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Revista chilena de enfermedades respiratorias

On-line version ISSN 0717-7348


Rev. chil. enferm. respir. vol.35 no.1 Santiago Mar. 2019
http://dx.doi.org/10.4067/S0717-73482019000100009
EDITORIAL
Cambio global: una mirada desde la biología
Global change: a biological perspective
Sergio Cabrera Silva1
1Profesor titular Programa de Biología Celular y Molecular, Instituto de Ciencias Biomédicas, Facultad de Medicina,
Universidad de Chile
Iniciaré este comentario editorial haciendo presente que entre el 2 y el 13 de diciembre Chile albergará en Santiago por
primera vez la conferencia sobre el Cambio Climático COP25, esperándose la participación de 30 jefes de Estado y un total
de 25.000 participantes en esta mega-conferencia mundial. Lo cual demuestra la importancia que tiene este crucial
problema mundial.
Cambio global es el conjunto de cambios ambientales que se derivan de las actividades humanas sobre el planeta, con
especial referencia a cambios en los procesos que determinan el funcionamiento del sistema Tierra.
En el siguiente diagrama se exponen los principales aspectos que aportan al Cambio Global.

La Tierra recibe en forma permanente la radiación solar, parte de la cual es reflejada al espacio por las nubes. Sin embargo,
la mayor parte de dicha radiación atraviesa la atmósfera y alcanza la superficie terrestre. Esta energía proveniente del Sol
se denomina radiación solar o de longitud de onda corta que calienta la superficie de la Tierra y los océanos. Como
resultado de ello, la Tierra se calienta y emite energía de regreso a la atmósfera de longitud de onda larga (infrarroja) que
debiera regresar al espacio exterior. Pero, parte de esta radiación es atrapada por los “gases de efecto invernadero ” que
calientan la atmósfera.
Efecto invernadero
En la atmósfera existen gases de ‘efecto invernadero’, que atrapan el calor emitido por la Tierra y lo mantienen dentro de
la atmósfera, actuando a modo de un “gigantesco invernadero ”. A este fenómeno se le conoce como ‘efecto invernadero’.
El efecto invernadero es un fenómeno natural que se presenta en cualquier planeta o satélite natural que tenga atmósfera
y que posea una importante fuerza de gravedad que la mantenga sin perder su cubierta gaseosa. Si la Tierra no tuviera
atmósfera sería 33°C más fría que la temperatura promedio actual; o sea tendría una temperatura promedio de —18°C y
estaría permanentemente cubierta de hielo. Por lo tanto, el efecto invernadero es un fenómeno indispensable para
desarrollar y mantener la vida en la Tierra.
¿Qué gases son considerados invernaderos?
La Tierra tiene 15°C temperatura promedio y debe emitir la misma cantidad de energía que recibe con el fin de mantener
su equilibrio radiativo y no superar este promedio de 15°C. Si esto no se logra, la Tierra se va calentado progresivamente.
La composición de la atmósfera ha variado, especialmente por acción antropogénica. Son gases invernaderos todas las
moléculas con 3 o más átomos, como por ejemplo el agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el
hexafluoruro de azufre (SF4) productos de la combustión de productos fósiles, debido a que ellas absorben la radiación
infrarroja emitida por la Tierra produciéndose en estas moléculas vibración o rotación de sus átomos, por ende, se
calientan. El ozono O3 también es un gas invernadero junto con los CFC (Fluoro-Cloro-Carbonos) y todos los productos de la
agro-industria como el metano: CH4 que producen las bacterias del rumen de los animales que poseen este tipo de
estómago compuesto. Estas bacterias que les facilitan su digestión eliminan a la atmósfera este potente gas invernadero
(CH4). Otra fuente de metano son los extensos cultivos de arroz de todo el mundo en donde las colonias de bacterias
(metanógenas/metanótrofas) asociadas a las raíces de este vegetal también desprenden metano a la atmósfera, producto
de su metabolismo.
Entre las moléculas del aire que no son gases invernaderos están el oxígeno O2 y el hidrógeno H2 ambos biatómicos.
Tiempo meteorológico y clima de una región
Mark Twain escribió: “El clima es lo que esperamos, el tiempo es lo que tenemos”. Más recientemente Edward Lorenz de la
ONU dijo “Tiempo es lo que usted tiene, mientras que clima es lo que usted espera.”
En términos prácticos uno se pregunta ¿Cómo está el tiempo? para decidir que ropa usar. Entonces es el tiempo
atmosférico o el tiempo meteorológico, la condición de la atmósfera en un lugar y un momento determinado. En relación a
la temperatura, la humedad, la cubierta de nubes, etc.
Mientras que al considerar el clima nuestra pregunta es ¿Qué ropa compraré para la próxima temporada? El clima hace
referencia a las condiciones atmosféricas promedio (por lo menos, de un período de un año) en un lugar determinado de la
Tierra. Se caracteriza por la temperatura, humedad, presión atmosférica, precipitación, etc.
Estos promedios otorgan una línea de base para comparar con el clima actual. Nos ayuda a responder preguntas como:
¿Estamos teniendo un verano más caluroso que el promedio?
El clima varía siempre, a lo largo de las estaciones y los años. Los inviernos cambian al otoño y después a la primavera.
Algunos veranos son más cálidos que otros. Algunos años llueve más que otros. Esto se denomina variabilidad climática.
Las causas de la variabilidad climática son naturales y entre ellas influyen: los ciclos y tendencias que dependen de la órbita
de la Tierra alrededor del Sol, la radiación solar que traspasa la atmósfera, la composición química de nuestra atmósfera, la
circulación de los océanos y la interacción del océano- atmósfera, y la actividad de la Biósfera (lugar en la Tierra en donde
hay vida).
Entre los años 1980 y 2000 la temperatura Global de la Tierra subió 0,35°C. En el Observatorio de Mauna Loa la
concentración atmosférica de CO2 ha aumentado de ~277 ppm en 1750 a 408 ppm en el año 2018. El año 2016 en Mauna
Loa, fue la primera vez que se observó una concentración de CO2 > 400 ppm durante todo el año. Con estas
determinaciones, los científicos piensan que nuestro planeta se está calentando a un ritmo muy rápido. Estos cambios
bruscos, son causados principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
El Niño y La Niña
Uno de los procesos globales naturales de la cuenca del Pacífico que interviene en la variedad climática es el fenómeno de
“El Niño” que se manifiesta de manera que la temperatura de las aguas frías de la superficie del Océano Pacífico oriental
aumente durante varios meses. Ello trae como consecuencia sequías e incendios forestales en Australia, Indonesia y en
algunas partes de Sudamérica, pero también tormentas de verano más débiles en el sur de Asia, entre otros fenómenos. ‘El
Niño ’ también está asociado con fuertes lluvias e inundaciones en Chile Central.
En cambio, el fenómeno de ‘La Niña’ se caracteriza por temperaturas del océano inusualmente frías en el Océano Pacífico
ecuatorial oriental y los efectos en Chile se manifiestan en drásticas sequías.
Gases invernaderos también están privando de oxígeno a nuestros océanos
Un informe publicado recientemente por la Organización Meteorológica Mundial informó que más del 90% de la energía
atrapada por los gases de efecto invernadero va a los océanos. En el año 2018 se registraron nuevos máximos de la
temperatura del océano entre 0 y 700 m de profundidad y entre los 700 y 2.000 m, superando el récord anterior
establecido en el año 2017. En abril de 2019, los biólogos marinos informaron que los peces considerados como los “buzos
de aguas profundas” como son el atún y pez espada, que cazan en aguas profundas mayores a los 200 m., hoy en día se les
observa aparecer en forma repetida en la superficie para respirar. Este comportamiento ha sido interpretado como
resultado del calentamiento del océano que ha disminuido la solubilidad de los gases. La solubilidad de los gases en el agua
es inversamente proporcional a la temperatura. Ojalá esto no le ocurra a la corriente fría de Humboldt porque su riqueza
en especies marinas se debe a la gran cantidad de oxígeno disuelto lo que le permite tener una enorme productividad
biológica útil para la alimentación humana. Si la corriente aumenta su temperatura disminuirá su productividad.
Sequía en Chile Central
Chile tiene una dependencia directa de la relación océano-atmósfera, por lo cual recibimos la nubosidad proveniente de la
evaporación del Pacífico y por ello tenemos presencia o ausencia de precipitaciones cuando las nubes se aproximan a la
cordillera de Los Andes. Boisier y cols1 del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, demostraron que en la
Zona Centro Sur de Chile -en 287 estaciones ubicadas entre los 30° y 40° de latitud sur- las precipitaciones vienen
disminuyendo en un periodo de 35 años (1975 a 2014), a una tasa de 65 mm anuales por década. Esta sí, que es una
información robusta de “clima” porque se considera para el cálculo de las condiciones en un período de más de 30 años.
Pudieron concluir que solo una parte de la disminución de precipitaciones es atribuible a causas naturales (relación océano-
atmósfera) frente a Chile. Destacan que la sequía extrema iniciada en el año 2010 se debe atribuir por lo menos en un 25%
a la influencia de origen antropogénico. En ella están los cambios en el uso del suelo (incremento de la actividad agro-
industrial), la degradación del ambiente, la urbanización en zonas en donde había una cubierta de vegetación nativa, la
disminución de la biodiversidad, el aumento de la población y las migraciones, etc. Todas estas acciones son muy
relevantes en la actual sociedad chilena.
El empleo de antimicrobianos en cultivos masivos
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) ha pasado a ser otra forma de Cambio Global porque se presume que estos
microrganismos van progresando y mutan a formas cada vez más resistentes a los actuales antibióticos.
Es indispensable abordar en forma integrada por los seres humanos, animales y el medio ambiente este aspecto de las
RAM, y para ello se ha diseñado una propuesta de proyecto Latino Americano denominada “Contención de la RAM en los
sistemas de producción de alimentos terrestres y acuáticos, bajo un enfoque de salud en América Latina”. En Santiago, se
realizó recientemente en marzo de 2019, una mesa técnica titulada “Industria de piensos e industria de la carne, su rol en
la RAM”. Se está trabajando en base a la gran experiencia desarrollada y en 2019 se realizarán más de estas actividades que
contemplan los componentes de un sistema de contención de la RAM en los sectores pecuario y acuícola.
Considerando que la globalización de la economía es un factor importante en el tratamiento de posibles enfermedades de
animales criados para consumo humano, se están impulsando cambios en la mitigación de la amenaza de la RAM basado
en el éxito obtenido en este aspecto en Dinamarca y con las acciones de la FAO (Food and Agriculture Organization,
Naciones Unidas).
Como podemos apreciar, toda acción humana está repercutiendo de una u otra manera en el sistema Tierra. Debemos
estar conscientes de estos hechos o acciones para evitar entregar un sistema menos amable a las próximas generaciones,
el sistema Aire, Mar y Tierra constituye un todo único e inter relacionado.
Recientemente Boisier y cols2 publicaron un drástico mensaje científico a los gobernantes de Chile; señalando que hay
evidencias de observaciones de largo tiempo y con la aplicación de modelos de simulación climática que demuestran que la
tendencia y los escenarios poseen un sustancial estrés a la sociedad chilena y a sus instituciones, y llaman a una urgente
acción tendiente a adoptar medidas de adaptación para mitigar los efectos.
Impacto del cambio global en la salud humana
Este impacto ha sido enfatizado en un afiche difundido por Asthma & Respiratory Foundation New Zealand
(www.asthmafoundation.org.nz). Con el contenido conceptual de ese anuncio se elaboró la siguiente tabla, que resume y
ejemplifica las múltiples formas en que el cambio climático puede afectar a la salud humana.
Entre estos impactos el cambio climático representa una amenaza masiva para la salud respiratoria al promover o agravar
directamente las enfermedades respiratorias o al aumentar la exposición a factores de riesgo de estas patologías.
El cambio climático aumenta la cantidad de polen y alergenos producidos por cada planta, la proliferación de mohos y las
concentraciones de ozono respirable en el aire y gran cantidad de partículas del suelo.
Para la salud respiratoria humana una menor calidad del aire se traduce en:
–. Mayor exposición a alergenos y contaminantes del aire.
–. Mayor riesgo de incendios forestales, lo que lleva a la exposición al humo.
–. Aumento de la contaminación atmosférica por ozono y / o partículas en el suelo.
En su revisión sobre el impacto climático en la salud respiratoria D' Amato y cols3 respaldan la labor efectuada en Nueva
Zelandia, como modelo a seguir. En ese país existen instituciones que monitorean el aire y el agua, con el fin de informar a
la población y establecer políticas públicas eficientes. El Cambio Climático es monitoreado por el Instituto Nacional de
Investigación de la Corona (NES) y el Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA - National Institute
of Water & Atmospheric Research), estas instituciones formadas en 1992, operan como empresas autónomas.
Se considera que el ‘Cambio climático disminuye la calidad del aire que respiramos’, por lo tanto, es indispensable que
existan centros de control y de prevención de sus efectos sanitarios.
El Gobierno de Nueva Zelandia posee estándares para la calidad del aire que establecen un nivel mínimo garantizado de
protección de la salud para todos los neozelandeses, incluyendo: a) Normas de encendido de incendios y productos
quemados; b) Normas de aire exterior para: monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono, PM10 y dióxido de azufre;
c) Estándares para la calefacción del hogar: las estufas a leña en habitaciones urbanas deben cumplir con los estándares de
emisiones y eficiencia establecidos por estándares nacionales para la calidad del aire (NES); d) Control de las emisiones de
gases de efecto invernadero en los rellenos sanitarios, con el requisito de monitorear las emisiones de gases de efecto
invernadero y conocer su aporte a la atmósfera.
Pero aun así a los neozelandeses les quedan desafíos por cumplir, algunos de ellos son: a) ¿Cómo lograr que su población
esté al tanto de las actividades del NES y del NIWA? b) Conseguir que sus habitantes usen los sistemas desarrollados para
mantener informada a la población (ARFNZ): redes sociales, sitio web y boletines para pacientes y profesionales de la salud;
c) ¿Cómo cuantificar el empleo de las aplicaciones del NES y monitorear el uso de la red ARFNZ?; d) ¿Cómo lograr
vertederos para recopilar datos de emisiones de gases de efecto invernadero; e) Constituir consejos regionales para
monitorear la calidad del aire.
En 2018, nuevamente D’Amato y cols4 indican que la creciente frecuencia de enfermedades respiratorias obstructivas en
los últimos años, en particular el asma alérgica, puede explicarse parcialmente por cambios en el ambiente, con la
creciente presencia en la atmósfera de desencadenantes químicos (partículas y componentes gaseosos como el dióxido de
nitrógeno y el ozono) y activadores biológicos (aero-alergenos). En personas alérgicas, los aero-alergenos estimulan la
sensibilización de las vías respiratorias y pueden inducir síntomas de asma bronquial. Se debe considerar el conjunto de
aspectos que afectan el cambio global. Sin embargo, mientras las emisiones globales continúen aumentando, debemos
aprender a adaptarnos a la variabilidad del clima. Terminan firmando “La tormenta del asma. ”
Sabiendo que el Cambio Global posee una presión por la acción del hombre y la sociedad en su conjunto, es indispensable:
primero educar al respecto para que desde los niños hasta las generaciones mayores logren tener conciencia de que el
problema existe; segundo los tomadores de decisiones deberán ser capaces de establecer políticas públicas en donde la
actividad industrial, en especial la agroindustria y la economía en su conjunto conozcan los límites de emisiones de gases
invernaderos.
Intentar establecer círculos virtuosos para desarrollar las actividades económicas e industriales ya se afecta la tierra, mar y
aire que son un complejo sistema único. El desarrollo de un país debe estar al servicio del hombre, pero también al cuidado
del medioambiente.
Si no somos capaces de revertir, los aspectos en que la actividad humana ha intensificado la presión para que se produzca
esta mega sequía en Chile, tendremos que pagar muy caro la forma en que se desarrolló la economía, la deforestación, la
disminución de la biodiversidad que se cambió por monocultivos, el crecimiento de las ciudades en forma explosiva hacia la
montaña, entre otras decisiones. Ojalá aún no sea demasiado tarde para revertir estos impactos. La reunión del COP25 en
diciembre, será a lo menos una instancia propicia para hacer presente en qué momento nos encontramos y cómo debemos
actuar en el futuro. Por ahora ya sabemos que Nueva Zelandia nos lleva una ventaja de casi 30 años.
Acta Bioethica 2001; 7(2)
ORIGINALES
LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS GLOBALES Y EL DESAFÍO DE LA CIUDADANÍA PLANETARIA1
GLOBAL CLIMATIC CHANGES AND THE CHALLENGE OF PLANETARY CITIZENRY
AS MUDANÇAS CLIMÁTICAS GLOBAIS E O DESAFIO DA CIDADANIA PLANETÁRIA
Fabio José Feldmann*
Rachel Biderman Furriela**

*Abogado. Secretario Ejecutivo del Fórun Brasilero de Mudanças Climáticas. Brasil


** Abogada, Master en Derecho Internacional (LL.M. - American University, Washington College of Law, EUA). Secretaria
Ejecutiva del Instituto Pró-Sustentabilidade (IPSUS). Brasil
Resumen: En este texto intentamos examinar la problemática del cambio climático cuyas consecuencias son cruciales para
el porvenir del planeta. Esta temática, legitimada y explicitada a través de distintas reuniones mundiales, se encuentra aún
poco desarrollada en América Latina, a pesar de que sus consecuencias tendrán impactos decisivos en nuestra Región. La
solución de los desafíos planteados por el cambio climático se expresa esencialmente en el ámbito de la ciudadanía, lo que
supone la decisión de generar nuevas formas de diálogo, de circulación de la información, de educación y de
democratización en la toma de decisiones.
Palabras clave: medio ambiente, ética ambiental, cambio climático, acuerdos internacionales
Abstract: In this paper we pretend to examine the issue of climatic changes and their crucial consequences for the future of
the planet. This subject has been legitimized and made explicit through various world fora, but has undergone poor
development in Latin America, although the serious and overriding impacts for the Region. The solution to challenges
posed by climatic changes will fundamentally be expressed in the sphere of citizenry and that implies the creation of new
forms of dialogue, of dissemination of information, of education, and a process of democratization in decision-making.
Keywords: environment, environmental ethics, climatic changes, international agreements
Resumo: Neste texto pretendemos examinar a problemática das mudanças climáticas cujas conseqüências são cruciais para
o futuro do planeta. Esta temática é legitima e é explicitada através de diferentes reuniões mundiais, porém é pouco
desenvolvida na América Latina, apesar dos graves e decisivos impactos para a Região. A solução dos desafios apresentados
pelas mudanças do clima se expressa fundamentalmente no âmbito da cidadania, o que supõe decisão de gerar novas
formas de diálogo, circulação da informação, educação e democratização nas tomadas de decisões.
Palavras chaves: meio ambiente, ética ambiental, mudança climática, acordos internacionais

El fenómeno del cambio climático

El siglo XX fue testigo de extraordinarios cambios, tanto en la sociedad como en el medio ambiente. Uno de los fenómenos
actuales más preocupantes es la alteración del sistema climático global. La opinión pública y los gobernantes aumentaron
su grado de percepción y preocupación respecto a este fenómeno principalmente debido a incidentes climáticos de
relevancia tales como El Niño, inundaciones y otros desastres en distintas partes del mundo (Francia, España, Venezuela,
Inglaterra, Australia, Canadá e India). Australia registró 1998 como el año más caluroso de su historia, y el Reino Unido
sufrió en el año 2000 las peores tempestades registradas desde el siglo XVII. Esta preocupación está plasmada en los
medios de comunicación. La revista Time publicó un reportaje, como noticia de tapa, sobre los "refugiados ambientales" en
el 2000. Los cambios climáticos también fueron considerados por los dirigentes presentes en la Conferencia Económica de
Davos, en febrero de 2000, como uno de los tres mayores problemas de la actualidad. Más recientemente, la posición de la
Administración de los EEUU de rechazar el Protocolo de Kioto generó protestas en todo el mundo, movilizando a los
medios de comunicación internacionales e impulsando a los gobernantes de Europa a asumir el liderazgo en las
negociaciones internacionales sobre el clima. Los principales medios de comunicación publicaron noticias destacadas sobre
las declaraciones del Presidente G. W. Bush y sus repercusiones. Un acontecimiento emblemático fue que, nuevamente la
revista Time, en marzo del 2001, publicó como noticia de tapa el calentamiento global y sus implicaciones.
Las previsiones y registros de eventos climáticos extremos señalados anteriormente, no son producto de visiones
catastróficas de los ambientalistas radicales. Este escenario fue identificado por los cientistas del Panel Intergubernamental
sobre Cambios Climáticos que asesora a las Naciones Unidas desde 1988. El primer informe del IPCC, publicado en 1990,
constató un aumento del 0,5°C en el promedio de la temperatura global, con relación al siglo anterior y alertó sobre la
necesidad de tomar medidas severas para disminuir la emisión de gases causantes del efecto invernadero, como única
manera de evitar el calentamiento global. Sobre la base de dichos estudios se inició una serie de negociaciones que
culminaron en la Convención sobre el Clima, firmada durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente
y Desarrollo, realizada en Río de Janeiro, en 1992. El tercer y último informe del IPCC, divulgado a principios del 2001,
confirma los resultados del segundo informe de 1995, en el que se constata la relación entre el aumento de la temperatura
y las actividades humanas y alerta sobre la necesidad urgente de tomar medidas para la reducción de emisiones de gases
causantes del efecto invernadero.

Es importante aclarar que el efecto invernadero es un fenómeno natural, necesario a la mantención de la vida en el
Planeta. Los gases del efecto invernadero actúan como una frazada alrededor de la Tierra, sin la cual ésta sería más fría. Se
transformó en un problema debido al gran volumen de emisiones de gases desde el acontecimiento de la Revolución
Industrial. Las actividades del hombre están aumentando el poder del efecto invernadero, más específicamente a través
de:
• quema de carbón, petróleo y gas natural por la industria y sistemas de transportes, que causan importantes emisiones de
gas carbónico;
• destrucción de los bosques y diferentes formaciones de vegetación y cambios en el uso del suelo, porque el carbono
almacenado en la vegetación y en el suelo se escapa hacia la atmósfera;
• crianza de ganado y cultivo del arroz, actividades que emiten metano, óxido nitroso y otros gases de efecto invernadero,
• degradación de residuos en espacios sanitarios o basurales que emiten metano.
Todos los países son fuentes de emisiones de CO2 pero la magnitud y la diversidad de las fuentes varían de acuerdo con el
país y la región. Gran parte del carbono emitido históricamente por la quema de combustibles fósiles se origina en los
países industrializados. Las emisiones en los países en desarrollo, entre tanto, ha aumentado bastante y, con la
confirmación de dicha tendencia, en la segunda década de este siglo más de la mitad de las emisiones tendrán su origen en
dichos países. La deforestación y las alteraciones del uso del suelo son las principales fuentes de emisión de CO2 en países
en desarrollo. Si las emisiones siguen creciendo al ritmo actual, es casi seguro que los niveles de dióxido de carbono en la
atmósfera van a ser, en el siglo 21, dos veces mayores que las concentraciones del período pre-industrial.

Los cientistas del IPCC identifican algunos posibles impactos como consecuencia del aumento del promedio de la
temperatura en el planeta. Algunos de estos efectos son:
• los regímes regionales de lluvia y padrones de viento pueden cambiar: algunas regiones del mundo corren el riesgo de
volverse más lluviosas y otras, más secas;
• las zonas climáticas y agrícolas pueden migrar;

• el deshielo y la dilatación térmica de los océanos pueden causar el aumento del nivel de los océanos, amenazando zonas
de la costa de baja altitud y pequeñas islas;
• las enfermedades propagadas por vectores asociados al cambio de temperatura, como el dengue y la malaria, por
ejemplo, podrían potencializar su incidencia;
• los impactos sobre los recursos hídricos van a aumentar la escasez de agua para sus múltiples usos;
• los países en desarrollo o menos desarrollados no tendrán recursos suficientes para prepararse contra los impactos o
minimizar sus efectos, lo que generará graves consecuencias con impactos sociales y económicos;
• las regiones áridas se podrían transformar en desiertos y las regiones secas se podrían volver aún más secas,
• reducción del potencial de la producción alimentaria, generando mayores problemas de hambre y miseria.

La búsqueda de soluciones para dicho problema universal ha sido objeto de discusiones, conferencias y acuerdos
internacionales desde el final de la década de los 80. Las Naciones Unidas establecieron una agenda internacional de
compromisos con el objeto de solucionar los problemas que afectan a la sociedad, la economía y el medio ambiente. Dos
son los principales tratados que reglamentan las iniciativas para contener los efectos del calentamiento global: la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio del Clima y el Protocolo de Kioto, anexo a esta convención.
Además de estos dos documentos principales, la Agenda 21, tratado internacional adoptado en 1992 por las Naciones
Unidas, que estableció un importante plan de acción para promover el desarrollo viable en el planeta. Trata también de las
variaciones climáticas en su capítulo 9 sobre Protección de la Atmósfera.

Los tratados internacionales


La Convención sobre el Cambio del Clima

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio de Clima estableció un compromiso general de reducción de
la emisión de gases de efecto invernadero. Es un tratado genérico, que solamente contiene algunas exigencias específicas.
La Convención se adoptó el 9 de mayo de 1992 en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y fue abierta para la firma
en 1992 en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Fue firmada en dicho encuentro por Jefes de Estado y otras
autoridades de 154 países y la Comunidad Europea. Entró en vigencia el 21 de marzo de 1994. Brasil firmó la Convención
durante la Cumbre de la Tierra (Río 92), el 04 de junio de 1992 y se ractificó el 28 de febrero de 1994.
La Convención estableció en su Preámbulo una serie de premisas que deben orientar las acciones de los Estados en sus
acciones de lucha contra los cambios climáticos. Entre los preceptos básicos se destaca que el cambio del clima y sus
efectos son una preocupación común de la humanidad. Se reconoce que las actividades humanas aumentan las
concentraciones de gases de efecto invernadero, lo que provoca un calentamiento adicional de la superficie y de la
atmósfera de la Tierra, que afecta los ecosistemas naturales y la humanidad. Además, los países signatarios entienden que
la mayor parte de las emisiones históricas y actuales tienen su origen en los países desarrollados y que la naturaleza global
del cambio de clima requiere la mayor cooperación posible de todos los países que tomen en consideración "sus
responsabilidades comunes más diferenciadas" y sus respectivas capacidades y condiciones sociales y económicas. Entre
los fundamentos de La Convención también se establece que las actividades de un Estado no deben causar daño al medio
ambiente de otros Estados y que los Estados deben elaborar una legislación ambiental eficaz para combatir el problema.
Los países reconocen la urgencia de adoptar medidas inmediatas por parte de los países desarrollados, considerándose sus
contribuciones relativas en el aumento del efecto invernadero. Reconocen también que los países de baja altitud, insulares,
con zonas de costa de baja altitud, regiones áridas y semi-áridas, sujetas a inundaciones, sequía y desertificación, y países
en desarrollo con ecosistemas montañosos frágiles son particularmente vulnerables a los efectos negativos del cambio del
clima. Otra premisa es que la lucha contra el cambio climático debe garantizar el desarrollo social y económico
considerando las prioridades de los países en desarrollo y que el consumo de energía de los países en desarrollo debe
aumentar para que alcancen el desarrollo económico. Las buenas intenciones del Preámbulo incluyen también la previsión
de que será necesario proteger el sistema climático para las generaciones presentes y futuras.

Las premisas arriba enunciadas fundamentan el objetivo central de La Convención, previsto en su artículo 2°:
"Alcanzar la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida una
interferencia antrópica peligrosa en el sistema climático. Este nivel deberá alcanzarse en un plazo suficiente que permita
que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio del clima, que asegure que la producción de alimentos no sea
amenazada y que permita que el desarrollo económico siga de forma sostenible".
Se trata de una convención que es un hito en el Derecho Internacional y en las Relaciones Internacionales, porque es la
primera vez en la historia en que países de todo el mundo reconocieron que las actividades humanas están causando serios
impactos sobre el medio ambiente y pueden amenazar la continuidad de la vida en el planeta e imponen medidas
concretas para contener el problema. Lo inédito de la solución propuesta ha asustado a los gobernantes y a los tomadores
de decisión de los grandes grupos económicos, puesto que la reducción de emisión de gases de efecto invernadero
implicará la transformación de los actuales padrones de consumo y producción y de su base energética, dependiente del
uso de combustibles fósiles.

El Protocolo de Kioto

En diciembre de 1997, la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio del Clima aprobó en Kioto, Japón, un
tratado internacional que se conoció como "Protocolo de Kioto". El Protocolo establece que los países desarrollados
estarán obligados a reducir sus emisiones colectivas de seis gases efecto invernadero en por lo menos 5%, comparados con
los niveles de 1990, para el período entre los años 2008-2012. Con el pasar de los años y con la aprobación de acuerdos
recientes en Bonn (COP 6 - julio 2001) y Marrakech (COP 7 - noviembre 2001) y con el rechazo de los Estados Unidos en
ratificar el Protocolo, el compromiso de reducción de emisiones acordado en Kioto se debilitó. Después de los acuerdos de
Bonn y de Marrakech algunos cientistas y ambientalistas han afirmado que las concesiones hechas en las negociaciones
habrían implicado la reducción de este porcentaje mínimo al 1,5 o al 2%, lo que es insuficiente para resolver el problema.

Según El Protocolo, los países tendrán cierta flexibilidad en el establecimiento de medidas para la reducción de emisiones y
en el cálculo de estas reducciones. El Protocolo estableció algunos mecanismos de flexibilización para la implementación de
las obligaciones para los países con metas de reducción de emisiones. Estos mecanismos son:
• Ejecución Conjunta (o Joint Implementation - JI), a ser realizado apenas entre países industrializados del Anexo 1
• Comercio de Emisiones (o Emissions Trading - ET), a ser realizado entre países del Anexo 1
• Mecanismo de Desarrollo Limpio (o Clean Development Mechanism - CDM), entre países industrializados (Anexo 1) y
países en desarrollo.
El de mayor interés para América Latina es el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), único que se aplica a los países en
desarrollo. Permite que países industrializados inviertan en proyectos de reducción de emisiones o plantas de tratamiento
en países en desarrollo, disminuyendo parte de sus obligaciones en la reducción de emisiones. El Mecanismo aún no está
implementado oficialmente, ya que sus reglas todavía no han sido completamente definidas. La expectativa de entrada en
vigencia del mecanismo será a partir de 2002-2003, si el Protocolo es ratificado por un número suficiente de países según
las reglas de éste. En realidad, el llamado "mercado de carbono" ya se encuentra en test, operando a partir de proyectos
modelo de reducción de emisiones o de plantas de tratamiento, con la expectativa de reconocimiento y acreditación futura
en el ámbito de las reglas del MDL.
El Protocolo de Kioto fue abierto para la ratificación el 16 de marzo de 1998. Entrará en vigencia 90 días después de su
ratificación por al menos 55 partes de la Convención, incluyendo a los países desarrollados que contabilizarán por lo menos
55% de las emisiones totales de dióxido de carbono en 1990. Se espera que los países industrializados cumplan sus
promesas hechas en Bonn y Marrakech (2001) y ratifiquen el Protocolo a tiempo para que entre en vigencia en el momento
de la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sustentable2 , en Johanesburgo, África del
Sur, donde se celebrarán los diez años de la Convención sobre Cambio del Clima.

Los desafíos
El cambio climático global evidencia las desigualdades económicas y sociales que existen en el mundo. Potencializa dichas
diferencias e inequidades. Los tratados del clima reconocen los diferentes niveles de responsabilidades y atribuyen a los
países que más poluen (países industrializados) la mayor cuota de responsabilidades para la resolución del problema,
puesto que históricamente ya consumieron y emitieron más gases que los países en desarrollo, usufructando, como
consecuencia de estas emisiones, de los beneficios económicos, sociales y políticos. Entre algunas cifras que provocan
susto, se encuentra la estimación de que un solo ciudadano norteamericano produce gases efecto invernadero equivalente
al que producen 19 hindúes, 30 paquistanís o 269 nepaleses, ya que sus padrones de consumo implican gran consumo de
combustibles fósiles y padrones del uso del suelo que generan grandes emisiones de gases efecto invernadero.
Este debate es aún incipiente en América Latina y se vuelve evidente la necesidad de que se entable la discusión respecto
al tema con el público en general. Esta discusión no podrá prescindir de un enorme esfuerzo de traducción de esta
compleja cuestión para que se incien en el tema, a través de proyectos de educación ambiental. De acuerdo con el tema,
ésta deberá tener un enfoque transversal, involucrando todos los grandes currículos y todos los niveles de enseñanza. El
público involucrado es vasto, puesto que incluye desde estudiantes hasta profesionales de los medios de comunicación,
empresarios, financistas, gobernantes y ciudadanos comunes. Es un enorme desafío que se plantea a los organismos de
gobierno, instituiciones de enseñanza, prensa y ONGs, que siempre estuvieron delante del movimiento de concientización
en relación con los temas ambientales.
Además de esta sensibilización, es fundamental que la sociedad se capacite técnicamente para que pueda enfrentar los
impactos de los cambios climáticos. No es suficiente conocer el problema. Es necesario enfrentarlo. Enormes esfuerzos y
grandes recursos se hacen necesarios en los países en desarrollo para adecuar sus parques industriales, cambiar formas de
producción agrícola, preparar los gobiernos y las sociedades para enfrentar los efectos adversos de los cambios climáticos.
De nada sirve poner todas las esperanzas en los mecanismos de mercado. Estos son importantes pero, ya quedó probado,
son insuficientes e incapaces de resolver problemas ambientales y sociales, menos aún a nivel del planeta. La capacitación
para combatir el problema debe ser profesional, depende de una gran inversión de recursos, que hasta hoy es mínima en
América Latina. Será necesario que se formen más educadores, más cientistas ambientales, médicos, economistas, técnicos
en salud, o sea, profesionales de todos los sectores para enfrentar las implicaciones del fenómeno. Inclusive la defensa civil
de los países tendrá que capacitarse para manejar los impactos del aumento del nivel del mar, o las inundaciones
devastadoras.
Será también necesario que se amplíen las bases de la democracia ambiental. Las decisiones que deben tomarse para la
contención del fenómeno, tienen implicaciones económicas y sociales serias. Y la sociedad debe tener acceso a los
mecanismos y espacios de decisión sobre el tema y, especialmente, acceso a la información pertinente para tomar las
decisiones en forma consciente y consecuente. Es necesario que sean creados foros de concientización, discusión y
capacitación, abriendo las instancias tomadoras de decisión a la consulta pública, capacitando a los ciudadanos para que
participen en la definición de los rumbos de la gestión del tema público, asumiendo así, compromisos y riesgos.
Estamos frente a un problema cuya solución implica transformaciones reales del actual paradigma de desarrollo. Depende
de la formación de una ciudadanía planetaria, de ciudadanos preocupados y comprometidos con el futuro de la vida en la
Tierra. Esto supone la alteración de la matriz energética del planeta, en donde predomina el uso de combustibles fósiles.
Será necesario "descarbonizar" las actividades humanas para que se pueda "descarbonizar" la atmósfera, evitando
alteraciones climáticas peligrosas para la presencia humana en la Tierra y alteraciones relevantes de hábitats y otras formas
de vida.
Este cambio de la matriz energética cambiará padrones de consumo y producción. Se hará necesario producir de manera
más eficiente, no solamente bajo el punto de vista económico, sino también ambiental y energético. Será indispensable
consumir de manera más eficaz, menos predatoria. El consumidor-ciudadano consciente será el actor de este nuevo
paradigma. El consumidor consciente es el agente capaz de exigir del sector productivo una producción más limpia, más
respetuosa de la vida y del ambiente.
El cambio de estilos de vida también se vuelve indispensable. Aquí se encuentran las mayores resistencias al proceso de
transformación. Algunos países desarrollados alegan que no será necesario que sus ciudadanos, ya acostumbrados a un
alto estándar de vida, dejen de vivir de manera tan cómoda. Pretextan que nuevos descubrimientos tecnológicos harán
posible vivir tan bien como viven hoy y promover el equilibrio climático. Sólo el tiempo probará si de hecho es verdad.
Pero, definitivamente, es preferible prevenir antes que curar. El hecho es que los cambios deben ser rápidos. Nos queda
menos de un siglo para abandonar los combustibles fósiles, la producción industrial altamente poluyente, las acciones
predatorias sobre los bosques y el manejo predatorio del suelo, a fin de garantizar la viabilidad de todas las formas de vida
en la Tierra. Debemos aprender de lo que quedó demostrado en la última década, a partir de la Conferencia de Río de
1992: el desarrollo se debe controlar a través de criterios de sustentabilidad, respetando las exigencias de conservación
ambiental, equidad, y, las futuras generaciones, sometiéndose a procesos de participación y negociación social.
MONZÓN SUDAMERICANO: LA INTEGRACIÓN DE LA CIRCULACIÓN AMAZÓNICA Y ALTIPLÁNICA Y LAS VARIABILIDADES
CLIMÁTICAS DEL ALTIPLANO ANDINO CHILENO
THE SOUTH AMERICAN MONSOON: INTEGRATION OF BOTH AMAZONIO AND ALTIPLANO CIRCULATIONS AND CLIMATIC
VARIABILITIES OF THE CHILEAN ANDEAN PLATEAU
Magaly Mendonça1
1Universidad Federal de Santa Catarina, Departamento de Geociencias, Florianópolis, Brasil.
RESUMEN:

Este artículo presenta, a partir de la consideración de los datos de precipitaciones mensuales y anuales, un análisis de la
integración de la circulación amazónica y altiplánica que vincula al centro del continente sudamericano con los Andes
centrales. Bajo ciertas circunstancias atmosféricas, masas de aire de la Amazonia pueden alcanzar hasta el altiplano que
bordea por el oriente el desierto de Atacama respondiendo a los factores que activan la actuación del monzón amazónico o
sudamericano en el verano: convección termal, posición de la alta de Bolivia, desplazamiento de la corriente de Chorro
subtropical, comportamiento de la baja del Chaco, todo ello acoplado en forma significativa con eventos ENSO, oscilación
decadal del Pacífico y convergencia antártica. Las relaciones geográficas que se observan requieren un análisis espacial
integrado de la región sudamericana, que supere las ficticias divisiones nacionales de los climas, sustituyéndola por análisis
que contribuyan a su predicción y mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes enfrentados a las variabilidades y
cambios climáticos.
Palabras claves: Monzón sudamericano; variabilidad de las precipitaciones; circulación atmosférica

Este artículo presenta, a partir de la consideración de los datos de precipitaciones mensuales y anuales, un análisis de la
integración de la circulación amazónica y altiplánica que vincula al centro del continente sudamericano con los Andes
centrales. En todo Chile la alta cordillera de los Andes representa una frontera para la circulación atmosférica, separando
casi completamente el sector Este o continental sudamericano del oeste o Pacífico, donde se localiza el desierto de
Atacama, uno de los más áridos del mundo. Bajo ciertas circunstancias atmosféricas, masas de aire de la Amazonia pueden
alcanzar hasta el altiplano que bordea por el oriente el desierto de Atacama, mientras que en la mayor parte del país esta
cordillera, elevada y maciza, anula la influencia atlántica. Las lluvias en el altiplano andino se concentran en verano
(diciembre-marzo) y se registran irregularmente sobre los 3.000 m de altura. En verano la corriente en chorro subtropical,
que domina la circulación con una componente del oeste, tiene menor intensidad y se localiza más hacia el sur,
permitiendo la actuación en las capas troposféricas cercanas a la superficie altiplánica de una débil componente del este y
la advección episódica de aire húmedo desde la cuenca amazónica. Aceituno (1996) propone un esquema de circulación
regional que considera la advección de vapor de agua desde la cuenca amazónica, centrada en los meses de verano. De
esta manera, la temporada de lluvias viene después del máximo forzamiento radiactivo de la superficie altiplánica, que
ocurre en la transición primavera-verano, demostrando con ello que este no es suficiente para el desarrollo de la
nubosidad convectiva. En este sentido una explicación para la temporada de lluvia en el altiplano andino se asocia a la
activación del monzón sudamericano.

METODOLOGÍA

Respecto de los climas del altiplano andino se analizarán datos de las regiones chilenas de Arica-Parinacota y Taparacá,
localizadas entre las latitudes 18° y 21°S -abarcando desde el límite norte de Chile con Perú hasta el salar de Coposa-. Para
la interpretación de las causas de las lluvias se consideró el estudio de dos transectos latitudinales que se extienden, el
primero mediante la sección norte (regiones de Arica-Parinacota) y el segundo en la sección sur, correspondiente a la
región de Tarapacá, desde la costa hasta las cuencas altiplánicas de Caquena y Cancosa, ambas localizadas sobre los 4000
msnm (Figura 1). Los gráficos utilizados son compilados de Romero et al., 2011, donde los autores discuten las
características climáticas del norte del altiplano chileno. También fueron consultadas otras bases bibliográficas como
Aceituno (1990 y 1996), entre otros. Al mismo tiempo se agregan resultados interpretativos de datos de temperatura y
precipitación pertenecientes a la red meteorológica de Bolivia, analizados por Seiler et al. (2013), considerando índices de
cambios climáticos y variabilidades de baja frecuencia, así como la Oscilación Decenal del Pacífico (ODP o PDO en inglés),
Fenómeno El Niño Oscilación Sur (ENOS, ENSO en inglés) y Oscilación Antártica (AAO, en inglés). Adicionalmente se hacen
referencias acerca de trabajos realizados en Brasil que abordan algunas de esas variabilidades.

Los contextos climáticos

Las condiciones climáticas del altiplano andino son básicamente controladas por la altitud (3.700 msnm, en promedio) y
latitud (en la zona intertropical). Las temperaturas son considerablemente inferiores a las registradas a nivel del mar o en
las planicies del este y las extremas diarias están parcialmente determinadas por las variaciones estacionales de nubosidad
y del contenido de vapor de agua en la atmosfera. Aceituno (1996) muestra que el contenido de humedad atmosférica en
la localidad de Visviri (próxima el hito tripartito de la frontera Chile-Perú-Bolivia) es particularmente reducido durante el
invierno (3gr Kg-1) cuando predomina una circulación del oeste, aumentando más que al doble (7gr Kg-1) en algunas horas
durante el verano, pudiendo alcanzar valores superiores (9gr Kg-1) en periodos de advección de aire húmedo desde el este.

Las lluvias ocurren de diciembre a marzo (Figura 1) como resultado de la intensa actividad convectiva de la región tropical
del continente, de la que hacen parte los Andes Centrales y que en verano alcanza su mayor intensidad y máximo
desplazamiento hacia el sur (Aceituno, 1996). Los registros de precipitaciones en otras estaciones del año son escasos y se
asocian a perturbaciones frontales provenientes desde el Pacífico, cuyo impacto alcanza el sector sur occidental del
Altiplano (Viulle, 1996).
La distribución espacial de las precipitaciones de la región norte del desierto de Atacama demuestra que estaciones
ubicadas a menor altura, como es el caso de Arica (58 msnm), registran pocos milímetros de lluvias, pero en las estaciones
de mayor altura, los montos anuales pueden superar los 700 mm (Figura 2).
En la región de Tarapacá se observa una reducción en los montos de las precipitaciones en la medida que aumenta la
latitud, pero al igual que en el caso anterior, solo en el caso de Cancosa, que se encuentra sobre los 3.000 msnm, se
registra un promedio de 150 milímetros anuales, en cuanto las estaciones restantes poseen montos inferiores a los 80
milímetros (Figura 3) (Romero et al., 2011).
Las lluvias en el altiplano chileno, además de su concentración en verano, alcanzan valores máximos en el borde occidental
que superan el 90% del total anual, demostrando una naturaleza episódica. Ocurren principalmente después del mediodía,
asociadas a intensos chubascos caracterizados por nubosidad convectiva de fuerte desarrollo vertical y gran actividad
eléctrica. El inicio y mantenimiento de la nubosidad convectiva depende del forzamiento radiactivo y del relieve local, pero
los períodos húmedos (secos) en el sector norte (aproximadamente 17°S) se caracterizan por una alta da Bolivia (AB, Figura
4) anormalmente intensa (débil) y desplazada hacia el sur (norte) (Aceituno y Montecinos, 1993).
En Bolivia, las precipitaciones varían entre 2502.000 mm/año debido el relieve, siendo crecientes hacia las tierras bajas.Las
precipitaciones estacionales oscilan entre 50 y 250 mm mensuales en verano y entre 0 y 60 mm en el invierno. Días secos
consecutivos también aumentan desde las tierras bajas hacia el Altiplano, yendo desde menos de 1 mes en las tierras bajas
del noroeste hasta 5 meses en el Altiplano suroeste. Días consecutivos húmedos varían entre 5 y 8 mm con valores más
altos en las tierras bajas del norte y menores en las tierras bajas del sur y el Altiplano. Las precipitaciones alcanzan
intensidades de 6 a 18 mm (días húmedos) y durante intervalos de días muy húmedos, fluctuando sumas entre 50 y 400
mm/año (Seiler et al., 2013). La temporada de lluvias pronunciadas conduce a inundaciones periódicas de enero a marzo
en las sabanas de las tierras bajas (Bourrel et al. 2009). Sin embargo, las inundaciones en los Andes también son posibles,
especialmente en las zonas de captación del lago Titicaca y Poopó (PNUD 2011). Las sequías tienen lugar principalmente de
junio y agosto en las tierras bajas del sur y en la parte suroeste del Altiplano (CONARADE, 2010). El verano más cálido (DJF)
y el invierno más frío (JJA) coinciden con la estación húmeda y seca, respectivamente
.

La concentración de la precipitación en verano, su significativa variabilidad espacial caracterizada por un aumento de


montos hacia el norte y hacia el este, demuestra la fuerte dependencia del aire húmedo proveniente del sector amazónico.
El desplazamiento de la faja convectiva hacia al sur empieza con el equinoccio de primavera en septiembre, meses antes de
la temporada de lluvias, y alcanza montos aún bajos en diciembre. Así, la mayor advección del aire del este parece hacer
parte de un esquema de circulación más amplio (Aceituno, 1996) que puede ser explicado por el sistema de monzón de
América del Sur. De este sistema participan centros de acción de superficie y altitud, semifijos y estacionales.
La estructura y dinámica del monzón sudamericano
El sistema del monzón sudamericano comprende una compleja y dinámica estructura espacial integrada principalmente
por el cinturón de la Alta Subtropical del Atlántico Norte (ASAN), la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), la Alta
Subtropical del Pacífico Sur (ASPS), Baja Térmica del Chaco (BCH), Zona de Convergencia del Atlántico Sur (ZCAS) y los
frentes atmosféricos del Sur (FS), como se observa en la imagen satelital captada por NOAA (Administración del Océano y
Atmósfera de los Estados Unidos) y procesada por el Centro de Investigaciones del Tiempo y Estudios Climáticos (CPTEC en
portugués) del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE en portugués) de Brasil, para el 13 de enero de 2010 a
las 18 horas (Figura 5).
La caracterización de la circulación del monzón consiste en reversiones estacionales en la dirección de los vientos, que
causan veranos lluviosos e inviernos secos (Morany Morgan, 1986), lo que solo se verifica en la región Centro Oeste del
Brasil y en el Altiplano andino, y no en el resto de América del Sur.
El desarrollo del sistema del monzón se inicia durante la primavera, debido al aumento de la convección profunda sobre el
noroeste de la cuenca Amazónica, que avanza en dirección al sureste de Brasil en noviembre cuando ocurre un cambio en
la dirección de los flujos de aire del oeste a uno del este a los 200 hPa cerca de los 20°S (Gan, Rodrigues y Rao, 2009). El
inicio, basado en varios autores y diferentes métodos y técnicas, es identificado en la primera quincena de octubre, el más
temprano, o en la primera quincena de noviembre el más tardío. En esa variabilidad parece influir el fenómeno ENOS
(Marengo et al., 2012).
En octubre ya se puede identificar, en la alta troposfera, la alta de Bolivia (AB, Figura 6) ubicada sobre el Perú y oeste de
Amazonia y una depresión en línea localizada sobre el Atlántico sur tropical y subtropical, cerca de la costa del noreste del
Brasil. La AB es una circulación anticiclónica de gran escala que ocurre en la troposfera superior resultante del aumento de
la convección continental en la Amazonia, relacionada con el avance meridional de la Zona de Convergencia Intertropical
(ZCIT), que en conjunto con la Corriente del Jet Subtropical atraen más hacia el sur el cinturón ecuatorial de los vientos del
este (Aceiutuno, 1996).
Entre la primavera y el verano los flujos de noreste de la Alta Subtropical del Atlántico Norte (ASAN) penetran en la región
tropical del continente, y en parte por efecto de la cordillera de los Andes, convergen hacia la llanura central de América
del Sur, donde se encuentra la Baja del Chaco (Gan, Rodrigues y Rao, 2009). La Baja Térmica del Chaco (BCH) se activa en
superficie por el calentamiento convectivo continental aumentando el gradiente de presión con el Atlántico, generando
desde la Alta Subtropical del Atlántico Sur (ASAS) flujos lentos del este que desplazándose en superficie llegan a los Andes.
El cambio de dirección de los vientos también ocurre concomitantemente con el desplazamiento de la AB que en enero ya
se posiciona más al sur, entre Bolivia y el Mato Grosso del Sur (Alves, 2009).
Las estaciones secas y lluviosas son caracterizadas por la inversión de los vientos zonales al inicio y término de las mismas:
los vientos son del este (oeste) en los bajos (altos) niveles atmosféricos durante la estación seca, y del oeste (del este) en la
estación lluviosa (Gan, Kousky Y Ropelewsky, 2004). O sea, en la estación húmeda los vientos del noroeste de la Amazonia y
los del este del océano convergen hacia la BCH, ascienden en su centro y divergen en los altos niveles atmosféricos sobre el
continente, suministrando el aire húmedo de la convección tropical profunda que ocurre en la planicie continental al este
de la cordillera (Romero et al. 2011). En los altos niveles atmosféricos, debido al posicionamiento de la AB a 200 hPa, el
vapor de agua del este del continente logra traspasar la barrera de los Andes y transportar humedad hacia el altiplano del
norte chileno.
Los máximos totales de precipitaciones entre diciembre y febrero sobre la mayor parte de la región tropical de América del
Sur ocurren con el establecimiento de la Zona de Convergencia del Atlántico Sur (ZCAS), que representa al monzón bien
configurado. La ZCAS es un escurrimiento convergente de humedad en la baja atmosfera que se presenta como una faja de
nubosidad y lluvias con orientación noroeste-sureste, que se extiende desde la Amazonia hacia el sureste de Brasil y
también con frecuencia sobre el océano Atlántico Subtropical (Carvalho y Jones, 2009). El flujo transiente de humedad de la
Amazonia es importante para la mantención de la ZCAS y su localización es influenciada por la topografía en el centro-este
de Brasil, que a su vez influencia notoriamente la posición e intensidad de la AB (Vera et al. 2006a). Aunque la ZCAS sea
observada en todos los veranos, hay variabilidad en su organización espacial, intensidad de las lluvias y circulación, que
influencian en la ocurrencia de eventos extremos como anegamientos y deslizamientos de tierra. La ausencia de las ZCAS
puede representar, al contrario, largos periodos de sequías o de mala distribución de lluvias (Carvalho y Jones, 2009).

La actividad, persistencia y extensión espacial de la ZCAS está asociada a la variación de la Radiación de Ondas Largas (ROL),
en regiones con ROL < 200 Wm-2. La intensidad no depende de su extensión sobre el océano, pues se puede observar
intensa y persistente actividad convectiva en el continente sin que ocurra lo mismo sobre el océano. Al contrario, también
puede ocurrir intensa convección sobre el océano y sureste brasileño independiente de lo que ocurre en el interior del
continente. Jones y Carvalho (2002) muestran que los vientos del oeste de los bajos niveles que cruzan el Ecuador en
dirección hacia el sur y terminan en una circulación ciclónica sobre Argentina, están asociados a regiones extensas de
convección y lluvias en el Altiplano de Bolivia y norte de América del Sur, caracterizando presencia de ZCAS. En los periodos
de ausencia o debilitamiento de las ZCAS (NZCAS) aumenta el número de sistemas convectivos de mesoescala en el
noroeste de la Amazonia, lo que muestra que el transporte de humedad de los trópicos para los extratrópicos de
Sudamérica también es más eficiente durante regímenes de ZCAS.

Otro componente del sistema de monzón es el Chorro de Bajos Niveles (LLJ, en inglés), vientos que tienen velocidad
máxima en torno de los 2.000 m y ocurren en el lado este de la cordillera de los Andes, que bloquea la circulación de los
bajos niveles provocando la canalización del aire y transporte de humedad desde la cuenca Amazónica hacia la cuenca de
Paraná-Plata, afectando el tiempo y clima de la región este de los Andes. Las variaciones en el transporte de humedad
pueden generar condiciones de tiempo severas asociadas a grandes nubes convectivas en la región de salida del Chorro
causando tormentas e inundaciones. En verano el suministro de humedad es originado por el paso de los alisios sobre la
región de evapotranspiración del bosque, mientras que en invierno proviene principalmente del océano divergente de la
Alta Subtropical del Atlántico Sur (ASAS). El transporte de humedad integrado verticalmente es mayor en la región este del
Chorro en verano e invierno, pero más intenso en la estación estival por la convergencia de los flujos de los alisios y del
Atlántico en el sur del Brasil (Marengo, Ambrizzi y Sores, 2009). Salati et al. (1979) señalan que cerca de 44% del flujo de
vapor de agua que sale de la cuenca Amazónica transportado por los vientos alisios va a condicionar el clima de otras
regiones de América del Sur. Mechoso et al. (2005) indican que la humedad transportada desde la Amazonia por el Chorro
de Bajos Niveles (LLJ) hasta la porción central da Sudamérica, aumenta la convergencia del flujo de humedad y la
precipitación en la región de la Baja del Chaco, mientras en altos niveles la AB es observada cerca de la región de máxima
precipitación, asociada a la subsidencia sobre el Pacífico, donde crea una capa de estratocúmulos, característica semejante
a la observada sobre regiones de monzón de otras partes del globo. Así, en ciertos periodos el Chorro (LLJ) también
contribuiría para el aumento de la humedad sobre el Altiplano gracias a la divergencia en la AB. Para Garreaud, Vuille y
Clement, (2003) la condición episódica de las lluvias demuestra un incremento de la humedad que permite a las corrientes
ascendentes locales generar precipitaciones. Los vientos zonales tienen una estrecha relación con los húmedos del este y
los secos del oeste. Flujos zonales anómalos han sido asociados con cambios en la posición e intensidad de la Alta de Bolivia
con el centro cerca de los 15°S y 65°W durante el verano, que a su vez se relaciona con el cuasiestacionamiento de las
ondas de Rossby que arriban desde las latitudes medias del Pacífico Sur y se amplifican sobre América del Sur subtropical.
Como la precipitación del Altiplano andino tiende a concentrarse en una semana, seguida por un período de sequía de la
misma duración, el monzón no es continuo durante toda la estación lluviosa, teniendo una secuencia de fases activas e
inactivas, que varían en frecuencia e intensidad de un año para otro. La estación lluviosa en toda Sudamérica puede
registrar precipitaciones por sobre o bajo lo normal, que es una característica de su alta variabilidad. Aún más, cuando el
monzón está en la fase activa ocurren días con poca o con mucha precipitación. Las tempestades convectivas se organizan
a mesoescala, abarcando los Andes Centrales y también a escala topoclimática, diferenciando el comportamiento de las
mesetas, laderas y ejes de drenaje fluviales de cada una de las cuencas altiplánicas (Romero et al., 2011). La combinación
de circulación de meso y topoescala climática ha desencadenado eventos extremos de lluvia en varias regiones del Brasil
(Rio de Janeiro, Sao Paulo, Minas Gerais, Santa Catarina, Rio Grande do Sul), así como en Chile en las regiones de Arica-
Parinacota, Tarapacá y Antofagasta entre 2010 y 2013.
Gan, Rodrigues y Rao (2009) sugieren que los períodos secos pueden estar asociados a la intensificación de las Corrientes
de Chorro de los Bajos Niveles (LLJ), así como la fase activa estaría asociada a la actuación de sistemas sinópticos, como
sistemas frontales y vórtices ciclónicos en los altos niveles atmosféricos, que embutidos en la Zona de Convección Tropical
(ZCT) aumentan el total de las precipitaciones en la región monzónica. La ausencia de los sistemas sinópticos disminuiría el
total de precipitaciones, caracterizando la fase inactiva. Sin embargo, hay una variabilidad espacial de la distribución de las
lluvias asociada a actuación de los distintos sistemas que afectan el tiempo en Sudamérica. Marengo et al. (2009) señalan
una fase de dipolo cuando una ZCAS fortalecida suprime la convección hacia el sur induciendo ondas de calor sobre las
regiones subtropicales y otra en que la supresión de la ZCAS incrementa la convección hacia el sur, por el fortalecimiento
del Chorro (LLJ), cuyo transporte de humedad de la cuenca Amazónica puede causar eventos extremos de corta duración
en las planicies del centro de Argentina.
Las variabilidades de baja frecuencia
La extrema variabilidad interanual de las precipitaciones altiplánicas se manifiesta en la ocurrencia de años completamente
secos, hasta otros, que en función de la altura, pueden aproximarse a 1.000 mm anuales. Los sistemas de precipitación
pueden ser potencializados por la presencia de la fase fría del ENSO en verano, como por ejemplo ocurrió en 1984 y 2001
cuando se registraron montos totales de precipitaciones cercanos o superiores a 100 milímetros en las estaciones de la
región de Taparacá y muy superiores en Arica y Parinacota. Cancosa presentó valores superiores a 350 mm en los dos
eventos La Niña mencionados. En la región de Tarapacá, en las estaciones por sobre los 2.500 msnm, los mayores totales
fueran registrados en 1984, mientras en Arica y Parinacota ocurrieron en 2001, a pesar que en Chucuyo destácase el total
de 1984. La desigual distribución espacial se observa por mayores montos en las estaciones ubicadas en altitudes elevadas
más al norte y este de estas regiones.
Existe así una relación entre las anomalías de los vientos locales y el comportamiento del Océano Pacífico. Los vientos del
nivel superior son parte de la amplitud de la respuesta atmosférica al patrón espacial de la temperatura superficial del mar
(TSM) en el Pacífico Tropical y proporcionan la conexión física entre la forzante oceánica y el clima de los Andes centrales.
Garreaud, Vuille y Clement (2003) muestran (Figura 7) una influencia significativa de El Niño Oscilación del Sur (ENSO) en la
precipitación registrada en los meses de diciembre, enero y febrero en el Altiplano, lo que es resultado de una pronunciada
gradiente de presión entre las latitudes tropicales y subtropicales del sur, consistente con las relaciones este/húmedo y
oeste/seco derivadas de la escala sinóptica. Con el enfriamiento de la zona tropical del Pacífico (Fenómeno La Niña) hay un
estrechamiento de la troposfera tropical y por tanto un mayor aumento en el flujo del este hacia el Altiplano, en respuesta
a las diferencias de presión y temperatura entre las latitudes tropicales y subtropicales del sur, revirtiendo el patrón
durante los veranos secos. Por tanto el gradiente de presión es un factor dominante para regular la precipitación en el
Altiplano, aspirando la humedad disponible en las tierras bajas tropicales (Garreud, Vuille y Clement, 2003) (Figura 7).
La influencia del ENSO también es observada en el sistema de monzón, resultando en fechas anticipadas y atrasadas para
inicios tardíos durante periodos El Niño y adelantados en episodios La Niña para la temporada de lluvias en Brasil (Marengo
et al., 2012 y sus referencias). Estos mismos autores señalan cambios interdecadales a mediados de 1970 correspondientes
a Oscilaciones del Pacífico (ODP) y Atlántico Norte (NAO), con diferencias menores en la circulación de Hadley y del monzón
entre los períodos de 1958-1976 y 1977-1995, así como en la circulación de Walker, que en el segundo período presentó
centros de presión más débiles y más distantes hacia el oeste del Pacífico. Otros autores citados también identifican
aumento en el flujo de humedad verticalmente integrado sobre Sudamérica después de 1971-72.
Seiler et al. (2013) cuantificaron los impactos de la Oscilación Decadal de Pacífico (ODP), El Niño Oscilación Sur (ENOS), y
Oscilación Antártica (AAO) sobre la precipitación media y extrema y detectaron tendencias desde 1960 hasta 2009 en
Bolivia, distinguiendo entre las regiones y las estaciones climatológicamente contrastantes. Los autores encontraron que la
cantidad total de lluvia, así como el número de eventos extremos, fueron mayores durante fases positivas de ODP, en años
El Niño (EN) y La Niña (LN) en las tierras bajas. Durante el verano austral (DJF), EN llevó a condiciones más secas en los
Andes, con precipitación más variable. Los totales de precipitación aumentaron desde 1965 hasta 1984 (12% en DEF y 18%
en JJA) y después disminuyeron (-4% en DEF y -10% en JJA), siguiendo aproximadamente el patrón de la ODP. Las
tendencias de los extremos climáticos en general corresponden a las tendencias de las medias climáticas. Los autores, sin
embargo, son muy cautelosos con sus propias interpretaciones y confianza de los datos.
Consideraciones finales
La investigación acerca del origen y variabilidad de las lluvias en el Altiplano chileno, porción de un país que no hace
frontera con Brasil, es una prueba contundente de que la naturaleza y no solamente la historia une a los pueblos
latinoamericanos.No habría dudas acerca de la ausencia de fronteras en el caso de la atmosfera, pero sí en la consideración
de las influencias provenientes del este que avanzan hacia oeste. El Sistema de Monzón, aún poco conocido por los
geógrafos, demuestra que mucho más nos une que separa, que traspasar las fronteras políticas del conocimiento es hoy
una necesidad.La expansión urbana experimentada con gran intensidad y poca ciencia en nuestros países revela cada día
los innúmeros desastres calificados como naturales, que son bastante selectivos en sus consecuencias sociales. Buscar y
encontrar en la naturaleza y sociedad las respuestas para evitar el desastre y distribuir las ganancias ofrecidas por nuestros
climas es un desafío que necesita ser enfrentado. Si la naturaleza es capaz de generar medios para la distribución de la
humedad, desafiando la propia geografía, debemos ser capaces de generar un ambiente de investigación y discusión
académica para encarar y aprender con nuestras buenas y malas experiencias de mitigación del flagelo de los desastres
naturales y de la inclusión de nuestros pueblos en la calidad de vida que puede ofrecer la sociedad urbana moderna.
El sistema de monzón y sus componentes demuestran la extrema complejidad de las interacciones naturales, donde el
océano, la radiación solar, la vegetación, el releve, entre otros factores, se combinan para determinar la lluvia o la sequía,
la distribución de beneficios y riesgos en el espacio y tiempo. Conocer profundamente esos procesos y mecanismos, a
partir de la colaboración académica internacional, puede llevarnos a la anticipación de los desastres, al monitoriamiento de
los riesgos y al manejo de las potencialidades de las interfaces entre los sitios, la sociedad y atmósfera buscando generar
riqueza y calidad de vida.Profundizar la influencia de cada componente del sistema de monzón en cada porción del suelo
latinoamericano, de modo de sacar provecho de las variabilidades anuales, interanuales e interdecadales, a partir del
delineamiento de distintos escenarios que administrados en conjunto pudiesen beneficiar la producción alternada de
bienes siendo una buena manera de enfrentar las crisis económicas en que vivimos permanentemente.

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