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Interpretación iconológica de las pinturas negras de Goya

SANTIAGO SEBASTIÁN

«Porque es indudable que en Goya existe todavía ese rescoldo de humanismo después per-
dido, que le permitía entender y emplear el lenguaje de la fábula». (Diego Angulo)

Las investigaciones más recientes acerca de Goya cuándo empezó a vivir Goya ni en qué fecha reali-
están preocupadas fundamentalmente por los pro- zó las famosas pinturas. Se cree que le acompañó
blemas iconográficos ya que ellos permitirán una su «ama de llaves», Doña Leocadia Zorrilla de
interpretación más ajustada de la obra del gran pin- Weiss. Si es cierto que en abril de 1820 Goya vivía
tor aragonés. Por otra parte, ello es de gran inte- en ella y que en 17 de septiembre de 1823 el pin-
rés, como apuntó Bialostocki, por el papel clave que tor otorgó escritura de donación a favor de su nie-
representa Goya en la evolución de temas icono- to Mariano de Goya, que entonces contaba dieci-
gráficos que hasta él permanecieron casi inaltera- siete años. A finales de 1819 Goya salió de una
bles. Es verdad que gracias a Goya se abrieron las grave enfermedad y buscó este retiro para huir de
puertas del arte moderno, conviene puntualizar la ciudad, cuyo ambiente era irrespirable por la
ahora cuál fue su personal aportación en la inter- opresión, la delación y la hipocresía; por otra par-
pretación de viejos temas. Sin duda, su papel se ha te, la Inquisición le había abierto de nuevo expe-
de agigantear: esa impresión, al menos, tengo, y diente, e incluso podía meterse en su vida privada.
quiero corroborarla con la aplicación del método Gassier y Wilson puntualizan al respecto: «En el
iconológico a un conjunto de pinturas tan expre- caos político y económico en que se hunde Espa-
sivas y singulares como las que pensó y realizó a la ña, la Quinta del Sordo será para él un refugio de
hora de decorar dos salas de su casa particular, la paz, quizá su última morada; allá podrá vivir y tra-
conocida como Quinta del Sordo, cuyos muros re- bajar lejos de las miradas indiscretas, con esa jo-
cogieron su personal visión del mundo en un mo- ven compañera cuya elegante y melancólica figura
mento crucial no sólo de la historia de España sino pintara a la misma entrada de la casa, sobre el lienzo
del arte occidental. Como verá el lector, ha sido mi de pared izquierdo de la pieza principal» 2. Esta mu-
propósito al intentar esta investigación poner de jer, según el testimonio directo del pintor Antonio
manifiesto la base humanística del arte de Goya. Brugada, autor de un inventario de la Quinta, fue
Nos es ahora la ocasión de discutir el breve re- anotada como «La Leocadia», que es la que acaba-
tiro del pintor en esta mansión, situada en las afue- mos de mencionar. Parece que Goya se hallaba en
ras de Madrid y conocida como la Quinta del Sor- el momento propicio para pintar su testamento, la
do 1 . La verdad es que no se sabe con certeza obra que resumirá cuanto hasta entonces había apa-
recido en forma fragmentaria en sus pinturas, gra-

1 Remito al lector al documentado estudio de F. M. SÁNCHEZ


CANTÓN y X. DE SALAS: Goya y sus pinturas negras en la Quinta 2 P. G ASSIER y J. WILSON, Vida y obra de Francisco de Goya,

del Sordo, Barcelona, 1963. Trad. Editorial Juventud, Barcelona, 1974, pág. 315.
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bados y dibujos. La rápida donación a su nieto se Escorial, en 1775, y poco después en el Palacio del
explica porque, vuelto Fernando VII, temió que se Pardo, donde mantiene las ideas convencionales al
la pudiera confiscar la política antiliberal que se uso. El pintor aragonés rompió con estos recetarios
avecinaba; reincidiendo en este temor, marchó a al decorar, hacia 1790, la mansión campestre de los
Francia en 1824. Duques de Osuna: La Alameda. Por ello, en 1820,
Hasta hace dos decenios la crítica no llegó a tras la catarsis espiritual sufrida por Goya, al deco-
plantearse el problema del significado del conjun- rar su propia casa, no tuvo imposiciones de mece-
to de las llamadas Pinuras Negras, que, tras una se- nas, y meditó profundamente un plan —casi di-
rie venturosa de viajes, encontraron honroso espa- ríamos un programa— con un hilo conductor, que
cio en el Museo del Prado. Uno de los primeros unió y ordenó los temas elegidos, de acuerdo con
en intuir el significado de la Quinta del Sordo fue una tradición humanística, y con trazos bastante
mi maestro Don Diego Angulo, dejándolo consig- firmes, según veremos.
nado en una nota de Archivo Español, cuyo interés En cuanto a la disposición de las pinturas en las
sobrepasa con mucho la modestia con que fue es- Salas Baja y Alta de la Quinta sigo los planos de
crita 3 . Don Diego atacaba a la crítica tradicional Gassier, basados en la obra monumental de Sánchez
que juzgaba superficialmente aquellas pinturas Cantón y Savier de Salas, antes mencionada; tu-
como mero capricho; declaraba abiertamente que vieron en cuenta los dos inventarios existentes: el
las pinturas no le parecían hijas del capricho sino de Brugada, de 1828, y el de Yriarte, de 1867. Pese
que aquellos temas habían sido «pensados y orde- al humor de Goya, no es admisible que pensase te-
nados de acuerdo con una idea central que liga y mas tan tremebundos para una pieza que serviría
justifica su presencia en el conjunto». Intuyó que sólo ocasionalmente de comedor. La misión de las
Goya fue movido por un estado de ánimo triste, piezas fue otra.
al que se podía calificar de melancólico. Coincidía El programa de la Sala Baja parece bastante co-
con la clave usada por Nordström en una mono- herente en sus tres parejas de composiciones, co-
grafía memorable, publicada el mismo año en Sue- locadas en muros opuestos. El visitante, al pene-
cia. Sin duda alguna, la gran monografía de Folke trar, encontraba en el muro del fondo las dos
Nordström, Goya, Saturno and Melancholy 4 , nos pinturas más importantes: Saturno devorando a un
dio una interpretación magistral no sólo de esta se- hijo y Judit y Holofernes. Angulo, Nordström y
rie sino de otras de Goya. Glendinning han subrayado la importancia de esta
El más reciente trabajo de interpretación de la pareja de temas, especialmente el de Saturno, al que
Quinta del Sordo se debe a mi amigo Nigel se ha considerado como clave del conjunto. Pero,
Glendinning 5. Ha analizado el interés de Goya en consideremos los cuadros separadamente.
agrupar sus obras bajo distintos motivos; por otra La imagen terrible de Saturno devorando a su
parte la decoración de una villa como la Quinta hijo no viene de la tradición clásica; este mensaje
mencionada tenía esquemas iconográficos más o siniestro fue forjado como imagen en la Edad Me-
menos fijos desde el siglo XVI. Glendinning nos dia y vino a dar el tipo humano llamado «satur-
recuerda que Menestrier en su Art des emblèmes (Pa- niano» para señalar al hombre de temperamento
rís, 1684) da la temática para la decoración de ca- sombrío. Se explicaba que los humanos nacidos
sas de campo, con escenas de la vida rural y hasta bajo la influencia de Saturno estaban condenados
otras espigadas de Ovidio. Estas normas las siguió a la melancolía, podían ser sabios pero no felices;
Goya al diseñar los tapices para el comedor de El por otra parte, Saturno era el responsable de los
desastres que azotaban a la humanidad: guerras,
hambres, inundaciones, etc. Nuestro famoso An-
drés de Li en su Repertorio de los tiempos 6 ,
3 D. A NGULO, «El Saturno y las pinturas negras de Goya»,

Archivo Español de Arte, Madrid, 1962, núm. 138, pág. 173.


4 Publicada en Uppsala Studies in the History of Art, Uppsala,

1962.
5 N. G LENDINNING , The Interpretation of Goya’s Back

Painting. Discurso inaugural del curso 1977-1978 del Queen 6 Cito por la edición de Toledo de 1546, reeditada en Bar-

Mary College, University of London. celona en 1978, por la Editorial Bosch.


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incunable zaragozano de fines del siglo XV, dice al figuras de María, con Virtudes, especialmente las
respecto sobre el carácter de Saturno: «Muestra des- Cadinales; en este sentido quiero mencionar un
trucción, muerte, tristura, lloro y sospiro y sobre ejemplo realizado por un cuñado de Goya, fray
todo el pensamiento del hombre y sobre toda cosa Manuel Bayeu, a principios del siglo XIX en la igle-
vieja y antigua». Panofsky ha puntualizado sobre sia cartujana de Valldemossa, en cuya cúpula apa-
esta imagen del mito de Saturno afirmando que fue rece Judit en una pechina en relación con la Tem-
favorita de los artistas bajomedievales, quienes re- planza 11, como ya la mencionaba San Ambrosio
currieron tanto a la imagen de antropofagia como en el siglo IV.
al motivo de la pierna rota, y concluye: «En una Quizá se ha exagerado la relación Saturno-Judit
forma más o menos clasicista, ambas escenas con- con base en el precedente del programa del techo
tinúan hasta el Alto Renacimiento y el Barroco e italiano que se guarda en el Museo de Jacquemart
incluso hasta después; el horrible Saturno de Goya André, de París, atribuido al artista italiano
es conocido de todo el mundo» 7 . Girolamo Mocetto (muerto en 1531) 12, y que
Nordström ha encontrado en esta imagen una traen a colación tanto Angulo como Nordström.
pieza clave para su hipótesis y otro tanto hay que Seznec recuerda que es discutible el orden de las
decir con respecto a Angulo, quien se pregunta: figuras y por tanto no sabemos si las vecinas de
«¿No debía de tener conciencia el propio Goya vie- Saturno y Judit lo estuvieron originariamente; se-
jo de encontrarse bajo el dominio del dios al con- ría deseable un testimonio humanístico que avalara
cebir las pinturas de su casa y la mayoría de sus la disposición de las imágenes de tan complejo pro-
estampas?» 8. No en vano escribió un famoso tra- grama moral y didáctico.
tadista español del siglo XVI que Saturno «hace a El orden de lectura iconológica nos lleva al muro
los hombres sobre que tiene dominio tristes, por frontero, el de la puerta, con sendos temas, rela-
ser Saturno de complexión fría y seca y melancóli- cionados diagonalmente con los anteriores: «Dos
ca, cosas que repugnan a la alegría. Otrosi, hace a frailes viejos o ermitaños» y «La Leocadia». El pri-
los hombres de gran pensamiento, y los hombres mero se relaciona en diagonal con Saturno, por
imaginativos son de poco placer» 9. Todo como una cuanto este planeta, como dice Andrés de Li tiene
premonición de lo que será Goya dos siglos más «dominio en los hombres sobre los ermitaños, vie-
tarde. jos», etc. Entre los hombres sometidos a su influen-
La imagen de Saturno forma pareja con la bí- cia están los que reflejan su naturaleza indeseable,
blica de Judit y Holofernes, expresando uno de esos con excepción de un monje o eremita, humilde re-
paralelismos tan frecuentes en la tradición icono- presentante de la vita contemplativa 13, al que sin
gráfica y en las elucubraciones humanísticas. Como duda se refiere Goya en su peculiar interpretación.
es sabido, este personaje femenino del Antiguo Tes- Por otra parte, ambas figuras subrayan el sentimien-
tamento es una prefigura de la Virgen María. Puesto to de melancolía que invadió aquel espacio, lo que
que Judit está en un contexto, hemos de ver lo que corrobora un grabado germano, hacia 1525, pues-
significa con relación a Holofernes: en el Speculum to de manifiesto por Nordström, con dos viejos
Virginis, del siglo XII, aparece junto a Sísara y Jael para aludir al hombre melancólico.
para manifestar el triunfo de la Humildad sobre la Y la lectura continúa con el retrato de la manola
Soberbia de Holofernes, otras veces este personaje identificada con La Leocadia, relacionada diagonal-
conlleva alusión a la Lujuria 10 . Quizás más frecuen- mente con Judit. Está representada muy seria, pero
te fue la relación de figuras femeninas bíblicas, pre- llena de juventud y belleza, apoyada en una espe-

7 E. P ANOFSKY, Estudios sobre iconología, Trad., Madrid,

1972, pág. 103. 11 A. A L ONSO F ERNÁNDEZ , Patrimonio artístico de


8 D. ANGULO, ob. cit., pág. 174. Valldemossa, Palma de Mallorca, 1971.
9 J. PÉREZ DE MOYA, Filosofía secreta, Barcelona, 1977, I, 12 L. VENTURI, «Una risorta casa del Rinascimento italiano»,

pág. 70. L’Arte, XVII, pág. 1.972.


10 Lexikon der Christlichen Ikonographie, Vol. II, Ed. Herder, 13 A. DE LI , Repertorio de los tiempos, pág. 61.

Freiburg, 1970. E. PANOFSKY , ob. cit., pág. 102.


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cie de montículo en el que se distingue la barandi- mente de un «Sabbat», que aparece en los proce-
lla de hierro de una tumba; su actitud, con la ca- sos inquisistoriales a mediados del siglo XIV, así dos
beza apoyada en el brazo izquierdo, recuerda la brujas tolosanas de esta época afirmaban ya: «Que
imagen de El Poeta, dibujo de Ribera hacia 1630, muy a menudo, y siempre en la noche del viernes
visto como imagen del tipo melancólico 14. La in- al sábado, han asistido al Sabbat, que se celebraba
troducción de este personaje de la vida real e ínti- ora en un lugar, ora en otro», una de ella, Ana Ma-
ma de Goya en este antro de la melancolía es como ría de Georgel, tuvo la visión de un monstruo al
para explicar que también esta mujer participaba que se entregó: «Entonces él le sopló en la boda y
de la influencia de Saturno y su vestido negro, de desde el sábado siguiente fue llevada al Sabbat, por
luto, le recordaría al pintor que están sometidos al el simple efecto de su voluntad. Allí se encontró
mencionado planeta «los que facen mortajas y con un macho cabrío gigantesco, al que saludó y
huesas» 15. Ella, más joven, prepararía su tumba. al que se abandonó» 18. Y no es la única vez que
La lectura iconológica alcanza su clímax en dos aparece así, el macho cabrío es una figura corrien-
grandes composiciones: La romería de San Isidro y te a lo largo de la historia de la brujería, como ha
El Aquelarre, que estuvieron situadas fronte- demostrado la investigadora de este tema Margaret
ramente, paralelas al eje de entrada, relacionadas Murray 19. Por otra parte, para la conexión de la
con Saturno y la melancolía. Con respecto al tema brujería con la Melancolía Nordström ha traído a
de la brujería, aparentemente extraño, no hay que colación el cuadro de Lucas Cranach La Melanco-
olvidar que vemos un «Sabbat», es decir, una asam- lía, del Museo de Copenhague, de la primera mi-
blea infernal presidida por Satanás en el tema del tad del siglo XVI, que presenta un fondo con ca-
Aquelarre. Nuevamente estamos bajo la influencia balgata de brujas 20.
de Saturno, al que está dedicado el sábado, y otro En el ciclo de la Sala Baja está la composición
tanto hay que decir del protagonista, el Gran Ca- de la Romería de San Isidro, escena que nuevamen-
brón —Capricornio—, que es un signo zodiacal te hay que ver en el contexto de Saturno por cuanto
bajo la influencia del mismo planeta. El conocido este planeta —explica Li en su almanaque— «quie-
almanaque de Andrés de Li, editado en Zaragoza re decir tanto como sembrador, ca el primero que
a fines del siglo XV, puntualiza: «Aqueste signo lla- demostró de sembrar, arar, injerir en Italia fue él,
mado capricornus es asignado al planeta Saturno y por ende le pintaron con la hoz en la mano y
por delante porque el sol entra en aqueste signo a comiendo a sus hijos porque todas las cosas que el
doce de deciembre y cuando entra en el primer gra- tiempo produce él mesmo se las consume» 21. Para
do son los días de nueve horas y luego comienza comprender el tema hay que quitarle la precisa re-
decrescer y desde que entra el sol en aqueste signo ferencia hagiográfica del patrono de Madrid y de
fasta que sale crece el día media hora… E el que los agricultores, sin duda, la intención de Goya fue
nasciere en aqueste signo será hombre que terná sus otra, siempre dentro del mundo saturniano, trató
hermanos por enemigos, terná buena crianza, será de hacer una evocación moderna de las Saturnalia
muy franco y muy malenconioso» 16. Sobre el ori- de Roma. «Este festival famoso recaía en diciem-
gen de este Aquelarre creo que la crítica ha insisti- bre, el último mes del calendario romano y el pue-
do mucho en el conocido Auto de Fe de Logroño de blo suponía que su objeto era conmemorar el feliz
1610, que editó Moratín, gran amigo de Goya, y reinado de Saturno, dios de la siembra y de la agri-
que éste necesariamente debió de conocer 17. Qui- cultura, que vivió en la tierra hace mucho tiempo
zá no habría que concretar tanto, se trata sencilla- como un rey de Italia, benéfico y justo que atrajo
a los toscos y diseminados montañeses a reunirse,

14 F. NORDSTRÖM , ob. cit., pág. 208-210.


15 A. DE LI, ob. cit., pág. 61. 18 J. CARO BAROJA, ob. cit., pág. 115-116.
16 A. DE LI, ob. cit., pág. 72. 19 M. A. MURRAY, El culto de la brujería en Europa Occiden-
17 Vid. transcripción de pasajes más importantes en F. J. tal, Trad., Barcelona, 1978, pág. 79.
SÁNCHEZ CANTÓN (ob. cit., pág. 48). La misma opinión man- 20 Remite al estudio de PANOFSKY-SAXL: «Dürers Melencolia

tiene J. CARO BAROJA (Las brujas y su mundo, 4.ª ed., Madrid, I», Studien der Bibliotek Warburg, II, Leipzig-Berlín, 1923. Tex-
1973, pág. 275. to que no he podido consultar.
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enseñándoles a cultivar el suelo, dándoles leyes y Edgar Wind, con su gran conocimiento de la cul-
reinando en paz. Su reinado fue la fabulosa Edad tura humanística, ve también el mito de Saturno
de Oro: la tierra producía abundantemente, nin- devorando a sus hijos dentro de la misma dialécti-
gún fragor de guerra o discordia perturbaba al ca, y otro tanto podemos decir del desmembra-
mundo feliz; ningún maléfico afán de lucro miento realizado por la heroína bíblica Judit. El
empozanaba la sangre de los campesinos industrio- mismo señala en el manuscrito parisino Les èchecs
sos y contentos. La esclavitud y la propiedad eran amoureux dos escenas simétricas que comportan el
desconocidas totalmente; todos los hombres tenían «divino tragar» con referencia a Saturno y el «divi-
todas las cosas en común. Al fin el buen dios, el no desmembramiento» con respecto a Urano, que
rey afable, desapareció súbitamente; pero su me- podemos considerar como el precedente más próxi-
moria fue amada durante muchos años, se erigie- mo a la obra de Goya a nivel iconológico.
ron templos en su honor y muchas colinas y sitios Frente a la lectura cerrada del Piso Inferior, que
altos de Italia llevaban su nombre» 22. Queda claro acabamos de hacer, la lectura de la Sala Superior
que tal recuerdo visto por un melancólico como parece tener otro matiz, y la clave no aparece con
Goya, en ese preciso momento histórico, suponía claridad semejante. Tal clave parece estar en el muro
para el pueblo español una enorme frustración: así lateral izquierdo, en la composición de Atropos o
era la creación de esta negra melancolía. Las Parcas, aunque su colocación pudiera ser dis-
Finalmente, a la hora de buscar una interpreta- cutible. El grupo lo forman cuatro figuras, es de-
ción a este espacio hay que insistir que estamos en cir, las tres hijas de la Noche y una cuarta, un hom-
un antro saturniano, semejante a los que están bajo bre que mira escrutadoramente al espectador y
la influencia de Saturno como «prisiones, cuavas, aparece con las manos unidas a la espalda. Juan
sepulcros de muertos y todos lugares escuros y des- Pérez de Moya nos informa que para los antiguos
poblados» 23. Era el espacio adecuado para retirar- «no sólo no se podrá hacer alguna cosa sin la vo-
se un genio como Goya, quien, para recrear el luntad de las Parcas, mas aún la vida de los hom-
mundo, recurrió a su destrucción con imágenes tan bres estaba en la mano destas tres hermanas…
espeluznantes como el canibalismo de Saturno y la Dicense Parcas por antifrasis, porque a ninguno
decapitación de Holofernes. Esta visión del mun- perdonan, porque dice que en naciendo el hom-
do sólo es comprensible dentro de la dialéctica bre hilan su vida en una rueca: Cloto de la estopa,
platónica, tal como la expresaron algunos filósofos o tiene la rueca; Lachesis la hila; Atropos corta el
del Renacimiento. El «desmembramiento» de dio- hilo… Decían habitar en una cueva y de allí salir
ses como Urano, Osiris, Attis y Dionisos representó a las obras humanas cuando era menester 25.
para los teólogos neo-órficos un misterio: «porque Goya se apartó de los recetarios iconográficos
siempre que el Uno supremo desciende sobre lo prescindiendo en Cloto de la rueca y de la estopa, y
Múltiple, este acto de creación es imaginado como ha puesto en sus manos a un recién nacido. Al no
un sacrificio agónico, como si el Uno fuese corta- tener hilo que trabajar, Láquesis lleva un espejo, atri-
do en pedazos y esparcido. En este sentido, la Crea- buto no explicado hasta ahora por los estudiosos del
ción es concebida como una muerte cosmogónica, tema; es preciso aclarar que el espejo es un atributo
mediante la cual el poder concentrado de una dei- del Tiempo, según explica Ripa, y vino a convertir-
dad es sacrificado y repartido: pero el descenso y di- se en símbolo típico de lo transitorio tal y como ex-
fusión del poder divino es seguido por una resurrec- presa Shakespeare en sus sonetos 3 y 77 y en la es-
ción, cuando lo Múltiple es recogido en el Uno» 24 . cena del espejo de su obra Ricardo II (IV, 1) 26.
Atropos mantiene la tijera y no el dardo que mos-
tró en la iconografía del siglo XVI, así aparece en
los grabados del libro de Olivier de la Marche: Le
Chevalier Déliberé y en la traducción castellana del
21 A. DE LI, ob. cit., pág. 61.
22 Sir J. G. FRAZER, La Rama Dorada. Magia y Religión, 5.ª
Ed., México, 1965, pág. 657.
23 A. DE LI , ob. cit., pág. 61.
24 E. WIND, Los misterios paganos del Renacimiento, Trad., 25 J. PÉREZ DE M OYA, ob. cit., II, pág. 395.
Barcelona, 1972, pág. 138. 26 E. PANOFSKY, ob. cit., pág. 106-109.
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mismo por Hernando de Acuña bajo el título de El mo tiene como espectadoras a dos mujeres de la
Caballero Determinado (Amberes, 1553) 27; tal pre- calle, que ríen ante un hombre en los espasmos de
ponderancia adquirió Atropos que vino a significar la masturbación, era, pues, la versión actual de un
la misma Muerte. Muy expresiva es la cuarta figura, vicio ya consignado en la Biblia.
ésa que mira penetrantemente al espectador: ¿Se trata Por último, queda el tema Paseo del Santo Oficio,
acaso —como pensó Angulo 28— del hombre caren- en el que Goya aborda la dimensión religiosa oficial
te de libertad y esclavo de su destino? Su gesto an- de la vida española, para criticar, sin duda, a este tri-
gustioso y el hecho de aparecer con las manos uni- bunal que intentaba controlar la verdad y la mani-
das por la espalda nos recordará los famosos esclavos festación de lo espiritual; para Goya tal institución
de Miguel Ángel en la tumba de Julio II, y como no es más que un instrumento de presión, verdade-
ellos sería imagen del hombre privado de libertad y ro signo de lo irracional, que en lugar de liberar al
sometido al capricho de las Parcas. pueblo, lo tenía sometido a esclavitud 31. Nuevamen-
Goya, como hijo del Siglo de la Ilustración, te reina en este espacio de la Sala Alta el genio som-
piensa quizá que las Parcas son hijas de la Noche y brío de Goya, dominado por la melancolía, como
que los males acaecen por el poco saber de los hom- vimos en el espacio de la primera sala.
bres 29. Bajo esta idea se explica la composición del Quizá sólo faltaría buscar la razón de la jerarquía
mismo muro, titulada Duelo a garrotazos, imagen de espacios, o al menos tratar de comprender por
de la Discordia humana sin más solución que la qué puso el tema dominante de Saturno en la Sala
liberación por la muerte de uno de ellos o por la Baja, y los restantes temas en torno a las Parcas, en
de ambos. Otro tanto podíamos decir de El Perro, la Sala Superior. La lógica no parece estar ausente
el animal cuya fidelidad va más allá de la muerte, por cuanto los espacios «saturnianos», según hemos
y que aquí parece estar condenado a morir ente- visto, son tumbas, cuevas y lugares oscuros: natu-
rrado en la arena, como vio Angulo. ralmente, se trata de espacios colocados a nivel sub-
Si el hombre depende de la arbitrariedad de las terráneo, donde está el reino de las sombras y de la
Parcas, las hijas de la Noche, hay que evitar el ori- muerte, en fin, como hemos visto, de la destrucción.
gen de la vida, que no trae para los humanos sino Obviamente, es la zona infernal, pues Saturno vive
dolor e ignorancia, hasta llegar a la muerte. Bajo en los infiernos desde que fue destronado por su hijo
esta idea se explicarían las composiciones de Júpiter, según nos explica Pérez de Moya en su me-
Asmodea y Dos mujeres burlándose de un hombre. morable libro La Filosofía Secreta.
Ambas escenas tienen ya precedentes bíblicos, la La Sala del Primer Piso corresponde a un nivel
primera está inspirada en el Libro de Tobías (3:17) terrestre, en el que transcurre la vida del hombre,
y la segunda recordaría el caso de Onán, que al no que carece de la libertad y dignidad, propias de los
querer descendencia de su esposa Tamar fue casti- dioses, y está sometida al libre albedrío de las Par-
gado con la muerte. Ambos temas en la versión cas, que moran en una cueva y son hijas de la No-
goyesca sufren las metamorfosis iconográficas a que che. Cuando no son las Parcas, que siguen las le-
nos tiene acostumbrados, así, Asmodeo, el demo- yes de la Necesidad, según Platón, la vida del
nio maligno que asesinaba a los maridos, es una hombre es destruida en su origen por Onán, que
diablesa bella y corpulenta 30 . El tema del onanis- profana el semen, o por los demonios malignos,
que atentan contra la familia. En este conjunto de
la Quinta del Sordo falta un tercer nivel, el del cie-
lo, que para Goya no existe; su genio saturniano
27 C. C LAVERÍA , «Le Chevalier déliberé» y sus traducciones es-
se recreaba sólo en la destrucción, y quizá tendría
pañolas en el siglo XVI, Zaragoza, 1952. Atropos no falta en el la esperanza de la vida con el renacer cosmogónico,
Túmulo de Carlos V en Valladolid, véase J. J. A BELLA RUBIO
(«Los túmulos de Carlos V en el mundo hispánico», tesina de cual protagonista de un viejo mito, hecho realidad
un alumno mío, próxima a publicarse en el Boletín del Semina- para construir el mundo moderno.
rio de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid.
28 D. ANGULO, ob. cit., pág. 175.
29 Tal expresa también en el XVI PÉREZ DE MOYA (ob. cit.,

II, pág. 396).


30 Es el mismo protagonista de la novela El Diablo Cojuelo

de Luis Vélez de Guevara que inspiró a Alain-René Lesage (Le


Diable Boiteux, obra muy leída en la época). 31 Se me escapa el sentido de la composición Hombres yendo.

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