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Caudillos Y Constituciones:: Cristóbal Aljovín de Losada
Caudillos Y Constituciones:: Cristóbal Aljovín de Losada
CAUDILLOS Y CONSTITUCIONES:
PERÚ 1821-1845
d
Instituto Riva-AgUero, Carnaná 459, Lima 1
lmpreso en Penl
CAPfruLO 6
L
as revoluciones han sido parte de la culrura política peruana, y de ta
mayoría de- los países Jatinoamerieanos desde el inicio mismo de la
repábtica y bas1a el presen1e. Los principalcs·actores han aceptado
los golpes de Estado como pane de las; reglas del juego. Seg�n estas reglas.
la legitimidad es una complicada relación entre elecciones e insurrecciones.
De este modo, el republicanismo peruano ha vivido en eonsr.an1e conflicto
enlrc la lógica represen1ativa y la lóg;ica jacobino-cauditlesca.' Estas dos
conductas no· eran excluyentes entre sí, más bien se complemenlaban de
manera paradójica. Para ambas, el pu1110 de partida era la premisa moderna
de que la soberanfa está en la nación y de que la opinión publica expresa ta
autoridad polltica.
La lógica representativa re1ra1a al pueblo a 1ravé$ de los acllls electorales,
forjando as( una asamblea nacional en donde la voluntad general está
eonfonnada por el discurso racional. La voluntad nacional no puede ser una
porción de la sociedad; ella debe descansar en la propia nación. En un país
excenso, en donde la democracia directa no es posible, una asamblea nacional
represenia al pals y forja la voluntad nacional. Sin embargo, la socicdad civil
sigue ejerciendo el poder político a tra.v�s de debates pdblicos, que 1icncn el
rol de controlar el poder del Estado y de los miembros de la sociedad civil.
Los debates se sostienen con uno de los principios básicos del liberalismo: la
libertad de prensa.
I
l, A comien20s del si¡lo XIX, d tl!rmino revolución significaba un cambio-de gobierno a
trt :vls de ta violencia política. Hoy in dfa us:arfomos los 1&1ninos ..g.oipede Estado" y ..guerra
civ:iJ", Aun ,uf, este c�nníno fue usado de modo más radical cuando se hada referencia a las
revolucioneshis�s. y a lafrancesa )1 amcdcana. Véase.por tjemplo,LaMisc�láruuJ
·().ima), 283, 11 de junio de 1831.
l. Vtanie hu rt.flex!ones de F�s Guerra p.tra Am6.rlca Latina.Mod�midad, 28--33, S4.
y las de F=ols Fure, pan, Francia. La R,w,/uno11 (Ptris: Hachc<e, 1988).
261
262 CRISTÓBAL ALJOV(N DE <-OSADA
3. Uso d 1úmino ••jecobino .. en el contr.xco peruano de modo muy general, en donde ]os
compoñamíentos de c.ste dpo estfn rclaciol\ac20$ con un enfoque volhivo de la polt'tiai. En
consecuenci3.., los jacobinos rompen 1a rcg,la de b ley a ua-.-&: del uso de Ja íuen.a cuando, segdn
ellos, la reprC$C.nlaci6n vtl en contra de la ..voh:.uuad_gcneral'",,.Aun asf, lo gran mayorfa de los
líderes tevoluclonBrlos no se consideraban a s-C mismos como jacobinos. si.no mis bfen como
libcrtilC$ o p0triou1.s, Más llln, consideraban o los jacobinos írinceses unos dema¡og0$ que
eran apoyados por una masa de gente miserable, no por verdaderos ciudadanos. Llamar a
alguien "jacobino" equivalía a lanz.ade un insulto polflico. Al lg,lal que los ,cnnidorlanos
franceses.. lO$ lídcres revolucionarios peruanos buscaron poner fin a l a rel.'oludón y íundar una
rcpóbllca estable- En otras palabras, querían disfrutar de los beneficios de la revolución,
4. Fran9ois Furct, Pensarlarew>luci6n, 2.Sl-252.
5. Frnn.;ois Furec. •·0ouvcmcmcn1 r�volulÍOMaire", F!a�is Furet y Mona Ozour. eds.,
Dictionna,ieCritfqu� d� la Re..-0l1ttlol'I Fw1ttJist (Parls: Flamm.arion, 1988), 574-585.
VlOLENCtA Y LEGITIMIDAD: LAS REVOLUCIO�'l!S 263'
XX:
sociedad civil. Sin embargo. los líde;res revolucionarios no percibían sus
acciones del mismo modo que mucho ,de sus pares del siglo Ellos no
persegufan una redistribución drástica de la riqueza en favor de los sectores
6. F'ran�ols Guem, Mlxico: del antiguo rlgímu, a la revoluci6n (M�x.ic« FCR, l985).
Vol. 1, 127• l 57.
7. Igualmente persistid la noción dd gclpe de .E!tado como un medio de resolwr Ja
corrupción y el autoritarismO del país. Vto.se, p«ejemplo. 1 Augus10 Ourand, "El derecho de
lnsurrccci6n" (Tesis de b2chillcr, UNMSM, 1890).
"264 CRJS'TÓBAL AUOYIN DE LOSADA
8. Véa¡e, po1' ejemplo, a Jo� Rodríguez. Elizondo, La crisis de /(1.s itqul,ud'1J ,,. Amirica
!Aliiu, (Madrid: Edhorial N•••• Sociedad, 199()),
9. Vé2se. por ejcmpJo,bt defensa del cau.dillismo dc.sarrollisla ddde el punto de vi&:ta
pos1ti"Yüta en ·Francisco Gare:f-a Calderón, !.tfJ Dtrnocran"ts lcull1es ch l'Amiriqi,e (Pa.ñs:
Flanunruion, 19 J 4),
JO. Tulio Halpc.rin Dof\&hi, Histo,·in conwnporáI1tta dtAnririca Lat,;1o(Mb'.teo: Alianza
l!dhoriaJ Mcxlc.na, 1983), 134-38.
VIOLENCIA Y LEGITIMIDAD< LAS REVOLUCIONES 265,
diclador, tal como lo entendían los romanos. Antes de las batallas de Junfn y
de Ayacucbo, Bolívar se enfrentó con. las divisiones internas de un país
escindido en diferemes facciones: Riva-AgUero, que se hallaba en Trojillo, y
Torre Tagle, que se hallaba en Lima y (!\le en un comienzo lo habla apoyado
en su lucha contra el aristócrata limeño." Cuando se le confirieron los poderes
dictatoriales por segunda vez. en 1825, fue porque un grupo importante de
legisladores temía la anarquía social y política. Benito Laso. diputado por
Puno, afirmó que no habla más que ver el espectáculo que ofrecían otros
países latinoamericanos." Laso, y otros más que defendían a Bolívar, pensaban
que su carisma y su eireito minañan cualquier amago de revolución. Además,
los proycc1os sociales y políticos del Libertador cumplirían la promesa de la
independencia."
El concepto de dictador fue usado por Bolívar, y_posteriormente por los
legisladores peruanos. al diseñar la noción constirocional de las facultades
extraordinarias que el congreso otorgaba al presidente. Muchos líderes, como
Orbeg·oso, que usaron las facultades extmordinarlas, reconocieron que �Stas
no eran más que un nuevo nombre para l a dictadura," pero al mismo tiempo
admitían la necesidad de las mismas en una época de constantes guerras
civiles. El concepto del dictador romano fue bien conocido en todo
Latinoamérica med¡ante el esrodio de los clásicos y de los pensadores ilustrados.
Los políticos mexicanos. por ejemplo, tilicieron uso de este concepio en sus
pugnas por el poder cuando recunían a la violencia, lo cual era algo frecuente
a comienzos del siglo XIX. 11
Los caudillos tomaron la idea de la dictadura, o de las facultades
extraordinarias, en su versión cxtra.-constil\Jcional. Consideraban que la
república, en vías de convertirse en un régimen despótico, estaba al borde de
perder su sitio entre las naciones civilizadas. El.cargo e.ra que la llllllfqufa, y
no el progreso, iba ganando terreno en la sociedad y el Estado. En Ulles
circunstancias, las revoluciones eran des.critas por sus defensores como actos
de desesperación en tiempos de emergencia y su objetivo era defender los
derechos inscritos en la constítución. Por ende, los Uderes revolucionarios, al
igual que un dictador romano, cederían Sil poder a un congreso legítimo con la
esperanza de que sus actos habrían de: fundarse en un régimen estable y
constitucional. A diferencia del dictador romano, no admitlan recibir el poder
del congreso, sino más bien, a la moderna, de la opinión pública y del apoyo
del ejército. Esa era la raz.ón que legitimaba el uso de la violencia que, de
acuerdo cori esta retórica, terminarla con la oscuridad que los falsos profetas
traían consigo. De este modo, todos los líderes revolucionarios afirmaban
haber luchado contra la anarqula, el despotismo y la barbarie: buscaban un
oasis de paz para la replÍblica.
La noción de dictador ganó adeptos, aunque en muchas ocasiones el
¡iode. dictatorial perdió su connotación romana clásica y se tomó en el moderno
concepto del ilictador revolucionario. Un dictador clásico tenla que respetar
la constitución y estar a cargo de funciones específicas, como la de derrotar
a un enemigo externo o acabar con uma revuelta, De ningún modo podla
cambiar la,constitución o el Estado, A diferencia del dictador clásico, su
contraparte moderna usaba el poder para cambiar el Estado y la sociedad,
aunque muchas veces aseverase que su poder era el del dictador clásico."
·El caso de Bolívar es interesante porque fue. a la vez, un dictador clásico y
moderno. De manera esque�a y ,controvet'Sial podemos afirmar que
cuando recibió los poderes en �ena parte de sus energías se consumieron
eo poner fin a la anarquía, terminar la guerra de independencia y�rdenar la
sociedad y el Estqdo.20 En cambio, en su nuevo mandato de ®/Bolívar
usó sus poderes dictatoriales para imponer una nueva conslirución y reformar
la socied�d, El Libertador �izo redactax una nueva constitución que incluía
nuevas instituciones y abolía la institución curacal transformando, de este
modo, el Estado y la socjcdad, y la relación entre ambos.
El factor carismático
De ti viene todo
lo bueno, seffor.
Nos diste a Bollvar
Gloria a ti, gran Dios."
A diferencia de BoUvar, Santa CIUi. era una figura más tradicional. Pero
aun as!, él también buscó erigir un culto a su persona, como padre de la
nación;organizando innumerables conmemoraciones alrededor de sf mismo
que celebraban sus victorias militares y sus políticas modernizaotes. La
Confederación creó una pompa milillllr, de cómica grandiosidad, en lo que
25. Vwc, por ejemplo, Benito uso y lo!é Ma¡(a de Pondo, "La epístola".
26. Jost Oomiog0Choquebu1nca, "Acenpde l'U<:Mlen t82S", uonudo Allllvc Cardllo,
.ed. 1 Genio )' o¡x,uuuls de Bolf...ar, 595.
27. Jorge Basadre, P�rú: problema. 30.
VIOLSNCIA Y LEGITIMIDAD: LAS RBVOLUCIONllS 273
'-�--·
Santa Cruz era visto como AJejondro Magno y Bolivia como una nueva
M¡lcedonia. Se le comparó también c<¡n Napoleón por sus victorias militores
y su_pol!tica legisla1iva. °Los atributos del cráneo de Napoleón también fueron
comparados con los de Santa Cruz: según sus panegiristas, ambos cráneos
medían igual y eran de la misma forma. Este afán de gloria también se
percibe en la media página de títulos y honores que seguían a su nombre en
las proclamas. En términos geopolíticos y territoriales, Santa Cruz no sólo
quena que Perú-BoÍivia recuperaran su glorioso pasado incaico, sino también
instituir un moderno Estado napoleónico."
Por último, el culto a la personalidad de Vivanco se restringió a un pequeño
gntpo de la elite limeña, cuyo centro era Pardo y Aliaga. Vivanco, un general
culto y de un estrato social más alto que el de la mayoría de los oficiales, e.ra
visto como el salvador que crearla una repOblica rcstringida a la elite, como la
de Diego Portales en Chile. Vivanco. baria que se vieran satisfechos los
sueños de esta elite recelosa de la movilidad social de los mestiws y de Is
anarqu!a social y militar de la repOblica en general. Este fue el sueño de
Pardo y Aliaga. Desde las páginas de la Guardia Nacional, un periódico
vivanquista de 1843, l'ardo intentó crear un culto en tomo a Villineo, una
repóblica de notables que tendría como centro al caudillo, Sin embargo, lo
que imperó fue la apalfa."
Pero el carisma no era el factor más imponante: la figuro paterna se
delineaba esencialmente en base a la capacidad del líder de diS"'-nsarfavores.
Una sociedad tradicional, como lo era la sociedad pontana del siglo xrJr. ño
acepraba un poder basado en el culto a la personalidad. La mayoría de los
'lfderes no conquistaron el corazón y las almas de sus conciudadanos, salvo
por una minoría de sus seguidorcs. Su reputación se relacionaba con �
capacidad de otorgar favores. De algún mOdo, la idea del supremo protector
tenla cone,u6n con la fundación de nuevas naciones, por lo que la soberanía
residfa en su persona. Bolívar (,y quizá Santa Cruz) estuvieron más cerea de
erigir una imagen militar paterna y, a la vez. de crear un culto en tomo a sus
personas.'°
basado en ln falta de respe10 a la ley. Pero cal como pensaba De Pradt, ésta
era una salida natural cuando los nacientes Estados-naciones andaban enweltos
en una espiral de violencia que conducía a la anarquía y a la destru.cción,
creándose así u.na república com1pta (tal como la entiende Raymond Aron):
un sistema republicano en el cual la ley es constantemente manipulada, o no
se la respeta.»
El arte de la conspiración
32. Raymond Aron, Dhnocro.tU, et Totalilarismt (Paris: Oallimard, 1996 {l96SD, 166-
219.
33. Joaquín de Pciuela, Memoria dt gobiun.odt.f vi"rydtJotu¡u(n dt P�utla, edición de
Vicente Rodd'SlJ<Z Cwdoy Guillermo Lohmann Vill<na (Sevilla: EsroclA de Estudios Hispsno
Americaoos, 1947), XIV-XXII, 773-774, 841-84:3; Alb<no Wagoerde Reyna. Ochoallosdt lo
Stmo tn ti Ptrú, 37.59 Jo� de l1 Puente Brul\b., "'El virrey Pezucla frente 11 proedO de la
independencia peruana··, Hontt.nqjt a Don �urwUoMiro Quuada Sosn (Lima: 1998), ISS,
Véase, tambiEn, el pie de página ndmero 48 del scgundocapfrulo.
34. Provoneno, Mnnorias y doc,u,1e111os, Vol.), 171-174.
276 CRISTÓBAL ALIOVIN DE LOSADA
37. Estedesen1ace sc ex.plica enparte por le largahistoriade intrigas en1;re los dos, ya que
Valle Riestra había intentado.separar a Salaverry del ej�"'ito, Sin embargo, ru muene cuvo un
¡:riln impacto y rue calificada como un cut:ij."O desp6tico que burlaba toda ley y coslumb.rc.
Mmlel Bilbao, Hlstorl• tkl gtntrt>I, t6t-16ó.
38. AD: Corre.spondance Potiliquc. Pbou, n.5. t 10, 141.
278 CRISTÓBAL AWOV(N DE LOSADA
ciliables, eran las que justificaba el uso de la violencia para resolver las cons
lllntes crisis.
Segdn la teor!a del gobierno repre sentativo, uno de los objetivos básicos de la
rep�blica era contar can un congreso que buscara el inte� nacional a travts
de debates basados en la razón. Según la doctrina constitucional, los
congresistas representaban a la nación mientras ejercían sus funciones, no a
intereses locales ni corporativos. De allí que una acusación que usualmente
se hacía a todo gobierno era la de ser egoíslll y corrupto por estar formado
por personas inescrupulosas, que no teoían eo cuenta el inte� general porque
los dominaban las pasiones y los intereses personales. En otras palabras, se
acusaba al gobierno de estar conformado por argollas que sólo podían sobrevivir
a travts del terror y la corrupción, con lo que socavaban la unidad nacional.
Los jefes revolucionarios argumentaban que la administración estaba
creando un.rigimen desp6tico qué se eséóñdfa bajoüM cm1aconstlwcloñal,
y aducían que el gobierno respetaba las forroas republicanas de modo sólo
aparente. Ellos sostenían que, en realidad, el sistema pol/Lico estaba basado
en elecciones fraguadas, una falsa separación de poderes, el castigo de
ciudadanos inocentes y la protección de ciudadanos corruptos. Por ello, el
congreso no cumplía con su función de llevar la voluntad nacional al debate
parlamentario.
Todos los líderes revolucionarios justificaban sus golpes de Es1rulo
pintando a la administración de turne, como divísora del país, y como una
entidad que restringía el acceso al gobierno a un círculo estrecho sin olro
compromiso moral fuera de sus propios intereses. Esto creó el derecho legítimo
del "pueblo" a interveni r directamente en la política-la democracia direct&
y resolver los problemas institucionales mediante la insurrección armada. En
consecuencia, era necesario usar la fuena militar para extirpar el mal. Como
ya vímos, fue así que Gamarra justificó el golpe de Estado contra La Mar en
su proclama del 8 de junio de 1829 ... Gamarra denunció, por supuesto, n
41. Juan CriJ6stomo Torrioo, Exp,,síci6n q1,e dflige 4 sus cornpa.hiotas el Jt./� dr la Nación
(Lima: lmprcnl1 del Esta.do poa- Eusebio Aranda., 1842).
.
42. El Comtrdo (Uma), . Intimidación del Oeneral La Puente...", 98S., 9 de septiembre de
1842.
43. E/Co,,wdo(Uma), '"Remilldot'', l l33,22demariodc 18�3: J 13S.24dc marz.ode
1843.
282 CRISTÓBAL AUOV!t< DE LOSADA
para accuar. En el virreina10, los cabildos y las juncas eran el único puence
eocre los notables y el rey, quien encamaba la soberanía. De ocro.lado, la
convocacoria a un congreso era la aucoridad que legitimaba la revolución.
BoUvar fue uno de los primeros que lo percibió. En 1819 convocó el congreso
de Angoscura (Vene1uela) que declaró !·a independencia de la Gran Colombia
(ahora Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) y lo eligió presidence. Años.
después, Bolívar afirmarla que el congreso de Angostura fue un medio con el
cual institucionalizar las guerras de independencia y ganar el respaldo europeo
(aun cuando ese congreso estaba convenientemente compuesto por personas
que él había escogido).''
La aceptación de las formas constitucionales no implícaba que el uso de
la fuerza terminara con las elecciones posteriores al golpe de Escado. A
diferencia del congreso de Angostura, los congresistas eran usualmente
elegidos y las elecciones eran un crabajo difícil. Un líder necesicaba ser
excepcionalmente popular para incentivar una fuerte dependencia emocional
hacia su persona. Pero lo com�n fue que usaran una gran presión para que
ellos y sus aliados salieran elegidos en los colegios eleccorales y en el congreso.
El dinero, los soldados, la prensa y los lazos personales --iOn una sociedad
cerrada en la que las personas se conocían unas a ocrns- fueron factores
cruciales en las elecciones. En un mundo pdblico anterior a la formación de
los partidos pollúcos, los lazos personales, los clubes y las organizaelones
informales eran los principales engranajes de las alianzas electorales. En los
pueblos y ciudades había una fuerte manipulación del voto por parte de los
notables. Muchas veces, los grupos populares y, sobre todo, los soldados,
hacían presión para cambiar la tendencia del voco en el poder legislativo.
Ciertos milicares y civiles presionaron bascante para que los soldados tuvieran
derecho a votar. Al final de su primer gobierno, Gamarra intentó concederles
el derecho al voto, una propuesta que fue rechazada por los "liberales". El
conservador Pando publicó muchos artfculos en defensa del derecho de los
militares al voto, al igual que cualquier ciudadano, si reunían los requisitos
constitucionales.''
harían los líderes revolucionarios del siglo XX, sino más bien por la vfa de un
Estado republicano; esto implicaba promover el mito de una nueva constitución,
que establecerfa el equilibrio político apropiado.'°
A los congresos, y a las llamadas convenciones nacionales, se les conminó
muchas veces a que redactaran nuevas constituciones. Los debates
constitucionales eran comunes entre la elíte y llenaban las páginas de los
diarios, que segufan 1ambi� los debates que se daban en el resto de América
Latina y en Europa. _Los periódicos tomaron seriamente su rol de dífundir los
principios liberales básicos: libertad de prensa, separación de poderes, soberanfa,
razón. Había la creencia de que una buena constitución llevarla al pafs a la
estabilidad; de esté modo, las enmiendas constitucionales podrían exorciuu' el
fantasma de las revoluciones.
Esta obsesión de redactar nuevas constituciones generó un continuo
debate. Hubo siete constituciones entre 1823 y 1845: las de 1823, 1826, 1828,
1834, l1!39y, en 1836, dos constituciones, las delos Estados nory sur peruanos
de la Confederación. Estos cambios constitucionales se relacionaban con
crisis insiltuclonales y no estaban limitados a un pequefto grupo de personas
en una convención o a una argolla de interesados. Los debates tuvieron lugar
en diversos foros públicos, y uno de los momentos cruciales era elj_u.ramento
dp lealtAñ • la constitución.en cada ciudad: cil(ia miembro de las corporaciones
(la Iglesia, el municipio. etc.) tenla que prometer obedecerla. El arzobispo de
Lima, siempre bajo la presión del gobierno, instaba a los sacerdotes a que
participaran en estas ceremonias. En muchos casos, los sacerdotes rurales
hacían largos viajes a lomo de mula para cumplir con su obligación de
ciudadanos (incluso se preparaban listas de los ausentes, teniendo los Mios
que dar explicaciones)."
Pardo y Aliaga vio claramente los dilemas que presentaba el reescribir la
constitución y las relaciones entre revolución y estabi.lidad polltien. Por eUo
se preguntaba cómo podía surgir la estabilidad de un putsch militar. Pa.rdo
defendió el régimen "regenerador" de Vivaoco, arguyendo que si bien las
revoluciones quebraban la ley constitudonal repetidas veces-como sucedió
con la revolución de Vivanco-, aun así eran legitimas. Para él, cada sistema
50. VWSe las rcnexiones de Carmen Me Svoy, LA u1opla J't'pubti00110 (Uma: PUCP,
1997). t-5,
51. Vtase, por <j<mplo, AAL. Comuoicaci,ones, 1827-1929. 1838 y IS.1.
286 CRISTÓBAL AUOV-(N DS LOSADA
político tenía un comienzo violento que rompía con el viejo sis1ema, a pesar de
ser
lo cual su fundación pÓCÍ!a legítima. IEn el caso de Vivaneo su legitímidad
·i provenía, según Pardo, de la parte ilustrada de la sociedad y del ejército.
Además, Pardo forjó un argumento utilitario en defensa de este caudillo que
buscaba lograr la paz y el desarrollo económico. Sin embargo,�¡ argüía que
el nuevo rigimen tenla que transfonnarsc rápidamente en uno legal, en el que
la obediencia estuviera basaba en la ley y no en la voluntad del caudillo. En
otras palabms, Pardo consideraba crucial que los actos de violencia fundaran
un régimen legal, basado en una buena constitución, para que así perdurara lo
logrado en un inicio."
La elite crela fervientemente que la anarquía existente no se debla sólo a
las argollas, sino 1alllbién al tipo de constitución que el pals ICD!a. Sus miembros
usualmente criticaban la constirueión vigente porque decían que ella no reflejaba
las necesidades nacionales. Siguiendo a Montesquieu, una buena constirución
tenía que reflejar el "espíritu de un país''. ya que leyes similares tienen efectos
diferentes seg�n la realidad de cada nación. Por lo tanto, Montesquieu argüía
que un legislador tenla que en1ender primero el "espíritu de un país", si quería
preparar las leyes de modo apropiado ." Es1e tipo de razonamiento se hallaba
detrás de todo debate constitucional posterior a la constitucion de 1823, que
fue clasificada como u16piea por varios de los mismos legisladores que la
prepararon. Es evidente que detrás de los deba1es constitucionales, lo que
yacía era el desafío de fundar una rep�blica en un país sin ninguna tradición
liberal. . . ! 1 ,,, '
-·
e1er8Altes., ...Jost Maria Pando", 21.
linte Herrera AJare6n, Rtbtb'onn qu� inltnJaJ·o11 dtsmt.mbrar tisw•del Pt,·Jí (Umll:
lm efe! Colegio Mili1ar t..concio Prado, 1961),
57. Jorge .Bscobañ Cusic•nql.li, ..Aspeccos intemacion.alcs de la Conícd¡eración Pcnl·
Boliviana'._ Andtt:s de Santa Cruz. S. et al., Vi'do Ji obro del Mari#c.l Andds de Santa Cru.t y
Ca/ahw•ana U.. Pu: Casa do la Cul1urt, 1992). 211. 271.
58. AHMSC. Vol. !JI (1833,34), .14. 200,201. 211-13.
288 CRISTÓBAL AWOVIN DE LOSADA
ciones no eran del todo fal;as, porque un político era tlllnbién un conspirador.
La prác1íca de la depor1ación era variada y complicada segiln el caso, pero
podía dividirse en dos tipos: la depor1a.ción legal y el "auto-exilio voluntario"
(esto 6llimo quería decir que los perseguidos partían antes de que se les
arres1ao,, o temiendo por su seguridad, casi siempre a Chile, Ecuador o Bolivia).
La deportación territorial no implicaba el destierro político. El exiliado se
iba pero sus amigos, esposa y familiar'!S por lo general quedaban atrás. En
es1e imbricado mundo de negociaciones secretas las mujeres, y en especial
las esposas, en mucl:fos casos tomaban una parte activa. Ellas eran protegidas
en calidad de mujeres y como parientes de otros miembros de la elite por
lazos familiares y amicales. Si era amigo de la familia, un enemigo polf1ico
cuidaba de la esposa e hijos del dester.rado (un código de honor censuraba el
trato áspero para con la esposa), Su vestimenta lambién las ayudaba: podían
ir tapadas y asl, con los rostros cubicrws, pasaban inadvertidas por las calles.
Esto las ayudaba a organizar actividades, jugando muchas de ellas un papel
activo en este mundo secreto de intrigas y negociaciones.
Tres ejemplos de exiliados, "voluntariamente" o por la fuena, pueden
QC!aru el pa.noram� que �siamos illlillliAndo;
' Manuel Lorenw Vidaurre y Encalada, uno de los inu:lccluales más
brillantes y pol6micos de su tiempo, manifiesta haber sido exiliado o haberse
auto exiliado tres veces: en el gobierno de los españoles en 18 l 7, duranre la
tiran(a de BoUvar en 1825, y en el gobierno de La Mar en 1828. Con su típica
grandilocuencia, manifiesta en su �e.fensa de los hechos de 1_!!�8. f;fectos de
las fncr:úmet en fo., MbitrM• nacientu, que 61 ha sido y es enemigo de
iodo gobierno despótico. Los tuanos, por eUo, le temen y lo acusan de
"demagogo y exclamador: t!lulo el más honroso, que puede tribut�e por los
1iranos a los que aman la virrud", De ese modo, Vidaurre construye la imagen
de sí mismo como el del !ribuno de laJlbcnaj atacado ferozmente por la
tiranla.60 La explicación de Vidaurre contiene parte de la verdad. Pero, a
partir de la guerra de independencia, Vidaurrc no escapa de la culrura de la
conspiración en nombre de la libertad y de la república.
- Es interesante analizar las razones del exilio de Vidaurre durante el
gobierno de La Mar, quien, duran1e ese tiempo, mantuvo su salario como
"'
64. Alberto Tauro dc.t Pino, ''Prólo¡o , Escrilos polfiicOJ d1 Javc'tr Luna PiU1rro (Lima:
UNMSM, 1959). XXJV-XXXVlll
65, AD. Correspondoncc Politique, P�u. N. 10, íoL 126v.
292 CRISTÓBAL AWOVIN DE LOSADA
Esta reducida elite hizo que la pena de muerte fuera inusual en el siglo
XIX, en comparación con otras sociedades corno la Francia revolucionaria.
Santiago Távara, un liberal de la época, señalaba con orgullo que la historia
del Penl no tenía nada comparable a las persecuciones de la Revolución
Fr11ncesa y sus oleadas de terror y contra-terror. Un total de 92 personas
fueron ejecutadas por razones políticas entre 1820 y 1843, y sólo una más fue
ejecutada en 1854. En 34 años, la pena de muerte por razones políticas había
causado 93 muertes y los asesinatos políticos 4."
La persecución masiv.a no tuvo un papel importante en las revoluciones
peruanas; sin embargo, durante el proléC!orado de San MMtfn, algunos lidelistas
españoles y criollos fueron perseguidos y sus propiedades expropiadas. A su
vez, los clérigos estaban sujetos a ciena presión y tenían que mostrar lealtad
para evitar aparecer como enemigos de la nación. San Martín creó un tribunal,
llamado de purificación, en el que lOdos los clérigos debían demostrar su
adhesión a la independencia. Esta medida fue seguida por otras disposiciones
administrarivas. por las cuales cada sacerdote que hu.biese apoyado al antiguo
régimen podta perder su posición. En sus descargos, los sacerdoces utilizaron
el vocabulario revolucionario de la independencia, mencionando entre sus
rrirltos sus enfrentamientos con los "jueces déspotas de la inquisición", su
defensa de la "santa causa" o sus luchas contra el "despotismo"." El régimen
de Bolívar, y los que le siguieron, también dispusieron controles sobre los
miembros de la Iglesia por temor a la influencia que la religión tenía sobre la
población."
El presidente Omegoso adoptó u.na política similar contra Gamarra y sus
aliados en 1834, a la cual también llamó de "purificación". Los orbegosis1as
también int,:ntaron movilizar a la plebe. limen a contra los-gomarristas prominen
ces, \o que fue criticado por el periódico de Gamarra e.orno un acto despótico.
74. Santitgo T,\11.ra. Hi11oria. lSS--9 l. Thara obvia.menee no contaba los ce.ntcnarc.$ o
m1leJ de. M>ldtdos o civiles muertos (muchos de ellos indígenas o cescu) en 10$ campos de
batalla.
75. Germán .Le¡ufa y Manrnei . . HiJtori'a de la emane/poción: ll P1t>r«torado, Vol. IV
().Jma: Comldón Nacional cid Sc,quiC<ntc!Ulriode la Jodcpebdcncladel Penl, 1972). 543-544,
628-662; CDIP, )O(,.J, 2.
76. Para el caso de Bolh1arváse. por ejemplo , a Josi Faus,lno Si6nch� Cicrión; ..
Mernoria".
262-263: Agustln Gamarra y Calixto Orihuda� RuJ«ción de lo corrtspondmdo tntre ti
preftcto gao,ra/A,g1.stln Gomorro y,1 JUO. Sl: Obúpo d, e_. (Uma: lmprcna Rq,ubllcana,
1825)
VIOLENCIA Y LEOITIMIDA.D: LAS REVOLUCIONES 295
Sin embargo, cabe recalcar que ninguna de estas persecuciones tuvo un gran
impac10 o llegó a contar con mayor respaldo, aunque indirectamente sí obligaron
a muchos miembros de la oposición a emprender el autoexilio. Aun así, los
lazos familiares y la a.mi.stad predominaron sobre la ideología, y no hubo ning\ln
exterminio ni expulsión masiva.
Después de las guerras de independencia no se expropiaron los bienes
de los enemigos de la nación, como sí lo hiciera San Martfn con los realistas.
Un exiliado podía ejercer sus derechos como propietario, pero igual sufría por
sus enemigos y la distancia que mediaba entre ti y su propiedad. El objetivo
del ostracismo era sacar de la esfera pública a un demagogo o a un enemigo
del régimen, pero respemndose la esfera privada del exiliado. La expropiación
de los bienes no era un castigo al mal componamiento. Una razón de ello
pudo ser que la situación cambiaba con tanta rapidez que los que se
encontraban en el poder podían a su vez perder sus propiedades en, la siguiente
revolución.
Las revoluciones peruanas jamás instauraron un régimen de terror como
el de Francia. La política peruana se perfiló no sólo por su conducta golpista
sino también por su conducta termidolriana, en la cual la elite política evitaba
las ejecuciones masivas por razones política$, ideológicas o personales. Es1a
conducta menos fanática obedecía a dos razones fundamentales. La primera
de ellas fue que, como la política estalba basada en las relaciones personales
y en los pactos, el papel de la ideología fue decreciendo gradualmente. La
imaginación política hundía sus rafees en ideas patemalistas y tradicionales
que hicieron que la ideología perdiera importancia como un factor de peso en
la vida pdbliéa. Las relaciones personales, ficticias o reales, impusieron un
conjunto de valores que opacaban el fa.naúsmo ideológico extremo. Además.
la religión saboteó el concepto de la ideología política como la verdad dltima:
muchos de los liberales de la 6poea creían que la soberanía venía de Dios. La
segunda ratón a tener en cuenta fue que la naturaleza transitoria de los
gobiernos hacía que los distintOS personajes cambiaran rápidamente de posición,
al cambiar su fortuna. La preservación personal y el rechazo a la pena de
muerte fueron el resultado de la inestabilidad y la fragilidad de los regímenes.
Ninglln gol;)iemo podía asegurar a sus seguidores que se mantendría en el
poder. Fue así que, de acuerdo a un e6digo de honor no escrito, la protección
del enemigo era tenida como algo caballeroso, y como un seguro contra los
reveses de la fortuna.
296 CRISTÓBAL AUOV!N DE LOSADA
esta relación enttC la revolución y los cargos públicos creaba un fuerte sistema
de patronazgo, lo que estableció una relación de dependencia segón el número
de favores que un caudillo podía dar a su gente. Aun así, la relación fue en
muchos casos' d�il.15 ya que los lazos de dependencia se ataban y desataban
a gran velocidad."
La pugna por la presidencia se daba en gran parte entre los oficiales. Aun
así, los conflictos dentro del ejtrcito no implicaban el uso gratuito de la violencia,
Todo lo contrario: la violencia gozaba de legitimidad dentro de ciertas reglas
de juego. Los militares se veían a sí mi.smos como la fuente de la estabilidad
y el orden, y se sentían con derecho a apelar a la fuerza y cambiar.el gobierno
cuando el ejtrcito y el pueblo se sintieran disconformes con el gobierno de
turno. La visión que tenían de sí mismos era Ja de una elite que representaba
al pueblo. una suene de "pueblo en armas".n Y como sus crndenciales
provenían de sus actos en las gucmis de independencia y las sucesivas guerras
civiles, no sólo eran guerreros, sino también padres fundadores dela palria y
-n el caso de las guerras civiles- defensores del honor peruano.
Gamarra es el mejor ejemplo de todos: su carrera heroica comenzó en
las guerras de independencia y se extendió en las guerras internacionales y
civiles. Su popularidad aumentó JrCmendamente en la guerra con Bolivia de
J 829, cuando derrocó al regimen de Sucre y firmó el tratado de Piquiza con el
8S. Las alianzas políticas no fueron siempre de índole otilicari&. 81 hotior t6mbi6n era uo
faciorquc se tomaba en ¡:ucntL Vk$e, por ejemplo, el ctsodcl escritor Segura en Luis Alberto
S4nche� El stñor �,1,ra, 2()4.20S.
86, Ou.nnte su rebelión con1ra-Ot1:iegos.o, S alavcrry tprcnd)d en carne propia que much»
lealtades mn efimetaS y oportunistas. El ca.so del general colombiMo Delgado y su relación
con el general Salaverry, TCHJta lu dificuJtlSd.cs que teoía la re1.Dei6n patrón--clicnte, Cuando
Salaveny se convini6 en jefe supremo de la revolución, Delgado le pidió un pue$to en el
ejército, Salavcny le dio uno en el Tribunal dc:1 Cuentes Porque era demasiado viejo )'11 para
combatir. pero Delgado le traicionada mú tarde escribiendo una cana a Lage.ntedeJ..ambaycque.
en laque los incitaba a que se rebelenncontra s.u liran{a. Manuel Bilbao, HltlQria dtl&tntrol.
18&-189.
87. Véase, por ejemplo, a Franf()is GUC1TD, Mixieo, '¼>l. l. (99.
300 CRISTÓBAL AUOVIN DE LOSADA
pllblicos. Pero tste no era sólo asunto de generales, sino también de oficiales
de rango medio y bajo. Todos temían ser excluidos del ascenso si no contaban
con un historial l.impio y heroico. En 1840, en una cana abierta al periódico
limeño El CQmercio, erteniente coronel Jost Ponce defendió su conducta en
las batallas libradas en Ancash contra Santa Cruz, pues se hablan escuchado
versiones poco halagüeñas de sus actos "heroícos". Ponce acudió en su
defensa a sus oficiales superiores, Montoya y Torcico, para que dieran
testimonio d.e su conducta pasada, además de mostrat registros oficiales al
periódico." De esie modo esperaba haber defendido su honor y también su
carrera y sus ingresos.
La culrurajacobino-caudillesca, basada en una suene de aristocracia de
la espada, creó la figura del líde, militar. Los oficiales no sólo tenían derechos
especiales, sino también deberes cruciales que cumplir que iban más allá de
la defensa de la nación de los enemigos externos: tenían que salvar a la
rep6blica de lós malos elementos y de la anarquía. Seg6n sus defensores, el
cue.rpo de oficiales constituía lo mejor de la sociedad porque sus miembros
luchaban por la nación y no estaban divididos por inte,eses particulares, como
si ocuróa con los civiles y sus vidas pllblicas y privadas. Sí los militares eran
los mejores ciudadanos, era porque su primera prioridad era el bien comán.'°
La facultad extra y anticonstitucional de participar en la revolución halló su
legitimidad en l.o que el general La Fuente llamarla la voz del pueblo y del
ejército. Los militares. decía, tenían que someterse no sólo a los dictámenes
de la opinión p,lblica sino tambitn a los del ejército. La Fuente describía a los
militares que derrocaron a La Mar en· 1829 como los representantes de los
intereses del ejtrcito y del pueblo, y defendió su participación en el golpe de
Estado como una cuestión de deber y honor militar. Un general jamás debla
omitir el sacrificio en ams de la república. Los medios no imponaban si los
fines eran sagrados. Esto implicaba el uso de la fuerza contra un gobierno
que se llamaba a sí mismo constituoional, pero que eta conupto en la práctica.
Sin embargo, este llamado de la gen1e y el ejército exigía una duración limitada
del uso de la fuerza: sólo penni!fa el derrocamiento del gobiemo de tumo, y de