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Dr.

B
Preso desde el 13 de marzo de 1938 hasta primeros días de marzo de 1939
Confinado en el hotel Metropol
Hotel Metropol de Viena funciona como cuartel de la Gestapo, allí torturan a gente
“Tal vez usted se acuerde de que ni nuestro canciller ni el barón de Rotschild fueron a
parar tras las alambras de un campo de prisioneros, sino que recibieron un trato que
podría parecer de favor puesto que fueron alojados en un hotel como el Metropol, que
era donde tenía la Gestapo su cuartel general, en el que se asignó a cada uno de ellos
una habitación independiente. También mi insignificante persona fue objeto de la
misma distinción.”

12 de marzo de 1938 Hitler invade Austria


“Recibí una prueba palpable de la escrupulosa y amable atención que la Gestapo
deparaba a mi persona desde hacía algún tiempo, cuando la misma tarde en que
Schuschnigg dio a conocer su renuncia, y un día antes de que Hitler entrara en Viena,
me detuvieron los hombres de las SS.”

Primer período: cuatro meses - abril, mayo, junio, julio- comienza el deterioro

27 de julio LIBRO

Segundo período: tres meses -agosto, septiembre, octubre- período de estabilidad,


memoriza las partidas de ajedrez

Tercer período: cinco meses –noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo- comienza
a jugar consigo mismo, descenso a la manía, locura

15 de marzo de 1939 Dr. B LIBRE -se encontraba en el hospital hacia unos días- Hitler
ocupa Bohemia
“Es posible que me declarase incapacitado, o quizá es que yo había dejado de interesar
a la Gestapo, puesto que Hitler había ocupado Bohemia y, con ello, para él el caso de
Austria quedaba ya resuelto.”
Porqué apresan al Dr. B
(En Viena tenia) un bufete de abogados que al principio dirigía junto con mi padre y
luego solo. En realidad, el nuestro no era tampoco un verdadero estudio de abogados
sino que nos limitábamos a la asesoría jurídica y sobre todo a la administración de
bienes de los grandes conventos. Además se nos había confiado la administración de
los fondos de algunos miembros de la familia imperial. Cuando más tarde Hitler se
adueñó del poder en Alemania e inició sus asaltos contra la propiedad de la Iglesia y de
los monasterios, intervinimos también allende la frontera en distintas negociaciones y
transacciones para salvar, al menos, los bienes muebles de la confiscación, y sabíamos
más con respecto a ciertas negociaciones políticas secretas de la curia y la corte de lo
que jamás llegará a conocimiento del público.
Mucho antes de armar sus ejércitos, el nacionalsocialismo había comenzado a
organizar en los países vecinos otro ejército no menos peligroso y disciplinado. En cada
oficina, estaban colocados sus escuchas y espías. Tenían su representante hasta en
nuestro modestísimo escritorio, como por desgracia llegué a saber demasiado tarde.
De todos modos, y antes de que yo pudiera sospechar algo, se hizo dar órdenes desde
Múnich o Berlín para vigilarnos. Recibí una prueba palpable del cuidado y cariño con
que la Gestapo, desde tiempo atrás, venía dedicando a mi persona, cuando me
detuvieron los hombres de la S.S.
Tortura psíquica. Confinamiento en solitario, proceso. Fragmentos: Novela de
ajedrez

Me destinaron a otra categoría de presidio. Me incorporaron a aquel otro grupo


reducido al que los nacionalsocialistas pensaban arrancar dinero o informaciones
importantes.
A la gente de mi condición, a la que importaba sonsacar informaciones valiosas o
dinero, no se le pasaba, pues, al campo de concentración, sino que se le daba otra
clase de tratamiento. Se les llevó a un hotel, más exactamente al Hotel Metropol, que
era al mismo tiempo el cuartel general de la Gestapo, y donde se destinaba a cada uno
una habitación aparte. Yo, fui objeto de la misma distinción.

No se nos daba un trato más humano sino que, simplemente, se nos aplicaba un
método más refinado.

“La presión que ejercían para obligarnos a entregar el “material” que pretendían
obtener era de una naturaleza más sutil que los garrotazos o la tortura física. Se
trataba del aislamiento más refinado que pueda imaginarse. No nos hacían nada, se
limitaban a situarnos en el vacío más absoluto, y es bien sabido que nada en el mundo
puede oprimir tanto el corazón del hombre como la nada. Recluyéndonos a cada uno
de nosotros en una vacuidad total, en una habitación herméticamente aislada del
mundo exterior, sustituían la presión exterior de las palizas y del frío por una presión
interior que finalmente habría de conseguir que despegáramos nuestros labios.”

“… no me permitían tener ni libros, ni diarios, ni papel, ni lápiz, y la ventana daba a una


pared ciega. Habían construido una nada absoluta, no sólo en torno a mi alma, sino
también en torno a mi cuerpo.”

Se me habían quitado todos los objetos: el reloj, para que no tuviera noción del
tiempo, el lápiz, para que no pudiera escribir nada, el cortaplumas, para que no
pudiera abrirme las venas; se me negó, incluso, el más débil narcótico, tal como un
cigarrillo. Con excepción del centinela, sobre quien pesaba prohibición de hablarme o
de contestarme ni a una sola pregunta, jamás veía una cara humana; jamás oía una voz
de hombre. Ni la vista ni el oído ni ningún otro sentido recibían, ni de noche ni de día,
estimulo alguno: me hallaba solo con mi cuerpo y cuatro o cinco objetos mudos…
desesperadamente solo.”

“Desde la mañana a la noche se está a la espera de algo que nunca llega. Se espera y se
espera. Y no ocurre nada. Y se sigue esperando, y esperando, y esperando… y
pensando, y pensando, y pensando… hasta que duelen las sienes. Y no ocurre nada. Y
estás solo. Solo… Solo…”
Por fin comenzaron los interrogatorios. Se solía llamarnos repentinamente, sin que
supiéramos bien si era de día o de noche. Nos llamaban, nos conducían a través de
varios pasillos y no sabíamos adónde; luego debíamos esperar en algún sitio, que
tampoco sabíamos qué era, y de pronto nos encontrábamos frente a una mesa en
torno a la cual se hallaban sentados unos cuantos individuos uniformados.

«Pero los interrogatorios no eran lo peor todavía. Más terrible aún era el retorno de la
inquisición a mi nada. Porque apenas quedaba a solas conmigo mismo, trataba de
reconstruir las contestaciones que habrían sido más prudentes y lo que debería decir la
próxima vez para anular la sospecha que acaso había despertado con una observación
imprudente. Reflexionaba, pensaba, estudiaba, revisaba una por una las palabras de la
declaración que acababa de prestar ante el juez de instrucción, recapitulaba cada
pregunta que se me había formulado, y cada una de mis réplicas; trataba de considerar
qué parte habían protocolizado y sabía, sin embargo, que jamás lograría calcularlo ni
averiguarlo. Pero esos pensamientos, una vez puestos en marcha en el espacio vacío,
no se cansaban de dar vueltas en la imaginación, vueltas y más vueltas, siempre en
distintas combinaciones, ininterrumpidamente, hasta en los sueños.

Entonces comprendí cuán diabólicamente ingenioso, cuán brutalmente ideado desde


el punto de vista psicológico era ese sistema de las habitaciones de hotel.

Yo debía engullir mis pensamientos, ellos debían ahogarme hasta que por último no
podría sino escupirlos, confesarlos, diciendo todo lo que los agentes querían, entregar
por fin, no sólo las indicaciones, sino también los hombres. Noté que poco a poco mis
nervios comenzaban a resentirse bajo esa presión espantosa, y consciente del peligro,
procuré mantenerlos tensos al extremo, buscando o inventado alguna distracción.

Ese estado, en verdad indescriptible, duró cuatro meses. Advertí, alarmado, pequeños
indicios de que mi cerebro empezaba a trastornarse. Sólo lograba articular
tartamudeando hasta las frases más sencillas, porque mientras respondía, miraba
hipnotizado la pluma que corría protocolizando sobre el papel, como si hubiera
querido correr detrás de mis propias palabras. Noté que mis fuerzas flaqueaban,
comprendí que se aproximaba más y más el momento en que para salvarme diría todo
cuanto sabía y quizá más aún, en que, para librarme del estrangulamiento de aquella
nada.

Encuentra el libro de ajedrez

Sólo entonces empecé a comprender el inmenso beneficio que me había conquistado


con aquel hurto atrevido. Porque de pronto tenía una ocupación, un quehacer sin
sentido, inútil, si usted quiere, pero con todo, algo que anulaba la nada en mi derredor.
Las ciento cincuenta partidas magistrales constituían para mí un arma maravillosa
contra la aplastante monotonía del espacio y del tiempo.

Aquel periodo de mi felicidad se extendió sobre cosa de dos meses y medio a tres
meses. De pronto llegué inesperadamente a un punto muerto. Sin más ni más volví a
encontrarme ante la nada. Es que cuando había jugado de veinte a treinta veces
cualquiera de aquellas partidas, perdía naturalmente el atractivo de la novedad, de la
sorpresa y quedaba agotada su anterior fuerza de excitación tan estimulante.

Debía inventar partidas nuevas en reemplazo de las que ya conocía. Tenía que tratar
de jugar conmigo mismo, más exactamente, contra mí mismo.

El atractivo del ajedrez descansa únicamente en el hecho de que su estrategia se


desarrolla de distinto modo en dos cerebros; el negro ignora las maniobras e
intenciones del blanco, aunque trata continuamente de adivinarlas y malbaratarlas,
mientras que el blanco, a su vez, procura adelantarse y frustrar los propósitos
inconfesos del negro.
Ahora bien, si el negro y el blanco quedaran representados por una y la misma
persona, se produciría la contradictoria situación de que un cerebro debería al mismo
tiempo saber algo e ignorarlo. Sería necesario que jugando en función del blanco,
pudiese olvidar totalmente, como siguiendo una orden, lo que un minuto antes había
querido e intentado representando al contrincante negro. Semejante pensamiento
doble supondría en realidad una división absoluta de la conciencia, un abrir y cerrar
a discreción de un como obturador del cerebro, similar al de un aparato mecánico.

No me quedaba otra alternativa que ese contrasentido, para no caer víctima de la


locura pura o de un total marasmo intelectual. Una situación angustiosa me obligaba a
procurar, cuando menos, esa escisión en blanco y negro, para no quedar apretado por
aquella horrible nada reinante en torno mío.
El reflejo condicionado Ivan Pavlov
Los reflejos condicionados aplicados a la psicopatología y psiquiatría
Prologo. Acercamiento de Pavlov a la psicopatología
En esta obra se presentan artículos e informes de I. Pavlov relacionados en forma
directa con los problemas psiquiátricos, de los que se ocupó en el transcurso de casi
veinte años
Año 1903 presenta un informe sobre “Psicopatología experimental en los animales.”
Dentro de dicho informe Pavlov se acerca a una explicación fisiológica de la psicología
humana por medio de la experimentación en los animales
Le interesaba precisamente el problema de establecer la diferencia, desde un punto de
vista fisiológico, de la función nerviosa superior del hombre, de la función nerviosa
superior de su objeto de experimentación, el perro.
Para la resolución de este difícil problema, se propuso dos caminos: por una parte el
estudio de la función nerviosa superior del animal más próximo al hombre, el mono
antropoide; por otra el estudio y la observación de hombres con su función nerviosa
superior descompuesta o desintegrada en sus elementos más simples o modificada
particularmente.
Desde el momento de las primeras tentativas de estudio de los reflejos condicionados
en el perro, hasta la aproximación al hombre, pasaron 16 años
1917 Pavlov visitaba un servicio de asistencia de enfermos mentales. Pavlov trataba de
comprender las particularidades de la conducta y el estado de los pacientes, desde el
punto de vista de la fisiología del sistema nervioso y desde el punto de vista del estudio
de los reflejos condicionados
Desde esa época todos sus experimentos comenzaron a ser valorados a la luz de la
sintomatología de las enfermedades mentales y, a su vez, estas últimas fueron
consideradas sobre la base de la fisiología experimental. Pavlov trato de orientarse en
la completa sintomatología de la función psíquica quebrantada (enferma) del hombre.
Todo esto atestigua el interés excepcional de Pavlov hacia la psiquiatría y las
dificultades que encontró en su tarea.

Psicología y Psicopatología experimental en los animales


Historia de un fisiólogo que pasó de los temas puramente fisiológicos al dominio de los
fenómenos psíquicos. Habiéndome ocupado durante muchos años de la actividad
normal de las glándulas digestivas, y sus funciones encontré entre ellas condiciones de
carácter psíquico y no hubo razón para dejarlas de lado, puesto que participaban en
forma permanente e importante en el desarrollo habitual del proceso.
La segunda parte de la fisiología del sistema nervioso establece en forma
predominante la correlación entre el organismo y el medio exterior.
Diferencia entre los experimentos fisiológicos y psíquicos. Porqué son diferentes.
Porqué los estímulos son utilizados de forma distinta para generar otro tipo de
respuesta y no la fisiológica habitual:
En los experimentos fisiológicos el animal es excitado por aquellas propiedades
incondicionadas del objeto, que son esenciales en relación con el papel fisiológico de la
saliva. En los experimentos psíquicos, el animal es excitado por propiedades que no
son indispensables para la función de las glándulas salivales y aun por propiedades
totalmente circunstanciales del medio exterior. Cualidades luminosas, sonoras e
incluso puramente olfativas que, por si mismas, corresponden también a otros objetos
que no ejercen ninguna influencia sobre las glándulas salivales, las cuales, a su vez, no
tienen relación alguna con aquellas propiedades. En las experiencias psíquicas también
obra como excitante de las glándulas salivales, en forma decisiva, todo el ambiente en
el cual se hallan esos objetos.
Hacer que las glándulas salivales respondan a estímulos que normalmente no ejercen
ninguna influencia sobre ellas, para así comprender la parte psíquica. Utilizar la
respuesta de las glándulas salivales como índice de lo que sucede en el cerebro.
¿Por qué se utilizan las glándulas salivales para el estudio de la psiquis?
El papel de las glándulas salivales es tan simple, que sus relaciones con el medio
exterior tienen que ser también simples y muy accesibles para la investigación e
interpretación

Relaciones entre la excitación y la inhibición. Delimitación entre ambas neurosis


experimental en los perros
Existencia de dos formas inhibitorias en la función de los grandes hemisferios: la
inhibición externa y la interna
Inhibición interna
Hay dos condiciones de las cuales depende que el impulso llegado desde afuera a las
células corticales provoque en ellas el proceso de excitación o el de inhibición. El
impulso será una vez positivo y otra negativo. Esta condición fundamental consiste en
que si el estímulo que llega a las células coincide con otra excitación de las mismas se
convertirá entonces una excitación positiva crónica; en caso contrario se transformara,
en negativo inhibitorio
Si desde un punto se propaga el proceso de excitación y desde el otro el de inhibición
ambos se limitan mutuamente restringiéndose cada uno a una zona determinada. Con
este método se puede conseguir una delimitación funcional muy sutil de distintas
zonas corticales
La mente tropieza con algunas dificultades cuando nos encontramos con procesos de
excitación e inhibición adaptados a diferentes intensidades
Es un hecho demostrado que con una determinada intensidad de un agente elemental
conocido se produce un proceso de excitación y con otra una de inhibición.
La alteración del comportamiento normal tendría lugar por el difícil encuentro de los
procesos de excitación e inhibición. Se realizaron experiencias con distintas
inhibiciones y combinaciones entre ellas, empleando dos perros, con caracteres
opuestos, uno muy vivaz y otro muy tranqui …. Experimento en perros
De este modo en el difícil encuentro de los procesos de excitación e inhibición
obtenemos: ya el predominio del primero, que perturba al segundo, es decir, una
elevación prolongada del tono de excitación; ya el predominio del proceso inhibitorio,
que perturba al de excitación y eleva el tono de la inhibición
El material citado anteriormente permite ubicar los estados corticales resultantes de
distintas influencias, en un orden y secuencia determinados. En un extremo se
encuentra el estado de agitación, una marcada elevación del tono de la excitación,
durante el cual el proceso inhibitorio se hace muy difícil o imposible. A este continúa
un estado normal de vigilia, un equilibrio entre los procesos de excitación y de
inhibición. Luego una serie ininterrumpida de estados de transición, hasta llegar al
inhibitorio. Estos son: el estado de igualación, en el cual todos los estímulos actúan de
un modo muy similar. El estado paradojal, actúan solo los estímulos débiles y los
fuertes lo hacen a penas. Estado ultraparadojal, actúan de un modo positivo los
estímulos inhibitorios previamente elaborados, estado al que sigue una inhibición
completa.

Neurosis experimental
Entendemos por neurosis una desviación crónica –puede durar semanas, meses y
años- de la actividad nerviosa superior
Circunstancias que hasta ahora originaron neurosis en nuestros animales:
Estímulos demasiado fuertes o demasiado complejos
Sobrecarga del proceso de inhibición o excitación
Choque de los dos procesos opuestos
Castración
Las neurosis se manifiestan:
por el debilitamiento de ambos procesos –excitación e inhibición-, por separado o en
conjunto
por una actividad nerviosa caótica
por distintas fases del estado hipnótico
Produciendo en nuestros animales una desviación de la actividad nerviosa superior,
hemos visto al aplicar los mismos métodos la aparición, en perros de distinto tipo de
sistema nervioso, de dos formas diferentes de enfermedades nerviosas, de dos
distintas neurosis.
En el perro excitable la neurosis consistía en una desaparición casi completa de los
reflejos inhibitorios, casi una anulación del proceso inhibitorio.
En un perro inhibido desaparecieron todos los reflejos condicionados positivos y llegó
a un estado de gran apatía y somnolencia.

Sobre las neurosis del hombre y del animal


En el caso del hombre, hay que determinar ante todo exactamente en qué consiste la
desviación de lo normal. Porque incluso en estado normal la conducta es
extraordinariamente variad en distintas personas.
Vemos que la neurosis se puede obtener en el animal en el que no existe normalmente
el debido equilibrio entre los fenómenos elementales de la actividad nerviosa, entre
los fenómenos de excitación e inhibición. Esto sucede en el animal en el que el proceso
de excitación predomina sobre el inhibitorio en forma en que no puede inhibir
plenamente su actividad cuando lo exigen las condiciones vitales –tipo excitable-, y en
el otro tipo, en el cual, a la inversa el proceso de excitación es tan débil que se inhibe
con frecuencia más de lo necesario y hasta en contradicción con las exigencias vitales -
tipo inhibido-.
Sabemos con exactitud que en ese mismo animal de experimentación, el equilibrio
inestable se rompe en forma definitiva en determinadas condiciones elementales:
1) Aplicamos estímulos extraordinariamente intensos en calidad de estímulos
condicionados, en lugar de los comunes que determinan la actividad habitual del
perro, es decir, sobrecargamos su proceso de excitación.
2) Exigimos del animal una inhibición demasiado fuerte o prolongada, es decir,
sobrecargamos su proceso de inhibición.
3) Provocamos el choque de ambos procesos, es decir, aplicamos estímulos positivos y
negativos sucesivamente.
En todos estos casos se origina en los animales una alteración crónica de la actividad
nerviosa superior, una neurosis. El tipo excitado pierde casi por completo la capacidad
de inhibición, llevando su excitabilidad a grado sumo; el inhibido hasta se niega a
comer.
Ensayo de compresión de la neurosis obsesiva y de la paranoia
Basados en experimentos que hemos realizado, es posible obtener experimentalmente
en la corteza de los hemisferios, por un medio funcional –es decir, sin influencia
mecánica-, un punto patológico muy bien delimitado. En esta situación el punto
patológico puede permanecer sin influir sobre los puntos restantes de los hemisferios
o pasar a un estado en el que al ser excitado por medio del estímulo correspondiente,
lleva a la perturbación motora de toda la corteza en forma una inhibición general de
esta actividad. Luego obtuvimos también puntos patológicos corticales cuyo estado
representaba una fase especial, manifestándose en que el proceso de excitación
adquiría en ellos una inercia anormal.
Encuentro admisible suponer que en la esencia de la neurosis obsesiva y de la
paranoia, el fenómeno fisiopatológico básico es único y siempre el mismo, y
precisamente aquel que se puso de manifiesto en nuestros experimentos y al que
hemos llamado “inercia patológica”. En la neurosis obsesiva y la paranoia, esta inercia
se halla en células corticales ligadas con otras de nuestras sensaciones, sentidos y
representaciones.
En la neurosis obsesiva y en la paranoia tenemos representaciones y sentimientos cuya
estabilidad es extraordinaria e inadecuada y, a consecuencia de ello, acciones que no
responden a las relaciones del hombre con la naturaleza en general y con la sociedad;
acciones que conducen a conflictos difíciles, graves y perjudiciales, con la naturaleza,
con los otros hombres y ante todo consigo mismo.
La neurosis obsesiva y la paranoia se distinguen muy bien entre sí como formas
patológicas: la primera como una neurosis y la segunda como una psicosis.
Las dos formas patológicas consideradas se distinguen entre sí por dos rasgos
fundamentales. En la neurosis obsesiva, el paciente conoce la naturaleza anormal del
estado patológico que está viviendo y lucha contra él hasta donde le sea posible. El
paranoico no tiene esta relación critica con su enfermedad; está dominado por ella y
está en poder de la impresión, sensación y representación obstinada. La segunda
característica consiste en el curso crónico e incurable de la paranoia. Igualmente,
muchos clínicos observaron transiciones indudables, agudas y crónicas, de la obsesión
con crítica a la obsesión ya sin critica.

Necesito ejemplificar esto con un experimento en algún perro (experimento pag 269,
270, 271)

Desde hace tiempo observamos en nuestros animales que si enfermaban de distintas


neurosis experimentales, siendo uniformes los métodos para provocarlas, ello
dependía del tipo innato de sistema nervioso. Solo se doblegan fácilmente ante la
enfermedad los representantes de los tipos débil y fuerte, no así los del tipo
equilibrado. Por supuesto que reforzando los agentes patógenos, también se pudo
vencer y quebrantar al exponente fuerte del tipo equilibrado, más aun si previamente
se agregaba alguna alteración orgánica.
En lo referente a las causas de las enfermedades estudiadas hemos visto dos:
1) la excitación fuerte y prolongada, sobrecarga del proceso excitatorio
2) el choque de procesos opuestos
Ya la primera causa, analizada en nuestros animales, abre una larga serie de casos de
la enfermedad estudiada posibles en el hombre. Tanto el desarrollo anormal como la
agudización temporal de cualquier emoción pueden enviar a las células corticales
correspondientes, durante cierto tiempo o en forma permanente, una excitación
incesante o excesiva y provocar en ellas, por último, una inercia patológica, una
representación y una sensación que persisten aun cuando la causa verdadera haya
dejado de actuar. Lo mismo pude ser producido por cualquier impresión vital fuerte
y de contenido emotivo. También nuestra segunda causa debe producir un número
igual o tal vez mayor de casos patológicos, pues toda nuestra vida es continua lucha, es
choque de tendencias básicas, deseos y gustos, tanto con las condiciones de la
naturaleza o de la sociedad.
Las causas patológicas indicadas pudieron concentrar la inercia patológica del proceso
de excitación en las distintas instancias de las células de los hemisferios que perciben
en forma directa los estímulos de agentes externos o internos, o en las diferentes
células del sistema de la palabra, y en ambas instancias con diferentes grados de
intensidad: algunas veces en el nivel de las representaciones y otras aumentando la
intensidad hasta alcanzar la fuerza de sensaciones reales- alucinaciones.
Por supuesto además del terreno congénito, son inevitables los casos de sistemas
nerviosos inestables, frágiles, debidos a la incidencia en la vida de acontecimientos
desagradables: … conmociones vitales muy intensas.
Los traumas que obran como causas inmediatas pueden ser temporarios o pasajeros e
ininterrumpidos o permanentes hasta el fin de la vida
Encontramos como base del delirio dos fenómenos fisiológicos: la inercia patológica y
la fase paradojal, ya separados, sobreviniendo al mismo tiempo o sustituyéndose uno
al otro.

Los tipos de la actividad nerviosa superior en relación con neurosis y psicosis, y


mecanismo fisiológico de los síntomas neuróticos y psicóticos
Con respecto al estudio de la actividad nerviosa superior, destacare ahora tres puntos,
tomando en cuenta su relación con las alteraciones patológicas
1) la fuerza de los dos procesos nerviosos, excitatorio e inhibitorio
2) la correlación de fuerzas entre ambos, el equilibrio
3) su movilidad
Estos puntos se encuentran en la base de los tipos de la actividad nerviosa superior
que desempeñan un gran papel en la génesis de las enfermedades mentales y
presentan modificaciones características en los estados patológicos de dicha actividad.
Nuestros perros fueron divididos -según la fuerza del proceso de excitación es decir,
según la capacidad de trabajo de las células de los grandes hemisferios-, en dos
grupos:

Fuertes: a su vez divididos –según la fuerza de los procesos de excitación e inhibición-

Equilibrados: según movilidad

Lentos

Rápidos

Desequilibrados

Débiles

Así se tienen cuatro tipos:


Fuerte violento
Fuerte equilibrado lento
Fuerte equilibrado rápido
Débil
A estos corresponden justamente los cuatro temperamentos clásicos:
Colérico
Flemático
Sanguíneo
Melancólico
Es necesario a estos tipos comunes con los animales, otros puramente humanos
Los animales solos se relacionaban con el mundo circundante por impresiones directas
que actuaban sobre sus distintos aparatos receptores y que luego eran transmitidas a
las células correspondientes del sistema nervioso central. Estas impresiones eran las
únicas señales de los objetos externos.
En el futuro hombre aparecieron, se desarrollaron y perfeccionaron en forma
extraordinaria las señales de segundo grado, las señales de las señales primarias, en
forma de palabras pronunciadas, oídas y vistas. Estas palabras comenzaron a significar
finalmente todo lo que el hombre recibía de un modo directo, tanto del mundo
exterior como de su propio mundo interior; y fueron empleadas por él no solo en sus
relaciones con otros hombres, sino también a solas consigo mismo. Este enorme
predominio de las segundas señales condicionó la gran importancia de la palabra.
Nos hemos convencido a cada momento por nuestros animales, que las desviaciones
patológicas crónicas de la act. Nerv. Sup por influencia de nuestros métodos
patogénicos, sobrevienen con gran facilidad, en forma de neurosis en los tipos
violentos y en los débiles. Los perros violentos quedan privados casi por completo de la
inhibición; los débiles rehúsan totalmente la actividad reflejo-condicionada
Se relaciona al tipo violento con la psicosis maniaco depresiva y al tipo débil con la
esquizofrenia
Me permito expresar la siguiente hipótesis elaborada sobra las neurosis humanas.
La neurastenia es la forma patológica de los tipos humanos débiles general y medio.
El histérico es el producto del tipo débil general unido al predominio de lo artístico.
La psicastenia es el predominio del tipo débil general unido al predominio del
pensamiento.
En el histérico la debilidad general se manifiesta en el segundo sistema de señales,
que en el tipo artístico cede el primer lugar al primer sistema de señales; mientras
que en el hombre normalmente desarrollado, el segundo sistema de señales es el
regulador supremo de la conducta. De aquí el caos de la histeria, en la función del
primer sistema de señales y en el fondo emocional, que toma forma de fantasía
patológica con una emotividad incontrolada, con una alteración profunda del
equilibrio nervioso general y especialmente de la síntesis de la personalidad.
En el psicasténico la debilidad general recae sobre el primer sistema de señales y el
fondo emocional. De aquí la ausencia del sentido de lo real, una sensación constante
de insatisfacción en la vida, una completa ineptitud vital unida a un raciocinio
continuo estéril y deformado en forma de ideas obsesivas y fobias.
Es así como me represento en rasgos generales, el origen de las neurosis y psicosis en
relación con los tipos generales y particulares de la act. Nerv. Sup.
[El estudio experimental en los animales de las modificaciones patológicas en los
procesos básicos de la actividad nerviosa, da la posibilidad de comprender desde un
punto de vista fisiológico el conjunto de síntomas neuróticos y psicóticos]
Movilidad del proceso excitatorio en el sentido de su labilidad patológica. Este
fenómeno es conocido desde hace tiempo en clínica por debilidad excitada, y consiste
en la extraordinaria reactividad y sensibilidad del proceso de excitación con un rápido
agotamiento consecutivo.
Modificación patológica opuesta de la movilidad del proceso de excitación: la inercia
patológica. El proceso de excitación persiste en forma tenaz pese al empleo
prolongado de condiciones que habitualmente llevan a la inhibición. Este estado
patológico se provoca, en unos casos, por una sobrecarga con el aumento continuo del
proceso de excitación; en otros, mediante un choque con el proceso inhibitorio. Es
muy natural relacionar los fenómenos de ideas obsesivas, paranoia, etc., con esta
inercia patológica del proceso de excitación.
También el proceso inhibitorio puede ser debilitado por su sobrecarga o por choques
con el proceso de excitación. Su debilitamiento lleva a un predominio del proceso
opuesto, manifestándose también la conducta general del animal en forma de
agitación, impaciencia y furor y, por ultimo como fenómenos patológicos, ejemplo, la
excitabilidad neurasténica y en el hombre como estados hipomaníacos, maníacos, etc.

Ensayo de compresión fisiológica de la sintomatología de la histeria


Intento de comprender y analizar con criterio fisiológico un cuadro patológico tan
complejo como lo es la histeria
Los reflejos condicionados se elaboran en los grandes hemisferios. Representan una
complicación ulterior de los reflejos comunes –que son incondicionados-, es decir, que
forman parte de la organización del sistema nervioso desde el nacimiento.
Los reflejos incondicionados en determinadas condiciones, se relacionan con
innumerables fenómenos del medio exterior, que se transforman en señales de
aquellos estímulos. El estudio del reflejo condicionado se ocupa de la investigación de
las leyes dinámicas de dichos reflejos, en estado normal y patológico.
La actividad de los grandes hemisferios y de todo el sistema nervioso central está
regida por dos leyes básicas: la ley de irradiación y concentración, y la ley de su
inducción recíproca. Cuando el estímulo es débil, irradia desde su lugar de origen;
cuando es intenso se concentra y cuando es extraordinariamente intenso se irradia
también.
El reflejo condicionado es un fenómeno estable que se refuerza gradualmente y
representa el proceso característico de la corteza.
Durante la concentración del proceso excitatorio nos encontramos a todo lo largo del
sistema nervioso con fenómenos inhibitorios, manifestaciones de la ley de inducción.
El punto en que se concentra la excitación es rodeado, en mayor o menor superficie,
por el proceso inhibitorio, fenómeno de inducción negativa, que se manifiesta tanto en
los reflejos condicionados como en los incondicionados. La inhibición surge siempre de
inmediato al originarse el proceso de excitación, y dura no solo mientras se mantiene
este, sino que puede prolongarse hasta después del mismo. La inducción negativa obra
tanto entre puntos aislados del cerebro como entre las grandes secciones de este.
También se observa en la corteza un tipo particular de inhibición. El efecto del
estímulo condicionado es proporcional a la intensidad de las características físicas del
mismo, cumpliéndose esta relación hasta un cierto valor máximo. Más allá de este
límite superior este límite no aumenta. A esta intensidad el estímulo dado comienza a
provocar no ya excitación, sino inhibición. Cada célula cortical tiene un umbral de
capacidad de trabajo, o sea de capacidad de destrucción funcional. La inhibición que
surge frente a un estímulo superior al máximo protege dicho umbral, y será tanto
mayor cuanto mayor sea el estímulo supramaximal. Esta inhibición podría ser llamada
inhibición supramaximal.
El límite de capacidad de trabajo de las células corticales no es constante sino que se
modifica tanto en forma aguda como crónica. En el agotamiento, en la hipnosis, en la
enfermedad o en la vejez desciende más y más, y simultáneamente crece el número de
estímulos del medio exterior que resultan supramaximales, inhibitorios, frente a dichas
células. Cuando la excitabilidad aumenta normal o artificialmente, aumenta el nro de
estímulos que antes resultaban maximales o supramaximales y con ello se produce la
inhibición. (lo que antes excitaba dsps ya no lo hace).
No cabe lugar a dudas que al difundirse y profundizarse la inhibición da lugar a
distintos grados del estado hipnótico y que en su máxima difusión por el encéfalo por
debajo de los grandes hemisferios, se transforma en sueño normal.
Dentro de estas fases relacionadas con la intensidad del proceso inhibitorio merecen
mención las llamadas igualatoria, paradojal y ultraparadojal. En ellas los estímulos
condicionados de distinta intensidad física, en lugar de producir efectos de intensidad
proporcional a la propia, producen efectos iguales, e incluso inversos, alterados. En las
fases más singulares de la alteración se llega a que solo actúan en forma positiva los
estímulos inhibitorios, y los positivos se transforman en inhibitorios. El
fraccionamiento funcional, tanto de la corteza como del resto del cerebro, en
secciones de tamaño variable, se observa vinculado con la extensión del proceso
inhibitorio.
En la concentración del proceso inhibitorio se producen manifestaciones del proceso
opuesto, lo que es una consecuencia de la inducción reciproca. El punto en el que se
concentra el proceso inhibitorio es rodeado por un aumento de la excitación,
fenómeno designado inducción positiva. La I.P tiene lugar tanto en puntos aislados
como en grandes secciones del cerebro.
La relación del organismo con el medio externo a través de los agentes-señales
condicionados es más perfecta cuanto mayores son el análisis y la síntesis realizados
en los grandes hemisferios. La síntesis se realiza mediante el proceso del lazo
condicionado. El análisis, la diferenciación de los estímulos positivos de los negativos,
se basa en el proceso de inducción recíproca.
Vamos a la histeria
En primer plano debemos considerar como hecho reconocido que la histeria es
producto de un sistema nervioso débil.
Habitualmente los grandes hemisferios mantienen bajo su control a las restantes
secciones del encéfalo y a su actividad instintiva y refleja. En consecuencia, la
eliminación o el debilitamiento de la actividad de los G. H debe traer aparejada una
actividad más o menos caótica de la subcorteza.
Así el estado activo de los G.H, que consiste en continuos análisis y síntesis de los
estímulos externos, induce negativamente a la región subcortical, es decir, inhibe su
actividad.
Por el contrario, el estado de inhibición de los G. H libera o induce positivamente a la
subcorteza, refuerza su actividad general. En consecuencia, la inhibición de la corteza
provocada por estímulos fuertes puede originar en los histéricos diversos accesos
afectivos y ataques convulsivos.
Pero esta es la expresión extrema de la y activa de un estado patológico. Si esta misma
inhibición se difunde con mayor profundidad hacia abajo, por el encéfalo, tenemos ya
otro estado del organismo histérico, extremo pero pasivo, en forma de una profunda
hipnosis y finalmente de un sueño completo, que puede durar horas o incluso días. Tal
diferencia entre los estados extremos está determinada por los distintos grados de
debilidad de los procesos de E e I en la corteza y por las relaciones de fuerza entre la
corteza y la subcorteza.
Los diferentes grados de debilidad crónica de la corteza condicionan el estado
particular permanente de los histéricos, que es la emotividad.
Existe una zona del S.N.C que rige la perfecta concordancia y realización de todas estas
tendencias (tendencias básicas del organismo: alimenticia, sexual, agresiva, etc.). Esta
región está constituida por los G. H, que moderan cada tendencia aislada, hacen
concordar a todas ellas y aseguran su realización más provechosa.
De modo que existen dos formas de acción:
Actividad racional: cuando después que los grandes hemisferios realizaron una
investigación preliminar de la tendencia en cuestión, esta es transformada por medio
del área motora de la corteza, en el acto motor o conducta correspondiente.
Actividad pasional: forma en la cual la acción se realiza solo por efecto de la tendencia,
sin el control cortical previo.
En la mayor parte de los histéricos predomina esta segunda forma de acción: una
tendencia nace por influjo de un estímulo externo o interno y provoca la actividad del
punto o zona correspondiente de los G. H. Bajo la influencia del estado emotivo, el
punto estimulado adquiere un potencial extraordinario, y a causa de la debilidad
existente en la corteza ello basta para producir una fuerte inducción negativa difusa
que excluye el control, la influencia, de las regiones de los hemisferios, en las que
están representadas las otras tendencias. La intensa excitación provocada por las
emociones eleva la excitabilidad de la corteza y la lleva rápidamente al límite de su
capacidad de trabajo y aún más allá de este. En consecuencia a la inducción negativa
se suma la inhibición supramaximal. En esta forma el sujeto histérico no vive una vida
racional, sino emotiva, y no se rige por la actividad cortical, sino por la subcortical.
Sugestión y autosugestión
Se trata de la concentración del proceso excitatorio de un punto o región determinada
de los G.H, en forma de una excitación definida, una sensación, una representación, ya
sean producidas por un proceso emotivo, que puede venir desde afuera o desde
adentro de la corteza, ya sea por ligazones internas. Se trata de una excitación que ha
adquirido una importancia predominan, imposible d supera. Ella existe y actúa, se
transforma en movimiento, en acto motor, porque con una corteza débil la excitación
concentrada se acompaña de una inducción negativa fuerte, que la aisla de todas las
restantes influencias indispensables. Este es el mecanismo de la sugestión hipnótica y
posthipnótica.
A raíz de las continuas sugestiones ajenas no hechas conscientes y también de la
autosugestión, la vida del histérico está colmada de toda clase de manifestaciones
extrañas y singulares.
Casos como estos también se le presentan al histérico con frecuencia en la vida
cotidiana, no solo los horrores de la guerra, sino también muchas otras amenazas a la
vida, provocan en el hombre débil reacciones muy intensas, con diversos síntomas
somáticos anormales. Muchos de estos síntomas, producidos en un momento de suma
excitación, se graban en la corteza por largo tiempo o para siempre; tal lo que ocurre
también en algunas personas sanas con algunas excitaciones fuertes.
El histérico puede y debe ser considerado, incluso en las condiciones habituales de la
vida, como una persona hasta cierto punto crónicamente hipnotizada, pues dada la
debilidad de su corteza los estímulos comunes pueden resultar supramaximales y
acompañarse de una inhibición supramaximal difusa. En consecuencia, además de los
síntomas inhibitorios que han tenido lugar en el momento de un fuerte trauma
nervioso, en el histérico también pueden surgir síntomas inhibitorios por medio de la
sugestión y la autosugestión. Toda representación del proceso inhibitorio, al
concentrarse y reforzarse continuamente en la corteza provocará y fijará síntomas
gracias a la emotividad del histérico.
En la corteza no solo está representada la actividad de todos los órganos, sino también
la de tejidos aislados y junto con ello atestigua la extraordinaria emotividad de los
histéricos.
Poder de la autosugestión, es decir, de la excitación concentrada en una zona
determinada de la corteza, que se acompaña de una intensísima inhibición de las
restantes zonas de la misma que representan los intereses esenciales del organismo:
su integridad, su subsistencia.
En los animales superiores, incluso en el hombre, la primera instancia para la
relaciones del organismo con el medio es la subcorteza más próxima a los hemisferios.
La segunda instancia está representada por los grandes hemisferios.
Esta constituye el único sistema de señales existente en los organismos animales y el
primero en el hombre, en el que se agrega otro sistema de señales que se puede
suponer radica especialmente en los lóbulos frontales, los que alcanzan menor
desarrollo en el animal que en el hombre. Este es el sistema de las señales de las
señales, la palabra. El segundo sistema de señales y su órgano son la última adquisición
en el proceso evolutivo, y como tal, son especialmente frágiles; se someten a la
inhibición no bien se origina en los hemisferios el estado hipnótico. Entonces, en lugar
de la labor del segundo sistema de señales, que predomina habitualmente en el estado
de vigilia, aflora la actividad del primer sistema, liberada del efecto regulador del
segundo sistema. De aquí el carácter caótico de esta actividad, que toma muy poco o
nada de los hechos reales y que obedece principalmente a las influencias emocionales
de la subcorteza.
En la histeria, en lugar de la función unida y recíprocamente equilibrada de los
sistemas indicados, tenemos una continua desunión de los mismos, hallándose además
alterada su natural y correcta subordinación; es precisamente en esta unión y en la
debida dependencia de la función de estos sistemas, donde reside el fundamento de
una personalidad sana y de la integridad de nuestro “yo”.

En la histeria, sobre el fondo básico de debilidad de los hemisferios, se manifiestan


permanentemente tres fenómenos particulares:
El fácil pasaje al estado hipnótico, debido a que hasta los estímulos vitales comunes
resultan supramaximales y se acompañan de una inhibición supramaximal.
Una fijación y concentración extraordinarias de los procesos nerviosos en puntos
corticales aislados, gracias al predominio de la subcorteza.
La gran intensidad y difusión de la inducción negativa, es decir, del proceso inhibitorio,
debidas a la poca resistencia del tono de las restantes zonas corticales.
¿La histeria es curable desde el punto de vista fisiológico? Aquí todo se define por el
tipo de sistema nervioso.
Si tenemos un tipo extremadamente débil, puede llegar a una mejoría con la
ejercitación de los G. H.
las reacciones histéricas pueden encontrarse también en tipo fuertes sometidos a
excitaciones de poder extremo o violentos choques en la vida, en estos tipos si podrá
darse un restablecimiento pleno de la normalidad, siempre que la serie de
sufrimientos y sobrecargas extraordinarias no sobrepasen cierto límite.
Patología experimental de la actividad nerviosa superior
Treinta y cinco años atrás, me hallaba ocupado en el estudio de la digestión e
investigaba la llamada salivación psíquica. Resolví encarar estos fenómenos psíquicos,
esta salivación psíquica en una forma tan objetiva, tan desde un aspecto externo,
como todo lo que se estudia en fisiología.
¿Cómo es posible debilitar, enfermar al proceso excitatorio?
Para esto debemos actuar sobre la célula en la que tiene lugar el referido proceso,
mediante un fuerte agente exterior de intensidad no habitual; en esta forma
sobrecargamos el trabajo de la célula, sobrecargamos su P. E, que se transforma luego
en patológico
¿Qué es lo que ocurre como resultado de la acción de estos métodos patógenos?
¿Cómo se produce la desviación de lo normal, como se enferman las células?
En general estas se debilitan. En lo que concierne al P. E, la célula se torna incapaz de
realizar el trabajo que cumplía con anterioridad, su capacidad de trabajo desciende
En el laboratorio se puede enfermar por medios funcionales a puntos aislados de la
corteza, quedando los restantes sanos. Quiero aprovechar este tema, de las
enfermedades aisladas, para la compresión de una forma psiquiátrica muy interesante,
la paranoia. Como se sabe la paranoia se caracteriza porque un hombre mentalmente
sano, que tiene en cuenta la lógica y la realidad, cae en una manifiesta psicosis, no
reconoce ninguna lógica ninguna realidad, cuando se trata de un tema determinado.
Creo que este hecho puede ser interpretado partiendo de nuestros experimentos
sobre la enfermedad de puntos aislados de la corteza.
Experimento sobre lo anterior:
Consideremos dos metrónomos de distinta frecuencia, que empleamos como
estímulos condicionados, uno positivo y otro negativo. Si la célula llega a un estado
patológico cualquiera, se obtiene entonces un efecto contrario: el estímulo positivo se
hace negativo y viceversa.

El reflejo condicionado
Al estudiar los reflejos condicionados vimos casos numerosos de afecciones de puntos
aislados, muy fraccionados.
Experimento en un perro que tiene una afección –enfermedad, neurosis- en una zona
aislada del cerebro, en un punto específico:
Un perro con un sistema de diversos reflejos, entre ellos: reflejos condicionados
sonoros a un tono, un ruido, golpes de metrónomo, un timbre, etc. Solo uno de los
puntos de aplicación de estos estímulos condicionados será transformado en
patológico y se dejara en estado normal a los restantes. En este punto, en lugar de la
relación normal entre la fuerza física de un estímulo y la magnitud de su efecto,
aparecen las fases igualatoria y paradojal. Con el desarrollo posterior del estado
patológico, el agente deja por completo de producir un efecto positivo y provoca, en
unos casos, solo inhibición, mientras en otros, ocurre todo lo contrario. El reflejo
positivo se hace extraordinariamente estable: se extingue con más lentitud que los
normales, obedece menos a la inhibición de otros estímulos inhibitorios que le
suceden, con frecuencia se destaca por su intensidad entre todos los reflejos
condicionados restantes, lo que no sucedía antes de la enfermedad. Esto nos dice que
el proceso de excitación del punto dado se ha hecho crónica y patológicamente inerte.
La excitación de este punto patológico no se puede aplicar sin que se perturbe en una
u otra forma todo el sistema de reflejos. En la enfermedad de puntos aislados cuando
predomina el proceso de inhibición o el de excitación en el punto enfermo, el
mecanismo del proceso patológico cosiste en la alteración del equilibrio entre los
procesos opuestos: uno u otro se debilita en forma considerable.
Se puede ver en el mecanismo de la neurosis obsesiva y de la paranoia la inercia
patológica del proceso de excitación. Aquí se trata de células o grupos de células
ligadas con nuestras sensaciones e imágenes. De este modo, solo una serie de
sensaciones e ideas vinculadas a las células enfermas se hacen anormalmente
resistentes y no obedecen a las influencias inhibitorias de otras numerosas sensaciones
de células sanas. La variación cíclica en la actividad nerviosa, observada en nuestros
perros, se puede relacionar con las neurosis y psicosis humanas. A un periodo de
actividad muy debilitada, sucedía un retorno completo o parcial a la normalidad, al que
sustituía nuevamente uno de act. Patológica. Otras veces alternaban periodos de
función débil, con otros de función anormalmente elevada. Se puede ver en estas
oscilaciones una analogía con la ciclotimia y la psicosis maniaco-depresiva. Esta
situación se explicaría por la alteración de la relación de los procesos excitatorio e
inhibitorio. Como los procesos opuestos no se limitaban uno al otro a su debido
tiempo y en la medida correcta, el resultado de su trabajo llegaba hasta un extremo y
solo entonces comenzaba el opuesto. Resulta así, una periodicidad exagerada en
exceso de semanas y meses.
Las investigaciones se hicieron sobre animales precisamente sobre el perro. Estamos
en el vigésimo quinto año de ensayos sobre la act. Nerv. Sup del animal, en una forma
puramente fisiológica. Los G. H cerebrales representan el órgano principal de la
actividad nerviosa superior. El fenómeno central en la act. De los Gr. H es el reflejo
condicionado. La idea del reflejo es una idea puramente científico-natural. En la
actualidad se puede considerar que los instintos son los mismos reflejos. Por esto es
preferible asignar a todas estas reacciones regulares del organismo, un solo termino:
“reflejo” y nosotros le agregaremos el adjetivo incondicionado. Si algunos segundos
antes de que el animal coma el alimento, se comenzara a actuar por ejemplo con los
golpes de un metrónomo sobre su oído y esa coincidencia se repitiera una o varias
veces, los golpes de metrónomo provocarían entonces la misma reacción que el
alimento, es decir, que el perro haría los mismo movimiento y también segregaría
saliva y otros jugos digestivos. Esto es lo que denomino reflejo condicionado. ¿Por qué
no habría de ser este un reflejo? El mecanismo es evidentemente el mismo. La
diferencia no está en el mecanismo sino en la conclusión de su elaboración. En el
reflejo incondicionado, el mecanismo está integrado en todas sus partes desde el día
del nacimiento. El reflejo condicionado se integra a lo largo de la existencia individual
en uno de sus puntos, en el sist. Nerv. Centr. La integración del mecanismo del reflejo
condicionado cosiste en el cierre, en la formación de uniones en el camino de las
excitaciones. Los reflejos condicionados se forman con todos los agentes posibles de la
naturaleza, para los cuales, existan aparatos receptores en un animal dado y
uniéndose con cualquiera de los reflejos incondicionados, instintos. Desde el punto de
vista indicado el papel fisiológico de la corteza cerebral es, por un parte de cierre y por
otra, señalador.

Los tipos de actividad nerviosa superior de los animales y del hombre


Ciertas formas patológicas y que se manifiestan en un estado patológico de puntos
corticales aislados a las que pertenecen la inercia y el carácter explosivo del proceso de
excitación, deben ser referidas también a las modificaciones de la movilidad de los
procesos nerviosos. El proceso de excitación de un punto aislado de la corteza se hacía
anormalmente estable: el efecto del estímulo condicionado, ligado a él, no se sometía
en el mismo grado que los otros estímulos a la inhibición producida por los reflejos
inhibitorios; se extinguía con suma lentitud y el estímulo en cuestión no perdía su
acción positiva pese a que durante semanas y meses se lo dejaba sin refuerzo.
Extraordinario labilidad del proceso de excitación por la cual este, alcanzaba
rápidamente el límite de capacidad de trabajo de las células corticales, provocando
una inhibición supramaximal muy intensa.
Nueva visita a un mundo feliz 1956
Capitulo: Lavado de cerebros
En los capítulos que siguen, describiré algunas de las técnicas más efectivas para
manipular no a multitudes ni a públicos enteros, sino a individuos aislados.
Durante sus históricos experimentos sobre el reflejo condicionado, Ivan Pavlov observó
que, cuando eran sometidos a una prolongada tensión física o psíquica, los animales
de laboratorio revelaban todos los síntomas de una depresión nerviosa. Sus cerebros
se negaban a seguir afrontando una situación intolerable y se declaraban en huelga,
por así decirlo; o dejaban simplemente de funcionar (el perro pierde la conciencia) o
recurrían a la retardación o el sabotaje (el perro se comporta de modo poco realista o
revela esos síntomas físicos que en un ser humano llamaríamos histéricos). Los perros
que poseen lo que Pavlov llamaba una constitución "fuerte excitativa" se derrumban
mucho más rápidamente que los perros con un temperamento meramente "animado".
Análogamente, los perros "débiles inhibitorios" llegan al término de sus posibilidades
mucho antes que los perros "tranquilos imperturbables". Pero hasta el más estoico de
los perros es incapaz de resistir indefinidamente. Si la tensión a la que se lo somete es
lo bastante intensa o lo bastante prolongada, acabará derrumbándose de modo tan
abyecto y completo como el más débil de su especie. Las conclusiones de Pavlov
fueron confirmadas de la manera más angustiosa y en escala muy grande durante las
dos guerras mundiales. Como resultado de una sola experiencia catastrófica o de una
sucesión de terrores menos espantosos pero frecuentemente repetidos, los soldados
acababan revelando cierto número de síntomas psicofísicos inhabilitantes. Entre los
que han infligido la tortura y otras formas de tensión figuran los hombres de leyes para
soltar las lenguas de testigos renuentes, los sacerdotes para castigar a los heterodoxos
e inducirlos a cambiar de opinión y la policía secreta para obtener confesiones de
personas consideradas hostiles al gobierno. Cabe crear tensiones lo bastante grandes
para provocar un completo derrumbamiento cerebral con métodos que, si bien
odiosamente inhumanos, distan mucho de la tortura física.
Para el dictador y sus policías, las conclusiones de Pavlov tienen importantes
aplicaciones prácticas. Si es posible quebrantar el sistema nervioso central de los
perros, otro tanto puede hacerse con el sistema nervioso central de los presos
políticos. Se trata simplemente de aplicar la adecuada cantidad de tensión durante el
lapso adecuado. Al término del tratamiento el preso estará en un estado de neurosis o
histeria y dispuesto a confesar cuanto sus apresadores deseen que confiese.
Recurriendo de nuevo a Pavlov, se entera de que, en su marcha hacia el
derrumbamiento final, los perros se hacen más que normalmente impresionables. Es
posible inculcar nuevas normas de conducta mientras el perro está en el linde de su
resistencia cerebral o cerca de él. Y al parecer estas nuevas normas de conducta son de
imposible desarraigo. El animal en el que han sido implantadas no puede ser
desacondicionado: lo que ha aprendido bajo la tensión subsistirá como parte
integrante de su formación.
Hay muchas maneras de producir tensiones psicológicas. Los perros quedan
trastornados cuando los estímulos son desusadamente fuertes; cuando el intervalo
entre el estímulo y la réplica habitual se prolonga indebidamente y el animal queda en
suspenso; cuando el cerebro se sume en la confusión con estímulos que chocan con lo
que el perro ha aprendido a esperar; cuando los estímulos no tienen sentido en
relación con los establecidos puntos de referencia de la víctima. Además, se ha
comprobado que la deliberada inducción de miedo, ira o ansiedad aumenta
notablemente la impresionabilidad del perro. Si estas emociones se mantienen a un
alto nivel de intensidad por un tiempo lo bastante prolongado, el cerebro "va a la
huelga". Cuando sucede esto, cabe implantar nuevas normas de conducta con suma
facilidad. Poseemos detalladas descripciones de los métodos utilizados por la policía
comunista en sus tratos con los presos políticos. Desde el momento en que es
detenida, la víctima queda sometida a muchas clases de tensiones físicas y
psicológicas. Mal alimentada y con una incomodidad extrema, sólo se le permite
dormir unas cuantas horas cada noche. Y todo el tiempo está en suspenso, en la
incertidumbre y con una aprensión aguda. Día tras día –o mejor dicho noche tras
noche, pues estos policías pavlovianos saben el valor del cansancio como
intensificador de la impresionabilidad–, se la interroga, frecuentemente durante
muchas horas seguidas, por investigadores que hacen cuanto pueden para asustarla,
confundirla y desconcertarla. Al cabo de unas cuantas semanas o meses de este
tratamiento, el cerebro se declara en huelga y el preso confiesa cualquier cosa que sus
apresadores deseen que confiese. Luego, si ha de ser convertido y no fusilado, se le
ofrece el consuelo de la esperanza. Basta que acepte la verdadera fe para que se salve.
A estas tensiones mentales se agregaban las tensiones físicas de la mala alimentación,
la incomodidad y la enfermedad. La incrementada impresionabilidad así inducida era
hábilmente explotada por los chinos, quienes vertían en estas mentes anormalmente
receptivas grandes dosis de literatura procomunista y anticapitalista. Estas técnicas
pavlovianas tuvieron mucho éxito. Uno de cada siete prisioneros norteamericanos fue
culpable, según se nos dice oficialmente, de grave colaboración con las autoridades
chinas; uno de cada tres lo fue de colaboración técnica. Conforme a este sistema de
adiestramiento, la materia prima humana es llevada a campos especiales, donde los
educandos quedan completamente aislados de sus amigos, sus familias y el mundo
exterior en general. En estos campos, han de realizar un agotador trabajo físico y
mental; nunca están solos, siempre en grupos; se los alienta a espiarse mutuamente;
se les reclama autobiografías en que se acusan a sí mismos; viven con un miedo
crónico de la terrible suerte que pueden correr por lo que haya dicho de ellos cualquier
denunciante o por lo que ellos mismos hayan confesado. En este estado de
intensificada impresionabilidad, se les da un curso intensivo de marxismo teórico y
aplicado, un curso con exámenes en los que el fracaso puede significar cualquier cosa,
desde la expulsión ignominiosa hasta un período en un campo de trabajos forzados e
inclusive la liquidación. Al cabo de seis meses de una cosa así, la prolongada tensión
mental y física produce los resultados que las conclusiones de Pavlov permitirían a
cualquiera esperar. Uno tras otro o en grupos enteros, los educandos se derrumban.
Hacen su aparición síntomas neuróticos e histéricos. Algunas de las víctimas se
suicidan, otras (hasta un veinte por ciento del total, según se nos dice) adquieren una
grave enfermedad mental.

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