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4) ANTECEDENTES HISTORICOS

LETRA DE CAMBIO
El primer documento que se conoce de la letra de cambio se remonta a la Edad
Media, hacia el siglo xii, y su función económica se circunscribía a servir de medio para
cambio de moneda, que unas personas, llamadas «campsores», ponían en el lugar donde
las necesitaba el cliente. Cuando al simple cambio manual de monedas se une que el
«campsor» realiza la operación en sitio distinto de donde vive el cliente, nos encontramos
con lo que se conoce como cambio trayecti-cio, de un lugar a otro. El banquero, mediante
un recibo que entregaba al cliente, declaraba haber recibido una cantidad.
Posteriormente, cuando éste incorpora a ese documento, no sólo la promesa de pago de
la cantidad recibida, sino la orden, cursada a un corresponsal suyo, para que le abonara
la cantidad al portador del documento, aparece por primera vez la letra de cambio.
Este avance cualificado en la evolución comercial alcanza especial significación cuando al
documento así expedido se le añade lo que denominamos cláusula de endoso que
permitía la transmisión del documento. El endoso es una consecuencia lógica del auge de
las ferias y mercados y de la necesidad de contar en el tráfico mercantil con un
documento que sirviera a éste, dotándolo de unos efectos circulatorios cuyas
características fundamentales fueran la seguridad y la rapidez. La cláusula de endoso
aparece por primera vez en 1601, incorporándose al documento en su dorso tal y como
hoy se exige en la Ley Cambiaría y del Cheque de 16 de julio de 1985. Es la figura que
quizá ha contribuido, más decididamente, a potenciar el derecho cambiado. La letra de
cambio ya no sólo sirve como medio de prueba y ejecución de los contratos, sino que se
ha convertido en un instrumento formal al servicio de la circulación del derecho de crédito
que documenta. No es sólo un instrumento de pago, sino que pasa a ser también
instrumento de crédito, facilitando la circulación del derecho, pudiendo decirse que, en la
práctica, el endoso, como instrumento de negociación de la letra, ha sido fundamental
para la construcción del derecho cambiado.
PAGARE
El pagaré nació en la Edad Media en las ciudades del norte de Italia, mucho antes que
naciera la letra de cambio. Este título de crédito se inventó para evitar tener que
transportar efectivo en desplazamientos en los que estaba asegurada la aparición de
bandoleros. De esta manera, se entregaba el dinero en efectivo a un banquero y éste
firmaba el pagaré con la promesa de retornarlo a quien se lo había entregado o a quien
denominase en otro lugar.
En España, este documento se empieza a regular en el Código de Comercio de 1829, y
después pasó a ser regulado por el Código de Comercio de 1885, en esta regulación sólo
se admitía la fuerza ejecutiva a la letra de cambio, pero no del pagaré. Es por eso, que
con los años el pagaré cayó en desuso delante de la letra de cambio, pasando este último
a ser el título de crédito por antonomasia ya que, por su fuerza ejecutiva, era muy sencillo
reclamarlo en caso de impago.

La actual Ley Cambiaria y del Cheque que se creó el 16 de julio de 1985 y aún en vigor,


regula todo aquello relacionado con el pagaré y la letra de cambio en casi todos los
aspectos y en ese momento, consiguió igualarlos en fuerza ejecutiva. De esta forma, el
pagaré volvió a usarse como documento crediticio y en poco tiempo le ganó terreno a la
letra de cambio. Actualmente el pagaré se ha convertido en el documento de crédito
predominante en el tráfico mercantil por su sencillez, bajo coste y gran adaptación a las
ventas derivadas de avances informáticos.

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