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Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
Literatura y Cultura Argentinas I
TP N° 4 Fernández Damián; DNI: 40301019
Comisión: Martín Pérez Calarco.
La novela La bolsa de huesos aparece por primera vez en 1896. Esta obra es la
primera (junto con la casa endiablada, del mismo año) que cultivó el género policial o
detectivesco en Argentina. Este tipo de narraciones se centran en la aparición de un crimen
que se presenta como un enigma y cuya resolución estará en manos del personaje principal.
El detective se apoya en su capacidad lógico-deductiva y en sus conocimientos científicos
para elaborar una investigación o pesquisa que lo lleve a desentrañar el delito. Así, el
policial se encuentra directamente ligado a la Ley y al Estado. Como señala Walter
Benjamin, la novela detectivesca hace su aparición en el marco de la consolidación de las
grandes ciudades, a partir del contraste del individuo con la multitud y a partir de la
incorporación de mecanismos de control en las sociedades burguesas como la numeración
de las calles, la identificación de las huellas y el desarrollo de la fotografía (2003).
En este sentido, la trama de esta novela de ocho capítulos inicia con un médico que
regresa de un viaje y recibe una bolsa de huesos para fines educativos. El esqueleto
presenta una particularidad: le falta la cuarta costilla izquierda. El enigma se presenta
cuando el protagonista narrador visita a un amigo suyo, también médico, y se da cuenta por
casualidad de que al esqueleto que posee su colega también tiene esta particularidad. Así, el
protagonista se lanza a perseguir esta serie de coincidencias motivado por la curiosidad de
conocer el derrotero de estos dos jóvenes. Nuestro médico detective es ayudado por
Manuel, personaje que -a la manera de Watson- acompaña al protagonista en la
investigación y sirve para contrastar con la capacidad deductiva del detective. Además, el
personaje encarna el saber de la frenología. Esta ciencia no formal, que se encontraba en
boga durante la época, consiste en la determinación de cualidades personales a partir del
análisis de la estructura ósea. De esta manera, el conocimiento científico permite
determinar una nueva coincidencia: ambos jóvenes, Nicanor y Mariano, además de ser
estudiantes de medicina, son individuos brillantes e inteligentes. Además, ambos habían
tenido contacto con un misterioso joven llamado Antonio Lapas. Aparece un muerto más de
iguales características que los anteriores, llamado Saturnino. Luego de este suceso, el
protagonista, a partir del perfume y de un fragmento de carta con la letra del criminal, logra
dar con el asesino, que no es un hombre sino una mujer. Su nombre es Clara y ella había
sido vilmente engañada por Nicanor a quien mata sacándole la cuarta costilla izquierda,
para posteriormente repetir el delito con Mariano y Saturnino, víctima de un estado de
neurosis sin explicación. La muchacha se presenta como “la mujer más sobrenaturalmente
linda que han visto ojos humanos” (54) y su belleza cautiva la sensibilidad del narrador a
tal punto que decide salvarla de “la garra policial” (53) y resuelve no entregarla a la
justicia, por el contrario le aconseja el suicidio, hecho que es cuestionado por el frenólogo.
El protagonista y narrador es a la vez médico, científico y artista (estas cualidades
recuerdan a la personalidad del mismo Holmberg). Desde el inicio del texto, el personaje
principal se presenta como un escritor: “Durante algunas semanas estudié y escribí con
entusiasmo” (4). Sus producciones aparentemente están relacionadas a la investigación y
divulgación científica y además parece tener cierto grado de éxito, como lo advierte el
señor Equis: “No, doctor; usted no es para mí un desconocido. Soy uno de
sus lectores más asiduos” (13). Aunque los títulos de los artículos que se mencionan
parecen más una sátira de este campo de la escritura (La bota fuerte y el chiripá como
factores de progreso o El cangrejo en administración y política…). Sin embargo, al
margen de su oficio de divulgador, el narrador también demuestra su pretensión literaria
que se presenta como la motivación principal que desencadena la investigación. El
personaje, al advertir el enigma, se dispone a realizar una pesquisa con el objetivo de
confeccionar una novela:
Así, podemos notar que el esfuerzo del personaje principal no busca colaborar con
la policía o resolver un crimen, como plantea el modelo de la novela detectivesca, sino que
responde a la curiosidad personal del narrador que se infunde con “la fiebre de la pesquisa”
(11) y a su pretensión de escribir una novela. Este aspecto es un eje central en el desarrollo
del texto, en tanto se menciona continuamente la figura del lector y la preocupación por
mantener su atención. Sobre este punto, Hebe Molina sostiene “La bolsa de huesos agrega
un elemento novedoso: no solo ficcionaliza cuestiones científicas, sino que ficcionaliza el
arte de componer una novela, coartada a través de la cual enmascara la investigación”
(2017: 24). Incluso Manuel da cuenta de su futura proyección metaliteraria y dice
encontrarse “Medio desconcertado desde que he empezado a representar el papel de
personaje de novela” (24). De esta forma, el narrador pretende aparentar que los hechos han
ocurrido realmente y sobre la publicación de la investigación en formato novelesco afirma:
…desfiguro los nombres, modifico los hechos, dejo la trama, y permito que
cada cual le dé el nombre que quiera. Unos dirán que es novela, otros que es cuento,
otros, narración, algunos pensarán que es una pesquisa policial, muchos que es
mentira, pocos que es verdad (54).
Para Gioconda Marun, en los últimos dos capítulos, la novela se aleja del género
detectivesco para dar lugar a una concepción romántica decadente: “si hasta el capítulo VI
Holmberg hace alarde del poder de la ciencia y la medicina legal, al final admite el peligro
de aplicar la relación científica causa-efecto a los actos humanos” (1984: 4). El narrador se
muestra como médico y novelista “con espíritu romántico” (53) y deja entrever una crítica
al sistema jurídico al que acusa de incapaz de juzgar genuinamente los actos humanos:
De esta forma, para el narrador, la justicia “ordinaria” no puede dictaminar sobre las
leyes del corazón, pero quien sí puede hacerlo es el artista en la medida en que es él quien
termina por pronunciar el veredicto final a Clara para expiar su crimen:
Clara se estremeció.
- Doble dosis para usted…
- ¡Y estoy perdida!
- ¡Salvada! (50).
El artista es quien puede ver con mejor claridad la naturaleza como es: como “un
nudo eterno y fatal” que “representa el mundo complejo alrededor del cual giran las leyes, y
los sentimientos y las razones” (56). De esta manera, la novela pretende “demostrar que la
ciencia puede conquistar todos los terrenos, porque ella es la llave maestra de la
inteligencia” (55) a la vez que expone la profundidad metafísica de la naturaleza humana a
la que sólo se puede acceder a través de la fantasía.
En esta misma clave podemos analizar otra de las obras del autor, el cuento El
ruiseñor y el artista, publicado en 1876. El tema central del relato es la falta de inspiración
del artista, tópico retomado de las producciones románticas. El relato en sí presenta varios
elementos que remiten a esta corriente estética. Carlos, el artista que presenta el cuento es
un “ser original” (1) que cae en una grave enfermedad debido a que no logra hallar la
inspiración para pintar la figura de un ruiseñor exhalando “las últimas notas de su ultimo
canto” (3), y es víctima de “una fiebre originada por el arte” (4). El relato presenta
elementos sobrenaturales que se prefiguran desde el inicio y que insertan el texto en el
género fantástico (Cortés; 2016). El texto se encuentra dividido en V partes. Comienza con
una presentación en tercera persona, que retrata la figura de Carlos y refiere a sus dotes
artísticas. El sujeto de la enunciación se presenta a sí mismo como el mejor amigo de
Carlos e inmediatamente la narración pasa a un relato en primera persona que cuenta la
visita del personaje narrador a la casa del artista.
Por su parte, la representación del arte en este relato adquiere un valor apoteósico
que encuentra su cúspide en la representación del ruiseñor. Luego de que el narrador entra
en un estado de delirio onírico, se despierta y encuentra a Carlos repuesto de su enfermedad
y observando extasiado el lienzo “¡Mis pinceles están pintando solos!” (6) exclama el
artista y a partir de allí, ambos personajes se sumergen en una contemplación donde el
cuadro adquiere vida propia, aparece un “bosque tétrico, sombrío” (6) que prepara la escena
para el canto del ave: “la naturaleza se preparaba a escuchar” (7). La melodía del ruiseñor
se materializa en el ambiente y desborda la representación, su canto evoca la potencia de la
naturaleza “A veces su canto se asemejaba a la voz del océano, luchando con las
tempestades del aire; a veces corría mansamente como el arroyo que serpenteaba en el
bosque” (7), finalmente el ave muere. Lo observación del cuadro es el relato de la
sensación que produce en la sensibilidad de los personajes. Para su descripción se
superponen los códigos expresivos de distintas artes, la escritura, la pintura y la música.
Esta experiencia mística sella el fin de la trayectoria artística de Carlos: “Juro por todos los
colores y por todas las artes que no volveré a pintar un solo cuadro” (9). Como el ruiseñor
que antes de morir lleva su canto a la máxima expresión, el artista ve este último cuadro
como “la inspiración que se despide para siempre” (9) de él. Al mismo tiempo, el cuadro,
con todo su halo sobrenatural, termina por evocar la figura de Celina y su espectro
fantasmal asciende como una luz que se desvanece “como el resplandor de una ilusión
perdida” (9). De esta forma, el arte se presenta como una experiencia que muestra los
hechos inexplicables de la vida y explora los límites de la naturaleza, de la vida y la muerte:
La obra literaria de Ladislao Holmberg expone una mirada sincrética que pone en
tensión la mirada del discurso dominante que prevalecía la racionalidad del progreso por
sobre la creación artística. Tanto la novela como el relato que hemos analizado demuestran
una visión conciliatoria que pretende armonizar razón y poesía, ciencia y arte. De esta
manera, su producción se aleja de la hegemonía de la estética naturalista que dominaba el
sistema literario de su época congeniando objetividad con subjetividad. La literatura no
necesariamente debe buscar la mímesis de la realidad para ganarse un lugar en la sociedad,
por el contrario, el autor le otorga un valor preponderante a la fantasía como potencia
imaginativa para darle un nuevo brillo al espejo roto de la representación.
Bibliografía citada:
Benjamin, Walter (2003). “Policial y verdad” en El juego de los cautos: Literatura
policial: de Edgar Allan Poe a P. D. James. Daniel Link compilador. La Marca. Buenos
Aires.
Marún, Gioconda (Otoño 1984) "La bolsa de huesos: un juguete policial de Eduardo
L. Holmberg," Inti: Revista de literatura hispánica: No. 20, Article 5. Available at:
http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss20/5