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S oy el Papa
Francisco, quiero pedirle un gran favor: predicar los Ejercicios espirituales, a mí y a la Curia
romana”. “Santo Padre, pero yo soy un pecador…” “Lo somos también nosotros, todos…”.
“Déjeme discernir durante unos días…”. “Muy bien, pero espero un sí…“. “Dentro de unos días
responderé. Mientras tanto, rece por mi…”. Oír directamente la voz del Papa Francisco me cogió
por sorpresa la mañana del 2 de diciembre de 2014. Pedí algunos días para discernir: no se trataba
de una cosa fácil. Finalmente acepté, aunque la idea me espantaba. No podía decir no al Papa.
Para mí representaba un gran reto, y también un honor para la Orden. Debía sintonizar con el
lenguaje y las perspectivas del Papa para ayudarlo en su estilo de guía de la Iglesia. Consulté al que
había hecho esta experiencia antes de mí: me dio buenos consejos y mucha serenidad. El tema y el
método En un principio, como carmelita, pensé presentar el camino espiritual según la perspectiva
de Teresa de Ávila. Hubiera sido un precioso homenaje en el centenario de su nacimiento. O,
como alternativa, tal vez proponer una lectura sapiencial del Evangelio de Marcos, que conozco
bien. Al final opté por una figura bíblica que encarnase muchos de los problemas y de las
perspectivas del Papa Francisco. Elegí la figura bíblica del profeta Elías: él no escribió nada, habló
poco, pero las “escenas” de su vida se asemejan a muchos de nuestros problemas y situaciones. La
soledad amarga, la búsqueda del sentido de la vida, el fundamentalismo fanático, el diálogo
interreligioso, el fracaso personal, la solidaridad, la instrumentalización atea de Dios, la intercesión
solidaria, la defensa del pobre oprimido, el sufrimiento absurdo, la desconcertante experiencia de
Dios, etc. Incluso su entorno geográfico expresa algo excepcional: él siempre está en salida hacia
las fronteras (incluso las lejanas, como Sarepta o el Monte Horeb), hasta que al final desaparece
en la imperceptibilidad y en el fuego más allá del Jordán. Pensé que este icono bíblico ayudaba
más al Papa y a su estrategia eclesial. Seguí el método de la lectio divina, del que tengo bastante
experiencia, pero no con una lectio continua. Elegí un diseño espiritual clásico: de la exterioridad “
CITOC | P. 13 a la interioridad, de la purificación de los vanos ídolos a la fe verdadera, a fin de
llegar a descubrir un nuevo rostro de Dios y aprender los caminos de la solidaridad, de la justicia y
de la mediación. No quise citar los grandes comentarios ni tan sólo referirme a la literatura
carmelitana. Me mantuve fiel al texto bíblico con seriedad exegética y con intuición espiritual,
proponiendo con fuerza y con punzantes preguntas los caminos de una coherente encarnación de
la verdad bíblica. Seis días de fuego El lugar de los Ejercicios, cambiando así una vieja costumbre,
no fue el Vaticano sino una casa de espiritualidad -la Casa Divin Maestro, a 30 km. de Roma
(Ariccia)- rodeada de verdor, fácil de proteger, con un hermoso panorama sobre el lago Albano.
Hasta allí se desplazaron en pulman los ochenta participantes, el Papa, los cardenales y los obispos
de los diversos dicasterios romanos, desde el domingo 22 hasta el viernes 27 de febrero. El ritmo
de las meditaciones y de la oración no resultó pesado: Laudes por la mañana (7.30) y dos
Meditaciones, a las 9.30 y a las 16.00. Al final de la mañana, la Misa, con algún canto pero sin
homilía. Por la tarde, Adoración eucarística y después Vísperas. El clima general era de silencio
total, incluso en el refectorio. En la comida y en la cena se leía un texto de San Ambrosio:
comentario al episodio de Nabot (cf. 1R, 21), un texto audaz e interesante. En las meditaciones
procuré hacer siempre presentes las lecturas del Breviario y de la Misa, para que todo se coligase
de manera harmoniosa, como en una sinfonía de pensamientos y textos. Las meditaciones
duraban 35/40 minutos, a continuación cada uno se retiraba a su habitación o permanecía en la
capilla. Cada participante encontró en su habitación la reproducción de un bello icono ruso (siglo
XIX) del profeta Elías con los principales episodios de su vida y un dépliant (en la propia lengua)
para el buen ejercicio de la lectio divina. Impresión general Para mí, ésta fue una experiencia
totalmente excepcional: por el auditorio, por su función eclesial, por la fuerza que sentía en
algunos momentos ante el deber de decir la verdad sobre algunas “enfermedades curiales”. Ofrecí
mi ayuda para llevar a la vida cuanto emergía de la exégesis y de la lectura espiritual: preguntas
directas, audaces, provocativas, ya que “la Palabra de Dios es viva, eficaz, penetrante… discierne
los sentimientos y los pensamientos del corazón” (cf. Hb 4, 12). Se me dijo (en voz baja y por
amigos…): “Esto es lo que el Papa quería”. Quien me conoce sabe que no me falta parresia… Al
final el Papa Francisco me escribió una hermosísima carta de agradecimiento, nada formal, en la
que elogia y valora el método y estilo de las meditaciones. Ya ha sido publicado en italiano el libro
con los textos de las meditaciones. Título: Profeti del Dio vivente. In cammino con Elia: Ed.
Messaggero/Lev, Padova/Vaticano 2015. CITOC | P. 14 FUS
Una última pregunta, padre Secondin. ¿Qué nos puede decir sobre
la experiencia vivida en estos días pasados en Ariccia?
Ha sido una experiencia realmente excepcional, como cualquiera
puede entender. Un clima de silencio y de oración. Una oración bien
preparada y bien hecha, con una presencia seria de todos los más
de 80 participantes. Sentí, sobre todo al principio, una emoción
natural. No se viven cosas así todos los días. Después, el nuevo
método, el insólito tema e, incluso, el ambiente tan diferente del
Vaticano pesaron lo suyo. Nos hemos sentido todos muy bien. Pude
hablar incluso confidencialmente con algunos participantes, incluido
el Papa Francisco. Me llevo muchas cosas en el corazón. Fue una
gracia que espero que produzca frutos buenos también en mí.