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“ LA MAGÌA DEL PODER DEL VERBO PARA CREAR,

RECREAR Y SANAR O DESTRUIR"

TAMBIÈN SE DIRIGIRÀ LA MEDITACIÒN CON LA


COMUNICACIÒN Y LA UNIDAD.

Mediante un acuerdo de voluntad, respiración y


pronunciación del Verbo, el hombre conquista
progresivamente las etapas de superación interior y, en
proporción, similar, de equilibrio psicofísico. Los
Grandes Maestros de la antigüedad no desconocían el
valor de este recurso y, en toda circunstancia propicia,
transmitieron dichas prácticas provechosas para quien
las encara con capacidad, dedicación y convicción la
literatura esotérica, en general, impone severa
reflexión, cauto avance y consejo atinado de “quien
sabe”. Consciente del valor de dichos preceptos, se
propone exponer de manera concisa, ordenada
sistemáticamente y expresada con sencillez el método
de una doctrina tradicional, surgida en Oriente pero
asimilada ya en casi todo el mundo con mayores o
menores variantes.

Les agradecemos por anticipado vuestra gentil 


asistencia.

MEDITACION: LO SUBTERRANEO, LO SUPERFICIAL, LO


ELEVADO
El sustrato de un ser en un momento determinado, puede ser
subterráneo, o puede ser superficial o puede ser elevado.
Cuando el sustrato, es decir, el fundamento, es subterráneo,
todos los acontecimientos se van a teñir de gris, de oscuro, de
fatalico, de determinismo, son los portadores de las esquelas, de los
malos augurios y de los malos fallos, suele ocurrir cuando la
enfermedad llega, el espíritu se hace subterráneo, deja de
alimentarse de la luz, se vuelve oscuro o lúgubre y allí se siente
seguro.
Otras veces el sustrato es superficial, de tal forma que las
relaciones con los seres con su entorno son mutuo
aprovechamiento, unos más, otros menos, es la sensación de
esclavitud que se instaura de forma automática. Con la justificación
de la posición, la obligación y el sentido del miedo o de la
preocupación.
En el nivel ascendido es aquel que puede contemplar los
acontecimientos bajo las interacciones de la existencia, en base a
las virtudes que cada uno posee, es el nivel sanador por excelencia,
conoce lo subterráneo, sabe de lo superficial, y desde lo ascendido
promueve una visión de conjunto.
Así el sanador puede enseñar la luz, cuando todo está oscuro,
puede enseñar la esclavitud cuando todo parece normal, y puede
mostrar hacia dónde va el cambio, hacia la fusión solidaria, hacia la
interdependencia.
Habitualmente los seres subterráneos y superficiales se
adaptan paulatinamente fáciles a esas situaciones, requieren muy
poco de esfuerzo y resaltan la importancia del ser.
En la posición ascendida la importancia no tiene valor, se
requiere un esfuerzo, y es parte del descubrimiento evolutivo de las
capacidades del ser, es un hacer cotidiano para desprenderse de lo
subterráneo, de lo superficial, y situarse en la perspectiva
contemplativa, integradora, convivencial, en definitiva es aquella
posición que está de acuerdo con el cielo, gestando armonía entre
los hombres, sanar se convierte así en un acto de elevación, la
aptitud sanadora se convierte así en un acto de progresiva
liberación.
Que el día sea luminoso.
Dr. J.L. Padilla Corral

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