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original
Pterosaurs
Dirección editorial
Isabel Ortiz
Texto
Dr. Peter Wellnhofer
Traducción
Pedro F. Moreno
Mercedes Zorilla
Diseñadores
Roger Hyde, Jill Coote, John Heritage
Diagramas
Peter Wellnhofer y Geoff Denney
© Salamander Books Ltd.
Diagramación
delicado diseño, Vanessa Herranz
Imposición electrónica
Miguel A. San Andrés
EL ILUSTRADOR
J ohn Sibbick inició su formación artística a principios de los años setenta en
la Guildford Art School de Surrey (Inglaterra), donde estudió diseño gráfico
y, más tarde, ilustración. A continuación pasó cuatro años en diversos talleres de
Londres ampliando sus conocimientos y adquiriendo experiencia antes de
independizarse por completo. Siempre se ha interesado por los animales
prehistóricos y ha trabajado en varios libros centrados en los dinosaurios y otros
animales de la misma época, entre los que figura la Enciclopedia Ilustrada de los
Dinosaurios, publicada por esta misma editorial. Además de las ilustraciones
que realiza para editoriales, trabaja asiduamente para galerías de arte y museos, y
se ha dedicado recientemente a crear ilustraciones para documentales de
televisión sobre la vida prehistórica anterior a la aparición del hombre.
AGRADECIMIENTOS
T ras haber dedicado veinticinco años de mi carrera científica al estudio de
los saurios voladores ya extinguidos, denominados pterosaurios, empecé a
pensar en escribir un libro sobre estos animales tan fascinantes y pertenecientes a
un pasado tan remoto. Sentí esa necesidad con el fin de resumir el conocimiento
actual en ese campo, destinado no sólo a los especialistas, sino también a un
público cada vez más interesado. Desde que Harry Govier Seeley publicara con
gran éxito en 1901 Dragons of the Air, no se ha vuelto a escribir un libro
semejante, pese a que cada vez son más los libros sobre dinosaurios. Respecto a
la gran cantidad de hallazgos de pterosaurios fósiles y a la intensa investigación
sobre los mismos, cabe decir que es enorme la cantidad de datos nuevos
acumulados desde principios del siglo XX. Por esa razón, hace tiempo que se
esperaba un libro como éste. Sin embargo, si no hubiera sido por la sugerencia
que me hizo el doctor Colin Pennycuick, catedrático de Biología de la
Universidad de Miami, de escribir un libro sobre los pterosaurios, no habría
llevado a cabo este plan. Por ello, y por su continuo interés en este proyecto,
deseo expresarle mi agradecimiento de forma muy especial.
Durante la preparación del libro he recibido el apoyo de numerosos colegas
de todo el mundo. Por haberme facilitado fotografías, información y consejo, y
por permitirme el acceso a ejemplares de museos a su cargo, me siento
profundamente agradecido a Natalia Bakhurina, Moscú; Christopher Bennett,
Lawrence, Kansas, EE UU; Dr. José Bonaparte, Buenos Aires; Martyn Cowley,
Simi Valley, California; Catedr. Dr. Dong Zhiming, Pekín, China; Dr. Burkard
Engesser, Basilea, Suiza; Karl A. Frickhinger, Gräfelfing, Alemania; Rolf B.
Hauff, Holzmaden, Alemania; Catedr. Dr. Dietrich Herm, Munich, Alemania;
Alexander W. A. Kellner, Río de Janeiro, Brasil; Dr. Heinz A. Kollman, Viena,
Austria; Dr. Theo Kress, Solnhofen, Alemania; Catedr. Dr. Wann Langston, Jr.,
Austin, Texas; Dr. John G. Maisey, Nueva York; Dr. Helmut Mayr, Munich,
Alemania; Dra. Angela Milner, Londres; Dr, Ralph Molnar, Fortitude Valley,
Queensland, Australia; Dany Oppliger, Basilea, Suiza; Prof. Dr. John H. Ostrom,
New Haven, Connecticut, EE UU; Dr. Kevin Padian, Berkeley, California; Prof.
Dr. Giovanni Pinna, Milán, Italia; Dr. Georg Plodowski, Frankfurt, Alemania;
Matt B. Smith, Bozeman, Montana; David Unwin, Reading, Inglaterra; Dr.
Günter Viohl, Eichstätt, Alemania; Prof. Dr. Frank Westphal, Tubinga,
Alemania, y al Dr. Rupert Wild, Stuttgart, Alemania.
Sin la ayuda de especialistas técnicos habría resultado casi imposible la
investigación paleontológica. Deseo dejar constancia de mi agradecimiento a
diversas personas que han aportado su contribución a este libro al preparar y
fotografiar ejemplares fósiles. Son merecedores de este agradecimiento por la
ayuda que me han prestado durante muchos años Leonhard Bimmer, Franz
Höck, Renate Liebreich y Ernst Schmieja, colaboradores míos de Munich.
Asimismo, desearía expresar mi gratitud al director de esta publicación,
Philip de Ste. Croix, por su cooperación durante los tres últimos años, por sus
numerosas sugerencias para mejorar el texto y las ilustraciones, y por escuchar
mis propuestas. Hago extensible mi gratitud a John Sibbick, quien, mediante sus
excelentes ilustraciones, logró devolver a la vida a varios pterosaurios. Su
trabajo es de lo mejor que conozco.
Finalmente, deseo agradeceder a mi esposa Ingrid su paciencia y
comprensión durante los últimos años.
MODO DE VIDA
RECONSTRUCCIONES DE PTEROSAURIOS
TAXONOMÍA Y MUSEOS
GLOSARIO
CRÉDITOS
PREFACIO
Los pterosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años; es inútil, por tanto, decir que ningún ser
humano ha visto jamás un pterosaurio vivo. No podemos sino confiar en el estudio científico de los restos
fósiles para formarnos una impresión de este fascinante grupo y sacar conclusiones fundamentadas de su
posible apariencia y modo de vida. A pesar de la relativa escasez de fósiles, se ha podido reconstruir una
imagen detallada de varios «dragones voladores» de los tiempos primitivos. Algunos han llegado incluso a
realizar reconstrucciones tridimensionales de pterosaurios capaces de volar, como este modelo de
Quetzalcoatlus, que se dispone a realizar una prueba de vuelo.
a Tierra ejerce una gran influencia sobre los seres que la habitan. Desde los
tiempos más remotos, toda clase de vida ha estado sujeta a la fuerza inevitable
de la gravedad. Mitos como el de Dédalo e Ícaro,1 los primeros experimentos
L aeronáuticos del sastre de Ulm 2 u Otto Lilienthal 3 nos dan idea de cómo
el hombre siempre ha soñado con dominar estas fuerzas y volar.
De igual modo, la evolución biológica no se detuvo ante la posibilidad de
dominar el aire. Dos tercios de todas las especies vivas de la actualidad pueden
volar. El mayor grupo lo constituyen los insectos, que es con gran diferencia el
grupo más numeroso del reino animal, pues representa más de tres cuartas partes
del millón de especies vivas. Los primeros insectos voladores en la historia de la
Tierra son fósiles de los estratos del Carbonífero, con una edad aproximada de
trescientos millones de años.
Aparte de los insectos, sólo los vertebrados, bajo la forma de aves,
murciélagos y pterosaurios, han logrado ocupar el aire como «nicho ecológico».
Estos tres grupos solucionaron el problema de vencer la gravedad de forma
independiente. Fueron los pterosaurios los primeros vertebrados en lograrlo, y
eso sucedió hace más de 200 millones de años, en el Triásico.
El vuelo exige grandes esfuerzos al cuerpo, esqueleto, estructura y
fisiología del animal. Naturalmente, todo animal que vuela pesa siempre más
que el aire, pero debe ser tan ligero como sea posible. Por otro lado, su creciente
necesidad de energía requiere un sistema circulatorio y respiratorio adecuados y
un elevado índice metabólico. Los complicados movimientos que se realizan en
el aire sólo son posibles con una estructura cerebral y nerviosa adecuadamente
perfeccionadas. La posibilidad de volar ofrece, sin embargo, grandes ventajas:
mayor movilidad para buscar comida y evitar los enemigos, flexibilidad cuando
las condiciones no son favorables y ampliación del territorio a un hábitat más
extenso.
Se necesitan horas de paciente investigación para realizar un dibujo convincente del pterosaurio tal como
sería en vida. En esta foto vemos al autor reconstruyendo la cabeza de Pterodaustro, el extraordinario
«pterosaurio flamenco» de Argentina.
Parque Nacional de Big Bend, al oeste de Texas. El nombre del parque (que significa «curva grande») se
debe a que el Río Grande traza allí una gran curva en U. Las laderas que se ven en esta foto son sedimentos
de torrentes de finales del Cretácico que han quedado al descubierto debido a la erosión. Estos estratos han
proporcionado fósiles de vertebrados, entre los que figuran dinosaurios y pterosaurios gigantes de finales
del Cretácico. Aquí fue donde Douglas Lawson descubrió por primera vez en 1971 fósiles del pterosaurio
más grande que se conoce, Quetzalcoatlus. La envergadura del animal volador más grande de todos los
tiempos era de unos 12 m. En la página anterior podemos ver una maqueta de la mitad de su tamaño.
Si este libro logra ese objetivo para el lector, habrá cumplido su propósito.
Al mismo tiempo, debemos ser conscientes de que los hallazgos de fósiles sólo
representan una pequeña parte de la vida prehistórica y de que los paleontólogos
no pueden dar respuesta definitiva a todas las preguntas que se plantean. Por esta
razón, los pterosaurios mantendrán siempre sus enigmas y conservarán algún
secreto.
INTRODUCCIÓN A LOS PTEROSAURIOS
Fosilización
La tarea del paleontólogo consiste en sacar conclusiones sobre la vida en
los tiempos prehistóricos a partir de los fósiles. La palabra «fósil» procede del
verbo latino «fodere» (excavar) y originariamente significaba todo lo que había
sido excavado o descubierto en el suelo. Hoy en día, por fósiles no sólo
entendemos los restos de organismos, sino también los vestigios de la actividad
de los animales. Por lo general, los fósiles se encuentran en los yacimientos más
antiguos del pasado de la Tierra, habitualmente en rocas sedimentarias, y se
componen de las partes duras del animal que sobrevivieron a la descomposición.
Así pues, resulta de importancia fundamental para la paleontología mantener una
estrecha relación con la geología. Los fósiles no son sólo documentos
biológicos, sino también históricos, de la evolución de la vida en la Tierra. Por
tanto, por lo que a la zoología y a la botánica se refiere, esto representa una
enorme ampliación de lo que conocemos sobre formas de vida, ya que pueden
incluirse plantas y animales extinguidos desde hace mucho tiempo. En la
actualidad, la paleontología tiene una visión general del desarrollo de la vida
organizada en el nivel más alto durante casi 600 millones de años.
Fosilización
Fases por las que pudo haber pasado un pterosaurio muerto para convertirse en fósil. En la primera vemos el
cadáver flotando en el mar. Tiempo después se hunde hasta caer en el lecho marino, quedando sumergido en
el lodo. En esta fase las partes blandas, músculos, piel y tejido conjuntivo se descomponen por completo,
pudiendo las corrientes marinas alterar y dislocar partes del esqueleto.
La sedimentación cubrirá y conservará los huesos y, conforme aumente el peso, comprimirá los restos del
esqueleto. En el transcurso de la compactación, deshidratación y mineralización, el sedimento se transforma
en roca dura, por ejemplo caliza en lajas, y los huesos del pterosaurio quedarán petrificados, es decir,
fosilizados (dibujo central arriba). Finalmente, si el cantero tiene suerte, encontrará el pterosaurio fósil en
una placa de caliza.
Este Pterodactylus elegans, procedente de la caliza de Solnhofen (Baviera), presenta la cabeza y cuello muy
inclinados hacia atrás. Dicha postura se observa con frecuencia en los pterosaurios fósiles y se debe al tirón
que ejercen los ligamentos existentes entre las vértebras del cuello, una vez que la tensión de la musculatura
ha dejado de funcionar tras la muerte del animal. Esta peculiar inclinación del cuello puede también
observarse en aves fósiles y en las existentes hoy en día, en especial cuando el cadáver ha quedado
momificado en tierra seca. (véase el dibujo del charrán común en pág. 13).
Por otro lado, con respecto a los pterosaurios no hay que olvidar que sólo
un pequeño porcentaje de los organismos ha sobrevivido en forma fósil,
probablemente muy por debajo del 1%.13 Por tanto, una gran proporción de
hallazgos son casuales y debemos nuestro conocimiento de los mismos tan sólo a
la suerte del buscador. En esencia, hay pocas oportunidades de fosilización en
zonas afectadas por la erosión, en otras palabras, en altiplanicies, ya que la
mayoría de los restos son arrastrados y destruidos.
Así pues, en el caso de los pterosaurios tenemos que contar con enormes
vacíos en los registros de fósiles, en especial para formas que habitaron en las
regiones interiores más elevadas. Un grupo de animales que vivió en la Tierra
tanto tiempo como las aves actuales, es decir, al menos 150 millones de años,
debió de ocupar igual número de hábitats que ellas. Sabemos que los
pterosaurios vivieron en todo el mundo. Es impensable que viviesen
exclusivamente cerca de las costas y playas donde se han encontrado sus fósiles,
en tierras bajas sedimentarias.
Sin embargo, aunque sólo conocemos una pequeña proporción de los
pterosaurios que vivieron tiempo atrás en la Tierra, es asombrosa la cantidad de
información que poseemos sobre los mismos. De hecho, puede afirmarse que
son de los reptiles fósiles mejor investigados y conocidos.
Excavación y preparación
En realidad, no es posible buscar específicamente fósiles de pterosaurio.
Son demasiado raros para poder hacerlo. Incluso en los yacimientos mejor
conocidos, como Solnhofen (Baviera), la Meseta de Araripe (Brasil) o en Kansas
Chalk, los hallazgos de pterosaurios son siempre poco frecuentes y muy
valiosos. La cifra relativamente elevada de especímenes procedentes de estos
yacimientos se debe a la explotación intensiva de las canteras y a la búsqueda
permanente durante un largo periodo de tiempo.
Cantera «Mina Pedra branca» en la meseta de Araripe (Brasil). Se extrae el yeso de la parte inferior de la
pared; encima se encuentra una sección de la Formación Santana, de principios del Cretácico.
Datación relativa
Mucho antes de que fuese posible calcular la edad absoluta de las rocas
utilizando isótopos radiactivos, se utilizó un sistema de datación relativa. Se basa
en el llamado principio estratigráfico, formulado por vez primera por el médico
danés Nicolaus Steno en 1669. Significa sencillamente que cuando se forman las
rocas sedimentarias los estratos superiores han de ser más recientes que los
situados debajo, ya que aquéllos se depositaron en fecha posterior. En una
secuencia inalterada de rocas, conocida en geología como perfil, hay por tanto
una secuencia cronológica, del fondo a la superficie, desde rocas de más edad
hasta las más recientes.
Esta regularidad, bastante obvia, se hizo extraordinariamente importante
para la paleontología y la geología histórica. En un principio, en especial en
Inglaterra, Francia y Alemania, los especialistas comenzaron a clasificar las
rocas según su edad y posición relativa, a dividirlas en formaciones y épocas
geológicas, y a ponerles nombre. Los periodos geológicos como Cámbrico o
Devónico deben su nombre a zonas de Gales y del suroeste de Inglaterra; el
Pérmico, a una provincia rusa; y el Jurásico, a la cordillera del Jura en Suiza.
Ordovícico y Silúrico proceden de nombres de tribus celtas que vivieron tiempo
atrás en Gales. Carbonífero denota la presencia de carbón, y es que los
yacimientos del Carbonífero de todo el mundo lo contienen en gran cantidad. El
Cretácico se asocia con la creta. Queda el Triásico, la trinidad, cuyo nombre
hace referencia a sus tres subdivisiones, Bundsandstein, Muschelkalk y Keuper;
y Terciario 16 y Cuaternario, tercer y cuarto sistemas. Más tarde los seis
periodos más antiguos, Cámbrico, Ordovícico, Silúrico, Devónico, Carbonífero
y Pérmico se agruparon en la era paleozoica («vida antigua»), y los dos últimos,
Terciario y Cuaternario, formaron la era cenozoica («vida reciente»). El periodo
anterior al Paleozoico se denominó Precámbrico.
Esta historia geológica sin fechas se elaboró fundamentalmente a partir de
fósiles, desde aproximadamente el año 1800, en que el ingeniero inglés William
Smith 17 observó durante la construcción de un canal en la región de Midlands
(Gran Bretaña) que los fósiles de animales y plantas no aparecen al azar en la
roca, sino que cada estrato contiene fósiles característicos distintos. Los estratos
que aparecen en varios puntos, aunque con frecuencia muy separados, deben
tener de la misma edad si contienen los mismos fósiles. Más tarde, se reconoció
que muchas especies de fauna o flora fosilizadas se dan en varios estratos
diferentes, mientras que otras sólo aparecen en un nivel concreto. Esto llevó a la
conclusión de que algunas especies debieron de tener una existencia más
prolongada que otras. Fueron las especies de vida corta las más significativas
para el establecimiento de la edad geológica relativa. Si al mismo tiempo
abarcaban una gran zona, podrían utilizarse para datar y correlacionar estratos
separados por distancias considerables. A estas especie se las conoce como
fósiles indicadores.
Una vez que fue posible utilizar los términos «más antiguo» y «más
reciente» en sentido geológico, se observó que los organismos más simples y
«primitivos» se daban sólo en los estratos más antiguos, y los organismos más
complicados y «progresivos» en los más recientes, pero nunca en sentido
inverso. Esto sólo puede llevar a la conclusión de que se produjo un desarrollo,
una evolución de la vida, en el transcurso de la historia geológica que, en última
instancia, condujo de los organismos unicelulares al hombre. De ahí que la edad
relativa de las especies conservadas como fósiles en rocas pueda determinarse a
partir de su nivel evolutivo. Hoy en día, esta bioestratigrafía se encuentra muy
perfeccionada. Utiliza varios grupos de animales y plantas como fósiles
indicadores. En este sistema la unidad más pequeña de tiempo es la biozona,
determinada por la duración de la vida de una especie de fósil indicador. Su
comienzo se marca con la primera aparición de la especie y su fin, con la última.
La era mesozoica
Este diagrama muestra cómo los geólogos y paleontólogos clasifican las rocas según su edad y posición
relativa, y así construyen una secuencia estratigráfica que, básicamente, es una historia paso a paso de la
formación de la Tierra. Las divisiones principales se llaman eras, y aquí aparecen la era paleozoica (590-
248 millones de años atrás), la era mesozoica (hace 248-65 millones de años) y la era cenozoica (desde hace
65 millones de años hasta la actualidad). El periodo anterior al Paleozoico se denomina Precámbrico. Estas
eras están a su vez dividas en periodos, como vemos en el diagrama principal (izquierda). En este libro nos
centramos en el Mesozoico, la edad de los pterosaurios. La hemos dividido con detalle (junto a estas líneas)
para que el lector vea las subdivisiones que se reconocen en este periodo de tiempo. Los tres periodos del
Mesozoico –Triásico, Jurásico y Cretácico–se dividen en épocas, y cada una abarca una serie de edades que,
perfeccionadas con fechas absolutas, forman un calendario de la historia de la vida mesozoica.
Datación relativa
En este perfil geológico vemos rocas sedimentarias depositadas en épocas diferentes. Cuanto más baja sea
la posición de la roca en el perfil, más tiempo lleva depositada y, por tanto, más antiguos serán los fósiles
que contiene.
La preparación del fósil requiere gran delicadeza. El experto usa un martillo y un cincel fino para separar la
roca que contiene el cráneo de un pterosaurio de gran tamaño procedente de la Formación Santana (Brasil).
Para mayor precisión, se precisa un microscopio binocular.
Si el estado de la roca y del fósil son adecuados, puede aplicarse un preparado ácido. Estas vértebras han
sido tratadas con ácido acético.
Datación absoluta
La edad de la Tierra, que hoy se calcula en unos cinco mil millones de
años, nos resulta inimaginable medida con los parámetros de la edad humana. Y,
sin embargo, los largos periodos en los que se han desarrollado la Tierra y la
vida que hay sobre ella son el pan nuestro de cada día de paleontólogos y
geólogos. Estos periodos son parte de la realidad del mundo, al igual que las
gigantescas distancias entre las estrellas y galaxias del espacio, que los
astronómos ya no miden con parámetros terrestres, en kilómetros, sino sólo en
años luz. Un año luz es la distancia recorrida por la luz en un año (a una
velocidad de 300.000 km/seg), lo que representa más de 10 billones de
kilómetros.
Como la noción de año luz contiene un componente temporal, es posible al
menos en nuestra mente establecer una relación con la historia de la Tierra.
Recibimos luz de estrellas distantes que fue emitida hace millones de años en
algunos casos. Ni siquiera sabemos si esas fuentes de luz, tan alejadas en el
espacio, siguen existiendo hoy en día o si se han extinguido ya. Por otro lado,
por ejemplo, un observador hipotético situado en un grupo de galaxias de la
constelación Coma Berenices, localizada entre Virgo y la Osa Mayor, que mirase
hacia la Tierra en la actualidad a través de un telescopio de gran potencia, podría
ver dinosaurios y pterosaurios con vida. La luz procedente de la Tierra habría
necesitado desde el Cretácico hasta hoy para llegar hasta allí.
Bioestratigrafía
Evolución de la vida
Los métodos de datación absoluta de que disponemos hoy han mostrado
que las rocas en las que se han encontrado los primeros vestigios de la vida más
primitiva y simple tienen unos 3.500 millones de años, que los primeros
organismos pluricelulares aparecieron hace unos 2.000 millones de años, que
existieron plantas genuinas hace mil millones de años y que hace 590 millones
de años, en el Cámbrico, es posible observar una rápida expansión de gran
variedad de organismos marinos. Por eso decimos que la vida surgió del mar.
Evolución de la vida vertebrada en la Tierra
Este gráfico muestra cómo los animales con espina dorsal (o vertebrados) evolucionaron desde los primeros
agnatos, semejantes a peces, del Silúrico hasta el hombre moderno del Cuaternario. Destaca, en particular,
la era mesozoica, durante la cual los reptiles –como los pterosaurios, dinosaurios, ictiosaurios, plesiosaurios
y otros– dominaron la vida en la Tierra hasta su extinción a finales del Cretácico, hace 65 millones de años.
La Edad de los Reptiles
La era mesozoica fue la edad de los reptiles en general. De muchos grupos diferentes sólo unos pocos
escaparon a la gran extinción de finales del Cretácico, hace 65 millones de años, que dio cuenta de los
dinosaurios, pterosaurios, plesiosaurios e ictiosaurios. Los que han sobrevivido hasta hoy son: los
cocodrilos, el tuátara (Sphenodon), los lagartos, las serpientes y las tortugas. Se considera que las aves, así
como los mamíferos, descienden de diferentes antepasados reptiles.
Los primeros vertebrados eran animales marinos que aparecen por vez
primera en estratos de hace 450 millones de años en el Ordovícico. No hay
evidencias del primer pez hasta depósitos de hace 420 millones de años. Otras
fases en el surgir de los vertebrados fueron la primera aparición de los tetrápodos
terrestres, de los primeros anfibios hace 370 millones de años, en el Devónico, y
de los primeros reptiles hace más de 300 millones de años, en el Carbonífero.
Así pues, los reptiles (del latín repere: reptar) alcanzaron su esplendor a
principios del Mesozoico, en el Triásico. Su éxito se basaba en el hecho de que
pudieron emanciparse del agua. Ponen en tierra seca los huevos, que son de gran
tamaño, con yemas grandes, y están protegidos por una dura cáscara. Por tanto,
al contrario que los anfibios, no tienen que pasar por un estado larvario en el
agua. Su piel estaba protegida contra la sequedad.
La evolución aprovechó esta oportunidad con gran brusquedad, ya que a
principios del Triásico se establecieron todos los órdenes de reptiles, entre los
que figuran los pterosaurios, plesiosaurios, dinosaurios, placodontos y otros.
Algunos de estos saurios volvieron al agua, con adaptaciones especiales, por
ejemplo, los ictiosaurios y plesiosaurios.
Hay evidencias de los primeros pterosaurios a finales del Triásico. Sus
restos fósiles se descubrieron en rocas de las estribaciones de los Alpes, cerca de
Bérgamo, en el norte de Italia. Al mismo tiempo, se demostró que los
pterosaurios fueron los primeros vertebrados en adaptarse a una vida de vuelo
activo. Dominaron el aire hasta finales del Jurásico, durante casi 70 millones de
años. Los primeros competidores no iban a aparecer hasta hace 150 millones de
años, con las primeras aves, representadas por Archaeopteryx en la caliza
litográfica de Solnhofen.
Durante el Triásico, Jurásico y Cretácico, los reptiles fueron amos
absolutos de la tierra. Por esta razón, al Mesozoico también se le conoce como
«edad de los reptiles». En cifras absolutas su dominio duró más de 180 millones
de años. Ciertamente, la mayoría se extinguió antes del Cretácico o a finales del
mismo, concretamente los pterosaurios. En su última fase los pterosaurios
llegaron a alcanzar grandes dimensiones, con envergaduras de 12 m,
convirtiéndose en los animales voladores más grandes de todos los tiempos.
Los pterosaurios alcanzaron su esplendor en el Jurásico. Los primeros
hallazgos de esqueletos de pterosaurios en estratos del Jurásico inferior de la
costa de Dorset, al sur de Inglaterra, tienen unos 200 millones de años. Los
hallazgos de Holzmaden en Württemberg son algo más recientes, unos 190
millones de años, pero indican una mayor variedad. En el Jurásico superior, hace
unos 150 millones de años, se observa no sólo una considerable evolución de
gran variedad de pterosaurios, sino también una distribución por todo el mundo.
Los hallazgos más importantes se hicieron en la región de Solnhofen y Eichstätt
(Baviera). Pero se han encontrado fósiles de pterosaurios en estratos del Jurásico
superior en Francia, Inglaterra, Portugal, Rusia, África oriental, Cuba, Estados
Unidos y China.
Tras la extinción de los pterosaurios de cola larga a finales del Jurásico, los
de cola corta se desarrollaron considerablemente en el Cretácico. Los primeros
Pterodactyloidea aparecieron en el Jurásico superior, pero evolucionaron a
principios del Cretácico, hace unos 135 millones de años. Los pterosaurios más
extraños, como Pterodaustro, procedente del Cretácico de Argentina, vivieron en
este periodo.
Otros pterosaurios vivieron más tarde, en el Cretácico Superior en China,
Australia y Brasil. Los fósiles de pterosaurios descritos en el siglo pasado
procedentes de la Greensand de Cambridge (Inglaterra), son algo más recientes.
Los pterosaurios gigantes del género Pteranodon, encontrados por los
buscadores de fósiles de O. C. Marsh en Kansas Chalk (Estados Unidos), se
remontan a unos 80 millones de años.
Desde el punto de vista geológico, el pterosaurio más reciente y de mayor
tamaño, Quetzalcoatlus, vivió en la región que hoy se conoce como West Texas
hacia finales del Cretácico, hace unos 65 millones de años.
Al pasar del Cretácico al Terciario, hace 65 millones de años, acabó la
época de esplendor de los reptiles. De los 17 órdenes sobrevivieron cuatro: los
cocodrilos, los lagartos y serpientes, las tortugas y el tuátara.
Más tarde, los mamíferos y las aves evolucionaron en su lugar. Durante el
Mesozoico tuvieron una existencia muy oscura y apenas hay representación de
ellos en los fósiles. A comienzos del Cenozoico, en el Terciario, los mamíferos
tuvieron asimismo un representante que volaba de forma activa: el murciélago.
De este grupo, el fósil más antiguo que se ha encontrado es Icaronycteris,
procedente de depósitos lacustres de Wyoming (EE UU) de 50 millones de años.
El último descendiente de esta evolución de vertebrados es el hombre, el género
Homo. Apareció hace sólo dos millones de años, y el hombre moderno, a
principios de la última edad de hielo, hace unos 70.000 años.
A continuación, hemos representado la duración total de la historia de la
Tierra desde el momento en que surgió hasta hoy como un único día de 24 horas.
Así pues, una hora representa 191,7 millones de años, un minuto 3.194.000 años
y un segundo dura 53.240 años.
00.00 h:
Formación de la Tierra.
03.07 h:
Formación de la corteza terrestre.
06.15 h:
Primeras señales de vida.
13.34 h:
Primeros organismos multicelulares.
20.55 h:
Comienzos del Cámbrico.
21.39 h:
Primeros vertebrados.
22.04 h:
Primeros tetrápodos con vida en tierra (anfibios).
22.26 h:
Primeros saurios (reptiles).
22.51 h:
Primeros pterosaurios.
23.13 h:
Primeras aves (Archaeopteryx). Se extinguen los pterosaurios de cola larga.
23.35 h:
Apogeo de los pterosaurios de cola corta.
23.39 h:
Extinción de pterosaurios y dinosaurios.
37 segundos antes de las 24.00 h:
Aparición del primer hombre (Homo).
2 segundos antes de las 24.00 h:
Aparición del hombre moderno (Homo sapiens).
Dragones míticos
Para los estudiosos de los siglos XVI y XVII los dragones seguían siendo
algo real. Por ejemplo, en el Schlangenbuch («Libro de las Serpientes») del
célebre médico y naturalista suizo Conrad Gessner, que data del año 1589, hay
un capítulo titulado «Von den tracken» («De los dragones»), en el que describe e
ilustra varios de estos míticos seres. Describe asimismo una batalla entre un
suizo llamado Winkelried y un dragón, que sucedió cerca del pueblo suizo de
Wyler.18 El jesuita Athanasius Kircher incluyó un dibujo de esta lucha en su gran
obra sobre historia natural Mundus Subterraneus («Mundo subterráneo») en
1678. Según él, el dragón tenía cola y cuello largos, cuatro patas y alas. El
paleontólogo vienés Othenio Abel sugirió en este contexto que el dibujo podría
estar basado en hallazgos de reptiles fósiles, posiblemente plesiosaurios de
cuello largo procedentes de los estratos jurásicos de Württemberg.
El campesino suizo Winkelried matando a un dragón que había amenazado al pueblo de Wyler. Esta
ilustración apareció en el libro Mundus subterraneus del jesuita Athanasius Kircher en 1678. Se supone que
estaba basada en hallazgos de fósiles.
Sin embargo, ninguno de estos dragones guarda relación alguna con los
hallazgos de fósiles de pterosaurios. Estos fósiles difícilmente pudieron dar pie a
las leyendas de dragones, ya que el significado de dichos restos sólo empezó a
conocerse a principios del siglo XIX, cuando se inició la investigación científica.
HISTORIA DE LOS HALLAZGOS DE FÓSILES
Collini concluyó el tratado con una observación notable para la época, que
confirmarían plenamente los modernos paleoecológos. Según él: «Con el fin de
comprender la función de todas las partes de su cuerpo, debe asimismo
conocerse su hábitat, dieta, enemigos y demás circunstancias de su
comportamiento natural y la forma en que la especie sobrevivió y se reprodujo».
Georges Cuvier
Pasaron diecisiete años antes de que se volviese a prestar atención al fósil
anónimo de Eichstätt. El anatomista parisino Georges Cuvier (1769-1832) 4 se
dio cuenta de que este animal debía de haber sido un reptil.5 Reconoció los
largos huesos de los miembros delanteros como falanges muy alargadas de un
dedo de la mano, en el que debía de ir fijada la membrada alar. Naturalmente,
esta membrana no había sobrevivido como fósil. Así pues, el animal podía volar,
es decir, era un saurio volador comparable a Draco (dragón), el moderno lagarto
volador. Cuvier basó la clasificación que hizo del animal dentro del sistema
zoológico únicamente en la descripción e ilustración de Collini del año 1784, ya
que no había visto el fósil. Unos 50 años más tarde se encontraron fósiles de
pterosaurio en la caliza jurásica de Solnhofen con marcas de la membrana alar
en la superficie de la roca. Esto confirmó por completo la hipótesis de Cuvier. El
animal seguía sin recibir un nombre, hasta que en un tratado posterior y
detallado, escrito en 1809,6 Cuvier lo clasificó en un género reptil propio y le dio
el nombre de «Ptero-dactyle», que significa, grosso modo, «dedo de ala».
Arriba vemos el ejemplar de Pterodactylus antiquus de Eichstätt que estudió Collini, mientras que a la
izquierda se reproduce el grabado en cobre que realizó Verhelst y que apareció en el tratado de Collini de
1784 titulado Sur un animal fossile d’un genre particulier.
Georges Cuvier (1769-1832) está considerado como padre de la paleontología de vertebrados. Cuvier
reconoció la naturaleza reptil del fósil de Eichstätt en su estudio de 1801.
Soemmerring
Soemmerring fue uno de los estudiosos más versátiles de su tiempo. Fue
anatomista y cirujano, pero realizó asimismo investigaciones paleontológicas, y
se interesó por la astronomía y cuestiones relacionadas con la técnica. Así, fue el
inventor de un telégrafo electroquímico que aún se conserva y exhibe en el
Deutsches Museum de Munich. En esta ciudad, llegó Soemmerring a ser
miembro de la Academia de Ciencias bávara, convirtiéndose en director de la
colección de historia natural, que había crecido considerablemente sólo unos
años antes mediante la adquisición de la colección de Karl Theodor de
Mannheim. Esta colección englobaba, entre otras muchas piezas, el fósil descrito
por Collini y reconocido por Cuvier como reptil volador, el primer
Pterodactylus.
Este fósil debió de despertar de inmediato el interés de Soemmerring, que
presentó el resultado de sus estudios el 27 de diciembre de 1810 en una
conferencia en la Academia de Ciencias. En aquella época la Academia tenía su
sede en lo que fue el monasterio jesuita de San Miguel, en la Neuhauserstrasse
de Munich, donde se albergaron hasta 1944 las colecciones científicas de
Baviera, sucesoras de la colección de la Academia.
La conferencia de Soemmerring llevaba por título «Sobre un
Ornithocephalus o el animal desconocido del mundo prehistórico, cuyo
esqueleto fósil fue descrito por C. Collini en el quinto volumen de las Actorum
Academiae Theodoro-Palatinae, junto con una representación gráfica de tamaño
real, y que se encuentra en la Real Academia de Ciencias de Munich». En su
conferencia, más tarde impresa en las Memorias de la Academia, en 1812,8
Soemmerring se refería a los puntos de vista de Collini en un tono crítico. Hasta
1811 no conoció la obra de Cuvier de 1809, y en un apéndice analizó la
interpretación que éste había dado del fósil de Eichstätt.
Academia de Ciencias de Munich en 1826, poco después de que Soemmerring fuera nombrado conservador
de las colecciones de historia natural.
Samuel Thomas von Soemmerring (1755-1830) volvió a estudiar el pterodáctilo de Eichstätt, pero lo
clasificó entre los mamíferos con el nombre de Ornithocephalus.
Dibujo de Soemmerring del fósil de Ornithocephalus brevirostris que reproducimos arriba. Apareció en su
tratado de 1817. Hoy en día, se le reconoce como un ejemplar joven del género Pterodactylus. Es una cría
de pterosaurio con una envergadura de sólo 25 cm.
Grabado de la obra fundamental de Cuvier Recherches sur les ossements fossiles, que muestra al
pterodáctilo de Eichstätt, en el centro, con varios detalles osteológicos (F.3-6), Pterodactylus brevirostris
(F.7) y dos fósiles fragmentados más de pterosaurio (F.8 y 9). Cuvier incluyó también un dibujo del cráneo
del murciélago, Pteropus minimus (F.2), que Soemmerring consideraba muy semejante al de Pterodactylus.
Cuvier, sin embargo, demostró importantes diferencias.
El zoólogo de Munich Johann Georg Wagler reconstruyó Pterodactylus en 1830 tal como vemos abajo.
Wagler supuso que era un animal acuático que utilizaba sus alas como aletas para nadar, como hacen los
pingüinos.
El error de Soemmerring era muy comprensible. En comparación con las
especies antiquus y brevirostris de Pterodactylus, el cráneo de la colección de
Münster era muy diferente. Goldfuss, por otro lado, podía compararlo con
Pterodactylus crassirostris, que acababa de adquirir procedente de Solhnofen, al
que se dio más tarde el nombre genérico de Scaphognathus («mandíbula en
forma de tubo»), cuyo cráneo era mucho más parecido al fósil de Graf Münster.
Más tarde se comprobó que éste era el primer hallazgo de pterosaurio de cola
larga (Rhamphorhynchoidea). Todos los hallazgos anteriores habían sido de
pterosaurios de cola corta (Pterodactyloidea).
Goldfuss expresó su parecer sobre el modo de vida de los pterosaurios,
muy actual para 1831. Pensó también que eran reptiles voladores que «sólo
utilizan sus garras para aferrarse a las rocas, grietas o árboles, y para trepar por
paredes empinadas. Al igual que los murciélagos, podían volar y es probable que
revolotearan sobre la superficie del agua para capturar insectos, así como
animales acuáticos». Goldfuss creía asimismo haber visto señales de pelo en el
ejemplar de Pterodactylus crassirostris, lo cual se consideró más tarde como un
error. El paleontólogo muniqués Ferdinand Broili logró demostrar la existencia
de una cubierta de pelo en los pterosaurios, pero eso sucedió en 1927.
Curiosa reconstrucción de pterodáctilos, presentada por Edward Newman en 1843. Creía que los
pterosaurios eran de sangre caliente y estaban recubiertos de piel, por lo que dedujo que no podían ser
reptiles. Los recreó como marsupiales voladores de elegantes orejitas.
Johann Georg Wagler tenía una opinión totalmente diferente de la posición
de Pterodactylus en el reino animal. En su Natural System of Amphibians 14
(«Sistema natural de los anfibios») lo combinó con otros grupos fósiles, como
los ictiosaurios y plesiosaurios, en una clase propia de vertebrados que denominó
Gryphi, situándolos entre las aves y los mamíferos. Por esta razón, Wagler
denominó al Pterodactylus «grifo con brazo». Pensó que carecía de pelo y que
sus patas tenían forma de aletas y estaban cubiertas de una especie de vaina de
piel fuerte, aunque algunas garras sobresalían del borde exterior «para sujetar a
la hembra durante el apareamiento». Wagler tenía una idea extraña del modo de
vida de estos animales. Creía que vivían en el agua y que utilizaban las alas
como remos.
En 1843 el zoólogo inglés Edward Newman imaginó a los pterodáctilos de
forma totalmente diferente.15 Sostenía que eran animales voladores peludos
provistos de una bolsa, en otras palabras, que eran marsupiales.
Por esta razón tienen orejas tan pequeñas en el dibujo que realizó. La
hipótesis de que debieron de ser peludos surgió asimismo de la teoría de que
estos animales voladores activos eran de sangre caliente, y por ese motivo
necesitaban el pelo para conservar el calor, como los murciélagos y otros
mamíferos.
Hasta 1827 todos los fósiles de pterosaurio conocidos procedían de la
caliza litógrafica de las canteras de Solnhofen y Eichstätt (Baviera).
Posteriormente se anunciaron hallazgos en otros lugares. Las Actas de la
Geological Society de Londres contienen una descripción de una nueva especie
de Pterodactylus procedente de estratos del principio del Jurásico de Lyme
Regis, en la costa de Dorset.16 Estos restos del esqueleto procedentes del periodo
Blue Lias («Lías Azul») fueron analizados por William Buckland (1784-1856),
profesor de geología en la Universidad de Oxford. Fue uno de los «padres de la
geología británica», y había descrito el primer dinosaurio, Megalosaurus, de
Inglaterra. El ámbito de estudio de Buckland no era sólo la geología de varias
regiones de Inglaterra y los reptiles fósiles del sur del país, sino también la
estructura de los Alpes y los mamíferos fósiles de la edad del Hielo. Llamó a a la
nueva especie de pterosaurio Pterodactylus macronyx, por las grandes garras de
sus dedos. Más tarde, quedó claro que el género también era nuevo. Richard
Owen, que más tarde llegaría a director del Museo de Historia Natural de
Londres, le dio el nombre de Dimorphodon («diente de dos formas») debido a la
doble forma de sus dientes. Era un animal volador con una envergadura de 1,5
m.
Buckland había adquirido el fósil a Mary Anning (1799-1847), figura
destacada entre los primeros buscadores profesionales de fósiles. Pasó toda su
vida en el pueblecito de Lyme Regis, situado en la costa de Dorset, al sur de
Inglaterra. Se ganó la vida buscando y vendiendo fósiles. Se dice que el célebre
trabalenguas inglés «she sells sea shells sitting on the sea shore» está inspirado
en ella. A la edad de once años descubrió el primer esqueleto articulado de un
ictiosaurio del Jurásico y más tarde el primer esqueleto completo de pterosaurio.
En diciembre de 1828 descubrió el primer pterosaurio de Inglaterra, que envió a
Buckland. Entre los clientes de Mary Anning figuraba el rey de Sajonia, así
como muchos de los grandes paleontólogos y geólogos de su tiempo.
William Buckland (1784-1856). Fue alumno del Corpus Christi College de Oxford y más tarde, en 1818,
profesor de geología. En 1829 describió el primer pterosaurio inglés, “Pterodactylus” (=Dimorphodon)
macronyx.
Para ser precisos, habría que decir que los restos del primer pterosaurio
inglés habían sido ya descritos por Gideon Mantell (1790-1852), pero creyó que
se trataba de los huesos de un ave.17 Eran huesos huecos y muy fragmentados,
procedentes de estratos del Cretácico inferior de Tilgate Forest, Sussex.
Entre los primeros buscadores profesionales de fósiles destaca la figura de Mary Anning (1799-1847). Se
ganó la vida buscando y vendiendo fósiles en la costa de Dorset, próxima a Lyme Regis, su pueblo. Fue ella
quien vendió el ejemplar de Dimorphodon (izquierda) a William Buckland en 1828.
En Inglaterra, los primeros restos de un pterosaurio del Jurásico fueron descubiertos por Mary Anning en
los acantilados del «Blue Lias», cerca de Lyme Regis. El esqueleto estaba algo desarticulado y faltaba el
cráneo. Se conservaban sólo los huesos incompletos del ala y las patas traseras, incluidos la pelvis y parte
del hombro. Ésta es la primera ilustración de Dimorphodon macronyx incluida por Buckland en las Actas de
la Geological Society de Londres (1835).
Gideon Mantell (1790-1852), médico rural de Lewes, Sussex, describió los primeros restos fósiles de
pterosaurio hallados en Inglaterra en 1827, pero identificó erróneamente los huesos huecos como los de un
ave. Los había recogido en la arcilla wealdense de Tilgate Forest, Sussex. La celebridad de Mantell se debe
a su descubrimiento de los primeros restos del dinosaurio Iguanodon: unos dientes recogidos por su mujer,
Mary Ann, cerca de las canteras de Tilgate Forest, en la región de Cuckfield.
Grabado de la obra de Mantell Illustrations of the Geology of Sussex, publicada en 1827. Mantell describió
estos restos como «huesos de ave»; sólo más tarde fueron identificados como de pterosaurio.
Carl Theodori (1788-1857), fundador y conservador de la colección de fósiles del castillo de Banz, en la
Alta Franconia. En 1830 anunció el descubrimiento en Alemania de los primeros huesos de pterosaurio del
Lías.
Wilhelm, duque de Baviera, hizo del monasterio barroco de Banz, en el valle del Main, su castillo en 1814.
Su secretario, Carl Theodori, coleccionaba fósiles y reunió en el castillo una célebre colección que aún
permanece allí. En 1988 fue restaurada y exhibe muchas piezas interesantes, entre ellas un cráneo de
ictiosaurio gigante, de 2 m de longitud.
Grabado perteneciente al estudio realizado por Carl Theodori en 1852, que ilustra los huesos del pterosaurio
liásico de Banz, en concreto los huesos de la mandíbula, vértebras, costillas, húmero y parte del hombro de
un pterosaurio de cola larga. Theodori lo denominó »Pterodactylus» banthensis. Esta especie, cuyo nombre
procede de Banz, fue posteriormente asignada a un género aparte, Dorygnathus («mandíbula de lanza»).
Esta mandíbula la recogió Albert Oppel en 1856 cerca de Holzmaden. La ilustración procede del estudio de
Von Meyer de 1859-60, donde se cataloga este ejemplar como Dorygnathus banthensis.
Un género nuevo
En 1846 Hermann von Meyer 26 tuvo la oportunidad de examinar otro
pterosaurio de cola larga procedente de Solnhofen. Debido a la «proyección en
forma de pico del hocico» denominó a este nuevo género Rhamphorhynchus
(«hocico de pico»). Hermann von Meyer (1801-1869) hizo asimismo el primer
resumen de pterosaurios del Jurásico superior, en un magnífico volumen que
publicó en 1859-60 con el título Die Reptilien aus dem Lithographischen
Schiefer des Jura in Deutschland und Frankreich.
En aquel entonces el concepto de «caliza litográfica» aludía a las placas de
caliza del tipo existente en Solnhofen, usadas en litografía, el proceso de
impresión mediante piedra inventado por Alois Senefelder en 1796, por ser
particularmente densas y de grano fino.
También había placas de caliza fosilífera de finales del Jurásico que
contenían tortugas, cocodrilos, pequeños lagartos y peces fósiles en el suroeste
francés, cerca del pueblecito de Cerin (Ain). Sin embargo, tan sólo dos huesos
sugerían la existencia de pterosaurios: el húmero y la tibia de un Pterodactylus
de 2 m de envergadura, que von Meyer denominó Pterodactylus cerinensis.
En 1844, después de que Gideon Mantell reconociese que los huesos que
había hallado en Tilgate Forest, considerados como huesos de ave, eran en
realidad de pterosaurio, se hallaron restos de esqueletos de pterosaurio en otros
yacimientos cretácicos de Inglaterra; por ejemplo, en 1851, en la Cambridge
Greensand. Dos investigadores, en particular, se dedicaron a la investigación
científica de estos hallazgos: Sir Richard Owen (1804-1892), director del Museo
Británico (Historia Natural) de Londres, y Harry Govier Seeley (1839-1909),
catedrático de geología del King’s College de Londres. En 1901 Seeley publicó
el primer libro popular y exhaustivo sobre los pterosaurios, titulado Dragons of
the Air («Dragones del aire»).
Seeley publicó una serie completa de ensayos sobre los pterosaurios
(llamados por él Saurornia), que más tarde denominó Ornithosauria, siguiendo
la costumbre del ornitólogo italiano príncipe Carlos Bonaparte. (Sin embargo, el
nombre Pterosauria tiene prioridad, ya que fue sugerido por el paleontólogo de
Darmstadt Johann Jakob Kaup en 1834.) Seeley se centró, en particular, en los
abundantes hallazgos de huesos de pterosaurio de la Greensand cretácica de
Cambridge.
En 1864, por analogía con las aves, insistió en que los pterosaurios, que
denominó Saurornia, debían de tener sangre caliente, lo que en su opinión
justificaba su separación de la clase reptil.29 Seeley tenía la impresión de que los
pterosaurios (él utilizaba el nombre de Ornithosauria) podían no ser reptiles
genuinos.
Escribió en Dragons of the Air: «…Los ornitosaurios pueden ahora
describirse con más seguridad que los dinosaurios. Éstos, como los pterodáctilos,
deben considerarse en algunos aspectos como una fase intermedia entre los
reptiles y las aves». Seeley sugirió un lugar propio para los pterosaurios, que en
su opinión eran de sangre caliente, en el sistema de los vertebrados. Debían
clasificarse en paralelo con las aves, entre los reptiles y los mamíferos.
Las opiniones de Richard Owen eran muy diferentes de las de Seeley.
Creía, por ejemplo, que el tamaño de los pterosaurios era limitado desde el
principio. En su opinión, se trataba de animales de sangre fría y, por tanto,
inferiores fisiológicamente a los animales voladores de sangre caliente como
aves y murciélagos.30 De hecho, hasta aproximadamente el año 1840 no se
conocieron pterosaurios de mayor tamaño. Pero en 1845 el secretario de la
Sociedad Paleontográfica de Londres, John Scott Bowerbank, describió una
nueva especie de pterosaurio procedente de los estratos cretácicos de Kent, cuya
envergadura debió de ser de al menos 2,5 m. Y algún tiempo después descubrió
los huesos fósiles de una especie aún más grande, que debió de tener una
envergadura de casi 5 m con las alas extendidas. Por esta razón, Bowerbank
denominó a esta especie Pterodactylus giganteus.31 Esto no significaba que
Owen cambiase su punto de vista sobre la fisiología de los pterosaurios; creía,
declaró como defensor convencido de la versión bíblica de la creación, que el
poder de Dios como creador había sido mayor en el pasado de la Tierra y, por
tanto, estaba por encima de los cálculos basados en la naturaleza contemporánea.
Grabado de una monografía de Owen sobre reptiles fósiles. Representa fragmentos de mandíbula y
vértebras de Criorhynchus de la Cambridge Greensand.
Recreación de Dimorphodon macronyx, del Lías de Lyme Regis, realizada por H.G. Seeley, como aparece
en su libro Dragons of the Air (1901).
La expedición de Yale de 1870 con O.C. Marsh en el centro. Fueron quienes descubrieron los primeros
restos de pterosaurios americanos en Kansas. Como el oeste seguía siendo territorio indio, en el equipo
figuraban no sólo martillos de geólogo, sino también rifles y cuchillos.
Hallazgos americanos
En la década de 1870 se descubrieron pterosaurios mucho más grandes, los
animales voladores de mayor tamaño. Se encontraron en América. Esta
investigación está estrechamente asociada a Edward Drinker Cope (1840-1897)
y Othniel Charles Marsh (1831-1899), precursores de la exploración geológica y
paleontológica del oeste norteamericano, pero también grandes rivales. Su
principal contribución fue el descubrimiento de célebres restos de dinosaurios.
Cope fue miembro de la Academia de Ciencias de Filadelfia; Marsh fue
catedrático en Yale.
En el verano de 1870 O.C. Marsh organizó una expedición a las Montañas
Rocosas en busca de fósiles. Uno de sus acompañantes fue el coronel William F.
Cody, más conocido como Búfalo Bill. En noviembre, el grupo de Marsh
comenzó a explorar los estratos cretácicos de esta región, la Niobrara Chalk en el
oeste de Kansas, desde el campamento situado en Smoky Hill River.
Kansas era, en realidad, territorio de E.D. Cope, y éste acababa de recibir
fósiles de mosasaurios y plesiosaurios procedentes del mismo estrato. De hecho,
Cope nunca había visitado la zona. Disponía de los llamados «buscadores de
huesos», que le enviaban el material a Filadelfia. Por el contrario, Marsh fue a
explorar el oeste, una aventura peligrosa en aquel entonces.
Una vez en Smoky Hill River, el grupo de Marsh encontró restos de tres
nuevas especies de mosasaurios, grandes lagartos marinos, entre los que figuraba
un esqueleto de casi 10 m de largo. Finalmente se excavaron también algunos
huesos problemáticos. Eran largos, huecos, de paredes finas, y recordaban los
huesos de las aves. Pero las articulaciones eran semejantes a las de los
pterodáctilos ingleses, aunque éstas eran mucho más pequeñas. El fragmento de
un hueso metacarpiano tenía 17 cm de largo, y a partir de él calculó Marsh una
envergadura para ese gigantesco animal volador de 6 metros.34
En el verano siguiente (1871) se cumplieron las esperanzas de Marsh de
realizar hallazgos más completos en Smoky Hill River. Encontró la otra mitad
del hueso metacarpiano, lo que daba una longitud total de 40 cm. La primera
falange del dedo alar medía 42 cm de largo. Estos nuevos hallazgos confirmaron
los primeros cálculos sobre su tamaño total. Algo más arriba en el perfil del
estrato descubrió los huesos del ala de un animal de mayor tamaño, cuya
envergadura calculó en unos 6,5 m. En 1872 consideró las dos formas como
nuevas especies de Pterodactylus, Pterodactylus ingens (grande) y Pterodactylus
occidentalis.35
Para Marsh fue un triunfo descubrir y dar nombre a los primeros
pterosaurios hallados en suelo americano. Mientras tanto, poco después de que
concluyera la expedición de Marsh, su rival Cope se dedicó a buscar en los
mismos yacimientos de Smoky Hill River. Comenzó a excavar febrilmente para
fundar su propia colección de reptiles cretácicos y así poder publicar antes que
Marsh. El 1 de marzo de 1872 presentó un escrito ante la American
Philosophical Society, describiendo los pterosaurios que había hallado en
Kansas.36 Pero el American Journal of Science, que dirigía Marsh, había
publicado la descripción de Pterodactylus occidentalis y Pterodactylus ingens
cinco días antes.
Los pterosaurios de Kansas no sólo eran gigantescos, sino que,
sorprendentemente, sus mandíbulas eran desdentadas, en completo contraste con
los pterosaurios hallados en yacimientos cretácicos ingleses algo más antiguos.
Pero, sobre todo, poseían una peculiar cresta ósea larga y delgada en la parte
posterior de la cabeza. En 1876 Marsh denominó a la forma americana
Pteranodon («volador desdentado»), separándolos así de los géneros europeos.37
También distinguió un segundo género procedente de la Kansas Chalk, la
llamada Formación Niobrara, que era más pequeño y carecía de cresta ósea. Lo
denominó Nyctosaurus («reptil desnudo»). En años posteriores los yacimientos
de Kansas fueron tan productivos que George F. Eaton, conservador de
Osteología y Paleontología de Vertebrados en el Museo Peabody de Yale,
catalogó una colección de huesos de pterosaurio procedentes de un total de 465
ejemplares individuales.38
Othniel Charles Marsh (1831-1899) descubrió los primeros huesos de pterosaurio en el Nuevo Mundo en el
otoño de 1870. Eran fragmentos del hueso de un ala, hallados en la Niobrara Chalk de Kansas.
Metacarpiano, primer resto de pterosaurio hallado en América. O.C. Marsh fue quien descubrió los
fragmentos.
Reconstrucción del Nyctosaurus procedente de la Niobrara Chalk de Kansas, publicada por S.W. Williston
en 1902. Su envergadura era de 2,5 metros.
Rhamphorhynchus phylluruse. Dibujos que aparecieron en el informe de Marsh de 1882. Obsérvense las
marcas de las membranas de la cola y el ala.
En 1882, el mismo año en el que O.C. Marsh publicó su Rhamphorhynchus phyllurus, su amigo Karl A.
Mittel, de Munich, describió un ala aislada de un Rhamphorhynchus procedente de Solnhofen con marcas
sorprendentemente nítidas de la membrana del ala. Incluso el sistema de cohesión interna de las fibras
estaba delineado con claridad. Basándose en este ala, Zittel preparó una reconstrucción (izquierda) que
representa las alas mucho más estrechas que en la versión de Marsh.
Karl Alfred von Zittel (1839-1904), catedrático de geología y paleontología de Munich, eminente
paleontólogo del siglo XIX. Bajo su dirección, la Colección del Estado de Baviera se convirtió en una de las
más importantes de Europa.
Marsh encontró asimismo una marca de piel al final de la larga cola, que
presentaba un abanico terminal de forma romboidal, que orientó en posición
vertical e interpretó como si hubiera servido a modo de timón de dirección.
En la reconstrucción que dibujó de este animal supuso asimismo la
existencia de otra membrana alar entre la cola y las patas traseras, parecida al
uropatagio de un murciélago. Al parecer, Owen convenció a Marsh de que
hiciera esta reconstrucción, ya que aquél había mostrado una membrana alar
semejante en su reconstrucción de Dimorphodon. Sin embargo, no hay pruebas
en el material fósil de la existencia de un «uropatagio» así en Rhamphorhynchus
o Dimorphodon.
Casualmente, Karl Alfred Zittel 42 describió asimismo una membrana alar
de Rhamphorhynchus procedente de la Colección Estatal de Munich aquel
mismo año de 1882. Sólo se había conservado un ala, pero había una marca muy
detallada de su membrana, no sólo del contorno sino también del sistema de
consolidación interno formado por fibras duras. Zittel concluyó a partir de este
hallazgo que las alas de Rhamphorhynchus abarcaban las patas traseras, como
sucede en los murciélagos.
Entonces surgió una curiosa controversia sobre la orientación de la barba
terminal de la cola en los pterosaurios de cola larga. ¿Vertical u horizontal?
¿Había que interpretarla como forma de controlar la altura o el movimiento hacia
los lados? Marsh la orientó, como ya hemos visto, verticalmente, pues había
observado una ligera asimetría en el perfil. Más tarde, por razones
aerodinámicas, se pensó en el control de la altura y se orientó horizontalmente.
Pero varios puntos sugieren que, después de todo, Marsh tenía razón.
En Alemania, la llamada caliza litográfica de las abundantes canteras de la
zona de Solnhofen (Eichstätt) e, incluso más al este, en Kelheim, en la
confluencia de los ríos Almühl y Danubio, siguió proporcionando
descubrimientos que llevaron a nuevas consideraciones sobre los pterosaurios
del Jurásico. Debido al grano extremadamente fino del sedimento, estos estratos
conservan las partes blandas.
Así, en 1908, Karl Wanderer observó marcas encima y debajo del cráneo
de un Rhamphorhynchus procedente del Museo de Dresde que sugerían la
existencia de una cresta blanda encima de la cabeza y de una bolsa en la
garganta.43 Wanderer fue también el primero en encontrar gran cantidad de
puntos, semejantes a pinchazos de aguja, en las marcas de la membrana alar,
causados por folículos pilosos, según estableció en 1927 el paleontólogo de
Munich Ferdinand Broili.44
Esto significaba que los pterosaurios probablemente tuvieran sangre
caliente, confirmando las hipótesis de Seeley y otros. Broili escribió también un
estudio basado en la observación de membranas interdigitales de un
Rhamphorhynchus procedente de Solnhofen. Esto confirmaba otra de las
hipótesis de Seeley: que los pterosaurios podían nadar.
Fue también en 1927 cuando la eminente paleoneuróloga Tilly Edinger
publicó sus hallazgos sobre la estructura cerebral de los pterosaurios.45 Los
moldes internos del cerebro se conocían desde 1888, cuando Newton escribió
sobre el cráneo de Scaphognathus purdoni procedente del Lías de Whitby. Pero
algunos pterodáctilos y ranforrínquidos de Solnhofen presentaban huellas del
cerebro en forma de molde interno. La investigación de Tilly Edinger mostraba
que, incluso en el Jurásico superior, los pterodáctilos habían desarrollado un
cerebro más parecido al de las aves que el del «ave primitiva» Archaeopteryx.
Así, el cerebro de los pterosaurios no era en modo alguno pequeño y parecido al
de los reptiles, sino más próximo al de un ave en tamaño y forma. Esto era un
requisito previo importante para la dirección y control del vuelo. Por lo que
respecta a Seeley y muchos paleontólogos posteriores, esto indicaba el alto
índice metabólico y por tanto una razón para no clasificar a los pterosaurios
entre los reptiles, sino en una clase independiente de vertebrados.
Si los pterosaurios no se hubieran extinguido hace 65 millones de años, les
otorgaríamos un lugar propio en el sistema zoológico de los vertebrados. Pero
debatiremos este problema en el capítulo siguiente.
Curvas polares que trazan la velocidad de vuelo sobre la de descenso vertical para Pteronodon (a), un
halcón (b), un albatros (c) y un planeador (d). La velocidad máxima de vuelo para Pteronodon era de unos 8
m/seg cuando la de descenso vertical estaba en su punto mínimo.
En las últimas décadas ha quedado cada vez más claro que los pterosaurios
del Mesozoico constituían un grupo de animales extraordinariamente variado e
inteligente. Se han encontrado en todos los continentes, a excepción de la
Antártida. En los últimos años se han realizado más hallazgos en Europa y
Norteamérica, y también se han encontrado restos de esqueletos en América del
Sur, Asia, Australia y Nueva Zelanda. Los primeros pterosaurios chinos fueron
particularmente importantes. Se encontraron en el Cretácico inferior de la
provincia de Sinkiang, y fueron descritos por C.C. Young en 1964.51 También se
encontró un extraño pterosaurio procedente del Cretácico inferior en Argentina
con dentición en filtro, compuesta por cientos de «dientes» 52 punzantes, largos y
finos, y en último lugar, pero no por ello menos importante, los huesos de
pterosaurio excelentemente conservados de las concreciones calizas de la
Formación Santana, en la Meseta de Araripe (Brasil).53
Stephen Winkworth lanza al aire su modelo de Pteranodon controlado por radio en 1985. La maqueta voló
con éxito sobre los acantilados de la costa de Dorset, en el sur de Inglaterra.
Maqueta de Quetzalcoatlus, a mitad de su tamaño real, construida por el doctor MacCready y su equipo en
Monrovia, California. Este modelo llegó a batir las alas, de 5,5 metros, durante el vuelo.
Petrolacosaurus
El diápsido más antiguo del que se tienen noticias es Petrolacosaurus kansensis. Este reptil con aspecto de
lagarto, de unos 58 cm de longitud, vivió hace 300 millones de años. Ha sido descubierto en rocas del
Carbonífero superior en Kansas.
Clasificación de los reptiles
Las subclases de reptiles se reconocen por las aberturas craneales que hay detrás de la órbita ocular,
llamadas fenestras temporales. Los sinápsidos tienen una sola en la parte baja y lateral del cráneo. Los
euriápsidos tienen también una fenestra temporal, pero está más arriba. Los anápsidos no tienen abertura
temporal, mientras que los diápsidos tienen dos, una superior y otra inferior. Durante el Mesozoico los
diápsidos, entre los que figuran dinosaurios y pterosaurios, eran particularmente abundantes.
Origen y parentesco
Ya hemos explicado que, desde un punto de vista osteológico, los
pterosaurios pueden clasificarse como diápsidos, y a continuación como
arcosaurios debido a sus características aberturas craneales. Según el sistema
clásico establecido por el paleontólogo estadounidense Alfred Sherwood Romer
2 los arcosaurios engloban a los dinosaurios, cocodrilos, pterosaurios y
tecondontos. Como los arcosaurios más antiguos son los tecondontos del
Triásico, se cree que el origen de los pterosaurios tiene que ver con estos reptiles,
por regla general terrestres.
Scleromochlus
A Scleromochlus se le ha considerado un antepasado de los pterosaurios. Pero, ¿por qué son sus miembros
traseros mucho más largos que los delanteros?
Lagosuchus
Lagosuchus es otro arcosaurio tecondonto al que se ha considerado estrechamente emparentado con los
pterosaurios. Algunos científicos creen que Lagosuchus es un grupo afín a dinosaurios y pterosaurios, y que
comparte un antepasado común que fue un reptil bípedo (véase abajo).
Este árbol muestra el hipotético parentesco filogenético existente entre pterosaurios, dinosaurios,
Lagosuchus y ornitosúquidos tal como lo sugirió Kevin Padian, de la Universidad de Berkeley. En esta
concepción se considera a dinosaurios y pterosaurios como grupos afines que comparten un antepasado
común con Lagosuchus y los ornitosúquidos.
Esta estampa de Lagosuchus talampayensis sugiere que este pequeño arcosaurio podría correr de forma
bípeda. El extremado alargamiento de las patas traseras muestra una tendencia a la proporción de los
miembros en marcado contraste con los pterosaurios, en los que los miembros delanteros se alargaron y
convirtieron en alas.
Euparkeria
Euparkeria fue probablemente de los primeros arcosaurios que podían correr pequeñas distancias sobre las
patas traseras.
Como resultado de sus estudios sobre los pterosaurios más antiguos que se conocen –las formas triásicas
Eudimorphodon y Peteinosaurus, procedentes de los Alpes italianos–, Rupert Wild, del Museo de Historia
Natural de Stuttgart, concluyó que los pterosaurios no pueden ser descendientes directos de los tecodontos,
antepasados de dinosaurios y cocodrilos, sino que es más probable que tengan un antepasado común en los
eosuquios, un tronco diápsido de pequeños reptiles pérmicos que dieron origen a lepidosaurios y
arcosaurios, tal como muestra este diagrama. Aunque no se conocen fósiles de formas intermedias,
podemos suponer que el origen de los pterosaurios, y los comienzos de su evolución de reptiles terrestres a
voladores activos, se sitúan a principios del Triásico o a finales del Pérmico, quizá hace 250 millones de
años.
Estas son fases evolutivas hipotéticas en la transición de reptil cuadrúpedo (A), pasando por reptil planeador
con pliegues de piel (B), reptil planeador avanzado con dedo extendido para la dirección (C),
protopterosaurio con un dedo del ala largo que sujeta una membrana para planear (D), hasta llegar a un
pterosaurio desarrollado con un dedo del ala muy alargado que sujeta una larga membrana de piel, y una
membrana terminal en la cola para la dirección y el contrapeso (E). (Según Peters y Gutmann, 1985)
Helosaurus scholtzi refleja la forma general del cuerpo de un reptil eosuquio. Era un animal con aspecto de
lagarto que medía unos 51 cm de longitud. En este ejemplo también resulta perceptible una tendencia a la
locomoción bípeda.
Podemos imaginar al hipotético «propterosaurio» como un reptil arbóreo que vivió a finales del Pérmico o
principios del Triásico. Había desarrollado pliegues de piel laterales, unidos al larguísimo cuarto dedo, que
podría extenderse entre los miembros delanteros y traseros. El quinto dedo se redujo, mientras que los tres
primeros se movían libremente y le servían para trepar por los árboles. Pudieron desarrollarse
posteriormente pliegues de piel delante de los miembros anteriores y entre la cola y las patas traseras, con el
fin de aumentar la superficie y reducir así la velocidad de descenso vertical al planear. Esta reconstrucción
se basa en una semejante publicada por Rupert Wild en 1984. Se corresponde con la fase C del diagrama de
arriba a la izquierda.
Osteología
Los hallazgos fósiles han demostrado que los pterosaurios tenían gran
variedad de formas, pero que su esqueleto presentaba una estructura general
uniforme que hace de ellos un grupo fácilmente distinguible.
En líneas generales, los pterosaurios tienen un cráneo relativamente grande
y una columna vertebral cervical muy desarrollada. El esqueleto del ala y el
omóplato son desproporcionadamente largos, mientras que el tronco mantiene su
tamaño pequeño y las patas traseras están poco desarrolladas.
El largo cráneo tenía gran número de aberturas y en muchos pterosaurios
se limitaba a una serie de tiras óseas. Las órbitas oculares eran grandes y tenían
un anillo óseo, el llamado anillo esclerótico, que protegía el ojo como en las
aves. Las fosas nasales estaban situadas bastante atrás. Los pterosaurios debieron
de tener un olfato poco desarrollado, pero una vista excelente, rasgo confirmado
por la estructura del cerebro.
Las extremidades anteriores se desarrollaron de la forma más sorprendente,
transformándose en alas. A diferencia de las aves y murciélagos, en los
pterosaurios sólo se alarga un dedo de la mano, y en grado sumo. Se trata del
cuarto dedo. Los tres primeros se desarrollaron con normalidad, mientras que el
quinto retrocedió y se ha perdido por completo. La extensión del cuarto dedo
para formar un dedo de vuelo se logró al alargarse cada una de las falanges. Las
secciones individuales se articularon con gran firmeza, por lo que había poco
movimiento entre ellas.
Membrana alar
Fémur
Tobillo
Pie
La extremidad anterior de murciélagos, aves y pterosaurios tiene una estructura diferente. En los
murciélagos, la zona del ala es una membrana entre los cuatro dedos y la pata trasera. En las aves, la mano
está muy reducida. El ala está formada por plumas. En los pterosaurios, la membraba alar se extendía entre
el cuarto dedo, el cuerpo y el fémur.
Pterodactylus visto en posición ventral. Es un ejemplo de los pterosaurios de cola corta (Pterodactyloidea).
Aquí la cola se reduce, pero el cuello y el cráneo se alargan, y los distintos huesos del ala tienen
proporciones diferentes. En el Cretácico superior este grupo de animales evolucionó hacia formas
desdentadas y gigantes con envergaduras de hasta 12 m.
El cráneo
Por regla general, el cráneo del pterosaurio es relativamente grande, bajo y
muy alargado, y forma un ángulo razonablamente amplio con la columna
vertebral. Las fosas nasales exteriores están muy atrás y, como la abertura
preorbital y las órbitas oculares, son bastante grandes. En el caso de los de cola
larga, la abertura preorbital y la nasal están separadas por un puente óseo; en los
de cola corta este puente de hueso no existe y ambas aberturas craneales forman
una gran ventana naso-preorbital. En los Rhamphorhynchoidea la cabeza
articular para la primera vértebra está en el eje longitudinal del cráneo, en la
parte trasera, en tanto que en los Pterodactyloidea está más en el lado inferior
del cráneo. Esto significa que los primeros llevaban la cabeza en una posición
bastante estirada, mientras que los últimos llevaban la cabeza en un ángulo
distinto al cuello.16
Los dientes están situados en la mandíbula de la misma forma que en los
tecondontos, es decir, en alvéolos individuales. Los dientes pueden extenderse a
lo largo de toda la mandíbula u ocupar sólo parte de la misma. En los
Rhamphorhynchoidea los dientes están inclinados hacia adelante o hacia arriba.
Los dientes delanteros son, por lo general, más largos y curvos, comprimidos en
los lados, suaves y puntiagudos. Se hacen más pequeños hacia la parte trasera de
la mandíbula. En Rhamphorhynchus los largos dientes delanteros, que apuntan
hacia adelante y hacia afuera, encajan de forma alterna uno en el otro. Junto con
los extremos desdentados de la mandíbula, dotados de pico córneo puntiagudo,
formaban un excelente órgano prensil para capturar peces. En algunas formas el
extremo desdentado de la mandíbula inferior está comprimido lateralmente y
sobresale más allá de la mandíbula superior.17 Es probable que los pterosaurios
lo utilizasen para cribar la superficie del agua en busca de peces.18
Cráneo de Rhamphorhynchus
Los dibujos muestran la osteología craneal de Rhamphorhynchus de una monografía científica. Las
abreviaturas hacen referencia a los nombres científicos. Reconstrucciones como ésta son el resultado de
pacientes estudios. El cráneo se muestra en vista lateral, superior y palatal, y posterior, mientras que la
mandíbula inferior se ofrece en vista lateral y superior. El cóndilo occipital (co) permite la articulación con
la primera vértebra del cuello. La abertura sobre el mismo (el foramen magnum) va desde el cerebro a la
médula espinal.
Esta foto de Pterodactylus kochi muestra la posición del cráneo con relación al cuello, típica de los
pterodactílidos de cola corta. El punto de articulación (cóndilo occipital) se sitúa debajo de la caja del
cráneo; en los ranforrínquidos está situado más atrás.
Posturas de la cabeza
La conservación en estado fósil revela que en algunos casos el extremo de las mandíbulas de
Rhamphorhynchus estaba cubierto de un pico córneo, largo y puntiagudo, unido como una vaina a las
mandíbulas superior e inferior. Debieron de funcionar como un par de pinzas, que permitían al pterosaurio
abatir y capturar a su presa. Es probable que fuesen de gran utilidad para pescar.
Crestas variadas
Crestas de pterosaurio, de las medianas y bajas de Germanodactylus, hasta las de la parte posterior del
cráneo de Pteranodon, o las formas con aspecto de «quilla de barco» de las mandíbulas de Tropeognathus.
Son varias las opiniones sobre su función. Puede que sirviesen como un elemento de la exhibición sexual, o
contrapeso y estabilizador del vuelo o, incluso, para la pesca al vuelo.
Cresta de Pteranodon
¿Servía la cresta de Pteranodon ingens como mástil en el que iba sujeta una membrana que se extendía
hasta la espalda? Dicha «vela» podría haber servido como timón de vuelo, pero habría limitado mucho la
movilidad de la cabeza en el plano vertical.
Articulación de la mandíbula
Las articulaciones de la mandíbula inferior son uniones en rosca, tal como se observa en este ejemplar de
Pteranodon. Las aristas y ranuras dispuestas de forma oblicua hacían que la mandíbula inferior se ampliara
al abrir el pico, probablemente con el fin de extender la bolsa de la garganta. Las ilustraciones de abajo
muestran la posición de las mandíbulas al cerrarse (dcha. inferior) y abrirse (izda. inferior). La
protuberancia posterior de la mandíbula inferior puede girar hacia arriba y deslizarse sobre el hueso
cuadrado del cráneo, situado encima.
Técnicas de pesca
Esta secuencia muestra cómo la cresta de la parte delantera del pico de Anhanguera pudo ayudar a este
pterosaurio a pescar al vuelo. Al hundir las mandíbulas en el mar para capturar peces, la cresta habría
surcado el agua por debajo de la superficie, como la quilla de un barco, reduciendo la resistencia del agua y
estabilizando la cabeza de Anhanguera en el crítico momento de capturar a la presa.
La columna vertebral
La columna vertebral está, por lo general, dividida en vértebras cervicales,
dorsales, sacras y caudales. Hay una diferencia considerable en el número y
longitud de las vértebras caudales (cola) entre los pterosaurios de cola larga y los
de cola corta. El número de vértebras cervicales, dorsales y sacras tampoco es
uniforme en todos los pterosaurios.
Puede haber siete, ocho o nueve vértebras cervicales (cuello). Con
frecuencia no queda claro si las dos últimas vértebras cervicales pueden
considerarse vértebras dorsales. Sin embargo, la primera vértebra dorsal es
aquélla en que las costillas están por primera vez unidas al esternón.
El número de vértebras dorsales (espalda) oscila entre 11 y 16, según si se
considera las últimas vértebras cervicales como dorsales o no, y si las últimas
vértebras dorsales forman ya parte del sacro. El sacro de los
Rhamphorhynchoidea tiene entre tres y cinco vértebras, y hasta diez el de los
Pterodactyloidea. Los pterosaurios de cola larga tienen unas 40 vértebras
caudales, a excepción de Anurognathus, cuya corta y rechoncha cola tiene 11
vértebras. Anurognathus es el único pterosaurio «de cola larga» que tiene la cola
corta.
Las articulaciones de todas las vértebras de los pterosaurios son cóncavas
por delante y convexas por detrás; dichas vértebras se denominan procelo. Sólo
las vértebras caudales son cóncavas en ambos extremos, y se denominan
anficelo.
Las vértebras cervicales de los pterosaurios son grandes y fuertes, en
contraste con el resto de las vértebras, aunque, al igual que las dorsales, tienen
unas aberturas laterales para ahorrar peso. En los Rhamphorhynchoidea el cuello
siempre es más corto, o como mucho igual, que la parte de la columna vertebral
que se extiende entre aquél y la cola. En los Pterodactyloidea el cuello es
siempre más largo. Esto no se logra mediante un incremento en el número de las
vértebras, sino más bien por extensión de las cervicales. Las de los
Rhamphorhynchoidea, más cortas, disponen de apófisis espinosas superiores
altas. Tienen costillas cervicales cortas y delgadas cerca de las vértebras. Los
Pterodactyloidea sólo tienen costillas en las dos últimas vértebras cervicales, y
en su caso las apófisis espinosas son en su mayoría bajas y en forma de cresta.
Sin embargo, las cervicales de Pteranodon y otros pterosaurios cretácicos tienen
también una apófisis espinosa alta. En el gigantesco Quetzalcoatlus las
cervicales son también muy largas, con apófisis espinosas muy bajas y en forma
de cresta. Además, en este género y en otros grandes pterosaurios, se han
formado otros apéndices o apófisis que sobresalen abdominalmente en ambos
extremos de las vértebras. Esta articulación en cinco puntos de las vértebras
cervicales impedía la torsión vertebral y grandes movimientos laterales. Pero las
cervicales podían flexionarse hacia arriba y abajo, lo que era importante a la
hora, por ejemplo, de capturar peces.
En la mayoría de los pterosaurios cretácicos encontramos soldadas algunas
de las vértebras dorsales. Este conjunto se denomina notarium, y en él también
encontramos unidas las vértebras y, hasta cierto punto, las apófisis espinosas. En
Pteranodon, por ejemplo, éstas forman una placa supraneural con una faceta
articular superficial a cada lado sobre la que se asientan los omóplatos. En
cuanto a su función, este notarium sirve de sujeción y anclaje para el omóplato.
Vértebras de Rhamphorhynchus
Vértebras de cuello y tronco. La disposición general de las vértebras de los pterosaurios sigue el modelo
arcosauriano. Pero comparadas con las del tronco (dorsales), las del cuello (cervicales) son especialmente
fuertes y ofrecen grandes zonas para la fijación de los músculos del cuello. A pesar de esto, son ligeras,
huecas en parte, y tienen agujeros en las paredes óseas para ahorrar peso. Las articulaciones de todas las
vértebras suelen ser cóncavas por delante y convexas por detrás.
Vértebras del cuello de Pterodactylus
El alargamiento del cuello es más una consecuencia del alargamiento de las vértebras individuales del
cuello que de un aumento en el número de vértebras del mismo. Cuanto más largas se hacían las vértebras,
más reducidas resultaban las apófisis espinosas situadas en la parte superior de aquéllas. Como resultado,
cabeza y cuello podían girar hacia arriba y abajo con bastante libertad, pero la movilidad lateral estaba
limitada.
Notarium
En los pterodactiloideos grandes y desarrollados, como este Pteranodon, las vértebras dorsales frontales
están soldadas en un bloque, el notarium. Era un fuerte apoyo para el omóplato como anclaje para las alas.
Impedía que la caja torácica quedara comprimida cuando los músculos del vuelo estaban en
funcionamiento.
Este primer plano de tres vértebras de la cola de Rhamphorhynchus muestra que las varillas óseas surgen
como extensiones de las vértebras y de los cheurones ventrales existentes entre ellas (véase también el
dibujo inferior). Las varillas son dispositivos de reforzamiento para la cola aerodinámica y larga.
La cola de los pterosaurios de cola larga se compone de unas 40 vértebras reforzadas mediante largas
extensiones óseas, a modo de varilla, de las zigapófisis (a veces mal llamadas tendones osificados). Este
Rhamphorhynchus procedente de la caliza de Solnhofen muestra con claridad la estructura de la cola y estas
extensiones de refuerzo de las vértebras.
Refuerzo de la cola
11ª vértebra caudal de Rhamphorhynchus aislada (en varias vistas) y como parte de una serie de vértebras.
Los elementos vertebrales intermedios, los cheurones, han desarrollado asimismo largas extensiones de
refuerzo. De este modo la cola quedaba reforzada dorsal y ventralmente.
Cola de Pterodactylus
Cola de Pterodactylus. La cola de los pterodactiloideos se compone de unas pocas vértebras que no están
reforzadas.
Esternón de Rhamphorhynchus (visto desde abajo).
El esternón
Al igual que las aves, los pterosaurios poseían un esternón osificado de
gran tamaño. Se componía de una placa ósea ampliada y una quilla o cresta
(carina) que apuntaba hacia delante. Según el género tenía forma triangular,
rectangular o acorazonada. La pláca ósea ligeramente abultada del esternón y su
quilla funcionaban como superficie de inserción del complejo sistema de
músculos pectorales que movían las alas. En los bordes laterales de la placa del
esternón se asentaban los esternocostales, que se articulaban con las costillas
torácicas.
Esternones
El esternón de un pterosaurio (desde abajo) es una placa con una quilla (cristospina) que sobresale. En él se
insertaban los grandes músculos del ala.
La cintura escapular
Los pterosaurios carecen de los elementos de la cintura escapular que
encontramos en otros reptiles, como la clavícula y la interclavícula. La cintura
escapular o torácica se compone de escápula y coracoides. Ambos son largos y
muy desarrollados, y se unen en un ángulo en forma de V o U. Suelen estar
soldados en un hueso único, el escapulo-coracoides. En los pterosaurios del
Cretácico que tienen notarium el omóplato está sujeto a la columna vertebral. El
extremo libre de la escápula se articula aquí en una faceta de las apófisis
espinosas osificadas. El extremo ventral del coracoides presenta una faceta
articular en forma de silla de montar que encaja en una cavidad articular del
esternón. Tanto la escápula como el coracoides participan en la articulación del
hombro orientada hacia el lado y ligeramente hacia arriba. Como resultado, el
húmero estaba particularmente bien adaptado para ejecutar movimientos
dirigidos dorsalmente. Vistos desde la parte delantera, los dos coracoides forman
una V y se articulan con el esternón. En los grandes pterosaurios del Cretácico,
los dos escapulo-coracoides forman un anillo cerrado con el notarium arriba y el
esternón abajo, creando un todo muy estable al que se fijaban los largos
miembros alares.
Gastralia
Las gastralia, denominadas a veces costillas ventrales, son una estructura característica de muchos anfibios
y reptiles. Son osificaciones dérmicas y es posible que surgiesen del armazón dérmico que protege el
abdomen de dichos animales. En los pterosaurios, como en este Rhamphorhynchus, las gastralia están
formadas por tres huesos con aspecto de varillas, una mesogastralia central en ángulo, unida a dos
laterogastralia ligeramente curvadas, dispuestas en seis filas paralelas una detrás de otra. Originariamente
estaban bajo la piel del vientre, entre la placa del esternón y la pelvis. Es probable que su función fuese
sujetar y proteger los intestinos. Las aves actuales carecen de gastralia.
Cintura escapular
La cintura escapular está unida al esternón, tal como vemos aquí en Rhamphorhynchus. La cavidad
glenoidea para la articulación del húmero está algo orientada hacia arriba y atrás, dando idea de cómo se
movía el ala.
El húmero
El húmero (parte superior del brazo) del pterosaurio es relativamente corto
y fuerte. En el extremo superior (proximal) se desarrolla una cabeza articular con
forma de silla de montar, que estaba en contacto con la cavidad glenoidea del
omóplato. A uno de los lados del extremo superior hay una amplia cresta, el
proceso delto-pectoral, al que se unían los músculos pectorales de vuelo.
La caña del húmero suele estar ligeramente inclinada hacia delante. Las
facetas distales que se articulan con el radio y el cúbito permiten una amplia
flexión del codo. El húmero es un hueso hueco. En las articulaciones y
protuberancias se halla tejido óseo esponjoso. En los grandes pterosaurios del
Cretácico la cavidad de la caña está reforzada mediante finos puntales óseos que
refuerzan el hueso, además de hacerlo más ligero. El máximo apuntalamiento del
húmero era posible cuando estaba aproximadamente en ángulo recto con el eje
longitudinal del cuerpo. Podía girar hasta 65° hacia atrás. En Pteranodon el
movimiento vertical del húmero permitía un giro desde 25° por debajo de la
horizontal hasta 70° por encima.27 En el transcurso de este movimiento, se
dirigía 17° hacia atrás en su punto más bajo.
El húmero
Es relativamente pequeño en los pterosaurios, pero muy fuerte, con grandes procesos para la inserción de
los músculos alares (proceso delto-pectoral). A pesar de su fuerza, este hueso es hueco y, excepto en los
extremos articulares, presenta paredes muy finas que lo hacen ligero. En los grandes pterosaurios la caña
está reforzada internamente por puntales óseos que consolidaban transversalmente las paredes externas.
Estos dibujos muestran el húmero izquierdo de Rhamphorhynchus en vistas lateral (izquierda), anterior
(centro) y central (derecha).
El carpo
Originariamente el carpo (o muñeca) se componía de cinco huesos: dos
carpianos proximales y tres distales. Hay tendencia a que los carpianos
proximales estén soldados en un hueso, como en los Rhamphorhynchoidea y en
los Pterodactyloidea del Cretácico. En las formas más desarrolladas hay una
posterior reducción a dos huesos distales, el más grande de los cuales sujeta el
sólido metacarpiano del ala. El carpiano distal, situado lateralmente y más
pequeño, tiene una cavidad glenoidea para recibir el pteroide, hueso que no
aparece en otros vertebrados. Es probable que estuviese conectado a un tendón
que discurriera a lo largo del borde frontal de una pequeña membrana alar
existente entre las partes superior e inferior de la extremidad, el propatagio. Es
probable que la función del hueso pteroide fuese alterar el ángulo de ataque y la
forma del propatagio y, por ende, la ejecución del vuelo.
Sin embargo, otros investigadores sugieren que el pteroide se dirigía hacia
delante y hacia atrás, y que por esta razón los pterosaurios tenían una preala
móvil, flexionada y controlada por el pteroide. Si éste fuese el caso, el ángulo de
incidencia de esta preala habría sido alterado por el movimiento vertical y habría
producido una curvatura variable del ala.28 Otra interpretación de la función del
pteroide postula que podría estar dirigido hacia delante y abajo, durante el vuelo
lento, por ejemplo, y también hacia el cuerpo en el vuelo rápido. En este caso, se
habría extendido un tendón sobre el extremo libre del hueso pteroide, que habría
hecho que el éste encajase en una u otra posición, según la situación del dedo
alar.29 Sin embargo, el que en muchos pterosaurios el pteroide fuese muy largo y
delgado –con frecuencia hasta dos tercios de la longitud del antebrazo– tiende a
rebatir esta hipótesis.
Muñeca de pterosaurio
Está formada por dos filas de huesecillos (carpianos) que forman la articulación existente entre el antebrazo
y el metacarpo. Permitían movimientos giratorios y deslizantes en vez de una gran flexión de la muñeca. Un
carpiano lateral que sobresale sujetaba el hueso pteroide, que sólo se conoce en los pterosaurios.
Flexión del dedo del ala
La principal articulación del ala del pterosaurio era la que une el metacarpiano del ala y la primera falange
del dedo del ala. Estos dibujos muestran una sección de la mano de Rhamphorhynchus con el dedo del ala
flexionado (izquierda) y extendido al máximo (derecha).
Sección del esqueleto del ala de Pterodactylus que muestra la junta de charnela principal del ala del
pterosáurido. Los tres primeros dedos seguían siendo pequeños, dotados de garras afiladas y articulados con
metacarpianos muy delgados. Aquí vemos el ala doblada en su máximo grado.
El metacarpo
El metacarpo (o palma de la mano) se compone de cuatro huesos, de los
cuales el metacarpiano del ala es considerablemente más fuerte que los otros
tres. El metacarpiano del ala se une al carpiano distal de tal forma que puede
girar gracias a una articulación esférica y machihembrada. Distalmente tiene una
formación especial que recibe la primera articulación del dedo del vuelo. Los
tres metacarpianos de los dedos pequeños son delgados bastoncillos óseos
situados uno tras otro en estrecho contacto con el metacarpiano grande. Los dos
primeros pueden asimismo retroceder en su extremo inferior, de forma que ya no
alcanzan el carpo.
Los pterosaurios de cola corta y larga se diferencian asimismo en la
longitud del metacarpiano. En los Rhamphorhynchoidea es más corto que la
mitad del antebrazo; en los Pterodactyloidea es más largo y en los pterosaurios
del Cretácico supera con frecuencia la longitud del antebrazo.
Ángulos máximos de extensión de las articulaciones del miembro alar de Santanadactylus. Para doblar el
ala, el húmero se echaba hacia atrás, al tiempo que se doblaban el codo y la articulación que une el dedo del
ala y el metacarpo.
La pelvis
En principio, la pelvis del pterosaurio es arcosauriana. Se componía de
ilion, isquion y pubis a cada lado. Otro hueso pélvico característico es el
prepubis, situado delante del pubis. La estructura de la pelvis es notablemente
diferente de la de las aves.
Como norma, ilion, isquion y pubis están prácticamente soldados y forman
un todo con el sacro. El ilion se extiende hacia delante para formar un hueso
estrecho, inclinado ligeramente hacia arriba. Por el contrario, la sección del ilion
situada detrás de la cavidad de la cadera es más corta. Esta cavidad (acetábulo)
se orienta lateral y oblicuamente hacia arriba para acomodar el fémur. No está
perforada, como sucede en las aves. Los tres huesos pélvicos tienen que ver con
la formación de la cavidad de la cadera. Esta orientación de las cavidades
impedía que el fémur se situase verticalmente y hace improbable que los
pterosaurios pudiesen caminar sobre la tierra como las aves.31
Pelvis aislada de Campylognathoides vista desde arriba. Se aprecian las cavidades de la cadera. Debido a la
compresión, su orientación no es natural.
Pelvis de Rhamphorhynchus
Pelvis vista desde varios ángulos. La disposición del ilion, isquion y pubis sigue el esquema de los reptiles,
aunque las proporciones son únicas en los pterosaurios. El hueso prepúbico emparejado, en origen unido al
pubis por cartílagos, también es típico de los pterosaurios.
La pelvis de este Pterodactylus, vista desde la izquierda, muestra cómo se unía a la columna vertebral y la
cola. El prepubis es el hueso de espátula situado debajo de la pelvis. En la realidad, estaba unido al hueso
púbico por cartílagos. Se trata de un hueso pterosauriano típico, que no se halla en otros vertebrados. Es
posible que el prepubis sostuviese los intestinos.
Patas traseras
Esta reconstrucción muestra cómo se articulaban en la pelvis las patas traseras de Rhamphorhynchus. La
cavidad de la cadera apuntaba ligeramente hacia arriba y hacia atrás. La cabeza articular, en forma de bola,
del fémur encajaba en esta cavidad, de forma que el fémur apuntaba oblicuamente hacia afuera, en vez de
verticalmente hacia abajo.
Pelvis de Pterodactylus
Pelvis muy semejante a la de Rhamphorhynchus. Tampoco aquí la cavidad de la cadera está perforada y el
ilion tiene una larga extensión hacia delante. Sin embargo, la forma del prepubis varía según los géneros de
pterosaurio y sirve para distinguirlos.
Pies de pterosaurio
En estas ilustraciones se comparan los pies de un Rhamphorhynchus adulto (izquierda) con los de un
Pterodactylus joven y adulto (centro y derecha). Faltan los huesos tarsianos y las pequeñas falanges de los
dedos tercero y cuarto del joven, que no estaban todavía osificadas cuando murió este ejemplar.
Esqueletos del pie de Rhamphorhynchus (arriba) y Pterodactylus (abajo). En general, la osteología de estos
pies sugiere que, muy probablemente, los pterosaurios caminaran sobre las plantas de los pies y no sobre los
dedos, como hacen las aves. Obsérvese que el quinto dedo de los pterodactiloideos queda reducido a un
corto muñón.
Rhamphorhynchoidea Pterodactyloidea
Mandíbulas con dentición completa Mandíbulas con dentición completa,
parcial o sin dientes
Aberturas nasal y preorbital Aberturas nasal y preorbital ni
separadas separadas ni confluyentes
Articulación occipital (condilus Articulación occipital (condilus
occipitalis) dirigida hacia atrás occipitalis) dirigida hacia abajo y
hacia atrás
Existencia de costillas cervicales Costillas cervicales sólo presentes en
las dos últimas vértebras cervicales
Ausencia de notarium Posibilidad de notarium
Facetas articulares para los Facetas articulares juntas para los
coracoides en el esternón una detrás coracoides
de otra
Larga cola compuesta de vértebras Cola corta
extendidas
Metacarpo corto Metacarpo largo
Falanges del dedo del vuelo con Falanges del dedo alar sin estría
estría longitudinal en el lado longitudinal, triangulares en el corte
posterior transversal
Quinto dedo largo en el pie Quinto dedo corto en el pie
PTEROSAURIOS DEL TRIÁSICO
Tribelesodon de Nopcsa
Este dibujo muestra cómo reconstruyó Franz Nopcsa el esqueleto de «Tribelesodon» como un pterosaurio
de cola larga, sobre la base de los restos fósiles de Besano. Obsérvense los largos huesos que Nopcsa
consideró falanges alargadas de los dedos de la mano.
Esta reconstrucción del esqueleto pertenece a Tanystropheus longobardicus. Especímenes bien conservados
de estos reptiles eosuquios de cuello largo se descubrieron en la pizarra bituminosa triásica de Monte San
Giorgio, en Ticino, Suiza. Su longitud total es de unos 3 metros. Los supuestos huesos largos del dedo del
ala de “Tribelesodon” resultaron ser las vértebras alargadas del cuello de un pequeño Tanystropheus.
Eudimorphodon, el más antiguo
En 1973 Mario Pandolfi, del Museo de Historia Natural de Bérgamo, en el
norte de Italia, realizó un hallazgo sensacional. Había desenterrado un esqueleto
de pterosaurio casi completo en el transcurso de las investigaciones
paleontólogicas realizadas en las laderas occidentales del Monte Bò, cerca del
pueblo de Cene, en las estribaciones alpinas cercanas a Bérgamo. Lo descubrió
en un estrato de esquisto fino de la antigua cantera del pueblo. La roca es una de
las llamadas calizas Zorzino, cuya edad geológica se considera como Triásico
superior (exactamente, de noriense medio a superior), con una edad absoluta de
unos 220 millones de años.
Eudimorphodon ranzii, procedente de la caliza del Triásico superior de Cene, cerca de Bérgamo, en el norte
de Italia. Vivió hace unos 220 millones de años y es, por tanto, uno de los pterosaurios más antiguos que se
conocen. Faltan los dedos del ala y casi todos los huesos de las patas traseras.
Los primeros pterosaurios aparecen en el registro fósil en el Triásico superior, en la caliza marina de la edad
noriense. Eudimorphodon y Peteinosaurus representan ya dos líneas evolutivas diferentes, lo que indica que
los pterosaurios surgieron mucho antes, quizá a principios del Triásico o incluso a finales del Pérmico.
Eudimorphodon ranzii
Aquí vemos un dibujo del perfil del ejemplar de Eudimorphodon ranzii que se halla en el Museo Civico di
Storia Naturale de Bérgamo. Debe su nombre a los dos tipos diferentes de dientes que tiene en las
mandíbulas.
Mapa
1 Eudimorphodon
2 Peteinosaurus
1 Peteinosaurus
Este pterosaurio de larga cola, que vivió a orillas del mar de Tetis a finales del Triásico, era más pequeño
que su contemporáneo Eudimorphodon. Su dentadura se compone de colmillos anteriores de gran tamaño
seguidos de una larga serie de dientes pequeños y puntiagudos, lo que sugiere que Pteinosaurus era
insectívoro y que quizá capturara los insectos al vuelo. Al fondo vemos el arcosaurio tecodonto
Ticinosuchus.
2 Eudimorphodon
Este pterosaurio del Triásico es uno de los más antiguos que se conocen. Aunque era un ranforrincoideo
plenamente desarrollado, con la característica cola larga, tenía una dentadura poco común, formada por
dientes de uno, tres y cinco vértices. Parece ser que pertenecía a un animal que se alimentaba de peces y, de
hecho, el contenido fosilizado del estómago ha demostrado que Eudimorphodon capturaba peces pequeños
como Parapholidophorus. Los ejemplares jóvenes tenían una dentadura diferente y es probable que se
alimentasen de insectos como la libélula, como vemos en el extremo superior derecho de la ilustración.
Tamaños comparativos
1 Eudimorphodon: 1 m de envergadura.
2 Peteinosaurus: 60 cm de envergadura.
Primer plano de un cráneo de Eudimorphodon ranzii. Su longitud es de 8,6 cm. Rocco Zambelli,
conservador del museo de Bérgamo donde se encuentra, lo denominó Eudimorphodon, nombre griego que
significa «diente genuino de dos formas».
Cráneos de Eudimorphodon
Cráneo de Eudimorphodon, tal como se conservaba (arriba) y tal como fue reconstruido por Rupert Wild
(abajo).
Peteinosaurus
En posteriores investigaciones se encontraron otros cinco grupos de restos
de esqueletos de pterosaurio en la caliza triásica de Cene, examinados
concienzudamente por Rupert Wild en 1978.10 Además de Eudimorphodon,
identificó otro género más pequeño que denominó Peteinosaurus («reptil
alado») y que resultó ser más primitivo en muchos aspectos. Peteinosaurus tenía
sólo dientes de un vértice, planos y con afilados bordes cortantes. En la parte
anterior de la mandíbula inferior había dos dientes grandes. Sigue sin conocerse
la parte superior del cráneo. Wild cree que Peteinosaurus era insectívoro. En
cualquier caso, es el pterosaurio más primitivo de los conocidos.
Además del ejemplar de Peteinosaurus, sólo se conoce otro. Los dos se
encuentran en el Museo de Historia Natural de Bérgamo. A este segundo
esqueleto también le faltan el cráneo y el cuello, pero se conserva una parte de la
columna vertebral dorsal, de la dura cola típicamente reforzada por extensiones
óseas y los huesos de las alas, las patas traseras y los pies. El esqueleto aún está
articulado, pero fue erosionado por corrientes de agua antes de quedar
sumergido. Los dos ejemplares de Peteinosaurus proceden de la caliza Zorzino
(noriense) de Cene y tienen aproximadamente el mismo tamaño.
Peteinosaurus tiene una envergadura de sólo 60 cm y puede considerarse,
en el mejor de los casos, como un antepasado directo de Dimorphodon. Ambos
se sitúan en la familia Dimorphodontidae, mientras que Eudimorphodon es hasta
la fecha el único representante de la familia Eudimorphodontidae.
Aspecto que pudo tener Eudimorphodon en la realidad. Se basa en el ejemplar que aparece arriba a la
izquierda y en la página 59.
Mandíbula de Eudimorphodon
Mandíbula inferior de Eudimorphodon ranzii vista desde el lado exterior (arriba) y desde el interior (abajo).
La peculiar dentadura se compone de grandes colmillos delante, y dientecillos con tres y cinco vértices en la
sección posterior de la mandíbula.
Dientes de Eudimorphodon
En el dibujo de arriba, dientes de la mandíbula superior; abajo, los de la mandíbula inferior. Las coronas
están ligeramente desgastadas debido a la dieta de peces con escamas duras.
Garras de los dedos pequeños de Eudimorphodon, robustas y fuertes. Es probable que le sirviesen para
trepar y para aferrarse a los troncos de los árboles y a la superficie escarpada de los acantilados.
Reconstrucción del esqueleto de Eudimorphodon
Esta reconstrucción del esqueleto de Eudimorphodon ranzii se ha realizado sobre la base del ejemplar tipo.
Para dar idea de sus dimensiones, la envergadura es de aproximadamente 1 metro. La larga cola explica la
razón por la que este pterosaurio se incluye entre los Rhamphorhynchoidea. La estructura general del
esqueleto de Eudimorphodon es plenamente característica de este grupo de pterosaurios de larga cola,
aunque sus dientes son únicos. Las múltiples crestas de sus dientes no se encuentran en ningún otro
pterosaurio conocido. El hecho de que ningún pterosaurio jurásico tenga dientes de esta naturaleza implica
que Eudimorphodon no puede ser su antepasado directo. Más bien parece representar una línea distinta en el
árbol genealógico que se extinguió a finales del Triásico, relativamente pronto en la historia de los
pterosaurios.
Este dibujo muestra el ejemplar más pequeño de Eudimorphodon ranzii de Milán tal como se conservó. La
longitud del cráneo es de unos 4,5 cm.
Un segundo ejemplar, pero más pequeño y probablemente joven, de Eudimorphodon ranzii se ha
encontrado asimismo en la caliza Zorzino del Triásico superior, cerca de Bérgamo. Este ejemplar se
encuentra actualmente en el Museo Civico di Storia Naturale de Milán.
Muñecas y dedos de Eudimorphodon
Muñeca, metacarpianos y los tres dedos pequeños (numerados del uno al tres) de Eudimorphodon tal como
se conservan en el ejemplar tipo. El cuarto dedo, el del ala, se articula con el metacarpiano del ala por
medio de una articulación de tipo polea en el extremo distal. Esta articulación permitía a Eudimorphodon
doblar el ala hacia atrás. Está situada en un pequeño ángulo que producía un movimiento giratorio al plegar
el ala, colocando así el dedo del ala contra el cuerpo de forma que el lado superior de ésta quedaba
orientado hacia fuera. También vemos dos de las garras (parte inferior derecha pág. anterior).
Preondactylus
Posteriormente salió a la luz una tercera forma de pterosaurio triásico. En
1978 un coleccionista que trabajaba en la caliza Zorzino de Endenn, a 10 km de
Cene, descubrió tres falanges digitales de un ala de pterosaurio, que Kevin
Padian atribuyó a un pterosaurio con una envergadura de 1,5 m.11
Cronología
Preondactylus es el tercer género de pterosaurios triásicos conocidos hasta la fecha. Es de finales del
Triásico (noriense) y representa una familia, los ranforrínquidos, conocida sólo a partir de estratos del
Jurásico.
Mapa
1 Preondactylus
Preondactylus
Este género pequeño y de cola larga se encuentra entre los primeros pterosaurios del registro fósil. Al
parecer es antepasado de Dorygnathus, ranforrínquido del Jurásico inferior; sus proporciones son
semejantes, aunque la dentadura es diferente. Las alas son relativamente cortas y las patas largas,
proporciones consideradas como características primitivas. No está claro si Preondactylus se alimentaba de
peces o si capturaba insectos. Los ejemplares que aquí se observan están volando sobre un valle poblado de
coníferas y palmeras Williamsonia.
Tamaños comparativos
1 Preondactylus: 45 cm de envergadura.
Aquí se observan los esqueletos del pie de Peteinosaurus, tal como se conservan en el segundo ejemplar
(izquierda) y tal como se han reconstruido (derecha). El quinto dedo es largo, sin garra, y podría moverse en
un plano diferente de los otros cuatro. La función de este quinto dedo no está clara. Los ejemplares de
Peteinosaurus se encuentran en el Museo Civico di Storia Naturale de Bérgamo, en el norte de Italia.
Peteinosaurus zambellii
Ejemplar tipo de Peteinosaurus zambellii, procedente de la caliza Zorzino del Triásico superior de Cene,
cerca de Bérgamo. Sólo se conservan algunos huesos esparcidos, entre ellos los fragmentos de la mandíbula
inferior que pueden observarse en la parte superior izquierda del dibujo. En el centro de la ilustración, a la
izquierda, vemos los dos grandes dientes de la parte delantera de la mandíbula inferior. Los dientes más
pequeños son de un solo vértice, planos, con bordes afilados en la parte delantera y trasera. Se ha perdido la
parte superior del cráneo.
La mandíbula inferior de Peteinosaurus contiene numerosos dientes pequeños, con un solo vértice. El
fragmento de la mandíbula es de unos 3 cm de largo.
Preondactylus
Preondactylus buffarinii, del Triásico superior del valle de Preone. Por desgracia, el coleccionista de fósiles
Nando Buffarini sólo pudo salvar las marcas de los restos del esqueleto.
Cráneo de Preondactylus
Reconstrucción posible del cráneo de Preondactylus buffarinii. No se conservó la parte posterior del cráneo,
pero se supone que era semejante a la de Dorygnathus, especie del Jurásico.
Bola gástrica
Esta acumulación de huesos se ha interpretado como una bola gástrica arrojada por un pez depredador. El
pterosaurio Preondactylus buffarinii, del tamaño de una paloma, pudo ser capturado mientras pescaba o
después de ahogado.
Cráneo de Peteinosaurus
Reconstrucción posible del cráneo de Peteinosaurus zambellii. La forma del cráneo se supone que es
semejante a la del género Dimorphodon, del Jurásico inferior.
Final prematuro
Pez depredador, en este caso Saurichthys, a punto de devorar a un incauto Preondactylus. El depredador
arrojó los huesos no digeribles del pterosaurio en forma de bola.
Rhamphorhynchoidea
Familia Dimorphodontidae (dimorfodóntidos)
Peteinosaurus zambellii
Triásico superior, noriense medio a superior,
Caliza de Zorzino, Cene, cerca de Bérgamo, Italia.10
Familia Eudimorphodontidae (eudimorfodóntidos)
Eudimorphodon ranzii
Triásico superior, noriense medio a superior,
Caliza de Zorzino, Cene, cerca de Bérgamo, Italia.10
¿Eudimorphodon sp.?
Triásico superior, Grupo Dockum, oeste de Texas,
EEUU.
En 1986 se hicieron públicos los hallazgos de fragmentos de una
mandíbula inferior con dos dientes de cinco vértices y de una mandíbula
superior con dientes de vértices múltiples, en la Formación
Dockum al oeste de Texas.14 Hasta que no se encuentre material más
completo, no es posible atribuir estos fragmentos de mandíbula a ningún
ejemplar en particular.
Familia Rhamphorhynchidae (ranforrínquidos)
Preondactylus buffarinii
Triásico superior, noriense inferior a medio, Dolomia di Forni, Madonna
Peraries, valle de Preone, provincia de Udine, Italia.12
¿Preondactylus?
Triásico superior, noriense medio a superior, Caliza de Zorzino, Endenna,
cerca de Bérgamo, Italia.11, 12
PTEROSAURIOS DEL JURÁSICO
Durante el Triásico los continentes se unieron para formar el supercontinente Pangea. Éste empezó a
dividirse en el Jurásico, cuando el mar penetró en él y empezó a formarse el océano Atlántico. Europa y
Asia estaban separadas por otro mar. A pesar de esto, seguían existiendo grandes masas de tierra que
formaban Euramérica y el continente Gondwana, que abarcaba lo que hoy es América del Sur, África, India,
Australia y la Antártida. En el Jurásico los fósiles demuestran que los pterosaurios estaban distribuidos por
todo el mundo, y es probable que se dispersasen a partir de Europa, pues aquí se han encontrado los más
antiguos que se conocen.
Dibujo (realizado por Owen) del cráneo de Dimorphodon macronyx procedente del Lías inferior de Lyme
Regis, Dorset. Su longitud es de 21,5 cm.
Dimorphodon
Dimorphodon era un pterosaurio de aproximadamente 1 metro de longitud
con una envergadura máxima de 1,5 metros. Tenía un cráneo bastante grande,
con aberturas laterales de gran tamaño. Estas «fenestras», consistentes en órbitas
oculares, aberturas temporales superior e inferior, aberturas preorbitales y fosas
nasales, estaban separadas sólo por finas barras óseas. Así, a pesar de su tamaño,
el cráneo era muy ligero.
Dimorphodon tenía cuatro grandes dientes delanteros a cada lado de la
mandíbula superior. Detrás, había una fila de dientes más pequeños. En la
mandíbula inferior los cuatro o cinco grandes dientes delanteros estaban
seguidos a cada lado por 30 o 40 dientes diminutos, pero muy afilados. Esta
especialización indica que el animal se alimentaba de peces. Como pterosaurio
típico de cola larga, Dimorphodon tenía una larga cola vertebral compuesta por
hasta 30 vértebras caudales. Las cinco o seis primeras eran cortas y podían
moverse unas contra las otras. Las siguientes vértebras caudales eran cada vez
más alargadas y su unión estaba reforzada por procesos vertebrales largos y
finos. Su misión era estabilizar el vuelo, hipótesis confirmada por el hecho de
que el pequeño abanico de la punta le servía, al parecer, a modo de timón. En el
capítulo «Modos de vida» trataremos con más profundidad la función de este
abanico.
Cronología
Dimorphodon es el pterosaurio jurásico más antiguo, descubierto en estratos de principios del Lías en el sur
de Inglaterra. Es una especie de cola larga, emparentada con el Peteinosaurus triásico, que pudo ser su
antepasado.
Esta reconstrucción al natural de la cabeza de Dimorphodon se basa en los cráneos fósiles procedentes del
Lías inferior de Lyme Regis. Debajo, una reconstrucción de dicho cráneo. Los finos puntales óseos que
separan las aberturas del cráneo servían para reducir el peso del cuerpo. El anillo óseo de la órbita ocular
protegía al ojo de la deformación. La forma diferente de los dientes en las mandíbulas inferior y superior
indica que Dimorphodon se alimentaba de peces.
Dimorphodon
Este primitivo pterosaurio jurásico tenía una cabeza relativamente grande y patas traseras largas, pero cortas
alas con una envergadura aproximada de 1,5 m. Las garras de los dedos eran muy fuertes y podían
utilizarlas para trepar por las rocas y acantilados. El enorme hocico de Dimorphodon es semejante al pico
de un frailecillo y la especialización de sus dientes sugiere que también era piscívoro. La larga cola estaba
muy reforzada, como es característico de todos los pterosaurios ranforrincoideos. Es probable que le
sirviese como timón de resistencia aerodinámica. La extensión de las membranas del ala y la forma de la
barba terminal de la cola pueden reconstruirse sólo hipotéticamente, ya que no se han conservado marcas de
las partes blandas en ninguno de los esqueletos fósiles de este pterosaurio descubiertos hasta hoy.
Tamaños comparativos
1 Dimorphodon
Esta reconstrucción se basa en el estudio de Owen. Éste creía que la función del quinto dedo era extender
una membrana entre la cola y las patas traseras, tal como se muestra en el dibujo de arriba a la derecha.
Hallazgos alemanes
Los primeros hallazgos de pterosaurios liásicos en el continente europeo se
produjeron sólo un año después de que William Buckland hubiese presentado el
pterosaurio hallado en Lyme Regis. Esta vez los hallazgos tuvieron lugar en
estratos del Lías superior, cerca de lo que fue el monasterio benedictino de Banz,
aguas arriba del Main, cerca de Staffelstein en la Alta Franconia, Baviera. Las
rocas liásicas que había alrededor del monasterio eran conocidas por los restos
de esqueletos de ictiosaurios y cocodrilos marinos.
En 1870 Carl Theodori, consejero de la cancillería ducal, encontró
fragmentos de mandíbula y huesos aislados de pterosaurio.7 Consideró los restos
fósiles como una nueva especie, que primero denominó «Ornithocephalus»
banthensis. Más tarde Andreas Wagner, catedrático de paleontología en Munich,
demostró que debía tratarse de un nuevo género, que denominó Dorygnathus,8
nombre procedente del griego dorys («lanza») y gnáthos («mandíbula»), por el
extremo en forma de lanza y sin dientes de la mandíbula.
Este dibujo presenta a Dimorphodon corriendo sobre las patas traseras, equilibrando la cabeza con su larga
cola. El trabajo del Dr. Kevin Padian sobre la pelvis y extremidades posteriores de este pterosaurio le ha
llevado a afirmar que Dimorphodon estaba bien dotado para esta forma de locomoción, aunque esta
hipótesis es muy discutida.
Campylognathoides
El primer ejemplar de pterosaurio procedente del Lías de Württemberg era
del género Campylognathoides («mandíbula curva»). Sin embargo, eran sólo
unos huesos de la extremidad alar, descritos en 1858 por Friedrich August
Quenstedt con el nombre de Pterodactylus liasicus.14
Cronología
Rhamphinion, de la Formación Kayenta (Arizona) del Jurásico inferior, indica una distribución por todo el
mundo de los pterosaurios en aquella época. Dorygnathus, Campylognathoides y Parapsicephalus aparecen
en el Lías superior (el toarciense) de Alemania e Inglaterra.
1 Dorygnathus
Dorygnathus pescando al vuelo cerca de la costa del mar de esquisto posidoniense del Lías superior de
Holzmaden, en Alemania. Al fondo vemos cocodrilos marinos, Steneosaurus. Dorygnathus debió de
abundar a principios del Jurásico, sobre todo en esta zona. Era un pterosaurio de cola larga, con una
envergadura relativamente pequeña. Sus dientes frontales son largos y apuntan hacia adelante, formando un
mecanismo de sujeción perfecto para capturar peces resbaladizos. Posee largas patas traseras, y el quinto
dedo del pie es también largo, con una falange doblada. Pudo servirle para extender una pequeña membrana
existente entre los dedos.
2 Campylognathoides
Este pterosaurio vivió en el mismo ambiente que Dorygnathus, en la zona marina de Holzmaden del Lías
superior, pero también se le ha encontrado en el norte de Alemania y hasta en la India. Es un pterosaurio
ranforrincoideo de cola larga, pero de cabeza más corta y dientes más pequeños que su contemporáneo
Dorygnathus. El cráneo está dominado por las grandes órbitas oculares. Hasta la fecha se conocen dos
especies: Campylognathoides liasicus, con una envergadura aproximada de 1 metro, y Campylognathoides
zitteli, más grande, con una envergadura de aproximadamente 1,75 m. Al fondo se observa a
Ohmdenosaurus, saurópodo de tamaño medio descubierto en esa zona.
Cabeza de Dorygnathus Reconstrucción del cráneo de Dorygnathus y una recreación al natural basada en
dichos cráneos fósiles. Obsérvense los curvados dientes frontales.
Tamaños comparativos
Mapa
1 Dorygnathus
2 Campylognathoides
3 Parapsicephalus
4 Rhamphinion
Restos fósiles de Campylognathoides liasicus, procedentes del Lías superior y excavados en Ohmden, cerca
de Holzmaden (Alemania). El esqueleto está en parte desarticulado, pero muestra con claridad la
característica cola larga de este género y un ala. La cola mide 26 cm de longitud, mientras que la
envergadura aproximada es de 1 metro. Este ejemplar se encuentra en el Staatliches Museum für
Naturkunde de Stuttgart. Como resultado del trabajo del paleontólogo de Stuttgart Felix Plieninger se
reconoció a Campylognathoides como género independiente y no se le clasificó en el género Pterodactylus,
tal como Friedrich Quensted había sugerido en 1858.
Dorygnathus tenía alas y dedos alares relativamente cortos, en tanto que los pies tenían el quinto dedo
notablemente largo y situado en un ángulo desplazado lateralmente respecto a los restantes. No está clara la
función de este quinto dedo, pero pudo servir para extender una pequeña membrana que le ayudaría a coger
velocidad para alzar el vuelo después de haberse posado en el agua.
Éste es uno de los especímenes más completos de Campylognathoides liasicus, procedente del Lías superior
de Holzmaden. Conocido como el ejemplar de Pittsburgh, es uno de los fósiles más valiosos de la colección
que el museo Carnegie de Pittsburgh, Pensilvania, adquirió al barón de Bayet en 1903. Este barón belga lo
había comprado al eminente paleontólogo de Holzmaden Bernhard Hauff, que lo había descubierto en 1897.
Hauff había hallado originariamente el esqueleto sin cráneo. Hasta un año después no descubrió el cráneo a
unos metros de distancia. La longitud del cráneo es de 8,3 cm.
Cráneo y cabeza de Campylognathoides
Las órbitas oculares de Campylognathoides liasicus son muy grandes, lo que sugiere que poseyó una vista
muy aguda. Algunos sostienen que esto indica un modo de vida nocturno. A la derecha, recreación al
natural basada en la reconstrucción del cráneo.
Pelvis de Campylognathoides
Pelvis de Campylognathoides vista desde arriba (arriba) y de lado. Las cavidades de la cadera están en los
lados y ligeramente hacia el dorso, lo que hace improbable la locomoción bípeda.
Cráneo de Campylognathoides zitteli
Este Campylognathoides era más grande que liasicus. Su cráneo medía 13 cm.
El hallazgo de Whitby
De Inglaterra proviene un hallazgo muy importante de pterosaurios del
Lías superior. Los «esquistos de alumbre» de Whitby, en la costa de Yorkshire
(norte de Inglaterra), son grises y desmenuzables, con un contenido de piritas
muy alto, y en sus estratos más altos existen geodas (o concreciones) calizas que
se explotaron tiempo atrás para producir cemento. La explotación de estos
esquistos se remonta, sobre todo, a los siglos XVIII y XIX. El alumbre es un
sulfato de aluminio y potasio utilizado en la industria papelera y en los tintes.
El primer reptil fósil encontrado en estos esquistos fue un cocodrilo marino
descrito por William Chapman en 1758.19 Más tarde, en la década de 1880, el
reverendo D. W. Purdon encontró un cráneo de pterosaurio bien conservado
«procedente del esquisto de alumbre de Lofthouse» (actualmente Loftus). En
1888 E. T. Newton, del Servicio Geológico de Londres, lo denominó
Scapgognathus purdoni en honor de su descubridor.20 Sin embargo, más tarde
quedó claro que era diferente de Scaphognathus («mandíbula en forma de
tubo»), al que sólo se conocía por la caliza de Solnhofen. Al género de Whitby
se le dio el nombre de Parapsicephalus («cráneo con doble bóveda»). Sin
embargo, la mayor parte de los fósiles hallados en el Lías superior de Whitby
son ammonites. También éstos permiten una datación precisa de los esquistos de
alumbre, pues, como los posidonienses, pertenecen al toarciense inferior.
Acantilados de rocas liásicas cerca de Slaithes, en la costa de Yorkshire (Inglaterra). En esta región se
explotaron los esquistos de alumbre durante los siglos XVIII y XIX, y se descubrieron importantes fósiles
de reptiles en las excavaciones.
Fragmentos de Arizona
En 1984 salió a la luz un interesante fragmento de la Formación Kayenta,
en Arizona. Algunos geólogos la sitúan en el Triásico superior; otros, en el
Jurásico inferior. Kevin Padian, de la Universidad de California en Berkeley,
reconoció que estos restos constituían un género y una especie nuevos, que
denominó Rhamphinion jenkinsi en honor del doctor Farish A. Jenkins Jr.,
descubridor de este ejemplar.21 Sólo se han encontrado cuatro fragmentos.
Pertenecen a la parte posterior de la cabeza, pómulo, mandíbula inferior y otro
fragmento óseo indeterminado. Rhamphinion («pico y nuca») es, muy
probablemente, un pterosaurio de cola larga. Padian menciona otro hueso
procedente de la Formación Kayenta: un metacarpiano del dedo alar, de 42 mm
de longitud, de un pterosaurio de cola larga que debió de tener una envergadura
aproximada de 1,5 metros.
Cráneo de Parapsicephalus purdoni
Estos dibujos muestran el fragmento del cráneo de Parapsicephalus purdoni encontrado cerca de Whitby
(Yorkshire), visto desde el lado izquierdo (dibujo superior) y desde abajo (dibujo central). El dibujo inferior
muestra una reconstrucción con el supuesto extremo frontal de la mandíbula bosquejado con línea de
puntos. Al examinarse este ejemplar, se descubrió que la cavidad cerebral estaba llena de sedimento
petrificado, dando lugar a una imagen tridimensional del cerebro del pterosaurio. Este tipo de moldes
internos son poco comunes. Ayudan a los científicos a determinar la posible capacidad mental y el
comportamiento consiguiente del pterosaurio.
Parapsicephalus purdoni, cráneo parcial procedente de los esquistos de alumbre del Lías superior de
Whitby, visto desde arriba. Es uno de los pocos cráneos de pterosaurio que conservan un molde interno del
cerebro dentro de la cavidad craneal.
Durante cientos de años la pizarra de Stonesfield se ha venido utilizando en la fabricación de tejas, tal como
vemos aquí en la calle mayor del pueblo de Chipping Camdem, en los Cotswolds (Gloucestershire,
Inglaterra). La pizarra es una arenisca calcárea gris y escindible. El máximo grosor registrado es de 1,80 m.
Son célebres los fósiles encontrados en estos lechos. Así, Megalosaurus, el primer dinosaurio descrito
científicamente, fue encontrado aquí en el siglo XX.
Fragmento del cráneo de Rhamphinion
Fragmento del cráneo de Rhamphinion jenkinsi de la Formación Kayenta (¿Jurásico inferior?) en Arizona.
Se puede ver parte del hueso yugal que forma el margen inferior de la órbita ocular y la abertura preorbital.
Es uno de los escasísimos restos procedentes de estos depósitos que también han contenido dinosaurios. El
dibujo se basa en uno de K. Padian, que lo reconoció como género nuevo.
Rhamphorhynchoidea
Familia Dimorphodontidae
• Dimorphodon macronyx
Lías inferior, Lías Azul, Lyme Regis, Dorset; Aust Cliff, Gloucestershire,
Inglaterra.5
Familia Rhamphorhynchidae
• Dorygnathus banthensis
Lías superior, esquisto posidoniense, Banz, Creez, cerca de Bayreuth,
Baviera; Holzmaden, Württemberg; Flechtorf, Baja Sajonia, Alemania.11,
13
• Dorygnathus mistelgauensis
Lías superior, Mistelgau, cerca de Bayreuth, Baviera, Alemania.12
• Campylognathoides liasicus
Lías superior, Holzmaden, Württemberg, Alemania.15, 16
• Campylognathoides zitteli
Lías superior, Holzmaden, Württemberg, Alemania.15
• Campylognathoides
Lías superior, Schandelah, cerca de Brauschweig, Baja Sajonia,
Alemania.18
• Campylognathoides indicus
Jurásico superior, Formación Kota, distrito Chanda, Deccan, India.17
• Parapsicephalus purdoni
Lías superior, esquisto de alumbre, Whitby, Yorkshire, Inglaterra.20
Familia sin determinar
• Rhamphinion jenkinsi
Jurásico inferior, Formación Kayenta, Little Colorado River Valley,
Arizona, EE UU.21
Fragmentos de la mandíbula de Rhamphocephalus
Este cráneo del pterosaurio ranforrínquido Angustinaripterus procede de los lechos del Jurásico medio de la
cantera de Dashanpu, cerca de Zigong, China. Se caracteriza por los dientes largos y contrapeados,
semejantes a los de Dorygnathus.
Restos de Neuquén
En 1975 R.M. Casamiquela describió los restos fragmentarios del
esqueleto de un pequeño reptil procedente de la formación calloviense de
Neuquén, en el norte de Patagonia, como un dinosaurio coelúrido con el nombre
de Herbstosaurus pigmaeus, en honor de R. Herbst, descubridor de este
ejemplar, y debido a su pequeño tamaño (pigmeo).28 Se encontró la pelvis, el
fémur y otros restos, y al principio se le emparentó con Compsognathus,
pequeño dinosaurio del Jurásico superior de Solnhofen. Sin embargo, quedó
claro posteriormente que Herbstosaurus tuvo que ser un pterosaurio.29 La pelvis
y la forma del fémur son semejantes a los de los pterosaurios de cola larga. No
obstante, no es posible una asignación más precisa.
Se conocen muy pocos pterosaurios de los estratos del Jurásico medio. La
ausencia de yacimientos fósiles importantes se explica por razones geológicas.
Sin embargo, los hallazgos de Rhamphocephalus en Europa, Angustinaripterus
en China y Herbstosaurus en Argentina demuestran que los pterosaurios habían
logrado extenderse por todo el mundo en el Jurásico medio.
Rhamphorhynchoidae
Familia Rhamphorhynchidae
• Rhamphocephalus bucklandi
Batoniense, Stonesfield Slate, Stonesfield, Oxfordshire, Inglaterra.27
• Rhamphocephalus depressirostris
Batoniense, Stonesfield Slate, Sarsden, cerca de Chipping Norton,
Oxfordshire, Inglaterra.24
• Rhamphocephalus prestwichi
Batoniense, Stonesfield Slate, Kineton, cerca de Stow-on-the-Wold,
Gloucestershire, Inglaterra.25
• Angustineraripterus longicephalus
Jurásico Medio, Formación Shaximiao inferior, Dashanpu, cerca de
Zigong, Sichuán, China.27
Familia sin determinar
Herbstosaurus pigmaeus
Calloviense, Formación Lotena, Neuquén, Patagonia septentrional,
Argentina.28
Rhamphorhynchus es el pterosaurio hallado con más frecuencia en la caliza de Solnhofen, Baviera. Este
ejemplar es un esqueleto de Rhamphorhynchus longicaudus, procedente de los depósitos del Jurásico
superior de Solnhofen. La envergadura de esta especie de cola larga era de unos 40 cm.
Sabemos por las excavaciones que hasta los antiguos romanos utilizaban
esta caliza para construir edificios, como baldosas y como lápidas para
inscripciones.30 Los romanos construyeron un muro fronterizo, el limes, unos
kilómetros al norte de la región de Solnhofen. Cuando se excavaron los fuertes
situados a lo largo del limes, se descubrió que los constructores romanos habían
utilizado placas de Solnhofen. Su popularidad en la Edad Media se observa en el
hecho de que hasta Santa Sofía de Constantinopla (actualmente Estambul,
Turquía) fue pavimentada con ella a mediados del siglo XIII.
En 1796, Alois Senefelder inventó el proceso de impresión litográfico,
propiciando con ello el auge de la industria extractora de Solnhofen. Hasta que
las técnicas modernas no suplantaron a la impresión litográfica, no volvió la
piedra de Solnhofen a recuperar su importancia como material de construcción.
Rhamphorhynchus
El género que aparece con más frecuencia es Rhamphorhynchus (“pico-
hocico”), pterosaurio de cola larga que ha dado a todo el suborden el nombre de
Rhamphorhynchoidea. En el Jurásico superior, hace 150 millones de años,
habían sufrido ya una larga evolución. Los primeros pterosaurios conocidos, los
del Triásico superior, hace 220 millones de años, habían pertenecido también a
los Rhamphorhynchoidea. Conservaron en el Jurásico la cola larga y vertebrada,
legado de sus antepasados reptiles. Sólo gracias a la adecuada conservación fósil
en las rocas de Solnhofen sabemos que tenían una membrana romboidal en el
extremo de esta larga cola, que les servía como timón en el vuelo.
Es posible que los pterosaurios de cola larga de Solnhofen tuvieran un
largo pasado, pero no había futuro para ellos. Habían alcanzado la cima de su
evolución, pero también casi el final. Los esqueletos de Rhamphorhynchus sólo
se han encontrado en época posterior en los estratos que hay encima de la caliza
de Solnhofen, la unidad geológica cronológicamente siguiente, conocida como
los estratos de Mörnsheim o Malm Zeta 3. Estos estratos recibieron el nombre
del pueblecito de Mörnsheim, situado cerca de Solnhofen. También se han
explotado cerca de Daiting, unos kilómetros al oeste.
Reconstrucción del esqueleto de Rhamphorhynchus
Esta reconstrucción muestra un ejemplar de unos 90 cm de envergadura. La forma general del cuerpo
sugiere un volador activo y diestro, como es de esperar en un animal que tenía que cazar desde el aire.
Destacan sobre todo los dientes delanteros puntiagudos y afilados. Obsérvese el esqueleto tan delicado,
sobre todo si se lo compara con la gran fortaleza de las alas y el omóplato.
Este esqueleto magníficamente conservado de Rhamphorhynchus está aún completamente articulado.
Muestra con claridad las dos alas, la rígida cola y la placa ósea del esternón en la que se insertaban los
poderosos músculos del vuelo. La envergadura es de 1 cm.
Bajo estas líneas: Otro cráneo de Rhamphorhynchus que muestra cómo se contrapeaban los largos dientes
al cerrar las mandíbulas. Esta clase de dentadura era una adaptación perfecta para agarrar peces
resbaladizos. Este cráneo mide 10,5 cm de longitud.
Este cráneo de Rhamphorhynchus, procedente de la caliza de Solnhofen, muestra los poderosos dientes que
poseía este pterosaurio. En la órbita ocular aún se observa la marca del anillo esclerótico óseo.
Los pterosaurios de cola larga no se dan en los estratos más recientes del
Jurásico superior ni en el Cretácico inferior. Así pues, se extinguieron poco
después de haber poblado las costas e islas de la laguna de Solnhofen.
Rhamphorhynchus era un volador muy diestro. El esternón, donde se
insertaban poderosos músculos, es una amplia placa ósea con una cresta o
cristopina. El cuello es corto, con vértebras cortas. El cráneo es siempre de gran
tamaño, alargado y con el extremo delantero puntiagudo. Tiene una abertura
orbital grande y dos aberturas separadas más pequeñas en el cráneo, delante de
los ojos, la nariz y la ventana orbital. La dentadura está siempre perfectamente
adaptada para capturar presas. Los dientes son largos, puntiagudos, ligeramente
curvos, y al cerrar la mandíbula quedan contrapeados. Hay 20 en la mandíbula
superior y 14 en la inferior. Esta dentadura indica que la mayoría de las especies
de Rhamphorhynchus eran piscívoras. De hecho, en el estómago de un
Rhamphorhynchus de Solnhofen se encontraron los restos de su última presa, un
pez pequeño.
Recreación al natural de Rhamphorhynchus
Esta reconstrucción muestra la cabeza de Rhamphorhynchus muensteri, el pterosaurio más completo hallado
en Solnhofen. La mandíbula superior contiene 20 dientes; la inferior, 14.
Cráneos de Rhamphorhynchus
Cráneos de cinco especies diferentes de Rhamphorhynchus en orden creciente de tamaño. De arriba abajo
son: longicaudus, intermedius, muensteri, gemmingi y longiceps. La longitud de los cráneos va de 3 a 19
cm, y la envergadura, de unos 40 cm a 1,75 m.
Izquierda:
Pterodactylus
La prueba más antigua de la existencia de los pterosaurios de cola larga,
denominados Pterodactyloidea por el género indicativo Pterodactylus («dedo
alar»), también procede de la caliza de Solnhofen. Son tan poco frecuentes como
los Rhamphorhynchoidea, y su principal característica distintiva es que tenían
una cola corta, compuesta de algunas vértebras caudales pequeñas, sin mayor
relevancia desde el punto de vista aerodinámico. Este tipo de pterosaurios nuevo
y más «actual» aparece con varias formas diferentes en el Jurásico superior. Esto
indica que los Pterodactyloidea de Solnhofen habían experimentado ya una larga
filogenia, periodo en el que surgieron géneros muy diferentes, capaces de
conquistar distintos hábitats.
Un vacío en el registro fósil significa que no conocemos nada sobre los
antepasados directos de los pterosaurios de cola corta, pero como la estructura
general de sus esqueletos se corresponde básicamente con la de los
Rhamphorhynchoidea de cola larga, debemos trabajar sobre la base de que los
pterosaurios de cola corta surgieron de este grupo más antiguo en el Jurásico
medio o inferior.
Con el fin de conservar y mejorar la habilidad para volar, se produjeron
cambios en las proporciones de los Pterodactyloidea, junto con la pérdida de la
cola. El hocico se hizo más alargado, y el cuello más largo. La cabeza estaba
hasta cierto punto equilibrada sobre el cuello, en completo contraste con los
Rhamphorhynchoidea, que la mantenían extendida. Las dos aberturas del cráneo
antes de la abertura orbital, nariz y abertura preorbital, ya no están separadas por
un puente óseo, sino que confluyen. Los metacarpianos son relativamente largos,
a veces incluso más que el antebrazo. Por el contrario, el dedo alar es más corto
y el quinto dedo del pie es rudimentario.
Cráneos de Pterodactylus
Aquí se observan los cráneos de cuatro especies diferentes de Pterodactylus procedentes de la caliza del
Jurásico superior de Solnhofen. La longitud de los cráneos va de 4 cm a 11 cm.
Cronología
A Rhamphocephalus se le conoce del batoniense inglés, y a Angustinaripterus del Jurásico medio chino.
Rhamphorhynchus y Pterodactylus alcanzan su esplendor en el Jurásico superior de Alemania, Inglaterra,
Francia y África oriental.
1 Pterodactylus
Paisaje característico del entorno costero de Solnhofen a finales del Jurásico. Pterodactylus era un volador
ágil que pudo alimentarse de insectos o peces pequeños. Curiosamente, su cola es mucho más corta que la
de su contemporáneo Rhamphorhynchus. Es obvio que ya no necesitaba mantener la estabilidad del vuelo.
Al fondo, el pequeño dinosaurio Compsognathus.
2 Rhamphorhynchus
En esta imagen de Rhamphorhynchus resaltan con claridad sus afilados dientes y el hocico córneo
puntiagudo. La forma de las membranas del ala y del timón vertical de la cola se conocen a partir de los
restos fósiles.
Cabeza de Pterodactylus antiquus, conocido por la caliza de Solnhofen. Es interesante comparar su posición
con la de Rhamphorhynchus, (pág. 85). Obsérvese el largo hocico.
Tamaños comparativos
Mapa
1 Rhamphorhynchus
2 Pterodactylus
3 Rhamphocephalus
4 Angustinaripterus
Posición de vuelo
Los pterosaurios de cola corta de Solnhofen están aún en las primeras fases
de su evolución. Sobrevivieron el paso del Jurásico al Cretácico, se diseminaron
por todo el mundo incluso en el Cretácico inferior, y alcanzaron dimensiones
gigantescas y formas curiosas. Hasta hoy se han encontrado cinco géneros de
Pterodactyloidea en Solnhofen, en la que pueden distinguirse unas diez
especies.40 También se han encontrado ejemplares de Pterodactylus en los
estratos algo más recientes de Mörnsheim (Malm Zeta 3).
En Solnhofen pueden distinguirse seis especies de este género. La más
pequeña es Pterodactylus elegans, identificada por sus dientes largos y delgados
situados sólo delante de la mandíbula. Su envergadura es de sólo 25 cm. La
especie más común es Pterodactylus kochi, de la que hay ejemplares completos
y muy bien conservados en museos y colecciones; algunos conservan las marcas
de la membrana alar.41 Una serie de esqueletos más pequeños pueden
clasificarse como ejemplares jóvenes de la especie. Con los pocos hallazgos
disponibles se creyó que eran una especie distinta. Sin embargo, es posible
identificar los animales más jovenes de forma bastante definitiva por el grado de
osificación de las falanges de los dedos pequeños. El Pterodactylus más pequeño
y, por lo tanto, probablemente el más joven jamás encontrado en los estratos de
Solnhofen tenía un tronco de sólo 2 cm y una envergadura de 18 cm.
Los Pterodactylus kochi adultos alcanzan una envergadura de unos 50 cm.
Así pues, venían a tener el tamaño de una polla de agua común. Las especies
más grandes de Pterodactylus de Solnhofen, por ejemplo Pterodactylus
longicollum («dedo alar con cuello largo») alcanzaba una envergadura de 1,5 m.
Sólo se conocen huesos del ala y de la pata de la especie más grande,
Pterodactylus grandis. Los huesos sugieren una envergadura aproximada de 2,5
m, lo que se corresponde con el tamaño de un buitre.
Los restos procedentes de estratos del Jurásico superior de Francia,
Inglaterra y África oriental también se adscribieron al género Pterodactylus. Así,
en 1859, H. von Meyer describió un húmero) de la caliza litográfica de Cerin
(Ain, Francia), como Pterodactylus cerinensis,42 y más tarde se atribuyó una
tibia al mismo género.43 En 1873 restos del esqueleto de un pterosaurio de gran
tamaño, procedente del Jurásico superior de Boulogne-sur-Mer (norte de
Francia), fueron descritos como Pterodactylus suprejurensis,44 y de nuevo en
1874 R. Owen estableció dos nuevas especies, Pterodactylus manseli y
Pterodactylus pleydelli para huesos de pterosaurio procedentes de la
Kimmeridge Clay de Weymouth, en la costa de Dorset, Inglaterra.
La Kimmeridge Clay, cuyo nombre procede del pueblecito de Kimmeridge,
al este de Lyme Regis, se corresponde en edad, en sus capas más altas, con la
caliza de Solnhofen. Además de gran cantidad de ammonites, contiene reptiles
como plesiosaurios, ictiosaurios, cocodrilos y algunos huesos de pterosaurio.
Durante siglos se extrajo el célebre, o más bien infame, «carbón de
Kimmeridge», esquisto bituminoso. En 1933 el geólogo inglés W.J. Arkell
contaba que este esquisto se quemaba, en lugar del carbón, para producir calor, y
que el olfato de los habitantes de aquella zona se había, al parecer, acostumbrado
al alto contenido en sulfuro del humo. En la segunda mitad del siglo XIX se
extraía petróleo de la Kimmeridge Clay, pero el alto contenido en sulfuro y lo
delgado de los estratos hacía que no resultara rentable.
Cráneo de Pterodactylus antiquus
El pterodáctilo más pequeño descubierto es un ejemplar joven procedente de la caliza de Solnhofen. Esta
cría tenía una envergadura de sólo 18 cm y una longitud de sólo 2 cm. Es probable que sólo tuviera unas
semanas de vida cuando murió. El indicativo de que se trata de un animal joven, y no de una especie
distinta, es la falta de una osificación completa del esqueleto.
Pterodactylus kochi procedente de la caliza de Solnhofen (Baviera). Es la especie más común de
Pterodactylus que se ha descubierto. Este ejemplar de Munich es uno de los más completos y mejor
conservados que existen. Pueden observarse alrededor del margen del esqueleto marcas de las membranas
del ala. La posición de la cabeza, rectangular sobre el cuello, es típica de los pterodactiloideos de cola corta.
La envergadura es de 46 cm. Así pues, Pterodactylus kochi venía a tener el tamaño de una polla de agua
común. Se conocen especies más grandes; la mayor de todas es Pterodactylus grandis, que al parecer tenía
el tamaño de un buitre actual.
Pterodactylus elegans, procedente de la caliza de Solnhofen, es una de las especies más pequeñas de
pterosaurio. Su envergadura era de unos 25 cm. Tras su muerte, la cabeza quedó estirada hacia atrás por los
fuertes ligamentos que hay entre las vértebras del cuello. Esta inclinación puede indicar que murió en tierra
firme, siendo arrastrado hasta la laguna cuando ya estaba momificado.
Scaphognathus y Anurognathus
Al género Scaphognathus («mandíbula en forma de tubo») sólo se le
conoce hasta la fecha por dos ejemplares de la caliza de Solnhofen. El primero
fue descrito en 1831 por el catedrático de Bonn August Goldfuss.46 Como la
región de la cola no se había conservado, creyó que se trataba de un
Pterodactylus, que denominó Pterodactylus crassirostris («dedo alar con pico
grueso»). El hallazgo se llevó a cabo en Eichstätt y se encuentra en la
Universidad de Bonn. El segundo ejemplar procedía de la caliza de Solnhofen de
Mülheim, cerca de Solnhofen. En este caso se conservó la larga cola, con lo que
el género pudo clasificarse entre los pterosaurios de cola larga.
Cronología
Es uno de los pterosaurios más raros, conocido por un único fósil de la caliza de Solnhofen. Por sus
proporciones es un ranforrincoideo, pero el tamaño de la cola es muy reducido y forma una especie de
pigóstilo como el de las aves, o “rabadilla”. Anurognathus era un pterosaurio de alas muy largas. Tenía la
cabeza hundida y corta, boca ancha y dientecillos ganchudos. Esto indica que era insectívoro y, por tanto,
un volador ágil y con gran capacidad de maniobra. En esta imagen lo vemos capturando una avispa
(Pseudosirex), también documentada en el registro fósil de Solnhofen.
Mapa
1 Scaphognathus
2 Anurognathus
1 Anurognathus: 50 cm de envergadura.
2 Scaphognathus: 90 cm de envergadura.
Scaphognathus crassirostris es un pterosaurio ranforrincoideo de cola larga y largos dientes. La longitud del
cráneo de este ejemplar es de 11,5 cm. Su envergadura es relativamente pequeña: unos 90 cm. Este ejemplar
fue descrito por August Goldfuss en 1831.
Scaphognathus joven
Ilustración del ejemplar joven de Scaphognathus, descrito en la página anterior. Este fósil procede de la
caliza de Solnhofen de Mülheim. La conservación de la larga cola sirvió para clasificar sin duda alguna este
género entre los Rhamphorhynchoidea. Podemos deducir que este ejemplar murió antes de que terminara su
crecimiento, ya que su esqueleto no estaba plenamente osificado; obsérvese que faltan algunos huesecillos
en el pie.
Cráneo y cabeza de Scaphognathus
Reconstrucción del cráneo de Scaphognathus (arriba derecha) y del velo del paladar (centro derecha). Los
agujerillos alineados a los márgenes de la mandíbula superior son las cavidades de los 18 dientes, que
vemos en la reconstrucción al natural (abajo derecha). La longitud del cráneo de este ejemplar es de 11,5
cm.
Este esqueleto fragmentario es el único ejemplar de Anurognathus. El aspecto real del fosil puede verse
arriba. En realidad, lo que se observan son las marcas de los huesos, más que los mismos huesos; es como
mirar el negativo del esqueleto. Anurognathus es un género interesante porque la cola está reducida a un
muñón, semejante a la rabadilla o pigóstilo de las aves actuales. A pesar de esta característica, la estructura
general del esqueleto lo adscribe a los pterosaurios de cola larga.
El cráneo de Anurognathus es pequeño y ancho, con grandes aberturas. Sólo mide 3 cm. Sus mandíbulas
anchas y redondas, con dientes cortos y ganchudos, sugieren que este pterosaurio pudo alimentarse de
insectos. De ser así, tenía que ser un volador muy ágil para capturar sus presas al vuelo, como las aves
insectívoras actuales. La mala conservación fósil ha dado como resultado una reconstrucción bastante
imaginativa.
1 Germanodactylus
Dos Germanodactylus, pterosaurios de cola corta, en un paisaje de finales del Jurásico. Uno utiliza sus
fuertes garras para trepar a un árbol y el otro cuelga cabeza abajo de una rama, como hacen los murciélagos.
Sin embargo, algunos científicos han puesto en duda que los pterosaurios descansaran realmente en esta
posición. Destaca la característica cresta de la cabeza, que quizá estuviese recubierta de una capa córnea. Se
han descubierto dos especies diferentes de este pterosaurio.
2 Gallodactylus
En el aspecto general Gallodactylus se parecía a Pterodactylus. Sin embargo, poseía varias características
propias, como la corta cresta de la parte posterior de la cabeza y los dientes que sólo aparecían en el
extremo delantero de las largas mandíbulas. Los dientes, inclinados hacia delante, eran una herramienta
muy eficaz para atrapar a los peces resbaladizos y sacarlos del agua. A Gallodactylus se lo conoce por los
estratos de finales del Jurásico de Francia y Alemania.
Germanodactylus
Ahora volvemos a dirigir nuestra atención a un pterosaurio
pterodactiloideo. El género Germanodactylus («dedo alemán»), fue introducido
en 1964 por C. C. Young para un pterosaurio de Solnhofen que Wiman ya había
descrito en 1925 como Pterodactylus cristatus («Pterodactylus con cresta»).48
Hasta hoy se han producido muy pocos hallazgos de este género, formado por
dos especies: Germanodactylus cristatus, de la caliza de Solnhofen, y
Germanodactylus rhamphastinus, de Daiting. Este último procede de los estratos
que hay encima de la caliza de Solnhofen, y por eso es algo más joven. Por
tanto, es posible que desde el punto de vista de la filogenia deba considerarse
como descendiente de la especie más antigua de Solnhofen.
La característica típica de Germanodactylus es una cresta ósea baja en la
línea central del cráneo, que arranca de la nariz y se extiende por encima de las
órbitas oculares. La dentadura se compone de una larga fila de dientes fuertes y
relativamente pequeños. El cráneo del Germanodactylus cristatus más pequeño
medía 13 cm, con una envergadura de 98 cm; el de Germanodactylus
rhamphastinus tenía 21 cm y una envergadura de 1 m.
Mapa
1 Germanodactylus
2 Gallodactylus
Tamaños comparativos
Germanodactylus cristatus
Reconstrucción al natural de la más pequeña de las especies de Germanodactylus, conocida a partir de los
estratos del Jurásico superior. La cabeza estaba dominada por una cresta craneal baja. Las puntas de las
mandíbulas carecían de dientes y es probable que estuviesen cubiertas por un pico córneo y puntiagudo.
Cráneos de Germanodactylus
Reconstrucciones del cráneo de Germanodactylus cristatus (arriba) y G. rhamphastinus (abajo); este último
procede de la caliza de Mörnsheim en Daiting, Baviera, algo más reciente. Los dos se caracterizan por tener
crestas óseas delgadas y bajas en la parte superior del cráneo.
Gallodactylus
El nombre Gallodactylus («dedo galo») fue introducido en 1974 por el
paleontólogo francés J. Fabre para un pterosaurio del Jurásico superior de
Canjuers (Var), en el sur de Francia.50 Había muchas características en común
con los pterosaurios de las calizas del Jurásico superior de Baviera y
Württemberg. De ahí que el primer pterosaurio descrito como Pterodactylus
suevicus, procedente de Nusplingen, en Württemberg, por el catedrático de
Tubinga August Quenstedt en 1855 51 pudiera atribuirse ahora al género
Gallodactylus. Esta especie también se conoce en Solnhofen. En este lugar
Gallodactylus figura entre los pterosaurios de cola corta más grandes. Sus
características particulares son un hocico alargado con pocos dientes finos,
limitados al extremo frontal de la mandíbula, y una pequeña cresta en la parte
posterior de la cabeza. El cráneo de Gallodactylus medía 15 cm y su
envergadura era de 1,30 m.
Reconstrucción del cráneo de Gallodactylus suevicus, de 15 cm de largo. Los dientes se agrupan en la parte
delantera de las mandíbulas.
Izquierda
Único esqueleto relativamente completo de Ctenochasma, de los seis ejemplares conocidos en la caliza de
Solnhofen. Este pterosaurio con dentadura filtrante medía unos 70 cm de envergadura. Se aprecia con
claridad el cráneo estrecho, de mandíbulas finas y largas ligeramente arqueadas hacia arriba y muy bien
adaptadas para filtrar el agua.
Ctenochasma
Este sorprendente pterosaurio de cola corta es una de las rarezas de la
caliza de Solnhofen, aunque también se le conoce en estratos del Jurásico
superior de Francia y norte de Alemania. El primer Ctenochasma («mandíbula
en forma de peine») fue descrito ya en 1851 por H. von Meyer,52 aunque sólo se
trataba de la sección frontal de una mandíbula inferior. Procedía de la caliza
marina del Jurásico superior de la región de Hannover (Baja Sajonia) y se le dio
el nombre de Ctenochasma roemeri, en honor del paleontólogo F.A. Roemer.
Ctenochasma, «mandíbula de peine», es uno de los pterosaurios más fascinantes hallados en la caliza de
Solnhofen. Sus largas mandíbulas estaban dotadas de cientos de dientes largos, finos y curvos, que servían
de filtro perfecto para su alimentación. Es posible que anduviera en el agua y filtrase en ella pequeños
organismos marinos. Aquí vemos las mandíbulas inferior y superior (arriba derecha), y la superior, con
dientes parecidos a cerdas, vista desde arriba (abajo derecha).
Da la impresión de que el Jurásico superior fue la época ideal para los pterosaurios pterodactiloideos como
Ctenochasma, Gnathosaurus y Huanhepterus. Todos se encontraron en estratos de aproximadamente la
misma época.
1 Gnathosaurus
Esta imagen muestra con claridad la dentadura especializada de Gnathosaurus. Las largas y delgadas
mandíbulas están provistas de dientes, cada vez más grandes a medida que se acercan a la parte delantera
del hocico. Esto indica que Gnathosaurus, al que aquí se observa en un entorno costero de Solnhofen de
finales del Jurásico, debía de obtener alimentos filtrando el agua con el pico. Al fondo puede verse a
Archaeopteryx, el ave primitiva, y un pequeño dinosaurio terópodo, Compsognathus.
2 Ctenochasma
Ctenochasma estaba aún más adaptado a la alimentación por filtro que Gnathosaurus. Sus largas
mandíbulas formaban un cesto filtrante para separar pequeños organismos planctónicos y acuáticos, como
crustáceos o larvas de invertebrados marinos, mientras permanecía en aguas poco profundas. Se conocen
dos especies distintas, una de ellas (porocristata) con una cresta ósea que recorre el eje central del cráneo.
Gnathosaurus
El último género de pterosaurios de Solnhofen que vamos a analizar aquí
es Gnathosaurus («reptil con mandíbula»). Es otro pterosaurio muy poco común.
Los dos ejemplares descubiertos hasta ahora son los únicos restos de esta forma,
que sólo se conoce en la caliza de Solnhofen. El primer hallazgo, un resto
aislado de una mandíbula inferior de Solnhofen, fue presentado en 1832 por el
célebre coleccionista y paleontólogo Georg Graf zu Münster en Bayreuth, y se
consideró que era un fragmento de la mandíbula de un cocodrilo.56 Más tarde, el
paleontólogo de Munich Hermann von Meyer lo denominó Gnathosaurus
subulatus (subulatus significa en latín «con aspecto de lezna»), debido a la
forma de los dientes.57
Cabeza y cráneo de Ctenochasma
Recreación al natural de Ctenochasma gracile (arriba), así como del cráneo y mandíbula inferior (dibujo
inferior). Como puede observarse, las mandíbulas contienen un extraordinario número de dientes, más de
250 en un pterosaurio adulto. La longitud del cráneo es de 10,5 cm. Esta especie carecía de cresta, en tanto
que Ctenochasma porocristata tenía una larga cresta parasagital que recorría la parte superior del cráneo,
que quizá estuviese cubierto de una fina cresta córnea.
Mapa
1 Ctenochasma
2 Gnathosaurus
3 Huanhepterus
Tamaños comparativos
1 Ctenochasma: 1,2 m de
2 envergadura. Gnathosaurus: 1,7 m de envergadura.
Cráneo de Gnathosaurus
Reconstrucción del cráneo de Gnathosaurus vista desde un lado y desde arriba. Los dientes tan juntos
apuntan a una dieta de pequeños organismos marinos. La longitud del cráneo es de 28 cm.
Esqueleto completo de Gnathosaurus descubierto en 1951 en la caliza de Solnhofen. El cráneo está visto
desde la cara inferior y muestra la dentadura completa, con unos 65 dientes.
Hallazgos en Rusia
Los depósitos jurásicos de Kazajstán, en el sur de la antigua Unión
Soviética, son conocidos por el hallazgo de abundantes fósiles. La caliza del
Jurásico superior de las montañas Karatau, estribaciones del Tien-shan, han
proporcionado insectos fósiles en excelente estado, aproximadamente de la
misma edad que los de Solnhofen.
En 1948 se describió por vez primera un pterosaurio de Karatau.59 Se
trataba de los restos de un esqueleto incompleto y desarticulado, en el que
pueden reconocerse fragmentos del cráneo y mandíbula, vértebras, costillas y
huesos de las alas y patas traseras. En las mandíbulas hay dientes ganchudos, 24
en la superior. Su forma indica que el cráneo era corto y alto, de unos 48 mm de
longitud, con una boca como la de las ranas. Por ello, se le denominó
Batrachognathus volans («mandíbula de rana voladora»). Probablemente se
tratase de un pterosaurio insectívoro que capturaba sus presas al vuelo.
Así pues, recuerda de forma sorprendente al Anurognathus, algo más
pequeño, de Solnhofen. No se sabe si el de Karatau tenía la cola reducida y
parcialmente soldada, pero las características conservadas y las proporciones del
esqueleto son muy semejantes en ambos, por lo que se pueden adscribir a la
familia Anurognathidae. Sólo se han encontrado dos ejemplares de este
pterosaurio.
Restos del esqueleto de Batrachognathus volans, pterosaurio ranforrincoideo procedente de los depósitos
lacustres del Jurásico superior de los montes Karatau en Kazajstán, antigua Unión Soviética. El esqueleto
quedó desarticulado y fue arrastrado por el agua, de modo que muchos de los huesos se han entremezclado.
No resulta fácil clasificarlos, pero son visibles las mandíbulas de un cráneo muy corto, lo que indica una
boca amplia y redonda, semejante a la de Anurognathus. Dicha boca sugiere una dieta de insectos
voladores.
Restos de Sordes pilosus procedentes de las montañas Karatau. Era un pterosaurio ranforrínquido con una
envergadura de sólo 63 cm. Lo curioso de este ejemplar es la conservación de pelos que cubrían el cuerpo,
señal de que tenía sangre caliente.
Sordes
En la década de 1960 A.G. Sharov descubrió restos de pterosaurios en los
estratos del Jurásico superior de los montes Karatau. Entre ellos figura un
esqueleto con las marcas de las partes blandas y membranas alares.60 Sin
embargo, la característica sensacional de este descubrimiento fue que, debido a
la finura del grano del sedimento, se conservaba el pelo que cubría el cuerpo del
animal.
Esto era prueba innegable de que los pterosaurios no estaban desnudos ni
cubiertos de escamas de reptil, sino que tenían pelo, prueba indirecta de que
tenían sangre caliente. En los pterosaurios de Solnhofen y Holzmaden ya se
habían descubierto vestigios,61 pero nunca el propio pelo. Sharov denominó a
este nuevo pterosaurio Sordes pilosus («espíritu maligno peludo»).
En el análisis que realizó, publicado en 1971, dice entre otras cosas: «Todo
el cuerpo está cubierto por un pelo largo, denso y bastante grueso, y la curvatura
de los pelos individuales sugiere una amplia elasticidad. También había pelo en
la membrana alar, aunque aquí era más escaso y corto. La raíz de la cola también
estaba cubierta de pelo, mientras que el resto de la cola estaba al parecer
desnuda. Los pelos más largos del cuerpo alcanzaban una longitud de 6 mm».
El contorno de la membrana alar que se ha conservado demuestra que las
patas traseras estaban integradas en la membrana. Esta permitía que la cola larga
y desnuda se moviese con libertad, lo que era vital para su función como timón
de vuelo. Esto dio como resultado una zona alar bastante amplia.
Sordes presenta las características típicas de los pterosaurios de cola larga,
como el metacarpo corto y la cola vertebrada larga. Al parecer, el extremo de la
cola se erguía ligeramente. No hay señales del abanico terminal como en el
Rhamphorhynchus de Solnhofen. El quinto dedo es muy largo y ganchudo.
Ejemplar más completo de Sordes pilosus, procedente del Jurásico superior de los montes Karatau, en
Kazajstán. El cráneo y la dentadura se parecen a los de Scaphognathus.
Cronología
Sordes y Batrachognathus son aproximadamente de la misma edad geológica que los pterosaurios de
Solnhofen. Es posible que Comodactylus y Dermodactylus sean más jóvenes.
Mapa
1 Sordes
2 Batrachognathus
3 Dermodactylus
4 Comodactylus
5 Mesadactylus
Tamaños comparativos
1 Sordes: 63 cm de envergadura.
2 Batrachognathus: 50 cm de envergadura.
1 Sordes
Sordes es un pterosaurio pequeño de cola corta que probablemente estuviera emparentado con el
Scaphognathus de Solnhofen. La conservación fósil de las membranas alares demuestra que las alas eran
cortas y anchas. Asimismo, se extendía una membrana entre las patas traseras. Sordes es particularmente
fascinante, debido a la conservación de los pelos, que cubrían su cuerpo con un denso pelaje. Esto es prueba
de que Sordes y probablemente todos los pterosaurios fuesen animales de sangre caliente.
2 Batrachognathus
Fotografía detallada del cuerpo cubierto de pelo de Sordes pilosus. Pelos así de cortos, de hasta 6 mm,
cubrían todo el cuerpo, excepto la larga cola, que al parecer estaba desnuda.
Restos de Sordes pilosus procedentes del Jurásico superior de Kazajstán, tal como los describió e ilustró el
zoólogo moscovita A.G. Sharov en 1971. Las marcas de la piel y las membranas con los pelos aún en su
sitio están muy bien conservadas.
Los Lechos Rojos del norte y centro de China son una mina para los paleontólogos. Los estratos del
Mesozoico están debajo de los extensos yacimientos de loes erosionados por los vientos de la edad del
hielo; allí se han encontrado dinosaurios y pterosaurios. Aquí vemos sedimentos de finales del Jurásico, del
grupo Zhiden, que han quedado al descubierto en Senshilipou, provincia de Gansu. Aquí fue donde se
encontró el ejemplar de Huanhepterus, descrito por Dong Zhiming en 1982. Su nombre significa «ala del
río Huanhe». Hasta hoy, este hallazgo es el único registro de pterosaurios de finales del Jurásico en China, y
llena el vacío existente entre los pterosaurios del Jurásico medio de Dashnanpu y los del Cretáceo inferior
de la cuenca del Junggar, en Sinkiang.
Extremo delantero de las mandíbulas de Huanhepterus quingyangensis, tal como se conservan. Además de
las mandíbulas, también se ha descubierto parte de un miembro trasero largo y delgado en los sedimentos de
finales del Jurásico de la cuenca del Ordos, en China.
Huanhepterus quingyangensis
Este dibujo muestra a Huanhepterus quingyangensis del Jurásico superior de Gansu, China. Las mandíbulas
están provistas de dientes largos y finos, muy juntos en la parte delantera de la mandíbula, característica que
recuerda a Ctenochasma. En la parte superior del cráneo hay una cresta sagital baja y larga.
Dermodactylus
En las primeras fases de las excavaciones de Como Bluff, en la Cantera 5
de Reed, Samuel Wendell Williston, por entonces uno de los buscadores de
Marsh, encontró, junto con otros huesos pequeños, el fragmento de un hueso que
Marsh identificó como la sección distal del metacarpo del ala derecha de un
pterosaurio pterodactiloideo. Lo describió en 1878, utilizando el nombre de
Pterodactylus montanus,65 pero en 1881 cambió el nombre del género
denominándolo Dermodactylus («dedo de piel»).66 El hueso mide 32 mm;
completo debió medir al menos el doble. En comparación con el grosor de la
caña, era un metacarpiano largo y delgado, típico de los Pterodactyloidea. Ha
sobrevivido la doble polea del extremo que soporta el dedo alar. En su
descripción menciona Marsh que la caña del hueso es hueca, de pared delgada y
oval en corte transversal. Sólo se puede especular sobre el tamaño del animal,
que pudo tener una envergadura aproximada de 1 metro.
A pesar de ser fragmentario, este fósil era la primera prueba de la
existencia de los pterosaurios en el Nuevo Mundo a principios del Jurásico
superior. Desde entonces sólo han aparecido unos pocos fósiles más.
Reconstrucción del esqueleto de Huanhepterus
Esqueleto de Huanhepterus quingyangensis tal como fue reconstruido por Dong Zhiming en 1982. Los
huesos dibujados en líneas punteadas no se conservaron con el ejemplar fósil. Huanhepterus era un
pterosaurio pterodactiloideo de gran tamaño, con una envergadura de 2,5 m. Una de las características más
sorprendentes del esqueleto es la longitud de las vértebras del cuello.
Fragmento del ala de Dermodactylus
Comodactylus y Mesadactylus
Otro metacarpiano del ala, descubierto 100 años después en la colección
del Yale Peabody Museum, procedía de la Cantera 9 de Como Bluff, Wyoming,
denominada Cantera de Mamíferos. Peter Galton, de la Universidad de
Bridgeport, identificó este hueso, que llegó a manos de O.C. Marsh en New
Haven junto con material fósil encontrado por W. Reed en 1879 en estratos de la
Formación Marrison en la Cantera 9.67 La forma corta y compacta de este
metacarpiano demuestra que es ranforrincoideo y recuerda al Rhamphorhynchus
de Solnhofen. Galton denominó a este pterosaurio de Como Bluff Comodactylus
(«dedo de Como»). Con una longitud de 57,5 mm, es mayor que los huesos
comparables de todos los demás pterosaurios de cola larga conocidos. Su
envergadura se calcula en 2,5 m, y debió de ser uno de los pterosaurios jurásicos
más grandes.
El segundo yacimiento fósil de la Formación Morrison en el que se han
encontrado restos de pterosaurios fue la Cantera «Dry Mesa» de Montrose
County, oeste de Colorado. En la década de 1970 se encontraron restos fósiles en
de diversas expediciones paleontológicas organizadas por la Brigham Young
University, Provo, Utah, bajo la dirección de James A. Jensen.68 Los fósiles más
espectaculares de esta cantera fueron los de dinosaurios saurópodos nuevos y de
gran tamaño, entre los que figuran partes del gigante «Supersaurus», con una
altura de 16,5 m y un cuerpo de 25-30 m de longitud. Pero también se
encontraron varios restos de pequeños vertebrados, entre ellos algunos de
pterosaurios.63 Primero se identificó un hueso con la tibia de un ave, Paleopteryx
thomsoni,69 pero más tarde resultó pertenecer al antebrazo de un pequeño
dinosaurio.
Jensen y Padian identificaron como restos de un pterosaurio
pterodactiloideo numerosos huesecillos, entre ellos un sinsacro (vértebras sacras
soldadas en la región pélvica), vértebras, omóplato, huesos del ala y fémures.
Para ellos se introdujo el nuevo nombre genérico Mesadactylus («dedo de
Mesa»).63
El hallazgo más interesante es el sinsacro, formado por siete vértebras
soldadas; las cinco primeras forman una lámina neural mediante la fusión de las
apófisis espinosas superiores. Esta formación es diferente de la de otros
pterosaurios y de la de muchas aves. Los húmeros conservados, sin embargo, son
más semejantes a los de los pterodactílidos de Solnhofen. El grosor de las
paredes de estos huesos es de 0,25-0,5 mm.
Finalmente, una falange del dedo alar, procedente de la Cantera Dry Mesa,
descrita por Jensen y Ostrom en 1977 70 como pterosaurio pterodactiloideo
intedeterminado, pertenece también a Mesadactylus.
Comodactylus ostromi
Metacarpiano del ala derecha de Comodactylus ostromi, descubierto en Como Bluff, Wyoming, en 1879.
Sin embargo, hasta 100 después no lo identificó Peter Galton. Por primera vez demostraba que los
pterosaurios ranforrincoideos vivieron en Norteamérica al mismo tiempo que los gigantescos dinosaurios de
la misma zona.
Mesadactylus ornithosphyos
Ejemplar descubierto por Jim Jensen en la cantera Dry Mesa de Colorado. De los diversos huesos pequeños,
este sinsacro es el elemento más importante para su diagnóstico. Primero se le consideró procedente de un
ave prehistórica, pero recientemente se le ha identificado como pterosaurio.
Un pterosaurio de Cuba
En la década de 1960, cuando se estaban preparando en ácido algunos
trozos de caliza jurásica en busca de peces fósiles, se descubrieron huesos
delicados de reptil, que resultaron ser de un pterosaurio. La roca que contenía los
fósiles había sido recogida medio siglo antes por Barnum Brown, durante años
conservador de reptiles fósiles en el Museo Americano de Historia Natural de
Nueva York. Procedía de un yacimiento situado cerca de Viñales, en la provincia
de Pinar del Río, oeste de Cuba, conocido por su fauna marina, ammonites,
bivalvos, peces y reptiles marinos. La edad geológica de esta caliza negra está,
por tanto, clara y puede considerarse Jurásico superior (oxfordiense).
Cuando en 1969 Edwin H. Colbert,71 por entonces conservador de reptiles
fósiles, examinó este ejemplar , sólo se conocía en el hemisferio occidental un
pterosaurio jurásico, en realidad un único hueso: Dermodactylus, procedente de
Como Bluff. Era un pterosaurio de cola corta, pero Colbert vio en estos restos
procedentes de Cuba las características típicas de un ranforrincoideo, es decir,
cola larga con vértebras caudales largas, rodeadas de «tendones» osificados (en
realidad, procesos de las vértebras para reforzar la cola), y el típico metacarpiano
corto.
Se trata de los restos del esqueleto de un ejemplar, conservados en siete
trozos de roca que había sido tratada con ácido. Se han conservado fragmentos
del cráneo, vértebras aisladas, los dos omóplatos, un esternón con una quilla
larga y ancha, huesos del ala, huesos pélvicos, fragmentos del fémur,
metatarsianos y varias costillas. Colbert denominó a este pterosaurio jurásico,
procedente de Cuba, Nesodactylus («dedo de la isla») y lo clasificó en la familia
Rhamphorhynchidae. Al parecer, Nesodactylus tuvo alas y miembros traseros
algo más largos y robustos que los del Rhamphorhynchus de Solnhofen. No se
conservan las mandíbulas ni los dientes.
Nesodactylus hesperius
Del esqueleto incompleto de este prosaurio ranforrincoideo de Cuba, vemos aquí el esternón (dibujos
superiores), el húmero (abajo izquierda) y el metacarpiano del dedo del ala izquierda (abajo derecha).
Rhamphorhynchoidea
Familia Ramphorhynchidae
• Rhamphorhynchus longicaudus
• Rhamphorhynchus intermedius
• Rhamphorynchus muensteri
• Rhamphorhynchus gemmingi
• Rhamphorhynchus longiceps
Titoniense inf., caliza litográfica de Solnhofen, Baviera; caliza lit. de
Nusplingen, Württembeg, Alemania.34
• Rhamphorhynchus jessoni
Oxfordiense, Oxford Clay, Huntingdonshire, Inglaterra.37
• Rhamphorhynchus tendagurensis
Jurásico superior, Obere Saurier-Mergel, Tendaguru, Tanzania.38
• Rhamphorhynchus sp.
Calloviense superior, Pedróga; Kimmeridgiense inferior, Guimarota,
Portugal.39
• Odontorhynchus aculeatus
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera, Alemania.34
• Scaphognathus crassirostris
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera,
Alemania.34,40
• Sordes pilosus
Jurásico superior, Karatau, Kazajstán.60
Familia Anurognathidae
• Anurognathus ammoni
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera,
Alemania.34,41
• Batrachognathus volans
Jurásico superior, Karatau, Kazajstán.59
Familia sin determinar
• Nesodactylus hesperius
Oxfordiense, Viñales, Pinar del Río, Cuba.71
• Comodactylus ostromi
Titoniense, Formación Morrison, Como Bluff, Wyoming, EEUU.67
Pterodactyloidea
Familia Pterodactylidae
• Pterodactylus antiquus
• Pterodactylus kochi
• Pterodactylus micronyx
• Pterodactylus elegans
• Pterodactylus longicollum
• Pterodactylus grandis
• Pterodactylus grandipelvis
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen; en parte de los
estratos de Mörnsheim, Baviera, Alemania.34
• Pterodactylus cerinensis
Kimmeridgiense, caliza litográfica, Cerin, Dept. Ain, Francia.44
• Pterodactylus suprajurensis
Purbeckiense, Boulogne-sur-Mer, Francia.46
• Pterodactylus manseli
• Pterodactylus pleydelli
Kimmeridgdiense, Kimmeridge Clay, Weymouth, Dorset, Inglaterra.5
• Pterodactylus arningi
• Pterodactylus maximus
Jurásico superior, Obere Saurier-Mergel, Tendaguru, Tanzania.38
Familia Gallodactylidae
• Gallodactylus suevicus
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera; caliza
litográfica de Nusplingen, Württemberg, Alemania.51
• Gallodactylus canjuersensis
Portlandiense, Gisemens des Bessons, Canjuers, Dept. Var, Francia.50
Familia Germanodactylidae
• Germanodactylus cristatus
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Eichstätt, Baviera,
Alemania.
• Germanodactylus rhamphastinus
Titoniense inferior, estratos de Mörnsheim, Daiting, Baviera,
Alemania.34
• Germanodactylus sp.
Kimmeridgiense inferior, Kimmeridge Clay, Kimmeridge Bay, Dorset,
Inglaterra.49
Familia Ctenochasmatidae
• Ctenochasma roemeri
Jurásico superior, Deister, cerca de Hannover, Baja Sajonia, Baviera.52
• Ctenochasma gracile
• Ctenochasma porocristata
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera,
Alemania.34,53,54
• Ctenochasma sp.
Portlandiense inferior, Haute Marne, Francia.55
• Gnathosaurus subulatus
Titoniense inferior, caliza litográfica de Solnhofen, Baviera,
Alemania.34,57,58
• Huanhepterus quingyangensis
Jurásico superior, Ordos, Provincia de Gansu, China.62
Familia Dsungaripteridae
• Dsungaripterus brancai
Jurásico superior, Obere Saurier-Mergel, Tendaguru, Tanzania.47
Familia sin determinar
• Dermodactylus montanus
Titoniense, Formación Morrison, Como Bluff, Wyoming, EEUU.65,66
• Mesadactylus ornithosphyos
Titoniense, Formación Morrison, Cantera Dry Mesa, Colorado, EE
UU.63,68,69,70
• Pterodactyloidea sin determinar
Titoniense, Formación Vaca Muerta, Neuquén, Argentina.72,73
Fósiles de Neuquén
Se han encontrado fósiles, conservados de forma muy semejante a los de
Solnhofen, en las calizas del Jurásico superior de la provincia de Neuquén, en las
estribaciones orientales de los Andes, en el centro de Argentina.
Estas placas de caliza, también llamadas calizas litográficas, son parte de la
Formación Vaca Muerta y, debido a los ammonites que allí se encuentran, se
clasifican en la edad titoniense media-superior del Jurásico superior. Por lo tanto,
son más recientes que los estratos bávaros de Solnhofen (pertecientes al
titoniense inferior), y aunque se parecen mucho a ellos, no se formaron en una
laguna protegida por arrecifes, sino en un mar abierto y poco profundo. Se
calcula que la costa del mar jurásico estaba en aquel entonces a unos 100 km de
distancia.72
Los restos de Nesodactylus hesperius, del Jurásico superior de Pinar del Río se conservaron en varios trozos
de roca que fueron tratados con ácido acético. Así pudieron exponerse los huesos tridimensionalmente.
Los restos fósiles de pterosaurio que se han encontrado son los siguientes:
un esqueleto incompleto y desarticulado, que los pateolontólogos siguen
estudiando, y una tibia aislada de 95 mm de longitud de un pterosaurio
pterodactiloideo aún por determinar, posiblemente perteneciente a una nueva
especie.73
Pero este hallazgo sí confirma el hecho importante de que los pterosaurios
de cola corta, los Pterodactyloidea, estaban distribuidos por todo el mundo desde
el principio de su evolución en el Jurásico superior. Los hallazgos fósiles vienen
a demostrar que en aquella época estos animales vivieron en Europa, África,
Asia, América del Norte y del Sur.
PTEROSAURIOS DEL CRETÁCICO
En la época más temprana del Cretácico, mares poco profundos empezaron a dividir los continentes del sur,
aunque América y África siguieron unidas. Se estaba formando el océano Atlántico y los continentes del
hemisferio norte y del sur no tenían ningún punto de contacto. El mar que separaba Europa de Asia ganaba
terreno.
Descubrimientos ingleses
Los primeros huesos de pterosaurio hallados en Inglaterra fueron
encontrados en 1827 por Gideon Mantell, un médico rural, en Tilgate Forest,
Sussex. Unos años antes, había encontrado en el mismo lugar los primeros restos
del dinosaurio Iguanodon. Los estratos fosilíferos eran depósitos de arena y
arcilla de ríos y mares que se formaron en el sur de Inglaterra en los comienzos
del Cretácico. Se le da el nombre de wealdiense, y es un tipo de formación
geológica que también se encuentra en Bélgica, en el norte de Francia y en el
noroeste de Alemania. En un primer momento, Mantell pensó que los delicados
huesos que había encontrado eran de ave. En sus Illustrations of the Geology of
Sussex, en 1827, se refiere a ellos como tales. Más tarde les dio el nombre más
genérico de Paleornis («ave antigua»), pero finalmente los identificó como
huesos de pterosaurio y más adelante el paleontólogo inglés Harry Govier Seeley
los clasificó dentro del género Ornithocheirus («pájaro mano»).
Los primeros restos de pterosaurio del Cretácico superior en Inglaterra
fueron descritos por James Scott Bowerbank en 1845; eran asimismo los
primeros que superaban en tamaño a los del Jurásico. El material estaba
compuesto por el extremo anterior del pico con los dientes característicos, parte
de la cintura escapular y algunos huesos más. Fue encontrado en el yacimiento
Chalk («Creta») de Burham (turoniense).1 Bowerbank calculó que la
envergadura de estas especies era de unos 2,75 m. Richard Owen, que había
creído imposible que un reptil de sangre fría más pesado que un mamífero
pudiera elevarse en el aire, tuvo que revisar sus ideas. En una monografía de
18512, reconoce: «Entre los extraordinarios reptiles extintos que, como los
actuales murciélagos, habían modificado sus miembros anteriores para sustentar
un ala membranosa, hasta 1840 no se había descubierto ninguna especie que
sobrepasara la envergadura de los Pteropi o zorras voladoras y, a priori, era
improbable que la fisiología de los reptiles de sangre fría sufriera una segunda
modificación que desarrollara y afectara a la facultad de volar, o que consiguiera
elevar una masa mayor, superando lo que habían conseguido los mamíferos de
sangre caliente bajo una adaptación especial análoga […]. El hallazgo de
fragmentos de cráneo de pterodáctilo demuestra que las manifestaciones del
poder creador en el pasado sobrepasan las previsiones fundadas en la naturaleza
viva.»
Mapa paleogeográfico del Cretácico superior
Hacia el final del Cretácico los continentes se habían desplazado a posiciones que nos son más familiares.
África y América del Sur empezaban a dividirse y la India se movía hacia el este, a través del océano
Índico. Australia y la Antártida se desgajaron de Gondwana. Las continuas inundaciones marinas formaron
un brazo de mar que separó el este y el oeste de América del Norte.
Mandíbula superior de Ornithocheirus cuvieri, del yacimiento de Bulham, Kent. El fósil de este pterosaurio
de gran tamaño del Cretácico superior fue descrito por J.S. Bowerbank en 1845. Mide 18 cm.
Cantera de Mantell, en Tilgate Forest. En estratos wealdienses parecidos a éste, Gideon Mantell descubrió
los primeros huesos de pterosaurio hallados en Inglaterra; pertenecían al género Ornithocheirus.
Ornithocheirus
Este género fue descrito por Harry Govier Seeley a partir de fósiles
encontrados en yacimientos ingleses del Cretácico.3 A pesar de que no
aparecieron esqueletos completos, sino fragmentos de mandíbula, huesos
aislados o vértebras, se diferenciaron 36 especies, la mayoría de ellas a partir de
los restos de Cambridge Greensand, un margal arenoso en el que abundan los
nódulos fosfáticos. En el área de Cambridge eran numerosas las canteras que
extraían el preciado fosfato de cal.
Cambridge Greensand es un depósito sedimentario marino que se formó
cuando en los comienzos del Cretácico superior, en el cenomaniense, el mar
invadió la tierra. Los fósiles con frecuencia aparecen erosionados por
rodamiento; se cree que se desprendieron de estratos más antiguos y se volvieron
a sedimentar en un depósito secundario, en estratos cenomanienses más jóvenes.
Así pues, los pterosaurios de Cambridge Greensand podrían ser más antiguos; es
posible que del Cretácico inferior tardío, el albiense.4
Cronología
Ornithocheirus es un cajón de sastre que quizá incluya géneros distintos. La mayor parte del material fósil
incuestionable proviene del Cretácico superior (cenomaniense) inglés. Es probable que Criorhynchus esté
emparentado con él. Se han encontrado restos desde el Cretácico inferior hasta el Cretácico superior.
Mapa
1 Ornithocheirus
2 Criorhynchus
1 Fragmentos de mandíbula de Criorhynchus
Vistas frontal (arriba, izda), lateral izquierda (arriba, centro), e inferior (abajo, centro). Y, aumentado, el
único diente, incompleto.
2 Ornithocheirus
Era uno de los pterosaurios más abundantes del Cretácico. Se conoce principalmente por los restos de
Cambridge Greensand. Era de tamaño medio y de cola corta. Poseía unos dientes fuertes, dispuestos en
mandíbulas largas y afiladas, que indican que era piscívoro. La escena representa a un adulto alimentando a
su hijo, que recoge el pescado de la garganta de su madre.
Tamaños comparativos
1 Criorhynchus: 5 m de envergadura.
2 Ornithocheirus: 2,5 m de envergadura.
Criorhynchus
Antes sólo se conocía por fragmentos del pico. Parece ser que está emparentado con Tropeognathus,
descubierto más recientemente en estratos del Cretácico inferior de Brasil. Criorhynchus, hallado sólo en
Inglaterra, debió de tener un aspecto similar, aunque la cresta ósea en el extremo anterior del pico era más
redonda y robusta. La dentadura, con pocos dientes pero fuertes, indica que se alimentaba de peces.
Cráneo de Ornithocheirus
Reconstrucción del cráneo de Ornithocheirus a partir de distintos fragmentos del Cretácico inglés. El cráneo
es largo y delgado y las mandíbulas están dotadas de numerosos dientes cortos y afilados que se extienden
hasta el extremo anterior de ambas mandíbulas. Es probable que fuera piscívoro.
Criorhynchus
Richard Owen identificó un segundo tipo de pterosaurio de gran tamaño en
el copioso material de Cambridge Greensand, y lo llamó Criorhynchus («morro
en forma de mazo»). De esta especie tampoco hallaron más que fragmentos. El
rasgo más característico es el extremo anterior de la mandíbula; no es delgado y
afilado como el de Ornithocheirus, sino redondeado, robusto y comprimido
lateralmente. El extremo de la mandíbula superior es algo aplanado y dispone de
dientes. Las mandíbulas poseen dientes fuertes, dispuestos en vertical y
ligeramente curvados hacia atrás. Estos rasgos característicos del género
Criorhynchus se conocen por un sólo fragmento del extremo anterior del morro.
Owen incluyó otros huesos de Cambridge Greensand en este género, pero fue
imposible establecer una clasificación definitiva.
Los paleontólogos siempre han dudado del aspecto de Criorhynchus, de 5
m de envergadura. En 1919, el paleontólogo G. von Arthaber hizo una
reconstrucción del cráneo con una cabeza corta y alta, de unos 18 cm, que no se
parecía a ningún pterosaurio del Cretácico conocido.7 Un descubrimiento en
América del Sur resolvió el enigma.
Fragmentos de mandíbula de Ornithocheirus
Los dibujos de esta página y los de la izquierda de la siguiente representan fragmentos de mandíbula de
diferentes especies de Ornithocheirus del Cretácico inglés. A la izquierda, mandíbula inferior de
Ornithocheirus sagittirostris, que se encontró en el wealdiense de Sussex, vista lateralmente y, abajo, vista
desde arriba. Al pie de esta página, mandíbula superior de Ornithocheirus cuvieri vista lateralmente y desde
arriba. Proviene del yacimiento cretácico de Burham, al igual que el O. giganteus, (página siguiente arriba).
La última muestra de esta página es un fragmento de mandíbula de O. daviesi, del Cretácico inferior tardío
(albiense), procedente de Folkestone, Kent. En la siguiente página, en la parte inferior, fragmento de O.
sedgwicki procedente de Cambridge Greensand. Es el extremo de la mandíbula inferior desde una
perspectiva lateral e inferior. No se ha encontrado ningún esqueleto completo de Ornithocheirus, sólo
disponemos de fragmentos de mandíbula, huesos aislados o vértebras. A pesar de ello, se han diferenciado
36 especies, la mayoría a partir de especímenes hallados en Cambridge Greensand. Muchos restos
incompletos de Europa, África, América del Sur, Australia y Nueva Zelanda han sido clasificados como
Ornithocheirus a falta de características que permitan más precisión. Este género es, pues, un cajón de
sastre y es preciso definirlo más estrictamente.
Richard Owen, inglés especialista en anatomía comparada, fue el primer director del Museo Británico
(Historia Natural). Owen fue el primero que identificó entre las muestras de Cambridge Greensand un
género diferente de Ornithocheirus y lo denominó Criorhynchus. Mantuvo una feroz polémica con Harry
Govier Seeley sobre si los pterosaurios eran de sangre caliente o fría.
Cráneo de Criorhynchus
Intento de reconstrucción del cráneo del Criorhynchus de Cambridge Greensand. El rasgo más
característico es la cresta redondeada en la punta de la mandíbula superior. Es muy similar a la del
Tropeognathus brasileño, por lo que los dos géneros se agrupan en la familia Criorhynchidae. Se cree que
esta cresta servía para estabilizar la cabeza de Criorhynchus mientras pescaba. El cráneo medía unos 50 cm.
Doratorhynchus
En 1875, H.G. Seeley explicaba que en las navidades de 1868, estando en
la costa de Dorset, le trajeron una vértebra muy larga y parte de una mandíbula
inferior de gran tamaño encontradas en la excavación de Purbeck Limestone.
Este yacimiento pertenece al Jurásico superior tardío o a los inicios del Cretácico
(titoniense-berriasiense). Seeley creyó que la delgada y larga vértebra, de unos
12 cm, era la vértebra caudal de un enorme pterosaurio de cola larga al que
denominó Doratorhynchus («morro en forma de lanza»).9 En este género
incluyó otros huesos, entre ellos una falange del ala, de 30 cm, que en 1870
Owen había clasificado como Ornithocheirus validus. Seeley conjeturó que la
vértebra pudiera ser del cuello, teoría que más tarde resultó ser la correcta. El
progreso en las investigaciones sobre las vértebras cervicales puso de manifiesto
el gran parecido de esta vértebra de Doratorhynchus con la quinta vértebra del
pterosaurio gigante Quetzalcoatlus del Cretácico superior de Texas y, en
consecuencia, muchas de las vértebras largas de Cambridge Greensand que se
habían considerado caudales debieron ser reclasificadas como cervicales. Todo
indica que el Doratorhynchus del Cretácico era un pterosaurio grande con un
cuello muy largo; posiblemente antepasado del pterosaurio gigante de Texas.
Vértebra de Doratorhynchus
Esta vértebra larga fue descubierta en Purbeck Limestone, en la costa de Dorset, en 1875. Se creyó que
pertenecía a la cola de un pterosaurio de cola larga, al que H.G. Seeley llamó Doratorhynchus. Más
adelante se descubrió que en realidad era una vértebra cervical de un pterosaurio de cola corta y cuello largo
parecido al pterosaurio gigante de Texas, Quetzalcoatlus, que se describe al final del capítulo. Mide unos 13
cm de largo y en el dibujo está vista desde arriba.
Ornithodesmus
En Gran Bretaña, en el wealdiense de la isla de Wight, se descubrió el
cuarto género de pterosaurio del Cretácico. De nuevo fue Seeley el que en 1887
describió un sacro del Cretácico inferior de Atherfield (aptiense) y creyó que
pertenecía a un ave, a la que denominó Ornithodesmus («pájaro-cinta»).11 Más
adelante lo identificaría como pterosaurio, y añadiría partes de un cráneo, de un
cuello y de vértebras dorsales, el esternón y partes del esqueleto alar de un
ejemplar asimismo procedente de Atherfield. La anchura de los dientes hizo que
se diera el nombre de Ornithodesmus latidens a la especie.12
Ornithodesmus era un pterosaurio de gran tamaño, con una envergadura de
5 metros. La punta de la mandíbula tiene una forma de pico de pato, pero con
fuertes dientes en forma de lanceta y lateralmente comprimidos, que se
distribuyen por toda la mandíbula. La órbita es pequeña y está situada bastante
atrás en el cráneo. La sexta vértebra dorsal está soldada y forma el notarium, al
que se une la cintura escapular. La fuerte dentición, con encaje alterno, y el pico
ancho hacen pensar que se alimentaba de peces mediante una técnica de pesca
distinta de la de sus contemporáneos, los ornitoqueíridos, que tenían el pico
puntiagudo.
Cronología
Todos los restos de Ornithodesmus son del Cretácico inferior, el wealdiense, de la isla de Wight. No se ha
encontrado en ningún otro lugar. Este género de pterosaurio, que fue el cuarto que se descubrió en
Inglaterra, es el único representante de su familia.
Mapa
1 Ornithodesmus
Ornithodesmus
Ornithodesmus era un pterosaurio bastante grande; tenía una envergadura de 5 m y el cráneo medía unos 56
cm de largo. Se encontró en el wealdiense (Cretácico inferior) de Inglaterra y debió de ser contemporáneo
del iguanodonte, el dinosaurio que aparece paciendo en este paisaje wealdiense. Para hacernos una idea del
tamaño, pensemos que el iguanodonte medía unos 7 m de largo. Ornithodesmus se distingue de los demás
pterosaurios del Cretácico por el peculiar extremo anterior de su pico, ancho y redondeado. Este rasgo ha
provocado que popularmente se le llame «pico de pato», pero, contrariamente a este animal, tenía la parte
anterior del pico bordeada por dientes cortos y robustos que encajaban de forma alterna, un tipo de
dentición que hace pensar que era piscívoro.
Estos fósiles del Museo de Historia Natural de Londres son fragmentos de cráneo de Ornithodesmus, un
pterosaurio grande y de cola corta del Cretácico inferior de la isla de Wight (Gran Bretaña). A la izquierda
vemos el extremo anterior de la mandíbula, ancha y parecida al pico de un pato, pero con dientes, y en la
siguiente página, una reconstrucción del cráneo.
Tamaños comparativos
1 Ornithodesmus: 5 m de envergadura.
Descubrimientos europeos
Hasta el momento son muy pocos los pterosaurios del Cretácico
encontrados en el continente europeo. Una vez más se trata de huesos aislados o
fragmentos que generalmente se clasifican como Ornithocheirus.
Desde principios del siglo XIX se extrae carbón mineral del Cretácico del
yacimiento llamado New World, cerca de Grünbach, en Austria, formado en el
estuario de un delta hace 70 u 80 millones de años. Los depósitos en los que se
encuentra el carbón forman parte de la Formación Gosau (campaniense), que es
muy abundante en la calcárea zona norte de los Alpes. Junto con el carbón, que
se originó a partir de helechos, coníferas y palmeras, se han encontrado fósiles
que indican un clima tropical: dinosaurios, cocodrilos, tortugas y lagartos. H.G.
Seeley estudió estos reptiles en 1881, y llamó al ejemplar del hueso articular de
la mandíbula inferior Ornithocheirus bunzeli, porque E. Bunzel en 1871 lo había
estudiado y clasificado como reptil.13 En el mismo lugar se encontraron el
fragmento de un húmero y varios trozos de falanges del ala que indican una
envergadura de algo más de metro y medio.
Ornithocheirus bunzeli
Cráneo de Ornithodesmus
Reconstrucción del cráneo de Ornithodesmus latidens. El nombre latidens de la especie se refiere a los
dientes anchos de la parte anterior de las mandíbulas. El material utilizado, incompleto, procede del primer
Cretácico de la isla de Wight. La órbita ocular está situada bastante atrás en el cráneo y se extiende hacia
abajo formando una fosa alargada. La longitud del cráneo es de unos 56 cm. Desde esta perspectiva se
aprecian los extremos del pico, que son anchos y redondeados y le dan una cierta apariencia de pato.
Las primeras seis vértebras del tronco están soldadas para formar el notarium. El omóplato se soportaba en
una breve depresión en las espinas neurales. La longitud de este notarium es de 17 a 25 cm.
Ornithocheirus bunzeli
Restos de Ornithocheirus bunzeli, procedentes de depósitos carboníferos del Cretácico superior extraídos
cerca de Grünbach, en Austria. Los dibujos muestran el extremo articular de la mandíbula inferior desde
distintos puntos de vista. Estos huesos fueron estudiados por H.G. Seeley en 1881, demostrando que podía
abrir las mandíbulas desmesuradamente, se cree que para sujetar los peces.
Fragmentos del húmero de Ornithocheirus
Húmero de Ornithocheirus desde varias perspectivas. Aunque incompletos, los huesos de Ornithocheirus
son el único testimonio fósil de la existencia de pterosaurios del Cretácico en los Alpes.
Un paisaje del Cretácico
Recreación del tipo de paisaje donde los científicos creen que vivió Ornithocheirus durante el Cretácico
superior en la parte del mundo que hoy es Grünbach, Austria. Muestra la desembocadura de un río con
vegetación tropical: juncos, sauces y palmeras. Vemos un Ornithocheirus depredador sobrevolando el agua,
mientras las tortugas y los cocodrilos toman el sol en la arena de la orilla. Un lagarto se ha encaramado a un
bejuco, y en primer plano y al fondo vemos hadrosaurios buscando comida. Toda esta fauna se ha
conservado en los depósitos carboníferos que se originaron de la exuberante flora de esta localidad.
Grupo Tugulu, un yacimiento del Cretácico inferior en la región de Wuerho, en la cuenca del Junggar,
China. En este yacimiento se han encontrado restos de Dsungaripterus y Noripterus.
Descubrimientos en Asia
La depresión de Junggar está en el noroeste de China, entre las cordilleras
de Altai y Tianshan, en la provincia de Xinjiang. Está formada por largas series
de sedimentos continentales, areniscas, pizarras y esquistos, depositados entre el
Pérmico superior y el Cretácico superior. En algunas de las capas del Jurásico
superior y del Cretácico han aparecido dinosaurios. En una de estas formaciones,
la agrupación Tugulu, se han encontrado pterosaurios que se calcula que
pertenecen al Cretácico inferior tardío.
Dsungaripterus y Phobetor
Fue el Young Chung-chien (C.C. Young para los paleontólogos
occidentales), el gran maestro de la paleontología vertebrada en China, quien
descubrió el primer pterosaurio chino: Dsungaripterus weii («criatura alada de
Junggar»)19. El material consistía en los extremos del cráneo y la mandíbula
inferior, y gran parte del resto del esqueleto, en muy buen estado y en sus tres
dimensiones. En 1973, una expedición excavó más muestras de Dsungaripterus
en el mismo lugar, en el noroeste de la depresión de Junggar, entre las que se
encontraban cráneos completos, un esternón, un sacro y huesos pélvicos.20
Dsungaripterus weii era un pterosaurio con una envergadura de más de 3
m. La forma de la mandíbula es sorprendente; la punta, sin dientes y algo
curvada hacia arriba, parece ser que funcionaba como una pinza. Ambas
mandíbulas, en la zona media, tienen en los bordes unas protuberancias romas
con aspecto de herramienta trituradora. Puede que empleara la mandíbula como
las aves costeras, para buscar y abrir bivalvos, caracoles y cangrejos.
Otra particularidad de Dsungaripterus son las crestas craneales: una cresta
alargada en el pico, que recorre la línea de simetría longitudinal hasta más allá de
los ojos, y otra corta por encima de la parte posterior de la cabeza. La órbita
ocular es pequeña; la fenestra más grande es la nasopreorbital. Tiene una serie de
vértebras dorsales soldadas que forman el notarium, y vértebras sacras, también
soldadas, que forman un sinsacro, parecido al de las actuales aves.
Cronología
Existen pruebas de que Dsungaripterus vivió en el Jurásico superior africano, y de que sobrevivió hasta el
Cretácico inferior, pues se ha encontrado en China junto con otro género emparentado, Noripterus. Otro
pterosaurio dsungariptérido, Phobetor, se ha encontrado en el Cretácico inferior del oeste de Mongolia.
1 Phobetor
Es un género cercano a Dsungaripterus, aunque de la mitad de su tamaño. Las crestas óseas de la cabeza
son similares, pero el extremo afilado de la mandíbula es más recto que el de Dsungaripterus y está dotado
de dientes cónicos y no de protuberancias óseas. En la imagen, Phobetor volando a ras de agua y
alimentándose en los torrentes.
2 Dsungaripterus
El estegosaurio Wuerhosaurus con su cría se refrescan en la orilla de un río que desemboca en un lago. Es
un paisaje típico del Cretácico inferior de Xinjiang, China, en el que vivió Dsungaripterus. Es probable que
se alimentara de moluscos, o incluso de peces. Dsungaripterus era un pterosaurio pterodactiloideo de
tamaño mediano dotado de unas características mandíbulas, afiladas y curvas, que utilizaba como pinzas
para pescar. Las protuberancias óseas romas situadas en la zona media de la mandíbula posiblemente
servían para romper la concha de estos organismos.
Dsungaripterus weii
En esta reconstrucción del cráneo de Dsungaripterus weii se aprecian sus rasgos característicos: mandíbulas
afiladas, crestas óseas en la línea medial y en la zona posterior del cráneo, y órbita ocular muy pequeña.
Tamaños comparativos
1 Dsungaripterus
2 Phobetor
3 Noripterus
Reconstrucción mural del esqueleto de Dsungaripterus weii, procedente de los sedimentos del Cretácico
inferior en Xinjiang, China, que se exhibe en el Museo de Historia Natural y que pertenece al Instituto de
Paleontología Vertebrada y Paleoantropología de Pekín. Se han reconstruido y colocado los huesos que
faltaban y se ha dibujado el contorno del cuerpo y de las membranas alares, o patagios. Su envergadura es
de cerca de tres metros.
Pelvis de Dsungaripterus
El dibujo muestra la pelvis, los fémures y la última vértebra del tronco del Dsungaripterus Weii basándose
en un original del profesor C.C. Young (1896-1979), el gran maestro de la paleontología vertebrada que
descubrió y estudió este primer pterosaurio chino en 1964.
Noripterus
En la segunda expedición paleontológica a la depresión del Junggar en
Xinjiang se descubrió otro pterosaurio un tercio más pequeño que
Dsungaripterus. El profesor Young le llamó de Noripterus («ala-lago»).20 Los
restos pertenecían a distintos individuos, e incluían el extremo de una mandíbula
superior y huesos del esqueleto alar y de las patas. Como la de Dsungaripterus,
la mandíbula inferior carecía de dientes en la punta. Los otros dientes eran
fuertes y separados. Las vértebras cervicales eran largas y delgadas. Los dos
pterosaurios del Cretácico inferior de Xinjiang están emparentados y han sido
clasificados en la familia Dsungaripteridae.
El profesor Young incluyó provisionalmente en esta categoría algunos
restos de esqueletos de pterosaurios del Cretácico inferior de Shantug y del
interior de Mongolia.19 Parece ser que existieron dsungariptéridos en todo el
mundo; vivieron en el este de África en el Jurásico superior,22 y en América del
Sur en el Jurásico inferior,23 además de los ejemplares de China y de Mongolia.
Cráneo de Phobetor parvus procedente de las rocas del primer Cretácico inferior del oeste de Mongolia.
Este pterosaurio dsungariptérido tenía el extremo de la mandíbula afilado y sin dientes, una cresta superior
del cráneo y otra posterior.
Fragmento de mandíbula superior de Noripterus vista desde abajo. Los huecos son alvéolos dentarios
vacíos.
Restos de Noripterus. A la izquierda, ala doblada y casi completa; en el centro, la articulación principal del
ala, que unía el dedo pteral con el metacarpiano. A la derecha, extremidad posterior completa.
Durante el Cretácico hubo pterosaurios gigantes de cuello largo en todo el
mundo, según se deduce de los hallazgos de Quetzalcoatlus en Texas y
posiblemente también en Alberta, de Azhdarcho en Uzbekistán, de Titanopteryx
en Jordania, se cree que de Doratorhynchus en Gran Bretaña, así como una
vértebra larga en Senegal. Debieron de ser criaturas voladoras y planeadoras, con
una gran resistencia.
Deben mencionarse asimismo el hueso de una extremidad del Cretácico
superior de Hokkaido, en Japón,28 clasificado como Pteranodon, y un fragmento
de mandíbula de pterosaurio con tres dientes de Rajastán (India).29 Aunque
ambos son muy incompletos, prueban la distribución paleogeográfica de los
pterosaurios del Cretácico.
Hallazgos en África
Sólo tenemos dos muestras que nos aseguren que los pterosaurios también
vivieron en África durante el Cretácico. La primera es un gran metacarpiano alar
de los depósitos del cenomaniense-turoniense del Zaire. W.E. Swinton lo estudió
en 1948 y estableció similitudes con el Ornithocheirus de Cambridge
Greensand.30 La longitud total de este metacarpiano era de unos 36 cm, por lo
que la envergadura de esta criatura se puede estimar en al menos 4 o 5 metros.
Esta vértebra cervical, que mide 60 cm y que en principio se creyó que pertenecía al esqueleto alar, es el
único resto del pterosaurio gigante Titanopteryx, descubierto en las rocas cretácicas de Jordania. Por su
cuello larguísimo, se asigna a la familia Azhdarchidae.
Vértebra cervical de Azhdarcho
Azhdarcho, del Cretácico superior de Uzbekistán, era un enorme pterosaurio con un cuello larguísimo. La
enorme vértebra cervical que aquí representamos desde dos ángulos, es del mismo tipo que las del
pterosaurio gigante de Texas, Quetzalcoatlus. Ambos pertenecen a la familia Azhdarchidae.
Excavaciones australianas
Pasó mucho tiempo antes de que se descubrieran fósiles de pterosaurio en
Australia: del primer descubrimiento informaron R.E. Molnar y R.A. Thulborn
en 1980.32 No constaba más que del extremo de una mandíbula inferior con los
alvéolos dentarios vacíos, de una vértebra y de un escapulo-coracoides aislado.
Todos estos restos se encontraron en sedimentos marinos del Cretácico inferior
en la cuenca Eromanga del oeste de Queensland. Los estratos fosilíferos son
parte de la Formación Toolebuc y datan del albiense. Tienen unos 100 millones
de años y se depositaron junto con otra fauna marina, como bivalvos, caracoles,
belemnites, ammonites, peces y reptiles marinos.
La mandíbula inferior de este pterosaurio de Toolebuc recuerda a la del
Ornithocheirus inglés. La vértebra, también incompleta, es parecida a las de los
pterosaurios inglés y chino del Cretácico inferior, y la cintura escapular semeja a
las de Pteranodon y Nyctosaurus del Cretácico superior de Norteamérica.
Parece ser que los pterosaurios del Cretácico inferior australiano
pertenecen a distintos géneros, pero que están estrechamente emparentados con
las formas de Gran Bretaña, América y China.
En 1987, R.A. Molnar identificó otro fragmento de pterosaurio de la
Formación Toolebuc, en Queensland.33 Era parte de una pelvis y fue extraída de
la roca con ácido, completa y en tres dimensiones. En muchos aspectos es
similar a Pteranodon. La glena de la cadera muestra la orientación natural, hacia
el lado, hacia arriba y hacia atrás. Esto hace pensar que las extremidades
posteriores no tenían el mismo funcionamiento que las de las aves, lo que es un
argumento en contra de la locomoción bípeda.
Aunque el material encontrado en Australia sea disperso y fragmentario –
hasta el momento sólo cuatro huesos incompletos–, nos demuestra que los
pterosaurios en el Cretácico inferior habían penetrado hasta unas latitudes
bastante meridionales, que probablemente pertenecían a diversos grupos de
pterodactiloideos, y que estaban emparentados con los pterosaurios de América,
Europa y es posible que de la China.
Extremo de una mandíbula inferior del Cretácico inferior de la Formación Toolebuc, recogido por Ralph
Molnar en 1979. Se asemeja a algunas especies de Ornithocheirus.
Cintura escapular del pterosaurio de Toolebuc, descubierta por Ralph Molnar. Este hueso en forma de
boomerang es similar al del Pteranodon del Cretácico superior de América del Norte.
Este húmero procedente de las rocas del Cretácico superior de Pariba, Brasil, es el primer fósil de
pterosaurio hallado en Sudamérica. En 1953 se le denominó Nyctosaurus lamegoi. Este ejemplar pudo
haber medido hasta 3,5 m de envergadura.
La ciudad de Juazeiro do Norte en Ceará, al norte de Brasil, con la meseta de Araripe al fondo. La zona
adquirió fama a raíz del descubrimiento de fósiles que datan de los inicios del Cretácico en la Formación
Santana, en el borde de la enorme meseta.
Estos huesos del esqueleto alar, conservados en un nódulo calizo, fueron los primeros fósiles de pterosaurio
del Cretácico inferior de la Formación Santana. En 1971 el paleontólogo brasileño Llewellyn Price los
describió y clasificó bajo el nombre de Araripesaurus castilhoi. Tanto la concreción como los huesos
estaban partidos por la mitad y presentaban imágenes simétricas. La muestra incluye un fragmento del
antebrazo, la muñeca, los metacarpianos y el extremo superior del dedo pteral, o del ala. La envergadura de
este ejemplar puede estimarse en unos 2,2 m.
El «Viejo demonio»
D.A. Campus y A.W.A. Kellner describieron un nuevo género de la
Formación Santana y le llamaron Anhanguera («viejo demonio»), según la
cultura india Tupi.43 La muestra consiste en un cráneo alargado de unos 50 cm
con una cresta medial en el pico, que es una excrecencia del hueso de la
mandíbula superior. Es posible que hubiera desarrollado una protuberancia
similar en la mandíbula inferior. Anhanguera tenía dientes y probablemente era
piscívoro. Se cree que utilizaba la cresta del pico para estabilizarse cuando
hundía el pico en el agua para pescar en pleno vuelo.
Esqueleto alar completo de Santanadactylus, una vez que los huesos fueron separados del gran nódulo de
piedra caliza en que se conservaban. La longitud del ala es de 1,5 m.
Muñeca de Santanadactylus con el hueso pteroide en dirección al cuerpo. Los huesos se separaron de la
piedra caliza con ácido.
Este extremo de la mandíbula inferior es el único fragmento que se ha hallado del género Brasileodactylus.
Mide once centímetros.
Cearadactylus y Tropeognathus
En 1985 se estableció un nuevo género, Cearadactylus («dedo de
Ceará»)46 a partir de un cráneo de pterosaurio bastante largo y de una mandíbula
inferior, procedentes de la Formación Santana. La parte posterior del cráneo está
mal conservada. Su longitud debió de ser de unos 57 cm y la envergadura se
estima en 5,5 m. Un rasgo característico de Cearadactylus es la robusta
dentición; los dientes anteriores son mucho más largos y fuertes que los
posteriores y el pico deja un hueco al cerrarse. Los largos dientes anteriores, que
se ensanchan por el frente en forma de cuchara, parecen hechos para sujetar a los
resbaladizos peces. De este género no se conoce más que el cráneo, por lo que es
posible que sea idéntico a otro del que sólo se conozcan huesos postcraneales,
como es el caso del Araripedactylus, por ejemplo.
Cráneo del ejemplar de Anhanguera santanae de Nueva York. Por desgracia, la cresta ósea craneal de este
individuo está rota.
Cintura escapular de Anhanguera santanae compuesta por el omóplato y el coracoides, que todavía no están
fundidos en un único elemento, pero forman la cavidad articular para el húmero.
Cráneo de Anhanguera
Reconstrucción del cráneo basada en el ejemplar de Nueva York de la fotografía superior. En el dibujo se ha
recompuesto la cresta ósea craneal.
Serie de vértebras cervicales de Anhanguera santanae completamente separadas de la roca y ordenadas en
su posición natural. Las ventanas laterales servían para reducir peso.
Esqueleto de Anhanguera
Reconstrucción del esqueleto de Anhanguera santanae apoyado sobre las cuatro patas. La orientación de las
glenas de la cadera y la cabeza articular del fémur nos indican que ésta es la postura más plausible.
El cráneo del ejemplar de Munich de Anhanguera santanae ha perdido el extremo del pico y la cresta ósea.
Esta muestra también fue recogida en la Formación Santana, en el noreste del Brasil.
Cráneo de Cearadactylus
Intento de reconstrucción del cráneo de Cearadactylus atrox, que tiene una longitud de 57 cm.
Cráneo y mandíbula inferior de Tropeognathus mesembrinus, pterosaurio de gran tamaño del Cretácico
inferior procedente de la Formación Santana. En el extremo de estas largas mandíbulas se han desarrollado
robustas crestas óseas. La fotografía de la izquierda muestra estas mismas crestas desde una perspectiva
frontal, con forma de quilla de barco; se cree que eran estabilizadores cuando volaba a ras de agua para
pescar. El cráneo mide más de 60 cm.
A principios del Cretácico, en el aptiense, al noreste de Brasil, vivía una gran variedad de pterosaurios
pterodactílidos. Algunos de ellos podrían estar emparentados con especies inglesas.
1 Cearadactylus
Uno de los mayores pterosaurios de la Formación Santana, Cearadactylus, aparece en una roca sujetando
firmemente su pesca entre las garras. Los largos dientes anteriores debieron ser muy eficaces para pescar en
las aguas poco profundas de los lagos.
2 Tropeognathus
Es uno de los pterosaurios más peculiares. Debe su nombre al parecido que guardan las crestas de las
mandíbulas con la quilla de un barco (del griego tropis, quilla). Estas crestas debieron de servirle para
estabilizar la cabeza cuando sumergía el extremo de las mandíbulas en el agua para pescar. Se conocen dos
especies, Tr. mesembrinus y Tr. robustus, que se diferencian por la forma de los dientes y de la cresta.
3 Anhanguera
Es uno de los pterosaurios del Cretácico mejor conocidos. Era bastante grande, con alas muy largas y
peculiares crestas mediales en la parte superior del cráneo y en la mandíbula inferior. Al igual que a
Tropeognathus, le servían para estabilizar la cabeza durante la pesca. En el dibujo, un Anhanguera acaba de
pescar y el extremo frontal de la cabeza, sostenida por un cuello muy flexible, todavía está sumergido. En el
fondo, una playa con algunas tortugas que se dirigen hacia el mar.
Mapa
1 Anhanguera
2 Cearadactylus
3 Tropeognathus
4 Santanadactylus
5 Araripedactylus
6 Araripesaurus
7 Brasileodactylus
8 Tupuxuara
9 Tapejara
Sólo se conserva la mandíbula inferior de esta especie de Tropeognathus. Vista frontal, lateral y desde
arriba.
Tamaños comparativos
1 Anhanguera: 4 m de envergadura.
2 Cearadactylus: 5,5 m de envergadura.
3 Tropeognathus: 6,2 m de envergadura.
Puede apreciarse que las mandíbulas son bastante cortas y la órbita ocular, pequeña. La delgada cresta ósea
está separada de la parte posterior del cráneo de forma parecida a la de un gallo.
El Pterodaustro de los sedimentos del Cretácico inferior de Argentina es el ejemplo más extremo de
ingestión de comida por filtración que se conoce entre los pterosaurios. Este ejemplar muestra el cráneo,
con las mandíbulas curvadas hacia arriba (zona inferior de la losa). Las mandíbulas son largas y la inferior
sostiene cientos de «dientes» largos y al parecer flexibles.
Esta reconstrucción del esqueleto de Pterodaustro muestra la posición de vuelo más plausible. Este
pterosaurio de cola corta tenía una envergadura de unos 130 cm y la longitud del cráneo era de 24 cm. La
reconstrucción está basada en un dibujo del doctor José Bonaparte, el científico que lo descubrió en 1970.
Las muestras fósiles fueron encontradas en depósitos del Cretácico inferior que se excavaron en la provincia
de San Luis, en Argentina.
El doctor José Bonaparte del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires, fue el descubridor
de Pterodaustro, uno de los pterosaurios más peculiares. Aparece fotografiado en la sala principal del
museo
Cronología
Sólo se han hallado restos de Pterodaustro en el Cretácico inferior argentino y se cree que de Chile.
Puntanipterus, posiblemente un dsungariptérido, era contemporáneo de Pterodaustro.
Pterodaustro
Apodado «pterosaurio flamenco», es un ejemplo notable de alimentación por filtración. No podía atrapar la
comida al vuelo; debía extraer en las aguas poco profundas pequeños organismos con su bolsa filtrante.
Cabezas de Pterodaustro
Se ha reconstruido la cabeza de Pterodaustro tal como se cree que pudo ser, con el pico cerrado y abierto.
Una especie de cerdas elásticas en forma de cepillo (no verdaderos dientes) en la mandíbula inferior servía
para filtrar criaturas del mar. En la mandíbula superior tenía dientes cortos y romos para masticar la comida.
Mapa
1 Pterodaustro
2 Puntanipterus
Tamaños comparativos
Detalle de las «barbas» de la mandíbula inferior de Pterodaustro. En un solo centímetro de mandíbula tenía
hasta 24 de estos «dientes», lo que significa que la mandíbula entera sostenía cerca de mil de ellas, que
actuaban como un cedazo en el que quedaban atrapados los organismos acuáticos.
Estratos calcáreos de Niobrara a lo largo del río Smoky Hill, en el oeste de Kansas. Estos estratos marinos
son depósitos de un «pasillo marino» que atravesaba América del Norte de norte a sur durante el Cretácico
superior. Aquí, O.C. Marsh y su equipo de campo del Yale College encontraron los primeros restos fósiles
del pterosaurio gigante Pteranodon en 1870. En este mismo lugar se han hallado cientos de huesos de
pterosaurios, peces y reptiles marinos.
Descubrimientos en Norteamérica
Los primeros restos fósiles de pterosaurio en América del Norte fueron
descritos en 1871 por O.C. Marsh, quien les dio el nombre de “Pterodactylus”
oweni.55 Un año más tarde Marsh cambiaba el nombre por el de “Pterodactylus”
occidentalis, ya que el nombre específico de oweni ya había sido asignado por
Seeley en 1870 a un Ornithocheirus procedente de Cambridge Greensand.56 En
el viaje de regreso, la expedición que en 1870 había organizado el Yale College,
a New Haven, en el oeste americano, hizo una parada en West Kansas y llevó a
cabo una provechosa búsqueda de fósiles en el Cretácico de Kansas de la
Formación Niobrara (santoniense) en el río Smoky Hill. Uno de los participantes
relató los acontecimientos de este modo: «…y finalmente llegamos a Fort
Wallace, en Kansas. La última expedición geológica iba a partir de ese puesto
para recorrer el río Smoky. El 20 de noviembre partimos con una pequeña
escolta de caballería. Las noches se habían hecho insoportablemente frías y para
resguardarnos acampamos bajo un talud. Hacia la media noche, un lobo saltó
desde el talud en medio de nuestras mulas y las asustó de tal modo que una
docena de ellas salió de estampida. Se produjo una gran confusión ya que, hasta
que los centinelas nos explicaron la causa del desorden, todos pensamos
instintivamente en los indios. Las mulas, con las riendas rotas y los cabestros
sueltos, llegaron al fuerte al amanecer y provocaron una gran consternación entre
los oficiales, que como era de esperar sacaron en conclusión que los cheyenes
nos habían atacado, y enviaron una compañía a rescatarnos. Cuando nos
encontraron, las tropas parecieron quedar desilusionadas por la pérdida de la
esperada batalla.
Mandíbula inferior de Pteranodon, incompleta, del Cretácico superior de la Formación Niobrara de Kansas,
vista desde arriba. En lugar de dientes, los márgenes exteriores de las mandíbulas se desarrollaron en forma
de afiladas aristas cubiertas de picos córneos.
El equipo que, dirigido por Othniel Charles Marsh (de pie en el centro), fue al Oeste en 1872. La expedición
obtuvo muy buenos resultados. Hallaron los restos fósiles más abundantes y completos del enorme
pterosaurio Pteranodon, en el Cretácico superior de la Formación Niobrara, al oeste de Kansas. En aquel
tiempo todavía era territorio indio, y el rifle, el revólver y el machete formaban parte de equipo de trabajo
paleontológico. Por lo que se aprecia en la foto, el sombrero también era de rigor…
Cráneo de Pteranodon que encontró S.W. Williston en la Formación Niobrara y al que en 1876 O.C. Marsh
denominó Pteranodon longiceps. En él se ven claramente las largas mandíbulas desdentadas; sin embargo,
la cresta craneal posterior se ha perdido.
Pteranodon sternbergi se caracteriza por su alta cresta ósea. La longitud de la mandíbula inferior es de 1,2
m. Es la especie de Pteranodon más grande que se conoce.
Reconstrucción del cráneo de Pteranodon sternbergi, la especie más grande de Pteranodon procedente de
Kansas.
El dibujo muestra la cintura escapular y una vista frontal del tronco de Pteranodon. Las primeras ocho
vértebras dorsales están soldadas y forman el notarium, que proporciona un punto de apoyo fuerte para los
omóplatos. El conjunto que formaba con las costillas y el esternón era la estructura rígida de la que partía la
musculatura alar, impidiendo así la compresión de la caja torácica durante el vuelo.
Nyctosaurus
Cuando se encontró más material en el río Smoky Hill, en el este de
Kansas, O.C. Marsh reconoció entre los fósiles restos de una segunda forma más
pequeña a la que denominó Nyctosaurus («reptil desnudo»). Más tarde, S.W.
Williston describió esqueletos casi completos de esta especie e hizo la primera
reconstrucción.61 Nyctosaurus era más pequeño que Pteranodon; su envergadura
no llega a 3 metros. Tenía el cráneo estrecho y alargado, también carecía de
dientes y de cresta. Además, existen otras diferencias en el esqueleto, por lo que
se ha agrupado en una familia diferente, Nyctosauridae. Otro rasgo peculiar es
que el dedo pteral constaba de sólo tres falanges, en lugar de cuatro.62
Cronología
Los primeros pteranodóntidos que se conocen provienen de sedimentos del Cretácico inferior tardío
(albiense). Pteranodon y Nyctosaurus eran contemporáneos, pero no se sabe con seguridad si este último
sobrevivió hasta el final del Cretácico, como Pteranodon
Mapa
1 Pteranodon
2 Nyctosaurus
Pteranodon ingens, del Cretácico superior de Kansas, aparece también en la parte superior izquierda de la
ilustración a color. Se cree que la cresta ósea servía de contrapeso al pico.
Reconstrucción del cráneo de Pteranodon ingens
Esta reconstrucción muestra el cráneo de Pteranodon ingens, que medía 1,8 m de largo. A pesar de su
tamaño, el peso total del cuerpo debió de ser muy reducido, unos 17 kg.
1 Pteranodon ingens
Esta escena ilustra el hábitat de los pterosaurios del Cretácico superior de Kansas, con los acantilados y
lugares de anidación en la costa del «pasillo marino» intercontinental que separaba el oeste del este de
América del Norte. Pteranodon, una criatura voladora sin dientes, como su nombre indica, era uno de los
pterosaurios mayores. Pteranodon ingens, con una envergadura de 7 m, era más pequeño que P. sternbergi.
2 Nyctosaurus
También era un pterosaurio sin dientes procedente de los yacimientos del Cretácico inferior de Kansas, pero
menor que Pteranodon y con sólo una cresta craneal corta en la parte posterior de la cabeza. En el fondo se
ven el pájaro buceador Hesperornis y la gaviota del Cretácico Ichthyornis. Ambas eran aves con dientes.
3 Pteranodon sternbergi
Pteranodon sternbergi, la especie más grande de Pteranodon, se caracteriza por la cresta craneal alta y
erecta. Debió de tener una envergadura de unos 9 m en total. Era casi con toda seguridad piscívoro, y su
modo de vida debió de ser parecido al de las actuales aves marinas planeadoras, como los albatros.
Tamaños comparativos
Quetzalcoatlus
En el «gran meandro» de Río Grande, Texas, en la frontera con Méjico, se
encuentra el parque nacional de Big Bend. En él encontramos formaciones
montañosas de origen volcánico y sedimentos terrestres del Cretácico superior y
del inicio del Terciario, en los que predominan los relieves suaves y erosionados
propios de las «tierras yermas», de clima cálido y seco. La vegetación que
pudiera impedir la erosión de estos sedimentos arcillosos es escasa, lo que
provoca que periódicamente aparezcan en la superficie fósiles de dinosaurios,
cocodrilos y mamíferos tras violentos aguaceros, que, por otra parte, los
destruyen del mismo modo si no se recogen y preservan.
Es conocida la existencia en los estratos de fósiles de la era terciaria y del
Cretácico del parque nacional Big Bend, particularmente interesante porque
permite investigar la transición entre el Cretácico y el principio de la era
terciaria. Es uno de los pocos lugares donde se pueden estudiar los factores que
provocaron la extinción de los dinosaurios y otros vertebrados al final del
Cretácico.
Cráneo de Nyctosaurus
Cráneo de Nyctosaurus gracilis visto desde abajo, desde donde se aprecia el paladar. La longitud de este
cráneo, con su pico largo y delgado, es de unos 30 cm.
Huesos de las extremidades anterior y posterior de Nyctosaurus
Vista desde atrás del húmero y el fémur de Nyctosaurus gracilis. El húmero se caracteriza por su particular
forma de hacha.
Los azhdárquidos fueron los últimos pterosaurios. Quetzalcoatlus sobrevivió hasta el final del Cretácico.
Los otros dos géneros de azhdárquidos vivieron en el primer Cretácico superior. La especie Titanopteryx
puede incluso haber vivido ya en el Cretácico inferior tardío.
Quetzalcoatlus
Este es el último de los pterosaurios conocidos que sobrevivieron hasta el final del Cretácico. Con una
envergadura de entre 11 y 12 m, es la criatura voladora más grande que jamás haya existido. Tenía un cuello
extremadamente largo, sus delgadas mandíbulas carecían de dientes y la cabeza estaba adornada con un
larga cresta ósea. En la ilustración, varios ejemplares de Quetzalcoatlus en un paisaje típico del actual oeste
de Texas hace 65 millones de años. Arroyos que desembocan en las charcas de la planicie por la que se
pasea una manada de titanosaurios. Se discute sobre la posibilidad de que Quetzalcoatlus fuera carroñero.
El técnico Earl Yarmer, del Texas Memorial Museum, en Austin, extrae con todo cuidado huesos de un ala
de pterosaurio de la roca en el parque nacional Big Bend. Es un ala parcialmente articulada de un ejemplar
de Quetzalcoatlus, encontrada en unos sedimentos limosos del Cretácico superior.
Tamaños comparativos
1 Quetzalcoatlus northropi: 11-12 m de envergadura.
Mapa
1 Quetzalcoatlus
2 Titanopteryx
3 Azhdarcho
Cintura escapular de Quetzalcoatlus sp., una de las especies menores, aproximadamente la mitad de tamaño
que Quetzalcoatlus northropi. En este ejemplar vemos la fosa glenoidea en la que se articulaba el hombro.
Alimentación Quetzalcoatlus vivía tierra adentro, por lo que es posible que fuera carroñero, aunque poco
probable, ya que carece de dientes. Otra posibilidad es que se alimentara de moluscos en las charcas.
Extremo anterior de las mandíbulas del «pequeño» Quetzalcoatlus sp., del Cretácico superior del oeste de
Texas. Las mandíbulas carecen de dientes. La longitud de la muestra es de 80 cm.
Esta larga vértebra cervical también pertenece a Quetzalcoatlus sp. Este tipo de vértebra es característica de
la familia Azhdarchidae, que habitó en toda la Tierra en el período Cretácico.
Pterodactiloidea
Vista frontal de los principales músculos alares de los pterosaurios del Cretácico. El ala era accionada por
dos grupos de músculos, el depresor (izquierda) y el abductor o elevador (derecha). El músculo depresor
principal (M. pectoral) se originaba en el esternón y se insertaba en el húmero. Los elevadores principales
(deltoides y supracoracoides) estaban unidos al omóplato, el esternón y el coracoides.
Músculos alares
Los músculos alares desde una perspectiva lateral. El músculo pectoral, el principal depresor, es el mayor de
los que intervienen en el vuelo. Por debajo de éste, el supracoracoides elevaba el húmero por medio de un
tendón que pasaba por una polea cercana a la glena del hombro. El deltoide contribuía a este movimiento.
El latissimus dorsi movía el húmero y, por tanto, el ala hacia atrás.
El hueso pteroide
Una peculiaridad del ala del pterosaurio es un pequeño hueso articulado
con el carpiano lateral. El pteroide, largo y delgado, siempre apunta hacia el
cuerpo en los esqueletos que se han encontrado ordenados, lo que parece indicar
que estaba conectado con un tendón a un músculo del hombro, probablemente el
coracoides. Aparentemente su función era reforzar y tensar el borde delantero de
una membrana triangular pequeña que se extendía entre la base del cuello y el
brazo y antebrazo, el llamado propatagio y, secundariamente, alterar la posición
del propatagio y conseguir un efecto aerodinámico en algunas maniobras.
El pteroide se apoya en la muñeca y es considerado accesorio; sólo se
encuentra en los pterosaurios. Existen varias hipótesis que explican su función,
como la de E. Frey y J. Riess, que creen que, en el vuelo, el pteroide apuntaba
hacia abajo y hacia adelante. Para explicarlo proponen una nueva reconstrucción
del ala de pterosaurio.4 Según esta hipótesis, el pteroide extendía una gran
membrana anterior que iba desde el hombro, pasando por el brazo y el
antebrazo, hasta las garras, y se extendía por toda la falange que sostenía el ala
propiamente dicha. El pteroide permitiría ajustar la posición de esta membrana
anterior y ayudaría así a la curvatura. El borde delantero pudo estar reforzado
por un tendón, que se extendería a lo largo de esta membrana.
C. Pennycuick propuso otra hipótesis5 según la cual podía apuntar tanto
hacia el cuerpo como hacia arriba y hacia abajo. Para el vuelo rápido adoptaría la
primera posición, más aerodinámica, en línea con el borde delantero del
propatagio, y la segunda posición, extendido hacia adelante y hacia abajo,
durante el vuelo lento, es decir, al aterrizar y al levantar el vuelo. Pennycuick
cree que, de ser así, habría un tendón que conectaría el área del hombro con la
punta del pteroide y ésta con la articulación entre la primera y la segunda falange
del ala. Si el dedo que sostenía el ala se flexionaba hacia atrás durante el vuelo
rápido, el pteroide dejaba automáticamente de apuntar hacia adelante y adoptaba
una posición recogida.
Reconstrucción del ala
Distintas reconstrucciones del ala propuestas por E. Frey y J. Riess en 1981 (arriba) y C.J. Pennycuick en
1988 (abajo). Frey y Riess suponen que el hueso pteroide extendía una membrana pre-alar y que su posición
señalaba hacia adelante y hacia abajo. Los demás dedos de la mano estarían dentro de esta membrana.
Según la reconstrucción de Pennycuick, el hueso pteroide tenía una función de apertura y cierre automática
por medio de la cual al extenderse desplegaba esta membrana (ilustración superior) y al contraerse, la
recogía. De este modo, los pterosaurios habrían tenido un sistema equivalente a los aviones con alas de
geometría variable, que pueden cambiar la forma según las necesidades de la velocidad.
La primera falange del cuarto dedo, el que extendía el ala, se conecta con el metacarpiano (parcialmente
cubierto en la fotografía) con una articulación tipo polea, la principal articulación alar de los pterosaurios.
Los dedos
Una apófisis robusta en el flanco anterior de la articulación de la primera
falange pteral sujetaba un poderoso tendón extensor, que recorría el lado anterior
del metacarpiano por una ranura en el hueso hasta el músculo extensor del
antebrazo (M. extensoris digiti).
Además, esta apófisis impedía la hiperextensión hacia adelante del dedo
del ala, que cuando estaba extendido formaba un ángulo de 165º con el
metacarpo.
Entre las cuatro falanges de este dedo, muy alargadas y reforzadas, hay
facetas articulares ovales, cóncavo-convexas y poco profundas, que casi no
permiten la flexión. Las conexiones articulares son duras, y es probable que
estuvieran reforzadas por ligamentos para asegurar la rigidez entre las cuatro
falanges del dedo pteral.
Los tres primeros dedos podían moverse libremente y sobresalían del ala.
Son de escasa relevancia para el vuelo. Las garras, curvadas y afiladas, tenían
apófisis flexoras en las que se insertaban robustos tendones flexores. Estaban
adaptadas para sujetarse y trepar por superficies verticales, como acantilados y
troncos de árboles.
Extensión del ala
El Extensor digiti era un músculo que tenía la función de extender el dedo del ala. El hueso pteroide era
accionado por el músculo pteroide del coracoides. El tendón de este músculo formaba el borde delantero de
la membrana pre-alar. A través del músculo pteroide se podía modificar el ángulo y por tanto la combadura
del ala. Los perfiles muestran las distintas curvaturas en varios cortes.
Estructura ósea
Los huesos del esqueleto del ala del pterosaurio son huecos. Tan sólo en el
área de las articulaciones, en los extremos de los largos huesos, hay una zona
interna de tejido óseo esponjoso, apropiado para soportar el peso que se aplicaba
a las facetas articulares. El grosor de las paredes de los huesos tubulares del ala
es muy pequeño, como una cartulina. En las falanges, la pared del hueso en los
bordes longitudinales es algo más gruesa, especialmente por delante, en el borde
anterior del ala. Esta estructura proporcionaba una fuerza de flexión óptima. En
el caso de Quetzalcoatlus, el gigante de Texas, las tres falanges finales del ala ya
no eran huecas ni tenían paredes finas, sino una sección transversal en forma de
T, y de este modo resistían el momento de flexión, superior en las secciones
exteriores del ala.
Los demás huesos del ala tampoco eran totalmente huecos. En las especies
de gran tamaño del Cretácico, los huesos del brazo y del antebrazo tenían el
interior reforzado por finas riostras óseas. Esta particularidad se observa con
claridad en un fósil de Santanadactylus inserto en un nódulo calcáreo de la
Formación Santana.6 El húmero mide 17 cm y el grosor medio de las paredes es
de 0,55 mm. Se pueden ver numerosas riostras de soporte que atraviesan
transversalmente la cavidad tubular y que en parte se conectan entre sí. Están
dispuestas en el sentido de las fuerzas mecánicas principales que se ejercían
sobre los huesos al batir las alas.
Húmero de Santanadactylus del Brasil abierto longitudinalmente, en el que puede apreciarse el sistema de
puntales óseos que reforzaban la caña del hueso, hueca y de paredes muy delgadas. La pared exterior sólo
tiene 0,5 mm de grosor. Los puntales internos parecen líneas de fuerza materializadas; por este medio se
conseguía la máxima ligereza con un grado de fuerza óptimo.
Membranas alares
En 1817, S.T. von Soemmerring publicó la reconstrucción de un
Pterodactylus pequeño, procedente de las calizas de Solnhofen, en la que señaló
el contorno de las membranas alares. Como creía que los pterodáctilos eran
murciélagos, lógicamente le atribuyó unas alas semejantes. Las membranas se
extendían hasta los pies, entre las extremidades posteriores y la cola, y desde el
antebrazo hasta el cuello. Esto fue mucho antes de que se descubrieran las
huellas de las membranas en forma de alas en la superficie calcárea de
Solnhofen.
La llamada «ala de Zittel», el ala de un Rhamphorhynchus con una
membrana extraordinariamente bien conservada que describió el profesor Karl
A. Zittel de Munich en 1882, se hizo muy famosa.7 El mismo año, O.C. Marsh
publicó un libro sobre los restos de un Rhamphorhynchus conservado completo y
en el que no sólo se pueden apreciar las membranas alares, sino también una
membrana en el extremo de la larga cola, el llamado abanico caudal.8
En este ejemplar de Rhamphorhynchus procedente de Solnhofen se ven claramente las huellas de las
membranas alares, todavía unidas a las falanges. Al morir el pterosaurio, la membrana debió de asentarse en
el sedimento en estado de relajación, pues se aprecian pliegues paralelos a las falanges. Los fósiles como
éste, en el que pueden apreciarse las huellas de las membranas alares, no son tan escasos como parece. Se
han hallado varios en Alemania, y algunos más en la antigua Unión Soviética y en Brasil.
En este Pterodactylus kochi se observa que la membrana alar de los pterosauros de este género se extendía
tan sólo hasta el muslo y no hasta el tobillo. Las alas se han conservado recogidas y relajadas.
Membranas alares de Pterodactylus
Estaba formada por una serie de vértebras cortas con una articulación de doble cóndilo y terminaba en un
par de huesos muy alargados en forma de varillas. Chris Bennet, de la Universidad de Kansas, ha propuesto
una hipótesis, según la cual las varillas servían de soporte a la membrana alar, de forma que las patas
traseras quedaban totalmente libres.
Los pterosaurios ranforrincoideos desarrollaron una especie de abanico romboide en el extremo distal de las
largas vértebras de la cola. Estaba orientado verticalmente y reforzado por bandas transversales
endurecidas, cuya función era mantener la membrana de la cola siempre extendida. Sería una especie de
timón que estabilizara al animal.
Refuerzos internos
Modelo de la estructura interna de la membrana alar de los pterosaurios. Las fibras de refuerzo, las
actinofibrillas, tenían tan solo 0,05 mm de grosor. La membrana no podía recogerse más que paralelamente
a la dirección de estas fibrillas.
Sección del borde de salida de la membrana alar de un Rhamphorhynchus de Solnhofen. Las actinofibrillas
formaban ángulo recto con el borde, y de este modo se evitaba que gualdrapeara debido a las turbulencias.
La capacidad de vuelo
En el reino animal podemos distinguir tres formas básicas de locomoción
aérea: vuelo pasivo, vuelo planeado y vuelo activo. El vuelo pasivo es el que,
por medio de superficies del cuerpo especialmente desarrolladas, transforma la
caída en un avance, pero siempre acompañado de una pérdida de altura. Algunos
ejemplos son el dragón volador Draco y la ardilla voladora Petaurista, pero
también lo practican muchas aves entre las fases de vuelo activo.
El vuelo planeado aprovecha las corrientes de aire, el viento o las
columnas de aire caliente, con las que es posible ganar altura. Muchas aves
actuales utilizan esta técnica.
Movimientos del ala
El diagrama ilustra las diversas fases del movimiento del ala de un pterosaurio. El esquema superior
corresponde al máximo movimiento ascendente y el inferior, al máximo descendente, con cuatro posiciones
intermedias. Algunos pterosaurios eran capaces de volar activamente batiendo las alas con sus músculos
pectorales.
El vuelo activo siempre se basa en el batir de alas, tal como hacen las aves
y los murciélagos. La superficie de las alas tiene que cumplir los principios
aerodinámicos de una superficie sustentadora, es decir, una parte superior
convexa y una parte inferior cóncava o plana. Si un ala se mueve por el aire, las
corrientes producen una reducción de la presión en la parte superior y un
aumento en la inferior. Según este principio, que descubrió el físico Daniel
Bernoulli hace 200 años, la superficie sustentadora se eleva más cuanto mayor
sea la curvatura.
Las grandes áreas destinadas a la unión de los músculos en el esternón y el
húmero hacen pensar que los pterosaurios eran capaces de practicar el vuelo
activo. Algunos, sobre todo los grandes pterosaurios del Cretácico, se sabe que
también planeaban.
Para funcionar, las alas de pterosaurio debieron de tener una superficie
arqueada que permitiera el control de la curvatura. Los murciélagos la modifican
sirviéndose de sus largos dedos. Los pterosaurios, con un solo dedo pteral, tenían
un sistema de actinofibrillas que eran combadas por los músculos.
Sin embargo, la elevación dependía aún más de la sección de la membrana
alar próxima al cuerpo, es decir, de los lugares en los que se podía alterar el
ángulo del propatagio con el músculo pteroide, y donde el ala se insertaba en la
parte superior de la extremidad posterior. La zona exterior de ala tenía, como en
las aves, una sección transversal más aerodinámica, con una curvatura más
suave,16 por lo menos en los pterosaurios más evolucionados. El dedo pteral
tenía un perfil más estrecho que el húmero, que sustentaba el ala y cumplía una
importante función en el vuelo.
Es interesante conocer la aportación de los ingenieros aeronáuticos en las
primeras investigaciones acerca de los mecanismos de vuelo de los pterosaurios.
Fueron iniciadas por E.H. Hankin y el paleontólogo D.M.S. Watson, que en 1914
publicaron un artículo titulado «On the flight of pterodactyls» en el Aeronautical
Journal,17 y G.H. Short, que escribió en la misma publicación «Wing
adjustements of pterodactyls».18
Hankin y Watson estudiaron la estructura mecánica del esqueleto de
Pteranodon; concretamente, las posibilidades de movimiento de cada
articulación de la estructura alar. Creyeron que este pterosaurio era
principalmente planeador, ya que los músculos eran demasiado débiles para batir
las alas con la persistencia necesaria. Este primer estudio biomecánico del vuelo
de los pterosaurios se considera un clásico y durante mucho tiempo fue el único
sobre el tema.
El vuelo de un albatros planeador, con una envergadura de unos 3 m, es comparable al de los grandes
pterosaurios como Pteranodon. Los albatros son capaces de mantenerse en el aire mucho tiempo y planear
grandes distancias sin tocar tierra. Las alas de Pteranodon indican que también tenía una gran capacidad
para el planeo.
Pterodactylus pescando en el lago de Solnhofen, según la reconstrucción que hizo Othenio Abel en 1925.
La membrana alar, el braquiopatagio, llega hasta el muslo, pero no hasta el maléolo como en el caso del
murciélago. La exactitud de la reconstrucción fue confirmada hace unos años por el hallazgo del ejemplar
de Pterodactylus vienés.
Pteranodon tenía una envergadura de unos 7 m y la forma de sus alas, largas y estrechas, le permitía planear
con viento suave. Es probable que utilizara las columnas de aire caliente ascendentes cercanas a los
acantilados para elevarse. Cherrie Bramwell y George Whitfield, de la Universidad de Reading, estudiaron
los mecanismos de vuelo de Pteranodon y concluyeron que también podía volar a ras de agua en busca de
comida. Gracias a su lenta velocidad de descenso y su capacidad para mantenerse en el aire volando
despacio, una diferencia de temperatura de tan solo 1ºC habría sido suficiente para crear corrientes de aire
en las que Pteranodon planeara, o incluso pudiera modificar la curvatura del ala para elevarse.
Es probable que el área del ala en la que se fundamentan estos cálculos esté
sobredimensionada. En el momento en que se hicieron, se creía que la membrana
alar se extendía hasta los pies, pero las investigaciones más recientes indican que
no era así. Puede que sólo llegara hasta por debajo de la rodilla o, como propuso
Chris Bennett en el caso de Pteranodon, hasta la cola.
Por último, R.S. Stein llevó a cabo unas pruebas en túneles de aire para el
vuelo de Pteranodon.24 Sus conclusiones fueron que reunía las condiciones para
el vuelo estático y el vuelo planeado, pero que estaba especialmente adaptado al
vuelo activo lento. Stein calculó un peso de tan sólo 15 kg, una velocidad
mínima de 4,5 m/s (16 km/h) y máxima de 15 m/s (54 km/h). La potencia
muscular era de 0,1 hp; batiendo las alas una vez por segundo podría alzar el
vuelo.
Stein trabajó con la idea de que la curvatura de las alas, y por tanto el
vuelo, podía controlarse con la flexión o la extensión del dedo pteral. Basándose
en la reconstrucción de Eaton de 1910, creía que las membranas alares llegaban
hasta los pies.
J.C. Brower, catedrático de geología de la Universidad de Syracuse, Nueva
York, fundamentó sus cálculos aerodinámicos, realizados por ordenador, en la
hipótesis de una membrana alar muy delgada, que dejara las patas posteriores
libres, lo que nos remite a la idea de Kevin Padian.25 A pesar de que el área de la
membrana que se considera es más pequeña, Brower también llegó a la
conclusión de que la velocidad mínima de Pteranodon era muy lenta. Aunque
capaz de volar de forma activa, principalmente sería un planeador. Nyctosaurus,
más pequeño, sí que tenía suficiente masa muscular para el vuelo activo
continuo, pero lo más probable es que lo alternara con el planeo.
¿Qué capacidad de vuelo tenía Quetzalcoatlus, con una envergadura de 12
m y un peso entre 75 y 86 kg? Su masa muscular difícilmente podía soportar el
vuelo activo continuo; así pues, era un planeador especializado.26
La capacidad de vuelo de los pterosaurios debió de ser muy variada. Los
primeros Rhamphorhynchoidea tenían las alas relativamente cortas y anchas,
mientras que los últimos ya las tenían más largas y estrechas. La larga cola
rematada por el abanico vertical servía de timón estabilizador. Todos tenían un
esternón relativamente ancho con quilla en la que se insertaban los robustos
músculos que accionaban las alas; eran capaces de volar activamente de forma
continua. Luego, los pterosaurios de cola larga más evolucionados, como los
ranforrincoideos del Jurásico, tendrían las alas largas y estrechas y, por tanto,
una capacidad óptima para el vuelo planeado y un peso muy reducido, que se
calcula en unos 0,5 kg para un ranforrincoideo de 89 cm de envergadura.27 Una
gaviota argéntea con una envergadura similar pesaría más del doble.
El mínimo peso de los pterosaurios se debe sobre todo a que tenían el
cuerpo muy pequeño en comparación con la envergadura de las alas. La longitud
del tronco del ranforrincoideo que hemos mencionado antes es de sólo 10 cm y
la envergadura, de 89 cm. La diferencia proporcional es aún más extrema en el
caso de los grandes pterosaurios de Cretácico. Anhanguera tenía un tronco de
tan sólo 24 cm y una envergadura de 4,15 m: diecisiete veces mayor que el
tronco.
Los pequeños Pterodactyloidea del Jurásico de cola corta eran capaces de
volar activamente; no tenían tanta estabilidad, pero maniobraban con más
facilidad y eran más ágiles.
Los grandes pterosaurios del Cretácico eran todos de cola corta y estaban
perfectamente adaptados al planeo continuo: pesaban muy poco, volaban muy
despacio y, por tanto, necesitaban muy poca energía. Estaban constituidos para
planear y aprovechar las corrientes de aire en unas condiciones climáticas
suaves.
Locomoción terrestre
La cuestión de la locomoción terrestre de los pterosaurios ha estado sujeta
a polémicas desde el descubrimiento de los primeros fósiles.28 Se plantean los
interrogantes de cómo alzaría el vuelo y cómo aterrizaría.
Las opiniones sobre la locomoción del pterosaurio suelen polarizarse en
dos concepciones contrarias: los que piensan que era comparable a un
murciélago contra los que piensan que era más parecido a las aves; en otras
palabras, cuadrúpedo contra bípedo. Hankin y Ealson concibieron los
pterosaurios como unos animales inadaptados al medio terrestre: «Quizá el
método más plausible de avance en tierra fuera que, habiendo aterrizado sobre
los pies, se dejaran caer sobre el estómago y se arrastraran, del mismo modo que
los pingüinos, apoyándose en las extremidades posteriores, y puede que con la
ayuda ocasional de las alas para superar algún obstáculo.»17
Othenio Abel, en aquel tiempo la mayor autoridad en el campo de la
paleobiología, explicaba: «Si un Pterodactylus se desplazara por el suelo, lo que
en cualquier caso sólo podía ocurrir raramente, lo haría en la misma postura que
para este tipo de locomoción adopta un murciélago, con el vientre apoyado en
tierra y sólo levantándolo cuando las extremidades posteriores empujaran por
detrás del cuerpo, que de este modo se alzaría ligeramente.»29
El punto de vista opuesto lo sostenía Carl Stieler, que creía que el
pterosaurio de cola larga del liásico Dorygnathus era capaz de alcanzar la
velocidad necesaria para alzar el vuelo corriendo a pasitos (con las patas
separadas) sobre los dedos.30 Kevin Padian estudió la función de la pelvis y de
las extremidades posteriores de Dimorphodon y Campylognathoides, y llegó a la
conclusión de que todos los pterosaurios eran bípedos y no se arrastraban a
cuatro patas como los murciélagos, sino a dos patas como las aves.3
¿Qué características de un fósil son determinantes para avalar una u otra
hipótesis? Para responder, primero tenemos que examinar la estructura de la
pelvis y de las extremidades posteriores.
Todos los pterosaurios tenían la pelvis muy similar a la de los reptiles, con
un ílion alargado y, por debajo de éste, una placa ósea ancha compuesta por el
isquion y el pubis fusionados, la llamada placa isquiopúbica. Esta constitución es
más parecida a la de un arcosaurio como Euparkeria que a la de un ave. El
primitivo Euparkeria triásico tenía una postura y un modo de andar semierectos
y desgarbados. Los músculos de la pelvis tenían la función de llevar las patas
traseras hasta el cuerpo y de hacer avanzar o retroceder los miembros
posteriores.
En las aves, la pelvis es bastante alargada, y el isquion y el pubis no están
fusionados. Los músculos pélvicos actúan de tal manera que el ave queda
suspendida sobre las extremidades traseras como en un columpio, mientras que
éstas se balancean. El fémur está articulado con la glena de la cadera de tal
manera que puede moverse en este plano vertical paralelo al eje longitudinal del
cuerpo. En las aves esto se consigue gracias a que la cabeza articular del fémur
está dispuesta en ángulo casi recto hacia el interior respecto a la caña del hueso;
la glena que, orientada lateralmente, está cubierta por una protuberancia ósea. De
este modo, el peso que soportan las patas traseras es absorbido por el extremo
superior.
Rhamphorhynchus cuadrúpedo
Las extremidades posteriores están colocadas bajo el cuerpo como si fuera un ave, de forma que le permiten
correr a dos patas. Aun así, las alas no podían recogerse junto al cuerpo del modo en que lo hacen las aves.
Como se aprecia en esta fotografía de un correcaminos (Geococcyx californianus), las aves son digitígradas,
es decir, andan sobre los dedos mediales, con lo que consiguen una locomoción bípeda bastante rápida. En
los pterosaurios, la estructura de la articulación de la cadera y los pies no está bien adaptada a este tipo de
locomoción. Es más probable que anduvieran a cuatro patas.
Además, las aves andan sobre los tres dedos medios, pues son digitígradas.
Muchas corren con rapidez y efectividad.
Si consideramos la estructura de la pelvis y de las extremidades posteriores
de los pterosaurios, vemos que es muy diferente. Las glenas, o cuencas
articulatorias, de la pelvis no sólo están orientadas lateralmente, sino hacia arriba
y hacia atrás. No hay ningún borde que sobresalga sobre la glena para apoyar el
fémur. La cabeza del fémur nunca está dispuesta en ángulo recto como en las
aves; en el mejor de los casos forma un ángulo de 120º con la caña, pero
normalmente es de 130º o 160º. Si se coloca el fémur en la glena de la pelvis,
queda hacia afuera; nunca puede adoptar una postura vertical.31
Con todo, el fémur de pterosaurio era bastante móvil, y podía rotar hacia
atrás hasta el plano de las alas, posición que adoptaban durante el vuelo a fin de
extender la membrana alar para darle la curvatura idónea y gobernar la
trayectoria. El borde anterior de la glena es más grueso, de forma que puede dar
apoyo a la cabeza del fémur. Éste también podía rotar hacia el lado o hacia
adelante, para avanzar sobre las cuatro patas, para aterrizar o escalar.
La articulación de la rodilla parece ser relativamente flexible, ya que
permite que la pierna se flexione hacia adentro y que el pie se mueva hacia
adelante y hacia atrás al dar zancadas. Todo el pie entraba en contacto con el
suelo al andar, ya que era plantígrado. Los dedos tenían longitudes diferentes, la
falange más larga era la penúltima, y terminaban en garras puntiagudas y
afiladas; algo muy distinto de los pies de tres dedos de los dinosaurios bípedos o
de las aves.32 Estas criaturas también podía andar con los dedos, siendo
digitígradas. El dedo medial siempre es el más largo, y el primero está orientado
hacia atrás. El esqueleto del pie de las aves y de los pterosaurios es
fundamentalmente diferente.
Los largos dedos del pie tienen unas garras afiladas que parecen más
adecuadas para sujetarse y trepar que para andar.
En una reconstrucción más reciente de la pelvis y las extremidades
posteriores de un pterodactiloideo de la Formación Santana se asume que el
animal era bípedo, con el cuerpo erecto casi como un pingüino.33 Esta
concepción sólo concierne a los pterosaurios de cola corta, y encuentra grandes
dificultades para explicar la posición de las alas.
Los pterosaurios no podían recoger las alas junto al cuerpo como las aves.
El único punto en el que el ala podía doblarse hacia atrás era en la articulación
en forma de polea entre el metacarpiano y el dedo pteral. Aun colocando el
húmero hacia atrás y flexionando el hombro y la muñeca al límite, un
pterosaurio bípedo habría andado con las alas abiertas.
Reconstrucción de la pelvis de Anhanguera en yeso y en tres dimensiones. La glena de la cadera está
orientada hacia el lado y hacia arriba, de modo que es imposible que la pata adoptara una posición vertical.
Reconstrucción de la pelvis de Anhanguera vista desde atrás, con los fémures encajados en la glena de la
cadera, en la posición más cercana a la vertical que podían adoptar. Es evidente que, si Anhanguera hubiera
sido bípedo, las patas delanteras habrían sobresalido por los lados.
El Anhanguera cuadrúpedo
Reconstrucción de este pterosaurio pterodactílido procedente del Brasil, con una envergadura de unos 4 m,
en posición cuadrúpeda. El vientre se mantiene separado del suelo y las extremidades posteriores sobresalen
a ambos lados.
El Anhanguera bípedo
Reconstrucción de Anhanguera, procedente del Cretácico inferior del Brasil, según la concepción de Chris
Bennet. Adoptando una postura bastante forzada, este pterosaurio podría haber andado a dos patas en una
posición erecta, pero no habría podido recoger las alas junto al cuerpo tal como lo hacen las aves, y la
dificultad de equilibrar su enorme cabeza en esta postura hace dudar seriamente de la plausibilidad de este
tipo de locomoción terrestre.
Es evidente que habría requerido un espacio abierto y que, aun así, estas
criaturas tendrían graves problemas de equilibrio. Un pequeño soplo de viento
bastaría para hacerlas caer.
Por todas estas razones deducimos que los pterosaurios, si alguna vez
caminaron, lo debieron de hacer a cuatro patas; en otras palabras, que eran
cuadrúpedos. Es cierto que las extremidades anteriores no estaban bien
adaptadas a esta función, primero porque el húmero no podía adoptar una
posición vertical y segundo porque la mano, con sus tres dedos acabados en
garras, era más adecuada para trepar que para caminar, pero el húmero podía
rotar y llevar el antebrazo y, sobre todo, el metacarpo hasta una posición vertical.
Puede ser que los pterosaurios no se apoyaran en los dedos sino en los nudillos,
con el dedo que extendía el ala doblado hacia atrás.
En esta ilustración, basada en los estudios de Manfred Reichel, vemos que Pterodactylus no se movía como
un murciélago. Era capaz de andar a cuatro patas, aunque las extremidades anteriores, sobre todo los dedos,
estaban hechos para trepar más que para andar.
En tierra, un murciélago es una criatura desvalida, y sólo es capaz de arrastrarse a cuatro patas empujando
el cuerpo con el vientre apoyado en el suelo. Los pterosaurios se movían con más facilidad; por lo menos
podían separar el cuerpo del suelo y andar semierectos.
Reconstrucción del esqueleto de Anhanguera en una posición cuadrúpeda. Este pterosaurio tenía una
envergadura de 4 m; en la ilustración vemos la notable desproporción entre las extremidades anteriores y las
posteriores. Un animal de estas características se habría movido con torpeza a cuatro patas, pero no estaría
incapacitado para la locomoción terrestre.
Una existencia boca abajo
La forma en que el kalong (Pteropus celaeno), una especie de murciélago, trepa cabeza abajo (abajo,
derecha), hizo pensar al paleobiólogo vienés Othenio Abel que Pterodactylus pudo haber trepado del mismo
modo. En este dibujo de 1925 lo vemos colgando de las ramas de un árbol, sujetándose con sus fuertes
garras.
Colgado
Otra de las reconstrucciones de Othenio Abel en la que Pterodactylus, envuelto en las membranas alares,
cuelga de una rama cabeza abajo sujetándose con las garras, tal como hacen los murciélagos. Es una postura
convincente para un pterosaurio de cola corta como Pterodactylus, pero problemática para un
ranforrincoideo de cola larga.
Pterodactylus a punto de alzar el vuelo desde una posición de descanso. En esta ilustración Neave Parker
supuso que este pterosaurio podía colgarse boca abajo; para empezar a volar no tenía más que soltarse de la
rama, aletear hacia adelante y salir volando.
Este rastro fósil ayudó al americano K.E. Caster a aclarar la confusión que existía. El autor de las huellas
era un xifosuro que quedó fosilizado al final del trayecto. La línea intermedia es la marca que dejó su cola
en forma de espina, y no la de Rhamphorhynchus, como en principio se creyó.
Una de las primeras reconstrucciones de Rhamphorhynchus hecha por Riou y publicada en París en 1863
para La Terre avant le Déluge, de L. Figuier. Es una interpretación de las huellas fósiles encontradas en
Solnhofen, Baviera, que parecían ser las marcas dejadas por los pies y la cola de un pterosaurio.
Una huella fósil
Supuesto rastro del pterodactiloideo Pteraichnus que identificó W.L. Stokes en la Formación Morrison de
Arizona. Más tarde fueron interpretadas como huellas de cocodrilo.
Huellas de Pteraichnus (véase el dibujo de arriba), que se interpretaron como las marcas de los cuatro dedos
de los pies y los tres de las manos de un pterodáctilo. Sin embargo, se cree que las palmas de pterosaurio
tenían los dedos más separados.
Pies palmeados
Escena que muestra a Tropeognathus pescando cerca de la costa del mar cretácico en América del Sur. Las
crestas óseas que desarrolló en las mandíbulas superior e inferior le servían para minimizar la resistencia
hidrodinámica cuando surcaba el agua con el pico para pescar debajo de la superficie.
Alimentación
La mayoría de los pterosaurios conocidos vivían cerca del mar o en islas y
lagos, y se alimentaban de organismos acuáticos. Se cree que eran la población
más importante de las costas de los mares mesozoicos.
A juzgar por la dentición, algunos de ellos tenían una alimentación muy
especializada, como los pterosaurios del Jurásico Ctenochasma, Gnathosaurus y
Huanhepterus, que tenían numerosos dientes finos por toda la mandíbula con los
que filtraban y extraían del agua pequeños organismos, como larvas de
crustáceos. Un ejemplo extremo es el pterosaurio de cola corta Pterodaustro, del
Cretácico inferior de Argentina. En la mandíbula inferior tiene una serie de
largos dientes como cerdas que debieron de tener una utilidad similar a la de las
barbas de las ballenas. La mandíbula inferior se curva hacia arriba por el
extremo y forma el equivalente a una bolsa filtrante. La mandíbula superior tiene
unos dientes romos y cortos que utilizaba para triturar el contenido de esta bolsa.
Músculos mandibulares
La mandíbula estaba dotada de potentes músculos aductores, que elevaban la mandíbula inferior para cerrar
el pico, algo muy importante cuando pescaban al vuelo. Las articulaciones permitían que el pico se abriera
considerablemente.
Es muy raro encontrar el contenido del estómago fosilizado en el interior del esqueleto, como en este
pequeño Rhamphorhynchus de Solnhofen, que contiene restos de peces pequeños, probablemente del
común Leptolepides de esqueleto óseo de la fotografía superior. En la página siguiente hemos incluido un
dibujo de este ejemplar en el que se especifican los distintos elementos.
Algunos pterosaurios, como Rhamphorhynchus, es posible que utilizaran técnicas de pesca similares a las
del actual rayador, que surca la superficie del mar con el extremo del pico mientras vuela.
En este cráneo de Rhamphorhynchus procedente de Solnhofen se aprecian los dientes contrapeados largos,
curvos y puntiagudos, que tenían que ser una herramienta muy efectiva para sacar los peces del agua. Las
mandíbulas de los pterosaurios piscívoros eran siempre así de largas.
La mandíbula inferior de Rhamphorhynchus muensteri disponía de unos dientes largos echados hacia
adelante. La forma de la mandíbula hace pensar que la introducía en el agua para capturar a los peces.
La parte inferior del pico del rayador está lateralmente comprimida y aplanada y sobresale por debajo de la
parte superior. De este modo, encuentra muy poca resistencia al surcar el agua en busca de pequeños peces
y crustáceos. El extremo de la mandíbula inferior de Rhamphorhynchus longicaudus tiene una forma
semejante. Otros pterosaurios, como Rh. gemmingi o Dsungaripterus, tienen el mismo tipo de pico alargado
y puntiagudo.
Los pterosaurios pescadores tenían una bolsa en la garganta como la de los pelícanos, para almacenar y
predigerir el pescado o transportarlo hasta sus crías. Las marcas de piel de debajo de la mandíbula inferior
indican la presencia de esta bolsa. Cuando abría el pico, las ramas de la mandíbula inferior se separaban y la
bolsa se abría.
Los pterosaurios de boca ancha y cabeza corta, como Anurognathus y Batrachognathus, probablemente
eran insectívoros. En los mismos depósitos fosilíferos abundan los insectos, como esta libélula
(Cymatophlebia).
En busca de comida
Un Pterodactylus buscando gusanos bajo tierra, según R.T. Bakker. El pico fino es muy adecuado, pero la
capacidad de locomoción terrestre que se requeriría no estaba suficientemente desarrollada.
Reproducción
Los pterosaurios, ¿ponían huevos o tenían crías? Lo más probable es que
fueran ovíparos, método de reproducción habitual tanto de los reptiles de sangre
fría como de las aves de sangre caliente. Ya en el siglo XIX se encontraron
huevos fósiles que se atribuyeron a estos animales.
En 1860, el catedrático J. Buckman informaba del hallazgo de huevos
fosilizados en una cantera cerca de Cirencester, en Gran Bretaña, en estratos del
Gran Oolito (Jurásico medio),44 y los describía así: «Un bloque que incluye al
menos ocho huevos de forma oval uniforme, no ovoide.» Cada huevo medía 44
mm de largo y 28 mm de ancho. La cáscara tenía un grosor de tan sólo 0,3 mm y
parece flexible. En su interior se encontraron cristales de carbonato de calcio.
Buckman no llegó a relacionarlos con los pterosaurios, pero reconoció que eran
de reptil, y los denominó Oolithes bathonicae.
En 1871 se encontraron huevos fósiles en los esquistos de Stonesfield de
Oxfordshire; se creyó que eran de tortuga,45 pero como se habían encontrado
huesos de pterosaurio Rhamphocephalus en las proximidades, H.G. Seeley
admitió la posibilidad de que fueran sus huevos. Tienen forma globular y
diámetro de 19 mm. Se los denominó Oolithes sphaericus.
Huevos fósiles
En 1860 el profesor J. Buckman describió un bloque con ocho huevos fósiles procedente del Gran Oolito
(Jurásico medio) de Gloucestershire. En un primer momento se creyó que eran huevos de pterosaurio.
Huevo aislado
Uno de los huevos procedentes del Gran Oolito fue separado y medido con precisión, pero no hay pruebas
fehacientes de que estos huevos los pusiera realmente un pterosaurio hembra.
Alimentación de las crías
Esta reconstrucción ilustra la postura que se cree que adoptaba Ornithocheirus para alimentar a sus crías
(según un dibujo de Peter Schouten, 1983). El pterosaurio adulto regresa después de la pesca con la presa
guardada en la bolsa de la garganta. La cría introduce su pico hasta ella para extraer la comida. También es
posible que comiera los alimentos regurgitados por el adulto. Este tipo de cuidados indican una inteligencia
bien desarrollada.
El examen de la cáscara que se llevó a cabo en 1928 reveló que eran con
toda certeza huevos de reptil, pero no sería correcto asignarlos a ningún
pterosaurio.46
En 1989, en el mismo emplazamiento donde se había encontrado
Quetzalcoatlus sp., en el parque nacional Big Bend en Texas, salieron a la luz
fragmentos de cáscaras de huevos que podrían haber pertenecido a pterosaurios
gigantes, pero hasta ahora no hay pruebas fehacientes que confirmen la
asociación.
No se ha descubierto ningún fósil de pterosaurio con huevos o embriones
en su interior, como ocurrió en el caso de los ictiosaurios del Jurásico. Ni
siquiera tenemos indicios directos del sexo de los ejemplares, de dimorfismo
sexual, que nos permitan distinguir con claridad si se trata de machos o hembras.
Con todo, se tiene casi la certeza de que en el caso de algunas especies de
Rhamphorhynchus de Solnhofen, de las que existen ejemplares suficientes para
el estudio estadístico, había dos formas distintas correspondientes a los dos
sexos. Uno de los tipos tiene las alas y el cráneo relativamente largos y el otro,
bastante cortos. Como las dos formas aparecen con una frecuencia
aproximadamente igual, podemos concluir que una de ellas corresponde a los
machos, quizá la del cráneo y las alas largas, y la otra a las hembras, los de las
formas cortas.
El dimorfismo sexual también ha sido comúnmente aceptado en el caso del
Pteranodon del Cretácico superior de Kansas. Basándose en la morfología de la
pelvis se distinguió una forma de menor tamaño, con una cresta craneal más
pequeña y un canal pelviano más grande, que correspondería a la hembra. Los
ejemplares pequeños, presumiblemente hembras, son tres veces más abundantes
que los grandes.
También se acepta que en otros pterosaurios del Cretácico, como los
Anhanguera de Brasil, la cresta craneal tenía diferente tamaño en el macho y en
la hembra, y que su finalidad era el cortejo.
Teniendo en cuenta la pequeñez del cuerpo y el estrecho canal pelviano de
los pterosaurios, los huevos debieron de ser de reducido tamaño. Es probable que
las hembras no pusieran muchos, quizá sólo uno, pues sería ilógico que un
animal volador, con una estructura organizada para aligerar el cuerpo, llevara el
lastre de una gran cantidad de huevos.49
Siendo de sangre caliente y con pelo, sería normal que incubaran ellos
mismos los huevos, lo que significa que formarían parejas periódicamente, o de
por vida, como las aves, y que el macho alimentaría a la hembra con la bolsa de
la garganta. Un comportamiento social tan evolucionado requiere una
inteligencia mayor que la de los actuales reptiles, que apenas se ocupan de las
crías. Esta hipótesis se refuerza por la estructura del cerebro, parecida a la de las
aves.
Pero los pterosaurios también habrían podido poner los huevos en nidos
situados en lugares bien resguardados.
El clima cálido del mesozoico habría sido suficiente para incubarlos. En
cualquier caso, la cría de pterosaurio sería muy pequeña al nacer y, con toda
seguridad, incapaz de volar y de procurarse alimento.
Los padres deberían pues ocuparse de las crías. A.J. Desmond cree muy
probable que hubiera colonias de cría en las que los vulnerables polluelos eran
protegidos por uno o dos pterosaurios guardianes.50
El joven pterosaurio
A partir de las investigaciones de las especies de Pterodactylus de
Solnhofen se ha reconstruido cómo sería el crecimiento de los pterosaurios.
Pterodactylus kochi, por ejemplo, el ejemplar más pequeño y, por tanto, el más
joven, tiene una envergadura de sólo 19 cm, mientras que la envergadura del más
grande, el más viejo, es de 67,5 cm. Entre ambos está documentada toda una
serie ininterrumpida de crecimiento. De su estudio se deduce que no todos los
elementos del esqueleto crecían al mismo ritmo, sino que el cráneo del animal
joven lo hacía más deprisa y es relativamente más grande que el de los
ejemplares adultos. La órbita también es en proporción bastante más grande en
los jóvenes que en los viejos. Este tipo de crecimiento es similar al de los
cocodrilos, las aves y el hombre, y habitual entre los vertebrados.
Además de este cambio de proporciones, en algunas partes del esqueleto,
el grado de osificación aumenta con la edad. Por ejemplo, en los pterosaurios
jóvenes, las diminutas falanges de los dedos tercero y cuarto del pie eran
cartilaginosas, por lo que no se han conservado, y a la misma razón responden
otros huecos entre los dedos. Hasta que no fueran adultos no se osificaban ni se
conservaban en forma fósil.51
Otros huesos, como los carpianos, los tarsianos, el escapulocoracoides, la
pelvis, el notarium y los huesos del cráneo estaban separados en los jóvenes y
sólo los encontramos sólidamente soldados al aumentar la edad. De este modo,
distinguimos los animales jóvenes de los adultos y asimismo las especies con
formas adultas pequeñas de las crías de formas adultas de gran tamaño.
En estas fotografías pueden compararse los cráneos de una cría (arriba) y un adulto totalmente desarrollado
de Pterodactylus antiquus (derecha), de proporciones marcadamente distintas. El ejemplar joven tiene el
pico más corto y la órbita relativamente más grande. Las longitudes son de 44 y 108 mm respectivamente.
Aparentemente, el cráneo de las crías de Pterodactylus crecía a un ritmo más rápido que otras partes del
esqueleto.
La excepcional conservación de los fósiles en la piedra calcárea de Solnhofen ha permitido distinguir no
sólo las duras membranas alares de los pterosaurios, sino también marcas de pelos y piel. En este fragmento
de piel de Rhamphorhynchus se identifican las huellas de pelos. Las finas marcas parecidas a puntos de
aguja son los folículos pilosos.
Cráneos diferentes
Los cráneos de los ejemplares jóvenes y adultos de Eudimorphodon del Triásico también tienen
proporciones distintas. El del joven es más pequeño, tiene el pico más corto, la órbita relativamente más
grande y menos dientes que el adulto.
Fisiología
Ya en el siglo XIX se conjeturaba que los pterosaurios pudieron ser
endotérmicos. Muchos naturalistas los confundieron con aves marinas,
murciélagos y marsupiales. En 1831 August Goldfuss, profesor de zoología y
mineralogía de Bonn, creyó encontrar rastros de pelo en un fósil de pterosaurio
de Solnhofen. Escribió: «Por lo que observamos, Pterodactylus no era un reptil
con placas y escamas, sino que tenía la piel cubierta de pelos de, por lo menos,
dos centímetros de longitud, y puede que de plumas en algunos puntos.»53
En 1870 H.G. Seeley también indicó que tenían un recubrimiento de pelo,
como los murciélagos, y que, teniendo en cuenta su comportamiento semejante
al de las aves, eran de sangre caliente.54
En 1908, Karl Wanderer, de la Universidad de Munich, examinó los restos
de pterosaurios del Museo de Dresde. Conocía el ejemplar en el que Goldfuss
pensó que había visto pelo, pero arguyó que esas marcas no eran más que
rugosidades de la piedra. Encontró un Rhamphorhynchus procedente de
Solnhofen en el que se apreciaban picaduras, como pinchazos de aguja, entre las
que se intercalaban rayitas cortas y finas, pero no las relacionó con pelo.55 Hasta
1927, en que Ferdinand Broili examinó el ejemplar de nuevo, no se interpretaron
estos puntos y rayas como huellas de folículos pilosos y mechones de pelo.56
Cada uno de los pelos medía hasta 8 mm y Broili llegó a la conclusión de que
había pelo sobre el cráneo en forma de cresta pilosa de unos 40 mm de largo y
18 mm de alto, a ambos lados del cuello, en el ala, entre el húmero y el
antebrazo, y en la parte posterior del antebrazo hasta la primera falange pteral.
No había folículos pilosos en la membrana alar, que al parecer estaba desnuda.
Posteriormente confirmó la existencia de un recubrimiento de pelo en
Dorygnathus del liásico y en Pterodactylus de Solnhofen. Se han encontrado
otros ejemplares de Rhamphorhynchus de Solnhofen con restos de piel cubierta
de pelos cortos, de unos 2 o 3 mm de largo y entre 0,1 y 0,05 mm de grosor.
Parece ser que el interior estaba atravesado por un fino canal central.57
En 1970 el zoólogo A.G. Sharov, de la Academia de Ciencias de Moscú,
descubrió un esqueleto de pterosaurio en los depósitos lacustres del Jurásico
superior en las montañas Karatau de la república de Kazajstán. La piel del tronco
y las membranas alares se habían conservado en perfecto estado. Los estratos
fosilíferos de Karatau son sedimentos de grano fino semejantes a los de
Solnhofen y Eichstätt, y al igual que en éstos se ha encontrado una gran cantidad
de fósiles en un estado de conservación notable.
El examen detenido de este pterosaurio ruso reveló que el cuerpo estaba
cubierto de un espeso pelaje, formado por pelos gruesos de hasta 6 mm de largo.
En las membranas alares, en los dedos de la mano y en la membrana de las
palmas de los pies crecían de forma más dispersa y, al parecer, la cola estaba
desnuda. Sharov lo denominó Sordes pilosus, que significa algo así como
«demonio peludo».57
Las pruebas del recubrimiento piloso confirman la endotermia de los
pterosaurios de forma definitiva, ya que sólo los mamíferos, de sangre caliente,
tienen pelo. Todavía está por explicar la naturaleza de esta pilosidad y cómo
llegaron a desarrollarla. Se cree que se formó a partir de las escamas de sus
antepasados reptiles al igual que las plumas de las aves y que, por tanto, es
diferente de la de los mamíferos. Con todo, la función debió de ser la misma:
prevenir la pérdida de calor corporal.
La mayoría de los pterosaurios podían volar activamente, lo que requiere
energía, que sólo puede generarse por una circulación sanguínea y una
respiración eficientes y, por tanto, una frecuencia metabólica alta. No se descarta
la posibilidad de que el corazón ya estuviera totalmente dividido en cuatro
compartimientos. En las aves y murciélagos, este tipo de fisiología comporta una
temperatura corporal alta, que se ha de mantener estable para lograr un
funcionamiento biológico óptimo.
En los reptiles exotérmicos típicos, como los lagartos, la temperatura
corporal se corresponde con la temperatura ambiente. Cuando hace frío, se
quedan rígidos y aletargados y sólo son realmente activos cuando el sol los
calienta. Las criaturas de sangre caliente necesitan un recubrimiento aislante para
prevenir la pérdida de calor. En los pterosaurios, esto era vital, ya que al tener el
cuerpo pequeño y las alas grandes, la relación volumen/superficie era
desfavorable. Además, debe tenerse en consideración la actividad voladora;
como dijo Carl Wiman, era tan costosa que sólo animales de sangre caliente la
habrían podido financiar.
Otra cuestión que refuerza la idea de la endotermia es la neumaticidad de
los huesos. En las aves, el aire pasa de los pulmones a un sistema de bolsas de
aire que rodean los órganos internos. Estas bolsas, en algunos casos, tienen
prolongaciones que se introducen en las vértebras y los huesos de las
extremidades a través de pequeñas aberturas en las paredes de los huesos, los
llamados forámenes neumáticos. En los pterosaurios, sobre todo en los más
grandes, se encuentran estos poros de aire en las vértebras y en los huesos largos,
por lo que se cree que poseían un sistema similar.
La utilidad de estas bolsas de aire reside en que el aire inhalado se calienta,
incrementa la fuerza de elevación y reduce el peso de los huesos. Además,
acolcha los órganos internos y enfría el cuerpo, es decir, libera el exceso de calor
y previene el sobrecalentamiento resultante de la actividad muscular durante el
vuelo.
Todavía es más sorprendente que la mayoría de los pterosaurios se haya
encontrado con el estómago vacío. Las aves, debido a la gran dosis de energía
que requieren para volar, necesitan mucho alimento; los murciélagos también
comen un número increíble de insectos en relación con su peso. Así pues, los
pterosaurios debieron de comer en abundancia para obtener los altos niveles de
energía necesarios para volar. Esto implica que la digestión debía ser rápida, lo
que a su vez explica la ausencia de comida en el estómago.
En algunos ejemplares de Sordes se han encontrado fragmentos de membrana alar, de la piel y de un denso
pelaje corto. El primero de estos descubrimientos fue descrito por el zoólogo moscovita A.G. Sharov en
1971.
El cerebro de pterosaurio
Los pterosaurios se distinguen de los reptiles no sólo por su endotermia,
sino también por la forma del cerebro. El tamaño y la forma del cerebro de los
vertebrados fósiles pueden reconstruirse a partir de la forma de las cavidades del
cráneo. Bajo condiciones favorables, el propio cerebro se conserva en forma
fósil, cuando la caja craneal se ha llenado por filtración de sedimentos, que luego
se han petrificado. En los pterosaurios, la forma de este molde interior es tan
parecida a un cerebro que podemos asumir que éste llenaba toda la caja craneal
como en las aves; en los reptiles sólo ocupa la mitad del espacio.
Fragmento de piedra fósil con un ejemplar de Sordes pilosus, en el que se ve parte del dedo pteral con una
estrecha banda de ala membranosa y un área oscura que corresponde a piel cubierta de pelos. Esta pilosidad
es posible que derivara de las escamas y por tanto no es como la de los mamíferos, aunque debió de tener
una función similar: proteger al animal de la pérdida de calor.
La presencia de forámenes neumáticos en los largos huesos de los pterosaurios más grandes, como en este
metacarpiano pteral de Santanadactylus, muestra un sistema de bolsas de aire parecido al de las aves. Las
prolongaciones de estas bolsas de aire se introducen en los huesos huecos.
Comparación de los cerebros de una oca, un pterosaurio (Pterodactylus) y un caimán vistos desde una
perspectiva lateral y dorsal. El cerebro de pterosaurio ocupa una posición intermedia entre los reptiles y las
aves.
EXTINCIÓN DE LOS PTEROSAURIOS
El nacimiento y la extinción de las distintas especies se produjo de forma gradual. En este diagrama, cada
barra representa una familia de pterosaurios; las zonas más oscuras corresponden a los periodos
documentados. Los primeros, ranforrincoideos, aparecieron al final del Triásico y se agrupan en tres
familias diferentes. Dos de ellas sobrevivieron hasta principios del Jurásico y la tercera, hasta el final de
este periodo. En esa época aparecen los pterodactiloideos. Al final del Jurásico se produjo la primera
extinción de la que tenemos noticia. En el Cretácico inferior se han reconocido hasta diez familias de
pterodactiloideos, lo que indica un alto grado de diversidad. Pero todas estas familias salvo una,
Azhdarchidae, se habían extinguido antes del maastriquense. Se cree que la extinción fue un proceso
paulatino y no el resultado de una catástrofe.
El perfil del parque nacional Big Bend, en Texas, revela una transición continua desde la Formación
Javelina del final del Cretácico a la Formación Black Pearls del primer Terciario, que en la foto es la banda
de color rojizo. En algún momento durante la sedimentación de la Formación Javelina se extinguieron los
últimos pterosaurios.
Existen otras dos ilustraciones aún más antiguas en las que se intentaba
probar que los pterosaurios no eran reptiles. La primera, que data de 1830, es un
dibujo del zoólogo de Munich Johann Wagler en el que aparece un Pterodactylus
nadando, con las alas como largas aletas de pingüino.5 Wagler creía que los
pterosaurios pertenecían a una clase de vertebrados distinta, que denominó
Gryphi.
La otra reconstrucción es obra del zoólogo inglés Edward Newman, que en
1843 clasificó a los pterosaurios como marsupiales voladores carnívoros.6
Después de que en 1831 A. Goldfuss pensara que había encontrado pelo en el
Scaphognathus de Solnhofen, Newman se convenció de que los pterosaurios no
eran reptiles. Conocía la controversia que había suscitado el descubrimiento de
un fragmento de mandíbula de zarigüeya 30 años antes (el primer mamífero
encontrado en estratos mesozoicos), en el Jurásico de Stonesfield Slate, en los
mismos estratos en los que se hallaron pterosaurios. De todo ello, dedujo que era
lícito considerar estas criaturas como marsupiales voladores y peludos
semejantes a murciélagos, de sangre caliente y orejas muy pequeñas, muy
distintos de los letárgicos reptiles de sangre fría.
Con el tiempo aparecieron otras reconstrucciones con más fundamento
científico. Algunas representaciones dignas de mención son las de O.C. Marsh,
en 1882,7 las de K.A. Zittel, en el mismo año,8 y en especial las de H.G. Seeley
que, en su libro Dragons of the Air, de 1901, incluyó numerosas
reconstrucciones de los pterosaurios jurásicos y cretácicos conocidos en aquel
tiempo.9
Reconstrucción de la vida en el mar liásico realizada por La Bèche y reproducida, en 1846, en el Traité
élémentaire de Paléontologie de F.J. Pictet. El mar está poblado por muy diversos tipos de animales
marinos y en el aire vuelan pterosaurios, semejantes a murciélagos, con las membranas alares que se
extienden hasta los pies y la cola.
Las estampas de Zdenek Burian siguen siendo de los mejores trabajos que explican la actual concepción de
los hábitos y conducta de los pterosaurios. En ésta, Pterodactylus jurásico pescando.
Pterosaurios del libro de N. Hutchinson Extint Monsters, de 1910. Actualmente se sabe que estos
pterosaurios (de izq. a dcha.): Pterodactylus, Rhamphorhynchus y Dimorphodon no existieron en el mismo
periodo.
Modelos de esqueletos
En 1913 el paleontólogo de Munich E. Stromer hizo uno de los primeros
intentos de reconstrucción del esqueleto de un pterosaurio de cola larga
Rhamphorhynchus,13 procedente de Solnhofen. Lo confeccionó en madera,
caucho y cera, y lo montó sobre una estructura de alambre.
En 1974, C. Bramwell y G. Whitfield construyeron un modelo del
esqueleto de Pteranodon en el que ensayaron las posibilidades de movimiento
del esqueleto alar. Era un modelo puramente funcional, hecho de madera de
balsa.14
M. Reichel, de la Universidad de Basilea, fue uno de los primeros en
confeccionar un modelo de tamaño natural de Pteranodon; está hecho en madera
y actualmente se exhibe en el Museo de Historia Natural de Basilea.
El Dr. P.H. de Buisonjé compuso una maqueta a escala 1/1 del esqueleto de
Santanadactylus, procedente del Cretácico superior, de 6 m de envergadura para
el Museo Geológico de la Universidad de Amsterdam.15
Esta reconstrucción de tamaño natural de Pteranodon fue realizada por el profesor Manfred Reichel. El
esqueleto está tallado en madera y montado en posición de vuelo. Actualmente se exhibe en el Museo de
Historia Natural de Basilea, Suiza.
El Dr. Manfred Reichel (1896-1984) de la Universidad de Basilea. Reichel, además de científico, era un
experimentado artista. La combinación de estas aptitudes hace que sus reconstrucciones de pterosaurios no
sólo sean biológicamente precisas, sino realistas y convincentes. Fue uno de los primeros científicos que
intentó construir un modelo de esqueleto de pterosaurio de tamaño natural, el de Pteranodon que vemos en
la fotografía de la izquierda.
Modelo de Rhamphorhynchus basado en un ejemplar procedente de Solnhofen, del Museo de Historia
Natural Carnegie de Pittsburgh. Lo construyó el autor en 1972 y está formado por cincuenta huesos y
secciones óseas, modeladas en cera y montadas en una estructura de algodón y alambre, madera y plomo.
Se acabó en resina epoxi.
Réplica del esqueleto de Pteranodon en su último destino: la Gran Sala del Museo de Paleontología de
Munich. Se exhibe suspendido sobre las cabezas de los visitantes, colgado de un fino alambre de acero que
pende de la estructura metálica del techo de cristal.
Montaje de una reconstrucción de esqueleto de Pteranodon a escala 1/1 en el taller del Museo
Paleontológico de Munich. Leonhard Bimmer (izquierda) se ocupó del modelado de los huesos y el cráneo,
y Ernst Schmieja (derecha) construyó la estructura metálica de soporte interno. Poco después de hacer esta
fotografía, en la primavera de 1981, fue sometido a una prueba de vuelo y elevado con ayuda de una grúa
en los alrededores del museo.
Estudio de Waterhouse Hawkins en 1853. Hawkins y Owen construyeron en este lugar sus pterodáctilos, las
primeras reconstrucciones tridimensionales de pterosaurios, que se exhibieron en el Crystal Palace Park de
Sydenham.
Reconstrucciones de Pteranodon que pueden verse suspendidas en el McCoy Hall del Museo Victoria de
Melbourne, Australia. Es interesante comparar la anchura del ala con la del otro modelo de Pteranodon de
la fotografía inferior.
Pteranodon construido por D. Oppliger y C. Schärler bajo la dirección del profesor Manfred Reichel. Sólo
pesa 20 kg, que es lo que se calcula que pesaba en vida. Está en el vestíbulo del Bäumlihof Gymnasium de
Basilea.
Ilustración de S. Phillips, 1856, para la Guide to the Crystal Palace and Park en la que aparecen las
reconstrucciones de Owen y Hawkins. Formaban parte de la exposición que en 1854 inauguraron la reina
Victoria y el príncipe Albert en Sydenham.
Estos modelos de Quetzalcoatlus fueron construidos por Matt B. Smith y se exhiben en el Museo de
Rockies.
Por último, recientemente se han llevado a cabo varias reconstrucciones
del pterosaurio gigante de Texas, Quetzalcoatlus, en el Museo Nacional de
Historia Natural, Smithsonian Institution, de Washington, en el Museo de
Historia Natural de Nuevo Méjico, Albuquerque, y en el Museo de Rockies de
Bozeman, Montana, todos en los Estados Unidos.
Modelos voladores
El primer intento de confeccionar un modelo de pterosaurio capaz de volar
lo realizó el zoólogo y etólogo Erich von Holst, en 1956. A partir del estudio de
aves «artificiales», construyó un modelo volador del Rhamphorhynchus de
Solnhofen con madera de balsa, alambre y papel japonés. Las alas se movían
accionadas por un mecanismo muy ingenioso aunque sencillo, hecho con una
tira de goma y que podía volar batiendo las alas. Tenía 1,2 m de envergadura. E.
von Holst escribió lo siguiente acerca de la construcción del modelo: «Para los
que estén interesados en los detalles técnicos, he aquí una breve descripción del
motor que permitió volar al modelo de Rhamphorhynchus. Estaba situado en el
interior del cuerpo, que está hecho de papel japonés endurecido con pegamento,
y consiste en un tubo de madera de balsa atravesado por una tira de goma
resistente unida por un extremo al eje de una polea en la que está enrollado un
hilo de nailon. El hilo pasa por un rodillo que mantiene una posición flexible
respecto a una rueda, los extremos del eje de la cual son dos manivelas que, a
través de dos bielas, se conectan con las alas. Al darle cuerda, las manivelas dan
vueltas, el hilo pasa de la polea a la rueda y la tira de goma se retuerce; y de este
modo las alas suben, bajan y al mismo tiempo se deslizan alrededor del eje
horizontal, con lo que se produce la torsión necesaria para la propulsión. La
forma de la rueda regula la distribución de la fuerza con la que baten las alas, y
la forma cónica del rodillo equilibra la tensión de la tira de goma, de modo que
los 30 o 40 golpes del ala se ejecutan con una fuerza semejante. El modelo vuela
horizontalmente o con una elevación de hasta 30º, aleteando dos o tres veces por
segundo, y luego planea. Los giros se consiguen colocando las alas en distintos
ángulos.»
Este modelo de Quetzalcoatlus de tamaño natural fue construido en Washington y actualmente se expone en
el Museo Nacional de Historia Natural de los EE UU.
Pterodaustro, del Cretácico inferior de Argentina. La reconstrucción de esta criatura, que se alimentaba por
filtración, se exhibe en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires.
El autor construyendo una maqueta de Rhamphorhynchus, que se realizó según la reconstitución del
esqueleto de la página 171.
En 1956 el profesor Erich von Holst construyó un modelo volador de Rhamphorhynchus con madera de
balsa, alambre y papel de arroz. En este dibujo vemos el motor y los mecanismos de las alas. Con una cinta
de goma retorcida se conseguían de 30 a 40 aleteos.
Batir de alas
Modo en que el Rhamphorhynchus de Von Holst batía las alas en vuelo. La frecuencia era de 2 a 3 aleteos
por segundo. Por razones aerodinámicas, la membrana caudal debía estar orientada horizontalmente.
Stephen Winkworth y su modelo de Pteranodon, que se construyó como un planeador con control remoto.
Estaba hecho de madera de balsa y tenía una envergadura de 4,6 m. Voló sin problemas y apareció en un
programa de la BBC planeando sobre los acantilados de la costa de Dorset, en el sur de Inglaterra. Sin
embargo, la cuestión de si Pteranodon utilizaba los pies como timón, tal como lo hacía el modelo, sigue
abierta.
En 1985 el Dr. Paul MacCready y su equipo de la AeroVironment Inc. construyeron una réplica de
Quetzalcoatlus a escala 1/2 que volaba agitando las alas. Tenía una envergadura de 5,5 m, pesaba 20 kg y
alcanzaba los 56 km/h. Voló con éxito en repetidas ocasiones en el Death Valley de California, pero se
estrelló en 1986 en la primera exhibición pública.
Coelurosauravus
Era un reptil insectívoro parecido a la lagartija capaz de planear con sus membranas alares sostenidas por 21
costillas, de árbol en árbol. Los restos de este animal, el más antiguo de los reptiles fósiles, se descubrieron
en depósitos marinos del Pérmico superior.
Reptiles planeadores
Se conoce la existencia de pequeños reptiles planeadores desde el
Paleozoico (Pérmico superior); el doctor Robert Carroll, de la Universidad
MacGill de Montreal, los denominó Daedalosaurus por la leyenda de Dédalo,
cautivo en Creta, que consiguió escapar volando con unas alas que había
realizado él mismo. Los fósiles de esqueletos de Daedalosaurus encontrados en
Madagascar no estaban del todo completos, pero las costillas alargadas eran muy
características, 21 en cada lado; su función era reforzar una membrana de
sustentación.1 Estas criaturas, parecidas a las lagartijas, tenían una cola de unos
40 cm y una envergadura de unos 33 cm. La estructura del cuerpo de
Daedalosaurus recuerda a la del actual dragón volador, de la familia de los
agámidos, que vive en el sudeste asiático. Tiene en los costados unas aletas de
piel grandes parecidas a alas, sostenidas por de cinco a siete costillas alargadas.
Normalmente las lleva recogidas para que no le entorpezcan cuando trepa a los
árboles. Para extenderlas, basta con que eche hacia adelante las costillas móviles
y de este modo puede planear de árbol en árbol. Se han observado vuelos de
hasta 60 m.
Reptiles planeadores primitivos
Dibujos comparativos de los reptiles planeadores del Pérmico superior Daedalosaurus y Coelurosauravus,
y del Triásico superior, Icarosaurus y Kuehneosaurus, con el actual dragón volador, lagarto agámido del
sudeste de Asia. Las costillas de todos estos reptiles diápsidos se han alargado para dar soporte a la
membrana de sustentación que se extiende a su través, lo que permite a estos reptiles arborícolas planear de
un árbol a otro o desde una rama hasta el suelo.
Icarosaurus
Icarosaurus, al igual que Coelurosauravus, planeaba gracias a una membrana de piel sostenida por una
serie de costillas alargadas. El Dr. E.H. Colbert describió el fósil encontrado y puso nombre al género
inspirándose en Ícaro, el infortunado hijo de Dédalo de la mitología griega.
Sharovipteryx
Reconstrucción del ejemplar del Triásico superior de Kirghizia con las extremidades posteriores extendidas,
a punto de planear. Se han añadido unas hipotéticas membranas muy estrechas tras las patas delanteras.
En este fósil de Sharovipteryx se aprecian los restos del esqueleto de un reptil muy delgado con una cola y
extremidades posteriores muy largas. Entre las patas, se advierte una membrana sustentadora que indica su
condición de planeador.
Longisquama Longisquama desarrolló una adaptación al vuelo pasivo única: una serie doble de apéndices
como escamas que recorrían el lomo. Formaban una superficie continua y se extendían y recogían como las
alas de una mariposa.
Este ejemplar de Icarosaurus siefkeri fue encontrado por tres escolares en un fragmento de esquisto del
Triásico superior, mientras exploraban una cantera abandonada de Nueva Jersey, Nueva York. Lo describió
E.H. Colbert.
Aves
Las primeras adaptaciones de los vertebrados al vuelo produjeron formas
capaces de planear, es decir, explotar de forma pasiva las fuerzas de elevación y
arrastre creadas por las superficies aerodinámicas estáticas del cuerpo o de las
extremidades. Pero en el curso de la evolución los vertebrados desarrollaron la
capacidad de volar activamente.
Los vertebrados voladores activos se distinguen de los planeadores pasivos
en que la cintura escapular y las extremidades anteriores han pasado a formar
parte del mecanismo de vuelo, las alas. Los planeadores conservan las cuatro
patas, las alas son adicionales. Todos los voladores activos consiguieron las alas
a cambio de las extremidades anteriores.
Como se ha indicado a lo largo de este libro, los pterosaurios fueron los
primeros vertebrados que adquirieron la capacidad de volar activamente. El
segundo grupo fueron las aves, que aparecieron cuando los pterosaurios ya
habían alcanzado un alto grado de diversidad y se distribuían por todo el planeta.
El ave fósil más antigua que se conoce es Archaeopteryx («ala antigua»). Vivió
en el Jurásico superior, hace unos 150 millones de años, y fue contemporánea de
los pterosaurios y de los dinosaurios. Hasta la fecha se han encontrado seis restos
de esqueletos fósiles de esta ave primitiva; todos en el depósito calcáreo de
Solnhofen, y son considerados los fósiles más famosos e importantes en la
investigación de la evolución.
En la temprana fecha de 1860, unos trabajadores de la cantera de
Solnhofen encontraron la marca de una pluma de ave. Fue la primera prueba de
que las aves ya existían en el Jurásico. La pluma de ave de Solnhofen mide 6 cm
y tiene la misma estructura que las de las aves actuales hasta en los más mínimos
detalles. Hermann von Meyer, por entonces el mayor experto alemán en fósiles
de vertebrados, denominó al ave que había perdido la pluma Archaeopteryx
lithographica,9 ya que las placas de piedra caliza de Solnhofen se utilizaban para
fines litográficos.
En 1861, cerca de Solnhofen se encontró un esqueleto completo de esta
ave primitiva. También en este caso las plumas habían quedado impresas. Este
raro y valioso fósil pasó a ser posesión de Carl Haeberlein, un médico rural, que
poco después lo vendió al Museo Británico de Londres por 700 libras. Richard
Owen lo estudió y publicó una precisa descripción en 1863.10
En 1876, 1951, 1956 y 1987 salieron a la luz más ejemplares de
Archaeopteryx, que actualmente están en los museos de Berlín, Eichstätt y
Solnhofen;11 todavía queda uno en una colección privada. Existen otros restos de
esqueleto procedentes de Solnhofen, que en 1857 Hermann von Meyer creyó que
eran de pterosaurio y a los que denominó Pterodactylus crassipes.12 Es el
«ejemplar de Haarlem», que fue reconocido como Archaeopteryx por John
Ostrom en 1970.13
Litografía del ejemplar de Archaeopteryx de Londres que apareció en la descripción del fósil que sir
Richard Owen publicó en 1863. Se encontró en 1861 cerca de Solnhofen y fue comprado por el Dr. Carl
Haeberlein de Pappenheim, que finalmente lo vendió al Museo Británico (Historia Natural) de Londres.
Junto a los restos óseos había señales de plumas, por lo que Owen consideró que era un ave, aunque
primitiva, y no una forma de transición entre el reptil y el ave como decían los darwinistas.
Pluma fósil perteneciente a un ave primitiva, a la que luego se llamó Archaeopteryx, encontrada en los
depósitos calcáreos de Solnhofen en 1860. Fue la primera prueba de que las aves aparecieron antes de la era
terciaria. Los detalles de la pluma no se han conservado impresos en la superficie sedimentaria sino como
dendrita negra.
Cráneos comparados
Estos dibujos nos permiten comparar la reconstrucción del cráneo de Archaeopteryx (arriba) con el de un
pequeño dinosaurio terópodo Compsognathus (arriba a la derecha) y el de un ave actual, la gallina
(derecha). Los dientes y la órbita del cráneo de Archaeopteryx son rasgos reptiloides, característicos de los
arcosaurios, que también están presentes en Compsognathus; las aves actuales no tienen dientes, sino pico
córneo. Sin embargo, la órbita grande y la caja cerebral espaciosa son de naturaleza más aviar que
reptiloide, aunque los pequeños dinosaurios terópodos también tenían las cuencas oculares grandes.
Actualmente, en general se acepta que Archaeopteryx ocupa un posición evolutiva intermedia entre los
dinosaurios y las aves.
En esta reconstitución vemos a Archaeopteryx que desciende volando de un árbol, corre por el suelo y trepa
a otro árbol ayudándose con las afiladas garras de pies y manos. Este modo de vida combinaba la
adaptación a la carrera y a los árboles, para así extraer las ventajas de ambos.
El ave buceadora dentada Baptornis, de la Formación Niobrara, está estrechamente emparentada con
Hesperornis, tal y como indicó O.C. Marsh en 1877. Tiene el cuello larguísimo, alas muy reducidas y pies
muy grandes y palmeados.
Icaronycteris, de los depósitos terciarios lacustres de Wyoming, es el murciélago más antiguo que se
conoce. El esqueleto se ha conservado completo, con las grandes alas recogidas y una cola larga. Este
magnífico ejemplar se encuentra en el Museo Peabody de Yale.
En los depósitos lacustres del Terciario de Alemania se han encontrado varios géneros de murciélago. Este
es un ejemplar de Archaeonycteris de la mina de Messel. Se han conservado algunas partes blandas, como
el contenido del estómago. Eran insectívoros.
Murciélagos
Existen varios grupos de mamíferos que han desarrollado la capacidad de
planear independientemente unos de otros, como los lémures voladores, las
ardillas voladoras, o marsupiales como las zarigüeyas planeadoras. Sin embargo,
los murciélagos son los únicos mamíferos que han desarrollado la capacidad de
volar de forma activa. Se cree que descienden de insectívoros arborícolas
planeadores, que en el curso de la evolución transformaron sus extremidades
anteriores en alas. No se conocen sus antecesores directos: «Los murciélagos aún
no tienen Archaeopteryx», como dijo L. van Valen.30
Hasta el principio de la era terciaria no se han encontrado documentos
fósiles. El murciélago más antiguo es Icaronycteris, procedente de los depósitos
lacustres de la Formación Green River en Wyoming, EE UU, que tienen una
antigüedad de 50 millones de años,31 la misma que Archaeonycteryx, procedente
de depósitos eocénicos de Alemania, como la minas del Geiseltal cercanas a
Halle, y de los sedimentos lacustres de la mina Messel, en Darmstadt. Ya en
estas formas primitivas se encuentran estructuras en la región auditiva que
demuestran la existencia de un sistema de sonar, o localización por eco, como en
los murciélagos actuales.
Los murciélagos emiten sonidos muy agudos a intervalos cortos, de unos
10 a 200 por segundo. Cuando estas señales acústicas encuentran un obstáculo
rebotan en sus oídos extremadamente sensibles. El eco sirve para localizar las
presas y navegar en el espacio aéreo. Mediante esta especialización, los
murciélagos conquistaron sus propios nichos ecológicos y se afirmaron frente a
las aves.32
Incluso los murciélagos más antiguos tienen ya la estructura esquelética
propia de su orden. Los cuatro dedos externos (II-V) de las extremidades
anteriores se han alargado desmesuradamente y forman un soporte para la
superficie del ala, que consiste en una membrana casi desnuda que se extiende
hasta los pies. La maniobrabilidad de los murciélagos es mucho mayor que la de
los pterosaurios, ya que los largos dedos están integrados en el ala y pueden
plegarla y desplegarla, mientras que la membrana alar de los pterosaurios se
extendía por medio de un solo dedo. La membrana alar de los murciélagos
contiene vasos sanguíneos y fibras musculares, pero carece de las fibras de
refuerzo típicas de los pterosaurios. Poseen otra membrana entre las
extremidades posteriores y la cola que se sustenta en un hueso especial, el
espolón, que sale del tobillo.
El primer dedo de la mano, el pulgar, es corto y acaba en una garra. La
posición normal de descanso es colgado de los pies, con la cabeza hacia abajo y
las alas apretadas contra el cuerpo, que queda totalmente envuelto. Durante el
día duermen en esta postura e hibernan en zonas de clima moderado.
En el suelo, se convierten en genuinos cuadrúpedos. Recogen las
membranas alares y se apoyan con las muñecas, que están almohadilladas, y con
las plantas de los pies. Los murciélagos no son tan torpes en el suelo como se
suele creer, muchas especies incluso corren con agilidad. Pero sobre todo son
excelentes trepadores; el pulgar, que puede moverse independientemente y que
acaba en una garra, tiene un papel importante en esta actividad. Se iza con las
garras de las extremidades anteriores y se apoya en las de las posteriores.
Los murciélagos (quirópteros) forman un orden dentro de los mamíferos.
Existen dos subórdenes: los microquirópteros, que son principalmente
insectívoros, y los megaquirópteros, frugívoros, como los kalong y las zorras
voladoras. Probablemente ambos provienen de una forma común, aún
desconocida, que habría vivido al principio de la era terciaria o a finales del
Cretácico.
Actualmente se conocen 800 especies que se distribuyen por todo el globo
excepto en las regiones polares, pero sobre todo en los trópicos. Otras variedades
beben néctar, son carnívoras, comen animalillos e incluso otros murciélagos, o
piscívoras, que pescan las presas al vuelo con los pies. Los genuinos vampiros
chupan sangre.
Hay murciélagos de los más variados tamaños. Son mamíferos y por tanto
tienen crías, normalmente una y en raras ocasiones dos.
Hoy en día son muchas las especies de aves y murciélagos en peligro de
extinción. Esto se debe a las actividades del hombre, que en poco tiempo se han
convertido en un nuevo factor en el proceso evolutivo de la biosfera que afecta a
muchos de los hábitats naturales de aves y murciélagos. Es de esperar que estos
fascinantes vertebrados, con su larga historia evolutiva, se salven gracias a una
mayor conciencia de la responsabilidad del hombre para con la vida en la Tierra.
Fotografía de un murciélago de Bechstein en la que se aprecia la membrana alar que se extiende desde el
cuerpo y las extremidades anteriores hasta los tobillos de las posteriores, el quiropatagio. Otra membrana,
más pequeña y triangular, se extiende entre el brazo y el antebrazo, y una tercera, el uropatagio, une las
patas traseras y la cola.
Icaronycteris
La reconstrucción del esqueleto de Icaronycteris, el murciélago más antiguo que se conoce, muestra que la
estructura ósea era muy similar a la actual. Aunque vivió hace 50 millones de años, no tiene rasgos
«primitivos», ni siquiera intermedios, que indiquen cuáles fueron sus antecesores. El esqueleto alar está
compuesto por los huesos alargados del brazo, del antebrazo y de los cuatro dedos exteriores, cubiertos por
una fina membrana de piel que se extendía hasta el cuerpo y las extremidades posteriores. La larga cola
probablemente también estaba cubierta por una membrana que unía las dos patas traseras. El pulgar,
acabado en una garra, estaba libre y le servía para trepar y sostenerse en las rocas y los árboles. El tipo de
dentición indica que era insectívoro. Los últimos estudios han revelado que estos murciélagos primitivos ya
poseían un sistema de sonar para orientarse en la oscuridad y localizar a sus presas.
TAXONOMÍA Y MUSEOS
El propósito de la siguiente relación es informar de los principales museos y colecciones del mundo en
los que se exhiben pterosaurios, ya sean ejemplares fósiles o reconstrucciones del esqueleto o del
animal. Sin embargo, la relación no puede ser completa y naturalmente sólo incluye instituciones que
estén abiertas al público, y no las muchas e importantes colecciones privadas existen. Cuando ha sido
posible, se han indicado los géneros de pterosaurio que se hallan en cada colección, aunque puede
darse la circunstancia de que no estén expuestos.
AMÉRICA
Argentina
Brasil
Canadá
Estados Unidos
Peabody Museum
Universidad de Yale
New Haven
Connecticut
Comodactylus
Dermodactylus
Dimorphodon
Nyctosaurus
Pteranodon
Rhamphorhynchus
Texas Memorial Museum
Universidad de Texas
Austin
Texas
Quetzalcoatlus
AUSTRALASIA
Australia
Museum of Victoria
Melbourne
Pteranodon, maqueta
Queensland Museum
Fortitude Valley
Brisbane
Pterodactiloideos del Cretácico inferior de Queensland
China
EUROPA
Alemania
Bürgermeister-Müller-Museum
Solnhofen
Pterodactylus
Rhamphorhynchus
Geologisch-Paläontologisches Institut der Universität Bonn
Bonn
Scaphognathus
Geologisch-Paläontologisches Institut der Universität Heidelberg
Heidelberg
Rhamphorhynchus
Hessisches Landesmuseum
Darmstadt
Rhamphorhynchus
Institut und Museum Für Geologie und Paläontologie der Universität Tübingen
Tubinga
Campylognathoides
Dorygnathus
Pterodactylus
Rhamphorhynchus
Jura-Museum
Eichstätt
Ctenochasma
Gnathosaurus
Pterodactylus
Rhamphorhynchus
Austria
Dinamarca
Geologisk Museum
Universidad de Copenhague
Rhamphorhynchus
Francia
Gran Bretaña
Holanda
Italia
Rusia
Suecia
Museo Paleontológico
Universidad de Uppsala
Uppsala
Dorygnathus
Pterodactylus
Suiza
Naturhistorisches Museum
Basilea
Pteranodon, maqueta
Paläontologisches Institut und Museum der Universität Zürich
Zurich
Pterodactylus
Rhamphorhynchus
Santanadactylus
Vestíbulo de la Colección de Paleontología e Historia Geológica del Estado Bávaro de la ciudad de Munich.
Esta institución alberga una de las mejores colecciones de pterosaurios fósiles del mundo, muchos de cuyos
valiosos ejemplares provienen de los depósitos de Solnhofen, en Baviera.
GLOSARIO
A
Actinofibrillas
Fibrillas de refuerzo que forman la estructura interna de las alas membranosas de
los pterosaurios.
Adaptación
Conveniencia de una estructura o una función para un determinado tipo de
entorno, el proceso de cambio que desemboca en el ajuste requerido.
Aerodinámica
Rama de la física que estudia las corrientes de aire y su efecto en los cuerpos
móviles.
Agnatos
Animales acuáticos primitivos, sin mandíbulas y parecidos a los peces; los
primeros vertebrados.
Alvéolos
Los huecos de la mandíbula en los que se insertan los dientes.
Amnios
Bolsa membranosa llena de un fluido acuoso que alberga el embrión durante su
desarrollo en los reptiles, las aves y los mamíferos.
Amniotas
Tetrápodos cuyos embriones se desarrollan dentro de una membrana amniótica,
es decir, reptiles, aves y mamíferos.
Ammonites
Molusco extinto emparentado con el calamar, pero con una concha espiral y
compuesta por distintas cámaras como la del actual Nautilus. Abundaba en los
mares mesozoicos y se utiliza como fósil índice.
Anápsidos
Grupo de reptiles caracterizado por no tener fenestras craneales detrás de la
órbita; a él pertenecen las actuales tortugas y los reptiles primitivos.
Anfibios
Tetrápodos cuyos embriones no se desarrollan en el interior de una membrana
amniótica y, por tanto, tienen que pasar por un periodo larval acuático durante el
cual respiran por medio de branquias; por ejemplo, los sapos, las ranas y las
salamandras.
Anillo esclerótico
Anillo de huesos planos que forman la córnea del ojo (la parte blanca) y que lo
refuerzan.
Arborícola
Que vive en los árboles.
Arcosaurios
Grupo de reptiles que comparten ciertas características del esqueleto y en el que
están incluidos los dinosaurios, los pterosaurios, los tecodontosaurios y los
cocodrilos.
Artrópodos
Animales invertebrados con articulaciones en los miembros, por ejemplo,
insectos, arañas, crustáceos y otros grupos ya extinguidos.
Atlas
Primera vértebra cervical, unida directamente al cráneo (llamada así por el
gigante de la mitología griega que sostenía el mundo en sus hombros).
Axiales
Los músculos del tronco suelen llamarse axiales. En los peces casi todo el
cuerpo está compuesto por musculatura axial.
Axis
Segunda vértebra del cuello, sobre la que rota el atlas para girar el cráneo.
B
Belemnites
Molusco extinguido de la familia del calamar con una protección calcificada en
forma de dardo, el llamado rostro.
Betún
Sustancia natural inflamable compuesta de una mezcla de hidrocarburos:
petróleo, asfalto y ceras minerales naturales.
Bezoares
Concreciones en forma de bolitas que se forman en el estómago con las partes
indigeribles de la comida, por ejemplo huesos, y que luego se regurgitan.
Bioestratografía
Estudio de las rocas y su datación por medio de los fósiles que encierran, los
fósiles índices.
Biosfera
Zona de la tierra poblada por organismos vivos, es decir, desde las profundidades
de los océanos hasta las cimas de las más altas montañas.
Biozona
Unidad de tiempo geológico definida por la duración de la especie de un fósil
índice.
Bípedo
Animal que se sostiene y anda a cuatro patas.
Bivalvos
Moluscos con dos valvas, como las almejas o las ostras.
Botánica
Ciencia que estudia las plantas.
Braquiopatagio
Membrana principal del ala de los pterosaurios.
C
Carbonífero
Periodo geológico de la era cenozoica que empezó hace 360 millones de años y
acabó hace 286, durante el cual se formaron los principales depósitos de carbón.
Carina
Estructura tipo quilla, en este caso en el esternón de los pterosaurios.
Carpianos
Huesecillos que forman el carpo.
Carpo
Muñeca.
Cartílago
Es el tejido orgánico conjuntivo del esqueleto, presente en las articulaciones. En
los estados embrionarios y juveniles, los huesos de los vertebrados son
cartilaginosos y durante el crecimiento se osifican.
Caudal
Que pertenece a la cola o la parte posterior del cuerpo.
Cenozoico
«Vida reciente»: la era geológica que va después del Mesozoico y que
comprende los periodos terciario y cuaternario, es decir, los últimos 65 millones
de años.
Cerebelo
Parte posterior del cerebro que se encarga principalmente de coordinar los
movimientos.
Cervical
Perteneciente al cuello.
Cheurones
Huesos en forma de V o de Y unidos a la parte inferior de las vértebras de la
cola. Los biólogos los llaman hemapófisis.
Cintura escapular o torácica
Conjunto de huesos que forman la estructura en la que se asientan las
extremidades anteriores.
Clase
Categoría taxonómica inferior al tipo y superior al orden, por ejemplo, anfibios,
reptiles, mamíferos o aves.
Clavícula
Hueso de la cintura escapular.
Concreción
Masa de roca dura, compacta y redondeada, también llamada nódulo, formada
por una precipitación ordenada y localizada de una solución acuosa,
normalmente en torno a un centro, como por ejemplo un hueso.
Cóndilo occipital
Proceso en forma de bola de un hueso de la parte posterior del cráneo. El cóndilo
occipital se acopla en un hueco de la parte anterior de las vértebras cervicales
para formar la articulación entre el cuello y el cráneo.
Cóndilo
Cabeza articular de un hueso.
Coprolitos
Excrementos fósiles.
Coracoides
Hueso prominente de la cintura escapular de los reptiles y otros vertebrados. En
los pterosaurios y en las aves se articula con el esternón.
Cretácico
Último periodo de la era mesozoica. Abarca desde hace 144 millones de años
hasta hace 65 millones de años.
Cuadrúpedo
Animal que se sostiene y anda sobre cuatro patas.
Cuaternario
El periodo que antecede al terciario. Los últimos dos millones de años.
Cúbito
Uno de los dos huesos largos del antebrazo de los tetrápodos; el otro es el radio.
D
Dendrocronología
Estudio del crecimiento anual de los anillos de los árboles que sirve para datar el
pasado reciente.
Dentición
Estructura de la dentadura.
Descripción
Aquí, la descripción científica de los ejemplares fósiles, los resultados de un
estudio minucioso relativo a la determinación de la anatomía, las relaciones, el
origen y la morfología funcional.
Diápsidos
Grupo de reptiles caracterizado por tener dos aberturas craneales detrás de cada
órbita. En él se incluyen los pterosaurios, los cocodrilos, los dinosaurios y los
tecodontosaurios, además de a las serpientes, los lagartos y sus antecesores.
Digitígrado
Animal que anda apoyándose en los dedos, en oposición a plantígrado.
Dimorfismo
Existencia de dos formas en una especie, normalmente en relación con el sexo.
Si los machos y las hembras de una misma especie tienen un aspecto distinto se
dice que la especie muestra dimorfismo sexual.
Dinosaurios
Grupo de arcosaurios terrestres de andadura erecta. Vivieron en la era mesozoica
y se extinguieron al final del periodo Cretácico, hace 65 millones de años. Los
dinosaurios se dividen en dos órdenes: Saurischia y Ornithischia. Su nombre
significa «lagarto terrible».
Distal
La parte más alejada del punto de unión con el cuerpo (opuesta a proximal).
E
Eosuquios
Orden de reptiles diápsidos primitivos, de los que proceden los arcosaurios, los
lagartos y las serpientes.
Epaxial
Los músculos de la zona dorsal del tronco que recorren el cuerpo
longitudinalmente se denominan músculos epaxiales.
Epidermis
Capa exterior de la piel.
Epífisis
Centro accesorio de osificación en los extremos de los huesos largos, en las
regiones articulares. Entre la epífisis y la caña hay una banda de cartílago que
continuamente crece y es reemplazada por fibra ósea hasta que éstas se unen y se
completa el proceso. Este tipo de crecimiento se encuentra en los mamíferos, las
aves y en un número limitado de reptiles.
Época
Unidad de tiempo geológico; subdivisión de los periodos, por ejemplo, la época
maastriquense del periodo Cretácico.
Era
Unidad de tiempo geológico.
Por ejemplo, la era paleozoica, la mesozoica o la cenozoica.
Escápula
Paletilla.
Escapulocoracoides
Hueso en forma de gancho, la cintura escapular de los pterosaurios, formado por
la escápula y el coracoides.
Especie
Unidad básica de la clasificación biológica; grupo de animales que pueden
aparearse entre sí, aunque es imposible de probar en el caso de los restos fósiles.
Pterodactylus antiquus es una especie. En un género, como Pterodactylus,
pueden agruparse muchas especies diferentes.
Espina neural
Espina ósea que se eleva por encima de la vértebra y que provee la superficie
necesaria para que se inserten los músculos y ligamentos.
Esquisto
Arcilla o légamo consolidado que forma láminas paralelas al plano de
sedimentación.
Estrato
Capa de roca, normalmente sedimentaria.
Estratografía
El estudio de la estructura de las capas de roca (estratos) y de su secuencia
cronológica.
Etnología
Rama de la ciencia que se ocupa de la historia y la cultura de la humanidad.
Euriápsidos
Subclase de reptiles no extinguidos y exclusivamente acuáticos, los plesiosaurios
y los ictiosaurios, que se caracterizan por tener una sola abertura (fenestra
temporal) en la parte superior lateral del cráneo, detrás de la órbita.
Evolución
Desarrollo de las plantas y de los animales a través del tiempo geológico, y el
modo en el que se ha producido. Los organismos evolucionan, o se desarrollan,
como resultado de los cambios en las condiciones de vida.
Exapófisis
Procesos óseos en la parte inferior, ventral y dorsal de las vértebras del cuello de
los pterosaurios, que forman articulaciones adicionales para reforzar el largo
cuello.
F
Faceta articular
Superficie de una articulación.
Falange
Huesos generalmente pequeños de los dedos de los vertebrados. En los
pterosaurios, las falanges del dedo pteral se han desarrollado y alargado
notablemente para sostener la membrana alar.
Familia
Agrupación de géneros semejantes que tienen relaciones de parentesco.
Fauna
Los animales, en oposición a la flora (las plantas).
Fémur
Hueso largo de la parte superior de la pierna, o hueso del muslo.
Fenestra
Abertura craneal.
Fenestra temporal
Abertura de la región temporal del cráneo, detrás de la órbita.
Filogenia
Historia del desarrollo evolutivo de las especies u otros grupos taxonómicos.
Flexión
El cierre de una articulación, en oposición a extensión.
Flóculos
Pequeños apéndices laterales de la parte posterior del cerebro (cerebelo); son los
responsables directos del equilibrio y están íntimamente conectados con el oído
interno.
Flora
Las plantas, en oposición a la fauna.
Foramen magnum
Abertura de la caja cerebral del cráneo a través de la cual la médula espinal
penetra en el canal vertebral.
Forámenes neumáticos
Pequeños orificios en los huesos de los pterosaurios y de las aves por los que se
introducen las prolongaciones de los pulmones.
Fosa glenoidea
Cavidad de la cintura escapular en la que se acopla la cabeza del húmero.
Fósil indicador
Fósiles de especies con un tiempo de permanencia en la Tierra relativamente
corto y una distribución geográfica amplia, lo que hace que sean útiles como
marcas de tiempo geológicas (véase bioestratografía).
Fósil
Restos de las plantas y animales que vivieron en el pasado y que se han
conservado convertidos en piedra. Los fósiles pueden tener una antigüedad de
millones de años.
Fosilífero
Que contiene fósiles.
Frugívoro
Animal que se alimenta de fruta.
G
Gastralia
Costillas del vientre.
Género
Agrupación de especies de plantas o animales emparentadas entre sí.
Geología
Ciencia que se ocupa de la historia de la Tierra, y de la composición y estructura
de la corteza terrestre.
Ginkgo
Árbol del este de Asia; único sobreviviente del, en el pasado, abundante grupo
de los árboles gimnospermos.
Grupo taxonómico
Unidad de clasificación sistemática de las plantas y los animales de cualquier
categoría, por ejemplo, especie, género, familia, orden o clase.
H
Húmero
Hueso de la parte superior del brazo.
I
Ictiosaurios
Reptiles marinos del mesozoico con el cuerpo esbelto, parecido al de los
delfines.
Ílion
Uno de los huesos de la pelvis que está unido a la columna vertebral a través de
las costillas sacras.
Interclavícula
Hueso de la región pectoral media anterior que se sitúa entre los extremos
proximales de dos clavículas.
Isótopo
Átomo de un grupo de tipos químicamente idénticos que difiere en peso y
estabilidad. Los isótopos inestables son radioactivos y se degradan para formar
isótopos más estables. El análisis isotópico se utiliza para datar algunos tipos de
roca.
Isquion
Uno de los huesos de la pelvis; se origina en la glena de la cadera y apunta hacia
atrás y hacia abajo.
J
Jurásico
Periodo intermedio de la era mesozoica, que antecede al Triásico y precede al
Cretácico. Abarca desde hace 213 millones de años hasta hace 144 millones de
años.
L
Légamo
Polvo o fragmentos muy pequeños de roca que lentamente se sedimentan en el
agua.
Lepidosaurios
Serpientes y lagartos.
Lías
Primera época del periodo Jurásico; abarca desde hace 213 millones de años
hasta hace 188 millones de años.
Ligamentos
Superficies o cordones de colágeno (proteína), muy duros, que sostienen las
articulaciones entre los huesos.
Lóbulos olfatorios
Región del cerebelo de los vertebrados responsable del sentido del olfato.
Loes
Polvo de la era glaciar transportado por el viento; capas de grano muy fino y
sumamente calcáreas, principalmente margales o arcillas amarillentas, que
cubren extensas áreas, desde el norte y el centro de Europa hasta el este de la
China, el valle del Mississippi y el noroeste de los EE UU.
M
Maléolo
Tobillo.
Malm
Tercera época del Jurásico (Jurásico superior); abarca desde hace 163 millones
de años hasta hace 144 millones de años.
Mamífero
Animal de sangre caliente y con pelo, cuyos individuos al nacer ya tienen la
forma propia de los adultos y son amamantados por la madre.
Margal
Piedra calcárea con un alto porcentaje de arcilla.
Marsupiales
Mamíferos cuyas crías se desarrollan en una bolsa del cuerpo de la madre, como
los canguros, los uombats y koalas de Australia o las zarigüeyas de América del
Sur.
Medial
Parte media de un miembro corporal.
Mesozoico
«Vida intermedia»: era intermedia entre el paleozoico y el cenozoico. Abarca
desde hace 248 millones de años hasta hace 65 millones de años y popularmente
se la conoce como «edad de los reptiles». La era mesozoica se divide en los
periodos Triásico, Jurásico y Cretácico.
Metacarpianos
Huesos largos de la parte superior de la mano, situados entre la muñeca y los
dedos. En los pterosaurios, el metacarpiano que sostiene el dedo pteral está muy
desarrollado, y en los pterodactílidos, además, se ha alargado.
Metatarsianos
Huesos largos de la parte superior del pie, entre el maléolo y los dedos.
Monofilético
Grupo de animales que provienen de una única forma parental común.
Morfología
Estudio de la estructura externa de los órganos u organismos.
Mosasaurios
Reptiles marinos que vivieron en el Cretácico. Grandes depredadores marinos,
parece ser que están emparentados con los actuales varanos. Se encontraron por
primera vez cerca del río Maas en Holanda, de ahí su nombre.
N
Neumaticidad
Condición de los huesos huecos con forámenes neumáticos.
Nivel metabólico
Intensidad de los procesos químicos que ocurren en el interior del cuerpo, es
decir la descomposición de los alimentos para liberar energía.
Un nivel metabólico alto libera más energía y con más rapidez y, por tanto, el
consumo de oxígeno necesario para quemar la comida es más alto. Si baja la
temperatura, las reacciones químicas son más lentas. La mayoría de los reptiles
es capaz de cortos periodos de metabolismo rápido, pero no pueden sostenerlo,
pues la temperatura del cuerpo depende de la del aire circundante; tienen un
nivel metabólico bajo. Por el contrario, los mamíferos y las aves de sangre
caliente son capaces de mantener una temperatura corporal alta constante, y por
tanto pueden sostener un nivel de liberación de energía alto; tienen un alto nivel
metabólico.
Notarium
Fusión de varias vértebras dorsales anteriores para formar un bloque vertebral
sólido. En general todos los pterosaurios cretácicos lo desarrollaron a fin de
proveer una base robusta para la cintura escapular, que estaba muy desarrollada,
y para la inserción de los músculos del ala.
O
Orbital
Que pertenece a la cuenca ocular u órbita.
Orden
Agrupación de animales formada por familias similares emparentadas.
Ornitosúquidos
Arcosaurios tecodóntidos grandes del Triásico superior.
Osteología
Estudio de los huesos y de los esqueletos.
P
Paleogeografía
Estudio de la distribución geográfica de los continentes y de los océanos en los
distintos periodos geológicos de la historia de la Tierra.
Paleoicnología
Estudio de las huellas fósiles de los animales conservadas en la roca.
Paleolatitud
Posición cambiante de los continentes a lo largo de la historia de la Tierra, que
ha provocado que un mismo lugar estuviera en una latitud del globo distinta en
sucesivos periodos.
Paleoneurología
Estudio de los cerebros fósiles.
Paleontología
Ciencia que estudia la vida en los periodos geológicos pasados basándose en los
fósiles.
Paleontólogo
Científico que estudia los fósiles como documentos de la historia de la vida en la
Tierra.
Paleozoico
«Vida antigua»: era anterior a la mesozoica, que abarca desde hace 590 millones
de años hasta hace 248.
Se divide en los periodos cámbrico, ordovícico, silúrico, devónico, carbonífero y
pérmico.
Parietal
Hueso (o par de huesos) que forman el techo del cráneo, situado entre el frontal
y el occipital.
Peces ganoideos
Grupo de peces con escamas esmaltadas, muy comunes en la era mesozoica.
Pelicosaurios
Reptiles que guardan cierto parecido con los mamíferos de los periodos
carbonífero y pérmico. Algunos lucen unas crestas muy particulares en la
espalda.
Pelvis
Conjunto de los huesos de la cadera.
Perfil
Secuencia de estratos rocosos (en un sentido geológico).
Pérmico
Último periodo de la era cenozoica, después del Carbonífero y antes del Triásico.
Abarca desde hace 286 millones de años hasta hace 248 millones de años.
Peroné
El más pequeño de los huesos de la parte inferior de la pierna o espinilla.
Petrificación
Sustitución de los tejidos originales de un organismo fósil por minerales, de
forma que pasa a ser de naturaleza pétrea.
Pigóstilo
Vértebras caudales fusionadas de las aves.
Placodontos
Reptiles marinos del Triásico que se alimentaban de crustáceos, que abrían con
sus dientes aplanados.
Plantígrado
Que anda apoyándose en la planta de los pies, en oposición a digitígrado.
Plesiosaurios
Reptiles acuáticos de la era mesozoica con los pies en forma de aleta.
Preorbital
Perteneciente a la zona inmediatamente anterior a la cuenca ocular. La abertura
preorbital es un rasgo distintivo de los arcosaurios.
Prepubis
Hueso pélvico unido al extremo inferior del pubis en los pterosaurios.
Procelo
Constitución de una vértebra en la que la superficie articular anterior es cóncava
y la posterior, convexa (opuesto a opistocelo).
Prolacertílidos
Reptiles diápsidos primitivos de principios del Triásico considerados
ascendientes directos de los lagartos.
Propatagio
Membrana alar pequeña que tienen los pterosaurios y los murciélagos entre el
cuello, el brazo y el antebrazo.
Protozoos
Animales microscópicos de una sola célula, los más antiguos y primitivos.
Proximal
Cercano al punto de unión con el cuerpo (opuesto a distal).
Pteral
Perteneciente al ala.
Pterodactyloidea
Suborden que agrupa una parte de las familias de pterosaurios, los de cola corta,
que vivieron desde el Jurásico superior hasta el final del Cretácico.
Pteroide
Hueso pequeño y delgado que sobresale de la muñeca de los pterosaurios. Servía
para sostener el borde delantero del propatagio.
Pterosaurios
Reptiles voladores de la era mesozoica que se consideran del orden de los
arcosaurios, por lo que serían parientes lejanos de los dinosaurios y de los
cocodrilos. Se dividen en dos subórdenes, los Rhamphorhynchoidea, de cola
larga, y los Pterodactyloidea, de cola corta.
Pubis
Uno de los huesos de la pelvis que normalmente se origina en la glena de la
cadera y se dirige hacia atrás y hacia abajo. En los pterosaurios, este hueso se ha
fusionado con el isquion formando el isquiopubis.
Q
Queratina
Sustancia córnea, material básico de los cuernos, las garras y los pelos de los
animales.
Quilla
Cresta situada en la parte inferior del esternón que se prolonga formando una
espina, típica de los pterosaurios.
R
Reptiles
Vertebrados generalmente exotérmicos que se reproducen por huevos y están
cubiertos de escamas, como los actuales cocodrilos, tortugas, lagartos y
serpientes.
En el Mesozoico había mucha más diversidad de formas, entre ellas los
ictiosaurios, los plesiosaurios, los placodontos, los dinosaurios y los
pterosaurios. Es posible que algunos fueran de sangre caliente, como los
pterosaurios.
Rhamphorhynchoidea
Suborden que agrupa varias familias de pterosaurios, los de cola larga, que
vivieron desde el Triásico superior hasta el Jurásico superior.
Rhynchocephalia
Grupo de reptiles parecidos a los lagartos que abundaban en el mesozoico. El
único sobreviviente es el tuátara de Nueva Zelanda.
Rincosaurios
Reptiles con un pico curvo y parecidos a los cerdos, que se alimentaban de
plantas y vivieron en el Triásico superior.
Roca calcárea
Roca muy rica en carbonato cálcico (CaCO3).
S
Sacro
Sección compuesta por varias vértebras que están unidas a los huesos de la
cadera.
Sagital
Paralelo al plano medial, en un sentido anatómico.
Saurio
Reptil, palabra griega que significa lagarto.
Sedimentación
Proceso por el cual se forman y acumulan en capas los sedimentos.
Sinápsidos
Grupo de reptiles que se caracteriza por tener una sola abertura en la parte
inferior del cráneo, detrás de la órbita; entre ellos se cuentan los pelicosaurios y
los pseudomamíferos que vivieron en el Pérmico y el Triásico.
Sinsacro
Fusión de las vértebras dorsales posteriores y el sacro en las aves y los
pterosaurios.
Supraoccipital
Elemento óseo en la parte superior posterior del cráneo de muchos reptiles.
T
Tarsianos
Huesecillos del tobillo.
Tarso
Tobillo, articulación de la pata con el pie.
Taxonomía
Ciencia de la agrupación y subdivisión de los organismos de acuerdo con su
categoría.
Tecodontos
Primeros reptiles arcosaurianos de los periodos pérmico y triásico, con dientes
huecos. Es el grupo del que proceden la mayoría de los arcosaurios más
avanzados.
Tendón flexor
Tendón del músculo que dobla una articulación.
Tendón extensor
Tendón de un músculo que extiende una articulación.
Terciario
Primer periodo del Pale
ozoico, después del Cretácico y antes del Cuaternario.
Abarca desde hace 65 millones de años hasta hace dos millones de años. Es el
periodo en el que se produjo la gran expansión de los pájaros y de los
mamíferos.
Tetrápodos
Vertebrados con cuatro patas, es decir, anfibios, reptiles, mamíferos y aves.
Tibia
Uno de los dos huesos de la parte inferior de la pierna, normalmente el más
grueso de los dos; el otro es el peroné.
Tibiotarso
Un solo hueso compuesto por la tibia y las series proximales de huesos tarsianos
del maléolo, que se da en las aves y en los pterosaurios más evolucionados.
Tobillo crurotarsiano
Estructura maleolar (del tobillo) en la que la articulación entre la pata y el pie
permite que este último gire.
Tobillo mesotarsiano
Estructura maleolar en la que la línea del eje entre la pata y el pie pasa entre las
series distal y proximal de los huesos tarsianos permitiendo de este modo una
postura de la pata totalmente erecta.
Triásico
Primer periodo de la era mesozoica, que sigue al Pérmico y precede al Jurásico.
Abarca desde hace 248 hasta hace 213 millones de años. Los pterosaurios, los
dinosaurios y muchos otros grupos de reptiles aparecieron hacia el final de este
periodo.
Tróclea
El extremo distal en forma de polea del húmero; se articula con el radio y el
cúbito.
Tuatara
Sphenodon punctatus; reptil de Nueva Zelanda parecido al lagarto. Es el único
representante actual de los rincocéfalos, grupo de reptiles que abundaba en el
Mesozoico.
U
Uropatagio
Membrana de piel que se extiende entre la cola y las extremidades posteriores de
los murciélagos; se cree que los pterosaurios no la tenían.
V
Varva
Capa sedimentaria que se deposita en aguas estancadas durante un año,
normalmente en las proximidades de los arroyos de deshielo de los lagos
glaciares. Cada varva glacial está compuesta por una capa de color claro que
corresponde al verano y una oscura, del invierno. Contándolas se puede calcular
la edad de los depósitos glaciares cuaternarios.
Vertebrados
Animales que tienen columna vertebral, es decir, los peces, los anfibios, los
reptiles, las aves y los mamíferos.
Z
Zigapófisis
Procesos de las vértebras que se articulan con los procesos correspondientes de
las vértebras vecinas, y que impiden que se separen.
Zoología
Ciencia que estudia los animales.
Los números en cursiva hacen referencia a los pies de foto.
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS
Agradecemos la colaboración de científicos, coleccionistas privados, museos y archivos fotográficos
que amablemente nos han proporcionado las fotografías que aparecen en el libro y que a continuación
detallamos, junto al número de la página en que aparecen.
Austin, EE UU: Texas Memorial Museum, University of Texas, Austin, Texas; 141 arriba izda, 141
centro dcha.
Banz, Alemania: Petrefaktensammlung Kloster Banz, Lichtenfels; 30 abajo.
Bérgamo, Italia: Museo Civico di Scienze Naturali, Bérgamo; 59 abajo decha., 62 arriba y abajo, 66
arriba izda. y abajo, 67 arriba izda.
Berlín, Alemania: Museum für Naturkunde an der Humboldt-Universität, Berlín: 178 abajo, 179
arriba izda.
Bochum, Alemania: Colección Helmut Leich, Bochum; 152 abajo derecha, 163 arriba dcha.
Bonn, Alemania: Geologisch-Paläontologisches Institut der Universität, Bonn; 27 arriba izda., 92
arriba.
Brisbane, Australia: Queensland Museum, Fortitude Valley, Queensland; 122 arriba centro, 122 arriba
dcha.
Cambridge, Gran Bretaña: Sedwick Museum, University of Cambridge; 110 arriba dcha., 113 abajo
izquierda.
Chicago, EE UU: Field Museum of Natural History, Chicago, Illinois, 140 arriba dcha.
Curitiba, Brasil: Colección Guido Borgomanero, Curitiba, 127 centro dcha.
Dashanpu, China: Museo Paleontológico Zigong, Museo Beipei, Dashanpu, Sichuán; 80 arriba dcha.
Eichstätt, Alemania: Jura-Museum, Eichstätt; 84 centro izda., 97 abajo dcha., 100 centro izda.
Colección Karl Strobl, Eichstätt; 159 abajo dcha.
Frankfurt, Alemania: Natutmuseum Senckenberg, Frankfurt am Main; 10 arriba, 83 centro.
Haarlem, Holanda: Museo Teyler, Haarlem; 11 abajo, 32 arriba, 33 arriba, 163 arriba izda.
Hays, EE UU: Sternberg Memorial Museum, Fort Hays State University, Hays, Kansas; 136 centro
izda.
Londres, Gran Bretaña: Natural History Museum, Londres; 15 arriba dcha., 28 abajo, 32 abajo, 69
arriba, 79 centro, 83 arriba, 108 centro, 112 abajo y centro dcha., 113 centro izda. y abajo dcha., 115
arriba dcha., 116 centro izda., 165 abajo izda., 178 arriba.
Milán, Italia: Museo Civico di Storia Naturale, Milán; 63 abajo dcha.
Moscú, Rusia: Museo Paleontológico, Moscú; 101 arriba izda. y abajo dcha., 102 arriba dcha., 104
arriba izda., 120 centro dcha., 164 abajo izda. y centro, 177 centro.
Munich, Alemania: Bayerische Staatssammlung für Paläontologie und historische Geologie, Munich;
12 arriba y abajo, 13 centro y abajo dcha., 14 arriba dcha., 23 arriba, 25 arriba dcha., 37 centro dcha.,
48 arriba, 51 arriba dcha. y centro, 52 arriba izda., 53 centro dcha., 54 centro, 55 centro dcha., 56
asrriba, 57 centro izda. y abajo izda., 82 arriba y abajo, 84 centro dcha. y abajo izda., 88 abajo dcha.,
89 arriba, 93 arriba izda., 95 arriba izda., 96 arriba, 97 arriba dcha. y centro dcha., 100 arriba izda., 125
arriba y abajo centro, 125 arriba izda., 127 arriba dcha., abajo izda. y dcha., 129 arriba izda., 148
centro, 149 centro y abajo, 151 abajo izda., 152 arriba y centro, 156 arriba izda. y centro, 158 abajo
izda., 159 centro izda. y dcha., 160 centro y abajo, 161 arriba izda. y centro izda., 163 centro, 164 abajo
dcha., 182 arriba dcha.
New Haven, EE UU: Peabody Museum of Natural History, Yale University, New Haven, Connecticut;
11 arriba, 36 abajo, 49 centro dcha., 105 abajo dcha., 106 arriba dcha., 135 centro izda. y dcha., 137
arriba, 182 arriba izda.
Nueva York, EE UU: American Museum of Natural History, Nueva York, N.Y.; 89 abajo izda., 106
abajo dcha., 107 abajo, 125 arriba y abajo dcha., 126 arriba dcha., centro y abajo izda., 127 arriba izda.,
130 abajo izda., 135 abajo izda., 136 arriba, 177 arriba dcha.
París, Francia: Musée Nationale d'Histoire Naturelle, París; 121 abajo centro.
Pekín, China: Instituto de Paleontología de vertebrados y Paleoantropología, Academia Sinica, Pekín;
105 arriba izda., 117 abajo, 120 arriba, 121 arriba izda. y arriba dcha.
Pittsburgh, EE UU: Carnegie Museum of Natural History, Pittsburgh, Pennsylvania; 77 arriba.
Provo, EE UU: Brigham Young University, Provo, Utah; 106 centro dcha.
Río de Janeiro, Brasil: Departamento Nacional Produción Mines (DNPM), Río de Janeiro; 9 abajo,
122 abajo dcha., 123 abajo dcha., 125 arriba dcha. y abajo centro izda.
Salt Lake City, EE UU: Utah Museum of Natural History, University of Utah, Salt Lake City, Utah;
158 abajo centro.
San Petersburgo, Rusia: Instituto Paleontológico de la Universidad, San Petersburgo; 121 abajo dcha.
Solnhofen, Alemania: Bürgermeister-Müller-Museum, Solnhofen; 127 centro izda.
Maxberg-Museum, Solnhofen; 91 arriba dcha.
Stuttgart, Alemania: Staatliches Museum für Natrukunde, Stuttgart; 73 arriba izda., 76 arriba.
Tubinga, Alemania: Institut für Geologie und Paläontologie der Universität, Tubinga; 31 arriba, 85
centro izda.
Tucumán, Argentina: Instituto-Fundación Miguel Lillo, Universidad Nacional, Tucumán; 131 arriba,
134 arriba.
Udine, Italia: Museo Friuliano di Storia Naturale Udine; 67 centro izda. y abajo.
Uppsala, Suecia: Museo Paleontológico, Uppsala; 73 abajo dcha.
Viena, Austria: Instituto Geológico de la Universidad, Viena; 116 arriba dcha. y centro dcha.
Naturhistorisches Museum, Viena: 150 arriba izda.
1 Según la leyenda griega, Dédalo era un arquitecto y escultor ateniense. Construyó un laberinto para el
Minotauro por encargo del rey Minos de Creta. Para escapar de su cautiverio en Creta fabricó unas alas para
él y para su hijo Ícaro, utilizando plumas de aves pegadas con cera. Con ellas echaron a volar hacia su
tierra. A pesar de la advertencia de su padre de que no volase muy alto, el joven Ícaro ascendió demasiado.
El calor del sol fundió la cera de sus alas, precipitándose en el mar. Dédalo le dio sepultura en la playa de
una cercana isla, que pasó a llamarse Icaria. Es una de las islas del Dodecaneso del mar Egeo.
2 En 1811 un sastre llamado A. Berblinger intentó sobrevolar el Danubio en la localidad de Ulm en un
planeador por él fabricado, pero no lo logró.
3 El ingeniero Otto Lilienthal (1848-1896) estudió el vuelo de las aves y fabricó planeadores de alas
combadas, en los que realizó vuelos en distancias superiores a los 300 metros. En agosto de 1896 se mató
pilotando un planeador. Años más tarde los hermanos Wright reanudarían en Estados Unidos los
experimentos de este adelantado de la aviación.
4 Carroll, R.L., 1978. A gliding reptile from the Upper Permian of Madagascar. Palaeontographica
Africana, 21:143-159.
5 Robinson, P.L., 1962. Gliding lizards from the Upper Keuper of Great Britain. Proceedings of the
Geological Society, Londres, 1601:137-146.
6 Colbert, E.H., 1966. A gliding reptile from the Triassic of New Jersey. American Museum Novitates,
2246:1-23.
7 Los dragones voladores del género Draco pueden planear a larga distancia de un árbol a otro. Para
aumentar la superficie de planeo la cola es también algo más ancha en la base y tiene pliegues de piel a los
lados del mentón. En el caso de Draco se han observado vuelos de hasta 60 metros.
8 Sharov, A.G., 1971. Nuevos reptiles voladores de los depósitos mesozoicos de Kazajstán y Kirghizia.
Trudy Akademia Nauk SSSR, Instituto Paleontológico, 130:104-113 (en ruso).
9 Price, L.I.,1971. A Presença de Pterosauria no Cretáceo Inferior da Chapada do Araripe, Brasil.
Anais Academia Brasiliana de Ciencias, 43 (supl.):352-461.
10 Sharov, A.G., op. cit. (8).
11 Schäfer, W., 1962. Aktuo-Paläontologie nach Studien in der Nordsee. Frankfurt am Main. Schäfer
investigó la historia post mortem de las aves marinas. Sus hallazgos pueden aplicarse a los pterosaurios.
12 Martill, D.M., 1988. Preservation of Fish in the Creataceous Santana Formation of Brazil.
Palaeontology, 31 (1):1-18.
13 El número de especies animales y vegetales que existieron desde el Cámbrico, es decir, en los
últimos 590 millones de años, se calcula en unos mil millones. Algunos llegan a sugerir la cifra de 1.600
millones de especies fósiles, de las que se han descrito en torno a 130.000. Se calcula que hoy en día viven
en la Tierra 4,5 millones de especies animales y vegetales. (E. Kuhn-Schnyder, 1977. Die Geschichte des
Lebens auf der Erde. Mitteilungen der Naturforschenden Gesellschaft des Kantons Solothurn, 27.)
14 La preparación del ácido resulta particularmente adecuada si la matriz que circunda el fósil es caliza,
que se disuelve en el ácido (por lo general ácido acético o fórmico). Los fósiles más adecuados son los que
están silicificados en caliza, ya que los ácidos de preparación no atacan al sílice (SiO2). Este procedimiento
se utilizó con éxito para la preparación de peces y pterosaurios procedentes de la caliza de Solnhofen y las
concreciones calizas de la Formación Santana en Brasil. Por regla general, se utiliza 10% de ácido acético
(CH3COOH), pero es mejor del 8 al 10% de ácido fórmico (CHCOOH). Se deja la concreción en el ácido
de 6 a 30 horas y a continuación se la trata con agua y se la neutraliza con sosa cáustica. Entonces los
huesos liberados de la roca se secan y se cubren luego con parafina o adhesivo de poliestirol diluido. A
continuación, se les vuelve a colocar en el ácido. Se repite este proceso tantas veces como sea necesario
para liberar los restos del esqueleto de la roca adherida a ellos. Esto puede llevar varias semanas.
15 Se analizaron los fósiles por rayos X poco después del descubrimiento de éstos por Wilhelm C.
Röntgen en 1896. Los mejores resultados se logran con placas delgadas de fósiles que presentan una alta
densidad de contraste entre el fósil y la roca circundante, como es el caso de los fósiles piríticos en placas
de esquisto. Los adelantados en el campo de la investigación de fósiles mediante rayos X fueron Walter M.
Lehmann, físico de Bonn, y Wilhelm Stürmer, paleontólogo y químico de Erlangen.
16 El nombre Terciario procede de los Montes Terciarios, concepto introducido por el geólogo italiano
Giovanni Arduino en 1759 para los yacimientos de las estribaciones de los Alpes en el norte de Italia. En
aquella época los estratos más antiguos se denominaban Montes Primarios (Precámbrico y Paleozoico) y
Montes Secundarios (Mesozoico). El nombre Cuaternario (cuarta edad) fue introducido por el geólogo
francés Jules Desnoyers en 1829 para abarcar el periodo posterior al Terciario.
17 William Smith (1769-1829), geólogo e ingeniero inglés, fundó la estratigrafía, ciencia que versa
sobre la secuencia de edades de los estratos de roca, en 1816-1819. Strata identified by organized fossils. 4
partes.
18 Según una antigua leyenda, en los primeros días del asentamiento de la población en Suiza habitaba
en las montañas del pueblo de Wyler un cruel dragón. Un campesino llamado Winkelried, que había sido
desterrado por asesinato, se ofreció a matar al dragón, a cambio de lo cual se le permitiría volver a su tierra.
Tras darle muerte, alzó la espada en el aire y la sangre del dragón goteó sobre su cuerpo, produciéndole la
muerte. Bölsche, W., 1929, Drachen. Sage und Naturwissenschaft, Stuttgart (Kosmos).
19 Smith, G.E., 1919. The Evolution of the Dragon. London.
20 Abel, O., 1939. Vorzeitliche Tierreste im Deutschen Mythus, Brauchtum und Volksglauben. Jena.
1 Cosimo Alessandro Collini nació el 14 de octubre de 1727 en Florencia. Estudió leyes en Pisa, en
1749 marchó a Suiza y en 1750 a Prusia, al Berlín de Federico el Grande, con la intención de estudiar
Ciencias Puras e iniciarse en la investigación histórica. Allí conoció a varios estudiosos y en 1752 se
convirtió en secretario de Voltaire, que por aquel entonces vivía en Berlín. En 1756 Collini dejó a Voltaire y
trabajó como tutor en Estrasburgo. Durante este periodo se interesó por las ciencias naturales, en especial
por la zoología y anatomía, a las que se dedicó en profundidad. Gracias a la recomendación de Voltaire, en
1760 entró al servicio de la corte del elector palatino de Manheim, Karl Theodor, y se le nombró supervisor
de la colección de historia natural. Llegó a ser miembro de la Academia de Ciencias de Mannheim y
publicó varios ensayos sobre fósiles de animales que habían ido a parar a la colección de historia natural de
Mannheim.
2 Collini, C.A., 1784. Sur quelques Zoolithes du Cabinet d’Histoire naturelle de S.A.S.E Palatine et de
Bavière, à Mannheim. Acta Academiae Theodoro-Palatinae Mannheim, 5, pars physica: 58-103.
3 Johann Friedrich Blumenbach (1752-1840) fue catedrático de Medicina en Gotinga y destacado
experto en anatomía y antropología comparadas. Además de su interés por las formas fósiles, describió y
dio nombre al mamut y al rinoceronte lanudo de la edad de hielo. Su obra principal es Handbuch der
Naturgeschichte, editado en repetidas ocasiones.
4 Georges Cuvier (1769-1832) nació el 23 de agosto de 1769, con el nombre de Georg Küfer, en
Mömpelgard, entonces parte de Württemberg (hoy en día Montbéliard, en el departamento de Doubs,
Francia), el mismo año que Napoleón, a quien más tarde serviría, y Alexander von Humboldt, el eminente
naturalista, del que se haría gran amigo. Se convirtió en el mejor especialista en anatomía comparada de su
época y recibió numerosos nombramientos políticos y administrativos: en 1796, miembro del Institut
National; en 1808, miembro del Consejo Universitario; en 1811, Caballero de la Legión de Honor; en 1814
fue nombrado consejero de estado por Napoleón y canciller de la Universidad; en 1818 rechazó un
ofrecimiento del ministro del Interior y se convirtió en miembro de la Académie Française. El rey le
nombró barón en 1819 y Par de Francia en 1832. Murió súbitamente de cólera en mayo de aquel mismo
año. Utilizó su influencia para fomentar el estudio de las ciencias en las escuelas. Convirtió el Musée
d’Histoire Naturelle et Jardin des Plantes de París en la principal institución científica de su tiempo.
5 Cuvier, G., 1801. Reptile volant. Extrait d'un ouvrage etc., año 9:6; París.
6 Cuvier, G., 1809. Mémoire sur le squelette fossile d’un Reptile volant des environs d’Aichstedt, que
quelques naturalistes ont pris pour un oiseau, et donc nous formons un genre de Sauriens, sous le nom de
Ptero-Dactyle. Annales du Museé d’Histoire Naturelle, París, 13:424.
7 Samuel Thomas von Soemmerring (1755-1830) nació el 28 de enero de 1755 en Mainz. Dio clases de
anatomía y cirugía en el Collegium Carolinum de Kassel; y a partir de 1784 fue catedrático de anatomía y
fisiología en la unidad de Mainz, su ciudad natal. De 1795 a 1805 trabajó como médico en Frankfurt y fue
miembro fundador de la Senckenbergische Naturforschende Gesellschaft. En 1805 fue nombrado
catedrático de anatomía y cirugía en la Universidad de Munich y fue médico de Maximiliano José, primer
rey de Baviera. Murió en Frankfurt en 1830.
8 Soemmerring, S.T.v., 1812. Über einen Ornithocephalus. Denkschriften der Akademie der
Wissenschaften München, math.-phys. Classe, 3:89-158.
9 Soemmerring, S.T.v., 1817. Über einer Ornithocephalus brevirostris der Vorwelt. Denkschriften der
Akademie der Wissenschaften München, math.-phys. Classe, 6:89-104.
10 Lorenz Oken (1779-1851) fue catedrático en la Universidad de Jena, pero había visto el fósil
original de Pterodactylus en Munich. Escribió en 1819 en la revista Isis, de la que era director: «Por
consiguiente, cada fragmento de hueso de este animal dice claramente que se trata de un anfibio y que
pertenece al orden de los lagartos.» Un año antes había hecho suya la opinión de Cuvier en la disputa que
mantenía con Soemmerring, con estas palabras: «¡Realmente, nunca nos imaginamos defendiendo a Cuvier.
En otras ocasiones siempre hemos estado dispuestos a negar algo de lo que haya dicho. Pero en este caso
¡no! ¡No sería correcto!» La naturaleza de estas diferencias de opinión con Cuvier es clara si se compara la
filosofía natural de Oken con la doctrina de Cuvier sobre la catástrofe y la invariabilidad de las especies.
11 Soemmerring, S.T.v., 1829. Über die fossilen Reste einer großen Fledermausgattung, welche sich zu
Karlsruhe in der Großherzoglichen Sammlung befinden. Denkschriften der Akademie der Wissenschaften
München, math.-phys. Classe, 6:105-112.
12 Spix, J.B.v., 1820. Über ein neues, vermutlich dem Pteropus Vampirus Linn. zugehöriges Petrefikat
aus dem Solenhofer Kalkrbruch in Bayern. Denkschriften der Akademie der Wissenschaften München,
math.-phys. Classe, 6:59-68.
13 Goldfuss, A., 1831. Beiträge zur Kenntnis verschiedener Reptilien der Vorwelt. Nova Acta
Academiae Leopoldinae, 15:61-128.
14 Wagler, J.G., 1830. Natürliches System der Amphibien. München, Stuttgart, Tübingen.
15 Newman, E., 1843. Note on the Pterodactyle Tribe considered as Marsupial Bats. Zoologist, 1:129-
131.
16 Buckland, W., 1829. Proceedings of the Geological Society London, 1:127.
17 Mantell, G.A., 1827. Illustrations of the Geology of Sussex. Londres.
18 La colección se sigue exhibiendo allí hoy en día. En 1988 se la restauró por completo y se volvió a
inaugurar en salas nuevas. Su mejor pieza era, y sigue siendo, un cráneo fosilizado de ictiosaurio de 2 m de
largo, descubierto en 1842 durante unas obras de construcción en Unnersdorf, que más tarde Theodori
describió como Ichthyosaurus trigonodon. Theodori padeció el aislamiento de Banz, en especial la falta de
biblioteca, esencial para sus investigaciones.
19 Theodori, C., 1830. Knochen von Pterodactylus aus der Liasformation von Banz. Frorieps Notizen
für Natur und Heilkunde, 632:101.
20 Oppel, A., 1856. Die Juraformation. Jahreshefte des Vereins für Vaterländische Naturkunde in
Württemberg, 12.
21 Quenstedt, F.A., 1858. Über Pterodactylus liasicus. Jahreshefte des Vereins für Vaterländische
Naturkunde in Württemberg, 14:299-336.
22 Quenstedt, F.A., 1855. Über Pterodactylus suevicus im lithographischen Schiefer Württembergs.
Tubinga.
23 Oppel, A., 1858. Die geognostische Verbreitung der Pterodactylen. Jahreshefte des Vereins für
Vaterländische Naturkunde in Württemberg, 14:55.
24 Plieninger, F., 1895. Campylognathus Zitteli. Ein neuer Flugsaurier aus dem oberen Lias
Schwabens. Palaeontographica, 41:193-222.
25 Münster, G. zu, 1839. Über einige neue Versteinerungen in den lithographischen Schiefern von
Baiern. Neues Jahrbuch für Mineralogie etc.:676-682.
26 Hermann von Meyer (1801-1869) nació en Frankfurt el 3 de septiembre de 1801. Fue un
investigador muy versátil y el mejor paleontólogo de vertebrados de la Alemania del siglo XIX. Fue
«Bundescassier» del Deutscher Bundestag en Frankfurt. De 1851 a 1852 fue director del museo de la
Senckenbergische Naturforschende Gesellschaft de Frankfurt. Describió los pterosaurios procedentes del
Jurásico superior de Solnhofen (Baviera), Nusplingen (Württemberg) y Cerin (Francia) en una magnífica
monografía titulada Die Reptilien aus dem Lithographischen Schiefer des Jura in Deutschland und
Frankreich, 1859-1860.
27 Ostrom, J.H., 1970. Archaeopteryx: Notice of a «New» Specimen. Science, 170:537-538.
28 Johann Andreas Wagner (1797-1861) nació en 1797 en Nuremberg. Fue el primer profesor de
zoología de la Universidad de Erlangen; más tarde, en 1836, se trasladó a Munich. Llegó a ser conservador
de la colección paleontológica de Baviera y ocupó la primera cátedra de paleontología de Alemania.
Publicó numerosas obras, entre las que figuran artículos sobre peces y reptiles de Solnhofen, primates del
Terciario griego y mamíferos de la edad de hielo procedentes de cuevas de Franconia. Creía en la historia
bíblica de la creación y se opuso a las ideas de Darwin. Así, para él, el ave primitiva Archaeopteryx, hallada
en 1861, era un reptil, que denominó Griphosaurus («lagarto misterioso»), a pesar de sus plumas.
29 Seeley, H.G., 1864. On the pterodactyle as evidence of a new subclass of Vertebrata (Saurornia).
Reports of the British Association of Scientists, 34ª asamblea: p. 69. Seeley, H.G., 1870. The
Ornithousauria. An elementary study of the bones of Pterodactyles. Cambridge University Press. Seeley,
H.G., 1901, Dragons of the Air. New York. Reimpreso en 1967 por Dover Paperback. Primer libro de
divulgación dedicado exclusivamente a los pterosaurios como grupo. En él resumió Seeley lo que de ellos
se sabía en aquel entonces.
30 Fue Richard Owen (1804-1892) quien introdujo el nombre Dinosauria en 1841, aunque sólo se
conocían tres ejemplares procedentes de los estratos cretácicos y jurásicos ingleses. Tras la aparición de la
obra de Darwin El Origen de las Especies en 1859, se convirtió en un furibundo antidarwinista,
oponiéndose a la teoría de Darwin, que afirmaba que las especies animales y vegetales de la Tierra
evolucionaron una a partir de otra a lo largo de un proceso gradual de transformación y, por tanto, fueron el
resultado de la evolución controlada por la selección natural. Sólo los organismos mejor adaptados
sobreviven en la «lucha por la vida». Owen describió el hallazgo del primer esqueleto del ave primitiva
Archaeopteryx, adquirido por el Museo Británico al médico de Pappenheim Carl Haeberlein en 1812, como
ave primitiva pero genuina. A diferencia de los darwinistas, no lo consideraba un «eslabón perdido» en la
evolución de reptil a ave.
31 Bowerbank, J.S., 1846. On a new species of Pterodactyle of the Upper Chalk. Quarterly Journal of
the Geological Society London, 1(5):7.
32 Owen, R., 1870. Monograph of the fossil Reptilia of the Liassic Formations. III. Monographs of the
Palaeontographical Society London, p 41-81.
33 Seeley, H.G., 1870. Remarks on Professor Owen’s Monograph on Dimorphodon. Annals and
Magazine of Natural History, (4), 6:129.
34 Marsh, O.C., 1871. Note on a new and gigantic species of Pterodactyle. American Journal of
Science, 1:472.
35 Marsh, O.C., 1872. Discovery of additional remains of Pterosauria etc. American Journal of
Science, 3:241.
36 Cope, E.D., 1872. Two new Ornithosaurians from Kansas. Proceedings of the American
Philosophical Society, 12:420-422.
37 Marsh, O.C., 1876. Principal characters of American Pterodactyles. American Journal of Science,
12:479.
38 Eaton, C.F., 1910. Osteology of Pteranodon. Memoires of the Connecticut Academy of Arts and
Sciences, 2:1-38.
39 Williston, S.W., 1892-1893. Kansas Pterodactyls. Kansas University Quart., I, II.
40 Williston, S.W., 1902. On the skeleton of Nyctodactylus, with restoration. American Journal of
Anatomy, 1:297-305.
41 Marsh, O.C., 1882. The wings of Pterodactyles. American Journal of Science, 3, nº 16:223.
42 Zittel, K.A., 1882. Über Flugsaurier aus dem lithographischen Schiefer Bayerns.
Palaeontographica, 29:47:80.
43 Wanderer, K., Rhamphorynchus Gemmingi H.v. Mayer. Ein Exemplar mit teilweise erhaltener
Flughaut aus dem Klg. Mineralog.-Geol Museum zu Dresden. Palaeontographica, 55:195-216.
44 Broili, F., 1927. Ein Rhamphorhynchus mit Spuren von Haarbedeckung. Sitzungsberichte der
Bayerischen Akademie der Wissenschaften München: p 49-67.
45 Edinger, T., 1927. Das Gehirn der Pterosaurier. Zeitschrift für Anatomie und
Entwicklungsgeschichte, 82 (1/3):105-112.
46 Hankin, E.H. y Watson, D.M.S., 1914. On the Flight of pterodactyls. Aeronautical Journal, 18:324-
335.
47 Bramwell, C.D. y Whitfield, G.R., 1974. Biomechanics of Pteranodon. Philosophical Transactions
of the Royal Society of London, B. Biol. Sci., 267:503-592.
48 Holst, E.v., 1957. Der saurierflug. Paläontologische Zeitschrift, 33:15-22.
49 Winkworth, S., 1985. Pteranodon flies again. New Scientist:32-33.
50 Mac Cready, P., 1985. The Great Pterodactyl Project. Engineering and Science, 49 (2):18-24.
51 Young, C.C., 1964. On a new pterosaurian from Sinkiang, China. Vertebrata Palasiatica, 8:221-256.
Descripción de Dsungaripterus del Cretácico inferior de Sinkiang.
52 Bonaparte, J.F., 1970. Pterodaustro guinazui gen. et sp. nov.. Pterosaurio de la Formación
Lagarcito, provincia de San Luis, Argentin. Acta Geologica Lilloana, 10 (10):207-226. Sánchez, T.M.,
1973, Redescripción del Cráneo y Mandíbulas de Pterodaustro guinazui Bonaparte (Pterodactyloidea,
Pterodaustridae). Ameghiniana, 10 (4):313-325.
53 Price, L.I., 1971. Presença de Pterosauria no Crétaceo Inferior da Chapada do Araripe, Brasil.
Anales de la Academia Brasileña de Ciencias, 43 (supl.): 451-461.
54 Lawson, D.A., 1975. Pterosaur from the Latest Cretaceous of West Texas. Discovery of the Largest
Flying Creature. Science, 187:947-948.
55 Zambelli, R., 1973. Eudimorphodon ranzii gen. nov., sp. nov., uno pterosauro triassico. Rendiconti
Istituto Lombard. Scienze, B, 107:27-32. Wild, R., 1978. Die Flugsaurier (Reptilia, Pterosauria) aus der
Oberen Trias von Cene bei Bergamo, Italien. Bolletino Società Paleontologica Italiana, 17 (2):176-257.
1 Reisz, R.R., 1981. A diapsid reptile from the Penssylvanian of Kansas. University of Kansas,
Museum of Natural History, Special Paper, 7:74 p.
2 Romer, A.S., 1956. Osteology of the Reptiles. Chicago.
3 Friedrich Freiherr von Huene nació en Tubinga el 22 de marzo de 1875 y murió en la misma ciudad el
4 de abril de 1969. Fue catedrático de paleontología en la Universidad de Tubinga, donde enseñó durante
más de seis décadas. Escribió más de 300 publicaciones científicas, fundamentalmente sobre reptiles
fósiles, entre los que figuran los pterosaurios, en especial del Mesozoico. Fue uno de los especialistas más
importantes de su época en reptiles fósiles.
Huene, F.v., 1914. Beiträge zur Geschichte der Archosaurier. Geologische und Paläontologische
Abhandlungen, N.F. 13:1-53.
4 Woodward, A.S., 1907. On a new dinosaurian reptile (Scleromochlus taylori, gen et sp. nov.) from the
Trias of Lossiemouth, Elgin. Proceedings of the Geological Society London, 63:140-144.
5 Con frecuencia se ha afirmado que Huene, op. cit. (3) consideraba a Scleromochlus como antepasado
de los pterosaurios. De hecho, él mismo se expresó con mucha más cautela: «No desearía de ningún modo
afirmar que el género Scleromochlus tuvo que ser el origen de los pterosaurios, pero creo que los
pterosaurios tenían la forma de los pseudosúquidos, de los cuales sabemos muy poco, y que pasaron por la
fase de animales trepadores con paracaídas.
6 Bonaparte, J.F., 1975. Nuevos materiales de Lagosuchus talampayensis Romer (Thecodontia-
Pseudosuchia) y su significado en el origen de los Saurischia. Acta Geologica Lilloana, 13, 1:5-90;
Tucumán.
7 Padian, K., 1984. The Origin of Pterosaurs. Third Symposium on Mesozoic Terrestrial Ecosystems
(Reif. W.-E. y Westphal, F., eds.), p 163-168; Tubinga, Attempto Verlag.
8 Gauthier y Padian (1985) sostienen un punto de vista semejante. Relacionan Euparkeria,
Ornithosuchidae, Lagosuchus y pterosaurios, en este orden, más estrechamente con los dinosaurios
(incluidas las aves) y utilizan el taxón Ornithosuchia para esta combinación.
Gauthier (1986) también incluye los dinosaurios, pterosaurios, Lagosuchus y herrerasáuridos del
Triásico en un nuevo taxón, Ornithodira, y asimismo los clasifica, junto con los Ornithosuchidae, como
Ornithosuchia («aves y arcosaurios más próximos a las aves que a los cocodrilos»). Ornithosuchia y
Pseudosuchia («cocodrilos y arcosaurios más cercanos a los cocodrilos que a las aves») componen el grupo
Archosauria, que abarca, según Gauthier (1986), «a todos los descendientes del antepasado común más
reciente de cocodrilos y aves».
Gauthier, J. y Padian, K., 1985. Phylogenetic, Functional and Aerodynamic Analyses of the Origin of
Birds and their Flight. The Beginnings of Birds, Proceedings of the International Archaeopteryx
Conference Eichstätt 1984:185-197. Gauthier, J., 1986. Saurischian Monophyly and the Origin of Birds.
The Origin of Birds and the Evolution of Flight (K. Padian, ed.). Memoires of the California Academy of
Science, 8:1-55.
9 Fürbringer, M., 1900. Zur vergleichenden Anatomie des Brust-Schulterapparates und der
Schultermuskeln. 5. Teil. Reptilien. Jenaische Zeitschriftt für Naturwissenschaften, 34, N.F. 27:215-718;
Jena.
10 Padian, K., op. cit. (7), p 165.
11 Bonaparte, J.F., op. cit. (6).
12 Wild, R., 1983. Über den Ursprung der Flugsaurier. Weltenburger Akademie, Erwin Rutte-
Festschrift, p 31-238; Kelheim/Weltenburg. Wild, R., 1984. Flugsaurier aus der Obertrias von Italien.
Naturwissenschaften, 71:1-11; Springer-Verlag.
13 Benton, M. J., 1985. Classification and phylogeny of the diapsid reptiles. Zoological Journal of the
Linnean Society, 84:97-194. Benton (Nature 296:306-307, 1982) fue el primero que reintrodujo la subclase
Diapsida (Osborn 1903), pero clasificó todos los reptiles diápsidos con la excepción de Petrolacosaurus
como Neodiapsida. Se les consideró grupos afines. Según este esquema, entre los Neodiapsida figuran los
Archosauromorpha (=Pterosauria, Rhynchosauria, prolacertiformes y Archosauria) y los
Lepidosauromorpha (=younginiformes y lepidosaurios). En una nota escrita para su ensayo, fechado en
julio de 1985, Benton anunció, sin embargo: «Ahora admito que los pterosaurios son arcosaurios, y un
grupo próximo a los dinosaurios, tal como sostenían Padian (1983, 1984) y Gauthier (tesis)».
14 Carroll, R., 1987. Vertebrate Paleontology and Evolution. p. 698. W.H. Freeman and Co., Nueva
York.
15 Kuhn-Schnyder, E. y Rieber, H., 1984. Paläozoologie. p. 390. Thieme Verlag, Stuttgart, Nueva
York.
16 Wellnhofer, P., 1978. «Pterosauria» en Encylopedia of Paleoherpetology, (ed. P. Wellnhofer), part
19:82 p. Gustav Fischer Verlag, Stuttgart, Nueva York.
17 Wellnhofer, P., 1975. Die Rhamphorhynchoidea (Pterosauria) der Oberjura-Plattenkalke
Süddeutschlands. Palaeontographica, 148:1-33, 132-186; 149:1-30, Stuttgart.
18 Zusi, R. L., 1962. Structural adaptations of the head and neck in the Black Skimmer Rynchops nigra
Linnaeus. Publications of the Nuttal Ornithological Club, 3:1-101, Cambridge, Mass.
19 Bramwell, C.D., y Whitfield, G.R., 1974. Biomechanics of Pteranodon. Philosophical Transactions
of the Royal Society London, (B), 267: 503-581, Londres.
20 Stein, R.S., 1975. Dynamic Analysis of Pteranodon ingens: a Reptilian Adaptation to Flight. Journal
of Paleontology, 49, 3:534-548.
21 Wellnhofer, P., 1987. New crested Pterosaurs from the Lower Cretaceous of Brazil. Mitteilungen der
Bayerischen Staatssammlung für Paläontologie und historische Geologie, 27:175-186, Munich.
22 Wellnhofer, P., 1980. Flugsaurierreste aus der Gosau-Kreide von Muthmannsdorf
(Niederösterreich) -ein Beitrag zur Kiefermechanik der Pterosaurier. Mitteilungen der Bayerischen
Staatsammlung für Paläontologie und historische Geologie, 20: 95-112, Munich.
23 Vértebras caudales así reforzadas se encuentran en el dinosaurio terópodo Deinonychus procedente
del Cretácico inferior de Montana, en el que la cola también servía como timón cuando el animal corría con
rapidez. Ostrom, J.H., 1969. Osteology of Deinonychus antirrhopus an Unusual Theropod from the Lower
Cretaceous of Montana. Bulletin of the Yale Peabody Museum of Natural History, 30, 165 p; New Haven.
24 Bennett, S.C., 1987. New Evidence on the tail of Pterosaur Pteranodon (Archosauria: Pterosauria).
Fourth Symposium on Mesozoic Terrestrial Ecosystems, Short Papers (ed. P.M. Currie and E.H. Koster), p
18-23; Drumheller.
25 Rhamphorhynchoidea y Pterodactyloidea se diferencian en la naturaleza de la articulación del
coracoides del esternón. En Rhamphorhynchoidea, la faceta articular para el coracoides izquierdo está
detrás de la faceta del derecho. En Pterodactyloidea, las facetas articulares coracoides están dispuestas en
yuxtaposición simétrica en el esternón.
26 Merece la pena apuntar que el ave más antigua que se conoce, Archaeopteryx, del Jurásico, no tenía
esternón osificado, sino la gastralia típica de los reptiles.
27 Bramwell, C.D. y Whitfield, G.R., 1974, op. cit. (19).
28 Frey, E. y Riess, J., 1981. A new Reconstruction of the Pterosaur Wing. Neues Jahrbuch für
Geologie und Paläontologie. Abhandlungen, 161 (1):1-27.
29 Pennycuick, C.J., 1988. On the reconstruction of Pterosaurs and their manner of flight, with note on
vortex wakes. Biological Review, 63:299-331.
30 Wellnhofer, P., 1985. Neue Pterosaurier aus der Santana-Formation (Apt) der Chapada do Araripe,
Brasilien. Palaeontographica, A, 187:105-182; Stuttgart.
31 Molnar, R.E., 1987. A pterosaur pelvis from western Queensland, Australia. Alcheringa, 11:87-94.
Unwin, D.M., 1987. Pterosaur locomotion-joggers or wadddlers? Nature, 327:13-14. Wellnhofer, P., 1988.
Terrestrial locomotion in pterosaurs. Historical Biology, 1:3-16.
32 Padian, K., 1983. A functional analysis of flying and walking in pterosaurs. Paleobiology, 9 (3):218-
239.
33 Las huellas de pterosaurios descritas por Stokes (1957) procedentes de la Formación Morrison
(Arizona) del Jurásico muestran con claridad la huella de un pie plantígrado. Sin embargo, hay dudas de que
estas huellas fuesen de pterosaurio.
Stokes, W.L., 1957. Pterodactyl tracks from the Morrison formation. Journal of Paleontology, 31,
5:952-954.
Padian, K. y Olsen, P.E., 1984. The fossil trackway Pteraichnus: Not pterosaurian, but crocodilian.
Journal of Paleontology, 58, 1:178-184.
Unwin, D.M., 1989. A Predictive Method for the Identification of Vertebrate Ichnites and its
Application to Pterosaur Tracks. Dinosaur Tracks and Traces, editado por D.D. Gilette y M.G. Lockley, p
259-274; Cambridge University Press.
1 Deffner, C. y Fraas, O., 1859. Die Juraversenkung bei Langenbrücken. Neues Jahrbuch für
Mineralogie und Geologie: 1-38; Stuttggart. Se mencionan las falanges del dedo alar procedentes del Rhaet
Bonebed
Dawkins, W.B., 1864. On the Rhaetic Beds and White Lias of Western and Central Somerset. Quarterly
Journal of the Geological Society, 20:396-412; Londres. Dawkins descubrió un «hueso hueco y aplastado»
en el Retiense (=Triásico superior) de Somerset, Inglaterra, y lo clasificó provisionalmente, junto con otros
dos fragmentos óseos, como «pterosauriano».
2 Fraser, N.C. y Unwin, D.M., 1990. Pterosaur remains from the Upper Triassic of Britain. Neues
Jahrbuch für Geologie und Paläontologie. Monatshefte, 1990 (5): 272-282; Stuttgart.
3 Cope, E.D., 1869. Synopsis of the extinct Batrachia, Reptilia and Aves of North America.
Transactions of the American Philosophical Society Philadelphia, 14: 169-175; Filadelfia.
4 Huene, F.v., 1921. Reptilian and Stegocephalian Remains from the Triassic of Pennsylvania in the
Cope Collection. Bulletin of the American Museum of Natural History, 44:19, 561-574; Nueva York.
5 Colbert, E.H., 1966. A Gliding Reptile from the Triassic of New Jersey. American Museum Novitates,
2246:1-23; Nueva York.
6 Bassani, F., 1886. Sui fossili e sull’età degli schisti bituminosi triasici di Besano in Lombardia. Atti
Società Italiana Scienzi Naturali, 29:15-72; Milán.
7 Nopcsa, F., 1922. Neubeschreibung des Trias-Pterosauriers Tribelsodon. Paläontologische
Zeitschrift, 5:161-181; Berlín. Nopsca es una personalidad relevante con una historia llena de interés.
Trabajó como espía para el Imperio austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial. Después dirigió el
Servicio Geológico Húngaro de Budapest durante tres años. En 1913, al final de la Guerra de los Balcanes,
intentó convertirse en rey de Albania. Para ello solicitó a Viena 500 soldados, artillería y dos vapores
rápidos, con el fin de invadir Albania y proclamarse rey. Al terminar la Primera Guerra Mundial, Nopcsa
perdió la mayor parte de sus posesiones. Utilizó el dinero que le quedaba para realizar una gira en moto por
Europa, en compañía de su secretario, de quien también se decía que era su amante homosexual. En 1933
mató a su amante y acto seguido se mató de un disparo.
8 Kuhn-Schnyder, E., 1968. Alles Lebendige meinet den Menschen. Schweizer Spiegel, 12; Zürich
Kuhn-Schnyder, E., 1974. Die Triasfauna del Tessiner Kalkalpen. Neujahrsblatt der Naturforschenden
Gesellschaft Zürich, 1974: 119 p, Zürich.
9 Zambelli, R., 1973. Eudimorphodon ranzii gen. nov., sp. nov., uno pterosauro triassico. Rendiconti
Scienc. Istituto Lombardo, B, 107:27-32; Milán.
10 Wild, R., 1978. Die Flugsaurier (Reptilia, Pterosauria) aus der Oberen Trias von Cene bei
Bergamo, Italien. Bolletino Società Paleontologica Italiana, 17 (2):176-256; Módena.
11 Padian, K., 1981. Note of a new specimen of pterosaurs (Reptilia: Pterosauria) from the Norian
(Upper Triassic) of Endenna, Italy. Rivista Museo Civico Scienze Naturale «E. Caffi», 2 (1980):119-127;
Bérgamo.
12 Wild, R., 1984. A new pterosaur (Reptilia, Pterosauria) from the Upper Triassic (Norian) of Friuli,
Italy. Gortania, Atti Museo Friuliano di Storia Naturale, 5:45-62; Udine.
13 Dalla Vecchia, F.M., Muscio, G. and Wild, R., 1989. Pterosaur remains in a gastric pellet from the
Upper Triassic (Norian) of Rio Seazza Valley (Udine, Italy). Gortania, Atti del Museo Friuliano di Storia
Naturale, 10 (1988):121-132; Udine.
14 Murry, P.A., Vertebrate paleontology of the Dockum Group, western Texas and eastern New Mexico.
The Beginning of the Age of Dinosaurs (K. Padian, ed.):109-137; Cambridge University Press.
1 Collini, C.A., 1784. Sur quelques Zoolithes du Cabinet d’Histoire naturelle de S.A.S.E. Palatine et de
Bavière à Mannheim. Acta Academiae Teodoro-Palatinae Mannheim, 5, pars physica:58-103.
2 Arkell, W. J., 1933. The Jurassic System in Great Britain. Clarendon Press, Oxford.
3 Mary Anning (1799-1847), natural de Lyme Regis, en la costa de Dorset, se ganó la vida vendiendo
fósiles que recogía en los estratos del Blue Lias de la costa cercana a su pueblo. Descubrió los primeros
esqueletos de ictiosaurios y plesiosaurios de Inglaterra. En 1828 encontró los restos del esqueleto de un
pterosaurio en el Blues Lias: fue el primer pterosaurio encontrado en Inglaterra.
4 Buckland, W., 1829. Proceedings of the Geological Society, 1:127.
5 Owen, R., 1865 y 1870. A monograph on the fossil reptilia of the Liassic formations.
Palaeontrographical Society London. Owen, R., 1874. Monograph of the fossil reptilia of the Mesozoic
Formations. I. Pterosauria. Palaeontrographical Society London.
6 Padian, K., 1983. Osteology and Functional Morphology of Dimorphodon macronyx (Buckland)
(Pterosauria: Rhamphorhynchoidea) Based on New Material in the Yale Peabody Museum. Postilla, 189:1-
44; New Haven.
7 Theodori, C., 1830. Knochen vom Pterodactylus aus der Lias-Formation von Banz, Froriep’s Notizen
für Natur und Heilkunde, 632:101.
8 Wagner, A., 1860. Bemerkungen über die Arten von Fischen und Sauriern, welche im unteren wie ihm
oberen Lias zugleich vorkommen sollen. Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften,
math.-physikalische Classe, 36-52; Munich.
9 Hauff, B. y Hauff, R.B., 1981. Das Holzmadenbuch. 136 p.; Holzmaden/Teck. Urlichs, M., Wild, R.
and Ziegler, B., 1979. Fossilien aus Holzmaden. Stuttgarter Beiträge zur Naturkunde, C, 11:34 p.; Stuttgart.
10 Oppel, A., 1856. Die Juraformation. Jahreshefte des Vereins für Vaterländische Naturkunde in
Württemberg, 12.
11 Plieninger, F., Die Pterosaurier der Juraformation Schwabens. Palaeontographica, 53: 209-313;
Stuttgart.
Arthaber, G. von, 1919. Studien über Flugsaurier auf Grund der Bearbeitung des Wiener Exemplares
von Dorygnathus banthensis Theod. sp.. Denkschriften der Akademie der Wissenschaften Wien, math.-
naturwiss. Klasse, 97:391-464; Viena.
12 Wild, R., 1971. Dorygnathus mistelgauensis n.sp., ein neuer Flugsaurier aus dem Lias Epsilon von
Mistelgau (Fränkischer Jura). Geologische Blätter von Nordost-Bayern, 21(4):178-195; Erlangen.
13 Stieler, C., 1922. Neuer Rekonstruktionsversuch eines liassischen Flugsauriers.
Naturwissenschaftliche Wochenschrift, N.F. 21(20): 273-280; Jena.
14 Quenstedt, F.A., 1858. Über Pterodactylus liasicus. Jahreshefte des Vereins für Vaterländische
Naturkunde in Württember, 14:299-336; Stuttgart.
15 Plieninger, F., 1895. Campylognathus zitteli. Ein neuer Flugsaurier aus dem Oberen Lias
Schwabens. Palaeontographica, 41:193-222; Stuttgart.
16 Wellnhofer, P., 1974. Campylognathoides liasicus (Quenstedt), an Upper Liassic Pterosaur from
Holzmaden. The Pittsburgh Specimen. Annals of the Carnegie Museum, 45(2):169-216; Pittsburgh.
17 Jain, S. L., 1974. Jurassic Pterosaur from India. Journal of the Geological Society of India,
15(3):330-335.
18 Wellnhofer, P. y Vahldiek, B. W., 1986. Ein Flugsaurier-Rest aus dem Posidonienschiefer (Unter-
Toarcium) von Schandelah bei Braunschweig. Paläontologische Zeitschrift, 60:329-340; Stuttgart.
19 Chapman, W., 1758. An account of the fossile bones of an allegator, found on the sea-shore near
Whitby in Yorkshire. Philosophical Transactions of the Royal Society London, 50:688-691.
William Chapman: «Los huesos estaban cubiertos por cinco o seis pies de agua y se encontraban a
nueve o diez yardas del acantilado, que es casi perpendicular y con una altura de aproximadamente sesenta
yardas.»
Véase también Benton, M. J., y Taylor, M. A., 1984. Marine reptiles from the Upper Lias (Lower
Toarcian, Lower Jurassic) of the Yorkshire Coast. Proceedings of the Yorshire Geological Society, 44(4), nº
29:399-429.
20 Newton, E.T., 1888. On the Skull, Brain and Auditory Organ of a new species of Pterosaurian
(Scaphognathus Purdoni) from the Upper Lias near Whitby, Yorkshire. Philosophical Transactions of the
Royal Society, 179:503; Londres.
21 Padian, K., 1984. Pterosaur remains from the Kayenta Formation (?Early Jurassic) of Arizona.
Palaeontology, 27(2):407-413.
22 Arkell, W. J., 1933 (véase referencia 2), p. 277. “Los Stonesfield Slate Beds se componen típicamente de
arenas finas y calizas arenosas, con frecuencia en forma de concentraciones ovoides ferruginosas, algunas
de las cuales se separan formando tejas para el tejado”.
P. 278: “Algunas millas más al noreste, en los Cotswolds del norte, los Stonesfield Slate Beds alcanzan su
máximo desarrollo y se siguen explotando en varios lugares con el nombre de Pizarras de Cotswold. La
actividad industrial del pasado puede evaluarse por el hecho de que sólo en Kineton Thorns se fabricaron
unas 120.000 pizarras en una temporada”.
23 Meyer, H. von, 1832. Palaeologica zur Geschichte der Erde. 560 p.; Frankfurt.
24 Huxley, T.H., 1859. On Rhamphorhynchus bucklandi, a Pterosaurian from the Stonesfield
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25 Seeley, H.G., 1880. On Rhamphorhynchus Prestwichi. Quarterly Journal of the Geological Society,
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26 Dong Zhiming, 1988. Dinosaurs of China. Edición inglesa (texto de A.C. Milner), 114 p.; China
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27 He Xinlu, Yan Daihan y Su Chunkang, 1983. A new pterosaur from the Middle Jurasic of Dashanpu,
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28 Casamiquela, R.M., 1975. Herbstosaurus pigmaeus (Coeluria, Compsognithidae) n.gen.n.sp. del
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29 Ostrom, J.H., 1978. The Osteology of Compsognathus longipes Wagner. Zitteliana, 4:73-118;
Munich.
30 Hasta el siglo III de nuestra era, esta región formaba parte de la provincia romana de Raetia, cuya
capital era Augusta Vindelicorum, actual Augsburgo.
31 Viohl, G., 1985. Carl F. and Ernst O. Häberlein, the Sellers of the London and Berlin Specimens of
Archaeopteryx. The Beginnings of Birds, Proceedings of the International Archaeopteryx Conference
Eichstätt 1984:349-352; Eichstätt.
32 A finales del Jurásico la región de Solnhofen y el sur de la región francona de Alb eran una laguna
próxima a un continente al norte y protegida del mar abierto, el Tetis, al sur, por un cinturón de arrecife de
coral. Sin embargo, existía una conexión con amplias zonas del Tetis a través de bajíos con algas y arrecifes
de esponjas en el suroeste. El continente central alemán y sus islas estaban cubiertos de palmeras y
helechos, ginkgos y coníferas, y poblado por insectos, reptiles terrestres, pterosaurios y aves primitivas. Los
ríos arrastraban plantas y animales muertos a la laguna de Solnhofen. Sin embargo, los fósiles más comunes
en los estratos de Solnhofen son plantas y animales marinos, en especial crustáceos, ammonites, calamares
y peces. Los hallazgos de reptiles demuestran que éste fue un grupo muy abundante. Existen algunos
esqueletos completos y bien conservados de tortugas, lagartos, rincocéfalos, tuátaras, cocodrilos,
ictiosaurios y pterosaurios.
33 Barthel, K.W., 1978. Solnhofen - Ein Blick in die Erdgeschichte. 393 p.; Ott-Verlag, Thun.
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des Museums beim Solenhofer Aktienverein, Maxberg.
35 Wellnhofer, P., 1975. Palaeontographica (A), 149, p.3 (véase referencia 34).
36 Plieninger, F., 1907. (véase referencia 11). Al principio, Plieninger identificó un Rhamphorhynchus
de gran tamaño, procedente de la caliza del Jurásico superior de Nusplinger, Württemberg, como especie
aparte, Rhamphorhynchus kokeni, pero esta especie es idéntica a Rhamphorhynchus longiceps, procedente
de la caliza de Solnhofen, Eichstätt (Baviera), descrita en 1902 por A. Smith-Woodward. Con un cráneo de
19 cm de longitud y una envergadura de 1,75 m es la especie más grande conocida de Rhamphorhynchus.
Smith-Woodward, A., 1902. On two skulls of the Ornithosaurian Rhamphorhynchus. Annals and
Magazine of Natural History, (7), 9:1-5; Londres.
37 Lydekker, R., 1890. On Ornithosaurian Remains from the Oxford Clay of Huntingdonshire.
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Rhamphorhynchus jessoni.
38 Reck, H., 1931. Die deutschostafrikanischen Flugsaurier. Centralblatt für Mineralogie etc, B, 7:321-
336; Stuttgart. Reck hizo mención de los numerosos huesos y vértebras caudales, procedentes de la «Obere
Saurier-Mergel» de Tendaguru Hill, en lo que era entonces el África oriental alemana, actual Tanzania, y los
describió como una nueva especie, Rhamphorhynchus tendagurensis. Véase también: Colbert, E.H., 1984.
The Great Dinosaur Hunters and Their Discoveries. Dover Publications.
39 Thulburn, R.A., 1973. Teeth of Ornithischian Dinosaurs from the Upper Jurassic of Portugal.
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40 Wellnhofer, P., 1970. Die Pterodactyloidea (Pterosauria) der Oberjura-Plattenkalke
Süddeutschlands. Abhandlungen der Bayerischen Akademie der Wissenschaften, N.F., 141-133 p.; Munich.
41 Wellnhofer, P., 1987. Die Flughaut von Pterodactylus (Reptilia, Pterosauria) am Beispiel des
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Seeley H.G., 1870. The Ornithosauria. An elementary study of the bones of Pterodactyls. 130 p.
Cambridge University Press. p. 2: «…casi no existen restos de huesos completos. Incluso los carpianos, que
suelen conservarse intactos, muestran señales de haber rodado por la orilla del mar entre nódulos de fosfato
de cal, debido a lo cual aparecen todos sus bordes redondeados…»
5 Hooley, R.W., 1914. On the Ornithosaurian genus Ornithocheirus with a review of the specimens
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9 Seeley, H. G., 1875. On an Ornithosaurian (Doratorhynchus validus) from the Purbeck Limestone of
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10 Howse, S.C.B., 1986. On the cervical vertebrae of the Pterodactyloidea (Reptilia, Archosauria).
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11 Seeley, H.G., 1887. On a sacrum apparently indicating a new type of Bird, Ornithodesmus
cluniculus Seeley. Quarterly Journal of the Geological Society London, 43: 206.
12 Recientemente se ha demostrado que el sacro de Ornithodesmus cuniculus que Seeley pensó que
pertenecía a un ave, podría no ser ni siquiera de un pterosaurio, sino de un pequeño dinosaurio terópodo.
Así, el nombre genérico Ornithodesmus no designa ni a un ave ni a un pterosaurio ni a un dinosaurio. Por
consiguiente, se debe dar un nuevo nombre genérico a la especie de pterosaurio “Ornithodesmus” latidens
(fragmento procedente de una carta del doctor Andrew Milner, Londres.)
13 Seeley, H.G., 1881. The Reptile Fauna of the Gosau Formation preserved in the Geological Museum
of the University of Vienna. Quarterly Journal of the Geological Society London, 37: 620-704.
14 Wellnhofer P., 1980. Flugsaurierreste aus der Gosau-Kreide von Muthmannsdorf (Niederösterreich)
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17 Hankin, E.H. y Watson, D.M.S., 1914. On the flight of Pterodactyls. The Aeronautical Journal, 72:
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volar fuera más el planeo que el vuelo […] La creencia implícita de que su vuelo era semejante al del
albatros prueba lo poco que sabemos de sus hábitos.»
18 Short, G.H., Wing adjustments of pterodactyls. The Aeronautical Journal, 72: 13-20.
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28 Seeley, H.G., 1870. The Ornithosauria: An Elementary Study of the Bones of Pterodactyles. 130 p;
Deighton, Bell and Co., Cambridge. En este estudio, Seeley hace un repaso a los distintos puntos en
controversia. Señala que Soemmerring (1812) consideraba al Pterodactylus de Solnhofen como un tipo
desconocido de murciélago con igual locomoción en tierra. También indica que Goldfuss (1831) trata el
tema de la locomoción de estos pseudomurciélagos como sigue: «Este animal puede, gracias a los huesos
pélvicos y las largas patas traseras, sentarse como la ardilla. Ésta sería su posición natural, con el largo dedo
del ala colgando a los lados. Si tuviera que andar, tendría las mismas dificultades que un murciélago, y la
longitud y el peso de la cabeza, así como la proporcional debilidad de las patas traseras hacen muy
improbable que anduvieran a saltitos. Empleaban sus garras sólo para sujetarse a las rocas, a los árboles y
trepar a los arrecifes.
29 Abel, O., 1925. Geschichte und Methode der Rekonstruktion vorzeitlicher Wirbeltiere. 327 p.; G.
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44 Buckman, J. 1860. On some fossil reptilian eggs from the Great Oolite of Cirencester. Quarterly
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Society of London, 27: 443-449: Los huevos fósiles de Stonesfield Slate fueron tomados al principio por
frutos: «…y tanto se parecían a una castaña madura que no es de extrañar que se expusieran en los museos
entre los fósiles vegetales.»
46 Straelen, V. van, 1928. Les oeufs de reptiles fossiles. Palaeobiologica, 1: 295-305.
47 Wellnhofer, P., 1975. Die Rhamphorhynchoidea (Pterosauria) der Oberjura-Plattenkalke
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49 Wiman, C. 1924. Aus dem Leben der Flugsaurier. Bulletin of the Geological Institute Uppsala, 19:
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50 Desmond, A.J., 1975. The Hot-Blooded Dinosaurs. p. 171; Blond and Briggs, Londres.
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54 Seeley, H.G., 1870. The Ornithosauria: An elementary study of the bones of Pterodactyles. 130 p;
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Tertiary extintion. Science, 208: 1096-1108:
Tomando como punto de partida la inusualmente alta concentración del iridio, metal poco común, en
los estratos de la frontera entre el Cretácico y la era terciaria, Álvarez y su equipo concluyeron que un
asteriode de 10 km de diámetro pudo haber chocado contra la Tierra hace 65 millones de años. Pensaron
que el polvo levantado por el impacto habría creado una nube que tapó al sol durante meses o incluso años,
enfriando la Tierra y dañando seriamente a la vegetación como consecuencia de la interrupción del proceso
de fotosíntesis. Habría tenido un efecto tan destructivo en la biosfera en tan corto espacio de tiempo, que
podría haber dado lugar a la extinción de los dinosaurios y otros grupos de animales.
2 Unwin, D.M., 1987. Pterosaur extintion: nature and causes. Mémoires de la Société géologique de
France, N.S., 150: 105-111.
3 Bramwell, C.D. y Whitfield, G.R., 1974. Biomechanics of Pteranodon. Philosophical Transactions of
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4 Van Valen, L. y Sloan, R.E., 1977. Ecology and the extintion of dinosaurs. Evolutionary Theory, 2:
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5 Unwin, D.M., 1987. Extintion and survival in birds, en Extintion and Survival in the Fossil Record
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Unwin sugiere que quizá las aves empezaran a competir con los pterosaurios hacia el Cretácico inferior:
«Pudo ocurrir que, gracias a su constitución más flexible, las aves fueran más afortunadas y hacia el final
del Cretácico ocuparan todos los nichos excepto aquellos para los que su constitución no era
particularmente adecuada, donde quedaron relegados los pterosaurios gigantes, como Pteranodon o,
seguramente, Quetzatcoatlus.»
1 Goldfus, A., 1831. Beiträge zur Kenntnis verschiedener Reptilien der Vorwelt. Nova Acta Academiae
Leopoldinae, 15: 61-128. Goldfuss, que había estudiado el Scaphognathus de Solnhofen, opinaba que los
pterosaurios empleaban las garras para trepar por las vertientes rocosas o los árboles. También pensaba que
volaban muy cerca del agua para atrapar insectos y criaturas marinas.
2 Buckland, W., 1836. Geology and Mineralogy, Considered with reference to Natural Theology, I:
224-225, en el vol. 5 de The Bridgewater Treatises on the Power Wisdom and Godness of God as
manifested in the Creation, Londres.
3 Hawkins. T., 1840. The Book of the Great Sea-Dragons, Ichtyosauri and Plesiosauri, Gedolim
Taninim of Moses, Extint Monsters of the Ancient Earth, Londres.
La portada del libro de Hawkins era un grabado de John Martin. Hawkins fue un coleccionista
infatigable. A él le debemos algunos de los mejores fósiles de reptiles marinos de la costa de Dorset,
actualmente en el Museo de Historia Natural de Londres. Hawkins era un excéntrico y consideraba que
aquellas criaturas fósiles eran una de las primeras creaciones de Yahvé. «Perpetúan un Designio que ya no
existe», escribió. En su opinión, los reptiles marinos no pertenecían al reino animal; por lo tanto, él creó un
nuevo reino para ellos: el «Gedolim Taninim».
4 Pictet, F.J., 1846. Traité élémentaire de Paléontologie. Ginebra.
5 Wagler, J.G., 1830. Das natürliche System der Amphibien. Munich, Stuttgart, Tubinga.
6 Newman, E., 1843. Note on the pterodactyle tribe considered as marsupial bats. The Zoologist, I:
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7 Marsh, O.C., 1882. The wings of Pterodactyles. American Journal of Science, 23: 251-256.
8 Zittel, K.A., 1882. Über Flugsaurier aus dem lithographischen Schiefer Bayerns. Palaeontographica,
29: 47-80; Stuttgart.
9 Seeley, H.G., 1901. Dragons of the Air. Reprinted 1967, Dover paperback; Nueva York.
10 Hutchinson, N., 1910. Extinct Monsters. Londres.
11 Abel, O., 1907. Bau und Lebensweise der Flugsaurier. Verhandlungen der Kaiserlichen und
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13 Stromer, E. 1910. Bemerkungen zur Rekonstruktion eines Flugsaurier-Skelettes. Monatsberichte der
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14 Bramwell, C.D. y Whitfield, G.R., 1974. Biomechanics of Pteranodon. Philosophical Transactions
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El Dr. McCready se dio a conocer internacionalmente en 1977 como el «padre del vuelo con energía
humana» cuando su «Gossamer Condor» realizó el primer vuelo controlado movido únicamente con la
fuerza de los músculos. Tres años más tarde creó el «Gossamer albatros», una máquina voladora de 25 kg
con una envergadura de 30 m que cruzó el Canal de la Mancha a fuerza de brazos únicamente.
Parrish, M., 1986. Flying as they did 65 million years ago. Smithsoniam, 16 (12): 72-81; Washington.
22 Welnhofer, P., 1986. Die Saurier fliegen wieder. Fossilien, 2/86: 73-79.
Welnhofer, P., 1986. Der Saurier flog wieder. Fossilien, 6/86: 258-264.
Paul, G.S., 1987. Pterodactyl habits -real and radio-controlled. Nature, 328: 481.
23 Detalles técnicos de la maqueta de Quetzalcoatlus tomados del Smithsonian Institution's National
Air and Space Museum.
1 Carroll, R.L., 1978. A Gliding Reptile from the Upper Permian of Madagascar. Palaeontographica
Africana, 21: 143-159. Evans, S.E., 1982. The gliding reptiles of the Upper Permian. Zoological Journal of
the Linnean Society, 76: 97-123; Londres.
2 Schaumberg, G., 1976. Zwei Reptilneufunde (Weigeltisaurus Kuhn (?), Lepidosauria (?), Reptilia aus
dem Kupferschiefer von Richelsdorf (Perm, Hessen), Philippia, 3 (1): 3-8; Kassel.
Evans, S.E., y Haubold, H., 1987. A review of the Upper Permian genera Coelurosuravus,
Weigeltisaurus and Gracilisaurus (Reptilia, Diapsida). Zoological Journal of the Linnean Society, 90: 275-
303; Londres.
3 Robinson, P.L., 1962. Gliding lizards from the Upper Keuper of Great Britain. Proceedings of the
Geological Society London, 1601: 137-146.
4 Colbert, E.H., 1970. The Triassic gliding reptile Icarosaurus. Bulletin of the American Museum of
natural History, 143 (2): 85-142; Nueva York.
5 Sharov, A.G., 1971. Nuevos reptiles voladores del Mesozioco en Kazajstan y Kirghizia. Instituto
Paleontológico, Academia Nauk, Rusia, 130: 104-113; Moscú (en ruso).
6 Cowen, R., 1981. Homonyms of Podopteryx. Journal of Palaeontology, 55: 483.
7 Gans, C., Darevski, I. y Tatarinov, L.P., 1987. Sharovipteryx, a reptilian glider? Paleobiology, 13 (4):
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8 Haubold, H. y Buffetaut, E., 1987. Une nouvelle interprétation de Longuisquama insignis, reptile
énigmatique du Trias supérieur d'Asie central. Comptes Rendus Académie des Sciences, Paris, 305 (II): 65-
70.
9 Meyer, H. von, 1861. Archaeopteryx lithographica (Vogelfeder) und Pterodactylus von Solnhofen.
Neues Jahrbuch für Mineralogie, Geologie und Paläontologie, 1861: 678-679; Stuttgart.
10 Owen, R., 1963. On the Archaeopteryx of von Meyer, with a description of the fossil remains of a
long-tailed species from the lithographic stone of Solnhofen. Philosophical transactions, 153: 33-47;
Londres.
En esta obra aparece la primera descripción del «ejemplar de Londres» del Natural History Museum.
11 Dames, W., 1884. Über Archaeopteryx. Palaeontologische Abhandlungen, 2 (3): 119-198; Berlín.
Descripción del «ejemplar de Berlín» en el Naturkundemuseum de la Universidad Humboldt, Berlín.
Heller, F., 1959. Ein dritter Archaeopteryx-Fund aus den Solnhofener Plattenkalken von
Langenaltheim/Mfr. Erlanger Geologische Abhandlungen, 31: 1-25; Erlangen. Descripción del «ejemplar
Maxberg», todavía en una colección privada. Mayr, F.X., 1973. Ein neuer Archaeopteryx-Fund.
Paläontologishe Zeitschrift, 47: 17-24; Stuttgart.
Wellnhofer, P., 1974. Das fünfte Skelettexemplar von Archaeoptryx. Palaeontographica, A, 147: 169-
216; Stuttgart. Descripción del «ejemplar Eichstätt», en el Jura-Museum de Eichstät, Baviera.
Wellnhofer, P., 1988. Ein neues Exemplar von Archaeoptryx. Archaeopteryx, 6: 1-30; Eichstät.
Descripción del «ejemplar de Solnhofen», en el Bürgermeister Müller Museum en Solnhofen.
12 Meyer, H. von, 1857. Beiträge zur näheren Kenntnis fossiler Reptilien. Neues Jahrbuch für
Mineralogie, Geologie und Paläontologie, 1857: 437; Stuttgart.
Meyer, H. von, 1860. Zur Fauna der Vorbelt. Reptilien aus dem Lithographischen Schiefer in
Deutschland und Frankreich. Frankfurt. Descripción de Pterodactylus crassipes, después de ser reconocido
como Archaeopterys, llamado «ejemplar de Haarlem» por J.H. Ostrom.
13 Ostrom, J.H., 1970. Archaeopteryx: Notice of a «new» specimen. Science, 170: 537-538;
Washington.
Ostrom, J.H., 1972. Description of the Archaeopteryx specimen in the Teyler Museum, Haarlem.
Proceedings of the Koninklijke Nederlandse Akademie van Wetenschappen, B, 75: 289-305; Amsterdam.
14 De Beer, G., 1954. Archaeopteryx lithographica: a study based on the British Museum specimen. 68
p, Londres, British Museum (Natural History).
15 Darwin, Ch., 1859. On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of
Favoured Races in the Struggle for Life. Londres.
16 El debate sobre el significado de Archaeopteryx se presenta de manera interesante y comprensible en
los siguientes libros:
Desmond, A.J., 1975. The bot-blooded dinosaurs. p 134 y sig., Blond and Briggs, Londres.
Wilford, J.N., 1985. The Riddle of the Dinosaurs, p 71 y sig., Knopf Inc., Nueva York.
17 Ostrom, J.H., 1973. The ancestry of birds. Nature, 242: 136; Londres.
Ostrom, J.H., 1976. Archaeopteryx and the origin of birds. Biological Journal of the Linnean Society, 8:
91-182; Londres.
18 Bakker, R.T. y Galton, P.M., 1974. Dinosaur monophyly and a new class of vertebrates. Nature,
248: 168-172; Londres.
19 Hecht, M.K., Ostrom, J.H., Viohl, G. y Wellnhofer, P. (eds), 1985. The Beginnings of Birds.
Proceedings of the International Archaeopteryx Conference Eichstätt, 1984. 38 ponencias, 382 p, Freunde
des Jura-Museums, Eichstätt.
20 Feduccia, A. y Tordoff, H.B., 1979. Feathers of Archaeopteryx: asymmetric vane indicates
aerodynamic function. Science, 203: 1021-1022; Washington.
21 Ostrom, J.H., 1985. The Meaning of Archaeopteryx. op. cit. en ref. 19, 161-176.
22 Heilmann, G., 1926. The Origin of Birds. 210 p, Appleton, Nueva York.
23 Bock, W.J., 1985. The Arboreal Theory for the Origin of Birds. op. cit. en ref. 19: 199-207.
24 Feduccia, A., 1980. The Age of Birds. Harvard University Press, Mass.
Wellnhofer, P., 1989. Archaeopteryx. Spektrum der Wissenschaft, 9, 1989.
Wellnhofer, P., 1990. Archaeopteryx. Scientific American, 262 (5): 70-77; Washington.
25 Sanz, J.L., Bonaparte, J.F. y Lacasa, A. 1988. Unusual Early Cretaceous birds from Spain. Nature,
331: 433-435; Londres.
26 Kurochkin, E.N., 1985. A True Carinate Bird from Lower Cretaceous Deposits in Mongolia and
Other Evidence of Early Cretaceous Birds in Asia. Cretaceous Research, 6: 271-278; Londres.
27 Marsh, O.C., 1880. Odontornithes: a monograph on the extinct toothed birds of North America.
Report of the US Geological Exploration of the Fortieth Parallel, nº 7; Washington.
28 Martin, L.D. y Tate, J., Jr., 1976. The skeleton of Baptornis advenus (Aves: Hesperornithiformes).
Smithsonians Contributions to Paleobiology, 27: 35-66; Washington.
29 Campbell, K.E., Jr., 1980. The world's largest flying bird. Terra, 19 (2): 20-23; Los Ángeles.
Campbell, K.E., Jr. y Tonni, E.P., 1980. A new genus of Teratorn from the Huayquerian of Argentina
(Aves: Teratornithidae). Contributions in Science, 330: 59-68; Los Ángeles.
30 Van Valen, L., 1979. The evolution of bats. Evolutionary Theory, 4: 103-121.
31 Jepsen, G.L., 1966. Early Eocene bat from Wioming. Science, 154: 1333-1339; Washington.
32 Novacek, M.J., 1985. Evidence for echolocation in the oldest known bats. Nature, 315: 140-141;
Londres.
Otros estudios sobre murciélagos:
Norberg, U.M. y Rayner, J.M.V., 1987. Ecological morphology in bats (Mammalia; Chiroptera): wing
adaptations, flight performance, foraging strategy and echolocation. Philosophical Transactions of the
Royal Society of London, B, 316: 335-427.
Fenton, M.B., Racey, P.A. y Rayner, J.M.V. (eds.), 1987. Recent Advances in the Study of Bats,
Cambridge University Press.
Nachtigall, W. (ed.), 1986. Biona Report 5, Bat flight-Fledermausflug, Gustav Fischer Verlag, Stuttgart.