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TEXTOS 1º DE BACHILLERATO

PROFESORA ANA SILVERA ¡Altos son y relucían!

LITERATURA MEDIEVAL -El Alhambra era, señor,


25
ROMANCERO
y la otra la mezquita,

los otros los Alixares,

Romance de Abenámar labrados a maravilla.

-¡Abenámar, Abenámar, El moro que los labraba

moro de la morería, cien doblas ganaba al día,


30
el día que tú naciste
y el día que no los labra,
grandes señales había!
otras tantas se perdía.
Estaba la mar en calma,
5 El otro es Generalife,

la luna estaba crecida: huerta que par no tenía.

moro que en tal signo nace: El otro Torres Bermejas,


35
no debe decir mentira.
castillo de gran valía.
Allí respondiera el moro,
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
10 bien oiréis lo que decía:

-Yo te la diré, señor, -Si tú quisieses, Granada,

aunque me cueste la vida, contigo me casaría;


40
porque soy hijo de un moro
darete en arras y dote
y una cristiana cautiva;
a Córdoba y a Sevilla.
siendo yo niño y muchacho
15 -Casada soy, rey don Juan,

mi madre me lo decía: casada soy, que no viuda;

que mentira no dijese, el moro que a mí me tiene


45
que era grande villanía;
muy grande bien me quería.
por tanto pregunta, rey,

que la verdad te diría.


20

-Yo te agradezco, Abenámar,

aquesa tu cortesía.

¿Qué castillos son aquéllos?

1
entre sí van razonando;
Romance del Cid
unos lo dicen de quedo,
Cabalga Diego Laínez
otros lo van preguntando:
al buen rey besar la mano;
-aquí viene, entre esta gente,
consigo se los llevaba
quien mató al conde Lozano.
los trescientos hijosdalgo,
30
entre ellos iba Rodrigo,
Como lo oyera Rodrigo
5
en hito los ha mirado,
el soberbio castellano.
con alta y soberbia voz
Todos cabalgan a mula,
de esta manera ha hablado:
sólo Rodrigo a caballo;
-Si hay alguno entre vosotros
todos visten oro y seda,
35
Rodrigo va bien armado;
su pariente o adeudado
10
que se pese de su muerte,
todos espadas ceñidas,
salga luego a demandallo,
Rodrigo estoque dorado;
yo se lo defenderé,
todos con sendas varicas,
quiera pie, quiera caballo.
Rodrigo lanza en la mano;
40
todos guantes olorosos,
Todos responden a una:
15
-Demándelo su pecado.
Rodrigo guante mallado;
Todos se apearon juntos
todos sombreros muy ricos,
para al rey besar la mano,
Rodrigo casco afilado,
Rodrigo se quedó solo,
y encima del casco lleva
45
un bonete colorado.
encima de su caballo;
20
entonces habló su padre,
Andando por su camino,
bien oiréis lo que ha hablado:
unos con otros hablando,
-Apeaos vos, mi hijo,
allegados son a Burgos,
besaréis al rey la mano
con el rey se han encontrado.
50
Los que vienen con el rey
porque él es vuestro señor,
25
vos, hijo, sois su vasallo.
2
En diciendo estas palabras
Desque Rodrigo esto oyó,

sintiose más agraviado; salido se ha del palacio,


80
las palabras que responde
55
consigo se los tornaba
son de hombre muy enojado:

-Si otro me lo dijera


los trescientos hijosdalgo.
ya me lo hubiera pagado,

mas por mandarlo vos, padre, Si bien vinieron vestidos,

yo lo haré de buen grado.


60 volvieron mejor armados,

Ya se apeaba Rodrigo
y si vinieron en mulas,
para al rey besar la mano;
85
al hincar de la rodilla

el estoque se ha arrancado; todos vuelven en caballos.

espantose de esto el rey


65

y dijo como turbado:

-Quítate Rodrigo, allá,

quítateme allá, diablo,

que tienes el gesto de hombre

y los hechos de león bravo.


70

Como Rodrigo esto oyó

aprisa pide el caballo;

con una voz alterada

contra el rey así ha hablado:

-Por besar mano de rey


75

no me tengo por honrado,

porque la besó mi padre

me tengo por afrentado.

3
Romance del Cid
con ella hubiste dinero,
Afuera, afuera, Rodrigo,

el soberbio castellano comigo hubieras Estado,

acordásete debría porque si la renta es buena,

de aquel buen tiempo pasado muy mejor es el estado.


20

cuando fuiste caballero


5 Bien casástete, Rodrigo,

en el altar de Santiago, muy mejor fueras casado;

cuando el rey fue tu padrino, dejaste fija de rey

tú, Rodrigo el ahijado; por tomar la de un vasallo.

mi padre te dio las armas, En oír esto Rodrigo


25

mi madre te dio el caballo,


10 quedó de ello algo turbado;

yo te calce las espuelas con la turbación que tiene

porque fueses más honrado; esta respuesta le ha dado:

pense casar contigo, -Si os parece, mi señora,

mas no lo quiso mi pecado, bien podemos desviallo.


30

casástete con Jimena,


15 Respondióle doña Urraca

hija del conde Lozano con rostro muy sosegado:

4
-No lo mande dios del cielo, el día que tú naciste

grandes señales había!


que por mí se haga tal caso:
Estaba la mar en calma,
5
mi ánima penaría
la luna estaba crecida:
35
moro que en tal signo nace:

si yo fuese en disprepallo. no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro,


Volviose presto Rodrigo
bien oiréis lo que decía:
10

y dijo muy angustiado: -Yo te la diré, señor,

aunque me cueste la vida,


-Afuera, afuera, los míos,
porque soy hijo de un moro

los de a pie y los de a caballo, y una cristiana cautiva;

40 siendo yo niño y muchacho


15

pues de aquella torre mocha mi madre me lo decía:

que mentira no dijese,


una vira me han tirado;
que era grande villanía;

por tanto pregunta, rey,


no traía es asta de fierro,
que la verdad te diría.
20
el corazón me ha pasado,
-Yo te agradezco, Abenámar,

ya ningún remedio siento aquesa tu cortesía.

45 ¿Qué castillos son aquéllos?

¡Altos son y relucían!


sino vivir más penado.
-El Alhambra era, señor,
25

y la otra la mezquita,
ROMANCE DE ABENÁMAR
los otros los Alixares,
-¡Abenámar, Abenámar,
labrados a maravilla.
moro de la morería,

5
El moro que los labraba

cien doblas ganaba al día,


30
Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
y el día que no los labra, va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
otras tantas se perdía. Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
El otro es Generalife, todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
huerta que par no tenía. caminante que camina
olvida su caminar,
El otro Torres Bermejas, navegante que navega
35 la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
castillo de gran valía.
la hija durmiendo está:
Allí habló el rey don Juan,
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
bien oiréis lo que decía: sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-Si tú quisieses, Granada, -No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
contigo me casaría; si no es el Conde Niño
40 que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
darete en arras y dote en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
a Córdoba y a Sevilla. ¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
-Casada soy, rey don Juan,
yo le mandaré matar.
casada soy, que no viuda;
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
el moro que a mí me tiene Él murió a la media noche,
45 ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
muy grande bien me quería. la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
Romance del Conde Niño o las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
Amor más poderoso que la y las que no se alcanzaban
muerte. no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
Anónimo español - Siglos XV-XVI no cesaba de llorar;
[Poema - Texto completo.] della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
Anónimos

6
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.

ROMANCE DEL PRISIONERO


ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
Un sueño soñaba anoche, y están los campos en flor,
soñito del alma mía, cuando canta la calandria
soñaba con mis amores, y responde el ruiseñor,
que en mis brazos los tenía. cuando los enamorados
5 Vi entrar señora tan blanca, van a servir al amor,
muy más que la nieve fría. sino yo, triste, cuitado,
—¿Por dónde has entrado, amor? que vivo en esta prisión,
¿Cómo has entrado, mi vida? que ni sé cuándo es día
Las puertas están cerradas, ni cuándo las noches son,
10 ventanas y celosías. sino por una avecilla
—No soy el amor, amante: que me cantaba al albor.
la Muerte que Dios te envía. Matómela un ballestero;
—¡Ay, Muerte tan rigurosa, ¡dele Dios mal galardón!
déjame vivir un día!
15 —Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
20 en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
25 Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
30 junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
35 y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
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