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Neopaganismo

Antecedentes
Las primeras religiones fueron animistas, en las que todos los elementos y fenómenos
naturales tenían un alma o principio vital. Más adelante las religiones tomaron un
carácter chamánico, donde sacerdotes y chamanes podían comunicarse con espíritus
de la naturaleza mediante un estado alterado de la consciencia. Después, en muchas
civilizaciones antiguas las religiones evolucionaron hacia el politeísmo, con dioses
organizados de forma familiar y jerárquica según sus habilidades. Finalmente, la
última forma de desarrollo de las religiones fue el monoteísmo, que venera a un único
dios creador.
Desde hace siglos, las religiones monoteístas abrahámicas —cristianismo, judaísmo e
islam— y las dhármicas —budismo e hinduismo— se han expandido y consolidado
como los cultos mayoritarios en el mundo, en ocasiones con violencia. Pero algunos
cultos ancestrales han sobrevivido, como las religiones de los pueblos indígenas en
América o el vudú y el yoruba en África. Otras se han mezclado en sincretismos
como la santería en Cuba o el candomblé en Brasil. Sin embargo, la mayoría de las
religiones antiguas se disolvieron entre la cultura popular, el folclore y la mitología.
La consolidación del sistema económico capitalista a mediados del siglo XX tuvo un
fuerte impacto en la esfera religiosa. En las sociedades occidentales la religión perdió
peso en favor de la economía y el hiperconsumo sustituyó lo espiritual por lo material.
El fracaso de las teorías del desarrollo, el cuestionamiento de la ciencia y la ruptura
con la moral cristiana provocaron una crisis en las sociedades occidentales, la
llamada crisis de la modernidad, que derivó en un sentimiento generalizado de
pérdida de la identidad.

A raíz de esa crisis, algunos empezaron a buscar experiencias espirituales


alternativas, lo que desembocó en el surgimiento del neopaganismo, un conjunto de
movimientos religiosos y esotéricos minoritarios que pretenden revivir creencias
precristianas como el druidismo, la brujería, la religión celta o la nórdica. Los
movimientos neopaganos comenzaron a ganar popularidad en los años treinta y han
ido creciendo hasta hoy. El neopaganismo germánico y la wicca, que beben de la
religión nórdica y de la brujería, son dos de los más representativos.
Neopaganismo
Los neopaganismos romantizan las religiones ancestrales, considerando que entonces
la gente vivía en armonía con la Tierra. Politeístas y esotéricos, estos movimientos
comparten la veneración por la naturaleza y la práctica de rituales mágicos. En
principio no persiguen activamente el aumento de sus seguidores, y respetan al resto de
religiones, dándole gran importancia a la libertad de cada individuo para elegir su
propia espiritualidad.

Pagano
“Pagano” viene del latín paganus, que significa ‘aldeano’ o ‘campesino’. Los cristianos en el
Imperio romano comenzaron a utilizar el término de forma despectiva en el siglo V, después
de que el emperador Teodosio convirtiera el cristianismo en la religión oficial del Imperio
mediante el Edicto de Tesalónica en el 380 d. C. La transformación religiosa se produjo más
rápido en las ciudades que en las zonas rurales, dada la fuerte hostilidad que el cristianismo
suscitaba en el campo. La palabra “pagano” pasó así a designar de manera peyorativa a
quien adorase a los dioses considerados falsos, ya fueran los del antiguo panteón grecorromano
o los de otros pueblos. El cristianismo siguió expandiéndose por Europa durante la Edad
Media, pero lo hizo sobre todo en la Edad Moderna con su imposición en América y Asia.
Aunque etimológicamente solo serían neopaganos los movimientos que recuperan la fe
de las antiguas religiones precristianas y prerromanas en Europa, en la práctica son
un amplio espectro de religiones ancestrales que abarcan varias épocas, lugares y
culturas del mundo. Esto incluye desde el druidismo céltico y el kemetismo egipcio
hasta el ásatrú escandinavo, pasando por el politeísmo clásico de Grecia y Roma, los
romuva de Lituania, el tengrianismo de las estepas asiáticas o el guanchismo de las
islas Canarias. Estas religiones son interpretadas desde un marco occidental: el
kemetismo egipcio, por ejemplo, nació en Estados Unidos y allí está el grueso de sus
seguidores, y el neochamanismo se ha apropiado de tradiciones indígenas y ha
modificado sus rituales.
Suelen distinguirse dos grandes grupos de movimientos neopaganos: eclécticos y
reconstruccionistas. Los eclécticos reúnen cultos, divinidades y panteones con elementos
modernos y paganos. Este grupo incluye a la wicca y al neodruidismo celta, entre
otros. Por su parte, los reconstruccionistas buscan recrear las prácticas espirituales de
sus ancestros siguiendo las evidencias arqueológicas e históricas. Sin embargo, este
afán suele ser problemático dada la escasez y poca fiabilidad de las fuentes: muchas
fueron escritas de manera fragmentada y sesgada por cristianos varios siglos después.
En este grupo entran algunas corrientes del ásatrú y el odinismo nórdico.
Los movimientos neopaganos también han sido espacios alternativos críticos con el
sistema socioeconómico dominante. Muchas formas de paganismo ecléctico han
desarrollado críticas feministas y ecologistas. Los reconstruccionistas, que dan gran
importancia a la herencia étnica, han tendido a vincularse con movimientos
nacionalistas o supremacistas.
Ramas principales del
neopaganismo
Brujería tradicional
Wicca y tradiciones derivadas
Los sincretismos
Reconstructivismo neopagano

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