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El razonamiento jurídico.

El estudio del razonamiento entendido como la serie de conceptos


encaminados a demostrar una cosa o a persuadir a oyentes o
lectores, podría tener su antecedente en los escritos de lógica del
filósofo griego Aristóteles, quien distinguió dos tipos de
razonamiento: el analítico y el dialéctico.

De acuerdo con Aristóteles, el razonamiento analítico es aquél


que parte de premisas necesarias o verdaderas y que conduce,
por medio de inferencias válidas, a conclusiones igualmente
necesarias o verdaderas. Este tipo de razonamiento utiliza el
silogismo riguroso de la lógica formal, entendida esta última, como
aquella parte de la filosofía que estudia los contenidos del
pensamiento según su forma (idea, juicio, raciocinio) y sus
relaciones.

Razonamiento dialéctico. Aristóteles define la dialéctica como el


arte que tiene por objeto enseñar a razonar metódicamente sobre
toda clase de objetos sirviéndose de proposiciones simplemente
probables. Como ejemplo de este tipo de razonamiento Aristóteles
señala la tópica, la retórica y las refutaciones de los sofistas.

El razonamiento dialéctico, no pretende llevar a cabo


demostraciones científicas, su propósito es dirigir deliberaciones y
controversias, más aún es identificado como un mecanismo para
persuadir y convencer mediante el discurso, para criticar la
posición del opositor, así como para defender y justificar la propia
con la ayuda de argumentos.

Posteriormente, la tarea de Aristóteles fue continuada por Cicerón,


que se ocupó del tema en su obra De inventione, así como en sus
Tópicos. De esta forma, el pensamiento del filósofo griego y del
jurista romano, fue transmitido a los grandes jurisconsultos
romanos, quienes dieron solución a problemas jurídicos a través
de los métodos de la tópica, la dialéctica y la retórica.

Esta continuidad se vio interrumpida a mitad del siglo XV, a decir


de Vittorio Frosini, por Thomas Hobbes ya que a través de su
teoría filosófico-jurídica “reduce la interpretación jurídica a la
dimensión de análisis lingüísticos.”

De acuerdo con lo que hemos expuesto, el razonamiento jurídico,


especialmente el que utilizan los órganos encargados de impartir
justicia, para interpretar y aplicar el derecho, desde su origen, ha
sido diferenciado del razonamiento que se utiliza para el resto de
las ciencias.

Así, por ejemplo, en la época romana, el razonamiento de los


juristas fue definido como phrónesis, es decir, como sabiduría
prudencial consistente en el conocimiento y valoración de lo justo
y de lo injusto, con el fin de practicar lo primero y de evitar lo
segundo, y se le distinguía de la episteme, saber científico y de la
sophia, conocimiento racional del pensamiento humano. No
obstante lo anterior, esta forma de concebir el razonamiento
judicial, perdió vigencia durante el siglo XVIII, debido a que la idea
perfección del movimiento ilustrado, influyó decisivamente en el
sentido razonador de los hombres de ese tiempo, motivo por la
cual pretendían explicar el razonamiento judicial a partir de
modelos matemáticos.

¿Qué significa interpretar?

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia


Española, interpretar es “Explicar o declarar el sentido de algo, y
principalmente el de un texto.”

En ese sentido, consideramos que la interpretación es la forma en


que un individuo interactúa con un texto y concibe un sentido a
través de su experiencia previa o no, dándole un significado y
lógica a lo que lee.

INTERPRETACIÓN JURÍDICA.
Nuevamente el Diccionario de la Real Academia
Española, considera que una interpretación jurídica es
“Determinar el significado y alcance de las normas jurídicas.”
Por su parte, Rafael de Pina, la concibe como “… la actividad
intelectual encaminada a investigar su verdadero sentido como el
resultado de esta investigación.”

Ahora bien, por técnica interpretativa consiste en la aplicación de


un método para determinar el significado y alcance de un texto, en
nuestro caso una norma jurídica.

Para Riccardo Gustini, existen dos tipos fundamentales de


interpretación “de un lado, la interpretación que suele llamarse
“literal” o “declarativa”; de otro, la interpretación que, conforme
a la tradición, podemos llamar “correctora”.”

Agrega más adelante el citado autor que “los dos conceptos son
mutuamente excluyentes (no puede haber una interpretación que
sea al mismo tiempo literal y correctora) y conjuntamente
exhaustivos (no puede haber interpretación que no sea ni literal ni
correctora). Además, los dos conceptos son lógicamente
independientes, puesto que la interpretación correctora se
define por oposición a la literal. El concepto de interpretación
literal es, por tanto, “primario”; mientras que el de
interpretación “correctora” es “secundario”, en el sentido de
que es lógicamente dependiente del otro.””

¿QUÉ ES LA INTERPRETACIÓN DECLARATIVA?


También denominada interpretación literal, de acuerdo con el
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es “la primera
forma de interpretación jurídica, siendo las de otro orden, de
carácter secundario, inclusive las que pudieran llamarse de orden
moral o filosófico.”

De lo anterior, claramente podemos observar que la interpretación


declarativa “y” literal pueden ir unidas de acuerdo a Ricardo
Gustini, sin embargo estas dos palabras tienen significados
propios.

Debemos entender por interpretación literal la que refiere al


sentido de las palabras de la disposición interpretada. Ejemplo: Se
concede un estímulo fiscal para las personas de la tercera edad.

En este ejemplo, vemos que se concede un estímulo fiscal, sólo


para las personas de la tercera edad, no para jóvenes, ni para
adultos de mediana edad, sólo y únicamente para personas de la
tercera edad.

Ahora bien con este ejemplo, entra la siguiente pregunta,


entonces ¿qué es la interpretación declarativa? Consiste en
observar lo que el legislador quiso decir al pie de la letra.

Ejemplo: El legislador quiso otorgar únicamente un estímulo fiscal


para personas de la tercera edad.

Ahora bien, la interpretación literal y declarativa, tiene dos


argumentos para poder llevarla a cabo –la interpretación
literal y declarativa- demanera correcta:

A).- ARGUMENTO DEL LENGUAJE COMÚN: Consiste en el


significado ordinario de las palabras y las reglas gramaticales
aceptadas para dicho lenguaje.
B).- ARGUMENTO A CONTRARIO: Consiste en observar lo que
el legislador quiso decir, no lo que no quiso decir, porque si lo
hubiese querido decir, lo habría dicho.

Volvamos al ejemplo de arriba: Se otorga un estímulo fiscal a


personas de la tercera edad. Si el legislador quiso otorgar un
estímulo fiscal a personas de la tercera edad, a contrario, no quiso
otorgar un estímulo a personas jóvenes y/o adultas porque si no,
el legislador lo hubiera dicho.

Existen dos divisiones del argumento a contrario:

ARGUMENTO A CONTRARIO “COMO ARGUMENTO


PRODUCTOR”: Se utiliza para sostener la producción de una
norma nueva, pues las normas preexistentes pueden interpretarse
previamente, en cambio una norma nueva que no se vincula a
ninguna otra norma (como es el caso de un reglamento que se
vincule a una ley) no puede interpretarse previamente porque no
sabemos nada de ella.

Ejemplo: El artículo 17 de la Constitución Mexicana establece


que “los ciudadanos tienen el derecho de reunirse pacíficamente y
sin armas”, es decir, que sólo las personas que se consideren
como ciudadanos, gozan del derecho de reunión y excluirse el
derecho a los extranjeros.
ARGUMENTO A CONTRARIO UTILIZADO EN LAS “LAGUNAS
DEL DERECHO”: El argumento a contrario se puede usar para
colmar una laguna así como para crearla.

Debemos de entender por laguna de ley, ese espacio


interpretativo en el que no sabemos a qué sí y a qué no se refería
el legislador cuando creó una norma.

Ejemplo: El artículo 17 de la Constitución Mexicana establece


que “los ciudadanos tienen el derecho de reunirse pacíficamente y
sin armas”, deberíamos de pensar si el legislador también
concedió el citado derecho a los extranjeros o no.

¿QUÉ ES LA INTERPRETACIÓN CORRECTORA?


La interpretación correctora es el antónimo o se opone a la
interpretación declarativa y literal.

Si bien, antes analizábamos que la interpretación declarativa y


literal consiste en lo que el legislador quiso decir en base al
significado propio de las palabras empleadas así como las reglas
de gramática aceptadas; la interpretación correctora de acuerdo
con Riccardo Gustini “se presenta obviamente como desviación
del significado “propio” de las palabras (y, eventualmente, como
“corrección” de la voluntad legislativa, si se asume que el
legislador siempre dice exactamente lo que pretende, y se
mantiene, por ello, que la interpretación kliteral es la más
respetuosa con la intención del legislador.)”

Es decir, la interpretación correctora es aquella que observa no


sólo el sentido literal de las palabras, sino además su aplicación a
la vida cotidiana y por lógica.

Volvamos al mismo ejemplo: El artículo 17 de la Constitución


Mexicana establece que “los ciudadanos tienen el derecho de
reunirse pacíficamente y sin armas”, de una interpretación literal
entendemos que el legislador NO concede el derecho de reunión
a personas NO CIUDADANAS, sin embargo, de una interpretación
correctora, comprendemos que el legislador, si quiso otorgar el
derecho de reunión a ciudadanos y extranjeros, siempre y cuando
no se reunieran con armas.

De lo anterior, podemos entender que la interpretación correctora


es más amplia que la literal, pues observa no sólo lo que quiso
decir el legislador con el sentido exacto de las palabras escritas,
sino lo que “parecería” debería ser su significado de acuerdo a la
realidad y por lógica.

La interpretación correctora se basa en los siguientes


argumentos:

A).- ARGUMENTO “LÓGICO”: Algunos también le llaman,


argumento psicológicos o teleológico. Apela al a voluntad,
intención o al objetivo del legislador, es decir la “Ratio Legis”.
B).- ARGUMENTO “APAGÓGICO”: Apela a la “razonabilidad”
del legislador, es decir, el legislador no puede desarrollar normas
absurdas que conduzcan a resultados absurdos.
C).- ARGUMENTO “NATURALÍSTICO”: Apela a la “naturaleza
de las cosas”, es decir a circunstancias de hecho sociales,
económicas, políticas, etc

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