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LECCIÓN 03
SOBRE LA ADVERSIDAD
INTRODUCCION:
Todos los seres humanos, en mayor o en menor medida, enfrentamos la adversidad. Es un
hecho ligado a la cotidianidad de toda persona. No obstante, lo que marca la diferencia, es la
actitud que asumimos frente a las circunstancias contrarias. Allí está el secreto. Y quien nos
ayuda a salir airosos no importa qué momento difícil estemos atravesando, es Dios mismo.
Si lo permitimos, la adversidad gobernará nuestro ser y nos robará la paz. Y aun cuando el día
sea hermoso, creeremos que está lleno de densos nubarrones. ¿Qué hacer? ¿Dejarnos
arrastrarnos por las circunstancias?
El apóstol Pablo recomienda que comprendamos que, no importa la situación que estemos
atravesando, reconozcamos que Dios está con nosotros: “Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
Sólo quienes reconocen que delante de ellos va Jesucristo como poderoso gigante, pueden
cruzar desiertos, sobreponerse a tormentas y limpiar las lágrimas de su rostro sabiendo que los
momentos de dolor pasarán, y que Dios guardará sus almas. No permita que las circunstancias
gobiernen su vida. Vuelva su mirada a cristo y entréguele el problema que está viviendo.
Hay momentos en que las tormentas alrededor nuestro amenazan causar un desastre. Y no
comprendemos que está pasando. Incluso, es probable que nos sintamos tentados a renegar.
¿Es así como debemos obrar? De ninguna manera.
La Biblia nos enseña que, por encima de las condiciones difíciles, en nuestro corazón debe
anidar la gratitud “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús”. 1ª Tesalonicenses 5:18.
Puede que no suene lógico, pero si agradecemos a Dios, incluso por la angustia, el daño o el
dolor que han querido causarnos, Dios se glorificará y cambiará el llanto en alegría. En todo
momento debemos depender de Él.
¿Le ha ocurrido que en medio de los momentos difíciles de la vida siente que está solo? No es
el único que lo ha percibido así, se lo puedo asegurar. Es probable incluso que se haya
preguntado, ¿Dónde está Dios?
El apóstol Pablo conoció esa inclinación muy humana. Fue por ese motivo que escribió:
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;
porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.”. Hebreos 13:5.
Aun cuando esté caminando por sendero de muerte, no se deje atemorizar. Haga un alto en el
camino, sienta esa presencia de Dios, ese Dios de amor que le acompaña y que jamás le deja
solo, y avance. Dios hará algo grande en usted, porque confiando en Él, caminará de Su mano
poderosa hasta salir del laberinto.
Es maravilloso saber que el Dios en el que hemos creído, transforma las dificultades, en
enormes bendiciones a favor nuestro. Si confiamos en Él, no ocurrirá nada que no glorifique Su
nombre poderoso y nos muestre al mundo como lo que somos: triunfadores.
El apóstol Pablo que enfrentó tantos momentos difíciles, depositó su confianza en el Señor y se
levantó airoso siempre, escribió:
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a
los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28.
Es probable que esté atravesando un momento difícil. Sin embargo, pese a que por momentos
ha querido renunciar a todo e incluso, ha pensado en quitarse la vida, lo animo para que siga
adelante. Vuelva la mirada a Dios. No se arrepentirá. Dios tomará control de la situación que
está viviendo y traerá transformación a su existencia, convirtiendo en bendiciones todo brote de
adversidad que surja a su paso.
El Dios en el que hemos creído es un Dios de poder, de milagros, de amor y de cuidado, que
siempre está a nuestro lado.
CONCLUSION:
¿Ya tiene a Cristo morando en su corazón? ¿Él reina en su vida? Si no es así, ábrale hoy las
puertas de su existencia al amado Señor y Salvador. Puedo asegurarle que su vida jamás será
la misma. Emprenderá, con Su divina ayuda, el crecimiento personal y espiritual