Está en la página 1de 3

Escuela Secundaria N° 70 “Senderos”

Espacio Curricular: Lengua y Literatura


Curso: 5°
Profesor: Tropini, Anahí
Año:2023
Estudiante:

Consignas

1) Lee el texto llamado “Actores en el bullyng”.

Actores en el Bullying
Dentro del acoso escolar se ha determinado que existen tres «actores» o participantes:
Acosado o víctima: la persona de cualquier edad a quien se le infringe cualquier tipo de violencia. Suele ser una
persona tímida e insegura que probablemente mantiene una excesiva protección de los padres y suele ser menos fuerte
físicamente.
Agresor, acosador, victimario, “bully” o “buller”: es la persona o grupo de personas que realiza y mantiene
algún tipo de maltrato físico, verbal o psicológico sobre la acosada o él acosado. Suele ser físicamente fuerte,
impulsivo, dominante, con conductas antisociales y poco empático con sus víctimas.
Espectador u observador: generalmente es un compañero que presencia las situaciones de intimidación. Puede
aprobar la intimidación, reprobarla o negarla. El espectador desempeña un papel muy importante ya que al reírse o
pasar por alto el maltrato, contribuye a perpetuarlo o reforzarlo. Asimismo, su participación para solucionar el acoso
es fundamental, ya que puede contener el abuso si evita aplaudir, o bien, apoyar a las víctimas si denuncia las
agresiones.

2) Lee los siguientes casos que narran las experiencias de algunas víctimas de bullyng. Están ordenados mediante
las letras A, B, C y D.
3) Explica quiénes son las víctimas, los acosadores y los espectadores.
4) De las situaciones de bullyng leídas, no todas están resueltas y otras se encuentran en proceso de solución. En
esos casos, ¿qué hubiera podido servir o ayudaría a acabar con el acoso?
5) ¿Has experimentado algo así en tu vida o sabes que lo sufre alguien conocido (hermano, primo, vecino, etc.)? Si
sos consciente de que alguien está sufriendo de ese modo, ¿te atreverías abandonar el lugar de espectador?
6) ¿Tienes conocimiento de hechos de bullyng cuyas consecuencias, directas o indirectas, hayan sido graves para él
o los perjudicados? Si es así, ¿esas derivaciones se hubieran podido evitar?

Historias reales de víctimas de bullying


A. Desde 1966 hasta 1976 bullying verbal

Me llamaban gorda en el colegio tanto niñas compañeras de clase como de otros cursos.
Así día tras día. Crecí sabiendo que era gorda y pensaba que no valía lo mismo que otras niñas porque no
querían jugar conmigo.  Había chicas de mi colegio, también vecinas del barrio, que me insultaban cuando
pasaba por su lado y no me dejaban entrar en ciertas calles de la zona porque era donde ellas jugaban.
Una vez, quise subirme a los columpios de metal del patio vecinal, pero el portero salió rápidamente y me
dijo que estaba demasiado gorda para montarme y que los iba a romper. Nunca me dejó subirme.
En aquella época, a todo eso lo llamaban “cosas de críos”.
Si tienes un hijo al que insultan o pegan ayúdale y apóyale. Si quien lee esto está pasando por una situación
de acoso escolar, del tipo que sea, habla y cuenta lo que te ocurre porque hoy sí hay medios para que te
ayuden y los padres sí hacen caso.

B.Desde 1977 hasta 1989 bullying verbal y social

Desde muy pequeña sentí que no encajaba en ninguna parte. No hacía amigos con facilidad. Mi experiencia
en el colegio no fue mala en general, pero algunos episodios me marcaron y me hicieron sufrir. 
 Un día cuando tenía unos cuatro años, lo que antes era 2º de nivel inicial, tuve que salir a cantar en
clase. La maestra tuvo que salir un momento, justo cuando yo iba a empezar. A las dos frases dos niños de la
primera fila me llamaron gorda, se rieron y con ellos el resto de la clase… Este hecho cambió mi forma de
verme. Cada vez que alguien ha criticado mi peso, ha hablado de lo que como o lo que dejo de comer… me ha
venido a la mente este recuerdo y me ha hecho sentir pequeña, que valía menos por pesar unos kilos de más y
mi autoestima se ha resentido. 
 En Primer Grado, además de “gorda”, tenía gafas y unos zapatos ortopédicos para corregir mi pisada. Lo
siguiente fueron las risas por las escaleras de niñas incluso de otros cursos, y frases como “esos zapatos son
de subnormal” y “vaya gafotas”. 
Yo llegaba a mi casa llorando y eso eran “cosas de niños”, que era lo que se decía antes… que yo no tenía
que hacerles caso.
 Recuerdo otra vez que una niña me empujó contra las escaleras, caí y me di un fuerte golpe en la espalda,
en la zona lumbar. Al llegar a casa un morado cubría toda esa parte de mi espalda. Mi madre se asustó, pero
jamás se quejó al colegio ni se hizo nada al respecto. Y por suerte nunca se volvió a repetir.
 Todo esto afectó mi infancia, mi adolescencia y ha llegado incluso a afectarme en mi etapa adulta; la baja
autoestima ha hecho de mí muchas veces una persona insegura, y en ocasiones ha atraído a cierto tipo de
“amistades” que se han aprovechado de ello.
 No me atrevería a comparar mi experiencia con la de otras personas que han sufrido bullying de manera
brutal, pero si mi experiencia personal puede servir de algo, diré:
 No son cosas de críos… Pide ayuda a un adulto, piensa que ellos crecerán y serán unas personas tristes.
Recuerda que todo pasa, que te hará más fuerte, que aprenderás a valerte por ti mismo y eso quedará
atrás. La vida es muy larga y muy corta a la vez, pero no hay que irse sin luchar.

C.1996 episodio de bullying psicológico y verbal

Con 12 años de la noche a la mañana cinco chicas del colegio, que eran dos años mayores que yo, empezaron a
insultarme por los pasillos (“cara de mono”, “hija de p…”, “asquerosa…”) y a acorralarme en los recreos. Frases
como “ten cuidado que sabemos dónde vives” y “no tiembles que te vas a mear de miedo” las escuchaba casi a
diario.  No entendía qué les había hecho porque no las conocía de nada más que de vista hasta entonces. 
 Tras casi tres meses de aguantar sus insultos y frases, me esperaron en el callejón de la puerta trasera del
colegio para pegarme. No me pegaron porque ese día llegué tarde a clase por una bendita cita médica –esas
casualidades que a veces te preguntas si no lo son tanto- y me enteré de sus intenciones al poco de entrar en
clase. 
Estaba muy nerviosa y minutos antes del cambio de clase me eché a llorar. La profesora (era de la asignatura
de Música, nunca se me olvidará) se acercó inmediatamente a mí para preguntarme qué me pasaba y no pude
más: había guardado esos meses silencio, pero se lo conté todo. Ella me dijo que hablara directamente con ellas,
sin miedo y que aclarase por qué me estaban haciendo aquello, y que si tenía más problemas con ellas que lo
dijera en dirección.  Ahí decidí armarme de valor y plantar cara a aquellas chicas mayores que yo. Hubo
compañeros de clase, con los que no tenía mucho trato, que me preguntaron qué pasaba y lo conté por desahogo.
No tenía casi trato con ellos, pero me intentaron calmar y animaron a solucionar el problema con esas chicas.
Me enfrenté a ellas en un pequeño parque a la vuelta del colegio a la salida de aquella jornada de tarde y me
enteré cómo empezó todo y por quién: un chico que había repetido dos veces el mismo curso y al que un día
contesté mal meses atrás porque no me dejaba oír en clase, se había inventado que yo las insultaba. Estas
chicas iniciaron su particular guerra contra mí simplemente porque se sintieron ofendidas de que “una niña” dos
años menor se metiera con ellas. 
Hubo empujones por ambas partes, pero salieron en mi defensa dos chicos de clase. Tuve suerte y aquel día
todo se frenó tal y como empezó, pero muchas inseguridades generadas entonces siguen muy presentes en mi
día a día. 
Si estás inmerso en una situación así no dudes en contarlo a tus padres, a tus profesores… ¡No te encierres!
En mi caso duró un trimestre porque hablé, lo conté y planté cara, pero si no hubiera dicho nada lo mismo
hubiera durado años.
Y si no eres víctima, pero estás siendo testigo de bullying a otra persona no permitas que se lo sigan
haciendo porque de lo contrario eres cómplice. 
Aquellas dos personas que me defendieron evitaron que siguieran acosándome y que las secuelas fueran
mayores.

D.El testimonio de la madre de una víctima de bullying

Cuando mi hija tenía 5 años empezó toda la pesadilla de la noche a la mañana. Un día salió mi pequeña llorando
con el labio hinchado.  Con el susto en el cuerpo pedí explicaciones en el colegio y allí me dijeron que había sido
cosa de críos, que una niña le había dado con un vaso en la boca y que se trataba de un accidente. 
Pero mi niña salía todos los días llorando del cole y no quería ir por las mañanas. Insistiendo me dijo que esa
misma niña del vaso le insultaba, le empujaba y cada día le hacía daño de una u otra manera. Fui a hablar con el
colegio, pero allí no me hacían caso. Así que decidí tomar cartas en el asunto tras varias semanas así y hablar
con la madre de la niña que le molestaba.  Ella lo negaba todo y decidí decirle a la cría acosadora que dejase en
paz a la mía. Pero todos estos años, 11 ya, amigos de aquella niña y compañeros de colegio no han dejado de
acosarla.
Insultos, agresiones como empujones, robos de móvil y ropa que han llegado a tirar por la autopista desde un
puente se suman a apodos como “chihuahua” y un sinfín de situaciones lamentables que generaron durante años
un cambio drástico en la forma de ser de mi hija. 
Nosotros íbamos al colegio muy a menudo para pedir explicaciones, pero allí no nos hacían caso.
Cuando mi hija cumplió 14 años, un día de tantos otros, regresó a casa llorando: me vino diciendo que no podía
más, que se había enterado de un número de teléfono de ayuda para víctimas de acoso escolar y que necesitaba
llamar. Ella les contó todo lo que llevaba sufriendo, y allí le dieron pautas para combatir toda la situación.
Abrieron un expediente y fueron haciendo un seguimiento periódico. Trabajaron de intermediación entre el
colegio y nosotros. 
Fue curioso cómo rápidamente me llamaron de la dirección del colegio para decirme que cómo no lo había
puesto en su conocimiento antes… ¡Llevábamos haciéndolo desde hacía 7 años! Pero no lo querían ni escuchar ni
reconocer hasta que se activó este dispositivo. 
El acoso ha seguido y sigue. Aunque mi hija desde entonces ha empezado a recuperar las ganas de seguir
adelante. Está aprendiendo a hacerse valer y a no creer en todo lo que le dicen en clase. 
Como madre de una hija acosada solo puedo decir que la educación empieza en casa, pero debe seguir en las
aulas. No podemos negar evidencias cuando nos muestran imágenes de nuestros hijos insultando, pegando u
otras cosas porque a mí me ha pasado con padres y madres de acosadores de este colegio que aun viendo
grabaciones que mi hija tenía en su móvil me decían que eso era todo falso. 
Me gustaría decir que, en este caso, el perfil del principal acosador es un chico de nivel económico alto, con
padres trabajando, saca buenas notas y parece un buen chaval. Pido que no nos dejemos llevar nunca por las
apariencias porque a mi hija la acosan chicos y chicas de todo tipo. 

También podría gustarte