Está en la página 1de 140

FRANCISCO GEMBUEL: UNA VIDA ENTRE LA FORMACIÓN DEL CRIC Y

VÍCTIMA DEL CONFLICTO ARMADO

Francisco Gembuel Pechené

Colaboración de

Diego Jaramillo Salgado


ÍNDICE

Prólogo ................................................................................................................................... 3
Introducción .......................................................................................................................... 11
Una infancia sin vivienda estable ..................................................................................... 13
De la organización campesina a la fundación del CRIC................................................... 19
Participación en la fundación del CRIC............................................................................ 26
Su explicación de la separación indígena de la ANUC .................................................... 40
El Gobierno opuesto al proceso del CRIC ........................................................................ 48
Participación en el comité ejecutivo del CRIC ................................................................. 51
Participación en el proceso del Proyecto Global .............................................................. 67
Importancia de la Asamblea Nacional Constituyente ....................................................... 74
El asesinato de Marden Betancur por el ELN................................................................... 78
El desplazamiento forzado de Jambaló ........................................................................... 100
Esposa e hija rememoran sobre aspectos contenidos en este libro ................................. 104
Conclusiones....................................................................................................................... 128
Bibliografía ......................................................................................................................... 130
Anexos ................................................................................................................................ 131
3

Prólogo
Diego Jaramillo Salgado

La celebración de los 50 años del Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC- motivó
eventos en varias regiones y en todo el país. A pesar de que el año 2020 estuvo capitalizado
por la atención de la pandemia, el movimiento indígena y las organizaciones sociales no
pararon en su proceso movilizador. Al iniciar el año, en el mes de febrero, atendieron la
convocatoria del Comité Nacional de Paro, orientador de la movilización nacional del 21 de
noviembre -21N del año anterior. Así mismo, lo hicieron de nuevo en respuesta a sus
directrices para el mes de septiembre. La Minga Nacional Popular y Comunitaria, en la cual
ejerció liderazgo, se desplazó en marcha hacia la ciudad de Bogotá en una acción que
sorprendió a todo el país por su organización y claridad en las propuestas, de tal manera
que la llegada al medio siglo no fue diferente de lo vivido en todo su proceso.

En diciembre del 2020, la Universidad Autónoma Indígena Intercultural - UAIIN, a través


de su coordinador pedagógico, Libio Palechor, programó un encuentro de mayores y
mayoras indígenas participantes, en su mayoría, en la fundación del CRIC. Reunión que se
repetiría seis meses después. Era una forma de articularse con la celebración que se
realizaría al año siguiente. Invitado a participar en ellas, conocí a Francisco Gembuel y
escuché de él su interés en producir un libro en el cual consignara el testimonio de su
proceso político-organizativo. Planteaba, además, el deseo de que se incluyera su aclaración
a las comunidades y a la opinión pública sobre un hecho que marcó su vida en la
Organización y en el nivel personal y familiar. Se trataba de dar a conocer su versión sobre
los sucesos que condujeron al asesinato de Marden Arnulfo Betancur, alcalde de Jambaló,
el 19 de agosto de 1996. Pues, según su testimonio, las sindicaciones de su responsabilidad
para que se produjera, no tenían asidero en la realidad. Tampoco, el juicio que se le siguió
permitió una investigación exhaustiva que le posibilitara, a él y a sus otros compañeros
sindicados, aclarar el error que se cometía y la falta de fundamento válido para aceptarlas
como tal.

La participación en los dos encuentros aludidos me permitió conocer su claridad política y


su compromiso al dar cuenta de su vinculación a la formación de organizaciones regionales
de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos - ANUC en el Cauca. Actividad que lo
4

llevó a trabajar junto con Trino Morales, Álvaro Tombé, Javier Calambás y Gustavo Mejía
en la fundación del CRIC. El folleto Caminando la palabra de los congresos del Consejo
Regional Indígena del Cauca - CRIC da cuenta de su inclusión en sus juntas directivas entre
1981 y 1983, como primer secretario; entre 1983 y 1986, como vicepresidente, y entre 1986
y 1988, como presidente. Luego fue asesor del senador Anatolio Quirá. Factores que me
llevaron a ofrecerle mi colaboración para la producción del texto. Desde ese momento,
consideré que podía ser un aporte importante para la historia de la Organización y del
proceso. Hipótesis corroborada a través del encuentro con su palabra vertida sobre lo que
da contenido a este libro.

La interlocución con Francisco fue maravillosa, pues, a pesar del poco estudio escolar, la
escuela de la vida lo llenó de sabiduría a través del ir y venir de sus padres en condición de
terrajeros o de campesinos sin tierra, y de las dificultades con los ritmos que imponía la
violencia entre liberales y conservadores. A su vez, su vinculación con organizaciones
campesinas e indígenas, hasta la fundación de su organización el 24 de febrero de 1971. Su
participación, en cerca de tres décadas en la formación del CRIC, le permitió apropiarse de
una sabiduría en la que integraba su experiencia directa con la ancestralidad de las
comunidades con las cuales trabajó; en especial, las de Jambaló.

El ritmo de sus relatos, y las largas intervenciones hechas en los encuentros de mayores y
mayoras, hicieron aparecer algunos de los temas que le dieron estructura al texto. A partir
de lo cual fueron emergiendo ideas originadas en su prodigiosa memoria. Quiere decir esto,
que mi labor fue insinuar temas y preguntas surgidas de su narración para llenar de mayor
contenido su exposición, y asociarlas con mi proceso intelectual y mi caminar en parte de
procesos de organizaciones sociales del Cauca por más de cuatro décadas; en especial, en
los del CRIC y el CIMA1. Así mismo, de organizar un orden temático y cronológico, la
revisión ortográfica, sintáctica y gramatical; sin que con ello condicionara la originalidad
de su lenguaje. De hecho, cuidé de que nada mío apareciera allí, más allá de algunos pies de
página acordados con él. Al revisar uno de los tantos borradores, su esposa planteó la
posibilidad de incluir su versión de parte de los hechos que condujeron a su sanción
política. Lo mismo sugirió el Comité de la UAIIN, que asumió la coordinación de la

1
Comité de Integración del Macizo Colombiano.
5

publicación con su hija, la Consejera Mayor Carmen Eugenia Gembuel Quiguanás. Al


dialogar sobre estas peticiones, no dudamos en aceptarlas como una complementación con
testimonios directos de lo expresado por Francisco. Los lectores y lectoras juzgarán sobre la
bondad de esta inclusión y el aporte de su mirada femenina sobre hechos tan dolorosos
como el que tuvieron que vivir.

El despertar infantil y juvenil de Francisco lo situó en el devenir de su familia entre


Ambaló, Silvia, Jambaló y Caloto. Signado por una educación escolar a veces
traumatizante, una relación igualmente crítica con miembros de la Iglesia Católica y una
percepción directa de la violencia liberal-conservadora que mantuvo a su familia en
continuo desplazamiento. Reorientado a partir de su vinculación con el movimiento
campesino y su participación en los primeros núcleos de organización de la ANUC en el
Cauca. Proceso del cual se desprendería su vinculación a la fundación del CRIC, y su
entrega a su desarrollo hasta 1997 en que la justicia indígena de los cabildos del norte del
Cauca lo inhabilitó para el ejercicio de la vida política durante 30 años.

El desarrollo del texto va desplegando fases de la vida de la Organización Indígena y la


participación de Francisco en ellas. No exento de dificultades, pues a la política punitiva del
régimen y a la conducta sancionatoria de los terratenientes caucanos y de la Iglesia
Católica, predominantes en el territorio, se les unía la resistencia de algunas comunidades
de participar en el proyecto. Pues, si bien el punto de partida había sido la formación de la
ANUC, creada por el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, y el apoyo del Incora, formado
por la Ley 135 de 1961; rápidamente, la movilización y organización social fue asociada
con organizaciones guerrilleras y marxistas que empezaban a desarrollar su actividad en el
territorio. Motivo que condujo a la persecución y al apresamiento de parte de las primeras
juntas directivas de la Organización. Así, crear el tejido posible para lo que hoy se expresa
no solamente se urdía con el día a día de persuadir a las comunidades sobre la importancia
de hacerlo, sino también evadir a quienes, bajo la sombra de la dominación, actuaban con la
eliminación del otro o su representación como su enemigo. Se trataba nada más ni nada
menos de la confrontación de una elite política y social racista, clasista y patriarcal asentada
en privilegios obtenidos por la propiedad de la tierra y por su participación en la hegemonía
cultural y política de la nación.
6

A su vez, desarrollando una actividad en un período en que el conflicto armado adquiría


mayor fuerza en el territorio caucano; en especial en el de los indígenas. Pues, a la
presencia de las Farc desde su origen en esta entidad territorial en Río Chiquito, se le
sumaron las del EPL, el Comando Urbano Pedro León Arboleda, el ELN, el M-19 y el
Ricardo Franco. Hasta el punto de que la Organización Indígena debió acudir a la
formación de un grupo armado, el Quintín Lame, para defender a sus comuneros y
autoridades. Tanto de la presión de algunos de ellos como del ejército y organismos de
seguridad del Estado, y de asesinos a sueldo de terratenientes y empresarios. Labor que no
se circunscribió a su liderazgo en la Organización. Fue concejal y personero del municipio.
Miembro de la Unidad de Trabajo Legislativo del senador Anatolio Quirá. Representante
del CRIC en el Plan Nacional de Rehabilitación.

Teniendo en cuenta que un aspecto importante del libro se centra en el asesinato de Marden
Betancur el 19 de agosto de 1996, debo decir que poco conocía de ese suceso. Solo tenía
presente alusiones a ese doloroso hecho a través de consignas o pasacalles en diferentes
movilizaciones del Movimiento Indígena. Lo mismo que referencias esporádicas en
algunos textos relacionados con el CRIC o la lucha indígena. Igualmente, partía de un
comentario que recibí, en 1999, de Antonio García, uno de los comandantes del ELN. En
ese año participé en una comisión de la Red Universitaria por la Paz desplazada a
Venezuela para dialogar con él en función de conocer el interés de esa organización en los
diálogos de paz del presidente Pastrana. Al término de una de las sesiones, él me abordó
personalmente interpelándome si trabajaba en esta región. Al confirmarle mi vinculación a
la Universidad del Cauca desde hacía varios años, me hizo el siguiente comentario: “Qué
error tan berraco el que cometimos en el Cauca con la muerte del alcalde de Jambaló,
Marden Betancur. Después del hecho, ejecutado por el Frente Cacique Calarcá, y ante los
cuestionamientos, hicimos una evaluación. Concluimos que habíamos errado. Decidimos
retirar nuestro frente de esa zona y prohibir la entrada de indígenas en nuestras filas”. No
especificó la caracterización de su error; pero, desafortunadamente, mi desconocimiento de
lo acontecido me impidió buscar más explicaciones sobre su comentario.

El texto incluye el testimonio de Francisco sobre los antecedentes de ese hecho tan trágico
para el CRIC, su familia y la de Marden Betancur, los comuneros y comuneras de Jambaló.
7

En lo relacionado con la acusación al protagonista de este libro de ser el autor intelectual de


este asesinato, su versión la radica en la aceptación de ser candidato de un sector de la
comunidad de ese municipio en las elecciones de octubre de 1994. Principalmente, porque
lo puso en contradicción con el escogido por el cabildo y por el CRIC, avalado por la recién
creada Alianza Social Indígena - ASI. Además, porque durante la campaña, un profesor de
uno de los colegios del municipio calificó a su contradictor de pájaro y asesino; tomados,
luego, como un referente para culparlo, a él y a otros compañeros, de los acontecimientos
desencadenantes del asesinato del alcalde. Incluyendo la acusación de ser quien hablara con
el ELN para culparlo de llevar a cabo la creación de grupos paramilitares en la localidad.
De lo cual se originaría la justificación de ese grupo para ejecutarlo.

Al hacer un seguimiento al proceso adelantado en su contra por el cabildo de Jambaló y por


la ACIN, él encuentra inconsistencias. Pues, desde la reacción de estas organizaciones al
primer comunicado del ELN, a través de una movilización en su pueblo, ya agitaban
consignas de que, si algo le pasaba al alcalde, la responsabilidad era suya. Basada en
rumores de haber acudido a una primera reunión de un grupo que, según su testimonio, era
de pobladores locales, con excepción de dos participantes. Ratificada por los denunciantes
con la información de su participación en un nuevo encuentro, ese sí, con el grupo armado;
en tanto sus integrantes estaban uniformados. Acciones efectuadas por él, por el temor a
represalias si no atendía su llamado, como lo explica claramente en el libro. De tal manera,
cuando se produjo el asesinato, al primero a quien cargaron la culpa fue a Francisco y a los
otros compañeros sindicados. Por eso, para él, cuando fue convocada la asamblea en
diciembre de 1996, quienes la dirigían tenían de antemano una decisión en su contra, sin
que se produjera una investigación exhaustiva de los hechos. Partiendo de aquel
reconocimiento público del grupo armado de su responsabilidad. Por eso, y porque anterior
a ese hecho los asesinatos eran remitidos a la justicia ordinaria, acudió a ella como el
recurso que le permitiera mayor equidad.

En efecto, en el transcurso de los diálogos, Francisco hizo referencia a una tutela


interpuesta ante un juez en Santander de Quilichao, respaldado en que no se había seguido
el debido proceso ni respetado los derechos a la vida y a la igualdad. Además, fundado en
la consideración de que la mayoría de quienes lo juzgaban fueron sus contradictores en la
8

contienda electoral en que fue elegido Marden Betancur, y auspiciadores de las versiones
propaladas comunitariamente sobre su responsabilidad en la determinación adoptada por el
grupo guerrillero. Por lo cual, argumenta, no podía haber neutralidad. Un primer juez le dio
la razón determinando una revisión del proceso adelantado. Sin embargo, la ACIN efectuó
una apelación ante otro juez, quien ratificó el fallo. Dado ese resultado, la organización
regional tramitó otra apelación, cuyo trámite condujo a su escogencia por la Corte
Constitucional para su revisión. Magistratura que produjo la sentencia No. T-523/97.
Presentada por el ponente Carlos Gaviria Díaz, se centró en sustentar la autonomía indígena
para realizar estos procesos de justicia. Así mismo, en establecer una fundamentación del
significado del fuete como una forma de sanción, y enmarcarlo dentro de criterios de la
cultura ancestral. Al mismo tiempo, en dar respaldo al fallo del destierro, basado en su
significado para la comunidad nasa. Concluyendo que, en ambos casos, los fallos dados por
los jueces locales no se correspondían con lo propio de la jurisdicción indígena;
negándolos. Es decir, se había respetado el debido proceso y los derechos de los afectados.
Sin que de ello se deduzca el reconocimiento de la culpabilidad de los enjuiciados.

La Corte Constitucional, en la descripción de los hechos, sostiene que a Francisco


Gembuel, y 5 personas más “se les acusaba de haber propiciado la muerte del alcalde por
haberlo señalado ante la guerrilla como paramilitar y por haber sostenido públicamente que
Marden Bentacur estaba conformando una cooperativa rural de seguridad, y había
malversado fondos públicos” (Corte Constitucional, Sentencia No. T-523/97).

De la misma manera, la corte plantea que “Francisco Gembuel, por su parte, no quiso
controvertir lo afirmado por los testigos, y simplemente manifestó que había interpuesto
una acción de tutela para proteger su derecho de defensa.” (Idem) El magistrado autor de la
ponencia se respaldó en la antropóloga Ester Sánchez y el investigador Tulio Rojas2. Ella,
según el fallo, se refirió al acusado caracterizándolo de la siguiente manera: “La capacidad
de metamorfosis del actor es evidente, sabe jugar como indio para la sociedad blanca, pero

2
En conversación telefónica con Tulio Rojas, el 23 de noviembre de 2022, me manifestó no haber
presentado un concepto por escrito. Se reunió en Bogotá con el magistrado ponente, su magistrado
auxiliar y dos personas más. La conversación versó sobre el significado del fuete dentro de la
tradición cultural nasa. Argumentando su valor simbólico y su no identificación como una forma de
tortura. Respecto del hecho concreto en que se ocupaba la Corte Constitucional, dijo haberse
negado a dar un concepto u opinión, por no conocer los hechos.
9

internamente como blanco en la sociedad indígena”, sin que se deduzca de ello haber hecho
una investigación de campo para corroborarlo. La Corte justifica la participación de la
Asociación de Cabildos del Norte del Cauca en que “en 1984 los paeces habían realizado
un convenio de cooperación para enfrentar los casos en los que estuvieran involucrados
grupos armados, denominado Acuerdo de Vitoncó”. (sic)

No entro a valorar el fallo de la ACIN y el cabildo de Jambaló. Hacerlo implicaría conocer


el contexto en que se produjo el asesinato, cómo se llevó a cabo el juicio, el texto y la
justificación de la tutela, y los fallos de los jueces que se ocuparon de ella. Lo mismo que
los argumentos de los dos consultores a los que acudió la Corte Constitucional para
establecer su negativa a aceptar sus términos, y los aportes de quienes fueron acusados y de
quienes ostentaban cargos directivos en la ACIN. Con este trabajo queda parte del registro
biográfico de uno de los implicados como un testimonio personal que permite una
valoración de lo sucedido.

Después de 26 años del asesinato de Marden Betancur por orden del ELN y faltando cuatro
para la recuperación de sus derechos, Francisco deja este testimonio como una forma de
sanación espiritual de un acto en que no se reconoce responsable. Él podría cerrarlo
positivamente si Antonio García del ELN aclarara aquella versión que me dio en
Venezuela. No solo en el significado de lo que consideró un “error” por el asesinato
cometido. Terrible testimonio sobre la determinación de cercenar una vida, que solo sería
completa si aclarara sobre la responsabilidad o no de las personas acusadas de ser actores
intelectuales. Pues, cuando se imponen los ritmos de la guerra, las acciones de muchos
actores no responden a su voluntad personal, sino a la intimidación de quienes tienen el
control de las armas, y con ellas del territorio. Factores ineludibles en la aclaración de
hechos que marcaron la vida del personaje central de este libro.

La jurisprudencia de la Corte Constitucional, sobre la tutela de Francisco Gembuel, abrió


un camino para el reconocimiento de la jurisdicción indígena frente a los organismos
judiciales ordinarios. Sin embargo, como lo afirmara Rappaport, (2008) no lo fue sobre la
culpabilidad del tutelante en el asesinato por el cual fue judicializado. Acudir a la tutela lo
distanció de los avances en garantizar la autonomía de las comunidades en las que puso en
juego su vida para lograr lo que hasta allí se había obtenido. Conducta solo explicable por
10

su percepción de la ausencia de imparcialidad en el juicio, al identificar en la junta directiva


de los cabildos que lo orientaban a miembros de la parte contraria en el proceso electoral,
que lo puso en un camino diferente de sus antiguos compañeros de viaje. A su vez, porque
su participación en dos reuniones, en las que justificaron dicha acusación, se produjo en dos
direcciones en las cuales, asevera, no tuvo control. Una respondió a la confianza en
compañeros que lo habían acompañado en la contienda electoral y que le hicieron la
invitación de participar en la primera reunión. Otra, por temor al conocer, ahora sí, que
quienes lo citaban a la segunda pertenecían al grupo armado del ELN.

La Jurisdicción Especial para la Paz - JEP adelantó investigaciones sobre este caso,
entrevistando a los principales implicados. Se está a la espera del fallo que puedan dar; en
especial sobre en quiénes recaen las responsabilidades de tan ignominioso hecho.

Agradecemos las lecturas de borradores iniciales de Alejandro Dávila, Edgar Londoño,


María Consuelo y María Alicia Santacruz, Fernando Pito y Carmen Gembuel. De ellas
incluimos sugerencias, complementaciones y correcciones del texto que fueron importantes
para su culminación. Las tomamos como tales, más la responsabilidad y crédito de lo aquí
escrito recaen sobre francisco y yo.

Este ejercicio no pretende quedarse en una labor intelectual que se circunscriba a espacios
académicos. Al contrario, esperamos que los lectores y lectoras puedan complementar sus
conocimientos sobre la fundación y primeros pasos del Consejo Regional Indígena del
Cauca, proporcionados por uno de sus actores en más de dos décadas de su proceso. Así
mismo, conocer el punto de vista de un indígena sobre un trágico hecho que afectó a la
Organización, comunidades y familias involucradas, como fue el asesinato de Marden
Arnulfo Betancur, alcalde de Jambaló. Entendiendo que, en gran parte, se produjo por el
despliegue del conflicto armado en la zona con consabidas secuelas como esta. Razón
suficiente para que la lucha por la paz y la vida digna siga siendo la bandera con la cual
pueda superarse.
11

Introducción

En primer lugar, mis agradecimientos al señor Jesús, autor de vida, salud, trabajo, por el
don de trabajar desinteresadamente por una noble causa en defensa de los derechos de un
pueblo marginado y sometido a servidumbre por el invasor y colonizadores de la época, y
por mi Familia, y una mujer idónea, mi esposa. Pero también reconociendo que el
movimiento indígena, del cual se narra, fue posible gracias al apoyo solidario de
personalidades no indígenas de altísimas calidades profesionales y humanas que se
ocuparon de un pueblo en deplorables condiciones de marginamiento y sometidos a
inhumanos tratos. Hechos por una clase social prepotente y excluyente de la época que
consideró al indio como un ser sin sentido humano, sin autoestima ni sentido de pertenencia
y solo un recurso de trabajo para ellos. Gracias a la voluntad decidida del pueblo y a la
solidaridad se hizo posible fortalecer la organización y luchar por nuestros derechos, y
contra la impunidad y la corrupción de empleados públicos, la Iglesia Católica y los
partidos tradicionales.

Hoy, 50 años después, puedo decir que valió la pena haber arriesgado mi vida y la de mi
familia. Otros compañeros no corrieron con la misma suerte y descansan en la eternidad.
Pero los que aún vivimos, ya avanzados de edad, podemos decir que dejamos un legado
estructurado y posicionado a la opinión pública local, regional, nacional e internacional
para que continuemos el proceso de lucha en defensa de los derechos que la Constitución
Nacional del 91 nos reconoce. Pero, hasta ahora, seguimos en condiciones de
marginamiento y lo que es peor, olvidados por propios y extraños, por cuanto nuestra
capacidad productiva de hace 40-50 años la abandonamos progresivamente.

Considero oportuno decir que hoy la Organización CRIC goza de reconocimiento


constitucional y legal, como una institución con personería jurídica como autoridad
tradicional con un actuar autónomo en lo político-organizativo y administrativo. Pero esta
autonomía habrá que ir construyéndose con cierta prudencia para no cometer abusos de
autoridad ni correr riesgos de gobernabilidad que pueda traer costos de orden político. Así
que el concepto de Autonomía Indígena es un tesoro de carácter político, administrativo y
cultural; por tanto, es bueno construir con mucho esmero hasta lograr plenamente para que
12

nuestras juventudes la disfruten, trabajando la tierra con macroproyectos productivos para


mejorar la economía, el empleo y la autonomía.

Meditando, una y otra vez, acerca de la evolución de los Movimientos Sociales Indígenas,
Afros y Campesinos del Cauca y del país, encontré cuatro momentos como condiciones del
pasado reciente y del presente:

1. Décadas de 1960 y 1970. El conjunto de masas sociales o como pueblos se movían en


una alarmante y visible pasividad ante los índices de abandono, impunidad y corrupción de
los diferentes estamentos de la administración pública estatal.

2. Resguardos y comunidades indígenas, afros y mestizos en deplorables condiciones de


vulnerabilidad. Resguardos indígenas extinguidos y en procesos de extinción, afros y
mestizos en situación de minifundio y sometidos a largas faenas de trabajos forzados a
pagar terraje. Arrendatarios y aparceros, y trabajadores agrícolas a beneficio de
terratenientes, que adquirieron grandes extensiones de tierras mediante documentos
fraudulentos, facilitados por funcionarios corruptos que permitían incluso el despojo de las
tierras de resguardos indígenas.

3. Presencia y dominio de los partidos tradicionales con el beneplácito de sacerdotes


católicos, haciendo posible la humildad, la paciencia y la obediencia ante los supuestos
representantes de Dios en la tierra, creando momentos propicios a los terratenientes para el
logro de sus malvados propósitos.
13

Una infancia sin vivienda estable

Yo comencé muy joven. Yo inicié en la organización pensando que no era indígena. Porque
nuestros antepasados fueron desplazados del resguardo de Ambaló, Silvia, por allá entre
1935-1945. Mis padres pertenecían a la etnia del pueblo Ambaló. Mis abuelos paternos se
llamaban Francisco Gembuel y Rosalía Camayo. Mis abuelos maternos fueron Joaquín
Pechené y María Santos Pillimué. Mi padre se llamó Lorenzo Gembuel y mi madre Juliana
Pechené. Se fueron de ahí porque no querían pagar terraje. Ese era el conocimiento que
ellos nos daban a saber.

Por la aparición de la propiedad terrateniente en los años treinta, mis padres llegan a Silvia.
Por alguna razón que no conozco muy bien, aparecieron dueños grandes en los resguardos.
En un libro de un historiador leí que a mediados del siglo XIX “los comerciantes estaban
interesados en la supresión de los resguardos, pues si lo lograban conseguían que los
indígenas tuvieran que emigrar a las ciudades o a las haciendas vecinas, proletarizándose”.
(Tirado Mejía, 1978, p. 14). Siguiendo el proceso iniciado con la invasión española. Por
eso, en ese momento de mi historia, tenían títulos o documentos fraudulentos con los que
llegaron a ser propietarios. Como en esa época solo valía la palabra y no había nada escrito,
dijeron: vea señores, si quieren vivir aquí tienen que trabajar y vivir con nosotros, pero
sirviéndonos. Pagan cinco o seis días de terraje por mes, con sus hijos. Entonces, ellos en
ese momento no tenían ni idea de por qué ocurría eso; pero mis padres, que eran un poco
más abiertos a otras cosas, optaron por rechazar la servidumbre que les quisieron imponer.
Dijeron que era imposible que siendo ellos dueños ancestrales tuvieran que pagarle al
terrateniente que apareció por ahí, de la noche a la mañana, como dueño absoluto de las
tierras. Entonces, según mis padres, hicieron caso omiso de las exigencias del supuesto
patrón para permanecer allí; pero las órdenes del terrateniente se volvieron imposibles de
aceptar y hubo que abandonar ese sitio.

Fue a finales de 1944 que deciden desplazarse al municipio de Jambaló. En ese


desplazamiento aún no existía yo. Me antecedían tres hermanos. Allá les esperaba una
familia de la que ya tenían conocimiento con anterioridad. Se encontraban con ellos en
Silvia en los días de mercado y se hicieron amigos. El señor se llamaba Cenón Dagua y era
14

de Jambaló. Nasa, gente muy buena. Le hablaron que ellos estaban pasando por ese
problema en Silvia, y Cenón Dagua les dice: “Vayan a Jambaló que yo tengo tierra allá
donde trabajar”, y por eso deciden irse para allá con toda la familia. Allá nací el 20 de mayo
de 1945 porque mi madre me tenía en su vientre cuando viajaron a ese lugar. Ellos
permanecieron ahí unos dos o tres años por el ofrecimiento hecho muy generosamente por
la familia de Cenón Dagua y Dioselina Fernández. Ellos tenían una tierra en el páramo de
Monte Redondo. Allá nací en ese páramo de la Cordillera Central.

Ahí permanecimos dos años y medio. Luego, mis padres deciden irse para Tacueyó,
municipio de Toribío. Tal vez porque ellos no tenían mayores entradas económicas y en la
parte social de todos modos eran extraños, porque en Silvia no hablaban Nasa y, que yo
sepa, nunca hablaron ni el guambiano ni nada. Seguramente hablaron allá en otros
resguardos y se reservaron entre ellos. Mi padre fue contactado por un amigo de Tacueyó y
dijo: “Vámonos para allá porque aquí no nos pagan nada por trabajar, tenemos comida,
pero no tenemos plata”, y se desplazaron para allá más o menos a finales de 1947. La
persona que nos recibió era una persona campesina, un propietario ganadero, don Jesús
Lozada. Nos establecimos allá más o menos un año, cuando ocurrió en 1948 el asesinato de
Jorge Eliécer Gaitán y se daña todo. Yo no entendía qué era lo que pasaba porque yo tenía
solo tres años, pero me acuerdo que ellos estaban muy preocupados. Los veía para allá y
para acá buscando un lugar seguro para esconderse, porque según eso, nos iban a matar a
todos por ser liberales.

Por eso se fueron al páramo, cerca de Santo Domingo, a vivir escondidos. Entonces ocurre
la primera masacre tan horrible en el puente del río López, que de hecho había que pasar
por allí como quiera que sea. Era un paso obligado para los comuneros de la vereda de
López que iban a Tacueyó a vender sus productos y a comprar los víveres necesarios para
vivir. Los indígenas llevaban su cargamento, pasaban todos los días por allí, los esperaban,
los mataban y los tiraban al río.

A principios de 1955 mis padres decidieron nuevamente viajar a Jambaló. Pensaban que
allá no había mayores problemas, mayor peligro. Uno no entendía muy bien por qué
viajaban tanto y cuando preguntaba decían: “¿No ve que están matando a la gente?”
Entonces decían: “Vamos donde el compadre Cenón porque aquí ya no se puede vivir”.
15

Cuando yo nací, ellos muy amablemente se hicieron mis padrinos de bautismo. Un día
cualquiera comenzaron a salir con dos caballos que tenían cargados, otros en sillas y
llegamos a la vereda de la Laguna allí en Jambaló donde Cenón Dagua, mi padrino. Nos
recibió muy bien y dijo, aquí también está peligroso, pero aquí no han matado, aquí no han
llegado todavía y para mayor seguridad mañana se madrugan allá donde estuvieron antes, o
sea al Páramo de Monterredondo. El padrino Cenón alistó caballos para que todos nos
fuéramos más o menos bien. Muy temprano estuvimos en ese lugar, donde nos había dado
la casa y la tierra en donde yo nací.

Estando allá, creo que a finales de 1956, aparece la guerrilla. Sale el comandante Tirofijo
por esa zona que comunica directamente al municipio de Páez con Riochiquito, y sale con
toda su gente armada. Esta vez era en busca de conservadores, nosotros vivíamos en este
lugar y el camino pasaba ahí cerquita. Un día, como a las dos o tres de la tarde comienza a
pasar un poco de gente armada y preguntábamos: ¿y esto qué es, será el ejército? Nadie
sabía, llegaron ahí; uno, no más, entró a pedir un poco de panela, si teníamos. Mi papá
como era muy atento con la gente le dijo, ahí hay una panela, si quiere llévela, y él
preguntó si hay dos, y le dijo, bueno, si necesitan dos lleven dos. Eran bastantes, como 50 o
60 personas, y decía yo: ¿esto qué es? Cuando bajaron al pueblo de Jambaló no encontraron
a las personas que buscaban, al alcalde, que era del Partido Conservador, y al cura3. En ese
momento, más bien se fueron derecho al pueblito de La Mina. Entonces, dice la gente que
de la vereda de Zumbico se devolvió un grupo otra vez a Jambaló, seguramente a ver si
encontraban al alcalde y al cura, y efectivamente los encontraron.

Al alcalde lo mataron, se llamaba Jesús Cadenas4, que era de Popayán. En esa época nadie
podía ser alcalde que no fuera de la ciudad. Y una señora que era muy religiosa le dice al

3
Antes lo había hecho la guerrilla liberal: “En otros casos sostuvo enfrentamientos armados con los
uniformados como el 21 de enero de 1951, cuando atacó el puesto del Ejército acantonado en Páez
(Cauca), dio muerte a unos nueve uniformados y capturó importante armamento y equipo de
comunicación (Fonseca Galán, Eduardo, 1987, página 92)”. Aguilera Peña, Mario. (coordinador),
2016, p. 20.
4
“hubo incursiones en las que el blanco principal pareció que fuera el castigo a las autoridades
conservadoras, tal como lo narra un dirigente político de ese partido al describir la incursión sobre
Jambaló (departamento del Cauca) del 18 de abril de 1955. En ese día más de cien guerrilleros que
se tomaron el poblado dieron muerte al recaudador de rentas y a dos miembros del Consejo
Administrativo de esa población, saquearon y destruyeron la Recaudación de Rentas, la Tesorería
Municipal, la Oficina de Telégrafos y otras oficinas públicas. Adicionalmente, dieron muerte a
16

cura, vea lo van a matar señor cura, lo van a matar, escóndase. Entonces el cura se escondió
en la casa cural y ella le dice: “No se esconda ahí”, cuando van apareciendo, y la señora le
dice, póngase esta falda grande porque no hay de otra. Le colocó la falda y un pañolón y lo
sacaron delante de los que lo buscaban. Él decía: “Si no hubiese estado la señora Ana Tulia
me matan, porque ella me prestó todo el vestuario para mi escape y salida en frente del
enemigo”. Luego, ese grupito se regresó a la Mina y los que se fueron adelante ya habían
matado un poco allá, como a 8 o 10 personas. Toda esa situación ocurre, pero ya no era una
persecución a ellos, era una persecución solamente a los conservadores y a los curas.
Decían que los curas son los culpables de todo esto porque apoyaron a los chulavitas, la
policía política de esa época, que querían matar a todos los liberales, eliminar al Partido
Liberal.

Por esa razón comienza mi padre a buscar para dónde irse otra vez. Decía: “Yo como que
me voy a buscar a mi amigo Jorge Pito, porque él tiene una finca cafetera muy buena allá
en el municipio de Caloto”. De la noche a la mañana armaron su viaje con toda la familia,
ya no éramos cuatro, sino cinco personas. El más pequeño era yo. A las 11 de la mañana ya
estábamos pasando por allá por el Alto de la María que está entre Jambaló y Santander,
llevaban algo de comer y había carretera. Llegamos como a las 4 de la tarde donde el señor
Jorge Pito. Allí nos recibieron muy bien, y nos dieron una casa y tierra donde trabajar y
sembrar. Allá hice mis primeros dos años de escuela en la Vereda Campo Alegre de Caloto.

No sé las razones, yo no entendía por qué a principios de 1960 decidieron regresar a


Jambaló. Tal vez porque allá una vez ocurrió algo inesperado: un paisa que vivía por ahí
cuidando una finca grande, aledaña a donde vivíamos, una noche hizo un robo de todas las
gallinas de mis padres. Mi hermano mayor, Miguel, salió a impedirlo y casi lo matan. Tal
vez por eso decidieron por tercera vez volver a Jambaló. En 1960 yo ya contaba con 15
años, era un adolescente y tuve la oportunidad de entrar a estudiar el quinto de primaria,
pero no lo terminé por la muerte de mi padre que era anciano.

–¿Nunca les hablaron de Derechos Indígenas y campesinos, ni de Quintín Lame?

algunos civiles, incendiaron casas y saquearon el templo de donde se llevaron los “vasos sagrados,
después de arrojar al piso las divinas especies (Nieto, José María, 1956, página 247)”. Aguilera
Peña, Mario, (coordinador) 2016, p. 19.
17

Nada. En Jambaló sí había cabildos, pero no nos ocupaban ni ocupábamos a ellos para
nada, porque éramos extraños. Cuando llegamos por tercera vez a Jambaló, nos
hospedamos en casa de mis abuelos paternos. Allí permanecimos por tres años. Mi mamá
quedó sola y decidió no mandarme más a la escuela. Volviendo un poco atrás, allá donde
hice mis primeros tres períodos de primaria, recuerdo que aprendí a escribir en una pizarra,
nos mandaban unas ticitas de colores o blancas. Uno podía borrar con la mano, escribir y
borrar. Ahí aprendí a escribir. Los cuadernos se utilizaban muy poco. Nos enseñaba una
maestra. Allí ocurría algo muy jodido: en la escuela me encontré con niños paeces
hablantes –no hablaban muy bien el español–. Yo si manejaba el español porque mis padres
hablaban solamente el español. Mejor dicho, ni yo sabía que había otras lenguas. Allí hubo
una situación muy complicada que a mí me impactaba negativamente, los niños paeces
hablaban su idioma y la profesora que estaba los castigaba y les decía: “¡Ustedes no pueden
hablar esa lengua sucia! ¡Ajá, todo el que hable lengua tiene un castigo, y saquen un
puñado de maíz, lo riegan y se me arrodillan, ahí!” Nadie reclamaba porque un profesor
allá era muy respetado. Era grosera, era como afro.

Yo veía esa situación y les preguntaba a mis papás: “¿Por qué hay niños que no hablan el
castellano como nosotros, por qué ellos hablan otra cosa?” Decían: es que ellos son de la
comunidad indígena, ellos tienen su lengua propia, y yo les decía, y ustedes que lengua
profesaban. Y me decían, nosotros sí tenemos una lengua, pero como ya no vivimos en
nuestro resguardo, no la hablamos. Simplemente era eso, para qué hablamos acá, lo mejor
que nos puede suceder es que nosotros hablemos solamente el español para que a ustedes
no los castiguen. Entonces comencé a creer que no era indígena.

–¿Quiere decir que sus papás llegaron a hablar la lengua Nasa?

No, desde que yo tenía uso de razón, y fui adolescente, yo nunca oí hablar lengua entre mi
mamá y mi papá, siempre la comunicación era en español.

–¿En la primaria solo le tocó con esa maestra?

La primera fue una profesora muy consciente, yo nunca vi castigar a los muchachos así. En
el segundo año cambiaron de profesora y vino una tirada a negra, esa sí era bravísima con
los muchachos y ella si comenzó a castigar de esa manera.
18

–¿Hubo sacerdotes que también calificaban de sucia la lengua?

Yo nunca tuve presencia de curas o sacerdotes en alguna reunión, la misa era cada año. Eso
es lejos, de allí de Caloto a allá, a caballo, son dos horas. La profesora decía, vamos a misa
el sábado o el día domingo y yo le decía, yo no voy a ir, no tengo en qué ir, no hay carro,
no hay nada. Los que podían ir a caballo iban, pero no me gustaba ir allá solamente a oír
misa y volver otra vez. Es otro tiempo. Yo llegué a pensar, por qué hay indios, yo hablo
otra cosa; ¿por qué a nosotros los viejos nunca nos enseñaron a hablar lengua? Ellos decían,
no, es que nosotros no estamos en la tierra nuestra para hablar lengua, ¿para qué?, ¿para
que los rechacen por su lengua? Ellos daban esa razón. Por eso nosotros estamos en tierra
extraña, nos comunicamos, hablamos solamente castellano. De ahí uno comenzaba a creer
que mis papás no hablaban lengua, que no eran indios. Pues uno piensa así en ese momento
porque tampoco se vestían como indios.

– Cuando usted deja de estar en la escuela, ¿ya empieza a trabajar en el campo o trabajaba
desde niño?

Lógico, siempre trabajaba en el campo, acompañaba a mi papá a sembrar maíz, a cosechar,


a hacer limpieza. Allá se daba el plátano y el guineo, en momentos de siembra de maíz, se
rozaba el monte, se quemaba y se sembraba frijol, maíz y arracacha. Eso se daba
maravillosamente sin necesidad de echar abono como lo hacen ahora, completamente sano.
En esa tierra que nos dio el señor Jorge Pito, era una bendición, se daba muy buena comida,
yo no sé por qué se vinieron, no le vi la razón. Tal vez porque un paisa en una noche le
robó las gallinas.

El señor Pito no nos cobraba nada. Era un señor maravilloso, igual que Cenón Dagua en sus
primeros momentos. Mi padre dijo: él no me ha cobrado nada por estar aquí, me dieron
tierra, me dieron casa para vivir tranquilamente y nunca me cobraron nada. Le dieron la
tierra para que trabajara, era libre que tuvieran animales. Igual allá con Jorge Pito, allá tenía
tres caballos, a mi papá siempre le gustaba tener caballos, cerdos, vivíamos bien allá.
Siempre había algo que hacer. Había tiempos de cosecha de café, todos íbamos a coger
café, yo tenía más o menos 12 o 14 años, a mí no me rendía la cogida de café. Hasta ahora
no me rinde la cogida de café, me daban un canasto y en todo el día había cogido como tres
canasticos no más. Había un pastor de la iglesia a la cual yo pertenezco ahora, iba y decía:
19

vamos a coger café hoy donde un amigo, y se cogía cuatro bultos llenitos de café. Él tenía
un amigo acá, él se cogía dos surcos y yo casi que no acababa un surco.

–¿En el tiempo en que usted estuvo en Jambaló y en Caloto era católico?

Sí, hasta hace poco. Mientras estuve en Jambaló íbamos a misa. Definitivamente ya no
volvimos a Caloto. Después murieron mis padres. Entonces yo por eso digo, si mis padres
me hubieran enseñado a hablar la lengua de Jambaló, hablaba eso, pero no.

También allí me formé y comencé a participar en política. Yo comencé a participar desde


1966 o 1968. En Jambaló la mayoría de los indígenas militaba en el Movimiento
Revolucionario Liberal - MRL, la familia Quiguanás de Barondillo, la de Zumbico, era
gente liberal, fuerte, dura. Fueron, entonces, los primeros pasos en política entre los 18 y 19
años. Me tocaba ir a reuniones políticas, me tocaba hablar y a veces intervenía con cosas
claras a favor de la situación que vivíamos sobre la pobreza, la necesidad de tierras, la
necesidad del trabajo. Todas esas cosas planteaban los líderes políticos, iban de Santander a
Jambaló. Un líder se llamaba Augusto Forero de Santander. Otro era de Piendamó, Ciro
García. Eran liberales con unos discursos buenísimos.

De la organización campesina a la fundación del CRIC

–A mediados de la década del 60, ¿usted empieza a relacionarse con organizaciones


campesinas?

Sí. Fue cuando aparece ya la necesidad de la organización campesina. Antes de eso yo no la


iba muy bien con los cabildos porque los cabildos se dedicaban solamente a dos cosas
fundamentales: no se preocupaban por solucionar problemas de la gente en una situación
laboral o económica, vivían sirviendo a los curas y a los políticos. Estaban a favor de, en
primer lugar, la curia municipal, de los curas; y también servían como puente entre el
político tradicional y la comunidad. El cabildo, cada vez que venía un político de Popayán
importante citaba a la gente para que saliera, y como citaba el cabildo, venía toda la gente.
Esta era la forma, una estrategia que habían cogido los políticos. Llamaban al gobernador
del cabildo para que les sacara a la comunidad y escuchara a estos políticos.
20

Los curas utilizaban los cabildos5 para hacer limpiezas en las finquitas que ellos tenían de
la parroquia, en los potreros, o iban a limpiar la maleza de los andenes de la iglesia. Para el
mismo Cabildo a veces no lo hacían. Pero salía mucha gente a trabajar. Los cabildos no
iban como tal, pero mandaban a la comunidad para que fueran a hacerle el trabajo en
siembras de maíz y frijol en las tierras del resguardo, les daban permiso y allá le sembraban
maíz, frijol y las cosechas se las entregaban al cura. Una vez yo les decía, y ustedes por qué
no venden esos productos de maíz. Porque cosechaban harto maíz, recuerdo que a veces
traían hasta 40 o 60 arrobas. Sobre todo, maíz y frijol. Todo eso lo entregaban al síndico
quien se encargaba de venderlo y entregar la plata al cura párroco.

Yo les criticaba y les decía: “Ustedes por qué le trabajan al cura, él no necesita nada. Les
trabajan a los políticos, y qué les dan, qué les pagan”. Eso era un delito hablarles a los
cabildos. A mí me llamaron la atención una vez y me dijeron que si seguía hablando me
iban a poner a trabajar, a sembrarle frijol al cura.

Ahora yo quiero pasar a contar por qué sin ser terrajero, sin ser nada me incliné por la
organización. En 1967 se escuchaba mucho sobre la Reforma Agraria6, en el gobierno de
Carlos Lleras Restrepo. Nosotros votamos por Carlos Lleras Restrepo y ganamos, entonces
éramos amigos con gente del pueblo, conociendo la ley de la organización campesina que
era luchar por la tierra. Porque él consideró que para hacer la Reforma Agraria en Colombia
no era suficiente con una ley, la Ley 135 de 1961. Entonces pensó que había que organizar
a los campesinos, y creó, por medio del Decreto 755 de 1967, la necesidad de organizar a
los campesinos a nivel nacional. Ese decreto autorizaba, legalizaba y enfatizaba la
necesidad de organizarse para respaldar la implementación de la ley de Reforma Agraria, y
creó el Incora. Mis padres nunca tuvieron un pedacito de tierra, siempre andaban buscando
dónde trabajar. A mí me afectó mucho el continuo desplazamiento de aquí a allá y volver al
sitio finalmente donde yo nací, Jambaló. Por eso también era importante esa lucha para
nosotros.

5
Francisco utiliza aquí el término cabildo en referencia a las personas investidas como autoridades.
En cambio, inmediatamente después (“para el mismo Cabildo a veces no lo hacían”), el significado
que le asigna es el de la autoridad que representa a una comunidad indígena.
6
Establecida por Alberto Lleras Camargo, por medio de la Ley 135 de 1961.
21

Había que luchar porque el Incora entregara tierras a los campesinos, entonces para
nosotros eso era lo importante. Inclusive, alguna vez yo estuve en contra de los cabildos, les
decía: “Pero es que ustedes qué hacen, por Dios, no hacen nada. Porque los cabildos
deberían estar liderando para que los terratenientes entregasen su tierra nuevamente.
Ustedes no lo hacen, lo que están diciendo es que yo estoy azuzando a la comunidad para
que le quiten a sus amigos terratenientes”. Nosotros no teníamos nada, cómo hacer para
comprarnos un pedazo de tierra o que el cabildo nos diera. No había forma.

Un día, no sé si fue en el 68, le decía a un indígena amigo, que había andado mucho por la
Costa Atlántica y ya había estado participando en la organización campesina de la ANUC y
había estado en las primeras tomas de tierra allá y dijo: allá la gente no pide permiso, sino
que va y se toma las tierras. Decíamos, aquí se habla de recuperación, allá no se habla de
recuperación, sino que se toman las tierras, hay que ir a desalambrar, así eran los discursos.
Y él vino y dijo, hagamos eso, aquí ya llegó la ley de Reforma Agraria, voy a traer a unos
amigos de Popayán que hablen de la Reforma Agraria y verdad, los trajo, ya había una
oficina del Incora en Popayán y comenzamos las primeras reuniones.

Trajo a Edgar Londoño del Incora, también vino otro que era paisa de apellido Castaño,
muy buena gente también. El día en que vinieron ellos, los cabildos dijeron: nada de
comunismo –y se plantearon en contra del Incora– que nosotros somos resguardo y no
necesitamos de Reforma Agraria. Entonces yo les decía, pues estos cabildos no quieren
nada, entonces nosotros si vamos a trabajar; así nos tilden de comunistas, pero vamos a
trabajar. Trino Morales ya estaba en campaña para la Asociación Departamental de
Usuarios Campesinos.

Todos comenzamos por Usuarios Campesinos, no hay ni uno que no haya estado ahí.
Después, por las contradicciones de la ANUC, se dividieron, entonces aprovecharon esa
división para formar ya directrices para la movilización y el fortalecimiento de los cabildos.
Antes no fue así, se trabajaba era con Usuarios Campesinos. Trino fue presidente de la
Asociación de Usuarios Campesinos de Silvia y del departamento fue secretario.

Recuerdo que hablábamos era de la Asociación de Usuarios Campesinos y nos organizamos


a nivel departamental. Después a nivel municipal. En Silvia, Trino Morales y Javier
Calambás lideraban ese proceso. Inicialmente no hablábamos de la necesidad de organizar
22

ni acudir a los cabildos como autoridad tradicional para liderar estos procesos. Entonces
nos pegamos de la organización de usuarios campesinos y finalmente, en 1968-1969
creamos la organización campesina en Jambaló. En esa asamblea a la que acudieron
muchos terrajeros, me eligieron como presidente de los usuarios campesinos de Jambaló.
Me involucré definitivamente a salir y a organizar a todos los terrajeros allí en el municipio.
Y no solamente quedarnos ahí, sino también a salir a otros municipios como Corinto,
Toribío, en parte de Santander que tenía el resguardo indígena de Munchique, Los Tigres.

Recuerdo muy bien que el hermano de Javier Calambás me invitó para que me afiliara al
Sindicato del Oriente Caucano para poder tener derecho de intervenir o participar en las
reuniones del sindicato. Reconozco, sin lugar a dudas, que allí di mis primeros pasos para
comprometerme con las luchas organizativas por la tierra y demás derechos de las
comunidades campesinas e indígenas, pero tengo que reconocer también, que hasta ese
momento no me conocía yo mismo, solo sabía que contaba con un hermano mayor y una
hermanita menor y la dulce mamá que me acompañó un corto tiempo hasta que se despidió
de mí en 1966.

Como ya me había afiliado en el Sindicato Agrario del Oriente Caucano, creo que fue más
o menos a principios de la década del 60, comencé a participar en las diferentes charlas que
la organización daba a sus afiliados. Comencé a interesarme por las tareas organizativas de
las comunidades y empoderarme más en los programas de Reforma Agraria que ya
comenzaba a dar afectaciones a los grandes latifundios en el país, en especial en el Cauca;
como también la campaña nacional de la organización campesina lanzada por el gobierno
nacional. Como ya se hablaba de la necesidad de la tierra, se vio la necesidad de estructurar
la Asociación de Usuarios Campesinos de Jambaló para empezar a luchar organizadamente
frente a los terratenientes de la zona norte y oriente.

–¿Había otras asociaciones fuertes en municipios del departamento?

Sí. Caloto, Corinto. Fueron los que impulsaron, los que ayudaron mucho a impulsar el
primer Congreso Indígena en Toribío. En Caloto el presidente que yo conocí era muy
amigo, anduvimos mucho tiempo, era Ricaurte Castro y vivía en El Palo, a él lo mataron
despuesito de Gustavo Mejía.
23

–Como Asociación de Usuarios, ¿qué hicieron antes del CRIC?

Como programa, la Asociación de Usuarios Campesinos trabajó la organización. Dentro de


la organización promovíamos el programa de arrendatarios y aparceros. Nos pareció muy
bien ese programa que manejaba el Incora. Lo conocimos por Edgar Londoño, y otro que
anduvo mucho conmigo que fue Gabriel Soler. Era argentino –no sé si vivirá o habrá
muerto por ahí–. Él hablaba de Montoneros, la guerrilla de Argentina. Entonces toda esa
situación nos llevaba a pensar y a confirmar que yo era campesino, pues ser campesino era
bueno porque hay que apoyar a conseguir tierra y tenemos los programas del gobierno.
Todavía no teníamos una fuerza legal.

Después de casi un año de haber organizado la Asociación Municipal de Usuarios


Campesinos de Jambaló, en el desarrollo de las actividades organizativas con los terrajeros
en la vereda de Zumbico, al finalizar una reunión, un señor viejito me dice: compañerito,
tengo un documento guardado desde hace un tiempo, tal vez a usted que habla tan bueno le
puede ayudar para luchar por la tierra, no lo traigo aquí, pero usted puede venir a mi casa y
lo mira. Al día siguiente me acerqué a la casa del viejito, y al recibirme muy alegremente
me hace entrega del documento, un manuscrito creo que era de 4 o 5 páginas. El escrito no
era fácil descifrarlo, pero al hacerlo con cuidado pude entender que era el Título del
Resguardo de los cinco pueblos que el virrey de España tenía en la sede de la Ciudad de
Quito, Ecuador. Entregado por él al cacique Juan Tama, por allá en el año de 1701
mediante el cual reconoce como dueños de las tierras a los indios de Jambaló, Quichaya,
Pitayó, Caldono y Pueblo Nuevo. El viejito se llamaba Ambrosio Yule. Allí, al darme
cuenta del contenido del Título, le manifesté que ellos no pueden ser terrajeros en su propia
tierra, él dijo: si compañerito, la cooperativa ya está trabajando para ver cómo se puede
arreglar. El señor Ambrosio me dice: “Es que el Hospital San José y la Iglesia Santo
Domingo de Popayán nos exige el cumplimiento del terraje cada año”. Luego en un libro
encontré que “la Iglesia Católica, era el más grande terrateniente del país, época de la
desamortización de bienes de manos muertas, tenían propiedades avaluadas en diez
millones de pesos, en momentos en que el presupuesto nacional era solo de 2’000.000”
(Tirado Mejía, 1978, p. 144).
24

Había que hacerlo con maíz, frijol que se sembraba en Zumbico. Se cosecha el maíz y el
frijol. Ya seco se venden 40 o 50 arrobas y le llevamos la platica, lo que resulte de esa
cantidad. Y muy honradamente le llevaban hasta la ciudad caminando a pie desde Jambaló
hasta 12 horas, según él llevando 200 o 300 pesos en monedas de 1 centavo. El trayecto que
ellos caminaban era en Jambaló, Pitayó, Silvia, Paniquitá, Río Blanco, Popayán.

Nos reuníamos en Corinto. Ese, hasta ahora, es un municipio caliente donde no es fácil
hablar tan abiertamente, pero hubo un amigo, Gustavo Mejía, quien dijo: “Es que la
Organización de Usuarios Campesinos es la solución y vamos a luchar por eso”. Ellos ya
tenían una organización que se llamaba Fresagro de la Unidad Popular, pero era una
organización más bien como sindicalista, entonces se pegaron de nosotros, eso fue en 1968-
1969. Hacíamos muchas reuniones, eso era una tras otra. En una primera época nos
reunimos, no tengo la fecha exacta, pero nos reunimos en una casa en Corinto. Íbamos yo,
Trino Morales y Ricaurte Castro, un campesino de allí de El Palo quien fue el primer
muerto que puso la organización. Había un cura que se llamaba Pedro León Rodríguez.
Decía: “Ustedes son los que tienen que levantar al movimiento indígena”. Y ya
comenzaron, porque ellos ya tenían un libro seguramente, yo no sé a dónde lo consiguieron,
un libro de Quintín Lame, ahí tenían la fotografía. En un catálogo tenían la fotografía de él
fumándose un tabaco, y dije “Que buen libro este”. Claro, ahí fue cuando ya comenzamos a
pensar que la Asociación de Usuarios Campesinos no era lo correcto para comunidades
indígenas, era más bien pensar en organizar, retomar lo que Quintín Lame había venido
haciendo o insinuando a las comunidades.

Bueno, toda esta situación ocurrió, pero la ANUC venía en crisis en esa época ya. Un
movimiento grande que casi se le salía de las manos al gobierno nacional, con las primeras
tomas de tierra en la costa norte del país, en la Costa Atlántica. En toda esa parte los
campesinos llamaban “la toma de tierras”. Bueno, entonces por eso desde ahí nació la idea
de recuperar. Ya los indígenas no podían decir “toma de tierras”, sino que había que decir
“recuperación de las tierras”. ¿Por qué había que recuperar? Les dije: “porque vamos a
recuperar algo que fue nuestro” según la historia, según los escritos, según las escrituras
que había allí. Eso nos llevó a corregir un poco la lucha porque, por ejemplo, yo nunca salía
con la Ley 89, sino con el Decreto 755 de 1967. Ese era un decreto del gobierno nacional,
25

ese me servía para ir a hacer reuniones y para que no me retuviera la policía, ni el inspector
de policía, ni los alcaldes, porque a todos esos alcaldes no les gustaba este tipo de
organizaciones.

–Con quienes se reunía, ¿hablaban de la Revolución Cubana?

De pronto si plantearon, pero uno no entendía mucho, uno no ponía mucho cuidado. La
Revolución Cubana, la aparición de las guerrillas liberales; finalmente las Farc, eran
razones en oposición a la política conservadora por las que había sucedido con el asesinato
de líderes liberales. Era como la solución de esos problemas de la violencia política de 1948
hasta el 56, 58. Como yo andaba tanto en esas reuniones políticas, me invitaban a Popayán,
a la Mina, al mismo Jambaló. Recuerdo que allí era duro. A unos no les gustaba el MRL,
entonces había insultos, peleas, pero se hizo el movimiento MRL.

–¿Recuerda algunos de los líderes de Popayán?

Estaban Marco Aurelio Hormiga, Omar Henry Velasco, Olíd Larrarte, Leonel Fernández y
la señora Mery Yule de Jambaló, que militaban con el MRL. Las reuniones que hacíamos
no eran en las veredas, siempre eran en Jambaló o en La Mina. A Loma Redonda no
íbamos porque allá era la mata del Partido Conservador. No había ningún discurso en
lengua. Los campesinos iban, aplaudían. También había otros del Partido Liberal, se
llamaban oficialistas, contrarios del MRL, como Humberto Pito y los hermanos Darío y
Samuel Fernández.

–¿Tuvieron relaciones con el Partido Comunista?

Relación directa con el Partido Comunista nunca la hubo como CRIC. Hubo sí con
personas de las comunidades como Barondillo, Zumbico y unas veredas de Jambaló, por el
lado del occidente, Bateas, Chimicueto, todas esas zonas eran liberales MRL. Por eso era
que siempre había contradicción con la gente del pueblo que eran liberales oficialistas. Los
indígenas tampoco planteaban en lengua. No recuerdo por qué en esa época, siempre
cualquier discurso político de un líder de la vereda no hablaba la lengua, su discurso corto o
largo era en castellano.

–¿La guerrilla de las Farc tenía presencia en esas regiones?


26

En la época en que nosotros andábamos todavía no había esa fuerza de las Farc. En el 55
aparecieron, salían de Marquetalia, hicieron el trabajo de matar conservadores y no se
volvió a ver casi nada, eso quedó tranquilo otra vez como en otros tiempos. Ya en 1975
aparece por primera vez un escuadrón grande de guerrillas y se establecen en Borondillo.
En Zumbico tenían campamentos pasajeros, pero no era presencia permanente. Como no
había mayor oposición seguramente por eso ellos no se preocupaban por estarse ahí, porque
había mucha gente de Jambaló que militaron en la guerrilla de las Farc. Por ejemplo, ahí
estaba un Fernández que lo llamaban el comandante Tijeras que era de Jambaló. Otro era
un indígena Cayetano Quiguanás, también era comandante. Estuvieron fue más para el
norte: Corinto, Miranda. Mandaban comisiones a Jambaló y estaban una semana; si muchos
dos, andaban por ahí, volvían y se desaparecían.

Participación en la fundación del CRIC

–¿Qué motivó fundar una organización como el CRIC?

Cuando uno comienza a andar entre las comunidades indígenas encuentra cosas. Cosas que
uno mismo no había visto. Por ejemplo, nos motivó mucho la lectura del libro de Manuel
Quintín Lame que había comentado antes. Nosotros nunca lo habíamos visto, ni sabíamos
que había ese libro. Contenía puntos muy importantes como el no pago del terraje. Quintín
Lame no confiaba en las autoridades locales ni del departamento. Él confiaba en las
autoridades de Bogotá, pensaba que los de Bogotá sí eran gente buena. Un libro que no
recuerdo bien quién lo consiguió, creo que fue Víctor Daniel Bonilla. En esa época él
estaba metido allí con nosotros. Él es investigador, y él decía, es que ustedes tienen muchas
cosas propias que leer más, yo les consigo unos libros. Entonces leíamos mucho.

Una vez, tal vez Trino Morales, me dijo que se había visto con Juan Gregorio Palechor. Yo
no lo había conocido hasta ese momento, porque cuando andábamos con la organización
campesina, andábamos con funcionarios del Incora con estudiantes relacionados con el
Ministerio de Agricultura. Andábamos más con ellos porque eran los que nos habían
llamado a capacitarnos. Nos trajeron a Popayán a conocer unos videos y a escuchar unos
discursos de personas que ya conocían los movimientos campesinos a nivel nacional.
27

Cuando yo comencé a salir, Trino dijo: como yo soy presidente de la Asociación de Silvia,
he hablado con otros amigos que me han dicho que hay otras cosas que ven mucho más
importantes para seguir adelante. Entonces nos citó a una reunión en Las Delicias, en
Silvia, en la hacienda San Fernando, que era de la Cooperativa Indígena Las Delicias.
Adquirida con la intervención del Incora. Allí fue como el centro de encuentros de
compañeros que se comprometieron a luchar por la tierra en el norte del Cauca con el
acompañamiento de líderes como Trino Morales, Javier Calambás, Julio Tunubala y Álvaro
Tombé. Ellos ya habían adquirido experiencia en organizar un sindicato y una cooperativa
y la adquisición de la hacienda sin ocuparse de los cabildos indígenas.

Eso fue más o menos en 1968. Yo venía desde Jambaló dos días por semana a Silvia –ya
había un carro por la mañanita que bajaba hasta Pitayó–. A Jambaló no había carro todavía.
Me encontraba con Javier y Trino Morales que se reunían mucho allí, en la que era la
hacienda de San Fernando. Entonces decían: tenemos que mirar en serio porque lo que hay
de indígenas es mucho más importante. Trino fue profesor y educado por las Hermanas
Lauritas. Comenzamos a reunirnos a principios del 68 y dijo: es que ya la Asociación de
Usuarios no es muy importante. Se hablaba de comprar las tierras. Si leemos estos títulos,
estas tierras fueron de los indígenas, ¿cómo vamos a comprar nuevamente? Ahí es donde
sale la idea de recuperar. Entonces nos dijo que fuéramos a Corinto, porque allá hay otros
compañeros que nos pueden aclarar mejor. Allá fue donde conocimos a Gustavo Mejía y a
Pedro León Rodríguez. Había otro campesino, presidente de la Asociación de Usuarios
Campesinos de Caloto, se llamaba Ricaurte Castro.

Es ahí donde se da la idea de que no es bueno andar como usuarios campesinos, que es
bueno entonces organizar y recuperar las tierras del resguardo, ampliar los resguardos con
todas las tierras que tenían los propietarios en esa época, si leíamos detenidamente los
títulos que encontramos. Gustavo Mejía decía: y no solamente es recuperar la tierra, hay
que recuperar también los cabildos. Yo les preguntaba: ¿y cómo? Entonces me decían:
usted vive en Jambaló, qué ha visto de los curas o qué ha visto de los cabildos, qué hacían
ahí. En verdad, ellos no hacían nada por la comunidad. ¿Cómo recuperamos? Son gentes
que no podemos llegar y echar en un costal y llevarlos. No, pero hay que hablarles a ellos y
28

hacerles ver que lo que están haciendo no le sirve a la comunidad. Pero hablar así era un
problema porque se echaba en contra a los cabildos.

Yo comencé a hablar de esa situación en Jambaló y casi me cuesta la salida de allá. ¡Ufff!,
me cogieron odio. Se unieron Cabildo, alcalde, juez y el cura párroco. El alcalde Ramiro
Fernández, nombrado por el gobernador, aunque era de Jambaló, no colaboraba en nada.
Todos los Fernández eran los fundadores del municipio. Samuel Fernández, el capitán del
Cabildo de Jambaló era Alonso Dagua, era bravísimo. A él no se le podía contradecir nada.
Él decía: usted me respeta y no solamente se me va a callar, sino que se para de donde está
sentado; porque para estar sentado hablando de eso, mejor se para y se va. Daba la orden, o
si no lo fuetiaba. Yo les decía: ¿y ustedes por qué tienen que hacer eso? Y me decían, lo
que pasa es que usted habla así es porque usted no es indio. Y yo también creía que no era
indio. Esa era la aculturación en mi época. De tanto andar con mis viejos no conocía la
gente indígena, así como tales, y como mi papá y mi mamá nunca me hablaban en lengua.
Él un día me dijo: vea señor Gembuel, usted no es de aquí, usted ha venido de Silvia, diga
todo lo que quiera, pero allá en Silvia, aquí no, aquí yo soy el que mando, y todos aplaudían
y ni forma de hacer nada.

Yo les decía, pues ya no vamos a hablar con ellos, vamos a hablar es con la gente. Yo iba y
hablaba con la gente en Zumbico y ellos si me atendieron. Les pregunté: ¿Por qué tienen
que vender el maíz y todo y llevárselo al Hospital San José de Popayán si esto es de
ustedes? No lo estoy diciendo yo, sino que lo está diciendo el título colonial de 1704 que
encontramos. Entonces me dieron la razón, y dijeron, vamos a pensar que esta tierra es de
nosotros y no vamos a mandar ningún trigo ni le vamos a llevar ningún maíz. Nada, ni plata
ni nada, no les vamos a llevar nada, no vamos a trabajar para ellos. El Incora les iba a
comprar, pero el hospital solo tenía un documento de arriendo firmado por el Cacique Juan
Tama por solo 15 años. Ahí fue donde primero se recuperó la tierra y no hubo necesidad ni
de pelear.

Entonces ellos organizaron la cooperativa que hasta ahora existe. Es la única cooperativa
indígena que ha prosperado. Además, es la única cooperativa que yo conozco a nivel
indígena en el nororiente del Cauca como oferente de bienes y servicios. En el pueblo de
Jambaló organizaron el expendio de carnes, traían y pesaban el ganado. Hasta ahora es así.
29

Tienen ganadería, no como persona sino como cooperativa. Organizaron una finca que
recuperaron al señor Saulo Medina, entre Jambaló y Toribío, pegadito ahí. Una parte está
en el resguardo de San Francisco, Toribío, y la mayor parte está en el resguardo de
Jambaló. Organizaron también la cooperativa de transporte, pero con la asesoría de Central
de Cooperativas Agrarias - CENCOA, y mantienen la pesa. Lo que es la venta de carne en
Jambaló la mantienen ellos. Tienen ganado y ellos lo pesan. Hace más de cincuenta años
que tienen una tienda muy buena. Hace 22 años que me vine de Jambaló y hace unos 35
años que también organizaron la bomba de gasolina y le venden a toda esa gente. Tienen
dos buses de transporte de pasajeros muy buenos y una chiva.

Ellos fueron los primeros que hicieron recuperación de tierras. Yo me encontré un amigo
que desafortunadamente tuvo una muerte muy trágica hace dos años. Él me decía venga y
nos reuníamos con la gente, y ellos nos daban la razón, ni le vamos a hacer caso al cura
para ir a limpiarle la casa. Eso era lo que hacían los cabildos, el cura desde el púlpito
ordenaba al gobernador del cabildo para que le citara a la gente para que le fuera a limpiar
las calles de la iglesia, mejorarla, limpiar los techos. Entonces, todo eso se acabó, la gente
se rebeldizó y los curas de ese tiempo me echaron la culpa a mí. Con todo el conocimiento
de los títulos, la gente cogió mucha fuerza en todo el resguardo y se rebelaron contra el
terraje en forma organizada con la Cooperativa y los demás indígenas. Yo me reunía con
ellos, tuve problemas de seguridad muy fuertes, pero a mí no me pasó nada, porque la gente
me cuidaba.

–¿Por allá estaban las Farc?

No. Pasaban por allí, pero no eran estables. A ratos uno se encontraba con ellos, pero ellos
también nos apoyaban. Decían, usted está bien con la gente, siga trabajando. Me recuerdo
un señor que se llamaba Telmo Fernández, le llamaban el comandante Tijeras, era
campesino de Jambaló y era buena gente. El problema fue cuando se creó el CRIC, que nos
metimos ya a otras cosas y comenzaron ellos a contradecirnos y mataron algunos líderes en
el norte del Cauca y alguna gente que estaba trabajando en Tierradentro.

–Al mismo tiempo que usted hacía esto en Zumbico, ¿Trino y Javier hacían lo mismo en
Silvia y en otros municipios?
30

Sí. Nosotros nos reunimos en Corinto, yo no conocía para nada en esos lados. Nos fuimos
seguramente de noche. Nos fuimos en un carro viejo. Llegamos allá a Corinto y nos recibió
Gustavo Mejía y otros personajes como el padre Pedro León Rodríguez. Desde ahí
comenzamos a idear la creación de un movimiento indígena. Lo de Usuarios Campesinos
no nos parecía muy bien, eso sirve, pero en donde estamos no sirve, ¿cómo vamos a
convertir en campesinos a los indígenas? Yo mismo entraba en contradicción. Les decía
que si íbamos a pelear entre nosotros y me decían: no Gembuel, es que no vale la pena
seguir con la organización campesina porque es del gobierno y la organización tiene que ser
propia, de acá de los indígenas como resguardos y para esto tenemos que recuperar a los
cabildos para organizar el movimiento indígena y de ahí podríamos pensar en recuperar las
tierras. Eso se definió en Corinto.

–¿Gustavo Mejía había pertenecido también al MRL?

Políticamente sí. Eso venía de mucho tiempo atrás, ellos conocían muchas cosas, no eran
del MRL como tal sino de Jorge Eliécer Gaitán. Ellos habían sido conocedores de toda la
violencia que se creó. Cuando hablaban de eso, uno quedaba mudo, es decir, esta gente
conocer tanto y ¿cómo nosotros no sabíamos esas cosas? Decía, es que desde la muerte de
Jorge Eliécer Gaitán, desde allí existe la violencia. Los que mataron a Jorge Eliécer Gaitán
eran los conservadores, eran los curas que se prestaron para eso. Pedro León Rodríguez, era
también cura, o mejor, sacerdote. Decía: a nosotros nos orientaban de que todo el que
hablara del partido liberal de Jorge Eliécer Gaitán era comunista, que al comunismo había
que combatirlo y no dejarlo progresar en ninguna parte. Desde la muerte de Jorge Eliécer
Gaitán, un líder político liberal, muy progresista, desde ahí nació la violencia política.
Muchas autoridades del gobierno se prestaron para decirle a la policía: hay que ir a matar
gente, a los liberales a nivel nacional. Uno no sabía mucho. A nivel nacional hubo muchas
muertes.

Después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, el país se partió en dos, decían ellos, una
parte era liberal y la otra conservadora. Los liberales se identificaban con un trapo rojo y el
conservador con un trapo azul. Había enfrentamientos: los conservadores tenían el apoyo
de la policía, hoy día serían como los paramilitares; seguramente, no sé, en esa época los
chulavitas, algo así. Gustavo Mejía tenía mucho conocimiento en eso y nos aclaró todo eso.
31

Decía, ¿qué nombre le ponemos al movimiento indígena? Manifestaba que había que hacer
como un movimiento indígena; pero popular, y discutían entre ellos. Yo no entendía
mucho. Yo era joven, poco intervenía, eso fue más o menos en el 68 o 69. Eso se demoró
menos de un año, ya se organizó y se dijo que había que ir a los resguardos, a hablar con la
gente, especialmente. Con los cabildos directamente no se podía hablar, porque de
inmediato les informaban a los terratenientes y estos a la policía.

En Toribío lideraron personas que eran terrajeros de la hacienda El Credo. Estos


curiosamente, tenían un acento paisa, no hablaban como indígenas. En menos de un año
acordaron el nombre: el Consejo Regional Indígena del Cauca. Un día me citaron a una
reunión a Popayán y nos dijeron que ese era el nombre, creo que fue Gustavo Mejía el que
dio el nombre. Desde el principio él hablaba de que los indígenas tenían que tener un
movimiento propio porque ellos tenían experiencia en la Unidad Popular y en el Frente
Social Agrario allá en Corinto. Pero eso no funcionaba muy bien porque no tenían historia,
en cambio los indígenas tenían una historia muy antigua y la historia nos enseña que todas
las tierras que hoy tienen los pequeños, medianos o grandes terratenientes fueron de los
primeros habitantes.

–¿En qué sitios aceptaron más la propuesta previa a la reunión?

La reunión fue en Toribío. Antes de eso se hicieron reuniones; pero como cabildos era muy
difícil, entonces había que reunirse fuera de los cabildos con la comunidad. Por ejemplo, en
Paniquitá nos reunimos fue con la comunidad, había mucho terrajero. En Totoró no se
podía hablar mucho de terrajero porque había pocos, pero no querían saber nada. Pero en el
cuento de Quintín Lame encontramos que José Gonzalo Sánchez había sido secretario de
Manuel Quintín Lame y hermano de Manuel Tránsito Sánchez. Entonces fuimos a buscar a
Manuel Tránsito Sánchez que vivía en Tororó. Le dijimos: en esa época usted tuvo que
haber conocido las luchas en que andaba Manuel Quintín Lame. Nos respondió: mi
hermano se metió en eso, yo no estuve de acuerdo, pero ellos hicieron cosas muy buenas,
¿Qué es que quieren conmigo? Trino Morales era conocedor de las cosas y le dijo: andamos
es en esto, andamos en busca de apoyo para crear un movimiento indígena regional y él
decía: ¿y eso qué es? Pero él sabía lo que había hecho Manuel Quintín Lame. Entonces
Trino decía, es un movimiento que estamos pensando hacer, todavía no sabemos cómo,
32

pero hay que hacerlo, por eso lo buscamos a usted, porque usted debe conocer lo que hizo
Quintín Lame en su tiempo. Dijo: sí, claro. Le dijimos: entonces díganos que hacía él. Dijo
que Quintín Lame anduvo con mucha gente hablando de recuperar las tierras, que no
pagaran el terraje y todo eso. Algo parecido de lo que nosotros estábamos pensando hacer.

Encontramos que en los resguardos indígenas había la Ley 89 de 1890. Ahí comenzamos a
entender que cabildos eran las autoridades quienes debían estar defendiendo los intereses y
todo el derecho de los indígenas; pero no lo hacían, no estaban haciendo eso. Comenzamos
a pensar en que había que hacer un congreso de indígenas, pero que no sabíamos cómo
llamar a la organización. Recuerdo que hacíamos tantas reuniones ahí en Las Delicias
donde Javier Calambás. Allá estuvo Gustavo Mejía. Se hicieron muchas reuniones. Todo
ese proceso nos llevó 2-3 años casi 1968-1971. Entonces salió ya la idea completa de que
“Bueno listo, vamos a hacer un congreso regional y vamos a ver cómo vamos a llamar esa
Organización Indígena”, nadie tenía un nombre. No sé, nadie tenía un nombre para
proponer, yo no sé cómo hicieron, pero en eso no participé yo.

Después, me di cuenta de que se iba a llamar Consejo Regional Indígena del Cauca que era
el CRIC, decía “Bueno, ¿qué será CRIC?, ¿qué es eso?” Para nosotros era “Voy a averiguar
qué es eso”. Vine a Popayán especialmente a eso: “¿Qué es eso del CRIC?” Trino Morales
me dijo: “Eso es lo que vamos a llamar ahora”. Digo “¿Cómo así, y eso qué es?” Dijo: “Esa
es una Organización Indígena que vamos a hacer en Toribío y no se ha fijado la fecha”.
Hubo una reunión no me recuerdo si en Silvia, después en Tierradentro, muchas reuniones
se hicieron. Me acuerdo cuando el finao Gustavo Mejía anduvo en Tierradentro para
organizar a la gente, mucha gente. Los cabildos no fueron, no estuvieron de acuerdo, eran
contrarios porque se enojaban. “¿Cómo va a ir en contra de los terratenientes? Ellos no son
terratenientes, son dueños de tierra que nos ayudan. Fíjese que producen buena leche, buena
carne, toda esa cosa y a los terrajeros los mantienen bien, bien alimentados” le decían. Toda
esa cosa, tenían en la mente.

–¿Cómo manejaban los terratenientes a los terrajeros?

Los manejaban a través de otro indio, a través de otro indígena que era el capataz, como el
que más hablaba, como que era el más amigo del terrateniente. Él hablaba lengua, hablaba
todo, bueno, entonces los ponía al hilo a todos sus compañeros para que le trabajaran al
33

terrateniente para poder vivir allí donde vivieron siempre. ¿Cuántos días pagaban?, algunos
pagaban cuatro días, otros cinco días por trabajar, los que más hijos tenían todavía tenían
que trabajar por ahí seis días; entonces, todo eso yo conocí. Yo no era nada, yo no era ni
terrajero, en esa época lo llamaban a uno jornalero agrícola, ese era mi título, inclusive en
la libreta militar está ese nombre.

Toda esa situación ocurrió y yo me apegué tanto, era como que la alimentación de uno, yo
no dormía por pensar en la Organización. Entonces citaron a congreso para el 24 de febrero
de 1971 para hacer un encuentro. Aún no era congreso, sino un encuentro regional y se
logró. ¿Cómo se logró? Creo que solamente el indio no podía hacer eso, había la
solidaridad sindical, había la solidaridad institucional que eran los del Incora. Había la
solidaridad institucional también del Ministerio de Agricultura a través de los usuarios
campesinos, entonces los sindicalistas también tomaron parte en el asunto. Recuerdo que
movieron mucha gente de Cali el día del encuentro regional de indígenas en Toribío. Eso
era mucha gente. Allí estuvieron, que yo recuerde, el compañero Gustavo Mejía no como
indígena, también algunos funcionarios del Incora como Edgar Londoño, y otros,
Guillermo Amórtegui, eran funcionarios del Incora, pero que estaban apoyando el
congreso. Gabriel Soler, argentino, trabajó con nosotros, pero en el congreso no estuvo.

Ya había un acuerdo para el 24 de febrero de 1971 que iba a haber un Congreso. Entonces
Manuel Tránsito decidió participar no como cabildo sino como comunidad de Totoró, me
acompañaba y dijimos: ahora si vamos a hacer bien las cosas. Le explicaron bien a él las
cosas y dijo, lo que pasa es que en el Cauca hay mucho problema con los propietarios de
tierras. Les han quitado las tierras a los indios. Los indígenas viven pagando terraje como si
la tierra no fuera de ellos y los blancos quieren cada día quitarle más las tierras a la gente.
Decía: todo lo que es Ambaló, Miraflores, El Chimán eso era resguardo, no sé qué
resguardo, pudo haber sido de Ambaló o de Guambía –hoy es Misak–, ahora en esas
haciendas hacen trabajar a los indios como nada, entonces dijo, cuenten conmigo. Dijo que
de Popayán podían ir en carro y que llevaran comida, maíz, plátano o panela, lo que puedan
llevar para sostener la gente unos dos o tres días. Y fue cuando se logró que Manuel
Tránsito Sánchez llegara a Toribío el 24 de febrero del 71 al Congreso Indígena.
34

Nunca habíamos pensado que llegara tanta gente ese día, nosotros calculamos la gente, los
que se reunían más eran Trino, Javier, Gustavo Mejía. Si acaso con unas quinientas
personas podemos hacer el Congreso, decían ellos, quinientas personas eran poquitas, pero
para ese momento eran muchos. Fue más de esta cuenta, casi se triplicó. Yo recuerdo que
de Jambaló fuimos cien personas, el resguardo que más contribuyó con presencia indígena,
porque toda la Asociación de Usuarios Campesinos nos volcamos fue a organizar ese
congreso. Desde allí no nos llamamos Asociación de Usuarios Campesinos, ese nombre se
perdió, quedó borrado y comenzamos a trabajar como CRIC. Tuvimos muchísimos
problemas, nos acosaba el cura, nos acosaba el alcalde, el juez de la república. Toda esa
gente importante de los pueblitos, eran contrarios nuestros.

–¿Cómo se desarrolló la reunión en Toribío?

En Toribío nos reunimos los organizadores para recibir la sorpresa de ver tanta gente ese
día. Se calculaba, si acaso, entre unas 300 o 500 personas. No, se sobrepasó. Decían que
habían podido contar a más de 2500 indígenas o algo así, porque había mucha gente.
Entonces se sorprendieron todos los propietarios medianos y grandes de los resguardos se
pusieron asustados y pegaron el grito al cielo: “¡Ah!, que los alcaldes no hacen nada, que la
policía menos, que el ejército”. Por todo eso comenzaron a pensar en reprimir la
Organización.

–¿Cuántos cabildos asistieron?

Me recuerdo que cabildos eran como cinco o seis cabildos, algo así, Guambía asistió pero
no como cabildo, sino como terrajeros del Chimán7. No fueron como cabildos, pero sí
como comunidades del resguardo tal. Estuvo Paniquitá. Pitayó como comunidad, Coconuco
como comunidad. No iban organizados como cabildos, sino como personas de un cabildo.
Por ejemplo, Manuel Tránsito era del cabildo de Totoró, pero no fue como representación
del cabildo. Pitayó también asistió no como cabildo, sino como comunidad, encabezados

7
Libio Palechor, hijo de Juan Gregorio, en el encuentro de mayoras y mayores, preparatorio de la
celebración de los 50 años del CRIC, aclaró: “Mi papá no llegó a la primera asamblea porque él;
mejor dicho, no solamente él, y yanaconas si llegaron, pero por razones distintas al proceso
organizativo. Hay por lo menos dos razones y no trato de justificar al pueblo, pero lo que pasa es
que éramos primero muy pocos, segundo, había un problema de incidencia católica grandísima y la
incidencia del partido Liberal”.
35

por Pedro Pito el hombre de las 5 pes: Pedro, Pito, Puyo, Puto de Pitayó. Los resguardos
como tal eran poquitos. Participaron San Francisco, Pitayó, Jambaló, Tacueyó y Toribío,
como comunidades organizadas del norte.

Jambaló sí asistió como cabildo porque el gobernador era muy amigo mío, me dijo: “¿Qué
vamos a hacer? Pues vamos a reunirnos. Si vos decís pues vamos –así hablaba él– entonces,
claro, vamos”. Reunió al cabildo. Allá se reunían los cabildos los días domingo, bueno, se
llenó de gente. Les decía: “Hoy vamos a hablar de que en Toribío vamos a hacer una
reunión de los indígenas o de los cabildos y la comunidad, y voy a ir yo personalmente”.
Decía, “Y voy a ir yo y me acompañan todos”, de Jambaló salieron 120 comuneros, a pie
nos fuimos porque no es muy lejos.

Comenzó a llegar la gente y dijeron que Gustavo Mejía coordinara el Congreso y que Trino
Morales fuera el secretario. Tenían que escribir las propuestas de las personas que iban a
incluir para organizar la directiva. Entonces dijeron que sea gente que apoye, que sea gente
de Usuarios Campesinos, hay que invitarlos, y si hay gente de las ciudades que vengan
también. Entonces invitaron a Edgar Londoño, que hacía parte del Incora y a Graciela
Bolaños que era trabajadora social muy comprometida en el proceso que iniciaba. Otras
personas del Incora de Cali también apoyaron mucho al congreso y de allá mandaron como
unos 5 buses llenos contratados.

De Popayán también fue mucha gente, no sé cómo llegó Olid Larrarte allá, pero se echó un
discurso del Partido Comunista y decía: ¡viva el Partido Comunista del Cauca! Por eso nos
llamaron comunistas. Hizo un discurso rojísimo. “Y el Partido Comunista –no sé qué, no sé
cuándo–, ahora sí todos los terratenientes tienen que ser dominados por las comunidades
comunistas”. No sé quién lo invitó, pero fue allá y se tomó la asamblea. Hubo que cortarle
casi que a rabietas porque era un discurso larguísimo. Por eso los enemigos nos tildaron de
comunistas: los curas, los alcaldes, los jueces. Todo funcionario del Estado nos tildaba de
comunistas porque en el Primer Congreso Indígena fue un discurso del Partido Comunista,
no estaba previsto, pero él lo tomó. Recuerdo que Gustavo Mejía era el que estaba
coordinando la asamblea. Tuvo que decirle: compañero, por favor no más, y él seguía. No
sé quién fue y le quitó el micrófono y ahí ya tuvo que bajarse. Así pues, por esa situación se
enrojeció tanto y tuvimos muchos problemas: todos nos trataban de comunistas y al Incora
36

también. Él se dirigía muy bien a la gente, pero ya no habló del movimiento indígena sino
del comunismo, que ahora sí, los grandes oligarcas, la oligarquía caucana tiene que
comenzar a ceder las cosas que tienen ellos y que les quitaron a los indígenas. Cómo sería
que Trino y Gustavo se molestaron porque estaba hablando algo que no fue acordado
previamente.

Por eso, los políticos, los politiqueros de esa época, los liberales y los conservadores,
dijeron que eso no era un Congreso Indígena, que era un congreso del Partido Comunista.
Cuando fui donde el cura de Jambaló me decía: “Usted viene a hablar del CRIC, ¿No?,
ustedes son comunistas, camuflaron al Partido Comunista como indígena”. Él desde el
púlpito hablaba en contra mía y en contra de la gente, que no se dejaran convencer del
CRIC, que el CRIC es comunismo, y el comunismo es el diablo.

–¿Cómo se organizaron para esos tres días?

Organizado técnicamente, no había cómo. Prestaron unas carpas, esas no eran de los
indígenas. No sé de dónde llevaron unas carpas grandes y mucha gente de Toribío, de San
Francisco, que era el resguardo más cercano a Toribío. Algunos amigos, muy buenos,
ofrecieron la casa de ellos para quedarse en Toribío, en San Francisco. Los Julicué eran los
que más apoyaban. Los Mestizo de Toribío, Héctor Cuchillo de Tacueyó, muchos, que no
recuerdo sus nombres, colaboraron. Todo fue dirigido desde la tarima. Intervenía gente por
resguardos.

Corinto participó con el Frente Social Agrario. Así se presentaron, que iban a apoyar al
congreso indígena porque “Vamos a comenzar a recuperar las tierras de resguardo”. Pero
ya habían organizado una agenda de trabajo, la recuperación de las tierras, la recuperación
de los cabildos, la ampliación de resguardos. Eso después se volvió fue la política a seguir:
los 7 puntos. De eso dependía que las comunidades comenzaran a trabajar y así se dio la
recuperación de las tierras, el no pago de terraje, ese fue el principal punto porque la
mayoría de los que estaban allí eran terrajeros.

Eso fue ayudando a que todas esas orientaciones se dieran. Después del primer congreso
del 71, todo el mundo fue a trabajar a sus resguardos. Yo me dediqué especialmente a
hablar con los terrajeros, y como ellos vieron allá la cantidad de gente reunida y aprobaron
37

la creación del Consejo Regional Indígena del Cauca con su programa de siete puntos, eso
ya era una tarea para hablar en los resguardos. El CRIC creció precisamente porque los
terrajeros fueron la base para llamar a reuniones. Porque los terrajeros estaban cansados,
hacía mucho tiempo que querían salir de eso, pero como no había ninguna organización que
los respaldara, que los apoyara, que capacitara a sus líderes. Comenzamos a ir cada uno a
una vereda. Por ejemplo, en Jambaló, yo iba a la vereda de Chimicueto, a la vereda
Voladero. Ellos decían que tenían que capacitar al compañero que estuviera con ellos;
porque yo iba cuando era posible ir, pero ellos querían tener uno que conociera las cosas y
que les explicara cómo hacer y qué va a ocurrir después de que dejemos de pagar terraje.

–¿Colaboró la Iglesia Católica?

No. En esa época no, porque eran iglesias conservadoras. La iglesia comenzó a colaborar
fue después con la llegada de los sacerdotes de La Consolata, cambió la actitud y apoyaron
mucho al proceso. Antes de la llegada de los curas de La Consolata había un cura español
que era muy reaccionario, no le gustaba para nada que hablaran de indígenas. Según él, los
indígenas eran personas sin alma, decía. No se les puede dar importancia, los que tienen
importancia son los que tienen haciendas de ganadería. Ellos son los que colaboran aquí,
ellos dan trabajo a la gente. Cómo es posible que vayan a echar a esa gente que da trabajo.
Los indios no dan trabajo, ellos mismos buscan trabajo.

–Los participantes, ¿cómo se sintieron en el Congreso?

Los de Jambaló vinieron muy animados. Me decían: usted hizo las cosas bien, creíamos que
era una cuestión suya, pero nos damos cuenta de que es una cuestión grande y que mucha
gente está en lo que realmente hay que hacer, ya no tenemos que estar obedeciendo al
patrón. Había unos que eran los que llamaban capitanes de los terrajeros, ellos si se
plantaron durísimo en no acceder a lo que decían los terrajeros de no pagar terraje. Ellos no
estuvieron en el Congreso. Ellos estaban muy bien con el patrón. Decían: no, es que yo soy
el capitán de ustedes, tienen que obedecer, hay que ir a trabajar, hay que ir a cumplir con el
terraje, si no cumplen el patrón nos va a echar.

–¿En el Congreso hubo gente opuesta a las decisiones?


38

Que yo recuerde, no. No hubo ninguna oposición, la única oposición fue de un muchacho
que era hijo de un terrateniente. Decía que él no estaba de acuerdo, que a los propietarios
les había costado trabajo, que cómo iban a recuperar sus tierras. Eso no es así, yo a mi papá
tengo que defenderlo y voy a decirle que se prepare, porque aquí en esta reunión dicen que
hay que quitar las tierras, y a los terratenientes no se les puede quitar las tierras así por así.
Entonces la gente lo chifló, él se azaró y se fue. El único que habló a nombre de la
organización campesina fue uno de Federación Agraria Nacional - FANAL. Él apoyaba,
pero lo veía difícil: van a haber muchas dificultades, decía.

–¿Qué sucedió después del congreso?

Después del congreso vino una situación muy difícil para nosotros, especialmente en la
zona norte. Manuel Tránsito Sánchez fue el primer presidente del CRIC en ese momento en
el 71, pero no funcionó porque los cabildos de Toribío, Tacueyó y San Francisco fueron
reprimidos brutalmente por el ejército. En esa época, no les pusieron la policía sino al
ejército. De la violencia liberal conservadora quedaron muchos rezagos en Toribío, en
Tacueyó y en parte de Jambaló. Unos que se llamaban pájaros se volvieron a reorganizar
después del Congreso del 71, a perseguir a los líderes que funcionábamos como CRIC y
que luchábamos contra los terrajes. Hubo que pensar en hacer reuniones, pero escondidos,
ya las reuniones no se podían hacer libremente de día. Se hacían en una casa escondidos y
de noche. Esas eran las reuniones para llevar adelante la organización. Al mes completico,
o a los dos meses, yo no recuerdo, a los cabildos de San Francisco, Toribío y Tacueyó los
llevaron presos hasta la Tercera Brigada. Por ejemplo, Manuel Tránsito Sánchez aceptó
como presidente del Movimiento Indígena, pero él nunca se reunió más, sino que se
escondió, porque la represión fue fuerte. Los mandaron a la cárcel. Allí estaba Antonio
Mestizo, no recuerdo si era el secretario. A los gobernadores los llevaron a la cárcel, por
eso no funcionó.

Entonces él ya no fue a reunirse, sino que se quedó en la casa y hubo que hacer un nuevo
congreso pequeño en La Susana8, a los seis meses, algo así. Allí fue donde se dejaron

8
Libio: “Con Gustavo Mejía también se conocía mi papá. Ambos fueron del MRL. Mi papá era el
que dirigía el Movimiento Revolucionario Liberal. Cuando ya estaba sonando el tema del CRIC
fueron a la casa, a Timbío, Gabriel Soler, Trino Morales, Antonio Mestizo y Gustavo Mejía, y le
echaron el cuento, que por qué no apoyaba la Organización Indígena, que eso iba a haber una
39

oficializados los siete puntos, más otros dos para seguir trabajando. Ahí fue elegido, como
reemplazo de Manuel Tránsito, Julio Tunubalá, uno de Guambia de por ahí del Chimán,
Silvia. Él sí funcionó. Él funcionó bastante, llevó toda la Organización a muchos
resguardos. Ese fue un avance muy importante. Él sí trabajó, él funcionó bastante fuerte,
pero después, no recuerdo por qué, él tuvo dificultades con compañeros del Comité
Ejecutivo. En ese momento los Avirama. Toda esta gente que ya estaba en la Junta
Directiva entró en contradicción con él y lo sacaron. Antonio Mestizo fue ratificado en La
Susana, allá es donde entra Palechor. Julio Tunubalá comenzó a andar en los resguardos,
visitó mucho a Puracé, a Coconuco, habló de la necesidad de recuperar sus tierras, de
recuperar los cabildos. En Coconuco estaba también el sindicato del azufre. Anatolio
comenzó a andar también después.

–¿Usted estuvo en La Susana?

Yo estuve el primer día, pero no sé quién de Jambaló me llamó y me dijo: ándate Francisco
porque yo creo que a vos te van a necesitar hoy mismo en la Mina. Todavía no habíamos
comenzado la reunión en La Susana y me dijo: tenés que ir, ahí te mandaron una platica
para que pagues el transporte y vamos por Santander y subimos por Chimicueto. Por eso yo
no estuve en la reunión como tal. Y lo que pasó es que había un muerto en la Mina que fue
un amigo que había estado en la primera reunión del 24 febrero del 71, de apellido Dagua.
Lo había cogido la policía y luego lo habían largado. No llegó a la casa, apareció muerto,
por eso me habían mandado a llamar. Yo sí quise estar en esa reunión y también por eso me
di cuenta que Manuel Tránsito Sánchez no estuvo en esa reunión, él no estaba presente ni
había querido ir a la reunión, y tuvieron que sustituirlo por Julio Tunubalá.

El proceso posterior tendió a distanciarnos de las asociaciones de usuarios. En una reunión


algunos compañeros decían: “Vamos a acabar con las asociaciones de usuarios, eso no sirve
para nada”. Yo decía: “¿Cómo qué no? Si eso es lo que nos ha servido. ¿Cómo vamos a
acabar eso de la noche a la mañana? No, es que ahora ya no somos campesinos, somos
indígenas”. Mire que toda esa cosa pasó. “Somos indígenas y ya no vamos a hablar de
campesinos”.

segunda reunión en La Susana, y ahí mi papá dijo: ahí levantaron el comité ejecutivo. Del cual fue
nombrado su secretario”.
40

Se dijo que había que hacer reuniones legales en Jambaló con Usuarios Campesinos. Allí el
cura párroco era un español, se llamaba Ramón Novoa, y no pronunciaba ni claro el mismo
español porque era de algún lugar raro de España. Entonces un día me dijo el cura: “¿Hoy
asistes a la misa?” Yo le dije: “Claro que yo voy a ir”, y el gobernador ya no era el que me
había acompañado en el CRIC, sino otro gobernador que era contrario, y me dijo: “Claro
que tenés que ir porque va a haber una cosa importante”. Allí fui el primer acusado de que
yo estaba azuzando a todos los terrajeros a quitar la tierra a los propietarios, el que se llama
Francisco Gembuel, y “Ese no es ni terrajero ni nada, ese es un aparecido por acá, hay que
echarlo de aquí”, cosa parecida. Horrible para uno. Yo salí de allí y se hablaba de una cosa
espiritual: la excomunión. Entonces decía: “A partir de hoy el joven Francisco Gembuel
queda con excomunión”. ¿Qué será eso? Yo no entendía nada, y un día le dije al cura,
yendo allá a su oficina, “Bueno, usted me dijo que yo quedaba con ese título. ¿Eso qué
es?”. Dijo: “No, eso quiere decir que usted ya no tiene el perdón de Dios, no tiene nada,
nada del cielo”, y le dije: “Yo me siento bien, yo no voy a dejar eso, yo voy a seguir con mi
trabajo, además yo no estoy haciendo lo que yo quiera, sino que esto es una legalidad, es
una ley de la república, la Ley 135 es ley de gobierno, ley legal, y para respaldar al Incora
tenemos que ser organizados, es que usted está en contra de eso”, y me habían dicho que yo
era comunista.

Bueno, pues encontramos los títulos coloniales de los cabildos, y todo esto sirvió, por eso
Jambaló es resguardo en todo el municipio. Antes de la Asociación de Usuarios y antes del
CRIC, el resguardo era por ahí cerquita del pueblo no más, pero después se recuperó todo y
ahora el resguardo es todo el municipio.

Luego, el CRIC participó en la formación de la Organización Nacional Indígena. El


congreso indígena que fundó la Organización Indígena de Colombia - ONIC, fue un trabajo
casi del CRIC en el 82. Yo me recuerdo exactamente que viajamos a Antioquia, el Valle,
Chocó, Sucre, la Sierra Nevada de Santa Marta, los Arahuacos. Yo digo que el CRIC es el
papá de la ONIC.

Su explicación de la separación indígena de la ANUC


41

–¿Qué los distanció de la ANUC?

De la ANUC se distanció, más concretamente, Trino, que fue el delegado a un Congreso en


la Costa Atlántica. Ese hecho, digo hecho, porque no conozco muy bien las causas, la
ANUC se dividió en dos grandes posiciones que eran la oficial, Línea Armenia y la Línea
Sincelejo. La Sincelejo éramos nosotros, los mejores. Usuarios campesinos luchaban, en mi
concepto, por ideología y por poder. Lo trabajamos un año o dos, antes del CRIC. Eso hizo
que el CRIC cogiera más fuerza. Decíamos, si los usuarios campesinos a nivel nacional
están divididos y no quieren estar por el lado de las recuperaciones de tierras, las luchas
más concretas por la tierra, entonces no estamos haciendo nada, vamos por el lado de la
Línea Sincelejo. Como se separaron en dos grandes grupos, no era fácil reunirse. Entonces
aprovechamos para hacer una organización propiamente indígena, teniendo en cuenta
muchos documentos históricos que se encontraron, en que los indígenas habían sido dueños
de todas estas tierras que aparecían por ahí. Por ejemplo, el municipio de Totoró, el
municipio de Puracé tenía resguardos y ya prácticamente esos resguardos se habían
extinguido. Se comenzó a analizar toda esa situación y el movimiento indígena cogió fuerza
ya prácticamente para salirse de la Asociación de Usuarios Campesinos.

Recordaban que Juan Tama había estado negociando para que los colonizadores no
siguieran ocupando los territorios indígenas y no hubiera tanta opresión, y había logrado
unos títulos. Entonces había que asegurar las tierras de los indígenas y les pusieron el
nombre de resguardos. Resguardo no es un concepto indígena, es un concepto español, pero
lo apropiaron, lo mismo que cabildo. Como eso se logró saber, se dio mucha importancia de
ser indígenas. El indio fue propietario de todos estos territorios que hoy están muchos
terratenientes pequeños y grandes.

–¿En la separación de la ANUC influyeron colaboradores que tenían relaciones con


organizaciones de izquierda?

Directamente no, pero sí. Algunas personas, algunos profesores, algunas personas que
estuvieron trabajando en el Ministerio de Agricultura, entonces eran revolucionarios.
Cuando llamaban a las capacitaciones de usuarios campesinos hablaban de la situación de
América Latina, especialmente Cuba. Por qué las Farc, por qué el Ejército de Liberación
Nacional - ELN, que existían como resultados o efectos de la Revolución Cubana. Pero ya
42

la gente como tal cogió más por el lado indígena, más por recuperar la tierra. Sin importar
si era comunismo, lo que importaba era que se recuperaran las tierras, que no se pagaran los
terrajes. Porque el patrón vivía era porque los indígenas les regalaban el trabajo y se hacían
a buenas fincas. Las fincas mejoraban era con la fuerza de los indios.

La actitud del cabildo es histórica. El cabildo guambiano siempre estuvo en contra de las
recuperaciones. Los cabildos guambianos no han recuperado tierras. Que las han comprado
a través del Incora, es otra cosa. Cuando lo hicieron, no fue el cabildo, era la comunidad, y
no era del resguardo, eran comuneros, terrajeros de ahí. Por eso fue que hicieron lo posible,
como el terrateniente se puso tan bravo, tan fuerte, entonces el Incora ya tuvo que entrar a
negociar. La presencia del presidente Belisario Betancur dio mucha fuerza a los terrajeros y
el negocio se concretó. Pero no era el cabildo como tal, nunca ha estado el cabildo presente.

No sé si me equivoque, pero los guambianos siempre estuvieron con una posición aislada.
Hay que tener en cuenta que los misak que asistieron al congreso de Toribío que fundó el
CRIC no eran del cabildo de Guambía o del resguardo de Guambía, eran los terrajeros de
las haciendas que estaban haciendo un proceso de recuperación. Cuando ellos se dan
cuenta, se presentaron como indígenas guambianos en ese congreso y el cabildo guambiano
estuvo en contra, y lo está hasta ahora. Ellos nunca estuvieron ni quisieron estar, ni han
querido estar hasta ahora en el CRIC, y la gente misak que estaba en el CRIC, fueron
criticados duramente, les decían que eran unos tránsfugas.

A los guambianos no les gustaba que su comunidad se juntara con los paeces, ellos decían
que si se juntaban con los paeces, los jóvenes o las jovencitas, se iba perdiendo la raza, la
costumbre y ellos querían ser originales. En algún momento quisieron acercarse o
estuvieron; porque al congreso se invitaba al cabildo guambiano, y por fin en el cuarto o
quinto congreso que se hizo en Tóez, Tierradentro, un poco más arriba de Belalcázar, allá si
fueron ellos. Pero no para apoyar, sino para criticarnos, que ese congreso no era de acuerdo
con ellos. Alegaron tanto, y no querían dejar avanzar el Congreso, que salió uno de los
Piñacué y dijo: “Aquí o somos paeces o guambianos, aquí mandamos los paeces; si los
guambianos no quieren, que se vayan” y los echaron. Todo eso sirvió para que hasta hoy el
cabildo de Guambía no quiera integrarse al CRIC. Ellos hicieron una organización aparte.

–¿No era una política del cabildo sino una acción de los comuneros?
43

Como terrajeros les tocaba estar a favor de las recuperaciones. En ese caso, en ese tiempo,
el cabildo estaba en contra, las rechazaba. Que eso no estaba bien, que cómo le iban a quitar
las tierras a ese pobre terrateniente, tan buen amigo, que tenía buen ganado, que se podía
tomar leche. No sé en qué año, ya cuando yo vivía en Piendamó hubo un enfrentamiento
total con la gente de Ambaló, que era de los mismos misak, quemaron las casas, hubo
cuatro muertos, eso fue el resultado de que el cabildo guambiano quería la tierra. Pero no
recuperado a la fuerza, sino negociado amistosamente con el Incora. Como ellos ya habían
recuperado las tierras, no le podían entregar al cabildo guambiano la tierra, porque ellos ya
tenían su organización menor, como cabildo de Ambaló que hasta ahora existe con una
fuerza organizativa y legal. Ellos no querían que hubiera otro cabildo, querían que fuera el
cabildo guambiano que liderara allá, pero sin haber estado ellos trabajando.

En ese proceso de andar con el cuento de la organización campesina encontramos muchas


razones legales y conocimientos de líderes. Primero que todo en Jambaló. Yo no conocía
mucho, casi no la iba bien con los cabildos, mejor dicho, no me gustaban. Pero, hablando
de organización campesina, yo me puse a trabajar y a inscribir arrendatarios en un
formulario que nos daba el Incora. Yo era el encargado de llenar todo ese formulario como
arrendatarios. Todo Zumbico era arrendatario de la iglesia de Santo Domingo de Popayán.
Todos ellos estuvieron muy de acuerdo en inscribirse como arrendatarios y aparceros.
Como Usuarios Campesinos, recogía ese listado de aparceros. Con eso bajé ya a la parte
fuerte, a la Mina, al Trapiche, a Chimicueto, a Loma Redonda. A Loma Redonda no íbamos
porque era peligroso, pero ya con ese programa llegamos allá. A Tierradentro fue muy
difícil llegar. Allá llegamos con dos amigos, uno era de Bogotá y Gustavo Mejía. No eran
indígenas, entonces a los no indígenas, el Prefecto apostólico los recibía y hablaba con
ellos. A los indígenas no, y menos que fueran del CRIC. Los curas habían puesto en alerta a
toda la gente contra el CRIC, de que no se recibiera. Tildándonos de enemigos de los
cabildos de Tierradentro para que al CRIC no se aceptara porque el CRIC era comunista.
Queríamos llevar al Incora, que el Incora era comunista. Entonces se volvió muy difícil
entrar allá.

Sin embargo, los compañeros no indígenas sí llegaron y hablaron con el Prefecto apostólico
y lograron decir que no era cierto que el CRIC era comunista, porque el Incora no era
44

comunista, era un programa del gobierno nacional, a través de la ley. Todo eso hizo que
fuera un poquito receptivo con algunos de nosotros. Un día me tocó ir a mí y hablé con el
Prefecto apostólico. Entonces me dijo: “¿Usted es indígena?” Le dije: sí, soy indígena. Él
me pidió que le hablara en nasa. Hábleme unas palabras, y yo no podía hablar. ¡Ja, Ja! Me
corchó así. Entonces le dije que yo no he aprendido la lengua. Mis padres no me enseñaron
a hablar lengua, nada. Entonces me preguntó: ¿y qué pretende usted con eso? Es que se nos
dio la oportunidad de manejar el censo indígena con el Dane. Entonces ya no fui con el
cuento del Incora, sino con el cuento del censo indígena dirigido por el Dane. Nosotros no
somos CRIC, no venimos a nombre del CRIC, venimos a trabajar con el Dane. Yo voy a
desarrollar este programa de censo Indígena con el Dane a ver cuántos indígenas somos, y
dijo: “Eso sí me parece bien”. Entonces me aceptó y logramos hacer el censo indígena sin
mayores problemas.

Las tomas de tierra directamente como Organización Indígena ya habían comenzado en El


Chimán, en Silvia, por los terrajeros de las haciendas de los Gonzáles, de los Caicedo, ahí
eran los misak. Cuando se llevó a cabo el primer congreso en Toribío en 1971, ya ellos
tenían esa experiencia, pero lo estaban haciendo muy tímidamente: de noche salían a picar
las tierras, de día no lo hacían, tenían temor. Sin embargo, los propietarios consiguen el
apoyo institucional de parte de los juzgados, de parte de la policía y comenzaron a sacarlos
casi a la fuerza, a la cárcel mandaron a muchos terrajeros de la hacienda El Chimán y entre
ellos a Álvaro Tombé. En Jambaló también hubo muchos terrajeros que estuvieron en la
cárcel, pero no fue largo tiempo, porque comenzamos a trabajar en la recuperación de los
cabildos. Dijimos: no hay de otra, para ser fuertes en la recuperación de tierras debemos
rescatar nuevamente a las autoridades indígenas que eran los cabildos y que hasta ese
momento no hacían nada por su comunidad para reconocer sus tierras propias. Más estaban
al lado de la curia, al lado de los propietarios y muchos eran fuertes defendiendo los
intereses de los terratenientes. Entonces la curia, la policía, todas las autoridades, los
alcaldes, los inspectores de policía, comenzaron a perseguir a los terrajeros para que no
siguieran desobedeciendo al patrón en sus pagos del terraje. Porque lo primero que hicieron
fue no salir a trabajar el terraje mensualmente, que algunos trabajaban cinco o seis días por
mes y si tenían hijos jóvenes tenían que llevarlos también a trabajar a la hacienda.
45

Después de que se hizo el congreso en Toribío, mucha gente lo tomó en serio y dijeron que
como allá se había hablado del no pago de terraje, no iban a salir a trabajar como lo hacían
antes y comenzaron a rebeldizarse contra el patrón, y lo hicieron en serio. Pero había
indígenas que el mismo terrateniente los había colocado como los capitanes de sus
terrajeros. El mismo indio ordenaba y a veces reprimía a sus propios compañeros. Decían:
“Es que ustedes tienen la obligación de pagar el terraje al patrón, porque el patrón es el
dueño de la tierra”. Pero los dirigentes dijeron que había títulos de propiedad, que se podían
comprobar que los indígenas eran los dueños. Finalmente, se recuperaron algunos títulos
coloniales que nosotros no sabíamos que existían. Eso hizo que la recuperación se hiciera
más rápidamente en Jambaló.

Hubo violencia también. Ahí mataron a unos terrajeros por los sicarios que contrataban los
terratenientes. Por ejemplo, en la vereda de Guayope mataron a un líder muy importante y a
otros tres más, fue una masacre. En la Mina mataron también a cuatro o a tres indígenas, lo
hizo el mismo terrateniente Ramón Nonato Penagos, con su pistola. Finalmente él corrió la
misma suerte, lo mataron a él y a un hermano. Entonces, al ver que había respuesta violenta
también por parte de los terrajeros, los terratenientes comenzaron a salir, porque ellos no
vivían allá, vivían en Santander, otros en Cali. Entonces, la comunidad cogió más fuerza,
ahí fue donde mataron a cinco indígenas. Ellos buscaron ayuda en otros resguardos, en Plan
de Zúñiga, en Pueblo Nuevo, y vinieron un día apoyados de los dos resguardos vecinos y
fueron un día y le tumbaron la casa de la hacienda. Yo no estaba muy de acuerdo con esa
actitud tan fuerte. Les dije, eso nos va a traer problemas, y dijeron, es que si le tumbamos la
casa ya no va a volver, y verdad, el mayordomo también tuvo que irse, entonces ofertaron
al Incora, y no perdieron la tierra.

La hacienda Guayope era de los de apellido Caicedo. Otros lo hicieron en Borondillo,


igualmente. Allí hubo un indígena que se resistió a no agregarse a los demás compañeros a
recuperar la tierra. Se resistió tanto que dijo: a mí no me convence lo que ustedes están
haciendo, yo siempre voy a estar aquí y voy a defender a mi patrón. Entonces le dijeron,
pues usted también tendrá que irse, se lo dijeron en una reunión grande, el hombre se
llamaba Daniel Fernández, era de la comunidad de Silvia, de Ambaló. Creo que no era nasa
y los indígenas de allí le tenían mucha desconfianza porque no colaboraba con ellos. Él
46

actuaba como mayordomo y como patrón, casi. Entonces fueron y le tumbaron la casa, era
una casa grande y bonita. Ya lo habían hecho en Guayope en compañía de la comunidad de
otro resguardo, en Plan de Zúñiga, algunos de Pioyá y otros de Pueblo Nuevo.

–¿Había dirigentes reconocidos?

Sí, regionalmente no. Reconocidos locales. No eran del Cabildo, el Cabildo todavía no se
metía en eso. El Cabildo se metió fue cuando ya se recuperó todo eso. El primer cabildo
que entró ya a colaborar con las recuperaciones de tierras, era el de un propio terrajero que
se logró nombrar de gobernador, a uno que se llamaba Lisandro Campo. Él comenzó a
apoyar las recuperaciones. Ahí cambió la cosa. El cabildo nuevo ya se distanció de la curia
y de los políticos, entró directamente a colaborar como cabildo y a hacer lo que tenía que
hacer. Desde entonces los gobernadores han sido de la Organización, hasta ahora. Como se
dio esa experiencia, también se dio en San Francisco, Toribío, con un terrateniente. Lo hizo
la cooperativa de Zumbico, lo hizo a un terrateniente que se llamaba Saulo Medina, quien
estaba en los límites de Jambaló y San Francisco, Toribío, una hacienda ganadera.

Para recuperar la tierra le arriaron el ganado del terrateniente fuera de la finca. Había como
unas sesenta o cien cabezas de ganado. Unas cogieron para Toribío, otras para Jambaló.
Andaban sueltas y muchas se perdieron. Claro, ahí aprovecharon los que les gusta lo ajeno.
Entonces al terrateniente también le tocó ofertar al Incora. Como el Incora había hecho ya
un censo de propietarios, le compró y entregó a la Cooperativa. Hasta ahora tienen ellos
una ganadería buena. Es de las pocas partes que se ve que están utilizando bien la tierra, eso
es en la Cruz de San Francisco. Luego, los pocos, medianos y pequeños propietarios que
quedaron vendieron ya amistosamente. Algunos terrajeros compraron, otros directamente
por el Incora que le entregó a la gente, a los terrajeros.

Eso se dio como el cumplimiento del inicio de la Asociación de Usuarios. Yo había hecho
un listado de propietarios que había en Jambaló. Yo había pasado ese listado al Incora.
Entré a trabajar así. Ya sabían dónde había terrajeros y dónde no. El Incora vino con el
Agustín Codazzi, vieron todas las fincas, les pusieron precio. El del terrateniente no lo
tuvieron en cuenta. En Jambaló no hay terratenientes, todos son indígenas o campesinos,
pero ya como resguardos, como Cabildos. Como ya habíamos encontrado el título colonial,
el cual dice que todo lo que era el municipio de Jambaló era resguardo, se dio
47

cumplimiento a eso. Hoy el cabildo funciona en todo el municipio, es cabildo, es municipio


y es resguardo. Yo creo que es hasta afortunada la gente, el municipio recibe una parte de
las transferencias y el cabildo también recibe transferencias.

–¿Cómo fue el proceso en Tierradentro?

En Tierradentro también había recuperaciones; pero se dieron muy lentamente. Allá al líder
Benjamín Dindicué que impulsó las recuperaciones lo asesinaron los terratenientes.
Muchos terratenientes tuvieron que salir también. Porque les respondieron de la misma
manera.

–Hay análisis que identifican, al principio, rechazo al CRIC de cabildos de Tierradentro.


¿Eso fue así?

Sí. Ese es un caso especial. Los cabildos como tal ignoraban que ellos eran los que tenían
que tener el dominio de su resguardo. A través de la curia, se hizo creer que ellos no eran
los propietarios, que los propietarios eran los terratenientes; porque allá en Tierradentro
había una prefectura apostólica y el prefecto apostólico logró convencer a toda la
comunidad. Por eso también hubo resistencia allá, muchos indígenas no estuvieron de
acuerdo porque le obedecían más a la prefectura que a cualquier otra institución. Entonces
hubo que hablar con ellos. Como no atendían directamente al indígena, hubo que enviar a
personas no indígenas para que conversaran con la prefectura, con las instituciones, con los
funcionarios del municipio, con el alcalde. Ellos no compartían nada que fuera del CRIC.
Ellos decían que el CRIC era comunismo y que el comunismo no se podía permitir. Era el
mismo cuento que les echó la prefectura, estaban muy al lado de la prefectura, pero eso no
les demoró mucho tiempo.

Nosotros tuvimos dos estrategias: primero, enviar personal no indígena a hablar del CRIC,
y segundo, basarnos en alguna institución legal del nivel nacional como el Departamento
Nacional de Estadísticas - DANE. Entonces se logró que se hiciera un censo indígena. Eso
fue en 1972 y se logró que el Dane y el Incora contrataran al CRIC para hacer el censo
indígena. De esa forma pudimos llegar casi a todos los cabildos, y los cabildos aceptaron ya
al CRIC como algo legal, ya no era comunismo. Decíamos, esto es del gobierno: “Mire, el
Dane es una institución del gobierno nacional” y ellos conocían también el censo cómo lo
48

hacía el Dane, nosotros llevábamos el sello del Dane. Con eso se logró ya conversar
definitivamente con todas esas instituciones y permitir que el CRIC hiciera el censo.

–Cuando Quintín Lame, a principios del siglo pasado, extendió sus acciones a Tierradentro
hubo un líder allá, Pio Collo, que se le opuso y formó una especie de ejército. Hubo un
momento en que Lame trató de tomarse a Belalcázar y ellos se organizaron y se aliaron con
la policía. En un primer momento, vencieron. Después, fueron vencidos. Luego aparece el
CRIC y hubo también gente en su contra.

Precisamente era eso. Porque el no pago de terraje, era conocido como un trabajo hecho por
Quintín Lame. Entonces el CRIC hablaba de no pago de terraje, de recuperación de tierras,
ampliación de los resguardos. Dijeron, este es otra vez el mismo cuento de Quintín Lame,
esto es comunismo. Es que a Quintín Lame también lo trataron de comunista porque uno de
sus secretarios era del Partido Comunista aquí en el Cauca. Se llamaba José Gonzalo
Sánchez. Por eso había resistencia, porque enemigos como la prefectura, los terratenientes,
aliados con políticos tradicionales, hicieron la misma evaluación y dijeron: esto es el mismo
Quintín Lame. En cierto modo, no estaban equivocados.

¿En Silvia hicieron recuperaciones después de la creación del CRIC?

En Silvia, para las recuperaciones, ya había pocos terratenientes importantes, que eran los
Mosquera, los González, los Caicedo, eran tres haciendas un poquito grandes que se
recuperaron de todos modos, antes y después del CRIC. Después del CRIC, creo que fue la
hacienda de los Caicedo que se recuperó, pero antes, los misak ya habían hecho una
adquisición de tierras a la hacienda San Fernando. Los Mosquera eran del Chimán.
Fundación Mosquera llamaba eso. Era donde vivía la mayoría de la gente, hasta ahora, allá
es donde está la casa del cabildo de Ambaló.

El Gobierno opuesto al proceso del CRIC

Los terratenientes, juntándose con la arquidiócesis, los jueces, el gobernador, todas las
autoridades, convocaron a un congreso de cabildos en Popayán. A ese congreso nos citaron
también a nosotros. Era un congreso de gobernadores indígenas del Cauca que citó el
Gobernador del Cauca junto con la curia de Popayán y salieron todos los gobernadores de
49

resguardos del Cauca. Nos citaron para ponernos ante todos los cabildos, a que nos sacaran
para hacernos avergonzar. Ese congreso me recuerdo que fue más o menos por ahí en 1972,
algo así, poco después del CRIC. Habían citado también a Trino, y a otro compañero de allí
de Totoró. En esa época, estaba yo, estaba Trino Morales, estaba un presidente del
Sindicato de Campo Alegre, por Paniquitá. Éramos como cinco personas que estábamos a
favor del Incora, todavía no teníamos mucha fuerza con el CRIC, estábamos a favor de que
el Incora sí funcionara en el Cauca. El gobernador y el arzobispo de Popayán invitaron a
ese congreso para decir que no se puede apoyar porque el Incora es una fachada del
comunismo y que el comunismo no se podía aceptar en ninguna parte del Cauca ni del país.
Transcurrido un corto tiempo de la reunión, dijeron: “Los que estén de acuerdo que no se
dé la presencia del Incora, levanten la mano o se ponen de pie y los que estén de acuerdo
que funcione el Incora en el Cauca, se quedan sentados”.

Claro, ellos ya sabían quiénes éramos los únicos que defendíamos al Incora, éramos la
cooperativa de San Fernando, era Trino Morales como presidente de la Asociación de
Usuarios Campesinos de Silvia, yo como presidente de usuarios de Jambaló, Javier
Calambás como usuario de la finca San Fernando, que ya había sido adquirida por el
Incora. Ya ellos eran dueños de San Fernando. Entonces cuando dijeron que los que estaban
de acuerdo que el Incora no funcionara alzaran la mano o se pararan. Entonces todos se
pararon, los únicos que quedamos sentados fuimos como seis o siete personas. El
presidente de la Asociación Departamental de Usuarios Campesinos, compañero Luis
Erazo recién posesionado, era un negrito del sur. Entonces nos hicieron avergonzar, y
pensaban que nosotros ya no íbamos a poder hacer nada.

–¿Qué propuesta había sido?

La propuesta era que el comunismo no era conveniente que llegara al Cauca, ¿y cuál era el
comunismo? Pues estaban presentes allí muchos funcionarios del Incora, estaban unos
sindicalistas también y estábamos nosotros de Usuarios Campesinos, todos nos trataban de
comunistas, sí, todos. Todos levantamos la mano y nos hicimos visibles, yo, Trino, Javier
estaba, éramos muy poquitos y el presidente del Sindicato Agrario de Paniquitá, algo así.
Había un sindicato en esa época, quedamos con las manos en alto los que no estábamos de
acuerdo, éramos solo cinco personas ante más de 100 personas. Entonces viene lo de
50

verdad, y salimos relajadísimos de ahí, para no desmoralizarnos. Afuera uno decía “¡Ah!
Esto es mentira… porque tenemos la ley en la mano, tenemos la Ley 89, tenemos la Ley
135, tenemos el decreto 755 de organización campesina, por qué nos va a dar miedo,
sigamos adelante”, por eso no paramos.

Nosotros seguimos trabajando, ya buscando más ayuda, nos reuníamos en Corinto, en el sur
por Bolívar, Totoró y Tierradentro. Allá hicimos un amigo que era el único que nos
permitía ir allá, era Daniel Cuetocué, y nos reuníamos en Belalcázar y hablábamos de las
recuperaciones y también con Benjamín Dindicué. Ellos no se rindieron, siguieron
trabajando. Lograron también el apoyo de algunos cabildos, especialmente el de Mosoco.
Ellos empezaron a trabajar a favor del CRIC.

–¿Cómo fue la recuperación de tierras con los Coconuco?

Los Coconuco no estaban recuperando, pero ya había, digamos una organización o alguien
les estaba diciendo que había que recuperar las tierras. ¿Por qué? Por cuestión del Incora,
porque se oían noticias de la costa Atlántica de que los campesinos se habían organizado en
Usuarios Campesinos y que ya no estaban esperando que el Incora les comprara las tierras,
sino que las fueron tomando. Eso también repercutió en Coconuco y dijeron: acá también
podemos hacer eso, y lo hicieron. Pero hay una situación, no recuerdo el año, a una finca
que tenía el arzobispo de Popayán, se metieron directamente con la curia y mandaron a la
cárcel a Marcos Avirama con algunos comuneros, pero no demoraron mucho para salir.
Entonces, de todos modos, ya había, pero no era tan fuerte como después del CRIC. Los
indígenas se movieron porque se dieron cuenta que los cabildos que habían asistido al
primer Congreso en Toribío, ya estaban funcionando tal como se había acordado en el
Congreso.

–En Coconuco estaba el Sindicato de la Mina Puracé.

Sí, pero no tenía mucha influencia en la comunidad, solamente era como obreros de la
Mina. Entre ellos estaba Anatolio Quirá, él se vinculó un poco después de la fundación del
CRIC. Tantos problemas que tuvo el CRIC, la persecución desde su fundación. Teníamos
una pequeña oficinita arrendada en la Residencia Sucre, por el barrio Bolívar de Popayán.
Trino, que era el más líder, dijo: vamos a arrendar esto para tener un archivo, ahí nos
51

reunimos mucho, pero cuando hubo la persecución tuvieron que recoger eso y perderse.
Luego arrendaron por el barrio Modelo, allí también hubo persecución, y ya era por el M-
19. Hubo allanamientos. A Marcos lo catalogaban como del M-19 y lo acusaban de haber
traído armamento del que recuperaron allá en el Cantón Norte, y que esas armas estaban en
Coconuco. Fueron a buscar allá y les hicieron allanamientos y capturaron otra vez a
Marcos. Esta vez estuvo más tiempo en la cárcel, entonces también allanaron la oficina del
CRIC. Muchos se perdieron, Trino era un poquito miedoso en eso, él no se estaba ahí, pero
él estaba en el campo trabajando con la organización. Entonces quedaron ahí los hermanos
Avirama, creo que eran Edgar y Chucho. Hicieron frente ahí, eran jovencitos y no cerraron
las oficinas, pues todo eso hace que el movimiento no decayera por la persecución a los
líderes.

Participación en el comité ejecutivo del CRIC

La primera elección como secretario principal de la Organización fue en el sexto congreso


en Toribío (marzo 30-abril 4 de 1981). La experiencia como secretario no me pareció casi,
poco hacía en la secretaría. Nosotros estábamos era en el campo, en la oficina no nos
encontrábamos sino cuando había una reunión importante con el resto de ejecutivos en esa
época. Como secretario me tocó como antes, estar en el campo, como cuando era el
presidente de la Asociación de Usuarios Campesinos. En Tierradentro me tocó hablar con
alguna gente. Allá tenía dificultades porque yo no hablaba la lengua paez ni el misak.
Entonces hablé con monseñor Vallejo que era el que ordenaba en toda la prefectura de
Tierradentro, yo fui ya como presidente. Hablé con él y le dije: la situación no es como
ustedes están diciendo, que somos comunistas.

Había un encuentro de cabildos y monseñor estaba hablando con ellos. Fui a explicarle que,
como indios, éramos así, que teníamos una cultura diferente a la raza blanca y dijo, usted
viene a hablarnos del CRIC y el CRIC no puede entrar acá. Yo le dije: monseñor, pero por
qué no me explica por qué tienen tanto recelo con la presencia del CRIC, si es una
Organización nueva, no tiene nada que ver con lo que ustedes conocen. Nosotros somos
una Organización muy sana que no tenemos nada que ver con el comunismo, al que ustedes
52

le tienen tanto miedo, y dijo: es que el CRIC es comunista, y que él tenía una información
de que el 24 de febrero ustedes organizaron y constituyeron la directiva del CRIC en
Toribío, y allá habló un comunista profesional que fue el que clausuró todo ahí donde
ustedes hicieron la organización. Le dije: es cierto que el señor Olid Larrarte habló allá, no
era invitado, pero apareció allá y se tomó la tarima para hablar; pero, nosotros no estamos
con eso. Si quiere yo le confirmo lo que estamos haciendo, nosotros estamos más bien
implementando, ejecutando algo que la Presidencia de la República creó: la organización
campesina y para la cuestión de la Reforma Agraria. Y dijo: es que el Incora o Reforma
Agraria es lo mismo. Y dije, entonces el presidente Lleras era comunista cuando él
prácticamente implementó lo que fue la Reforma Agraria, la organización campesina, y
aquí traigo el decreto 755, léalo.

Lo leyó de paso, y dijo, bueno, eso son cosas que están camufladitas con algo bueno; pero
en el fondo es lo mismo, porque ustedes están hablando de hacer Reforma Agraria, que es
quitar las tierras al que tiene y entregarle al que no tiene y dijo, es bueno siempre y cuando
lo hagan en forma legal. Le dije que la cuestión es legal y no es lo que usted está pensando
y creer lo que pasó en Cuba con la guerrilla. Dijo, aquí hay guerrilla y nos asusta cada que
por ahí hacen disparos y la tranquilidad se pierde. Le dije, no hablemos de eso, yo no vengo
a eso, ni soy guerrillero ni nada. Le dije: además yo le traigo otro cuento mucho más legal
de lo que ustedes conocen, vamos a realizar un censo contratado por el Dane y dijo, pruebe
entonces, le mostré un carnet que me dieron y dijo, usted como que me está convenciendo.

No vengo a convencer a nadie, quiero explicarle lo que somos y lo que vamos a hacer,
necesitamos es que los cabildos se ocupen realmente de su gente, de las comunidades para
que haya un mejor desarrollo en cuanto a educación, en créditos, yo sé que los cabildos no
adquieren créditos en la Caja Agraria. Entonces queremos que usted nos colabore porque
usted tiene la potestad, la autoridad eclesiástica y espiritual, yo sé que nos puede colaborar
mucho, y es no hablar mal del CRIC. Yo sé que los curas están autorizados para señalar al
CRIC como un enemigo político y nosotros no somos eso. Dijo: “Y cómo les colaboramos,
si nosotros no estamos en eso, nosotros estamos es por las cosas de Dios y Dios es bueno, y
sé que las cosas que ustedes tienen, está bien que no solo hablen, sino que hagan lo que
53

Dios dijo”. Yo le dije que yo había leído el catecismo Astete, y el catecismo habla una cosa
muy parecida de que hay que estar siempre bien con Dios y es estar bien con toda la gente.

Y dijo: si es así como usted dice, le vamos a colaborar, ya no vamos a atacar tanto cuando
se celebran las misas, que los cabildos estén en condiciones de que los acepten o no, pues
eso ya es problema de los cabildos. Entonces le dije, eso ya es colaboración. Nos dimos la
mano y me vine.

Los del Comité Ejecutivo me dijeron que yo qué había hecho, y les dije que me puse a
comparar lo que ellos pensaban y lo que nosotros pensábamos, que él pensaba que como
éramos comunistas no conocíamos la biblia, no conocíamos el catecismo de Astete, algo
así. En la escuela nos lo enseñaban. Yo leía y eso me valió, le dije que Dios vino a hablar
de paz, de luz, que él era la luz y que la luz es para todos, no para unas cuantas personas. La
luz es de todos y la tierra también es de todos, pero algunos se encargan de coger más de la
cuenta y estrechar a los demás, y eso no está bien, y eso significa para nosotros que no
estamos bien con Dios. Dijo que allá nos hablaron directamente que los cabildos iban a
rescatar todas las tierras a quien estuviera acaparando, y uno de ellos era la prefectura en
Tierradentro que tenía una fincota y todo eso se lo quitaron. Él después salió.

El presidente del Comité Ejecutivo era yo, estaba recién salido. Lo de secretario no me duró
mucho y fui elegido por Junta Directiva en Ambaló, Silvia (1986). Yo no sé quién de los
ejecutivos fue allá, donde monseñor, si Marcos o fue Guillermo. Le había explicado que el
CRIC era una Organización puramente indígena y que no se iba a aceptar ninguna
presencia de otras etnias en los resguardos paeces. Él se reencauchó mucho más con esas
explicaciones que habían dado y por eso nosotros estamos seguros que no es lo que usted
nos está diciendo. Creo que tenía como uno o dos meses de haber sido elegido, y le dije que
había que fortalecer a los cabildos para que se ocupen realmente de lo que tienen que hacer
y los cabildos deben hacer lo que dice la Ley 89 de 1890. Él me dijo que la había leído, y le
dije: sabemos que no están cumpliendo cabalmente con ese propósito que es ayudar a
manejar bien las tierras del resguardo, no aceptar ventas, no aceptar cambios ni nada, sino
permanecer siempre al cuidado de los terrenos del resguardo y la tarea más adelante es
mirar por qué hay propietarios en los resguardos.

–¿Tuvo que hablar con el arzobispo?


54

No. El problema era con la prefectura, los curas tenían que obedecer prácticamente lo que
dijera el prefecto apostólico Monseñor Vallejo, era un señor con acento paisa. Después
mandamos unos que no eran indígenas, uno que venía de Bogotá y estaba colaborando aquí
con el CRIC. Él fue allá y habló con ellos, así se fueron arreglando las cosas. Cogieron
confianza entre la misma casta de blancos. Amigo nuestro era un profesor universitario. Él
investigó cómo hicieron para crear la prefectura, porque la prefectura es una zona donde se
mantiene cierto mando eclesiástico para todos los sacerdotes que trabajaban en la zona. Era
una cosa como especial, espiritual, la Iglesia Católica. Investigó tanto, que investigó lo que
ellos habían hecho en la violencia. Le contaría seguramente que ellos tenían un archivo de
lo que había pasado en la violencia en 1948, 1949, 50, hasta el 55, en donde mataron mucha
gente indígena.

Ellos daban directamente el visto bueno de que se hicieran esas cosas. Ellos nunca
defendieron a nadie, al contrario, le daban más, y dijo: “Y por qué no miramos el archivo
que usted nos habla”. Le mostraron un archivo escrito a mano, cómo habían ocurrido las
cosas, en tiempo, modo y lugar, cómo había cogido a la gente colaboradora de la guerrilla.
Dijo, el ejército colombiano actuó como debe ser, los castigaron, los trajeron en una
volqueta y los enviaron al río Páez, que baja por ahí. Dice que el archivo habla así, pero que
después habló con la gente y dijeron que lo que estaba escrito, no estaba escrito tal como
había pasado, que solamente por encima. La gente dijo, eso de la volqueta y de cómo los
capturaron, es así, pero ahí hablan de algo muy maquillado y eso fue muy violento.
Engañaron a la gente y los montaron en esas volquetas, los trajeron al río Páez y en el
puente de Cuetando pararon y los vaciaron abajo al río, y dispararon contra todos los que
habían tirado.

Eso se investigó con la gente que dijo cómo habían pasado las cosas, y dijeron que mataron
mucha gente. Donde más capturaron fue en Mosoco, en Vitoncó, en Inzá. Llevaban a la
gente engañada de que iban a hacer una reunión y la mataban. Se dio cuenta que a él le iban
a sacar en claro esas investigaciones que estaba haciendo y creo que por eso salió y vino
otro prefecto. No sé si hasta ahora es el mismo, o no sé si la prefectura se sostiene hasta
ahora o cambió. Cuando yo hablé eso fue en 1986, ellos decían que estaban pasando por
una situación difícil, que estaban pasando muchas dificultades, entonces en esos momentos
55

salieron y la prefectura quedó a manos de los cabildos, me imagino. Por eso es que ellos
cogieron fuerza en la educación, ya los cabildos tenían que tomar sus decisiones, la
elección de alcaldes ya cambió.

Yo recuerdo eso como ahorita, yo decía, será que he cometido algunos errores, pero creo
que no, porque no me despidió de mala gana. Luego ya me ocupé en los casos del norte, en
la cuestión de la recuperación de López Adentro, después de la muerte de Álvaro Ulcué
Chocué, el sacerdote.

A mí me impactó el asesinato del Padre Álvaro Ulcué Chocué el 10 de noviembre de 1984.


Porque a él lo mataron ahí en Santander de Quilichao y ahí estuvo comprometida la policía,
según la investigación, por eso no hubo ninguna defensa y a él se le trajo. Eso creo que
sirvió porque nos tocó hacer una marcha de Santander a Popayán, y recuerdo que veníamos
con el féretro del finado Álvaro. Íbamos a meternos a Popayán una cantidad grandísima de
indígenas y campesinos trayendo al finado. Creo que Trino estaba haciendo vueltas en
Bogotá y nos hablaba desde allá con unos celulares grandes. Marcos Avirama decía que él
pedía que lo esperáramos en Palacé.

Trino Morales lo llamaba y venía volando en un helicóptero, y que lo esperaran allí por el
Sena. Por eso detuvimos un poco de tiempo y la policía estaba allí. En esos mismos días
habían matado a dos campesinos en una recuperación de una vereda por Río Blanco, los
dos grupos se juntaron. Después de que estuvimos ahí retenidos ya salieron, no fue en el
Alto Palacé, sino en Río Blanco que estuvimos retenidos. Allí salieron los dos féretros que
habían asesinado la anterior semana y se juntaban con el que venía de Santander de
Quilichao. Se complicó más la situación y reforzaron la policía, que de ahí no se movieran.
Querían la presencia del ministro de agricultura o el ministro de gobierno para escuchar un
poco de reclamos que tenía el CRIC, pero no vinieron. Por fin llegaron delegados y el jefe
de Asuntos Indígenas del Cauca y hablaron. Yo estaba tan cansado, y los que hablaban eran
Marcos Avirama y Trino, que llegó de Bogotá en un helicóptero, trajeron información que
se iba a investigar la muerte del padre Álvaro Ulcué.

Al investigar a fondo, por fin se dieron cuenta de que tenía mucho que ver la policía de
Santander, pero no nos dejaron traer los muertos hasta Popayán porque se pensaba hacer
una manifestación grande. De ahí no más vinieron los carros a recoger a la gente y yo me
56

fui con la gente de Jambaló. Esto me impactó mucho porque decían que esa muerte tenía
mucho que ver con la alianza de los terratenientes y la policía. Finalmente, creo que se
consolidó esa investigación y un comandante de la policía estaba en la cárcel.

–Cuando fue presidente, ¿cuál fue el tratamiento del Comité Ejecutivo del CRIC a los
problemas del Norte?

Yo casi no iba allá, los que más permanecieron fueron Marcos Avirama, Álvaro Tombé y
Guillermo Tenorio. Siempre estaban allá porque ellos se ocuparon más de las
recuperaciones que se estaban haciendo. También de siembras, pero llegó la represión y
acabó con todo, le metieron maquinaria pesada, quemaron algunos ranchos.

–¿Era favorable en cuanto al reconocimiento de resguardos y cabildos?

Sí, pero los cabildos no estaban haciendo lo que deberían hacer con la Ley 89. Un punto
muy importante de esa Ley 89 es el tratamiento como menores de edad. Recuerdo que los
abogados que fueron a Cali a sacar a los cabildos de Toribío, San Francisco y Tacueyó,
presos en la Tercera Brigada, lo lograron inmediatamente por ser menores de edad. Fueron
contratados los abogados Omar Henry Velasco y Marco Aurelio Hormiga. Creo que
también fue por política, porque ellos andaban en la campaña política de la izquierda
liberal, hubo que contratarlos a ellos y también sacar un poco de votos para ellos. Recuerdo
que a Omar Henry se lo llevó a la Cámara de Representantes y al Senado fue Marco
Aurelio Hormiga. Es decir, por agradecimiento se votó por ellos. Omar Henry me decía,
eso es fácil, porque ustedes no tienen por qué estar en la cárcel. Es una injusticia, señor
comandante. Ellos tienen razón, una porque son dueños históricamente de la tierra, que hoy
no la tienen y hay que llegar a la verdad, como son menores de edad, ellos no saben lo que
están haciendo. Por eso soltaron al otro día los cabildos de San Francisco, Toribío y
Tacueyó que los habían llevado a la Tercera Brigada, ya hacía como un mes o dos meses.
Creo que ellos no fueron contratados para que los sacaran a ellos de la cárcel, ellos
buscaban la ayuda nuestra para las elecciones, pero luego siguieron trabajando.

Las comunidades estuvieron siempre atentas a ellos. Cuando llegaron dicen que hicieron
una reunión, se emborracharon para celebrar que salieron libres. Marco Aurelio Hormiga
era un buen abogado, era del sur y vivió aquí en Popayán, seguramente. Luego se trabajó
57

por las alcaldías. En Jambaló por ejemplo, un alcalde por la izquierda liberal llamado
Hernando Tapias Guzmán, que vivía en Corinto, creo que era pastuso, eso fue una gran
cosa. En esa época lo nombraba el gobernador, por eso fue que yo llegué a ser, primero
concejal en el 89 por la izquierda liberal y estuve hasta el 93, pero la plata si era muy
poquita. El Concejo fue elegido en mayoría por la izquierda liberal y era un cambio porque
los que eran oficialistas liberales perdieron y quedaron muy aburridos. Víctor Mosquera
Cháux era el jefe liberal del oficialismo en esa época. En Jambaló sí se ganó y en otras
partes no. Hubo un momento en que Tapias Guzmán me dijo, es que usted puede ser
concejal y puede ser personero también. Uno en esa época no conocía absolutamente nada,
para qué eran las personerías.

–¿Qué otras actividades pudo hacer como presidente del CRIC?

En esa época trabajé también en el Plan Nacional de Rehabilitación - PNR. Me tocó como
delegado indígena, reconocido por la Gobernación del Cauca, para la rehabilitación y hoy
tengo una certificación. Porque en esa época la represión oficial era fuerte. El gobernador
de esa época me dijo: usted va a ser el representante del CRIC ante el plan de
Rehabilitación. Le dije que sí, pero que me tenían que dar un certificado. Una vez, por esa
situación, nos fuimos a una reunión con el M-19 en Santo Domingo, hablando de la paz y
de que ellos se iban a desmovilizar. Estuvimos con Álvaro Tombé y otro compañero.
Estuvimos bien porque nosotros siempre estábamos de acuerdo que esa gente se
desmovilizara, porque ellos hablaban casi parecido a nosotros de que las tierras de
resguardo había que volverse a los cabildos y los cabildos tenían que hacer lo que tenían
que hacer.

Unos discursos buenos por Carlos Pizarro, y había otros amigos ahí que se movilizaron en
el reguardo. Estuvieron mucho tiempo andando. Era una guerrilla grande, en la época del
Batallón América. De allá salió mucha gente a andar con ellos. Al regreso de Santo
Domingo pasamos por Silvia, andábamos en un carrito amarillito que teníamos del CRIC.
Pasamos por ahí como a las once de la noche, íbamos para Jambaló y nos paró la policía.
En esa época no había carretera por Toribío a Jambaló. Les dijimos que veníamos de los
diálogos de paz con el M-19. Les dijimos que nos dejen tranquilos, que la represión por esa
causa es muy dura para los indígenas. Dijeron sí, eso nos parece bien, pero ustedes van a
58

amanecer aquí. Álvaro les dijo: es que yo soy de aquí de Silvia. Le dijeron: no importa,
usted tiene que amanecer aquí con nosotros y hay que dejar una constancia de que ustedes
estuvieron aquí. Dígale a su gente que fueron tratados bien por nosotros, y le dije, usted
cree que nos están tratando bien reteniéndonos aquí, eso es tratar mal a la gente, nosotros
no andamos en cosas malas. Dijo sí, pero es deber de nosotros retener a la gente para que
nos les vaya a pasar nada por ahí arriba.

–¿En la conversación con el M-19 salieron problemas con los cabildos?

No, más bien era como la aceptación. Recuerdo en Jambaló en un diciembre del ochenta, se
tomó a Jambaló el M-19, mucha gente, estaban organizando para la vaina del Batallón
América, mucha gente de allí, el propio alcalde estuvo allá con ellos muy tranquilo. La
gente de allá eran los oficialistas y como en un principio la izquierda liberal se ganó a la
gente, entonces ya tenían una idea más clara de lo que se podía hacer. Era tanta gente que
copó totalmente la placita de Jambaló. Allí hicieron una fiesta, colocaron música y bailaron,
todos contentos. En ese momento entendí que la gente los aceptaba, no había ninguna
contradicción con ellos. De ahí pasaron para Caldono. Finalmente estuvieron en Las
Delicias, Buenos Aires, iban para la toma en Cali, pero no la hicieron por cuidarse. Mucha
gente joven de Jambaló anduvo con ellos.

–¿Usted realizó un viaje a Europa, qué conclusión sacó?

Me tocó viajar con Alejandro Ávila a Europa. El objetivo fue buscar la cooperación con
proyectos del nivel local. Estuvimos en Holanda, Bélgica, y en una parte de Alemania, yo
hacía presencia con él porque yo no tenía experiencia internacional, es muy complicado.
Yo contaba lo que sucedía aquí en Colombia, principalmente en el Cauca con los indígenas:
cómo era el manejo de las autoridades. Explicaba la experiencia organizativa del CRIC. Yo
no conocía, no tenía experiencia para nada, fui a presentar los problemas que tenía con la
represión oficial con los indígenas en la zona Norte, cuando eso era presidente del CRIC.

La gente que Alejandro obtuvo de contactos, nos llevaba a esas reuniones de sindicatos o
algo así y organizaciones políticas. Yo andaba guiado por él, quien hablaba la lengua de
allá, hablaba perfectamente con ellos y yo le preguntaba ¿qué hablaron? Y decía que ellos
estaban contentos de que yo como indígena estuviera allá y que era una prueba de mi
59

identidad como indígena. Hay que ayudar y ser solidarios y se hizo una manifestación de
solidaridad con los pueblos indígenas del Cauca y del país. Sirvió mucho la solidaridad
internacional porque estuvimos allá denunciando lo que pasaba en el Cauca con el CRIC,
con los cabildos, con las recuperaciones.

Yo creo que las denuncias que hacíamos le llegaron al gobierno, porque ya la represión
había quemado los ranchos en López Adentro y habían hecho un desalojo, pero la gente
volvió y se tomó eso, ya no los podían sacar. Después se dio la masacre en El Nilo, el 16 de
diciembre de 1991, pero yo ya había salido de presidente del CRIC.

–¿A qué países fueron?

De Colombia fuimos a Venezuela, creo que al aeropuerto de Caracas, luego a Trinidad y


Tobago. El avión iba haciendo escalas. De ahí sí fue directo al aeropuerto de Londres, en
donde aterrizamos. De ahí a Madrid en un avión pequeño y luego nos llevaron en tren para
Holanda. Era muy largo. A Madrid fuimos en un avión pequeño. Increíble, nunca pensé que
iba a volar así. A mí me daba miedo cuando estábamos pasando por el Atlántico. Hubo
turbulencias y se movía bruscamente el avión. Eso fue a la madrugada. Nos asustamos.
Íbamos tomando tinto y se nos cayeron los pocillos; pero solo como tres minutos. Luego
volvió a la normalidad y aterrizamos en Londres. En Madrid, parecía que hubiéramos
aterrizado en Colombia. Parecidas las cosas: algunas ventas, la gente que habla español,
como lo entiende uno. Todo eso me impactó mucho. Uno cuándo podía pensar que gente de
otros continentes tan lejanos, pudiera uno hablar con ellos y conseguir solidaridad, apoyo.
Creo que hablaron con el gobierno colombiano. Como yo no tenía mucha experiencia,
pensaba si esto se cumplirá o no. Yo le preguntaba a Alejandro: ¿será que sí tomarían bien
todo lo que hemos hablado de lo que pasa en Colombia? Y me dijo que sí, que ellos lo
habían tomado muy bien y que ellos iban a manifestarse al gobierno colombiano por esas
masacres, con solidaridad, con el apoyo, para que no se incremente la represión, que
posiblemente se investigaría al gobierno colombiano por esas masacres.

Recuerdo que sí sirvió. La gente decía que gracias a las manifestaciones de solidaridad
internacional, la gente se sintió de otra manera, la represión iba a ser continua, pero de ahí
paró. Los de López Adentro, que era la recuperación más importante que había en ese
momento, ya pudieron avanzar y pudieron negociar.
60

–¿Usted participó en la desmovilización del Quintín Lame?

Sí, yo estuve en Pueblo Nuevo, pero no como combatiente, sino como simpatizante.
Fuimos como unas veinte personas de Jambaló a ver cómo era eso de entregar las armas.
Gildardo, comandante de ese grupo lloró cuando entregó el arma y dijo: hasta aquí me
acompaña. Eso impactó, porque uno decía, quedamos desprotegidos, ¿qué vamos a hacer
ahora? Hay que continuar. En 1985 los cabildos decidieron sacar a la luz pública la
resolución de Vitoncó, exigiendo respeto a los cabildos, la autonomía de parte de los grupos
armados, cuestionando la situación con las Farc, ese día estaban en reunión allí ellos y el
Quintín. En la desmovilización del comando del Quintín vino gente del gobierno a recibir
el armamento y todo el comando depuso las armas. Con algunos no había acuerdo porque
había denuncias de malos tratos, de mal comportamiento de algunos quintines en los
resguardos. Por eso hubo la necesidad de desmovilizarlos, porque se estaba saliendo de las
manos de los cabildos. Unos líderes quisieron utilizar al movimiento Quintín Lame para sus
cosas. Un grupo ahí pequeño para castigar a la gente, y por eso mucha gente estuvo de
acuerdo de que más bien se desmovilizaran.

–Dicen que muchos de los desmovilizados se sintieron desamparados.

Hubo gente que no quería que se desmovilizara, pero había otros resguardos, por ejemplo,
en Tierradentro, creo que fue en Inzá, que sí querían. El propio cabildo denunció ante el
CRIC que los del Quintín estaban cometiendo errores, eran cosas muy personales de ellos
allá, pero la gente no estaba de acuerdo que se cometiera errores. Algunos señalaban
directamente a unos comuneros para que se los ejecutara. El comandante Gildardo se dio
cuenta y dijo: cómo así, el Quintín no está para eso, y quisieron sancionar al propio líder
allí en Paniquitá por eso, y los cabildos dijeron, no, ¿cómo van a castigar a una persona que
tanto ayudó a que el Quintín estuviera allí? La comunidad habló, entonces no lo hicieron.

–Pero, de la resolución de Vitoncó se podría desprender que la presencia guerrillera,


incluida la del Quintín Lame, estaba desplazando la autonomía de los cabildos–.

El Quintín no. De pronto algunos lo entendieron así, porque llegaban a nombre de los
cabildos, con un discurso público diciendo que venían a nombre y en defensa de los
61

cabildos indígenas del Cauca, somos la fuerza y estamos aquí para respaldar. Esos
discursos no sirvieron mucho, entonces ellos estaban quitando la responsabilidad política a
los cabildos, y los cabildos se sintieron mal porque hablaban en nombre de ellos, apoyaban
seguramente, pero no tienen por qué estar hablando a nombre de los cabildos. Todo eso
hizo que se decidiera desmovilizarlo. La mayoría de la gente no quería la desmovilización.
Después de que se desmovilizó el Quintín, hubo una reunión en Paniquitá, casi de un día
completo en discusiones, de que el movimiento político Alianza Social Indígena no tenga el
nombre de Quintín Lame y, por mayoría, se aprobó la desvinculación del nombre de
Quintín Lame del movimiento político Alianza Social Indígena.

–Es que la Alianza Social Indígena aparece como organización política de los
desmovilizados del Quintín–.

Sí. La situación y el enfrentamiento fue fuerte con Avirama por darle el nombre del líder
indígena. Se aceptó y mucha gente siguió discutiendo, pero finalmente luego aprobaron que
ya no apareciera más el Quintín en la denominación de la Alianza Social Indígena. Pero era
como el resultado de algunos cabildos que pidieron la desmovilización, creo que fueron de
Tierradentro, pero la mayoría de cabildos de esa zona reconocen que la presencia de
Quintín sirvió para fortalecer el cabildo. Por investigaciones de mal comportamiento de
algunos militantes, los mandos solicitaron su desmovilización. El compañero Pablo, que era
un colaborador político, también decidió sobre eso.

–Ellos participaron con otros grupos guerrilleros en la Coordinadora Guerrillera Simón


Bolívar con el Ejército de Liberación Nacional y con las Farc.

Claro, con Ricardo Franco, con el M-19, con todos querían tener una relación, pero con las
Farc no les fue muy bien. De todos modos, el Quintín Lame, que era una autodefensa, quiso
conocer más a fondo el componente del Batallón América, y luego la Coordinadora
Guerrillera, cuyos propósitos eran demasiado riesgosos para los fines por los cuales se
organizó, esa fue la razón para desmovilizarlo. Con las Farc tuvimos mucho problema, a mí
me tocó viajar a Casa Verde, siendo presidente del CRIC, eso fue en enero del 87, y hablar
directamente con Jacobo Arenas9. Nos fue bien porque nos estaban matando mucha gente

9
Ver anexo N.° 1.
62

en San Francisco. En Jambaló me tenían amenazado a mí y a otras personas. Pero como


había un enfrentamiento directo con los cabildos, tratándolos de sapos, era jodido con las
Farc. Todo cabildo era sapo, todo cabildo era informante y por esa razón el CRIC, que era
la fuerza política de los cabildos, debía tener en la vista a las Farc para ver de qué manera
se podía arreglar eso.

Lo más seguro era que nos tenían en la vista para matarnos. Hubo que hacer ese viaje allá
para evitar más matanzas, había una amenaza grande en Jambaló, San Francisco y Toribío.
Mataron como a quince líderes, y eso no se podía dejar que siguiera. Viajamos allá Rafael
Cuetia y yo de Jambaló, Marcos Avirama, Anatolio Quirá, uno del Tolima, otro de
Antioquia, otro del Valle, fuimos seis o siete. Allá estuvimos hablando con el viejito
Jacobo. Él nos dijo que los camaradas les llevaban la razón de que el CRIC era unos sapos
que no dejábamos avanzar la fuerza revolucionaria, que ellos estaban llevando hace un
tiempo. Le respondimos que nosotros teníamos otra política que es la autonomía de los
cabildos. Los cabildos son gente sencilla que tienen muchas cosas buenas para que la gente
se desarrolle y no nos pueden ir matando, considerando que somos sapos o informantes de
la policía, el ejército o el DAS.

Jacobo Arenas tenía una información muy tergiversada. Dijo que nosotros estábamos
haciendo matar a sus camaradas. “Así que, si ustedes paran eso, nosotros no estaríamos en
contra de ustedes”. Nosotros les respondimos: “Ustedes están luchando contra el gobierno
en una forma armada, nosotros estamos luchando civilmente con otras posiciones políticas,
pero que si miramos bien, vamos por ese mismo lado”. Marcos Avirama le dijo que la
información que le daban era la forma de hacer matar a la gente. Entonces él mandó una
comisión al norte para que pararan todas esas amenazas y se paró. Tenían como quince
personas para matarlos. Recuerdo que se evitaron esas muertes y claro, yo era uno de ellos
también.

Era un sitio con gente muy fuertemente armada. Nos llevaba una persona del Partido
Comunista de aquí de Popayán. Era un problema ir con ese hombre, porque no caminaba a
pie, tampoco se montaba a caballo. Teníamos que llevarlo de cabestro en la mula. Íbamos
con un guerrillero del octavo frente y con ellos íbamos seguros de que no nos iba a pasar
nada, porque nos daba miedo. Él ya había estado allá, era muy conocido, era paez, pero
63

muy bueno. Fuimos a Bogotá hasta un pueblito en el páramo de Sumapaz en carro.


Cruzamos ese páramo y llegamos a un filo. De ahí para abajo era baje y baje, casi cuatro
horas bajando. Abajo estaba la Casa Verde. Allí, realmente, era una fortaleza de las Farc,
mucha gente armada. Jacobo Arenas, después de todo, no quería hablar con nosotros, pero
el guerrillero le dijo que él era del octavo frente y habló con él. Entonces, dígale que venga,
él estaba en otra parte, y allá nos recibió con una copa de whisky, tenía unas garrafas
grandes de whisky y vodka.

Él nos puso una mesa, allí sentado, nosotros alrededor y dijo, primero vamos a tomar el
trago del diálogo. Dijo: quién no sabe tomar esto. Dijimos: ninguno hemos tomado. Dijo:
pues van a probar. Nunca lo habíamos probado y muy bueno. Decía: esto es lo que yo
tomo, esto me mandan los camaradas de Rusia. Sí, nos recibió bien. Dijo: así que yo tengo
los sapos aquí de frente. Camarada Jacobo, pero eso no es así y por eso estamos acá.
Nosotros venimos es a explicar lo que realmente somos y lo que hacen los cabildos.
Escuchó y dijo: qué quieren que hablemos. Y dijimos: lo primero que debemos hablar es de
la amistad, y es que nosotros estamos luchando en contra de las políticas del Estado.
Ustedes están luchando también casi por lo mismo. Pero lo que pasa es que la lucha de
ustedes es diferente, es armada, revolucionaria, según ustedes, y nosotros no lo hacemos
así, nosotros lo hacemos en una forma legal. Dijo, eso es lo que nos parece raro con
ustedes, porque si son legales son del gobierno.

Fue bajando la tensión y dijo: está bien que ustedes trabajen en contra de la gran oligarquía,
del latifundio, no nos parece bien es que ustedes toquen la pequeña propiedad. Le dijimos:
no, nosotros tampoco estamos de acuerdo que se desplacen a los pequeños propietarios de
los resguardos, ellos se manejan bien, son gente buena, ellos están ahí, no hay ningún
problema. El problema es de los grandes que utilizan el terraje, utilizan a los indígenas para
prosperar solamente ellos, para tener su ganadería y para el mal de la misma gente,
abarcando más sus territorios y más cuando nos hacen matar a la gente. Es que ustedes no
son los únicos que nos han matado, los pájaros también nos han matado, entonces ¿cómo
así, que somos legales, que somos gobiernistas y que somos sapos? Si fuéramos sapos, los
pájaros nos estarían respaldando, y ellos nos están es matando también.
64

Marcos es bueno para hablar, la mayor parte la habló fue él, y nosotros estábamos ahí
apoyándolo. Ahí se firmó un acuerdo de no agresión, firmado por nosotros, él y luego por
Manuel Marulanda, Raúl Reyes y Alfonso Cano. Eso sirvió para defender la gente de los
cabildos que estaba amenazada; especialmente de San Francisco, Toribío y algo del Norte
de Corinto. Estuvimos allá con él día y medio, hablando también otras cosas de cómo
estaban ellos, una charla amistosa. Él no autorizaba salir sino a la madrugada, entonces nos
tocó salir a la madrugada. Decía que todo era orden de él, que podía uno movilizarse allí, la
guerrilla de ahí también recibía órdenes de él, cuídenme a esta gente porque es gente buena,
gente que me ha traído noticias buenas y autorizo para eso.

–¿Hubo relaciones con Manuel Marulanda o con los otros del Secretariado?

Manuel Marulanda no estaba allí, no sé dónde estaba. Creo que estaba en el Valle y que no
podía trasladarse así tan fácil, pero más era para hablar con él. Lo que pasa es que
Marulanda cometía también algunos errores en sus andanzas en las comunidades, entonces
los cabildos no le tenían confianza.

–Marulanda dirigió el asesinato de las monjas en Tierradentro–.

Sí. Decía Jacobo Arenas, yo salí por Tierradentro, es que allí tenemos una base, –no sé
dónde porque no se explicó bien– y la gente de allá no me ha traído esas noticias que traen
del norte del Cauca. ¿Será que ustedes se portan muy mal allá o qué? Pero las noticias
malas las llevaban eran los mismos guerrilleros con el fin de matar al resto de gente que
tenían señalados, no era la comunidad ni los cabildos. Eso se logró parar.

Decía él que ningún cabildo había ido allá. El CRIC suena mucho allá, decía, suena feo,
suena feo. Y le dijimos: pero ustedes nos tratan de sapos, en cambio, los enemigos nos
tratan de comunistas, ¿ustedes son comunistas? Y dijo, claro, nosotros somos comunistas,
camaradas. Todo eso se explicó, cosas que pasaban con la iglesia, con los jueces, con los
alcaldes. Los que más hablaban, los que llevaban la batuta, eran Marcos y Anatolio.
Anatolio, de allá para acá, se nos mareó en el alto del Sumapaz, se nos cayó, nos asustamos,
no respiraba, cambió de color, la cara se volvió palidísima. Decíamos: ¿qué hacemos? No
habíamos traído nada. Y de curiosidad mía, yo traía un pedazo de panela en el morral y otro
en el bolsillo, porque venía comiendo panela para subir sin problema. Entonces le hicimos
65

un jugo de panela con agua fría. No importaba, revolvimos bien, le hicimos una aguapanela
bien dulce. En el páramo de Sumapaz había mucha gente guerrillera, y un viejito guerrillero
paisa salió y dijo: ¡Eh Ave María!, ¡ustedes qué hacen por ahí carajo! ¿Vienen a morirse
acá o qué? Y dijo: es que de pronto él no ha caminado, y claro, él no caminaba y le tocó
caminar toda esa cuesta, que eran cuatro horas, bajando gastamos cuatro horas y subiendo
eran seis.

Nos acompañaban los mismos guerrilleros que habían ido con nosotros, pero el propio
guerrillero ya no venía con nosotros, el que venía era uno gordito, era de la ciudad, no
recuerdo su nombre. Había que traerlo y él tenía que venir porque era como el garante. Él
no se mareó, porque lo traíamos en una mula y de pa´rriba no se caía, todos los demás
veníamos a pie. Por ahí cerca había casas, se dieron cuenta que teníamos alguna dificultad y
nos vinieron a ver, y teníamos al hombre tirado en el piso. Uno dijo: yo les voy a dar un
remedio y le dio, creo que era algo como aguardiente y como a la hora ya se sentó y dijo
que se sentía muy débil para caminar, le dijimos que teníamos que caminar, estamos lejos
de donde nos toma el carro. Llegamos al caserío en todo el páramo, ahí ya era la carretera y
sabían que nosotros llegaríamos ahí. Ahí nos tocó quedarnos. Como a las 7 de la noche
llegamos allí. La guerrilla estaba tomando trago, a Marcos y a nosotros nos dieron un trago,
y unos guerrilleros como fregados comenzaron como a tratar mal a Marcos, a empujarlo,
entonces les dijimos, camarada, no nos trate así, no trate así al hombre, él no te está
haciendo nada, no les estamos haciendo nada. Y dijeron, no te preocupés que nosotros
somos así, pero ellos si estaban borrachos y a nosotros del miedo, creo, que no nos cogió
nada el aguardiente. Marcos ha de recordar de eso, él tomaba su trago, pero en ese frío
tampoco hacía efecto. Ahí amanecimos, y al otro día, como a las cinco y media de la
mañana, ya estaba el carro ahí y nos vinimos a parar a Bogotá otra vez. Sin problemas. No
tuvimos ninguna dificultad.

–Usted dice que con Jacobo Arenas firmaron un acuerdo.

Sí. “Era un secreto, dijo, pero eso sí, este acuerdo no lo puede ver alguien que no esté de
acuerdo con ustedes porque nos sapea a todos y guárdenlo bien”. Marcos fue el que guardó
66

el acuerdo10. A mí me fortalece pensar que hicimos algo bueno. Siempre, siempre


trabajando por la paz. Antes de la desmovilización del M-19 también trabajamos por la paz
en Loma Redonda porque algunos compañeros invitaron al M-19 a ejercer acciones allá.
Porque los pájaros habían matado a uno de ellos. En esa época estaban luchando por
recuperar la tierra a los terratenientes de allí, y ellos fueron a atacar a ese hombre, a buscar
al jefe de los pájaros, y más ligero le mató a un hijo, y a otro lo hirieron y no pudieron
hacer nada. Entonces, andaban muy molestos, muy dolidos porque mataron a un hijo. Por
eso fueron a hablar con el M-19 para hacer algo con esa gente mala que había allí.

Toda Loma Redonda es considerada históricamente cuna de los pájaros, y tal vez, por eso
también le afectó al alcalde. Los del M-19 iban a mandar una comisión grande a tomarse a
Loma Redonda, a matar a mucha gente. En ese tiempo ya estaba el cura de La Consolata de
Jambaló, Mauro Riascos, y le contamos que iba a haber una cuestión bien fea y como él se
volvió tan importante en Loma Redonda, porque con los curas si la llevaban bien. En ese
tiempo el gobernador era Ángel Quitumbo. Entonces dijo el cura: hay que hablar con el
gobernador. Días antes, el M-19 había capturado a uno que era el principal, que organizaba
a los pájaros y lo detuvieron en Zumbico, y antes de hacer lo que ellos querían hacer,
seguramente él se les voló. Le hicieron una cantidad de disparos. Siendo él un militar
retirado, se les escapó y fue a dar al río Jambaló, se metió por allá y no lo pudieron coger.
Luego apareció en una vereda donde ya era conocido y contó que se les había volado a los
del M-19, que lo iban a matar y que lo habían herido en una pierna; pero no era grave. A él
le dijeron que había que parar esa cuestión, y teniéndolo retenido allí, le habían dicho que él
era el jefe de los pájaros en Loma Redonda y según los informes que tenemos acá, la meta
de ustedes es acabar con los líderes de la comunidad indígena.

Se regó el cuento y dijo, aquí hay que hacer algo, el cura también se puso a la orden, y que
citara a una reunión con toda la gente de Loma Redonda para evitar eso. Con el gobernador
fuimos a Loma Redonda, hablamos con Edelmiro, con otras personas que también tienen

10
En una copia guardada por Francisco se lee en el punto 4 de sus Conclusiones: “El Estado Mayor
Central de las FARC-EP hace un llamamiento a los frentes que operan en zonas de población
indígena, a recoger en su actividad el espíritu y la letra del SEXTO PUNTO del PROGRAMA
AGRARIO DE LOS GUERRILLEROS que exige el respeto a la organización autónoma de las
comunidades indígenas, a sus cabildos, su vida, su cultura, su lengua propia y su organización
interna”. Ver anexos.
67

que ver con esos grupos y les dijimos que tenían que ayudar a evitar todo eso y dijo: ese
Escué es un alocado, cómo va a hacer matar a esa gente por nada. Le dijimos que
firmáramos un acuerdo de paz aquí y que le enviáramos al M-19, para que eviten eso, y dijo
que fuéramos nosotros mismos y paráramos esa amenaza. Nos tocó ir a llevar todo lo que
se había acordado en Loma Redonda a Carlos Pizarro en Borondillo. Entonces, gracias a
una reunión que se hizo con el cura, con el gobernador del cabildo, con la comunidad de
Loma Redonda, nos reunimos una noche entera y se llegó al acuerdo de que no se podía
dejar hacer eso. Llevamos la noticia al comando del M-19 y dijo que, si era así, no harían
nada y evitamos una masacre.

Participación en el proceso del Proyecto Global

–¿Cómo surge el Proyecto Global, cómo se construyó, quién lo lideró?

El Proyecto Global se empezó a idear comenzando la década del 80. Había una razón muy
grande, porque en Jambaló las comunidades estaban divididas, unas por política, otras por
economía; otros por no pertenecer directamente al resguardo. Unos vivían en Cali, otros en
Santander de Quilichao, pero tenían sus fincas allá, entonces había muchas contradicciones.
Las autoridades del orden departamental y municipal no respaldaban realmente a las
comunidades indígenas; pero, apoyaban a la gente mestiza. Entonces la división y las
contradicciones allí existentes eran los efectos de la violencia política de 1948, 50, 60 por la
expansión de los llamados pájaros, en esa época. Loma Redonda, La Esperanza, toda la
parte baja, estaba dominada por el Partido conservador y allá no se podía ir, según la misma
gente de allá. Una vez fui a comprobar qué era lo que había en el corregimiento de Loma
Redonda. Allí podía darse cuenta uno que el interactuar de sus gentes era con un acento
paisa muy diferente a las gentes del resguardo que habían llegado allí en la época de la
violencia política. La gente del corregimiento de Loma Redonda no podía ir tranquilamente
a Jambaló, a sus fiestas patronales, porque los jambaloeños eran liberales completamente.
No podían ver a los conservadores. Cuando subían allá, la gente de la parte baja lo hacía en
gallada para poder estar en las fiestas patronales, a veces se peleaban y era muy difícil con
ellos. Eso mantenía siempre así.
68

Decíamos, pero esto no puede seguir así, debe haber alguna forma de unificar la gente, no
estar viendo lo político, porque lo que nos interesa es que haya un entendimiento de todas
las comunidades por el desarrollo, por apoyarse mutuamente entre la gente que vive allá y
no estarse peleando11. La gente vieja tenía la sicosis de que allá no se podía ir y tenían un
concepto muy curioso: gente con alguna cicatriz en la cara, decían: ese tiene que ser de
Loma Redonda, lo mismo con la gente de Pitayó, el concepto de los mayores era que ellos
eran amigos de lo ajeno. Para entender mejor el mal concepto de los mayores con la gente,
se pensó en que había dos caras, una buena y otra mala. El Proyecto Nasa en el Norte12, nos
dio una idea que les había permitido unirse, porque allá también era lo mismo: los
conservadores y los liberales no se la llevaban bien. Entonces hicieron ese trabajo; pero, fue
más que todo por la aparición del padre Álvaro Ulcué Chocué. Él comenzó a decir que
ustedes no pueden vivir así, peleándose por política y por otras cosas que se inventaban, y
por eso no podían verse. El padre Álvaro le dijo eso a la gente de Toribío, San Francisco,
Tacueyó, y esto dio buen resultado.

Entonces, en esos momentos difíciles aparecen los curas de La Consolata que eran ya
progresistas, ya no eran esos curas tradicionales que se atacaban a sí mismos por ser o no
ser. Entonces, eso sirvió a que el Proyecto Nasa surgiera apoyado por los curas. ¿Por qué
sucedió eso? Porque los curas si podían llegar a donde los mayores decían que allá no se
podía ir, que porque eran conservadores, que por los pájaros, etc. Ellos sí iban porque ellos
eran también conservadores. Entonces llegó el padre Mauro y dijo, también es el mismo
problema, pero es más complicado, porque el resguardo está tan atrasado, pobres, pagando
todavía arriendo. Entonces, ya desde inicios de la década del 80 se había comenzado a

11
En entrevista, el padre Mauro Riascos identifica el inicio del proceso así: “A la muerte del padre
Álvaro Ulcué, un equipo misionero de la comunidad de la Consolata fuimos a continuar ese proceso
que él había iniciado, y nos comprometimos a acompañar a Toribío y a Tacueyó donde era párroco.
Además, él frecuentaba el pueblo de Caldono y Jambaló. A mí me correspondió estar en Jambaló.
Allí, haciendo una reflexión sobre la realidad social, se vio que había mucha división y era difícil,
incluso peligroso, y cómo lograr entonces un objetivo que se trataba de poder unir a las
comunidades divididas entre propietarios, las tierras, los indígenas. Eso era un revuelto grande,
incluso era entre personas, pero también era entre veredas. En esa ocasión estuve en una reunión
convocada por el cabildo en Loma Redonda y allí se trató eso, como de comentar, de sensibilizar
que se unieran el resguardo y el municipio de Jambaló para poder iniciar algún proceso
comunitario”. (Riascos, 2022).
12
“Septiembre de 1980, cuando se efectúa la asamblea de Santa Rita en donde nace formalmente el
Proyecto Nasa y a la cual asisten 143 personas”. (Wilches Chaux, 2005, p. 76).
69

pensar en eso y en el 82 y en el 83 concretábamos en las reuniones y mirábamos el


concepto de las dos caras de Jambaló.

Vamos a mirar cuál es la cara mala y la cara buena. La cara buena era un movimiento
indígena en marcha con la experiencia de los cabildos, que había una esperanza de que los
cabildos volvieran a hacer lo que tenían que hacer. Ya había la experiencia del CRIC, es
que el CRIC era la forma de unificar los resguardos y organizarnos, de que cada uno
miráramos qué estábamos haciendo, qué no habíamos hecho y qué deberíamos hacer. Eso
mismo hizo que comenzáramos a trabajar con la idea del Proyecto Global. En el momento
inicial no sabíamos nada, entonces, en una asamblea grande en el pueblo de Jambaló13;
porque en Jambaló, en el pueblo, muy poco se hacían reuniones, pero esa fue una
oportunidad de encuentro con las veredas de la parte baja, para hablar de la posibilidad del
proyecto que abarcara todo el resguardo y unificarlo. Había que buscar la cara buena. La
cara buena, para decir, esto es lo que nos conviene, hay que arreglar esto y así se hizo en
cada comunidad, en cada vereda. Había un interés de la gente, y decían vamos a hacer una
reunión acá en la vereda nuestra para hablar de la posibilidad de un proyecto que nos uniera
a todos y que no estuviéramos unos por allá y otros por acá.

Ya se concretó como Proyecto Global en tres años de estarnos reuniendo. Pero no había
algo escrito. Entonces, en esa época no teníamos experiencia de hacerlo escrito, y el padre
Mauro dijo que el equipo misionero tenía que colaborar, como había hecho el Proyecto
Nasa, entonces se pusieron de acuerdo. El equipo misionero la Consolata fue el que asesoró
para elaborar el Proyecto. Allí se reunió también un asesor, un paisa, creo que colaboraba
con las comunidades indígenas, se llamaba, Rubén Darío Espinoza, lo conocimos en el
CRIC y trabajó con nosotros en ese tiempo. Entonces lo invitamos a esa asamblea, allí
llegaron los padres Antonio, Reynaldo y Mauro Riascos, que era el párroco de Jambaló.

13
En la página web www.proyectoglobaljambalo.org se precisa: “El Proyecto Global nace el 22 de
diciembre de 1986 en una reunión que se realizó en la cabecera municipal de Jambaló, encabezada
por el gobernador del cabildo Isidro Dagua, José María Dagua, Francisco Gembuel, cabildantes de
las veredas y el padre Mauro Riascos, entre otros, teniendo como ejemplo El PROYECTO NASA
fundado por el padre Álvaro Ulcué Chocué en Toribio. En esta reunión se analizó la situación social
y económica de la comunidad tratando de dar alternativas para su desarrollo, por tal motivo se
programó una asamblea en La Mina para el 3 de marzo de 1987, donde se decidió implementar un
proyecto de vida propio bautizándolo con el nombre: PROYECTO GLOBAL”.
(www.proyectoglobaljambalo.org. Visitada el 20 de junio de 2022).
70

Ahí es donde les doy la idea de llamarlo Proyecto Global, se discutió si se estaba de
acuerdo o no, en ese entonces el gobernador era Ángel Quitumbo que estaba colaborando
con eso.

Lo que yo hablaba del problema de Loma Redonda, precisamente era en el marco de la idea
del Proyecto, hasta ese momento no le teníamos el nombre, pero en el marco de formar un
proyecto también resultó lo de buscar la paz, de que el M-19 no actuara militarmente allá
por la situación en Loma Redonda. Y por eso el equipo misionero tomó interés y todo se
hizo a través del cabildo en cabeza del gobernador Ángel Quitumbo y del padre Mauro,
quien fue a hablar con la gente de Loma Redonda, porque a él sí le tenían mucha confianza,
porque había mucho problema y se dañaba la imagen de Jambaló, y ya no se podría hacer el
proyecto que estábamos buscando. El Proyecto ya era un trabajo y se hizo. En esa asamblea
se concretó, ya con nombre y todo, entonces quedó Proyecto Global, y en esa asamblea se
legalizó, todos estuvieron de acuerdo.

–¿Según esto, en la parte inicial, no fueron las autoridades, no fue el cabildo el que lideró la
presentación del Proyecto?

El cabildo sí, pero la gente mayor, los indígenas de Zumbico, de Barondillo, de


Chimicueto, íbamos hasta ahí. Yo iba a hablar con la Asociación de Usuarios en la época
del 68, del 69, a mí me decían que no fuera a Loma Redonda porque no me dejaban salir de
allá. Entonces había esa idea de que la gente era peligrosa y entonces por todo eso no podía
andar la gente tranquilamente: los de Loma Redonda no podían ir tranquilamente a
Jambaló, y los de Jambaló no podían andar tranquilamente en Loma Redonda. Ya en el 87
se concretó el nombre y el equipo misionero se compromete a hacer el Proyecto.

–El gobernador, como tal, ¿no fue el que lideró el proceso?

No. Él apoyó y todos estábamos andando en eso de que, si había un problema, había que
buscar la forma de resolverlo. Cuando eso, yo era concejal, yo le decía que había que hacer
un esfuerzo grande para ver de qué manera podemos unificar, quitar ese lunar de Jambaló,
que conservador y liberal no se puede juntar. Tiene que haber una forma, y los mayores
decían, usted piensa que eso es fácil, pero eso es peligroso, lo que hacen es matar a la gente.
71

Esa sicosis se quitó ya con el marco de la necesidad de hacer un proyecto grande que
abarcara todo el municipio y comenzáramos a buscar la cara mala y la buena, y de esa
manera elaborar un proyecto grande.

–¿El CRIC tampoco participó?

El CRIC era yo. Yo estaba en el Comité Ejecutivo en esa época como vicepresidente, y
luego fui presidente hasta 1988. Yo era bien recibido. Por eso se logró tener esa idea, y
nosotros no podíamos concretar esa idea de un proyecto de desarrollo que nos unificara a
todos y que no tuviéramos peleas por aquí y por allá. Buscábamos mirar primero qué era la
cara mala, qué eran las contradicciones políticas, pero también la explotación de los
terratenientes a los indígenas, de hacerles pagar terrajes para ellos mejorar sus fincas. La
cara mala también era que a los indígenas los habían inducido a que reconocieran a los
terratenientes como sus patrones, y los patrones los hacían ver como buena gente. Al final
de cada semana los emborrachaban, entonces el indígena, el indio borracho se embriagaba
en su cantina o en su negocio, y los mantenían muy empobrecidos, muy mal. Otro problema
era la explotación de los terratenientes hacia los indígenas, los indígenas no podían tener
cosas grandes, sino una parcelita de subsistencia, nada más. Las siembras grandes, las
fincas eran de gente no indígena, pero el mayor problema de esa época era la parte política.

Es decir, los antecedentes que tenían los conservadores de haber matado mucha gente en la
época de la violencia política en el año 1948 hasta el 60. Por toda esa zona los pájaros
mataron muchos indígenas, eso era lo peor que había todavía en Loma Redonda. Entonces
decíamos que teníamos que buscar la forma de unir a la gente, de que no haya esas
contradicciones tan feas, tan peligrosas, según los mayores. Todo se logró precisamente
porque iba a pasar algo bien importante, esto fue lo que nos llevó a llegar a Loma Redonda
con fuerza, precisamente fue con la aparición del equipo misionero que integraba
sacerdotes progresistas. Con el equipo misionero sí se logró hacer reuniones, pero más
importante fue con el trabajo de la idea del proyecto, evitamos que el M-19 no procediera
violentamente allí. De ahí tomamos más confianza con los de Loma Redonda y ellos con
nosotros y nos volvimos amigos prácticamente.

–¿Ya había Plan de Vida del Pueblo de Jambaló?


72

El Plan de Vida ya era del municipio, del alcalde, y empezaron a hablar los alcaldes
populares, como Edgar Iván Ramos, los que le siguieron como alcaldes populares; pero, el
Plan de Vida, como tal, no era exactamente de Jambaló, el Plan de Vida era mucho más del
Proyecto Nasa. El Proyecto Global nos permitió entrar a estudiar precisamente todos los
problemas que había en Jambaló, y encontramos que no era difícil unir al municipio en un
solo proyecto.

–¿Qué aspectos priorizaron en la “cara buena”?

La cara buena era la idea de la gente de que se podían hacer cosas buenas y acabar con esas
contradicciones. Era la cara buena para los municipios y los alcaldes populares, la cara
buena era la existencia de un cabildo que estaba ya trabajando por la comunidad. Los
líderes estaban hablando de las necesidades en los proyectos de desarrollo. Porque, entre
otras cosas, los cabildos recuperaron las tierras, pero no tenían un proyecto productivo.
Llegaron fue a consumir lo que allí encontraban en la finca. Los indígenas recibieron
buenas construcciones de vivienda, las casas de hacienda que hoy no existen, eso lo
acabaron, existen es casitas por allí, los cultivos grandes se acabaron. Yo diría que siguió
siendo un problema de no cultivar cosas organizadamente. Entonces, la cara buena era que
la tierra se había liberado de los terratenientes y que se podía empezar a trabajar por un
proyecto que permitiera desarrollar la producción; pero, ahora la gente no estaba
produciendo mayor cosa.

–¿Hicieron asamblea para aprobarla?

Sí. Eso fue ya en el 87 porque Ángel Quitumbo fue gobernador dos veces, y siendo
gobernador fue quien autorizó que se oficializara con ese nombre, Global, ya se iban a
hacer muchos proyectos pequeños de acuerdo a las necesidades de cada vereda. La cara
mala era de que la gente no estaba estudiando y los jóvenes no sabían leer ni escribir,
porque las escuelas eran lejanas de donde ellos vivían, ahí sí, con la ayuda del equipo
misionero. La cara buena era de crear cooperativas, tiendas comunitarias, ya había algunas,
pero no tenían mucha capacidad y el Proyecto Global tenía que apoyar a esas tiendas, a esas
cooperativas, pero no funcionaron bien. Hasta ahora la única que sigue siendo importante
es la de Zumbico, que esa sí fue creada desde hace tiempo. Ellos organizaron la cooperativa
para luchar, para recuperar la tierra de Zumbico en el año de 1960.
73

–¿Hubo algún respaldo económico institucional, de la gobernación, del Estado, de algún


ministerio, de la cooperación internacional?

El equipo misionero se encargó de conseguir algunos recursos. Allí, en el Proyecto Global


se decía que había sino 300 mil pesos para trabajar, que en ese tiempo era bastante
considerable. Y que para cubrir inicialmente todas las necesidades que se planteaban en el
Proyecto Global y para apoyar algunas tiendas y a las cooperativas, se necesitaba un
mínimo de cinco millones de pesos, decían los del equipo misionero. Decían, vamos a pedir
un apoyo económico al equipo de fundaciones de proyectos, creo que lo lograron. El
Proyecto Global hasta ahora es un mecanismo político y social en donde se reúnen cada
seis meses. Y eso permitió que se diera el inicio para cualquier cosa importante de discutir
con la comunidad, se hacía en el marco del Proyecto Global.

Para escoger cabildos se discutía dentro del Proyecto. Para escoger un candidato de
personero o de concejales, se hacía a través de él y para ver de qué manera se arreglaba un
problema de linderos, de hacer caminos o de arreglar caminos, entonces se hacía a través
del Proyecto Global. Todo ese mecanismo resultó ser muy bueno para la comunidad y por
eso tuvo muy buena acogida. Si había una necesidad de hacer bloqueos, que invitaba el
CRIC, se hacía a través del proyecto. El Proyecto Global citaba a la gente, y el cabildo iba
y explicaba todos esos problemas, ese era el mecanismo. Pero dicen que ahorita la gente
poco va, pues anteriormente se reunían dos o tres días hasta mil o mil quinientas personas.
La cara mala era también, y eso si lo apoyaban los cabildos, preparar mucha chicha para
emborracharse un día o dos días después de cualquier reunión y entonces eso era malo.
Decíamos que cómo era posible ponerse a tomar en una reunión, era perder un día más,
enguayabarse y por eso la gente estaba mal. Entonces todo eso se analizaba y ahora ya no
se hace, hoy en día la chicha la toman para pasar la sed, no por vicio, eso se controló.

–¿Su conclusión es que el Proyecto Global sirvió para resolver contradicciones entre
diferentes zonas del municipio y, al mismo tiempo, para proyectar a la comunidad en
diferentes áreas?

Sí. Y para reunirse, a veces la misma gente se financiaba, llevaba la comida, revuelto y todo
eso, para sostenerse ahí, pero la idea grande era organizar tiendas comunitarias y las
cooperativas. Las cooperativas no funcionaron mucho. Tiendas comunitarias, sí, a nivel de
74

resguardos. Yo creo que hasta ahora existen. Si no existen es porque les ha ido mal, pero
había muy buenas tiendas por la parte baja: la Esperanza, Loma Redonda, Loma Gruesa,
Vitoyó, había unas tiendas buenísimas; pero no como cooperativas o tiendas comunitarias,
eran tiendas de carácter personal.

–¿Había relación del Proyecto Global con el Proyecto Nasa?

A través del equipo misionero, porque el equipo misionero eran quienes los habían ideado,
los que estaban asesorando proyectos, y, entre ellos, el proyecto Nasa.

Importancia de la Asamblea Nacional Constituyente

En la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 estuvieron Jesús Peña por el CRIC y el


Quintín Lame, Francisco Rojas Birry y Lorenzo Muelas representando al movimiento
indígena. Y se lograron entonces muchas cosas buenas para los indígenas. Hasta ese
momento, recuérdese muy bien, para la historia, nosotros los indígenas éramos reconocidos
como menores de edad, porque éramos regidos por la Ley 89 de 1890, ese bendito decreto.
Allí, inclusive, a nosotros nos tratan de malhechores, de rateros, toda esa joda. Por eso no
nos gustaba, pero sirvió.

A partir del trabajo ya representativo del CRIC se logró introducir propuestas indígenas allá
en la Constituyente. Se hizo reconocer a los cabildos como autoridad tradicional, como
autoridades propias, legales, en las comunidades indígenas y tener derecho a la
participación en el presupuesto nacional, y tener derechos políticos, sociales, culturales,
económicos. En otras palabras, ser reconocidos como sujeto de derechos, y sus cabildos con
derecho a participar en el presupuesto general de la Nación como autoridades tradicionales
de las comunidades indígenas y ejercer el control territorial en sus resguardos, y el derecho
a elegir y ser elegidos en los cargos de representación con voto popular.

Pero antes de la Asamblea Nacional Constituyente del 91, en el proceso de


descentralización administrativa iniciado en 1986, las comunidades indígenas y campesinas
ya empezaban a participar en la elección popular de alcaldes y concejales. Fue así que en
1987 yo fui elegido concejal de Jambaló por el Movimiento de la Izquierda Liberal, y en
75

1990 competí con Hugo Aurelio Dagua como candidato a la alcaldía de Jambaló, siendo
elegido él con una mínima mayoría de votos y manejado en electorado con mucha claridad
y posibilidad entre el elegido y el derrotado, y seguidamente el Concejo Municipal elige a
Francisco Gembuel como personero municipal.

Recuerdo con claridad la campaña política de aquel entonces, los dos candidatos a la
alcaldía la hicimos con una postura clara de respeto, sin agresividades verbales, sin buscar
hechos negativos del otro. Más bien en algunos momentos coincidíamos con algunos
planteamientos socioculturales en que nos veíamos obligados a participar juntos en un
Proyecto Global que se realizaba en la vereda la Esperanza. La comunidad reunida allí
quiso probar el comportamiento social y cultural de los dos candidatos que nos
encontramos en campaña y nos entregan la tarea de preparar el almuerzo comunitario de los
asistentes al Proyecto Global y lo hicimos sin evasivas entre los dos.

Y el respeto que había entre yo, Hugo Aureliano y las comunidades, se sentía bien por la
actitud y el comportamiento nuestros. Creo necesario resaltar la tranquilidad de esa época
en el territorio de Jambaló que permitía los desplazamientos de la gente con mucha
tranquilidad y seguridad.

Eso parecía tan bonito, tan bueno. Pero, a largo plazo, he visto que desafortunadamente, la
plata corrompe. Es así. Lo he visto, desafortunadamente. Pero, a la vez, ha servido porque
hoy todos los cabildos indígenas están modernizados, no solamente prosperaron política y
socialmente, sino que se modernizaron en sus estructuras administrativas. Hoy, el cabildo
que no tenga su computador no es cabildo, entonces toda esta situación hay que evaluar. En
un dos por tres ha cambiado mucho de esa época a hoy. Pienso que cultural, política, social
y económicamente ha cambiado. No todos hemos trabajado como debimos trabajar.
Recordemos no más a Francisco Rojas Birry, un constituyente, fue a parar a la cárcel. Lo
pusieron de personero de Bogotá y lo mandaron para la guandoca, como se dice, por plata.
Otras personas del Cauca igual o peor.

Los indígenas debemos tener un partido político que nos apoye y que lo apoyemos. Yo me
pregunto: ¿si le ha servido al movimiento indígena el partido político? Sí o no. Entonces
por qué tenemos que hacer paros, bloquear carreteras. Porque si eso nos hubiera servido, no
tendríamos que hacerlo. Sí, claro, por eso la pregunta que yo me hago, si eso nos ha servido
76

para el movimiento indígena o para vergüenza del movimiento indígena. La Alianza Social
Indígena sirvió o no, o más bien nos ha servido para vergüenza. Yo me recuerdo que se
llamaba Movimiento Social y Político Quintín Lame. Después hubo una discusión en
Paniquitá tan dura que le quitaron el nombre Quintín Lame. Ahora ya no hay movimiento,
nada de esa cuestión, se acabó el Quintín Lame. Yo no quiero tocar mucho el Quintín
Lame, porque yo no anduve mucho en eso, pero estuve de acuerdo, lógico.

El mismo Uribe dijo: “No, esos indígenas tienen una cantidad de tierras, para qué más”.
Podemos responder: “Claro que tenemos tierra, pero son peñascos, no son tierras buenas
para cultivarlas”. Por ejemplo, Toribío, Tacueyó. Ahí es una cantidad de tierra, pero ahí la
mayor parte son peñascos, faldas. Por ejemplo, Caloto, ahí es tierrero. Ahí hay una cantidad
de tierra, pero qué se puede hacer ahí. Entonces no sé qué hacer frente a esa situación de
que nos dicen que nosotros somos terratenientes, como decía el finao Palechor,
“perrotenientes”.

Asesor político del senador Anatolio Quirá

Recuerdo que yo fui asesor político de Anatolio Quirá en 1992, y desde allá salí un poco
disgustado. Yo decía: “Pero hacer propuestas indígenas en el Congreso de la República es
como caer un mosquito en un vaso de leche”. Allá están todos los gatos, y entonces la
propuesta indígena era como la petición de un ratoncito por un pequeño trozo de queso.
Horrible eso, para mí era horrible porque yo asistía a esos debates. En la reunión nuestra yo
le decía: “Pero, ¿qué nos ganamos aquí?”.

Me pasé diez meses allá como asesor político de Antonio Quirá, y yo estaba aburridísimo.
Nos habíamos prendido solamente de una propuesta de las Entidades Territoriales
Indígenas - ETI. Era esa propuesta, centrada en que nos la tenían que aprobar tal como
queríamos nosotros. No, eso lo mandaban al segundo, tercer plano, y no discutían nunca
más. Diez meses pasaron y no hacían nada. Entonces yo le dije “Vea compañero Anatolio,
yo estoy aburrido, ¿por qué no cambian de otra forma de proyecto reglamentario?”.

Por eso pienso que todo lo que me ha ocurrido a mí no coincide con lo que yo he sido, en
todo y para todo. Cuando yo voy como asesor político de Anatolio Quirá eso fue en el 92.
77

En el 89 yo era concejal. Después Marden Arnulfo, siendo gobernador del cabildo, vino a
una reunión de Junta directiva del CRIC en Totoró, ahí hizo parte de la Junta directiva del
CRIC. Allí, él como gobernador del resguardo de Jambaló y toda la directiva de la zona
norte, estaban los cabildos, decidieron elegirme como asesor político de Anatolio Quirá y
tuve que renunciar de ser personero aceptando ese cargo en Bogotá. En recocha les decía,
compañero Marden, compañero Guillermo Tenorio, que por qué no me llamaron para tomar
esa decisión, pero me contestaron que para eso estaba el gobernador. Les dije que yo no le
había hecho nada malo a ellos, que por qué me iban a mandar tan lejos, y dijeron, pues, que
la Junta Directiva estuvo de acuerdo y por eso me venían a informar. Me dijeron que en
ocho días tenía que ir a Bogotá a aceptar el cargo. A los ocho días fui allá, hablé con los
demás concejales y me dijeron que me fuera, que ellos solucionaban mi ausencia.

Me fui y no sabía qué carajo hacer. Me encontré con Tololón, un amigo. Estaba durmiendo
en la oficina del Senado, en el palacio. Me dijo que el senador lo había traído allá como
asesor jurídico. Le pregunté cómo era el trabajo aquí, usted que está aquí debe saber cómo
es que se trabaja y qué hay que hacer. Me dijo, aquí no hay nada escrito, aquí todo se hace
en el momento en que salga alguna tarea, una reunión en algún barrio de Bogotá o ir a otro
municipio a explicar políticas que se están cumpliendo en el Senado y le dije que yo no
sabía nada de eso. Me dijo: “Tranquilo, aquí no se critica nada, tenés que aprender como lo
hiciste en el Cauca con los cabildos, nadie te dijo cómo debías trabajar, sino que vos mismo
te inventaste el trabajo. Aquí hay reuniones con el senador para mirar qué propuestas hay
en el Congreso y discutirlas”.

Allá estaban en discusión sobre las entidades territoriales indígenas, había una denuncia por
los malos tratos o malos comportamientos de la Policía Nacional. Iban a hacer unas bajas
de los comandantes de la policía y nombrar unos nuevos. El senador tenía que discutir
sobre eso y había que armar la propuesta, pero yo no tenía ningún conocimiento de cómo se
debían hacer las cosas. Yo le dije: háganlo a ver y léanlo. Allá como todo era por escrito,
había que enviar noticas al Congreso. Servía de algo, pero las propuestas más importantes
eran las entidades territoriales indígenas y no se logró, en ocho o diez meses en que yo
estuve allá. Creo que hasta ahora no se ha logrado. Un día les decía yo a los asesores,
carajo, es que no se pueden cambiar esas propuestas por otras, de cómo los cabildos pueden
78

trabajar aquí de lo que se está hablando allá. Y me dijeron, es que eso ya está propuesto y
las propuestas están allá, pero no hay respaldo político, mucha gente rechaza eso y dejan
para otro día, para otro tiempo, para otra fecha y así han ido pasando.

En verdad, allá no se hace nada, el concepto que yo tengo es que allí no se hace nada, yo
estuve como once meses y me aburrí. Como yo nunca había ganado plata, lo que uno se
ganaba allí era nuevo, en la personería pagaban como 45 mil pesos mensuales y allá eran
130 mil pesos, pero de allí había que comer, pagar otros servicios. De eso no quedaba
mayor cosa. Nos librábamos de pagar habitación porque nos quedábamos en las oficinas del
CRIC, dormíamos en el piso y así estuvimos todo el tiempo y me aburrí.

El asesinato de Marden Betancur por el ELN

Me llegó una carta al Senado de la cooperativa de Zumbico. En esos días, era para el 93,
que comenzaron unas campañas para elegir alcaldes. Esa carta era invitando a que yo
renunciara de inmediato al Senado porque a mí me necesitaban allá para que me inscribiera
como candidato a la alcaldía. Es que me necesitaban de urgencia y yo como estaba aburrido
entonces renuncié. De ahí siguió la candela, uno no sabe, se viene todo contento y después
todo lo que pasó y ahí una situación complicada. La gente que quería que yo fuera alcalde
hizo la campaña para las elecciones de octubre de 1994, perdí. Y le dije a la gente de
Zumbico que fueron los que más me insistieron, eran mis amigos, mis compañeros de
trabajo desde el principio, desde antes del CRIC y después del CRIC. Que les hice caso.
Éramos dos candidatos, Marden y yo.

Hicimos una organización como estructura política, se llamó Movimiento Cívico y


Convergencia Social. Para hacer la campaña vine a Popayán para que me respaldara y me
avalara la Alianza Social Indígena y me dijeron: usted llegó tarde, ya avalamos a Marden y
no puede haber dos candidatos avalados por el mismo Movimiento. Los de Zumbico me
dijeron, no importa, vamos al directorio liberal de Popayán y que lo avale el Partido
Liberal. A mí me pareció bien y no entendí rápidamente que fue un error haber hecho eso,
porque yo hice un Movimiento Cívico y Convergencia Social. No le quise llamar
movimiento indígena, era más abierto. Un día vinimos, tres o cuatro personas aquí a
79

Popayán y buscamos el aval. Estaba Omar Henry Velasco y eso no fue problema, me
dieron el aval. Hasta ahí no entendí, pero después me di cuenta que cometí un error y ya
qué, ya andaba en la campaña con eso. Y los cabildos me dijeron luego que me había ido en
contra de la Alianza Social Indígena y que yo era un traidor.

Ahí sí caí en cuenta, les dije que fue un error político y que yo pensaba que eso no iba a
trascender a tanta cosa, y eso fue un ataque permanente. Yo iba a renunciar y el cura
Antonio Bonanoni fue un día allá a la casa en Jambaló y me dijo: “Pacho deje eso,
renuncie, todavía estás a tiempo de renunciar para que no haya problemas” y le dije, pero
eso ya está adelantado, y me dijo que eso era muy mal, que no quedaba bien. “Parece que
todavía hay un mes para las elecciones y puedes renunciar”, creo que tenía razón; pero,
entré en rebeldía y no renuncié. En las elecciones perdí y vinieron todos los problemas.
Porque me calificaban de traidor.

Esto se juntó con que apareció un comunicado del ELN, creo que los primeros días del mes
de junio de 1996, y fue distribuido clandestinamente en todo el resguardo. De la noche a la
mañana apareció en Jambaló, en la Mina, en Loma Redonda. Ahí acusaban al alcalde
Marden Betancur de que estaba creando grupos paramilitares de las Convivir, y de estar
malgastando los recursos del municipio para ese fin y que por eso él estaría a la vista de
ellos.

Antes de aparecer el comunicado del ELN en la comunidad de Jambaló, fui informado de


una reunión en la vereda Zumbico a la que yo tenía que asistir como invitado, para la cual
me facilitaron el transporte en una motocicleta, siendo tarde, como las 6:30 p.m. Salí de la
casa en el pueblo de Jambaló y me condujeron hasta la vereda de Zumbico, que ya eran
como las 7 p.m., me lleva el conductor de la moto hasta una vivienda un poco más arriba de
la Escala. En aquella casa estaban reunidos como 10 personas de la comunidad, allí pude
observar dos personas no indígenas, los cuales creo que coordinaban la reunión. Uno de
ellos me dice: “Qué bueno que llega el compañero, un poco tarde, pero bueno, ya está
aquí”. De inmediato me dice: “Quiero que usted me diga de si es cierto que el alcalde
Marden Bentancur está ordenando a las juntas de acción comunal de organizar bazares con
la finalidad de apoyar la presencia de grupos de cooperativas de autodefensa Convivir”. Mi
respuesta fue: “Los bazares sí pidió que los hicieran, pero no para lo que usted me dice. Lo
80

que él decía era que los recursos del presupuesto municipal de la vigencia estaban retenidos
por la Contraloría, y que le estaba causando dificultades de sostenimiento a sus
funcionarios, incluida la alcaldía. Razón por la que se vio obligado a solicitar la
colaboración de las juntas hasta que los recursos del presupuesto municipal se liberaran.
Creo que la mayoría de las juntas del municipio lo hicieron para ese fin, es todo lo que yo
sé”.

El hombre que me interrogó fue breve y se limitó en decirme bueno señor Gembuel
confirmado, esto ya terminó. Creo me ocupé solo 10 o 15 minutos y al regresar me condujo
el mismo muchacho que me recogió en casa, muchacho que no lo distinguía bien y en el
transcurso de regreso a casa le hice preguntas de quiénes o a quiénes representaban los dos
hombres extraños que se encontraban reunidos con los que estaban, él se limitó a decirme:
“Creo que son compañeros que quieren ayudarnos”.

El cabildo recogió ese comunicado, lo leyó y decidieron hacer una manifestación; pero no
protestaron contra el Ejército de Liberación que hacía ese comunicado que era una amenaza
directa contra el alcalde. Lo habían declarado objetivo militar porque lo acusaban de estar
organizando grupos paramilitares. Ese día mis amigos no estaban porque ellos vivían en el
campo. Para hacer esa manifestación no habían invitado a todos los que supuestamente no
estaban con ellos. No estaban los de Zumbico, de Loma Gorda, a amigos nuestros no los
invitaron, invitaron gente de otra parte. Allí se reunieron como unas cien personas que no
eran de ahí de Jambaló, eran de los siete resguardos que aglutinaba la ACIN.

–La etnohistoriadora Joanne Rappaport, afirma que “La comisión de investigación”, en su


informe, encuentra evidencia de que usted sostenía que: “Betancur era un pájaro, un asesino
pago”. (Rappaport, 2008, p. 287) ¿Es esto cierto?

Un profesor de una escuela urbana de Jambaló, que fue compañero de estudio del
compañero Trino Morales, si le hizo ese trato cuando Marden asistió en una reunión de los
profesores de allí del pueblo de Jambaló en momentos de su campaña. Fue el único mal
momento que pasó, que yo creo, con toda seguridad, que no fue el interés premeditado de la
campaña nuestra. Este impase fue un hecho aislado, pero produjo resultado tan nefasto que
empañó mi campaña. Desde allí cambió el semblante de Marden contra mí y, bueno, ya la
desconfianza.
81

–¿Qué cargos les hacían en la manifestación, cómo los justificaban?

La movilización se dio después de un par de semanas, más o menos, después de que salió el
comunicado. Porque fue un día domingo que apareció ese pasquín, no recuerdo la fecha,
fue en la segunda semana de junio. Y recogen, porque inclusive hasta en mi puerta habían
dejado una copia. En esa manifestación pública que nos hicieron, antes del asesinato, que ni
siquiera había aparecido la Jacobo Arenas, nos culparon a nosotros, ni siquiera culparon al
ELN, sino que nosotros éramos los que habíamos organizado ese comunicado y que lo
habíamos distribuido en todo el municipio. El argumento era que yo y mis amigos
habíamos contratado al ELN para que lo mataran. Esa fue la acusación. El gobernador era
de Loma Redonda, Luis Alberto Pazzú, era un contrario político del momento, era
conservador. Nos acusaban de que nosotros éramos los determinadores.

Al término de la marcha en la plaza pública, el cabildo citó a un acto de repudio para


enjuiciarnos públicamente, ahí ante todas las autoridades. Inclusive hubo funcionarios de la
gobernación del Cauca, de la Defensoría del Pueblo, estuvo Luis Fernando Velasco. Jesús
Piñacué era presidente del CRIC y me dijo: “Pacho, tenés que ir a decir algo por lo que te
están diciendo”. Me dijo que si yo me sentía culpable, le dije: “Por qué me iba a sentir
culpable si yo no he hecho nada. El error mío es político, porque hice campaña avalado por
el Partido Liberal y me echaron la culpa públicamente de algo que le pasara al alcalde.
Siento que es una injusticia lo que me están haciendo. No entiendo por qué dicen que
somos los culpables de lo que dice el comunicado, si lo firma el ELN. Nosotros no somos
del ELN, nunca ha estado con nosotros, jamás, y eso es cuento de ustedes, por qué no
llaman al ELN y le dicen lo que me dicen a mí, y le echan la culpa a ellos, no a nosotros. La
gente dijo que éramos nosotros los que habíamos hecho ese pasquín y que si algo pasaba al
alcalde, los únicos responsables éramos yo y mis compañeros del pueblo de Jambaló”. La
gente del pueblo estaba muda, los únicos que estaban furiosos fueron los cabildos de
Toribío, de San Francisco de Munchique los Tigres, todos los cabildos de la ACIN
estuvieron allá. Ellos estuvieron en contra, nos decían asesinos, esos asesinos tienen que
pagarla muy caro si matan al alcalde.

Un 6 de junio del 96 aparece el Movimiento Jacobo Arenas de las Farc en Jambaló y se lo


toman completamente. En cada esquina había dos o tres guerrilleros fuertemente armados.
82

Haga de cuenta ver el Ejército Nacional. Hasta creímos que era el ejército. Eso no se había
visto nunca. Después yo salí y me fui a averiguar a otros amigos que estaban un poco más
al centro y me dijeron que no era ejército, que el comandante de la guerrilla estaba
averiguando quién era el alcalde para hablar con él.

Ya eran las 9 de la mañana y la alcaldía abrió, se dieron cuenta, y ellos le cayeron para que
hablara con ellos. Según me di cuenta, él no supo hablar con esa gente. Alguien de la
alcaldía me dijo: “Como le parece que Marden cometió un error muy grave. Esa guerrilla se
identificó como la Columna Móvil Jacobo Arenas, quieren hablar con él. Entonces le
dijeron que si no quería hablar con ellos, que les alquilara la volqueta, y él les dijo: no, la
volqueta no le puede servir a perros, y como no se querían salir de la oficina, les ordenó que
se vayan de ahí, no quiero hablar con ustedes. Le dijeron, entonces, denos permiso para
hacer una reunión pública, y les dijo, yo no puedo autorizarles nada porque sería un
problema para mí, váyanse, no quiero verlos aquí. Él mismo se paró y quiso como sacar a la
fuerza al comandante Caliche, que era el que le estaba hablando. Ellos salieron, no
quisieron agredirlo físicamente, pero le dijeron que de todas maneras iban a hacer una
reunión, que no necesitaban permiso de nadie, ni siguiera del gobierno y mucho menos de
usted”.

Ellos subieron a la galería e hicieron una reunión con la gente; pero antes de ir allá fueron
haciendo unos grafitis acusando al alcalde. Esos grafitis duraron como un año en contra del
alcalde. Decían: “Alcalde Marden Arnulfo Betancur organiza los grupos de seguridad
privada convivir”. Esos grafitis estuvieron hasta después de la muerte de él. El secretario,
Edgar Iván Ramos, fue a la reunión escuchando el discurso de Caliche diciendo que “Los
de Jambaló son gente buena, gente pobre, gente que necesita cambiar esta situación, por
qué eligieron un alcalde así, tan diferente, tan mala gente. Está comprobado que este
alcalde es de los grupos paramilitares”, y como era domingo, día de mercado, la gente
estuvo escuchando todo eso. Dijeron que el alcalde los había insultado y que eso no se iba a
quedar así, y desde ahí el mismo alcalde se creó un problema.

–Pero los del comunicado no fueron los de la Jacobo Arenas.

Claro, rarísimo porque esa zona es cien por ciento Farc. Hasta ahora, toda disidencia de las
Farc está en esta zona, y peor ahora. Y vino la Jacobo Arenas con la misma acusación del
83

ELN de que el alcalde estaba creando grupos paramilitares de las cooperativas convivir,
que eso no se podía aceptar en ninguna parte, que eran los alcaldes de Totoró, Silvia y
Jambaló. Sin embargo, en la manifestación que hicieron no dijeron nada del Comando
Jacobo Arenas ni del ELN. Me acusaron directamente a mí y a otros amigos del pueblo,
diciendo que ese pasquín no era otra cosa, que yo era el que había inventado ese pasquín
por haber sido el contradictor del alcalde en las elecciones y haber perdido, y que si llegara
a ocurrirle algo al alcalde, el único responsable era yo y los amigos que tengo. Como era
una reunión pública en la plaza, entonces Chucho Piñacué, que en ese momento era el
presidente del CRIC, me mandó a llamar. Me dijo que yo estaba siendo acusado
fuertemente y que qué decía de eso, le dije y qué voy a decir, si estoy en contra de todo lo
que ustedes han dicho. Ese pasquín no es mío, es del ELN, aquí lo dice, está firmado por
ellos, por qué me echan la culpa a mí y a mis amigos. Me dijo que como yo perdí, tal vez
estaría bravísimo y por eso quiere matar al alcalde. Me lo dijo así, directo, sin ninguna
responsabilidad política y así terminaron toda la investigación.

Yo debí haber aclarado y armarme de valor sobre las consecuencias que esto me podía
traer. Yo debí haber pedido la aclaración de parte de los cabildos de lo que había dicho el
comando Jacobo Arenas de las Farc, de cómo el alcalde se comportó de una forma
arrogante, prepotente y no se cuidó con lo que decía, y fueron ellos los que lo amenazaron
directamente. No hice el reclamo en la reunión porque a mí me dio mucho miedo, porque
esto era de la guerrilla y si me ponía a denunciar públicamente me iban a matar a mí.
Entonces me guardé el secreto.

Fue el único momento donde hubo la amenaza directa a él, no hecha por la gente, sino por
la Jacobo Arenas y el ELN. En toda discusión, en todas las asambleas trataron de
acusarnos, trataron de fuetiarnos. Lo que dijo la Jacobo Arenas, lo que dijo el ELN no lo
tocaron, todo fue una acusación directa para mí y para José Domingo Tombé que trabajó
con las Farc y luego con el M-19 con el cual se desmovilizó. También acusaron a
Florentino Pechené, Jorge Quiguanás, Marcos Vitoncó, José Alirio Pito y a Diego Yule,
exalcalde. Yo sentía que el mundo se me venía encima y yo decía: yo qué voy a hacer, pero
yo voy a estar aquí hasta el final y le hice frente. En ese proceso de enjuiciamiento de las
asambleas que ellos hicieron yo debí haber hecho el reclamo, pero me dio miedo meterme
84

con las Farc y el ELN, y denunciar lo que ellos habían dicho, porque lo más seguro es que a
mí me mataban. Hoy en cualquier momento se va a pedir esa aclaración, porque en todo el
proceso de enjuiciamiento y castigo no hablaron de la Jacobo Arenas ni del Cacique
Calarcá del ELN.

–¿Quién era el secretario que presenció a la Jacobo Arenas en la alcaldía?

Era Edgar Iván Ramos, presenció en el despacho de la alcaldía, como también en la reunión
pública en la galería o plaza de mercado de Jambaló. Me sorprendió que él no hiciera
claridad sobre eso, porque él se dio cuenta. Personalmente, me lo contó al otro día de
haberse ido la guerrilla. De que el alcalde había tratado mal a la guerrilla, los trató de
perros, de pícaros y de que él no tenía nada que ver. Al parecer, la presencia del grupo
Cacique Calarcá se situó en territorio de Zumbico. Aunque ese era un terreno de tradición
de las Farc todo el tiempo. El ELN nunca tuvo entrada allá. Lo cual me parecía extraño.
Ellos hicieron todo eso.

Me mandaron a llamar otra vez a mí; tal vez 15 días después de la anterior reunión. En esta
oportunidad sí me di cuenta de que era la guerrilla y me daba temor negarme a asistir. Les
dije no, seguramente hay una persona que conozca todo el problema, busquen una persona
que vaya y les aclare todo. La cuestión era que quienes me invitaron fueron los directivos
de mi campaña y José Domingo Tombé, quien también hizo parte de ella, entonces yo
confiaba en ellos y yo no averiguaba mucho y me iba. Yo le preguntaba una y otra vez a
José Domingo, que era el que estaba más de cerca con esa gente. Le dije que me contara
qué era lo que querían. Y me dijo que era que ellos estaban averiguando cosas de Marden.
Pero ahora es otra cosa, están hablando de que si es cierto que él está con las autodefensas.
Entonces, le dije que yo no sabía nada, que ellos que estaban más en todo deberían saber.
Entonces dijo: “Eso sí es cierto, porque en Loma Redonda están hablando eso, pero ahora
te necesitan a vos para que confirmes realmente si eso es o no es”. Le dije que como a mí
no me consta que eso se estuviera haciendo, y no iba a decir nada de eso. “No conozco
nada, no sé si él está agrupando a estas personas para crear grupos de autodefensas. Para
qué autodefensas, si aquí no hay gente pudiente, no hay gente rica”.

Yo ahí cometí un acto de ingenuidad, de timidez, seguramente, pero ya no era ahí, sino que
era arriba en la montaña. Cuando yo subo allá, había una cantidad de gente armada, pero ya
85

estábamos ahí. Y me dicen: en la primera reunión usted nos confirmó que sí fue cierto de
que el alcalde recogió una plata de todas las juntas de acción comunal, y ¿usted sí sabía
para qué era? Le contesté, yo sí sabía de que a él no le llegaban las transferencias de las
platas del Estado para el presupuesto municipal, por eso él estaba pidiendo platas para
poder sostenerse en lo necesario. Dijo el comandante, eso no era así. Usted me confirmó
hace dos o tres semanas que él sí pedía plata a las juntas y que le dieron esas platas. Esa
plata no era para sostenerse ellos en la alcaldía, esa plata era para pagar costos, para
organizar grupos paramilitares, para atacar a la oposición. Y la decisión está tomada, ¿es
cierto o no es cierto de que haya grupos paramilitares aquí? Le dije: que yo sepa no, no
tengo ningún conocimiento de que eso se esté haciendo, ahora que usted diga que esa plata
de las juntas era para ese fin, tampoco, porque el fin era que ellos estaban aguantando
hambre, necesidades y necesitaban sostenerse hasta que les autorizaran los desembolsos
oficiales, hasta ahí sé yo. Si ustedes saben esa cuestión, para qué me mandan a llamar si yo
no sé nada. Me dijeron que era bueno de que yo lo supiera, y les dije que yo no quería saber
nada porque no me interesaba. Me dijeron: “¿Está o no está de acuerdo de que él está
organizando grupos paramilitares?” Le dije: “Ahí no digo sí ni no, no sé qué pasa, porque
no me consta”.

Se me ocurrió preguntar, y entonces, ¿qué piensan hacer? Dijo: “Desde el comando central
nuestro del ELN está tomada la decisión de declarar objetivo militar a Marden Arnulfo”. Le
dije no, eso no puede ser así, usted sabe que hace tres semanas o un mes, nos hicieron una
manifestación. Y les dije, ¿ustedes qué son? Dijo, nosotros somos el Cacique Calarcá del
ELN. Así que a esas notas que se regaron en el resguardo se les va a dar cumplimiento. Ya
está investigado y sabemos que es así. Entonces ya es una orden perentoria de declararlo
objetivo militar. Le dije que no estaba de acuerdo con eso porque hacía un par de semanas o
tres semanas nos hicieron una manifestación en contra mía y de mis amigos, y ni siquiera
hablaron de ustedes, y que si algo pasaba nosotros teníamos que responder por todo, así que
si ustedes hacen eso, nosotros vamos a ser las víctimas de todo eso. Y repitió: “Pase lo que
pase, la decisión ya está tomada, y señor Gembuel, eso era lo que queríamos hablar con
usted y aunque usted no esté de acuerdo, eso se va a hacer”.
86

Ellos no dijeron cuándo ni cómo ni dónde. A mí me dio miedo y me imaginé que no me


iban a dejar salir de ahí. Les dije, hagan lo que hagan, yo soy la víctima porque así
acordaron en esa manifestación, y dijo, pues eso lo harán ellos porque ellos son así. Salí
decepcionado, con miedo y no sabía si contar, pero se iban a dar cuenta porque yo era el
único que sabía lo que ellos dijeron, cualquier cosa, no necesitan investigar, sino que me
cogen a mí y me matan. Entonces en toda la investigación me aguanté y no dije nada.
Pienso que todo eso, fue en parte error de mi ingenuidad, de miedo.

El 19 de agosto de 1996 se produjo del asesinato. A pocos días, los cabildos de la zona
Norte, la ACIN, nos capturaron a seis personas y nos llevaron a Toribío detenidos con el
cuento de que allá se iba a hacer un diálogo sobre el conflicto que hubo y con esa mentira
salimos. Para sacarnos del pueblo nos dijeron que era por seguridad nuestra y para resolver
el problema del asesinato del alcalde. Era eso, y que nos llevaban allá, porque allí en
Jambaló era peligroso que llegara la guerrilla del ELN y nos sacaran o nos mataran,
cualquier cosa podía ocurrir. Nos dijeron: ustedes no están detenidos, están por seguridad
de ustedes mismos. Yo les dije “Vea, un momentico, yo me voy a quitarme las botas”,
entonces me dijeron “No, usted se va así”. Yo estaba lavando la cochera, yo criaba cerdos
ahí. Entonces yo salí así, y le dije “Hermano, listo, vamos. ¿Y qué es lo que va a pasar?” y
dijo “Es que tenemos una reunión aquí arriba en la casa cural. Vamos allí”. Pero eso eran
mentiras, porque allí no era la reunión, sino en Toribío. Cuando yo subí tenían a Diego
Yule que era exalcalde, al yerno de Marcos Vitoncó, el secretario del juez también lo tenían
allí. Y decían “Hay que recoger a otros”. Y claro, en la vereda Zumbico pararon un poco, y
se llevaron a Jorge y le dijeron “Camine, que tenemos que ir a Toribío a reunirnos allá”. Y
todo eso, como eran cabildo, eran de la Guardia Indígena. Eso era solamente noticia porque
no pasó nada. Cuando llegamos allá nos separaron a cada uno, y cada uno tenía un cabildo
al frente a ver qué hacíamos y qué no hacíamos. Al otro día no pasó nada, llegaron los
cabildos de la ACIN, nos miraban, decían malas palabras: “Estos son los asesinos”.
Entonces les decíamos, digan lo que quieran, ustedes son los que mandan aquí y nosotros
no tenemos nada que hacer, solamente escuchar todo lo que digan ustedes, pero eso es
mentira, ustedes lo hacen porque nosotros somos contrarios políticamente.
87

–¿En Toribío se habló de que los iban a juetiar o de que les iban a hacer algo?

No, allí no hablaron nada. Es que la reunión no la hicieron con nosotros. La reunión la
hicieron los siete cabildos del norte que estaban ahí, con la Fiscalía, con los jueces. Era que
ellos querían tomar el caso nuestro. Nos retuvieron tres días. A los dos días hubo un debate
con los fiscales y los jueces. La fiscalía sostenía que la investigación del caso Marden
Betancur y de los presuntos implicados en el crimen, que la ACIN tenía retenidos, era
competencia de la justicia ordinaria. Por lo cual serían juzgados por un juez de
conocimiento. Además, era la primera vez que los cabildos indígenas se hacían cargo de un
crimen cometido por el ELN. Los cabildos allí en Jambaló nunca tuvieron en sus años
anteriores un problema de esos, ellos atendieron casos de tierras, de bochinches, de
violencia intrafamiliar, de linderos. Los cabildos asociados en la ACIN sostuvieron que en
la Constitución Política, los cabildos son reconocidos como autoridades tradicionales; por
tanto, tenían la competencia de investigar y juzgar conforme a sus usos y costumbres; en
consecuencia, la Fiscalía, los jueces y abogados no podían intervenir en ese caso. La
fiscalía y algunos abogados, después de un corto receso, admiten que no insistirían y dan
por terminada la reunión.

Nosotros habíamos hablado de que nosotros no estábamos de acuerdo con la justicia


indígena, porque nosotros no conocíamos ese tipo de acciones, porque el cabildo siempre
conocía cosas pequeñas de tierra, robos, violencia intrafamiliar, peleas entre comuneros y
brujería de médicos tradicionales. Los asesinatos, nunca los tomaban, siempre los
trasladaban era a los jueces ordinarios. Nos estábamos resistiendo también a eso. El juez de
Toribío y el juez de Jambaló habían llamado a la Fiscalía para que vieran a ver qué pasaba
allá, y llegaron allá. Toda esa discusión la dieron casi día y medio, discutiendo entre los
cabildos y la Fiscalía. Los cabildos decían: “Por fin la Fiscalía perdió y la razón la tenían
los cabildos”. Entonces ellos eran los que tenían que coger ese caso. A partir de ese
momento sabíamos que los cabildos eran los que nos iban a juzgar; pero no conocíamos
nada todavía. De ahí sí comenzaron a hablar de la juetiada; pero no habían ordenado nada,
sino que pasaron quince días o creo que tres semanas cuando ya se supo que iba a haber
juetiada.
88

Luego de los debates, los cabildos se sienten conformes con lo que logran. Luego nos
dicen: “Estos asesinos se muestran alegres como si nada hubiera pasado”; más bien, se
hubieran dejado en Jambaló. Allá estarían a merced de la guerrilla. Pero con nosotros, el
caso será manejado muy diferente y no se burlarán como lo pensaban con la justicia
ordinaria. Así que no saben lo que les espera. Nosotros les respondimos con tranquilidad y
les dijimos: digan lo que quieran, ustedes mandan aquí. Con o sin razón, nosotros solo le
prestamos atención a sus mentiras. Ustedes nos retienen porque no somos de su línea
política. Yo fui candidato avalado por el Partido Liberal. Los cabildos se mostraron
furiosos con nuestra respuesta; especialmente mujeres. Al tercer día, los cabildos se reúnen
un corto tiempo y luego nos dicen: ustedes ya pueden irse. Ya terminó la reunión. Antes de
retirarnos nos hicieron firmar una constancia de buen trato por parte de los cabildos; en
donde hacían constar que la retención era para seguridad nuestra, por cuanto se temía un
atentado por el ELN. Pues se conoció por medio de un mensaje de una emisora de Popayán
informando que ese grupo estaría siguiendo de cerca a los cabildos para asegurarse del trato
que nos estaban dando. Con este regreso, creímos que eso era todo lo que nos había pasado.

Cuando citaron a la primera asamblea para el 24 de diciembre, ya el cabildo tenía definido


un castigo de sesenta fuetazos. Nosotros no creíamos que en esa fecha se haría una
asamblea grande citada por los siete cabildos del norte e invitaban a muchos cabildos más.
Invitaron a medios masivos de comunicación como 1040, Caracol. El 22 comenzó a llegar
la gente a la plaza de mercado y muchos decían, un cabildo14 amigo nos decía: y por qué no
se vuelan, esos cabildos son muy jodidos y los van a joder a ustedes. Le dije no, yo no me
voy a mover de aquí, cueste lo que cueste, porque yo no me siento culpable, yo no he hecho
nada contra ellos y no tengo por qué esconderme. Estuve en la casa y de ahí me sacaron
para la asamblea. Allá nos tenían a los cinco que nos iban a juzgar. Diego Yule no quería
salir, entonces me tocó ir con un cabildo a decirle: “Por favor Diego, hay que ir allá, porque
entre más resistás acá, más nos demoran. Tenés que ir allá porque ellos ya tienen su
autoridad y esperemos a ver qué pasa”, y dijo “Que hagan todo, menos juetiada, porque
nosotros no nos vamos a dejar juetiar”. Pero yo nunca pensé en evitar nada, dije: “Que me
hagan lo que les dé la bendita gana. Yo voy a estar aquí tranquilamente, no me voy a
resistir a nada”. Yo mismo no sabía que la hija sí se estaba preparando para enfrentar eso.

14
Se refiere a un miembro del cabildo.
89

También hay que tener en cuenta que antes de la asamblea iban personalmente a decirnos
que nos cuidáramos con lo que íbamos a decir porque la guerrilla nos podía callar.

Nos tuvieron el 23 casi todo el día y en la noche casi toda la noche, me vine a dormir como
a la una de la mañana y el 24 ya era la ejecución del juicio. El argumento era que yo y mis
amigos habíamos contratado al ELN para que lo mataran, esa fue la acusación. El
gobernador era de Loma Redonda, Luis Alberto Pazzú, era un enemigo político, era
conservador. Nos acusaban de que nosotros éramos los determinadores. Habían estado en la
otra parte durante el proceso electoral. Por eso no eran neutrales. De esa manera no se
obraba como dice un experto en jurisdicción indígena:

Ante la acusación, las personas que conforman el cabildo o las que esta
autoridad delegue para la recopilación de pruebas, deben actuar con absoluta
imparcialidad, no tener sentimientos que entorpezcan la verdad, la justicia, la
dignidad y la vida de las personas y de la comunidad. (Gómez, 2015, p. 385)

Y por eso yo digo, para mí, siendo gobernadores del cabildo hubieran investigado dónde
estaban acampando esa gente, ellos sabían que estaban ahí y que la alimentación se la daba
la gente de la Cooperativa de Zumbico. Todo el tiempo estuvieron allá en esa zona, y a
ellos nada les dijeron y yo fui el principal acusado, sin serlo. Si ellos me dicen en dónde y
en qué fecha se ejecutaría ese plan macabro, yo hubiera podido reaccionar de otra manera y
pasarles la noticia a los cabildos, pero como no dijeron nada, yo también me eché a dormir
y por eso ocurrió tan rápido. Yo no estaba preparado para frentiar ese tipo de cosas, siempre
había sido una persona de paz, de defender a la gente, pero a mí me cautivó el miedo. Yo
pensé, si me pongo a hablar y los cabildos hacen público lo que yo digo, me tendría que ir a
esconder, no sé dónde. Por eso pudo más el temor a lo que me pudieran hacer cualquiera de
los dos grupos guerrilleros, que decir lo real que sucedió en esas dos oportunidades en que
tuve que hablar con uno de ellos. Sabía que en la asamblea podían estar algunos de sus
miembros.

Había como mil personas en esa primera asamblea. La gente pedía la palabra y se la daban.
A nosotros nos relegaban y no había opción de contradecir. La gente del pueblo rechazaba
las acusaciones. En el último día, cuando ya iban a ejecutar la decisión que no fue definida
por la asamblea, dijeron que nos daban cinco minutos para presentar nuestros argumentos.
90

Eran como las siete u ocho de la noche y dijeron, traigan al primer acusado que lo vamos a
fuetiar, entonces me hicieron parar ahí y les dije, háganlo, pero de mí no sacan nada. Me
habían dado dos fuetazos. Mi hija estaba recién salida del colegio y no sé cómo ella entró,
rompió el cerco de seguridad que tenían los cabildos. Iba para el tercer fuetazo cuando me
di cuenta que ese cabildo que me estaba fuetiando, cayó. Ella entró, lo empujó con tanta
fuerza que lo levantó y lo mandó al piso, y de allí se dañó todo. Entonces vino garrote,
caían sillas y objetos contundentes, había medios masivos de comunicación y el único que
se aguantó y se esperó todo el tiempo fue el de Telepacífico y grabó todo eso, caían
asientos, tiraban de todo.

–¿Quiénes se dieron contra quiénes?

Eran estudiantes, compañeras de Rubiela15, de ahí de Jambaló. Se juntaron estudiantes y


otras gentes, arrasaron esa reunión y afuera hicieron unos disparos. Entonces se perdieron
todos. Yo quedé parado allí, esperando los fuetazos. Alirio era el que seguía y cuando
volteamos a ver no había nadie. Todos los cabildos se habían ido, el acusador, todos, se
produjo la estampida. Se pasaron unos por encima de otros, dejaron cosas botadas, se acabó
la asamblea y no pasó nada.

Entonces se acabó la Asamblea, ahí estaba el cura Antonio y Reynaldo, también eran
italianos. Estaba Mauro Riascos que era el propio párroco de ahí. Pero todos se perdieron y
dejaron las cosas ahí regadas, y más abajo habían estado varios estudiantes, muchachos y
muchachas listos con varios galones de gasolina para quemar los carros que estaban ahí. –
Cosa que me sorprendió porque no sabía nada de eso–. Pero eso no ocurrió, porque los que
estaban ahí reunidos aplaudiendo, aprobando todo lo que hacía el cabildo, se fueron
corriendo, prendieron sus carros y se fueron.

Estábamos solos y le dije a Alirio: estamos solos, nos vamos de aquí. Uno de mis hijos
había visto que yo compré una docena de cuetones para quemar y celebrar el año nuevo y
había corrido a traer esa docena de cuetones. Cuando llegamos al parque de Jambaló, ahí
nos reunimos, la gente nuestra que estaba acusada salió y colocaron un equipo de sonido y

15
Una de las hijas de Francisco y Casilda.
91

comenzó una fiesta, y el hijo, contento de que no habían podido fuetiarme, fue y trajo la
docena de cuetones, los quemó y trajo más. Pero no se quedaron con eso.

Nosotros dijimos que de lo que nos acusaban era muy grave, porque era por el alcalde.
Entonces Jorge y yo dijimos, vamos a hacer nosotros también una manifestación en
Popayán y nos tomamos la catedral hasta que nos den la razón del por qué lo están
haciendo. Queríamos protestar por el mal trato a nosotros por parte de los siete cabildos de
la zona norte. Lo hicimos. Quién nos acompañó, la ironía, mira que a la gente del pueblo yo
nunca los había tratado bien en todo el proceso de la organización, siempre eran como los
supuestos enemigos de la causa indígena. Pero fueron ellos los que nos acompañaron en la
toma de la catedral. Mis buenos amigos eran toda la gente indígena pa´bajo, los terrajeros,
los de Zumbico. ¿Qué pasó? Todos los que yo consideraba como compañeros de trabajo, de
lucha, todos se fueron en mi contra aplaudiendo lo que decía el cabildo, todos. Y los únicos
que estuvieron de acuerdo, apoyándonos, acompañándonos en todo lo que queríamos hacer,
–lo que hicimos en Popayán, tomarnos la catedral– fue la gente del pueblo, la población
urbana. Y la comunidad de la cooperativa de Zumbico que nos apoyaron con el transporte.

Fue en enero de 1997. Nos vinimos en tres chivas, dos de Zumbico y contratamos otra
chiva del pueblo y nos tomamos la catedral de Popayán. Estaban en misa, y cuadramos las
chivas ahí en el parque y nos metimos allá de sorpresa, antes de que viniera la policía, y les
dijimos, aquí es una toma, somos las comunidades indígenas de Jambaló para protestar por
los malos tratos de los cabildos indígenas de la zona norte. Nos tomaremos esta catedral
hasta que nos aclaren cuál es la situación. Manden llamar a Jesús Enrique Piñacué que es el
presidente del CRIC, y que venga y diga qué es la cuestión con nosotros. El arzobispo
Alberto Giraldo Jaramillo estuvo de acuerdo con nosotros, nos respaldó. Le dijimos que
éramos comunidades indígenas de Jambaló, pero somos acusados por parte de los siete
cabildos indígenas de la zona norte y nos tienen emproblemados. Nosotros no queremos
que nos fuetien así de esa manera, solamente acusándonos de algo que nosotros no hemos
hecho. La muerte del alcalde muy claramente lo hizo el ELN, nosotros no somos del ELN,
así que Chucho venga y nos aclare cuál es el problema.

Chucho fue allá y dijo que él no tenía ningún conocimiento, que lo único que había
respaldado era a sus cabildos, “Los cabildos tienen toda la percepción y la claridad de que
92

ustedes fueron los que pidieron que el ELN hiciera ese daño allá y por eso es que actúan
así, y yo estuve de acuerdo con los cabildos. Me toca estar con los cabildos porque soy
elegido por los cabildos”. Le dije, pero nosotros no lo hicimos, cuál es la prueba de que
nosotros fuimos a contratar al ELN. Dijo: “Lo que yo sé es que los cabidos y la comunidad
los están acusando a ustedes de que son los únicos culpables”. Le dije, entonces de lo que
dijeron en la primera manifestación que hicieron en el mes de julio del 96 fue acusarnos de
que todo lo que decía el panfleto del ELN, éramos nosotros. Lo que ustedes están haciendo
es confirmar esa acusación sin ninguna prueba. Así que por favor Chucho, usted está
escondiendo algún secreto para acusarnos de esa manera, así que aclárenos. Toda la
responsabilidad pasa a usted, porque si algo nos pasa a nosotros en contra de nuestras vidas,
usted es el responsable, le dijimos en frente del arzobispo, eran como las nueve o diez de la
noche. Él físicamente se nos marió, le miramos la cara y estaba pálido. Dijo: ¿entonces qué
hacemos? Nosotros le contestamos, si no quiere decir nada, entonces vamos a desalojar la
catedral y nos vamos. “Sí, hijos, pueden hacer eso, no hay problema”, dijo el arzobispo.

Pero le habían comunicado al arzobispo que para el otro día ya habían organizado otra
asamblea; ya no en el pueblo de Jambaló, sino en la vereda Loma Gorda. Allá te están
esperando junto con los otros acusados. El arzobispo me dijo: “Usted verá si quiere ir o no,
pero yo si voy a ir a ver qué es lo que ocurre allá”, y fue. Él movilizó gente hasta Loma
Gorda. Yo no fui, para oír lo mismo, poniendo nuestra espalda para que nos fueteen, ya
estamos protestando por eso, no nos vamos a dejar fuetiar, entonces no vamos, y ninguno
de los acusados fuimos allá. El arzobispo fue a hablar de los reclamos que nosotros
habíamos hecho a Jesús Enrique Piñacué como presidente del CRIC. “Qué van a hacer con
esa pobre gente– dijo– el castigo físico aquí en Colombia no está autorizado para que las
autoridades castiguen físicamente a sus acusados”. Con esa posición fue el arzobispo allá.
Y como nosotros no estábamos, no hicieron nada y según la asamblea, fracasaron.

Como ahí no se hizo nada, programaron otra asamblea en el pueblo el 7 u 8 de febrero. Allá
si estuvimos nosotros, pero era para hacer unos careos de los testigos contra nosotros y lo
que nosotros quisiéramos desvirtuar. Los testigos eran los que nos habían visto ir allá. A mí
me vieron, lógico, yo no fui a escondidas, como yo no sabía exactamente para qué me
llamaban. Allá fue donde me di cuenta que era muy grave lo que estaban haciendo ellos y
93

me vine muy decepcionado, pero nos encontramos dos de las comunidades, y como en esas
veredas uno nunca anda, pues me vieron hablando con esa gente. En el careo les dije, sí, yo
estuve allá, pero yo no sabía por qué me habían llamado, y cuando llegué allá, me doy
cuenta que habíamos llegado a un campamento insurgente.

Yo sí les dije, por qué no investigan bien, quién les dijo eso. Dijo Cristóbal Sécue:
“Nosotros no necesitamos investigar mucho porque a usted lo vieron”. Le dije: pero es que
si a uno lo llaman, uno va, pero el testigo no ha oído si yo estaba negociando o hablando en
contra del alcalde, no. Que me diga, ¿usted oyó y vio que estábamos acusando al alcalde?
Dijo: “No, yo estaba lejos”. Entonces no diga que nosotros estábamos negociando la muerte
del alcalde, porque eso no fue así. Me dijeron: eso ya está aclarado. Le dije al señor fiscal
acusador, Cristóbal Sécue, ¿cómo que aclarado? Dígame: ¿qué pruebas tiene? Dijo:
“Pruebas, todas las que usted quiera, pero nosotros le creemos es a los médicos
tradicionales”. Le dije: los médicos tradicionales son todos gente de ustedes, y todos los
cabildos son de la línea política de ustedes, entonces, esto no es otra cosa que una
persecución política la que nos están haciendo aquí. Después de la primera movilización,
cuando salió el comunicado del ELN en la que empezaron a acusarnos, médicos
tradicionales daban vueltas a mi casa haciendo soplos y riegos. Luego supe, por otro
médico amigo, que eso se hace para que la persona no hable y se confunda.

El fiscal pidió a la Guardia Indígena que me cogieran a mí y me llevaran al lugar de


castigos, pero no. Ya no quisieron castigarnos públicamente ante la comunidad, sino que
habían resuelto tener una pieza para que nadie nos viera, y un cepo. En Jambaló nunca hubo
cepo, pero lo trajeron para colgarnos a nosotros, y cuando dijeron: a ver compañeros
guardias, hagan el favor, metan a Francisco Gembuel para fuetiarlo y para probar que lo
que están haciendo es o no es así.

Ese día había estado uno de nuestros hijos mayores que estaba trabajando en Piendamó.
Estaba recién salido del bachillerato y se puso a trabajar con un amigo. Él no se dio cuenta
de todo ese proceso; pero se había dado cuenta por la televisión que me estaban fuetiando a
mí, entonces en esta programación estuvo allá. Luego supe que los estudiantes le dijeron:
“Ancízar, no dejemos que a tu padre lo castiguen así, vamos a hacer algo”. Uno de los
guardias indígenas se dio cuenta que los estudiantes estaban hablando. Dijeron ellos que
94

acordaron comprar cada uno diez galones de gasolina para quemar los carros. Oyeron los
de la asamblea eso e inmediatamente vinieron y salieron en los carros y se fueron, llamaron
a los guardias indígenas y ahí donde estaban no quedó ni un solo guardia. Nadie respondió
cuando dijeron que traigan a Francisco Gembuel, el fiscal ya estaba solo, ¿quién le hacía
ese trabajo? Y eso fracasó. Piñacué, que lo estaba acompañando, fue el único que había
quedado ahí; echó de menos a Cristóbal, pues tampoco estaba. Entonces dejó una nota de
que no se había podido hacer nada, pero que se castigaba con muerte política por treinta
años a los cinco que estábamos ahí. Dejó firmado y se perdió, todo fue un fracaso y eso
quedó así.

–¿Cuál fue la reacción de la comunidad frente el asesinato de Marden Betancur?, ¿cómo lo


afectó a usted y a su familia? ¿Cómo reaccionó usted y cómo lo trató la comunidad después
de la asamblea y de ese castigo?

Esta pregunta es muy importante. La reacción de la comunidad como tal no la sentí. La


comunidad nunca me rechazó, ni me insultó, nada. Por eso estuve año y medio más,
después de la última asamblea en que me enjuiciaron. Los únicos que estaban muy rabiosos
fueron los líderes de los cabildos, no todos tampoco. Yo fui hasta La Mina, La Esperanza,
El Voladero, estuve donde Mario Escué y nunca me dijeron nada. Entonces, yo lo que sentí
fue la reacción de las autoridades de los cabildos. Un señor me dijo: vea compañero, ¿por
qué no me acompaña a la Registraduría para que me sirva de testigo que voy a bautizar un
niño? Cuando él me propuso eso, un amigo dijo: un momento, Francisco ahora no puede ni
siquiera decir algo allá, ni en ninguna parte, porque él está castigado. La muerte política
está funcionando y a él no le aceptan nada. Ahí fue donde yo sentí que estaba castigado
políticamente. Yo le respondí: eso es lo que ustedes dicen, pero yo no sé si realmente la
Personería, la Registraduría o el juzgado están con la misma actitud, y me dijo sí, allá te
van a hacer la misma aclaración, porque ya se pasó por todas las noticias. Entonces le dije
al compañero, entonces no puedo, ya usted oyó. Ahí es donde realmente se da cuenta uno
de que le tienen cortado sus derechos; pero la comunidad como tal nunca me trató mal y
por eso estuve año y medio allá. Pero debo indicar que la justicia étnica actuó
sesgadamente, por cuanto a dos de los cinco implicados en el proceso no les fue aplicada la
muerte política, José Domingo Tombe fue vinculado al cabildo en el año siguiente de mi
95

salida del pueblo, y a Diego Anibal Yule le permitieron ingresar a la campaña política de
2020 y fue elegido concejal.

Yo no iba a reuniones porque sabía que solamente podía hacer presencia. Un día, un amigo
de la vereda Paletón, que es al frente de Jambaló, me dijo: yo le organicé la Junta, hay un
problema en la comunidad y lo necesitamos a usted. Le dije: que pena, pero yo no puedo ir
porque hace unos días me aclaró el gobernador suplente que yo no podía servir como
testigo ni para nada, entonces, ¿a qué voy? Yo sentía que no podía por respeto a las
autoridades, no podía ir a formar problemas y discusiones.

–Después de haber sido elegido Marden, ¿usted tuvo contradicciones con él durante ese año
y medio de su gestión?

No. Es que esa situación se dio, pero por la cuestión del profesor que comenté
anteriormente. Ahí se dañó la relación. Pero después le dije: “Marden, yo no tengo nada
que ver con eso. ¿No hemos sido amigos, y todo eso?”. Un día nos pusimos a hablar, ya
cuando él se posicionó como alcalde, yo fui a la alcaldía, estuvimos hablando. Mejoramos
otra vez la relación y no pasaba nada. Pero la gente ya tenía ese concepto de que yo era el
enemigo de él, las mujeres, especialmente del campo, no la gente del pueblo. Me decían:
“Pacho, ¿usted qué va a hacer cuando Marden sea alcalde?”, y yo le decía: “Pues nada,
¿qué voy a hacer?”.

Entonces en una reunión en la vereda La Laguna, me decía la señora Matilde: “Usted no va


a quedar así no más, yo estoy segura de que usted no va a quedar así”, y yo le dije: “¿Por
qué está tan segura? ¿Por qué tanta desconfianza?”, y dijo: “No, pues porque ustedes son
gente que no se van a quedar así no más”, y yo le dije: “Pero es su idea, yo no he dicho eso,
ni lo pienso”. Porque en política siempre hay un ganador y un perdedor, y yo perdí. Y a mí
por qué me va a dar rabia. Es como cualquier juego, digamos de azar o juego de gallos, allí
hay ganador y un perdedor. Eso mismo ocurre en la política, ¿cómo van a decir eso? Ellas
me quisieron atacar en una reunión ahí, eso fue en la Capilla Evangélica.

Él no guardaba rencor. Él era gente amable y yo le ofrecía mi conversa, le decía


“Acompáñame”. Y un día vinimos a Popayán a hacer una gestión inclusive, con el mismo
Diego Yule que también estuvo con nosotros. Entonces, en esa época estaba apenas
96

organizándose el Nasa Kiwe, y ellos vinieron a hacer esa gestión y yo estuve


acompañándolos. Siempre la relación era buena, yo nunca discutí con él, para nada, ni nos
insultamos, ni nos peleamos. En cambio, los que lo seguían sí, el hijo de un ecuatoriano, el
día antes de que lo mataran, me ofreció pleito porque yo sí estuve bebiendo unas copas ese
día de la muerte de Marden. Yo estuve tomando en la galería, allá donde fue el asesinato.
Temprano, como a las 11 del día, yo estuve tomando ahí. Entonces, uno de ellos, el
ecuatoriano, decía: “Usted no vale nada”, y yo le dije Está bien, yo no valgo nada. Y si yo
no valgo nada qué te duele. Entonces ya me quiso agredir físicamente e íbamos a pelear;
pero la gente ahí no nos dejó, entonces yo me vine para la casa. Pero era gente así más o
menos, no era toda la gente y la prueba es que a mí nunca me agredieron nada, porque en
otras partes hubiera sido que toda la gente estaba en contra en ese momento. Pues pudieron
haber apedreado mi casa o la hubieran podido dañar; o me habrían podido hacer daño, pero
no pasó nada, yo estuve allá todo el tiempo tranquilo.

Su opinión sobre la sentencia de la Corte Constitucional

–¿Cómo optó por la decisión de presentar una tutela?

La tutela la interpuse el 18 de diciembre de 1996 para proteger mis derechos de defensa, en


el momento de toda esa situación que se estaba dando, en diciembre de 1996. Por cuanto en
la comunidad de Jambaló no se hallaban personas mayores que quisieran tomar el poder
para mi defensa, por desconocimiento de los usos y costumbres en los casos de asesinato de
tanta importancia materializado por la guerrilla del ELN. Como la respuesta del
exgobernador Julio Dagua que me dice: “Pacho, usted sabe que estos casos siempre son
investigados por la fiscalía y los jueces”. Y de la misma manera, me dice el también
exgobernador indígena de Jambaló, Marcelino Pilcué: “Pues tenés que hablar con la
Defensoría del Pueblo para ver qué te dicen. Aquí en Jambaló hace mucho tiempo, que yo
sepa, no ha habido acto de justicia indígena por el cabildo, que recuerde con claridad. Solo
se viene hablando desde hace pocos años, o sea después de 1991. Nosotros no tenemos
experiencia en eso de asesinatos”.
97

Así las cosas, se hizo difícil que un intérprete de la comunidad, con las condiciones que se
requerían para el caso, se comprometiera. Para la época de los hechos, los casos de
homicidio en personas jurídicas o naturales, los cabildos no se hacían cargo de los procesos
como el que se esperaba. Fue la razón para acudir ante la Defensoría del Pueblo. Allí, Jorge
Muñoz habló con el gobernador Rodrigo Cerón y juntos me sugirieron que tenía derecho a
la tutela. Pero, antes del 18 de diciembre, ya habíamos presentado una ponencia a un
encuentro para la promoción de Derecho Humanitario en la ciudad de Cali que se realizó en
diciembre 10 y 11 de 1996. Dejamos una declaración de que nosotros estábamos siendo
perseguidos políticamente por los cabildos de la Zona Norte16. Eso ya fue después de que
ocurrieron los hechos del asesinato y de que se anunciara la asamblea para diciembre.

El primer fallo a favor de la tutela lo produjo el juez de Santander de Quilichao el siete de


enero del año siguiente. El cual fue apelado por la ACIN ante otro juez, quien también falló
a mi favor. De nuevo, esa asociación asume el último recurso de apelación que posibilitó su
escogencia por parte de la Corte Constitucional. El caso lo asumió el magistrado Carlos
Gaviria, cuyo concepto fue apoyado por la corporación, con la sentencia No. T-523 de
1997.

–¿Qué opinión tiene sobre la sentencia de la Corte Constitucional?

Plantea la Corte que para la solución de conflictos étnicos, debe establecerse un “diálogo
intercultural que sea capaz de trazar unos estándares mínimos de tolerancia, que cubran los
diferentes sistemas de valores. Es decir, lograr un consenso en aquel mínimo necesario para
la convivencia entre las distintas culturas”. (Sentencia T-523, principios) Maravilloso
planteamiento, pero las autoridades étnicas asociadas en la ACIN prefirieron ignorarlo de
plano y continuar con las acusaciones, sin tener en cuenta que de por medio había algunos
reclamos muy claros de los acusados en el sentido de que las autoridades indígenas estaban
actuando más movidas por intereses políticos, que por encontrar los verdaderos
responsables del crimen en el plano de determinadores.

En mi opinión muy humilde, lo primero que pudieron hacer fue buscar la red por la cual fue
distribuido el comunicado del comando del ELN, que muy seguramente ya estarían

16
La Aplicación de la Jurisdicción especial indígena. Ponencia presentada al encuentro para la
Promoción del Derecho Humanitario. Cali 10 y 11 de diciembre de 1996.
98

acampados en el resguardo con la colaboración de comuneros indígenas, que a la postre


resultaron atestiguando en mi contra. Como también pudieron haber reunido a los
comuneros ubicados cerca del campamento insurgente y haber evitado con claridad efectiva
el asesinato del alcalde. Nótese que el comunicado fue distribuido a fines del mes de mayo
de 1996 y el asesinato ocurrió a finales del mes de agosto, tres meses después del fatídico
comunicado, tiempo suficiente para haber encontrado los verdaderos determinadores
internamente ubicados. En mi opinión, desperdiciaron el tiempo fabricando formas
malintencionadas contra sus opositores políticos, legalmente constituidos como en mi caso,
que resultara de papaya para no ir muy lejos.

También decidieron pasar por alto la presencia del Comando Móvil Jacobo Arenas de las
Farc, que hizo presencia la primera semana del mes de junio en la población urbana de
Jambaló; cuyo propósito, según se supo, era sostener un diálogo con el alcalde Marden
Betancur; pero esto no ocurrió, y optan por escribir grafitis muy parecidos al contenido del
comunicado del ELN, y sostienen una reunión con la comunidad que visitaba el área urbana
por el día de mercado en las afueras de las instalaciones de la galería. En una de las
arengas, el propio comandante hizo serias advertencias en contra del alcalde, de que la
actitud de este funcionario no se quedaría así. Pues estas arengas del comandante Carlos
para cualquier persona inadvertida es una amenaza directa contra el alcalde que se negó a
dialogar con el recién conocido grupo insurgente de las Farc.

Pues bien, si se trata de los hechos que consumaron el trágico asesinato, en mi humilde
opinión, las autoridades indígenas desaprovecharon el tiempo, claro, para actuar en los
momentos oscuros que bien pudieron evitar el trágico acontecimiento. Igual
comportamiento fue la actitud de los testigos que declararon en mi contra, porque tiempo
suficiente tuvieron para haber puesto la advertencia de la presencia del Comando Cacique
Calarcá del ELN que habían colocado el campamento tres meses antes del asesinato. En mi
opinión, estos si son responsables directos porque permitieron ejecutar el crimen. Esta
actitud parece corroborar la Corte por intermedio de su ponente Carlos Gaviria Díaz,
cuando indica, que “es claro que estos sucesos oscuros no solo son aquellos que produjeron
directamente el daño, sino también los que de alguna manera hallan permitido y facilitado
la alteración de la armonía” (Sentencia T-523).
99

Esta responsabilidad de no hacer claridad sobre lo sucedido, en mi opinión, recae


directamente en la Comisión Investigadora, creada por los cabildos indígenas asociados en
la ACIN. Quiero dejar en claro que –a usted, querido lector o lectora– mi presencia en el
campamento no obedecía a un plan premeditado en el momento del cual, inocentemente,
llegué a ese lugar en cumplimiento de una invitación, que según mis “amigos”, era un
diálogo con amigos que querían colaborar con nosotros en la parte de “seguridad”. Es en
ese momento que me doy cuenta de que no era tal seguridad que ofrecía este grupo. De
hecho, en la segunda oportunidad en que asistí, me di cuenta de que era un grupo armado
perteneciente al ELN. Al ser notificado por ellos de la acción que iban a tomar, me hacía
víctima del conflicto armado, y mi sorpresa se convirtió en miedo. En consecuencia, pensé
que ese comando no me permitiría salir de ese fatídico lugar, pero no fue así. Pensé una y
varias veces dar aviso a los cabildos de lo que allí se planeaba, pero resolví guardar el
secreto, por considerar que los cabildos ya me estaban culpando sin haberse cometido el
hecho, y porque no guardarían el secreto y me colocaban como un vulgar informante ante el
público, colocándome en un inminente peligro contra mi vida y mi familia, frente a la
guerrilla. Por tanto, le puse freno a mi lengua y mi boca no abrió, con la seguridad de que
es mejor un cobarde vivo, que un valiente muerto.

También dejo en completa claridad de que mi actitud de aparente rebeldía y desacato contra
las decisiones de las autoridades indígenas no constituye desconocimiento de la jurisdicción
especial indígena, mi actitud rebelde con los juicios realizados por las Autoridades
Ancestrales del Norte del Cauca fue por la forma sesgada con que actuaron contra mi
persona, sin tener en cuenta los principios esbozados posteriormente en la Sentencia N.° T-
523 de 1997. No hubo un intento de “diálogo intercultural en busca de consensos entre las
partes”. Al contrario, desde el inicio de la investigación contra un solo culpable, acusándolo
públicamente sin ningún interés de encontrar a los verdaderos culpables. Considerándome
injustamente como victimario determinador de un asesinato que no cometí.

Terminando de elaborar este documento encontré que en el año 2022 el CRIC publicó el
libro “Entonces, ¡Hablamos!”: Informe sobre las afectaciones del conflicto político armado
a los pueblos que conforman el Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC-, 1971-2021.
Un subcapítulo se titula: “El asesinato de Marden Betancur”. (Páginas 258-263) Me parece
100

importante que algunas de las entrevistas allí consignadas dan a conocer que, desde la
época de los “pájaros”, de la cual yo hablo en este libro, existían prejuicios entre diferentes
zonas de Jambaló. Afirma que así se les decía a los que habitaban en la parte baja de donde
era Marden Betancur, y que habían dificultado la recuperación de tierras. También se
afirma que la ACIN compró una finca, Lácteos Santana, cuando Marden era gobernador de
Jambaló, perteneciente a la ACIN, y luego alguna gente lo acusaba de apropiarse de un
dinero de esa negociación. Se afirma también que una comisión fue a hablar con el ELN,
obteniendo la respuesta que ellos habían actuado por informes de comuneros que no podían
delatar por “ética”. Lo cual reafirma mi posición de que la comisión investigadora no
desarrolló una suficiente investigación para poder llegar a un fallo irrefutable. Pues en la
última asamblea persistieron en obtener testimonios de quienes habían ido a hablar con la
guerrilla, más no sobre qué, ni tampoco ahondaron en la responsabilidad del ELN y las Farc
en ese asesinato.

El desplazamiento forzado de Jambaló

El 10 de julio de 1998 me tocó salir, porque un mes antes aparecieron cuatro personas: una
de ellas mestiza, mona, blanca, alta y armada con una metralleta; los demás eran indígenas
que no entraron a la casa, sino que se quedaron alrededor. La que entró fue la mona a
decirme: “Francisco, nosotros venimos de parte del comandante Carlos, el comandante de
la Columna Móvil Jacobo Arenas, y hace muy poco que está aquí –no hacía ni el año que
estaba allí–. Venimos a informarle que usted tiene problemas con la comunidad, y por lo
tanto, a nosotros nos han pedido que le demos una advertencia perentoria de que se vaya en
treinta días, a partir de hoy, 10 de junio. Si no se va, y lo vemos después de un mes aquí,
pues usted también hace parte del objetivo militar”.

Le dije: qué objetivo. Me dijo: “Usted ya sabe, para qué pregunta”. Le dije, le entiendo. Me
dijo: “Usted se prepara, vende o regala sus cosas y se va con toda su familia y no le va a
informar lo que estamos hablando aquí ni al cabildo, ni al alcalde, ni a los jueces, ni a
ninguna autoridad, tienes que callarte por algún tiempo, algo así como diez años”. Le dije
que por qué. Dijo: “Porque esas son las leyes nuestras. Y si usted no hace lo que le estamos
101

diciendo, también donde lo encontremos allá, usted ya sabe lo que podemos hacer”. Bueno,
no le pregunto nada, porque yo sé que ustedes hacen actos militares contundentes y pues,
qué vamos a hacer. Salí un 10 de julio de 1998. Como al año de estar en Piendamó mataron
al comandante Carlos, creo que en Leyva Nariño. Seguramente se trasladó por esos lados
porque estuvo mucho en Jambaló, en Toribío, en Tacueyó, por toda esa zona.

Cuando fueron a decirme que me tenía que salir, yo ya había pensado vender, pero no por
eso, sino para evitarme problemas, yo le decía a la mujer, vámonos y me decía: no, yo de
aquí no me voy. Y le dije, no tengo trabajo, no me dan trabajo, ni me dejan trabajar, ni
siquiera ser un simple testigo de algo. Yo vivía allá porque tenía como sostenerme con
algunos ahorros y la mujer trabajaba con Bienestar Familiar. Algo resultaba para la comida.
Entonces dije: ahora la amenaza es contundente.

Como ya me habían dicho que yo también me convertía en objetivo, entonces le dije a la


mujer, tenemos que salir porque no hay nada más qué hacer, y ella me dijo que no se iba de
ahí. Le dije que yo ya sabía qué hacer y sabía a dónde ir. Ocho días antes de avisarle a ella,
yo salí a diferentes sitios a buscar a dónde irme. Pero yo a la mujer no le había contado
nada de la advertencia de la comisión insurgente, porque ellos me dijeron que ni a los hijos,
ni a la mujer, ni a nadie, eso es cosa suya si comete errores.

Un amigo de Jambaló me ofreció una casa en Piendamó que podía pagar vendiendo la que
tenía, perdiendo gran parte de lo que valía, porque yo estaba azarado, pues ya habían
pasado quince días y era la única forma de salir ligero. Después de algunos arreglos nos
vinimos a vivir en la casa donde vivimos hasta ahora, porque la familia era numerosa,
éramos once personas. Yo no quería mostrar preocupación. Solo mi preocupación era que
yo no podía hacer nada, no tenía trabajo y qué me ponía a hacer, ese era mi argumento con
el cual hablaba con la mujer y con mis hijos. Porque yo me había comprometido ante esa
mona que yo no le iba a contar a nadie, porque así podía estar tranquilo donde fuera que
estuviera, y cumplí diez años sin contarle a nadie. Yo llevé la situación así, como en una
forma calmada, como que no pasaba nada, pero por dentro estaba destrozado.

Lo que hice yo fue callarme la boca diez años, o más. En Piendamó estuve diez años
larguitos, estuve haciendo un proyecto con el SENA como familia desplazada por el
conflicto armado. Tengo hasta el nombre del compañero del SENA que me estaba
102

ayudando, se llama Armando Moncayo. Me dijo, claro, vaya y vamos a hacer el proceso y
cuando el proyecto ya estaba por terminar, era un proyecto económico ahí en la casa,
entonces me dijo, ahora te toca investigar un poco de mercadeo en Silvia, en Santander, en
Cajibío, en Popayán, con todo lo que vas a vender allá. Lo hice en Popayán y en Cajibío, a
Silvia no pude subir porque no tenía plata, ahí sí me varé. En Santander no lo hice porque
también me tocaba pagar transporte y estar allá.

Me dijo: “¿Vos tenés la resolución de desplazado de la Unidad de Víctimas?” Le respondí:


no. Dijo: entonces estamos perdiendo el tiempo. Es que tenés que declarar como
desplazado ante una personería, hoy mismo declaré como desplazado. Entonces, vine
temprano a Piendamó y dije, yo necesito declarar como víctima del desplazamiento forzado
y necesito una ayuda de la Unidad de Víctimas. Entonces me preguntaron qué me pasó y
quién me sacó. Entonces le dije, el diez de junio del 98 llegó un grupo de personas de civil,
una sola estaba armada con una metralleta, la mona, los demás no entraron a la casa y me
dieron 30 días para que saliera de allá y si no me salía quedaría como objetivo militar.
Entonces a los treinta días salí: el diez de julio de ese año llegué a Piendamó, hace 10 años.
Me preguntaron que por qué me demoré tanto. Les dije que ellos me habían dicho que no
abriera la boca para contar a las autoridades del gobierno o del cabildo. Me preguntaron que
cuál era el nombre del grupo armado, les dije que había sido la Columna Móvil Jacobo
Arenas de las Farc, que era por orden del comandante Carlos. Al mes completico me llegó
la resolución de que sí me habían incluido en la unidad de víctimas, y como a los dos meses
llegaron unas ayudas de treinta mil pesos cada cuatro meses, y en diciembre de 2019 me
dieron la indemnización, que fue muy poca, y lo aproveché bien, mejoré la casa que tenía
muy malo el techo.

–¿Qué edad tenían los hijos, cómo reaccionaron a la sanción de la comunidad?

Mi hijo mayor tenía veinte años. Le cuento que ellos estaban reaccionando muy
fuertemente en contra de los cabildos, y a la mamá le dio mucha tristeza porque los hijos se
iban a tomar sus tragos, en una reunión insultaban a los cabildos. Entonces le dije que esa
también era una razón para salir de allá y ella por eso decidió salir rápidamente y estar
conmigo. Mi hijo mayor, que hoy trabaja como electricista en Belalcázar, no podía ver un
cabildo porque iba con el aguardiente en la cabeza, ese lo insultaba le pegaba, era un lío
103

tremendo. Carmen –actual consejera mayor del CRIC– estaría de unos diez y siete o diez y
ocho años, era estudiante, completó el bachillerato y se vino con nosotros, llegando a
Piendamó la puse a hacer un curso especial en salud pública y se capacitó en auxiliar de
enfermería.

–¿Qué conclusión saca de este proceso que le tocó vivir, de la reacción de los cabildos y de
su relación con el CRIC?

La conclusión que tomé desde un principio fue aceptar como un error mío haber constituido
el Movimiento Cívico y Convergencia Social en Jambaló. Ese era el movimiento político
con que veníamos trabajando con Edgar Iván Ramos, que fue el primer alcalde elegido
popularmente. Pero, por el afán de hacerle caso a un grupo de compañeros indígenas que
decían que yo tenía que competir con el mal llamado, en esa época, –decían ese godo– o
sea, con Marden, como la mayoría éramos liberales, te vamos a acompañar y tienes que
entrar en ese proceso.

Saco la conclusión de que los errores se pagan caros. Donde yo no hubiera tenido ese error
y no hubiera tenido ese afán de hacerle caso a un grupo de amigos liberales de dos o tres
veredas, la cosa hubiera sido otra. Yo no quería ser candidato, pero por petición de ellos
tuve que hacerlo, y como eran de la Cooperativa de Zumbico que era una organización
buena. Es la única cooperativa importante que tiene Jambaló por esa zona, más
cooperativas así como esa no hay. Me dijeron que me iban a costear todo, que me daban el
transporte para hacer la campaña. A mí me pareció fácil y por eso cometí ese error político
de pedirle el aval al Partido Liberal y me avaló, y es ahí donde comienzo los tropiezos
políticos y, para mal de males, aparece el comunicado del ELN. No supimos por qué
apareció, tuvo que ser que algunos, o alguien de la comunidad tuvo que haber estado en eso
para que el ELN hiciera ese comunicado que marcó mi vida.

Aparece ese bendito comunicado y fue el primer dolor de cabeza, y desde ahí comienza
todo. Solo cuando ocurre eso, es que me doy cuenta que el propio jefe de campaña había
tenido relaciones con el ELN. Por eso digo que esas personas tienen que ser citadas en
algún momento por la Comisión de la Verdad o por la Jurisdicción Especial de Paz - JEP.
Ya se están haciendo estas vueltas para que la Comisión de la Verdad cite a estas personas,
104

cite a algunas personas de las Farc para que diga por qué permitieron que el ELN estuviera
en el territorio sin tener ningún problema con ellos, porque en otras partes se combatían.

–Su relación con el CRIC, ¿cómo siguió a partir de eso?

Con el CRIC como Organización no tuve ningún problema porque yo llegaba a la oficina y
estaban ahí, nadie me trataba mal, ni me decían nada. Yo seguí reuniéndome normalmente
con los mayores del CRIC. Guillermo me citaba a la reunión de mayores. Miguel Sécue,
también. Estos últimos meses no nos hemos reunido porque nos pareció que de eso no
resultaba nada tampoco. Yo iba a las reuniones a Coconuco. En la parte baja de Jambaló, en
el Voladero, allá estuve antes de la muerte de Mario Escué y no pasó nada, no hubo ningún
peligro. Año y medio permanecí en Jambaló sin tener en cuenta los resultados de los juicios
del cabildo y de la ACIN.

Esposa e hija rememoran sobre aspectos contenidos en este libro

María Casilda Quiguanás Rivera, esposa

–Señora Casilda: ¿usted es de Jambaló?

Sí, yo soy de allí, de la vereda Barondillo. Yo no conocí a mis padres. Viví con familiares.
El accionar de mi esposo, en cumplimiento de sus compromisos organizativos con sus
hermanos indígenas ubicados en lugares muy dispersos y distantes, hacían de él un hombre
en permanente desplazamiento en días, semanas y algunas veces hasta meses. Este devenir
del tiempo me hacía sentir sola y deprimida, mas no arrepentida, porque era consciente del
acontecer diario, por cuanto su trabajo lo obligaba a actuar de esa manera como la única
manera de sacar adelante la Organización que hoy se conoce como Consejo Regional
Indígena del Cauca.

Este proceso me hizo fuerte, guerrera y batalladora ante la adversidad, adversidad que me
formó para sacar adelante mis hijos, que son la razón de mi ser y mi vida al lado de
Francisco, que colocó en riesgo su vida, su esposa y sus hijos. Por esta entrega de mi
esposo por sacar adelante la Organización, yo me defendía con mis pequeños cultivos de
105

pancoger, gracias a mis padres adoptivos que me enseñaron a trabajar la tierra. La naciente
organización no contaba con recursos para su sostenimiento, por tanto, mi esposo no
contaba con ayuda económica para la familia, solo contaba con recursos para sus
desplazamientos y de algunos alojamientos, y de la solidaridad de las comunidades donde
lo requerían. Creo que muchas mujeres como yo han sufrido mucho, tal vez hasta peor, por
cuanto a muchos compañeros de lucha han sido asesinados por los violentos y por muerte
natural.

–Señora Casilda, ¿cómo se sintió cuando Francisco participó como candidato a la alcaldía?

Cuando él se metió en la política como candidato, pues yo no estaba tan contenta, porque
esos políticos a mí no me gustan, porque eso hay un perdedor y hay un ganador; pero, él se
metió y siguió, y yo lo apoyé. No le dije yo no estoy de acuerdo ni nada. Yo lo apoyé; pero
yo no estaba tan segura de la política.

–¿Por qué?

Porque uno nunca debe confiar de la gente. Es que uno ha visto que hasta en la propia casa
misma hay traición. Entonces yo no estaba tan confiada; pero yo no le decía nada porque
ese era el camino de él. Y la comunidad de Zumbico lo apoyaba y otras comunidades más.
Entonces yo no le decía nada, yo solamente era apoyarlo a él.

–¿Pero en la campaña hubo situaciones difíciles?

Pues en la campaña no hubo situaciones difíciles, difíciles no. Además, yo no salía con él
en la campaña; por lo tanto, no me consta nada.

–¿Es cierto lo que se dice en un documento, atribuido a la comisión investigadora, que en la


campaña electoral, Marden fue acusado de sicario o de asesino?

Eso si fue dicho por un profesor del colegio de Jambaló, pero no era la intención oficial de
la campaña.

–¿Cómo se sintió usted cuando Francisco fue derrotado en las elecciones para la alcaldía?
106

Pues fue muy duro para uno, pues uno no espera eso. Pero en sí misma yo decía: “Gracias a
Dios que no ganó, porque los problemas se vienen encima, críticas a cualquier cosa que
haga, está mal hecho. Yo en política no soy tan amante, por corruptos y por robar dineros
públicos”.

–Después de haber sido elegido Marden, ¿usted y su familia tuvieron contradicciones con él
durante ese año y medio de gestión?

Con él no hubo contradicciones. Las contradicciones fueron con esos grupos armados. Él
iba mucho a la casa. Ellos eran muy amigos, y yo no sé por qué nos atacaron así. Él nunca
nos guardaba rabia.

–Cuando salió el pasquín del ELN, ¿qué pasó en su casa, la gente cómo reaccionó, ustedes
cómo reaccionaron?

Pues cuando aparece el pasquín nosotros nos sorprendimos, porque se perdía la


tranquilidad, la gente no reaccionó de inmediato, se quedaron callados. La reacción la
tomaron fueron los cabildos; pero en Santander con los cabildos de la ACIN para buscar a
los culpables del comunicado. No investigan al ELN ni nada; no van a buscarlo, sino que se
reúnen en Santander y deciden hacer una manifestación pública en Jambaló. Para acusar a
cinco personas de ser autores del comunicado y llevarlas hasta el final de la investigación.
Después del comunicado, los elenos aparecen en grupo pequeño. Pero no en el pueblo, sino
en una vereda cerca de Zumbico.

–¿La movilización se demoró mucho después de que salió el comunicado?

No, eso fue un par de semanas después, más o menos. Porque fue un día domingo que
apareció ese comunicado, no recuerdo la fecha, fue en la última semana de mayo.

–¿Su esposo era personero en ese momento?

No, porque ya había renunciado años atrás.

–¿Y usted cómo se sintió cuando estaban en la movilización?

Cuando estaban en esa movilización yo me quedé sin cuidado, solo observaba.

–¿Cómo fue el proceso anterior al asesinato del alcalde?


107

En la noche antes del asesinato, nosotras estuvimos disfrutando de unos tragos en la misma
caseta donde estaba el alcalde. Éramos nueve mujeres. La fiesta fue cuatro días, y a él lo
matan al tercer día. Los dos días anteriores estuvieron tomando con él mucha gente. Ese día
les dije a los muchachos, no vayan a estar saliendo, yo me voy para la galería con mi tía, y
allí estuvimos. Yo subí con mi familia. El señor Marden estaba sentado y nos dijo: “¡Ay!
Qué bueno, siquiera vinieron, mañana también me acompañan para hacer el sancocho, el
último día, aquí les regalo este aguardiente”. Nosotras nos sentamos en una mesa grande, la
gallada éramos nueve mujeres. A mí me dio gaseosa, nos dio una chuspa de bananas. Nos
dijo: “Tomen este aguardiente, me acompañan, pero mañana no me vayan a dejar solo, me
acompañan. Voy a hacer una buena despedida para dejar limpia esta galería”. Yo le dije:
bueno, nosotras lo acompañamos. Como no teníamos nada en contra de él. Nosotras, varias
veces nos levantamos de la mesa, le teníamos mucha confianza y no le decíamos señor
alcalde, sino que le decíamos “Marden, ¿vamos a ir?” Y dijo, “Sí, vamos”, y él se paraba,
salía y se paraba, esperando a sus funcionarios. Él decía: “Bueno, mañana las espero porque
es el último día, el día de la tomata, el concho (que dicen allá)”. Entonces todas las nueve
mujeres nos fuimos. Marden nos había regalado una garrafa de aguardiente. Dijimos
“Vámonos de aquí porque estos hombres nos van a hacer esperar y nos vamos a amanecer”.
Entonces nos fuimos las nueve mujeres.

Cuando íbamos bajando por el juzgado abajo, en toda la esquina escuchamos unos tiros, y
se suspendió la música de inmediato y se escuchó gritos anunciando que habían matado a
Marden. En esa hora hasta el trago me pasó. Yo dije “Ay Jesús”. De ahí todas las mujeres
nos devolvimos a la galería. Cuando llegamos, lo encontramos caído boca abajo. Allí
dijeron, “¡Jum!, Pacho como que comió al alcalde, lo mató o lo mandó a matar”. Alguien
seguidor del finao dijo “Pacho ya mató. Pacho fue el que mandó a matar este”. Elvia, es una
profesora, alzó la sangre y la echó en una chuspa y decía: “Miren, Francisco, esto fue lo que
hizo”. Yo les decía “¿Si fue él, por qué no lo van a sacar de la casa, allá está durmiendo?”.
Decía que Francisco era el culpable.

Yo sabía que mi esposo nunca hacía esas cosas. Ni un revólver siquiera tenía. Entonces yo
era tranquila. Yo llegué como a las tres de la mañana a la casa y él estaba dormido. Me
acosté en medio de los muchachos. No dije nada. Y a las 4 empezaron a moverse los carros
108

y a gritar que habían matado a Marden. Allí sí me creció la cabeza y pensaba “¿Será que se
van a llevar a mi esposo?”. Alguien tocó en la ventana y lo llamó, “¡Pacho!”. Yo le dije
“No se vaya, ¿No ve que mataron al alcalde?”. Él no me escuchó y se fue. Yo esa
madrugada no dormí. Yo pensaba que llegaran a dañar la casa, pero yo decía “Dios mío,
que pase lo que pase”.

–Al empezar el juicio a Francisco, ¿cómo se sintió la familia cuando se lo llevaron para
Toribío?

Cuando nos llevaron, él estaba lavando la cochera, cuando llegaron un montón de gente.
Uno lo ve muy mal, uno ver la gente rodeando, uno decía que no fueran a atropellar la casa.
Pero no pasó nada. Yo me fui con él, yo dejé botados a mis hijos, a mis gemelitos. Los
cuidaba la hermana mayor, que ahora anda por Europa en representación del Consejo
Regional Indígena del Cauca. Fue bastante gente, en chivas. Estaban rodeados de la
Guardia Indígena, toda la casa mía. A él lo llevaron así con botas y todo. Me tocó llevarle
los zapatos allá arriba en el carro donde lo iban a llevar. Pero eso lo sacaron con mentiras,
porque allí no era la reunión. Nos llevaron fue para Toribío.

–¿Usted fue la única esposa que los acompañó?

Cuando nos llevaron a Toribío fuimos cinco mujeres, no los dejamos solos. Y llegando allá,
ya los gobernadores estaban reunidos, entonces ya allí nos entramos a la casa del cabildo. Y
nos agarrábamos a reír, contando cosas. Entonces esa gobernadora de Munchique, Los
Tigres, dijo “Esa gente asesina es así, son tan tranquilos, ríen, como si a ellos no les doliera
nada. Vamos a dejar incomunicada cada familia en cada pieza”. Ella le propuso así a los
gobernadores. Y nosotras no fuimos tan tontas tampoco, yo le dije a Laura, a Alejandrina, a
Gilda y todos ellas “Vámonos a la policía, nosotros no nos vamos a dejar encerrar”. Y
fuimos a la policía y le dijimos: “A nosotros nos trajeron esta mañana y nos están diciendo
que nos van a tener incomunicadas porque nosotros nos reímos mucho. A cada familia nos
van a encerrar en una pieza”. Entonces el cabo, el teniente, dijo: “¿Y ustedes tienen alguna
orden de captura?”, y le dijimos: “No sabemos. Si sabemos que nosotros estamos por parte
de la muerte de Marden, pero legalmente papel no tenemos”. Las cinco mujeres fuimos al
109

puesto de la policía y hablamos, y muy cordiales los policías fueron y hablaron al


comandante, al cabo y dijo: “No, a ustedes no los pueden tener así incomunicados, eso es
prohibido. Si usted legalmente no tiene un papel de un juzgado o de una autoridad, ustedes
cometen un error”. Entonces no nos encerraron. Llegaron unos a sacarnos fotos, pero
nosotros no nos dejamos, nos escondimos. Cada uno nos metimos adentro y cerramos las
puertas.

–¿Qué más cosas hubo allá?

Pues allá no nos hicieron nada. Allí nos detuvieron y dijeron que era para sacar por el
periódico y comunicaciones, así todo eso. Pero nosotras no nos dejamos sacar. Nosotras en
Toribío un tinto no le recibíamos a los cabildos. Y gracias a Dios, porque a él que luchó
tantos años, que me dejaba con mis hijos, sin una libra de manteca y uno tener que comer
papas y manteca, solamente sal, y la gente por la que él luchó tanto tiempo, nos dio una
patada en el rabo. En cambio, la gente que estaba un poco lejos de la Organización Indígena
en el casco urbano, ellos fueron los que nos dieron la mano. Cuando a nosotros nos
llevaron, nos hablaron también, por toda nuestra familia, dijeron: “¿Cómo es eso que se
están llevando padres de familia? Siendo autoridad, por qué estaban llevando así y dejando
a los niños botados”.

–¿En Toribío se habló de que los iban a juetiar o de que les iban a hacer algo?

No, allí no hablaron nada. Es que la reunión no la hicieron con nosotros. La reunión la
hicieron los siete cabildos del norte que estaban ahí, con la Fiscalía, con los jueces. Era que
ellos querían tomar el caso nuestro. Y lo lograron.

–¿Qué sintieron cuando ustedes supieron que habría juetiada y los iban a sancionar?

Pues yo me sentí mal, porque yo era la que me enfrentaba en esa casa todo el tiempo. Y yo
dije que cuando ya ese castigo se les iba a hacer a ellos, yo dije no. Nosotras las cinco
mujeres nunca nos descoordinamos, y decíamos que entre cinco mujeres no los íbamos a
dejar juetiar, ni dejar que se los lleven. Y en eso estábamos plantadas. Y por eso, cuando ya
fue la fuetiada en el pueblo, un 24 de diciembre, a nosotros nos sacaron. A las seis de la
mañana llegó el cabildo, nos sacaron para la galería, la asamblea era allá. Y yo nunca lo
110

dejé solo, en lo que él pasaba yo seguía detrás. Pero ese día me fui con él, y llegamos allá, y
nos dijeron: “Hoy es la decisión de la juetiada”. Y todas las cinco familias ya estaban allí.
Allá los tenían a los cinco que los iban a juzgar.

Yo no sabía que mi hija se estaba preparando para no dejarlos juetiar. Pero la hija me
cuenta que –en esos días estaba haciendo el grado once, Rubiela– ella se fue a hacer una
práctica para Corinto, y como Dios es tan maravilloso, ella dice que acabaron temprano,
porque en Corinto dijeron que ya era la última decisión del papá. Entonces toda la gallada
del grado once se vinieron. Cuando ellos llegaron estaban los muchachos no más
encerraditos. Los muchachos dijeron: “¿Dónde está papá, dónde está mamá?” y le dijeron:
“No, esta mañana los sacaron y ellos no han bajado, todo el día han estado allá”. Ya eran
las siete o nueve de la noche y ella cogió y dejó su maleta y todo, ella iba resuelta. Decía
que venía muy brava, le daba mucha rabia porque el papá nos dejaba a nosotras hasta con
hambre, para que ahora la misma gente haga eso. Tenía mucha rabia, y dice que ella salió y
la misma gallada del grado once la acompañaron. Y como ella subía, y ya llegando a la
primera guasca, ella alzó la guasca de la guardia, y la pasó, y cuando ella de la rabia dice
que ella no peleó por nada, pero que cuando dijo el gobernador Luis Alberto: “Ahora sí, el
juetazo”, no se aguantó. Pero fíjese cómo son las cosas, él no le dio con tanta fuerza. En
cambio, el alcalde mayor sí, él se cuadró bien así, cuando me di cuenta este cayó en el piso,
pero yo no supe que era mi hija que en ese instante lo había levantado con tanta fuerza a él,
y de ahí cayó boca abajo.

Y allí se fue la energía. Eso era como un juego, porque eso lanzaron piedras, volaban
tendales de guadua, decían “¿Dónde está ese mechudo de Piñacué? ¿Dónde está
Cristóbal?”. Eso lo buscaban esos jóvenes. Y allí se dañó todo. Cuando me di cuenta,
Francisco y Alirio estaban solos esperando la juetiada. Eso no sabíamos si lo habían
preparado. Parece que fue la reacción del momento en que se dieron cuenta que los iban a
juetiar. Llegaron preparadas desde el sitio donde habían estado estudiando.

–Después de esa asamblea del 24 de diciembre, ¿qué hicieron ustedes en la casa con la
familia?

En esa noche, Ever Penagos nos llevó al parque, nos puso un bafle y eso allá amanecimos
bailando. Decían: “Afuera esos que no son de aquí. Cabildos amontonados comiendo carne
111

como los gallinazos”. Eso fue horrible. Esa noche gritaban jóvenes, mujeres echándolos
afuera. Ese día fue una confusión total, como había tanta gente. Y después que eso ocurrió,
eso acabaron con todo lo que había. Esos tendales de la galería de la gente los desbarataron
todo para ir a pelear.

–¿El cabildo reaccionó luego contra su hija?

No, no pasó nada. Es que se perdieron. La gente que era de otros resguardos se fue. Solo
quedó la gente del pueblo. Con la gente del pueblo nos amanecimos bailando.

–Y después, ¿cómo los miraba a ustedes la gente?

Pues nos miraban mal, porque a uno siempre lo miran mal, pero no eran todos, los líderes
más que todo, los profesores. Pero a mí nunca me trataron mal.

–¿Y en la segunda asamblea?

No pasó nada, mi esposo no se presentó en la vereda de Loma Gorda. Yo si fui allá para
evitar problemas. Hubo un diálogo con el Sr. arzobispo de Popayán, no más. La gente se
fue.

Para la última asamblea, mi hijo dice que estaba en Totoró almorzando, cuando le dicen
que el caso de su padre pasó por televisión. De inmediato resolvió venirse a Jambaló para
ver qué pasaba con su papá y moviliza a sus compañeros de estudio para protestar contra el
juicio que los cabildos adelantaban contra él y cuatro más por el asesinato del alcalde. La
movilización de los jóvenes compañeros estudiantes de mi hijo fue exitosa, porque la
tercera y última asamblea fue un fracaso, porque la Guardia Indígena y todas las
comunidades, y cabildos del Norte, decidieron abandonar precipitadamente y no hubo cepo
ni juetiada. Después, al año, él, mi hijo, les buscaba problemas borracho a los cabildos. Un
primero de enero, peleaba con los cabildos y con las guardias, cobrándoles el juicio que le
hicieron al papá. Yo dije “Yo no voy a vivir así pensando cada año dónde están peleando”.

–¿Cuál fue su reacción cuando Francisco comentó que tenían que salir de Jambaló?

Yo le dije que no estaba de acuerdo en andar con mis hijos, porque ¿con qué iba a vivir?
Pero mi esposo dijo: “Aquí no podemos vivir con todos los problemas que se vendrán con
nuestros hijos y nosotros mismos, por la presencia de los grupos armados y un cabildo que
112

nos dice que estamos con muerte política, que significa que he perdido mis derechos”. Por
esas razones que él me habló, tomé la decisión de salir de mi tierra y decidimos vender la
casa en forma rápida y comprar la casa en la ciudad de Piendamó. Quiero decir que el
proceso organizativo en el cual se formó mi esposo, carece del sentir humano de sus
fundadores y fundadoras, que se encuentran en pésimas condiciones socioeconómicas. Pero
el trato de la organización, a la que mi esposo contribuyó con un granito de arena,
considero que fue pésimo, cuando a él lo juzgan por un crimen que no cometió, y lo más
vergonzoso: le hicieron minga para humillarlo y avergonzarnos a toda una familia.

Posteriormente, mi esposo sufrió el desconocimiento político de los siete cabildos de la


zona Norte. Como si fuera poco, las Farc le hace una advertencia de que cuenta con treinta
días de plazo para que abandone el municipio de Jambaló con su familia. Pero mi esposo
decidió, según él, guardar silencio ante cualquier público y autoridad durante un tiempo si
quería vivir, y ante mí y mis hijos con el fin de guardar la seguridad de todos nosotros.
Ante esta infame advertencia de la Jacobo Arenas, mi esposo se mostraba muy deprimido y
angustiado, y no quería hablarme nada, solo decía, tenemos que buscar la forma de salir de
Jambaló. Y salió él con un hijo a buscar un lugar donde vivir y al regresar, me dijo, ya
tenemos donde vivir, pero tenemos que vender la vivienda para comprar la casa en
Piendamó, así se hizo.

Pero los primeros cinco años sentí que algo me hacía falta, el trabajo y la economía, por eso
decidí comprar un puesto de trabajo en la plaza de mercado de Piendamó, y gracias a este
puestico me defiendo hasta hoy que han pasado veintitrés años. Pasado este tiempo nuestra
situación ha cambiado favorablemente, los hijos e hijas han crecido y nos ayudan algo para
solucionar las necesidades básicas. Además, Piendamó es un lugar de muchas bendiciones,
donde se consigue el alimento que se necesita para vivir bien, a Dios gracias.

Mayora Carmen Gembuel, hija

–¿Qué recuerda de la participación de su padre en el CRIC, y cómo la afectó a usted y a su


familia?
113

Nací en el 78. Yo tengo vagamente recuerdos de cómo fue la situación con relación a la
vida de mi papá, porque éramos muy pequeños, nosotros vivimos en la vereda La María,
municipio de Jambaló. Mi infancia se dio entre la vereda La María, Monte Redondo y el
casco urbano de Jambaló, vivimos en la casa comunitaria en Jambaló. Bueno, inicialmente
arrancó ahí en la casa comunitaria. Después hubo un tiempo al que ellos le llamaban
recuperación de tierras, que uno en ese momento no le prestaba mucha atención, pero eran
cosas muy ingratas para uno como hijo, porque mi papá tenía que dormir en el monte. Hubo
un momento en que con mi mamá tuvimos que salir de la casa con mis hermanos.

–¿Por amenazas?

Porque lo perseguían a él los que les decían “los pájaros”. Pues en ese momento yo no
entendía quiénes eran “los pájaros”, pero fue una situación muy precaria, fue bastante duro
y creo que uno como persona trata de olvidar las cosas duras que le ha tocado en la vida, y
la verdad trato de no acordarme de eso, porque para nosotros fue muy duro, de pronto para
mi papá en su momento era lo que él quería hacer. Después de eso vino un tiempo donde
ellos se reunían –más era de noche– en la casa, y a nosotros nos tocaba estar pendientes de
la gente, haciéndoles comida, una cosa, la otra. Yo tendría unos 10-12 años. Se reunían
mucho con el padre Mauro Riascos, creo que fue uno de los que ayudó muchísimo a este
ejercicio, y así, que yo me acuerde vagamente, incluso mayores que partieron a otro
espacio, él era de Zumbico. Ellos se reunían mucho en la casa, a veces en la casa de ellos, a
revisar mucho el tema de documentos, yo creo que por ahí tengo una foto de cuando ellos
se reunían. Luego estuvo el Padre Antonio Buonanini. Bueno, era un ejercicio interesante
para quien le colocaba cuidado en ese momento.

–¿Y les tocó participar en alguna recuperación, ustedes como niños o jóvenes?

Nosotros anduvimos mucho en el tema de La María, para los lados de Mosoco y Jambaló;
prácticamente allá fue donde nos criamos. Cuando ellos nos llevaban no nos decían que
iban a recuperar, sino que iban a rozar. Entonces uno iba allá, a ayudar a cocinar, a trabajar.
Era muy chévere en ese momento, creo que la colectividad ahí sí funcionaba. Ahora
funciona alrededor del presupuesto; pero en ese momento no había plata, entones todas las
114

familias, que no eran muchas, eran pocas, todas las familias sabían llevar papa, leña, sabían
acampar en ese momento en las fincas que iba a rozar, y la gente llevaba ahí mismo sus
semillas, no había necesidad de que si no daban, no sembraban, que es lo que pasa ahora.
Entonces sí, anduvimos por varios espacios con mi papá. Yo recuerdo una vez que ya se
empezó a socializar, que mi papá nos llevó en una época de diciembre, si no estoy mal,
fuimos a una reunión en la vereda Ipicueto. Yo tendría por ahí unos 12-13 años, esa fue una
de las situaciones que a mí sí me marcó duro, porque esa vez fuimos con él, invitados a esa
vereda, y pues uno no veía riesgo, pero esa vez nos trasportamos a caballo a salir hacia los
lados de Paletón, y por allí a mi papá lo habían estado esperando. No sabemos qué grupo
armado fue, le dispararon, él dejó botado el caballo y nosotros bajamos hasta Ipicueto, de
ahí ya la gente nos sacó por otro lado.

–¿Y él ya era de la directiva del CRIC?

Claro, él ya estaba en el CRIC, estaba con el tema de la recuperación, él andaba


explicándole a la gente que había que organizarse. Nosotros, como hijos, creo que fue muy
poco lo que nos dimos cuenta cuando él se fue para el CRIC, cuando él era presidente,
porque mi papá era muy callado, él hacía las cosas y de pronto a mi mamá le comentaba,
pero como en esa época no era tan abierto el diálogo con los hijos. Llegó hasta el momento
en que uno no lo veía ni al mes, sino cada 6 meses. Entonces el referente mío, por lo
menos, es mi mamá, porque siempre mi mamá estaba pendiente de nosotros cuando
vivíamos en Monte Redondo, cuando vivíamos en La María. Mi mamá era la que se
quedaba con nosotros, con mi hermano, mi hermana y con mi persona, en ese momento que
éramos nueve hermanos. Entonces, pues él se iba, a veces tocaba así preguntar dónde está,
pero pues por las circunstancias también lo que yo entendía en ese momento es que era muy
riesgoso que él se quedara en un solo sitio. Entonces eran muy vagos los espacios que
teníamos realmente con mi papá. Ya mi papá vino a quedarse con nosotros, fue cuando ya
nosotros bajamos de Monte Redondo. En La María no había colegio, no había escuela, sino
que tocaba bajar hasta Monte Redondo con mi hermano. Ahí estudiamos hasta tercero, de
ahí ya nos bajaron a Jambaló, y en Jambaló nos venían a ver cada mes mi mamá y mi papá,
nos dejaron donde una familia que nos cuidara. Entonces ya cuando íbamos en cuarto o
quinto de primaria ellos empezaron a quedarse más tiempo con nosotros, ya porque a
115

medida del tiempo íbamos creciendo, había también en ese momento el tema de
reclutamiento de la guerrilla, entonces el riesgo me imagino que era por si nosotros nos
íbamos donde ellos. Ya ellos empezaron a estar más tiempo, pero mi papá no estaba en la
casa permanentemente.

–Y cuando estaba en el CRIC, ¿cómo solventaban la situación económica, cómo la


solucionaban ustedes?

Nosotros con mi hermano mayor empezamos a trabajar como desde los cinco o seis años.
Sí, nosotros íbamos a hacer mandados, cosas así. Económicamente, no había en ese
momento retribución económica para mi papá, por eso le digo que mi mamá era el
referente, como mi mamá era la que se encargaba de sembrar, sembraba maíz, sembraba
ajo, yuca. Ella, por ejemplo, nos mandaba con mi hermano desde La María, que era donde
tenía la tierra, nos mandaba desde las 2 de la mañana con 5 yeguas cargadas de papa, de
ulluco, de cosas así para ir a entregar a la galería de Jambaló, y ella nos mandaba el nombre
de las personas con quien había que entregarlo, y también nos mandaba una lista y nos
decía dónde teníamos que ir a comprar las cosas. Cuando ya estuvimos en Jambaló,
nosotros nos rebuscábamos la vida (cargando leña, lavando ropa, ayudando en la galería,
etc.) y así nos ayudábamos para el estudio.

–¿O sea que a ustedes también les tocaba cargar y descargar mulas y caballos?

Ajá, sí, nosotros bajábamos con mi hermano, a los dos era que nos mandaban. Nosotros
salíamos tipo una o dos de la mañana de La María, y a Jambaló íbamos llegando tipo 8-9 de
la mañana. Sí, mi mamá nos sabía acomodar el desayuno, ya comprábamos lo que nos
había pedido y otra vez nos íbamos. Por eso le digo que mi mamá fue la que veló por
nosotros, y ella tenía ganado, pues también nos solventábamos con lo que daba la tierra, la
finca. Ya después mi mamá se quedó con mis demás hermanos, ya nosotros salimos,
fuimos donde una tía, donde una hermana de mi papá, ahí estuvimos como hasta el quinto
año de primaria, ya de ahí, ya nos bajaron al colegio, a tercero fue. Ya en cuarto nos
bajaron a Jambaló, al casco urbano, y ellos compraron una casa. Ahí fue donde nosotros
nos terminamos de criar, pues una casa la compraron con la empresa, ellos armaron como
un tipo de empresa entre varias familias, y ellos aserraban, vendían madera, esa fue la vida
que nos tocó a nosotros.
116

–Entonces, ¿ahí no había una referencia directa del trabajo que él hacía en el CRIC?

No, yo me acuerdo que cuando ya empezó a crearse el tema de cabildo y todo eso, pues
empezaron a llamar, sí, pero así que nosotros hubiéramos sabido no. Nosotros sí lo
acompañamos a reuniones y a esas cosas; pero, como todo niño, uno no vivía pendiente,
nos la pasábamos jugando, pero había momentos que si tocaba salir corriendo y uno no
sabía por qué. En su momento había mucha persecución y hablar de indígenas era un riesgo
muy grande, pues porque uno ve que ahorita hasta los que en su momento atacaban tanto el
movimiento indígena, hoy están dentro de la gran dirigencia del CRIC, y en ese momento
eran pocos los que creían. Mi mamá, incluso, era muy metida en el tema del ICBF, en esas
cosas ayudando al cabildo, ayudando a una cosa y la otra. Mi papá la mayoría de vida la
dedicó a la Organización.

–Y después, cuando él se fue para Bogotá de asesor de Anatolio Quirá, ¿fue lo mismo?

Cuando él fue asesor de Anatolio Quirá, nosotros nos dimos cuenta fue cuando él llegó,
porque mi mamá no manifestaba mayor cosa. Pero lo que sí, una vez yo me acuerdo, fue
cuando él se retiró de ser asesor de Anatolio. Él decía, y creo que es así, él decía que era
muy difícil un solo senador indígena pretender cambiar toda una estructura política, cuando
una sola golondrina no hacía llover. Pero fueron los primeros pasos del movimiento
indígena para buscar los espacios políticos electorales, que allá llegaban los liberales, los
conservadores y le decían “Usted tiene que hacer esto”, y si no lo hacía, finalmente su voto
quedaba reducido a nada. Entonces él vio que no, que realmente tampoco esa era la salida,
y que a veces al indígena se le pretendía comprar con tragos y con cosas no muy buenas, de
todos modos, él no vio la réplica de cambio en ese momento, que ahora también si no hacen
coalición no sirve, la única forma que los indígenas han surgido es por los medios y
estrategias de exigencia, en donde la fuerza del CRIC ha logrado por las vías de derecho
realmente, ir ganando los espacios en el ejercicio de reconocimiento a lo que en algún
momento se arrebataba a nuestros mayores originarios.

–¿A usted si le tocó y conoció el proceso de la candidatura a la alcaldía?

Yo antes de que él fuera alcalde y todo eso, a mí me gustaba mucho el tema del
movimiento juvenil que se armó en el norte del Cauca. Entonces yo tenía unos compañeros
117

con quienes nosotros nos íbamos a todos esos espacios. Entonces yo ya desde los 14 años
en adelante empezamos a meternos mucho en el tema del movimiento juvenil, a andar con
el movimiento juvenil. Fuimos como los primeros del movimiento juvenil del norte del
Cauca, incluso cuando hubo la Masacre de El Nilo, nosotros fuimos unos de los que
estuvimos pendientes allá. Pues mi papá andaba mucho en el tema de reuniones ayudando a
organizar las comunidades, incluso él fue uno de los que llamó a ser parte activa del cabildo
a los que no sabían cómo hacerlo. Los orientó en ese ejercicio, pero nunca pensamos que
eso iba a ser para problemas. Claro, cuando él ya se metió a la campaña, digamos en el
primer momento, porque fueron dos aspiraciones, ya que él se metió, nosotros ahí fue que
nos dimos cuenta que él ya andaba en el tema de campaña para la alcaldía. Pero para mí esa
campaña fue muy bonita, la primera.

–¡Ah! ¿Es que hubo dos campañas?

Sí, mi papá tuvo dos campañas, una que el contendor fue el señor Hugo Dagua, creo que él
era del partido liberal o del conservador, no me acuerdo bien. En ese momento con Hugo
Dagua sabían andar juntos haciendo campaña, por eso digo que era muy bonito, no se
trataban mal, ni nada por el estilo.

–¿Pero su papá era candidato?

Ajá, era candidato si no me equivoco, en ese momento era candidato por el Movimiento
Cívico, pero finalmente no sé qué paso, algo pasó, pero no le dieron el aval. Esa fue la
primera campaña. Fue bonita, no pasó, perdió y ya, no pasó a mayores. Para nosotros no
fue buena ni la primera, ni la segunda, porque prácticamente lo poco y nada que tenía mi
papá lo vendió para meterlo a la campaña. Entonces, ya la segunda vez, en que el contendor
era el finao Marden Betancur, pues esa campaña no fue muy bonita que digamos, porque ya
fue un tema muy dado a desprestigiar. Entonces uno a veces se queda sorprendido porque
mi papá era uno de los que abogaba mucho por ellos. La segunda fue traumática, porque un
día antes, aparentemente, él ganaba. Un día antes la gente hicieron hasta fila para recoger
detalles, cosas, dinero que había, para la comida, ahí participamos nosotros.

Pero bueno, al otro día que fueron las elecciones fue muy duro, porque cuando ya perdió,
pues ahí mi papá se devastó bastante, prácticamente ahí mi papá entregó todo lo que
118

teníamos, porque él vendió ganado, vendió todo. Él nunca pensó que en el segundo
momento que aspiraba, no le iban a dar el aval del Movimiento Cívico, mas sin embargo no
se lo dieron. A él lo acusaron de que él era liberal, y pues para nadie es un secreto que todos
los indígenas han tenido alguna rama de poder de descendencia política electoral. Pero esa
fue una de las situaciones, ya nosotros pensamos que eso no iba a pasar a mayores, pues
ahora es que uno se da cuenta que a él lo han estado amenazando y todo, pues uno veía que
la gente si llegaba, tocaba, lo sacaban a usted de la casa, pero no más, y pues uno a veces lo
relacionaba era con mis primos, nosotros tuvimos unos primos que la guerrilla los mató,
uno porque se voló del M-19. El finao Luis Enrique se voló del M-19, la muerte de él fue
muy dura, entonces uno relacionaba todo eso.

–¿Y era familiar por la línea materna o por la línea paterna?

Paterna, él era sobrino de mi papá. Lo mató el M-19, lo arrastró, lo amarraron de los pies y
las manos, y lo arrastraron por todo Jambaló. Lo mataron saliendo de Jambaló para acá, en
una vereda que se llama Calambás, 35 tiros le pegaron a mi primo.

–¡Qué doloroso!

Sí, en esa época mi mamá estaba en embarazo de ocho meses, fue muy feo.

–¿El más pequeño?

No, de los gemelitos. Entonces uno relacionaba de pronto eso con mis primos. Después de
la muerte de Marden se vino una persecución muy dura en contra de nosotros.

–Pero su padre relata una parte que deja muchos interrogantes frente a todo el proceso que
se dio posteriormente, y es que sale un comunicado del ELN.

Para nadie en Jambaló era un secreto que al finao Marden no le gustaba mucho el tema de
la guerrilla de las Farc. Yo me acuerdo tanto un domingo, que la guerrilla ha llegado a la
alcaldía de Jambaló a pedir ayuda para transportar la gente, y esa vez fue horrible, porque
lo que le comentan a uno es que no los ayudó y los sacó empujándolos de la alcaldía. Ese
domingo pintaron todas las casas de Jambaló, la iglesia, la alcaldía, ahí la guerrilla de las
Farc amenazó públicamente, al finao Marden. Los reunió a todos y ahí los amenazó, pero,
119

pues, nadie pensó que eso se iba a cumplir, pues uno a veces no le para bolas a esas
amenazas.

Cuando se organizaron las fiestas de agosto, unas fiestas muy organizadas, todos
participamos, todos acompañamos allí ese 19 de agosto. Estábamos nosotros con los
primos. Yo estaba en la galería donde estaba él bailando, yo lo vi a él con mi mamá, con un
poco de señoras. Es que Marden podría ser lo que podría ser; pero él era muy amable,
entonces uno no puede decir que lo haya visto en algo malo, y ese día estaba contento él, ya
era el día de remate. Ese día yo subí, si estaba feo el día, estaba así como hoy, bastante frío
y triste, Entonces nosotros fuimos con unas compañeras, estábamos bailando tipo nueve o
diez de la noche, pues uno si ve gente rara, pero como a las fiestas llega tanta gente de otros
lados, pues no le presta mayor atención. Yo salí a ver que me iban a vender una media de
aguardiente. Cuando yo volteé la esquina, escuché los disparos, y cuando ya llegué,
encontramos a Marden tirado en el piso, ya no había nada que hacer, la gente en ese
momento gritaba. A mí lo único que se me ocurrió fue recoger la sangre del finao en una
cajita. Ese día se alborotó, fue feo, ya la gente empezó a perseguir supuestamente a los que
le habían disparado. Yo me acuerdo que yo anduve con unos compañeros que estudiaron
conmigo y mis hermanos; uno de ellos dijo: “Sí, ya sabemos quién fue el hijueputa que dio
la orden” pero yo no pensé que estaban hablando de mi papá. Y de ahí, ya yo estuve como
hasta las tres de la mañana, incluso ayudando a buscar. Lo que encontramos fue papeles
tirados, ya no eran las Farc que lo habían amenazado, sino que era el ELN que había hecho
semejante daño.

Yo me fui a dormir, y al otro día la gente se desplegó en gran magnitud (bastante gente).
Pero hasta ahí todavía no sabíamos que le estaban echando la culpa a mi papá y a otras
personas que eran de otra línea política, sino que ya al otro día, como mi papá tomaba
bastante, al otro día, que ya estaba mejor, mi mamá le dijo que no saliera. Pero yo no sabía
por qué le decía que no saliera, cuando ya yo salí que había mucha gente, y ya nos
empiezan a decir que sí, que los hijos de los asesinos, y yo ¿cómo así? Entonces de ahí, ya
nos dimos cuenta de que le estaban echando la culpa a mi papá, a los que eran de otro
partido, que no comulgaban con el Movimiento Cívico, ese día fue horrible y esos tiempos
fueron feos. Y de ahí, ya en adelante, yo incluso llegué a ser personera estudiantil. Cuando
120

estaba en 11, fue muy duro, porque quien era el alcalde en ese momento, era uno de los
tantos que nos señalaba y por ello no ayudaba, no quería nada con nosotros, los de apellido
Gembuel, hijos de Francisco, y era una persecución muy dura. Yo creo que por eso mi papá
tomó la acción de salir de Jambaló. En ese momento no sabíamos que nosotros debíamos
salir porque nos declaraban objeto militar.

–¿Ustedes nunca supieron que hasta su casa había llegado un grupo y le había dicho a su
papá que tenía que salir de allá, y no informar de eso hasta 10 años después?

Pues realmente nosotros ese día anduvimos con mi hermano bailando, cuando ya nos dimos
cuenta, fue cuando ya teníamos que bajar a arreglar la casa, a arreglar las cosas, que
teníamos que irnos, nunca nos dijo por qué, pues como le digo, la gente de la guerrilla es
así, a veces llega a las casas, lo llama a usted y le dice: váyase.

–¿Qué hicieron cuando se lo llevaron a Toribío?

La vez que se lo llevaron a Toribío, esa vez yo estaba durmiendo, cuando mi mamá entró a
decirme que se habían llevado a mi papá para Toribío, que lo iban llevando, pero esa vez
dijeron que se lo llevaban para Corinto. La gente reaccionó, la del casco urbano, nosotros
nos fuimos en chivas, en camionetas, en motos llegamos a Toribío, y en Toribío fue feo,
porque yo me acuerdo que los trataban como lo peor a quienes los cabildos del norte habían
detenido y llevado para adelantar la investigación según ellos. A mi papá incluso no le
permitían que hablara con nosotros, ni que se moviera, fue humillante, fue muy humillante
porque uno dice juepucha, todo lo que él había sido para la Organización, como para que lo
trataran así.

–¿Y él era compañero de ellos también?

Claro. Yo estuve en Toribio, pero como a mis hermanos los dejamos solitos, entonces a mí
me tocó venirme de Toribio, ya quedó mi mamá allá en Toribio. En Jambaló, nos apoyó
mucho la familia de mi papá, ellos estuvieron muy pendientes de mis hermanos; pues ellos
estaban pequeños y corrían riesgo, porque había mucha rabia de la gente hacia mi familia;
por eso no se podían dejar solos.
121

–¿Ustedes estuvieron cuando regresaron de Toribío?

Cuando los entregaron, la misma gente del casco urbano fue allá, hasta que no los
entregaron la gente no se retiró, pero en Jambaló los esperaron bien. El casco urbano estuvo
muy pendiente de mi papá, a pesar de que mi papá no fue mucho lo que hizo por la gente
del casco urbano, no hizo mucho, él más miraba por la gente de las veredas, ayudándoles a
organizarse.

–¿A usted le tocó participar en esa primera asamblea de diciembre?

Sí, yo estuve acusada de que había ayudado para que a mi papá le dieran 70 millones. Un
amigo, entre comillas, dijo que yo servía de vigilante para que le dieran ese dinero. Yo por
eso soy de las que dice que uno amigos no tiene. A mí me gustaba mucho jugar futbol,
baloncesto, o así recochar. Nosotros hacíamos que aguapaneladas, que chocolatadas, y
resulta que cuando vivía el finao Marden, vivía una de mis mejores compañeras, Constanza
Cuetia. Entonces nosotras todas las noches nos juntábamos ahí, más de 15-16 jóvenes, y era
a jugar, a recochar, pues sabíamos estar hasta las 12-1 de la mañana. Resulta que uno de
ellos que se llama Yordao Binaña, él también era muy allegado a mí, y él me acusó a mí,
que yo era la que había llevado los 70 millones de pesos que habían mandado a pagar por la
muerte de Marden Betancur, que porque yo todas las noches me sentaba ahí, y que yo era
pendiente de a qué horas entraba, a qué horas salía, que yo había hecho todo el tema de
inteligencia. Cuando a mí ni se me pasó por la cabeza, pero esa fue la acusación que él
hizo. Pues yo no sé a qué se refería, ni de dónde sacó esa información, porque hubo un
momento de crisis económica en mi familia por toda esa situación. Y me causaba vacíos,
porque en la casa desayunábamos caldo de frijol, almorzábamos caldo de frijol y comíamos
caldo de frijol, porque no había nada más qué comer, entonces pues él me acusó a mí. Yo
fui una de las acusadas también, dizque por haber patrocinado la matanza de Marden, de
haber hecho parte de la persecución y todo ese cuento. Solo Dios sabe que eso no fue así, y
a mí me iban a sancionar con juetazos, pero como yo en ese momento sufría de
convulsiones, a mí me dieron la sanción de que comprara como 5.000 ladrillos. Algo así,
tenía que entregar 5.000 ladrillos comprados para hacer el tema del calabozo, entonces yo
estuve el 23-24, a mi papá si lo citaron temprano.
122

–En la misma asamblea en que sancionaban a su papá, ¿usted también estaba en tela de
juicio?

Sí, pues algo que a uno lo sorprende es que ese 24 de diciembre que iba a aplicar sanción,
ese día hicieron un despliegue de llamar a toda la gente de la zona norte y la regional.
Entonces los jóvenes no sabían a qué iban, les decían que iban a un encuentro, y cuando ya
nos vieron ahí, y como yo era conocida de varios jóvenes, me decían que cómo así que yo
había participado en ello. Cosa que no fue así, yo no había participado en nada de ello y no
lo hubiese hecho si me hubieran dicho. Me acusaban de haber confabulado en contra del
compañero, ese día estuve ahí, yo estuve ahí con mi papá, a nosotros nos sentaron ahí
adelante. Ni desayuno, ni almuerzo nos dieron, allá estuvimos todo el día, entonces ese día
ya aplicaron que mi papá tenía que recibir 60 latigazos. Dios mío, pero él siempre era el
foco del caso o el centro de lo que decían, entonces ya con eso empezaron a castigarlo. Lo
empezaron a juetiar, esa vez estuvo 90 Minutos, el programa de televisión regional, fue el
único medio de comunicación que estuvo allá. Cuando ya empezaron a hacer todo el tema
de sanción y todo, le dijeron a 90 Minutos que tenía que apagar la filmación en el momento
donde iban a juetiar. Y La gente que hacía presencia le dijo que no, que ya había grabado
todo y que tenían que seguir grabando, entonces en esas, ya arrancaron con mi papá, él era
el primero, y lo llamaron. Me acuerdo que mi papá estaba con un sombrerito blanco, y
empezó el gobernador del momento que era Luis Alberto Pazú. Él apenas le dio el juetazo,
pero no le dio duro, luego vino otro que tampoco, el tercero ya le dio un juetazo que lo
dobló de una, yo me asusté, yo dije, ay Dios mío.

–¿Y luego vino la reacción de la gente?

Esa vez se fue la luz.

–¿Cuándo iban en el tercer fuetazo?

Cuando iban en el tercer juetazo ya se fue la energía, tercero o cuarto, no me acuerdo bien,
que ya lo doblaron y ya se fue la energía. Ese día había un campeonato de futbol que habían
organizado, entonces estábamos ahí. Cuando ya empezaron a juetiar, ya fueron llegando los
jóvenes, en ese momento, cuando se fue la energía, yo sentí como dos disparos. Yo sentí
que mi papá se dobló. Yo dije, Dios mío, mataron a mi papá, yo lo único que me tiré fue a
123

coger a mi papá. A él se le encalambró el pie y ya lo sacamos, y cuando ya lo sacamos, que


volvió otra vez la energía, ya la cosa cambió, ya los jóvenes estaban ahí, estaba mi
hermana. Mi hermana entró, yo no sé ella cómo hizo, pero entró allá y arrebató el cordón
que había ahí para impedir el paso, el lazo que tenían los cabildantes. Ya cuando se metió
ella, ya se metieron mis primos, los compañeros que estaban en el campeonato de futbol,
eso se volvió un baile ahí terrible, me acuerdo que estaba Jesús Piñacué. Esas señoras
cogieron a doña Omaira y le dieron duro, doña Omaira Medina, las mujeres de ahí del
casco urbano, y Piñacué se tiró por un barranco, porque a él le iban era a cortar el pelo. Yo
por lo menos no me había dado cuenta de que habían estado organizando que todo
coincidiera ese día. En Jambaló había tres tiendas, y en esas tres vendían gasolina, lo que
habían hecho los jóvenes era recoger toda la gasolina y habían organizado bombas de tela
repletas de gasolina. Entonces, cuando se armó todo eso, ya la gente irrumpió, ya bajaron a
mi papá y los que nos habían señalado, se fueron. Ya bajamos ahí al parque y organizaron
una fiesta ahí en el parque. Ya de ahí les dijeron los del casco urbano que les daban 20
minutos para que se fueran, si no les quemaban los carros.

–¿A los que venían de los cabildos?

Sí, ya de ahí tuvieron que irse, y ya se quedó eso así, ya luego nos tomamos la catedral.

–¡Ah! ¿Usted también estuvo en la catedral?

Sí. Ya cuando esa segunda parte nos citaron a Loma Gorda, allá nos esperaban
supuestamente, llegamos y ya la gente se había ido.

–Pero ahí su papá no fue.

No, a él no lo dejaron ir, a él le dijeron que se quedara. Ya luego nos citaron ahí en el casco
urbano, o sea tres intentos, en el tercer intento, esa vez si ya sabíamos, por lo menos en el
caso mío, yo ya sabía. En la primera vez mi hermano mayor no estaba, estaba trabajando en
Piendamó. Entonces de ahí mi hermano no volvió a querer trabajar en otro lado, mi
hermano mayor, porque él se dio cuenta de que estaban juetiando a mi papá, fue por
televisión, entonces él no se volvió a ir. Esa vez si se organizó, yo me acuerdo mucho que
esa tercera vez estaba todavía el finao Willington, el finao Fredy, y esa vez si ya nos citaron
y nosotros nos reunimos, pero dijimos que nosotros no íbamos a pasar al frente. Nos
124

llamaban y querían era que vinieran a cogernos, y nos organizamos de tal manera, y como
aquí era la casa del cabildo y aquí en frente era donde nosotros vivíamos, había bastante
material de construcción. Esa vez los jóvenes si se habían organizado, de tal manera que si
había que pelear, ya estaban ellos adueñados del montón de piedras, pero también tenían
varillas. Entonces esa vez nos citaron, las mujeres organizaron cosas para llevar a vender y
en medio de esas ventas alcanzaron a pasar otro tipo de cosas, como el finao Willington era
atravesado, él decía: “Aquí, si tenemos que morirnos, nos morimos todos”, pero antes eso
no pasó a mayores, porque cuando nos empezaron a llamar, nadie salió. Cuando ya alguien
dijo que por ahí dentro había una granada, la cosa se desbarató. La gente salió, unas hasta
para Loma Grande pegaron, y hasta ahí ese fue el último intento como de decir se va a
castigar, porque nunca cerraron el tema del castigo, ni nada por el estilo.

–Pero en esa oportunidad dice su padre que ahí estuvo Chucho también.

¿Chucho Piñacué? Sí, el 24 de diciembre sí, y en la otra también estuvo Piñacué, él siempre
estaba, porque creo que era de la directiva del CRIC en esa época.

–¿Él era el presidente?

Sí no me equivoco sí, él estuvo allá, pero a Piñacué, en el caso de mis hermanos, no lo


pueden ver ni en pintura.

–Una pregunta que queda todavía en el aire es, ¿usted recuerda cuando salió el primer
comunicado del Ejército de Liberación Nacional donde acusan a Marden de auspiciar los
paramilitares, formar unas Convivir?

Pues yo me acuerdo que salió un panfleto, pero no recuerdo en qué fecha, porque el
altercado que Marden tuvo, fue como entre mayo y junio. Pero hubo un momento en que
las Farc si lo amenazó así de frente, luego salió un comunicado, yo no me acuerdo si fue de
las Farc o del ELN, pero salió un comunicado que si le colocaban eso. Por eso le digo, uno
no empezaba a decir que eran las Convivir, ni nada de eso, allá hablaban mucho era de los
pájaros, pero sí lo acusaban de que él era simpatizante de los grupos paramilitares, los
pájaros, incluso decían que lo habían visto en una vereda entregando información. Eran
comentarios de la gente del común. Había en su momento un tema, que era que los de la
parte baja, no todos, pero algunas veredas eran muy simpatizantes, entre comillas, con el
125

Ejército, con la Policía y las fuerzas militares, y la gente del casco urbano, la gente de otras
veredas no.

–Antes del asesinato, ¿Marden era amigo de su papá?

Sí, por eso le digo, cuando mi papá estaba en el cabildo, decía que los jóvenes tenían que
irse metiendo, entonces él ya los fue metiendo, o sea, quien los metió en el ejercicio
organizativo, fue mi papá, él fue el que los metió en el cabildo, ya luego ellos fueron
gobernadores y así.

–Después de que ganó Marden, ¿siguieron siendo amigos?

Ellos se hablaban, pero así amigos, amigos no, pues se hablaban normal; pero, de resto,
decir que se iban a tomar trago, como cosas así, no. Por eso le digo que fue la campaña que
no me gustó, porque para ganar ese espacio, hay que empezar a deslegitimar el trabajo que
habían trazado otros dirigentes, como se ve hasta ahora. No sé si será que cuando se llegan
a esos espacios uno cambia.

–Bueno, y ya cerrando, ¿qué le queda a usted de ese período? Sobre todo el período donde
hubo esas asambleas y sancionan y excluyen a su papá, ¿cómo se sintió usted y cómo fue
eso para la familia?

Complejo, yo pienso que con mi papá fue el chivo expiatorio. Dijo alguien por ahí que mi
papá fue el chivo expiatorio para empezar a implementar los castigos propios, y alguien
dijo en Jambaló que él había ayudado a crear las leyes y que con esas mismas le estaban
dando a él. Me lo volvieron a refrescar ahora que soy consejera, pues porque yo siempre
digo que lo único que yo le pido a la vida es que antes de que mi papá se vaya de este
mundo, se limpie el nombre de él, es lo único que le pido a la vida.

Le doy gracias a Dios y a la vida porque salimos de Jambaló. Porque a pesar de que mi
papá dio tanto por la Organización, dio tanto por el movimiento indígena. Pues yo nunca vi
que mi papá se lucrara con el movimiento indígena. Nosotros somos nueve hermanos. Yo
puedo decir que la única que ha estado trabajando en el movimiento indígena soy yo.
Porque mis hermanos tienen sus vidas cada uno por aparte, y no porque hayan dicho que
esta es la hija de Francisco y vamos a darle esta oportunidad. No. Es porque yo me he
126

ganado estos espacios. Pero no por la zona, ni por el municipio donde yo nací, sino, por
otro lado. Por eso hay un dicho que dice, y es muy cierto, nadie es profeta en su tierra.

Yo creo que algo que yo le decía a las Farc; porque yo estuve en tres interrogatorios que le
estaban haciendo a mi papá por parte de la JEP, yo les decía que los únicos que se
atrevieron a decir que mi papá era el que había dado la orden, fueron autoridades del
cabildo de ese momento y algunos de sus amigos, incluyendo algún cura y otros. Eran
ellos, que creían que mi papá tenía tanto poder, que hasta a la guerrilla le daba órdenes.
Cuando uno sabe que las guerrillas anteriores, pues no recibían orden de cualquiera. Pues
investigan. Pero el tiempo nos dio la razón. Era la forma de quemar a mi papá
políticamente. Era la única forma de sacarlo de la Organización, quemándolo. Lo triste de
todo esto, es que por más que en sus momentos, dejó sus mejores años. Por más que nunca
acompañó a la familia primaria de tiempo completo, sino que se dedicó a la Organización;
por más que tuvo compañeros a su alrededor, no le creyeron. No le creyó la Organización.
Al contrario, la Organización utilizó todos sus métodos para apoyar que lo hundieran. En
cabeza, incluso de Jesús Piñacué, quien era el presidente del CRIC, no fue muy ecuánime,
ni asentado en sus apreciaciones cuando fue consejero. Y lo digo porque yo lo escuché.

Pienso que, a raíz de eso, no les quedaba otra que acudir a la guerrilla para poderlo sacar.
Lo que hicieron fue que prácticamente la guerrilla si lo sacara. No sabemos si fue guerrilla,
o si fue algún grupo armado para asustarnos. Pero, bueno, yo creo que mi papá, en su susto
o no susto, fue lo mejor que pudo haber hecho. A pesar de que yo no puedo decir que
estemos en la gloria ahora, pues mi familia en cabeza de mi padre, hizo tanto, que por hacer
tanto, hoy no tiene mayor comodidad, Al cabildo de Jambaló no tengo nada, absolutamente
nada qué agradecerle, ni al Norte. Porque cuando salimos de Jambaló, donde estábamos en
un núcleo colectivo en que uno sabía quién estaba alrededor, llegamos a Piendamó, un
municipio muy conservador. Es tan así, que a nosotros nos gritaban: ¡los hijos de los
guerrilleros! Fue duro, porque fue entrar a escarbar nuevamente otra vida. Mi mamá casi se
nos muere. Nosotros nos salimos de Jambaló y mi papá nunca tuvo un beneficio, ni siquiera
de salud. Yo vine a conseguirles, a mi papá y a mi familia, la Empresa Solidaria de Salud -
EPS en Piendamó, porque me metí ya de lleno a trabajar, gracias a Dios.
127

Mi papá, con todas las dificultades, me ayudó a hacer el curso de auxiliar de enfermería. Y
una compañera que no me conocía me buscó para hacer una licencia de maternidad, y ahí
vengo caminando, desde ese momento que me dio la vida la oportunidad de demostrar mis
capacidades como persona y en lo que me había formado. Desde ahí empecé, hubo un
momento en que se decretó la afiliación universal en salud, fue donde se logró meter a
todos mis hermanos, mi mamá, mi papá, a la EPS. Y no los metía a otra EPS porque no
conocía otra. Yo venía afiliada desde Jambaló en la AIC, y los metimos ahí en la AIC.
Hasta ahora están ahí. Mi papá no tiene mayor cosa. De pronto su ejercicio político, que lo
hizo, pero la gente no lo supo apreciar. De pronto, haberse quedado con mi mamá, que es
una mujer que sí se ha aguantado las duras y las maduras al lado de mi padre, situación que
en estos momentos no se ve.

Como conclusión, puedo decir que hay caminos espinosos que muchos decidimos caminar,
y que de todo ello se aprende, y en cabeza de mis padres he aprendido que hay que
perseverar para buscar suplir dolores. Hoy, después de más de 20 años por fuera de nuestro
territorio de origen, puedo decir que Dios y la vida me colocaron en la consejería CRIC
para ver cuál es la misión que se tenía en el momento que se creó, y que hoy se tiene. Debo
agradecerle al Resguardo de La María Piendamó, porque pese a que no nací ahí, me
acogieron y me hicieron parte de su proceso político organizativo en la COTAINDOC.
Porque depositaron la confianza para representar la zona oriente, la cual me siento muy
orgullosa de hacer parte de ella, he aprendido y sigo aprendiendo cada instante de mi corta
vida por este mundo llamado tierra. Gracias a la vida, al doctor Jaramillo, por dar su
conocimiento para que se conozca parte de la vida de mi padre FRANCISCO GEMBUEL
PECHENE, a la UAIIN por ayudar a que un sueño se cumpla. Esperar que ahora que se
está dialogando con el ELN al fin se sepa la verdad de cómo ocurrieron las cosas y por qué
se hizo ese daño a la comunidad de Jambaló. Daño que tuvimos que recibir nosotros, la
familia, en silencio, porque fui testigo de cuántas veces mi padre lloró en silencio, porque
uno nunca se prepara para este tipo de golpes y desprestigios que fueron vacíos y sin
fundamentos; pero que den pie para cambiar la vida.
128

Conclusiones

Hoy, gracias a los movimientos indígenas y sociales podemos ver y sentir posibles cambios
estructurales y políticos en el aparato estatal y de gobierno. Sin embargo, el movimiento
Indígena liderado por el CRIC tendrá que esforzarse mucho más en lo político-organizativo
al interior de las comunidades, para la implementación de macroproyectos productivos en
mediano y largo plazo. Su propósito será superar el alto índice de desempleo de la juventud
que hoy se presenta en las diferentes comunidades indígenas del Cauca y del resto del país.
Este gesto ayudará al fortalecimiento de la autonomía y mejorará las condiciones laborales
de los dinamizadores y/o trabajadores asalariados de los programas del CRIC.

Pero la situación hasta ahora como resultado del CRIC es satisfactoria. Algunas mal
manejadas, pero sigue siendo vigente. Lo que yo si digo es que si en el movimiento
indígena no se maneja bien, la cultura política electoral va a ser un problema más adelante.
Porque todos los que pasamos, o pasan por la alcaldía, por la diputación departamental, por
la Gobernación, por el Senado, por la Cámara de Representantes, ¿están juntos o no?
Parece que no.

Entonces, por toda esa situación quiero que hagamos un pare mental, no seamos dormidos,
despertemos. Yo pienso que debemos cuestionarnos nosotros mismos porque somos
responsables de esa situación. Hoy podemos ser críticos con los partidos tradicionales, o los
comunistas, no sé cuántos movimientos hay, y de pronto, nuestros líderes andan en lo
mismo. ¿Qué vamos a hacer? Hoy el enemigo es diferente. El enemigo ya no es ni el
Estado, ni la policía, ni el ejército, nada, el enemigo está, ojalá no me equivoque, el
enemigo puede estar en nuestra propia Casa Grande.

Hoy en nuestras comunidades desafortunadamente se ha perdido la confianza, yo no puedo


ir a, por decir algo, a Caldono o a Jambaló, o Toribío o San Francisco y hablar en contra de
alguien de ese movimiento de los grupos armados. Tanta cosa que hay ahora, porque allí
puede haber uno, dos o tres, ahí están metidos, entonces llevan la noticia: “Ojo que el
compañero que de tal parte, hablo mal de nosotros”. Ahí estamos ya marcados. Entonces,
¿Qué es lo que estamos haciendo?
129

Entonces yo pienso que el movimiento indígena hoy tiene un reto muy grande: crear la
confianza de antes, que hoy se está desmoronando. Tenemos que ser capaces de reconocer
o negar de dónde llega el dinero fácil. Ahí estamos con ellos, el que habla contra ellos está
marcado. Para la Organización, el reto es probar hasta dónde somos autónomos en el
control territorial, organizativo, económico, cultural y político. Entonces, por último, quiero
que dejemos aquí una constancia de que el movimiento nuestro es un movimiento grande,
respetable; pero tiene sus dificultades como cualquier organización, y si a esas dificultades
no le ponen remedio, en unos pocos años, trae un problema complicado. Acordémonos de
la ANUC, que por posiciones ideológicas de sus líderes produjo apetitos de poder y de
medir fuerzas organizativas y competir hasta lograr su desaparición.
130

Bibliografía

Aguilera Peña, Mario. (2016). Tomas y ataques guerrilleros. (1965-2013). Centro Nacional
de Memoria Histórica. Bogotá. Imprenta Nacional.
Corte Constitucional, 1997. Sentencia No. T-593/97.
CRIC. (2009). Caminando la palabra de los congresos del Consejo Regional Indígena del
Cauca - CRIC. Febrero de 1971 a marzo de 2009. Popayán. CRIC.
CRIC. (2022). “Entonces, ¡Hablamos!” Informe sobre las afectaciones del conflicto
político armado a los pueblos indígenas que conforman el Consejo Regional Indígena
del Cauca -CRIC-, 1971-2021. Popayán. Editorial Universidad del Cauca.
Gembuel, Francisco. (1996). La Aplicación de la Jurisdicción especial indígena. Ponencia
presentada al Encuentro para la Promoción del Derecho Humanitario. Cali. 10 y 11 de
diciembre.
Gómez Valencia, Herinaldy y Pueblos indígenas de Colombia. (2015). Justicias indígenas
de Colombia: Reflexiones para un debate cultural, jurídico y político. Pueblos: Kogui,
Arhuaco, Wiwa, Kankuamo, Nasa, Misak, Yanacona y Camëntsa. Bogotá. Consejo
Superior de la Judicatura.
Palechor, Libio. (2020). Encuentro de mayores y mayoras del Cric. Diciembre 20.
Proyecto Global Jambaló. Página web: www.proyectoglobaljambalo.org. Visitada el 20 de
julio de 2022.
Rappaport, Joanne. (2008). Utopías interculturales. Intelectuales públicos, experimentos
con la cultura y pluralismo étnico en Colombia. Bogotá. Universidad del Rosario.
Riascos, Mauro. (2022). Entrevista efectuada vía celular, por Francisco Gembuel y Diego
Jaramillo Salgado. Popayán. 14 de julio de 2022.
Rojas, Tulio. Entrevista telefónica. 23 de noviembre de 2022.
Tirado Mejía, Álvaro. (1978). Introducción a la historia económica de Colombia. Bogotá.
La Carreta.

Wilches Chaux, Gustavo. (2005). Proyecto Nasa: La construcción de un Plan de Vida de


un pueblo que sueña. Bogotá. PNUD.
131

Anexos17

COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

Informamos a las comunidades del norte del departamento del Cauca que el Frente
Guerrillero CASIQUE CALARCÁ del EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL, surge
como una alternativa de Poder Popular en ésta región del país.

Como organización armada político-militar, luchamos por cambios estructurales para la


sociedad colombiana; por dichas razones estamos en el derecho y en el deber de buscarle
salidas a los problemas que aquejan a las comunidades.

Por lo tanto, alertamos a todos los habitantes del Norte del departamento del Cauca que se
está gestando un proyecto paramilitar a través de las “COOPERATIVAS DE SEGURIDAD
RURAL”, en los diferentes municipios de esta región.

Denunciamos que, en los municipios de Jambaló, Caldono, Toribío, Piendamó, Suárez,


Buenos Aires, Cajibío, Tacueyó, entre otros se están adelantando tales proyectos.

Denunciamos también que, los gestores directos de estos proyectos paramilitares son los
ALCALDES de dichos municipios, apoyados por militares de la tercera brigada y el
Batallón José Hilario López.

Aclaramos que, las “COOPERATIVAS DE SEGURIDAD RURAL”, le han declarado la


guerra a las comunidades organizadas que no se prestan para tales proyectos.

También aclaramos, que; estas “COOPERATIVAS” han declarado la guerra a las


organizaciones insurgentes y de izquierda; por lo tanto, a las “COOPERATIVAS DE
SEGURIDAD RURAL”, las declaramos objetivo militar, independientemente de quienes
sean sus miembros.

Rechazamos la creación de las “COOPERATIVAS DE SEGURIDAD RURAL”


(COOPERATIVAS DE LA MUERTE), porque son un proyecto contra insurgente,
orientado desde los ESTADOS UNIDOS, con el objetivo de involucrar a la población civil
en el conflicto armado.

17
Los documentos de las Farc y del ELN los transcribimos tal como fueron escritos, porque las
copias tienen partes casi ilegibles. El suscrito en la Uribe si lo pasamos tal como está la copia.
132

Hacemos un llamado a todas las comunidades del norte del departamento del Cauca, que,
no permitan que sus miembros se involucren en las “COOPERATIVAS DE SEGURIDAD
RURAL”, y no permitan que sus líderes participen ni apoyen estos proyectos.

Declaramos que, como organización insurgente no estamos en contra de ningún


movimiento político, ni mucho menos en contra de las comunidades, ni de sus
organizaciones populares, como tampoco en contra de sus líderes. Por el contrario,
apoyamos todas las organizaciones autónomas de las comunidades.

Como ejército del pueblo actuamos en contra de los individuos que, escudándose en ser
líderes de determinada comunidad, aprovechan su estatus para comprometer a su
comunidad en proyectos contra insurgentes y antipopulares.

POR LA DIGNIDAD DE COLOMBIA


DIGAMOS NO A LAS “COOPERATIVAS DE LA MUERTE”
DIGAMOS ¡SÍ! AL PODER POPULAR Y AL NUEVO GOBIERNO
FRENTE GUERRILLERO CASIQUE CALARCÁ DEL E.L.N.
¡COLOMBIA PARA LOS TRABAJADORES!
¡NI UN PASO ATRÁS-LIBERACION O MUERTE!
MONTAÑAS DEL NORTE DEL CAUCA
133

¡POR LA DIGNIDAD DE COLOMBIA!


FRENTE GUERRILLERO “CASIQUE CALARCÁ” DEL ELN
“COMBATIENDO PARA VENCER”

El frente guerrillero ”CASIQUE CALARCÁ” del EJÉRCITO DE LIBERACIÓN


NACIONAL, declara:

Que somos parte integrante de una organización armada, cuyos ideales es luchar porque en
Colombia cambien las condiciones de explotación y miseria que vivimos, los que en esta
patria habitamos.

Luchamos para combatir la corrupción administrativa, porque los dineros para gastos
sociales no se desvíen para otros fines; muchos de estos dineros son destinados por algunos
alcaldes para enriquecerse o para financiar grupos paramilitares.

El frente “CASIQUE CALARCÁ” asume un papel fiscalizador sobre las administraciones


municipales y castigará a los alcaldes y demás funcionarios que incurran en el delito de
saqueo al presupuesto municipal.

Porque mientras las comunidades tienen múltiples necesidades, que las administraciones
municipales no solucionan con el argumento de que no hay presupuesto, los alcaldes están
llenando sus bolsillos y financiando grupos paramilitares que ahora llevan el nombre de
“COOPERATIVAS DE SEGURIDAD RURAL”

Es por eso que informamos a las comunidades del norte del Cauca, que aplicamos justicia
revolucionaria a Marwuin Betancurt alcalde del municipio de Jambaló, por ser el encargado
de organizar y financiar un grupo paramilitar en dicho municipio, destinando a la vez cien
millones de pesos, del presupuesto municipal para entregárselo al ejército y financiar al
grupo paramilitar.

Somos partidarios de que en este país se construya la paz para todos los colombianos; pero
para que esa paz se haga realidad, el gobierno debe invertir más en lo social y menos en la
guerra; pero si el gobierno le declara la guerra al pueblo y hay quien se preste para
desarrollar esa guerra, entonces hay que llevarles esa guerra hasta sus propias casas para
que también sientan el peso de esa guerra que están financiando.
134

A las personas del pueblo que se están dejando convencer por el ejército y por esos
individuos, les decimos que es mejor que dejen ese trabajo que no se pongan en contra de
su mismo pueblo, porque con eso están ayudando a sostener a un gobierno corrupto y
reaccionario.

AMIGO POBLADOR VUELVA A SU VIDA NORMAL Y SIGA TRABAJANDO CON


DIGNIDAD PARA SOSTENER SU HOGAR; USTED TRABAJANDO COMO
PARAMILITAR TIENE MUCHOS PROBLEMAS Y NO PUEDE VIVIR TRANQUILO,
EN CUALQUIER MOMENTO PIENSE USTED ES UNA PERSONA IMPORTANTE
PARA SU FAMILIA, REFLEXIONA QUE EN TU HOGAR TE NECESITAN.

¡COLOMBIA PARA LOS TRABAJADORES!


¡NI UN PASO ATRÁS LIBERACIÓN O MUERTE!
MONTAÑAS DEL NORTE DEL CAUCA
135

¡ALERTA NORTECAUCANOS!

EL PARAMILITARISMO INVADE LA REGIÓN

Comunicamos a los habitantes de la región norte del Cauca que, en el municipio de


Jambaló hay un grupo paramilitar, organizados en “COOPERATIVA DE SEGURIDAD
RURAL”.

¡PUEBLO! Hacemos un llamado urgente para detener la carrera de la guerra sucia,


¡DENUNCIA! a los gestores y participantes de estos grupos paramilitares.

DENUNCIANDO, aportas un grano de arena a la paz de los colombianos.

¡PUEBLO! Denunciamos que algunos de los integrantes del grupo paramilitar en el


municipio de Jambaló son los siguientes: PABLO SILVA, JOSÉ MIGUEL GUETIO,
GERARDO HURTADO, FELICIANO POTOSÍ, RICARDO GEMBUEL, BERNARDO
GEMBUEL.

Estos individuos tienen armas dadas por el ejército, también radios de comunicaciones y
motos, dadas por el alcalde MARDEN ALRNULFO BETANCURT CONDA, quien era el
gestor intelectual para organizar el grupo paramilitar.

El acalde destinó para estos recursos más de cien millones de pesos, dinero que pudo haber
sido utilizado para desarrollar obras sociales como vivienda, carreteras, puestos de salud y
escuelas, entre otros.

Informamos también a todas las comunidades que, el jefe operativo de este grupo
paramilitar fue ajusticiado por nuestra organización en uno de nuestros campamentos
cuando realizaba labores de inteligencia, para luego atacar a nuestra fuerza junto con el
ejército.

También informamos que, unidades de nuestra fuerza fueron atacadas desde la orilla de un
camino por unidades paramilitares; por fortuna nuestros compañeros salieron ilesos y
respondieron al ataque paramilitar.

Todos estos hostigamientos contra nuestra fuerza, se presentaron cuando comandos


nuestros se hallaban en el área del municipio de Jambaló, cuyo autor intelectual de estas
136

acciones paramilitares era MARDEN ARNULFO BETANCURT CONDA, alcalde de


dicha localidad.

Esta “COOPERATIVA DE SEGURIDAD”, tiene amenazados de muerte a varios líderes de


las comunidades por el sólo hecho de no compartir este proyecto contra insurgente y anti
popular.
137

CONTRA EL PARAMILITARISMO
¡ORGANICEMOS UNA FUERZA POPULAR!
POR LA DIGNIDAD DE COLOMBIA
FRENTE GUERRILLERO CASIQUE CALARCÁ del E.L.N.
EN EL CAUCA
COMBATIENDO PARA VENCER
COMUNICADO A LAS COMUNIDADES Y A LOS SECTORES POLÍTICOS

CON ESTE COMUNICADO QUEREMOS HACER SABER DE LAS INJUSTICIAS


QUE COMETEN LOS ALCALDES DE ALGUNOS MUNICIPIOS DEL
DEPARTAMENTO DEL CAUCA, EN ESPECIAL LOS DE LA ZONA NORTE Y
ORIENTE, ASÍ MISMO COMO LOS DIRIGENTES DE LOS PARTIDOS
TRADICIONALES Y ALGUNAS ENTIDADES Y FUNDACIONES.

MIENTRAS QUE LAS COMUNIDADES SE DEBATEN ENTRE MIL NECESIDADES


ANTE EL ABANDONO DEL ESTADO, LOS POCOS RECURSOS QUE TIENEN LOS
MUNICIPIOS SON DESVIADOS PARA FINANCIAR A ORGANIZACIONES
PARAMILITARES.

A SABIENDAS QUE ESTOS RECURSOS SON ASIGNADOS PARA CUBRIR LAS


NECESIDADES MÁS URGENTES, COMO SON, VIVIENDA, SALUD, EDUCACIÓN
Y VÍAS DE PENETRACIÓN, ETC. EL GOBIERNO ACTUAL HA LEGALIZADO A
ESTOS GRUPOS CON EL NOMBRE DE COOPERATIVAS DE SEGURIDAD RURAL.
EN SITIOS ESPECIALES DE ORDEN PÚBLICO LAS FUERZAS ESPECIALES HAN
CREADO LA ESTRATEGIA DE CREAR EL GRUPO PARAMILITAR LLAMADO
CONVIVIR, CUYO OBJETIVO ES COMBATIR A SUS OPOSITORES POLÍTICOS Y
LAS FUERZAS DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA CREANDO CONFLICTO
DENTRO DE LAS COMUNIDADES, CON LA COMPLICIDAD DE LOS ALCALDES
Y LOS MANDO MILITARES. POR ESTA RAZÓN LOS ALCALDES HAN
RECORTADO LOS PRESUPUESTOS MUNICIPALES, PARA FINANCIAR ESTOS
GRUPOS, EN ESPECIAL EL ALCALDE MARDEN ARNULFO BETANCURT C. DEL
138

MUNICIPIO DE JAMBALÓ, HA RECORTADO MAS DE CIEN MILLONES DEL


PRESUPUESTO MUNICIPAL PARA ESTOS GRUPOS.

CÓMO ES POSIBLE QUE UN ALCALDE POPULAR DERROCHE LA PLATA


HABIENDO TANTAS NECESIDADES DENTRO DEL MUNICIPIO, CUANDO EL
MISMO DECLARA QUE NO HAY RECURSOS, PERO SÍ HAY PARA EL
PRESUPUESTO DE GUERRA. ENTONCES NOS PREGUNTAMOS, QUÉ CLASE DE
ALCALDE TIENE JAMBALÓ, SI EN VERDAD ES POPULAR O PARAMILITAR. LA
RESPUESTA SERÍA ANTIREVOLUCIONARIO PORQUE AL SENTIRSE
DESCUBIERTO DE SUS PROPÓSITOS, AGILIZÓ SUS PASOS PARA CONSULTAR
A LOS CORONELES DE LA TERCERA BRIGADA, LLEVANDO INFORME DE LOS
HECHOS SUCEDIDOS EN LOS ULTIMOS DÍAS DENTRO DEL MUNICIPIO Y
ACUSANDO A ALGUNOS DIRIGENTES CAMPESINOS DE SER
COLABORADORES DE LA GUERRILLA. ANTE ESTE INFORME LLEGARON A UN
ACUERDO DE MASACRAR A LOS TRES SUPUESTOS DIRIGENTES A LA MAYOR
BREVEDAD POSIBLE ENVIANDO SICARIOS PARA ESTE FIN.

QUEREMOS DEJAR EN CLARO A LA OPINIÓN PÚBLICA QUE, SI ALGÚN


DIRIGENTE ES ASESINADO, EL DIRECTO RESPONSABLE SERÍA EL ALCALDE Y
LOS MANDO MILITARES.
139

Fotocopia del acuerdo con las Farc


140

También podría gustarte