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Uso de mascarillas en la población general: ¿existe

evidencia científica que avale su uso obligatorio?


Este documento informativo ha sido elaborado por:
Gabriel Zárate Camus, Kinesiólogo, MSc, Diplomado en Microbiota, Diplomado en Microbiología
Básica; 7 Diplomas OMS COVID-19. Comisión Médico-Científico APSIIN Chile.
Con la gentil colaboración, revisión y respaldo de:
Marlene Henríquez Urrutia, Ingeniera en Biotecnología, PhD. Comisión Médico-Científico APSIIN.
Dr. Patricio Villarroel Burgos, Médico General. Comisión Médico-Científico y Presidente de APSIIN.
Septiembre 2022
Introducción

La llegada de la Pandemia de Coronavirus, en marzo de 2020, marcó el inicio de una nueva


forma de organización social, cuyo sello globalista determinó que todos los países del mundo se
adhirieran a los mandatos de una institución cuyo financiamiento proviene en 80% de contribuciones
voluntarias que ponen en riesgo su prioridad de acción social (Balibouse, D, 2021);
https://www.who.int/es/about/funding). Justificando en base a evidencia científica y
recomendaciones de expertos, se sometió a la población a situaciones de restricción y control
totalitario nunca antes vistas en democracia. Estas medidas, denominadas por Qiu et al, 2022 como
Intervenciones no Farmacológicas, fueron aplicadas de forma global por primera vez para frenar el
avance de una enfermedad que apareció en diciembre de 2019, por lo tanto, al ser nuevas, como la
enfermedad, se desconocían posibles efectos detrimentales, tanto a nivel social como personal
(Borovoy et al, 2020). Las intervenciones más generalizadas, antes de la existencia de los productos
conocidos como “Vacunas COVID-19”, fueron las cuarentenas, el distanciamiento social y las
mascarillas, cuyo uso, al comienzo, la Organización Mundial de la Salud determinó que sólo era
necesario en pacientes enfermos y en el personal de salud pertinente, pero luego modificó las
recomendaciones para uso generalizado en la población.

Metodología

Habiendo transcurrido más de 2 años desde el brote de la enfermedad y del inicio de las
intervenciones, ya hay evidencia contundente respecto de los riesgos y beneficios de las diferentes
medidas adoptadas, y es imperativo preguntarse: ¿Qué tan efectivas han sido? Para ayudar a
solucionar esta interrogante, es que en este trabajo se presenta un informe conceptual basado en la
bibliografía disponible sobre la efectividad de las mascarillas en la prevención de la enfermedad y
los efectos de su uso prolongado. Se revisó la base de datos PUBMED con las palabras “mask
effectiveness against COVID-19”, con filtro activado para artículos con máximo 1 año de antigüedad,
lo cual arrojó 215 resultados al 2 de septiembre de 2022. Entre ellos, se encontró revisiones
bibliográficas, meta-análisis, estudios experimentales, casi-experimentales, descriptivos y proyectos
de desarrollo de mascarillas inteligentes, todos con diferentes niveles de evidencia. Se analizaron
todos los artículos y fueron seleccionados 40 que contenían información relevante para este informe.

Generalidades sobre mascarillas

Los materiales de fabricación y los tipos de mascarillas son variados. Según San Martín-
Rodríguez & Camacho-Bejarano, 2020, entre los materiales incluidos para la fabricación de distintos
tipos de mascarillas no se debe encontrar ningún componente elástico, y el principal material debe
ser el Tejido No Tejido de polipropileno o celulosa. Distribuidos en la población general se encuentran
principalmente 3 tipos de mascarillas:

1
• Convexas: N95, KF94 y KN95. La primera se ajusta con tiras elásticas alrededor de la
cabeza y las otras dos por detrás de las orejas. El número asignado corresponde al
porcentaje de filtración y las letras a la procedencia de su patente: norteamericana,
surcoreana y china, respectivamente.
• Planas: Quirúrgica o de procedimiento. Mascarilla de 2 o 3 capas con pliegues.
• Mascarillas de tela. Planas, reutilizables y de fabricación casera.
• Las mascarillas con válvula no se recomiendan debido al riesgo de exponer a otros a
contagio a través de la exhalación de aire sin filtrar (Gladyszewska-Fiedoruk et al, 2022)

Estado del arte de la efectividad de las mascarillas

De acuerdo a Güner et al, 2021, pocos estudios aleatorizados publicados han advocado por
la efectividad del uso de mascarillas en la población general, lo que es apoyado por Matuschek et al,
2020, cuando afirma que sólo hay evidencia vaga de su efectividad y que se necesita más
investigación. Algunos estudios que evaluaron la efectividad de las mascarillas en la transmisión de
Influenza determinaron que no tenían efecto significativo (Xiao et al, 2020) y que el porcentaje de
penetración de partículas era de 44% en mascarillas clínicas y 97% en mascarillas de tela (McIntyre
et al, 2015).

Se ha visto, además, que la dureza del material de fabricación de la mascarilla y la


hidrofobicidad afectan su ajuste y rendimiento (Pan et al, 2021), al igual que la forma de uso
ciudadano, pues es común fuera del ambiente clínico tocarla donde no corresponde (Borovoy et al,
2020). La versión oficial continúa insistiéndole a la población sobre el uso permanente de mascarilla
para detener la propagación de la COVID-19, pero en Fisher et al, 2020, de un total de 154 casos
positivos, 130 la usaban siempre o casi siempre.

Examinando al microscopio mascarillas clínicas y de tela, Borovoy et al, 2020 encontró


partículas desprendidas del material de fabricación, y Verleysen et al, 2022, encontró partículas de
dióxido de titanio, que al ser inhaladas pueden provocar respuestas fagocitarias que deberían ser
estudiadas, al igual que los efectos que dichas respuestas implican en la transmisión, pues Kedl et
al, 2022 encontró anticuerpos (IgA e IgG) en mascarillas de personas infectadas, lo que indica un
posible mecanismo de contribución a la inmunidad de rebaño que quizá está siendo afectado
negativamente por el uso indiscriminado de estos elementos de protección personal.

Un estudio aleatorizado publicado en 2020 en Dinamarca, conocido como DANMASK-19


(Bundgaard et al, 2020), que ocupó una muestra de 4862 individuos, divididos en grupo control y
grupo de uso de mascarillas, determinó que no existieron diferencias significativas en la transmisión
de la enfermedad entre los dos grupos, con una prevalencia de infectados de 2.1% y 1.8%,
respectivamente.

De los 40 artículos seleccionados en PUBMED, 8 corresponden a revisiones bibliográficas


y/o meta-análisis; 6 a encuestas; 7 a estudios cuasi experimentales; 3 hacen un análisis retrospectivo
de datos; 2 presentan casos clínicos; 2 son artículos especiales de narrativas; 2 son modelos
computacionales y 10 son artículos en los que se presenta el desarrollo de diferentes tipos de
mascarillas inteligentes, planteadas en base a la poca efectividad de los productos actuales.

De las revisiones y/o meta-análisis, los hallazgos más relevantes fueron:

• Las mascarillas de tela no han sido bien investigadas, por lo tanto, se necesitan más
investigaciones (Ataei et al, 2022) (Güner et al, 2021)
• El uso de mascarillas durante ejercicio exhaustivo disminuye la saturación porcentual de
02 en sangre (Engeroff et al, 2021)
• Ha habido resurgencia de infecciones debido a poca exposición de patógenos, tanto por
el bloqueo de la vía aérea como por el distanciamiento social (Oh et al, 2022)

2
• Las mascarillas disminuyen la capacidad de esfuerzo físico y mental simultáneo, y tienen
un alto costo psicológico y laboral (Makowiech et al, 2021)
• Pacientes sintomáticos y asintomáticos que usan mascarilla pueden contagiar debido a
cargas microbianas viables que escapan de las mascarillas, además, pueden generar
transmisión por contacto (Tuñón-Molina et al, 2021)
• La mascarilla N95 estuvo asociada con menor incidencia de episodios de infección en
trabajadores de la salud que la mascarilla quirúrgica, que no es muy efectiva (Collins et
al, 2021)
• La mayoría de las afecciones a la piel en trabajadores de la salud están asociadas al
lavado frecuente de manos y al uso de mascarilla y otros elementos de protección
personal (Vasques et al, 2022)

De las encuestas, los resultados más importantes fueron:

• Las redes sociales han contribuido a una percepción positiva respecto de la efectividad
de las mascarillas en la población general. Encuesta a 1988 personas (Iyamu et al, 2021)
• El uso de mascarilla es incentivado por normas sociales más que por percepción de
severidad de enfermedad o efectividad de la mascarilla. Encuesta a 578 personas
(Freidin et al, 2022)
• Se observó que, a mayor confianza en el gobierno, mayor es el uso de mascarillas por
parte de la población (n=25482) (Gotanda et al, 2021), y que la adhesión a las medidas
está altamente relacionada con la confianza en los científicos, siempre cuestionando la
confiabilidad de las fuentes de información (n=1233) (Mugaloglu et al, 2022)
• Los estudiantes que en algún momento habían sido diagnosticados con COVID-19 eran
menos adeptos a usar mascarilla y adherirse a las intervenciones no farmacológicas que
las mujeres, asiáticos y alumnos graduados (n=643) (Akhter et al, 2022)
• El miedo a la enfermedad y la percepción de severidad se observaron cómo los
principales factores por los que la gente adopta las medidas restrictivas, en una encuesta
a 2000 personas (Constant et al, 2022)

De los 7 estudios casi-experimentales seleccionados en la revisión, se encontró 2 que


realizaron mediciones en personas y 3 que realizaron mediciones en mascarillas. Los otros
2 realizaron mediciones de aire exhalado y espacio interno de las mascarillas durante el uso.
Los hallazgos más relevantes fueron:

• De 652 individuos confirmados con COVID-19, 546 usaban mascarilla siempre o


casi siempre (Andrejko et al, 2022)
• Durante el curl de bíceps braquial, dinámico e isométrico, el uso de mascarilla provocó
aumento de la presión intraocular (Vera et al, 2022)
• Se hizo medición de aire exhalado a 30 adultos usando mascarilla en reposo, a través
de espectrometría de masas de alta resolución en tiempo real, y se encontró
hipercapnia, hipoxemia, vasoconstricción, alteraciones de la presión arterial, del
estrés oxidativo y de la microbiota (Sukul et al, 2022)
• Se hizo medición de la concentración de dióxido de carbono en el espacio interno de la
mascarilla, a través de sonda Testo conectada a dispositivo computacional, en 5 tipos
de mascarillas diferentes usadas por 5 sujetos durante trabajo en computador (quirúrgica
de 2 capas; quirúrgica de 3 capas; de tela; convexa con válvula; convexa sin válvula) y
se encontró niveles de hasta 7334 partes por millón (ppm) de CO 2, muy superiores a los
600–1000 ppm recomendados para una buena calidad del aire inhalado. Se encontró,
además, una relación directamente proporcional entre la concentración de CO 2 y el
Índice de Masa Corporal; que la concentración de dióxido de carbono aumenta con el
tiempo y que mientras más gruesa sea la mascarilla o más capas tenga, más se acumula
(Gladyszweska-Fiedoruk et al, 2022)

3
• Se pidió a 109 voluntarios que donaran sus mascarillas usadas y que completaran una
encuesta sobre los hábitos de uso de las mismas. Se midió hongos y bacterias en el
lado interno y se encontró que de forma basal hay más bacterias que hongos,
correspondientes a la microbiota bucal, pero a mayor tiempo de uso, aumenta la
concentración de hongos (Park et al, 2022)
• Se analizó 56 mascarillas sin usar de diferente marca (44 chinas, 6 europeas, 3
norteamericanas, 2 japonesas y 1 surcoreana) y se encontró que 50 de ellas
presentaron potencial riesgo carcinogénico en humanos debido a la presencia de
ftalatos potencialmente inhalables (Xie et al, 2022)
• En un estudio de 2 participantes, usando respirador N95, se les aplicó resina spray
impresa en 3D para determinar el tamaño mínimo de una brecha que pudiera
comprometer la eficacia de la mascarilla, y se encontró que las brechas en su ajuste son
difíciles de detectar visualmente y comprometen su funcionalidad (O´Kelly et al, 2022)

Los estudios retrospectivos analizaron datos pre existentes en diferentes bases de datos, de
acuerdo a su afiliación, y los hallazgos más relevantes para esta revisión fueron:

• Usando datos de vigilancia epidemiológica de Influenza en 33 países, se determinó a


través de análisis computacional que el uso de mascarilla debe ser asociado a otras
intervenciones no farmacológicas, como el distanciamiento social para lograr su mejor
efectividad (Qiu et al, 2022)
• Analizando los datos de 10287 trabajadores de la salud en Dinamarca, se encontró una
prevalencia de 62.9% de reacciones adversas a la piel provocadas por el uso de
mascarillas (Skiveren et al, 2022)
• La implementación de las medidas higiénicas (distanciamiento, uso de mascarilla y
cuarentena) se relacionó con un aumento en los casos de norovirus en Alemania,
por lo tanto, se investigó y descubrió una relación entre las medidas restrictivas y un
aumento en la prevalencia de Clostridium Difficile, una bacteria que causa diarrea
(Mack et al, 2021)

Los artículos que presentaron casos clínicos, reportaron que:

• Hubo lesión de córnea en 3 trabajadores de la salud, provocada por mal uso de


mascarilla N95 (Ramani et al, 2022)
• 4 casos de accidente cerebro vascular agudo desarrollaron angioedema oral como
reacción al trombolítico alteplasa, y permaneció oculto debido al uso de mascarillas
durante la atención en unidad de emergencia y durante el traslado en ambulancia,
siendo detectado sólo a la llegada al centro que desarrolló el informe (Éltes et al, 2022)

Los artículos especiales de narrativa de investigadores informaron que:

• El uso de mascarillas puede activar dificultades relacionadas con ansiedad, claustrofobia


o reactivación de un trauma debido a la activación de un link sensorial que pueda gatillar
experiencias pasadas (Welfare-Wilson et al, 2021)
• No hay evidencia de la efectividad del uso de mascarillas en gente sana para prevenir
infecciones respiratorias, incluido el SARS-CoV-2, es más bien una medida intrusiva que
restringe las libertades individuales, y lo que se necesita son recomendaciones
fidedignas de dónde, cómo, cuándo y cuál usar (Royo-Bordonada et al, 2021)

4
Los modelos computacionales determinaron que:

• La mascarilla no es eficiente para evitar que un individuo susceptible se contagie,


pero sí para que un infectado propague (Hanthanan et al, 2021)
• La mascarilla debe ser combinada con distanciamiento social para que sea efectiva (Rao
et al, 2022)

El desarrollo de mascarillas inteligentes se ha justificado en base a diferentes falencias de


los productos actuales. Se encontró 10 artículos que presentan diferentes tipos de
mascarillas modificadas para aumentar su efectividad.

• Se modificó mascarillas para ser ventiladas con válvulas, y se descubrió que la


efectividad de las mascarillas sin modificar es mucho menor de lo que se informa, con
significativa filtración de aire hacia adentro (Huo et al, 2021)
• Argumentando que las mascarillas no se adaptan a los cambios en los niveles de
exposición y otorgan sólo protección pasiva, con efectividad reducida en escenarios de
la vida real, se desarrolló una mascarilla de protección activa, conformada por un sensor
de partículas con dispensador piezoeléctrico que carga las partículas patógenas del aire
alrededor para hacerlas caer al suelo (Kalavakonda et al, 2021)
• Debido a que las mascarillas de tela y seda son permeables y absorben la humedad del
aire, y la N95 produce dificultad respiratoria frente al uso prolongado, se modificó una
mascarilla de seda para hacerla hidrofóbica, y se descubrió que produce un 22% de
reducción en la entrada de O2 en comparación al 59% de reducción en la N95
(Gogoi et al, 2021)
• El uso de mascarillas a menudo puede causar aumento de temperatura local y aire
denso y húmedo, lo que provoca molestias y dificultades respiratorias, y aumento de
riesgo de enfermedades causadas por calor, como golpe de calor y fatiga por calor.
Como una solución a este problema, se desarrolló una mascarilla con sensor
termoeléctrico (Suen et al, 2021)
• Las mascarillas pueden ser una creciente fuente de desperdicio biológico, por lo que se
ha propuesto la fabricación de mascarillas con filamentos de polímeros cubiertos con
jabón solidificado (Cano-Vicent et al, 2021)
• Las mascarillas comerciales contienen filtros hechos de materiales que no son capaces
de inactivar el virus, por lo que se ha desarrollado un revestimiento de poliuretano y
partículas de cobre para utilizar en las mascarillas (Foffa et al, 2022)
• Algunas mascarillas y sistemas de filtrado de aire tienen limitada efectividad contra
SARS-CoV-2, pues están diseñados para remover grandes partículas aero-
transportadoras o bacterias del aire, por lo que se ha diseñado una mascarilla
electrostática capaz de inactivar el virus a través de la acción de nanopartículas de plata
(Baselga et al, 2022)
• La poca comodidad y baja actividad anti bacterial y antiviral acelera la frecuencia de
reemplazo de las mascarillas, lo que resulta en grandes cantidades de desperdicio. Para
aumentar la vida útil de este elemento de protección, se desarrolló una mascarilla con
capas electrostáticas capaz de aumentar la temperatura en una de ellas hasta 62.0°C,
desnaturalizando la estructura proteica secundaria del SARS-CoV-2 (Xiong et al, 2022)
• Debido a que las mascarillas no tienen efectos anti bacterianos ni anti toxicidad, se
fabricó una mascarilla con nanofibras con propiedades anti virales y anti bacterianas y
con un recubrimiento del extracto de la planta Myoporum Bontioides y nano partículas
de plata (Chen et al, 2022)
• Muchas opciones en el mercado de mascarillas presentan acción pasiva frente al virus,
sin comprometer activamente su viabilidad, por lo que se propone la incorporación de
aceite esenciales anti virales en la fabricación de las mascarillas (Domingues et al, 2022)

5
Discusión y Conclusión

La revisión de la literatura nos indica que se ha visto que las mascarillas funcionan en
condiciones de laboratorio, pero pocos estudios han medido su efectividad en la vida real, y de ellas,
las menos estudiadas son las de tela.

La adhesión, por parte de la población general, a las diferentes intervenciones no


farmacológicas, ha sido condicionada por la impresión social de los líderes políticos, los científicos y
las fuentes de información, y relacionada con la percepción positiva a la que han contribuido las
redes sociales. También ha sido reforzada por el miedo a la enfermedad y la percepción de
severidad.

Se ha recomendado combinar el uso de mascarillas con otras intervenciones, como el


distanciamiento social, para que tengan un efecto significativo, pero este planteamiento tiene dos
grandes fallas. Por un lado, deja en evidencia que el efecto por sí solo de la mascarilla no es
significativo, y por otro, que se actúa negativamente sobre el equilibrio de la microbiota. Sukul et al,
2022, Mack et al, 2021, Oh et al, 2022 y Park et al, 2022, encontraron evidencia de que el uso de
mascarilla altera el comportamiento del sistema de microbios del organismo humano, y si a esto se
suma el distanciamiento social, se está perjudicando enormemente el sistema inmunológico, cuya
mayor cantidad de células se encuentran en la mucosa intestinal (Fasano, A, 2020), sobre todo en
niños, pues la programación del funcionamiento y biodiversidad de la microbiota se da durante los
primeros años de vida en base a la interacción social (Tamburini et al, 2016). Si se tiene en cuenta
que según Fasano, 2020 el 70% de las células del Sistema Inmunológico, el 70% de las neuronas
del Sistema Nervioso Periférico y el 80% de la Serotonina total se encuentran en el intestino y que
toda enfermedad comienza en un intestino defectuoso: ¿qué tipo de problemas de salud podemos
esperar de los niños sometidos a estas restricciones, cuando sean adultos?

Se ha reportado un alto costo psicológico debido al uso de mascarillas, y daños fisiológicos


al utilizarlas durante el ejercicio, además de diferentes tipos de afecciones a la piel. También se ha
reportado daños provocados por mal uso, principalmente en profesionales de la salud, desde
lesiones auto-provocadas hasta ocultamiento de signos y síntomas en pacientes.

Las mediciones de aire en el interior de la mascarilla han mostrado niveles elevados de


dióxido de carbono y otros contaminantes, y se ha visto partículas sueltas del material de fabricación,
dióxido de titanio y ftalatos. Las mascarillas de fabricación china son las más contaminadas y las que
muestran un mayor riesgo carcinogénico para el ser humano. Si a todo esto se suman los estudios
que muestran que más del 80% de los infectados con SARS-CoV-2 usaba mascarilla siempre o casi
siempre, se tiene una contradicción entre las recomendaciones de uso de parte de la autoridad y lo
que vemos en la literatura. Por lo tanto, la recomendación final de este informe es, que al no haber
evidencia científica que sustente de forma significativa el uso de mascarillas en la población general
para detener la transmisión de la infección, la autoridad no debería recomendarlo ni exigirlo, y la
decisión debería ser personal.

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