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© Norma Huidobro 2012

© Grupo Editorial Norma, 2012


Av. Leandro N. Alem 1074, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Reservados todos los derechos.


Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra
sin permiso escrito de la editorial.

Marcas y signos distintivos que contienen la denominación


“N”/Norma/Carvajal ® bajo licencia de Grupo Carvajal (Colombia).

Impreso en la Argentina – Printed in Argentina

Primera edición: mayo de 2012


Primera reimpresión: diciembre de 2012
Sexta reimpresión: febrero de 2018

Edición: Natalia Méndez y Laura Leibiker


Coordinación: Daiana Reinhardt
Diseño de colección: Verónica Colombo
Ilustraciones: Lucía Mancilla Prieto
Gerencia de producción: Gregorio Branca

CC: 61074437
ISBN 978-987-545-302-9

Huidobro, Norma
El paraguas floreado / Norma Huidobro. - 1a ed . 6a reimp. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Grupo Editorial Norma, 2018.
128 p. ; 13 x 19 cm.
ISBN 978-987-545-302-9
1. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. I. Título.
CDD A863.928 2
LOS CASOS DE ANITA DEMARE

El paraguas
floreado
Norma Huidobro

www.edicionesnorma.com/argentina

Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de México, Guatemala, Lima,


San José, San Juan, Santiago de Chile
Índice

1• Lluvia de verano............................................... 9
2• ¿El paraguas…?............................................. 15
3• Información de primera mano................. 21
4• Declaración de la víctima......................... 29
5• Hora de anotaciones.................................. 37
6• Ana Laura y el paraguas negro............... 41
7• ¿La punta del ovillo?.................................. 45
8• El cuchillo de obsidiana............................ 51
9• Todo empieza a encajar y dos más
dos son cuatro.................................................. 57
10 • Cuando dos más dos son cinco................... 63
11 • Choripán, buenísimo.................................. 67
12 • Ni una pálida estrellita.............................. 71
13 • Oscuridad y silencio.................................. 75
14 • Late un corazón.......................................... 81
15 • El olor de la tierra...................................... 85
16 • Regreso con gloria..................................... 91
17 • El barrio comenta...................................... 95
Quién es quién...

matías

ulises

anita ana laura


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las hermanas andrea
Pastorino y pablo

ana maría

¿? beatriz
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1 Lluvia de verano

Me encanta la lluvia. Y las tormentas. Y el viento, los


truenos, los relámpagos y cuando el cielo se pone os-
curo en pleno día y de golpe se siente ese olorcito a
lluvia, antes de que llueva, quiero decir. Esos días me
gusta quedarme en casa, leyendo o mirando películas
y series por televisión, pero también me gusta salir y
mojarme un poco, sobre todo con las lluvias de vera-
no, esas que llegan como una bendición en los días de
calor insoportable.
En eso, en lo del calor insoportable y pegajoso, es-
tuvimos más de una semana hasta que, al fin, el lunes
a media mañana el cielo se nubló y empezó a soplar un
vientito suave con olor a tierra, que nos tuvo esperan-
zados todo el día con la llegada de la lluvia, aunque se
hizo desear bastante, porque recién llovió a la noche.
¡Qué alivio! Estábamos comiendo con mi abuela, cuando
se largó con todo. Torrentes de agua cayendo furiosos,

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golpeando los vidrios, formando charcos hasta en el
patio. Corrí a la ventana de la peluquería, que es la
única que da a la calle, abrí una de las hojas de vidrio
y aspiré con todas mis fuerzas: el olor de la lluvia me
vuelve loca. Me quedé un rato ahí, mirando la plaza y
el centelleo de las gotas debajo de los faroles, titilan-
tes y luminosas como estrellitas. Esa noche leí hasta
tarde, acostada en la cama y escuchando el ruido del
agua al deslizarse por la canaleta que baja de la terra-
za, y el golpeteo en los vidrios de mi ventana y sobre
el techo de chapas del lavadero.
El martes amaneció nublado, pero sin lluvia; sí con
amenaza de lluvia, como que en cualquier momento
se largaba. A las nueve en punto, mi abuela abrió la
peluquería y dos clientas ya la estaban esperando en
la vereda. Yo terminé de desayunar tranquila, hice mi
cama, ordené un poco la cocina, agarré el changuito,
la lista de compras que me había dejado mi abuela y
salí para el chino. Siempre salgo por el pasillo del cos-
tado, pero no hice más que poner un pie en la vereda
cuando mi abuela se asomó por la puerta de la pelu-
quería con un paraguas en la mano; ni que fuera bruja.
–Qué manía esa de salir sin paraguas, ¿no ves que
está por llover? –me dijo, mientras me extendía uno,

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grande y negro, que hacía años alguien había olvidado
en la peluquería y que, al no ser reclamado por nin-
guna de sus clientas, mi abuela había colgado en la
parte inferior de un perchero de pie que está junto a
los secadores, para que prestara sus servicios a quien
lo necesitara.

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Agarré el paraguas, lo metí en el changuito y me
fui al chino. Por suerte había poca gente, así que salí
rápido. No hice más que doblar por San Antonio para
cruzar hacia la plaza, cuando vi un amontonamiento
de gente en la esquina de Santo Domingo, justo don-
de está la parrilla de los padres de Matías. Me apuré,
a ver qué pasaba, y ya estaba llegando a la esquina,
cuando lo veo a Matías que viene corriendo hacia mí.
–¡Anita! ¡Le robaron a Beatriz cuando salía de la casa!
¡Y la tiraron al suelo! ¡Mi hermano la va a llevar al hos-
pital!
A Beatriz la conozco desde que nací, no sólo por
ser vecina del barrio, sino, más que nada, porque es
clienta de mi abuela. Cuando llegué a la esquina, el
auto de los padres de Matías doblaba por San Antonio,
con el mayor de sus cuatro hijos al volante. Beatriz y
su hermana Marta iban en el asiento de atrás.
–Parece que Beatriz se rompió un brazo –dijo Matías.
–Pobre… ¿Y qué le robaron?
–El paraguas.

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