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UNIVERSIDAD POPULAR AUTONOMA

DE VERACRUZ

Docente
Lic. Maribel Maldonado

Derecho Mercantil

Lic. En derecho

Alumno
Luis Esteban Constantino Alvarez

4º Cuatrimestre

Jaltipan, Ver. 02 de Abril 2023


1. El origen del comercio
Los orígenes del comercio se remontan a la época de trueque de la era del
Neolítico, cuando se descubrió la agricultura subsistencia. A medida que fueron
añadiéndose nuevos desarrollos tecnológicos al día a día de los agricultores las
cosechas obtenidas eran cada vez más grandes. Así llegó el momento para el
nacimiento del comercio. El comercio es tan antiguo como la sociedad y no
podríamos concebir esta sin él. Porque basamos toda nuestra vida en este
sistema socioeconómico nos ha parecido interesante hacer un post sobre él.
Y es que ahora la palabra «comercio» es sinónimo de crecimiento, grandes
marcas y globalización, pero hace miles de años era todo muy diferente. En las
primeras fases de la humanidad, el hombre para satisfacer sus necesidades
vitales debía agotar todos sus esfuerzos para conseguir unos pocos alimentos.
Comienza a intercambiar los excesos de las cosechas, armas, depósitos para
poder transportar los alimentos y nuevos utensilios agrícolas. Para protegerse de
la intemperie y mantener alejados a los animales salvajes tuvo que buscar refugio
en las cavernas.
2. El Derecho del Comercio.
El derecho comercial, también conocido como derecho empresarial o derecho
mercantil, es una rama del derecho en la que se encuentran varias
especializaciones relacionadas con las leyes de los intercambios comerciales.
¿Quieres saber más acerca de esta variante del derecho? Entonces, no te pierdas
este artículo y recuerda que, si lo que quieres es formarte, puedes hacerlo con
nuestro Máster en derecho mercantil.
3. Las leyes rodias
En la edad Antigua, no existió un Derecho Mercantil como hoy lo entendemos,
sino tan sólo normas aisladas relativas a determinados actos o relaciones
comerciales. Entre esas normas los autores hacen especial mención de las
llamadas "Leyes rodias" (de la isla de Rodas), que en realidad constituyeron una
recopilación de un conjunto de usos sobre el comercio marítimo. Su legislación
referente al derecho marítimo alcanzó tal perfección que el emperador romano
Antonio, declaro que así como le correspondía a el la Ley de la Tierra, a la Ley de
Rodia la del Mar .A través de su incorporación en el Derecho Romano, las leyes
de Rodias han ejercido influjo que prevalece en nuestros días: Por ejemplo la
echazón ( El reparto proporcional, entre todos los interesados de la suerte de un
buque, del valor de los objetos que se echan al mar para salvarlo) está incluida en
casi todas las leyes mercantiles que tienen averías comunes, y conserva los
caracteres que establecieron las Leyes de Rodias.
4. Derecho Romano
El Derecho Romano es el nombre que damos al conjunto de normas que rigieron
la vida de la Antigua Roma durante los catorce siglos que el Imperio se mantuvo
en pie. En la actualidad, entendemos por Derecho Romano el ordenamiento
jurídico que reguló las actividades de los ciudadanos del Imperio, desde su
fundación—en el año 753 a. C.—hasta su caída en el siglo V d.C., siendo un
cuerpo legal vivo que se adaptó para cubrir las necesidades sociales de cada
momento histórico.
El compendio de normas de la Antigua Roma siguió vigente hasta la caída del
Imperio bizantino, en el año 1453, pero sus fundamentos se han mantenido vivos
a lo largo de los últimos siglos.
Primero, a través de su inclusión en los textos jurídicos germánicos y, después,
como parte del ius commune y de los diversos derechos nacionales. Ha servido de
base no solo para el desarrollo de la legislación civil de gran parte de Europa y de
toda América Latina, sino también para el desarrollo de múltiples instituciones y
principios de derecho público como la separación de poderes, la regulación de los
bienes públicos, crímenes, la organización administrativa, la materia urbanística o
el sistema impositivo, entre otros.
5. Bases del Derecho Romano
Los más de mil años de legislación y formas de entender la ley del Imperio romano
abarcan desde el primer código de leyes de la Antigüedad, la Ley de las XII
Tablas, hasta la compilación jurídica que realizó el emperador Justiniano en el
siglo VI d.C., conocida como Corpus Iuris Civilis.
Para construir el ordenamiento jurídico que forma el Derecho Romano se tomó
como base la costumbre, es decir, los actos socialmente aceptados y que a través
de la repetición quedaban validados como una forma de actuar legítima para
responder a una necesidad jurídica.
Por tanto, los romanos regulaban tanto la esfera pública del ciudadano—su
relación con el Estado—como la privada—entre los propios ciudadanos—
apoyándose en las soluciones similares que habían resuelto de forma exitosa:
conflictos de propiedad, compraventas viciadas, adquisición por posesión
continuada en el tiempo, hurtos, delitos violentos…
6. Surgimiento del Derecho Mercantil en la Edad Media.
El Derecho mercantil surge en la Edad Media, frente a la rigidez y formalismo del
Derecho civil, pues los comerciantes sienten la necesidad de unas normas que se
adapten mejor a los requisitos del comercio. Dejan de aplicar entre sí la normativa
rígida del derecho civil, y crean un derecho autónomo, que no surge por
imposición del Estado, sino por su aceptación social y que se plasma en
costumbres recogidas por recopilaciones hechas por asociaciones de
comerciantes.
¿Cómo se impone este derecho, si no tenía respaldo público? A través de
tribunales arbitrales de las propias corporaciones de comerciantes (conocidos
como “Consulados”), cuyas sentencias no eran ejecutivas por imposición pública
sino por presión social. Aunque este derecho de los comerciantes es personal
(sólo se aplica a los comerciantes - que cada grupo social tenga un ordenamiento
propio es un fenómeno típicamente medieval) y extraterritorial (se aplica al
comerciante en cualquier plaza), las costumbres son muy parecidas en todos los
puertos (el “Llibre” p.e. es adoptado por la mayoría de los puertos mediterráneos);
de esta forma parece que se llega a crear una “lex mercatoria” que cubría los
principales negocios del comercio (compraventa, comisión, navegación, letra de
cambio) internacional con carácter: consuetudinario; sin respaldo estatal;
administrada por tribunales arbitrales; y, además, impuesta por coerción social.
Este sistema de Derecho mercantil de clase cubre desde la baja Edad Media
hasta la Revolución francesa, y en España hasta las reformas de Fernando VII, ya
en el siglo XIX.
Las únicas imposiciones estatales fueron las leyes de quiebra (como p.e. la Ley de
Cortes de 1300 de Jaime I de Aragón) y los requisitos para la creación de
sociedades, para lo que se exigía autorización real (fue típico el privilegio
concedido a la Compañía de las Indias). Fuera de esto, la intervención del poder
estatal se limitaba a la promulgación de Ordenanzas, recopilaciones de normas
consuetudinarias con aprobación real, como la de Bilbao de 1737.
Estas Ordenanzas de Bilbao, inspiradas en las Ordenanzas francesas de Luis XIV,
llegan a aplicarse en un ámbito nacional vía consuetudinaria, y más tarde en 1792
Carlos IV termina por imponer su vigencia al declararlas “universalmente recibidas
en sus Reinos para los asuntos mercantiles”.
En su esencia, el Derecho mercantil medieval pervive -aunque parezca increíble
hasta la transformación radical de finales del XVIII, cuya expresión más violenta es
la Revolución Francesa, y cuyas bases ideológicas son los principios de igualdad y
libertad - libre iniciativa y libre competencia en lo económico. La Revolución
francesa proclamó de inmediato la libertad de ejercicio del comercio y terminó con
el monopolio de los gremios de comerciantes y corporaciones. No es de extrañar
por tanto que el Derecho mercantil, concebido hasta entonces como un derecho
de clase, repugnara a la Revolución Francesa y al racionalismo.
7. La Edad Media
Constituye la época en la cual se define el Derecho Mercantil como una ciencia
jurídica autónoma. Su estructuración se inicia una vez que los comerciantes se
asocian para cada arte, y con éstas se conciben las universidades y las
corporaciones. Las corporaciones eran administradas por uno o más Cónsules,
asistidos por un consejo de ancianos de reconocida trayectoria en el comercio. Se
crearon normas jurídicas que fueron alimentadas por la costumbre, dando paso no
sólo a los Cónsules, sino además a los Estatutarios y Estatutos. Los Estatutarios
eran encargados de compilar las soluciones a los problemas por escrito, dictadas
mediante sentencias por los Cónsules, para luego archivarlas en la Sede de la
Corporación, dando origen a los Estatutos. La sentencia que dictaban los
Cónsules eran firmes y ejecutorias, pero podían ser apelables ante un Tribunal,
integrados por comerciantes elegidos por sorteo a quienes se les llamaba: Sobre –
Cónsules.
Las ferias también tuvieron lugar en esta época, donde los comerciantes de
distintas regiones concurrían para exhibir sus mercancías, comprar o vender.
8. La Edad Moderna
Fue en Francia donde propiamente se comenzó no solo a comprender y sentir la
necesidad reclamada por la actividad del comercio, sino también se satisfizo
cumplidamente, asentando la piedra angular sobre que se ha levantado el edificio
del moderno Derecho Mercantil, el que desde entonces, emancipándose
completamente del Derecho Romano, del Derecho común y de los Derechos
forales, no solamente ha adquirido una verdadera autonomía jurídica, sino que
tiende a obtener un carácter de universalidad internacional, llegando su influencia,
como es natural, hasta modificar los preceptos del Derecho Civil de cada pueblo,
pues el cotejo de los diversos códigos mercantiles, su estudio comparativo por los
jurisconsultos y su perfeccionamiento constante, conducen inflexiblemente a
correcciones del Derecho Civil, que de todas maneras tiene que estar en armonía
con el Derecho Mercantil de cada Estado.
Fue así que partiendo de obras como el Code Merchant francés de 1673 un gran
número de Estados redactaron legislaciones similares para regular la materia que
nos compete. Este gran movimiento legislativo de todas las naciones trajo consigo
un gran movimiento científico en la esfera de la literatura jurídica del derecho
mercantil, cuyas obras de estudio forman hoy una riquísima biblioteca. Sobre todo
la materia de la legislación comparada adquirió, como era de esperarse, un gran
desarrollo, pues siendo el comercio cosmopolita por su naturaleza y por el grande
impulso que en los tiempos modernos le comunican las pacíficas relaciones
internacionales, los tratados, las vías de comunicación marítimas y terrestres, es
natural que el Derecho Mercantil, reflejo de las necesidades del comercio, tienda a
buscar esa unidad de preceptos y doctrinas, esa universalidad de principios que
exige el cosmopolitismo del tráfico en sus diversas manifestaciones. Entre los
varios ramos de la legislación mercantil hay algunos en que más se ha acentuado
la necesidad de uniformar el Derecho de las distintas naciones, como sucede en lo
relativo a las letras de cambio entre muchos otros aspectos.
Con motivo de la necesidad de uniformar por lo menos ciertos aspectos del
Derecho Mercantil entre las diversas naciones se comenzaron a celebrar
congresos y conferencias entre estas para llegar a acuerdos y tratados. Siendo la
primera de ellas la reunión en Berna en 1878, a la cual le han seguido
innumerables intentos a través del tiempo con el fin de lograr la tan deseada
obtención de acuerdos que produzcan la uniformidad tan necesaria en materias
mercantiles.
9. La Nueva España
En la Nueva España, se imitaron las instituciones jurídicas comerciales de la
metrópoli, y hacia el año de 1581 los mercaderes de la ciudad de México
construyeron su universidad que fue autorizada por real cédula de Felipe II.
El consulado tenia funciones administrativas, para la protección y fomento del
comercial, y en ejercicio de ellas llevo a termino las empresas de utilidad social
(canales, carreteras, edificios) y sostuvo un regimiento, la designación de cuyos
jefes y oficiales eran atribución del propio Consulado.
La facultad de legislar en materia de comercio se confirió al Congreso Federal a
consecuencia de la reforma que se hizo, por ley del 14 de diciembre de 1883, a la
fracción X del articulo 72 de la Constitución En virtud de esta reforma se elaboro,
con carácter federal, un nuevo código de comercio que comenzó a regir el 20 de
julio de 1884.
El 22 de agosto de 1885, se promulgó un nuevo código, que habría de entrar en
vigor en todos los territorios del Reino de España, el l° de enero de 1886.
En el año de 1889 se promulgo en la República Mexicana un nuevo Código de
Comercio, y que entró en vigor el l° de enero de 1890.
El Código de 1889 aun no ha sido abrogado, aunque si se han derogado muchos
preceptos por las siguientes leyes actualmente en vigor Ley de Títulos y
operaciones de Crédito (26 de agosto de 1932); Ley de Sociedades Mercantiles
(28 de julio de 1934); Ley sobre el Contrato de Seguro (26 de agosto de 1935), y
Ley de Quiebras y Suspensión de Pagos (31 de diciembre de 1942).
10. Definición del Derecho Mercantil
El Derecho Mercantil se define como el conjunto de normas jurídicas que regulan
a las personas, las relaciones, los actos y las cosas que tienen que ver con el
comercio.
En este sentido, es importante definir cuáles son las disposiciones aplicables en
materia de derecho mercantil, quiénes son considerados como comerciantes para
efectos del derecho mercantil y qué son los actos de comercio, entre otros temas
comprendidos por esta rama del derecho.
11. Elementos de la Negociación Mercantil
Los elementos que constituyen la negociación mercantil suelen dividirse en
incorporales y corporales. Se mencionan entre los primeros a la clientela, el
derecho al arrendamiento, la propiedad intelectual y el personal. Los elementos
corporales son: los muebles y enseres, las mercancías y las materias primas.

Clientela. La buena organización, el conocimiento de los hábitos y gustos del


público, las listas de nombres y direcciones de proveedores y consumidores, el
buen servicio suministrado por el personal, etc., son factores que integran esa
peculiar aptitud para producir utilidades que constituyen el motivo de una
negociación; pero esos mismos factores son los que determinan la formación y
mantenimiento de una clientela, que serán tanto mayor cuanto mejor organizada
esté la negociación.
Derecho al Arrendamiento. Normalmente una negociación no puede existir sin uno
o varios locales, en donde encuentran cabida los elementos corporales que la
constituyen y en donde desarrollan las actividades que le son propias.
Si el propietario de la negociación adquiere el uso del local mediante un contrato
de arrendamiento, su interés puede ponerse en pugna con el dueño del inmueble,
bien durante la vigencia del contrato, en caso de que pretenda enajenarse la
negociación, bien al concluir el plazo estipulado, en caso de que el comerciante
desee continuar explotándola.
El comerciante inquilino no puede, sin la voluntad del arrendador, ceder sus
derechos al arrendamiento ni subarrendar el local[2], con lo cual se dificulta el
enajenar la negociación.
Al vencimiento del contrato, el dueño de la negociación mercantil tiene derecho a
la prórroga de una año[3] si es que está al corriente en el pago de las rentas.
El arrendatario cuyo contrato ha durado más de cinco años o que ha hecho
mejoras de importancia tiene derecho a ser preferido en igual de condiciones, a
otro interesado en el nuevo arrendamiento o en la adquisición del inmueble[4].
Propiedad Intelectual. En el desarrollo de actividades de una negociación
mercantil, es necesario hacer uso de figuras específicas protegidas por el derecho
que permiten diferenciar a la negociación mercantil y a sus productos o servicios,
alcanzando con ello el éxito pretendido. Estas figuras son el nombre comercial, la
marca, la patente, el secreto industrial, los modelos de utilidad, los diseños
industriales y los derechos de autor.
Personal. Para el buen funcionamiento de la negociación es preciso que colabore
un grupo de personas, cuyos servicios se prestan en virtud de la relación jurídica
en que se encuentran respecto del dueño de la negociación, y que las más de las
veces constituye una relación de trabajo.
Las cualidades peculiares de quienes forman el personal son, en ocasiones, de
máxima importancia para la negociación, y de aquí que los derechos a la
prestación de los servicios del personal no pueden omitirse al mencionar los
elementos constitutivos de la negociación mercantil.

12. Carácter Jurídico de la Negociación.


Variadísimas son las teorías que se han formulado sobre la negociación mercantil:
unas veces se piensa que es una persona, otras que un patrimonio y otras más
que es a la vez persona y patrimonio; en ocasiones se le considera como una
organización, en ocasiones como idea organizadora; unos los consideran como
negocio juídico; otros como un derecho, otros como un régimen legal; la idea más
difundida es la de considerarla como una universalidad.
Personificación de la Negociación. Partiendo de la indudable unidad económica y
contable de la negociación mercantil, un grupo de tratadistas sostiene que tiene
una personalidad jurídica distinta del comerciante, que no es sino el primero de
sus empleados.
La negociación, como las otras personas, tiene un nombre, un patrimonio, un
domicilio y una nacionalidad. Subsiste, aún cuando cambien sus titulares, y por
ello, tal circunstancia no extingue ni los contratos de trababjo ni los de mandato; el
adquirente.
Negociación como Patrimonio. Sin llegar a personificar la negociación, algunos
autores la consideran como un patrimonio autónomo, del que es titular el
comerciante, quien tiene también un patrimonio civil.
La Negociación como Persona y como Patrimonio. Algunos autores consideran
que en la negociación debe distinguirse: un grupo de personas (el titular y sus
auxiliares) y un grupo de bienes y obligaciones. El primero constituye la casa de
comercio; dotado de personalidad, y cuyo patrimonio lo forma el segundo grupo,
que constituye en sentido estricto la negociación.
Negociación como Negocio Jurídico. Hay autores que encuentran la esencia de la
negociación en ser una combinación de personas que persiguen un mismo fin, lo
cual no puede lograrse sino mediante un negocio jurídico.
Negociación como Derecho. Hacia el exterior, el negocio se manifiesta como el
derecho del empresario derivado de las relaciones establecidas con los factores
de la producción.
Negociación como Pluralidad de Cosas. Una fuerte corriente de opinión se niega a
ver en la negociación una unidad jurídica de cualquier clase, y la considera como
un simple nombre, con el cual se señala un acervo integrado por elementos
heterogéneos, y sin nexo jurídico alguno, cada uno de los cuales está sometido a
su propio régimen jurídico. Cuando un acto jurídico tiene como objeto aparente
una negociación, debe interpretarse como un grupo de actos cuyos objetos son,
en realidad, los diversos elementos de ella, siendo distinta, respecto de cada uno,
la clasificación jurídica que ha de darse al correspondiente negocio.
Negociación como una Universalidad de Hecho. La negociación es una
universalidad de hecho, ya que las diversas partes que la componen, por obra del
comerciante cuya es, se integran en la unidad de un todo, de una cosa
compuesta, que, sin embargo, en cuanto carece de un pasivo propio y no está
formada, aunque sí reconocida, por la ley, no puede ser considerada como una
universalidad de hecho.
13. Publicidad Mercantil
No todo operador económico es empresario. Cuando una persona recibe el
calificativo de empresario, a efectos jurídicos se somete a un estatuto con normas
específicas que contienen derechos y deberes. Entre los deberemos encontramos
el deber de publicidad. Cuando en el tráfico jurídico mercantil se habla de
publicidad podemos hacer una diferenciación entre publicidad comercial y
publicidad legal, que tienen finalidades distintas.
La Publicidad Comercial: es una actividad privada y tiene por finalidad principal la
de captar clientela y fomentar la contratación de bienes y servicios, poniendo de
manifiesto la calidad de esos bienes y servicios puestos en el mercado bajo una
determinada marca. Se trata de vender lo máximo posible. Se lleva a cabo a
través de medios de difusión como la radio, la prensa, televisión y constituye una
actividad voluntaria, sin más límites que los impuestos en el ordenamiento jurídico.
La Publicidad Legal: es predominantemente obligatoria por todos los empresarios,
por eso debe ser realizada por medios oficiales: registros públicos y boletines
oficiales de los poderes públicos. La finalidad de este publicidad es la de dar
seguridad al tráfico jurídico económico, atribuyendo determinados efectos jurídico
privados a aquello que está inscrito en los registros y publicado en los boletines.
14. Necesidad de Llevar Contabilidad
Durante un ejercicio contable se producen gran cantidad de movimientos
económicos. Más allá de los ingresos y los gastos de la empresa, se debe tener
en cuenta todos aquellos bienes y activos que posee una empresa, por lo que no
basta con llevar un registro de los movimientos en la cuenta de la empresa en un
fichero Excel.
Para llevar un buen registro de la contabilidad, es importante rellenar los libros
contables obligatorios para la empresa. Para ello, es importante centralizar la
información de las diferentes cuentas de la empresa en un mismo espacio que,
además de cumplir con las obligaciones con la Agencia tributaria, te permite
conocer el estado y la situación financiera de la empresa en cualquier momento.

15. Determinación del Concepto de Sociedad


Existen dos conceptos de sociedad acogidos por los distintos ordenamientos:
a. uno amplio, propio de los sistemas germánicos. En este se califica de sociedad
a cualquier asociación voluntaria de personas que mediante un fondo patrimonial
común colaboran en la consecución de una finalidad común, cualquiera que sea
esta finalidad.
b. uno estricto, típico de los sistemas latinos. Este concepto parte de la base de
que las sociedades son asociaciones que persiguen un fin económico lucrativo.
Los sistemas germánicos se caracterizan por el hecho de que en ellos el fin es
indiferente; en los sistemas latinos la nota característica del concepto de sociedad
es la intención de obtener un beneficio individual a través de la participación en el
reparto de las ganancias que se obtengan. El derecho español recoge la
concepción estricta o latina. El artículo 116 del Código de Comercio
parte de la idea de que mediante este contrato dos o más personas se obligan a
poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir entre sí las
ganancias. La sociedad presenta un doble aspecto contractual e institucional. De
un lado, la sociedad es una unión voluntaria de personas; de otro exige una
estructura organizativa en la que los socios se integran y a través de la cual se
lleva a cabo el fin social.

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