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EDUCACIÓN

EDUCACIÓNHOY

LA PASTORAL
EDUCATIVA II

No. 204
LA PASTORAL EDUCATIVA II
No. 204

OCTUBRE – DICIEMBRE 2015


AÑO 43 • ISSN: 0-120-8446
LA PASTORAL
EDUCATIVA II
Revista de la Confederación
Interamericana de Educación
Católica - CIEC

Calle 78 # 12-16 Oficina 101.


PBX: 3003380 Ext. 114
Bogotá D. C., Colombia

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oscar.perez@ciec.edu.co
www.ciec.edu.co

Directora
Sor Alba Arreaga Rivas, HdlC

Editor
Oscar Armando Pérez Sayago

Consejo editorial
Hno. Alexandro Aldape, F. M. S.
México
Fray Walter Loáisiga González, O. F. M.
Costa Rica
P. José Alberto Cuello de la Cruz, S. D. B.
República Dominicana
Rómulo López Seminario
Ecuador
Oscar Armando Pérez Sayago
Colombia

Edición
Departamento Editorial
Grupo Santillana
Colombia

Impreso en Colombia por:


Colombo Andina de Impresos S.A.S.
CONTENIDO

LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN


Y MINISTERIO ECLESIAL 4

EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE


DE PASTORAL 40

EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL


DE CENTRO 64

Las ideas expresadas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
EDITORIAL
LA PASTORAL
EDUCATIVA II

L
a revista que tiene en sus manos corresponde a la segunda entrega sobre la
Pastoral Educativa, que es como una ventana abierta a la reflexión. Tenemos
una Escuela católica atosigada por mil cosas, debido a una sobrecarga de
trabajos, a esa fiebre bienintencionada de generosidad y agendas llenas y de
poco tiempo para hacer procesos reflexivos a pesar de las buenas intenciones
de todos.
Necesitamos espacios de reflexión y búsqueda. De procesar interiormente. De
compartir nuestras razones y convicciones, nuestras certezas, dudas y preguntas.
No es que vayamos a encontrar en estas páginas respuestas a todas nuestras in-
quietudes, pero podemos ayudarnos a cuestionar apropiadamente nuestra realidad,
nuestra vida, nuestras opciones. Saber interrogar correctamente la realidad, es un
arte en el que debemos iniciarnos y entrenarnos en esta época tan cambiante, tan
fascinante.
La tarea esencial de la Escuela católica es la de sentirse enviada a anunciar la Bue-
na Noticia del Reino, pero hay que asumir que solo podemos anunciar lo que hemos
escuchado primero, lo que hemos integrado en nuestro bagaje de experiencias perso-
nales. Aparecida nos recordaba que “no se es cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un
nuevo horizonte a la vida, y con ello una orientación decisiva (DA 12). La palabra
clave: el encuentro. Encuentro que compromete, que desinstala, que envía. Es un im-
perativo para nosotros entonces, reavivar el amor, evangelizar desde la experiencia
del amor y así hacer creíble el Evangelio.

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Sor Alba Arreaga Rivas. HDLC
Secretaria General CIEC

Es por ello que este número de nuestra Revista subraya la exigencia de ser testigos
de gozo y esperanza; de un humanismo resplandeciente; de la belleza y dignidad de
hombre, una dignidad que no es tal si no está abierta a la trascendencia; somos testi-
gos de la belleza y la fuerza de la comunión, que no es nunca una “simple yuxtaposi-
ción de particularidades y diferencias, sino encuentro de la diversidad, de manera que
este armónico entrelazado dé esplendor y sentido a la unidad”.
Al concluir me viene a la mente una entrevista a la beata Teresa de Calcuta.
Durante una visita a Roma varios periodistas se apiñaron en el patio exterior de la
sencilla morada de las Misioneras de la Caridad en el Monte Celio, junto a la Iglesia
de San Gregorio. Uno de ellos le preguntó: “¿Madre. Ud. tiene setenta años; cuando
muera el mundo estará como antes. Que cosa ha cambiado después de tanto trabajo?”
Madre Teresa hizo brotar una luminosa sonrisa y contestó: “Vea, yo nunca he pensado
poder cambiar el mundo. He tratado solamente de ser una gota de agua limpia, en la
cual pueda brillar el amor de Dios. Le parece poco?”.
No es necesario añadir más; cada uno de nosotros tiene a mano un pequeño pero
grande, indispensable, capital de amor. Este capital personal de amor debemos pro-
curar invertirlo bien, de gastarlo por nuestros niños y jóvenes.
Consignamos nuestra gratitud al Padre Ramón Rivas, sacerdote Eudista, exsecre-
tario de la CIEC, que ha colaborado en la difusión de estos textos de su autoría, e
invitamos a todas las federaciones a enviarnos artículos pues el próximo número que
estará dedicado a las distintas regiones de la CIEC, que hacen de la colaboración
herramienta de cambio y esperanza.

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LA EDUCACIÓN
COMO MISIÓN
Y MINISTERIO ECLESIAL

LA EDUCACIÓN COMO PROBLEMÁTICA ECLESIAL

Para la Iglesia, la problemática educativa siempre ha sido prioritaria.


Y hoy, dados los cambios vertiginosos de nuestra época así como las
tendencias que tienen las diversas instituciones a permanecer inmu-
tables, la propia Iglesia ha propiciado una permanente revisión de los
enfoques pastorales en el campo escolar. Sin embargo, no pareciera
que las cosas marcharan mejor hoy que antes: por eso hay en mu-
chos pastores y educadores la sensación de que la Escuela católica ha
perdido su pasión misionera, sin que nadie pueda afirmar que este
fracaso se deba a falta de esfuerzo. Incluso se ha hablado de crisis en
el mundo escolar eclesial.
En el fondo parece más bien que tal problemática obedece, en buena
parte, primero a que los pastores, a la hora de planearles a la escuela sus
exigencias, no siempre son coherentes con los grandes y valiosos enun-
ciados de tu propia reflexión; y, luego, a que quienes hacen la educa-
ción suelen olvidar ciertos elementos que parecen fundamentales desde
una opción pastoral. Con frecuencia se limitan a sumar cosas supues-
tamente espirituales, «religiosas» a su quehacer educativo corriente,
cuando lo que importa es, precisamente, hacer otro tipo de educación,

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plenamente informada por el evangelio poniendo los centros en cla- Toda escuela
ve de pastoral, como veremos más adelante. verdadera hace
Porque en la Escuela católica no se puede separar la instrucción- mucho más
educación de la vida, a menos que se quieran establecer perniciosas que instruir:
dicotomías en el educando. Toda escuela verdadera hace mucho más educa; es decir,
que instruir: educa; es decir, ofrece al alumno modelos de comporta- ofrece al alumno
miento, criterios de actuación, valores que se asuman y se apliquen modelos de
en cada acto de la vida. Por tanto, todo ello debe estar animado, vis- comportamiento,
ceralmente, por el evangelio de Jesucristo. Dicho con otras palabras: criterios de
todo el proceso escolar cristiano debe situarse, en su reflexión y en su
actuación, valores
que se asuman
praxis, más dentro de la perspectiva de la misión de Dios que en la de
y se apliquen en
la simple misión eclesial.
cada acto de la
Por consiguiente, no podemos enfrentar con altura la responsabi-
vida.
lidad evangelizadora de nuestra vocación de educadores cristianos en
tanto no hayamos definido y confrontado nuestro proyecto educativo
con los valores de esa doble misión. Es a través suyo como la fe vivida
y la cultura profana se integrarán en la Escuela católica. Si no se con-
sigue tal integración, difícilmente podrá llamarse cristiana. Allí debe
encontrar hoy la Escuela cristiana la fuerza generadora y animadora
de su Proyecto Educativo.

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XXIV CONGRESO INTERAMERICANO DE EDUCACIÓN CATÓLICA

Es cierto, por otra parte, que, como toda realidad e institución


humana, también la Escuela católica está sometida a ambigüedades.
Pero un proyecto de educación cristiana institucionalizado, desde esa
perspectiva, ofrece garantías, aúna fuerzas y resulta más eficaz.
Además, hemos de tener siempre presente que la escuela es es-
cuela (en cualquiera de sus niveles educativos), no un convento, ni un
seminario ni una prolongación de la parroquia o institución patroci-
nante. Lo suyo es educar, por tanto, solo evangeliza educando. Ello
nos exige no manipularla ni pedirle lo que no puede ni debe dar. En
este sentido el dilema no es hoy «Escuelas católicas sí, Escuelas cató-
licas no». El verdadero problema estriba en determinar qué tipo de
escuelas debemos favorecer. Podríamos responder con Metz diciendo
que hemos de privilegiar aquellas que garantizan «la libertad crítica
de la fe», es decir, instituciones liberadoras, dinamizadas constante-
mente por el Espíritu, por su creatividad; instituciones cuyas tradi-
ciones vivas sirvan de humus a una auténtica maduración humana y
cuyos proyectos den alas a la esperanza y a la ilusión en camino hacia
el Reino pleno.
Sin embargo, esta «afirmación de principio» tiene muy poco valor
si no se hace operativa. Por consiguiente, la pregunta clave es: ¿qué
significa evangelizar en la escuela? O, planteado más en concreto,

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XXIV CONGRESO INTERAMERICANO DE EDUCACIÓN CATÓLICA

¿cómo deben ser nuestros centros para que responden a su vocación La misión
evangelizadora? Las posibles respuestas nos llevarán a determinar educativa es una
cómo no basta con organizar la catequesis y una pastoral más o menos de las dimensiones
seria; que hay que empezar por evangelizar la misma escuela. y campos más
En definitiva, la “piedra angular” sobre la que debiera construirse serios de la misión
la propuesta educativa de cualquier Escuela católica es la conciencia cristiana: misión
de misión y los dinamismos que de esa conciencia derivan. Para ello, de Dios—misión
han de ser dóciles a esa inspiración del Espíritu Santo que alienta en eclesial.
toda la humanidad de nuestro tiempo y se expresa de una manera
más lúcida en los deseos de innovación y transformación de nuestro
modelo escolar.
La misión educativa es una de las dimensiones y campos más se-
rios de la misión cristiana: misión de Dios—misión eclesial. En ella
nos estamos jugando nuestra significatividad social, o sea, nuestra
capacidad de influir en los procesos de transformación y mejora es-
tructural local y mundial, nuestra contribución a la emergencia de una
nueva sociedad más justa, más pacífica, más solidaria y más ecológica,
y, por ende, más evangélica y evangelizadora, en la perspectiva siem-
pre del Reino de Dios.
Esto implica que en la misión educativa debe la Iglesia invertir
gran parte de su sabiduría, de su herencia profética y de sus mejo-
res recursos espirituales y humanos. Y hacerlo consciente de que la
escuela es un espacio privilegiado de misión pero, lleno de comple-
jidades. Es ahí donde la Iglesia se hace creíble ante la sociedad laica,
donde puede ofrecer su rica herencia y contribuir a hacer realidad los
sueños que la humanidad alimenta dentro de sí misma. El espacio
educacional es como un gran laboratorio de misión, donde la Iglesia
experimenta y verifica la validez de sus propuestas para todos los ám-
bitos y dimensiones de la misión que realiza en nombre de Dios, no
al servicio de sus propias estructuras; donde también descubre qué
modelos de misión son válidos para la sociedad de hoy y cuáles son
obsoletos, caducos e incluso negativos. No es lo mismo plantearse el
tema de la misión educacional allí donde la Iglesia tiene aún cierta
hegemonía, que donde ejerce solo una función subsidiaria dentro de
un sistema educativo dependiente de los Estados y configurado fun-
damentalmente por ellos. Pero en ambos contextos debe plantearse y
hacerse como inmersa en la «misión de Dios».
Esto supone siempre que el hacer educación cristiana se sitúe en
un marco de respeto a la legítima autonomía humana y a las institu-
ciones laicas y en un diálogo permanente con ellas que nos ayude a
depurar nuestras ideas y propuestas y a renunciar a actitudes funda-
mentalistas, dogmáticas e impositivas o presuntuosas: la fe siempre
se propone y se ofrece, nunca se impone.

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Ciertamente la Por otra parte, no podemos olvidar que en este ámbito de la edu-
humanidad está cación cristiana la historia social guarda algunos malos y hasta malísi-
experimentando mos recuerdos. Esto requiere de nosotros cautela para no repetir erro-
un fuerte res del pasado, humildad a la hora de reconocerlos y discernimiento
dinamismo hacia muy evangélico a la hora de formular nuestras propuestas educativas.
la correlación, la No se trata entonces de repetir tópicos del pasado, ni de favorecer
proximidad, la actitudes inmovilistas o reaccionarias. Un día reconocerá toda la Igle-
solidaridad que sia el valor ejemplar —para otras áreas de la misión eclesial— de este
intenta superar proceso de reflexión pluridisciplinar, fronteriza y utópica, que esfor-
enfrentamientos zadamente hoy trata de realizar la Escuela católica.
del pasado
Desde estos presupuestos, los invito a ahondar en algunos temas
con sus cargas
relacionados con la educación como misión educativa.
de violencia
y capacidad
destructiva.
EL DESAFÍO: EDUCAR EVANGELIZANDO EN TIEMPOS
DE CAMBIO Y MUTACIÓN

Si hoy la misión educativa, pese a sus dificultades y complejidades, re-


sulta tan apasionante es precisamente porque se enfrenta a la realidad
de una sociedad que vive cambios vertiginosos y significativos. Hay
quienes dicen que no solo estamos en un tiempo de cambio, sino in-
cluso en un cambio de tiempo. Algunos se atreven aún más: creen que
se está produciendo una auténtica mutación en el ser humano. Pero
por eso mismo, la tarea educativa requiere más lucidez y sabiduría.
No resulta fácil definir lo que estamos viviendo. Ciertamente la
humanidad está experimentando un fuerte dinamismo hacia la co-
rrelación, la proximidad, la solidaridad que intenta superar enfrenta-
mientos del pasado con sus cargas de violencia y capacidad destruc-
tiva. Quiere ser más hospitalaria, más positivamente tolerante, más
intercultural e interreligiosa. Privilegia el diálogo, la negociación, el
mutuo entendimiento, establece alianzas. A este movimiento respon-
de el fenómeno de la mundialización o globalización, aunque no logra
contrarrestar tanta carga negativa de enfrentamientos, bloqueos y
cultura de muerte que todavía persisten.
Al mismo tiempo se percibe un movimiento hacia la diferencia: los
grupos y las personas defienden su identidad, rechazan verse absorbi-
dos por movimientos globalizadores que no la tengan en cuenta o la eli-
minen. Gracias a ello la humanidad conserva aún una gran riqueza de
culturas, lenguas, religiones, estilos de vida. A este dinamismo respon-
de el fenómeno de la protección de lo local, lo ambiental, lo religioso, lo
cultural, lo lingüístico, lo nacional, lo individual. Pero con el peligro de
producir rupturas muy fuertes e impedir la construcción de esa “casa
común” en la que todos queremos que se convierta nuestro planeta.

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Lograr el sueño de una humanidad plural y en paz, reconciliada


y justa, es la utopía que llevamos en la sangre y a la que también la
escuela quiere apuntar; por desgracia vemos cómo se encuentra cons-
tantemente frenada y amenazada por los egoísmos humanos y prácti-
cas ancestrales de enfrentamiento y violencia de los que no logramos
liberarnos.
Desde esta perspectiva podemos afirmar que vivimos tiempos de
posmodernidad, término ambiguo que pretende describir una situa-
ción antropológica cuyos perfiles son todavía muy indefinidos. No
sabemos aún a ciencia cierta hacia dónde nos encaminamos; lo segu-
ro es que pensamos ya de forma diferente al pasado; que las nuevas
generaciones, sobre todo, no se sienten a gusto en los esquemas de la
modernidad o premodernidad, ni en las falseadas democracias. Ejem-
plo patente lo hemos tenido en el reciente «mayo español».
Por otra parte, el aparato tecnológico—instrumental del que dispo-
nemos es de tal potencia que modifica incluso al mismo ser humano,
que lo utiliza: va cambiando nuestra noción del espacio y del tiempo,
así como nuestra forma de razonar, de expresarnos, de interconectar-
nos. Los descubrimientos científicos nos están haciendo descubrir las
leyes que gobiernan el mundo, desde el universo al átomo y al mundo
vivo. Su conocimiento nos puede llevar a acabar con la guerra y tantas
desarmonías y a alcanzar la sabiduría. La luz puede guiar nuestros
pasos con seguridad. Lo que sucede es que, a pesar de tanta luz, somos
insufriblemente miopes y parecemos incapaces de sacar provecho y
sabiduría de nuestro inmenso saber. Otra tarea pendiente para la es-
cuela.
Al mismo tiempo, el crecimiento de la población mundial hace que
se reduzcan los espacios habitables y los recursos disponibles. Esta si-
tuación presenta desafíos y problemas inmensos con alcance mundial.
La mayoría de ellos rebasan nuestras limitadas competencias. Se hace
necesario descubrir aquello que puede equilibrar a nuestro planeta,
proponer una moral del poder y del gobierno mundial, proclamar más
decididamente el derecho de todos a vivir humanamente, sepultar la
guerra y la violencia y velar para que el saber no contribuya a la des-
trucción humana. Quehacer educativo si los hay.
Pareciera, entonces, que nos encontramos en tiempos de muta-
ción. “Mutación” es un término técnico, tomado de la Biología, que
designa la transformación —sin posible marcha atrás— de un ser o de
una especie. Se trata, por consiguiente, de un fenómeno más radical
que una revolución. Esta remite a un movimiento circular, cuyos efec-
tos pueden verse anulados por otra revolución. La mutación social,
en cambio, puede encaminar a otros nuevos horizontes, o provocar el
deterioro y la muerte.

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Es evidente ¿No tiene que ver con una mutación real la prevalencia en el es-
que niños, píritu humano de un cambio de perspectiva en la visión de nuestro
adolescentes, mundo y de una seria transformación en las condiciones de vida de la
jóvenes y adultos Tierra? ¿No vemos que esto ya no tiene vuelta atrás?
necesitamos,
todos, instruirnos. Educar en este tiempo
Pero necesitamos,
sobre todo, no No es fácil ejercer el arte de educar en un mundo así para el que la so-
solo descubrir ciedad todavía no está preparada. A ello se debe el que tantos padres
el mundo en dimitan de sus responsabilidades y tantos maestros se refugien en la
que vivimos sino
mediocridad del sistema pues no saben de dónde agarrarse.
aprender a pensar
Sin embargo, la educación puede y debe contribuir a la creación
por nosotros
de esa sociedad nueva, hecha de hombres y de mujeres libres, capaces
mismos.
de entender por sí mismos el universo que los rodea y su significado y
capaces de secundar con su vida el sano “espíritu del tiempo”. La edu-
cación es un arte, no una ciencia. Ningún tema social es más esencial
que el de la educación.
Es evidente que niños, adolescentes, jóvenes y adultos necesita-
mos, todos, instruirnos. Pero necesitamos, sobre todo, no solo des-
cubrir el mundo en que vivimos sino aprender a pensar por nosotros
mismos. Y la educación tiene hoy como misión prioritaria ayudarlo a
desarrollar esa lucidez competente.
La elaboración del saber no puede hacerse si no es comprometién-
dose en una búsqueda activa, no meramente almacenando verdades
ya acuñadas. Todos los niños y adolescentes tienen, sí, el derecho de
acceder a un nivel elevado de conocimientos pero también de acceder
a la vida y desde allí aprender a configurar la realidad del modo más
adecuado al espíritu transformador de nuestro tiempo. Hoy más que
nunca se hace cierta la gran intuición de Sócrates cuando describía
la misión educadora como una mayéutica capaz de ayudar al alum-
bramiento del “ser humano nuevo”, y de aquel hombre nuevo del que
hablaba Cristo.
La Iglesia, por su parte, ha descubierto que participar en este pro-
ceso educativo de la humanidad pertenece a su más íntima esencia, a
su vocación primera pues equivale a participar activamente en la gran
«misión de Dios» respecto al ser humano.
Así, desde el Concilio Vaticano II se ha venido consolidando entre
nosotros una nueva mentalidad: la de una nueva misión, en nombre
de Dios, como diálogo, como inserción en los procesos que van acon-
teciendo, como encarnación en la realidad, como acompañamiento,
iluminación, proximidad, en una dinámica de encarnación y trinitaria.
Desde esta perspectiva podemos afirmar que el Padre envió a su
Hijo a restaurar al hombre, el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu a

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

consolidar esa tarea, el Padre, el Hijo y el Espíritu enviaron a la Iglesia


a historizarla y la Iglesia envía a la escuela a crear ambientes propicios
a la misma.
Sin embargo, la realidad es terca y estos sueños se topan con obs-
táculos que parecen insuperables, porque la Iglesia no siempre goza
de altas cotas de confianza y credibilidad en las sociedades. Aún así
se esfuerza por redescubrir su misión y sus carismas educadores en
este tiempo complejo, consciente también de sus límites. Y aunque,
desde el Concilio Vaticano hasta hoy ha sido creadora, innovadora y
muy responsable en la configuración de su misión educadora, ciertos
estereotipos y críticas se sostienen alimentando viejos resentimientos
no siempre justificados. También es verdad que la Iglesia tiende a ve-
ces a recuperar privilegios del pasado en la sociedad y se adapta mal
a la sociedad laica, posmoderna y plural en que nos encontramos. No
pocos en la sociedad nos recriminan nuestro dogmatismo y nuestro
afán de sentirnos poseedores únicos de la verdad. Nos ven como una
amenaza a las libertades, como una institución rígida, cerrada, enemi-
ga del progreso y del pluralismo. Y a veces damos razones para ello.
Nada extraño, entonces, que la sociedad se oponga a veces a nues-
tras propuestas educativas, a nuestra visión del ser humano. Un fenó-
meno semejante ocurrió en el ámbito de la misión cuando la Iglesia
envió sus evangelizadores a países en los cuales estaban establecidas

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Un centro culturas ancestrales, de grandes valores; y cuando estos evangelizado-


educativo res, o quienes los enviaban, actuaban ingenua o torpemente dentro de
configurado desde aquellos grupos culturales. Pensemos en la primera evangelización de
el Evangelio debe América, en la que, desgraciadamente, con frecuencia aparecía la cruz
ser portador de a la sombra de la espada.
una novedad La tarea previa que hoy la educación cristiana tiene entre manos
contracultural es la de hacerse creíble, a pesar de sus límites, defectos, fallos, que
dinamizada por siempre existirán.
la fuerza propia Desde esa perspectiva a los centros educativos cristianos se les
de las minorías plantean algunas preguntas a las cuales no siempre es fácil dar res-
creadoras capaces
puesta:
de desempeñar
• ¿Qué es lo que, en el fondo, nos mueve realmente a integrarnos
un papel vital
en y a responsabilizarnos de este sector educativo de la huma-
en el presente
nidad?
y el futuro de la
• ¿Cuál es la importancia real de nuestras instituciones educati-
evolución social
vas en el conjunto de la sociedad?
Es posible que respondamos con una cierta ingenuidad diciendo
que nuestra finalidad principal es anunciar la Buena Nueva de Jesu-
cristo e infundir los valores cristianos en la sociedad, pues son los que
llevan al ser humano a plenitud. Pero entonces es muy posible tam-
bién que la sociedad laica nos responda alegando que la educación no
debe ser espacio para la indoctrinación, religiosa o no.
La Iglesia debiera plantearse su misión educativa, en esta encru-
cijada, como un nuevo areópago, donde se haga presente no para im-
poner su cosmovisión sino para aportar su sabiduría y su experiencia
de humanidad. Con todo derecho puede reclamar un lugar céntrico den-
tro de la estructura educativa y no un papel subsidiario por su sabiduría
acumulado durante siglos y su comprobada vocación de servicio. Como
lo fue históricamente ante imperiosas urgencias y como sigue queriendo
serlo hoy, ante las nuevas orfandades de la infancia, de la juventud e in-
cluso de la familia.
Un centro educativo configurado desde el Evangelio debe ser por-
tador de una novedad contracultural dinamizada por la fuerza propia
de las minorías creadoras capaces de desempeñar un papel vital en el
presente y el futuro de la evolución social y de dar respuesta al reto que
supone el nacimiento de una nueva civilización y un nuevo concepto de
educación que «intenta proporcionar las cartas náuticas de un mundo
complejo y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él»2.
Pero esta tarea, ante los desafíos del entramado social occidental y la
mutación del mundo escolar, exige una reflexión profunda, compartida
con todos los estamentos de la comunidad educativa, que tenga como ho-
rizonte adelantarse a las exigencias del futuro para ir realizando las nece-
sarias adaptaciones y tomar oportunamente las decisiones pertinentes.

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

UNA SÍNTESIS NECESARIA: EDUCACIÓN


Y EVANGELIZACIÓN

La primera razón de la escuela estriba en su estricto objetivo educati-


vo. En su base está la transmisión de unos conocimientos que no pue-
den instrumentalizarse al servicio de cualquier otra causa. Pero tam-
poco podemos asumir la educación desde un sentido reduccionista del
propio concepto de escuela, interpretándolo como marco exclusiva-
mente académico. La siempre buscada educación integral nos abre a
la escuela como ámbito de vida, escuela de tiempo completo, plata-
forma educativa en la que se constituyen grupos humanos originados
por afinidades culturales, deportivas, festivas... y también religiosas.
Victoria Camps1 cita una serie de prejuicios que hemos vivido so-
bre la educación, entre ellos su secularización, que ha tendido a redu-
cir la tarea educativa a mera instrucción pública, por empeñarse en
concebir la escuela como algo neutro, lo cual es imposible.
Por eso es fundamental aclarar la finalidad de la acción educativa.
La formación integral fracasa cuando están ausentes los principios
morales. Si educar es enseñar a ser autónomos, es preciso que nos
liberemos de escepticismos éticos. Por eso, hoy se viene hablando más
de valores transversales, de la formación plena de la persona, de la
necesidad de enseñar a interpretar la realidad, no solo de conocerla...
Educar es acercarse a la persona en toda su amplitud físico—espi-
ritual, superando dicotomías y tensiones: es atender a las dimensio-
nes del saber, como aprender a aprender; del ser, como realización de
todas las dimensiones humanas, y del creer, como expresión honda
de la totalidad de la persona: «El mundo frecuentemente, sin sentirlo
o expresarlo, tiene sed de ideales y de valores que vamos a llamar
morales para no ofender a nadie. ¡Qué noble tarea de la educación:
suscitar en cada persona, según sus tradiciones y sus convicciones y
con pleno respeto del pluralismo, esta elevación del pensamiento y
del espíritu hasta lo universal y una cierta superación de sí mismo»2.
La Iglesia, amenazada por un creciente abandono juvenil, ha to-
mado mayor conciencia de que los centros educativos son un lugar
privilegiado de presencia en el mundo juvenil, de socialización y, por
tanto, de evangelización en nuestra cultura y sociedad. «Educando
evangelizamos» es la acertada expresión de las instituciones educati-
vas católicas en sus últimos años.

1. Camps, Victoria, El malestar de la vida pública, Grijalbo, Barcelona 1996.


2. Ibid., p. 95.

EDUCACIÓNHOY 15
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Al mismo tiempo, el concepto de Evangelización en la


escuela está hoy sustituyendo, afortunadamente, al de pas-
toral. Este cambio de lenguaje refleja la historicidad misma de una
Iglesia que toma conciencia de sí misma y de su papel inculturado en
las coordenadas sociales de cada momento histórico, una Iglesia que
reconoce la conveniencia de un esfuerzo para que converjan de nuevo
fe y cultura, en un mundo en el que estos binomios suelen aparecer
divorciados. Tal fue la voz apremiante de Pablo VI en la Evangelii
nuntiandi, que después Juan Pablo II recogió al generalizar el poli-
sémico contenido que, según su enseñanza, implicaba –e implica– la
nueva evangelización.
Por tanto, para un centro educativo, evangelizar es expresar el
mensaje evangélico en términos de la cultura actual y de la de nues-
tros jóvenes y, al mismo tiempo, promover la coherencia plena entre
los ideales evangélicos del centro y su estilo y organización. De ahí la
insistencia en determinados sectores en que la pastoral escolar debe
hacerse a partir del currículo.
Es obvio que un planteamiento así exige que todas las personas y
estructuras del centro asuman la necesidad de vivir con sentido, espe-
ranza y coherencia, teniendo como modelo al Jesús del Evangelio y su
Buena Noticia, y de acuerdo con un proyecto que implica compromi-
sos vivenciales con determinados principios y valores.

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LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

¿Qué añade entonces la actual dimensión evangelizado- Para un centro


ra respecto al clásico colegio cristiano? Añade una motivación educativo,
más centrada en los valores evangélicos, orientada a: evangelizar
a) minimizar el peligro de disgregación y yuxtaposición de fun- es expresar
ciones, y de dejar la dimensión evangelizadora reducida a la el mensaje
acción de un departamento de pastoral; evangélico en
b) evitar las incoherencias entre la identidad proclamada, las es- términos de la
tructuras, normas y estilo directivo vividos y los valores evan- cultura actual y
gélicos; de la de nuestros
c) tomar en serio el cambiante contexto familiar y social, cons-
jóvenes y, al
mismo tiempo,
cientes de que vivimos en una sociedad fracturada.
promover la
Luis González—Carvajal, por su parte, cita cuatro factores que ha-
coherencia plena
cen de la Escuela católica un medio indispensable para la transmisión
entre los ideales
de la fe: es un agente de socialización religiosa, dispone de un plan
evangélicos del
sistemático para educar la fe, es un espacio privilegiado para el diálo-
centro y su estilo
go fe—cultura y ofrece un testimonio colectivo de praxis evangélica3. y organización.
Socialización religiosa, por lo tanto, equivale a transmitir gene-
racionalmente la fe, nos dice el autor. Si los tres grandes agentes de
socialización son la familia, los medios de comunicación y la escuela,
aun siendo verdad que esta última ya no ocupa el papel fundamental
que antes tenía en la formación integral de la persona, a la vista del
momento por el que atraviesan los dos primeros, nos daremos cuenta
de la responsabilidad eclesial en consolidar la escuela como agente de
socialización religiosa. No se trata de reimplantar cruzadas, sino de
tomarse en serio, con apasionamiento y creatividad, el compromiso
que emerge de la fe.

LA EDUCACIÓN, UN MINISTERIO ECLESIAL NECESARIO

Con admirable pluralidad carismática, han sido muchos los hombres


y mujeres que han visto en la educación un modo de aplicar la palabra
liberadora del Evangelio a la construcción de la nueva persona que
hoy la sociedad necesita.
También la Iglesia jerárquica, en abundantes documentos y de-
claraciones, ha refrendado siempre este servicio, reconociendo su im-
portancia y su valor teológico—pastoral. ¡Lástima que no siempre esas
palabras escritas han tenido correlación en el aprecio afectivo y efec-
tivo de algunos Pastores, y que otros particulares intereses nublen el

3. González-Carvajal, L. Evangelizar en un mundo postcristiano, Sal Terrae, Santander,


1993.

EDUCACIÓNHOY 17
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

discernimiento de las prioridades pastorales...! Es sorprendente, por


ejemplo, la negativa reiterada a reconocerle a la educación cristiana
un estatuto de ministerio oficialmente reconocido y aceptado dentro
de la Iglesia.
Sin embargo, su valor en ese sentido sigue poniéndose de mani-
fiesto.

Ante la secularización creciente

La indiferencia actual ante un planteamiento creyente de la existen-


cia es cada vez mayor. En el común de las escuelas, el lenguaje, los
signos y las referencias religiosas son mundos desconocidos, perdi-
dos, en el mejor de los casos, en la memoria trasnochada de los cuen-
tos de la abuela. Ante tan poca halagüeña situación, ya hace unos
años el P. General de la Compañía de Jesús advertía que «aban-
donar el ministerio de la educación equivaldría a abandonar la
evangelización del mundo... un ministerio del que tiene necesidad
la Iglesia de hoy».
Por otro lado, la actual fragmentación de las familias hace que
sean muchos los jóvenes sin «hogar», que llegan a los centros
educativos en circunstancias en las que su identidad necesita ser
confirmada y reconocida, aunque no siempre sean conscientes de
ello. Son los hijos de una generación creciente de padres y madres
secularizados, incapaces ya de transmitir una memoria religiosa
que pueda servir de base al afán pastoral de los colegios. Desde esa
perspectiva, y refiriéndose al caso español, pero valiendo para to-
das nuestras sociedades, afirmaba Javier Elzo: «Sospecho que es-
tamos entrando en la primera generación de jóvenes que no han
sido educados religiosamente en sus propias casas, especialmente
en aquellas familias cuyas madres tienen una educación superior,
trabajan en oficios no manuales fuera de casa y tienen labores de
cierta relevancia»4.

Perentoriedad del mandato de Cristo

Se mantiene la eterna tensión entre una evangelización que llegue a


todos y una Pastoral de grupos. Pero, discurramos como discurramos,
no estamos dispensados de «hacer discípulos a todas las gentes» (Mt
28,19). Ello nos obliga a establecer planes pastorales a dos niveles.

4. Elzo, Javier. «Los jóvenes españoles y la Iglesia: una relación asimétrica»: Sal Terrae
(abril, 1999).

18 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

A) La evangelización fundamental debe partir de una base antro- La evangelización


pológica sólida: valores humanos que favorecen la dimensión evan- fundamental debe
gelizadora y la acción pastoral. Así se planea lo que algunos llaman partir de una base
«pastoral de umbral» o educación antropológica, basada en un primer antropológica
y general nivel de educación en valores humanos iluminados desde sólida: valores
el Evangelio, o sea, una previa evangelización sin la cual la evangeli- humanos que
zación explícita y la educación en la fe quedarían desintegradas y sin favorecen la
cimientos. dimensión
La escuela con y en «misión» está urgida de actualizar, por un evangelizadora y la
lado, todo lo que significa la dimensión humana: equilibrio per-
acción pastoral.
sonal, libertad responsable, convivencia y participación, solidari-
dad y servicio, sensibilidad social, sentido ético de la vida. Pero
por otro lado también debe consolidar ciertos valores ambientales
que pueden operar como caldo de cultivo psicológico y sociológi-
co al surgimiento de la fe: fraternidad, solidaridad, misericordia,
respeto a la persona, libertad, paz, etc.., sin olvidar aquellos otros
que tienen menor vigencia hoy: sacrificio, entrega, constancia,
verdad, fidelidad...
B) Pero también al centro educativo con y en misión le compete
hacer una formación religiosa explícita, promoviendo y cultivando
la adhesión a Jesús, a través de la vida sacramental y oracional, en
comunión eclesial: «No hay evangelización verdadera mientras no
se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el
misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios».
Ello supone un lenguaje, un estilo y el esfuerzo que implica el
ponerse en lugar del otro. Como dijo Pablo VI, «Cristo se ha hecho
contemporáneo de algunos hombres y ha hablado su lenguaje. La
fidelidad a Él requiere que continúe esa contemporaneidad».
Habrá que cuidar el tiempo de la palabra y reflexionar sobre el
acto de comunicación de la fe. Demasiadas veces, inmersos en una
cultura racionalista, hemos reducido la presentación del Evangelio a
una serie de enunciados cuando, ante todo, es fuerza, gracia y vida de
Dios para la salvación del mundo.
Esta evangelización explícita debe ser programada en sus conte-
nidos y mensajes, adecuándolos a los cambios sociales y juveniles y
a las etapas educativas, y concretarse en el respectivo Plan Educati-
vo—Pastoral desde la convicción de que en un plantel cristiano todo
lo educativo debe ser pastoral y todo lo pastoral debe ser pedagógica-
mente educativo.
Además, entendiendo que este anuncio de la fe además de trans-
versal debe ser progresivo, con tiempos y modos adecuados según la
edad de los alumnos, conforme a una acción organizada de activida-
des en aras del conocimiento y vivencia de la fe.

EDUCACIÓNHOY 19
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Urge ofrecer LA ESCUELA, LUGAR PRIVILEGIADO


una educación DE EVANGELIZACIÓN
escolar no solo
académica, Una Escuela católica orientada por un proyecto con clara visión an-
técnica y tropológica e inspirado en el evangelio es sin lugar a dudas un lugar
funcional, privilegiado de evangelización y no de simple «pastoral». Para ella
sino capaz de el compromiso educativo se hace camino de apertura al mensaje de
formar, con Cristo y a su proyecto de humanidad.
clara identidad, El proceso educativo se realiza en el dinamismo de la reciproci-
personas maduras, dad, que cualifica las relaciones al interior de la comunidad escolar:
equilibradas,
crea un ambiente en el que se considera a la vida como una vocación
sanamente
y a la educación como una preciosa oportunidad para que los jóvenes
críticas.
descubran su propio proyecto personal en clave del servicio.
Ciertamente, la realidad con que la educación y la escuela se con-
frontan hoy a diario es compleja, difícil y diferenciada, como acabamos
de reflexionar. Ello evidencia la urgencia de ofrecer una educación
escolar no solo académica, técnica y funcional, sino capaz de formar,
con clara identidad, personas maduras, equilibradas, sanamente crí-
ticas, abiertas a la confrontación y al diálogo, en un horizonte de sig-
nificado donde los valores espirituales, humanos y evangélicos estén
explícitamente presentes y sean maduramente personalizados.
Lo dicho implica asumir, en nuestras escuelas, una propuesta ci-
mentada en un humanismo pleno abierto a la trascendencia, a la re-
lacionalidad y a la reciprocidad, en conformidad con la verdad plena
que sobre el hombre y la mujer nos ha sido revelada en Jesús y que
tiene sus raíces en el misterio trinitario.
Introducir a los jóvenes en la comprensión del modelo bíblico de
persona humana es presentarles el designio de Dios por el cual la
semejanza con Él es una llamada y una tarea: “hacer que emerja al
interior mismo del saber escolar la visión cristiana acerca del mundo,
de la vida, de la cultura y de la historia”5. La atención a la dimensión
humanista y espiritual del saber y de las distintas disciplinas escolares
facilita en los alumnos el encuentro personal con la verdad, abre a la
búsqueda de Dios y a la experiencia de libertad, se vuelve servicio de la
promoción en humanidad de la persona y de la comunidad”6.
Por el contrario, “una fe que no se hace cultura es una fe que no
se acoge en plenitud, que no se piensa íntegramente, que no se vive
fielmente”7. En términos de praxis educativa, resulta evidente la

5. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, La escuela católica en el um-


bral del tercer milenio, 1997, n.º 4
6. Las personas consagradas y su misión en la escuela, nº 35-39
7. Juan Pablo II, Carta de fundación del Consejo Pontificio de la Cultura, 20 de mayo de
1982, AAS74, 1982, 685.

20 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

reciprocidad del binomio: evangelizar educando y educar evan-


gelizando en el que la escuela llamada católica se revela a sí mis-
ma como lugar privilegiado de evangelización al servicio de la nueva
identidad de la persona humana. Ella se construye en el encuentro
personal con Jesucristo y viene a ser su mensajera, testimonio creí-
ble de los grandes valores evangélicos de cara a la edificación de un
mundo nuevo8.
Todo este proceso implica una serie de elementos que son los que
le van dando rostro a una escuela real y sanamente evangelizadora.
Veamos algunos de ellos:

Ambiente propicio

La acción educativo—evangelizadora será obra de una comuni-


dad en la que la recíproca interacción de las personas juega un papel
fundamental; de ahí la importancia de generar un ambiente escolar
que apoye el proceso de fe: los valores no se proponen sino que se
viven. Por eso, la Escuela católica asume la eclesiología de comunión

8. Cf. Juan Pablo II, Mensaje a la OIEC, Brasilia, 15-20 de abril de 2002

EDUCACIÓNHOY 21
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

del Concilio Vaticano II y acoge el desafío pastoral que Juan Pablo II


lanzaba a la Iglesia del III milenio: “Antes de programar iniciativas
concretas es preciso promover una espiritualidad de la comunión,
haciéndola surgir como principio educativo en todos los lugares don-
de se forja al hombre y al cristiano”9.
La escuela que educa evangelizando debe ser un lugar de encuen-
tro y de comunicación que ayuda a experimentar de manera vital los
valores que propone pero también otros que son condición sine qua
non, a los que nos referimos antes (pastoral del umbral).
No basta que el laicado asuma cada vez más responsabilidades.
Transferir competencias está bien. Pero lo más decisivo es —diríamos
utilizando la metáfora ecológica— el ecosistema educativo, el biotopo,
la biocenosis.
Por tanto, el centro educativo en clave de evangelización debe ser
un sistema al servicio de la vida, donde la vida humana muestre sus
mejores posibilidades, donde la crisálida encuentra las mejores con-
diciones para ir poco a poco convirtiéndose en mariposa. Ello implica
una comunidad de vivientes y creyentes en comunión.
Ciertamente, no es fácil suscitar una comunidad educativa así,
que sea, antes que comunidad de fe, un verdadero punto de encuen-
tro humano, espacio para la relación entre todos los que la forman.
No solo profesores o maestros, no solo los titulares y los directivos,
también los administrativos, y los padres de familia, y los alumnos,
están llamados a constituir esa pequeña “ciudad redonda”, que sirve
de biotopo, de contexto vital para que la vida se despliegue sana, o si
está herida o enferma, se cure. A partir de allí puede comenzar a cons-
truirse la comunidad de fe.

Identidad reconocida y confesada

La sana intención de hacernos accesibles a todos quizás nos ha llevado


a dejar un poco en la sombra nuestra identidad cristiana. Como es-
cribiera González—Carvajal hace algunos años, «llevamos ya tiempo
viviendo un cristianismo vergonzoso y acomplejado ... como si tu-
viéramos que hacernos perdonar el hecho de tener fe...»; y compar-
to cuando el mismo autor nos invita a recuperar «aquel atrevimien-
to de los primeros testigos del Resucitado... que les permitía decir
sin arrogancia, pero con toda naturalidad: “No podemos dejar de
hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20)»10.

9. Juan Pablo II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, 2001, nº 43.
10. González-Carvajal, L., op. cit., pp. 133-135.

22 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Es necesario que se vea de nuevo el «alma evangélica» de nuestras Centro educativo


obras educativas. La identidad de un colegio no la da el conjunto de evangelizador
sus actividades, ni siquiera su calidad técnica o de funcionamiento, es, pues, el
sino los porqués, las razones, los motivos, la finalidad y el sentido —lo que se refiere
que llamaríamos la mística que anima su totalidad—, creando un de- últimamente a
terminado modo de ser y de estar, de generar, de impartir y divulgar Jesús y su Buena
ciencia y cultura a partir de un evangelio coherentemente vivido. Es Noticia como
esto lo que define el carácter cristiano del centro no la suma modo de ver
de sus actos o programas piadosos. e interpretar la
Por tanto, tal identidad no puede ser algo accidental ni circunstan-
realidad.
cial, sino determinante y sustancial, aunque se defina más por lo que
quiere ser que por lo que realmente es, más por sus proyectos que por
sus realizaciones, más por sus utopías que por sus realidades.
Centro educativo evangelizador es, pues, el que se refiere última-
mente a Jesús y su Buena Noticia como modo de ver e interpretar la
realidad. Esta identidad supone la continua adaptación del mensaje
evangélico a los signos de los tiempos. La sociedad se ha modificado,
y con ella el maestro y el discípulo y las propias instituciones educa-
tivas.
Toda Identidad, a la hora de la práctica, se sustenta en una opción
educativa y en un modelo. Por eso la Escuela cristiana, como finalidad
educativa irrenunciable, requiere ofrecer un proyecto de centro cohe-
rente, en el que se fundan armónicamente fe, cultura y justicia, en el
que se evite la divergencia entre la pastoral y lo educativo y en el que
se sepa evolucionar desde un proyecto del Departamento de Pastoral
a un proyecto de Centro en clave de evangelización.

Conciencia clara de la vocación-misión carismática

Evangelizar es anunciar al mundo el sentido de todo lo que somos, vi-


vimos y hacemos. No es indiferente conocer la Palabra o no conocerla.
Solo quien la conoce vive con dignidad y tiene los estímulos más subli-
mes para superar todas las dificultades. Evangelizar es, por lo tanto, el
primer deber de la Iglesia. Evangelizar es anunciar a todos una buena
noticia que les compete
A los educadores cristianos también nos ha sido revelada la di-
mensión teológica de nuestra vocación, del agraciamiento carismá-
tico, de nuestra misión. Tenemos conciencia, por eso, de que nuestra
misión no es nuestra, sino que es expresión de la “Missio Dei”, misión
compartida con nuestro mismo Dios. Nos ha sido revelado que todo
ha sido creado en Cristo Jesús, que el Espíritu de Dios llena la Tierra,
que no tenemos nada que no hayamos recibido de Él (1 Cor 4,7) y que
lo que hemos recibido debemos ponerlo al servicio de esa misión.

EDUCACIÓNHOY 23
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Por eso, nos decía Jesús que en el Juicio Final, los hombres y
mujeres de buena voluntad quedarán extrañados ante las palabras
del Señor: “Tuve hambre y ustedes me dieron de comer... sed y me
dieron de beber...”. Sorprendidos, le preguntarán: ¿cuándo te vimos
hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? Él les
responderá: cuando hicieron una de esas cosas a mis pequeños her-
manos, a mí me la hicieron»”. Eso comprenderán los seres humanos,
el sentido del servicio que prestaron: sin saberlo, quizás, sin darse
cuenta, atendieron y ofrecieron su servicio al mismo Señor.
Ahora sabemos que todo lo que hacemos procede de Dios, está com-
prometido con Dios y a Dios llega. Esto tiene su aplicación a la misión
educativa. Dios está implicado en la misión educativa como su protago-
nista principal: el Espíritu de Jesús la lleva adelante y la comparte con
todas aquellas personas que han recibido sus carismas. No importa que
no conozcan o reconozcan ese trasfondo teológico. Podemos, entonces,
vivenciar la misión educativa —con los dones recibidos— para llevarla
a cabo de una manera más consciente, más vital, más esperanzada. Así
como Jesús era consciente de la obra que llevaba entre manos, así el
cristiano es misionero desde esta convicción: que es enviado por Dios
para realizar la obra de Dios, la misión de Dios.
Por eso, las motivaciones por las cuales hagamos las cosas son tan
importantes. Cuando conocemos el porqué y el para qué de lo que
hacemos entonces actuamos mucho mejor.
Hay, por lo tanto, en la misión “cristiana” un nivel de concien-
cia y revelación que es particularmente importante. Nosotros no

24 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

deberíamos hablar, como solemos hacerlo: ¡este es mi trabajo!, ¡esta Una persona o
es mi tarea!, ¡este es mi destino! No, no son nuestros. Somos misio- una comunidad
neros de Dios en las obras que realizamos. Sabemos que estamos co- con conciencia
laborando en su Proyecto. Que para eso hemos sido llamados y para de misión
eso estamos en la escuela. El proyecto de Dios no puede prorrogarse nunca se siente
indefinidamente. La misión como conciencia de revelación es impa- autosuficiente;
ciente, apasionada. Conoce las claves del pasado, del presente, del se sabe humilde
futuro. Pero este conocimiento o conciencia no se da de una vez para mediadora, que
siempre. Es preciso vivir en profunda contemplación de Dios y de su comparte con
Misterio que poco a poco nos va revelando el sentido. Por eso, solo
muchas otras el
servicio al Reino
una comunidad celebrativa, en contemplación, es agraciada con los
de Dios.
carismas esenciales para realizar la misión según la voluntad de Dios.
Cada grupo en la Iglesia participa en la misión del mundo y de
la Iglesia de una forma del todo particular. El Espíritu Santo actúa
a través de personas y comunidades concretas beneficiadas con los
carismas. Por eso, es tan importante mantenernos en búsqueda per-
manente para tratar de discernir hacia dónde y cómo nos quiere llevar
el Espíritu, en nuestro propio servicio de la misión educativa. Ese dis-
cernimiento acontece en la contemplación de la realidad, en la medi-
tación de la Palabra de Dios y en la mirada atenta a los movimientos
del Espíritu en la historia humana.
Una persona o una comunidad con conciencia de misión nunca
se siente autosuficiente; se sabe humilde mediadora, que comparte
con muchas otras el servicio al Reino de Dios. Como Juan el Bautista,
el auténtico misionero está dispuesto a decrecer, para que la misión
compartida crezca.
Esta es la “piedra angular” sobre la que se construye la Escuela ca-
tólica: una concepción abierta de la Misión educativa que no renuncia
a sus aspectos más teológicos y fundamentales, pero tampoco renun-
cia a ver cómo Dios realiza la misión de las formas más insospechadas
y emplea las energías humanas para abrirnos caminos, que no son
nuestros sino de él.
A partir de ahí debe definir su Proyecto Educativo: salvaguardan-
do siempre la prioridad de la persona11 (que vale más que el tem-
plo y que la ley, según Jesús), cualificando las opciones concretas, a

11. “La cultura, recuerda el Papa, debe ser a la medida del ser humano... El humanismo
que auguramos propugna una visión de la sociedad centrada en la persona humana
y sus derechos inalienables, en los valores de la justicia y de la paz, en una correcta
relación entre personas, sociedad y Estado, en la lógica de solidaridad y subsidiarie-
dad. Se trata de un humanismo capaz de infundir alma al propio progreso económi-
co, para que esté encaminado a la promoción de todo hombre y de todo el hombre
(Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el encuentro mundial de docentes
universitarios, Roma 9 de setiembre del 2000, n.o 3, 6 (citado en Las personas con-
sagradas y su misión en la escuela, n.o 60).

EDUCACIÓNHOY 25
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

La Escuela partir de la orientación general de la escuela. Su propuesta formativa


cristiana debe orientarse a subrayar la individualidad y la necesidad de vida
conseguirá sus que tiene todo ser humano, a valorar su historia personal y familiar,
metas cuando sus intereses, sus actitudes, la exigencia de acompañamiento que re-
tenga en quiere para responsabilizarse de su propia formación integral al tiem-
cuenta que es po que colabora con la de sus compañeros12.
la comunidad
educativa entera la Misión compartida
que es necesaria
para conseguir Está quedando superada la visión de la Escuela católica en la que,
sus fines
por un lado, las primeras y últimas responsables eran las comuni-
evangelizadores.
dades religiosas (y, en su caso, la entidad titular del centro cris-
tiano correspondiente), y los demás miembros de la comunidad
educativa apenas contaban. A lo sumo completaban aquellas tareas
a las que no podía llegar la comunidad religiosa de la institución
escolar. Digo que está quedando superada, porque lamentable-
mente aún quedan escuelas católicas que continúan con aquellos
planteamientos.
No se trata de hacer una justificación o, en su caso, detallar la
evolución que se está dando en los centros educativos católicos. Me
limitaré a dar por supuestos todos estos procesos y a afirmar que la
Escuela católica, como mediación de la Iglesia para evangelizar, ne-
cesita de todos los miembros de la comunidad educativa para llevar
adelante su misión. Así lo han venido sosteniendo todos documentos
recientes de la Congregación para la Educación Católica.
Por una parte, no podemos olvidar que sobre nuestro laicado re-
cae el 99,88%, una tarea muchísimo mayor en el ámbito educativo. El
laicado seglar, consciente cada vez más de su vocación y misión, está
dando un rostro nuevo e innovador a la misión educativa de la Iglesia.
Las funciones no solo docentes, sino también administrativas y direc-
tivas van pasando a sus manos.
Pero no se trata de algo meramente coyuntural. En el trasfondo de
este planteamiento se encuentra el mismo Vaticano II, cuando en la
declaración «Gravissimum Educationis» planteaba el cambio decisi-
vo en la historia de la Escuela católica: el paso de la escuela—institu-
ción al de escuela—comunidad.
Este último aspecto es muy importante porque está muy claro ya
que la Escuela cristiana conseguirá sus metas cuando tenga en cuenta
que es la comunidad educativa entera la que es necesaria para conse-
guir sus fines evangelizadores.

12. Cf. Las personas consagradas y su misión en la escuela, n.º 61

26 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

En la comunidad educativa se encuentran los religiosos/religio-


sas, los seglares y quizás también sacerdotes. Todos juntos con un
proyecto educativo común y cada cual en su tarea específica, conse-
guirán que la Escuela católica sea un eficiente instrumento de educa-
ción evangelizadora.
De ahí el relativamente recién acuñado término «misión compar-
tida»: una misión (evangelizar) compartida (corresponsabilidad de
todos). A ella ha dedicado la Congregación Vaticana para la educación
uno de sus últimos documentos (2007) que vale la pena releer y re-
pasar: «Educar juntos en la Escuela católica».

Comunidad educativa creyente

Los diversos documentos del magisterio eclesial sobre el tema educa-


tivo insisten en este elemento. Se repite la idea del título que hemos
puesto a este apartado. Así, por ejemplo: «La dimensión comunitaria
de la Escuela católica viene exigida no solo por la naturaleza del hom-
bre y la del proceso educativo, como ocurre en las demás escuelas,
sino por la naturaleza misma de la fe» (EC 54). «La comunidad es-
colar en su conjunto, con diversidad de funciones, pero con idénticos
fines, posee las características de la comunidad cristiana, si es lugar
impregnado de caridad» (DRE 32).
Sin duda queda mucho camino por recorrer, pues aunque todos
estemos muy familiarizados con lo de la comunidad educativa –al
fin y al cabo es un concepto común a todas las escuelas—, hay que
seguir profundizando en las implicaciones y alcance que en una
escuela católica tiene la constitución de una verdadera comunidad
cristiana.
Para empezar, la comunidad educativa en una Escuela católica
es la referencia última del proceso educativo en la fe, ya que la for-
mación educativa de esta corresponde a una comunidad cristiana,
situada bien en el propio centro, bien en la parroquia de la que
dependa.
En otras palabras, no se puede dar una verdadera y auténtica edu-
cación cristiana si no es desde el seno de una comunidad cristiana:
«La fe se asimila, sobre todo, a través del contacto con personas que
viven cotidianamente la realidad: la fe cristiana nace y crece en el seno
de una comunidad». (EC 53). Esto es así desde los inicios del cristia-
nismo (cfr. Hechos de los Apóstoles). Fuera de la comunidad cristia-
na, no se entiende y, además, no es posible la iniciación cristiana y por
ende, en nuestro caso, la educación en la fe.

EDUCACIÓNHOY 27
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

El sentido de Por consiguiente, la existencia de una comunidad cristiana en


la inclusión toda escuela católica es prioritaria, necesaria e imprescindible.
evangélica
requiere proyectar Opción por los pobres coherente
a partir de
los últimos, Otra dimensión que subraya el documento ya mencionado13 es el
destinándoles compartir solidario con los pobres en la óptica de la no—exclu-
los mejores sión, un tema ya de por sí crucial para toda la iglesia latinoamericana
recursos, y pide y que, por lo tanto, no puede seguir siendo ignorado o manipulado por
que la misma la Escuela católica. La opción preferencial por los pobres pide profun-
obra educativa
dos cambios en el modo mismo de plantear el currículo escolar, para
esté planteada
que no resulte funcional a los estratos sociales más favorecidos, y para
en función de los
que en la relación educativa no persiga lógicas de excelencia y de su-
últimos.
perioridad, sino de servicio.
El sentido de la inclusión evangélica requiere proyectar a partir
de los últimos, destinándoles los mejores recursos, y pide que la mis-
ma obra educativa esté planteada en función de los últimos. Para este
fin es importante cuidar los criterios de selección de los alumnos, de
modo que tales criterios estén de acuerdo con el Evangelio; organizar
las asignaturas para que estén al servicio de la vida y del crecimiento
integral de las personas; lograr que el perfil de profesionalidad previs-
to para los alumnos se consiga realmente para todos: mayor cultura
es también mayor oportunidad de tener voz, de promover el propio
desarrollo.
Es importante además evaluar qué comportamientos son los que
efectivamente resultan favorecidos en la escuela con la enseñanza y las
relaciones interpersonales que se establecen: la competencia, el pres-
tigio, la excelencia, o más bien la solidaridad, el cuidado, la acogida, el
respeto. La escucha de los pobres conduce también a comprometerse
en la defensa de los derechos de los sectores habitualmente discrimi-
nados y a unir el ámbito de la educación no formal con el formal.
La Escuela católica puede y debe transformarse en una oportu-
nidad para colaborar y poner en marcha una nueva orientación, no
solo no excluyendo a los pobres, sino educando a todos los alumnos
en los derechos humanos fundamentales y promoviéndolos con todos
los medios legítimos desde la conciencia de que los derechos de Dios
son los derechos de la persona humana y los derechos de esta son los
de Dios14.

13. Cf. Las personas consagradas y su misión en la escuela, n.º 69-76.


14. Cf. Instrumento de Trabajo del Sínodo de Obispos (2.ª Asamblea especial para Euro-
pa, 1999) n.º 75.NOTAS

28 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

CÓMO EVANGELIZAR EN LA ESCUELA

En su tarea evangelizadora, la Iglesia se ha servido, a lo largo de su


historia, de algunas mediaciones que le facilitan su misión. Y, como
lo hemos venido afirmando, la Escuela católica constituye una de esas
mediaciones, sin duda una de las más determinantes hoy. Pero ¿cómo
hacer, en concreto, de cualquier escuela cristiana un lugar de real
evangelización? He aquí una cuestión que seguramente nos hemos
venido haciendo desde el principio de este curso.
También lo hemos dicho, la Escuela cristiana debe asumir, por
sus propios naturaleza y fin, una determinada acción evangélica en la
perspectiva de la “Missio Dei”: desde una comunidad cristiana y des-
de la perspectiva de la misión compartida, con un proyecto educativo
basado en el Evangelio que genere, clarifique y fortalezca la opción de
fe, favorezca el diálogo entre la fe y la cultura y sirva de plataforma a
la promoción humana y al desarrollo social.
A tal fin, la tarea educativa cristiana (evangelizadora) distingue
dos ámbitos pastorales interrelacionados y complementarios entre sí:
a) La pastoral académica, que se desarrolla durante el tiempo
académico y está dirigida a todo el mundo.

EDUCACIÓNHOY 29
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

b) La pastoral extraacadémica, que se desarrolla fuera del tiempo


académico y en la que participan personas que libremente es-
tén interesadas.
Pero esto es irrealizable a menos que en ello participen todos los
que podemos llamar agentes de la Misión educativo—evangelizado-
ra. Cada educador y cada miembro de la comunidad educativa cristia-
na, desde su carisma peculiar, debe sentirse y ser sujeto activo de la
educación evangelizadora. Nadie es indispensable pero todos somos
necesarios y nadie tiene la exclusiva. Afortunadamente hoy, gracias a
los avances eclesiológicos, se abren perspectivas mucho más hondas
de Iglesia en comunión y en misión.
Caben, por lo menos, cuatro instancias evangelizadoras de espe-
cial relevancia:

El equipo directivo: el desarrollo del proceso educativo integral de-


pende más del liderazgo del equipo directivo que de los encargados de
la Pastoral, cuya función es definida solo desde el papel de mediadores.
Al equipo directivo corresponde dar sentido a toda la acción educati-
va—pastoral y ser correa de transmisión entre los diversos estamen-
tos, venciendo la tentación de dejarse desbordar por la vorágine de una
compleja gestión que termine imponiéndose sobre la misión apostólica.

El profesorado: aún respetando la libertad y el compromiso de


cada docente, un centro evangelizador aspira a crear un clima den-
tro del cuerpo docente—administrativo (todos son educadores de
una forma u otra) que promueva la reflexión sobre la propia vocación
educadora desde perspectivas de fe, encamine las inquietudes pasto-
rales y potencie la disponibilidad, más allá de los límites meramente
profesionales. Con docentes mercenarios o simplemente asalariados
se hace muy difícil, por no decir que imposible, lograr una verdadera
pastoral evangelizadora. El educador vocacionado entiende como mi-
sión su función docente y se esfuerza por concretarla en cada campo o
asignatura, concibiendo su rol de manera nueva: ayuda a buscar cono-
cimientos sin imponerlos, guía las mentes sin moldearlas, facilita una
relación progresiva del alumno con la verdad y, desde su propio tes-
timonio creyente, promueve un encuentro vital con Dios. Sin olvidar
su pertenencia a una comunidad educativa en la que, como dijimos
antes, se comparten valores, objetivos y preocupaciones comunes, y
en la que se vive la educación evangelizadora como una aventura co-
lectiva sostenida sobre los pilares de la Misión.

La familia: obviamente, puesto que se trata de evangelizar a sujetos


que son miembros de una familia, escuela fundamental de todo ser

30 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

humano, es menester contar con el apoyo incondicional y maduro de La problemática


toda la familia, especialmente de los padres. Si no es así, si los padres de la sociedad no
mantienen actitudes de indiferencia, apatía, rechazo, e incluso aver- se arregla solo con
sión a lo religioso, el crecimiento en la fe será un vano intento. De ahí buena voluntad
el que previamente a una pastoral educativa deba pensarse en una ni con ensueños,
pastoral familiar que ayude a los padres de familia a tomar en serio su sino que exige
propia responsabilidad frente a la educación integral de sus hijos, la gente bien
cual incluye por supuesto alguna formación creyente. Tarea nada fácil equipada y forjada
pero premiosa y necesaria.
en la disciplina y el
estudio.
El coordinador y la Comisión de Evangelización/Pastoral.
La concepción de un colegio en clave de pastoral no impide el refor-
zamiento de sus estructuras pastorales, aunque la tarea incumbe a to-
dos, no todos pueden ni deben desempeñar las mismas funciones. Por
sentido de eficacia se impone una organización mínima. El nombre
poco importa: «Coordinador de Pastoral» o «Delegado de Evangeli-
zación del Centro», «Comisión de Evangelización» o «Pastoral»...: lo
sustantivo es que asuma su función con sentido de delegación, no de
responsabilidad última. Su papel, como dijimos antes, es el de media-
dor que, por una parte, hace de puente e integra la dimensión evan-
gelizadora con las demás dimensiones educativas y, por otra, ofrece
medios para lograr esa integración. Le(s) corresponde programar y
evaluar la transversalidad pastoral del entro y recoger los atisbos pro-
féticos y críticos que, surgidos desde cualquier estamento de la comu-
nidad educativa, llamen la atención sobre el peligro de parálisis o des-
vío al que cualquier gran institución se encuentra siempre expuesta.

Algunas prioridades

Todo centro que quiera evangelizar educando debe preocuparse cons-


tantemente por:
• Formar gente profesionalmente competente, frente a la actual
cultura de la mediocridad, a nivel del personal y de los alum-
nos. La problemática de la sociedad no se arregla solo con bue-
na voluntad ni con ensueños, sino que exige gente bien equipa-
da y forjada en la disciplina y el estudio.
• Actualizar constantemente la dimensión humana de la forma-
ción: equilibrio personal, libertad responsable, convivencia y par-
ticipación, servicio, sensibilidad social, sentido ético de la vida...
• Valorar y atender todo el mundo escolar y extracurricular (de-
portivo y de actividades de ocio y tiempo libre) dada su inne-
gable incidencia en la vida de la juventud. La educación va más
allá del aula.

EDUCACIÓNHOY 31
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Desarrollar • Animar a toda la comunidad educativa a hacer un camino de


una auténtica interiorización y personalización de la fe, proponiendo expe-
formación social y riencias vitales que desemboquen en acciones transformado-
en la justicia que ras de la realidad.
lleve a los jóvenes • Optar decididamente por la participación de los laicos en las
y a sus familias a tareas evangelizadoras.
la comprensión • Admitir y potenciar la presencia y participación activa de los
personal de la padres y madres.
unidad fe-justicia • Asumir las exigencias seculares y salvaguardar la coherencia
y a opciones en todos los aspectos: legales, técnicos, económicos, profesio-
prácticas de
nales, pedagógicos...
solidaridad,
• Revisar y evaluar continuamente su calidad educativa y evan-
voluntariado y
gelizadora para determinar adónde se quiere ir, corregir erro-
servicio.
res, establecer prioridades...
• Hacerse reconocer, en definitiva, por:
– un proyecto educativo que atienda, en todas sus dimensio-
nes, a los valores y contravalores previos a la evangelización
explícita y que, a su vez, posibilite los medios precisos para una
libre y adulta expresión de la fe;
– un estilo y ambiente de trabajo en equipo, en clima de diálo-
go y desde una responsabilidad compartida;
– una incesante preocupación por la formación permanente
del personal educativo, de los padres y madres de familia y, en
especial, de los agentes de pastoral, en una actualizada teolo-
gía y metodología pedagógica y catequética.

Algunas claves a acentuar

Se trata solo de sugerencias, abiertas a las vicisitudes de cada situación


social y eclesial. Con todo, me atrevo a afirmar que ninguna de estas cla-
ves debería hoy ser desatendida. Está en juego la credibilidad del mi-
nisterio eclesial de la educación al servicio de la fe y de la justicia y su
contribución real a la inclusión de toda persona y de todo pueblo en la
fraterna globalización de un Reino desolado por el «todavía no», pero que
no desconfía ni pierde de vista el horizonte del «ya sí»:
• Apostar siempre por el fondo utópico de la educación, tal
como afirmaba E. Mounier: «Educar es despertar a un ser
humano, ayudarle a ser él mismo, a construir su personali-
dad y a encauzar su vocación en el mundo», con una pers-
pectiva crítica que le capacite para el análisis de la realidad,
acercándose a lo concreto desde una visión global del mundo.
• Crear condiciones de posibilidad para educar en la trascen-
dencia y en la experiencia personal interior, mística, que

32 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

lleve a intuir que todo está habitado amorosamente por Dios Mantener viva la
y por lo tanto todo es gracia. A partir de ahí el alumno en- preocupación por
tenderá mejor ciertas posturas hoy contraculturales como los alumnos más
la gratuidad, la misericordia, la libertad que hace justicia al necesitados, más
débil, la responsabilidad definida como apertura generosa desestructurados
al otro... por situaciones
• Esforzarse por fraguar una Escuela Evangelizadora motiva- familiares, más
da por una vivencia de Dios que exige decirse, anunciarse, limitados por
proclamarse (Hch 4,20: «no podemos dejar de hablar de lo carencias físicas
que hemos visto y oído») y en la que brote, espontánea y li-
o psíquicas, más
en desventaja por
bre, la transmisión de nuestra razón de ser, que no es otra
motivos étnicos,
que la fe el Señor (Flp 1,21: «para mí la vida es Cristo»).
culturales, y
• Desarrollar una auténtica formación social y en la justicia que
económicos.
lleve a los jóvenes y a sus familias a la comprensión personal
de la unidad fe—justicia y a opciones prácticas de solidaridad,
voluntariado y servicio en tiempos como los actuales de com-
petitividad, individualismo y la indiferencia ante el prójimo.
• Mantener viva la preocupación por los alumnos más necesi-
tados, más desestructurados por situaciones familiares, más
limitados por carencias físicas o psíquicas, más en desventaja
por motivos étnicos, culturales, económicos... y que son me-
recedores de una especial solicitud. En consecuencia, luchar
por desterrar la imagen generalizada de una Escuela cristiana
que no está abierta a los débiles, los inadaptados, los exclui-
dos y que no es receptiva al diálogo con las culturas emergen-
tes.
• Hacer de la atención a la diversidad un distintivo que identi-
fique su acción educativa, de modo que su justificado interés
por la calidad y excelencia no la convierta en una escuela de
élites, en la que se subrayan los éxitos de los triunfadores y
se oculta a las víctimas de un proceso educativo pensado solo
para los mejores.
• Fomentar nuevas formas de relación entre las distintas ins-
tituciones religiosas, incluida la Iglesia local y diocesana,
para encarar los crecientes desafíos de la educación en la fe,
evadiendo particularismos cerrados y excluyentes.
• Finalmente, y con sentido práctico, cuestionarse y responder
adecuadamente sobre las repercusiones que supone la dina-
mización de la Escuela en clave de pastoral en cuanto a la
jerarquización de las prioridades, al organigrama, a la plani-
ficación de actividades, a la preparación del calendario, a la
política de formación del personal docente y no docente, al
régimen económico, a la implicación con las familias, etc.

EDUCACIÓNHOY 33
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Parece evidente ALGUNAS LÍNEAS DE ACCIÓN


que nuestro
proyecto Parece evidente que nuestro proyecto educativo, como seguidores y
educativo, como seguidoras de Jesús, busca preparar y acompañar a los miembros de
seguidores y la comunidad educativa en su camino de seguimiento a Cristo, cons-
seguidoras de tructor del Reino del Padre.
Jesús, busca Es así como hemos descubierto que las fronteras del Reino de Dios
preparar y están mucho más allá de los límites de la Iglesia. Por eso, no cerra-
acompañar a los mos nuestras puertas a quienes vienen de otras confesiones u otras
miembros de religiones, o incluso a quienes no tienen creencias. No pretendemos
la comunidad
cerrarnos ni encerrarnos en un centro docente de estricta confesio-
educativa en
nalidad religiosa, cristiana o católica. Porque reconocemos que la Es-
su camino de
cuela católica es “católica” precisamente porque está “abierta al todo y
seguimiento a
a todos”. No hay nada más católico que la pasión por el “todo”. Como
Cristo, constructor
decía Gregory Bateson, en su libro “Steps to an Ecology of Mind”,
del Reino del
Padre. “¡solo la totalidad es sagrada!”.
Desde esta perspectiva podemos esbozar algunas básicas líneas de
acción de cara al futuro de una Escuela católica ministerial y evange-
lizadora.

Recuperar el entusiasmo y la capacidad


creadora e innovadora

Ante la misión educativa es tiempo ya de cambiar de chip. En lugar


de seguir lamentándonos de la complejidad y problemática que hoy
entraña la tarea educadora, deberíamos regresar a las fuentes de
entusiasmo que nos hagan descubrir y gustar la belleza y la fuerza
innovadora de una tarea tan decisiva en tiempos de mutación y cambio.
La Escuela —afirmaba E. Bloch— «es un laboratorio de la posible salva-
ción del mundo». Tenemos en ella la posibilidad de ensayar la ciudada-
nía, con alma de evangelio, que soñamos para toda la sociedad.
Necesitamos re—enamoramos de la misión educadora, unién-
dola a la pasión misionera. Solo así las dificultades no serán mag-
nificadas y los obstáculos serán nuevos estímulos. Hay que elevar
nuestra moral y servirnos de los espacios y recursos que la actua-
lidad social, científica y tecnológica nos ofrece. Aunque la realiza-
ción de la misión no sea fácil, no debemos olvidar que su último
y gran responsable es Dios mismo, sumergidos como estamos en
el tiempo de la Misión del Espíritu. Este hará que la voluntad del
Padre se cumpla.
En resumen, necesitamos mucha más fe en la viabilidad y necesi-
dad de esta tarea que realizamos como parte de la misión salvadora de
nuestro Dios, fiel siempre a su Alianza con la humanidad.

34 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Dar verdadero testimonio

Una escuela así se convierte para nosotros en un espacio de testimo-


nio vital: “Uds. serán mis testigos hasta los confines de la Tierra”.
El testigo transmite, aun sin quererlo, lo que ha visto, oído, toca-
do, experimentado sobre el Verbo de la Vida. Y en la escuela, donde
la vida humana bulle de forma tan exuberante —vida infantil, ado-
lescente, juvenil—, nosotros hemos de ser testigos de la vida. Como
Jesús, debemos invitar a nuestros alumnos a entrar en la vida. O sea, a
experimentar la vida, vida abundante, vida que no se acaba y que tiene
siempre promesa de resurrección.

Centrarse en los valores

Los valores seducen al ser humano. Producen un efecto “llamada”.


Son vocacionales. Jesús seducía al pueblo, porque proponía y vivía
valores cuyo atractivo era irresistible. Los valores se encarnan en per-
sonas, en historias humanas, en relatos que impresionan y no dejan
indiferente.
La escuela tiene la oportunidad de abrir a la infancia, a la juventud,
el gran inventario de valores que habitan la humanidad, la naturaleza,
y el mundo del espíritu. Y, obviamente, a los valores del evangelio.
Quienes introducen a sus alumnos en el mundo de los valores son,
muchas veces sin saberlo, quienes los ponen en el camino hacia el
Misterio. En los valores se irradia el rostro de Dios y de su Reino.
Nuestros centros educativos deben ser ámbitos que estimulen la
capacidad de percepción y de sensibilidad ante los valores. Ese es el
modo de educar al ser humano.
En medio de la actual crisis ética que vive el mundo, el cuadro de
valores y referencias de sentido ofrecido por la Iglesia debe estimula-
mos a encontrar los nuevos caminos del Espíritu. Hay que superar la
pereza institucional y dejarse llevar por el Espíritu que actúa en nues-
tro tiempo. Las crisis pueden convertirse en nuevas oportunidades, en
espacios para la innovación. El caos puede ser el punto de partida de
una re—creación.
Es necesario que entendamos a nuestra sociedad y todo aquello
que le está pasando, con mirada de sabiduría. El mundo no está deja-
do de la mano de Dios, porque nuestro Dios mantiene su Alianza. Por
alguna parte Él estará actuando, el Espíritu estará dando soluciones a
los nuevos problemas, haciendo descubrir valores donde otros pare-
cen estar en ocaso.
Lo importante y decisivo no es transmitir normas morales sino
seducir a los alumnos con los valores de tal modo que el arte de vivir

EDUCACIÓNHOY 35
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

les convierta en personas cuyo corazón está habitado por la fuente de


los valores, Dios. No se trata de “indoctrinar” con la verdad, sino de
poner en la mente y en el espíritu de cada alumno la semilla de Dios,
la curiosidad por la mística y la espiritualidad.
Pero teniendo en cuenta que lo que en otro tiempo parecía va-
lioso, hoy pierde su fuerza. Emergen nuevos valores que fascinan
y seducen. No podemos difuminar los valores científicos, o depor-
tivos, o artísticos, para privilegiar valores religiosos o éticos. Lo
mejor es presentar el mapa completo, de modo que el aprecio por
todos ellos nos lleve a esa escala personal de valores que se traduz-
ca en vocación vital. Una vida tiene sentido cuando uno encuentra
valores por lo que entregarla. A ello ha de tender la institución edu-
cativa cristiana.
Además, propio de la fe cristiana es creer en la verdad de todos los
valores y ofrecer unas claves para integrados todos. Por eso, la misión
educativa de la Iglesia se entiende cada vez más como diálogo, incul-
turación, encarnación, inserción. Pero Jesús nos ofreció “una bitácora
para navegantes”, un esquema de vida, un sistema de valores sobre los
cuales construir nuestra vida. Tarea de la Escuela cristiana es propo-
ner clara y coherentemente ese sistema.

Pasar eficazmente de la
«Visión» institucional a la «Misión»

Dentro de la oferta peculiar de un centro educativo de la Iglesia, lo pri-


mero que se debe proponer es un sistema de interpretación de la vida,
una “propuesta de sentido”. Tenemos derecho a pedirle que, ante
todo, tenga una visión y que después la plasme en sus programas, en
sus iniciativas educadoras: misión.
Esto que parece obvio, no es nada fácil. Y mucho menos en nuestro
tiempo, caracterizado por su cambio de paradigmas y sus mutaciones
antropológicas.
Tener visión no es lo mismo que tener ideales, que proponer
objetivos sublimes. Propio de la visión es intuir por dónde irán las
cosas, hacer una maqueta del futuro que debe ser construido, descu-
brir cómo hacer realidad los sueños sin dejarlos como meras compen-
saciones a nuestra imposible ansiedad. Tener visión no es propio de
cualquiera, sino de los visionarios, de aquellos a quienes les ha sido
concedido “ver” y esbozar el futuro.
Esto es muy importante dentro del ámbito educativo. Porque solo
esa visión dará fundamento y razón de ser a la misión educativa.
Los guías ciegos solo llevan al abismo y al caos, o a lo sumo hacen
emprender un viaje a ninguna parte.

36 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Desde esta perspectiva la gran cuestión práctica e institucional es Es necesario que


triple, al menos: entendamos a
1) ¿quiénes son los agraciados con la visión y cómo la describen y nuestra sociedad
transmiten?; y todo aquello que
2) ¿cómo plasmar la visión en un conjunto de valores sistematiza- le está pasando,
dos que sirvan de base a toda la comunidad educativa y que expresen con mirada de
su identidad?; sabiduría. El
3) ¿cómo convertir la visión en un conjunto de convicciones pro- mundo no está
fundas y fundamentales, que sean asumidas por todos y cada uno de dejado de la
los miembros de la comunidad educativo—pastoral?
mano de Dios,
porque nuestro
Los valores servirán siempre de punto de referencia, de elemento
Dios mantiene su
vertebrador, de guía y brújula en la navegación, en el itinerario vital
Alianza.
de la misión. Las opciones educativas, las iniciativas que surjan, ten-
drán siempre esos valores como puntos de referencia, como eje verte-
brador, como marco de referencia.
Por tanto, la “visión” no debe convertirse únicamente en un re-
curso retórico. Solo desde la visión pueden detectarse adecuadamente
los valores, los referentes y los elementos vertebradores del proceso
educativo.

Asumir la cultura actual desde perspectivas salvadoras

La cultura actual se distancia cada vez más del Evangelio. La ruptura en-
tre ambos «es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo», decía Juan
Pablo II. Hace falta, conforme a lo que denominamos «evangelización de
la cultura», inculturar la fe, evangelizar la cultura, saludar todo lo que ella
encierra de positivo y humanizador pero denunciando sus falsos valores.
Para que se pueda dar el diálogo entre la fe y la cultura se precisan
que ambas se encuentren en algún lugar. En este sentido, nuestros
centros educativos están llamados a ser lugares privilegiados para ese
encuentro, laboratorios donde se ensaye la síntesis de la fe cristiana
con la cultura de hoy. Y esto como finalidad educativa irrenunciable,
puesto que el compromiso por la justicia solo resulta eficaz cuando
comporta la transformación de la cultura.
En esta dimensión, a la Escuela Evangelizadora, identificada
con un talante liberador de toda persona y de toda la persona, se le
pide que:
• sea plataforma de cercanía y diálogo entre la fe cristiana y los
puntos nucleares de las culturas contemporáneas, convencidos
de que nuestra identidad creyente y sus valores educativos si-
guen siendo una palabra válida y necesaria;
• sea pregunta creativa sobre cómo educar en el contexto de
una nueva cultura, con todos sus aspectos positivos y sus

EDUCACIÓNHOY 37
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

Los valores perplejidades, y cómo educar en valores en un mundo que


servirán siempre parece haber perdido coordenadas fijas...;
de punto de • sea consecuente con lo que significa para la vida y la progra-
referencia, mación de cada centro, una opción en la que, por una parte,
de elemento se aprecian las características y problemas más acuciantes
vertebrador, de del lugar en que se vive y, por otra, se acogen los rasgos dis-
guía y brújula en la tintivos de otras civilizaciones cada vez más presentes entre
navegación, en el nosotros.
itinerario vital de la
misión.
CONCLUSIÓN

Al concluir este tema, podemos descubrir con más claridad la perti-


nencia de aquellas palabras de la Carta a los Efesios: “Así pues, ya us-
tedes no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos
y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y
profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edifi-
cación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor,
en quien también ustedes están siendo juntamente edificados, hasta
ser morada de Dios en el Espíritu”. (Ef 2,19—22).
Este templo santo, esta morada de Dios en el Espíritu, no es solo
la Iglesia. Ella no es sino una microrrealización de ese sueño, un “sa-
cramento del mundo”, como afirmó el Vaticano II. El verdadero tem-
plo santo, la morada de Dios, es la humanidad, entera, esa la nueva
ciudad que se está construyendo. Es la ciudad de la justicia, la paz y
el cuidado de la Creación. Es la ciudad de las interrelaciones, de la co-
munión de los diferentes, del diálogo y la reconciliación. Es la ciudad
del amor, donde los corazones aprenden el arte de amar.
Y para ayudarla a construir hay esparcidos por ahí esos pequeños
“laboratorios de la posible salvación del mundo” que llamamos escue-
las, donde esa nueva ciudad debe irse construyendo ladrillo a ladrillo,
día a día. Es allí donde el ser humano es —debe ser iniciado— en el
arte de experimentar, buscar y abrirse al todo. Bien cultivadas ellas
auguran una hermosa primavera para el reino del Padre. Porque esa
primavera hay que irla sembrando en esas sementeras del futuro que
Dios quiere: para lograrlo es urgente y necesario que ellas se reconoz-
can y organicen como escuelas que evangelizan educando y educan
evangelizando.

38 EDUCACIÓNHOY
LA EDUCACIÓN COMO MISIÓN Y MINISTERIO ECLESIAL

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EDUCACIÓNHOY 39
EL CENTRO EDUCATIVO
EN CLAVE DE PASTORAL

QUÉ ES UNA ESCUELA EN CLAVE DE PASTORAL

Podemos afirmar que la Escuela católica se define y se caracteriza


como cristiana por su concepción evangélica de la realidad y por su
referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con la intención de
arraigarlo en la conciencia y en la vida de los educandos (Cf EC 9, 33).
Este es el punto de partida de una escuela en clave de pastoral.
Por eso, a lo largo del presente curso, hemos señalado que la pas-
toral educativa –como cualquier otra– debe partir de un serio dis-
cernimiento de los signos de los tiempos. Lo cual implica tener un
convencimiento creyente acerca de la palabra de Dios viva en estos
tiempos. Ese ha de ser el punto de partida de la «escuela en clave de
pastoral».
Entendemos por tal aquella en la que lo pastoral no está circuns-
crito a un departamento que funciona en paralelo con lo educativo,
sino donde se vive, se trabaja, se educa y se enseña en un ambiente
integral, holístico, de evangelización y misión.
En un centro con estos planteamientos no hay en él manipulacio-
nes seudoespirituales de lo específicamente escolar. Un centro en cla-
ve de pastoral sigue siendo fundamentalmente un centro escolar cuya
tarea es educar. No es ni un seminario, ni un convento, ni una escuela
de catequesis, ni una sucursal de la comunidad parroquial. Es una

40 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

escuela. Pero todo lo que en ella se hace lleva un espíritu, un sello Podemos afirmar
pastoral. La enseñanza de la matemática, por ejemplo, es la misma que la Escuela
en una escuela en clave de pastoral y en una escuela laica, pero el es- católica se define
píritu con que se enseña, el talante con el que se vive la educación, es y se caracteriza
distinto. como cristiana por
Hay, por supuesto, tiempos y ambientes específicos de vivencia su concepción
religiosa o pastoral, pero nunca serán entendidos como algo distinto o evangélica de la
paralelo de lo instruccional. En un centro en clave de pastoral el Pro- realidad y por su
yecto Educativo debe ser todo él también Proyecto de pastoral. Todo referencia explícita
lo que se realiza allí debe ser pastoral, espiritual y pedagógico.
al Evangelio de
Jesucristo.
La pregunta se plantea una escuela en clave de pastoral no puede
ser, entonces, cómo hablar de Jesús a sus alumnos, sino cómo habla
Jesús en ellos.
Quien se plantea la primera pregunta está convencido de haber
oído hablar a Dios y de saber qué ha dicho de una vez para siempre.
En su perspectiva, el problema pastoral es un problema de medios, de
averiguar cuáles son las adaptaciones de lenguaje que hay que hacer
para que lo mismo de siempre sea entendido hoy. El que se hace la
segunda pregunta, en cambio, sabe que el problema está en las me-
diaciones. Sabe que Dios habló en Jesús de un modo único e insupe-
rable. Pero sabe también que el Espíritu está presente en el mundo y
que Jesús es Señor de la Historia. Como dijo el Vaticano II: “El Hijo

EDUCACIÓNHOY 41
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

de Dios, por su encarnación, se unió en cierto modo con todos los


hombres” (Gaudium et spes 22). De ahí que todo lo humano se ha
vuelto expresión temporal de Dios.
El centro en clave de pastoral entiende que la pregunta por lo hu-
mano se ha hecho pregunta por Dios y que la pregunta por Dios se ha
convertido en pregunta por lo humano. Al afirmar el Señorío de Jesús
sobre la Historia afirma que no hay tiempos sustraídos a su dominio
y que Él habla constantemente a través de los signos de los tiempos. Y
se hace la pregunta por las voces de Jesús en la cultura de hoy, prepa-
rándose para acoger la Palabra envuelta en ciertas «palabras» que, tal
vez, no son las esperadas.
Aquí pone el punto de partida de su pastoral educativa: una sim-
patía-empatía con el mundo y específicamente con el mundo de la
educación que termina siendo relación de fe.
Obviamente, el marco de la Pastoral educativa es la ESCUELA, en
el pleno sentido de la palabra, es decir, no solo como “lugar de apren-
dizaje”, sino como ámbito de vida. Que por eso mismo tiende a con-
vertirse en “escuela de tiempo completo” (EC 24), a fin de conseguir
su finalidad que es la educación integral de la persona.
Por tanto no se puede seguir hablando de tareas curriculares y
extracurriculares como extraescolares, ni mucho menos de tareas

42 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

escolares y tareas pastorales, pues todas ellas hacen parte del Proyec- Podemos afirmar,
to Educativo y por ende del proyecto pastoral. Además, la Pastoral de entonces, que un
la Escuela católica se proyecta más allá del marco escolar, en verdade- centro en clave de
ras “acciones extraescolares”, colaborando con la parroquia, la dióce- pastoral es aquel
sis o con otras instituciones y organizaciones que promueven acciones en el que todos
evangelizadoras, sociales y culturales. sus elementos
Resumiendo, podemos afirmar, entonces, que un centro en clave —currículo,
de pastoral es aquel en el que todos sus elementos —currículo, or- organización,
ganización, pedagogía, disciplina, reglamento, personal, ambiente es- pedagogía,
colar, etc.— son concebidos, vividos y actuados, desde una apertura
disciplina,
reglamento,
creyente a los signos de los tiempos, con la coloratura de las Bienaven-
personal, ambiente
turanzas.
escolar, etc.—
son concebidos,
vividos y actuados,
EL PROBLEMA DE FONDO desde una
apertura creyente
Pareciera que la pastoral educativa vive hoy un momento de parti- a los signos de los
cular esplendor: nunca se habían empleado en ella tantos recursos, tiempos, con la
personas, presupuestos, planes y proyectos. Si uno junta las clases de coloratura de las
religión, tutorías, entrevistas, campañas, horas interdisciplinares en Bienaventuranzas.
que se hace pastoral, convivencias, oraciones, celebraciones, fiestas,
catequesis... descubre que son realmente muchas las horas dedicadas
a la pastoral!
Y, sin embargo, nunca como hoy ha sido tan fuerte la sensación de
que no estamos logrando nuestros objetivos.
En ocasiones, nos frustra el escaso atractivo que tiene nuestra
oferta religiosa en las generaciones jóvenes. Cuando egresan de nues-
tros centros sabemos cuál es su nivel de matemáticas y lengua y que
les hemos enseñado valores y a tomar decisiones… pero sabemos poco
de lo que hemos logrado realmente con nuestra pastoral. Porque lue-
go es como si un tsunami arrasara con todo lo construido. La mayoría
de nuestros exalumnos se desvinculan de toda expresión verdadera-
mente creyente. Por ejemplo, apenas va a misa un escuálido 10%. Y
no es lo más grave, porque peor es la situación cuando se trata de vivir
ciertos valores evangélicos. Ellos viven en otro mundo… ¿O seremos
nosotros los que estamos en otro mundo?... se pregunta José María
Bautista1.
Parece evidente que a las instituciones educativas católicas les
cuesta ofrecer una manera de ver el mundo que cale tan hondo y de un

1. José María Bautista, Centros con inteligencia espiritual, en Educadores: Revista


de renovación pedagógica, N.º 235, 2010, págs. 8-18

EDUCACIÓNHOY 43
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

Urge entonces modo tan duradero en sus alumnos que influya realmente en la vida
pensar en un social y promueva cambios el estado de las cosas. Tampoco podemos
tipo de pastoral constatar habitualmente que nuestros alumnos terminen su escola-
específicamente ridad con una idea clara de la vida cristiana, con una comprensión
educativa y evangélica del hombre, de la sociedad y del mundo.
escolar capaz de Sucede que en nuestras escuelas los contenidos “religiosos” suelen
tocar evangélica estar yuxtapuestos a los demás contenidos curriculares. Encerrados
y profundamente en las horas de catequesis o en la materia que haga sus veces, solo
a todos los entran en relación con los demás cuando hay alguna contradicción.
integrantes de Y quisiéramos señalar que aquí pudiera estar el principal problema
la comunidad pastoral.
educativa.
Urge entonces pensar en un tipo de pastoral específicamente edu-
cativa y escolar capaz de tocar evangélica y profundamente a todos los
integrantes de la comunidad educativa. Empezando por distinguir las
acciones religiosas que se realizan en la escuela de la pastoral educa-
tiva. Una cosa es que se celebre la eucaristía, que haya horas de cate-
quesis, que funcione un grupo juvenil o que haya muchos voluntarios
que trabajan con espíritu misionero en campos y barrios y otra muy
distintas que haya pastoral educativa. Porque para desarrollar las ac-
tividades del listado que acabamos de hacer no haría falta hacer una
escuela. Bastaría con construir una capilla.
De lo que se trata, entonces, es de lograr una síntesis fe-ciencia-
cultura con la participación activa, comprometida, seria, de todos los
actores del acto educativo y en todos los espacios y mediaciones es-
colares.
Porque a la dificultad de la síntesis entre proyectos curriculares
fragmentados se une, en nuestro tiempo, la insignificancia social de lo
religioso cristiano en sociedades tan secularizadas como las nuestras
y a las limitaciones que la catequesis de iniciación ha tenido y tiene
todavía, lo cual afecta seriamente a educadores, alumnos y familias.
Es así como hemos llegado a una conclusión: si vivimos en un
mundo nuevo, entonces necesitamos una pastoral nueva, que, a poder
ser, no se llame “pastoral”. Y, si es hora de cambiar, entonces ¡cam-
biemos!
Pero los cambios no acaban de llegar. Se ve la necesidad de cam-
biar en la cabeza, pero no se la siente desde las entrañas. Y de ahí
surgen “los neutralizadores del cambio”, de que habla J. M. Bautista2,
pequeños mecanismos sutiles que hacen posible que se siga hablando
frenéticamente de cambios, entreteniendo y despistando a la gente

2. Art. citado.

44 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

para que los hechos no cambien. Puro gatopardismo pastoral, pudié-


ramos decir.
Hay animadores pastorales, por ejemplo, que en lugar de ejercer
un liderazgo de cambio se dedican a dar ánimos: prohibido el pesimis-
mo, la cosa no está tan mal, no critiquen nada pues la gente está muy
sensible y, además, mal que bien, por lo menos estamos formando
«buenas personas».
Hay otros que viven a la caza de powerpoints, cuentos, cancio-
nes, videos, oraciones, etc., pensando que la solución está en co-
nectar con los alumnos cambiando la forma y el lenguaje, guitarra y
máquina en mano. Todo equipo de pastoral que se precie tiene que
tener un tipo así, alocado, creativo, roquero, alternativo...
Otros se desmadran con la técnica: piensan que el programa
Office puede solucionar cualquier problema pastoral. Son los téc-
nicos de la pastoral. Suelen subir muy alto en la escala de nom-
bramientos y responsabilidades porque hoy se valora mucho la
gestión, la capacidad de tomar decisiones con rapidez y fuerza, los
que saben hacer organigramas, presupuestos, cronogramas, mapas
mentales, etc.
Todos ellos están programados para hacernos indeseable el
cambio pastoral. Su motor es el miedo: un miedo que nos paraliza
pues no nos deja creer en nosotros mismos, ni en el motor del tes-
timonio, ni en la fuerza invencible de la gracia.
No acabamos de descubrir que el cambio pastoral significa en-
carnarnos en el mundo, llegar al corazón mismo de la escuela y de
la vida, abrirnos a la interpelación constante de Dios en los signos
de los tiempos, ser visionarios y creer en las utopías, luchar por un
mundo mejor, crear estructuras humanizadoras sin las cuales el
discurso evangelizador cae en el vacío...
Resumiendo, la Pastoral educativa no necesita de retoques, for-
mación técnica, programas o materiales —que son solo medios—
sino de un cambio de paradigma. Situándonos, primero, en el
mundo actual y de las generaciones que van acudiendo a nuestros
centros.
Dicho de otra forma, el cambio pastoral consiste en matar el
paradigma “transmisión de la fe” apostando por una “pedago-
gía espiritual” con matriz evangélica. Dejar nuestra fijación en
las agendas pías y abrirnos a la savia renovadora del Evangelio.
Abandonar el modelo basado en “enseñar” la fe y pasar a cons-
truir procesos donde todos y todas, alumnos, padres y educadores,
vivamos procesos de caminar hacia la fe. Serán esos procesos los
que pongan a conviertan a un colegio con pastoral a un centro en
clave de pastoral.

EDUCACIÓNHOY 45
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

Para la mayoría PERSPECTIVA INTEGRADORA: LA TENSIÓN MISIONERA


de integrantes
de la comunidad Dos paradigmas pastorales
educativa hay
que empezar El centro en clave de pastoral no puede menos que asumir al hombre
con el anuncio como su camino (Juan Pablo II) y poner el acento, con autenticidad y
kerigmático, honestidad, en la evangelización como tarea prioritaria, convergente
puerta de la y unificadora. Porque entiende que si la Iglesia solo existe para evan-
misión en sentido gelizar, las instituciones de iglesia también, incluido el centro escolar:
cristiano, como su identidad consiste en creer, vivir y anunciar el Evangelio educando.
reflexionamos en
A ello se orienta la Pastoral educativa o escolar.
la primera parte de
Pero, como hemos estudiado en temas anteriores, existen por lo
este curso.
menos dos formas clásicas de comprender la pastoral educativa: la
una que da por supuesto que quienes acuden al centro educativo ca-
tólico son creyentes, es decir viven la fe cristiana, y por lo tanto la
pastoral debe limitarse a alimentar o proteger esa fe. La otra forma no
da por supuesto nada y aunque admite la presencia de cierta «fe» en
muchos de los integrantes de la comunidad escolar, entiende que en
realidad la evangelización es una tarea permanente porque la conver-
sión a Jesús nunca parece ser definitiva.
En el primer paradigma la escuela se preocupa ante todo por
«conservar» la poca o mucha fe que hay en cada uno —alumno, padre,
madre, maestro…—, ofreciéndoles múltiples actividades religiosas,
cuantas más mejor, que no siempre acercan a Cristo, que no llaman
a la conversión, que no convocan a vivir la fe en comunidad, que no
comprometen en una opción vital por el Reino. Se dirige a un «pú-
blico» supuestamente cristiano y al que solo hay que «mantenerlo»
cristiano.
En el segundo modelo no pretende conservar sino evangelizar. Se
entiende la educación de la fe como un proceso continuado en el que
van convergiendo la gracia de Dios y la voluntad libre del hombre, a
partir de un conocimiento existencial de lo que Cristo es y propone.
Esta perspectiva es la que llamamos misionera. Y es desde ella desde
donde el centro en pastoral asume su tarea.
Por lo tanto, para la mayoría de integrantes de la comunidad edu-
cativa hay que empezar con el anuncio kerigmático, puerta de la mi-
sión en sentido cristiano, como reflexionamos en la primera parte de
este curso. Es importante entonces que tratemos de esquivar aquel
inútil activismo pastoral, retomando varias ideas que ya analizamos
antes.
Ante todo debemos recordar que todo cristiano, también el que
educa, vive su fe y su compromiso desde la misión y no como una
simple tarea. En el primer caso tendrá fecundidad evangélica, en el

46 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

segundo solo eficacia meramente humana3. Se entiende aquí la misión


como un llamado de Dios y su correspondiente envío a servirle en la
entrega indisoluble a Dios y al prójimo.
Aceptar la misión supone la entrega radical a Dios en pobreza y
desasimiento: ponerse pasivamente en sus manos como el barro en
manos del alfarero, acatar sus planes, dejar que él se posesione de
toda la vida y la configure toda a su antojo. O sea, la misión exige la to-
talidad de la vida, a carta cabal. Significa, en definitiva, seguir el ejem-
plo de Jesús, que, como Hijo, es el radicalmente enviado del Padre.

Espiritualidad de la encarnación

De allí dimana, como fruto de la encarnación, la que podríamos lla-


mar la «espiritualidad de la pasividad», cuyo prototipo es María. Esta
espiritualidad no es pasiva sino receptiva y se articula en torno a la
convicción de que es necesario recibir a Dios y dejarse hacer por Él
para que la misión sea parte de la misión de Dios y no una simple
tarea humana.

3. Cf P. Van Breemen, en Transparentar la gloria de Dios, Sal Terrae, Santander, 1995,


pp. 93-140.

EDUCACIÓNHOY 47
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

María nos muestra cómo pasar de una espiritualidad de la acción a


una espiritualidad de la encarnación4. Con su Amén nos enseña que la
misión concreta solo se puede vivir desde la renuncia y la entrega total:
el llamado-enviado es mero instrumento entregado al servicio del Señor.
El dinamismo de la misión pastoral, con sus aspectos necesaria-
mente activos de predicación, tareas y proyectos, puede llevarnos a
ocultar esa «pasividad» tan necesaria para entender que somos me-
ros instrumentos en manos de Dios. Y que será esa actitud la que le
dé fecundidad a nuestra acción, más allá de nuestra personal eficacia.
Si no es así, la tarea misionera puede —más o menos disimulada-
mente— pasar a ocupar el primer plano. Y junto con ella, las cuali-
dades del misionero: el liderazgo, la eficacia, la habilidad para inter-
pretar las Escrituras y discernir las urgencias del momento presente.
Por ese camino terminamos considerándonos los protagonistas de la
misión, lejos de la humildad lúcida que nos permite decir: «hágase en
mí según tu palabra”…
No es lo mismo ser engendrados por la misión, por un lado, y, por
el otro, instalarnos en la tarea como algo definitivo, como lugar úni-
co de servicio a Dios. La verdadera misión jamás implica instalación
sino un mantenerse en apertura plena y confiada a Dios, sabiendo que
será Él quien lleve a cumplimiento aquello que nos encarga, y que esa
apertura implica la autorrenuncia y la entrega a Dios en servicio a sus
criaturas.

Incondicionalidad de la entrega

La misión conduce a la consagración plena e incondicional a Dios


mientras que la fijación en la tarea implica el peligro de «negociar»
cierta parte de lo que somos y tenemos que ponemos a disposición de
Dios, reservándonos otros ámbitos de «nuestro haber y poseer» si la
tarea concreta no nos los pide.
Así, cuando la tarea misionera no se abre y se vive desde la misión
totalizadora que relativiza y la remite necesariamente a una radicali-
dad mayor, puede desgraciadamente, bloquear su dinamismo interno
más auténtico.
Desde esta perspectiva, de encarnación y renuncia, sí podemos
hablar de crear una escuela cristiana de tiempo completo, como lugar
eclesial, plataforma y ámbito de evangelización. Puestos en las manos
de Dios y abiertos constantemente a su Espíritu, podemos olvidarnos
de las angustias que frecuentemente parecen hacer depender nuestra
fecundidad pastoral de nuestra eficacia humana.

4. Cf. S. Arzubialde, op. cit., pp. 31-36.

48 EDUCACIÓNHOY
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Dicha acción pastoral se desarrolla en las dos facetas mencionadas La “centralidad”


antes: la pastoral de conversión, dirigida a formar la identidad cristia- de la pastoral es
na de la persona, y la pastoral generativa de la comunidad eclesial a entendida aquí
partir de pequeñas comunidades y grupos que se insertan activamen- como el conjunto
te en la escuela, como fermento capaz de evangelizar y crear nueva de principios y
cultura. disposiciones
que impulsan a
Centralidad de la pastoral todos los que
participan en la
La “centralidad” de la pastoral es entendida aquí como el conjunto de obra educativa a
principios y disposiciones que impulsan a todos los que participan en
hacer de la NUEVA
EVANGELIZACIÓN
la obra educativa a hacer de la NUEVA EVANGELIZACIÓN el espíritu
el espíritu
inspirador de toda su labor sin aditamentos excluyentes ni fundamen-
inspirador de
talistas, o sea en un respeto real a la libertad de conciencia.
toda su labor
Para lograrlo es necesario crear una disposición espiritual y acti-
sin aditamentos
tudinal permanente en toda la comunidad educativa que les permita
excluyentes ni
a todos sus integrantes actuar y brindar signos como cristianos con- fundamentalistas,
vencidos y comprometidos a dar testimonio de su fe a través de sus o sea en un
vivencias diarias. Sin prisas pero sin abandonos. respeto real a
Para cumplir con la misión educativa en ese contexto de centrali- la libertad de
dad de la Pastoral consideramos que: conciencia.
El colegio es un espacio privilegiado en donde se puede ejercer la
Pastoral, por lo tanto el lugar donde se debe anunciar y proclamar el
mensaje de Jesucristo.
La persona de Jesucristo debe ser el centro implícito del ser y que-
hacer educativo.
Lo Pastoral debe articular e integrar todas las áreas y estamentos
del colegio, de tal modo que el mismo Espíritu de Jesús esté presente
en todas las estructuras, en todo y en todos.
Todos los miembros de la comunidad cristiana escolar deben co-
nocer y reconocer sus carismas específicos haciendo de la institución
escolar en un espacio físico y espiritual en le cual puedan vivir su fe.
Todos los miembros de la comunidad deben sentirse y ser evange-
lizados y evangelizadores, y testigos de Cristo.

Objetivos de la pastoral misionera

La escuela en pastoral misionera tiene como primer objetivo conducir


a sus miembros a que atraviesen el umbral de la fe. Por eso emplea sus
primeros momentos y sus mejores esfuerzos en la «pedagogía del um-
bral» o de «pre-evangelización», donde se intenta fomentar el interés
y preparar al ser humano —alumno, educador-padres— a abrirse a la
oferta de la fe.

EDUCACIÓNHOY 49
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

De esa manera se los va poniendo en camino, es decir, abriéndolos


al deseo de cambio. De conversión, de adhesión global a Cristo y de
pertenencia a la comunidad cristiana.
Una educación pastoralmente concebida así, como proceso unita-
rio e integral, podría ser definida entonces como un verdadero taller
para la vida que:
• asegura la convergencia de todas las intervenciones educativas
desde el evangelio;
• anima a comprender, realizar y hacer experiencia de los valo-
res cristianos y de los valores culturales del propio contexto;
• promueve la orientación global de las personas ayudándolas a
descubrir sus posibilidades no en función egocéntrica, sino de
verdadero compromiso, de apertura y de entrega a Dios en el
prójimo y al prójimo en Dios.

50 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

Papel protagónico del educador La Pastoral de la


Escuela católica
Volvemos a un tema reiterativo por su importancia en el modelo. será lo que sean
Porque, evidentemente, este paradigma pastoral exige un educa- sus educadores.
dor con actitudes renovadas o re-creadas: que se reconoce cris- La educación
tiano y entiende su misión educativa como parte de la misión de es cuestión de
Dios. Que no educa simplemente para comer o porque le gusta, hombres, no de
sino que sitúa su labor dentro de un proyecto mucho más amplio máquinas ni de
y abarcante que es el proyecto de Dios, el de los nuevos cielos y la programas.
nueva tierra, con un nuevo hombre y una nueva sociedad; y que
por eso se pregunta día a día: ¿qué debo hacer yo, como hombre,
como cristiano y como maestro, para ser cada día mejor en todos
los sentidos?...
Porque en definitiva la Pastoral de la Escuela católica será lo
que sean sus educadores. La educación es cuestión de hombres, no
de máquinas ni de programas. Implica la exigencia de un maestro
con alma misionera pero que por eso mismo es también más huma-
no, más persona, más capaz de superar el libro para centrarse en
el estudiante; un maestro que a medida que evangeliza a los demás
se evangeliza él mismo, que crece y madura día a día en el cami-
no del discipulado, y que educar con una pedagogía de raigambre
evangélica; un educador capaz de ser, pensar, actuar y educar como
creyente, sin pretender hipotecar las libertades de sus alumnos ni
desnaturalizar saberes que tienen su autonomía y no pueden estar
al servicio de fines espurios.
Debe ser un maestro que vive su tarea diaria ante todo como
gratitud y respuesta a Dios que lo ha llamado a un vivir nuevo; que
nace y renace a su vez en la fiel audición, en la real solidaridad,
en la dura permanencia y en el activo protagonismo junto con los
demás seres humanos de una generación, de una sociedad, de una
tierra y de una época específicos. Responsabilidad que se trenza
con las exigencias de evangelio eterno que, en la Iglesia y bajo la
acción del Espíritu, son posibles a quien cree, y con las exigencias
de una historia muy concreta, que entraña a la vez solidaridad y
distanciamiento, colaboración y crítica, riesgos compartidos y ais-
lamientos inevitables.
Ese educador tiene que estar animado del amor comunicativo
y persistente de nuestro Dios para con los seres humanos. Por eso
mismo, el educador cristiano se convertirá en el mayor desperta-
dor, el más potente suscitador de humanidad en sus educandos.
Y para ejercer esa función humanizadora, el mejor camino es
ser personalmente el mayor ‘’donante’’ de humanidad al estilo de
Cristo.

EDUCACIÓNHOY 51
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

En una escuela en OPCIONES Y CONDICIONES DE BASE


clave de pastoral
se aprende para Para que el centro en clave de pastoral pueda lograr sus objetivos es
transformarse menester que desde un comienzo, haga ciertas opciones y cumpla
cada persona y con ciertas condiciones mínimas.
para transformar
la sociedad desde Opciones
el evangelio de
Jesús. a) Por la persona como sujeto y por el mundo y sus saberes como
centro de la actividad educativo-pastoral. Así, en el eje programá-
tico deben situarse las personas, toda la persona y todas las perso-
nas. La educación que se imparta debe estar realmente centrada
en el hombre pero con criterios de humanismo lúcido y de cohe-
rente evangelio. Será una educación que ve en cada alumno, así
sea el más desprovisto de atractivos humanos, o el más golpeado
por el pecado, o el más pobre social o intelectualmente hablando,
una imagen y semejanza de Dios, un Lázaro que espera ser sacado
de su tumba, mejor aún, un Cristo que quiere y debe resucitar.
Con objetivos claros que empiecen por reconstruir la identidad
personal y social, tan sistemáticamente negadas y hondamente
golpeadas hoy, a través de la promoción de novedosas jerarquías
de valores y seudovalores. En otras palabras, el centro de interés
de la actividad escolar es el mundo, científica y prácticamente tra-
tado, pero entendido como un entramado de relaciones humanas.
Las relaciones entre las personas constituyen el tejido escolar-
pastoral y el tejido del mundo y de sus saberes. La pastoral edu-
cativa pone en diálogo lo secular y lo cristiano en un ir y venir de
preguntas y respuestas.
b) Por la búsqueda de una sociedad alternativa. En una escuela
en clave de pastoral se aprende para transformarse cada persona
y para transformar la sociedad desde el evangelio de Jesús. Aún
en estos tiempos de desencanto y de utopías diluidas, afirmamos
que ese otro mundo es posible. Por eso la pastoral educativa es un
asunto que se discierne desde el lugar del pobre, criterio básico del
cambio social.
c) Por un modelo pastoral misionero. Ya no hay cristiandades. Se
trata de procesos de iniciación y re-iniciación permanente, de fun-
daciones y re-fundaciones de comunidades eclesiales, muchas veces
provisionales. No podemos pretender escuelas de católicos, para ca-
tólicos, conducidas por católicos. En el marco de la cristiandad la
Escuela católica hacía una pastoral de mantenimiento. En nuestra
sociedad secularizada se trata de iniciación. Religión, valores, moral,
son cuestiones abiertas y plurales en las escuelas. Se trata de buscar

52 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

el diálogo, como Pablo en el Areópago, nuestro Dios, el Dios de Jesu-


cristo, está aquí, aunque unos y otros lo ignoremos. Sobre este aspecto
volveremos luego.
d) Por una filosofía educativa que responda, al mismo tiempo, a
las exigencias y expectativas de una escuela nueva:
• más humana y más humanizante, preocupada no tanto por im-
partir conocimientos cuanto por abrir las conciencias al mun-
do de los valores, de las actitudes y de los ideales enseñados
y vividos, y donde el maestro podrá ser más él mismo, más
subjetivo, más directo, más integral...
• preocupada por ofrecer verdadera calidad a todos, por superar
las exclusiones y el fracaso escolar, por brindar a todos orien-
tación vivencial, escolar y profesional...
• capaz de superar elitismos y divisiones, sin discriminaciones
económicas ni para los padres, ni para los alumnos, ni para los
maestros...
• que abra caminos esperanzadores en los ámbitos educativos
ofreciendo sus servicios a todas las edades y en todos los cam-
pos humanos y del saber.

Condiciones

a) Que exista una comunidad de educadores con conciencia de su mi-


sión. Uno o varios grupos de educadores con la conciencia misionera
suficiente como para movilizar a todos hacia una acción planificada.
Como hemos venido insistiendo en temas anteriores, las urgen-
cias pastorales nos exigen, entre otras cosas, definir operativamente
la Escuela en pastoral a partir de una comunidad cristiana en la que
se vayan integrando todos los miembros de la comunidad educativa.
Obviamente esto no puede imponerse, sino que será fruto de un largo
y laborioso pero constante proceso de acercamiento a la fe, no desde el
discurso sino desde el testimonio de vida y el compromiso.
En síntesis, la comunidad es siempre fuente, lugar y meta de toda
acción evangelizadora. No hay pastoral —ni educativa ni ninguna
otra— si el movimiento es de una sola persona. Dicho de otra forma,
toda pastoral busca formar sujetos creyentes pero que vivan su fe so-
cialmente; por eso necesita de grupos comunitarios que lleven adelan-
te su proyecto creyente desde la escuela. No olvidemos que el proyecto
del Reino de Dios a nivel de iglesia se sustenta en la comunidad.
Por eso el motor de este modelo pastoral son los educadores. No
puede ser cosa de la comunidad religiosa separada del conjunto de los
educadores; ni de un grupito de pastoralistas, ni de los directivos, que
quieren movilizar a todos.

EDUCACIÓNHOY 53
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

La escuela en pastoral debe preocuparse de formar personas y


comunidades cristianas maduras, que vivan de forma consciente y
comprometida con su fe. Para ello debe irse configurando como un
ambiente en el que la semilla regada no arriesgue morir pisoteada o
devorada, creando un clima de convivencia realmente humano y fra-
terno pero justo, con nuevos mensajes a tono con la realidad que se
vive, y con una revalorización de las posibilidades y capacidades de
todos y cada uno: o sea, buscando la dignificación profunda de cada
miembro de la comunidad y del quehacer colectivo.
b) Que se trate siempre una acción planificada, a partir de un dis-
cernimiento participativo sobre la situación presente, en tensión con
los desafíos del Reino de Dios, y busque racionalmente responder me-
diante una acción que promueva la conversión de las personas y los
grupos al Evangelio (Cf. Documento de Puebla 1307).
c) Que la planificación pastoral reconozca las diferencias, las des-
igualdades y los pluralismos que se dan en toda comunidad educativa
y busque por todos los medios que cada uno y todos vayan constru-
yendo su propio camino de crecimiento en la fe. Reconocer, al interior
de todo centro educativo, que hay una diversidad de destinatarios de
la Evangelización con muchas diferencias en sus procesos. Por eso
cada vez que se organicen diversos tipos de actividades, estas de-
ben ser diversificadas, individuales, grupales, masivas, obligatorias y

54 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

optativas, explícita e implícitamente evangelizadoras, precisamente, En amplias zonas


porque como ya se dijo, Pastoral es una acción de Iglesia que mira la del mundo existe
vida concreta de los alumnos y desde los valores evangélicos invita a hoy un extraño
crear una comunidad de creyentes. olvido de Dios.
d) Que la búsqueda permanente de una síntesis fe-vida-cultura Parece que
sea el cemento que una e interrelacione las diversas dimensiones del todo funciona
currículo y del Proyecto Educativo. Y que las comunidades creyentes igualmente sin Él;
sepan armonizar su vida, sus diversos aprendizajes y su fe. Esta es una pero, al mismo
tarea de todos los actores: directivos, docentes, auxiliares, alumnos, tiempo, existe un
familias, religiosos y seglares.
sentimiento de
frustración, de
d) Que lo testimonial se imponga siempre sobre lo meramente
insatisfacción de
predicativo: “nosotros no podemos menos de contar lo que hemos
todo y de todos.
visto y oído” (Hch 4,20) respondieron Pedro y Juan ante la prime-
ra prohibición de evangelizar que las autoridades de Jerusalén pre-
tendían imponerles. Benedicto XVI decía en la Jornada Mundial de
la Juventud en Colonia: “Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a
otros hacia Él. Una gran alegría no se puede reservar para uno mismo.
Es preciso transmitirla. En amplias zonas del mundo existe hoy un
extraño olvido de Dios. Parece que todo funciona igualmente sin Él;
pero, al mismo tiempo, existe un sentimiento de frustración, de insa-
tisfacción de todo y de todos”.

PROCESOS, TIEMPOS Y LUGARES

La tara pastoral se realiza, en la vida escolar, a través de dos procesos


fundamentales que, a su vez, se abren en múltiples expresiones y acti-
vidades, y que no pueden limitarse a coexistir sino que han integrarse
en profundidad.
a) La evangelización de la cultura. A través de este proceso la co-
munidad educativa va discerniendo los modos y caminos para des-
cubrir o poner a Dios en la cultura: “...la educación cristiana es la
inculturación del evangelio en la propia cultura” (SD 263).
• Demostrar que no hay divorcio entra la fe y la cultura, pues su
autor es Dios mismo y su objetivo único: realizar el proyecto
divino del ser humano.
• Descubrir las «semillas de Dios» que hay en todas las expresio-
nes culturales auténticamente humanas.
• Subrayar la dimensión humanizante de la cultura es la pers-
pectiva de «los nuevos cielos y la nueva tierra».
• Enfocar el currículo y el PEC, en su totalidad, desde la pers-
pectiva de la fe: personas, objetivos, programas, metodologías,
pedagogías, normas, tiempos, espacios, ambiente, relaciones.

EDUCACIÓNHOY 55
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

La unificación de • Integrar en ese proceso a todos los participantes del Proyecto


la existencia se da Educativo, cada uno de acuerdo a su propia función y situación
desde la polaridad personal.
complementaria b) La evangelización de las situaciones cotidianas, o sea, de la vida.
fe-vida. De allí No basta con ofrecer una visión de la vida profunda y coherentemente
se ha de generar evangélica de la cultura sino que también esa visión ha de ser operan-
una comprensión te en la vida de todos los días de todos los actores educativos.
cristiana de la vida «Se propone que la educación en la fe en las instituciones católicas
que no se quede sea integral y transversal en todo el currículo, teniendo en cuenta el
solo como una proceso de formación para encontrar a Cristo y para vivir como dis-
noción inoperante.
cípulos y misioneros suyos, e insertando en ella verdaderos procesos
de iniciación cristiana. Asimismo, se recomienda que la comunidad
educativa, (directivos, maestros, personal administrativo, alumnos,
padres de familia, etc.) en cuanto auténtica comunidad eclesial y cen-
tro de evangelización, asuma su rol de formadora de discípulos y mi-
sioneros en todos sus estamentos. Que, desde allí, en comunión con la
comunidad cristiana, que es su matriz, promueva un servicio pastoral
en el sector en que se inserta, especialmente de los jóvenes, la familia,
la catequesis y promoción humana de los más pobres. Estos objetivos
son esenciales en los procesos de admisión de alumnos, sus familias y
la contratación de los docentes». (Aparecida 339).
Es decir, la unificación de la existencia se da desde la polaridad
complementaria fe-vida. De allí se ha de generar una comprensión
cristiana de la vida que no se quede solo como una noción inoperan-
te. A través de ese proceso todos y cada uno de los integrantes de la
comunidad escolar crece en fe, compromiso, libertad y comunión,
haciéndose constructor de cultura, transformador social, hacedor de
historia. Reconocer la Palabra de Dios en “los bienes de la dignidad
humana, la unión fraterna y la libertad, en todos los frutos excelentes
de la naturaleza y de nuestro esfuerzo” (GS 39) nos tiene que llevar a
crecer en dignidad, fraternidad, libertad, y en voluntad y compromiso
de transformación de la sociedad, primera fase del Reino de Dios.
Desde esta doble perspectiva debe planearse el itinerario pastoral
en fases complementarias:
• De las situaciones de la vida a la pregunta religiosa. No hay res-
puesta donde no existe la pregunta; pero tampoco es posible
la pregunta si antes no se quitan los obstáculos que impiden
plantearla. De hecho hay interrogantes y preguntas de sentido
que hacen experimentar la dimensión problemática de la pro-
pia existencia y abren y predisponen a la pregunta religiosa.
• De la opción global de fe a un proyecto de vida cristiana. La
finalidad del anuncio cristiano es suscitar la conversión inicial,
la adhesión global al Evangelio, cuya realidad y novedad se

56 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

descubre. Implica la aceptación de Dios vivo, la voluntad de se-


guir a Jesús, el superar las situaciones de pecado y el deseo de
incorporarse a la comunidad cristiana. Convertirse ‘en’ significa
saber traducir en práctica los compromisos que previenen de
la propia elección y esto requiere el trabajo largo y fatigoso de
adquisición de actitudes, valores y comportamientos cristianos.
• De la vivencia personal, a la inserción en la comunidad cristia-
na. Quien decide realizar el camino de la fe, necesita ser acom-
pañado por una comunidad que lo sostenga en su empeño.
Una comunidad que, inicialmente, no tiene por qué ser la gran
comunidad sino un grupo comunitario que favorezca paulati-
namente la profundización de la fe, la iniciación litúrgica, el
compromiso cristiano y la opción vocacional.
Obviamente, todos estos procesos no pueden estar relegados a
determinado espacios y horarios. Como hemos venido reflexionando,
todo el tiempo y todo el espacio escolar son en este sentido pastorales.
Pero sí hay algunos «lugares» que son especialmente favorables:
• la convivencia diaria, fraternal y cálida, y el acompañamiento
de todas las personas,
• la catequesis como experiencia de fe y no como simple asigna-
tura escolar,
• los momentos de oración o litúrgicos vivencialmente vividos,
• las situaciones imprevistas o difíciles que requieren interven-
ción,
• los grupos y comunidades de fe,
• el aprendizaje de las opciones vocacionales,
• las actividades de servicio, sociales, solidarias y misioneras.

CAMPOS DE ACCIÓN PEDAGÓGICO-PASTORAL

El clima institucional o ambiental como matriz del aprendizaje

Es todo aquello que constituye la escuela como un verdadero lugar an-


tropológico: un espacio humano, cargado de vida en el que la relación
cara a cara confiere una identidad particular a quienes lo habitan. O
aquello que impide que ese lugar se configure. Porque se trata de una
matriz, de un ambiente propicio o nefasto para la vida y por ende para
la educación y para la fe. Graciela Frigerio5 lo define como el modo en
que se vivifica, se construye, se modela y se habita la institución.

5. Educadora e investigadora en pedagogía, argentina, contemporánea, especializada


en temas de instituciones educativas.

EDUCACIÓNHOY 57
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

Hay quienes Forman parte de esta matriz elementos plurales y heterogéneos,


sostienen todavía algunos de los cuales exceden la vida escolar, por ej., las condiciones
que se trata de sociales y el entorno de la educación. Se trata por tanto de un frente
realizar acciones complejo que puede parecernos inasible pero que exige un plan de
pastorales vida y acción. Afortunadamente la mayoría son elementos previsibles
(agenda) en la y por ende planificables: el equipamiento escolar, la distribución de
escuela; nosotros los espacios, la relación comunitaria, la racionalidad institucional, la
afirmamos aquí profesionalidad de los actores, la administración de los tiempos y los
que eso no basta recursos, los reglamentos, los procesos de conducción, animación,
sino que se trata formación profesional y participación. En fin, todo lo que constituye
de construir una el fondo de la cultura escolar y que desde allí condiciona la acción
“escuela en clave
pastoral (recordar la parábola del sembrador).
Pastoral”.
b) La propuesta curricular como matriz de sentido institucional.
Una escuela configura una determinada propuesta curricular porque
le asigna un sentido peculiar. En el fondo, afirma que se puede vivir
humanamente aprendiendo eso que ella propone. Pero una escuela
en clave de pastoral intenta algo más: busca descubrir la dimensión
cristiana en esos mismos saberes que, como toda escuela, propone,
poniendo en diálogo los contenidos de todas las asignaturas con los
del evangelio. Busca suscitar preguntas y no solo dar respuestas sobre
los grandes interrogantes existenciales y desde ahí iniciar y educar
para la vida cristiana, en todas sus dimensiones. Por eso, afirma el
P. Alberto Parra6, la pastoral escolar está en el currículum o no está.
c) Los valores y contenidos transversales como eje unificador del
Proyecto Educativo Evangelizador. En algún momento tiene que ha-
ber espacio para hacer conciencia de la unidad de la vida escolar y
cristiana. Se trata, por lo tanto, de precisar los valores que, según lo
vayan exigiendo los signos de los tiempos, sirvan de espina dorsal al
trabajo pastoral. Pueden expresarse a través de un lema anual que sea
trabajado por todos y de diversas formas, o mediante algunos conteni-
dos especiales que a ser tratados por todos, o centrarse en un tiempo
del año de especial connotación religiosa como la Cuaresma, la Pas-
cua, Pentecostés o la Navidad.
d) Los «espacios» de explicitación del Evangelio como «condensa-
dores» de la acción pastoral. Como porción de Iglesia, tarde o tempra-
no surge en la Escuela católica la necesidad y la urgencia de evangeli-
zar explícitamente. La pregunta que cabe es: ¿cómo hacerlo?
Hay quienes sostienen todavía que se trata de realizar acciones
pastorales (agenda) en la escuela; nosotros afirmamos aquí que eso
no basta sino que se trata de construir una “escuela en clave Pastoral”,

6. Teólogo jesuita colombiano, de gran gravitación en el pensamiento teológico latino-


americano, desde el campo de la teología de la liberación.

58 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

ya que son toda la vida y el quehacer de la escuela los que deben estar
impregnados de sensibilidad Pastoral: su personal, su organización,
sus estructuras, sus metodologías, su currículo, la vida misma de la
escuela se deben convertir en agentes, lugares o plataformas de una
acción evangelizadora explícita.
Algunos serán obligatorios, otros optativos. Algunos estarán per-
manentemente, otros aparecerán en algunos tiempos significativos.
1.º Anuncio de Jesucristo (Kerigma), buscando suscitar la conver-
sión inicial y, paulatinamente, la adhesión global a su persona, a su
mensaje y a su proyecto de salvación.
2.º Catequesis: (acción catecumenal), capacitando básica y pro-
gresivamente a quien ha aceptado a Jesucristo para entender, cele-
brar y vivir la Buena Nueva del Reino.
3.º Oración y liturgia: el proceso de crecimiento en la fe tiene que
estar animado y acompañado de espacios y tiempos de encuentro
personal y comunitario con Dios, con Cristo, con su Espíritu..
4.º Discipulado: quien ha descubierto a Jesucristo y su proyecto
de vida no puede menos que sentirse impulsado a participar en él,
haciéndose su discípulo y comprometiéndose a seguir adelante su ta-
rea: vocación, servicio social, apoyo misionero, caridad, solidaridad,
etc. Lo decía San Pablo: “anunciar el Evangelio no es para mí mo-
tivo de gloria, sino una obligación que tengo, ¡y pobre de mí si no

EDUCACIÓNHOY 59
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

anunciara el Evangelio!, ¿merecería recompensa si hiciera esto por


propia iniciativa?, pero si cumplo con una misión que otro me ha con-
fiado, ¿dónde está, entonces, mi recompensa? Está en que anuncian-
do el Evangelio, lo hago gratuitamente, no haciendo valer mis dere-
chos por la evangelización”.
e) Los objetivos pastorales como mediaciones de la fe: el informe
Delors7 nos ha acostumbrado a pensar en la escuela como un lugar
en el que se aprende a conocer, a hacer, a ser y a vivir juntos. Esto
equivale a decir que la escuela ofrece competencias científicas, com-
petencias tecnológicas, competencias éticas y competencias comu-
nicativas. Pero además, la escuela de inspiración cristiana tiene que
formar para la vida cristiana ofreciendo competencias creyentes. Para
lograrlo debe plantearse con claridad los siguientes objetivos:
1.º Introducir a todos los miembros de la comunidad educativa en
el conocimiento del misterio de la salvación, llevándolos progresiva-
mente a dar razón de su fe y testimonio de su esperanza.
2.º GENERAR espacios, tiempos y recursos para animar la vida
que viene de Dios, los misterios de la fe a través de los sacramentos,
especialmente el sacrificio de la Eucaristía.
3.º VIVIR Y HACER VIVIR la comunión y la fraternidad como tes-
timonio de credibilidad del anuncio del Evangelio en la comunidad
educativa.
4.º COMPROMETER a todos los miembros de la comunidad es-
colar, desde una clara conciencia de servicio, en acciones de caridad,
misericordia y preocupación constante por ayudar a dar, desde el
evangelio, respuestas efectivas a problemas como la pobreza, la mar-
ginalidad, la violencia, la injusticia y el sufrimiento de todos, sobre
todo de los más débiles; participando al mismo tiempo, junto a otras
personas e instituciones, en los trabajos para lograr una sociedad más
humana, justa y fraterna.

Nota importante:

El Proyecto educativo pastoral


Lo dicho hasta aquí supone la necesidad de elaborar un Proyecto Pas-
toral, en el que se deben impulsar acciones muy concretas siempre en
concordancia con el Proyecto Educativo Institucional y sin caer en la
trampa de las agendas piadosas; teniendo siempre presente que no
se trata de amontonar cosas real o supuestamente religiosas sino de
fomentar y acompañar los procesos de crecimiento de la fe.

7. Informe de la UNESCO, La educación encierra un tesoro. Santillana, UNESCO, Ma-


drid, 1996.

60 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PASTORAL Los objetivos


pastorales como
Hay una serie de adjetivos pastorales que pueden terminar de defi- mediaciones de
nir lo que entendemos aquí por centro en clave de pastoral. Dicho en la fe: el informe
otras palabras en un centro en clave de pastoral no todo tipo de pas- Delors nos ha
toral puede tener cabida. acostumbrado
• Es una lista larga y detallada pero a cada realidad pastoral le a pensar en la
corresponderá acentuar las características que son para ella escuela como un
más relevantes en una situación determinada… lugar en el que
• Kerigmática: centrada fundamentalmente en el anuncio del
se aprende a
conocer, a hacer, a
kerigma y solo en un segundo momento en lo catequética, lo
ser y a vivir juntos.
ético, litúrgico, etc.
• Diferenciada, personalizada y progresiva: que responda a las
necesidades y preguntas de cada persona, de cada grupo y de
cada etapa de la vida.
• Realista: aterrizada siempre en las realidades a evangelizar
para iluminarlas desde el evangelio.
• Misericordiosa: con una opción definida por la misericordia
evangélica al estilo de Cristo, que ante la falla o el error dé más
importancia al Evangelio que al reglamento del colegio.
• Procesal: que responda de alguna manera al proceso de la pri-
mera iglesia evangelizadora, adaptándolo a los tiempos actua-
les: kerigma, catecumenado, bautismo, confirmación, etc.
• Encarnada en cada realidad y cada circunstancia.
• Actualizada: sirviendo el vino siempre nuevo del Evangelio a
través de mediaciones actualizadas y lenguajes apropiados.
• Eclesial: con conciencia eclesial, asumiendo que la pastoral
educativa debe insertarse de alguna forma en la pastoral de
conjunto.
• Misionera: lo hemos desarrollado ampliamente.
• Comunitaria y participativa: que promueva y exija la participa-
ción involucrada de todos los integrantes de la comunidad.
• Vivencial: que busque como fin no tanto en el conocimiento in-
telectual de un cuerpo de verdades cuanto una vivencia diaria
de la fe.
• Testimonial y propositiva: que no parta de un enunciado retó-
rico de verdades sino del testimonio vivo de quienes lo propo-
nen.
• Bíblica: que en la metodología dé más importancia a la Biblia
(especialmente al NT) que al catecismo o la teología.
• Teologal: que se esfuerce más por vivir a Dios que por hablar
de Dios.
• Orante: con un énfasis especial en la dimensión orante.

EDUCACIÓNHOY 61
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

La razón de ser • Dialogante y oferente: que proponga la fe como una oferta de


de un colegio vida sin tratar de imponerla.
católico es dar • Sencilla: que no se envuelva en complicaciones innecesarios.
un testimonio de • Procesual: afincada en promover y acompañar proceso más
Cristo e irradiar que en ofrecer agendas piadosas.
las virtudes • Esperanzada: sabiendo que los procesos de fe no tienen plazos
cristianas; por lo fijos y hay que darle tiempo a la gracia desde una profunda y
tanto, debe ser convencida esperanza.
un lugar humano • Audaz y creativa: en busca permanente de caminos nuevos
donde directivos,
para hacer llegar el Evangelio a todos, sabiendo que el Espíritu
educadores,
quiere hacer nuevas siempre todas las cosas.
auxiliares y
• Crítica y autocrítica: que se evalúe a sí misma constantemente
padres de familia,
con criterios de Evangelio, y que sea siempre crítica y profética
con la palabra
frente a la escuela, la sociedad, la iglesia, la cultura, etc.
y el ejemplo,
transmitan los
valores cristianos a
todo el alumnado. CONCLUSIONES

Las anteriores ideas solo pretenden iluminar el camino de la Escuela


católica que busque comprenderse y organizarse en clave de pastoral;
una escuela que prima la formación en la fe cristiana para desde ella
dar respuesta clara y precisa en los campos de la promoción humana,
la ecología, los derechos humanos, y en general a los grandes pro-
blemas que afronta el hombre de nuestro tiempo (cf. Documento de
Santo Domingo).
Al estilo de Jesús cuya vida fue para sus discípulos una verdadera
escuela. Según quiénes le escuchaban hablaba en parábolas o con doc-
trina sólida para ir enseñando. Las multitudes que le seguían perdían
la noción del tiempo, y no se querían mover solo para seguirle escu-
chando… Ese mismo Jesús que un día les dice a sus discípulos que
vayan por el mundo y hagan lo mismo que Él.
Hoy, dos mil años después las formas han variado, todo se ha
vuelto más completo y complejo. Sin embargo, en el fondo, la Escue-
la católica tiene que ser en su esencia lo anteriormente expresado: el
instrumento para predicar la Palabra de Dios, y formar personas con
los valores de Cristo y que respondan al proyecto de Cristo. Todo lo
demás es mediación.
En otras palabras, la razón de ser de un colegio católico es dar un
testimonio de Cristo e irradiar las virtudes cristianas; por lo tanto,
debe ser un lugar humano donde directivos, educadores, auxiliares y
padres de familia, con la palabra y el ejemplo, transmitan los valores
cristianas a todo el alumnado.

62 EDUCACIÓNHOY
EL CENTRO EDUCATIVO EN CLAVE DE PASTORAL

Es necesario que insistamos: si el instituto educativo se limita a


ofrecer una excelente formación intelectual, si es un gran semillero de
deportistas, si es un óptimo lugar para formar líderes o grandes eje-
cutivos, si se satisface por los excelentes ingresos a la universidad, si
es cuna de exitosos profesionales... y mide su calidad por tales metas
, aun no merece llamarse un colegio católico. El colegio católico tiene
que estar ligado a Cristo, a su evangelio, a sus virtudes. Tiene que fun-
cionar en términos de Cristo, con todo lo que esto implica.
Los educadores católicos deberíamos hacernos eco de las palabras
del Beato Juan Pablo II a los jóvenes, en la Jornada Mundial de la
Juventud realizada en Toronto en el año 2002:
«Busquen la felicidad en Cristo. He escuchado sus voces alegres,
sus llantos, sus canciones, y he sentido el profundo anhelo que re-
tumba en sus corazones: ¡ustedes quieren ser felices!”. “Son muchas y
seductoras las voces que los llaman de todos lados: muchas de estas
voces les hablan de una alegría que puede obtenerse por el dinero,
con el éxito, con el poder. Mayormente proponen una alegría que lle-
ga con el superficial y temporal placer de los sentidos. La verdadera
felicidad es una victoria, algo que no podemos obtener sin una ba-
talla larga y difícil. Cristo mantiene el secreto de esta victoria. “Fue
una batalla a muerte. Cristo luchó esta batalla no por sí mismo sino
por nosotros. En su muerte, floreció la vida. La tumba en el Calvario
se convirtió en la cuna de la nueva humanidad en su camino a la
verdadera felicidad».
Ojalá nuestras escuelas todas respondan a ese ideal no tanto por la
cantidad de las cosas religiosas que hacen sino por el espíritu que las
anima y que las hace entenderse enteramente como centros en clave
y aroma de pastoral.

EDUCACIÓNHOY 63
EL PROYECTO EDUCATIVO
PASTORAL DE CENTRO

INTRODUCCIÓN

El Proyecto Pastoral de Centro (PPC) es un instrumento fundamental


en la evangelización educativa. En él se concretan:
• Los principios y fines que constituyen las señas de identi-
dad de la institución educativa católica,
• se formulan los objetivos y dimensiones que se propone
desarrollar,
• se especifica su modelo organizativo como mediación nece-
saria y
• se precisa el modo de participación de la comunidad edu-
cativa en todo el proceso pastoral.
Se parte de la premisa de que, en una comunidad educativa cristia-
na, todo el Proyecto Educativo (PEC) ha de entenderse como proyecto
pastoral pues todo él debe evangelizar, no solo las clases de religión o
las actividades específicamente religiosas.

Sin embargo, ese «alma» pastoral debe ser también «proyectada»


y planificada específicamente (PPC) dirigiéndola intencionalmente a
la promoción total de la persona, como lo puntualizó la Congregación
Vaticana para la Educación en su documento “La Escuela católica” al
afirmar:

64 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

“Estas premisas permiten indicar las tareas y explicitar los con-


tenidos de la Escuela católica. Las tareas se polarizan en la síntesis
entre cultura y fe, y entre fe y vida; tal síntesis se realiza mediante
la integración de los diversos contenidos del saber humano, espe-
cificado en las varias disciplinas, a la luz del mensaje evangélico, y
mediante el desarrollo de las virtudes que caracterizan al cristiano”
(EC 37).

OBJETIVOS DEL PEC

Objetivo general
Proponer un camino formativo para el crecimiento en la fe de todos
los miembros de la comunidad educativa, el cual, partiendo de la si-
tuación concreta, respete las normales etapas de evolución y los res-
pectivos procesos de la maduración de la fe.

Objetivos específicos
1. Analizar la relación entre el Proyecto educativo de centro y el
proyecto pastoral.
2. Precisar el concepto de Proyecto Pastoral de Centro.
3. Establecer el marco de referencia del PPC.

EDUCACIÓNHOY 65
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

4. Determinar cómo se establecen las políticas y principios del


PPC.
5. Caracterizar las etapas y metas pastorales.
6. Determinar los criterios de elaboración.
7. Analizar el soporte estructural y organización.
8. Determinar los campos de acción pastoral.
9. Esbozar los órganos de animación y coordinación del PPC.
10. Conocer cómo se realizan el Plan Pastoral y la Programación
anual.
11. Precisar los procesos evaluativos del PEC.

RELACIÓN ENTRE EL PEC Y EL PPC

El Proyecto de Plantel (PEC) de una escuela católica debe estar in-


tegrado por el Proyecto Curricular (PCC), el Proyecto Organizativo
(POC) y el Proyecto Pastoral (PPC):
• el POC establece las estructuras y flujos organizativos que per-
mitirán hacer realidad lo contemplado en el PEC.
• Por su parte, el PCC concreta el diseño curricular para la rea-
lidad del centro, en servicio de los objetivos educativos del
mismo; partiendo de los programas oficiales, mediante una
programación detallada, garantiza la progresión y la coherencia

66 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

de la enseñanza y el aprendizaje de los contenidos educativos La Escuela católica


a lo largo de la escolaridad. Ello supone la continuidad y la co- es un centro de
herencia en la actuación del equipo de educadores, coherencia vida y la vida es
que ha de lograrse en torno a los valores de la escuela cristiana síntesis. En este
y a la labor de evangelización que se realiza a través de las ac- centro vital, el
tividades escolares. proceso educativo
Si se quiere que el PEC tenga sentido y efecto, deben darse en to- se desarrolla
dos los miembros de la comunidad educativa los siguientes requisitos en continuidad
(por lo menos intencionalmente): mediante un
• compromiso efectivo de conversión personal para integrar- intercambio
se en el PPC y para vivirlo en coherencia; de acciones y
• interés prioritario y constante de valorar a las personas y
reacciones en
sentido horizontal
de asumir la diversidad;
y vertical.
• capacidad de paciente espera para superar la lentitud y las
dificultades anejas así como para aceptar la compleja diversi-
dad del temperamento y de los caracteres, de compromiso y
creatividad de cada uno;
• tolerancia positiva que se traduzca en colaboración a los
comunes objetivos, realización de unidad y espíritu abierto al
perdón;
• voluntad de aportar soluciones y de participar en reuniones y
disponibilidad en el reparto de responsabilidades y funcio-
nes;
• auténtica y frecuente comunicación.
La Escuela católica es un centro de vida y la vida es síntesis. En
este centro vital, el proceso educativo se desarrolla en continuidad
mediante un intercambio de acciones y reacciones en sentido hori-
zontal y vertical: «Es un proceso que califica a la escuela católica y
no encuentra analogía en otras escuelas no inspiradas en un PE cris-
tiano»1.
El PEC del plantel cristiano debe estar intencionalmente dirigido
a la promoción total de la persona2, tomando como funda-
mento a Jesucristo3.
Busca unir en un único proceso la formación humana y cristiana,
para que la escuela sea, en lo sentido humano y en lo religioso:
• «un centro vital donde el proceso educativo se desarrolla en
continuidad mediante un intercambio de acciones y reacciones
en sentido horizontal y vertical»4.

1. LC 109.
2. EC 29.
3. EC 34.
4. DRE 109.

EDUCACIÓNHOY 67
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

La formación • Es decir, en la conciencia histórica de la escuela católica reside


cristiana de «su empeño por promover al hombre integral» según Cristo5.
nuestros alumnos En otras palabras, la coherencia educativa de un centro católico
no puede dependerá en buena parte de la influencia que ejerza el PPC en el in-
plantearse como terior del PEC.
algo anexo, Es así como, a partir de su conciencia evangelizadora y misionera,
añadido, o el plantel cristiano asume, por sus propios naturaleza y fin, una de-
superpuesto a terminada acción evangélica eclesial. Lo hace desde una comunidad
su formación cristiana y en la perspectiva de la misión compartida, o sea, con un
integral, sino que
PEC basado en el Evangelio, que favorezca el diálogo entre fe y cultura
debe entenderse
y sea plataforma de la promoción humana y del desarrollo social del
y actuarse como
entorno, así como de la maduración de la fe.
una formación
Impulsada entonces por su dinamismo profético, la Escuela cató-
informadora de
lica orienta su PEC «a coordinar el conjunto de la cultura humana con
todas las demás
facetas, a partir el mensaje de salvación», en una doble dimensión: la inculturación de
de una formación la fe y la evangelización de la cultura. Por otro lado, su dinamismo de
humana sólida. integración le permite «conducir a la persona a la perfección humana
y cristiana, y a su maduración en la fe, como dos facetas de una misma
realidad».
Es obvio, entonces, que la formación cristiana de nuestros alum-
nos no puede plantearse como algo anexo, añadido, o superpuesto a
su formación integral, sino que debe entenderse y actuarse como una
formación informadora de todas las demás facetas, a partir de una
formación humana sólida. Es decir, no se puede perder de vista que
evangelizamos precisamente educando, y educando bien, o sea, edu-
cando con calidad. Para ello, como hemos subrayado anteriormente,
la Escuela católica deberá crear un ambiente de comunidad educativa
animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, y desde allí
ayudar a que sus alumnos se desarrollen como personas y crezcan al
mismo tiempo en su dimensión trascendente y religiosa.
De ese modo la Iglesia colabora, a través de sus centros educa-
tivos, junto con otros grupos humanos o eclesiales, en la educación
de la sociedad y, a la vez, aporta a la educación un sentido nuevo de
humanización y de cultura. Lo original de su aportación está en que a
través del PPC, basado en la formación integral del hombre, cumple
una tarea eclesial insustituible. Por tanto, no abandona el componen-
te espiritual del hombre sino que lo integra dentro de la realidad en la
que vive inserta. Y a nadie se le ocurre decir que el hombre solo ha de
formarse en el terreno científico o, que simplemente debe construir
su modo de pensar.

5. EC 35.

68 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Para llevar adelante esa tarea educativa cristiana (es decir, evan-
gelizadora), la escuela distingue dos ámbitos mutuamente comple-
mentarios y necesarios entre sí:
1. La pastoral académica, que se desarrolla durante el tiempo
académico y está dirigida a todo el personal.
2. La pastoral extraacadémica, que se desarrolla fuera del tiempo
académico y en la que participan libremente las personas que
estén interesadas.

QUÉ ES EL PROYECTO PASTORAL DE CENTRO

El PPC es el documento que nos revela cómo funciona el centro en


cuanto agente evangelizador. Es un programa de acción pastoral com-
partida y en cuanto tal constituye el gran instrumento para la evange-
lización en la Escuela católica. Concreta los principios y fines edu-
cativos que constituyen las señas de identidad del centro; formula
sus objetivos pastorales y determina tanto su modelo organizativo
como los modos de participación de la comunidad educativa.
Como hemos venido reiterando, no se trata de un elemento más o
menos opcional para la escuela católica:

«La única condición que, de derecho, se pone para su subsis-


tencia es la fidelidad a su específico PPC. Esta fidelidad cons-
tituye también el criterio fundamental que se debe aplicar
cuando se trate, llegado el caso, de reorganizar las institucio-
nes escolares católicas»6.

Desde estas perspectivas debe cada centro educativo elaborar su


PPC para promover el itinerario cristiano dentro de su PEC, con un
doble marco de comprensión:
a) El primero y más amplio se identifica con el PEC concretado
a través del PCC. La razón es que todos los elementos de la
Escuela católica han de integrarse en un mismo proceso de
evangelización, y orientarse a la promoción total de la persona
desde la concepción cristiana de la realidad. En este sentido se
puede decir legítimamente que el objeto y, a la vez, el sujeto del
PPC es la escuela entera, o el proceso educativo integral.
b) El segundo, situado totalmente dentro del primero, tiene
como objetivo desarrollar aquella dimensión del PEC más

6. EC 86.

EDUCACIÓNHOY 69
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

explícitamente evangelizadora, es decir, la apertura a la fe,


la propuesta y profundización de la fe, y su concreción en
un plan de iniciación cristiana acorde con las posibilidades
escolares.
En conformidad con este doble marco, el PPC ha de satisfacer dos
finalidades que se complementan mutuamente:
Imprimir la opción evangelizadora a todo el proceso educativo,
aquello que hemos venido llamando organizar el centro en clave de
pastoral; y desde esa dirección, dar unidad y coherencia a todo el pro-
ceso.
Planificar y programar la acción pastoral que promueve el avance
en la iniciación cristiana de los diversos componentes de la comuni-
dad educativa.
Esto significa que la característica esencial del proyecto pasto-
ral es producir la «fermentación» del PEC, del PCC y del POC, es
decir, del conjunto de lo que llamamos el Proyecto de centro, en
orden a lograr un itinerario educativo cristiano. Por consiguiente,
el PPC de una escuela católica no está solo para prever las activi-
dades religiosas que se han de hacer en un centro escolar, o las
acciones de anuncio y profundización de la fe. Si fuera así, en los
casos en que el anuncio, la profundización o la celebración de la fe
no fueran posibles de manera inmediata, estaría de sobra un pro-
yecto pastoral.
Es obvio que, desde esta perspectiva, como factor de fermento
misionero, el proyecto pastoral cuenta para su realización plena con
todos los educadores del centro, respetando siempre sus opciones
personales de fe. Por ello, promueve la implicación de cada educador
en las acciones evangelizadoras que le sean propias. Y actúa subsi-
diariamente en colaboración con todos los demás proyectos, planes
y organismos escolares, sin remplazar la labor de los mismos, pero
fomentando su acción evangelizadora.
Un PPC ha de ser esencialmente transformador. Busca cambiar
la situación real de los destinatarios de la acción educativa, en la
dirección del proceso evangelizador. Por tanto, después de precisar
los objetivos a largo alcance, que señalan la intención evangelizado-
ra, el PPC debe situar su atención y sus esfuerzos en las «zonas de
desarrollo próximo» del conjunto de los destinatarios y, en la me-
dida de lo posible, de cada grupo significativo dentro del conjunto,
además de prever la atención personalizada a cada destinatario. En
consecuencia, la programación que ha de desarrollar con sus obje-
tivos inmediatos, deberá referirse, no necesariamente a los últimos
niveles de la evangelización o a la profundización de la fe, sino a
la situación en que se encuentran los destinatarios, y promover su

70 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

transformación o paso del «nivel de desarrollo real» al «nivel de de- El PPC está
sarrollo potencial». directamente
Partiendo del análisis de la realidad pastoral del centro, el PPC ligado a la finalidad
programa los objetivos y líneas de acción para una etapa convencio- evangelizadora
nal: puede ser para un año o para varios (no más de tres o cuatro). En de la Escuela
este último caso, el Proyecto se desglosa en planes o programaciones católica, y, por
anuales. Al final de un plan anual, así como al concluir la etapa que consiguiente, ha
abarcaba el Proyecto, se debe proceder siempre a evaluar lo progra- de ser promovido
mado, antes de confeccionar el nuevo plan o proyecto. y encauzado por
la comunidad
cristiana que
¿Quién lo promueve o elabora?
patrocina y
garantiza dicha
Según la definición dada al comienzo, el PPC está directamente ligado
finalidad.
a la finalidad evangelizadora de la Escuela católica, y, por consiguien-
te, ha de ser promovido y encauzado por la comunidad cristiana que
patrocina y garantiza dicha finalidad. La comunidad cristiana se hace
presente en la escuela a través de instituciones operativas, de las cua-
les hablaremos posteriormente. En la medida de lo posible, todos los
educadores del centro han de estar implicados en la elaboración del
PPC, como lo han estado en la elaboración del PEC, pues de esa im-
plicación real, sentida y valorada, dependerá su puesta en práctica y
su eficacia real.
Sugerimos, a guisa de ejemplo, los siguientes pasos para su ela-
boración:
1. El centro lo promueve, generalmente a través del equipo de
pastoral.
2. El equipo de pastoral elabora un borrador. Que como tal es
asumido por el equipo directivo del centro.
3. Este borrador es presentado y ofrecido como material de
trabajo a todos los educadores del centro, a los agentes de
pastoral y a cualesquiera otras personas que tengan acción
educativa en el centro. Conviene igualmente abrir esta fase de
participación a la sociedad de padres y representantes y a los
mismos alumnos.
4. Con la información recabada en la fase anterior, el equipo re-
dactor elabora el proyecto, el cual pasa a examen del equipo
directivo.
5. El equipo directivo presenta el documento, para su aproba-
ción, a la Junta Directiva de la comunidad educativa.
6. Una vez aprobado por esta última instancia, el PPC se edita
y difunde, a través de los medios necesarios para que llegue
adecuadamente a todos los miembros de la comunidad edu-
cativa.

EDUCACIÓNHOY 71
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Educar en la EL MARCO DE REFERENCIA


fe a alguien
supone ayudarle El PPC se elabora a partir de la confrontación entre dos elementos
a descubrir el absolutamente necesarios: el marco teórico de referencia que da el
Evangelio como soporte conceptual, y el análisis de la situación que permite conocer
sentido para su la realidad que se quiere transformar y especifica a dónde se quiere
propia vida y llegar, o en qué dirección debe ser modificada la realidad. Debe tomar
ayudarle a integrar en cuenta, al mismo tiempo, las diversas etapas pastorales.
esa fe en su vida. a) El Marco teórico de referencia «contiene» el modelo
de persona a cuyo logro se encamina la labor del centro edu-
cativo; y con él, el modelo de Iglesia, de sociedad, de relación
Iglesia-Sociedad, de cristiano, de evangelización, de educación
de la fe, de construcción del Reino de Dios...
Para explicitarlo, desarrollarlo o incluso modificarlo, hay que
acudir a las fuentes: la Palabra de Dios, el propio Ideario, el PEC,
las orientaciones de la Iglesia (universales, diocesanas...) y de la
institución bajo cuya responsabilidad se encuentra el Plantel.
Se trata de enunciar los «principios» que fundamentan la
acción pastoral de cada centro y los criterios básicos orienta-
dores de la acción, gracias a los cuales podremos interpretar
nuestra realidad pastoral, discernir el tipo de acción que he-
mos de elegir entre los posibles, y anticipar por dónde han de
ir las líneas de futuro en la pastoral.
b) La realidad ¿Por qué y para qué conocer la realidad?
Educar en la fe a alguien supone ayudarle a descubrir el Evan-
gelio como sentido para su propia vida y ayudarle a integrar
esa fe en su vida. Implica, por tanto, conocer en qué situación
se encuentra para realizar las intervenciones educativas ade-
cuadas a su situación y que le ayuden realmente a crecer como
creyente.
¿De qué realidad se trata? Si el objetivo fundamental de la
educación en la fe es la integración fe-vida, el objeto de nuestro cono-
cimiento debe abarcar tanto la realidad de la fe como la de la vida del
joven. Ello supone analizar, al menos, estos tres elementos:
1. La psicoestructura, es decir, todo aquello que, desde dentro
del mismo joven, afecta a su manera de ser, vivir y actuar; su
psicología, sus vivencias personales de fe, su situación religio-
sa personal, etc. Ejemplo: ausencia de experiencias religiosas
personales, preocupación por el crecimiento corporal, crisis
personales, etc.
2. La socioestructura, o sea, todo aquello que, desde fuera, afecta
igualmente a su manera de ser, vivir y comportarse: la fami-
lia, el barrio, la televisión, la escuela, los amigos, etc. Ejemplo:

72 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

situación de ignorancia religiosa, familia desestructurada, Es importante


dependencia fuerte de la televisión, etc. darle cuerpo a
3. La situación de fe-vida del centro: comunidad educativa, situa- toda esta reflexión
ción del proceso evangelizador que vive el centro, etc. Ejem- usando un método
plo: existe una comunidad cristiana que anima con fuerza el que garantice
proceso evangelizador, se detectan contradicciones entre el la seriedad de
evangelio anunciado y la práctica en el aula por parte de al- los resultados
gunos docentes. y su significado
Para conocer los aspectos psicoestructurales y socioestructurales
educativo-pastoral.
de cada realidad escolar son útiles, además de permanecer atentos
a la vida diaria, la observación directa y la confrontación constante
con la realidad misma (por ej., pasando cuestionarios o encuestas a
los diversos grupos estamentales de la comunidad escolar) así como
investigar, hasta donde se pueda, la situación en la que todos viven.
Tales investigaciones deberían atender, al menos, a estos aspectos:
datos personales, familia, tiempo libre, valores morales, aspectos so-
ciales y políticos, religión.
Para conocer la situación o realidad del proceso evangelizador
que vive un centro, conviene realizar reuniones de revisión de la co-
munidad educativa, cuestionarios, etc.
Este análisis de la realidad concluye señalando unos aspectos
prioritarios sobre los que hay que trabajar e incidir, dada la situa-
ción detectada.
Es importante darle cuerpo a toda esta reflexión usando un mé-
todo que garantice la seriedad de los resultados y su significado edu-
cativo-pastoral. Aconsejamos el método DOFA de Planificación
Estratégica, que se basa en la confrontación ponderada entre de-
bilidades y fortalezas por un lado, y oportunidades y amenazas por
el otro.
c) Etapas pastorales. Conviene tener en cuenta que de por sí, el
proceso de crecimiento en la fe exige etapas, como las hay en el mismo
proceso educativo. Etapas que debieran, de algún modo, correspon-
der a las etapas que se perciben en el proceso catecumenal hacia la fe.
Por ejemplo:
PRE-EVANGELIZACIÓN
Objetivos
• sensibilizarse al mensaje cristiano,
• hacer la experiencia del propio desorden y pecado: ¿cuál es
nuestra situación ante el Proyecto de Dios?
EVANGELIZACIÓN INICIAL (KERIGMA)
Objetivos
• descubrir a Jesús Redentor y Liberador,
• llegar a una primera opción de fe.

EDUCACIÓNHOY 73
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

INICIACIÓN CRISTIANA
Objetivos
• Suministrar los conocimientos esenciales del mensaje cristiano
(catequesis),
• iniciar en la vida sacramental,
• entrenar para la participación en la vida eclesial,
• integrarse a la comunidad eclesial.

COMPROMISO
Objetivos
• conseguir el discernimiento e interiorización del compromiso
apostólico, en seguimiento de Jesús,
• celebrar vivencialmente los sacramentos de iniciación,
• insertar comprometidamente en la comunidad apostólica,
• llevar a una opción vocacional consciente y libre,
• vivir coherentemente las respectivas responsabilidades: en la
educación, en la familia, etc.

Entre etapa y etapa se pondrá, en lo posible, una situación de “pa-


saje” o tránsito que marque la separación de la situación o universo
anterior, dé un margen de preparación para asumir la nueva situación
y prepare la incorporación a la nueva etapa.

74 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Tales pasajes o pasos pueden constar de los siguientes elementos:


a) Tiempo de reflexión: revisión y examen de las motivaciones
para pasar a la etapa siguiente.
b) Tiempo de oración.
c) Tiempo de comunicación e intercambio de experiencias entre
el grupo del que se sale y el grupo que lo recibe.
d) Tiempo de celebraciones litúrgicas.
e) Tiempo de fiesta.
Esto implica que, al ir definiendo el Proyecto hay que pensar en
que los objetivos y metas deben responder a las necesidades de las
diversas etapas pastorales.

ELABORACIÓN DEL PEC

Criterios

El PPC no puede concebirse como una parte o dimensión del proyecto


de centro, sino como su valor transversal fundamental.
Se trata de responder desde nuestra vocación de educadores cre-
yentes a las cinco preguntas fundamentales de todo PEC:
Quiénes somos: Identidad, Visión, Misión.
Dónde estamos: diagnóstico.
Hacia dónde queremos ir: objetivos.
Cómo pretendemos llegar allí: estrategias, políticas, priori-
dades, pedagogías.
Cómo nos evaluaremos: maneras y tiempos de evaluar y ajus-
tar el proyecto.
Es muy importante tener en cuenta que lo fundamental
en todo este proceso no es tanto el producto final cuanto el
mismo proceso en sí; ello implica que no se trata de quemar etapas
para tener cuanto antes un PPC; el tiempo que se gaste debe ser el
necesario, ni más ni menos. Porque cada proceso y cada etapa del mis-
mo tiene sus propias exigencias: un PPC que se gestara rápidamente
a costa de eliminar o reducir etapas del proceso no servirá de nada;
en cambio el que se concluye después de un laborioso proceso de re-
flexión y participación tendrá asegurada su eficacia y su trascendencia
durante largo tiempo.

Proceso

Hay que comenzar realizando una confrontación entre la situación en


la que se encuentra el alumno y el objetivo general que nos proponemos

EDUCACIÓNHOY 75
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Hay que potenciar alcanzar. Queremos, por ejemplo, transformar la realidad escolar des-
por lo tanto la de el Evangelio. De allí se deducen, primeramente las prioridades a
formación del atender y los valores transversales que ello exige.
hombre nuevo Consecuencialmente, el análisis realizado nos suministra cuáles se-
cultivando rán objetivos específicos y las estrategias concretos y de inmediato
los valores desarrollo. Los objetivos a su vez exigen determinar las metas gradua-
fundamentales del les y proporcionadas a las distintas etapas o niveles de la escuela. Expli-
hombre. caremos este aspecto fundamental en el capítulo siguiente.
En todos ellos deberá atenderse al desarrollo integral de todas y
cada una de las capacidades del ‘ser cristiano’ o sea:
• de interrogarse y dar sentido a la propia vida,
• de conocer la propia fe y saber dar razón de la misma,
• de descubrir los valores del Evangelio e irlos incluyendo en el
propio proyecto de vida,
• de vivir la propia fe dentro de una comunidad cristiana,
• de orar y celebrar la propia fe,
• de comprometerse en la transformación integral de la realidad.
Después, a partir de los criterios teóricos, de las urgencias históri-
cas y de las orientaciones carismáticas de la comunidad o institución,
se definen las opciones prioritarias de la pastoral del centro.
Hay opciones que son muy de fondo, o que marcan una orienta-
ción muy global. Por ejemplo, la opción por una pastoral misionera
implicaría:
• promover un proceso de conversión,
• introducir en la comunidad cristiana, y
• llevar a un compromiso personal en la construcción del Reino
de Dios.
Otras se refieren al desarrollo de un valor transversal o de un nú-
cleo importante del proceso pastoral. Ejemplos:
1. La educación liberadora
2. La opción por los pobres
3. La educación con talante misionero
4. La familia…
Finalmente debemos deducir las políticas o principios peda-
gógico-pastorales generales que, a criterio de cada centro y a tono
con su realidad, deben regir la actuación de todos los que participarán
en la realización del proyecto, fundamentalmente directivos, profeso-
res y maestros; por ejemplo:
• individualización (atender los alumnos respetando su si-
tuación y el ritmo de crecimiento de cada uno),
• autonomía (ayudar a que vayan actuando por convicción
propia y no porque los arrastra el ambiente o los obligan,
practicando el llamado «estilo de animación»),

76 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

• Trabajo en equipo (dar participación a los docentes-guías


en las intervenciones pastorales y trabajar coordinadamente
con ellos),
• relación educativa personal,
• participación de todos, etc.
A esta altura del proceso ya podemos precisar la misión del cen-
tro (lo que debemos hacer por vocación y es su razón de ser) y su
visión de futuro (lo que desea lograr como sueño futurista).

Objetivos y ámbitos

Nos adentramos un poco más en el cuerpo central del PPC: los obje-
tivos. Necesitamos conocerlo bien porque se trata del armazón que
dará consistencia y coherencia a todo el proyecto.
Se supone que hemos llegado aquí después de un proceso
• de análisis de la situación del entorno, del mismo centro edu-
cativo, de las personas, de los destinatarios;
• de un esfuerzo de discernimiento de esa situación a la luz de
los principios y fines y del evangelio;
• de un marco de referencia doctrinal y carismático, que nos ha
permitido realizar opciones y aplicar criterios.
Han surgido de allí los grandes objetivos u objetivos generales,
que iluminan un amplio horizonte de acción.
Así las cosas, nos es imprescindible acotar estas extensas platafor-
mas de actuación.

Objetivos

Se requiere crear una red de objetivos específicos que acerquen el trabajo


pastoral a terrenos más concretos y evaluarlos. Ello supone escoger:
1. Un(os) objetivo(s) general(es) de largo alcance, que
señale(n) la intención evangelizadora. Le ofrecemos, solamen-
te a modo de ejemplo, los siguientes:
• Recrear en cada educando la imagen y semejanza divina, con-
tribuyendo a la conversión del hombre total, no solo en su yo
profundo e individual, sino también en su yo periférico y so-
cial, orientándolo radicalmente a la genuina liberación cristia-
na que abre al hombre a la plena participación en el misterio
de Cristo resucitado, es decir, a la comunión filial con el Padre
y a la comunión fraterna con todos los hombres.
• Desde una perspectiva radicalmente cristiana humanizar y
personalizar al niño/joven, es decir, hacerlo realmente hom-
bre y persona, para crear en él el lugar donde pueda revelarse

EDUCACIÓNHOY 77
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

y ser escuchada la Buena Noticia. Potenciar por lo tanto la for-


mación del hombre nuevo cultivando los valores fundamenta-
les del hombre.
• Integrar a cada alumno, docente, representante, padre, etc., al
proceso social, impregnado por una cultura radicalmente cristia-
na pero en la cual coexisten valores y antivalores, luces y sombras,
y que, por lo tanto, necesita ser constantemente re-evangelizada.
• Ejercer la función crítica propia de toda verdadera educación,
no masificada y alienada, ni masificante y alienadora, procu-
rando generar permanentemente, desde el ángulo educativo,
las pautas culturales y las normas de interacción social que po-
sibiliten la creación de una nueva sociedad, verdaderamente
participativa y fraterna; es decir, impulsar la educación para la
justicia y el compromiso real con los pobres7.
• Convertir al educando en sujeto, no solo de su propio desarro-
llo, sino también al servicio del desarrollo comunitario (educa-
ción para el servicio).
• Desarrollar una confianza plena en las posibilidades positivas
que existen en todo hombre, imagen y semejanza de Dios, y
potenciar la manifestación, crecimiento y desarrollo de esas
posibilidades, asumiendo los riesgos de error y deficiencia que
conlleva todo proceso de maduración.
• Desarrollar la comunidad educativa cristiana, que sirva de
apoyo al proceso de fe que se realiza en el centro8.

2. Es necesario desglosar luego los objetivos generales en una red


de objetivos específicos que acerquen el trabajo pastoral a
terrenos más concretos y evaluables. Esos objetivos específicos
actúan a modo de pequeños caminos que se bifurcan y cubren
todo el territorio de la acción. Deben señalar metas graduales
y proporcionadas a las distintas etapas o niveles de la escuela.
¿Cómo hacer? Hemos llegado al armazón que da consistencia y co-
herencia a todo el trabajo. Cuando elaboramos objetivos específicos,
recurrimos a ese conjunto de campos que armonizan toda la tarea:
dimensiones de las personas, agentes y destinatarios; y dimensiones o
niveles del proceso evangelizador.
En todos ellos deberá atenderse al desarrollo integral de todas y
cada una de las capacidades del ‘ser cristiano’:
• La capacidad de interrogarse y dar sentido a la propia vida.

7. EC 29.45.
8. EC 24.1.

78 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

• La capacidad de conocer la propia fe y saber dar razón de la Cultivar la


misma. esperanza
• La capacidad de descubrir los valores del Evangelio e irlos in- mesiánica, acercar
cluyendo en el propio proyecto de vida. al alumno al Reino
• La capacidad de vivir la propia fe dentro de una comunidad de Dios, ponerlo
cristiana. en el umbral de
• La capacidad de orar y celebrar la propia fe. la fe en Cristo,
• La capacidad de comprometerse en la transformación evangé- prepararlo para ser
lica de la realidad. Hombre Nuevo.

Ámbitos

El PPC, a partir de tres tareas fundamentales que tienen que ver con
el docente, la comunidad y los procesos, puede desarrollarse en tres
campos, que funcionan como círculos concéntricos, referidos a los
tres niveles de la propuesta cristiana. No son tres etapas consecutivas,
pues pueden darse con una relativa simultaneidad:

1.º «La pedagogía del umbral» (Fr. Coudreau)


Se trata de llegar a todos los componentes de la comunidad educa-
tiva y desbordarse más allá de sus límites. Es lo más característico
de la escuela cristiana: una manera de estar en el mundo, un estilo
de ser hombre, una inserción activa en la sociedad. Es la aporta-
ción que hacemos desde la fe a la construcción del hombre, y debe
ser programado, como decíamos, desde el PEC y a lo largo del PCC
y el POC.
Su objetivo consiste en situar al alumno en el mundo crítica-
mente, aprendiendo a leerlo y a descubrir su significado, y activamen-
te, o sea, viviendo según unos valores. Básicamente, esta «pedagogía
del umbral» es la plasmación del primer rasgo con que el Vaticano II
definía a la Escuela católica: la pre-evangelización, de la que habla-
mos antes.
Podemos apreciar en la pedagogía del umbral tres dimensiones:
a) Educación para la utopía o «la esperanza». Se trata
de cultivar expectativas, de preparar hombres que se nieguen
a aceptar la realidad actual como única realidad posible y se
empeñen en su transformación. En cristiano, significa cultivar
la esperanza mesiánica, acercar al alumno al Reino de Dios,
ponerlo en el umbral de la fe en Cristo, prepararlo para ser
Hombre Nuevo. Educar «en la esperanza» es educar en el va-
lor de la vida, su significado y su destino, en el sentido del más
allá, en la superación de las estructuras en la capacidad de me-
jorar el presente, en la apuesta por las utopías...

EDUCACIÓNHOY 79
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

La educación en Desde esta dimensión de la «pedagogía del umbral», la Escue-


valores tiene como la católica debe salir al paso de una acusación frecuentemente
objetivo ofrecer al repetida de que la escuela actual no es sino una reproductora
hombre la llave de del modelo social en el que está inmersa pues condicionaría a
la existencia. sus alumnos para perpetuar el sistema. En la situación social
que nos toca vivir hoy, debemos hacer un esfuerzo especial por
impulsar la educación para la justicia, a través de programas
amplios, globales y coherentes, que comiencen por promover
la revisión de aquellas estructuras del propio centro educativo
que influyen en la manera de percibir este valor.
b) Educación para la búsqueda y la pregunta. Este segundo
sector de la «pedagogía del umbral» nos recuerda que la mejor es-
cuela no es la que da muchas respuestas, sino la que hace muchas
preguntas e incita a buscar respuestas. El problema de muchos
de nuestros jóvenes es que han oído demasiadas respuestas, pero
no tienen interrogantes que les inquieten; y por eso no buscan.
Y cuando buscan no encuentran respuestas. Educar para la bús-
queda supone: desarrollar la capacidad de preguntarse, y no solo
de aprender; desarrollar la capacidad crítica y transformadora, y
no solo de integración al sistema; desarrollar la apertura al Mis-
terio, descubrir el sentido «sacramental» de la vida y del mundo,
en lugar de proponer tan solo un descubrimiento científico, ver-
dadero pero opaco, de la realidad. Es un papel que corresponde
al conjunto de la escuela, y que por tanto ha de ser programado
complementariamente entre todas las áreas.
c) Educación para los valores. Se llega al umbral de la fe
apoyándose en ciertos valores humanos fundamentales; antes
de sentir la necesidad de Alguien que me salve, he de descu-
brirme yo mismo como alguien (no «algo») que necesita ser
salvado, he de descubrir la dignidad de la persona humana, he
de reconocer la capacidad de elección y decisión que caracteri-
za a la persona. ¿Qué tipo de persona queremos formar?
Lógicamente, el proyecto pastoral del centro debe verterse en una
pedagogía concreta; nosotros optamos por la de valores. Toca-
mos así un punto de especial significación en nuestros días. Porque,
una de sus notas más significativas de la actualidad es precisamente la
paradoja de que el hombre, en ansiosa búsqueda siempre de felicidad,
nunca ha sido menos feliz y ello no por falta de medios o recursos
sino por carencia de sentido y por pérdida de valores fundamentales.
Como dice Abilio de Gregorio, «la antinomia de la felicidad no es el
dolor o el sufrimiento, sino el vacío».
Aquí está el verdadero reto de la Escuela católica: ser alternativa
de la escuela laica por los valores que transmite. Para ello debe ser fiel

80 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

a toda la lista interminable de valores que tiene su paradigma en el


Evangelio. «La ruptura entre el evangelio y la cultura, es sin duda, el
drama de nuestro tiempo» dijo Pablo VI9.
La educación en valores tiene como objetivo ofrecer al hombre la
llave de la existencia. Nuestra sociedad en crisis no permite descubrir
los auténticos valores que den sentido y plenitud a la vida. Los valores
no pueden ser impuestos, ni podemos reducirlos a una lista cerrada.
El proceso de valoración va desde el descubrimiento y captación del
valor hasta la adhesión y vivencia comprometida. Es una tarea difícil;
los frutos no tienen fecha fija para la cosecha, y exigen un proceso se-
rio, dinámico, que demanda coherencia y autenticidad en quienes los
propongan. La educación en valores es fundamentalmente un «con-
tagio» de actitudes vividas. Esto significa que en la escuela, como en
la vida toda, casi nada es indiferente. La educación en los valores no
puede reducirse a una clase de ética o religión. Entenderlo así sería
no entender el objetivo de la educación. «El carácter propio y la razón
profunda de la Escuela católica por la que los padres deben preferirla,
es precisamente la calidad de la enseñanza, integrada en la educación
de los alumnos»10. La familia y la sociedad actúan con ingenua hipo-
cresía cuando piden a la escuela que eduque en los valores que care-
cen de modelos en la sociedad y en la familia.
Conjugar la educación en valores con el logro de una mayor cali-
dad educativa es el punto de mira de toda escuela auténtica y, por su-
puesto, de la pastoral educativa cristiana. Los nuevos retos educativos
con sus inmensas expectativas y los temores que inspiran, interpelan
a todo educador, y a la sociedad, sobre el mejor modelo de escuela,
sobre el mejor PEC. La formación permanente de los educadores y de
los padres de familia será el determinante para la elaboración de un
PEC que responda a las exigencias de una educación de calidad: la que
sea mejor, porque es la que merece todo alumno:

«La educación escolar debe proponerse como objetivo funda-


mental la formación integral de la persona humana. Al decir
integral se quiere significar que debe atender al desarrollo
de todas las dimensiones del hombre: intelectuales, volitivas,
afectivas, estéticas, relacionales, religiosas, morales, etc.»11.

En cuanto educadores cristianos tenemos un serio compromi-


so ante unos destinatarios concretos. Implicarnos en este proceso y

9. E.N., 20.1.
10. Catequesis tradendae (CT) 69
11. LC 13.

EDUCACIÓNHOY 81
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

optar por esta propuesta nos compromete a priorizar acciones que,


evidenciadas cómo educación, evangelización y compromiso, no son
más que tres dimensiones de una única realidad. El mayor servicio
que podemos hacer a otros es ayudarles a saber lo que son capaces
de hacer. Hacer que el hombre florezca, que crezca, madure. Dar a
cada persona la oportunidad del éxito, de ser feliz. Si la escuela existe
es solo para posibilitar el pleno crecimiento del niño, del joven. La
sociedad se da a sí misma la escuela como medio de preparación de
los jóvenes para la vida.
Pero no se trata simplemente de educar para los valores: los va-
lores implican una forma de vivir y a vivir solo se puede aprender vi-
viendo. Por lo tanto, esa educación debe hacerse desde los mismos
valores que se promueven. Educando en los valores y para los valores,
la escuela «forma al hombre desde dentro, lo libera de los condicio-
namientos que pudieran impedirle vivir plenamente como hombre»12.
A través de experiencias y contenidos programados para cada nivel, a
través de campañas ocasionales, a través, sobre todo, de la interacción
con los educadores y con los distintos escenarios sociales del entorno,
la escuela facilita la interiorización de los valores y la construcción

12. EC 29.

82 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

de un nuevo ambiente a través de esos mismos valores. Pero, al mis- Todos los jóvenes
mo tiempo, la educación para los valores obliga a la escuela a revisar y adultos de
continuamente sus estructuras, para lograr que sean transmisoras de nuestras escuelas
aquellos. Y es aquí donde se sitúa la elaboración del Proyecto Organi- son destinatarios
zativo de Centro (POC). principales de la
evangelización.
2.º Diálogo fe-cultura Desde el «primer
Este debe ser uno de los objetivos fundamentales del PPC. Se trata de anuncio (kerigma)»
un diálogo, debe favorecerse desde cada una de las áreas. Por razo- y con el estilo
nes de brevedad, nos referiremos aquí solo a aquella área que preten- misionero inicial
de directamente establecer dicho diálogo, de manera que el alumno
de evangelizar el
paganismo, hasta
pueda hacer personalmente la síntesis de fe y cultura: la formación
los momentos
religiosa, vista no como educación en la fe, sino como cultu-
más avanzados
ra religiosa (ERE). Entendiendo que, para que tal síntesis pueda
de catequesis,
realizarse, esta área debe proporcionar no una simple información
liturgia y misión
sobre el fenómeno religioso, sino las claves de interpretación de las
apostólica.
experiencias vitales del alumno y la conexión con los demás saberes; y
aquí reside una de las mayores dificultades prácticas de los programas
de formación actuales.
La «formación religiosa» aporta al proceso de educación de la fe,
sobre todo, una formulación racional («cultural») de la identidad cris-
tiana, y la posibilidad de integrar el saber religioso entre el conjunto de
saberes humanos, como un elemento crítico y direccional. Su función
propia, en el ámbito de la cultura, es proponer el sentido cristiano del
mundo, del hombre y de la historia desde el cual se pueden discernir
las diferentes visiones de los mismos que proporciona la cultura actual.
Dentro del proceso educativo cristiano, se relaciona con los otros dos
campos y asume ciertas funciones propias de aquellos, pues en el proce-
so de educación de la fe es más normal la continuidad que las rupturas.
Así, de la pedagogía del umbral asume la capacidad de interrogar, de
llamar la atención sobre las cuestiones más trascendentales de la vida
humana, del sentido último de la historia y del mundo. Proporciona
una escala de valores a partir del Evangelio, efectúa una crítica de la so-
ciedad actual, al tiempo que ofrece cauces y esperanza para cambiarla.
Por otra parte, al anunciar explícitamente a Jesús y su mensaje, la
Formación religiosa se sitúa justo al otro lado del umbral, para faci-
litar el paso a quienes hayan recorrido el camino previo y deseen dar
el paso. Actúa de esta forma como lazo de conexión entre el primero
y el tercer campo.
Puede asumir también funciones más propias de la catequesis,
sobre todo en la medida en que predominan alumnos creyentes, ani-
mándoles a la vivencia del mensaje cristiano, ofreciendo momentos
de oración y celebración, incluso jornadas de reflexión y convivencia

EDUCACIÓNHOY 83
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

La función de la cristiana. De esta forma despierta el deseo de una plena catequización


formación religiosa en los grupos que se forman con este objeto al margen del horario
es proponer el académico.
sentido cristiano No debe olvidarse que el aprendizaje en cuanto proceso no es solo
del mundo, del asimilación de contenido, sino expresión creativa de ese contenido.
hombre y de la Para esto último se necesita el dominio de los signos y símbolos me-
historia desde el diante los cuales se codifica el lenguaje y se modula o construye el
cual se pueden mundo material. Deberá cuidarse, por tanto, y de manera especial en
discernir las la infancia, la iniciación en el lenguaje simbólico bíblico-religioso,
diferentes visiones
base para la expresión de la fe y para poder llegar a captar las expe-
de los mismos que
riencias originales de la fe a través de las formulaciones que la tradi-
proporciona la
ción nos ha legado.
cultura actual.
3.º La evangelización explícita (catequesis)
Aquí se encuentra la cumbre del proceso de educación de la fe enco-
mendado a la escuela cristiana. A pesar de que ha sido puesto en en-
tredicho, en las recientes décadas, desde diversas instancias eclesiales
que no aciertan a ver en la escuela más que su aspecto académico, de-
bemos reclamarlo como irrenunciable en el proyecto de inicia-
ción integral en la fe, que constituye la aportación carismática que la
escuela cristiana hace a la comunidad eclesial. Sin este tramo último
quedaría truncada la identidad de la escuela cristiana.
Sin embargo hay que subrayar que la evangelización ofrecida por
la Escuela católica no puede pretender ser exhaustiva y cubrir todos
los campos catequéticos. A modo de ver, su campo específico es la
evangelización kerigmática, definida como un proceso de conversión
a Cristo que culmina con la plena incorporación a la comunidad
cristiana y se manifiesta en el compromiso vital por el Reino de Dios.
Este proceso de iniciación, que en los alumnos de familias creyentes
se supone que comenzó ya comenzó de hecho con el Bautismo y la
catequesis familiar, continúa en la escuela cristiana a lo largo de toda
la infancia, en una etapa que pudiéramos calificar de «despertar a la
fe». Teniendo en cuenta que se trata de una edad en la que el mucha-
cho cristiano mantiene o debe mantener cierta relación con la parro-
quia, los responsables de pastoral de los centros deberían hacer un
esfuerzo por establecer comunicación con las parroquias de las que
dependen los muchachos, para evitar tanto los duplicados como los
vacíos catequísticos, sobre todo en lo que se refiere a la preparación
de la Primera Comunión.
En la medida en que el ambiente religioso del alumnado lo per-
mite, la escuela cristiana debe prever en su proyecto una adecuada
iniciación a la oración y celebración de la fe, a través de todo el
currículo escolar. De manera especial debe cuidarse la catequesis y

84 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

celebración de los sacramentos de iniciación, por la importancia que


tienen en la formación de la identidad cristiana, en la inserción en
la comunidad eclesial y en el proceso de conversión personal. Otros
elementos catequísticos más o menos ocasionales, como pueden ser
las convivencias, los retiros, etc., deben ser planteados en relación al
proceso de iniciación cristiana, como invitaciones permanentes al se-
guimiento de Jesús en la comunidad creyente.
La dimensión vocacional es connatural a la fe cristiana, y no pue-
de faltar en ningún proceso sistemático de evangelización. Por tanto,
el proyecto de la escuela cristiana ha de incluir la pastoral vocacio-
nal, para ayudar a los jóvenes a encontrar su ubicación eclesial.
El núcleo de este tercer campo se encuentra en el grupo de pro-
fundización en la fe, donde se desarrolla el proceso catecumenal,
y donde convergen o toman consistencia todos los otros elementos
catequísticos citados anteriormente. En la actualidad nos parece que
este es un núcleo vital para todo el proceso de educación de la fe que
llevamos a cabo en la escuela cristiana, y al que debe dedicársele la
máxima atención. Por supuesto, el proceso no está sujeto al corsé aca-
démico de los cursos escolares, sino que se prolonga más allá de la
estancia del muchacho en el colegio. Para la gran mayoría el destino
final serán las comunidades parroquiales; para algunos serán las co-
munidades consagradas, o la propia comunidad cristiana del centro
educativo, entre otras.
De ese modo, todos los jóvenes y adultos de nuestras escuelas
son destinatarios principales de la evangelización. Desde el «primer
anuncio (kerigma)» y con el estilo misionero inicial de evangelizar el
paganismo, hasta los momentos más avanzados de catequesis, liturgia
y misión apostólica, los miembros de la comunidad educativa deben
vivir una primera experiencia cristiana que, aunque incompleta, será
el signo de su inserción personal e integral en la vida de la Iglesia:
promoción humana, encuentro con Jesucristo, incorporación a la co-
munidad y compromiso por el Reino.
Este campo de acción es apasionante. La iniciación es el primer
anuncio y es la jerarquización de valores según el modelo del Evan-
gelio; es sentirse hijos de Dios en Jesucristo y es entregarse al amor
de los hermanos; es aceptar la necesidad de liberación y asumir la
capacidad de perdón y compromiso desinteresado; es vivir desde la fe
el encuentro sacramental con la vida del Señor.
A modo de ejemplos, podemos elegir, en este último campo, algu-
nos objetivos (a partir del diagnóstico de la realidad):
a) Elaborar un itinerario de educación a la celebración.
b) Atender al proceso catecumenal desde la coordinación de pas-
toral y las clases de Religión.

EDUCACIÓNHOY 85
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

La Escuela católica c) Entrar en contacto con otros testigos significativos de la fe de


puede servir de la zona, de otras iglesias, de comunidades con mayor compro-
apoyo y desarrollo miso.
del proceso
catecumenal en la Según los niveles del proceso evangelizador
fe de los jóvenes
y de los adultos, Si hasta ahora hemos descrito los diversos campos de la pastoral des-
en contacto con la de donde emergen claros objetivos específicos de la programación,
parroquia y desde hemos de atender también a los objetivos que nacen desde los distin-
un análisis de la
tos niveles de cada uno de estos campos.
situación real.
A la hora de programar me puedo encontrar con docentes en un
alto grado de implicación cristiana junto a otros apenas tolerantes
con el Evangelio; con un exiguo número de personas que se aglutinan
en la comunidad cristiana, o, por el contrario, con un exiguo número
de personas que no conectan; y me puedo encontrar con jóvenes y
adultos que ya viven en el proceso de vida cristiana, más allá de los
primeros peldaños catecumenales. Todo ello me exige estar atento a
los itinerarios del proceso evangelizador.
Puedo alcanzar ya objetivos interesantes de evangelización cui-
dando el ambiente educativo en formas, anuncios plásticos, decora-
ción, saludo, relaciones interpersonales, laborales, lúdicas, etc. Puedo
elegir una serie de valores cristianos y humanos; puedo transmitir un
horizonte de lucha y de crecimiento hacia la utopía; inducir a la capa-
cidad de permanente búsqueda13. Puedo intervenir con la impregna-
ción de la cultura desde la fe, iluminando distintos fenómenos de la
naturaleza, distintos acontecimientos de la historia, diversos perfiles
de personalidad, con el método sapiencial, en contraste con la historia
de la salvación14.
La Escuela católica puede servir de apoyo y desarrollo del proceso
catecumenal en la fe de los jóvenes y de los adultos, en contacto con la
parroquia y desde un análisis de la situación real15. Si es comunidad de
fe, la Escuela católica debe actuar como maestra en la fe, como profe-
ta de la verdad y como espacio de alabanza; buscando los momentos
adecuados para catequizar, testimoniar, celebrar la Buena Nueva, y
enviar nuevos misioneros del evangelio.
Por consiguiente, estos niveles del proceso evangelizador nos es-
timulan a programar y evaluar una serie de políticas y objetivos es-
pecíficos, una vez contrastada la realidad y en consonancia con los
objetivos generales del proyecto pastoral; a modo solo de ejemplos:

13. EC 27-31.
14. EC 32-33.
15. EC 34-35.

86 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Políticas
a) Cuidar el mensaje de los gestos y símbolos.
b) Cuidar las relaciones de fraternidad.
c) Respetar los condicionamientos de cada edad y de cada proceso.

Objetivos:
a) Crear un seminario permanente de diálogo «razón y fe».
b) Organizar momentos periódicos y significativos de celebracio-
nes de la Palabra, penitenciales y eucarísticas.
a) Ofrecer a los jóvenes y adultos más concienciados propuestas
de voluntariado social y misionero y acompañarlos.
En realidad, cada comunidad será quien deba crear este cuerpo
orgánico y central de un proyecto pastoral, en el que se desglosan con
coherencia los objetivos específicos, teniendo en cuenta la situación
real de la obra y del entorno, teniendo en cuenta los objetivos gene-
rales ya elegidos y ofreciendo al proyecto una integralidad, ajustada a
los tiempos que vivimos y a las posibilidades de la propia comunidad
educativa.

EDUCACIÓNHOY 87
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

SOPORTE ESTRUCTURAL Y ORGANIZATIVO

Entendemos por tal el conjunto de estructuras (funciones personales,


programas, tiempos, lugares, medios, materiales...) puestas al servicio
de los objetivos pastorales. Se trata, para comenzar, de tomar concien-
cia de que una estructura que no esté integrada en el proyecto, termina
por perder su sentido y desvirtuar incluso el proyecto pastoral. Pero, a
su vez, un proyecto que no se apoye ni se concrete en estructuras, accio-
nes y programas, resulta inoperante y desvertebrado, pierde eficacia y
genera la dispersión y el desánimo de los agentes de Pastoral.
Ofrecemos aquí, sin querer ser exhaustivos, un conjunto de so-
portes estructurales que, según los objetivos más concretos de cada
proyecto particular, pueden ayudar a diseñar, ejecutar y evaluar el
trabajo pastoral.
Aunque alguna de estas acciones o programas se encuadran en
un determinado nivel del proceso evangelizador, han de ser diseñados
y desarrollados, desde la progresión y continuidad de los diversos ni-
veles del proceso evangelizador.
Cada soporte estructural, acción o programa, conlleva una progra-
mación específica y coordinada con el resto de las acciones.
Obviamente, para ser llevados a la práctica, exigen personas con dedi-
cación real, presupuesto económico suficiente, reuniones, locales, recur-
sos... E implica la elaboración de un «Plan de Funcionamiento Interno».

Para el cultivo de la identidad ministerial del educador


cristiano (incluye padres de familia y todos los agentes
educativos)

• Crear estructuras concretas que favorezcan la acogida, la cer-


canía y la relación de los docentes entre sí, con los alumnos y
con los padres de familia, en ambientes de diálogo y atención
personal...
• Elaborar y trabajar en común un estilo y talante educativo-
pastoral acorde con el PEC.
• Diseñar un programa de Formación Espiritual y Catequético-
Pastoral para todos los docentes y el personal auxiliar del cen-
tro, con posible acceso de los padres de familia.
• Definir específicamente un programa de formación para quie-
nes trabajan más directamente en la pastoral en áreas tales
como: biblia, teología, catequética, misionología, psicopeda-
gogía, sociología, carisma propio, tiempo libre...
• Estructurar un programa de formación en la espiritualidad, la
vocación y la misión del educador cristiano.

88 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Para construir y animar la comunidad cristiana Es importante,


actualizar
• Definir un plan que favorezca un mayor conocimiento mutuo, permanentemente
eduque en el respeto y la tolerancia, permita la progresiva el diseño curricular
apertura al otro (dentro del aula, en el centro, en la familia y en del área de
la sociedad). Religión en las
• Formar en y para el trabajo en equipo. diferentes etapas y
• Diseñar un Plan de orientación y guiatura, para el acompaña- niveles, atendiendo
miento personal, la orientación de la clase, etc. a factores tales
• Elaborar programas de educación en valores humanos y cris- como la edad,
tianos, con carácter transversal, que implique su inclusión en el nivel de
el PE/PCC y se apoye en campañas específicas para profundi-
comprensión, la
situación personal
zar o promover determinados valores.
y grupal de los
• Proponer convivencias (retiros, encuentros, jornadas): sea a
alumnos.
nivel de guiatura con toda la clase, sea específicamente de pro-
puesta de fe y de experiencia religiosa (en los diversos niveles
comunitarios).
• Consolidar un Plan de educación en la Justicia Social y en la
Solidaridad, también con carácter transversal.

Para afianzar el proceso de iniciación cristiana

• Planificar un programa de iniciación a la Oración y la Celebra-


ción (en clase y en los grupos cristianos) que incluya cuando
menos:
• Iniciar en el lenguaje simbólico-litúrgico.
• Introducir en el desarrollo y progresión de los diferentes mo-
mentos de una celebración, tipos de celebraciones, etc.
• Fomentar la oración en clase y en los grupos, siempre ajustán-
dose a la edad y condición de los alumnos.
• Acentuar la adecuada ambientación y vivencia de los tiempos
litúrgicos.
• Actualizar permanentemente el diseño curricular del área de
Religión en las diferentes etapas y niveles (programas, agen-
tes, horario, recursos...) atendiendo a factores tales como la
edad, el nivel de comprensión, la situación personal y grupal
de los alumnos...
• Desarrollar un proceso de progresión catecumenal para los di-
versos grupos.
• Elaborar un programa para despertar, proponer y acompañar
vocacionalmente a los alumnos, abierta a todos, y específica
para los que manifiestan alguna inquietud particular.

EDUCACIÓNHOY 89
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Para dar eficacia y • Propiciar la integración y colaboración con la iglesia local: di-
calidad al proyecto señar estrategias de conocimiento mutuo y solidaridad, para
educativo- aunar voluntades y asumir responsabilidades en torno a un
pastoral conviene proyecto evangelizador común.
definir, relacionar Conviene hacer un diseño amplio y analítico de todos estos «so-
y delegar portes estructurales», acciones o programas de modo que no se limi-
funciones y ten a sumar buenos deseos sino que realmente puedan operativizar el
responsabilidades proyecto pastoral; a partir de ahí se descubrirá que:
entre los • Algunas estructuras o acciones ya se vienen trabajando.
diferentes órganos • Otras deben destacarse, por su actualidad o urgencia, en fun-
personales ción de la realidad del plantel y de los objetivos propuestos.
y colectivos
• Algunas pueden ser aplazadas para ser abordadas posterior-
que animan y
mente.
coordinan todas
las acciones
pastorales.
ÓRGANOS DE ANIMACIÓN Y COORDINACIÓN DEL PPC

Para dar eficacia y calidad al proyecto educativo-pastoral conviene


definir, relacionar y delegar funciones y responsabilidades entre los
diferentes órganos personales y colectivos que animan y coordinan
todas las acciones pastorales. Estos órganos son estructuras comuni-
tarias y como tales deben ser pensados y diseñados, vertebrándolos en
una doble dirección:
• «Hacia fuera», es decir, en relación integrada y coordinada
con los órganos directivos y organizativos del centro.
• «Hacia dentro», generando, en el propio marco del desarrollo
pastoral, las estructuras propias más acordes y eficaces para
operativizar coordinada e integradamente las diferentes accio-
nes y programas del proyecto pastoral.
Un centro educativo en clave de pastoral no puede estar centrado
o reducido solo al Departamento de Pastoral, sino que debe organi-
zarse, sino con todas, por lo menos con la mayoría de las siguientes
funciones:

Coordinador de pastoral

Es el responsable de promover, animar y coordinar la acción evange-


lizadora del centro. Forma parte activa y de pleno derecho del equipo
directivo del centro. Sus funciones son:
• Animar y coordinar la acción pastoral del equipo de Pastoral,
convocar y presidir las reuniones.
• Impulsar la programación de la acción pastoral y su realiza-
ción.

90 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

• Impulsar y coordinar la enseñanza-aprendizaje del área de re-


ligión.
• Orientar la acción pastoral de la escuela hacia una participa-
ción responsable en la comunidad cristiana.
• Mantener relación habitual con los responsables de la acción
pastoral en la Iglesia local.

Consejo de pastoral

Es el organismo que agrupa a todos los agentes de pastoral de la


escuela. Conviene que esté presidido por el director del centro,
aunque su animador pueda ser otra persona, normalmente el coor-
dinador de Pastoral. Además de ellos dos lo integran los catequis-
tas y profesores de ERE, y sendos representantes de los grupos, de
los tutores y guías, de los padres y de los alumnos. Sus funciones
principales son:
• Ser instrumento de comunión entre todos los que contribuyen
a la educación de la fe en la escuela.
• Servir de espacio para que todos los agentes de pastoral pue-
dan intercambiar su experiencia y puntos de vista.
• Renovar constantemente la conciencia evangelizadora del
centro.
• Coordinar todos los esfuerzos pastorales que se llevan a cabo.

Equipo de pastoral

Ayuda y apoya al coordinador en la animación, coordinación y realiza-


ción de la acción pastoral del centro; es como una comisión reducida
del Consejo Pastoral. Puede estar formado por el coordinador de pas-
toral, un representante de los grupos, un representante de los tutores
y docentes-guías, un representante de los padres y representantes.
Sus funciones son:
• Ayudar al coordinador de pastoral en su tarea.
• Impulsar el proyecto pastoral de la escuela.
• Aunar criterios y favorecer la mentalización y formación de los
agentes de pastoral.
• Distribuir y coordinar las responsabilidades.

Equipo de docentes-guías y tutores

Lo forman todos los guías y tutores del centro. Se ocupa de la forma-


ción integral (incluyendo la religiosa) del propio grupo.

EDUCACIÓNHOY 91
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Departamento de enseñanza religiosa escolar

Está formado por todos los profesores de religión/catequistas y coor-


dinado por el coordinador de Pastoral. Sus funciones son:
• Unificar criterios de programación y evaluación.
• Elaborar los diseños curriculares de la ERE a partir de los dise-
ños curriculares básicos de las etapas.

Equipo de animadores

Está formado por los animadores de los diversos grupos cristianos


que funcionan en la escuela y coordinados normalmente por el Coor-
dinador de Pastoral. Aunque, sin duda alguna, el máximo responsa-
ble de la pastoral debe ser el director del centro.
Sus funciones son:
• Animar y acompañar a los grupos cristianos: de alumnos de
padres de familia, de docentes, etc.
• Promover campañas y acciones de sensibilización.
• Ayudar y acompañar a los diversos estamentos de la comuni-
dad educativa en los procesos de iniciación cristiana y sacra-
mentales de Eucaristía y Confirmación.

PLANIFICACIÓN Y EVALUACIÓN

Planificación

Cada curso escolar requiere evaluar y, si es del caso, rectificar el PPC.


Sin embargo, un proyecto pastoral, bien elaborado y consensuado por
todos los agentes corresponsables de una comunidad educativa, no
debería someterse a reformulaciones continuas. Ambas afirmaciones
son adecuadas, y, por tanto, armonizables.
Es aconsejable que el proyecto pastoral de centro tenga una dura-
ción mínima de tres años: eso obliga a que exista una programación
anual en la que se seleccionan algunos puntos del Proyecto para tra-
bajarlos de manera particular ese año y se recogen las rectificaciones
que son consecuencia de las diferentes evaluaciones del Proyecto.
La evaluación (semestral) y la programación anual ayudan a acer-
car el proyecto pastoral a la realidad inmediata del curso siguiente, a
partir de las rectificaciones necesarias reconocidas en la evaluación; o
a partir de las connotaciones nuevas que llegan desde otros factores
del campo social y eclesial (campañas anuales, acontecimientos nove-
dosos e imprevisibles, etc.).

92 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

Cada año se eligen aquellos aspectos del proyecto más necesarios La evaluación
desde la realidad y desde las diversas evaluaciones realizadas. Es muy (semestral) y la
importante distribuir las actividades según un calendario y amparán- programación
dolas en los correspondientes responsables. anual ayudan
En consecuencia, la programación que ha de desarrollar la pasto- a acercar el
ral educativa, con sus objetivos inmediatos, se refiere, no necesaria- proyecto pastoral
mente a los últimos niveles de la evangelización, sino a la situación en a la realidad
que se encuentran los destinatarios, y promueven su transformación o inmediata del
paso del «nivel de desarrollo real» al «nivel de desarrollo potencial».
curso siguiente,
a partir de las
Partiendo del análisis de la realidad pastoral del centro, el PPC
rectificaciones
programa los objetivos y líneas de acción para una etapa convencio-
necesarias
nal, que puede ser un año o varios (no más de tres o cuatro). En este
reconocidas en
último caso, el Proyecto se desglosa en planes o programaciones anua-
la evaluación;
les. Al final de un plan anual, así como al concluir la etapa que abar-
o a partir de las
caba el Proyecto, se debe proceder siempre a evaluar lo programado, connotaciones
antes de confeccionar el nuevo plan o proyecto. nuevas que llegan
desde otros
Evaluación factores del campo
social y eclesial.
Cualquier programación elaborada para intervenir y rectificar la reali-
dad desde unos principios y criterios pastorales requiere para su ver-
dadera eficacia una correspondiente comprobación («verificación»).
El proyecto, que no debe concebirse como un minitratado de pas-
toral, está orientado a conseguir unos resultados positivos que acer-
quen a la comunidad educativa al horizonte utópico de la propuesta
evangélica. Por tanto, no ha de quedar en meras elucubraciones de
salón para mitigar la ansiedad apostólica. Todo proyecto debe ser pe-
riódica y técnicamente evaluado. Desde las actividades y soportes pas-
torales hasta los objetivos generales (camino de ida y vuelta).
Difícilmente comprobaremos el grado de avance deseado al eva-
luar un objetivo general; como mucho, podremos hablar de impre-
siones globales, e insuficientes; lo mismo ocurrirá con los objetivos
específicos. En realidad, solo podremos conseguir una evaluación
correcta desde las acciones, actividades, experiencias y otros soportes
que hacen referencia al objetivo general (obj. específicos, estrategias y
actividades o experiencias pastorales).

Conviene determinar:

• ¿Qué se evalúa?: los objetivos a través de las actividades.


• ¿Quién evalúa?: según el principio de comunión y participa-
ción diferenciada evalúan todos los miembros de la comunidad
educativa-pastoral.

EDUCACIÓNHOY 93
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

La pastoral se • ¿Cómo se evalúa?: modo concreto de revisión, que normal-


maneja en el mente se hará en reunión.
campo misterioso • ¿Cuándo se evalúa?: es bueno encontrar una cadencia ade-
de la gracia, donde cuada de evaluación que debe aparecer en el calendario de
los resultados la programación; se aconseja al menos una vez por semes-
no se pueden tre.
cuantificar
sino solamente Es aconsejable realizarla al mismo ritmo de las demás evaluacio-
barruntarse a nes del centro:
través de la vida.
• Inicial, que coincide con el análisis de la situación.
• Continua, que se realiza a lo largo del proceso educativo y per-
mite la rectificación de la programación y del trabajo.
• Final, que se realiza una vez terminado todo el proceso.
• Además conviene utilizar los tres tipos clásicos de evaluación
(auto, hétero y co), y siempre desde una perspectiva de ayuda
al crecimiento del alumno en la fe, sin perder de vista que esta
fe no se evalúa en sí misma sino a través de ciertos indicadores
externos.
• Por ejemplo, si queremos evaluar el objetivo general «crecer
en responsabilidad...» tendremos que empezar por comprobar
si se han realizado las reuniones programadas (con delegados,
padres, fiestas), que nos ayudarán, a su vez a evaluar los objeti-
vos específicos «intercambiar información...», «informar a los
padres y alumnos...».
• En realidad, habremos evaluado un objetivo general desde los
soportes pastorales y desde los objetivos más específicos.

Responsables de la evaluación

Por el principio de comunión y participación diferenciada evalúan se-


gún un calendario todos los miembros de la comunidad educativa:
cada uno según sus propias capacidades y responsabilidades: alum-
nos, padres, personal de servicio, docentes, consejo pastoral.

Calendario de evaluación

Es bueno encontrar una cadencia adecuada de evaluación. Será di-


fícil evaluar toda la programación, de un tirón, al final del año esco-
lar. No retendremos en la memoria las circunstancias y los detalles.
Es preferible evaluar una vez al semestre, a partir de cada una de las
experiencias y actividades del calendario. Se toma nota de aquellas
rectificaciones o ampliaciones necesarias, que al final del proceso, nos
ayudarán a programar el curso siguiente.

94 EDUCACIÓNHOY
EL PROYECTO EDUCATIVO PASTORAL DE CENTRO

A modo de conclusión

Debemos tener cuidado de no caer en una hipertrofia de planes y mé-


todos, que puede ir unida a una patética escasez de cambios verda-
deramente significativos: ni educar ni evangelizar son problema de
papeles y técnicas sino asunto de personas.
Pareciera que hasta ahora el sistema se ha limitado a innovaciones
que tienen como ilusión primera la eficiencia pastoral, traducida prin-
cipalmente en incremento de las enseñanzas y en transformaciones de
los programas, los proyectos y los métodos. Pero, ¿de qué servirá todo
ello si lo alumnos salen del centro sin estar realmente evangelizados?
Por otra parte, es bueno tener siempre presente que la pastoral se
maneja en el campo misterioso de la gracia, donde los resultados no
se pueden cuantificar sino solamente barruntarse a través de la vida.
Más allá de todos nuestros planes y proyectos, se encuentra la gran
realidad: la persona; lo más valioso que tenemos en nosotros mismos
y en todo lo que podamos buscar en el mundo. Y de eso se trata en la
pastoral: de poner en contacto las personas con gracia de Dios.
Esto nos obliga a ser modestos, delicados y prudentes. Si Dios res-
peta tan absolutamente la conciencia de cada ser humano, no pode-
mos nosotros llegar con pretensiones de tener la solución a la vuelta
de la esquina simplemente con nuestros métodos y programas. Lo que
importa no es que nosotros crezcamos como pastores sino que Cristo
crezca en nuestros alumnos y alumnas.

EDUCACIÓNHOY 95
EDUCACIÓN HOY recoge y disemina un pensamiento educativo

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