Los cambios y el deterioro me rodean por doquier, ¡pero Tú que nunca cambias, permanece en mí, Señor!»[1] Todo cambia todo el tiempo. Todo menos el Señor. Nadie más permanece constante.
Podemos adaptarnos a los cambios
porque un Ancla firme y segura nos sostiene. La nuestra es Roca sólida en la que siempre podemos confiar. Tenemos un Ancla firme que nos sostiene con seguridad, no importa cómo sean las olas, el mar o nuestra vida que cambia sin cesar.
[1] «Permanece en Mí», de Henry Francis Lyte
Tenemos a Alguien sobre quien podemos reposar eternamente seguros, pues sabemos que de nada nos tenemos que preocupar. Nos resuelve todo problema y grande o chica, satisface toda necesidad. Estaremos a salvo donde sea, hagamos lo que hagamos.
Da igual lo que suceda, dónde vayamos, dónde vivamos o cuáles
sean las circunstancias; el Señor a nuestro lado permanecerá. Completa y permanente es nuestra seguridad.
¡Es la maravilla de confiar en el Señor! Cuando ignoramos lo que
habrá de acontecer, lo que sí sabemos es que el Señor de alguna forma hará que todo resulte conforme a Su plan. ¡Siempre es así!