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El príncipe feliz (Oscar Wilde)

(Adaptación)

Narrador: En la parte más alta de la ciudad, sobre una columna se alza la estatua del príncipe feliz. Estaba
toda revestida de madre selva de oro fino. Tenia como ojos , dos destellantes zafiros y un gran rubí rojo
ardía en le puño de su espada.

- Es hermoso como una veleta , observo uno de los miembros del concejo municipal.
- ¿Por qué no eres como el príncipe feliz?, preguntaba una madre a su hijo mientras este le pedía un trozo
de pan.
- Me hace dichoso ver que hay un en el mundo alguien que es completamente feliz, murmuraba un hombre
fracasado.
- verdaderamente es un ángel murmuraban los niños del orfanato.

Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad, seis semanas antes habían partido sus amigas
a Egipto; pero ella se quedo atrás.

Golondrina: ¿Dónde buscare abrigo?, supongo que en la ciudad habrán preparativos para recibirme.

Narrador: Entonces diviso la estatua del príncipe feliz sobre la columnita.

Golondrina: Voy a cobijarme allí, el sitio es bonito, hay mucho aire fresco.

Narrador: y Se dejo caer precisamente a los pies del príncipe feliz y se dispuso a dormir. Pero al ir a colocar
su cabeza bajo el ala, le cayo encima una pesada gota de agua.

Golondrina: ¡Que curioso!, no hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, y sin
embargo llueve, el clima del norte de Europa es verdaderamente extraño.

Narrador: Entonces cayó una nueva gota.

Golondrina: ¿Para qué sirve una estatua si no cubre de la lluvia?

Narrador: La golondrina miró hacia arriba y vio que los ojos del príncipe estaban arrasados de lágrimas, que
corrían sobre sus mejillas de oro.

Golondrina: ¿Quién eres?

Príncipe: Soy el príncipe Feliz.

Golondrina: Entonces , ¿Por qué lloriqueas de ese modo?, me has empapado entera!

Príncipe: Cuando yo estaba vivo, vivía en el palacio de la despreocupación en el que no se permitía la


entrada al dolor. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupo lo que había
detrás de ella.
Ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver la fealdad y miserias de mi ciudad, y aunque
mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.

Allí abajo, allí abajo, en una callejuela, hay una pobre vivienda. Una de las ventana esta abierta y por ella
puedo ver a una mujer sentada ante una mesa. Su rostro está enflaquecido y ajado. Tiene las manos
hinchadas y enrojecidas, llena de pinchazos de aguja, porque es costurera. Sobre un lecho, en el rincón del
cuarto yace su hijito enfermo, tiene fiebre y pide naranjas. Su madre no puede darle más que agua de rio,
por eso llora.
Golondrina, golondrinita, ¿no quieres llevarle el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos a este
pedestal, y no me puedo mover.

Golondrina: Me esperan en Egipto, mis amigas revolotean por aquí para allá sobre el Nilo y charlan con los
grandes lotos.

Príncipe: Golondrina, golondrinita, ¿No te quedaras conmigo una noche y serás mi mensajera? Tiene tanta
sed el niño y tanta tristeza la madre!..

Golondrina: aunque no me agraden los niños, me quedaré una noche contigo y seré tu mensajera.

Príncipe: Gracias golondrinita.

Narrador: Entonces la golondrina arrancó el gran rubí de la espada del príncipe y llevándolo en el pico, voló
sobre los tejados de la ciudad.
Al fin llego a la pobre vivienda y echo un vistazo adentro, la golondrina salto a la habitación y puso el gran
rubí en la mesa, sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente alrededor del lecho,
abanicando con sus alas la cara del niño.

Niño Enfermo: ¡Que fresco mas dulce siento!

Narrador: Entonces la golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el príncipe Feliz y le contó lo que había echo.
Golondrina: ¿Tienes algún encargo para Egipto? Mis amigas allá me esperan.

Príncipe: Golondrina, golondrinita, allá abajo, al otro lado de la ciudad veo a un joven, se esfuerza para
terminar una obra para el director de teatro, pero siente demasiado frio y cansancio para escribir mas. No
hay fuego en el aposento y el hambre le ha rendido.

Golondrina: Me quedaré otra noche contigo, ¿debo llevarle otro rubí?

Príncipe: ¡Ay!, no tengo mas rubíes, mis ojos son lo único que me quedan, son unos zafiros extraordinarios.
Arranca uno de ellos y llévaselo.

Golondrina: Amado príncipe , no puedo hacer eso. (Se pone a llorar)

Príncipe: ¡Golondrina, golondrinita!, haz lo que te pido por favor.

Narrador: Entonces la golondrina arrancó el ojo del príncipe y voló hasta la casa del estudiante, donde
dejando el zafiro en la mesa. El joven tenia la cabeza hundida en sus manos, cuando levanto la cabeza vio el
hermoso zafiro.

Estudiante: Esto debe provenir de algún rico admirador , ahora podré terminar la obra.

Golondrina: He venido ha decirte adiós…

Príncipe: Golondrina , golondrinita… ¿No te quedarás una noche más conmigo?

Golondrina: Es invierno, en Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes.

Príncipe: Allá abajo en la plazoleta, tiene su puesto una niña vendedora de fósforos, se la han caído a arroyo.
Su padre la castigará si no lleva dinero al hogar, y esta llorando. Arráncame el otro ojo y dáselo.

Golondrina: Pasaré otra noche contigo pero no puedo arrancarte el ojo porque entonces quedarás ciego.
Príncipe: Golondrina, golondrinita…Haz lo que te mando.

Narrador: Entonces la golondrina arranco el ojo del príncipe y se lo llevo a la niña. Posándose en el hombro
de la niña y deslizo la joya a las manos de la niña.

Niña vendedora de fósforos: ¡Que bonito pedazo de cristal!

Narrador: La niña corrió muy contenta a su casa.

- Entonces la golondrina volvió donde el príncipe.


Golondrina: Ahora estas ciego, me quedare contigo para siempre..

Príncipe: No golondrinita, tienes que ir a Egipto.

Golondrina: Me quedaré contigo para siempre.

Narrador: Al otro día se poso en el hombro del príncipe y le contó lo que había visto en otros países. Le
hablo de los ibis rojos que se sitúan a las orillas del río Nilo, de los mercaderes que caminan lentamente
junto a sus camellos, del rey de las montañas de luna de las grandes serpientes que duermen en las
palmeras y de los pigmeos que navegan por un gran lago.

Príncipe: Querida golondrina, me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso aún es lo que soportan
los hombres y mujeres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela por mi ciudad golondrinita y dime
lo que veas.

Narrador: Entonces la golondrina voló por la gran ciudad y vio a los ricos que festejaban en sus grandes
palacios, mientras los mendigos estaban sentados en sus puertas.
Voló por los barrios sombríos y vio las pálidas caras de los niños que se morían de hambre y frio.
Bajo los arcos de un puente dos niños abrazados uno a otro decía: ¡que hambre tenemos!
Entonces la golondrina reanudo su vuelo y fue contar al príncipe lo que había visto.

Príncipe: Estoy cubierto de oro fino, despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres.

Narrador: hoja por hoja, arrancó la golondrina el oro fino, hasta que el príncipe se quedo sin brillo ni belleza.
Hoja por hoja lo distribuyó entre los pobres y las caritas de los niños se tornaron nuevamente sonrosadas,
riendo y jugando en la calle.

Ya tenemos pan gritaban!!!

La pobre golondrina tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al príncipe, lo amaba demasiado
para hacerlo…

Al fin sintió que iba a morir, no tuvo fuerzas para volar una vez más sobre el hombro del príncipe…

Golondrina: Adiós amado príncipe permíteme que te bese la mano.

Príncipe: Me da mucha alegría que por fin partas a Egipto.

Golondrina: No es a Egipto donde voy, voy a la morada de la muerte, la muerte es hermana del sueño.
Narrador: y besando al príncipe en la mejilla , la golondrina, cayo muerta a los pies del príncipe….
Al mismo instante sonó un extraño crujido en el interior de la estatua y la estatua se derrumbo.
Al día siguiente se paseaba el alcalde la ciudad con uno de sus concejales ..
Alcalde: ¡Dios mío!, Que andrajoso parece el príncipe feliz.

Concejal: ¡Si, esta verdaderamente andrajoso!.

Alcalde: y tiene a sus pies un pájaro muerto… Podríamos hacer otra estatua, la mía por ejemplo…

Narrador: Las personas encargadas del aseo recogieron los restos del príncipe y lo arrojaron a la basura
donde estaba el cuerpo de la golondrina.

Tráeme las dos cosas más preciosas de la ciudad dijo Dios, a uno de sus ángeles y el ángel le llevo el corazón
de plomo del príncipe y el cuerpo de la golondrina.

Has elegido bien, dijo Dios… En mi jardín del paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de
oro el príncipe Feliz cantará mis alabanzas.

PERSONAJES:
- Narrador
- Miembro del consejo municipal
- Hombre fracasado
- Madre y su hijo (el pan)
- Madre e hijo enfermo
- Golondrina
- Príncipe
- Niño enfermo
- Joven de teatro
- Estudiante
- Niña vendedora de fósforos
- Los pobres
- Alcalde
- Dios

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