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Las normas y los límites son una parte fundamental de su educación y la base
para construir una relación sana y respetuosa entre padre e hijo. Pero ¿Cómo
poner límites a los hijos sin sentirse culpable? ¿Cuáles son esos límites y
normas?
Se trata de crear un entorno adecuado para que los niños desarrollen sus
capacidades o habilidades respetando sus características individuales; del
mismo modo se fomentan valores como el respeto, la tolerancia y la
responsabilidad. Por eso, los límites y reglas no solo son importantes para la
infancia, también lo son para la vida adulta.
¿Cómo poner límites a los hijos? 9 Consejos para
poner en práctica
Si quieres educar de manera respetuosa a tus hijos debes marcar las reglas en
casa con la finalidad de sean cumplidas.
Un límite bien especifico con frases cortas y órdenes precisas suele ser
claro y más fácil de entender para un niño. «Habla bajito en una
biblioteca», «Sujeta mi mano para cruzar la calle» son algunos ejemplos de
formas que pueden aumentar progresivamente la relación de complicidad con
tu hijo.
Los límites firmes se aplican mejor cuando tu tono de voz es seguro, sin gritos
y tienes un gesto serio en el rostro.
Cuando pones límites más suaves haces que el niño tenga una opción de
obedecer o no. Esta manera de establecer límites resulta más apropiados para
cuando se desea que el niño tome un cierto camino o decisión.
Ejemplos de ligeros límites: «¿Por qué no te llevas los juguetes fuera de
aquí?», «Debes hacer las tareas de la escuela ahora», «Vente a casa ahora,
¿vale?».
Los límites no se tratan de prohibiciones o de normas rígidas e inflexibles, sino de normas que les
enseñan las conductas adecuadas.
2. Ofréceles opciones
3. Acentúa lo positivo
Todos somos más receptivos cuando recibimos estímulos positivos y los niños
más aun cuando se les ordena con refuerzos positivos. Algunas sujeciones
directas como el «no'» le dan a entender a un niño que es inaceptable su
actuación, pero no explica qué comportamiento es el apropiado.
4. Explicales el porqué
Explicar el por qué de las cosas es muy importante, sobre todo a lo hora de
establecer límites. Cuando un niño entiende el motivo de una norma o límite
como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros,
seguramente estará más animado y convencido de obedecer la regla.
Por tal motivo, lo mejor cuando se desea aplicar un límite es explicarle al niño
por qué tiene que obedecerlo. Una vez que entiendan la razón, los niños van a
ser capaces de desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y
creando así su propia conciencia.
Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la
razón en pocas palabras, es decir, sé directo y preciso, no le des vueltas al
asunto.
Si le explicas las normas y limites con claridad, podrás asegurarte de que entienden el motivo y
puedan expresar con libertad las emociones que este le genera.
5. Guarda distancias
Cuando decimos frases como «quiero que te vayas a la cama ahora mismo»,
estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena
estrategia es creando la regla, pero de una forma impersonal.
Cuando quieras aplicar un límite busca otra opción o alternativa, con ellos vas a
hacer que el niño se sienta comprendido y compensado. Busca que sea una
alternativa aceptable,pues sonará menos negativo.
Como padres, debemos ante todo mantener la calma y no usar ningún tipo de violencia con el niño.
8. Firmeza en el cumplimiento
Seguir una regla puntual es esencial para una efectiva puesta en práctica del
límite. Si hay una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media
en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a que el niño se resista y no
cumpla la regla.
Toda regla o rutina dentro de la familia debe de ser efectiva día tras día,
aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar
vueltas a sus reglas, seguramente intentará resistirse.
Debes ser firme para que entienda que debe de cumplir con sus obligaciones
diarias, de esta manera el podrá crearse hábitos y en el futuro no dependerá de
ti para hacer las cosas.
Los padres debemos ser firmes al establecer límites, pero para poder conseguir
nuestros objetivos es importante no caer en la equivocación de subestimar sus
emociones o no imponer castigos, ya que contribuyen a crear dobles mensajes
y a que los límites sean ignorados por nuestros hijos.
Veamos algunas de las cosas que, como padres, debemos evitar al momento
de establecer límites a los niños.
Sabemos que las calificaciones son importantes, pero no debemos por qué
obligar a nuestros hijos de ser los mejores en la clase.
En ciertos momentos, los padres podemos hacer ver, sin querer, que unas
actividades son más importantes que otras. Por ejemplo, restarle importancia a
las tareas escolares si existe alguna actividad que consideramos más
relevante: una reunión, unas vacaciones, un evento de su hermano, etc.
Si se da un caso como este, como padres debemos dejarle claro a nuestro hijo
que es una ‘excepción’ y que nos encargaremos de que realicen sus deberes
más tarde, pero que por nada los va a dejar de hacer.
Si castigamos todo y quitamos todos los privilegios, nuestro hijo podrá caer en
una desmotivación que lejos de ayudarle lo que hará es contribuir a un mal
comportamiento.
Como madre, no tienes por qué restarle importancia a sus emociones, al contrario, debes validar sus
sentimientos para que se sientas escuchados y comprendidos.
Poner límites a los hijos es un aprendizaje fundamental
para la vida adulta
Al comienzo ellos necesitan que el límite venga de fuera, que lo impongan los
padres, pero con el tiempo serán ellos los que establezcan las normas que
dirijan su comportamiento.
Una vez que lleguen a la vida adulta, no van a necesitar que alguien les diga
cómo actuar, ya que habrán aprendido e interiorizado cuándo un
comportamiento es adecuado y cuándo no.
Una de las cosas que con frecuencia les llama la atención y exploran los niños
es el grado de control que ejercen sus padres sobre ellos. Con el paso del
tiempo, la experiencia les enseña hasta dónde pueden llegar y cuál es su
posición con respecto a los otros miembros de la familia.
Un niño que tenga poco límites y que no tenga claro qué es un límite, con qué
frecuencia puede hacer preguntas como:
“¿quién nada aquí?” o ¿hasta dónde puedo llegar?”, y mantienen una incesante
lucha contra las normas que rigen la organización del grupo.
Esta actitud puede extenderse a otros contextos como, problemas de
comportamiento en el colegio que pueden derivar también en problemas
sociales con iguales.