas en la segunda mitad del
siglo XVIII para fundar nuevas poblaciones españolas y combatir a los chimilas94. Este
esfuerzo por desplazar las fronteras hizo parte de un proyecto de mayor escala de
pacificación y colonización que incluía a la mayoría de colonias españolas y era
impulsado desde la Metrópoli por el mismísimo Carlos III y su ministro José de
Gálvez95. Algunas de las campañas exitosas, no sin antes pasar por múltiples fracasos,
se llevaron a cabo en territorio Chimila y lograron la fundación de varias poblaciones96.
En estos verdaderos procesos de colonización participaban tres tipos de actores:
religiosos misioneros, militares y sobre todo muchos pobladores de todos los

                                                        
92 (Herrera, 2007, pp. 44‐53) 
93 Julián, 1787 
94 Rey Sinning, Edgar. “Resistencia chimila: ni aniquilados, ni Vencidos”, Palabra 10, agosto de 2009. 
95 Kuethe, A. J. (1978). Military Reform and Society in New Granada, 1773‐1808. Gainesville: University of Florida. Pág. 117 
96 (Múnera, 1994, págs. 119). 

  30 
estamentos, que ayudaban a hacer contrapeso a la población indígena, desmontando y
preparando la tierra para cultivos y ganado97.

Y más que el palo de Brasil, el ganado parecía ser la principal preocupación y motivo
para ampliar la frontera española. Según Sourdis, el ganado fue el producto de mayor
peso en le desarrollo de la economía y el mercado interno en el Caribe. Cartagena, la
ciudad clave de la Corona española en la Nueva Granada se surtía de hatos ubicados en
los alrededores de Mompox y en la provincia de Santa Marta, que incluía a Valledupar,
específicamente entre Valencia de Jesús y Chiriguaná, y el sur de la Guajira. Por esta
razón no se podía descuidar el abasto permanente de reses y carne seca para la ciudad
más importante de la región98.

Según Antonio Narváez y Latorre, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos de la


Provincia, de Valledupar “se pueden sacar en cada año 4 o 6 mil novillos que valen de 5
a 6 pesos, y 300 a 400 mulas a 25 pesos”99. Se tiene además registro hacia finales del
siglo XVIII de la existencia de 152 haciendas de diversos tamaños en la jurisdicción de
Valledupar y Pueblo Nuevo, que tenían una capacidad de cerca de 56.000 vacunos 100.
Teniendo en cuenta que actualmente en la ganadería extensiva se necesita de por lo
menos una hectárea por cabeza de ganado101, podemos pensar en que había por lo
menos 50.000 hectáreas dedicadas a la ganadería en sólo en la región del Valle del río
Cesar.

Esto, claro esta, teniendo en cuenta sólo la ganadería legal que estaba destinada al
mercado interno. Aunque la mayoría de la producción gravitaba alrededor de la
demanda de Cartagena, si se tiene en cuenta el contrabando que iba dirigido a
extranjeros, la cifra puede aumentar. Los ganados para el contrabando se llevaba hasta

                                                        
97 Kuethe, 1978, pág. 133 
98 Sourdis, 1996 
99 Narváez y la Torre, A. ((1778)1965). Escritos de dos economistas coloniales : don Antonio de Narváez y la Torre y don 
José Ignacio de Pombo. Bogotá: Banco de la República. 
100 AGN. Colonia: Abastos, tomo 12, ff. 672‐685.  Tomado de Sourdis, 1996 
101 http://fedegan.org.co//plan‐estrategico‐de‐la‐ganaderia‐colombiana‐2019 y Integración de las actividades forestales 
con la ganadería extensiva sostenible y la restauración del paisaje de Z. Calle, E. Murgueitio y J. Chará. En 
http://www.fao.org/docrep/017/i2890s/i2890s06.pdf   

  31 
Riohacha por un camino que salía de Soldado, en Valledupar, donde se vendía a los
ingleses. En este contrabando había muchos funcionarios y españoles implicados, pero
siempre se culpó únicamente a los indios guajiros. Sourdis menciona por ejemplo que
hacia 1801 hubo una escasez de ganado en Cartagena y se culpaba al gobernador de
Santa Marta que estaba obligando a los momposinos que tenían hatos en su jurisdicción
a vender una porción a la ciudad de Valledupar. El gobernador argumentaba una
escasez en Valledupar también, pero en realidad lo que hacía era vender el excedente a
los ingleses. A parecer se sacaron más de 6mil reses de esta manera102.

Ahora bien, ¿todo este ganado se criaba mediante el desmonte del bosque seco? Según
Van Ausdal no, porque en esta región la ganadería se desarrolló principalmente en
praderas naturales hasta bien entrado el siglo XIX y el auge de la ganadería y su presión
hacia los bosques de tierra caliente comenzó alrededor de 1850”103. Sin embargo, a
partir de un proceso de población, desmonte y creación de hatos que se llevó a cabo en
Chiriguaná, quiero mostrar que por lo desde mediados del siglo XVIII la ganadería se
hizo a costa del bosque, en especial del bosque seco; y que la fecha de 1850, como
inició de presión sobre los bosques se puede correr casi un siglo hacia atrás.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que las condiciones en que se desarrolla el
bosque seco, que son una combinación entre baja altitud (0-1000m), temperaturas
promedio altas (17°-35°C), precipitación anual de entre 700 y 2000 mm y uno o dos
periodos de sequía al año104, lo ha hecho coincidir con zonas históricas de ampliación de
la frontera agropecuaria105. En segundo, como mencioné anteriormente las temporadas
secas ayudan a combatir las plagas y la maleza y a desacelerar la degradación de los
suelos causada por la continua lluvia, lo que facilita el desarrollo de muchas actividades
económicas tropicales como la cría de ganado y gallinas, y la siembra de algodón, arroz,
frijoles, , y pastales106. Es decir, que había condiciones para expandir los potreros a
costa de los bosques desde antes del siglo XIX.

                                                        
102 Sourdis, 38‐48 
103 2009, pág. 148 
104 Instituto Von Humboldt (1998) 
105 Pizano y García, 2014 
106 (Janzen, 1988) 

  32 
Teniendo esto en cuenta, veamos el caso de Chiriguaná. En el año 1800 se desata un
pleito unas sabanas en Chiriguaná entre un hacendado y un grupo de libres que
aparentemente poblaron sin permiso los terrenos de su hacienda. Según el documento,
libres y gente esclavizada fueron empleados a principios del siglo XVIII por el fundador
de la hacienda “San Antonio del Dividivi” en “los desmontes y limpieza del terreno y
defendiéndolo de las invasiones de los indios bárbaros…”107 . No se especifica el
número de personas empleadas, pero si se dice que fue una gran cantidad que trabajó
por un largo tiempo, lo que coincide con lo planteado por Van Ausdal para el siglo XIX:
desmontar un terreno no era fácil ni barato108.

Después del proceso de desmonte, muchos se quedaron en esos nuevos terrenos y


comenzaron a armar sus ranchos e incluso a levantar pequeños hatos. Para 1803, un
censo en el sitio de Chiriguaná muestra que sus habitantes poseían 7.057 cabezas de
ganado vacuno y 3.717 (caballos, yeguas, burros), 3000 cerdos y 350 ovejas, todo esto
acompañado de actividades agrícolas que incluían plátano, cacao, maíz, arroz y
trapiches de caña109. Además de esta descripción detallada del proceso de desmonte, el
pleito cuenta con un mapa del sitio de Chiriguaná, en donde se ve la hacienda de San
Antonio del Dividivi y la “sabana del dividivi”.

                                                        
107 AGN, tierras del Magdalena, 132, f. 415v. Tomado de Sánchez, 2011 págs. 129‐138 

108 Van Ausdal, 2009 
109 AGN, Tierras del Magdalena, 132, ff. 193‐194. El documento esta fechado en Chiriguaná el día 23 de diciembre de 1803 

  33 
Mapa 11

Tierras del hato de San Antonio de Dividivi 1789– AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.128A.

El mapa nos muestra a la izquierda un brazo del río Cesar y algunas filas de árboles que
irrumpen en una gran sabana. Aaunque es posible que hubiera praderas naturales, el
nombramiento de procesos de desmonte y “limpieza” de los bosques de la región
sugiere otra cosa para este caso. Por supuesto no hay una descripción del tipo de bosque
que desmontaron los esclavos, pero el nombre de la hacienda “San Antonio del
Dividivi” es bastante sugerente sobre el tipo de paisaje que existió cuando se fundó: un
bosque seco con árboles de dividivi. Este es un caso excepcional por la completa
documentación escrita y cartográfica que se encuentra, pero al revisar otros mapas me
gustaría plantear la hipótesis de que no fue un proceso aislado.

  34 
Aunque en el mapa de San Antonio no es muy notorio, en el siguiente plano se puede
ver la estructura de las haciendas, que en general estaban compuestas por bosques,
cultivos y pastos, con fronteras muy evidentes. En el siguiente plano, por ejemplo, se ve
una propiedad que tiene dos ranchos, plantaciones de maíz, “playones” donde pueden
pastar las bestias y una porción considerable de un denso bosque.

Mapa 12

Valencia de Jesús: Río César y Caño de la Despensa, 1798 – AGN,


MAPOTECA:SMP.4,REF.508A

  35 
En el plano anterior no es claro si esos playones eran naturales o habían sido resultado
del desmonte, pero en los siguientes, que mapean un terreno mayor, las cosas se ven
diferentes. En estos planos aparecen varias haciendas situadas a partir del eje de los ríos,
que cumplían la función que cumplen actualmente las vías de comunicación. En este
primer plano, por ejemplo, vemos la ubicación de las propiedades alrededor de los ríos
Cesar y Guatapurí. Las zonas marcadas con líneas rectas son las fronteras de las
haciendas, que terminan donde empiezan los montes y palotales Realengos, es decir,
una especie de baldíos que pertenecían a la Corona.

Mapa 13

Tierras en los ríos Cesar y Garupar, 1784 – AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.360A

En este plano la división entre llanos y montes es mucho más caprichosa que en el
anterior y hace más difícil creer que las haciendas no se hicieron a expensas de los
bosques que las rodean. En el siguiente plano, se muestra esquemática, pero más
evidente, la manera en que las haciendas y específicamente los potreros se fueron

  36 
desarrollando hacia adentro de los bosques, teniendo como eje los ríos. Se muestra el río
Guatapurí en la mitad, y de su ronda salen potreros que aparentan pequeñas islas en un
mar de cerros.

Mapa 14

Valledupar: Tierras del Potrero de Valerio, 1806 – AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.510A

Al ver este desarrollo esquemático de los potreros hacia el interior de los bosques, no
puedo evitar recordar los patrones de deforestación modernos en las grandes selvas del
Amazonas, que se hacen evidentes en fotografías satelitales como la siguiente.

  37 
Foto 3: Patrones de forestación

Tomada de “Fotos de deforestación en América Latina”,


http://www.mongabay.com/images/external/2006/satellite/sat_braz_101.jpg

En la actualidad, estos patrones se crean a partir de un eje principal de deforestación, del


que salen “brazos” que se van ampliando hasta unirse y convertirse en zonas
agropecuarias. En los mapas que he mostrado, los ríos Cesar, Guatapurí y Garupal, entre
otros, sirven de eje para los “brazos” de las haciendas que se convirtieron en potreros.
No es descabellado plantear que estos brazos pueden haberse unido en las siguientes
décadas y hayan sido percibidos como llanuras “naturales”.

Hablando de la segunda mitad del siglo XIX, Van Ausdal, menciona estas llanuras y
documenta muy bien un rápido crecimiento de la ganadería y la presión sobre los
bosques de las tierras calientes, a partir de una revolución tecnológica que estuvo
relacionada con la llegada del alambre de púas, nuevas especies de pastos y razas de

  38 
ganado introducidas110. Con este capítulo, más que debatir sus hipótesis sobre cómo se
desarrolló la actividad ganadera, quise mostrar que en la región del Valle del río Cesar,
la combinación ganadería y extracción de maderas tintóreas generó una presión sobre el
bosque seco que precedió al periodo estudiado por Van Ausdal; y que los patrones de
desmonte del siglo XVIII pueden haber servido de base proceso de acelerada
potrerización de los bosques que señala dicho autor.

 
Conclusiones 

A lo largo de este escrito vimos dos casos de desmonte del bosque seco en el Caribe
colombiano: La Guajira y el Valle del río Cesar. Al compararlos podemos ver una
diferencia en el tipo de actores que dominaron las actividades económicas basadas sobre
recursos forestales: mientras que en la Guajira los indígenas guajiros manejaron grandes
cantidades de ganado y palo de Brasil para la exportación fuera del control español; en
el Valle la transformación del paisaje estuvo en manos pobladores de todos los
estamentos, pero en general bajo el impulso de funcionarios españoles. El impacto en el
paisaje de cada una de las actividades analizadas también es diferente. En La Guajira,
por ejemplo, la ganadería no se hizo necesariamente a costa de bosques como en el
Valle, pero sí pudo haber tenido impacto sobre los procesos de desertificación de los
suelos de las llanuras naturales. En cuanto a la extracción del palo de Brasil, en la
Guajira es bastante probable que haya hecho desaparecer porciones enteras de bosque
seco; y en el Valle, con una cobertura boscosa tan densa, parece haber hecho parte dlel
proceso de desmonte ligado a la actividad ganadera.

Con este artículo, además de describir algunos procesos tempranos de desmonte del
bosque seco tropical en el Caribe colombiano, busqué también poner en evidencia la
importancia de tener en cuenta la materialidad de la naturaleza en los estudios sobre
cambios de paisaje e Colombia, como ha sido señalado recientemente por Leal y Van
Ausdal111. Con ese objetivo en mente mostré algunas particularidades del bosque seco
tropical que ayudan a comprender mejor su relación con la ganadería y la extracción de
                                                        
110 Van Ausdal, 2009 
111 Van Ausdal y Leal, 2014 (en prensa) 

  39 
maderas tintóreas. En primer lugar, la ubicación de este bosque en tierras bajas lo ha
hecho coincidir con algunas zonas históricas de ampliación de la frontera agropecuaria
en Colombia112. En segundo lugar, el bosque seco pierde su follaje durante los periodos
secos del año, lo que lo ha llevado a desarrollar medios químicos de defensa como la
producción de taninos para proteger sus hojas de herbívoros y hongos113. Sin embargo,
algunos de esos taninos sirven también como materias primas en procesos de tintura de
textiles y curtiembre de cueros, por lo que, aunque logran defender a los árboles de
herbívoros y hongos, representan un elemento atractivo para otros depredadores: los
humanos. En tercer lugar, las temporadas secas desestimulan la llegada de plagas, lo
que facilita la producción agrícola. Por último, el bosque seco presenta cierta facilidad
para ser deforestado por medio e quemas y de su quema resultan en general aptas para
actividades ganaderas114.

En esa misma línea, espero que el trabajo haya mostrado que hay fuentes escritas
disponibles para ver el estado de paisajes pasados y también que existe una variedad
importante de fuentes cartográficas son un complemento importante. En cuanto a los
mapas presentados, mi intención fue hacer uso de las herramientas visuales de la
cartografía del siglo XVIII para poner en manifiesto la visión de la época sobre los
paisajes. Por último, que el trabajo sea un llamado a analizar y comprender mejor el
impacto histórico y ambiental de procesos de gran escala como la ganadería que, según
Etter, ocupa el 75% de los paisajes transformados en el país115; así como de procesos de
impacto local como la extracción de maderas tintóreas, que no ha sido estudiada en
Colombia.

                                                        
112 Pizano y García, 2014 
113 (Díaz Merlano, 2006) 
114 (Janzen, 1988) Pizano y García, 2014 
115 Etter et al, 2008 

  40 
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